A mi alma enamorada, una reina oriental parecía, que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,

RUBÉN DARÍO “CAUPOLICÁN” (de Azul) A mi alma enamorada, una reina oriental parecía, la princesa persigue por el cielo de Oriente Es algo formidable

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RUBÉN DARÍO “CAUPOLICÁN” (de Azul)

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,

la princesa persigue por el cielo de Oriente

Es algo formidable que vio la vieja raza:

que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,

la libélula vaga de una vaga ilusión.

robusto tronco de árbol al hombro de un campeón

o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,

salvaje y aguerrido, cuya fornida maza

triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.

blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina

«¡Oh, reina rubia! ?díjele?, mi alma quiere dejar su crisálida

para ver de sus ojos la dulzura de luz?

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,

y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;

¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,

pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,

y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,

o en el que es soberano de los claros diamantes,

lancero de los bosques, Nemrod que todo caza, desjarretar un toro, o estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,

o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar». El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa

Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,

tener alas ligeras, bajo el cielo volar; “SONATINA” (de Prosas profanas)

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?

saludar a los lirios con los versos de mayo

«¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida casta.

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo: «Basta»,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.

La princesa está pálida en su silla de oro,

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,

está mudo el teclado de su clave sonoro,

ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,

y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

ni los cisnes unánimes en el lago de azur.

y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.

“VENUS” (de Azul) En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.

Y están tristes las flores por la flor de la corte,

En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.

los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,

En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía,

Parlanchina, la dueña dice cosas banales,

de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente;

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!

Está presa en sus oros, está presa en sus tules,

Ojos de evocadora, gesto de profetisa,

y engarza perla y perla cristalina

en la jaula de mármol del palacio real;

en ella hay la sagrada frecuencia del altar:

en donde la verdad vuelca su urna.

el palacio soberbio que vigilan los guardas,

su risa en la sonrisa suave de Monna Lisa;

que custodian cien negros con sus cien alabardas,

sus labios son los únicos labios para besar.

un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

“YO PERSIGO UNA FORMA” (de Prosas profanas) Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,

Y he de besarla un día con rojo beso ardiente;

botón de pensamiento que busca ser la rosa;

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!

apoyada en mi brazo como convaleciente

se anuncia con un beso que en mis labios se posa

(La princesa está triste. La princesa está pálida.)

me mirará asombrada con íntimo pavor;

el abrazo imposible de la Venus de Milo.

¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,

la enamorada esfinge quedará estupefacta;

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;

(La princesa está pálida. La princesa está triste.)

apagaré la llama de la vestal intacta

los astros me han predicho la visión de la Diosa;

más brillante que el alba, más hermoso que abril!

¡y la faunesa antigua me rugirá de amor!

y en mi alma reposa la luz como reposa

¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!

el ave de la luna sobre un lago tranquilo. -«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;

“AMA TU RITMO” (de Prosas profanas)

en caballo, con alas, hacia acá se encamina,

Ama tu ritmo y ritma tus acciones

Y no hallo sino la palabra que huye,

en el cinto la espada y en la mano el azor,

bajo su ley, así como tus versos;

la iniciación melódica que de la flauta fluye

el feliz caballero que te adora sin verte,

eres un universo de universos

y la barca del sueño que en el espacio boga;

y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,

y tu alma una fuente de canciones.

a encenderte los labios con un beso de amor».

La celeste unidad que presupones

y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,

hará brotar en ti mundos diversos,

el sollozo continuo del chorro de la fuente

“ITE, MISSA EST” (de Prosas profanas)

y al resonar tus números dispersos

y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.

Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa,

pitagoriza en tus constelaciones.

virgen como la nieve y honda como la mar;

Escucha la retórica divina

su espíritu es la hostia de mi amorosa misa,

del pájaro, del aire y la nocturna

y alzo al són de una dulce lira crepuscular.

irradiación geométrica adivina;

“YO SOY AQUEL QUE AYER NO MÁS DECÍA” (de Cantos de vida y esperanza) Yo soy aquel que ayer no más decía el verso azul y la canción profana,

mata la indiferencia taciturna

en cuya noche un ruiseñor había

Hora de ocaso y de discreto beso;

corazón mío, henchido de amargura

que era alondra de luz por la mañana.

hora crepuscular y de retiro;

por el mundo, la carne y el infierno.

El dueño fui de mi jardín de sueño,

hora de madrigal y de embeleso,

Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia

lleno de rosas y de cisnes vagos;

de «te adoro», y de «¡ay!» y de suspiro.

el Bien supo elegir la mejor parte;

el dueño de las tórtolas, el dueño

Y entonces era la dulzaina un juego

y si hubo áspera hiel en mi existencia,

de góndolas y liras en los lagos;

de misteriosas gamas cristalinas,

melificó toda acritud el Arte.

y muy siglo diez y ocho y muy antiguo

un renovar de gotas del Pan griego

Mi intelecto libré de pensar bajo,

y muy moderno; audaz, cosmopolita;

y un desgranar de músicas latinas.

bañó el agua castalia el alma mía,

con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,

Con aire tal y con ardor tan vivo,

peregrinó mi corazón y trajo

y una sed de ilusiones infinita.

que a la estatua nacían de repente

de la sagrada selva la armonía.

Yo supe de dolor desde mi infancia,

en el muslo viril patas de chivo

¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda

mi juventud.... ¿fue juventud la mía?

y dos cuernos de sátiro en la frente.

emanación del corazón divino

Sus rosas aún me dejan su fragancia...

Como la Galatea gongorina

de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda

una fragancia de melancolía...

me encantó la marquesa verleniana,

fuente cuya virtud vence al destino!

Potro sin freno se lanzó mi instinto,

y así juntaba a la pasión divina

Bosque ideal que lo real complica,

mi juventud montó potro sin freno;

una sensual hiperestesia humana;

allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela;

iba embriagada y con puñal al cinto;

todo ansia, todo ardor, sensación pura

mientras abajo el sátiro fornica,

si no cayó, fue porque Dios es bueno.

y vigor natural; y sin falsía,

ebria de azul deslíe Filomela.

En mi jardín se vio una estatua bella;

y sin comedia y sin literatura...:

Perla de ensueño y música amorosa

se juzgó mármol y era carne viva;

si hay un alma sincera, esa es la mía.

en la cúpula en flor del laurel verde,

una alma joven habitaba en ella,

La torre de marfil tentó mi anhelo;

Hipsipila sutil liba en la rosa,

sentimental, sensible, sensitiva.

quise encerrarme dentro de mí mismo,

y la boca del fauno el pezón muerde.

Y tímida ante el mundo, de manera

y tuve hambre de espacio y sed de cielo

Allí va el dios en celo tras la hembra,

que encerrada en silencio no salía,

desde las sombras de mi propio abismo.

y la caña de Pan se alza del lodo;

sino cuando en la dulce primavera

Como la esponja que la sal satura

la eterna vida sus semillas siembra,

era la hora de la melodía...

en el jugo del mar, fue el dulce y tierno

y brota la armonía del gran Todo.

El alma que entra allí debe ir desnuda,

La piedra de la honda fue a la onda,

para mi amor hecho de armiño,

temblando de deseo y fiebre santa,

y la flecha del odio fuese al viento.

Herodías y Salomé...

sobre cardo heridor y espina aguda:

La virtud está en ser tranquilo y fuerte;

así sueña, así vibra y así canta.

con el fuego interior todo se abrasa;

Juventud, divino tesoro,

Vida, luz y verdad, tal triple llama

se triunfa del rencor y de la muerte,

¡ya te vas para no volver!

produce la interior llama infinita.

y hacia Belén... ¡la caravana pasa!

Cuando quiero llorar, no lloro...

El Arte puro como Cristo exclama: Ego sum lux et veritas et vita!

y a veces lloro sin querer... CANCIÓN DE OTOÑO EN PRIMAVERA (de Cantos de vida y esperanza)

Y la vida es misterio, la luz ciega

Y más consoladora y más Juventud, divino tesoro,

y la verdad inaccesible asombra;

halagadora y expresiva, ¡ya te vas para no volver!

la adusta perfección jamás se entrega,

la otra fue más sensitiva Cuando quiero llorar, no lloro...

y el secreto ideal duerme en la sombra.

cual no pensé encontrar jamás. y a veces lloro sin querer...

Por eso ser sincero es ser potente; de desnuda que está, brilla la estrella;

Pues a su continua ternura Plural ha sido la celeste

el agua dice el alma de la fuente

una pasión violenta unía. historia de mi corazón.

en la voz de cristal que fluye de ella.

En un peplo de gasa pura Era una dulce niña, en este

Tal fue mi intento, hacer del alma pura

una bacante se envolvía... mundo de duelo y de aflicción.

mía, una estrella, una fuente sonora, con el horror de la literatura

En sus brazos tomó mi ensueño Miraba como el alba pura;

y loco de crepúsculo y de aurora.

y lo arrulló como a un bebé... sonreía como una flor.

Del crepúsculo azul que da la pauta

Y te mató, triste y pequeño, Era su cabellera obscura

que los celestes éxtasis inspira,

falto de luz, falto de fe... hecha de noche y de dolor.

bruma y tono menor —¡toda la flauta!, y Aurora, hija del Sol— ¡toda la lira!

Juventud, divino tesoro, Yo era tímido como un niño.

Pasó una piedra que lanzó una honda;

¡te fuiste para no volver! Ella, naturalmente, fue,

pasó una flecha que aguzó un violento.

Cuando quiero llorar, no lloro...

y a veces lloro sin querer...

y a veces lloro sin querer.

y a veces lloro sin querer... ¡Mas es mía el Alba de oro!

Otra juzgó que era mi boca

¡Y las demás! En tantos climas,

“LO FATAL” (de Cantos de vida y esperanza)

el estuche de su pasión;

en tantas tierras siempre son,

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,

y que me roería, loca,

si no pretextos de mis rimas

y más la piedra dura porque esa ya no siente,

con sus dientes el corazón.

fantasmas de mi corazón.

pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Poniendo en un amor de exceso

En vano busqué a la princesa

la mira de su voluntad,

que estaba triste de esperar.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,

mientras eran abrazo y beso

La vida es dura. Amarga y pesa.

y el temor de haber sido y un futuro terror...

síntesis de la eternidad;

¡Ya no hay princesa que cantar!

Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por

y de nuestra carne ligera

Mas a pesar del tiempo terco,

imaginar siempre un Edén,

mi sed de amor no tiene fin;

lo que no conocemos y apenas sospechamos,

sin pensar que la Primavera

con el cabello gris, me acerco

y la carne que tienta con sus frescos racimos,

y la carne acaban también...

a los rosales del jardín...

y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

Juventud, divino tesoro,

Juventud, divino tesoro,

¡y no saber adónde vamos,

¡ya te vas para no volver!

¡ya te vas para no volver!

ni de dónde venimos!...

Cuando quiero llorar, no lloro...

Cuando quiero llorar, no lloro...

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