Abril 2001 INSTITUTO DE ESTUDIOS POLITICOS Y RELACIONES INTERNACIONALES (IEPRI)

ANÁLISIS POLÍTICO No. 42 Enero/Abril 2001 INSTITUTO DE ESTUDIOS POLITICOS Y RELACIONES INTERNACIONALES (IEPRI) Diana Marcela Rojas EDITORA VERSIÓN ON

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ANÁLISIS POLÍTICO No. 42 Enero/Abril 2001 INSTITUTO DE ESTUDIOS POLITICOS Y RELACIONES INTERNACIONALES (IEPRI)

Diana Marcela Rojas EDITORA VERSIÓN ONLINE

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Carlos Germán Sandoval ASISTENTE EDITORIAL VERSION ONLINE

Francisco Leal Buitrago FUNDADOR William Ramírez Tobón DIRECTOR Fernando Cubides Cipagauta EDITOR Gonzalo Sánchez Gómez ASESOR EDITORIAL Sandra Patricia Martínez B. ASISTENTE EDITORIAL

ASESORES EDITORIALES INTERNACIONALES Klaus Meschkat ALEMANIA María Isaura Pereira de Queiroz BRASIL Daniel Pécaut FRANCIA Eric Hobsbawm INGLATERRA Norbert Lechner CHILE Thomas Fischer ALEMANIA Charles Bergquist ESTADOS UNIDOS Catherine LeGrand CANADA UNIBIBLOS Impresión Siglo del Hombre Editores Distribución

CONTENIDO ESTUDIOS LA VIOLENCIA EN MEDIO DE LA GUERRA CIVIL. ESBOZO DE UNA TEORÍA Stathis N. Kalyvas DEFENSA Y SEGURIDAD NACIONAL. ELEMENTOS PARA UNA POLÍTICA DEMOCRÁTICA Armando Borrero Mansilla DEMOCRACIA GOBIERNO Y GOBERNABILIDAD EN LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS. CONCEPTOS, PROBLEMAS Y AGENDA DE INVESTIGACIÓN Victor Manuel Gómez C. ACTORES ARMADOS, TERRITORIOS Y POBLACIONES Carlos Miguel Ortiz COYUNTURA LA REFORMA DE LAS NACIONES UNIDAS. LA ANTICIPACIÓN Y LA PREVENCIÓN COMO OBJETIVOS PRINCIPALES Alexandra Novosseloff LA POLÍTICA EN TIEMPOS DE GUERRA SUCIA. NOTAS SOBRE LA TOMA DEL EDIFICIO DE LA CRUZ ROJA Michel Agier TESTIMONIO TRANSFORMACIONES DEL CONOCIMIENTO SOCIAL APLICADO. LO QUE VA DE CARTAGENA A BALLARAT Orlando Fals Borda DEBATES LÓGICA Y ESTÉTICA: REINTEGRAR LO LOCAL EN UN PENSAMIENTO UNIVERSAL Entrevista A Fernando Zalamea Traba RESEÑAS COLOMBIA AND THE UNITED STATES NARCOTICS TRAFFIC AND A FAILED FOREIGN POLICY De Robert W Drexler Eduardo Sáenz Rovner

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dinámica de la violencia en la guerra civil continua siendo bastante precario.

ESBOZO DE UNA TEORÍA DE LA VIOLENCIA EN MEDIO DE LA GUERRA CIVIL

Propongo un marco teórico general como punto de partida para el análisis de este fenómeno que, con contadas excepciones, se define como incomprensible y, antes que a la investigación empírica, se relega al ámbito de la reflexión normativa. Mi análisis parte de cuatro diferenciaciones conceptuales, a saber: entre “violencia” y “conflicto violento”; entre violencia como una consecuencia y como un proceso; entre violencia en tiempos de paz y en tiempos de guerra; y, por último, entre cuatro tipos de violencia que tienen su fundamento en la convergencia de dos criterios: si los actores políticos “violentos” pretenden gobernar a aquellos contra quienes utilizan la violencia, y si la violencia se produce de manera unilateral, o no. A continuación, planteo un modelo elemental de la violencia en la guerra civil, analizo las hipótesis acerca de la

Stathis N. Kalyvas Aunque diferentes, la violencia étnica y la guerra civil son dos fenómenos relacionados que concitan un interés cada vez mayor, producto de dos situaciones políticas: en primer lugar, la disminución de las guerras entre Estados y el incremento concomitante de las guerras civiles1 ; y en segundo lugar, la reducción de las guerras civiles codificadas como “ideológicas” (o de clase) y el aumento asociado de conflictos codificados como étnicos2 . Un número considerable de investigaciones actuales y recientes sobre el tema concentran su atención en las causas de las guerras civiles3 ; en su terminación 4 ; así como en aspectos posteriores a la guerra civil, incluyendo entre estos temas el mantenimiento de la paz y la reconstrucción5 . No obstante este importante cuerpo de literatura al respecto, nuestro conocimiento de la

diversificación espacial de la violencia en las guerras civiles y analizo ejemplificaciones empíricas. Para concluir mi análisis, me refiero a un proyecto de investigación que pretende comprobar las hipótesis que propongo. La implicación más significativa de este ensayo es que la percepción generalizada de la violencia en la guerra civil como un proceso aleatorio, caótico y anárquico (como en un principio lo sugirieran Tucídides y Hobbes), o como un fenómeno que con mayor precisión (o casi con exclusividad) se podría analizar desde la perspectiva de las pasiones y de las emociones, no tiene validez alguna.

1

David, Steven R. Internal War: Causes and cures en: World Politics No. 49, 4 , 1997, pp. 552-576. 2 Brubaker, Rogers and David D. Laitin. Ethnic and Nationalist Violence en: Annual Review of Sociology 24, 1998pp 243-252. 3 Fearon, James D. y David Laitin. Weak States, Rough Terrain, and Large- Scale Ethnic Violence since 1945. Paper prepared for delivery at the 1999 Annual Meeting of he American Political Science Association, Atlanta, Ga, 1999. Collier, Paul y Anke Hoeffer. Greed and Grievance in Civil War. Paper presented at the World Bank-Center for international Studies Workshop en: The Economics of Civil War. Princeton University. March 18-19, 2000. 4 Walter, Barbara. The Critical Barrier to Civil War Settlement. International Organization. 51:3, 331-360, 1997. 5 Licklider, Roy. The Consequences of negotiated Settlements in civil wars, 1945-1993 en. American Political Science Review 89, 3.681-690, 1995.

El estudio de la violencia en la guerra civil En su gran mayoría, las investigaciones sobre las guerras civiles han pasado por 1

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alto la cuestión de la violencia. De manera explícita o implícita, la mayor parte de estos estudios (es decir, como estudios sobre la revolución o sobre el conflicto étnico 6 se han concentrado en las causas 7 , en la terminación de la guerra civil8 , en las consecuencias políticas y sociales de la guerra civil9 , en los factores determinantes del éxito o del fracaso de los alzados en armas 10 , y en las motivaciones individuales y grupales que sustentan la rebelión11 . Uno de los aspectos más significativos (sino el más importante) de la guerra civil, la violencia contra (y entre) la población civil, no ha merecido la atención debida. No obstante y a partir de Tucídides 12 , observadores y participantes por igual han hecho hincapié en la importancia crucial de la violencia en las guerras civiles. De los trece conflictos más funestos de los

siglos XIX y XX, diez fueron guerras civiles, en tanto un alto grado de violencia representó el rasgo característico del 68% de las guerras civiles en comparación con el 15% de las guerras entre naciones. No obstante, la importancia crucial de la violencia en las guerras civiles no es tan solo una función del número de víctimas que produce. Un aspecto que diferencia la guerra entre Estados de las guerras civiles es que, con frecuencia, en ésta última los civiles son el objetivo primario y deliberado: por lo menos ocho de cada diez personas muertas en las guerras civiles contemporáneas han sido civiles 13 . La descripción que hace Hart 14 de la violencia en la Revolución y la Guerra Civil de Irlanda (1916-23), tiene validez para casi todas las guerras civiles, “La revolución produjo muchas escaramuzas y bajas causadas por los combates; sin embargo, fue mucho mayor el número de personas que murieron sin tener un arma en sus manos, en la puerta de sus casas, en las canteras o en los campos desiertos, asesinadas de un balazo en la nuca por hombres enmascarados. El asesinato era más común que el combate mismo”. Lo que es más, a menudo la violencia en las guerras civiles ocurre entre personas conocidas entre sí y con una larga tradición de interacción pacífica: vecinos, amigos, parientes incluso 15 . En ocasiones, las guerras civiles dividen inclusive a las familias nucleares, enfrentando a parientes, aún hermanos y hermanas, entre sí.

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Ranzato (1994) hace un amplio análisis de la ausencia de autonomía conceptual de la guerra civil y de su subordinación a otros conceptos “más poderosos” 7 Tilly, Charles. From Mobilization to revolution. Reading: Addison-Wesley, 1978. 8 Walter, Barbara. Opus cit. 9 Rich, Paul B. Y Richard Stubbs. The CounterInsurgent State: Guerrilla Warfare and StateBuilding in the Twentieth century. New York: St Martin's Press, 1997. 10 Leites, Nathan y Charles Wolf Jr. Rebellion and Authority: An analytic essay on insurgent conflicts. Chicago: Markham, 1970. 11 Popkin, Samuel l. The Rational Peasant. The political economy of rural society in Vietnam. Berkeley: University of California Press, 1979. Scott, James C. Moral economy of the peasant: Rebellion and subsistence in south East Asia New Haven. Yale University Press, 1977.. 12 Tucídides (III:81) se refiere a la guerra civil en Corcira (una de las islas Jónicas, habitada por los feasios y llamada Skeria en Homero. Hoy en día, la isla de Corfú. N.de la T.), como una situación en la cual “la muerte adoptó toda figura y forma. Y, como sucede por lo general en tales situaciones, la gente llegaba a todos los extremos y más allá aún. Los padres mataban a sus hijos; a los hombres se les sacaba a la fuerza de los templos o se les asesinaba en los mismo s altares; para ser exactos, a algunos los emparedaron en el tempo de Dionisio y allí murieron” (el subrayado es del autor).

13

Kriger, Norma. Zimbabwe's guerrilla war: Peasant voices. Cambridge: Cambridge University Press, 1992. Pág. 1 14 Hart, Peter. The I.R.A. and its enemies: Violence and Community in Cork, 1916-1923. New York: Clarendon Press, 1998. Pág. 18. 15 Bringa, Tone. Being Muslim the bosnian way: Identity and community in a central Bosnian Village. Princeton, N.J: Princeton University Press, 1995.

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Pese a su importancia crucial, la violencia continua siendo tema marginal en los estudios dedicados a la guerra civil. Para comenzar, la violencia es un aspecto en extremo desagradable que, con frecuencia, se deja de lado en manos de los periodistas o de los activistas de los derechos humanos. En segundo lugar y debido a las características que le son propias, la violencia es un tema que intuitivamente se adapta a la descripción antes que a la teoría; como consecuencia, pareciera que el tema no ofreciera recompensas adecuadas en el campo académico, en particular si se le compara con otros aspectos de las guerras civiles: su contexto político, su historia política, diplomática y militar; o sus causas macrosociales. En tercer lugar, es bastante escasa la información sistemática y de conjunto sobre la violencia de la guerra civil. Resulta difícil, sino imposible, obtener datos detallados, mientras los cálculos del número de bajas producidas son legendariamente inexactos. Por lo general, hoy en día es labor casi imposible ejercer un control sostenido y confiable, ya sea cuantitativo o cualitativo. En épocas recientes, los intentos de algunas las Comisiones de las Naciones Unidades, de diversas organizaciones no gubernamentales y de “Comisiones de la Verdad y la Reconciliación” de algunos países por recopilar y denunciar las violaciones a los derechos humanos constituyen correctivos que, aunque bien recibidos, son solo parciales. Analicemos el que probablemente ha sido el conflicto civil que ha recibido el mayor cubrimiento de la historia: la guerra de Bosnia. Después de innumerables informes de los medios de comunicación y de las ONG, y de decenas de libros y artículos, todavía no sabemos cuántas personas murieron como consecuencia de este conflicto. Lo más probable es que la cifra de víctimas

fatales más comúnmente mencionada (200.000), sea un cálculo exagerado 16 . Casi de manera exclusiva, los escasos estudios sobre la guerra civil que no pasan por alto el tema de la violencia la abordan como una variable independiente antes que como una variable dependiente. Se hace mayor énfasis en la forma en que se acude a la coerción y a la violencia para lograr resultados particulares (resolver problemas de acción colectiva, generar rebelión, convertir una revolución en victoria, o derrotarla), antes que en la dinámica de la violencia misma. Incluso cuando la atención se dirige expresamente a la violencia, tiende a concentrarse en cuestiones afines, como el sufrimiento de las víctimas17 , la generación de recuerdos de violencias pasadas 18 , o los relatos de la violenc ia 19 . Cuatro diferenciaciones conceptuales I. Violencia y conflicto Sintomático de esta indiferencia es el hecho de que la violencia es un término carente de autonomía conceptual: por lo general se emplea como sinónimo de “conflicto” o “guerra”. Por ende, casi todas las referencia a, digamos, la violencia étnica, hacen alusión al conflicto étnico, antes que a la violencia real que ocurre al interior del conflicto. Con todo, como señalaba Hannah

16

Kenney, George. The Bosnia calculation en: The Nex York Times Magazine, 1995, 23. April, 42-43. 17 Daniel. E. Valentine. Charred Lullabies: Chapters in an Anthropology of violence. Princeton: Princeton University Press, 1996. 18 Contini, Giovanni. La Memoria Divisa. Milano:Rizzoli, 1997. Portelly, alessandro. The battle of valle giulia: oral history and the art of dialogue. Madison: University of Wisconsin Press, 1997. 19 Gilsenan, Michael. Lords of the Lebanese Marches: Violence and narrative in an Arab society. London: I.B. Turis, 1996.

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Arendt 20 , la violencia es “un fenómeno por derecho propio”. Es obvio que la guerra civil ‘origina’ violencia. Empero y para utilizar una analogía, las elecciones ‘son causa’ de estrategias de política en las democracias; aún así, el estudio de esa estrategia de política no se subsume bajo el estudio de las elecciones, ni tampoco existe una suposición en el sentido de que el estudio de la política electoral aborda el tema de estrategia de política de manera directa alguna. Una implicación crucial de esta diferenciación radica en que, desde una perspectiva analítica, se hace necesario disociar la guerra civil de la violencia en la guerra civil. De ahí que el interrogante que planteo no se refiera a qué causa la guerra civil sino, más bien, qué causa la violencia en el interior de la guerra civil.

directos. Aun cuando se analiza el proceso de la violencia, rara vez el examen se atreve a ir más allá de la descripción de sus pormenores –en contraposición a rendir una versión con sólidos fundamentos teóricos y posible de generalizar, y de tergiversar desde una perspectiva empírica. Sin embargo, la violencia no se puede reducir ni a un conjunto de valores en una variable dependiente, ni a la identificación de casos, de victimarios y víctimas particulares, y de los hechos inmediatos circundantes. Entender la violencia como proceso permite investigar la secuencia dinámica de decisiones y hechos que se combinan entre sí para producir actos de violencia, y permite también el estudio de los, por lo demás, actores invisibles partícipes de este proceso.

II. Violencia como consecuencia y como proceso

III. Violencia en la paz, violencia en la guerra

En tanto los científicos e historiadores políticos tienden a incluir a la violencia bajo la categoría de conflicto violento, muchos antropólogos, analistas de la política exterior, activistas de las ONG, expertos in situ y periodistas se inclinan a percibir a la violencia como una consecuencia antes que como un proceso. El punto focal lo constituyen casos (individuales o colectivos) de violencia (descritos como atrocidades, violaciones de los derechos humanos, etc.), antes que el conjunto (complejo y a menudo invisible) de acciones y mecanismos (a menudo no violentos) que, de manera inmediata, preceden y contribuyen a que se produzcan estos actos de violencia. De ese punto focal también hace parte la identificación de los victimarios y de las víctimas, antes que el número de actores –por lo general mayor- que participan en el proceso sin ser victimarios o víctimas

No obstante que los estudios de la guerra civil demuestran una tendencia a pasar por alto el aspecto de la violencia, las investigaciones sobre la “violencia política”, concepto amplio e impreciso que abarca fenómenos tan dispares como las manifestaciones en los recintos universitarios, los disturbios callejeros, las acciones “terroristas” y hasta el genocidio, se han inclinado a favor de la disociación de la violencia con respecto de la guerra civil. Existen numerosos estudios sobre “acción beligerante”, “violencia civil” o “violencia colectiva” (como manifestaciones, protestas, disturbios, etc.), en particular, en el contexto de la investigación sobre movimientos sociales21 . De igual manera existen enjundiosas investigaciones sobre la violencia masiva unilateral, en 21

Tarrow, Sidney G. Power in movement: Social Movements, collective action and politics. Cambridge: Cambridge University Press, 1994.

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Arendt, Hannah. On violence.. San Diego. Harcourt Brace, 1970.

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particular sobre el genocidio 22 . Por otra parte, son escasos los estudios acerca de la violencia en las guerras civiles y, los que en realidad existen, tienden a quedar incluidos bajo la denominación global de acción beligerante colectiva – término que se refiere tanto a la acción esporádica colectiva violenta (como los disturbios) como a la acción colectiva no violenta o ligeramente violenta (como huelgas, protestas, manifestaciones, etc.). Es indiscutible que, en ocasiones, la acción beligerante precede a la guerra civil –aunque la mayoría de conflictos étnicos no llegan a intensificarse hasta convertirse en guerras civiles 23 . No obstante, fundir los dos en uno solo, sugiere la incapacidad de aceptar que guerra y paz son dos contextos radicalmente diferentes generadores de violencia en formas muy disímiles.

paz violenta. La acción beligerante constituye un reto para el gobierno o el régimen en el poder, en un contexto caracterizado por un único soberano con su monopolio de violencia legítima (y real) intacto. Por el contrario, la característica definitoria de la guerra civil es la soberanía escindida. Varshney26 señala la necesidad de establecer una “diferencia analítica” entre una teoría de las guerras civiles y una teoría de los disturbios, y plantea que su interpretación de al s causas de los disturbios étnicos en la India no tendría validez respecto de situaciones de guerras civiles. Tal diferencia se refleja en una serie de características de la guerra civil y de la beligerancia violenta. Por ejemplo, los disturbios demuestran una tendencia a ser un fenómeno fundamentalmente urbano, en tanto la violencia de la guerra civil tiende a afectar las zonas rurales principalmente. Es posible que el estudio de los disturbios que ocurren en las democracias demande un enfoque especial en los incentivos electorales, factor tangencial al estudio de la violencia en la guerra civil27 .

Se trata de una diferencia de magnitud de escala. El número total de muertos en todos los episodios y movimientos de protesta conocidos es mínimo en comparación con el número total de muertes en todas las rebeliones reportadas24 . Aun así, una de las formas más violentas de acción beligerante –el terrorismo- involucra violencia en una escala mucho menor que la guerra civil25 . En términos más esenciales, se trata de una diferencia adicional. La guerra estructura las opciones y selecciona a los actores de maneras radicalmente diferentes a la paz –aún la 22

Fein, Helen. Genocide: A sociological perspective. London: Sage, 1993. 23 Licklider, Roy. Early Returns: Results of the first wave of statistical studies of civil war termination. Civil Wars, 1998, 1, 3: 121-132. 24 Gurr, Ted. The political origins of state violence and terror. A theoretical analysis en: Michael Stohl and Geroge Lopez (eds), Government violence and repression: An agenda for research. New york: Greenwood Press, 1984. 25 Guelke. The age of terrorism and the international political system. Nex york: St. Martin's Press, 1995. Págs. 6-7.

26

Varshney, Ashutosh. Ethnic conflict and civil society: India and Beyond. Unpublishe paper, Notre Dame University, 2000. 27 Wilkinson, Steven I. The racionality of Hindu-muslim violence. Ensayo inédito, Columbia University, 1998.

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ESTUDIOS IV. Propósito y producción violencia

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de la

gobierno por intimidación, el cual “implica la coerción y la violencia deliberadas (o la amenaza de coerción y violencia) dirigidas contra alguna víctima, con la intención de provocar temor extremo en algunos observadores objetivo que se identifican con la víctima, de tal manera que estos observadores se perciban a sí mismos como futuras víctimas probables. Así, se les obliga a analizar la posibilidad de modificar su comportamiento en alguna forma deseada por el actor”.

La convergencia de dos atributos de la violencia, a saber su propósito y producción, permite el acceso a una diferenciación crucial adicional necesaria para delimitar las fronteras analíticas de un estudio sobre la violencia en la guerra civil. En primer lugar, es posible usar la violencia masiva para lograr el sometimiento o el exterminio básicamente. Cuando al menos un actor político intenta gobernar a la población contra la cual usa la violencia, ésta última se convierte en un medio antes que en un fin. A menudo, al uso de la violencia como instrumento para moldear el comportamiento individual (incorporando un costo a las acciones particulares), se le da la connotación de “terror”. En segundo lugar, es posible producir la violencia política masiva de manera unilateral ( por un solo actor), o bilateral o multilateralmente (por uno o más actores). La convergencia de estos dos atributos da origen a cuatro categorías analíticas ideales características de la violencia masiva: el terror de Estado, el genocidio y la limpieza étnica, la violencia de la guerra civil, y otro tipo al que, a falta de un término más adecuado, podríamos referirnos como “exterminio recíproco”.

Genocidio y limpieza étnica Cuando el propósito intencional de la violencia es el exterminio físico de todo un grupo antes que el sometimiento de este grupo a una autoridad política, nos encontramos frente al genocidio. El genocidio no es una continuación de la represión severa a través de otros medios, sino un fenómeno por completo diferente. Analíticamente afín al genocidio es el acto de expulsar, a propósito y en forma permanente, a ciertos grupos de población, situación que a menudo se conoce como “limpieza étnica”. “Exterminio recíproco” En ciertos casos, es posible que más de un actor político intente lograr el objetivo de expulsar de manera permanente, o aun de exterminar, determinados grupos de población. La guerra civil del Líbano podría considerarse un caso como el que nos ocupa. Sin embargo, la violencia a escala masiva y conducente al exterminio demuestra la tendencia a ser unilateral antes que recíproca.

Terror de Estado El uso unilateral del terror que los Estados utilizan para lograr el sometimiento de la población, se conoce como terror de Estado. Mitchell Stohl, Carleton, y López28 , lo definen como

Violencia en la guerra civil 28

Mitchell, Christopher, Michael Stohl, David Carleton, y Geroge a. Lopez. State Terrorism: Issues of Concept and Measurement. En Michael Stohl and George A. Lopez (ed). Government Violence and Repression: An

Agenda for Research. Westport, Greenwood Press, 1986, 1-25.

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CT:

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A diferencia del terror de Estado y del genocidio, la violencia en la guerra civil no es unilateral: por lo menos dos actores políticos, partidarios de monopolios segmentados de violencia, la producen. Casi siempre, y teniendo en cuenta que el objetivo último de la guerra civil es, o bien el restablecimiento de un monopolio de violencia legítima sobre el territorio nacional previo a la guerra, o la legitimación de la segmentación (es decir, de la secesión), estos monopolios son inestables y cambiantes. A diferencia de otras situaciones en las que la violencia se produce de manera unilateral, la población objetivo, o bien es partícipe de las oportunidades o es obligada a transferir su lealtad y sus recursos al actor político rival; y estos cambios cuentan, porque afectan el resultado final del conflicto. Es esta característica la que otorga a la violencia de la guerra civil su dimensión estratégica –y a esto se debe que la violencia de la guerra civil no sea tan solo terror de Estado multiplicado por dos. El punto focal del presente artículo es este tipo de violencia, cuyas propiedades y dinámicas son básicamente diferentes del terror de Estado y del genocidio.

–hecho que no ha escapado a la atención de observadores perspicaces29 . La guerra irregular es un método de confrontación bélica; no exige una causa determinada (como lo plantea Schmitt30 . Son dos las diferencias fundamentales entre la guerra convencional y la guerra irregular. En primer lugar, no existen vanguardias claramente definidas; las fronteras, o líneas divisoras, son porosas y cambiantes. En segundo lugar y, en parte como consecuencia, los combatientes irregulares y sus simpatizantes no son fácilmente identificables. La descripción que hace Fellman31 de la Guerra Civil de Estados Unidos en Missouri, una guerra de guerrillas, como una guerra “de sigilo y asalto, sin una vanguardia... casi sin una división entre el civil y el combatiente” abarca ambas dimensiones. En términos generales, el nexo entre la guerra irregular y la violencia se explica de tres maneras distintas: en primer lugar, las estructuras formales (en particular las militares) son débiles o inexistentes en la guerra irregular lo que, por tanto, hace posible la ocurrencia de todo tipo de excesos 32 . En segundo lugar, la ausencia de vanguardias claramente definidas y la presencia del enemigo literalmente a sus espaldas acrecienta la tensión de la tropa y facilita reacciones ante la menor provocación33 . En tercer lugar, se desdibuja la diferencia entre civiles y combatientes. Ya sea que la población

Una teoría de la violencia de la guerra civil Guerra irregular La gran mayoría de las guerras civiles se libran mediante confrontaciones bélicas convencionales, antes que irregulares; algunas guerras civiles incluyen diversos grados de confrontaciones bélicas tanto convencionales como irregulares (por ejemplo, la Guerra de Vietnam), mientras algunas pocas se libran como guerras convencionales principalmente (por ejemplo, la Guerra Civil Española). Existe un nexo estrecho entre la guerra civil y la confrontación bélica irregular

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Trotsky, Leon. Military Writings. New york: Merit Publishers, 1969. 30 Schmitt, Carl. Théorie du Partisan. Paris: Flammarion, 1992 [1963] 31 Fellman, Michael. Inside War: The guerrilla conflict in Missouri during the american civil war. New Yo rk: Oxford University Press, 1989 Pág. 23 32 Fellman. Opus cit., 1989. 33 Grossman, Dave. On Killing: The psychological cost of learning to kill in war and society. London: I.B. Tauris, 1995.

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actúe por voluntad propia, de buen grado, o no, existe una profunda coincidencia social y geográfica entre los ejércitos y los civiles 34 . Aunque sólidos, los anteriores argumentos no llegan a constituir una explicación definitiva. De hecho, sólo parecen abordar un caso particular de la violencia de la guerra civil: la violencia indiscriminada de los ejércitos regulares contra los civiles. Más aún, el valor interpretativo de estos argumentos es limitado: los niveles de violencia varían tanto a través de cómo dentro de las guerras civiles que se libran mediante la confrontación bélica irregular. Lo que impulsa la violencia en la guerra civil va mucho más allá de débiles estructuras formales, de la ausencia de vanguardias claramente definidas y de la coincidencia entre civiles y combatientes. Requerimos una mejor comprensión teórica de las fuentes de la violencia en la guerra civil –una comprensión que permita formular hipótesis comprobables acerca de la variación en la violencia.

segmentada) en el sentido en que dos (o más actores) ejercen soberanía sobre partes distintas de lo que era el territorio del Estado. O en segundo lugar, la soberanía está dividida o fragmentada en el sentido en el que dos (o más) actores políticos distintos ejercen simultáneamente grados distintos de soberanía sobre las mismas porciones del territorio estatal. Esas dos situación podemos distinguirlas claramente. A diferencia de la guerra convencional, la guerra civil adquiere un carácter "triangular" pues involucra no sólo a dos (o más) actores que compiten sino también a los civiles. El apoyo (la colaboración) de la población civil llega a ser un componente del conflicto. De manera típica, la guerra civil implica un reducido número de combates directos entre los combatientes y muchas acciones en las que los civiles juegan un papel fundamental. Como le decía un campesino chipriota al escritor 36 Lawrence Durrell el combate debe ser conducido a través del pueblo "como un hombre que tiene que golpear a su oponente a través del cuerpo de quien pretende hacer de árbitro".

La guerra civil altera de manera crucial la esencia de la soberanía. En su núcleo se halla la ruptura del monopolio de la violencia legítima por la vía del desafío armado interno. La soberanía entonces se divide 35 . Esta es la realidad fundamental de la guerra civil pero que suele ser subestimada por los estudiosos particularmente por aquellos que le aplican a las guerras civiles la teoría de los movimientos sociales. Por lo general hay dos actores que compiten, insurgentes e gobernantes que usan tácticas diferentes según sus recursos. La visión de la soberanía se refleja en dos realidades básicas diferenciadas. En primer lugar, está dividida (o

El apoyo popular es un término que describe las acciones de colaboración exclusiva con uno de los actores políticos. Sus motivaciones pueden variar. Pueden ser materiales o no materiales y sería innecesariamente reduccionista tratar de determinar la amplia gama de motivaciones. De una manera típica se asume que el apoyo popular es exógeno a la guerra, la que a su vez, está predeterminada por diferencias étnicas o de clase. Por ejemplo, los campesinos sin tierra de Guatemala se supone que apoyan a los rebeldes, como lo hacen los tamiles en Sri Lanka. Sin embargo, el apoyo popular también es endógeno a la

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Wickham-Crowley, Timothy P. Exploring revolution: essays on latin American insurgency and revolutionary theory. Armonk, NY: M. E. Sharpe, 1991. 35 Tilly, C. Opus cit., 1978.

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Durell, Lawrence. Bitter lemnos. New York.: Marlowe & Company, 1996 [1957]. Pág. 224.

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apoyo popular en Sudán, Finegan38 se refiere al resultado global de las estrategias individuales de supervivencia de cara a la violencia: “las opiniones políticas de la población estarían en extremo condicionadas al poder desplegado en torno suyo”.

guerra: las preferencias e identidades se redefinen en el curso de la misma, en respuesta a la dinámica tanto de la guerra como de la violencia. No importa cuanta simpatía pueda sentir la población local frente a un actor político, aún así pueden haber fuertes incentivos para que algunas personas cambien de bando o deserten en el curso de la propia guerra con el fin de sobrevivir.

En este punto, bien vale la pena señalar que, contrario a planteamientos que postulan que para los individuos resulta imposible desertar del grupo étnico al cual pertenecen39 , los cambios de lealtad son a la vez posibles y comunes en las guerras civiles de motivación étnica. Muchos Estados tienen una larga tradición de reclutar soldados entre etnias distintas 40 , en tanto la violencia intragrupal constituye una característica de muchas guerras étnicas. En una guerra civil, la acción colectiva en torno a aspectos étnicos no es automática, por el contrario, se hace necesario movilizarla –con frecuencia por medios violentos. De hecho, se ha planteado que la violencia insurgente en las rebeliones de origen étnico “casi siempre se dirige en primer lugar contra su propia población, con miras a asegurar su apoyo a la revolución, sin importar en lo más mínimo su renuencia o su pasividad”41 . Veamos dos ejemplos: los rebeldes independentistas de Argelia asesinaron un mayor número de argelinos que de pobladores franceses42 ; por su parte, en la India, el conflicto Punjab entre los Sikhs y los

La defección está motivada por una variedad de causas. La más importante de ellas, la supervivencia. Pese a la prestación de beneficios esenciales (materiales y no materiales) en las etapas iniciales de la guerra, una vez la violencia se intensifica hasta convertirse en la “principal actividad de la región”, la supervivencia individual se convierte en la prioridad esencial para la mayoría de la población –independientemente de sus preferencias iniciales. Resulta obvio que esta consideración pesará en las opciones que la gente pueda hacer. Se trata precisamente de la forma en que lo expresara un campesino de Mozambique, país desgarrado por la guerra: “la única ideología que tiene la gente es una ideología contra la atrocidad” (citado en Nordstrom37 . De igual manera, a medida que la guerra se intensifica, la violencia deviene en un instrumento cada vez más importante (con frecuenc ia, puede ser el único) en la guerra civil; y conforme la violencia se intensifica, hasta los actores políticos que, en un principio concedieron importancia capital a incentivos selectivos (sea bienes materiales o ideológicos), también deben recurrir a la violencia con el fin de “contrarrestar” la violencia de sus opositores. En sus observaciones acerca de la dinámica del

38

Finnegan, William. The invisible war en: The new yorker, 1999, 25 January. Pág 50 39 Kaufmann, Chaim. Possible and impossible solutions to etnhic civil wars en: International Security 30,4, 1996. Págs. 136- 175. 40 Enloe, Cynthia H. Ethnic Soldiers: State security in divided societies. New York: Penguin, 1980. 41 Paget, Julian. Counter- Insurgency operations: Techniques of guerilla warfare. New York: Walker and Company, 1967. Pág. 32. 42 Crozier, Brian. The rebels: A sutdy of postwar insurrections. Boston: Beacon Press, 1960. Pág. 170.

37

Nordstrom, Carolyn. The Backyard Front en Carolyn Nordstrom y Joann Martin (eds), The paths to domination, resistance, and terror. Berkeley: University of California Press, 1992. Pág. 226.

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Hindúes tuvo como resultado “la algo irónica situación en la cual, entre 1987 y 1991, un número significativamente mayor de Sikhs que de Hindúes fueron asesinados por los militantes Sikh”43 .

guerra civil presentará un escenario como el que describo a continuación: el Estado en cuestión está más o menos intacto en las regiones de fácil control por parte de un ejército regular. En estas zonas, el Estado tiene la capacidad de funcionar más o menos normalmente. En las regiones apartadas, los representantes del Estado, tanto formales (policía, etc.) como informales (civiles sospechosos de ser informantes y colaboracionistas), han sido eliminados, o han huido, y se ha establecido un Estado opositor insurgente. En estas áreas, el Estado opositor insurgente también tiene la capacidad de desempeñar casi todas las funciones estatales (impuestos, justicia, seguridad, etc.). Por último, existen zonas intermedias donde la soberanía está fragmentada. Se trata de áreas en contienda, donde el apoyo de la población civil constituye el factor de mayor importancia y el más difícil de obtener.

El principal interrogante que plantea la guerra civil es el de hasta qué punto, las poblaciones que se encuentran bajo el dominio de uno u otro actor tienen opciones distintas a la de colaborar con el dominante; con todo, como los actores políticos son incapaces de lograr la soberanía sobre la totalidad del territorio del Estado (cuando uno lo logra, la guerra llega a su fin). Las exigencias de la guerra irregular en el plano militar son simplemente alucinantes. Como escribiera un general republicano en una carta sobre la situación en la región occidental de Francia durante la contrarrevolución monárquica, los republicanos del distrito “tienen tanto miedo, que necesitaríamos a un batallón completo para custodiar cada casa” citado en Dupuy44 . De ahí que, en tanto ambos contrincantes conserven la capacidad de combatir, la soberanía continuará estando segmentada y fragmentada (es decir, ambos bandos tienen acceso simultáneo a la población de muchas zonas). En estas condiciones, si bien el apoyo de la población civil es vital para el desenlace de la guerra, del mismo modo, este apoyo resulta ser el más difícil de obtener: sometidas al asedio de dos fue gos, las poblaciones cuya supervivencia es para ellas mismas su máxima prioridad, estarán en mejor situación si evitan comprometerse con algunas de las dos facciones en conflicto. Entonces, como resultado de lo anterior, tenemos que un país en

Tanto los gobernantes en el poder como los insurgentes apelan a la violencia para hacerse a la colaboración de la población civil y dis uadir a los desertores. Quienes detentan el poder dependen de una serie de estrategias (conocidas a menudo como “contrainsurgencia”), cuyo objetivo principal es privar a los insurgentes del apoyo de la población civil (es decir, obligar a los civiles a colaborar únicamente con los gobernantes de turno). Esta meta se logra de diversas maneras. Veamos: los gobernantes de turno pueden imponer medidas represivas draconianas contra los civiles y establecer castigos colectivos para los casos de colaboración con los insurgentes. Este método se inauguró en escenarios tan disímiles como la guerra de los Bóer y la rebelión de los habitantes de las Filipinas contra Estados Unidos en los inicios del siglo XX. El método lo perfeccionaron los

43

Wallace, Paul. Political violence and terrorism in India: The crisis of identity en: Marta Crenshaw (ed.) Terrorism in context. University Park, Pa: The Pennsylvania State University Press, 1995. Pág. 400. 44 Dupuy, Roger. Les Chouans. París: Hachette, 1997. Pág. 133

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nazis en la Europa ocupada y, en épocas más recientes, algunos gobiernos latinoamericanos. De igual modo, los gobernantes que tienen acceso a recursos substanciales, a veces desplazan (comúnmente por la fuerza) a la totalidad de la población civil de las zonas rurales, con el objeto de “secar el mar” donde (se supone que) los insurgentes nadan como peces. Las estrategias que utilizan los actores políticos varían en una guerra civil, tanto en términos temporales como espaciales. En este sentido, la variación espacial constituye el punto focal de mi análisis.

fuertes medidas de control), o indiscriminada (teniendo en cuenta que la población no tiene más alternativa que someterse al soberano). 2. Ninguna soberanía Cuando los actores políticos no ejercen ninguna soberanía en absoluto, es probable que utilicen la violencia indiscriminada o no acudan a ningún tipo de violencia. En un principio y debido a la carencia de información, de experiencia, o de una mejor alternativa –en particular los mandatarios, utilizarán la violencia indiscriminada. No obstante, en ausencia del cuasi exterminio total, el uso de la violencia indiscriminada contra los civiles que colaboran con un opositor fuerte resulta contraproducente debido a que brinda a los civiles incentivos para unirse a sus contrarios. Se trata de una de las observaciones más comunes en la literatura descriptiva: “Ninguna medida es más contraproducente que los castigos colectivos”, acentúa un texto clásico sobre la guerra irregular 46 . En el análisis final, los actores políticos no desean emplear la violencia de manera contraproducente. Más bien, es probable que se acojan a la recomendación de Maquiavelo, en el sentido de que el castigo “debe emplearse con moderación, con el objeto de evitar que se convierta en causa de odio; ya que ningún gobernante se beneficia de hacerse odioso”. De hecho, la guerra induce al aprendizaje. Un hecho sólido y recurrente en la literatura relativa al tema es que, en el transcurso de una guerra civil, los actores políticos demuestran una tendencia a abandonar, o disminuir radicalmente, la violencia indiscriminada (por ejemplo, 47 Heilbrunn . La violencia selectiva

1. Soberanía Existe la probabilidad de que, donde los actores políticos sean soberanos, aplicarán violencia limitada –por diversas razones. El ejercicio del poder incrementa el costo de la deserción protegiendo a la población contra reclamaciones de soberanía antagónicas, y haciendo mayor la credibilidad de las amenazas. En un mundo dónde las expectativas acerca del resultado final son importantes, y dónde la información, en su mayor parte, es de origen local, la soberanía indica dominio y triunfo eventual. Cuando los dos tienen la capacidad de gobernar “Estados fuertes”, tanto los gobernantes de turno como los insurgentes dependen de la violencia limitada únicamente. Es necesario señalar que esta hipótesis contradice el argumento central del cuerpo de la literatura sobre terror de Estado, la cual aduce que el terror gubernamental es una función directa del control gubernamental Schmid 45 . La violencia puede ser, o bien selectiva (dado que es fácil recolectar información en las zonas sometidas a 45

Schmid, Alex P. Political Terrorism: A research guide to concepts, theory, data bases and literature. Amsterdam:SWIDOC; 1983. Págs. 175-176.

46

Heilbrunn, Otto. Partisan Warfare. New York: Praeger, 1967. Pág. 152 47 Heilbrunn, Otto. Opus cit. Pág. 147

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tampoco es una opción, ya que resulta imposible recoger información proveniente de lugares sobre los que no se ejerce control.

colaboración (y de la disuasión lograda) será la violencia selectiva: ésta es efectiva porque cumple dos condiciones fundamentales para la credibilidad de las amenazas: persuasión y personalización. Con respecto a muchos escenarios sociales diferentes, se ha hecho una observación en el sentido de que la efectividad de las sanciones exige selectividad Hechter50 . Esta observación también es verídica en el contexto de la guerra civil. En palabras de un experto en contrainsurgencia, Thompson51 : “El terror es más efectivo cuando es selectivo”. Hasta este punto, el análisis sugiere que la violencia masiva y selectiva ocurrirá con mayor probabilidad en las zonas en disputa. De hecho, se pueden formular tres hipótesis preliminares acerca de la variación espacial de la violencia en una guerra civil:

Las hipótesis sobre violenc ia, tanto bajo el ejercicio de la soberanía, como en ausencia de ésta, son consistentes con las observaciones de Arendt 48 , en el sentido de que “Poder y violencia son opuestos; cuando uno de los dos ejerce poder absoluto, el otro está ausente. La violencia aparece cuando el poder está en riesgo”. 3. Disputa Cuando la soberanía está fragmentada, existe la probabilidad de que ambos actores políticos hagan mayor uso de la violencia, en comparación a cuando dichos actores ejercen plena soberanía; sin embargo, esta violencia será más selectiva. Las áreas en conflicto son aquellas en las que se desarrolla la competencia verdadera entre los gobernantes en ejercicio y los insurgentes. La población de estas zonas tiene la oportunidad (y siente la presión) de colaborar con (o de desertar hacia) cualquiera de los actores políticos. Por una parte, los actores políticos hacen uso de la violencia para obligar a la población a tomar partido en una situación de incertidumbre. Y, por la otra, esta incertidumbre complica en gran medida los cálculos de los civiles. Como lo plantea Manrique 49 con respecto al Perú, “La línea que divide a los protagonistas del conflicto se vuelve borrosa, [se presenta una] dificultad para definir con exactitud quiénes son los amigos y quiénes los enemigos”. En un entorno como el que describimos, el factor inductor de la

Hipótesis 1 (H1): En presencia de soberanía absoluta, es probable que la violencia sea limitada, selectiva o indiscriminada, y la ejerza el soberano. Hipótesis 2 (H2): En ausencia de soberanía, es probable que la violencia sea masiva e indiscriminada (en un principio), limitada (posteriormente) y la ejerza quien no es soberano. Hipótesis 3 (H3): Cuando la soberanía es fragmentada, es probable que la violencia sea masiva y selectiva, y ambos actores políticos la ejerzan. Los casos de los que se tiene conocimiento parecen confirmar la presencia de la violencia masiva en las áreas en disputa por ejemplo, Kann52 ; 50

Hechter, Michael. Principles of Group Solidarity. Berkeley: University of California Press, 1987. Pág. 50. 51 Thompson, Robert. Defeating commnunist insurgency. New York: Praeger, 1966. Pág. 25. 52 Kann, Peter R. A long, leisury drive through Mecong Delta Tells. Much of ther war en: Reporting Vietnam: American Journalism 1959-

48

Arendt, Hannah. Opus cit. Pág. 56. Manrique, Nelson. The war for the Central Sierra en Steve J. Sterm (ed), Shining and Other Paths: War and society in Perú, 1980-1995. Durham and London: Duke University Press, 1998. Pág. 217. 49

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este conocimiento está fragmentado y se hace necesario obtenerlo a partir de innumerables informes, narraciones, documentos, etc. La evidencia más sistemática que el autor logró localizar aparece en Carmack 53 quien, compendiando las investigaciones de primer orden efectuadas por antropólogos en Guatemala, señala que la violencia del ejército parece haber variado en forma inversa a la magnitud del desafío que enfrentaba: la violencia fue masiva en las zonas de fuerte actividad guerrillera; selectiva en aquellas donde el acceso de los guerrilleros era restringido; y limitada donde las fuerzas rebeldes no tenían acceso. En mi propia investigación Kalyvas 54 , llegué a la conclusión de que la violencia masiva y selectiva surgió en Argelia después de que las áreas que controlaban los rebeldes Islámicos comenzaron a ser disputadas por el ejército (es decir, cuando se fragmentó la soberanía).

Dinámicas intracomunidad Aunque puede ser efectiva, la violencia selectiva resulta difícil de lograr: ¿cómo saber con exactitud quién entrega información a la otra facción en un determinado poblado? De hecho, se trata de un problema fundamental de la norma: la violencia selectiva exige información. Casi siempre, la clase de información que se requiere para la violencia selectiva es confidencial y, en consecuencia, se distribuye de manera asimétrica entre los actores políticos y los civiles. Y, si bien, es posible obtener cierta información confidencial por medios violentos, en realidad no existe substituto alguno a su entrega espontánea. No obstante, canalizar esta información a los actores políticos depende, a menudo, de complejas dinámicas intracomunidad, dinámicas que rara vez son objeto de estudio. A decir verdad, la mayoría de los científicos políticos (y no sólo ellos) suponen que la violencia es un proceso que se puede entender únicamente a partir de un análisis de lo que hacen los actores políticos (tanto los unos a los otros como a los civiles). No se tienen en cuenta los incentivos y las estrategias de los individuos y de las comunidades (tanto en relación con los actores políticos como, en particular, con referencia a otros individuos y comunidades). La causa más obvia de tal descuido es la dificultad de conceptualizar, investigar y recolectar información de manera sistemática a nivel de la comunidad y a nivel del individuo –labor que, por tradición, se ha asignado a los antropólogos sociales.

Sería tentador detenernos aquí. Sin embargo, las hipótesis anteriores cuentan sólo una parte de la historia. El análisis de la violencia selectiva abre un vasto campo de investigación (que, por lo general, se pasa por alto) que introduce un nuevo ámbito de análisis. Si bien, hasta este punto, el análisis se ha concentrado en el ámbito de las relaciones entre los actores políticos y la población, ha pasado por alto (como gran parte de las investigaciones) el nivel de las relaciones en el seno de la población, es decir, las dinámicas intracomunidad. 1975. New York: The library of América, 2000 [1969]. Pág. 409. 53 Carmack, Robert M. editor's preface to the first edition en Obert M. Carmarck 8ed.), Harvest of Violence: The maya indians and tehe guatemalan crisis. Norman: University of Oklahoma Press, 1988a. 54 Kalyvas, Sathis N.. Wanton and Senseless? The logic of massacres in Algeria. Rationality and society, 1999.

A nivel macro, los individuos se congregan en grupos (es decir, campesinos, albaneses), a quienes a menudo se trata como si poseyeran cualidades antropomórficas: estos grupos toman decisiones (a quién apoyar y cuánto apoyo dar), y actúan como si fuesen actores unitarios. Sin 13

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embargo, hablar de actores unitarios cuando se examina la violencia de la guerra civil es fracasar de entrada. En realidad, esta aproximación está en desacuerdo tanto con los avances teóricos como con la evidencia empírica que sugieren que (a) las más de las veces, los grupos (entre ellos los grupos étnicos) están internamente divididos, y (b) gran parte de la violencia se relaciona con la dinámica intragrupal. El flujo de información confidencial desde los individuos hacia los actores políticas lo motiva la dinámica intracomunidad. En otras palabras, una parte importante de la violencia en la guerra civil es el resultado final de las transacciones o compromisos, entre, por una parte, los agentes “externos” (tanto insurgentes como actores políticos en ejercicio del poder), y, por la otra, los agentes “internos” (civiles, cuadros políticos, simpatizantes y gent e del común de la región en cuestión). A esta característica la denomino unidad. Juntos, los agentes internos y externos, los lugareños y los extraños, los civiles y los soldados producen la violencia selectiva 55 .

reflejos locales de una escisión de mayor envergadura (por ejemplo, un conflicto entre una familia adinerada y una familia pobre). Las denuncias pueden estar ligadas al conflicto (por ejemplo, los adversarios en una antigua enemistad de familia pueden unirse a campos políticos opuestos), y pueden generarse en el conflicto mismo (por ejemplo, los actores políticos pueden incrementar las reservas de recursos disponibles en una comunidad determinada y generar competencia por esos recursos dando origen, por tanto, a nuevos conflictos. Aunque, en ocasiones, la denuncia la motiva el apoyo verdadero a un actor político (denuncia “pura”), con mayor frecuencia la motivan mezquinos intereses individuales –como resolver conflictos privados (denuncia “mal intencionada”). Los escasos estudios sistemáticos históricos que existen sobre la denuncia por ejemplo, Fitzpatrick y Gellately 56 sugieren que la mayoría de las denuncias se hacen con la intención de causar daño 57 . Los individuos que a menudo están dispuestos a denunciar a sus vecinos con el propósito de obtener beneficios materiales o de otro tipo, y que hasta llegarían a sentirse felices de que desaparecieran de su vista, es poco probable que, en condiciones normales los asesinen, o bien porque les repugna un acto que transgrede el orden legal establecido en tiempos de paz, o porque los disuaden los castigos o sanciones que se asocian con el asesinato en

Una secuencia estilizada del proceso conducente a la producción de violencia selectiva se puede definir como sigue: primero, un actor político decide sí emplea, o no, la violencia, de acuerdo con los lineamientos que plantean las hipótesis H1-H3; a continuación, los individuos deciden suministrar al actor información sobre los desertores (es decir, denunciarlos), o no. Las denuncias tienen su origen en todo tipo de conflictos locales: de carácter privado únicamente (por ejemplo, una enemistad recurrente de familia), o

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Fitzpatrick, Shelia y Robert Gellately. Introduction to the practices of denunciation in modern european history en Shelia Fitzpatrick y Robert Gellately (eds.). Accusatory practices: denunciation in moddern european history, 1789-1989.Chicago: Universty of Chicago Press, 1997. 57 Se debe tener en cuenta que esta distinción no es coincidente con la distinción entre denuncia correcta o falsa. Una denuncia puede ser mal intencionada y acertada al mismo tiempo.

55

Si bien conjuntamente se puede producir la violencia en el contexto de los genocidios y del terror de Estado, ella adquiere una dinámica diferente en las guerras civiles, donde, en realidad, existen dos (o más) facciones que exigen información.

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tiempos normales –o ambos. Denunciar a los enemigos personales cuando un actor político asume todos los costos de la violencia, deroga las sanciones, o llega a reemplazarlas por beneficios morales y/o materiales, se convierte, por desgracia, en una opción tentadora. Los individuos adquieren -para expresarlo de algún modo- ejércitos privados que siguen un patrón que, en su estudio de la violencia en el occidente de Ucrania y Belorrusia, en 1939, Jan Gross58 describe como la privatización de la autoridad: el Estado se entrega en concesión, por así decirlo, a individuos de la región, quienes utilizan su recién adquirido poder para luchar por sus intereses personales y ajustar cuentas pendientes.

que se mencionan se incluye el asesinato de su cuñado por el líder de un escuadrón de la muerte. El secuestro de un hombre como venganza por haber contraído matrimonio con una mujer que había sido la esposa de un miembro de un escuadrón de la muerte, y la denuncia de un hombre como “subversivo” por parte de una mujer porque, de hecho, “el se había robado el afecto de su nuera”. Situaciones semejantes son recurrentes en los contextos históricos y geográficos más variados. El carácter localista y personalista del conflicto corre el riesgo de perderse –o, lo que es peor, de descartarse como apenas un reflejo local de la escisión más amplia que permea el conflicto, o una serie de anécdotas fascinantes, aunque, insignificantes en el análisis final. Por el contrario, estos conflictos que se presentan en casi todas las guerras civiles acerca de las cuales he leído, son parte esencial del proceso de la violencia de la guerra civil y apuntan a su elemento crucial, que rara vez se percibe y muchos menos es objeto de análisis: su carácter conjunto.

Muchos actos de violencia que en apariencia (y para los observadores externos) dan la impresión de originarse en motivaciones exclusivamente políticas o ideológicas, imputables o no, después de un examen minucioso resultan ser “causados no por cuestiones políticas, sino por odios personales, venganzas y envidia” Harding59 . Para dar apenas un ejemplo: en su profundo estudio sobre un escuadrón de la muerte en el pequeño poblado de San Pedro la Laguna, en Guatemala, Paul y Demarest 60 llegaron a la conclusión de que “la venganza personal fue un motivo recurrente” responsable de la violencia. Entre los casos particulares

Son cinco las razones que sustentan el surgimiento de la producción conjunta de la violencia. Primero, y como anoté, por lo general la violencia indiscriminada es contraproducente en las guerras civiles. A diferencia de la represión de Estado, la guerra civil es un proceso bilateral en el cual el abuso de la violencia puede motivar a los civiles preocupados por su supervivencia a cambiar de bando. Segundo, la violencia efectiva (es decir, selectiva) exige control. Con todo y en términos generales, las organizaciones políticas (en particular las insurgentes) carecen de recursos, como burocracias permanentes, para ejercer el tipo de control regular directo que, se supone, los Estados modernos deben ejercer. En consecuencia, esas organizaciones

58

Gross, Jan T. Revolution from abroad: The soviet conquest of Poland's Western Ukraine and Western Belorussia. Princeton, NJ: Princeton University Press, 1988. Págs. 118119. 59 Harding, Susan F. Remaking Ibieca: Rural life in Aragon under Franco. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1984. Pág.75. 60 Pau, Benjamin d. y William j. Demarest. The operation of a death squad in San Pedro la Laguna en Robert m. Carmack (ed.) Harvest of violence: the maya indians and the guatemalan crisis. Norman: University of Oklahoma Press, 1988b. Pág. 125.

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logran el control de manera indirecta, confiando en agentes locales. Tercero, mientras con frecuencia los recursos para establecer y mantener el control son limitados, en las guerras civiles los requerimientos de control son mucho más exigentes que en tiempos de paz. Estos requerimientos varían desde la recolección de impuestos hasta el control continuo y cabal de cualquier movimiento e intercambio, aún (o especialmente) en localidades pequeñas y marginales que, tradicionalmente, han permanecido fuera del alcance del Estado. Cuarto, la distribución de la información entre las organizaciones y las poblaciones locales es asimétrica. Los actores políticos requieren información

de información obtenida de manera regular y voluntaria de veintenas de simpatizantes locales. Por último, debido a que las organización dependen en gran medida de sus agentes locales para la ejecución de tareas de todo tipo, además de la recolección de información, generalmente se abstienen de llevar a cabo acciones violentas contra los civiles locales sin antes contar con el consentimiento de estos agentes. En otras palabras, a menudo los agentes locales ejercen poder de veto sobre la violencia. La producción conjunta de la violencia requiere de instituciones. Los grados de institucionalización pueden variar, mientras, por razones obvias, las instituciones a través de las cuales se toman decisiones sobre el uso de la violencia no son muy visibles y, por consiguiente, su estudio resulta difícil de abordar; de igual manera, pueden ser muy informales: como cuando los individuos hacen denuncias no solicitadas a las organizaciones políticas. No obstante, aún actos aparentemente sencillos, como una denuncia, exigen instituciones bastante complejas encargadas de manejar las solicitudes de denuncia, las garantías creíbles de anonimato, la evaluación de la información etc. De hecho y debido a los diversos problemas que surgen en la relación gobernante-agente, con frecuencia la producción conjunta es bastante formalizada.

que les permita usar la violencia de manera eficiente para obligar a los individuos a obedecer en un entorno dominado por la incertidumbre. Si bien resulta fácil detectar los blancos iniciales de la violencia (por lo general, la información sobre un informante conocido, un miembro de la fuerza pública, un alcalde, o un activista político es de dominio público), resulta mucho más difícil identificar posteriormente a los desertores (o desertores potenciales), una vez los más sospechosos han sido asesinados o han huido. Esta identificación la requieren las organizaciones que buscan lograr la obediencia de la población por dos razones: en primer lugar, la violencia cuyos objetivos están bien definidos hace creíble a las amenazas; en segundo lugar, el control constante permite la presencia de violencia en extremo eficiente. No obstante, seguirle la pista a las personas y prever su comportamiento diario sólo es posible cuando los colaboracionistas locales brindan información al respecto. Si bien es posible depender de pistas, espías e informantes pagados, o utilizar la tortura, no existe substituto para el tipo

Por una parte, los individuos exigen la protección de su anonimato; no obstante, la visibilidad prevalece en los núcleos sociales pequeños, donde ocurre una estrecha interacción entre las personas: casi siempre es posible adivinar quién causa daño a una persona. Por la otra, las organizaciones políticas exigen información confiable como condición de su eficacia. Aún así, los individuos tienen a su alcance un incentivo que les permite convertir a un 16

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enemigo personal en una amenaza política y, por consiguiente, utilizar a una organización política para ajustar sus cuentas personales. Existe un método de uso común para garantizar cierto grado de confiabilidad: confiar en los agentes locales que tienen la capacidad para separar y ordenar la información que les suministran las personas conocidas. Pero, ¿cómo puede una organización confiar en la información que le suministran sus agentes locales? Una forma de hacerlo es mediante la creación de comités mixtos de colaboradores locales y de representantes de la organización con la tarea de analizar y filtrar la información –y de hacer colectivamente responsables de la decisión a los miembros locales del comité. Los actores políticos también recurren al uso de perfiles: es mucho más probable que un alcalde que ha sido denunc iado ante los insurgentes como colaborador del ejército sea., en realidad, un colaborador que un campesino cualquiera al azar. Lo más importante, los actores políticos juzgan la exactitud de las denuncias mediante el análisis de su contexto circundante. Dado que la deserción ocurre con mayor probabilidad en aquellas zonas accesibles a la organización adversaria, es probable que las denuncias sean más precisas en ese sitio, si se comparan con áreas inaccesibles a los contrarios. Por último, la violencia creíble (y, por tanto, disuasiva) no necesita ser selectiva todo el tiempo; más bien, parecer ser selectiva. La presencia de un aparato deliberante y selectivo ofrece un indicador creíble de selectividad en un entorno en donde, a menudo, resulta tarea difícil comprobar la “culpa” real.

beneficios de esta acción superen el costo que ella implica. Debido a la enorme dificultad que comporta su análisis, hasta los antropólogos y los historiadores han pasado por alto los cálculos de los denunciantes (potenciales), componente esencial del proceso de violencia. El principal costo de la denuncia es el riesgo de los castigos futuros que confronta el denunciante. En las sociedades rurales, donde la visibilidad es alta y donde es posible rastrear las denuncias, con relativa facilidad, hasta sus orígenes (dado que los conflictos locales son de conocimiento público), las sanciones adoptan la forma de retaliación contra el denunciante por parte de los parientes de la víctima. Como lo expresara un miliciano de Argelia, “Me pueden matar, pero si matan a uno de mis parientes, yo mataré a todas sus familias; este es el único idioma que los terroristas [es decir, los rebeles] entienden” citado en Amnesty International61 . No obstante, la venganza casi nunca es inmediata o directa. Por lo general, los parientes de la víctima (u otras partes interesadas) llevan a cabo su venganza ‘a través’ del actor político (de la misma manera que el denunciante original asesina ‘a través’ de un ejército). Lo anterior exige que tal actor esté disponible para ejecutar tal acción. En otras palabras, los parientes de la víctima deben poder acceder al actor político rival

La denuncia no sólo brinda beneficios; también conlleva riesgos considerables. Los individuos que están dispuestos a denunciar a sus vecinos lo harán casi siempre únicamente cuando los

Como lo he mencionado antes, la deserció n exige tener acceso a la

para lograr llevar a cabo la venganza (y este actor debe estar dispuesto a usar la violencia). Un modelo elemental de violencia en medio de la guerra civil

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Amnesty International. Algeria: Civilian population caught in a spiral of violence. Report MDE, 1997. Pág. 18.

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organización adversaria. Es mucho más probable que la deserción ocurra en un contexto de soberanía fragmentada. Para expresarlo de otra forma, la deserción (y, de ahí, el uso de la violencia por parte de los actores políticos) es fuerte donde la soberanía de esos actores es débil. Los actores políticos no desean usar la violencia cuando no es necesario hacerlo. En particular, desean evitar el uso de la violencia indiscriminada (es decir, asesinar a la gente equivocada), porque es probable que este tipo de violencia genere mayor deserción, en vez de servir como agente de disuasión. La información sobre los desertores es confidencial y llega a las organizaciones mediante la denuncia. Si no hay denuncias, o si éstas son falsas, no habrá violencia en equilibrio, ya que la violencia será contraproducente. Las organizaciones comprueban la verdad de una denuncia de manera indirecta utilizando un substituto: el estimativo que hacen de la posibilidad de deserción. Dado que en aquellos lugares donde una organización ejerce fuerte control la deserción es poco probable, también es probable que la mayoría de las denuncias que se hagan en esos lugares sean falsas. En otras palabras, si la probabilidad de la deserción es baja, entonces todas las denuncias serán falsas. Por el contrario, en aquellos lugares donde el control es débil y el enemigo está cerca, la deserción es mucho más probable, de ahí que sea posible que la mayoría de las denuncias que se hagan en ese sitio sean ciertas.

la denuncia disminuye con la fortaleza de la organización, las denuncias ocurrirán donde el grado de control supere algún valor umbral. Por encima del valor umbral no habrá denuncia alguna, por consiguiente, tampoco habrá violencia alguna, ya que ésta sería indiscriminada en ausencia de denuncias. Dado que la venganza no es posible en zonas donde existe un alto grado de control, la denuncia es muy probable. Para expresarlo de otra forma, la probabilidad de la denunc ia aumenta con el control. Con todo, sabemos que la probabilidad de deserción disminuye en presencia del control, de ahí que la confiabilidad de la denuncia también disminuya. En otras palabras, los individuos tienen mayores incentivos para denunciar cuando son escasos los desertores en la zona (o no hay ninguno), es decir, donde sus denuncias demostrarán la tendencia a ser falsas. Para resumir este argumento: lo menos probable será que los actores políticos usen la violencia donde más la necesitan (donde el control que ejercen es demasiado débil) debido a que, en estas zonas, los individuos enfrentan fuertes incentivos de disuasión para hacer denuncias. La lógica subyacente de este argumento es la disuasión mutua: la capacidad de retaliación de sus víctimas potenciales disuade a los denunciantes. De igual manera, los individuos no lograrán deshacerse de sus enemigos personales en los lugares donde hagan un mayor número de denuncias. En las zonas donde se hacen denuncias masivas (donde el control es muy alto) la violencia será mínima debido a que los actores políticos tienen escaso uso para la violencia.

Analicemos ahora los cálculos de los denunciantes (potenciales). La venganza es más probable donde el control es débil. En estos lugares, los parientes de la víctima tienen la opción de la venganza: pueden depender de la organización

La comprobación de estas proyecciones exige una operacionalización más sutil del ámbito geográfico. En lugar de tres zonas (soberanía, ausencia de soberanía, soberanía fragmentada), podemos distinguir cinco espacios, dividiendo el

rival para ejercer el derecho a la retribución. Como el costo esperado de 18

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área en disputa en tres áreas secundarias. Por una parte, los gobernantes ejercen plena soberanía en algunas áreas (zona 1) y aseguran el control en otros lugares (zona 2). En tanto en la primera zona los gobernantes tienen un monopolio casi absoluto de la violencia, en la segunda tienen que competir con una organización clandestina insurgente, así como con incursiones poco frecuentes por parte de los rebeldes. Por otra parte, los insurgentes conservan el control absoluto en algunos lugares (zona 5) y aseguran el control en una zona aledaña (zona 4). En esta última y aunque detentan el poder, no pueden evitar las incursiones ocasionales del ejército. Por último, existe una zona intermedia (zona 3), que denominaremos “área en disputa”. Con frecuencia a estas áreas se las define como lugares donde el gobierno gobierna de día y los insurgentes de noche. La deserción a las toldas de la organización rival es muy probable en la zona 3 debido a que ambos actores se encuentran presentes e invierten recursos para inducir a la deserción. Así mismo, la deserción es probable en las zonas 2 y 4 (si bien es menos probable en la zona 3) y es menos probable en las zonas 1 y 5). Por consiguiente, existe una altísima probabilidad de que las denuncias en las zonas 1 y 5 sean falsas –aunque serán masivas dado que es seguro denunciar donde sólo existe un soberano. Es probable que las denuncias sean correctas en la zona 3 –y creíbles en las zonas 2 y 4. El modelo vaticina que la cifra de muertos llegará al tope máximo en las zonas 2 (para los gobernantes) y 4 (para los insurgentes) (Figura 1). Es necesario notar que el modelo predice quién será el probable generador de la violencia: los gobernantes en la zona 2 y los insurgentes en la zona 4.

Control y violencia (dos organizaciones)

1

2 4

3 5

Gobernantes Insurgentes Zonas

de

control Zona 1: segura (gobernantes) Zona 2: relativamente (gobernantes) Zona 3: en disputa Zona 4: relativamente (insurgentes) Zona 5: segura (insurgentes)

segura

segura

Al subdividir las áreas en disputa en tres categorías secundarias, el modelo saca a la luz dinámicas que habían permanecido ocultas en modelos que no logran integrar dinámicas intracomunidad 62 . Ahora podemos corregir la hipótesis 3 así: H3 (corregida): bajo una soberanía fragmentada, es posible que la violencia sea tanto masiva como selectiva en aquellos lugares donde una parte tiene una ventaja sobre la otra, y sea limitada en aquellos lugares donde existe un equilibrio de poder. Advertencias

62

El modelo contiene una interesante implicación: dado que en las áreas en dis puta no habrá denuncias en un futuro cercano, si hubiere algún tipo de violencia (probablemente por fuera de la trayectoria de equilibrio) tal vez está sería indiscriminada.

Figura 1 19

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La distribución de áreas en zonas diferentes de control es exógena al modelo. Éste aborda la variación de la violencia en presencia de una distribución en zonas de control, distribución que determina una combinación de variables, entre las que se incluyen variables estructurales (como la geografía de un país), el carácter de las operaciones militares, así como el uso de la violencia por parte de los actores políticos. Así mismo, este modelo plantea hipótesis acerca del tamaño relativo antes que absoluto de la violencia, es decir, sí en un área ocurrirá un mayor grado de violencia que en otra, en contraposición al grado exacto de violencia que experimentará. El tamaño real de la violencia es una cuestión empírica posible de abordar combinando el nivel inicial de violencia con el número de situaciones de violencia.

cambian de zona) generen niveles intolerables de incertidumbre. En presencia de un alto margen de incertidumbre (es decir, la expectativa de que, en cualquier momento, pueden ocurrir cambios de control), sería irracional denunciar a alguien, en alguna parte; o, a la inversa, puede parecer racional denunciar preventivamente el mayo r número posible. Si ambos actores políticos incrementan sus amenazas o recurren a la violencia indiscriminada ante la ausencia de denuncias, quizá la población abandonará sus hogares y las zonas de violencia se convertirán en “tierra de nadie” –ocurrencia común en muchas guerras civiles prolongadas. Una suposición asociada es aquella que plantea que el pasado no importa, es decir, tanto los individuos como los actores políticos actúan de la misma forma después de varios cambios de control. Sin embargo, la victimización reciente puede producir un comportamiento movido por las emociones que desprecia los riesgos. Alguien dispuesto a tomar venganza bien puede asumir riesgos excesivos, poco razonables (y, de ahí la denuncia en la zona 3). El aumento de la incertidumbre (y, por tanto comportamiento adverso al riesgo) y el surgimiento de las emociones (y, en consecuencia, comportamiento predispuesto al riesgo) conforme la guerra continúa, pueden neutralizar el uno al otro.

Una suposición importante del modelo es que los individuos hacen estimativos correctos acerca de la zona donde viven. Si alguien vive en un área sometida a fuerte control por parte de los insurgentes (zona 5), esa persona lo sabe. Se trata de una suposición racional desde una perspectiva estática. No es tan racional si se analiza desde una óptima dinámica. Por ejemplo, si alguien vive en la zo na 5, en t1 , esa persona debe suponer que dicha zona permanecerá bajo el control de los insurgentes en tn . Excepto en etapas avanzadas de la guerra y de la violencia, se trata de una expectativa racional. Los individuos demuestran la tendencia a subestimar la duración de las guerras 63 , y dependen de información local subestimando, por tanto, la certeza. No obstante, puede suceder que repetidos cambios de control (es decir, áreas que

Con miras a predecir umbrales de tolerancia de la incertidumbre, y también con el ánimo de descartar riesgos, estas suposiciones se pueden modificar en futuras especificaciones del modelo. La variable clave es el número de iteraciones de las “rondas de violencia”, definidas como cambios en el control (que, a su vez, define cuán “avanzada” está una guerra civil”. Mediante el perfeccionamiento o la

63

Por ejemplo, “Nadie, ni el Norte ni el Sur, previó la duración o devastación de la Guerra Civil de Estados Unidos” Fellman. Opus cit. Pág. 23.

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ampliación del modelo y la modificación de algunas de sus suposiciones se pueden plantear interrogantes y proponer hipótesis que nunca habrían surgido en primer lugar. Según sus actuales especificaciones, el modelo podría aplicarse a todos los tipos de guerras civiles. Es apenas obvio que no todas las guerras civiles son iguales, no obstante, de la teoría empíricamente comprobable deberían surgir tipologías, y no lo contrario. Lo que es más, este modelo nos permite pensar en las tipologías existentes desde una perspectiva más novedosa.

Donde los gobernantes son más fuertes que los insurgentes pero estos últimos todavía tienen acceso a la población, debemos observar un alto grado de violencia de los gobernantes. Tal parece ser el patrón de la violencia ejercida por los japoneses en los países que ocuparon durante la Segunda Guerra Mundial. Thaxton67 anota que, como norma, las tasas más elevadas de muertes causadas por los japoneses se encontraron en las áreas aledañas a las ciudades capitales, y no en los pueblos provinciales de las zonas más remotas. Hipótesis 3 (corregida) (Zona 3)

Ejemplificaciones empíricas Se trata de la hipótesis más interesante en el sentido de que podría esperarse que las áreas más arduamente disputadas serían también las más violentas. Sin embargo, hay evidencia de que no es así. Analicemos las siguientes observaciones sobre la aldea vietnamita de Bihn Nghia, que se hallaba en situación de disputa y, donde, entre 1965 y 1967, un destacamento de soldados de la Marina de Estados Unidos y un grupo de milicianos de Vietnam del Sur ejercían el control durante el día, en tanto el Vie tcong lo hacía de noche. Aunque los soldados del Vietcong no se atrevían a hacer visitas frecuentes a sus hogares localizados en la aldea, West 68 , comenta,

A continuación, planteo algunas ejemplificaciones empíricas que sugieren que las anteriores hipótesis son admisibles, al menos. Estos ejemplos provienen de casos conocidos, mencionados en diversas fuentes, sobre numerosos guerras civiles. Hipótesis 1 (Zona 1 & Zona 5) Es amplia la evidencia en el sentido de que los actores políticos no aplican la violencia masiva en las áreas donde ejercen fuerte control ver, por ejemplo, Wickham-Crowly 64 . A manera de ejemplo, los rebeldes islámicos de Argelia usaron un mínimo de violencia en las áreas bajo su control –hasta cuando el ejército desafíó dicho control65 . A la inversa, existen muchas pruebas de que tanto los gobernantes como los insurgentes recurren a la violencia indiscriminada en los lugares donde ninguno de los dos detenta control alguno 66 .

Sus familias eran inmunes a la violencia. Los parientes y los hijos de los soldados de ambos bandos se encontraban en la misma situación de

Hipótesis 2 (Zona 2 & Zona 4) 67

Thaxtibm Ralph A. Salt of the earth: The political origins of peasant protest and communist revolution in China. Berkeley: University of California Press, 1997. 68 West, F. J., Jr. The village. Madison: The University of Wisconsin Press, 1985. Págs. 219220.

64

Wickham- Crowley, Timothy P. Exploring revolution: Essays on Latin American insurgency and revolutionay theory. Armonk. NY: M. E. Sharpe, 1991. Págs. 50-51 65 Kalyvas. Opus cit, 1999. 66 Carmack, R. Opus cit, 1998a.

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vulnerabilidad frente a las represalias, de manera que ningún hombre se atrevía a atacar a la familia de otro, por temor a que su propia familia sufriera lo mismo diez veces más... Las milicias del Frente Popular y el Vietcong tenían ciertas reglas con respecto a su guerra, entendimientos que se cumplían a cabalidad porque eran de beneficio mutuo, y sólo en la medida en que lo fueran. Lo que con frecuencia se ha dado en llamar compromiso o conformidad, a veces no ha sido otra cosa que un precario equilibrio del poder, percibido como tal por ambos bandos. Disuasión es un término preferible a compromiso para definir una situación en la cual ninguna de las partes está dispuesta a asumir ciertos actos en tanto la otra parte conserve la capacidad de vengarse en la misma forma... La etapa última en la intensificación de la guerra –el asesinato o carnicería sistemática de las familias de los soldados del Frente Popularera improbable que sucediera en Binh Nghia, debido a que

las familias de los soldados del Vietcong actuaban como rehenes. Suong (el líder de los milicianos) había declarado que mataría a diez de los hijos de las familias del Vietcong por cada miembro de una familia del Frente Popular que fuera asesinado. La vulnerabilidad a la retaliación fija límites a las acciones que el Frente Popular o el Vietcong estaban dispuestos a emprender en su lucha por el control de Binh Nghia. Como consecuencia, los civiles no fueron objeto de persecución en Bingh Nghia. “Por lo general, los que murieron fueron los combatientes de ambos bandos, no los aldeanos” West 69 . En últimas, la presión desde abajo obliga a los actores políticos a dejar hasta de solicitar denuncias en las áreas en conflicto. Un proyecto de investigación Los ejemplo s que presentamos antes llegan a demostrar que las hipótesis que se derivan del modelo son admisibles, al menos. No obstante, es imposible efectuar una prueba rigurosa con base en la evidencia de que disponemos, que es fragmentaria y anecdótica. En realidad, el problema fundamental en el estudio de la violencia de la guerra civil es la escasez de información sistemática y exhaustiva, situación que tiene su origen en la dificultad que implica la recolección de este tipo de información. Como lo señalé 69

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West, F. J., Jr. Opus cit.. Pág. 187.

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global- como es el caso de Argelia 71 . En segundo lugar y, como norma, la información sobre la violencia se aparta de su contexto y está desligada de los hechos cruciales que la anteceden y la siguen. Por ejemplo, por lo general no se da información acerca de secuencias de violencia de bajo nivel que pueda haber precedido a una gran masacre. Casi nunca se registra la información sobre niveles de control. Por último, no siempre las organizaciones humanitarias están libres de ser parciales o tendenciosas 72 , factor que afecta la confiabilidad en los datos que obtienen. Los informes etnográficos, tanto de contexto como de visión (por ejemplo, Geffray73 ), adolecen de problemas de muestreo y no son lo suficientemente sistemáticos para permitir la comprobación rigurosa de hipótesis formuladas desde un punto de vista teórico. Aparte de una labor sistemática e integral de recolección de información en el ámbito internacional, la escasez de información disponible exige soluciones creativas.

anterio rmente, la violencia constituye un recurso político vital en el desarrollo de las guerras civiles. Las partes en conflicto tienen intereses creados en reducir a su mínima expresión las atrocidades que cada una de ellas ha cometido o comete) y en aumentar al máximo las atrocidades que comete el adversario; las guerras civiles demuestran la tendencia a ser procesos descentralizados que a menudo ocurren en áreas remotas de los países pobres, donde no se dispone de medios de comunicación suficientes, ni siquie ra en tiempos de paz. La consecuencia de esta situación es que una proporción importante de la violencia permanece invisible; por último, en las sociedades rurales en las que es común que se desarrollen las guerras civiles, no existen instituciones encargadas del mantenimiento de registros, ni siquiera en tiempos de paz. Las dificultades que enfrenta la investigación sistemática se ven reforzadas por una serie de factores adicionales, una vez terminada la guerra. Estos factores varían desde la renuenc ia de quienes resultan victoriosos en la contienda a permitir una investigación de la violencia de la que puedan ser responsables, hasta la escasa disposición de los actores sociales y políticos de ambas partes a despertar recuerdos dolorosos y potencia lmente peligrosos70 .

Estudios con base en un proyecto de investigación comparativo a nivel micro podrían ser la solución a este tipo de problemas. Avanzar en sentido descendente a lo largo de los “peldaños de la totalidad”, y utilizar la aldea como una unidad de análisis en el contexto regional, brinda múltiples ventajas.

En primer lugar, rara vez la recolección de la información se hace a cabalidad. Además, soporta el muestreo en la variable dependiente – concentrándose en los lugares y acontecimientos más violentos, pasando por alto los menos violentos. Se presenta una fijación particular en las masacres –aun cuando, en el análisis final, las masacres resulten ser tan solo una parte mínima de la violencia

Primero, permite la recolección de información sistemática: teniendo en cuenta que, casi nunca se dispone de datos de base individual sobre la violencia, se podría crear de la nada una base de datos, a partir de fuentes locales, orales y escritas. Es posible 71

Kalyvas, S. Opus cit, 1999. Prunier, Gérard. The rwandan crisis: History of genocide. New York: Columbia University Press., 1995. 73 Geffray, Christian. La cause des armes au Mozambique Anthropologie d'une guerre civile. París: Karthala, 1990. 72

70

Aguilar Fernández, Paloma. Memoria y olvido de la Guerra Civil española. Madrid: Alianza Editorial, 1996.

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codificar cada caso único de homicidio violento (o aún otras formas de violencia), y se pueden recoger suficientes observaciones que permitan un análisis cuantitativo. La operacionalización de otras variables, como los grados de control, también es posible en esta escala, tanto por medio de entrevistas como del estudio de archivos (militares en gran parte). Así mismo, el estudio de toda una región y la concentración en todos los casos de violencia en todas las localidades de esa región, permite la introducción de una serie de controles sociológicos y culturales. Segundo, este proyecto de investigación ofrece una comprensión de contexto de la violencia. A la violencia la rodea su contexto político, social, cultural e institucional y se sitúa en una secuencia de hechos; todas estas observaciones vienen acompañadas de su propia historia. Tercero, estudiar las regiones administrativas (distritos, regiones, provincias, etc.), aborda la cuestión de los sesgos de selección, dado que las fronteras administrativas preceden a la guerra civil.

investigación permite una significativa identificación de rasgos y capacidades beneficiosos peculiares. Lo mismo puede decirse de los actores aislados, como las aldeas que son violentas a pesar de encontrarse situadas en zonas donde no hay violencia. En resumen, se trata de una estrategia de investigación en la cual el aspecto etnográfico y la amplitud empírica no surgen a expensas de la investigación sistemática y de gran escala; el razonamiento abstracto y deductivo enfrenta el ámbito de los individuos de carne y hueso; y el análisis sistemático se combina con datos de amplio contexto y secuencia. No es fácil llevar a cabo esta investigación: exige aptitudes interdisciplinarias y la posibilidad de acceso a diversas fuentes, desde archivos hasta sobrevivientes. No obstante, después de culminar recientemente una serie de estudios sobre la guerra Civil de Grecia (1943-1949), puedo dar fe de su viabilidad. Una vez se cuente con algunos estudios regionales caracterizados por su rigor, se podrá, entonces, llevar a cabo estudios teóricamente bien fundados sobre la diversificación de la violencia en la guerra civil a lo largo de la nación.

Para terminar, la investigación empírica que se plantea con base en un proyecto de investigación teóricamente bien fundado, no solamente es útil para confirmar, o invalidar, hipótesis, sino que también puede ser en extremo útil en lo que concierne al análisis de los actores aislados. Una cuestión de particular pertinencia en términos de política es cómo ciertos lugares logran permanecer inmunes a la violencia en medio de un entorno de violencia generalizada. Al identificar los lugares que logran evitar la violencia ‘endógenamente’, es decir a pesar de que se encuentran localizados en zonas de violencia (en oposición a lugares que evitan la violencia ‘exógenamente’, es decir, en razón de las ventajas estructurales o “paramétricas” a su alcance), este proyecto de

Conclusión El presente ensayo sugiere que la violencia de la guerra civil no tiene ninguna similitud con el “estado de la naturaleza”, según Hobbes, de devastación y caos aleatorio y generalizado de todos contra todos que, en ocasiones, imaginamos (y, tal vez, podemos observar de manera superficial). Un número significativo de personas y de comunidades escapa a la violencia en que se sumen los lugares circundantes; la violencia frontal no es un fenómeno generalizado: muy pocos individuos realizan los asesinatos reales; no obstante, es mucho mayor el 24

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número de personas que ofrecen información y colaboración conducente a la violencia, a menudo por razones no relacionadas con el conflicto. De ahí que la violencia no sea un proceso caprichoso, sino un proceso regulado en extremo, que se desarrolla en forma secuencial, consecutiva. Surgen nuevas instituciones informales y formales para regular la violencia: con frecuencia estas instituciones moldean las denuncias y las ejecuciones. La conformación de estas instituciones también puede afectar el grado y apariencia de la violencia. No necesariamente la violencia en las guerras civiles presupone los procesos de “deshumanización del otro” que por lo general se esperan (por lo menos no en un principio); a menudo, el hecho de denunciar al vecino lo motiva la clase de enemistades mezquinas que constituyen la construcción de la vida diaria y que, en condiciones normales, no conducen a la violencia homicida. Los procesos de deshumanización son lentos en su desarrollo y parecen surgir únicamente después de varias iteraciones. Entender la violencia de las guerras civil exige una teoría que debe dar origen a hipótesis capaces de explicar la variación de la violencia a través del espacio, del tiempo y de sus actores. Estas hipótesis deben fluir del mismo núcleo de suposiciones, deben ser consistentes entre sí y deben ser objeto de rigurosa comprobación. El proyecto de investigación comparativa a nivel micro que presentamos en este ensayo brinda el mejor punto de partida posible para emprender un examen exhaustivo de un fenómeno desconcertante, al que no se le ha prestado la atención que merece. Un fenómeno que, infortunadamente, es y continua siendo de capital importancia en la experiencia humana.

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Estados frágiles y conducen al tipo de guerra prevaleciente en la post-guerra fría.

DEFENSA Y SEGURIDAD NACIONAL - Elementos para una política democrática -

La dificultad de vivir juntos bajo una sola asociación política azota a la periferia del mundo. Crecen las guerras en las cuales el Estado nacional ya no es el protagonista único, sino uno más, a veces ni siquiera el más importante, como en algunas guerras africanas, en conflictos confusos que pueden tener no sólo dos sino más contendores disputándose intereses que los respectivos Estados no pudieron someter a su control. Nacionalismos o bonanzas económicas disputadas, implican conflictos degradados por fuera del orden jurídico trabajosamente diseñado a lo largo del período en el cual el Estado nacional fue la asociación política indiscutida.

Armando Borrero Mansilla 74 Introducción “La guerra ya no nace de la potencia de los Estados, sino de su fragilidad. La primera cuestión de seguridad hoy en día no son las ambiciones de poder; es la avería de los Estados”. (Philippe Delmas, 1996, El Brillante Porvenir de la Guerra).

La cita introductoria alude a un hecho revolucionario de la actualidad: los sistemas de seguridad forjados tras la segunda guerra mundial y el creciente proceso de globalización, dificultan en sumo grado el que se desate una guerra entre Estados nacionales poderosos. Las potencias están ligadas, formal o informalmente, por una complejidad de intereses tales, que necesitan ámbitos de seguridad y estabilidad. Los mecanismos de defensa colectiva, el comercio mundial, las comunicaciones globales e intensas, los movimientos de población, etc., son entre otros, causa de un orden mundial en el cual los Estados poderosos se aseguran la exclusión de la guerra. Pero esa comunidad de intereses no asegura la paz en el mundo. Unos son los intereses que conducen a la estabilidad. Otros los sentimientos que, encarnados en el Estado y por el Estado, generan legitimidad y posibilidades de convivencia. Estos últimos son los que se erosionan en los

La primera tarea de una sociedad como la colombiana, sumergida en ese tipo de guerra “posmoderna” (cualquier cosa que posmoderno signifique) confusa y degradada, con el telón de fondo de la bonanza narcotraficante, es la construcción de Estado. Puede parecer paradójico que se proponga tal cosa cuando se dice que el Estado nacional está en crisis. Pero es precisamente la necesidad de afrontar la entrada a un mundo nuevo lo que obliga a construirlo. Los Estados nacionales fuertes afrontan mejor la globalización en lo externo y la regionalización en lo interno. El Estado nacional está vivo aún: es la primera referencia de los ciudadanos y el marco más importante, todavía, para el ejercicio de las libertades públicas. El orden jurídico es mayormente nacional. El internacional se ha desarrollado pero está lleno de carencias. Sin Estado fuerte, una sociedad no puede negociar su ingreso al mundo globalizado.

74

Sociólogo. Ex Consejero de Seguridad Nacional.

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alianzas estratégicas limita a los grandes y de ahí la importancia que han ganado las estructuras de seguridad colectiva en el mundo de hoy. En estas reposa la posibilidad de contener y concertar intereses que de otra manera pueden resultar conflictivos.

En este contexto nuevo de los conflictos en el mundo, los conceptos de seguridad y de defensa requieren de adaptaciones y evolución. La aparición, lenta pero segura, de un orden internacional y de formas de integración que van de lo económico hasta lo militar, plantea la necesidad de cambios radicales.

El mundo de hoy trae otros afanes. Superado el enfrentamiento bipolar, han surgido otros focos de tensión. Disputas de origen étnico o religioso, irredentismos nacionales y conflictos internos con tendencia a rebasar las fronteras nacionales, como en el caso colombiano, hacen que temas nuevos y viejos se mezclen como factores decisivos a la hora de formular las políticas de Defensa y Seguridad. Finalmente, la democracia como el principio de legitimidad política mejor aceptado en el mundo contemporáneo, aporta elementos nuevos. La seguridad, en perspectiva democrática y pluralista exige formulaciones y establecimientos de seguridad que no contribuyan a generar inseguridad ni en el conjunto de las naciones ni en el interior de las sociedades.

En los paradigmas mismos de la defensa y la seguridad. El viejo paradigma en esta materia dejaba la responsabilidad exclusiva en los Estados soberanos. Hoy, con el concepto de soberanía en evolución acelerada, la soberanía excluyente de los Estados cede ante formas organizativas multinacionales. El nacimiento de una tercera generación de derechos que (más allá de los derechos subjetivos y de los derechos sociales) no pueden ser tutelados en el marco del Estado nacional, estrecho para esta función, sino en ámbitos más amplios, hasta planetarios (el derecho al medio ambiente sano, por ejemplo) implica también cambios en las formulaciones de defensa y seguridad.

La Planeación Estratégica y sus Peligros

Todo esto se presenta en medio de grandes contradicciones, la principal de las cuales se deriva de la asimetría existente en las relaciones de poder entre los Estados del mundo. Esa asimetría cada vez mayor, hace que sólo unos pocos Estados puedan ejercer su soberanía de manera efectiva, mientras que la mayor parte la tienen condicionada y disminuida. Es obvio que en estas condiciones, el planteamiento de las políticas de Defensa y Seguridad se haga también de manera disímil: con arreglo a intereses, de manera plena en las grandes potencias y de manera condicionada y limitada en los Estados dependientes. Solamente la necesidad de mantener

La gente que diserta sobre la guerra y la paz no suele reconocer que cualquier Teoría general de la guerra implica una idea también general de la historia. Ni tampoco es siempre consciente del hecho de que no se pueden tratar provechosamente los problema s sobre la forma de mantener la paz si se carece de una teoría de la guerra. (Carl Friedrich, 1948, Inevitable Peace)

Quien combate contra dragones, dijo Nietzsche, acaba por convertirse él mismo en dragón. Es Michael Howard,

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realista y lúcido como pocos entre los historiadores de la guerra, quien trae a colación el aforismo nietzschiano para referirse a los peligros de la planeación estratégica de las relaciones internacionales, y por extensión, de las relaciones interiores de los Estados, pero también para mostrar como los que condenan esta planeación, se colocan en el otro extremo del dilema: quien no combate contra los dragones puede ser devorado por ellos.

Los conceptos de Defensa y Seguridad en sus expresiones nacionales e internacionales, responden, en la época moderna, a dos tipos de relaciones políticas que tienen entre si una diferencia esencial. Estos dos tipos de relaciones corresponden a la política interior y a la política extranjera. La diferencia estriba en que la primera busca reservar el monopolio de la fuerza a los detentadores de la autoridad que se presume legítima, mientras que la segunda acepta la competencia interestatal y por tanto la pluralidad de centros armados. De esta manera, la política, en cuanto referida al gobierno interno de las sociedades, tiene por fin la sumisión de los asociados al imperio de la ley. En cambio, la política, en la medida en que afecta las relaciones interestatales, tiene como fin solamente la supervivencia de los Estados frente a la amenaza real, activa o potencial que se deriva de la existencia de los demás Estados.

“No adoptar la planeación estratégica puede poner a uno a disposición de otro que lo haga. La comunidad propia puede convertirse, lo quiera o no, en parte del sistema de seguridad de algún otro, o en un espacio disputado por dos rivales. Los valores que uno profesa pueden ser eliminados como trivialidades molestas por grupos con la voluntad y el poder de actuar así (y quienes afirman que esto no puede suceder están obligados a ignorar un número de ejemplos históricos y contemporáneos deprimentemente grande, como prueba en contrario)”. (Howard, 1987).

Esta concepción de la política ha cambiado lentamente a lo largo del siglo XX y especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, se han incrementado los intentos para establecer un orden internacional con algún tipo de normatividad supranacional y mecanismos coercitivos que la apoyen. Se trata, en cierta forma, de superar la situación predominante en la etapa del Estado nacional, caracterizada en términos hobbesianos como si los Estados no hubieran superado, a diferencia de los individuos, el “estado de naturaleza”. En lo interno se pasa del desarme a instituciones políticas estables y reguladas por una legislación, pero en lo externo, todavía no existe una legislación tan comprensiva como en lo interno, ni se han perfeccionado mecanismos coercitivos capaces de respaldar un orden internacional. Esta última carencia es mucho más relevante si se

Este planteamiento general conduce al meollo del problema cual es el llamado “dilema de la seguridad”. Este dilema se presenta cuando sobre los titulares de la fuerza no existe un poder que los constriña para resolver los conflictos por medio de métodos diferentes de la utilización de la fuerza. Así la defensa y la seguridad se plantean de manera egoísta cuando de Estados con soberanía excluyente se trata.

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tiene en cuenta la enorme diferencia de poder militar existente entre los Estados, diferencia que va desde el extremo de una potencia incontrastable en términos militares hasta Estados completamente inermes.

o social de derecho, las reglas que establecen el carácter de la voluntad suprema son las leyes. Estas gozan de primacía y son soberanas sobre las demás reglas. En cambio, en el orden internacional que predominó (por lo menos en Occidente) entre 1648 (Paz de Westfalia) y 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) el mundo era visto como compuesto por Estados soberanos que no reconocían ninguna autoridad superior y cuyas diferencias eran resueltas, en última instancia, por la violencia. Predominó entre los mismos el principio del poder efectivo y no hubo frenos legales para contener el uso de la fuerza.

La competencia entre los Estados ha sido estimulada por la misma estructura del sistema internacional. Los Estados individuales debían garantizar su propia seguridad mediante el mantenimiento de fuerzas militares tan poderosas como fuera necesario y pudiera pagarse, y prepararse permanentemente para la guerra, proceso que por fuerza generaba inseguridad en los demás Estados y los obligaba a adoptar, en un círculo vicioso histórico, las mismas políticas. “En pocas palabras, los Estados se armaban y militarizaban en parte para aumentar su propia seguridad, y al hacerlo aumentaban la inseguridad de los otros Estados, que a su vez recurrían al armamentismo - de ese modo, todos los Estados se hallaban en condiciones de menor seguridad -. Este círculo vicioso de inseguridad mutua se conoce como “el dilema de seguridad” del Estado. Condujo a una situación en que cada Estado parecía adoptar, como un especialista afirmara, “una política de seguridad nacional y una política de desarme internacional”, pero ningún Estado implementaba una “política de seguridad internacional y una política de desarme nacional”. La “paz se convirtió en la continuación de la guerra por otros medios”. (Held, 1997).

De esta manera, a pesar de la progresiva creación de derecho y de formas asociativas internacionales, plantear políticas democráticas de defensa y seguridad es una aspiración que sólo se ha concretado parcialmente y que parte de la proyección a lo externo de logros democráticos de lo interno. A favor de un ordenamiento democrático internacional, está la legitimidad alcanzada hoy por la forma democrática de gobierno. Contra esa misma posibilidad, se yerguen las asimetrías del poder entre los Estados y el hecho de no haberse impuesto en la práctica la democracia en todos los Estados del mundo. La democracia política se ha impuesto como “principio de legitimidad” (Sartori, 1993) en todo el mundo afectado por la modernidad, es decir, allí donde el tradicionalismo ha sido superado por la creación de una esfera de lo público y por la secularización. Las visiones de la política que se le oponen, no tienen atractivo universal ni capacidad de expansión. En este sentido, plantear la democratización de las relaciones interestatales tiene sentido, pero, el factor contrario

Las consideraciones anteriores dejan clara la diferencia de relaciones que pueden ser establecidas entre orden democrático y seguridad. En el plano interno es donde se desarrolla con más fuerza esta relación, toda vez que existe una voluntad que domina sobre todas las demás voluntades. En el Estado moderno, bien sea liberal, demo- liberal

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mencionado, la asimetría de poderes, es todavía un escollo insuperable que no permite algo similar a la igualdad de la “ciudadanía” entre individuos (mínimo como igualdad ante la ley) cuando de Estados se trata. Un ejemplo claro de esto, es la negativa de muchos Estados poderosos a aceptar jurisdicciones de tribunales internacionales o el desafío a sus resoluciones cuando afectan sus intereses.

que decir de las necesidades estratégicas planteadas por superpotencias contemporáneas (como las de Estados Unidos con intereses globales). El segundo peligro, derivado del anterior, es considerar insuficiente el despliegue pasivo - disuasor - de la defensa y pensar que es necesaria una actitud activa - y preventiva por tanto frente a las amenazas reales o supuestas. Políticas de defensa como la israelita o la norteamericana, ilustran hoy este punto. El ataque de Israel a las instalaciones nucleares de Irak o la invasión del Líbano en el 82 o el ataque norteamericano a Panamá en el 89, son ejemplos claros de este tipo de planeamiento estratégico. Desde luego las motivaciones no son comparables porque para Israel lo que está en juego es la supervivencia - o al menos esa es la percepción interna - y para los Estados Unidos intereses globales. Pero en todos los casos se busca negarle a un enemigo posible que controle bien territorios, o rutas o recursos estratégicos.

La asimetría del poder ha generado, a lo largo de la historia, tres peligros para la paz. El primero es suponer, por parte de los más poderosos, que no basta la sola defensa territorial. El segundo, que no basta la actitud pasiva de reaccionar sólo frente a amenazas ciertas y el tercero, caer en una especie de solipsismo que considera a los menos poderosos como agentes o pacientes de los planes estratégicos propios. El primer peligro estriba en la extensión geográfica de las necesidades de defensa. No basta, en esta forma de planeación estratégica, el esperar tras las fronteras, sino que se piensa aconsejable dominar áreas terrestres o marítimas circundantes - y hasta lejanas - para garantizar que no se le permitirá a un supuesto enemigo acumular fuerzas en las cercanías o lanzar ataques sorpresivos. De esto hay bastante en la historia. Baste mencionar el interés de la Alemania imperial en la cornisa báltica o el de Stalin en la misma zona cuando invadió Finlandia en 1939, con el pretexto de darle profundidad a la defensa de Leningrado. El Estado Mayor Británico consideró el Cáucaso como zona de interés para defender a la India en los comienzos del siglo XX y con el mismo propósito le disputó a la Rusia zarista la influencia en Afganistán. Japón incluyó a Corea, Manchuria y un vasto círculo de islas en el Pacífico como líneas adelantadas de la defensa del suelo metropolitano. Y

El tercer peligro mencionado es convertir las relaciones entre poderosos y débiles en relaciones de subordinación instrumentalizadas. Los países que no dispongan de fuerza son apreciados solamente como elementos dentro de los sistemas de seguridad de las potencias. Con este enfoque se condicionan los desarrollos internos y las evoluciones políticas de las sociedades sometidas de tal modo que no entren en conflicto con las necesidades de defensa y seguridad del poder hegemónico. Este cuadro se dio con fuerza durante la guerra fría. Los países de Europa Oriental, por ejemplo, fueron totalmente condicionados por el planeamiento estratégico de la antigua U.R.S.S. Las intervenciones en Alemania (1953), Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968) ilustran

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perfectamente la conversión de unos Estados en pacientes de las necesidades de otro más poderoso.

La conexión es clara. Conservar la “entidad” política implica la capacidad de defenderse y por tanto la planeación estratégica, o sea, la posibilidad de la guerra. Hasta el siglo XX el derecho internacional nunca prohibió o excluyó la guerra. Quienes en algún momento soñaron con hacerlo, tuvieron ante sí dos vías: una proponer una legislación internacional que pusiera fuera de la ley a la guerra; dos, la creación de un Estado supranacional que le quitara a las soberanías nacionales el derecho de decidir y de hacer la guerra. La primera vía tropieza con la imposibilidad de llevar a cabo la segunda. En efecto, se necesitaría un garante con capacidad para sancionar y obligar, pero no se ha encontrado la fórmula para crear esa soberanía mundial respetada por las soberanías nacionales. La experiencia de las Naciones Unidas, desde 1945, se revela precaria a la luz de los acontecimientos.

El problema de la planeación estratégica es su carácter doble, como creadora de conflictos y como preventora de los mismos. Si una planeación se orienta al conflicto, muy probablemente acabará por crearlos. Pero también puede, con una orientación diferente, generar condiciones de estabilidad que hagan posible la continuidad de la paz. El meollo de la cuestión es la inexistencia de una autoridad mundial efectiva. Si bien la soberanía exclusiva y excluyente de los Estados no existe a la manera de los tiempos anteriores a la Primera Guerra Mundial, todavía los Estados-nación son la forma política más importante para el desarrollo de las actividades sociales y el ejercicio de los derechos y libertades públicas de los ciudadanos. La capacidad de las Naciones Unidas o de las organizaciones regionales para ejercer coacción sobre los Estados miembros, es limitada. Tal como se mencionó atrás, los Estados siguen próximos, si vale la metáfora, al “estado de naturaleza”.

Puesto el problema en estos términos la pregunta de cómo formular políticas de defensa y seguridad que incluyan los principios de la democracia como elementos que guíen y presidan la planeación estratégica, adquiere dimensiones de confusión y ambigüedad tales, que la misma formulación de un interrogante de esta naturaleza puede ser vista como no válida e impertinente. La primera obligación de un Estado democrático sería la defensa de su propia democracia y los medios para hacerlo no pueden ser precisados por una doctrina política sino por las realidades de la guerra.

En términos generales, la garantía de la existencia de un Estado y de la soberanía del mismo, tiene su piedra de toque en la conservación del ius belli. Todavía es cierta la definición dada por Carl Schmitt sobre la existencia del Estado y el ius belli: “Un estado que renuncia definitivamente a su derecho de autodefensa, o que transmite a otro Estado o a otra instancia ese derecho, no tiene existencia política propia”. (Schmitt, 1992).

Sin embargo, en un mundo cada vez más interdependiente y, como se mencionó atrás, con la democracia como principio de legitimidad universalmente aceptado, es pensable proponer la democratización de las relaciones interestatales a partir del

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desarrollo del Derecho Internacional, de las cesiones de soberanía a uniones supranacionales y del fortalecimiento de las Naciones Unidas. La propuesta es, desde luego, limitada por la existencia de Estados no democráticos y por el grado de asociación supranacional. Un buen ejemplo de democratización de las relaciones interestatales es la Comunidad Europea. Entre sus miembros es, hoy, prácticamente impensable un conflicto armado. Tienen instituciones democráticas homologables, han cedido soberanía a instancias supranacionales, están unidos por mecanismos de seguridad colectiva, sus partidos políticos conforman internacionales políticas para, por ejemplo, las elecciones al Parlamento europeo, disponen de tribunales de justicia comunitarios para determinados asuntos y buena parte de estos Estados han logrado llegar a una cesión de soberanía casi impensable hace pocos años, como es la unión monetaria. Todo esto supone, como ya se expresó, democracia en los miembros. La reacción europea a una cuestión que antes se consideraría exclusivamente interna, la participación del Partido de la Libertad en el gobierno de Austria, ilustra tanto las necesidades que genera la unión, como las sensibilidades democráticas de sociedades civiles profundamente transnacionalizadas.

solamente no lo plantea así, sino que acepta la frontera del Oder Neisse sin hacer cuestión de los territorios de Silesia, Pomerania y Prusia cedidos a Polonia, hecho que en el pasado, pasado reciente, habría generado un irredentismo peligroso. La diferencia no estriba solamente en las realidades de la política internacional, ni en la menor importancia económica del territorio hoy en día, sino también, en las estructuras internas de sociedad y de Estado, las cuales implican mayor discusión y participación más amplia de todo tipo de sectores sociales y políticos en las decisiones centrales. Se ha observado que hasta el presente no se han dado guerras entre Estados con democracias desarrolladas y bien consolidadas. En cambio las relaciones entre democracias y no - democracias han sido problemáticas, tanto como entre Estados no - democráticos. Las relaciones de estos dos últimos tipos son, en la historia reciente, las mayores fuentes de conflicto. Desde Kant, quien reflexionó sobre la paz perpetua, se ha relacionado la configuración política interna con esta posibilidad. Kant la fundó en la existencia de Estados con “Constitución republicana” e identificaba como elementos de esa posibilidad, la libertad - como igualdad de derechos de los súbditos - gobierno representativo y separación de poderes. Agregaba otros ingredientes como un derecho cosmopolita regulador de la libertad de comercio y una “unión pacífica” entre las repúblicas, establecida por tratado internacional.

Es obvio que la manera como se toman las decisiones relativas a la política exterior incide en la posibilidad de democratizarla. Aquello que se define como interés vital o supremo de un Estado, varía según que se defina autocrática o democráticamente. La época y las condiciones del desarrollo económico y científico - técnico, también provocan variaciones. Por ejemplo, la Alemania imperial y la hitleriana definieron como interés vital la expansión territorial hacia el Oriente. La Alemania democrática de hoy no

Después de la Primera Guerra Mundial, Wilson volvió sobre estos principios kantianos, pero no fue hasta después de la Segunda Guerra cuando la democracia apareció como principio unificador de una coalición mundial. El carácter ideológico de la confrontación subsiguiente, la guerra fría, contribuyó a

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destacar el papel de los regímenes políticos como aglutinantes de alianzas (además de los que predominaron en el pasado, vale decir los intereses compartidos o las necesidades del equilibrio de poderes).

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La estabilidad de las relacio nes entre las democracias se ilumina por comparación con la mayor inestabilidad en las parejas democracia vs. no democracia o no democracia vs. no democracia. La observación de los conflictos del último medio siglo ha llevado a los investigadores a explicar las conductas de los tres casos planteados según dos modelos explicativos que se diferencian por el énfasis hecho bien en lo cultural normativo o bien lo estructural institucional.

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En un sentido contrario, la frecuencia de los conflictos violentos entre Estados no democráticos o entre democracias y no democracias, tenderá a ser mayor por las siguientes razones: -

La explicación en términos del modelo cultural - norma tivo parte de dos supuestos básicos: primero, se supone que los dirigentes de las democracias tienden a seguir las mismas normas de resolución de conflictos que utilizan de manera corriente en la política interna, cuando tratan con otros Estados. Segundo, los mismos dirigentes tienen la expectativa de que los homólogos de los otros Estados, siguen también las mismas normas de resolución de conflictos que utilizan en sus respectivas políticas internas. En estos términos, los conflictos violentos entre democracias son (o serán) raros por las razones siguientes: -

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Cuanto más estable es una democracia, más fuertes serán las normas democráticas que gobiernan su conducta respecto de otras democracias y con mayor razón será democrático su comportamiento internacional. El desencadenamiento de conflictos violentos entre democracias implica suponer que una de las partes, al menos, es políticamente inestable.

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En las democracias, los dirigentes están acostumbrados a resolver los conflictos por medio del compromiso y la no - violencia, y con respeto por los derecho y la existencia de sus adversarios. Las democracias siguen normas de resolución pacífica de los conflictos con otras democracias y esperan reciprocidad a su vez.

En los regímenes no - democráticos, las autoridades emplean y pueden esperar que sus adversarios haga n lo mismo, la violencia y la amenaza de la violencia, para resolver los conflictos políticos internos. En consecuencia, los países no democráticos pueden utilizar la violencia o la amenaza en los conflictos con otros Estados y así mismo esperar lo propio de los demás. Es más fácil pasar por encima de las normas democráticas que de las no - democráticas, cuando se trata de arrancar concesiones del adversario. Para evitar esta situación, las democracias pueden adoptar normas no - democráticas en sus relaciones con los regímenes anti-democráticos.

La explicación por medio del modelo estructural- institucional hace menos énfasis en percepciones y expectativas, es decir en la cultura de la democracia e insiste más en aspectos objetivos de la vida política del sistema. En este enfoque, los conflictos violentos entre democracias serán raros por las razones siguientes:

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En las democracias, las restricciones debidas al equilibrio y a la separación de los poderes, y la necesidad de un debate público para poder reunir un apoyo fuerte, frenan mucho la decisión de emplear la fuerza en gran escala y reducen la probabilidad de tomar una decisión apresurada de tal naturaleza. Los dirigentes democráticos esperarán, en los conflictos que se presenten con otras democracias, a que el tiempo juegue a favor en el proceso de resolución del conflicto internacional y no temerán que se produzca un ataque sorpresivo.

interestatales. Cuando los elementos ideológicos hacen parte de una confrontación interestatal, las fronteras entre las definiciones tradicionales de guerra civil y guerra interestatal tienden a desdibujarse. Si un Estado incluye entre los objetivos de una guerra el imponer determinado modelo de Estado o de sociedad, genera una lógica nueva que afecta también las estructuras internas y conecta la seguridad externa con la interna. Las solidaridades ideológicas se empezarán a juzgar con la lógica de la seguridad externa y se originarán problemas como los de la guerra fría, durante la cual los conceptos de traidor y disidente sufrieron una confusión trágica.

Ahora bien, si los conflictos entre democracias serán raros, los conflictos entre democracias y no - democracias podrán ser más frecuentes por las razones siguientes: -

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Esta última reflexión conduce directamente a la segunda parte del trabajo: la relación entre la planeación estratégica de un Estado y el concepto de seguridad del Estado. Las políticas de defensa y seguridad necesitan, obviamente, de apoyo político y social interno. Son, entonces, compatibles esas necesidades de apoyo y consenso con una planeación estratégica y una formulación de políticas democráticas? La respuesta es positiva. A pesar de las dificultades para conciliar lo uno con lo otro, muchas sociedades contemporáneas han demostrado que democracia y seguridad no son incompatibles. Más todavía, pueden ser caras de la misma moneda, porque la seguridad mejora las condiciones para el ejercicio de las libertades públicas y estas a su vez legitiman el ejercicio de una autoridad democrática.

Los dirigentes de los regímenes no democráticos no están sometidos a las restricciones de las democracias y, por tanto pueden, más fácilmente y en secreto, tomar la iniciativa de emplear la violencia en gran escala. Los dirigentes estatales (democráticos o no) en conflicto con regímenes no - democráticos, pueden, eventualmente, recurrir a la violencia de primeros, antes que exponerse a un ataque por sorpresa. Conscientes de las restricciones que tienen los dirigentes democráticos, los no - democráticos pueden hacer presión sobre las democracias para que les concedan ventajas en las cuestiones materia del conflicto. El resultado puede ser contrario, porque las democracias pueden preferir el empleo de la violencia antes que hacer concesiones. Una anotación final merecen estas consideraciones sobre el papel de los regímenes políticos en la estabilidad de las relaciones

Democracia y Seguridad Interna

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una norma fundamental (Constitución) generada por la existencia de un orden político no subordinado a otro, es decir soberano. De esta manera la fuerza y la violencia eventual, se diferencian por el elemento justificante de la misma, vale decir la defensa y la seguridad de una asociación política legitimada en derecho, de toda otra aplicación posible de la fuerza. Esta cobra entonces una dimensión ética positiva, basada en el consenso social y en la existencia de frenos y regulaciones que le trazan límites y contención a la posibilidad de transformación de la fuerza en violencia pura y simple.

El monopolio de la fuerza es aceptado como una necesidad social, incluso por las teorías éticamente más exigentes con el ser humano. De no ser así, la única alternativa sería caer en el imposible de suponer una sociedad perfecta. La fuerza como poder militar, policial y judicial, constituye una de las funciones básicas del Estado y es esencial para garantizar su reproducción. Así se entiende en la modernidad el Estado nacional. En las palabras de Max Weber: “Lo que actualmente estimamos como funciones básicas del Estado – el establecimiento del derecho (función legislativa) la protección de la seguridad personal y del orden público (policía) la defensa de los derechos adquiridos (justicia) el cuidado de los intereses higiénicos, pedagógicos, político-sociales y otros (las diferentes ramas de la administración) y especialmente la enérgica protección organizada dirigida hacia fuera (régimen militar) - todas estas cosas no han existido antes en absoluto o no han existido en forma de disposiciones racionales, sino únicamente como comunidad ocasional amorfa”. (Weber, 1964)

En los Estados de derecho modernos se ha dado, además, una especialización progresiva de las organizaciones encargadas de detentar la fuerza. La principal diferenciación es aquella que separa lo militar de lo policial. Desde el siglo XVII, en la Gran Bretaña post Cromwell, y luego en el continente, se liberó a los ejércitos de realizar funciones de seguridad interna. Estas se encomendaron a organizaciones civiles de policía y a milicias territoriales bajo diferentes modelos. Esta diferenciación es necesaria en un Es tado democrático. Se entiende que la fuerza militar se pone bajo control civil, pero la fuerza policial no sólo está bajo tal control, sino que es esencialmente civil y no militar. La seguridad interna sale del ámbito de la planeación estratégica y las fuerzas militares desvinculadas de estas tareas pueden generar una cultura y unas tradiciones militares mejor adaptadas para entender su función en términos de los objetivos políticos del Estado y no en términos de valores que deben ser impuestos.

En el Estado moderno, la limitación de la arbitrariedad en el uso de la fuerza es posible solamente por la sujeción de esta al derecho. Para que un Estado pueda ejercer de manera legítima la potestad de expedir mandatos obligatorios, debe fundarlos en un orden jurídico. Así se entiende el Estado de Derecho, en el cual la potestad se ampara en un ordenamiento basado en

Para iluminar por diferencia la importancia de esta diferenciación en la construcción de una democracia, basta examinar el caso de los Estados no democráticos. En estos la fuerza

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militar está siempre implicada en el orden interno, bien sea porque gobiernan directamente o porque están politizadas en sentido partidista o porque se les exige identidad con unos ideales y símbolos ora revolucionarios, ora fundacionales, cuando no lealtad personificada. Los procesos de institucionalización y profesionalización se afectan porque los militares actúan como variable de control político sin ser distinguidos claramente de las fuerzas de seguridad del Estado y no adquieren, en cambio, los fines propios típicos de las instituciones claramente conformadas. Fines, que por otra parte, no son autogenerados sino definidos en e l marco de una legalidad y una cultura política específicas. Con frecuencia, en los Estados no democrático las organizaciones militares acusan la ausencia de planteamientos estratégicos por causa del alejamiento del modelo institucional - profesional propio de las democracias modernas.

autoridad, se separó progresivamente la administración civil de la militar y se alejó esta de cualquier jurisdicción sobre los civiles. Ese mismo modelo de Estado consolidó desde la Revolución Americana y las revoluciones libradas en Europa Occidental, el control civil sobre la fuerza militar, normalmente expresada por la asignación parlamentaria de los fondos y por la elaboración de las políticas en manos del gobierno civil. Esta tradición continúa en las formas de Estado posteriores, el demo-liberal y el social El Estado socialista es caso aparte. Aunque no produjo un sistema limitado por los derechos individuales, por el principio de legalidad y por el mecanismo de la división estricta de poderes, mantuvo la preeminencia civil por medio del partido único. Pero no bastan, desde luego, ni la diferenciación de funciones ni el control civil para hacer que una política de defensa y seguridad, y su consecuente planeación estratégica sean democráticas. Es necesario que no se confundan los presupuestos de la seguridad externa y los de la seguridad del Estado. La frontera entre unos y otros no es nítida. En épocas distintas, pero sobre todo durante la llamada “guerra fría” (1945-1991) los problemas se mezclaron en prácticamente todos los países americanos, incluidos los Estados Unidos.

Una política democrática de Defensa y Seguridad Nacional, debe tener muy claras las diferencias entre seguridad nacional, seguridad del Estado y seguridad ciudadana. La planeación estratégica ubica las fuerzas militares en la primera, la seguridad nacional - “la enérgica protección organizada hacia fuera” de Max Weber - con la sola implicación interna, pero entendida como completamente excepcional, de la defensa del orden constitucional en situaciones extremas, cuando hayan sido desbordadas las fuerzas de seguridad del Estado o cuando la amenaza sea de corte militar y requiera respuesta del mismo carácter.

Esto sucedió porque defensa y seguridad se plantearon en términos ideológicos. Lo externo no fue ya confrontación de intereses sino lucha supraestatal. Después de la Primera Guerra Mundial, netamente interestatal, apareció la guerra revolucionaria. La guerra regular entre Estados como modelo clásico, la guerra del ius publicum europaeum, comenzaba a ser superada por la guerra revolucionaria de partidos, la guerra de enemistades

Condición esencial del orden democrático es esa diferenciación de funciones. En la medida misma en la cual el Estado Liberal avanzó en el proceso de centralización de la

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absolutas, la guerra que supera todo acotamiento.

cambiarlas. El respeto de ese derecho supone no establecer procesos de intención con base en racionalizaciones unilaterales, como por ejemplo, el negar a los impugnadores de un determinado orden social la libertad que ellos, supuestamente, abolirían una vez en el poder. Este argumento fue continuamente utilizado tanto por dictaduras de derecha, como por los regímenes del “socialismo real” y se constituyó en justificación de las diversas variantes latinoamericanas de la llamada “doctrina de la seguridad nacional”.

Planteada la enemistad en términos ideológicos, el enemigo podía estar fuera o dentro de las fronteras. La noción de “enemigo interno ” provino de una idea de seguridad que iba más allá de los elementos constitutivos del Estado, vale decir, territorio, población e instituciones, para abarcar visiones del mundo y modos de vida. Quienes acogieron la ideología portada por el enemigo externo, eran definidos como aliados del mismo, como enemigos internos. De esta manera, la seguridad interna y la externa se asimilaron y por tanto, la defensa de un orden político y social se asoció a la defensa del Estado en el plano internacional.

Como conclusión, la definición de una política de defensa y seguridad acorde con las características de los tiempo que corren, debe partir de un concepto de seguridad que no confunda los planos externos e internos sobre la base de teorías conspirativas de la historia y que, además, trascienda los conceptos más limitados de seguridad del Estado y seguridad militar. Más allá de estos, debe entenderse en términos más amplios y positivos, como un concepto que concede preferencia a la necesidad de los individuos de vivir en paz y de contar con los medios económicos, políticos y ambientales para una existencia dignamente.

Esta manera de plantear la defensa y la seguridad produjo una contradicción insoluble en el seno de los Estados que la acogieron. Se suponía la defensa de la democracia. Pero la pluralidad esencial de la sociedad democrática es completamente antagónica a la presunción apriorística de ilegitimidad de algunas,o de una, de las corrientes filosófico-políticas que existen y actúan en su seno. La existencia de esa presunción, con todas las consecuencias prácticas que se derivan de la misma, contradice el espíritu de un sistema político del cual la diversidad de opciones en todos los planos, filosófico, político o cultural, constituye un rasgo estructural.

La Privatización de las Guerras Los tiempos que corren traen otro afán en materia de seguridad, tanto externa como interna. Se trata del proceso de degradación de los conflictos de la contemporaneidad, en los cuales, aparecen con insistencia formas de hacer la guerra que durante un lapso de historia se suponían eliminadas. Se trata de las guerras hechas mediante “una franquicia que se concede a empresas privadas para eludir la responsabilidad moral asociada a los militares profesionales” (Ignatieff,

De lo anterior se desprende que una visión democrática y pluralista de las cuestiones de la seguridad y de la defensa, debe partir, tanto del reconocimiento de la complejidad del hecho político-social y de la naturaleza contradictoria de la sociedad misma, como del respeto a quienes, no estando conformes con el orden de las cosas, intentan, por vías también democráticas,

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1999) y la aparición de fenómenos como el reclutamiento de niños para integrar ejércitos privados y el respeto decreciente por la población civil y no combatientes en general. El problema va más allá de la simple violación de los acuerdos de Ginebra (en todos los conflictos se han producido violaciones en mayor o menor escala) para convertirse en un problema cua litativo, un cambio de calidad de la guerra. Del medio centenar de conflictos en marcha que tiene el mundo de hoy, apenas existe alguno que se adapte al modelo clásico de guerra interestatal hecha por fuerzas militares estatales exclusivamente y regida por el derecho de la guerra. Lo común es la confusión en los conceptos y en la práctica de la regularidad, entendida esta según las normas de la guerra, y la confusión en cuanto al alineamiento de los combatientes. Con frecuencia hay más de dos bandos (pié nsese en los casos notables de Angola, Nicaragua y Colombia) que incluyen fuerzas estatales, insurgentes contra el Estado y fuerzas no estatales anti- insurgentes, llámense “contras”, paramilitares, milicias o ejércitos privados.

el patrón es el mismo: se pierde la posibilidad de la “domesticación” de la guerra si no por medio de las leyes de la guerra al menos por medio de los viejos valores de los guerreros que permitían trazar fronteras entre enfrentamiento bélico y barbarie. Se asiste, en cambio, a la confusión total de esos valores, confusión posible cuando se mezclan ejércitos privados, gánsteres y paramilitares en nombre de toda suerte de intereses. La crisis del Estado nacional se manifiesta también en la incapacidad de muchos para mantener el modelo del Estado con ejército profesional al mando de oficiales preparados, como instrumento de una única autoridad detentadora del monopolio legítimo de la fuerza y capaz de controlar en gran escala la violencia humana.

Con frecuencia también, detrás de estas guerras “confusas” existen bonanzas económicas producto de actividades no bien reguladas (aunque algunas pueden ser legales) como la explotación de piedras preciosas o francamente ilegales como los cultivos y procesamiento de sustancias psicoactivas. Cuando no se trata de bonanzas económicas, es frecuente la posición estratégica que le da valor a la zona en disputa o la explosión de nacionalismos descontrolados como en los Balcanes. Trátese de las “águilas blancas” serbias o su equivalente croata las HOS, de los “contras” nicaragüenses, de las autodefensas colombianas, del HAMAS palestino, de los “tigres” tamiles o de las guerrillas de izquierda de todo tipo,

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Elementos de Política Las consideraciones anteriores llevan a plantear los fundamentos de una política democrática de seguridad y defensa en términos de tres grandes divisiones del problema, a saber:

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La defensa y la seguridad formuladas de manera acorde con los valores democráticos, en el marco de las relaciones interestatales contemporáneas signadas por la emergencia de un orden internacional y formas cada vez más elaboradas de seguridad colectiva. La defensa y la seguridad como elementos de garantía de un orden constitucional y legal, y La defensa y la seguridad como dirigidas a suprimir todo tipo de formas paralelas de dominación y fuerza paralelas o contrarias al Estado de derecho.

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Elementos para una Política de Defensa y Seguridad en el Ámbito Externo

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La política externa de Defensa y Seguridad debe tener como principio rector el paradigma alterno al “dilema de la seguridad”, vale decir, el paradigma en el cual “la seguridad propia no debe causar inseguridad a terceros”.

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El cambio en el paradigma se hace posible porque los procesos de integración y la vocación pacífica intrínseca de las democracias obligan al cambio de perspectiva. Gran parte de las estructuras de defensa y seguridad, sobre todo las militares, tienen por objeto la protección del espacio donde se desenvuelve la acción económica de la sociedad nacional y de los recursos involucrados en ese proceso. Con el advenimiento de la integración, el espacio deja de ser exclusivamente nacional y se extiende al espacio integrado con una consecuencia muy interesante: así como es de interés, para cada país integrado, el éxito económico de sus socios, también lo son la seguridad y la defensa de sus territorios y recursos. Por lo tanto, de la misma manera que la integración económica genera normas e instituciones comunes, la defensa y la seguridad comienzan a sentir la misma necesidad. Una política moderna de defensa externa, deberá contener, al menos, los siguientes aspectos: -

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Establecimiento de mecanismos de consulta e información con los gobiernos del área regional, sobre los problemas compartidos de seguridad. Diseño de medidas de confianza entre los países vecinos para evitar errores de apreciación en situaciones potencialmente conflictivas. Estas medidas pueden incluir convenios de limitación de armamentos, ejercicios militares comunes, intercambio de oficiales en las escuelas de formación, etc. Cooperación policial y judicial para reducir las amenazas del crimen organizado, especialmente de aquellas modalidades que generan consecuencias internacionales negativas como es el caso del narcotráfico.

La Defensa de la Constitución y el Orden Público Todo sistema de Seguridad y Defensa debe estar dirigido a preservar un orden constitucional, además de la soberanía y la independencia nacionales. En este sentido cumple una misión interna, que en lo policial es permanente y cotidiana y en lo militar latente, “ultimaratio” del Estado ante amenazas severas, especialmente cuando estas se tramitan por la vía armada y obligan a activar el dispositivo militar, así no sea esta la misión principal de las fuerzas. El orden público interno es la cuestión más sensible en la situación actual de Colombia. La política debe combinar los propósitos de desarrollo de la capacidad militar y policial con una legitimación política de las fuerzas estatales. El diseño de tal política incluirá los siguientes aspectos:

Construcción de formas de seguridad colectiva asociadas al proceso político global. Esto, en el caso colombiano, debería llevar al replanteamiento de instrumentos de seguridad diseñados para una situación que ya no existe, como es el caso del TIAR, y a buscar acuerdos que incluyan las amenazas nuevas que afronta América Latina

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La Defensa y la Seguridad internas, lo mismo que lo propuesto para la externa, debe

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tener en cuenta el nuevo marco de las relaciones internacionales en un proceso político global dentro del cual operan fuerzas inciden en la realidad interna de Colombia. Es necesario proceder por la vía de la política, a la legitimación del Estado ante la población en general. La guerra interna colombiana entraña en buena parte una lógica de legitimidad, que refleja la dificultad para la convivencia bajo una sola autoridad, bajo un Estado que encarne el sentimiento común de los ciudadanos. En este sentido, la política de seguridad pasa por temas tales como el fortalecimiento de los partidos, el desarrollo institucional del Estado y la lucha contra la corrupción. Es necesario que la clase política y otros grupos con capacidad de decis ión política tengan una formación adecuada para los debates sobre las materias relacionadas con la seguridad y para la toma de decisiones en este campo de las políticas públicas. Se debe fortalecer la investigación sobre las necesidades nacionales en Defensa y Seguridad y estimular la formación de una comunidad académica capaz de integrar sectores sociales, estatales y militares. La política de seguridad debe desarrollar el estudio y la aplicación de decisiones en los campos de la asignación de recursos, el control presupuestal, el diseño del tipo de fuerzas militares y policiales que el país requiere, su implantación territorial, etc. La defensa y la promoción de los Derechos Humanos y la aplicación irrestricta del Derecho Internacional Humanitario. El fortalecimiento de la justicia es requisito indispensable de

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legitimación del Estado y de integración social. Su desarrollo se debe considerar prioritario. Las estrategias de restablecimiento del orden público deben ser objeto de formulación conjunta civil y militar. Es prioritario evitar el aislamiento militar y policial en el tratamiento de las alteraciones del orden público, especialmente en lo relacionado con la protesta social.

Estrategia Nacional y Política Militar El concepto de Defensa Nacional ha estado vinculado al espacio territorial de soberanía y a la protección de la vida de la población y de los intereses que se hayan definido previamente como vitales para la nación. El concepto de Seguridad Nacional, por lo general, se define de manera más amplia, pues exige un nivel de protección en cualquier circunstancia que, además de asegurar la integridad territorial y la vida de los ciudadanos, garantice también el funcionamiento de las instituciones y el ejercicio de las libertades públicas e individuales en todos los campos de actividad de la nación y frente a todo riesgo o amenaza contra su independencia y contra su paz social. Hoy en día, con los desarrollos nuevos de las relaciones internacionales y con la valoración, cada vez mayor de la democracia como principio de legitimidad, el concepto de seguridad se entiende como asentado sobre valores democráticos y orientado a la defensa de los derechos humanos, de la libertad, de la justicia, de la igualdad y del pluralismo político. Puestos en estos términos los dos conceptos, es necesario traducirlos en acciones orientadas a lograr el funcionamiento de los principios. Esto es, diseñar una estrategia nacional, una estrategia militar complementaria y llevarlas a la práctica. Los principios

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enunciados llevan a considerar este diseño en dos planos: el de la defensa externa y el de la defensa de la Constitución y el mantenimiento del orden público.

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La estrategia nacional debe pensarse en términos de las estrategias convencionales de los conflictos interestatales y términos de lo que constituye la mayor amenaza a la estabilidad colombiana, la estrategia revolucionaria. La primera parte del supuesto es que en cualquier conflicto los antagonistas controlan plenamente sus recursos nacionales y que sus gobiernos se granjean totalmente la voluntad nacional. La segunda no tiene por objeto la coacción de una comunidad desde su exterior, sino la transformación de su estructura política y social desde dentro. Esta segunda amenaza aplica una estrategia en la cual domina la progresión de la debilidad a la fuerza, la de la erosión desde la periferia hacia el centro, la del uso de la violencia para desacreditar y humillar a la autoridad cuando no se la puede abatir directamente, la de instalar jerarquías alternativas de gobierno con sanciones y recompensas notoriamente eficaces. Esta estrategia utilizada primero como respuesta a invasores extranjeros o a poderes coloniales, se consolidó hacia la mitad del siglo XX como estrategia operante en la política interna de los Estados. Esta segunda tiene que ser de consideración prioritaria en Colombia, dadas las circunstancias del prolongado conflicto interno que se mantiene.

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En términos de defensa y seguridad interna, la estrategia militar derivada de la formulación de una estrategia nacional, implica para su definición, los siguientes elementos: -

En términos de defensa externa, la estrategia nacional debe basarse sobre los siguientes elementos: -

Pertenencia a Organizaciones Internacionales y a sistemas de seguridad colectiva en el entorno regional inmediato. Definición clara y precisa de los intereses nacionales y distinción de aquellos que ameritarían el empleo de la fuerza para su defensa. Esta definición debe ser elaborada bajo los supuestos de un paradigma democrático de la defensa nacional y debe ser fruto de consenso entre partidos políticos, clases sociales y grupos de intereses de la más alta representatividad. Mantenimiento de una fuerza militar adecuada para la defensa de los intereses supremos previamente definidos y diseñada dentro de los términos del paradigma “que la seguridad propia no cause inseguridad a terceros”, es decir, una fuerza disuasiva y defensiva esencialmente. Esta fuerza debe contar con el desarrollo técnico y las capacidades necesarias para hacer creíbles las posibilidades de salvaguarda de la soberanía, la independencia y la integridad territorial. Capacidad para movilizar toda suerte de recursos nacionales necesarios para apoyar el esfuerzo militar en caso de confrontación.

Defensa del Derecho Internacional como instrumento de solución de conflictos entre Estados.

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Definición de los peligros y amenazas para la supervivencia de la nación y de su Estado. Los supuestos democráticos que deben informar esta definición parten de contar con mecanismos para la realización pacífica y consensual de los cambios en las estructuras del Estado, de tal manera que las

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amenazas sean aquellas que pretendan pasar sobre los principios de mayoría y competencia regulada, propios de toda democracia. Los recursos que demande una estrategia militar determinada, deben guardar proporción con las amenazas realmente existentes. Para ser coherente con el principio democrático de no generar inseguridad a terceros, la estrategia militar debe implicar transparencia de las actividades, limitaciones al armamentismo (entendido como deformación) y freno a los procesos de investigación y desarrollo de tecnologías militares desestabilizadoras. Tener en cuenta las amenazas más evidentes a la tranquilidad y bienestar de la sociedad, tales como la guerrilla y el narcotráfico. La segunda de estas debe ser objeto de consideración militar sólo en la medida en que genere consecuencias políticas y potencie el conflicto propiamente militar con la subversión. (De otra manera, sería un asunto puramente policial). Elaboración de doctrinas de empleo de la fuerza militar acordes con las amenazas. Implica desarrollos estratégicos y táctico- militares para guiar los procesos y procedimientos de entrenamiento, implantación territorial, armamentos, comando, control, comunicaciones e inteligencia. Diseño de mecanismos de coordinación entre las organizaciones militares y todas las otras instancias del Estado y la sociedad que deban acompañar el empleo de la fuerza.

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DEMOCRACIA

GOBIERNO Y GOBERNABILIDAD…

GOBIERNO Y GOBERNABILIDAD EN LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS Conceptos, problemas y agenda de investigación

continua evolución. Por ello, el desempeño de la universidad pública estará cada vez más medido en términos de su capacidad de innovación y adaptación a los cambios del contexto.

Victor Manuel Gómez C Introducción A partir de la Ley 30/92 las universidades públicas colombianas quedaron sometidas a una misma forma e instituciones homogéneas de gobierno (Consejo Superior Universitario, Consejo Académico, Rector); desconociendo e impidiendo otras formas posibles de gobierno universitario, y el pluralismo y heterogeneidad en formas alternativas de gobierno en diversas universidades. Así mismo, aunque en el proceso de elección de Rector se permiten diversas modalidades de ‘consulta’ a la comunidad universitaria, su designación le compete al CSU.

Estas crecientes exigencias de innovación y adaptabilidad institucional, así como el papel determinante de las formas, instituciones y procesos de gobierno en la creación de dicha capacidad, relievan la importancia de definir el tema de gobierno y gobernabilidad como objeto de estudio sistemático y de carácter interdisciplinario. En el ámbito internacional estos temas ya conforman un campo especializado de estudios en educación superior. Este campo ha sido conformado por diversas revistas especializadas, asociaciones de investigadores y expertos, congresos y seminarios internacionales, una extensa producción bibliográfica y la organización de la Cátedra UNESCO sobre Gobierno y Gestión de las Universidades en diversas instituciones de educación superior en el mundo. En Colombia, éste es un campo apenas incipiente de estudio. Alrededor del tema existen diversas posiciones ideológicas y gremiales, las que -siendo legítimas- no permiten el estudio “desinteresado”, comprehensivo y universalista, de las diversas y complejas dimensiones de gobierno y gobernabilidad en las universidades públicas.

Es indudable la importancia central de las formas, instituciones y procesos de gobierno sobre el desempeño de las universidades (pertinencia, calidad, innovación, adaptabilidad, modernización, etc.). A su vez, tanto la cultura institucional como las acciones de actores y poderes, internos y externos, conforman el contexto de legitimidad y gobernabilidad. Esta gran complejidad de los asuntos de gobierno y gobernabilidad en las universidades públicas, exige que éstos se constituyan en “objeto de conocimiento”, con el propósito de generar capacidad analítica, evaluativa y propositiva sobre estas dimensiones centrales de la vida universitaria.

A ocho años de promulgación de la Ley 30 es necesario evaluar sus diversos efectos, positivos y negativos, sobre el desarrollo de la educación superior colombiana. En lo referente a la dimensión de Gobierno y Gobernabilidad, es cada vez más evidente una profunda crisis en la mayoría de las universidades públicas del país. En efecto, en los últimos meses han sido divulgados ante la opinión pública nacional los numerosos

La importancia del estudio de las relaciones entre gobierno y desempeño institucional es tanto mayor cuanto mayores son las nuevas responsabilidades y demandas de un contexto social, económico, político y tecnológico en

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conflictos suscitados por el proceso de designación de Rector en diversas universidades: Distrital, Cauca, UIS, Pedagógica, Nacional, Surcolombiana, Córdoba, Cartagena, Antioquia, etc. En algunas de éstas dicho proceso ha estado acompañado de diversas manifestaciones violentas como paros, bloqueos de instalaciones, retención temporal de funcionarios, presiones y amenazas a la integridad física, etc. En otras, han primado diversas manifestaciones de violencia ‘simbólica’ en contra de determinados candidatos (epítetos; denigración de carácter y de género; hojas, letreros y pancartas descalificantes; prácticas de macartismo político, etc.). En otras, se han denunciado las presiones externas, tanto de intereses políticos y económicos locales como de organizaciones armadas de diverso signo. Así mismo, se ha denunciado el desconocimiento, por parte del CSU, de candidatos con mayor votación o favoritismo de los estamentos. En otras se han utilizado prácticas de la política tradicional, tales como compra de votos, tráfico de notas por votos, presiones académicas y laborales, etc. Por otra parte, fuertes crisis económicas en algunas universidades, como Univalle, han sido atribuidas a corrupción administrativa, abuso de poder, favoritismos y otras manifestaciones de mal gobierno ins titucional, que revelan un alto grado de debilidad e ineficacia de los órganos de participación colegiada en el gobierno.

clientelistas. Surge entonces el espectro de la universidad pública como objeto y ambición de poder en sí mismo, para lo cual se justifican las diversas lógicas y prácticas de la lucha política por el poder: clientelismo, promeserismo, populismo, violencia, inmediatismo, descalificación y macartización del adversario…, etc. La importancia de estos problemas para el futuro de la universidad pública exige que las dimensiones de Gobierno y Gobernabilidad se constituyan como ‘objeto de conocimiento’, el que necesariamente es de carácter interdisciplinario. En este documento se presentan unas reflexiones generales sobre esta temática en las universidades públicas y se sugiere una Agenda de Investigación al respecto. Visión General sobre Gobierno y Gobernabilidad en la Educación Superior El ‘gobierno’ de una institución es el conjunto de organismos, actores, relaciones, normas, procedimientos y recursos, que le permiten definir su visión estratégica, objetivos y metas, planificar los medios y recursos necesarios, y tomar las decisiones requeridas para el logro de dichos objetivos. Puede distinguirse entre un gobierno externo; referido a las relaciones entre la universidad, el Estado y otros poderes/actores externos; y el gobierno interno referido a las líneas de autoridad en la institución. Por ‘gobernabilidad’ se entiende el grado de eficacia y legitimidad en el ejercicio de la función de gobierno. Eficacia entendida como la capacidad de dirección y coordinación del desarrollo de las partes (individuos y unidades académicas), de cuya contribución y sinergia dependerá la eficacia institucional. La legitimidad es el atributo (positivo o negativo) que los miembros de la institución le otorgan tanto a la cualidad de los objetivos y metas

Otro importante problema es la introducción en el seno de las universidades de lógicas y prácticas de la lucha política por el acceso al poder. En éste caso, el poder burocrático, económico, institucional y simbólico de la universidad pública (amparado por la autonomía) al servicio no necesariamente de intereses académicos y sociales generales, sino de diversos intereses personalistas, grupistas, partidistas o

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propuestos por las instancias de gobierno, como a la racionalidad, legalidad y representatividad de los procedimientos de evaluación y elección de las autoridades de gobierno. Otra importante dimensión de la legitimidad es la evaluación de la congruencia entre el programa de gobierno propuesto, y lo actuado o realizaciones concretas.

el papel decisivo de los órganos superiores de gobierno, en la orientación y desempeño institucional. La función ejecutiva o de gestión; propia de autoridades unipersonales, como el Rector y su equipo; se centra en el logro de las decisiones estratégicas de política, decididas por los órganos superiores de gobierno. Por lo cual el Rector es directamente responsable (accountable) ante éstos.

Es indudable la importancia central de las formas, instituciones y procesos de gobierno sobre el desempeño de las universidades (pertinencia, calidad, innovación, adaptabilidad, modernización, etc.). El gobierno de una institución es uno de los principales factores que determinan su desempeño. A su vez, tanto la cultura institucional como las acciones de actores y poderes, internos y externos, conforman el contexto de legitimidad y gobernabilidad. Un gobierno eficaz, innovador y responsable (accountable) ante el Estado y la sociedad, permite preservar la autonomía académica de la universidad en un contexto caracterizado por fuertes demandas de mayor control del gasto público en la educación superior. Inversamente, un gobierno débil e ineficaz; al mantener las inercias institucionales e intereses creados, que impiden la necesaria innovación; legitima medidas de control e intervención externa en diversas dimensiones de la vida universitaria.

Lo anterior relieva la gran importancia de la composición de los miembros de estos órganos superiores de gobierno (Consejos Superiores, Governing Boards…). Se requiere alta calidad personal e intelectual, conocimiento profundo sobre la problemática de la educación superior, compromiso con la institución y capacidad de liderazgo. De la calidad de los miembros depende, en gran medida, la eficacia de la función de gobierno. Este es, sin embargo, uno de los principales temas problemáticos del gobierno universitario, en todas las sociedades. En los sistemas ‘colegiados’ de gobierno, los miembros de estos órganos superiores no son nombrados por las cualidades anteriores, sino por criterios de ‘representación’ de diversos actores y poderes, públicos y privados, en el gobierno institucional. Cuando prevalecen los representantes de los poderes ‘internos’ (comunidad y estamentos universitarios) se corre el riesgo de conservadurismo y resistencia al cambio. Cuando prevalecen los intereses ‘externos’ (Estado, gremios..) además del mayor intervencionismo estatal, limitante de la autonomía, pueden implementarse criterios y valores de educación e investigación como ‘mercancía’ realizable en el mercado, los que son ajenos a las funciones universalistas de la educación superior.

Es necesario establecer una clara distinción entre la función de gobierno institucional y la función de gestión. A la primera le compete la definición de la visión estratégica; la distribución de recursos según metas y prioridades; la evaluación de la eficacia y eficiencia en el logro de dichas metas; la capacidad de interpretación de las nuevas demandas, necesidades y oportunidades del entorno; y la representación institucional frente al Estado, la sociedad, y otras instituciones locales y foráneas. Es evidente entonces

Esta gran complejidad e importancia de los asuntos de gobierno y gobernabilidad en las universidades públicas, exige que

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éstos se constituyan en ‘objeto de conocimiento’, con el propósito de generar capacidad analítica, evaluativa y propositiva sobre estas dimensiones centrales de la vida universitaria.

2.000. Informe Bricall. España. p. 2) Pocas frases tan apropiadas como la anterior para referirse a una de las grandes necesidades de la universidad pública colombiana: necesidad de innovación y adaptación a un contexto caracterizado por nuevos y rápidos cambios en la sociedad, la economía, la política, la cultura y el conocimiento científico-tecnológico. Nunca antes había sido tan evidente y urgente la necesidad de adaptación a tantos y tan profundos cambios en la sociedad moderna. El desempeño de la universidad pública estará cada vez más medido en términos de su capacidad de innovación y adaptación a los cambios del contexto.

Gobierno y Desempeño Institucional La importancia del estudio de las relaciones entre gobierno y desempeño institucional es tanto mayor cuanto mayores son las nuevas responsabilidades y demandas requeridas de un contexto social, económico, político y tecnológico en continua evolución. En efecto, una de las principales características de las relaciones entre la universidad y su contexto es la necesidad de rápida y continua evolución e innovación frente a un contexto continuamente cambiante. Esto implica que todas las instituciones de educació n superior están igualmente sometidas a esta dinámica de cambio y que aquellas con escasa capacidad de innovación pierden rápidamente su pertinencia social.

Así como en la economía la competencia tecnológica entre empresas genera un vasto proceso de ‘destrucción creativa’; en el que productos, empresas, tecnologías, conocimientos, ocupaciones y empleos son eliminados, tornados obsoletos y sustituidos por otros nue vos y cualitativamente superiores; en el ámbito social las instituciones con escasa capacidad de innovación y adaptación se convierten en marginales, redundantes, pierden legitimidad social y demanda, y – en el caso de las públicas- son sometidas a severas restricciones de financiación y a mayor control del subsidio público otorgado.

Un ejemplo de la dinámica de cambio se expresa en las nuevas demandas de oportunidades educativas, tanto para jóvenes como para adultos en el trabajo, con necesidades de actualización, recalificación y re-aprendizaje, derivadas de rápidos y profundos cambios en el mercado de trabajo, generados por una economía cada vez más basada en el conocimiento, cuya principal característica es la innovación continua, de tal manera que la dinámica de cambio permanente es un vector central en la economía y la sociedad modernas

Esta necesidad de cambio y adaptación constituye uno de los principales retos para el gobierno de las universidades públicas. Exige creatividad, flexibilidad, liderazgo, capacidad de convocatoria y movilización, visión estratégica, identificación y evaluación de opciones posibles, y eficacia en la implementación de políticas. La capacidad diferencial de gobierno es el principal factor de diferenciación y jerarquización interinstitucional.

“La cuestión más importante de la universidad actual es su adaptación a los cambios que la sociedad le exige, tanto en relación a las enseñanzas que imparte como a la investigación que realiza”. (La Universidad

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Algunos de los principales vectores de cambio en las instituciones de educación superior, son los siguientes:

diplomados, y las inmensas oportunidades de educación virtual facilitadas por la convergencia de poderosas tecnologías de información y comunicación. 77

a) Emergencia de la ‘sociedad del aprendizaje’ (learning society) derivada del papel central del conocimiento científico-tecnológico y sus condiciones e instituciones de producción, difusión y aplicación. Importancia creciente de la capacidad y oportunidades de aprendizaje continuo y permanente, por parte de individuos y empresas, en el contexto de una cada vez más rápida tasa de cambio en el conocimiento y la consiguiente obsolescencia de conocimientos, ocupaciones y 75 empleos. Ante estas nuevas realidades se impone en las universidades la necesidad de nuevas modalidades y oportunidades de aprendizaje, ofrecidas tanto a jóvenes como a la población adulta en el trabajo. Estas modalidades incluyen: la modularización del curriculum, el aprendizaje por créditos, la validación de aprendizajes extraescolares y nopresenciales, la flexibilización y diversificación de itinerarios de formación mediante ciclos cortos propedéuticos, 76 el aprendizaje tutorial, la mayor oferta de programas cortos de especialización y

“La naturaleza del conocimiento contemporáneo, con su constante renovación y su vertiginoso incremento concuerda con el concepto actual de educación permanente. Esta debe ser un complemento indisoluble de los estudios conducentes a grados y títulos, brindando a los graduados oportunidades de actualización y adaptación a realidades cambiantes y difícilmente previsibles. La educación permanente debe hacer posible, además, que cualquier persona, en cualquier etapa de su vida, pueda regresar a las aulas encontrando siempre en ellas la oportunidad de reincorporarse a la vida académica y alcanzar nuevos niveles de formación profesional, dado que, más allá del credencialismo, la competencia adquirida posee un valor en sí misma”.78 b) El logro de lo anterior implica concebir la institución educativa como organización de aprendizaje, en la cual prime la lógica del aprendizaje sobre la ‘enseñanza’, la evaluación

75

Se calcula que la suma total del conocimiento mundial se ha doblado cada cinco años desde 1960 y que en el año 2020 se doblará cada 73 días. En: BYRNE, J. “Taking Charge of Change: a Leadership Challenge for Public Higher Education” . HIGHER EDUCATION MANAGEMENT. Vol 11, No. 1. 1999. OECD, París. p. 70. 77

En la nueva ‘sociedad del conocimiento’; o sociedad ‘informacional’ o sociedad ‘red’ según M. CASTELLS; un volumen creciente de conocimiento codificado se encuentra en red o en línea, al alcance de quienes tengan capacidad de aprendizaje e investigación.

76

Se impone la necesidad de modificar el pregrado tradicional de ciclo largo por un primer ciclo corto de ‘diplomado’ (3 años) y un segundo ciclo de mayor especialización, seguido por continuas ofertas cortas de especialización, actualización y re-calificación. Los postgrados largos sólo continuarán siendo necesarios en la formación de investigadores, comúnmente en programas de doctorado. Ver: BYRNE, J., op. cit.

78

Declaración sobre la Educación Superior en América Latina y el Caribe. Conferencia Regional. UNESCO, 1996. Acuerdos, Punto 5.

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basada en el logro de ‘competencias’ generales en lugar de la evaluación de cada asignatura particular, la formación interdisciplinaria en lugar de la temprana especialización monodisciplinaria, y el aprendizaje colaborativo o cooperativo, en grupos, como alternativa al tradicional aprendizaje individual (o 79 individualista). Una importante condición para el logro de estas metas es el fortalecimiento de la capacidad institucional de investigación socioeducativa sobre las diversas dimensiones; sociales, culturales, institucionales, tecnológicas…; que conforman la complejidad del proceso educativo en el nivel superior.

c) Otro importante vector de cambio en la educación superior es la tendencia hacia cada vez mayores niveles de ampliación de la cobertura, por razones derivadas tanto de la demanda individual de educación superior, en tanto medio principal de promoción ocupacional y social en la sociedad moderna, como de la oferta pública motivada por criterios de equidad social, de legitimidad política y de construcción de la capacidad científico-tecnológica endógena. A partir de la universalización de la cobertura en la secundaria superior se presenta una fuerte demanda por nuevas y mayores oportunidades de educación superior, lo que conduce a la creciente diversificación del tipo de instituciones y al desarrollo de nuevas modalidades y oportunidades de aprendizaje. Esto implica el fin del modelo tradicional de universidad de élite, de escasa cobertura, y la emergencia de la nueva educación superior masiva. 80 El logro de tasas de cobertura de más del 50% de los jóvenes mayores de 18 años ha acuñado el nuevo término de educación ‘terciaria’, que implica la tendencia hacia la universalización del acceso a este tercer nivel educativo. 81

“En este contexto de cambio, las capacidades de aprender, sea de los individuos, sea de las empresas e instituciones, constituyen el fundamento principal de las sociedades modernas. Sus resultados no residen tanto en su propia base de conocimiento o en sus capacidades de acceso a la información, cuanto en la habilidad de sus agentes económicos de adaptarse, rápida y adecuadamente a las nuevas condiciones y oportunidades que promueve dicho cambio (…) conocimiento, innovación y aprendizaje son pues los tres aspectos complementarios del desenvolvimiento actual de las sociedades avanzadas””. (BRICALL, op. cit., p. 96).

La principal innovación reciente en la educación 80

Colombia tiene actualmente una de las más bajas tasas de cobertura (14% del grupo de edad) con relación a su población y su nivel de desarrollo. Por razones de equidad social y de modernización social y económica es imperativo duplicar a corto plazo esta baja tasa de cobertura y redistribuirla a nivel regional. Actualmente, más del 70% de la matrícula total se concentra en los tres principales centros urbanos del país.

79

ASKLING, B. & KRISTENSEN, B. “The Learning Organization as a model of Institutional Governance: about possibilities and constraints for successful implementation”. International Seminar on University Governance and Management”. Lectures. U. Politécnica de Cataluña, Barcelona, Junio del 2000. Pp. 87-94.

81

Ver: “Redefining Tertiary Education”. OECD, París, 1998. Entre 1960 y 1995 la matrícula mundial en educación superior ha aumentado más de seis veces (1960: 13 millones; 1995: 82 millones). En América Latina se calcula en más de 10 millones el número actual de estudiantes en este nivel.

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superior en el mundo es el fortalecimiento y consolidación de nuevas instituciones ‘alternativas’ a la universidad tradicional, a cargo de la formación profesional de la juventud, en contextos de rápida expansión –y masificación- de la cobertura. Este contexto implica una creciente diferenciación y especialización institucional entre unas pocas ‘universidades’ orientadas a la investigación, y un gran conjunto de nuevos tipos de instituciones y programas especializados en la formación profesional de los jóvenes, generalmente mediante opciones curriculares de ciclos cortos: instituciones técnicas, tecnológicas, politécnicos, fachhochschulen, hogescholen, instituts universitaires de technologie, community colleges, regional colleges, etc. (Ver: OECD. “Alternatives to universities”. París, 1991). En Francia, por ejemplo, en 1997 había 4.280 instituciones de educación superior, de las cuales, menos del 5% (205) eran ‘universidades’. Esta problemática ha generado la necesidad de una clara diferenciación institucional y curricular entre las ‘funciones’ de generación de conocimientos (investigación y desarrollo) y las funciones de formación profesional para el mercado de trabajo, ofrecida a la mayoría de los jóvenes participantes en la educación superior.

en nuevas modalidades de enseñanzaaprendizaje, en reformas curriculares y pedagógicas, en la utilización creativa de las nuevas tecnologías de información y comunicación, pues no es posible ampliar y diversificar la cobertura mediante más de lo mismo. Así mismo, son necesarios nuevos criterios y procedimientos de selección, admisión y evaluación. En Colombia, la ampliación de la cobertura debe orientarse prioritariamente hacia las numerosas ciudades pequeñas e intermedias en las que se distribuye la población, lo que implica una gran capacidad de innovación en nuevos métodos de aprendizaje no-presenciales, tutoriales, virtuales, pues no es posible ampliar significativamente la cobertura si esto requiere grandes costos en infraestructura física, administración, docentes presenciales permanentes, baja relación docente/alumnos, y otras características de la tradicional función de producción de la educación superior. Es posible identificar otros diversos vectores de cambio. 82 Sin embargo, el

82

1.

2. 3.

4.

5.

La masificación o universalización de la educación superior exige una gran capacidad institucional de innovación

49

Por ejemplo: Las nuevas relaciones entre Estado e instituciones, las nuevas políticas y modalidades de financiación, evaluación y control de la educación superior (NEAVE, G. & Van Vught, F. 1994); referidas genéricamente como “nueva gestión pública” (new public management); La necesidad de legitimación social y política de la universidad pública; La internacionalización de la información y el conocimiento, y la mayor accesibilidad a éstos; La creación de comunidades académicas ‘virtuales’ y sus efectos sobre la identidad y pertenencia a la comunidad formalpresencial; El progresivo desplazamiento de la función de investigación (básica y aplicada) hacia empresas, laboratorios y centros especializados en investigación y desarrollo (GIBBONS, M. 1994);

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propósito aquí es señalar la importancia central de las características de gobierno institucional en la generación de la capacidad de cambio, innovación y adaptación a nuevas necesidades y a un contexto en continua evolución.

investigación, otros en las diversas modalidades de extensión. Mayor diferenciación en la oferta y gestión de pregrados y postgrados. Cuestionamiento de los problemas de identidad y de gobierno de las tradicionales ‘multiversidades’, altamente heterogéneas, en las que coexisten múltiples y diversas disciplinas y profesio nes, lo que dificulta la definición de prioridades institucionales. 84 Tendencia hacia la mayor especialización –e identidadinstitucional.

Diversos estudios comparativos de universidades innovadoras, señalan un conjunto de características institucionales que favorecen la innovación:83 a) Capacidad de utilizar las demandas externas, y los problemas, como oportunidades creativas en lugar de crisis.

e) Profesionalización y modernización de órganos y personal de gestión y administración, así como su independencia de organizaciones o gremios del estamento profesoral.

b) Formulación clara, precisa y medible de la misión institucional, y de sus metas correspondientes, en lugar de la tradicional formulación de lugares comunes, generalidades y abstracciones, de escasa incidencia en metas institucionales especificas.

f) La alta participación de la comunidad académica en las decisiones es condición de compromiso de ésta, y de eficacia de las decisiones de gobierno.

c) Promoción de una ‘cultura’ de la innovación y del emprendimiento, acompañada de recompensas congruentes (estímulos, bonificaciones y reconocimientos a nuevas iniciativas y modalidades de investigación, docencia y extensión).

g) Una mayor diversificación de las fuentes de financiamiento es condición de mayor autonomía institucional y de mayor capacidad de innovación. La importancia del tema de gobierno y gobernabilidad exige su definición como ‘objeto de estudio’ sistemático y de

d) Una mayor diferenciación y especialización de funciones. Esquemas organizacionales especializados en la 6.

84

“…sin disponer de los suficientes apoyos y auxilios se les exige a nuestras universidades: que sean instituciones de creación, difusión y conservación de la cultura; - que sean talleres de investigación científica y tecnológica; - que produzcan innovaciones y conocimientos científicos, tecnológicos y sociales; - que contribuyan al progreso de la economía; - que fomenten la investigación científica; - que preparen con eficacia profesionales capaces de competir en un entorno globalizado y complejo; e incluso – que participen en el proceso de cohesión de la sociedad a la que pertenecen. ¿No serán demasiadas y excesivamente difíciles de cumplir tantas expectativas?” “Universidades o ‘multiversidades’, Algunas reflexiones para el futuro”. RAVENTÓS, F. En: Revista Española de Educación Comparada, 5 (1999), p. 33-34.

La mayor competencia entre instituciones (entre públicas y entre éstas y las privadas) por demandas, matriculas, fondos de investigación y fomento, en el contexto de lucha por estatus, recursos y poder (material y simbólico); etc.

83

Ver, por ejemplo: SPORN, B. “Building Adaptive Universities: Emerging organizational forms based on experiences of European and US universities”, International Seminar on University Governance and Management”. Lectures. U. Politécnica de Cataluña, Barcelona, Junio del 2000, pp. 59-61; & CLARK, B. “Creating Entrepeneurial Universities…”, op. cit.

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carácter interdisciplinario en sus diversas dimensiones tanto formales (normas, instituciones..) como cualitativas (gobernabilidad, legitimidad, cultura institucional, participación, liderazgo, comunicación, etc.), tanto en universidades públicas como privadas

De aquí la gran importancia del estudio de la ‘cultura’ predominante en los diversos estamentos o grupos de poder institucional: representaciones simbólicas sobre el Estado, la política, el mercado, lo público y lo privado, la educación pública, la calidad de la educación, la participación, la autonomía, etc. De estas representaciones o imaginarios dependerá, en gran medida, la legitimidad y eficacia de determinados objetivos y políticas de gobierno, así como la orientación y concreción de acciones de apoyo o resistencia. 86

En el ámbito internacional estos temas ya conforman un ‘campo’ especializado de estudios en educación superior. Este ‘campo’ ha sido conformado por diversas revistas especializadas, asociaciones de investigadores y expertos, congresos y seminarios internacionales, una extensa producción bibliográfica y la organización de la Cátedra UNESCO sobre “Gobierno y Gestión de las universidades”, en diversas instituciones de educación superior en el mundo. En Colombia, éste es un campo apenas incipiente de estudio. Alrededor del tema existen diversas posiciones ideológicas y gremiales, las que –siendo legítimas- no permiten el estudio ‘desinteresado’, comprehensivo y universalista de las diversas y complejas dimensiones de gobierno y gobernabilidad en las universidades públicas.

Por otra parte, el grado de legitimidad de autoridades y representantes es función directa de la racionalidad, legalidad, participación y transparencia de criterios universidades públicas. Sin embargo, la reciente grave crisis política en la UNAM demostró la importancia decisiva de la aceptación o rechazo de determinadas decisiones por parte del cuerpo estudiantil. En el contexto colombiano, determinadas acciones de gremios de personal administrativo y grupos de estudiantes (bloqueos, paros, manifestaciones violentas, amenazas, intimidaciones, etc.) han sido una importante fuente de inestabilidad institucional reciente.

Legitimidad y ‘Cultura’ Institucional

86

Desde una perspectiva teórica el estudio de la influencia de la cultura en los hechos sociales, de la producción simbólica en las acciones de los agentes; en este caso, en el gobierno y dinámica de una institución universitaria; es el objeto de conocimiento de la sociología cultural. Ver. ALEXANDER, J. “Sociología cultural”. Anthropos/FLACSO, 2.000. Esta orientación teórica también es compartida por la sociología organizacional, al privilegiar el estudio de los factores internos (valores, tradiciones, pautas de conducta de sus miembros…) en el análisis de la dinámica de las organizaciones. En el campo de la educación superior el estudio tal vez más ‘ejemplarizante’ del enfoque internalista es la obra, ya clásica, de Burton CLARK: “El Sistema de Educación Superior. Una visión comparativa de la organización académica”. UAM-Nueva Imagen. México, 1983. “Homo Académicus”, de P. Bourdieu (1984), es otra importante contribución al estudio de la influencia de la cultura de los actores en la dinámica de las instituciones académicas.

Ya ha sido señalado cómo la legitimidad es el atributo (positivo o negativo) que los miembros de una institución le confieren a determinados objetivos y políticas de gobierno, y a los criterios y procedimientos de elección de autoridades y representantes. En la forma ‘colegiada’ de gobierno, la legitimidad de objetivos y políticas depende, en gran medida, del grado de congruencia ‘cultural’ con valores, imaginarios, expectativas, tradiciones e intereses; de los estamentos profesoral, estudiantil y administrativo. 85

85

Al estamento profesoral (sus representaciones simbólicas y organizaciones) se le ha atribuido tradicionalmente el mayor poder político en las

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y procesos de conformación de los órganos colegiados de gobierno. Sin embargo, estas características son definidas, en cada institución, según sus propios rasgos ‘culturales’ (valores, imaginarios, intereses, pautas de conducta…) y relaciones de poder, de tal manera que no es posible establecer generalizaciones válidas al respecto para todas las instituciones. Por ejemplo, en algunas instituciones es más legítimo y aceptable, que en otras, la influencia directa de partidos o poderes políticos en la elección de autoridades y en decisiones institucionales. 87 En otras, son comunes prácticas intimidatorias, bloqueos, paros, amenazas y aun agresiones violentas, para forzar decisiones o proteger intereses. En otras, en la elección de rectores y representantes se utilizan prácticas de descalificación de candidatos, mediante la rotulación ideológica, la denigración personal, etc.88 En otras, los procedimientos de elección de autoridades y de representantes de profesores (asambleas masivas, heterogéneas, en las que no es posible el análisis y discusión de propuestas..) favorecen más a candidatos con propuestas promeseras, populistas, y a activistas de gremios, que a candidatos con propuestas complejas de índole política y académica. Algunas instituciones, con base en el principio del sufragio universal, no le otorgan valor diferencial o cualitativo al voto de profesores, estudiantes y personal administrativo, como si todos estos diversas categorías socio-culturales de participantes tuvieran los mismos

intereses, tipo de trabajo, horizonte de tiempo y compromiso con el conocimiento, la docencia y la institución. En otras, hay mayor laxitud y permisividad hacia la corrupción, el favoritismo, el cientelismo, la concentración del poder, etc. El concepto de gobernabilidad como grado de gobierno (alta legitimidad y eficacia) conduce a privilegiar el estudio de las dimensiones cualitativas (liderazgo, comunicación, interacciones, redes, tradiciones académicas y gremiales, patrones de negociación, etc.); es decir, el gobierno informal; sobre las dimensiones formales de gobierno (estructuras, organismos, reglamentos...), pues las primeras son las que definen y caracterizan el funcionamiento de las segundas. En efecto, instituciones con normas, reglamentos y estructuras de gobierno similares, difieren significativamente entre sí en el ejercicio de gobierno (en la calidad y pertinencia de decisiones), en función de un conjunto de dimensiones cualitativas propias de cada institución; como sus tradiciones e imaginarios (su ‘cultura’) sobre lo académico y lo político, y la capacidad de liderazgo, comunicación e interacción, de sus autoridades y estamentos. Gobierno y Naturaleza de las Instituciones de Educación Superior En el contexto de instituciones de educación superior; cuyo razón de ser es la generación y reproducción del conocimiento, lo cual implica un alto grado de división y especialización del mismo, y una alta autonomía en las unidades académicas e individuos; la función de gobierno debe poder establecer una clara diferenciación entre objetivos, metas y políticas de carácter general a toda la institución y aquellas que deben ser discrecionales de cada unidad académica. Esto implica el logro de un delicado balance entre la unidad e

87

En algunas, priman influencias y presiones externas, de índole económica y política (por parte de Asambleas, Concejos, Gobernadores, Alcaldes..) en los procesos de conformación de autoridades y cuerpos académicos. 88

Ver, por ejemplo, la denuncia del ‘macartismo’ y la descalificación personal en el reciente proceso de elección de Rector en la Universidad nacional. JIMENO, M. “Carta a los profesores de la U. N. “. Bogotá, Enero del 2000.

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identidad institucional, y la necesaria autonomía y flexibilidad requerida por las partes para el desempeño eficaz de su misión académica.

conocimiento- exige un alto grado de pluralidad, diversidad, libertad y autonomía, al mismo tiempo que ‘pertinencia’ en relación al contexto social.

En las instituciones de educación superior, la eficacia en el desempeño de las partes o unidades académicas; en las que reside la legitimidad del saber; constituye la eficacia y pertinencia ‘general’ de la instituc ión. La sumatoria (o acumulación) del desempeño relativo de las diversas unidades académicas -y aun de individuos y grupos pequeños- es el factor principal de eficacia y pertinencia de una institución. Estos atributos no existen en ninguna institución de manera genérica y unitaria sino diferenciados y jerarquizados entre sus unidades académicas, grupos e individuos. Por esta razón la función más importante del gobierno universitario es la promoción y estímulo al desarrollo e innovación de las partes (unidades e individuos) en un marco general de coordinación de sus diversas actividades y logros. En este sentido, ninguna institución de educación superior existe como entidad unitaria y homogénea sino como la coordinación y contribución de sus partes constitutivas.

"El sistema de educación superior)... tiene dimensiones menores que el económico o el político, pero contiene vastas y singulares complejidades... si alguna vez el sistema de educación superior fue simple, no lo volverá a ser más. Estamos en presencia de una complejidad excesiva y poco común. Para comprender mejor esta complejidad debemos apartarnos de las teorías generales sobre los diversos sectores organizados de la sociedad y concentrarnos en el análisis de los campos específicos. Tomamos en serio a la educación superior cuando investigamos su manera de dividir el trabajo, generar creencias y distribuir autoridad, sus propias modalidades de cambio y sus conflictos específicos de valores... En la educación superior (las actividades del sistema) giran en torno al conocimiento. La singularidad de la educación superior tiene su origen en la formidable gama de temáticas específicas y sus tendencias autónomas y autogeneradas que debemos comprender en sus propios términos. Uno de sus esfuerzos centrales, la creación de conocimiento, escapa a nuestra comprensión si no captamos el hecho de que 'la diferencia y la pluralidad son componentes integrales del universo moral del descubrimiento y la

Toda institución universitaria que pretenda modernizarse, lograr mayor eficiencia interna y pertinencia social (objetivos de todo gobierno…) requiere un alto grado de desconcentración y descentralización, y la consiguiente autonomía de sus partes en el ejercicio de las funciones académicas, económicas y administrativas. Pueden aducirse por lo menos tres razones básicas para ello: a) La creciente complejidad y diversidad de las instituciones de educación superior. Estas son consideradas como una de las instituciones más complejas de la sociedad moderna, pues su función principal - la creación de

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invención”. (Clark, B. op. cit, p. 379).

3 En relación con la institución: incapacidad para comprender y dar respuestas a las múltiples y diversas necesidades de la institución, generando así una profunda ‘incompetencia’ institucional, simbolizada en la metáfora del “cuerpo de elefante con cabeza de ratón”. 89

Las instituciones complejas y diversificadas requieren un alto grado de autonomía de sus partes constitutivas, tanto en las funciones de planeación y programación, como en el control sobre los medios de orden administrativo y económico requeridos por estas funciones. Lo común o uniforme entre las partes son los grandes principios, objetivos y normas orientadoras, en lugar de reglas o procedimientos uniformes. La eficacia, competencia y legitimidad, de cualquier sistema organizacional complejo depende del fortalecimiento de sus partes constitutiva s y de la capacidad de su cabeza para orientar, coordinar y representar al sistema. La ‘coordinación’ general del sistema implica formas de gobierno basadas en el liderazgo intelectual y en una amplia y fluida comunicación intrasistémica, en lugar de gobie rnos dirigistas, centralizados y reglamentaristas.

b) En el nuevo contexto de cambios sustanciales en las formas y criterios de financ iación pública de la educación superior, se exige la elaboración de ‘planes de desarrollo’ institucional, los que no pueden ser ni legítima ni eficazmente elaborados por los organismos centrales de planeación institucional. Estos planes de desarrollo deben conjugar los grandes objetivos y políticas de la institución, con los ‘planes’ elaborados por las unidades académicas básicas, lo que requiere un alto grado de autonomía por tanto, de capacidad de propuestaen el ejercicio de sus funciones. c) La razó n tal vez más importante se deriva de la naturaleza intrínseca de la función de la universidad - la creación y difusión del conocimiento- que exige el más amplio ámbito de autonomía, libertad intelectual, capacidad de autodeterminación, en las unidades académicas básicas en las que se realizan estas funciones. Por esta razón la universidad moderna no puede ser concebida -ni regida- como un sistema organicista, centrípeto, en el que las partes existen en función y al servicio del sistema; como es el caso de las empresas privadas, los ejércitos, los

Cuando las partes o unidades académicas tiene escasa autonomía y participación en las decisiones, se generan, comúnmente, dos fenómenos negativos: 3 Con relación a las partes: inercia, pasividad, ausencia de capacidad propositiva, desinterés por la planeación y programación de metas de desarrollo, dependencia de las decisiones y planes decididos por los órganos directivos de la institución. Progresiva ‘desinstitucionalización’ de los procesos colegiados de toma de decisiones -propios de las universidades públicas- en favor de procesos de centralización y concentración de poder en las autoridades de gobierno.

89

Un análisis de estos dos fenómenos en la U. N., puede verse en: GOMEZ, V. M. “La universidad incompetente o el caso del cuerpo de elefante con cabeza de ratón”. En: “UN Proyecto Público. Debates”. Dueñas, G. (Compiladora). Universidad Nacional de Colombia. 1999. Pp. 361-367.

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equipos deportivos, las sectas, las burocracias oficiales, etc.; sino como una federación de diversas unidades académicas, unidas por propósitos generales comunes, pero diferenciadas y autónomas en sus objetivos y metas específicos, y en la manera como utilizan los medios académicos, económicos y administrativos para lograrlo.

reglamentaristas, conceptualizadas como gobierno de Coordinación General Centralizada (CGC). 91 En relación a las diversas ‘opciones’ de organización y gestión de las instituciones de educación superior, B. Clark sugiere las siguientes alternativas: 92

ϖ opción por el orden, la disciplina, la estandarización y homogeneidad, la linearidad y la organicidad, por la planeación tecnocrática; todo lo cual implica la opción por la centralización y la concentración del poder y de la autoridad, y sus diversas implicaciones posibles de autoritarismo, protagonismo individualista, dirigismo, rectorización, clientelismo y grupismo.

Desde esta concepción institucional se cuestiona la deseabilidad y legitimidad de normas académicas específicas que se pretendan imponer -de manera uniforme y estandarizada- a la gran diversidad de unidades académicas. “La principal expectativa falsa de la reforma académica, particularmente en las democracias, es que se pueden obtener resultados de gran envergadura a través de la manipulación desde arriba” 90

ϖ opción por la diversidad, el pluralismo, la emulación, el desorden creativo, el estímulo a la creatividad e iniciativas, la intensidad de la comunicación, la multiplicidad y diversidad de propuestas, la libre experimentación, la ‘redundancia’ racional... Esta opción implica la descentralización, la división y diversidad de poderes, la creación de balances y contrapesos institucionales, la flexibilidad organizacional; la promoción de la pluralidad de intereses, estrategias y formas institucionales; la 'federalización' de las relaciones entre la cabeza

Conviene señalar al respecto que uno de los principales requerimientos del trabajo intelectual es el espacio libre y propicio para la iniciativa y la creatividad de los individuos pues éstos son la fuente originaria de ideas, paradigmas, proyectos, diseños, nuevas instituciones, etc. La conjunción y sinergia de individuos creativos e innovadores es la base de la competitividad e innovación tanto de las unidades académicas básicas (departamentos, facultades, grupos de investigación…), como de la institución en general. Rasgos básicos de la ‘cultura’ académica son el papel central de la creatividad individual (uniqueness), y la gran variedad/diversidad de ideas, paradigmas, métodos, etc., todo lo cual es antitético a la uniformidad y homogeneización típicas de tradiciones de gobierno centralistas, verticales, homogeneizantes y

91

LEVY, D. “El Gobierno de los Sistemas de Educación Superior”. Revista Pensamiento Universitario, Nº1, 1993. www.argiropolis.com.ar 92

CLARK, B. op. cit. . Capítulos VII y VIII sobre "Valores" y "Preferencias". 90

CLARK, B. op. cit. p. 206.

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y las partes, y el consiguiente fortalecimiento y autonomía relativa de éstas.

penales o violación de normas éticas. La evaluación estricta del mérito académico sólo se aplica, en algunas pocas instituciones, para la promoción de un nivel de escalafón, o categoría, a otro superior.

Un Actor Central: La Comunidad Académica Un principio central de la sociología de las organizaciones; siendo la institución educativa una de las organizaciones más complejas y diversificadas en la sociedad moderna; es la conceptualización de toda institución como una ‘microsociedad’, conformada por un conjunto orgánico de visiones, tradiciones, objetivos, normas, pautas, roles, actores, valores, sanciones, etc., los que le confieren a cada institución su identidad y perfil propios, sus particularidades y su dinámica y ‘cultura’ institucional, característicos de cada una y no generalizables a otras.

Por otra parte, desde la Reforma de Córdoba en 1918, y particularmente desde los años sesenta ha prevalecido una fuerte tradición de ‘autonomía’ frente al Estado, al mercado y a otros ‘poderes’ sociales y económicos externos a la institución, y se ha reivindicado el papel ‘crítico’ e independiente de la institución al respecto. En algunas instituciones, estos principios han legitimado conceptos de ‘autonomía’, cercanos a autarquía, soberanía y extraterritorialidad, cuya principal implicación es la resistencia a las evaluaciones y controles externos, a ‘rendir cuentas’ a la sociedad y al Estado por la calidad y pertinencia de la educación ofrecida, y por el 93 costo/beneficio del subsidio público. Estas tradiciones de relativa ‘irresponsabilidad’ social (o responsabilidad definida según criterios autoreferidos) han ejercido una gran influencia en el fortalecimiento de patrones endógenos, inerciales, conservadores, autocomplacientes e ‘interesados’ (intereses creados), de pensamiento y acción sobre el deber ser

En el caso de instituciones públicas de educación superior, una característica común a ellas es el alto grado de importancia y protagonismo institucional del ‘agente’ social más estable y permanente en su seno; el cuerpo o estamento docente; tradicionalmente de gran influencia en las decisiones académicas y de gestión. Diversas razones dan cuenta del poder del estamento docente. En las instituciones públicas la gran mayoría de quienes ingresan a la ‘carrera’ docente tienen asegurada la estabilidad laboral durante su permanencia en la institución. Comúnmente, las evaluaciones de desempeño académico son laxas, realizadas por colegas inmediatos (lo que genera solidaridades implícitas…) y autoreferidas a la cultura y estándares académicos prevalecientes en la institución (no existen evaluaciones externas, salvo en algunos casos aislados de evaluación de requisitos para la promoción al nivel de titular), todo lo cual garantiza larga estabilidad laboral, salvo casos extremos de conductas

93

En este contexto asume una gran importancia el papel de los gremios o asociaciones de docentes y personal administrativo, tradicionalmente orientadas a la defensa de intereses laborales, económicos y de seguridad social, y de lucha o posición crítica frente a determinadas políticas del Estado, como las relacionadas con la financiación de las instituciones y con intentos de controlar/evaluar más directamente el destino del subsidio público, lo cual implica mayor control estatal sobre el gobierno de las instituciones públicas. Estos gremios y asociaciones pueden tener un gran poder de convocatoria, aglutinación y movilización de docentes y empleados, en defensa de determinados intereses y visiones, con importantes implicaciones sobre el ‘gobierno’ de la institución.

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de las instituciones públicas y de su oferta educativa, todo lo cual presenta importantes problemas de legitimidad y gobernabilidad en las instituciones públicas. 94 Un primer problema se refiere a la ‘gobernabilidad’ ganada mediante propuestas de gobierno que tengan mayor aceptación en el cuerpo docente, que sean más congruentes con sus tradiciones, expectativas e intereses. En este caso se corre el riesgo de reducir la función de gobierno universitario -incluyendo criterios y procedimientos de elección- al ofrecimiento de promesas y planes que sean ‘populares’ entre la mayoría de electores, congruentes con sus expectativas, lo que asegura la reproducción de las visiones e intereses más endogámicos, inerciales y conservadores, y la consiguiente exclusión de propuestas innovadoras, seguramente cuestionadoras del statu quo, y tal vez más necesarias y

pertinentes para la modernización institucional. En este caso, la gobernabilidad no necesariamente implica cambio e innovación sino el fortalecimiento de patrones endogámicos y conservadores, posiblemente muy negativos para el futuro de la institución, dando lugar a la triste paradoja de alta gobernabilidad y poca innovación institucional. “.. la ausencia de presiones externas a las estructuras institucionales determina la ausencia de cambios significativos en el funcionamiento de éstas. Alcanzado un cierto equilibrio en el funcionamiento interno en términos de intereses, estructuras y procedimientos, las instituciones universitarias continuarán funcionando del mismo modo para preservar el statu quo alcanzado. Es en ese sentido en el que cabe calificar a las instituciones universitarias de organizaciones conservadoras por su menor permeabilidad para recibir las influencias de los cambios externos.95

94

De aquí la importancia del estudio ‘internalista’ de las instituciones; propuesto por B. Clark; para quien la dinámica de una institución y sus posibilidades de cambio e innovación dependen no tanto de las formas o modalidades de ‘gobierno’ (formalismo) sino de los valores, tradiciones, imaginarios, intereses, y formas de organización y comunicación interna de los actores institucionales (principalmente el cuerpo docente), y su papel en la legitimidad y aceptación de las propuestas de gobierno (o gobernabilidad). “Seguir la pista de los rasgos básicos del sistema de educación superior implica concentrar la atención en el modo en que el sistema mismo determina la acción y el cambio. El enfoque internalista evita imputaciones fáciles a la ‘influencia de la sociedad’. Este enfoque tiene un peso creciente en las ciencias sociales a medida que sectores importantes de la sociedad se van especializando y, con ello, asumiendo imperativos y constreñimientos propios (…) Pese a la extendida creencia de que la educación superior es cada vez más dependiente respecto del resto de la sociedad… conviene percibirla como un sector que ha desarrollado su propia estructura masiva y sus propios procedimientos límite que le proporcionan cierto aislamiento y fortalecen su hegemonía sobre algunas tareas y funciones”. Ver. Clark, B. op. cit. p. 19

El reforzamiento de la endogamia y la identidad de cuerpo es un proceso conservador y autoreferido, y que va en contravía de la necesidad de mayor apertura, comunicación e interacción con otras instituciones (publicas y privadas, nacionales y del exterior), con nuevas ideas, prácticas y formas de organización académica, todo lo cual tiene a debilitar las fuerzas endogámicas y a proponer cambios en las tradiciones académicas prevalecientes. Sin embargo, la resistencia a cambios considerados como 95

VILLAREAL, E. “Innovación, organización y gobierno en las universidades españolas”. International Seminar on University Governance and Management”. Lectures., op. cit. p. 71.

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‘impopulares’ por la mayoría, conduciría a la institución al anquilosamiento y pérdida de competitividad en un contexto en el que la capacidad de innovación y adaptación a necesidades y condiciones cambiantes es condición necesaria para la pertinencia y supervivencia de muchas instituciones. Es importante señalar al respecto que en el ‘campo’ de la educación superior se presenta una fuerte competencia entre instituciones por recursos, matrícula, poder y estatus. Esta competencia se realiza entre instituciones públicas y privadas, y al interior de ambas categorías de instituciones, como se ha manifestado recientemente entre algunas universidades públicas departamentales (UIS, U. de Antioquia..) y la Universidad Nacional.

liderazgo intelectual dinámico y legítimo, capaz de motivar, convocar, movilizar, comprometer al cuerpo docente hacia el logro de las metas u objetivos de cambio propuestos: ya sea de índole académica, curricular y pedagógica, o económica, laboral y administrativa. La gobernabilidad en las instituciones públicas depende sustancialmente de la legitimidad de las propuestas y decisiones de gobierno y no del poder burocrático o administrativo de los órganos o autoridades formales. En ausencia o carencia de legitimidad o capacidad de liderazgo intelectual pueden formularse decisiones académicas que no tienen eficacia en el tiempo, reducidas a ‘acuerdos’ en el papel, y sin vida real en las instituciones, debido a la falta de comprensión y compromiso por parte de los docentes. Otro escenario posible es la resistencia e inercia continuada por parte del cuerpo docente, que torna ineficaces determinadas decisiones de gobierno.

De manera contraria, puede presentarse el problema de escasa gobernabilidad, e ineficacia de la gestión, debido a la ausencia de comprensión, apoyo y compromiso del cuerpo docente respecto a determinadas políticas propuestas por las instancias de gobierno institucional, independientemente de la validez, necesidad y sustento conceptual de dicha propuesta. 96

Agenda de Investigación De los conceptos y problemas anteriores pueden derivarse los siguientes temas de investigación sobre Gobierno y Gobernabilidad en las universidades públicas:

Las situaciones anteriores señalan la gran importancia de los asuntos referidos a la legitimidad y gobernabilidad en las instituciones públicas. Estos atributos de gobierno dependen, en gran medida, de la capacidad de los órganos y personalidades de gobierno, de ejercer un

Órganos o Instituciones de Gobierno 1. El primer problema de estudio se refiere a la homogeneización de órganos e instituciones de Gobierno, reglada por la Ley 30.

96

Un claro ejemplo de esta situación es la ineficacia e inoperancia de la reforma académica (curricular) en la U. Nacional, propuesta durante la administración Mockus. Sin haber logrado la comprensión y compromiso por parte del cuerpo docente se procedió a ‘formalizar’ y estandarizar dicha reforma mediante un Acuerdo del CSU, lo cual condujo a la aplicación mecánica de la letra del Acuerdo y posteriormente se olvidó y enterró la discusión sobre las dimensiones cualitativas de la oferta curricular y pedagógica.

a) ¿Cuáles fueron los fundamentos o supuestos de esta homogeneización? ¿A qué racionalidad respondió esta homogeneización?

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b) ¿Es necesario y/o deseable continuar con esta forma homogénea de gobierno?

De acuerdo con la normatividad colombiana ya citada, los miembros de los dos máximos órganos de gobierno no deberían representarse a sí mismos sino a actores y poderes internos y externos a la institución (estamentos, gobierno, sector productivo, ex-rectores, etc., en el caso del CSU, o autoridades de las unidades académicas en el caso del Consejo Académico). En ambos casos se parte del supuesto de ‘organicidad’ y coherencia político- ideológica en estos actores y poderes ‘representados’, cuyos respectivos representantes se suponen voceros objetivos –no subjetivos- de esas visiones orgánicas respecto a la universidad. Sin embargo, éste es un supuesto de escasa validez pues son pocos los actores y poderes, internos o externos, con una concepción orgánica sobre el desarrollo académico de la institución, sobre su futuro deseable, razón por la cual la función de ‘representación’ en el gobierno es; en muchos casos; más formal que orgánica y más ‘subjetiva’ (personalizada) que objetiva, lo cual genera importantes problemas de legitimidad y gobernabilidad.

c) ¿Cuáles serían los aspectos positivos y negativos de: ϖ continuar con el modelo homogéneo para todas las universidades? ϖ permitir diversidad de formas, órganos e instituciones de gobierno? d) ¿Qué órganos o instituciones alternativas al CSU podrían ser propuestas? ¿Cuáles serían sus respectivas ventajas comparativas respecto al actual CSU? e) Interrogantes similares para el Consejo Académico. B. El estudio de la ‘composición’ (social, ideológica, de representación de poderes y actores…) de los principales organismos internos de toma de decisiones.97 En tanto máximos órganos de poder institucional, la naturaleza de su ‘composición’ es tal vez el factor de mayor influencia sobre las principales decisiones de gobierno. Por ‘composición’ de sus miembros se hace referencia tanto a los poderes/actores ‘representados’ formalmente por un individuo, como a la competencia, idoneidad, y conjunto de valores e ideas encarnados en dicho individuo. 98

La participación en el gobierno universitario de diversos actores o sectores externos a la universidad (como el sector productivo..) ha sido legitimado mediante criterios de logro de mayor pertinencia y responsabilidad al contexto social externo. Sin embargo, estos importantes objetivos también pueden lograrse mediante diversas modalidades

97

Como el Consejo Superior Universitario (CSU) y el Consejo Académico, en la legislación colombiana sobre gobierno de universidades públicas (Ley 30/92, Capítulo II). 98

Entre las ideas, valores e imaginarios de mayor incidencia en las decisiones de gobierno universitario merecen resaltarse las siguientes: las referidas a la autonomía académica y económica, al papel del Estado y del mercado en la educación superior, al grado y naturaleza de control y evaluación externas, al grado deseable de participación de estamentos, al papel de la competencia en el mercado de educación superior, al financiamiento público y privado, y

concepciones sobre jerarquía y deseabilidad de algunos conocimientos sobre otros (por ejemplo, los aplicados y tecnológicos sobre los de ciencia básica, los pragmáticos sobre los críticos, los de coyuntura sobre los históricos, los rentables sobre los costosos, etc.).

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de consulta, asesoría y estudios, que no implican participación directa en órganos de gobierno universitario. En España, por ejemplo, los ‘Consejos Sociales’; de carácter consultivo y propositivo; son el principal órgano de participación de la sociedad en la universidad. (Ley 5/1995). Existen además Subcomisiones de Evaluación de la enseñanza universitaria, en las que participan sectores académicos, empresariales, sindicatos, colegios y asociaciones profesionales, y otras organizaciones. En Francia, esta función es desempeñada por la ‘Comisión Interministerial de Prospectiva y Orientación de la Educación Superior’ (Ley de Enseñanza Superior, 1985, Art. 5.99

sobre la universidad, y con derecho legítimo de participación en el máximo órgano de gobierno? ¿No debería su función ser, más bien, consultiva y propositiva en lugar de decisoria? ¿Cómo se eligen los ‘representantes’ de este cuerpo o grupo; tal vez inorgánico, difuso y no representativo? ¿Estos supuestos representantes, a quién representan? ¿A quién le rinden cuentas de su gestión? ¿Ante quién son responsables? ¿Quién los evalúa y controla? ¿Existen mecanismos de evaluación y/o revocatoria de su gestión? ¿Es legítimo el criterio de rotación para designar representantes de exrectores? b) Interrogantes similares son válidos también para los ‘representantes’ del llamado ‘sector productivo’. Este tampoco existe como entidad orgánica y coherente sino como yuxtaposición de múltiples y diversos intereses y perspectivas, tanto sobre el mal llamado ‘sector productivo’ (altamente heterogéneo y desigual) como sobre el deber ser de la universidad pública. ¿La función de este supuesto ‘sector’ no debería ser, más bien, de índole consultiva y propositiva, y no decisoria?

1. ¿Cuáles son las principales dimensiones –positivas y negativas- de los criterios de conformación de los miembros del Consejo Superior Universitario (Artículo 64)? Según este Artículo, de los ocho (8) miembros con voz y voto, la mayoría (5 miembros) representan a estamentos, actores y poderes internos a la institución (incluyendo a egresados y exrectores).

En algunas universidades se señala el nombramiento de miembros del CSU; como en el caso de representantes del gobierno; según criterios políticos y clientelistas, en lugar de meritocráticos y de capacidad de aporte al gobierno de la institución, lo que afecta negativamente la legitimidad y eficacia de

a) ¿A quiénes realmente ‘representan’ los representantes de egresados y exrectores? ¿Conforman los egresados un grupo orgánico, organizado, coherente, con visión holística y de futuro 99

Esta Comisión está encargada de estudiar la evolución de la investigación, el empleo y las calificaciones profesionales, en los diversos sectores productivos, y recomendar nuevas ofertas de formación o reestructuración de las existentes.

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este órgano de gobierno. En otras, los ‘representantes’ (del gobierno, del sector productivo, y aun de estamentos…) se representan más a sí mismos que a sus representados (algunos inorgánicos, no articulados ni organizados…) lo que implica un alto grado de subjetividad y personalismo, por tanto de arbitrariedad, en la función de gobierno.

burocrática que real. En otras, son cuestionados los procedimientos de postulación y elección (por ejemplo, mediante asambleas masivas, u otros recursos de ‘mercadeo’ político impersonal...) que impiden el análisis de temas complejos y desestimulan la participación de docentes y estudiantes. Estos procedimientos favorecen más a candidatos con propuestas promeseras, populistas, inmediatistas, y a activistas de gremios y organizaciones políticas, que a candidatos con propuestas complejas y perspectiva institucional a mediano o largo plazo.

c) Un tema de gran importancia en la legitimidad de la modalidad ‘colegiada’ de gobierno es la función de representación de los dos principales estamentos universitarios: el cuerpo docente y los estudiantes. ¿Cuá les son los criterios y procedimientos de postulación y elección de dichos representantes? ¿Cuáles son los mecanismos de evaluación, control y revocatoria de su gestión? ¿Qué puede decirse sobre la calidad de la participación de los representados en dichas elecciones? ¿Qué puede decirse sobre la ‘representatividad’ de estos representantes? ¿Cómo podría mejorarse el proceso de elección de representantes y la posterior evaluación de su desempeño?

2. En la composición del CSU hay una representación mayoritaria de los poderes y actores internos a la institución (docentes, estudiantes, egresados y exrectores..), lo cual ha sido justificado en nombre de una ‘democracia universitaria’. Sin embargo, en muchos países e instituciones se ha cuestionado recientemente este alto poder de los actores internos, por su estrecha relación con fenómenos de corporativismo, endogamia, conservadurismo, intereses creados y resistencia al cambio, los que limitan significativamente la capacidad institucional de innovación y adaptación a nuevas necesidades y demandas del entorno. El gobierno institucional puede sufrir entonces la paradoja de alta legitimidad interna y poca eficacia en su función de innovación y adaptación, lo cual puede conducir a la pérdida paulatina de la pertinencia institucional y del

En algunas universidades es mínima o muy baja la participación de docentes y estudiantes en los procedimientos de elección de sus respectivos representantes, de tal manera que dicha función de representación tiene una legitimidad más formal o

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apoyo

social

y

instituciones de gobierno, en lugar de someter a todas las instituciones a un patrón uniforme de gobierno. Diversas alternativas a este patrón único permitiría evaluar comparativamente aquellas de mayor y menor incidencia en la capacidad de innovación institucional.

Un factor tan decisivo en la función de gobierno, como la ‘composición’ de sus máximos órganos, se decide entonces a partir de un conjunto de supuestos o mitos de escasa validez en la realidad: organicidad y coherencia en las ideas, imaginarios y propuestas de los actores y poderes representados, y su representación objetiva –no personalista- por parte de sus representantes respectivos. En este contexto de representación, en gran medida formalista, asume entonces gran importancia la representación personalista y subjetiva, lo cual conduce al cuestionamiento de la legitimidad tanto de estos órganos de gobierno como de su composición, y a la necesidad de concebir formas alternativas de gobierno universitario.

C. Criterios y procedimientos de elección de Rector, según el estatuto orgánico de cada universidad (Artículo 66). Aunque la designación de Rector es función del CSU, cada universidad puede definir sus propios criterios, requisitos y procedimientos de postulación de candidatos, incluyendo el grado y calidad de participación de los diversos grupos o estamentos universitarios (consulta directa o indirecta, voto unitario o calificado, etc.). Los diversos criterios y procedimientos reflejan las respectivas tradiciones y ‘cultura institucional’ de cada universidad.

La Ley 30/92 definió para todas las universidades una forma homogénea de gobierno, basada en dos órganos principales de toma de decisiones: CSU y Consejo Académico. Ya han sido señalados algunos de los supuestos y mitos en los que se ha basado esta norma homogeneizante y sus correspondientes problemas de gobernabilidad y legitimidad. Uno de los temas centrales en la reforma a esta Ley es la necesidad de verdadera autonomía institucional en la concepción y diseño de diversas nuevas formas e

En los últimos meses han sido evidentes ante la opinión pública nacional los numerosos conflictos suscitados por el proceso de designación de Rector en diversas universidades: Distrital, Cauca, UIS, Pedagógica, Nacional, Surcolombiana, etc. En algunas de éstas dicho proceso ha estado acompañado de diversas manifestaciones violentas como paros, bloqueos de instalaciones, retención temporal de funcionarios, presiones y amenazas a la integridad física, etc. En otras, han primado diversas manifestaciones de violencia ‘simbólica’ en contra de determinados candidatos (epítetos; denigración de carácter y de género; hojas, letreros y pancartas descalificantes; prácticas de

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macartismo político, etc.). En otras, se han denunciado las presiones externas, tanto de intereses políticos y económicos locales como de organizaciones armadas de diverso signo. Así mismo, se ha denunciado el desconocimiento, por parte del CSU, de candidatos con mayor votación o favoritismo de los estamentos. En otras se han utilizado prácticas de la política tradicional, tales como compra de votos, tráfico de notas por votos, presiones académicas y laborales y votantes, etc. 100 Todo lo anterior evidenc ia una crisis importante en el actual sistema de postulación y designación de Rector, con diversas implicaciones negativas para las universidades públicas: 3 escasa legitimidad y gobernabilidad en algunas; 3 imagen negativa en la opinión pública; 3 los designados no son necesariamente los mejores y más

capaces sino quienes logran mayor apoyo de los estamentos; 3 creciente desconfianza de la sociedad y el Estado en la bondad del subsidio público a estas universidades, etc. Otro importante problema es la introducción al seno de las universidades de lógicas y prácticas de la lucha política por el acceso al poder. En este caso, el poder burocrático, económico, institucional y simbólico de la universidad pública (amparado por la autonomía) al servicio no necesariamente de intereses académicos y sociales generales, sino de diversos intereses personalistas, grupistas, partidistas o clientelistas. Surge el espectro de la universidad pública como objeto y ambición de poder en sí mismo, para lo cual se justifican las diversas lógicas y prácticas de la lucha política por el poder: clientelismo, promeserismo, populismo, inmediatismo, descalificación y macartización del adversario…, etc.

100

Estos problemas en la elección de rectores en universidades públicas han sido extensamente cubiertos y divulgados por la prensa nacional durante los últimos meses. Ver, al respecto: “¿Academia o Locademia? Una guerra política por la U. del Cauca.. etc.”. CAMBIO, No. 349. Febr. 28, 2000; “Preocupación por ‘guerra de carteles’ en Unicartagena”, El Universal, Marzo 22, p. 6A; “Piden rector académico, no político. Carta de profesores notables de la U. Nacional a la comunidad universitaria”“, El Tiempo, Abril 2; “Decisión política en la U. Nacional?, El Tiempo, Abril 5, p. 3C; “Entre disputas se realizó el escrutinio en la U de Cartagena”, El Universal, Abril 15, p. 2A; “Se busca un Rector”, El Mundo, Abril 24, p. 2; “La Universidad al azar. Botín electorero”, Carlos Villalba Bustillo, El Tiempo, Lecturas Dominicales, Abril 24; “Toma de Universidad de Cartagena“. El Espectador, Agosto 15; “A Fiscalía, irregularidades en elecciones en Unicórdoba”, El Universal, Agosto 1°; “Cuestionan elecciones de Rector. Violencia política ronda procesos electorales en universidades públicas”, El Tiempo, Sept. 13, p. 2A; “Malestar en Universidad Distrital por elecciones”. El Tiempo, Sept. 21, p. 1-7. “Polémica elección de Rector (UNAD)”. La Patria. Sept. 25, p. 2A.

Estas prácticas de la lucha política generan efectos profundamente negativos en el seno de las universidades: 3polarizan, dividen y antagonizan a docentes entre sí, e igualmente entre estudiantes; 3generan desconfianza, recelo e incomunicación entre los docentes, ya de por sí atomizados y desarticulados; 3excluyen de la participación a quienes cuestionan dichas prácticas y favorecen la participación de los activistas gremiales y políticos, conformando así un proceso de autoselección sesgado a favor de estos últimos, razón por la cual muchos designados no son los mejores ni más capaces;

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3 desestimulan el análisis racional y argumentativo de problemas complejos y subordinan la dimensión académica a los intereses políticos.

a) que la participación tenga carácter decisorio (como en la actua l estructura del CSU), o b) que tenga solamente un carácter consultivo y propositivo (como el del Consejo Académico), lo que implicaría o un CSU con una composición diferente u órganos de gobierno alternativos al CSU. En esta segunda opción se reduciría significativamente el poder de los estamentos institucionales internos a favor de otros actores y poderes externos.

Es muy probable que los problemas ya mencionados asuman mayor importancia y gravedad en el próximo futuro, con consecuencias negativas para la universidad pública. De aquí la necesidad de iniciar una evaluación cualitativa de los actuales criterios y procedimientos de postulación y designación de Rector en las universidades públicas.

Ya ha sido señalados diversos cuestionamientos al efecto conservador, inercial, de resistencia al cambio, propio de quienes tienen fuertes intereses creados desde el interior de la institución. También se han analizado algunos aspectos positivos y negativos de la tendencia hacia una mayor profesionalización del gobierno universitario y la consiguiente disminución del poder decisorio de profesores y estudiantes.

¿Cuáles son los principales criterios y procedimientos de postulación y designación de Rector? ¿Cuáles han sido los eventos, situaciones o problemas más significativos al respecto? ¿De qué manera y en qué medida se han introducido en la universidad lógicas y prácticas de la lucha política externa por el poder? ¿Cuáles han sido sus principales manifestaciones? ¿Qué efectos ha tenido sobre el proceso de designación de Rector? ¿Se han dado manifestaciones de violencia directa y/o simbólica? ¿Cuáles? ¿Qué interpretación y significado puede atribuírsele?

¿Cómo estudiar y analizar este tema – de tanta sensibilidad política- con quienes son juez y parte del mismo? ¿Qué grado de objetividad al respecto podría esperarse de gremios, asociaciones, profesores y estudiantes de universidades púb licas?

D. La ‘democracia’ universitaria, el gobierno colegiado, la participación de docentes y estudiantes en el gobierno Este tema está relacionado con los anteriores y se refiere al concepto y la práctica de ‘democracia universitaria’, entend ida como el conjunto de criterios y procedimientos de participación de los estamentos internos, endógenos, en la toma de decisiones institucionales. 101 Al respecto se plantean dos opciones:

todos los que participan en el trabajo académico, según el grado de participación real, y con criterios de representatividad efectiva en los órganos de gobierno de la universidad. En este sentido, Democracia no significa nada más que respeto hacia las personas, que, en cuanto intelectuales (cualquiera que sea su nivel de formación), deben ser siempre corresponsabilizadas en la definición de sus tareas”. PINTO, R. “La Universidad entre la Democracia y barbarie”. En: Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura. No. 38, p. 86. Barcelona, 1999.

101

“Democracia (universitaria) significa involucrar en la responsabilidad de las decisiones (relativas a la investigación y a la didáctica) a

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E. El estudio de la ‘cultura’ – representaciones simbólicas predominantesde determinada institución: principales tradiciones, prácticas, imaginarios, valores, ideologías, representaciones…, sobre los temas de mayor importancia para el gobierno institucional, tales como:

Los patrones culturales prevalecientes en determinada institución pueden tener efectos poderosos (positivos o negativos) en la dinámica de gobierno, en tanto orientan, definen, legitiman o descalifican las acciones, conductas y expectativas de sus miembros; ya sea individuos, grupos o estamentos; en relación a autoridades, políticas o eventos institucionales. Las diversas ideas y propuestas que circulan en cada institución -en tanto ‘mercado político’asumen determinado grado de aceptación o rechazo en función de su congruencia relativa con los patrones culturales prevalecientes. Estos pueden reproducir inercias conservadoras, resistencia al cambio, intereses creados y visiones localistas y particularistas, o bien pueden ser fuente de innovación intelectual, valorativa e institucional, de apertura a intereses más generales o universalistas, y de apoyo a políticas de renovación institucional. 102 Lo anterior explica por qué cada institución tiene el gobierno ‘que se merece’, que puede darse y legitimar en un momento institucional determinado.

3 autonomía académica e institucional, relaciones con el Estado y con el mercado, fuentes de financiación de la educación superior pública (Estado, familias, empresas..), papel de la evaluación y control externos a la institución; 3 lo público y lo privado, legitimación de la educación superior pública, el papel de la educación superior privada, el papel de la competencia interinstitucional (pública y privada), calidad y pertinencia de la educación; equidad social y selectividad en oportunidades educativas; 3 jerarquía de estamentos y papel diferencial de éstos en el gobierno institucional; derechos y deberes de estamentos; criterios y mecanismos de participación; acciones y conductas legítimas o reprobadas (como paros, bloqueos, violencia, amenazas...);

Más aún, el estudio de otras dimensiones cualitativas de ‘gobierno’; como liderazgo, comunicación, interacciones, redes, negociación, etc.; a través de las cuales se expresan demandas, expectativas y propuestas; depende en gran medida de la aceptación ‘cultural’, en la institución, de determinadas modalidades de liderazgo, participación, comunicación e interacción entre sus miembros.

3 legitimidad y eficacia de criterios y mecanismos de ‘representación’ (de diferentes actores, estamentos y poderes en los diversos órganos de poder – CSU, Consejo Académico, etc.);

F. Estudios de Caso de ‘procesos’ significativos de gobierno, en diversas instituciones, en relación a decisiones, reformas, académicas o laborales de importancia. El objetivo es comprender

3 la auto y hetero-evaluación del desempeño académico de docentes, departamentos, facultades y programas; la acreditación externa;

102

Ver los autores ya citados: Alexander, J.; Clark, B. y Bourdieu, P.

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GOBIERNO Y GOBERNABILIDAD…

la naturaleza cualitativa de los ‘procesos’ de gobierno: origen y formulación de la iniciativa, procedimientos de divulgación y discusión, naturaleza de la participación de estamentos y actores significativos, obstáculos y dificultades encontrados (de índole cultural, política, técnica, administrativa, gremial, etc....), estrategias de solución de dichas dificultades, resultados logrados, evaluación y seguimiento en el tiempo, etc. Se trata de lograr conocimientos sobre la naturaleza y dinámica de las dimensiones ‘cualitativas’ de gobierno: liderazgo, legitimidad, coordinación, participación, comunicación, eficacia, etc.

la reflexión y documentación existente sobre dichos temas.

G. Estudio de diversas propuestas de formas ‘alternativas’ de gobierno en las universidades públicas. A partir de una evaluación cualitativa de las actuales formas de gobierno se sustenta la necesidad de alternativas y la propuesta de nuevos criterios y formas, bajo el supuesto de su mayor deseabilidad y conveniencia. Este tema es corolario y síntesis de los anteriores. Su objetivo es la definición y fundamentación de nuevas formas, órganos e instituciones de gobierno universitario, que puedan ser una alternativa válida a la actual forma homogénea reglada por la Ley 30. La anterior ‘agenda’ de investigaciones sobre Gobierno y Gobernabilidad pretende señalar la amplitud, complejidad y sensibilidad de las diversas dimensiones de análisis del tema, y la necesidad de que éste se constituya en ‘objeto’ formal de investigación en las universidades. Este tema es de alta sensibilidad –y susceptibilidad- política; sobre todo en el actual contexto de nuevas relaciones económicas y de regulación entre el Estado y las universidades públicas; lo que pone en juego la objetividad analítica de los investigadores y actores participantes, todo lo cual presenta importantes retos de índole metodológica. Por otra parte, es muy escasa en este país

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ACTORES ARMADOS, TERRITORIOS…

ACTORES ARMADOS, TERRITORIOS Y POBLACIONES

gente del Alto Putumayo, los curas apoyaron105 , y en ellas exigían al gobierno, ya no carreteras o escuelas, sino que fuera capaz de devolverles la libertad de movimiento negocia ndo con la guerrilla; denunciaban la ineficacia del gobierno. Frente a los medios el Ejército, respondiendo por el Estado, se defendía arguyendo que había dado de baja a varios de los guerrilleros implicados, aunque tardaba en mostrar resultados en lo que la gente pedía: o sea, poder transitar libremente 106 .

Carlos Miguel Ortiz103

En octubre y noviembre del año pasado las noticias hablaron de un paro armado de dos meses que afectó a los habitantes rurales del Putumayo, ejecutado por los Frentes 15, 38 y 42 de las FARC que operan en el Bajo Putumayo 104 y el II Frente que opera en el valle de Sibundoy. Como consecuencia de dicho paro, las gentes no podían movilizarse, al menos en automotores, ni circulaba alimento, drogas ni combustible. La gente hizo marchas, especialmente la

En la situación del Putumayo, y más allá de la situación en lo que ella revela sobre la sociedad, los grupos armados y el Estado en ese Departamento, una observación simple encuentra elementos como éstos: que la connaturalización o familiaridad con el actor armado y con la violencia generada por él no es exactamente legitimación, por lo menos en el sentido de adhesión a ese actor armado y a sus prácticas de violencia; que no siguen coincidiendo los intereses y necesidades de los habitantes (ni siquiera de los más pobres ni de los más campesinos) con los intereses de la organización armada; que en la disputa del control de territorio por parte de los actores armados, el Estado, la

103

Profesor Titular del Departamento de Historia. 104 En el Putumayo, con esos Frentes se disputan el control las AUC, con su Bloque Sur. Las FARC decretan el paro armado como para mostrar fuerza a unos días de la fumigación masiva de cultivos de coca en el Putumayo prevista en el “Plan Colombia” inicialmente para fines de noviembre (ver El Tiempo 15 de noviembre de 2000, pgs. 1-2). En Urabá la disputa entre FARC y AUC es también voraz: “La guerrilla ha buscado atacar la vanguardia paramilitar en el Atrato y acercarse al dominio del Nudo de Paramillo, a lo cual se oponen las AUC, asegurando sus posiciones en Antioquia y Córdoba. En el sur de Bolívar, los paramilitares mantienen hegemonía militar mientras que las FARC prestan un apoyo esporádico al ELN, pero hacia el norte del departamento el Frente 37 de las FARC trata de contener el avance del paramilitarismo” (El Espectador, 15 de noviembre de 2000, pg. 3: “Dos enemigos irreconciliables”). En el Valle, la llegada del Bloque Calima de las AUC ha puesto en alerta a las FARC y al ELN. En el Oriente antioqueño se han fortalecido las AUC y libran enfrentamientos con los Frentes 9 y 47 de las FARC y con el Frente “Carlos Alirio Buitrago” del ELN. En el Caquetá, en donde tradicionalmente el control había sido de las FARC, ahora se han instalado varios Frentes de las AUC en conexión con otros del Meta, Casanare y Putumayo. En el Catacumbo también están enfrentadas las AUC y la guerrilla.

105

Movimiento coordinado por una comisión facilitadora de paz de la cual hacían parte la iglesia, el comercio, los maestros y los líderes comunales de los municipios del Alto y Bajo Putumayo. El párroco de Puerto Asís fue uno de sus líderes. Contaron con el respaldo de los alcaldes entrantes y salientes y de los personeros de esos municipios, así como de los parlamentarios de la región. Por presión del movimiento, el gobierno nombró una comisión humanitaria para hablar con el Secretariado de las FARC en San Vicente del Caguán, pero las FARC respondieron que no necesitaban comisión humanitaria sino política, que la condición para levantar el paro armado era la lucha contra los paramilitares y la revis ión del Plan Colombia. 106 Al mando del jefe de la Fuerza de Tarea Conjunta del Sur, la Brigada XXIV desplegó a lo largo del Valle del Guamués 4.000 militares, tanquetas y helicópteros.

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institucionalidad, tiene escasa capacidad de intervención y regulación; que los habitantes en determinado momento necesitan esa regulación y la reclaman.

etnoculturales diferentes, atraídos por una relativa movilidad social que va de par con la movilidad geográfica, pobladores en quienes se haría más manifiesta la atomización, la precariedad de las cohesiones sociales, la debilidad de pertenencias o identidades comunes que caracterizan a gran parte del país.

Una observación de la zona también nos permite identificar diferencias internas entre el Alto y el Bajo Putumayo en cuanto a la puja de las organizaciones armadas por el control. En el Bajo Putumayo la disputa es mayor entre las Autodefensas y las FARC, acaso porque en esa área se cultive la coca: observemos que las FARC hacen el paro armado en la principal zona que sería objeto de la fumigación contemplada en la primera fase del Plan Colombia, prevista justamente para fines de noviembre del 2000. En tasas de homicidio el Alto y el Bajo Putumayo, a pesar de sufrir ambos el control de los grupos armados y de vivir ambos bajo la ame naza de su presencia, presentan cifras muy diferentes: los municipios del Alto Putumayo registran tasas iguales o inferiores a las tasas promedio del país, mientras en el Bajo Putumayo el valle del Guamés ha ostentado a partir de los años 80 unas tasas exo rbitantes, las más altas de todas las zonas del país, más altas incluso que las de Medellín, Urabá, los municipios de Arauca o el norte del Valle.

Justamente lo que quiero presentar aquí es una serie de reflexiones acerca de la relación del actor armado con los territorios donde está presente u opera y con las poblaciones con las cuales de una manera u otra interactúa. No en todas las zonas los grupos armados operan bajo la misma racionalidad y objetivos ni todos los territorios son mirados por ellos bajo la misma óptica y según los mismos intereses. Santiago Escobar, en un documento escrito para la Consejería Presidencial de Paz en el año de 1995, llamaba la atención sobre estas asimetrías de la expansión de la guerrilla según los territorios; de ese escrito, uno podría deducir una clasificación en cuatro tipos principales de escenarios 107 : zonas de captación de recursos económicos, zonas de apoyo político y bastión electoral, zonas aptas para las operaciones armadas y zonas de tránsito, repliegue o restablecimiento. Intentar convertir una zona escenario de apoyo político en escenario de extracción económica, puede acarrearle fatales consecuencias a la guerrilla; fue el caso del Magdalena Medio, donde – según Carlos Medina- entre 1965 y 1978 hubo un eficaz trabajo político del Partido Comunista articulado con la

Estas diferencias no son fortuitas; habría dos elementos principales que, complementariamente, las pueden explicar: uno más coyuntural, que el Bajo Putumayo es área de cultivo de coca y el Alto no; otro más histórico, que los municipios del Alto Putumayo tienen una historia relativamente larga de tradiciones, mecanismos sociales de cohesión, tanto más que varios de ellos son indígenas como los del valle de Sibundoy, mientras que los municipios del Bajo Putumayo son de colonización reciente, sus habitantes son inmigrantes de diversas procedencias llegados de regiones del país con caracteres

107

Santiago Escobar, Algunos elementos para el análisis de la estructuración del movimiento guerrillero en Colombia, Santafé de Bogotá, Presidencia de la República, Consejería para la Paz, 1995.

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presencia del IV Frente de las FARC pero a partir de 1979 el XI Frente se propuso, para cumplir la cuota económica exigida por el Secretariado de la organización, vacunar a medianos y hasta a pequeños propietarios. Trajo el paso de muchos activistas locales comunistas al anticomunismo y los habitantes se convirtieron en apoyo de los nacientes grupos paramilitares 108 .

las cuales actúan los paramilitares, hasta el más discreto, que debe huir por los enfrentamientos entre dos guerrillas, como sucede en Arauca entre las FARC y el ELN). Pero no voy a hablar del desplazado, ya que existen estudios elaborados por mejores conocedores del fenómeno. Voy a hablar sólo de las zonas rurales, con respecto a la relación entre el tipo de escenario y el tipo de actor. Sabemos que en las ciudades también se da otro género de control armado, el de las bandas y el de las milicias que, pese a sus nexos con las guerrillas, presentan características más cercanas a las de las bandas. Aquí no voy a ocuparme tampoco de esos grupos urbanos.

Más interesante aun es observar los distintos tipos de escenario con relación a la cotidianidad de los sujetos que constituyen una localidad o un conjunto de localidades. Una reciente monografia de grado de la carrera de Sociología de la Universidad Nacional109 distingue tres modos de relacionarse los habitantes de un municipio dado con la organización guerrillera presente en ese municipio (la caracterización podría extenderse a la organización paramilitar), que corresponden a tres tipos de actor: el actor condescendiente, el actor reticente y el actor vacilante 110 .

Existen grandes diferencias, sin duda, entre los tres tipos de habitante diferenciados: entre el complaciente, el reticente y el oscilante. No obstante, el miedo, el temor se combinan con la adhesión en los tres tipos, aunque en grados distintos en cada uno de los tres. Así en el simpatizante y el militante (actor condescendiente) normalmente prima la adhesión, aunque pueblos ha habido en los que las milicias, a veces de las FARC a veces del ELN, han sembrado el terror entre los mismos simpatizantes.

Esto es, lógicamente, hablando de los habitantes que se quedan en el pueblo después de la instalación de una guerrilla o grupo paramilitar, porque sabemos que muchos se ven absolutamente obligados a huir. Constituyen otro personaje ya suficientemente tipificado, “el desplazado” (desde el más visible, por las connotaciones de escarmiento con

En las áreas rurales, habría que distinguir cuatro formas principales de relacionarse los habitantes con las guerrillas, según las posibilidades de combinación entre el miedo y la adhesión:

108

Carlos Medina Gallego, Autodefensas, Paramilitares y Narcotráfico en Colombia, Bogotá, Ed. Documentos Periodísticos, 1990, pgs. 142-148. 109 Carlos Pallares, “Violencia y vida cotidiana en un municipio colombiano”, monografía dirigida por el Profesor Fernando Cubides, Santafé de Bogotá, Universidad Nacional, 2000. El municipio sobre el cual versa el trabajo es Teorama, en el departamento de Norte de Santander. 110 “Op. Cit.”, pg. 84.

1) Una es la del adherente político por razones más o menos programáticas, ligadas con intereses colectivos y con las identidades, por ejemplo de campesinos pobres o de jornaleros: es la que se ha dado en las veredas, corregimientos y, aunque menos, en las cabeceras municipales, en donde antes o

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simultáneamente a la implantación de la guerrilla ha existido un trabajo político de un partido o movimiento proclive a la organización guerrillera: del Partido Comunista o de la Unión Patriótica, para el caso de las FARC. Son bastiones, incluso electorales, que datan de los años 60 y 70. Por citar algunos: el corregimiento de San José de Apartadó, en Urabá, que durante los años 80 inclinó acentuadamente la balanza a favor de la Unión Patriótica en el municipio de Apartadó e hizo pensar inexactamente que la totalidad del municipio votaba por el movimiento; otro ejemplo ha sido el antiguo corregimiento de La Uribe, hoy municipio. Más difícil encontrar estos casos entre las nuevas localidades que fueron ocupadas por la guerrilla después de los años 80, en la fase de expansión que ya no cuidaba tanto el trabajo político sino el recaudo económico y la capacitación militar.

fueron funcionales para las acciones sindicales de SINTRABANANO y de SINTAGRO, SINTAGRO; digamos que han sido de los pocos casos en los que las guerrillas han tenido una expresión clasista. Los salarios reales mejoraron en el tiempo en el cual esos sindicatos, en su radicalismo, hicieron huelgas y las ganaron, pero a costa de ser instrumentalizados por las guerrillas, tributándoles de sus fondos sindicales y, peor aun, poniendo víctimas en la pelea sangrienta entre las dos guerrillas que pretendían el dominio de los dos sindicatos. Puede haber también una adhesión de conveniencia o utilidad individual pero no económica sino política, cuando el apoyo que se brinda a la guerrilla permite adelantar una campaña electoral sin peligro de ser secuestrado o incluso asegura la votación mayoritaria, bajo presión de las armas: en las elecciones del mes de octubre de 2000 en uno de los departamentos, al menos, pudo constatarse que quienes antes habían votado por el partido liberal votaron esta vez por el candidato apoyado por el ELN y en cambio los anteriores votantes del partido conservador lo hicieron por el candidato apoyado por las FARC.

2) Otra forma de relacionarse el habitante con las guerrillas ha sido la del adherente político por razones no programáticas sino de conveniencia o utilidad, ligadas más con las estrategias individuales que, como en la forma anterior, con las estrategias colectivas. Es el caso de la relación entre los cultivadores de coca y las FARC, o entre las FARC y los raspachines o raspadores de la hoja de coca, que en las llamadas “marchas campesinas” del Caquetá hace tres años fueron los más decisivos. En los dos casos la utilidad que alimenta la adhesión es la utilidad económica.

En este nivel podemos incluir la proclividad de los adolescentes y jóvenes a enrolarse en las filas de los grupos armados, guerrillas o paramilitares, presentes en sus veredas. Son mucho más los jóvenes campesinos quienes se enrolan, que los residentes en las cabeceras de los municipios (también existe reclutamiento forzado, pero no estoy hablando de eso). Sin duda el muchacho encuentra en esta institución un medio de promoverse, de movilidad social, y la oportunidad de manejar un arma, con todas las connotaciones que tiene tanto en el imaginario tradicional transmitido de

3) En el intermedio entre la adhesión programática y la de conveniencia, podría hallarse los casos en los que las guerrillas han apoyado acciones colectivas como las sindicales, no sin reclamar contrapartidas, incluso de imposiciones económicas. Por ejemplo en Urabá, tanto FARC como EPL

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padres a hijos como en el consumo cultural de hoy, a través de la televisión. Aquí no quiero dejar de observar que, aunque estos imaginarios mueven tanto al campesino hacia la guerrilla o los paramilitares como al joven citadino hacia las bandas o las milicias, hay una gran diferencia entre las dos formas de pertenencia: en la guerrilla o los paramilitares el organigrama es contundentemente jerárquico, está sometido a los adultos y con una actitud que –pude comprobarlo en los campamentos de reinserción del EPL en 1991- es sumisa y extremadamente filial hacia los comandantes, mientras al insertarse el joven en una banda o en una milicia, conserva una autonomía generacional sin sumisión a los mayores, y los esquemas organizativos son distintos y las jerarquías no son rígidas ni patriarcales.

Esa aceptación de facto de la nueva autoridad aparecida y de sus acciones, que son fundamentalmente hechos de violencia y de violencia armada, un sociólogo podría prematuramente interpretarla como “legitimación” de la violencia. La interpretación es falaz, pues es más bien una actitud de pasividad que nace espontáneamente de un cálculo implícito de los habitantes sobre la correlación de fuerza desfavorable como estrategia de sobrevivencia, y no una adhesión surgida de intereses comunes coincidentes con los armados, ni siquiera del reconocimiento de éstos como alternativa promisoria, sino de una situación pasajera que es preciso aceptar porque no se ve posibilidades reales de trastocarla. Lo más que se reconoce a esos ocupantes es una función sustituta de las funciones del Estado, particularmente en los campos de la justicia penal -que no de la justicia social ni distribuitiva- y de la seguridad (contra delincuentes tales como ladrones y abigeos).

4) Ahora bien, aparte del adherente por las razones anteriores, programáticas o de conveniencia, un habitante puede relacionarse con un grupo armado ilegal, guerrilla o paramilitares, a través predominantemente del miedo. Y alguien también puede invocar ese miedo para, en virtud simplemente del halo de temor que crea la presencia del actor armado, obtener la imposición de su capricho o de un interés particular así no sea efectivamente alguien de influencia ante la organización.

La actitud a la que me refiero, de los vecinos de vereda hacia los guerrilleros o los paramilitares, es semejante a la actitud de los habitantes urbanos de barrios populares hacia las bandas juveniles y hacia las milicias conexas con las guerrillas.

Una vez instalado un grupo armado de la identidad política que fuere, especialmente en el radio inmediato de acción que es la vereda, la mayoría de los habitantes de esa área, de distintas clases o estratos sociales, tienden a aceptar como un hecho su autoridad, fundada únicamente en el uso y la intimidación del arma, y empieza el proceso inverso de des-autorización de los poderes institucionales a nivel local, poderes que ahora más que antes van siendo reducidos al formalismo.

Son más bien raros los casos en los cuales, en los primeros pasos de implantación de una guerrilla o grupo paramilitar, se haya logrado oponer una reacción autónoma, inerme y eficaz de la sociedad local para impedir dicha implantación. Los casos que se conocen se han dado en comunidades indígenas, que precisamente parecen de mayor homogeneidad e identidad etnocultural y de mayores lazos de cohesión social sin que caigamos en la mitificación

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indigenista-, siendo la cara opuesta a las sociedades de colonización.

Ante el aumento de ejecuciones de las milicias bolivarianas ligadas a los Frentes V y 34 de las FARC en veredas y barrios de Apartadó y en otras veredas de Urabá sobre la misma población que pasaba por votante de la Unión Patriótica, buena parte del vecindario que no huye a la llegada de los paramilitares, les brinda a éstos su apoyo. Algo semejante sucede luego con parte de la población soportante del ELN en municipios del sur de Bolívar. Por tratarse de zonas en las cuales el poder de esas guerrillas parecía omnímodo, y particularmente por tratarse de poblaciones que eran consideradas, no sólo resignadas sino entusiastas bastiones políticos de esos grupos armados, el brusco cambio de bando llama enormemente la atención del observador desprevenido.

Fuera de los casos excepcionales aludidos, la reacción a la implantación del actor violento, cuando la ha habido, ha sido armada y agenciada por la organización violenta de signo contrario, los civiles han actuado sólo apoyándolos. Ejemplos muy excepcionales existen, es cierto, de neutralización civil exitosa de los actores violentos, pero se ha tratado de un repudio gestado muchos años después de la implantación del actor armado, un repudio fruto del cansancio de una situación insostenible que ha arrojado antes una multitud de muertos por el conflicto: tal sucedió en la comunidad de La India, ganadora del Premio Alternativo de la Paz, y tal sucede en las llamadas comunidades de paz impulsadas por los párrocos y dirigentes laicos de algunos municipios azotados por la violencia.

Pero detengámonos un poco a rastrear los efectos de la presencia de los grupos armados en la cotidianidad de las localidades desde el punto de vista de la otra violencia, la de los homicidios, secuestros, amenazas que no provienen directamente del nuevo orden local que se instaura ni de los cálculos estratégicos de las organizaciones implantadas, sino que tienen más bien que ver con la vida cotidiana de las gentes que debe continuar, aunque con muchos cambios y adaptaciones, después de la llegada de los nuevos ocupantes. En otras palabras, cómo se da en la cotidianidad de los pueblos y veredas la relación entre la violencia organizada y la violencia difusa.

Lo que muestra la constatación anterior es la naturaleza fragmentada de la sociedad colombiana, más ostensible en las zonas de colonización pero no rasgo exclusivo de ellas; naturalmente que aun en sociedades cohesionadas, organizadas y con longevas tradiciones de participación civil, ha sido difícil enfrentar o neutralizar actores violentos de alto grado de organización en guerra declarada con el Estado o en actividades mafiosas o delincuenciales sofisticadas. En Colombia, lo que sí ha sido relativamente frecuente es el relevo de un actor violento por el contrario, como recurso de los habitantes para sacudirse de un yugo que se ha hecho demasiado ominoso: está, para ilustrarlo, la reacción de los habitantes del Magdalena Medio al XI Frente, ya antes comentada.

Consciente de que éste es un tema mayor sobre el cual hay mucho que explorar, intento solamente avanzar una primera observación elemental: no en todas las localidades en las cuales se asientan los actores violentos organizados, se disparan el homicidio y el secuestro, o al menos no en todas las localidades en el mismo grado. Los

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principales factores que, en una inicial observación, parece que influyen en el rumbo de esa interacción, son tres: 1) el tipo de escenario que representa, para la organización violenta, la localidad; es decir, si la zona es escenario de captación política, lo cual incluye aspectos de cierta formación política de la gente y alguna organización civil (alrededor del Partido Comunista, por ejemplo, en el caso de las FARC o, en su momento, de la Unión Patriótica), será menos propensa a la violencia que si es escenario de simple recaudo económico o sólo teatro de acciones contra el Ejército; 2) el grado de cohesión o de fragmentación social producto de los procesos históricos de esa sociedad local, siendo muy propensas a la fragmentación, por ejemplo, las áreas rurales de colonización o los barrios urbanos de invasión; y 3) las experiencias sociales de los habitantes en torno a prácticas cotidianas de violencia anteriores a la llegada de las organizaciones y a formas sociales de memoria y representación de tales experiencias, de las propias y de las recibidas mediante la tradición familiar y local. En el tercer factor, como podremos darnos cuenta, es donde juegan los imaginarios de la violencia, los de la Violencia del siglo XX, pero incluso los de guerras más lejanas como la de los Mil Días o las anteriores guerras del siglo XIX.

presencia de alguno o de varios actores violentos organizados, pero además casi todos son municipios de colonización reciente y algunos, como los del norte del Valle y occidente de Risaralda, fueron de colonización cafetera de primera mitad del siglo XX y se incorporaron recientemente a una economía “de ciclo corto” a través del narcotráfico. Prácticamente en todos, la práctica considerable del homicidio no empezó con la llegada de los actores armados aunque tal llegada, si bien en un primer momento redujo en muchos de ellos las tasas de homicidios, en el mediano plazo las aumentó notoriamente. Y sin embargo en la mayoría de ellos la mayor proporción de los homicidios no proviene directamente de los actores armados organizados.

Para, de nuevo, ilustrar las afirmaciones, veamos algunos cifras: en el libro La violencia y el municipio colombiano 1980-1997 111 se constata que los 75 municipios agrupados en la clasificación –convencional, naturalmente- bajo las categorías de “muy violentos” y “relativamente violentos”, absolutamente todos tienen

Esas mismas disposiciones virtuales no han sido activadas en el mismo grado en sociedades locales en las que, a su llegada e implantación, el actor armado organizado ha encontrado situaciones de menos inestabilidad, producto de una historia si se quiere más estática, de menos movilidad geográfica-social, de más tranqueras sociales, de mayor homogeneidad etnocultural. Allí el miedo y la amenaza de la autoridad nacida de las armas puede tender más a inhibir, a desmovilizar, a amilanar, a

Por un lado el nerviosismo de la amenaza y la pérdida del ya escaso rol del Estado y de su valor simbólico en la representación que de lo institucional tiene la gente, y por otro lado la incoacción del recurso de homicidio mediante la reiteración de su práctica impulsada por el actor organizado, así como la misma instrumentación utilitaria de la presencia del actor, han llevado al incremento del uso de ese recurso para cualquier tipo de diferendos, intereses y fines de la vida cotidiana.

111

Fernando Cubides, Ana Cecilia Olaya, Carlos Miguel Ortiz, Op. Cit., Santafé de Bogotá, Universidad Nacional, Facultad de Ciencias Humanas CES, 1998.

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interiorizar sujetivamente la violencia, que a activar procesos de violencia interindividual.

pastel al común de delincuentes 112 . Pero eso no ha sido en el país lo más corriente.

En cuanto al secuestro, la retroalimentación entre actores violentos políticos y delincuencia no puede ser más patética: a diferencia del homicidio individual y del múltiple – conocido como masacre-, el secuestro es una práctica bastante reciente en Colombia. Y en aras de la precisión hay que decir que lo ejercitaron por primera vez en el país las guerrillas, al principio esporádicamente y con propósitos exclusivos de financiación de la “guerra”, pero pronto se dispara una escalada que ya ni monopolizan ni mucho menos controlan las organizaciones guerrilleras. En la mayor parte de los municipios en los cuales el secuestro es hoy relevante, su uso fue entronizado por alguna de las guerrillas, en menos casos por los paramilitares; posteriormente, o la guerrilla abandonó el municipio continuando, no obstante, en aumento el secuestro, o bien la guerrilla permanece aún y comparte la autoría con los delincuentes comunes.

A esta altura se puede hablar, pues, de una mutua instrumentalización entre los actores violentos políticos y el común de delincuentes. Instrumentalización que llega al máximo en la llamada “venta de secuestrados”, operación por la cual en Colombia una banda delincuencial ordinaria vende a una organización guerrillera el derecho sobre un ciudadano secuestrado por ella o, al revés, una guerrilla paga a delincuentes comunes el cuidado de un secuestrado compartiendo, en contrapartida, los dividendos del negocio. En este punto de la reflexión, la pregunta de si, a pesar de todo, se trata de una guerra interna o guerra civil lo que hay en Colombia, creo que es menos importante. La pregunta, por supuesto, sí es relevante para reconocer o no a los protagonistas estatuto de beligerancia, para definir fórmulas de reinserción a la vida civil inerme de los “combatientes”, para anticiparse cautelosamente al proceso más allá de firmado un acuerdo definitivo, si es que eso fuere posible. Con un concepto de “guerra interna” suficientemente laxo como el de Peter Waldman113 , seguramente las confrontaciones armadas colombianas caben en ese espectro. Al fin y al cabo todas las guerras, internacionales o internas, son diferentes. Y la degradación ha acompañado a muchas de ellas por no decir que a todas ellas; la promiscuidad entre bandos de la guerra y delincuentes no ha sido ajena a las guerras civiles: bastaría evocar la guerra del Líbano,

En donde más pasa el secuestro del control de las guerrillas al uso indiscriminado por parte de la llamada “delincuencia común”, es una vez más en los municipios de colonización y/o economías extractivas “de ciclo corto”, incluyendo curiosamente los de la actual “zona de despeje”; sin querer decir por ello que en municipios tradicionales su número no haya crecido también enormemente pero todavía bajo autoría o control de la guerrilla. De las zonas de colonización y cultivos ilícitos, sólo Arauca mantiene sus altísimas cifras tanto de secuestro como de homicidio bajo una autoría mayoritaria de la guerrilla, autoría compartida entre las FARC y el ELN, y por tanto la violencia allí conserva su sesgo politizado dejando menos tajada del

112

Ibid., pg. 53. En: Peter Waldmann y Fernando Reinares (compiladores), Sociedades en Guerra Civil, Barcelona, Eds. Paidós, 1999 (particularmente pgs. 13.14; 27-29). 113

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cuyas degradaciones se han mencionado más de una vez, o la delincuencia entremezclada en la guerra del Salvador.

ellos (al menos los homicidios no, los secuestros sí) ni que todos obedezcan a planes controlados por uno cualquiera de los actores; sino que el enfrentamiento a muerte crea y reproduce cotidianamente las condiciones y el pretexto para hacer valer, por la fuerza, todo género de pretensiones atomizadas y dispersas, que resultan así mezcladas de modo confuso con reivindicaciones colectivas, políticas, sindicales, etc.: dicho en otras palabras, un pulular de “rebusque” a través del recurso de la muerte y a la sombra de la violencia política o, si se quiere, de la “guerra”.

La crueldad tampoco es exclusividad del caso colombiano, nos dice el mismo Waldman, al recordar los horrores de la Guerra Civil Española o, un poco más atrás, lo que él considera guerra civil entre las poblaciones de La Vandée en Francia y los jacobinos de 1793 a 1797114 . Delincuencia y crueldad, saben los historiadores que acompañaron en nuestro mismo país la famosa Guerra de los Mil Días. A pesar de tan altas de homicidio entre 1984 y el 2000, no han alcanzado las de aquella guerra, y recuerdo a menudo el refrán que solían repetir los asaltantes de fincas de entonces, aprovechadores de la guerra: “Decreto número uno: Guerrilleros tres, pueden pelar res”115 .

La presencia de los actores enfrentados es ambivalente: promueven de alguna manera formas de organización y a veces de solidaridad bajo su férula, pero impiden cualquier brote de organización cuando es civil y autónoma; atacan al Estado (que es una de las características de la guerra civil) pero ejercen hasta cierto punto funciones de índole estatal, como las de policía y justicia, lo cual es también usual en las guerras, dentro de los territorios controlados por los rebeldes; pretenden disminuir los homicidios “banales” pero aumentan los asesinatos selectivos y, con el tiempo, los homicidios en general como efecto de las querellas de poder y del “rebusque” pelechado al abrigo de sus causas; arraigan inicialmente en las poblaciones por sus ofertas de seguridad pero en muchos casos han terminado practicando abusos y amedrentando de tal modo que exasperan a las poblaciones y auspician la necesidad de armarse contra ellos, provocando el surgimiento y apoyo de otros grupos armados de signo contrario.

Más allá, pues, de responder si estamos ahora en una guerra interna o no, de lo que se trata es ante todo de entender las dinámicas de los actores armados al irrumpir en la cotidianidad de los pueblos y de las veredas. Y la hipótesis apenas esbozada aquí es que en la fragmentación de estas sociedades locales y sobre el fondo de miedo y desidentidad en donde logra imperar la ley del silencio, los actores organizados construyen su poder, sin palabras –como dijera Pécaut- pero con hechos y con gestos. Aunque la cadena de homicidios y secuestros se da finalmente en el marco del enfrentamiento a muerte de actores organizados, guerra o no, no quiere decir ni que esas prácticas violentas hayan comenzado necesariamente con 114

Ibid., pg. 30. Carlos Miguel Ortiz, Estado y subversión en Colombia, Bogotá, Ed. Cerec y Universidad de los Andes, 1985, pg. 40, nota 7. 115

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COYUNTURA

LA REFORMA DE LAS NACIONES UNIDAS…

establecer una agenda detallada para su implementación117 .

LA REFORMA DE LAS NACIONES UNIDAS LA ANTICIPACION Y LA PREVENCIÓN COMO OBJETIVOS PRINCIPALES

Pero, paradójicamente, fue después del cincuentenario de la ONU cuando entre los miembros surgió un nuevo interés por la reforma. En 1996, Estados Unidos tomó la iniciativa 118 , apoyado por el G7/G8, seguida de un calendario detallado para la implementación de las reformas del entonces recién elegido Secretario General Kofi Annan 119 .

Alexandra Novosseloff116

Los enormes cambios que han tenido lugar en las relaciones internacionales desde mediados de los años 80 han situado la reforma de las Naciones Unidas en el centro de la agenda internacional. ¿Qué debe hacer para adaptarse al nuevo contexto internacional caracterizado por la globalización y la fragmentación? Da la impresión de que la Organización no se ha anticipado, ni siquiera ha acompañado, en su estructura y métodos de trabajo, a la evolución del sistema internacional. Parece haberse conformado con mantener e implementar la agenda que imperaba durante la Guerra Fría. El empleo masivo y a veces excesivo de las costosas operaciones de mantenimiento de la paz sin una estrategia política ni medios apropiados ha intensificado las críticas al sistema, acusado de dar la misma respuesta a problemas cuya naturaleza y orígenes han cambiado.

117

La Asamblea General creó nada menos que un comité y cinco grupos de trabajo para estudiar el futuro del sistema de Naciones Unidas y sus acciones: Special Committee on the Charter of the United Nations on the Strengthening of the Role of the Organization; High-Level Open-ended Working Group on the Strengthening of the United Nations; Openended Working Group on the Question of Equitable Representation on and Increase in Membership of the Security Council; Openended Working Group on the Agenda for Peace; Ad-hoc Open-ended Working Group on the Agenda for Development; High-Level Openended Working Group on the Financial Situation of United Nations. También se han llevado a cabo estudios externos. Entre otros: el informe Ramphal/Carlsson (“Our Global Neighborhood”); el informe Qureshi/Weizsäcker (“The United Nations in its Second-Half-Century: A Report of the Independent Working Group on the Future of the United Nations”); el informe Ogata/Volker (“Financing an Effective United Nations: A Report of the Independent Working Advisory Group on UN Financing”); y el informe South Centre (“For a Strong and Democratic United Nations: a South Perspective on UN Reform”), y ediciones especiales de Futures (vol. 27, n° 2, March 1995) sobre “The United Nations at Fifty: Policy and Financing Alternatives” editado por Harlan Cleveland, Hazel Henderson y Inge Kaul. 118 En febrero y abril los Estados Unidos publicaron dos documentos de propuestas detalladas sobre la reforma de las Naciones Unidas: “US Views on Reform Measures Necessary For Strengthening The United Nations System” (febrero 1996), y “Preparing the United Nations for Its Second Fifty Years” (abril 1996). 119 Documentos ‘Track I’ (A/51/829) del 17 de marzo de 1997, y ‘Track II’ (A/51/950) del 14 de julio de 1997.

El cincuentenario de la organización constituyó una oportunidad ideal para, en palabras del antiguo Secretario General, Boutros Boutros-Ghali, efectuar la transición de ”la vieja a la nueva ONU”. Sin embargo, los estados miembro dejaron escapar esta oportunidad de discutir de manera seria y decidida el tema de la reforma y 116

Doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad de París IIPanthéon-Assas (Centre Tucídides). Funcionaria del Ministerio Francés de Defensa en el Directorio de Asuntos Estratégicos.

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A finales del 2000, la Cumbre del Milenio (celebrada entre el 6 y el 11 de septiembre de 2000) y la Asamblea del Milenio representaron una segunda oportunidad para que los estados miembros reflexionasen acerca del porvenir del sistema de las Naciones Unidas. No sólo estaba en juego el futuro de la ONU, sino también su propia existencia. La intención de estas reuniones era replantear, a un alto nivel, el futuro de la ONU y su adaptación al mundo que le rodea y a sus nuevas misiones. El objetivo principal de estos eventos era adquirir conciencia de esa necesidad, además de identificar nuevos retos y las reformas que estos suponen. En otras palabras, ¿cómo puede la organización adaptarse a la evolución del sistema internacional para “proporcionar al siglo XXI una ONU equipada, financiada y estructurada que sirva de forma eficaz a las personas para las que fue creada”120 ? Estas preguntas abordan tanto los preparativos para el siglo XXI, a fin de “controlar mejor lo impredecible”121 , como los principios, objetivos y el futuro del sistema de Naciones Unidas en general. No se trata únicamente de una adaptación y gestión día a día. Es más bien una cuestión de previsión para tratar de establecer un sistema realmente acorde con los retos del mañana 122 .

postguerra Fría es la principal prioridad. De hecho, no se ha organizado ninguna conferencia política internacional para tratar los cambios que han tenido lugar entre 1989 y 1992, tal y como se hizo después de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Todo ello a pesar de los profundos cambios generados por la caída del muro de Berlín y el ‘Telón de Acero’, el desmembramiento del imperio soviético y la aceleración de la globalización, que en su conjunto han producido transformaciones tan grandes como aquellas originadas por las dos guerras mundiales. Estos cambios incluyen:

Una prioridad: prever para adaptar

Estos son fenómenos clave que deben formar parte del planteamiento y decisiones de la ONU, porque, como apunta el actual Secretario General: “quedarse quieto mientras el mundo

-

-

-

-

Una reforma efectiva de las Naciones Unidas requiere un análisis en profundidad de su contexto internacional. Es inevitable una reflexión anticipada y un esfuerzo: por tanto, ‘replantearse’ el período de

123

procesos de globalización y 123 fragmentación ; la creciente disparidad entre ricos y pobres (tanto entre estados como dentro de las sociedades) 124 ; el aumento de segmentos religiosos, étnicos y culturales; cambios relacionados con la naturaleza de los conflictos y la ampliación de los conceptos de seguridad y desarrollo 125 ; la debilitación de la idea de soberanía estatal, la crisis del Estado-nación; el predominio de la lógica de la fuerza; y la revolución tecnológica y de la comunicación a ‘tiempo real’.

Según Boutros Boutros-Ghali, no hay sólo un proceso de globalización, sino muchas formas de globalización y cada una tiene su propia particularidad y ritmo . Véase “21st Century Talks”, UNESCO, Le Monde, 28 de abril, 1998. 124 Véase PNUD, Informe sobre el Desarrollo Humano 1996 y 1997. 125 Véanse los capítulos 2 y 3 del Informe sobre Desarrollo Humano 1994, PNUD.

120

La Declaración del Cincuentenario de la ONU, 24 de octubre de 1995. 121 Citando a Jacques Lesourne (Les mille sentiers de l’avenir, 1981, París). 122 Entrevista con el Sr. Jérôme Bindé, Director de la Oficina de Análisis y Previsión de la UNESCO en París.

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avanza es como deslizarse inútilmente hacia atrás” 126 .

nivel adecuado actuación”129 .

Estos cambios han llevado a una absoluta metamorfosis de todo el sistema internacional, que es cada vez menos interestatal y cada vez más transnacional. Su centro de gravedad se ha trasladado poco a poco de Europa a Asia-Pacífico. Parece que el poder económico y financiero y la capacidad de influir han sustituido a los poderes político y de mando. El sistema internacional ya no está regulado por el equilibrio de poder porque la influencia y el poder norteamericanos no tienen contrapeso. Según algunos observadores, los Estados Unidos ejercen por lo tanto un ‘multilateralismo autoritario’ 127 o un ‘nuevo 128 unilateralismo’ que les permite gestionar los asuntos mundiales según sus intereses, agenda y objetivos propios, y basar su actividad dentro del sistema internacional en un concepto instrumental de la ONU. Esta política provoca resentimiento en muchos actores que rechazan esta dominación.

Finalmente, el sistema internacional de postguerra Fría se caracteriza por la desaparición de la ‘amenaza’ y de la lógica de la adversidad, y por un ‘sistema de referencias vacío’ 130 , ‘la pérdida de sentido’131 ; es un sistema donde las ‘pequeñas ideologías’ (el individualismo, el narcisismo, la preocupación por uno mismo) han reemplazado a las ‘grandes ideologías’ que arrastran consigo un proyecto, esperanzas y alternativas 132 . Se podría decir que, a escala mundial, existe una ‘pérdida de sentido’ y una falta de proyecto federativo; y que en su lugar, existen numerosos ‘micro sentidos’ que inducen a “la propagación de un mosaico de ‘códigos’ y ‘reglas’ (ni aceptados ni unificadores) que no respetará nadie”. Esta tendencia es resultado de la fragmentación del mundo, que conduce a una “creciente atomización de la sociedad” y que propicia la “dinámica individual en lugar de las situaciones colectivas”133 . Estos fenómenos que generan mayor complejidad reflejan lo que muchos autores han denominado una ‘crisis de civilización’. Esta crisis tiene tres dimensiones: la crisis del Estadonación, la crisis de la sociedad (que

Dado el rápido aumento de la interdependencia y de los medios de comunicación, los problemas mundiales hoy día son algo compartido que no se puede reducir a una causa única o a una percepción monolítica. Estos problemas no necesariamente requieren una solución global; lo importante es encontrar, como dijo Zaki Laïdi “un

de

decisión

y

129

Zaki Laïdi, “Le rite médiatique du G7”, Libération, 15 de junio, 1996. 130 Irnerio Seminatore, 1996: 611. 131 Véase Zaki Laïdi, Un monde privé de sens, 1994, Paris, Fayard. 132 ¡Aunque estas alternativas hayan conducido a regímenes autoritarios y a desastres humanos y humanitarios! También hay que tener en cuenta que el “decline de las grandes narrativas” en realidad precedió al fin de la Guerra Fría, y fue anunciado, por ejemplo, en 1979 en el ensayo profético del filósofo Jean-François Lyotard, La condition post-moderne, 1979, París, Éditions de Minuit.

126

Kofi Annan, “Peace Operations and the United Nations: Preparing for the Next Century”, febrero 1996. 127 Irnerio Seminatore, “Les relations internationales de l’après-guerre froide: une mutation globale”, Etudes internationales, 27(3), septiembre 1996, p. 605. 128 G. Achcar (Le Monde diplomatique, octubre 1995, p. 9) citando un artículo publicado en el International Herald Tribune, “Going It Alone and Multilateralism Aren’t Leadership”, 4-5 de febrero, 1995.

133

Zaki Laïdi, “L’urgence est mauvaise conseillère du prince”, Libération, 11 de octubre, 1996.

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situaciones complejas”139 . Para alcanzarlo, se debe tratar de no dividir las soluciones que se dan a problemas específicos y no restringirlas a una sola área. Es más, un problema no se puede abordar sólo a nivel político, ya que las esferas política, social y económica están estrechamente interrelacionadas. Al contrario, “para comprender el fenómeno, deben cuestionarse las causas además de la interconexión entre los distintos actores que son la política, la guerra, la ley, la economía, la cultura, la moral... y abordar el todo con un único y sencillo enfoque”140 . Esto es particularmente útil a la hora de comprender mejor las raíces y la naturaleza intraestatal de los conflictos actua les.

también es la crisis de la comunicación y de la comprensión) y la crisis del ser humano 134 . La ONU por tanto se enfrenta hoy día a una serie de problemas que no habían previsto los fundadores de la Carta. Como dice Richard J. Poncio, “las palabras ‘población’, ‘migración’, ‘hambruna’, ‘pobreza’, y ‘medio ambiente’ no aparecen en la Carta de 1945”135 , y tampoco la palabra desarrollo’, aunque en la Carta ya se menciona la necesidad de ‘promover el progreso social’ 136 y se crea un Consejo Económico y Social. Las preocupaciones y los problemas han cambiado de forma natural desde 1945 y la ONU debe acompañar estos cambios en las tres áreas que trata la Carta (política, económica y social). Como dijo Ghassan Salamé “a partir de ahora, los diplomáticos, investigadores y estrategas deben analizar una larga lista de situaciones concretas donde la cuestión no es encontrar la ‘mano de Moscú’ o a los ‘agentes de la CIA’ sino comprender la declinación de las sociedades, la desintegración de los territorios y el fracaso de los estados”137 . El desafío para hoy y para el futuro es “captar la faceta multidimensional de las realidades”138 y lograr “una comprensión de las

La Carta de 1945 no previó el problema de los conflictos intraestatales o infraestatales. Durante 40 años, estos conflictos se han convertido en confrontaciones Este-Oeste y en guerras ideológicas, cuya resolución tropieza con el conocido artículo 27 de la Carta que dice “ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará a los Miembros a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta”. El predominio actual de los conflictos intraestatales o civiles va acompañado de formas de violencia difusa –proliferación de milicias (que lleva a la privatización de la violencia), criminalización de la política, masacre de civiles, terrorismo, genocidio 141 – que hacen que todos los esquemas analíticos y las relaciones interestatales resulten confusos. En estos conflictos

134

Sobre este tema, véase el extraordinario análisis de Éric de la Maisonneuve (La violence qui vient, 1997, Arléa) y Edgar Morin / Sami Naïr (Une politique de civilisation, 1997, Arléa). 135 Richard J. Poncio, “Beyond 1995: negotiating a new UN through Article 109”, Fletcher Forum of World Affairs, 20(1), invierno/primavera 1996, p. 152. 136 El Artículo 1, párrafo 3, expresa la necesidad de “lograr la cooperación internacional para solucionar problemas de carácter económico, social, cultural o humanitario”. 137 Ghassan Salamé, Appels d’empire: ingérence et résistances à l’âge de la mondialisation, 1996, p. 87. 138 Edgar Morin, 1997: 25.

139

Eric de la Maisonnneuve, 1997: 19. Eric de la Maisonneuve (1997: 215) citando a Jean Guitton (La pensée et la guerre, 1969). 141 Pierre Hassner, “Par delà la guerre et la paix: violence et intervention après la guerre froide”, Etudes, 1996. 140

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popular 142 , de la misma manera que la seguridad internacional va mano a mano con la ‘seguridad humana’. De hecho, ya hace varios años que el Consejo de Seguridad tiene en cuenta la ampliación del concepto de seguridad internacional y reconoce que “las fuentes no militares de inestabilidad en la esfera económica, social, humanitaria y ecológica se han convertido en amenazas a la paz y a la seguridad”143 . Sin embargo, esto todavía no es algo sistemático sino que se aplica día a día y todavía está demasiado condicionado por los intereses contradictorios de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y de los grupos regionales.

‘en descomposición’, ‘degenerados’ o ‘anárquicos’ ya no hay reglas, sino que se están convirtiendo en una violencia difusa. Aunque la violencia ocurra dentro un país ya no concierne solamente a ese país, sino que atrae la atención del mundo entero. Se cuestiona la relación entre soberanía nacional y respeto por los Derechos Humanos. La ‘intervención humanitaria’ llevada a cabo por la OTAN en Kosovo aparentemente minó el sacrosanto principio de la soberanía nacional. Sin embargo, los criterios adoptados para la intervención no se aplican a cada conflicto o crisis del mundo y la ‘comunidad internacional’ todavía interviene demasiado tarde, como en Timor del Este, cuando ya han ocurrido las masacres. Las reticencias a la hora de intervenir se deben a la estrecha concepción estatal de la soberanía y al hecho de que su contenido se ha mantenido igual desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, mientras que el concepto en sí ha evolucionado. El concepto se ha alterado porque hoy día hay numerosos actores (supranacionales, transnacionales o subnacionales) y fuerzas (económicas, comerciales, tecnológicas y culturales) que contestan la soberanía estatal. Incluso, los estados se ven cada vez más amenazados por el creciente papel de los individuos, que está llevando a una soberanía popular. Existe una tendencia actual hacia la cesión o distensión de las prerrogativas de soberanía tradicionales de los estados-nación a través de las organizaciones regionales (como en Europa) o a través del creciente cuerpo de leyes, convenciones y tratados internacionales sobre una amplia gama de temas. Además, como resaltó Samuel A. Makinda, la idea de soberanía ya no sólo hace referencia a la soberanía estatal sino también a la soberanía

No obstante, “una excesiva flexibilidad, una falta de clasificación y un enfoque ‘pragmático’, caso por caso, puede conducir a una ‘incertidumbre operativa’ y a la no conformidad”144 y por tanto a un alejamiento de los principios en los que se basa la ONU. Esto nos obliga a cuestionarnos los objetivos iniciales de la Carta: ¿pretenden proteger a los estados o a sus ciudadanos? 145 Más importante aún es el hecho de que la falta de rigurosidad a la hora de realizar estos cambios puede hacer creer a las personas que la ONU actúa de acuerdo con el principio de doble rasero. Por tanto, “a fuerza de ser demasiado selectivo a la hora de elegir sus misiones, el Consejo de Seguridad se 142

Samuel A. Makinda, “Sovereignty and International Security: Challenges for the United Nations”, Global Governance, 2(2), mayo-agosto 1996, pp. 149-168. 143 Declaración del presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, 31 de enero, 1992. 144 Stanley Hoffmann, “Thoughts on the UN at Fifty”, European Journal of International Law, 6(3), 1995, p. 321. 145 Al referirse a la “tragedia argelina”, Georges Kiejman considera que “la razón de ser de la ONU” no es proteger a las naciones, sino “a los hombres, mujeres y niños que las constituyen”, en “Le drame algérien et la Charte des Nations Unies”, Le Monde, 13 de enero, 1998.

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puede convertir –si no lo es ya– en un órgano interestatal que trata asuntos que las grandes potencias no consideran importantes”146 . De nuevo, en este caso, las decisiones del Consejo de Seguridad sólo reflejan la voluntad o falta de voluntad y los intereses o falta de intereses de sus miembros, en lugar de reflejar aquellos de un órgano de concertación creado para implementar políticas cooperativas para el beneficio común.

mostrado el poder de una posible sociedad civil internacional organizada. La cuestión es si esta sociedad civil es capaz de evaluar de manera eficaz y coherente las decisiones y la actuación de los estados. Lo único que se puede afirmar es que la participación de los actores de la sociedad civil en los debates y en el trabajo de la ONU puede, hasta cierto punto, ayudar a contener el poder de los principales estados y a reducir las tensiones entre la universalidad y la soberanía nacional. El problema es que la integración de los actores no estatales sigue siendo imperfecta y desigual, y sigue estando sometida a la buena voluntad de los estados, sobre todo en los órganos importantes148 . Lo que ocurre con las organizaciones no gubernamentales también ocurre con los pequeños estados. Por ejemplo ¿se respetan siempre las disposiciones de los artículos 31 y 32 sobre la participación de los estados no miembros del Consejo de Seguridad en los debates? Y aunque esta participación sea real ¿influyen realmente las ideas propuestas por estos estados sobre las decisiones previas, tomadas casi siempre tras puertas cerradas por los miembros permanentes? En este caso, como en muchos otros, la aplicación rigurosa de los artículos de la Carta ya sería un paso hacia delante y reduciría la actitud instrumental que muestran las grandes potencias hacia la ONU.

Para el ejercicio eficaz de la soberanía popular, a nivel internacional, multilateral o incluso regional, es necesaria la construcción de una ‘sociedad civil internacional’ mejor organizada y estructurada que la que existe actualmente. Durante las grandes conferencias de la ONU (especialmente durante la Cumbre de la Ciudad [Habitat II] en Estambul 147 ) ha surgido un embrión de sociedad civil internacional. En ellas participaron ONG, asociaciones, el sector privado, representantes de las comunidades locales, comunidades científicas y expertos. Lo mismo ocurrió en mayo de 2000 con el ‘Foro del Milenio’, que agrupó a representantes de ONG y otros grupos de la sociedad civil que hicieron propuestas para la ‘Cumbre del Milenio’ y trataron de crear una estructura organizativa en la cual las personas del mundo pudieran participar eficazmente en el proceso global de toma de decisiones. La conferencia de la Organización Mundial del Comercio mantenida en Seattle también ha 146

Estos cambios internacionales crean tensiones que son difíciles de controlar. También constituyen desafíos clave a los que hay que hacer frente al inicio del siglo XXI. También ponen de

Ghassan Salamé, 1996: 150.

147

Durante esta Cumbre, autoridades locales, ONG y representantes del sector privado crearon foros consultivos “cuyas conclusiones (fueron) el sujeto de informes y recomendaciones que seguramente tuvieron un impacto directo en las negociaciones”. Véase el artículo del Sr. Jérôme Bindé, “The City Summit: The Lessons of Istanbul”, Futures, 29(3), 1997, p. 218.

148

Por ejemplo, la Subcomisión para la Prevención de la Discriminación y la Protección de las Minorías (órgano subsidiario de la Comisión sobre Derechos Humanos) presta la sala primero a las organizaciones no gubernamentales.

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manifiesto la diversidad de fuerzas y actores implicados en la esfera internacional y las paradojas estructurales que comportan. Existen tensiones entre el nivel transnacional y el nivel interestatal; entre soberanía e interferencia; entre intereses contradictorios; entre la lentitud de los estados y la rapidez de los otros actores; entre lo práctico y las visiones y las esperanzas; entre fuerza y poder por un lado y justicia e igualdad por otro; entre universalidad e individualismo o particularismos; y entre intervención, neutralidad e imparcialidad 149 . Es dentro de este contexto de tensiones y adaptación que se cuestiona el papel y la utilidad de las Naciones Unidas. Esta organización mundial debería poder facilitar esta adaptación ejerciendo su papel de mediador y de regulador y proporcionando un vínculo entre todos los actores del sistema internacional. Debería fomentar una ‘mediación social’ que “expresara el ‘Nosotros universal’ y disolviera el ‘Yo’ en el ámbito internacional” 150 . Por tanto, la reforma de la organización mundial requiere tanto una adaptación estructural que le de una mayor eficiencia y racionalidad como una adaptación conceptual que de sentido a un proyecto colectivo.

(tendencia que hoy día representa el sector antiONU del partido Republicano norteamericano, y en particular el Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, el Senador Jesse Helms 151 )); una tendencia radical que pide la sustitución de la actual ONU por una ‘Organización de Tercera Generación’ (argumento apoyado por Maurice Bertrand)152 . Estas tendencias tienen diversos impactos, pero todas ellas se plantean el problema de la adaptación de la organización a los nuevos retos globales y al contexto internacional de principios del siglo XXI. ¿Cómo debe transformarse la ONU para no parecer una organización del pasado y para ser acorde con las aspiraciones de la población y con su margen de actuación? La respuesta a estas preguntas debe basarse en los conocimientos y en una visión realista de la naturaleza y de los logros del sistema de las Naciones Unidas. A las personas críticas que opinan que la ONU es inútil hay que recordarles que la organización ha obtenido grandes logros. Basta mencionar su actuación a favor de la ampliación del derecho internacional, de la deslegitimación de la guerra entre estados, de unas mejores relaciones interestatales mediante la diplomacia multilateral y sus logros en materia de derechos de los más pobres y Derechos Humanos en general (en su sentido más amplio: la promoción de los derechos de los niños, de las mujeres, de las minorías de los indígenas y de los refugiados). Es evidente que esta organización no puede ser responsable

Una reforma estructural Desde sus comienzos, han predominado tres tendencias de pensamiento: una tendencia reformista que desea una ‘revitalización’ o una ‘racionalización’ de la organización dentro del marco de la Carta; una tendencia más hostil que desea que la ONU se reduzca a mínimos

151

Véase su artículo: “Saving the UN: A Challenge to the Next Secretary -General”, Foreign Affairs, 75(5), septiembre/octubre 1996, pp. 2-7. 152 Véase Maurice Bertrand / Daniel Warner (ed.), A New Charter for a Worldwide Organization, 1996, La Haya, Martinus Nijhoff, 288 páginas.

149

Bruce Russett, “Ten Balances for Weighing UN Reform Proposals”, Political Science Quarterly, 111(2), verano 1996, p. 259-269. 150

Zaki Laïdi, “La mondialisation tue-t-elle l’universel?”, Sources UNESCO, n° 79, mayo 1996.

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de la indecisión de sus estados miembro, ni de su falta de voluntad política y de sus errores.

contradicciones o simplemente cobardía de los gobiernos”153 .

la

Es necesario distinguir entre la naturaleza de esta organización y sus funciones. Las funciones de la organización a veces la hacen parecer algo más que la simple suma de sus componentes nacionales y desempeñar un papel ‘semi autónomo’. Esto depende del área en la que actúe y de los intereses que amenace. Los estados le añaden funciones de vez en cuando: un instrumento de política exterior, un foro de negociación, un chivo expiatorio, un órgano de legitimación. Pero, en cualquier caso, la organización tiene una independencia relativa y limitada por la soberanía de los estados y por los intereses nacionales. Las decisiones, actuaciones o inercia de la organización son el resultado de las luchas de poder y los conflictos de intereses que tienen lugar en el sistema internacional y que se reproducen en el seno de esta organización. Esto explica en parte la lentitud del proceso de reforma, que debe tener en cuenta la opinión, intereses y propuestas de todos los estados miembro (189) y de los grupos regionales 154 .

Recordemos también que la ONU no es un actor independiente o autónomo en relaciones internacionales como los estados: la supranacionalidad que se otorga a sí misma, o que se le otorga, es en realidad sólo teórica. Las Naciones Unidas no son un gobierno mundial, sino un sistema de cooperación entre estados. Es una organización intergubernamental cuyo poder de decisión está en manos de los estados miembros y sobre todo en manos de los más poderosos. Por consiguiente, la ONU no tiene recursos financieros propios, sino un presupuesto formado por las contribuciones de sus miembros, y el cabeza de la organización, el Secretario General, lo nomina el Consejo de Seguridad y luego lo nombra la Asamblea General. Ghassan Salamé resume de manera clara y exacta la situación: “la ONU es la hija de los estados, pero una hija no querida. Aunque se le han dado los instrumentos para actuar, se considera que no merece utilizarlos. Se le encomienda mantener la paz pero debe actuar bajo estricta observación de la ‘competencia nacional’ de sus miembros. Se le acusa de ser pasiva, ineficaz o contraproducente pero se le niegan los medios económicos para realizar su misión. Peor todavía: las grandes potencias la consideran universal pero le prohíben meterse en los problemas que les conciernen de cerca y que amenazan a la seguridad internacional. Es por eso que las críticas hacia la ONU no suenan convincentes...: más que una declaración objetiva son una acusación de un organismo que no quiere –o no puede– acometer el objetivo principal que le han asignado los poderosos, es decir, “encubrir las dudas, las

Hoy día prevalece la tendencia reformista, debido a que lo radical de las otras dos tendencias implicaría 153

Ghassan Salamé, 1996: 137-138. James Paul lo resume de la siguiente manera “la gente está en desacuerdo sobre el tipo de reforma que requiere la ONU y con el propósito. Los líderes de ONG quieren una ONU más democrática, más abierta y transparente. Los tecnócratas buscan mayor productividad y eficiencia por parte del personal de la ONU. Los delegados apoyan reformas que favorezcan los intereses nacionales y el poder nacional. Los idealistas ofrecen planes para un ente ampliado que reduzca la soberanía de los estados. Mientras que los conservadores apoyan una ONU reducida con menos poder. Es extremadamente difícil llegar a un acuerdo.” En, “UN Reform: An Analysis”, Global Policy Forum, 1 de abril, 1998. 154

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transformaciones demasiado importantes. Existiría en teoría una cuarta tendencia apoyada por algunas ONG: la que apoya la supranacionalidad efectiva de las Naciones Unidas Pero los estados todavía no están preparados para tolerar la existencia de un verdadero actor supranacional que limitara de modo más abierto y eficaz su poder y libertad de decisión. Una dinámica de cambios no implica necesariamente un proceso revolucionario, sino que puede darse un proceso de evolución y adaptación155 . Por consiguiente, ante la cuestión de la adaptación de la ONU a su entorno, los miembros han mostrado claramente una voluntad de racionalizar la organización, de renovarla sin cambiar sus fundamentos. Por tanto, sin ser capaces de llegar a un consenso real sobre el futuro de la ONU y sobre cómo entender el papel de una organización internacional, en estos cuatro años, los estados han establecido una serie de prioridades que deberían inspirar el proceso de reformas. Este proceso debería consistir principalmente en la ‘limpieza’ del sistema, basada en identificar sus ventajas comparativas, establecer una mejor coordinación entre las agencias y encontrar la voluntad de hacerlo mejor con menos. En la “Cumbre del Milenio”, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad han identificado las siguientes “áreas prioritarias”: reforzar el liderazgo de la ONU en materia de paz y seguridad; reforzar el mantenimiento de la paz; revitalizar la gestión; completar los recursos

humanos; reafirmar el compromiso financ iero 156 . Según los miembros del G7/G8, para ser más eficiente, la ONU debe “aclarar su papel y sus ventajas comparativas. Debe aumentar la eficacia de la Secretaría y del marco operativo, hacerlos más coherentes y asegurar una coordinación genuina a todos los niveles”157 . También esperaban que la ONU se centrara más en sus actividades de desarrollo. Ahora se dan cuenta de que la ONU no puede abandonar sus actividades de mantenimiento de la paz. El informe Brahimi esboza estas orientaciones y a la vez insta a que se hagan reformas en este campo 158 . Tras los fracasos de la ONU en Somalia, Bosnia y Rwanda (fracasos que se debieron principalmente a la falta de voluntad y estrategia política de los grandes miembros de la ONU), los estados ya no se fiaban de la ONU y preferían actuar a través de coaliciones multilaterales u organizaciones regionales. Entre el 1995 y el 2000, la ONU se ha convertido en una organización que mantiene el orden, en lugar de mantener la paz, y las ‘operaciones de mantenimiento de la paz’ son en realidad misiones policiales o administrativas que reconstruyen las estructuras administrativas de un Estado. Hoy día, con las deficiencias del mantenimiento de la paz de la ONU en Sierra Leona y en el Congo, los estados parecen dispuestos a racionalizar las actividades de mantenimiento de la paz y a reestructurar el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz. Son necesarias sobre todo reformas en materia de planificación, despliegue 156

Declaración de la Cumbre del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, 7 septiembre 2000. 157 Párrafo 42 del G7 Economic Communiqué en Lyons, junio 1996. 158 Informe del Study Group sobre “UN Peace Operations”, presidido por Lakhdar Brahimi, ex ministro de Asuntos Exteriores en Argelia, A/55/305 – S/2000/809 (21 de agosto de 2000).

155

Keith Krause / Andy Knight (“Evolution and Change in the UN System”, p. 12), piensan que la evolución del sistema internacional puede considerarse un proceso dialéctico, en, State, Society, and the UN System: Changing perspectives on multilateralism, 1995, UNU Press.

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rápido, reglas de combate, equipamiento de las tropas y análisis de la situación sobre el terreno. En estos campos, la implementación de la mayoría de las recomendaciones del informe Brahimi mejoraría la gestión de las operaciones de mantenimiento de la paz desde la Sede. Sin embargo, los estados deberían ir más lejos y adaptar el mantenimiento de la paz a las nuevas características de los conflictos. Se debería pensar más acerca del uso de la fuerza, de la coerción y del peace enforcement : todos estos temas están en juego en las actuales operaciones de paz.

competencias, lo que conduce a una hipertrofia artificial de todo el sistema de Naciones Unidas. No obstante, desde la cumbre del G8 en Denver, el papel de las agencias especializadas se cuestiona más o menos tras la exigencia de “un examen urgente y en profundidad de los fondos y programas de la ONU, además de un examen global del sistema y del papel y mandato de las agenc ias y comisiones especializadas”. El Secretario General respondió a estas exigencias en julio de 1997 recomendando la creación de una ‘Comisión Especial’ con ese propósito. Todavía está pendiente la creación de esta Comisión. De cualquier modo, los estados no especificaron qué dirección debía tomar esta ‘revisión’: ¿una recentralización del sistema bajo el auspicio del PNUD y las instituciones de Bretton Woods, o una división del trabajo y una verdadera redistribución de las tareas? 161 . Pero para ser realmente eficaz y completa, la reforma también debería implicar a las instituciones de Bretton Woods, que deberían centrar su trabajo en los aspectos financieros de la ayuda al desarrollo y dejar de interferir en las principales áreas de las instituciones especia lizadas del sistema de Naciones Unidas.

Con el fin de racionalizar la actuación del sistema de Naciones Unidas, los miembros desean una mayor coordinación entre los diversos componentes del sistema de la ONU, reforzar la cooperación y “una mayor coherencia en sus políticas (...) a fin de seguir un camino coordinado hacia los temas de paz y desarrollo”159 . En momentos de crisis financiera y restricciones presupuestarias, los estados quieren que la ONU lo haga mejor con menos. Esto significa hacer retoques, solucionar el hecho de que coincidan o se dupliq uen las competencias, eliminar o ‘fusionar’ algunos fondos o programas que son redundantes entre sí o con las agencias especializadas160 . Aquí parece que se reconoce el rol y las competencias de las agencias especializadas. Sin duda, es indispensable que las distintas agencias especializadas del sistema recuperen toda su autoridad frente a los fondos y programas que casi siempre invaden sus

Un mecanismo de cooperación verdadero y eficaz debería armonizar las actividades de todos los componentes del sistema de la ONU para que estas instituciones no adopten políticas o programas contradictorios como ha ocurrido en el pasado 162 . Esto implicaría

159

161

Informe del M ilenio, 8 de septiembre de 2000. 160 Por ejemplo, el Programa Mundial para la Alimentación y el Fondo Intergubernamental para el Desarrollo Agrícola compiten con la FAO; la Comisión para el Desarrollo Sostenible con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente; UNICEF, el Banco Mundial y el PNUD compiten con la UNESCO en el campo de la educación.

En cualquier caso, dicha reforma sería muy difícil de implementar ya que los líderes de las agencias especializadas no son diputados del Secretario General de la ONU, sino que son líderes de órganos independientes. 162 Por ejemplo, durante mucho tiempo, las políticas de ajuste estructural impuestas por el FMI y el Banco Mundial no tenían en cuenta las políticas sociales recomendadas por la OIT, UNICEF, la FAO o la UNESCO. Esto también

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un cambio radical de las estructuras del sistema e innovaciones en las relaciones entre las distintas agencias. Esto es especialmente cierto si, como dice James Paul, tenemos en cuenta que los inconvenientes del sistema de la ONU son el resultado de “un profundo desacuerdo político entre los miembros y entre otras fuerzas antagónicas”163 . Sin embargo, este tipo de coordinación solo es posible si existe una coordinación a nivel estatal, ya que la ‘microcoordinación’ no puede resultar efectiva sin una coordinación a grande escala y sin un consenso sobre los objetivos a alcanzar. En el proceso de toma de decisiones, la coordinación debe hacerse a tres niveles diferentes: entre estados, entre estados y las instituciones del sistema y, dentro de los estados, entre sus distinto órganos gubernamentales.

quincuagésima quinta sesión de la Asamblea General de la ONU, una reducción de su contribución al presupuesto para el mantenimiento de la paz de un 31% a un 25% y de su contribución al presupuesto general de un 25% a un 22% (y si es posible a un 20%). Ya se han hecho grandes recortes en la mayoría de las agencias, fondos y programas del sistema de Naciones Unidas (sobre todo en la UNCTAD y en la ONUDI). Desde 1995, el presupuesto de la ONU se recorta regularmente. Los Estados Unidos se oponen a cualquier incremento del presupuesto de la organización. Esta política es contradictoria al hecho de que a veces la implementación de las reformas requiere financiación. El no pago de las contribuciones es un problema completamente político y no financiero. Comparado con el presupuesto de una gran potencia, el presupuesto de la ONU (1.300 millones de dólares para el presupuesto ordinario y 3.000 millones de dólares para el presupuesto de mantenimientos de la paz) es extremadamente bajo. El presupuesto para el mantenimiento de la paz representa el 1,1% del presupuesto militar de Estados Unidos, lo que equivale a dos días de operación “Tormenta del desierto”. El presupuesto ordinario de la ONU representa aproximadamente un 4% del presup uesto anual de una ciudad como Nueva York 165 . La actual contribución de los Estados Unidos al presupuesto ordinario le cuesta a cada americano 1,2 dólares al año y el de mantenimiento de la paz unos 7. Sin embargo, quizá sean más significativos los 5.000 millones de dólares que emplea el sistema de la ONU en el campo económico y social, que equivale a un gasto de 88 centavos por cada habitante del planeta; aunque a

Finalmente, se hace especial énfasis en la reforma financiera 164 : cómo modificar las contribuciones de los estados y cómo reducir el presupuesto de la ONU. Sobre todo los Estados Unidos quieren obtener, durante la es debido a la “verticalidad” del sistema que hace que cada institución sea independiente. Véase el artículo de Alain Destexhe, “L’ONU au chevet du monde”, Politique internationale, verano 1993, n° 60, pp. 195-208. 163 James Paul, 1998. S. Cortembert subraya, “por querer un sistema descentralizado, se ha creado un nuevo órgano cada vez que ha surgido una nueva cuestión internacional. Por tanto, las responsabilidades internacionales se han repartido entre numerosos órganos importantes”. Taller en la University of Besançon, L’ONU, 50 ans après: bilan et perspectives, 29-30 de marzo, 1995, p. 44. 164 Las propuestas para que la Organización contara con recursos financieros independientes se han dejado fuera de la agenda de negociación. Por ejemplo, la ‘Tasa Tobin’ (impuesto sobre las transacciones financieras). Véase Informe sobre el Desarrollo Humano 1994, p.75. Se han hecho otras propuestas en el capítulo 5 del informe Ramphal/Carlsson (impuesto sobre billetes de avión, tráfico marino, etc.)

165

Información proporcionada por el Bulletin du Centre d’information des Nations Unies à Paris, n° 19, mayo 1996, p. 38.

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la vez los estados se gastan 767.000 millones de dólares por año en material militar lo que equivale a 134 dólares por habitante 166 . Esto es mucho más, según Wally N’Dow, el Secretario General de la Cumbre de la Ciudad en Estambul, de lo que se necesita (menos de 100 dólares por persona) para “dar un techo, agua limpia y servicios sanitarios a cada hombre, mujer y niño del planeta”167 .

Parece que, cada vez más, para ser eficaz y creíble, la ONU debe centrarse en lo que hace mejor y en lo que realmente puede hacer. Esto significa que debería aprovechar al máximo el intersticio que dejan sus miembros. Realmente es “en los intersticios del interestado, dominado, como siempre, por las desigualdades y las rivalidades, donde amanecen tímidamente los elementos de una conciencia, competencia y solidaridad universal, o al menos universalista”168 . Ahora, la ONU debe recuperar una acción, un método de funcionamiento y un liderazgo coherentes y coordinados, cuyo denominador común sea la previsión y la prevención. Estos dos objetivos no tienen por qué obligar a la ONU a abandonar sus actividades de mantenimiento de la paz, al contrario, deberían reforzarlas 169 . Aquí proponemos tres posibilidades de reforma de Naciones Unidas para que la organización acompañe las evoluciones internacionales; para que actúe en lugar de reaccionar. Una acción reforzada con el objetivo de explotar las ventajas comparativas del sistema de Naciones Unidas, una gestión renovada centrada en una ética de trabajo que conduzca a la realización de un proyecto colectivo y un liderazgo fuerte que beneficie a la comunidad internacional: estas son las orientaciones de reforma modestamente propuestas aquí.

Sin duda estas microreformas son muy útiles, porque permitirían que el enormemente descentralizado sistema de la ONU se convirtiera en un sistema más ‘compacto’ y más racional con unas líneas de autoridad más nítidas. También conseguirían un mayor equilibrio entre los componentes del sistema. Pero aquí, como en cualquier otro sitio, los estados todavía tienen que demostrar su determinación y voluntad de implementar estas propuestas que requieren un cambio de comportamiento y que ponen en cuestión algunos intereses. Los diversos grupos de trabajo todavía no han llegado a un acuerdo sobre propuestas concretas y sobre un calendario y unas medidas exactas. Sin embargo, aunque se justifiquen estas propuestas, no pueden constituir un verdadero proyecto de futuro y no son suficientes. Las reformas eventuales u organizativas nunca podrán sustituir a las reformas en profundidad que combinan visión y proyecto o estrategia a largo plazo, a fin de restablecer la credibilidad de las acciones y decisiones de la ONU. No sólo debemos preguntarnos el ‘cómo’ sino también ‘qué hacer’ y ‘cuáles deberían ser las misiones de la ONU’.

Una actuación reforzada

168

Pierre Hassner, 1996. No obstante, en este tema, cualquier reforma de los métodos de acción debería estar precedida por una reflexión sobre el uso de la fuerza de la ONU sobre el terreno, en caso de no cooperación entre las partes. Véase la tesis doctoral de la autora: Ability and Inability of the UN Security Council to Use Force – Bases, Practice, Perspectives, diciembre de 1999, Université Panthéon-Assas (París 2), 966 páginas. 169

Hacia una reforma conceptual 166

Datos proporcionados por el Departamento de Información de la ONU, mayo 1996, DPI/1753/Rev.3. 167 Citado por Jérôme Bindé, 1997:226.

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La actuación de la ONU debería estar gobernada por el siguiente trípode: desarrollo sostenible / prevención / cultura de paz. Este trípode debería integrarse en una amplia concepción de la seguridad internacional y en una visión a largo plazo. Como dijo Boutros Boutros-Ghali, la ONU debe desarrollar “una acción preventiva para controlar mejor el presente y una acción con perspectiva para enfrentarse mejor al futuro”170 .

deben hacerse algunos esfuerzos por los países más pobres y por las regiones y clases sociales más pobres dentro de los países. La Cumbre del G8 en Colonia expresó una voluntad de “profundizar un acompañamiento para el desarrollo” entre los países en desarrollo, los países desarrollados y las instituciones multilaterales. Un acompañamiento cuyo objetivo fuera el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza, y que estuviera basado en el espíritu de la solidaridad porque “la paz en casa ... requiere paz en el extranjero y cooperación entre las naciones”174 . Sin embargo, todavía queda mucho para que la ayuda oficial al desarrollo de los países industrializados alcance a ser el 0,7% de su PNB175 ; y la ayuda oficial al desarrollo no puede reemplazarse únicamente por inversión privada, ya que es demasiado selectiva e implica demasiadas exigencias.

El desarrollo es la base más segura para la paz: también es “la tarea más importante a la que se enfrenta la humanidad hoy en día”171 . El desarrollo sostenible es “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”172 . Este desarrollo debe centrarse ante todo en el ser humano. También debe respetar el medio ambiente y reconocerse como un derecho humano fundamental. Por lo tanto debe garantizarse a través de una comprensión intelectual más amplia, un compromiso moral más profundo y unas medidas políticas más eficaces. Los gobiernos de los países más ricos están descubriendo que las medidas económicas no son la solución173 y que

Además, el desarrollo no sólo significa mayor competitividad económica y tecnológica sino también, y sobre todo, un mayor bienestar para la población, como por ejemplo, mejores condiciones de vida, educación, condiciones sanitarias y mayor respeto por el medio ambiente. Por lo tanto, el sistema de Naciones Unidas debe implementar una estrategia de desarrollo coherente para lograr mayor coordinación entre las agencias – para ello, el Consejo Económico y Social debería revitalizarse para convertirse en un Consejo de Seguridad Económica que trabajara todos los temas de desarrollo y facilitara la cooperación – además de

170

Boutros Boutros-Ghali, “Le Secrétaire général des Nations Unies: entre l’urgence et la durée”, Politique étrangère, verano de 1996, p. 411. 171 Boutros Boutros-Ghali, Agenda for Development, 1995, §1. 172 Palabras de Gro Harlem Brundtland, ex presidenta de la Comisión Munial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Citado por Brian Urquhart (“Learning from the Gulf”, New York Review of Books, 38(5), 7 marzo 1991, p. 36) que añade que “una de las preguntas más importantes de nuestros tiempos es si es alcanzable el desarrollo sostenible a escala mundial”. 173 Como dijo Burhan Ghalioun, “la competencia económica no puede constituir la razón de ser de una sociedad y tampoco puede darle sentido a la existencia humana”, en “La

déstabilisation du monde”, Défense nationale, abril 1996. 174 Agenda for Peace, 1992, párrafo 80. 175 La ayuda pública al desarrollo proporcionada por los países ricos representaba en 1997 sólo el 0,21% de su PNB (44.000 millones de dólares), que es la cifra más baja desde los años cincuenta.

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una mayor coordinación entre las instituciones y los estados o actores de este campo (ONG, asociaciones, organizaciones regionales) y luego ayudar a obtener un mejor resultado de los proyectos. Es más, “el desarrollo sostenible requiere una asociación firme entre las autoridades y la sociedad civil” 176 . Ante todo, estos proyectos deberían tener en cuenta los deseos de la población local y ayudarles a llevar a cabo y favorecer la emergencia de una sociedad civil. A la vez, estas personas deberían recibir todo lo que les sea necesario en términos de avances tecnológicos. Su desarrollo también debe incorporar restricciones debido a temas medioambientales (por ejemplo, el problema del agua, la desertificación, la fertilidad del suelo y la urbanización). Los países del Norte deben compartir su progreso tecnológico, su experiencia y su ‘pericia’, que a su vez puede que ponga fin o reduzca la fuga de cerebros de los ciudadanos del Sur. En pocas palabras, es de gran importancia que los países más ricos ayuden a los países pobres a desarrollar su propio potencial económico, técnico y humano. Por lo tanto como dice Jean-Paul Marthoz, “el mundo no necesita tanto la intervención humanitaria como el reparto global” 177 .

conflictos emergentes sólo con tener una concepción mucho más amplia y global de la propia noción de seguridad”178 . La prevención no se reduce al control de armas, a la resolución pacífica de conflictos, al desarme (sobre todo prohibiendo el uso y la producción de minas antipersonales), sino que también implica una seguridad económica, social y cultural179 . El informe Brahimi resalta que es necesario que la ONU mejore sus estrategias de prevención de conflictos. La prevención está relacionada con poseer y analizar una información independiente e interdisciplinaria180 , con un cambio radical en la manera de tratar incidentes, crisis y problemas. Se debe favorecer, por un lado, el largo plazo en lugar de la emergencia y, por otro lado, encontrar de nuevo “la capacidad de dar soluciones en situaciones de alerta”181 y aprender a “invertir en lo intangible”182 . El problema de la información es crucial para la ONU, ya que la información es necesaria para tomar cualquier medida y porque el análisis de los datos gobierna su procesamiento. La información no sólo debe ser independiente sino lo más precisa, detallada y no dividida, o fragmentada entre varios servicios, posible; y debe ser actualizada constantemente. La ONU no debe recibir solamente datos oficiales de los miembros, corriendo el riesgo de llegar

El segundo pilar de actuación de la ONU debe ser la prevención de las crisis y del conflicto. El desarrollo en sí es una forma de prevención. La diplomacia preventiva (mediante misiones de recogida de datos, el despliegue preventivo, los buenos oficios y la mediación) comporta otros métodos de prevención. Ambos transcurren en un amplio concepto de seguridad internacional. Como dijo un ex Secretario General de Naciones Unidas, “podemos prevenir los nuevos

178

Boutros Boutros Ghali, 1996: 412. El embajador Hector Gross Espiell añade que “sin este concepto global de seguridad, seguiremos en un marco estrecho que no es compatible con la realidad actual”. Conferencia en la UNESCO, 25 de enero, 1996. 180 Véase el artículo de Maurice Bertrand, “Vers une stratégie de prévention des confits”, Politique étrangère, primavera 1997, pp. 111123. 181 Zaki Laïdi, “Le rite médiatique du G7”, Libération, 15 de junio, 1996. 182 Federico Mayor, “A New Beginning”, UNESCO Courier, noviembre de 1995, p. 7. 179

176

A/49/665, 11 de noviembre, 1994, §17. Jean-Paul Marthoz, “Everything has change, except ourselves”, GRIP, octubre de 1995, p. 174. 177

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a conclusiones poco meditadas o erróneas 183 . Todo lo contrario, debe realizar un análisis que tenga en cuenta todos los aspectos del problema, detectar todas sus raíces y evitar los estereotipos, juicios de valor o etnocentrismos 184 . Esto es fundamental para garantizar la objetividad de la organización, para desarrollar su función de experto y para dar el ímpetu decisivo a la creación de un sistema de aviso con tiempo. La recogida de información diversificada de varias fuentes y el llevar a cabo muchas misiones sobre el terreno permite comprender situaciones complejas y sociedades y por lo tanto actuar antes de que estalle un conflicto. Además, este método, basado en la proximidad, daría a las poblaciones una sensación de seguridad y daría credibilidad al trabajo de las instituciones de la ONU que estarían más cercanas a las preocupaciones e historia de la población.

también puede que sea el aspecto más difícil de implementar. La cultura de paz abarca comportamientos, prejuicios, falta de comunicación e intolerancia. Rechazar la ‘cultura de violencia’ significa deslegitimizar las luchas de poder, el uso de la fuerza para resolver disputas y los comportamientos violentos. La ‘cultura de paz’ es la gestión no violenta de las crisis y conflictos; es la implementación de procedimientos democráticos y el respeto de los Derechos Humanos fundamentales; es la participación de todos los abogados de la sociedad en un diálogo constructivo. En pocas palabras “es la construcción de un marco de justicia, dignidad, igualdad y 186 solidaridad” . La cultura de paz es un concepto que tiene en cuenta el lugar de los individuos en el día a día hacia la construcción de la paz. De cierto modo es lo que Norbert Ropers denomina un “reto transnacional”187 . Para todas estas actividades, la ONU debe convertirse en un marco regulador internacional que sea una fuerza motriz, que concentre la energía alrededor de unas aspiraciones económicas, sociales y culturales bien definidas y se gestione a un ritmo razonable. Desde esta perspectiva, la globalización de los intercambios comerciales, financieros, tecnológicos o culturales ya no supone un obstáculo o un factor de exclusión, sino un bien compartido por todos. Esta coordinación de las fuerzas de la globalización debe ir de la mano de la protección de la herencia humana cultural y global y de la preservación de su diversidad para una mayor tolerancia y una mejor integración. Estas acciones deben ser generadas por un

Esta acción preventiva se desarrolla a largo plazo, anticipando; no tiene fin, sino que se evalúa constantemente y es innovadora. Debe tanto “conciliar valores universales y respeto por los particularismos”185 como promover la idea de progreso y a la vez combinar tradición y modernidad. Si la prevención es el segundo aspecto de la construcción de la paz, la ampliación de la “cultura de paz” es el tercero. Además, es la medida más eficaz para combatir la ‘cultura de violencia’ que nos rodea, aunque 183

Véase el artículo de François MoricouiEbrard, “Explosion urbaine, le sens de la démesure”, Le Monde diplomatique, julio de 1996, p. 13. 184 Para un análisis pertinente de estos problemas, véase Gérard Prunier, “Manipulation humanitaire”, Le Monde des débats, n° 21, julio-agosto de 1994, p. 5. 185 Michel Wieviorka, Le Monde, 8 de octubre, 1996.

186

Federico Mayor, “Fifty Years On”, The UNESCO Courier, octubre de 1995, p. 6. 187 Norbert Ropers, “The culture of peace and the promotion of a culture of constructive conflict management”, julio de 1994.

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funcionamiento adecuado de la administración de la ONU y por un liderazgo más autónomo. Participan en el reforzamiento de la construcción de la paz en todos sus aspectos.

enseñanza se haría a través de microproyectos emprendidos en asociación con ONG u otras asociaciones, o a través de la cooperación de las instituciones especializadas del sistema de la ONU.

Una gestión renovada

En último lugar, la ONU no debe dejarse llevar por la tentación de responder a situaciones de emergencia 188 . Sin lugar a duda su papel se desarrolla en el largo plazo, “proteger a las generaciones futuras del flagelo de la guerra”189 . Debe ser capaz de prever las necesidades humanas, las consecuencias negativas del deterioro del medio ambiente, los problemas que genera la distribución desigual de la riqueza y de los recursos naturales. Por eso parece indispensable la creación de una unidad de previsión (que sea parte del ejecutivo del Secretario General) tal y como existen en numerosas otras instituciones internacionales (la Oficina de Análisis y Previsión de la UNESCO, el Forward Studies Unit de la Comisión Europea, el Programa de Estudio del Futuro a Largo Plazo de la OCDE). Podría alertar a la opinión pública de los retos venideros y de los medios para resolverlos antes de que éstos se produzcan. Debemos por tanto alegrarnos de la creación, hace tres años, de una ‘Unidad de Planificación Estratégica’. Esta Unidad debe ser reforzada y se le debe prestar más atención. Es más, tal y como ha recomendado el informe Brahimi, debería crearse una unidad de Información y Análisis estratégico a

La gestión del sistema de Naciones Unidas debe estar a tono con su cultura de negociación y consenso. Por lo tanto, deben establecerse el diálogo, la consulta y las vías de comunicación a todos los niveles, entre todos los servicios, departamentos y actores (funcionarios, representantes, delegados, observadores). Turf wars, rivalidad entre instituciones, servicios o personas debieran dar lugar a una cooperación que beneficie a todo el sistema. La eficacia también requiere un sistema de evaluación donde los resultados realmente se tengan en cuenta a la hora de mejorar los programas, proyectos o acciones actuales. Además, el reclutamiento de personal debe hacerse según la competencia de los candidatos y no debe estar sujeto a las presiones de los estados miembro. miembros. Por lo tanto, la gestión del sistema debe estar determinada por tres prioridades: pericia, formación y planificación a largo plazo. Cada funcionario de la ONU debe ser considerado un experto en su campo de estudio y sus conclusiones independientes y científicas deben ser respetadas por los estados y otros actores. Al funcionario se le debe permitir que ejerza un liderazgo real a la hora de orientar o elegir políticas.

188

Esto no significa que la ONU deba dejar de lado las situaciones que requieren acción urgente (epidemias, desplazamientos de poblaciones, etc.). Para estos casos, la organización debería tener también capacidad de reacción rápida, sobre todo en el campo humanitario. Sin embargo, la previsión y la acción preventiva deberían reducir estas acciones a situaciones de emergencia. 189 Cita de la Constitución de la UNESCO.

En segundo lugar, la ONU debe ser un centro de reflexión, una escuela de enseñanza de la no violencia, el diálogo intercultural y entre sociedades, el respeto por las diferencias. Esta 91

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nivel del Departamento de Asuntos Políticos y el Departamento de Mantenimiento de la Paz, a fin de avisar sobre los primeros síntomas de una crisis. Es la única manera de que esta organización mundial sea capaz de recuperar una actitud innovadora, un papel activo e incluso previsor y por lo tanto reafirmarse como una institución pacífica y reguladora. Este es el papel que debería desempeñar el Secretario General de la ONU.

Las frases ‘en su opinión’ y ‘puede poner en peligro’ del Artículo 99 permiten al Secretario General conducir acciones preventivas o de anticipación. La reciente crisis entre Irak y Estados Unidos ha demostrado que el Secretario General puede constituir una ‘tercera vía’, un buen intermediario o moderador. Es aquí donde debe destacar el papel y función del Secretario General: prever, denunciar, alertar. Se espera que denuncie las violaciones de Derechos Humanos en cualquier país (haya las presiones que haya), que avise de las consecuencias de determinadas políticas, que prevenga de los conflictos que pueden emerger y destacar lo inadecuado de ciertas acciones. En pocas palabras, como dijo ciertamente Javier Pérez de Cuellar, el Secretario General es y debe ser la ‘consciencia’ de toda la humanidad: “el Secretario General debe pedir el desarme, la tolerancia y la solidaridad en nombre de las personas”191 . En ese sentido, está en sus manos promover algún tipo de ética a nivel internacional y ser el protector de los menos poderosos. Siendo una autoridad moral, el Secretario General tiene más poder para influir en el comportamiento de los estados, para conseguir que respeten las condiciones de la Carta de principios de la ONU a la que se adhirieron (aunque los resultados de esta influencia no sean siempre visibles a corto plazo). Kofi Annan dijo “si no hablamos en voz alta, de forma individual y colectiva, hoy y siempre que nuestra consciencia se enfrente a la inhumanidad y a la intolerancia, no habremos cumplido con nuestro deber – hacia nosotros mismos y hacia las

Un liderazgo reconocido Últimamente, muchos miembros han querido reducir el papel del Secretario General al de un simple gestor administrativo. Pero, según las disposiciones de los artículos 97, 98 y 99 de la Carta, el Secretario General no es sólo el ‘más alto funcionario administrativo’ de la Organización sino que también, y principalmente, es un participante político que posee un verdadero poder de iniciativa. El artículo 98 le da el derecho de asistir a “todas las reuniones de la Asamblea General, del Consejo de Seguridad, del Consejo Económico y Social y del Consejo de Administración Fiduciaria”, de participar en el trabajo de otros órganos y también el poder de influir en su agenda, poniendo en ella todas las cuestiones que considere deban ser discutidas. El artículo 99 da al Secretario General el poder de iniciativa diplomática y un poder discrecional a la hora de decidir si traer un asunto ante el Consejo de Seguridad o no. Estas disposiciones requieren un juicio personal y una opción política y, al menos, le permiten hacer sugerencias190 .

relación con la situación en el Líbano en 1989 (Javier Pérez de Cuellar). 191 Javier Pérez de Cuellar, “Le rôle du Secrétaire général des Nations Unies”, Revue générale de droit international public, 1985, n°2

190

El artículo 99 se invocó formalmente en tres ocasiones: durante la crisis del Congo en julio de 1960 (Dag Hammarskjöld), durante el episodio de los rehenes americanos en Teherán en noviembre de 1979 (Kurt Waldheim) y en

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generaciones futuras”192 . La función de la información del Secretario General es esencial en este sentido. La información que posee le permite, de manera independiente, anticipar acontecimientos, ‘mediatizar’ un problema o sugerir una serie de soluciones.

de las inmoderadas consecuencias de la globalización. La ONU también debe ser dotada de estructuras que ayuden al Consejo de Seguridad a decidir y actuar de forma anticipada y con métodos preventivos. Por lo tanto, se debería crear un centro de análisis y previsión, además de un centro de prevención de conflicto, ligado al Consejo de Seguridad. La ONU también debe tener en cuenta más a menudo los ‘nuevos’ valores internacionales: los derechos de los seres humanos, la ética moral, la democracia, un contrato social renovado 195 .

Conclusión A pesar de que el mundo está en continua evolución, transformado por la globalización y la fragmentación, incluso la ‘fractalization’ 193 , los principios y objetivos establecidos en el preámbulo y en el Artículo 1 de la carta de la ONU todavía son válidos. El multilateralismo o la gestión conjunta de los asuntos globales todavía son elementos pertinentes para las necesidades caleidoscópicas del presente, y dentro del plural, complejo e interdependiente mundo actual. Desde este punto de vista, las misiones y las acciones de la ONU deben convencer a los distintos actores del sistema internacional de que “el poder yace en la acción conjunta”194 . Sin embargo, estos principios y objetivos también deben adaptarse al mundo actual mediante estructuras revitalizadas como un Consejo de Seguridad reformado y más representativo, una relación más estrecha entre la ONU y las organizaciones regionales y la emergencia de una sociedad civil internacional más fuerte y mejor organizada, que actúe como salvaguarda

La Organización de Naciones Unidas es y sigue siendo el mejor instrumento para la diplomacia multilateral y un mecanismo esencial de ‘gobierno global’, construido para los estados y permanentemente a su disposición196 . Sin embargo, una reforma positiva de la organización se topa con dos problemas principales: la inversión desigual de los estados y la percepción del interés nacional. En un mundo global, el interés nacional ya no se detiene en los límites de un territorio. Los problemas nacionales son, cada vez más, también problemas internacionales, o al menos, tienen consecuencias mundiales. Por ejemplo, el control del agua no puede 195

Véase Federico Mayor (con la colaboración de Jérôme Bindé), Un monde nouveau, 1999, París, éditions Odile Jacob, 526 páginas. Véase también Federico Mayor y Jérôme Bindé, “The 21st Century: A Better World or a Brave New World, Foresight, 1(5), octubre, 1999, pp. 389391. 196 Un mecanismo que puede mejorarse mediante una mayor integración de numerosos y nuevos actores en los métodos de toma de decisiones de la ONU, mediante un mayor grado de democracia en el sistema y mediante la resolución de las tensiones actuales entre los valores humanos e institucionales. Véase A.J.R. Groom, “Global Governance and the United Nations”, in, The United Nations at Fifty: Prospects and Retrospect, 1996, Nueva Zelanda, p. 297.

192

Declaración de apertura de la cuadragésimo cuarta ses ión 44 de la Comisión de Derechos Humanos, 16 de marzo de 1998, Ginebra, SG/SM/98/53. 193 El concepto de ‘fractalization’ indica la multidimensionalidad, la fragmentación del mundo policéntrico actual. Véase artículo de Jean de Maillard, “Le crime à venir: vers une société fractale”, Le débat, n° 94, marzo -abril 1997. 194 “Mythes et réalités de la mondialisation”, Esprit, noviembre, 1996.

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negociarse según el interés nacional, sino dentro de un marco regional. Los estados deberían reforzar la cooperación entre ellos y confiar más los unos en los otros. Por ahora, la conclusión del proceso de reforma de las Naciones Unidas (tanto el estructural como el conceptual) se topa con el deseo de cada Estado miembro de maximizar sus intereses o su postura en el seno de cada grupo de trabajo, órgano, institución o programa.

presente y futuro, también debe establecerse una comunicación viva y permanente entre las singularidades culturales, étnicas y nacionales y el universo concreto de una Madre Naturaleza para todos”197 . Por lo tanto, “la adopción de una visión global de las cosas es la principal condición para nuestra supervivencia”198 . Existen muchas maneras de dar más autoridad, credibilidad y eficacia a la Organización de Naciones Unidas, a su sistema y a sus acciones. Esto es imprescindible para mejorar las condiciones de vida de este mundo y la comprensión de los actores que evolucionan en la esfera internacional. A fin de compensar por la falta de reflexión y voluntad política (que a veces refleja la falta de buena voluntad de los estados) debería llevarse a cabo una reflexión profunda desde centros o estructuras dedicadas a la previsión, a la prevención de crisis y a la observación del funcionamiento de nuestras sociedades. Esta reflexión que trata la reforma de la ONU en realidad va más allá: también implica la redefinición de nuestra relación con el tiempo, hacer evolucionar o cambiar la manera en la que funciona la democracia (hacia una mayor participación de todos), la consciencia de la unidad de destino del planeta y recuperar el sentido de interés común. La ONU puede ser fuerte de nuevo si los actores internacionales consiguen alcanzar “el reto... actualizar el ideal sin perder el sentido de la realidad”199 .

Esta limitación debe ser superada a través de la adopción de una visión global común respecto a los problemas del mundo y mediante el reconocimiento de que la ONU no está, ni actúa, al mismo nivel que los estados. Sobre todo, la ONU no actúa contra ellos sino en beneficio de sus poblaciones. Este es el papel complementario de la ONU que debería destacarse. Puede, mejor que los estados, actuar como árbitro, como iniciador y como poder estabilizador y regulador dentro del sistema. Por lo tanto, es menos necesario cambiar la institución o modificar los textos (aunque sea necesaria la ‘limpieza’ de algunos artículos), que aplicar los artículos de la Carta de forma estricta. Los vínculos entre paz, desarrollo y seguridad humana ya están escritos entre líneas en la Carta. Para concluir, la ONU debe recuperar su relevancia desde el punto de vista más general de los valores. Lejos de menospreciar los valores individuales (pero sólo aquellos que conciernen la intromisión y la intolerancia), las acciones de la ONU permiten que todos seamos conscientes de la necesidad de unos valores universales y comunes, cuyo único propósito es proteger el planeta y la herencia que han dejado varias generaciones y civilizaciones. Como dice Edgar Morin, “de la misma manera que debe establecerse una comunicación viva entre pasado,

197

Edgar Morin, “Our Common Home”, The UNESCO Courier, noviembre de 1995. 198 Federico Mayor, “The Price of Peace”, The UNESCO Courier, noviembre de 1995. 199 David Caron, en Proceedings of the 87th Annual Meeting of the American Society of International Law, 1993, Washington DC, p. 310.

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LA POLITICA EN TIEMPOS …

apresuraron a denominar su acción “la toma del milenio”.

LA POLITICA EN TIEMPOS DE LA GUERRA SUCIA

Se estima en dos millones de personas (algo así como el 5% de la población total del país) el número de víctimas de desplazamiento forzado en el periodo comprendido entre mediados de la década del 80 y el año 2000 (según datos del CODHES, una ONG conformada hace varios años para ocuparse del problema del desplazamiento). Un periodo que ha presenciado una intensificación de la guerra interna después de varios años de relativa calma. Los vínculos que se tejieron durante esta época entre el narcotráfico y los grupos armados (guerrillas y paramilitares o autodefensas) han ido autonomizando esta guerra sucia que mata indiscriminadamente en un país que a su vez tiene todas las apariencias de una antigua democracia política. Los contextos de estas luchas son territoriales y económicos en busca de la ocupación y expoliación exclusiva de los recursos de determinadas regiones – un control territorial que ha abarcado a un 40% del territorio nacional si tenemos en cuenta que cerca del 78% de los municipios tienen la presencia de al menos uno de los actores armados. La población, la mayoría de la cual no se identifica con ninguno de estos grupos, sufre sin embargo las consecuencias bajo múltiples formas, en particular como víctima de masacres, asesinatos selectivos, toma de rehenes, desplazamiento forzado, violencia generalizada y un terror que surge de la imposibilidad de preservar espacios y formas de sociabilidad neutros respecto de las redes y facciones en guerra 200 .

Notas sobre la toma del Edificio de la Cruz Roja Michel Agier Las guerras internas, las masacres y las violencias conducen a las poblaciones que logran escapar y se sienten amenazadas a desplazarse por miles hacia zonas situadas al margen de los espacios y de los cuadros sociales legales y previsibles. Al ubicarse en zonas de espera en la periferia de las ciudades o en campos de refugiados, los desplazados por la fuerza crean situaciones inéditas en las que la supervivencia física inmediata y la búsqueda de nuevos contextos de socialización son los dos imperativos de la movilización de los individuos y de las familias (o de lo que queda de ellas). Estas estrategias oscilan entre los excesos de un asistencialismo (debido a la intervención masiva y focalizada de organizaciones de las Naciones Unidas y de las ONG internacionales) y los excesos de ilegalidad (en los vacíos que dejan esas intervenciones o en ausencia de ellas). La acción política colectiva se va formando según pautas parecidas. La de los desplazados colombianos que se hizo visible hace apenas dos o tres años, surge en principio a partir de esas mismas necesidades extremas, sobrevivir física y socialmente y se desarrolla en los mismos ámbitos: la globalización y la ilegalidad. Es lo que demuestra la acción desarrollada desde el 14 de diciembre de 1999 a raíz de la toma y ocupación de la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) por varios centenares de desplazados que se

Las poblaciones de desplazados arriban por lo general en pequeños grupos a las 200

Ver Daniel Pécaut “Colombia una paz esquiva” en: Revista Colombiana de Sociología Vol. V No. 2. Bogotá, 2000.

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ciudades 201 : en principio a las más grandes: Bogotá, Medellín, Cali, pero también en la etapa más reciente a ciudades intermedias en las que la inserción puede hacerse en mejores condiciones. En cuanto a Bogotá, se tiene una estadística de 320.000 desplazados que han llegado entre 1985 y 1998 (de los cuales, al menos 200.000 llegaron en los dos últimos años). Se han venido instalando de manera muy precaria en la zona periférica de Ciudad Bolívar y al llegar ésta al punto de saturación, en el municipio de Soacha. Bogotá es entonces el conglomerado urbano del país que ha recibido un mayor número de desplazados. Es precisamente de la periferia de Bogotá de donde se originó el movimiento de ocupación de la Sede de la Cruz Roja202 .

las puertas de vidrio rotas y algunos destrozos a la entrada). Vajillas, colchones y elementos de menaje doméstico muy variados, transformaron pronto las oficinas de la Cruz Roja en cocinas, dormitorios y comedores improvisados. Con posterioridad al asalto, el 5 de enero, se dio inicio a una ronda de negociaciones entre portavoces de los desplazados y representantes del gobierno colombiano (de la Red de Solidaridad Social, el organismo al que se le asignó directamente la gestión de los desplazados, pero así mismo de varios Ministerios y de entidades que tienen que ver con la Reforma Agraria y la cuestión urbana). Aún así el 8 de enero la policía tomó posiciones en torno al edificio, aisló a los ocupantes y cerró el tránsito callejero de los alrededores; se hizo un primer listado de los ocupantes y se instalaron barreras para controlar la entrada y salida: todo desplazado que saliera del campamento debía reingresar el mismo día o de lo contrario, ya no podría reingresar y a partir de allí los únicos que podrían mantenerse como ocupantes serían los ya registrados. Algunos de los ocupantes se confesaron “prisioneros de su propia ocupación”.

Muy temprano en la mañana del 14 de diciembre de 1999, quince personas provenientes de Soacha ocuparon la calle y la recepción del edificio de la Cruz Roja en el corazón de la Zona Rosa, un barrio central y “caliente” de la capital. En el curso de ese mismo día, el grupo se duplicó y quienes llegaban habían sido atraídos por la información transmitida por la radio y boca a boca. Pronto se instalaron en la calle construyendo pequeños refugios con plástico negro (cambuches) y a ellos se sumaron centenares de desplazados más en los días siguientes. Hacia la Navidad, diez días después se hablaba ya de 1.000 a 1.300 personas como ocupantes del edificio. Se fueron instalando con sus familias en los cuatro pisos de la construcción mediante una “violenta invasión” (como lo calificaban los comentaristas que citaban como prueba

Tras diez días de negociación, se firmó un primer acuerdo el 14 de enero del año 2000 en el que se preveía otorgar ayudas financieras de urgencia para hacer frente a los gastos de alojamiento y alimentación de estos ocupantes (tres meses de alquiler, el equivalente de tres meses de canasta mínima familiar y la garantía de la inscripción de sus hijos en las escuelas públicas). Al considerar que la negociación había concluido, los representantes del gobierno dejaron la mesa de discusión el 18 de enero, en tanto que los portavoces de los desplazados querían que se mantuviese y consideraron el retiro “como un acto de arrogancia inexplicable”. Ellos querían que sus reivindicaciones a largo

201

Aunque en los últimos años se han registrado grandes marchas de campesinos desplazados por la violencia que han llegado a equivaler a formas de protesta colectiva frente al conflicto. 202 Agradezco a Flor Edilma Osorio por su colaboración en la investigación de campo y por las numerosas conversaciones que mantuvimos sobre esta toma.

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plazo también fueran consideradas y que no se circunscribieran las soluciones a las necesidades inmediatas. Identificaban dos tipos de necesidades: su reubicación y el inicio de “proyectos productivos”.

la segunda parte de lo acordado en la ocupación de la Red de Solidaridad Social; 70 de los ocupantes de la Oficina del Alto Comisionado, pedían esta vez el mismo tratamiento y acceso a proyectos productivos, un grupo de unas 40 personas, se identificaban como “los no-certificados”, es decir, a quienes se les había negado su certificación como desplazados y por último, un grupo que provenía de una invasión anterior en el municipio de Soacha. Cada grupo forma una “categoría” de desplazado y tiene su representante dentro de los 10 portavoces de la ocupación.

Para entender bien esta ocupación y las negociaciones, es necesario recapitular algunos de sus antecedentes. Era por cierto para una parte de los ocupantes, la última de una serie de siete que había comenzado hacía año y medio, a mediados del año 1998: 1) con la toma de la iglesia de la Comunidad Religiosa de los Monfortianos (a donde acudieron para solicitar ayuda y a sabiendas de que habían curas de varios países y por ello, la ocupación según afirmaba uno de los líderes, haría posible “la internacionalización del desplazamiento”). 2) ocupación de dependencias del Ministerio del Interior. 3) ocupación de dependencias de la Personería 4) de nuevo, ocupación de dependencias de l Ministerio del Interior. 5) ocupación de las oficinas de la Red de Solidaridad Social (en donde 180 familias obtuvieron, a instancias del Ministerio del Interior – Unidad de Derechos Humanos-, acceso a un programa piloto de proyectos productivos mediante una ayuda financiera de 3.5 millones de pesos) 6) sede del Alto Comisionado de la Cruz Roja del 2 al 20 de agosto de 1999 (ocupación en la cual 70 personas desde el interior y unas 400 desde el exterior, reclamaban igual tratamiento que los 180 beneficiarios de los proyectos productivos) y finalmente 7) el edificio del Comité Internacional de la Cruz Roja, el 14 de diciembre.

Después de la ruptura de las negociaciones, el 18 de enero se inició el cuestionamiento de la legitimidad de los desplazados y surgieron distintos argumentos: se discutió la representatividad de quienes habían negociado, a algunos de ellos se les atribuyeron vínculos con la guerrilla (por la que en verdad algunos sentían simpatía política) o se les trató como cultivadores de coca o habitantes de la calle en Bogotá, a otros se les considero “falsos desplazados” o se los consideraba irresponsables o inexpertos como voceros. Los medios de comunicación al igual que el resto de la población, oscilaban entre la compasión miserabilista frente a un espectáculo de necesidad extrema o la suspicacia hacia un sector de población sobre la que pesa un manto de sospechas: si han sido desplazados, lo han sido por haber estado próximos en algún momento a algunas de las organizaciones guerrilleras, a un grupo de paramilitares, o de traficantes de droga, etc. La Revista Cambio (dirigida por el escritor Gabriel García Márquez), puso en duda la veracidad de los relatos de los desplazados, en un mome nto en el que la ocupación era un hecho de actualidad. A fines de enero una crónica

En esta última ocupación, se formó entonces un grupo muy heterogéneo que incluía población que había participado en varias de las acciones antes mencionadas: los 180 de los “proyectos productivos” pedían el cumplimiento de

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de la Revista trataba acerca de una mujer del grupo de participantes de la toma que había intentado el espectacular gesto de crucificarse frente a fotógrafos y periodistas. Se hizo sospechosa de dar versiones contradictorias sobre los motivos de su desplazamiento y fue identificada como una simple habitantes de los tugurios dueña de un bar de prostitutas que además se habría beneficiado injustamente de una ayuda para proyectos productivos, madre soltera de cuatro hijos, desempleada y quien mostraba trastornos psicológicos. Al dar la palabra al responsable de la Red de Solidaridad Social, el artículo acogía el argumento de la confusión reinante, en la que según el funcionario “algunos se hacen pasar por desplazados y dañan la imagen de los que lo son realmente” y concluía: “así es que justos pagan por pecadores”. La oposición entre verdaderos y falsos desplazados, fue suscitando otros comentarios y rumores (se hablaba de la presencia de armas, drogas, disputas internas y de diferencias entre los negociadores, etc.).

Algunos otros hechos señalar para concluir descripción: -

deberíamos con esta

El 24 y el 25 de marzo, representantes de esta ocupación participaron en la reunión en la que se formó un Comité Nacional de Desplazados en Medellín - El 15 de mayo se produjo un enfrentamiento entre los ocupantes y la policía. Se puso precio a la cabeza de algunos de los líderes, según decían los desplazados, se hablaba de 5 millones de pesos por el principal de los portavoces, del que se decía ser próximo a las FARC y de 2 millones por los demás, según los mismos rumores; - El 19 de mayo los desplazados se retiraron de los pisos del edificio que no pertenecían al CICR, reagrupándose en los dos pisos que habían ocupado en principio; - A fines de mayo se desocupa la calle, al término de una acción de tutela adelantada por la Alcaldía, se reabre la circulación del tráfico normal y disminuye el número de ocupantes (quedando sólo algunas docenas de ellos) y a partir de allí, la situación, en cuanto a la cifra de ocupantes se mantiene estacionaria hasta el presente; - En el mes de junio, representantes de la ocupación de la Cruz Roja intervienen en la Mesa Temática que se lleva a cabo en el Caguán entre las FARC y el gobierno, cuyas discusiones son retransmitidas en una cadena pública de televisión; - Por fin, a comienzos de julio se produce un encuentro en el lugar con los desplazados de la Hacienda La Miel del Departamento del Tolima, que fueron los primeros en ocupar un organismo público (el INCORA) para obtener un espacio para su reubicación fuera de sus lugares de origen.

A partir de allí, la ocupación va adquiriendo la apariencia de un campamento: cambuches, fogones, fogatas, ropa secándose en las barreras policiales, niños jugando por doquier, adultos ocupados en fabricar pequeñas artesanías con los cables telefónicos arrancados a las instalaciones, etc. A comienzos de febrero, el CODHES hizo un conteo, encontrando 250 personas dentro de las cuales había 176 jefes de familia. Se podía constatar una gran diversidad étnica y regional entre los ocupantes y el informe, destacaba que la mayoría estaba solicitando ser reubicada en la ciudad y descartaba la posibilidad de regresar a sus sitios de origen ante la falta de garantías para su seguridad.

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social en el largo plazo. La adaptación a la violencia, la impunidad de la violencia política, y los vínculos reales entre violencia política, narcotráfico y delincuencia social, hacen la situación más compleja y demás difícil resolución. Por ello, la acción que acabamos de relatar ha suscitado reacciones tan encontradas, al fin de cuenta, los desplazados han parecido indignos de considerarse como actores políticos puesto que ni respetaban las reglas de la negociación ni actuaban como un “movimiento social” corriente, han sido confusos, heterogéneos y sobre todo, sospechosos de llevar consigo mismos las causas que los han conducido al desplazamiento. Sin embargo, no hay razón para sorprenderse porque la acción política de los desplazados, adquiera formas inesperadas, imprevisibles, ilegales al igual que “globalizadas” puesto que esas son precisamente las características de la situación a la que ellos se han visto reducidos. Es en medio de esta guerra sucia, que se están formando las condiciones de la paz.

*** Para concluir, proponemos tres puntos para la reflexión: En primer lugar, es mediante la acción política en busca de objetivos vitales que comienza a constituirse la identidad social del desplazado y a diferenciarse de los actores armados que hasta ese momento venían siendo considerados como los únicos sujetos políticos del conflicto. La formación de la Coordinación Nacional de Desplazados es desde ese punto de vista, muy interesante, pues al aparecer como sujeto político, de manera tan inesperada como lo son sus reivindicaciones, es que la “comunidad de desplazados” comienza a ser visible para el resto de la sociedad. Los relatos de las masacres se hacen entonces comprensibles y se socializan como parte de este reconocimiento. El conjunto de secuencias que permite formar una “identidad existencial” (y usamos la expresión de Michael Pollak), se amalgama y una comunidad de destino se hace concebible para cada uno. La toma de palabra que se lleva a cabo entonces, nos conduce al campo político a la vez que es parte de la constitución de esa identidad que había sido imposible hasta ese momento. Los amenazados, fugitivos y sobrevivientes encuentran un sentido a su experiencia en la identidad política de desplazados.

Por último, la confrontación social que se ha llevado a cabo en medio de la ocupación de la Cruz Roja, retrata lo que ocurre en el país: ”Dos Colombias antes lejanas se miran, día tras día, de frente”, titulaba una revista (Diners,16/05/2000). ¿Puede surgir de este extraño encuentro una toma de conciencia acerca de un presente nacional común?. Las formas altamente simbólicas y dramatizadas que adquirieron la palabra de los desplazados y sus gestos (crucificarse, acostarse en la mitad de la vía, llorar frente a las cámaras, poner los niños en primer plano) testimonian a la vez el mutismo político que impone la violencia y un intento de emancipación y de expresión en un espacio común, de iguales. Un intento que tal vez se agote y sea efímero, pero que se añade a

En segundo lugar, en su propia “impureza”, en su estado avanzado de degradación social, esta población representa la sociedad civil en el estado, poco conforme con el sueño de una sociedad civil inocente y sin nexos con los conflictos. Varias oleadas de violencia y de desplazamiento forzoso, al cabo de sucesivos periodos de guerra interna, han entrañado en Colombia un nivel avanzado de desestructuración

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decenas de otros para encontrar un intersticio político frente al sistema bloqueado del bipartidismo oficial y a la dramática polarización de la guerra que libran guerrillas y paramilitares.

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TRANSFORMACIONES DEL CONOCIMIENTO SOCIAL APLICADO: LO QUE VA DE CARTAGENA A BALLARAT

Una vez inaugurada formalmente la reunión por autoridades estatales y universitarias, el primer número del programa fue recordar el tránsito desde el último Congreso (el 4 / 8) en Cartagena de Indias en 1997, tarea que me fue encomendada por el organizador del evento, el mundialmente conocido educador y sociólogo Stephen Kemmis. Nuestro Congreso caribeño resultó tres veces más grande y más complejo en temas y actividades culturales que el de Ballarat; pero de partida se observó que el de Australia (el 5 / 9) había nacido con un profundo sentido de continuidad con el anterior. Así se había destacado en todos los materiales de convocatoria. Hubo, sí, un mayor número de conferencias plenarias, sumamente bien atendidas, en las que se expusieron asuntos de gran interés de los que aquí trataré de resumir los principales argumentos

Orlando Fals Borda Ballarat, en el Estado de Victoria, es la ciudad símbolo de la identidad australiana histórica. Allí, en medio de bosques de eucaliptos poblados por koalas y canguros, tuvo lugar en diciembre de 1854 la primera y única revolución en la historia del continente austral. Fue una corta asonada de mineros del oro que querían mejores condiciones de vida y que luchaban por eliminar impuestos abusivos decretados por autoridades corruptas. Sofocados a sangre y fuego, como era de esperarse, los mineros lograron de todos modos sembrar en los socavones y en la región de Victoria la semilla radical del socialismo que algunos de ellos habían traído de la Europa agitada de 1848 y como Cartistas. En el humilde pueblo de entonces ondeó durante los días de la revuelta, por primera vez en todo el Imperio Británico, una bandera dis tinta de la inglesa. Bordada por las mujeres de Ballarat, el bello estandarte de la Cruz del Sur con sus cinco estrellas aparece hoy, en su propio cuartel, dentro de la bandera oficial de Australia. También es el distintivo de la Universidad de Ballarat, donde me honraron nombrándome Profesor Visitante durante el mes de septiembre, cuando se realizaba el 9º Congreso Mundial de IAP (InvestigaciónAcción Participativa) y 5º de la asociación australiana correspondiente (del 10 al 13 del mismo mes, año 2000).

Evolución del ethos de incertidumbre El evento, en general, me produjo sorpresas que pueden tomarse como lecciones sobre el curso que autónomamente toman las ideas. La primera sorpresa provino de la evolución del sentimiento de la reunión al pasar del ethos de incertidumbre que se percibió en Cartagena a un ambiente de optimismo y de afirmación crítica para las tareas que nos convocaban. La reunión de 1997 se vio afectada por un “bajón” de varios años creado por una crisis de afirmación y comunicación defectuosa de resultados del trabajo en participación y educación popular, así como por peligros políticos y dificultades de la investigación por hechos de violencia (dos de nuestros compañeros acababan de morir asesinados en Colombia). En contraste, en Ballarat sentimos como si estuviéramos saliendo de aquella depresión, quizás gracias al

Lecciones sobre horizontalidad

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considerable aumento en la producción de los colegas de los países avanzados.

el Sur, que no ha cesado de trabajar y producir como lo vimos en Ballarat, y otro en el Norte con recursos más abundantes para este tipo de trabajos, donde se ha formado una nueva vanguardia teórica guiada por paradigmas abiertos (suma de saberes, holismo interdisciplinario).

En Ballarat hubo menos juventud que en Cartagena y más presencia de profesionales junto con académicos, editores, funcionarios oficiales, representantes de ONG’s, empresarios industriales y dirigentes comunales. Los presentes confirmamo s con cierta satisfacción que la IAP ha dejado atrás los problemas de su infancia intelectual y política, y que se ha institucionalizado, como se vió, por ejemplo, en la increíble montaña de libros y revistas --la mayoría en inglés-sobre participación e investigación cualitativa que se nos ofrecieron por editores australianos y europeos en el hall del Congreso, incluso el nuevo Manual Universal de Investigación Acción, grueso volumen de 43 capítulos editado por Peter Reason y Hilary Bradbury (el Capítulo 2, de mi autoría, fue publicado en su traducción al español, por la revista Análisis Político en 1998). También se lanzó la nueva edición del magnífico Manual de Investigación Cualitativa, de Norman K. Denzin e Yvonna S. Lincoln (Estados Unidos).

La norteña vanguardia teórica ha hecho contribuciones a la IAP y a la teoría en general, en campos como la epistemología extensa, la sistemática crítica, las teorías del caos y la complejidad, y el macroanálisis. Inspirados en las tesis de H.G. Gadamer sobre “fusión de horizontes” y en los postulados sobre la “mente universal” de Gregory Bateson, el colega Peter Reason (Inglaterra) nos ha presentado una “epistemología holística o extensa” basada en participaciones equivalentes o en reciprocidades simétricas. Esta epistemología extensa se expresa en cuatro tipos de conocimiento que juegan entre sí: el vivencial (“experiential”), el práctico, el proposicional y el presentacional. La teoría crítica de sistemas, elaborada, entre otros, por Robert L. Flood (Inglaterra), toma como punto de partida los trabajos de P.B. Checkland en los que se encuentran como elementos de trabajo: el método analítico, el área de aplicación y el marco de la acción. Ahora se añade la dinámica del conocimiento/poder con fines de transformar las narrativas de resistencia al cambio, en narrativas de liberación. Con las tesis del caos y la complejidad, guiados por Prigogine y Maturana, han estado trabajando colegas de la “escuela escandinava” como Bjorn Gustavsen y Stephen Toulmin. Han postulado tesis sobre el “espacio epigenético” en el trabajo participativo y la conformación de una estructura de la observación semejante a la postulada por Heisenberg

Vanguardia teórica en el Norte La publicación de tantas obras sobre la IAP producidas en los países avanzados con predominio de autores europeos y norteamericanos y en sus idiomas, me golpeó por los cambios observados en la institucionalización de nuestras escuelas desde los años 70. Caí en cuenta de que la presencia dominante que teníamos los autores y activistas del Tercer Mundo, de la cual nos ufanábamos en aquellos años y que se nos reconocía abiertamente, podía estar pasando a colegas de otras latitudes: éstos nos han alcanzado. La gran corriente contemporánea de la IAP tiene ahora dos motores combinados: uno en

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en la física cuántica para relaciones de indeterminación. Han introducido conceptos técnicos útiles como los de la fractalidad, la función cotidiana del azar, y el “efecto mariposa”.

propio sentido de la participación horizontal que es esencial en nuestras escuelas y formas de vida. En consecuencia, son comprensibles las esperanzas creadas por la IAP y sus escuelas convergentes de investigación y acción sobre perspectivas constructivas, dialógicas y democráticas que cubren por igual a las sociedades atrasadas y a las avanzadas, en lo que podemos advertir nuevas y positivas propuestas para una gran política socioeconómica postdesarrollista.

Las posibilidades del empleo del macroanálisis en la IAP se han visto más claras con los trabajos institucionales de colegas como William F. Whyte (Cornell) sobre la gran cooperativa española de Mondragón, y los de Michael Cernea y Anders Rudqvist en el Banco Mundial, donde se ha promovido una “planificación participativa” a diversos niveles territoriales, llegando hasta el regional y nacional. Así se está complementando la inicial reducción a lo microsociológico que se había observado en la IAP desde sus inicios.

Así lo sentimos todos solidariamente en Ballarat, al tomar nota del Foro Económico Mundial que se celebraba simultáneamente en la cercana ciudad de Melbourne con gran protesta popular, especialmente juvenil. Esta protesta -- que se encadena con las de Seattle, Washington, Filadelfia y Praga -- fue índice de la resurrección electrónica y física, a escala mundial, de anteriores movimientos radicales por la justicia económica y social, la paz y los derechos humanos que la IAP ha venido apuntalando. Es muestra decisoria contra la insensible codicia de las corporaciones. Para éstas, la historia enseña poco. Todavía hoy, después de noventa años de la patética denuncia del capitalismo salvaje en las fábricas de salchichas de exportación de Chicago, que hiciera Upton Sinclair en su narrativa social, La jungla, el mismo horripilante salvajismo con todas sus consecuencias inhumanas, se sigue extendiendo impunemente a los países periféricos. Por eso, ante la desfachatez pontificante del magnate Bill Gates en el Foro de Melbourne, contestó allí mismo nuestra colega hindú Vandana Shiva, la defensora de los árboles y campeona de la causa de la mujer. Ello fue simbólico de una situación general de acción y rechazo sobre graves problemas mundiales y regionales, de la que no

Articula ción del postdesarrollismo Tan marcados avances intelectuales, institucionales y materiales en el mundo pueden ser resultado de los vínculos creados por encuentros regionales y por la Internet; por el mayor sentido de camaradería que se ha formado entre nosotros a nivel mundial; y porque en el Norte un buen contingente de intelectuales empiezan a asumir, con mayor consideración, las implicaciones de las políticas desarrollistas de sus países para con el resto de la humanidad. La globalización actual está desbordando lo económico para involucrar lo espirítual y lo cultural, lo político y lo social: es en realidad un fenómeno multifactorial en el que nuestras escuelas juegan un gran papel de análisis y denuncia. Creo advertir que la IAP del Norte se afirma ante estas preocupaciones para estimular esa otra universalidad, hasta ahora medio escondida, que descarta los abusos explotadores y opresores de anteriores épocas imperialistas. Si no fuera así, sus cultores estarían denegando su

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pudimos, ni podremos, excusarnos los “participativos”, así los del Norte como los del Sur.

realidad ambiente actual que socavan esas torres. Al mismo tiempo se rompen las clásicas especialidades, creando zonas grises de contacto que no encuentran aún nichos interdisciplinarios en la concepción eurocéntrica del siglo XIX, la de facultades y departamentos según Humboldt y Fichte, cuyos intereses creados siguen dominando.

Otros avances en Ballarat Los avances de Ballarat sobre Cartagena fueron sustanciales. Conforman temas y problemáticas que en 1997 no se trataron o se trataron muy de paso. Hay cuatro conjuntos, en mi opinión, de tale s asuntos: la educación universitaria participativa; la globalización e ideología popular; las culturas indígenas y aborígenes; y los valores sociales y vivencias de reconciliación. Por la importancia que tienen, me detendré en estos asuntos.

La crítica sobre este asunto en Ballarat recibió oportuno impulso con el lanzamiento allí de la segunda edición del Manual de Investigación Cualitativa, de Denzin y Lincoln, cuyo tercer capítulo escrito por Davydd J. Greenwood (Estados Unidos) y Morten Levin (Noruega) se titula, “Cómo reconstruir con la investigación acción las relaciones entre las universidades y la sociedad”.

Educación universitaria participativa En Ballarat se sintió una fuerte preocupación por el presente y futuro de la universidad ante el impacto de las políticas neoliberales. Hubo consenso sobre lo deletéreo que ha sido para el espíritu universitario la tendenc ia a la privatización de instituciones de enseñanza superior y el cambio de la clásica relación profesor-alumno a una especie de transacción material en la que el alumno se convierte en cliente comercial.

Partiendo de la necesidad de revisar las conexiones entre teoría y práctica en el contexto actual, los autores proponen la IAP como el vehículo más adecuado para transformar las estructuras internas de la universidad, y para estimular el diálogo entre los académicos y sus contrapartes más allá de los claustros, democratizando la investigación. Rechazan las distinciones clásicas entre investigación pura y aplicada y entre la cualitativa y la cuantitativa, así como el prejuicio contra la praxis, pero sin romantizar el saber popular.

Por supuesto, aquella relación dominada por el principio del “magister dixit” también está en crisis, en parte por culpa de profesores arrogantes, elitistas y rutinarios que no han alcanzado a entender la flexibilidad informal inducida por valores postmodernos, el pluralismo democrático y accesos alternos al conocimiento universal. En este contexto, mantener intactas las actuales estructuras universitarias con sus “comunidades científicas” es una tarea ciclópea: parece que no se podrán sostener, y que las “torres de marfil” están sentenciadas. Hay retos provenientes de la problemática de la

Combinando el pragmatismo de John Dewey con el humanismo de Habermas, la idea de estos autores es construir universidades nuevas en las que las conferencias magistrales se conviertan en situaciones de aprendizaje y vivencias personales basadas en la búsqueda de soluciones a problemas de la vida real, por parte de profesores y estudiantes trabajando conjuntamente. Las estructuras actuales serían menos elitistas y arrogantes, y más abiertas a

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otros grupos de conocedores, con menos compromisos con corporaciones y con colegiaturas académicas positivistas y cartesianas. En esta forma se espera que la universidad pueda avanzar mejor en sus funciones dentro de la era de la postmodernidad y el postdesarrollo.

Semejante posibilidad de vinculación de la universidad con la realidad práctica externa confirmó las tesis de la IAP sobre suma de esfuerzos investigativos originados así en la academia como en el conocimiento popular, lo que obligaría a una concepción muy distinta de la universidad tradicional para convertirla en una universidad abierta, democrática y participativa. Ella puede anticiparse, si hacemos caso a los informes traídos de lugares tan apartados como Cornell University (según Peter Malvicini) y Yucatán (según Dolores Viga). Margaret Zeegers llevó también al Congreso una interesante ponencia sobre “participación periférica legítima” para referirse a lo mismo en la Universidad de Phnom Penh, Cambodia.

En algunas universidades, notablemente en los Estados Unidos, más ágiles que sus copias entre nosotros, los departamentos ya se están convirtiendo en sistemas coherentes y flexibles de proyectos investigativos comprometidos con la realidad práctica. Empieza un nuevo tipo de extensión universitaria comprometida socialmente. Sus fórmulas principales, inspiradas en la filosofía participativa, han destacado la necesidad de derribar los actuales muros universitarios –internos y externos-para permitir la entrada de corrientes nuevas de conocimiento científico y experiencia artística creadas fuera de la institución; y para facilitar la proyección de elementos cognoscitivos y didácticos generados en la institución, que guarden pertinencia con la vida comunitaria externa. Se trata de un proceso simultáneo de implosión y explosión en ámbitos universitarios, a lo que la socióloga y educadora británica Susan Weil, siguiendo a Greenwood y Levin, se refirió con el concepto de “investigación co- generada”, esto es, la producción conjunta de conocimientos útiles para el cambio social provenientes de diversas fuentes. Este proceso de autopoiesis participativo lo ilustró con el trabajo de extensión universitaria realizado por ella y su equipo de colaboradores en la Universidad de Northampton con personal de la salud, mediante la aplicación de análisis sistémicos. La propuesta de Susan fue ampliada por los profesores Ray D. Williams y Molly Eagle con trabajos conjuntos en la defensa de cuencas fluviales y recursos naturales.

Uno se figuraría una universidad de este tipo como menos jerárquica formal y masa simétrica que la que hemos conocido; con mayor trabajos en equipo y menos de genios autistas, egoístas o engreídos; con mayor cercanía, colaboración y amistad entre profesores, estudantes y trabajadores; con conjuntos interdisciplinarios flexibles enfocados a problemas concretos de la vida real; con menos especializaciones y más visión global del universo estudiado; interesada en formar personas para servir a la comunidad, no para explotarla; que trabaje con menos austeridad y más alegría y cultur a; que difunda y comparta libremente lo que descubra; que resulte económico el ingreso, por contar con suficientes subsidios estatales y apoyos sociales. Un obstáculo reconocible para este proyecto proviene de un creciente distanciamiento entre el personal académico y la burocracia administrativa en cada institución, como lo destacan Greenwood y Levin. De

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seguirse imponiendo el neoliberalismo, las decisiones docentes, dicentes y hasta tecnocientíficas quedarían en manos de quienes no sienten la vivencia participativa sino a través de sumadoras y negocios con corporaciones que se suponen interesadas en el fomento de la investigación. La filosofía y la historia parecen ser las primeras disciplinas en desaparecer por falta de interés y de clientes; técnicas como la informática, sin mayor profundidad humana, tienden a surgir. No se entenderían conceptos de la IAP formativos del carácter, como el de la “educación liberadora” que popularizó Paulo Freire, ni habría interés para impulsar los conocidos programa s del “educador como investigador” de Stenhouse.

Rabindranath Tagore, como el de “¡Ya llega el Gran Humano!” Para el primer asunto –políticas globales-- Rahman propuso definir la pobreza como una condición relativa y cultural, no expresada en la conocida “línea” estadística que tanto utilizan los planificadores. La pobreza no se “alivia” con medidas gubernamentales desarrollistas que buscan ante todo mantener la productividad material mínima de seres humanos que trabajan, como si éstos no fueran sino ganado de engorde para el matadero de la producción y el mercado. Esta regla estadística de medición de la pobreza, ligada como política al ya viejo concepto de “necesidades básicas”, sólo se explica en el contexto de la modernidad capitalista: no se trata de un problema económico sino de uno de justicia, para lo cual habrá que tomarse en cuenta no sólo el salario suficiente sino la satisfacción vital en la actividad laboral, así como el sentido de dignidad que proviene de la humanización de la economía. Lo cual tiene raíces en culturas regionales y situaciones locales que no pueden ignorarse, so pena de hundir a toda la sociedad en situaciones anómicas a la larga inconvenientes hasta para la acumulación de capital. De allí que la globalización pueda condicio narse con la conciencia opuesta de la “glocalización”, esto es, con la fuerza de lo local, lo cultural y lo social que puede expresarse con políticas de descentralización bien entendidas y ejecutadas.

Así, nos estamos acercando a una crisis ética e institucional seria, sin habernos decidido a configurar estructuras y orientaciones universitarias congruentes. Según los asistentes al Congreso, ya es tiempo de irlo haciendo en todas partes. Las vanguardias de este nuevo movimiento social están apareciendo --¡oh sorpresa!-- en los medios estudiantiles radicales en pro de la justicia económica y en contra de la privatización corporativa en los Estados Unidos, que tienen rabiando a más de un rector entreguista. Globalización e ideología popular Mohammed Anisur Rahman, economista de Bangladesh y co-autor del libro Acción y conocimiento, hizo importantes aportes en dos sentidos: 1) para desnudar (“deconstruir”) las políticas oficiales de globalización; y 2) para sistematizar elementos en la construcción de una ideología de acción popular que equilibre los efectos nocivos de la globalización. Además, nos dio el gusto de escucharle cantando, con su armonio portátil, algunos bellos poemas de estirpe social de

En cuanto a lo segundo –ideología popular-Rahman articuló los siguientes elementos, que bien pueden servir como bases para un programa de gobierno inspirado en el socialismo humanista: 1) replanteamiento de la democracia directa como opción

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política, en especial la democracia participativa, sin reducirla a los ritos periódicos de votación, ampliando las funciones de control y seguimiento permanentes de los ciudadanos/as sobre los elegidos, con revocatoria efectiva de mandatos; 2) construcción de los movimientos políticos necesarios usando a la IAP como soporte orientador y metodológico y proceder desde las bases sociales hasta las cúpulas, incluyendo a las antiélites que converjan con lealtad en la lucha popular por el cambio democrático; 3) derechos humanos reconocidos y respetados, incluyendo el derecho a la protesta y el derecho a exigir participación en la plusvalía propia que los mismos pueblos generan, para alcanzar la “justicia global” sin detenerse en el “mercado global”; 4) defensa vital del medio ambiente tomando en cuenta las culturas y conocimientos locales; 5) descentralización políticoadministrativa con ordenamiento territorial realista y flexible; y 6) el ejercicio del papel de “mayordomos del futuro” para el mundo, que deben desempeñar organizaciones de género/mujer y de jóvenes/estudia ntes, que sobresalen, junto a las antiélites críticas, como grupos estratégicos de importancia para el cambio social y político, en todas partes. Este punto se elaboró más atrás, al tratar la crisis universitaria.

En Ballarat pasamos de una admiración pasiva de lo indígena y aborigen como en Cartagena, a un reconocimiento activo de su pertinencia y necesidad para la sobrevivencia del mundo contemporáneo. Ello provino de las excelentes exposiciones de dos colegas muy distintos: Mundawuy Yunupingu, del grupo musical Yothu-Yindi (que significa la reciprocidad “criaturamadre”), líder aborigen proclamado como “Australiano del año” en 1992 (cuando precisamente en su pueblo nativo de Yirrkala me hicieron hijo de su Clan del Cocodrilo). Y Martin von Hildebrand, compatriota colombiano fundador del COAMA (Coalición Amazónica) que recibió el año pasado en Suecia el Premio Nobel Alternativo por trabajos con los indígenas amazónicos. De Mundawuy recogimos la importancia de la negociación y el diálogo intercultural para asegurar un “nuevo amanecer” en la reconstrucción social por la paz y la justicia, en lo que se sumó a la gran campaña nacional australiana de la reconciliación. No es posible seguir en la vía autodestructiva de la negación del Otro y del desprecio a prácticas diferentes, sin tratar de entenderlas antes. Las formas del conocimiento y del arte aborigen pueden articularse a las del mundo “civilizado” y académico, de tal manera que se traigan al presente prácticas originales de ocupación del territorio y de pensamiento propio que son absolutamente funcionales, incluso para el bienestar general. Además, se necesita recobrar el sofisticado conocimiento tecnológico que aquellas comunidades desarrollaron en sus mejores días.

En estas formas se desata una activa sinergia popular, para lo cual la IAP puede contribuir trabajando por valores humanos que desarrollen el poder popular y animen la formación de grupos cooperativos y solidarios. La educación colectiva, más autosuficiencia y menos caridad, completan esta propuesta sociopolítica.

De Martin escuchamos las formas como los indígenas reconocen su compromiso para con la sociedad nacional y para con la región tropical de la que forman parte. Desarrollar sus propios modelos

Culturas indígenas y aborígenes

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de asimilación técnica y avance socioeconómico en las circunstancias que las culturas dominantes imponen, tal como lo han venido haciendo los indios, con éxito, desde la Conquista española. Habrá que tener menos actitudes misioneras con ellos, de parte de los dominadores, e inventar técnicas mestizas o híbridas que combinen lo útil para ambos mundos, como los bellos y exactos mapas culturales que han hecho para identificar y defender sus territorios. En especial, hay que apreciar todo lo concerniente a la conservación de la selva húmeda y sus riquezas, a la ocupación de la tierra sin conflictos con los no- indígenas, y al empleo de la intuición y lo espiritual (“esotérico”) para la comprensión de la vida en sus diversas expresiones. Valores sociales reconciliación

y

vivencias

sufren todavía de las dentelladas de los imperios coloniales. Se necesita la comprensión entre etnias, sectas, ricos desarrollados y pobres subdesarrollados; entre viejos y jóvenes, y mucho más. Las diferencias pueden tenderse y tolerarse en aras de un mundo mejor, según las presentaciones que hicieron Margaret Ross (Australia) sobre las funciones de las artes, Ritha Ramphal (Sur Africa) y Riza Primahendra (Indonesia). El coro de denuncias, protestas y lamentos fue severo. La reconstrucción de valores alrededor de un nuevo ethos, más positivo que el de incertidumbre sentido en Cartagena, se vio posible de alcanzar con el aporte de metodologías participativas que son congruentes con estos ideales y potencialmente eficaces para la reconstrucción social y el conocimiento útil.

de

El reconocimiento de valores aborígenes e indígenas hizo muy real la urgencia de la reconciliación y de la paz para el progreso general, así en Australia, donde los primeros han sido casi exterminados, como en Colombia, donde impera una práctica de la violencia que es múltiple, compleja y generacional. A estos países se sumaron Sur Africa y Tailanddia cuyos delegados al Congreso (Manoco Seerane y Alphom Chuaprapaiasilp, respectivamente) dieron testimonios devastadores --y también llenos de promesa-- sobre sus respectivas situaciones. De esta manera al concepto de vivencia personal (“Erfahrung”) se añadió una dimensión colectiva.

Continuidades en Ballarat Hubo continuidad con Cartagena en los esfuerzos para estimular la convergencia disciplinaria. En efecto, se escucharon excelentes aportes provenientes de la sociología, la economía, la antropología, la ingeniería, las artes y la educación. Fue sensible la ausencia de historiadores y filósofos, aunque muchos no dejamos de citarlos o sentir su gran influencia. En compensación parcial de esta carencia, Marja Liisa Swantz (Finlandia) hizo un recuento de los orígenes de la IAP en Tanzania desde los años 70. La convergencia de nuestras corrientes socio- investigativas, también estimulada en Cartagena cuando se contaron 32, tuvo desarrollos nuevos. En Ballarat hubo un intercambio libre en el uso de los acronímicos IAP, IP e IA. La escuela de Sussex, mundialmente conocida por la PRA (Participación-Reflexión-Acción) y la de Educación-Acción se asimilaron a la

La idea de reconciliación como expresión vivencial se extiende a todos lo grupos y clases sociales: por ejemplo, se necesita entre naciones divididas como las dos Coreas (cuyo ejemplo de unificación para los juegos olímpicos fue notable), las de la antigua Gran Colombia, y las africanas que 108

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IAP, llevando en su cortejo a los colegas de Gestión de Procesos y Administración, lo cual hizo también reducir el nombre de la Asociación ALARPM de Australia a sólo ALAR (Educación-Acción e InvestigaciónAcción). De modo que, en conclusión, puede decirse que se consolidó la “Familia Participativa” (IAP) para fusionarnos en un número menor de corrientes disparejas, tal como se había propuesto desde Cartagena. Estos hechos pueden ser interpretados como pasos hacia una más madura postura profesional tanto dentro como fuera de las universidades.

Con toda la riqueza de sus 168 ponencias provenientes de 32 países, y 20 exposiciones plenarias, hubo en Ballarat algunos silencios sobre problemas o aspectos del trabajo participativo contemporáneo que bien merecen tratamiento. No quiero dar a entender ninguna malicia al respecto: el Comité Organizador conformado, entre otros, por colegas dedicados como Ortrun Zuber-Skerrit, Yoland Wadsworth, Colin Henry y Ron Passfield, hizo un excelente trabajo motivador y responsable. Los silencios a que aludo se refieren a la falta de discusión (y ponencias) sobre: políticas estatales y partidistas, en especial sobre movimientos sociales; la búsqueda de paradigmas científicos alternos; la recuperación histórica (a pesar de la sensacional aparición reciente en Australia de la contrahistoria Why Weren’t We Told [¿Por qué no se nos dijo?] del historiador y profesor de la Universidad de Tasmania, Henry Reynolds, libro que corrige extendidos mitos regionales); y la cooptación y mal uso generalizado del concepto de participación.

El equilibrio entre teoría y práctica que se ensayó en Cartagena resultó formalmente más débil en Ballarat: hubo más práctica que teoría, aunque las presentaciones de plenaria fueron invariablemente bien articuladas desde el punto de vista conceptual. No hubo grandes elaboraciones teóricas, con excepción de la esclarecedora exposición de Flood sobre sistemas, y la de Rahman sobre resistencias a la globalización, que quedaron señaladas. Pero hubo ponencias específicas muy buenas que lograron vincular las prácticas de sus autores con teorías emergentes de alcance medio, como las de Stephen Kemmis (Australia) sobre liderazgo de servicio; la de Robert Chambers (Inglaterra) sobre impotencia social; la de Timothy Pyrch (Canada) sobre dificultades del desarrollismo en Ucrania; la de Susan Weil (Inglaterra) sobre educación polifónica; y la de Yvonna S. Lincoln (Estados Unidos) sobre “misión de servicio” en instituciones universitarias. Estos son procedimientos serios hacia una construcción responsable de teorías y conceptos vinculados a realidades regionales que necesitan ser mejor entendidas.

No se puede recapitular aquí al respecto, porque cada uno de estos asuntos puede dar lugar a artículos largos. Sin embargo, el problema de la cooptación merece algún tratamiento urgente. Escuchamos primero un excelente estudio de John Gaventa (Sussex) y de sus colegas, que mostró evidencias de la adopción de la idea de participación como principio guía para futuras políticas de desarrollo por el Banco Mundial, los peligros de la asimilación institucional del concepto, y la necesidad de examinar autocríticamente nuestras prácticas de la participación, que pueden estar cayendo en absolutizaciones de su propia y diferente racionalidad.

Silencios en Ballarat 109

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Cuando se presentó el último informe del Banco Mundial sobre Desarrollo del Mundo 2000, se supo que su principal coordinador, Ravi Kanbur, había renunciado por desacuerdos en el empleo de prioridades conceptuales. En los días siguientes, un grupo de delegados protestamos por el desconocimiento de última hora por parte de la dirección del Banco Mundial --aparentemente por indicaciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos--, de la prioridad que el grupo universal de consulta, coordinado por Kanbur, tras laborioso trabajo, le había dado al concepto de “poder” (“empowerment”) por encima del de “crecimiento” (“growth”). En la publicación final estos dos conceptos aparecen trastocados (con la adición consensual del de “seguridad”), con los ajustes respectivos de redacción.

consideramos “participación auténtica”, como lo explicó McTaggart, puede llevar al descrédito de lo ya alcanzado en este campo, dentro y fuera de la universidad así en el Norte como en el Sur. La reciente publicación por la Universidad de Manchester de un libro titulado, Participation: A New Tyranny? (editado por B. Cooke y U. Kothari) es sintomática de la preocupación existente al respecto. Por eso, para terminar, algunos de nosotros propusimos que este delicado tema de la cooptación del concepto de participación sea motivo de autoinvestigación y autocrítica, como lo sugirió Gaventa, y además que sea formalmente incluído en el próximo Congreso Mundial de IAP en el año 2003, el décimo de la serie, para cuya sede se postuló a Sur Africa.

Siendo que dicho Banco no sólo había reconocido la importancia de la participación popular y del “empoderamiento” en previos documentos y decisiones, sino que había enviado una representación autorizada al Congreso Mundial de IAP en Cartagena, aquel ajuste conceptual de última hora tuvo visos de una manipulación inaceptable por parte de terceros. La cooptación de nuestras ideas como la del poder popular y la asimilación de nuestros ideales como el de la participación, que han ido poco a poco barriendo obstáculos a partir de las cúpulas de la sociedad desde hace años, no puede seguirse prestando para tales abusos.

Nota: El autor agradece la contribución de los colegas del IEPRI que en el Seminario Interno (“Gólgota”) hicieron valiosas críticas y sugerencias que mejoraron sustancialmente el texto, especialmente a William Ramírez, María Emma Wills, Luis Alberto Restrepo, Javier Guerrero y Fernando Cubides.

Los consejos de Robin McTaggart (Australia) sobre “participación como ética” resultaron por ello oportunos y convenientes en el Congreso. Ser facilistas en este sentido, y no respetar el trabajo serio y responsable que se ha venido haciendo por muchos colegas en todo el mundo sobre lo que

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... “REINTEGRAR LO LOCAL…

... “REINTEGRAR LO LOCAL EN UN PENSAMIENTO UNIVERSAL” ENTREVISTA A FERNANDO ZALAMEA TRABA203 Análisis Político

explícita, pero sí hay elementos básicos de geometría, de orden, de contrastación entre una cosa y otra. Esencialmente la idea detrás de esta afirmación es que la estética es un sistema ordenado de signos, por ende, un sistema ordenado en que los signos transmiten información de un lado al otro y algunas de esas transferencias de signos y de colores y de contrastes resaltan en el espectador como una especie de sensibilidad o de emoción estética. Esos traslados de signos, traslados de colores, figuras y cosas en general creo que pueden ser estructurados, pueden ser de alguna manera sacados a la luz a través de adecuadas herramientas, si las hay. Entonces ese ejercicio, de coger el cuadro y empezar a mirar cuál es su estructura, estructura ya un poco formal en el sentido de cómo transmite formas dentro del cuadro, en ese sentido digo que la estética puede verse formalmente, a través de contrastaciones de formas.

Francisco Gutiérrez: Una primera pregunta sobre el primer párrafo de su ensayo sobre Gödel- Reverón y los cruces entre lógica y estética que me parece puramente introductorio pero contiene también una afirmación provocadora: la estética también es un formalismo. ¿Cómo desarrollaría esa afirmación? Fernando Zalamea: En el sentido formalismo de qué: de manejo, de traslado de formas, ¿no?, de alguna manera los signos estéticos, o sea, la estética, maneja ciertos signos que son unas combinaciones de colores, figuras, líneas, etcétera, ese tipo de cosas, y que tienen también en la construcción del pintor una estructura, no siempre

Francisco Gutiérrez: Dentro de ese formalismo el “relé” sería un concepto clave

203

Profesor de la Universidad Nacional, Licenciado y Magister en Matemáticas Puras Universidad de París VI; Magister y PhD en Matemáticas, Universidad de Massachussets. ExDirector de Centro de Investigaciones de la Universidad Nacional. Acaba de obtener el Premio Anual de Ensayo Literario Hispanoamericano Lya Kostakowsky. Con anterioridad había obtenido uno de los Premios del Concurso de Pensamiento Latinoamericano del Convenio Andrés Bello, una de las Becas nacionales de Colcultura (1994 ) y una Mención de Honor en el Concurso Nacional de Ensayo de Colcultura en 1992. Las preguntas de los entrevistadores versaron inicialmente sobre sus ensayos ya publicados, particularmente los que recoge el libro Estética y Matemática (Universidad Distrital, Universidad Nacional, Escuela de Administración y Negocios, Editores, Clemencia Bonilla, compiladora) El ensayo que obtuvo el Premio, titulado Signos triádicos. Nueve estudios de caso latinoamericanos en el cruce lógica-literaturaarte se publicará como parte del premio obtenido. Para la discusión que propone, puede consultarse también su página personal en Internet: http://www.matematicas.unal.edu.co/fz.html

Fernando Zalamea: El ”relé”204 es ahí una lectura de Francastel. Pierre Francastel adopta un punto de vista indudablemente básico en el cual él muestra que el objeto estético es leído de muy diversas maneras dependiendo por supuesto de sus espectadores, de los intérpretes. El objeto estético es un objeto que no está fijo de una vez por todas sino que constantemente es transformado a través de la mirada del espectador y el espectador, a su vez está situado dentro de un contexto de interpretaciones que en el caso de 204

“Los signos plásticos son, según Francastel, relés, trasmisores dinámicos de información” afirma Fernando Zalamea en su ensayo: “Gödel, Reverón, Lindström, Matta, Freyd, TorresGarcía: tres cruces contemporáneos entre lógica y estética ” del libro citado en la nota anterior.

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Francastel es el elemento sociológico clave. El cuadro es así un elemento movible, continuo, que se mueve dentro de la sociedad y la sociedad de alguna manera lo va leyendo de acuerdo a sus diversas expectativas a lo largo de la historia. Para tomar un ejemplo, la Monalisa de Da Vinci no es el objeto en sí sino realmente es la interpretación de ese objeto a lo largo de todas las diversas culturas que lo han mirado poco a poco hasta que entonces la Monalisa se convierte por ejemplo en el juego moderno de los colores de un Warhol, o lo van cambiando constantemente; la idea de “relé” es pues esa idea de que el objeto es un objeto dinámico. El objeto estético o el objeto matemático que yo estudio ahí o los objetos de la lógica, son objetos dinámicos, constantemente movidos por la interpretación de los intérpretes. Ahora, lo que es muy interesante a mi modo de ver ahí, es que esas cosas que son más o menos claras y conocidas a partir de un cierto momento, que el objeto es un objeto dinámico, leído a los ojos de los espectadores , esa lectura que en principio parecería introducir un elemento idiosincrático no fácilmente estructurable, no fácilmente medible que llevaría a un extremo individualismo. A decir cada cual mira la cosa como se quiere: todo eso puede ser reconstruido sistemáticamente. La idea de que las diversas lecturas interpretativas no están desligadas, sino que pueden reconstruirse, reintegrarse en un sistema es lo que a mí me parece interesante y eso es lo que debo en buena medida al sistema de Pierce, del cual yo hablo mucho en todos mis textos, que es la base de este último libro, por ejemplo, y del libro que ustedes tienen ahí: Ariel y Arisbe sobre América Latina. Pierce fue un gran pensador de finales del siglo pasado, yo lo conozco a través de mi especialidad, soy lógico matemático. Haciendo algo de historia de mi disciplina, me

encuentro con él y me voy dando cuenta poco a poco que es un tipo con una capacidad increíble de trascender fronteras y que su sistema justamente lo que hace es estudiar la frontera entre disciplinas; pero de una manera muy sistemática, muy ordenada, con enclaves estructurales que permiten mostrar cómo se va construyendo la frontera y que permiten en ciertos momentos muy específicos pasar de un lado al otro con control. Controlando el salto entre las cosas que él trabajaba: mucha física, mucha química, geodesia, matemática y filosofía, lingüística por supuesto, (no olvidemos que fue constructor de la semiótica contemporánea) ese tipo de cosas él las manejaba muy bien. La parte artística no la manejaba tanto, pero entonces yo trato de hacer el ejercicio en detalle de mirar cómo un cuadro puede corresponder a un teorema desde un punto de vista estructural. Son las mismas ideas estructurales las que encarnan en un cuadro de una manera y en un teorema de otra, yo trato de sacar esos lazos comunes. Y lo que les comentaba que me parece bien interesante (que tal vez fue lo que le gustó a la gente del jurado) es que es bastante estructurado, hay un sistema. No es ya una cuestión de intuición, de iluminación estética, de capacidad emotiva, sino que hay algo que no vemos y que hay que sacar a la luz y es ese sistema de saltos, ese sistema de saltos entre fronteras. Eso es lo que yo trato de hacer de un modo más o menos sistemático en éste libro último que salió, que es entender esos cruces entre algunos pintores y algunos lógicos y entre algunos escritores y algunos lógicos, y entre un músico que es Villalobos y otro lógico contemporáneo. Hago eso en detalle: comparando composición con teorema, es algo que en un sentido no se había hecho y en eso consiste lo interesante. La parte más valiosa, sin embargo, no es la mía sino

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la que viene de Pierce, que es un pensador importante en el sentido que construye el sistema que nos permite realizar esos cruces. Ahí es clave la cosa del “relé”; sí: el “relé” de Francastel corresponde a la semiosis dinámica de Pierce, a la idea de que los signos siempre están en movimiento pero que ese movimiento no es elusivo para nosotros, no es ilusorio, sino que podemos acceder a él, no es que esté más allá de nuestra capacidad de pensar.

mientras que el pragmatismo usual se restringe al ámbito de lo concreto, utilitario, verificable en la práctica. Es injusto que el pragmatismo pierceano (es bueno volver un poco a esa noción de pragmatismo pierceano original porque realmente él fue el inventor del asunto) haya sido reducido a esa lectura utilitarista cuando Pierce estaba realmente pensando en otro asunto totalmente diferente. Entonces yo hablo es de ese asunto totalmente diferente, creo que en algunos textos, en el de Ariel y Arisbe eso está muy claro. Hay un segundo capítulo en el cual yo introduzco a Pierce y muestro porqué se deformó la noció n de pragmatismo, cómo fue deformada la noción de filosofía pragmática, por razones muy precisas, por razones de poder en un cierto momento, por razones de que Pierce era un iconoclasta que iba en contra de la tradición norteamericana y ese tipo de cosas. Entonces esa es la razón. El pragmatismo Pierceano, en el fondo, es un sistema de pensamiento muy, muy amplio que habla de muchos mundos posibles y lo que hicieron fue restringirlo al mundo de lo dado, de lo actual y eso hace que se deforme la palabra.

Fernando Cubides: En principio uno se sorprende por la relación entre un pensador pragmático y corrientes estéticas tan novedosas... Fernando Zalamea: De acuerdo. Ahí entonces lo que pasa es que la noción de pragmático que tenemos es una noción muy recibida y muy injusta y que corresponde a lecturas posteriores del pragmatismo Pierceano que se hicieron. Pierce es uno de los fundadores del pragmatismo pero los sucesores de él (que fueron William James y Dewey esencialmente) tomaron una parte del pragmatismo y esencialmente lo ligaron a decir que el pragmatismo era aquello que tenía que ver con consecuencias prácticas, verificables, con principios más utilitaristas, con principios más conductistas y es la noción finalmente que desde comienzos de siglo hasta hoy ha sido recibida por la cultura según la cual el pragmático es aquel que está ligado a fines concretos; mientras que el pragmatismo Pierceano es un pragmatismo muchísimo más amplio, en el cual él dice que para conocer tenemos que conocer las consecuencias relacionadas con el objeto, pero no las consecuencias únicamente restringidas, que son las que le interesan al utilitarista, sino a todas las consecuencias posibles. Ahí entra una cuestión muy importante en el pragmatismo Pierceano que es pensar en el ámbito de posibilidades generales,

William Ramírez: En cuanto a lo que usted señala en su artículo sobre el pintor uruguayo Torres-García encuentro una cosa bien interesante: Torres-García propone una gramática plástica que, como usted dice, debe superar los límites locales del pensamiento, y esto vuelve a ser muy importante ahora que de nuevo aparecen las consabidas invitaciones para el retorno hacia unos supuestos orígenes culturales. Pero este retorno supone una cultura como espacio cerrado, autónomo y eso que usted define como la lógica de las fronteras excluye tales reivindicaciones puristas sobre la cultura...

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Fernando Zalamea: Es muy claro, tal vez en este texto es bastante claro donde yo ataco esa vertiente extremadamente localista (no sólo yo hay mucha gente que está hoy en contra de esa vertiente) que existe actualmente de satisfacerse cada cual con su propia verdad, es decir, que es igualmente válida la verdad de la tribu África que la verdad del teorema de Einstein, luego son igualmente equivalentes en una versión muy laxa, posmodernista de las cosas en las cuales cada verdad tienen su razón de ser y es independiente de lo demás y realmente cada cual vive adecuada y ricamente aislado en su jardín...

ese tipo de cosas. Aquí se trata más de mirar más bien que siempre ha habido una tradición universalista y que esa tradición universalista puede incorporarse a través de un sistema, que es ese sistema que reintegra lo local dentro de lo universal, o lo local dentro de lo global, como quieran. Pero siempre es importante como idea en todos los planteamientos de que lo local tiene que ser comparado, constrastado, que lo local aislado de todo lo demás es en el fondo un pensamiento bastante erróneo y erróneo desde el punto de vista lógico simplemente. Desde un punto de vista matemático, como usted comentaba, la idea de geometría es una idea que en principio tiene que ser universal, que es aplicable a diversos contextos de interpretación. Las lecturas en contextos de interpretación son importantísimas pero quedarse solo en eso es una tendencia muy, muy clara de nuestra época contra la cual hay que luchar. No sólo aquí, en el ámbito de las ideas estéticas y de la cultura, sino es aún más claro en la ciencia. En la ciencia cada cual está cada vez más contento de ser especialista en una cosita pequeñita, enana, y el personaje que trata de ser, de ir más allá de lo subsub-subdisciplinario, ya empieza a ser mirado con un poco de duda por sus propios colegas. La tendencia de la época es que lo que importa es ser el super – super- especialista en una cosa muy pequeña y ya con eso es suficiente. Eso es importante pero digamos que la tendencia general de nuestra época sea privilegiar eso en vez de los cruces y es algo contra lo cual pues estoy peleando.

Francisco Gutiérrez: Poincaré decía que no hay geometrías buenas o malas sino útiles o inútiles... ¿cómo diferenciar esto del “todo vale”?, que es, creo, un esfuerzo consciente que usted trata de emprender en sus ensayos. Creo que ese es el tema... Fernando Zalamea: Sí, la idea más o menos es que aunque la noción de lo local sigue siendo extremadamente importante, y tal vez eso mismo sale del pensamiento pierceano y de muchas otras reivindicaciones, no es suficiente quedarse con lo local sino es muy importante reintegrar lo local en un pensamiento universal. Esa reintegración de lo local dentro de un pensamiento contrastativo -universal- es algo que está muy claramente expresado en el pensamiento pierceano y al que yo también trato de volver a través de ese tipo de textos. Este de Ariel y Arisbe es un texto que lucha contra las nociones folkloristas de América Latina y más bien que trata de capturar toda una tradición universalista que ha habido en América Latina desde comienzos de siglo hasta hoy y que ha sido dejada un tanto de lado, acerca de en qué consiste la importancia de América Latina si lo más importante es el color local, el color folklórico, el dibujito del indio,

Fernando Cubides: Es inevitable asociar eso con la labor crítica de Marta Traba. Para mí fue por lo menos posible asociar esto que usted acaba de decir con la valoración acrítica de lo pintoresco, con aquella discusión acerca de lo local, la exaltación de los valores autóctonos, de cierta insularidad de la

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crítica del arte antes de que llegara Marta Traba y pusiera parámetros universales...

su obra se manifiestan cada vez más universales gracias a ese instrumental de la lógica contemporánea que le ha permitido a usted volver tangibles virtudes no muy visibles. ¿Hay en nuestra literatura colombiana un caso equiparable al de Guimaraes Rosa?.

William Ramírez: Por ejemplo el movimiento Bachué, de un grupo de artistas plásticos que le producía erisipela a ella, y con toda razón ya que eso no fue más que una cándida y folclórica reivindicación del color local.

Fernando Zalamea: Pues la verdad es que no sé, no lo he pensado, no tengo la respuesta acerca de eso. Obviamente el que ha trascendido nuestras fronteras y de manera justa es García Márquez.

Fernando Zalamea: Eso es clarísimo, sin duda, eso es clarísimo, yo lo tengo muy claro también que viene de ella y viene muy fuertemente también de su marido, de Ángel Rama, que lucharon fuertemente contra esos localismos y esos gustos...

William Ramírez: ¿Y Carrasquilla?

de pronto

Fernando Zalamea: Yo no he leído a Carrasquilla, no sabría responderle. Pero seguramente pues...la influencia de García Márquez más allá de nuestro entorno local es enorme. La influencia que él ha tenido en la literatura norteamericana, en autores como John Barth que han cambiado un poco la visión de la literatura actual en Estados Unidos, ha sido grande. No lo estudié por razones más de afinidad: a mí me emociona y me gustan mucho más los que yo estudié ahí, que son Guimaraes Rosa, Onetti, Felisberto Hernández, Rulfo, que son como escritores más de lo tenue, de lo infinitamente sutil, que se desgajan, García Márquez es otro estilo de escritura...

Fernando Cubides: ... y contra el ser indulgentes a nombre de lo folklórico... Fernando Zalamea: Sí, a nombre de lo folklórico. Entonces lo que por casualidad, no de manera determinada, eso no lo he pensado mucho, por casualidad por otros caminos yo también llegué a ese tipo de constataciones pero viniendo más desde la ciencia y viene más desde la filosofía, o sea, yo trabajo lógica y filosofía y en un cierto momento en la lógica y en la matemática había muchos prejuicios acerca de que lo que debía hacerse, debía hacerse de una cierta manera siguiendo los parámetros de una cierta lógica clásica, etcétera, mientras que las lógicas alternativas eran un poco dejadas de lado por la comunidad y yo me fui interesando un poco también por esas lógicas alternativas y a la larga vamos llegando como a los mismos caminos pero por vías distintas.

Francisco robusto...

Gutiérrez:...corpulento

y

Fernando Zalamea: Sí, y del cual no me siento tan cercano...ese tipo de cosas pues no las estudié porque de entrada no sentí ahí una afinidad con eso. Pero habría que ver si detrás de eso se podrían encontrar estructuras lógicas interesantes. En principio la intuición no me lleva rápidamente hacia eso, ¿no?, preferí acoger mi intuición por otro lado...

William Ramírez: El gran escritor brasileño Guimaraes Rosa es, como usted lo dice certeramente en uno de sus ensayos, un creador de frontera abierta a partir de la cual los elementos locales de

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William Ramírez: En cambio, y ya en el caso de la pintura su afinidad con Reverón es muy explícita. ¿Quizás por el carácter tan sutil de su manejo del color?

cultural porque la matemática es perfectamente accesible gracias a su claridad. Hay otras cosas como por ejemplo la misma filosofía o la poesía que requieren de pronto una intuición estética muy especial, y en principio no deberían ser accesibles a todos tan fácilmente. Se requiere una emocionalidad muy grande, la emocionalidad muy grande no todos nosotros la tenemos, entonces no todos nosotros accedemos a la emoción de un gran poema, pero en cambio la matemática, que debería ser algo mucho más neutro, sí debería poder acceder a todo el mundo y en el fondo si tienen que acceder sino que tenemos en general o muy malos profesores o taras que tenemos cada uno de nosotros y que no nos permite acceder a ello. Entonces yo de entrada sé que la matemática sí tiene que poder ser accesible a la gente y hago el esfuerzo de volverla accesible. Acerca del ensayo en general, ¿cómo trabajo? trabajo a partir de unas cuantas intuiciones que se van formando a lo largo de los años. Yo tenía la intuición de que todos estos cruces eran posibles y que se podía llegar al detalle de demostrar en concreto cuáles eran los cruces. Esa intuición se va formando a lo largo de los últimos cinco años y en un cierto momento creo que tengo las herramientas que es ese sistema pierceano, que es un conocimiento de la lógica, que es el haber leído suficiente literatura y el haber visto suficientes artes plásticas como para empezar a conectar. Entonces las hipótesis están claras. Pongo hipótesis, un ensayo esencialmente es para mí eso: un lugar donde se plantea una tesis, una hipótesis, y la tesis es tratada de demostrar, ya sea a través de un fondo sistémico, a través del fondo del sistema, ya sea a través de un manejo del lenguaje, ya sea a través de una posibilidad de tornar accesibles cosas en principio ocultas, combinando todas esas cosas finalmente el ensayo va

Fernando Zalamea: Muchos de los ejemplos son ejemplos de sutilidades, de intangibilidades que me gustaba volverlas justamente lo que usted señalaba ahorita, explícitas, claras. Tratar de detectar detrás de esos matices muy difuminados de la literatura y de las artes plásticas como unas coherencias lógicas interesantes que correspondían a teoremas lógicos en la visión moderna de las cosas en matemáticas. Ese salto sí es para mí muy interesante, ese salto de lo invisible a lo visible, y para eso es que me parece ayuda mucho el sistema, el sistema de Pierce. Fernando Cubides: Una pregunta que habíamos hecho antes de comenzar la entrevista, es sobre el ensayo como género, me interesaría también saber cómo trabaja usted sus textos pues sin ser matemático o lógico, siendo en mi caso un profano en los dos campos, sin embargo los textos se hacen comprensibles gracias a unas ciertas claves literarias, a unas referencias mucho más universales que denotan un cierto virtuosismo en el trabajo del texto, una intención comunicativa que va más allá de la especialidad. Fernando Zalamea: Pues, sí, eso ya lo dicen ustedes, no lo puedo decir yo, pero en principio eso parece ser que es lo que ha visto el jurado de este último premio. Ellos tienen la idea si de que hay un esfuerzo grande de tornar accesible ciertas cosas que en principio están prohibidas, pero sólo en principio, a mí me gusta luchar mucho contra esos principios, es decir, el hecho de que la matemática no sea accesible, en el fondo, no es más que un prejuicio

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saliendo, y sale a través de un ejercicio cotidiano de trabajo muy asiduo, es decir, yo escribo esto porque justamente ahorita porque el año pasado estuve en sabático, no lo hubiera podido escribir antes. O sea, para mí era muy claro que yo necesitaba sentarme a escribir antes todos los días de seis a una, y eso hice, durante los 300 días del sabático escribí todos los días de seis a una y no pasó un solo día en que no escribiera. Finalmente fueron saliendo las cosas. Fue saliendo este libro de Ariel y Arisbe, fue saliendo el editado en Méjico y salieron otros dos libros más, finalmente...

Fernando Zalamea: Sí. En la parte creativa de la matemática siempre hay un esfuerzo analógico muy grande. Lo que pasa es que ese esfuerzo analógico luego es filtrado de una manera increíblemente dura y rigurosa, cosa que no se ha hecho usualmente en las otras ciencias, después de que se tiene la opción de la analogía o la opción de por dónde encaminar el teorema, ya hay que empezar a escribirlo y a sistematizarlo con unos pasos muy, muy rigurosos y decir exactamente cómo es el tipo de prueba. Entonces, la escritura de la matemática es una escritura tremendamente fuerte en el sentido de que es una escritura con unas reglas de una rigidez impresionante pero eso le da también su carácter de pureza y su carácter de permanencia, ¿no?, a la larga esas cosas permanecen a lo largo de la civilización. El Teorema de Pitágoras de hace 2000 años sigue permaneciendo ahorita, cosa que no es tan clara por ejemplo, para la filosofía aristotélica si permanece ahorita, ¿no?. Las cosas van cambiando, entonces la matemática tiene una cosa muy extraña que todavía no entendemos por qué y es su permanencia y el hecho de que esa permanencia en la cultura tenga influencias tan grandes como para construir toda nuestra técnica son algunas de las sorpresas filosóficas más grandes que puede haber. Pero desde el punto de vista de lo creativo, volviendo a lo anterior, el matemático crea y escribe de su creación de una manera infinitamente distinta. Eso confunde mucho en general a la gente que no se ha metido tanto en la matemática por dentro. Hay intuiciones y chispazos constantes en todas las conferencias de matemáticas. Hay charlas entre matemáticos que se dicen muy, muy rápidamente “la idea debe ser por aquí”, una cosa muy vaga, y esa cosa muy vaga en cierto momento es transmitida a través de todo el lenguaje matemático en una prueba rigurosa que subsiste para

William Ramírez: Deberían darle otro sabático... Francisco Gutiérrez: Si interpreté bien el método favorito para hacer esos cruces de los que usted habla es la analogía. Usted ve obras que saltan de lo local a lo universal, pero usted coge de lo universal a lo local a través de la analogía, toma un poco la ruta inversa. ¿en qué se diferencian esos trabajos de un trabajo estrictamente científico? ¿La analogía es una prueba? ¿En qué se diferencia un ensayo (analógico) de un trabajo científico? ¿Cómo ve el papel de la analogía? Fernando Zalamea: Sí, yo creo que en la creatividad matemática la analogía es muy importante, es supremamente importante y casi todos los matemáticos en su esfuerzo creativo han dicho que parte de lo que los impulsa son justamente principios de simetría, de orden, a menudo principios de un buen equilibrio estético, ese tipo de cosas para construir esos teoremas... Francisco Gutiérrez: La relación entre simetría y formalismos queda bien patente en algo como la teoría de grupos ...

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toda la comunidad ahorita y para el futuro. Entonces, en eso hay una dualidad muy grande que no pasa en cambio en otro tipo de formas de hacer cultura, que no es tan claro. En las matemáticas eso me parece particularmente impactante, o sea, yo creo que en la creatividad puede haber rasgos muy comunes pero en la parte de expresar esa creatividad para el grupo social, para el grupo de matemáticos hay un cambio gigantesco. Eso no pasa tan claramente en los otros campos: no es claro que el creador artístico después de haber creado su pintura, o el creador literario, cambie completamente su forma de ser para transmitir eso a la sociedad, lo sigue transmitiendo de una manera medianamente vaga, mientras que el matemático anula toda su vaguedad y lo convierte en un discurso aparentemente rígido.

experiencia de ensayista y de matemático, ¿ cómo ve la dimensión etárea de la creatividad? Fernando Zalamea: Es una hipótesis fascinante porque todos los casos sí parecen indicar eso. Los grandes matemáticos siempre han tenido unas intuiciones geniales de jóvenes, es muy raro el caso de que haya un matemático muy brillante al final que no lo haya sido al comienzo. Casi siempre desde el comienzo fue muy genial, muy fuera de serie. Es una intuición...no se por qué sucederá, es una intuición de ver todas las relaciones del mundo de pronto, de captar toda la relacionalidad de un universo complejo con un chispazo, con un chispazo muy rápido y eso aparentemente se da más rápido en algunos genios jóvenes, mientras que efectivamente para construir un ensayo sí no se necesita ese chispazo, de ninguna manera, al contrario: más bien puede ser contraproducente.

William Ramírez: Sus reflexiones lo hacen pensar a uno en las indagaciones que se han hecho recientemente sobre las dinámicas de la creatividad las De Bono y Ereinzberg, por ejemplo, que hablan de procesos tanto primarios como secundarios, es decir, intuitivos y racionales en la creación. Entonces, ¿según usted tanto en la estética como en las matemáticas se haría un orden escondido en el que interviene tanto lo intuitivo como lo racional?

William Ramírez: Como los chispazos geniales que se dan tambié n en la poesía. Es el caso de Chatterton en Inglaterra y Rimbaud en Francia. Fernando Zalamea: Hay como una nueva óptica casi siempre, ¿no?, como que los hechos están ahí pero el genio joven lo mira desde un nuevo punto de vista y encuentra unas correlaciones que desde otro punto de vista no se veían. Entonces, en esa nueva relacionalidad surgen las grandes creaciones. El ensayista no necesita esos chispazos, necesita más bien, al contrario, mostrar que ciertas relaciones son correctas en el mundo y esa corrección depende más que todo de un análisis tal vez más erudito y para eso se requiere un poco más de experiencia y de tiempo. Probablemente sí pueden diferenciarse por lo menos en eso. Acerca de la literatura también, puede ser, no es obvio pero la literatura puede ir

Francisco Gutiérrez: Como dice Malcom Deas, tengo una hipótesis de cóctel: que hay actividades creativas que son actividades de jóvenes y hay actividades creativas que son actividad de gente mayor, de gente madura. Entonces, entre las prototípicas de las primeras pongo el caso de los poetas y los matemáticos ( por lo menos los buenos poetas ) en general, hicieron su obra muy jóvenes. Típicas de la segunda, son las figuras del historiador, ensayista y novelista, digamos, ¿Usted teniendo un pie en cada cosa, con esa

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produciendo cada vez mejores obras con el tiempo.

William Ramírez: Una cons ecuencia de todo esto es que el crítico de arte se tendría que mover en un plano de pensamiento muy distinto al que generalmente se ha movido, por lo menos en el medio nuestro. Es decir que el crítico de arte tendría que hacer uso de una lectura muy cuidadosa de esa nueva gramática de los signos estéticos y no oscilar entre lo que puede gustar o no gustar, es decir, que tiene que trascender lo episódico para hacer análisis de los procesos mismos de creación y de sus efectos a nivel cultural en términos de cruces y de fronteras ¿Cierto?

William Ramírez: ...procesos de eliminación y de digestión de cosas que le van quedando a uno.... Fernando Zalamea: Sí, exactamente.... Francisco Gutiérrez:...van quedando en el sistema digestivo... Fernando Zalamea: El matemático importante, creativo, es un iluminado. Tiene una iluminación en un momento, una iluminación muy extraña. Por ahora yo no la entiendo muy bien, en ese sentido la única idea que se me ocurre es la idea del “relé”. Gracias al “relé” las relaciones son de una cierta manera para la comunidad y de pronto llega la persona que mira al revés. Al mirar al revés las cosas descubre nuevas relaciones que estaban ahí, y las descubre mirándolas con una nueva perspectiva, entonces en ese sentido es interesante la idea de que eso pueda integrarse dentro de una semiótica general. Y los iluminados y los genios serían de alguna manera los que rompen la semiosis, eso es difícil de formalizar en todo caso ...

Francisco Gutiérrez: diferenciar entre lo construido y lo arbitrario: son dos cosas distintas. Fernando Zalamea: Los críticos tienen que enseñarnos a ver, ¿no? Y para enseñarnos a ver tienen que romper un poco con nuestros patrones usuales. Aquí el crítico se ha convertido como en una especie de descriptor. Describe las cosas y va a una exposición y describe qué fue lo que vio, pero no se trata de describirnos con palabras lo que nosotros vemos sino... Francisco Gutiérrez: eso ya no es un crítico sino un locutor...

William Ramírez: ... la iluminación es una inversión del camino, del camino del conocimiento.

Fernando Zalamea: Yo creo que esa es una perfecta descripción, no la había oído nunca, pero es perfecta. Yo pienso que mi mamá si fue muy especial en eso y no ha habido después una crítica igual acá, eso está bastante claro. Ella era una crítica dura y cambió las cosas, la manera de ver y después ha habido más locutores que han tratado de explicar que es lo que pasa pero no ha habido una renovación de la visión, que es muy importante. El crítico tiene que renovar nuestra visión sea como sea.

Fernando Zalamea: Eso es muy interesante también para lo que es nuestra época, porque toda nuestra época tiende a uniformizar, ¿no?, a hacernos seguir caminos; no sé si es siempre explícito o no, pero más o menos que tratan de construirse un patrón y si uno no sigue ese patrón pues más o menos como que va quedando fuera de la ciudad, pero justamente el ir en contra de ese patrón es lo que produce la creatividad.

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Fernando Cubides: ¿ Y el oficio del profesor universitario, que tiende a rutinizarse?. El profesor acopia y enseña una sabiduría convencional; el campo para la creatividad no parece muy amplio en este oficio. Yo escuché la serie que usted promovió de investigadores que relataban su experiencia como investigadores, una serie con mucho valor didáctico; pero en todos los entrevistados uno podía encontrar siempre esa tensión entre los parámetros corrientes del oficio y la necesidad de crear nuevo conocimiento. ¿Cómo la ve ahora usted?.

deberían tener una mística que involucra totalmente su vida de tal manera que él es como una especie de eslabón de la cultura. Cuando uno se siente totalmente eslabón de la cultura, se da cuenta que uno tiene que moverse, estarse moviendo con la cultura, al tiempo, pues no puede quedarse como rígidamente enquistado, uno se va dinamizando, si la cultura se mueve pues el eslabón de la cultura se tiene que mover constantemente también. Lo maravilloso sería que cada uno de nosotros pudiera dictar siempre cursos distintos o muy, muy a menudo cursos distintos. Eso nos hace estar en la frontera. Difícil porque el sistema mismo de la Nacional no lleva a eso. No solamente aquí, pero hay otras universidades que sí tienden un poco más a eso, hay universidades en las que realmente el profesor si está como más obligado a dictar cursos nuevos, y hay lugares en los que si es importante, es fundamentalísimo dictar el curso a otra gente. El movimiento, ¿no?, en general, la idea de que si el profesor se está moviendo, si es dinámico, generalmente va a estar mucho más cerca de la investigación, si está más quieto en su lugar pues va a tender a repetirse hasta que en un cierto momento, lo que para mí es grave, pierde su mística. Y si pierde su mística pues es una lástima porque entonces el estudiante no va a coger esa fuerza. El estudiante tiene que coger esa fuerza de sus profesores, y si ven que el profesor es débil pues, una falla. Pero es un ideal al que ninguno de nosotros accede pero por lo menos tenemos que saber que está ese ideal y hay que tratar de acceder a él y estarse rompiendo constantemente.

Francisco Gutiérrez : A esa pregunta de Fernando, que es clave, le agregaría una glosa, y es digamos cómo incorporar a la vida universitaria ese conocimiento de fronteras, esa vida en la frontera que es de las más interesantes precisamente.... Fernando Zalamea: No, eso toca ser como una especie de apóstol ahí, es una cosa muy complicada, sí. Efectivamente la tendencia general es que el profesor encuentra un cierto tipo de curso y lo repite, ¿no?, y subsiste gracias a eso. Obviamente el secreto, o la gloria sería nunca repetir un curso, o muy pocas veces repetir un curso y siempre estar enseñando cosas nuevas. Si uno siempre está enseñando cosas nuevas pues en ese caso está como moviendo a sus estudiantes y los estudiantes lo están moviendo a uno, el ideal es la novedad de los cursos...pero eso no se puede hacer, claro, porque nuestro sistema tiende un poco a que los curriculums tengan como una especie de núcleo rígido que siempre hay que repetir. Y a los profesores, no sé si pobres o no, que les toca repetir esos mismo cursos, al comienzo pues de pronto tienen un poco de mística pero rápidamente la mística va desapareciendo y ahí me parece que la mística es clave. Los profesores

Francisco Gutiérrez: Un tema que no quería dejar desapercibido, y que está claramente en toda su producción es el de América Latina. Usted insiste mucho en encontrar esas estructuras profundas en obras latinoamericanas. Y eso es una

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vía precisamente de lo local a lo universal. En algunos casos la relación entre la estética y digamos las innovaciones en pensamientos formales es muy clara porque hay una cantidad de vasos comunicantes que muestran que esa relación existía incluso históricamente. Entonces por ejemplo en Viena pues, en algún tiempo Freud, Einstein, el círculo de Viena, Roberto Musil, había como un caldo de cultivo en donde realmente uno podía hablar de espíritu de época. ¿En qué sentido es verosímil hablar o utilizar esas analogías de estructuras de pensamiento universales en contextos relativamente periféricos como el nuestro?

Latina grande, ideal a la cual hay que tender ... William Ramírez: De pronto lo que se ha dado en América Latina son procesos pedagógicos muy unilineales de maestro a alumnos, pero no está esa ósmosis social de lo que se podría llamar como en Europa el “espíritu de época” .... Francisco Gutiérrez: Bueno, pero eso no es particular de América Latina, o sea, Pierce tuvo una vida muy difícil, Cantor ni hablar, etcétera, etcétera... Fernando Zalamea: Pero sí hubo más posibilidades y opciones de facilidad en Europa y en Estados Unidos de las que hubo aquí. A mí me parece que uno tiene que luchar mucho más contra el medio aquí en América Latina, me parece, puede ser una visión equivocada. Es indicativo el caso de Reyes, y uno de los protagonistas de éste libro de Ariel y Arisbe es Reyes, por ejemplo.

Fernando Zalamea: Sí, ahí yo no alcanzo a ver ese espíritu de época en América Latina lo largo del siglo de una manera continua y constante. Lo que uno sí ve claramente es la transmisión de un cierto espíritu de universalidad de algunos maestros a otros maestros. Uno ve a fines del siglo XX ciertas preocupaciones que estaban muy claramente reflejadas también y un hilo de continuidad en esa tradición, pero yo no alcanzo a ver en América Latina por ejemplo, un espíritu de época similar al de la Viena de comienzos de siglo, es demasiada la diferencia. Yo no alcanzo a ver eso, yo no alcanzo a ver esa potencia tan increíble que había en ese momento, que es una cosa única, rarísima, extraordinaria, fuera de serie. Pero sí veo como unos cuantos enquistes más locales y más aislados que a lo largo del tiempo se van conectando entre sí. Esa conexión relacional a lo largo del tiempo ahí sí la siento más. Y siento más los grandes maestros de la tradición latinoamericana...o los grandes escritores latinoamericanos, o pintores, todos ellos si finalmente van tendiendo como a esa construcción de esa América

Francisco Gutiérrez: Ahora, la otra opción que sería de pronto excesivamente optimista mantendría la posibilidad de analogías es que usted considere que aquí también se crea lo universal incluso sin la existencia de esos vasos comunicantes. Es decir, que lo universal también aparece aquí independientemente...que no es pura difusión sino.... Fernando Zalamea: Aquí hay tipos totalmente fuera de serie como Rulfo, que están más allá de cualquier localismo, son escritores que quedarán para toda la historia.

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Francisco Gutiérrez: Y a la totalmente inmersos en local...

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Fernando Zalamea: Y a la totalmente inmersos en lo suyo...

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Francisco Gutiérrez: Hay unas citas aquí, que de verdad que algunas parecen escritas por matemáticos, por ejemplo esa cita que usted trae de Bajtin, parece escrito por un topólogo ese pasaje que dice que la creación es pura frontera...

conectarme con Filosofía, ya hace unos años dicto clases en Filosofía: las lógicas para Filosofía, eso me ha enseñado a aprender a mirar de una manera diferente cosas que en Matemáticas miro de otra manera. Y ese tipo de ejercicios constantemente me ha servido. También me sirvió mucho el trabajo de la División de Investigación, que en principio yo pensé que iba a ser una cosa muy burocrática, yo estuve dirigiendo la División de Investigación hace un par de años, aquí en la Universidad, y yo pensé que eso iba a ser una cosa muy administrativa, rígida, pero no. Me sirvió mucho para eso, para mirar las disciplinas desde distintos puntos de vista, para encontrar qué tenían en común. Entonces, a la larga mi experiencia personal universitaria ha sido afortunada y me ha servido acercarme a esa cosa fronteriza. Ahora no puedo quejarme de ninguna manera.

Fernando Zalamea: esa es una de las citas más bellas que yo conozco sobre las fronteras, la de Bajtin. Yo en un tiempo leí a Bajtin bastante, bastante, mi primer ensayo, que es un ensayo que no se publicó pero que se ganó una mención en el Concurso Nacional de Ensayo fue precisamente sobre Bajtin. Mi primer escrito en serio, el primer libro fue sobre Bajtin. Entonces yo aprendí mucho ahí con Bajtin William Ramírez: ¿Y no se publicó? Fernando Zalamea: No, eso está todavía por ahí inédito. Ahí quedan muchas de las cosas que ha promovido Colcultura o el Ministerio de Cultura desgraciadamente se quedaron ahí porque ellos no tienen plata para publicaciones.

William Ramírez: En algún periódico yo leí que usted se iba para España, pero no quedó claro si se iba definitivamente...

Francisco Gutiérrez: ¿Cuál difusión aquí?

Fernando Zalamea: No, no es definitivamente, son unos años no más. No es definitivamente. Yo he creído, y he sido muy conciente de que el trabajo de uno está aquí. No por ser justamente nacionalista, lo menos nacionalista que podrán encontrar en el mundo soy yo. Yo si creo que es importante trabajar pues, para las nuevas generaciones en Colombia porque nosotros como profesores si hacemos una diferencia aquí, mientras que en Estados Unidos o en Europa hay miles e profesores iguales a nosotros. Y no hacemos ninguna diferencia. Aquí de pronto si hacemos una diferencia y ayudamos a que las nuevas generaciones crezcan en ese sentido. Yo si he sido muy claro en el sentido de que mi labor está aquí en Colombia, y en América Latina en general, que ese es el espacio que me

Fernando Zalamea: Exacto. Francisco Gutiérrez: Hablando de vasos comunicantes, ¿cómo ha vivido eso desde su experiencia aquí en la Universidad? ¿Ha habido dificultades para encontrar interlocutores? Fernando Zalamea: No. Por suerte no. Realmente yo he sido muy afortunado, por suerte, la Universidad me ha apoyado mucho en eso. En Matemáticas he tenido un nicho muy bueno, me han permitido trabajar hacia fuera y dedicarme a escribir estas cosas sin molestarme, me han dado el tiempo para eso. En ese sentido yo he tenido suerte. Y también tuve mucha suerte al

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interesa. Ir a Barcelona es solamente una casualidad del momento porque mi hijo, que está entrando en la adolescencia, quiero que crezca realmente libre, con toda la tranquilidad, seguridad, la buena fortuna que le ofrece Europa a un niño. Yo quiero irme unos años allá para que él viva feliz en ese sentido, pero después vuelvo.

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los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, cubre el Bogotazo y la reacción de George Marshall a estos eventos. Drexler es muy crítico del gobierno de Laureano Gómez y reprueba la cercanía de Willard Beaulac, embajador norteamericano en Colombia a mediados del siglo XX, al primero y a Mariano Ospina Pérez en detrimento de las fuerzas democráticas de la época en el país. Menciona las presiones del gobierno de Gómez y su designado a la Presidencia Roberto Urdaneta Arbeláez para que los norteamericanos le diesen más armamentos a Colombia; de otra forma, este país retiraría sus tropas comprometidas en la guerra en Corea. También censura al gobierno de Rojas Pinilla a quien califica repetidamente como un dictador que se apoyó en la "represión cruel"205 .

COLOMBIA AND THE UNITED STATES. NARCOTICS TRAFFIC AND A FAILED FOREIGN POLICY, MCFARLAND & COMPANY, JEFFERSON, NORTH CAROLINA, 1997, VII, 189 PP. Eduardo Sáenz Rovner Entre 1975 y 1978, Robert W. Drexler estuvo a cargo de las operaciones antinarcóticos en la embajada norteamericana en Bogotá en calidad de Encargado de negocios y subjefe de la misión diplomática. En el pasado había sido vicecónsul en Barranquilla durante el último año de gobierno de Gustavo Rojas Pinilla. Drexler sostiene que su libro "provee por primera vez un relato desde adentro del fracaso de los gobiernos norteamericano y colombiano en formar una alianza en la guerra contra el tráfico de narcóticos". Para el autor las fallas de la diplomacia norteamericana se han debido a "errores de juicio e informaciones equivocadas". Escribe, "Históricamente, el gobierno de los Estados Unidos ha sido incapaz de evitar el subordinar sus políticas hacia Colombia bajo intereses regionales y globales más amplios". De otra parte, "los líderes colombianos han tenido poco éxito en enfocar la atención de sus contrapartes norteamericanos en las circunstancias distintivas y en los problemas prevalecientes en Colombia"; además, han sido provinciales -hasta épocas muy recientes- en su manejo y desconocimiento de las relaciones e intereses de los Estados Unidos.

Después del distanciamiento entre Rojas Pinilla y el gobierno norteamericano, hubo una gran cercanía entre Colombia y los Estados Unidos durante el Frente Nacional. Sin embargo, Drexler es muy crítico de la elite colombiana y del papel represivo de los militares, apoyados por los Estados Unidos, durante esos años. La parte más interesante y útil del libro tiene que ver con el gobierno de Alfonso López Michelsen, cuando Drexler ocupó altos cargos en la embajada norteamericana en Bogotá. Según Drexler, López, como otros miembros de la elite colombiana, miraba con desprecio a los Estados Unidos por razones culturales. López trató de apartarse de la esfera de influencia norteamericana y ni siquiera asistió a la celebración del 205

Drexler toma una posición diferente a la de Vernon L. Fluharty, diplomático norteamericano en Colombia durante los años 40 y 50, quien simpatizaba con el gobierno de Rojas Pinilla. Ver Vernon Lee Fluharty, La Danza de los Millones. Régimen militar y revolución social en Colombia (1930-1956), El Ancora Editores, Bogotá, 1981 (Este trabajo fue publicado originalmente por la Universidad de Pittsburgh en 1957).

Este libro se remonta al siglo XIX y al establecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países. Entre otros temas, el autor recapitula los hechos que llevaron a la separación de Panamá, analiza las relaciones entre Colombia y

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segundo centenario de la independencia de los Estados Unidos en la embajada en Bogotá.

narcotráfico. Además, los militares estaban simplemente interesados en combatir a la guerrilla y a los disidentes políticos y no en luchar contra los narcotraficantes. Concluye que "La guerra contra el narcotráfico se perdió tan pronto como fue declarada" en los años 70.

El nombramiento de Phillip Sánchez, de origen mexicano-norteamericano, como embajador de los Estados Unidos en Colombia ofendió a López. Además, Sánchez no se esforzó por establecer nexos personales en el país y apenas pudo permanecer en el cargo durante nueve meses. El presidente Carter nombró entonces a José Cabranes para reemplazar a Sánchez. A pesar de que Cabranes era un diplomático capaz, a López tampoco le gustó que nombraran un embajador de origen portorriqueño y lo tomó como un insulto. Cabranes retiró su nombre y Carter nombró a Diego Asencio, un diplomático de carrera. Aunque Asencio era de origen hispano, y no anglosajón como quería el gobierno colombiano, la relación entre Asencio y López fue cordial.

El presidente Julio César Turbay estuvo muy dispuesto a trabajar con Asencio y con los Estados Unidos. Pero su gobierno, según Drexler, fue el gobierno más represivo en el país desde la administración militar de Rojas Pinilla. Para Drexler los gobiernos de Reagan, Bush y Clinton también se equivocaron en sus estrategias antidrogas en Colombia al no tomar en consideración el contexto socioeconómico que permite y estimula el narcotráfico. Reagan y Bush, en especial, tenían una "aproximación estrecha" al proponer únicamente represión y militarización del problema sin ni siquiera tener en cuenta la salud de la economía colombiana.

Para Drexler, López no le prestó mucha atención a la política antinarcóticos mientras que señalaba que el problema provenía de la demanda. Esta actitud llevó a perder tiempo precioso ya que, según Drexler, mientras que los grupos de narcotraficantes colombianos no eran tan fuertes en 1974, para 1978 ya se habían consolidado y estaban fuera del control de las autoridades. Señala que López no actuó de mala fe en este asunto, sino que se equivocó por errores de cálculo y por arrogancia. Pero llama aún más la atención la afirmación de Drexler que él y Peter Bensiger de la DEA le entregaron personalmente a López un memorándum de 10 páginas en 1977; este documento contenía una lista de altos empleados del gobierno sospechosos de tener vínculos con el narcotráfico pero, de acuerdo a Drexler, López no hizo nada al respecto.

Además de las experiencias del autor como diplomático en Colombia, este trabajo se apoya en la revisión de prensa periódica, en documentos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, y en la literatura secundaria tanto norteamericana como colombiana. Tiene algunos aportes interesantes, especialmente aquellos relacionados con el gobierno de López Michelsen. Escrito en un estilo independiente, este trabajo tiene el mérito de apartarse de los contenidos y tonos apologéticos sobre la elite colombiana contemporánea tan comunes en buena parte de la literatura reciente en nuestro país.

Para el autor, a la elite colombiana le tenía sin cuidado el crecimiento del

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