Actas IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social IV CILCS Universidad de La Laguna, diciembre 2012

Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 El folletín como producto de la
Author:  Jaime Ruiz Herrera

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012

El folletín como producto de la cultura popular en la prensa de fines del siglo XIX. Entre el estereotipo y el reconocimiento de un género en el diario El Orden* Ana María Risco - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnica (CONICET) - Universidad Nacional de Tucumán (Argentina) [email protected] / [email protected]

Resumen: Desde el paradigma de la historia cultural, nuestro trabajo plantea la necesidad de revisar la definición, o más bien indefinición, de la sección “folletín” de los diarios de fines del siglo XIX en Latinoamérica, teniendo en cuenta su tradición ya instaurada en la prensa europea y americana. Nuestro trabajo consta de dos momentos. El primero tiene como objetivo problematizar la idea del folletín como expresión de la cultura popular a partir de su asociación establecida como un hecho en el siglo XX, cuando comienza a revalorizarse la literatura de masas. Consideramos necesario revisar la posición que ocupa el folletín en el campo literario latinoamericano de la época, de acuerdo al lugar que le otorga la crítica del siglo XIX. El segundo momento de nuestro estudio desarrolla el análisis de la sección de folletín del diario tucumano El Orden (1883-1944, Argentina) entre 1883 y 1900. En esta parte, nos interesa indagar particularmente sobre la posibilidad de identificar un uso del folletín como producto de la cultura popular en la prensa escrita tucumana y argentina de la época. Asimismo, nos proponemos por un lado, reconocer el concepto de cultura popular en el diario estudiado y si dicho concepto constituye una marca distintiva del mismo; por otro lado, si se encuentra en una zona de indeterminación que no contempla con exactitud la contraposición entre cultura popular y alta cultura. Palabras clave: Cultura popular – folletín – El Orden – prensa argentina – Latinoamérica – campo literario

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 1. Folletín: cuestiones de género A principios del siglo XIX, la relación estrecha entre literatura y periodismo se fundamenta, básicamente, en una amplia concepción de literatura que circula en la época. Esto se puede percibir en la inclusión dentro de la categoría “literatura” y “literario” de textos de diversas disciplinas (tratados científicos, médicos, físicos, etc.), no sólo por el estilo de escritura empleado en ellos, sino también en tanto géneros literarios. En este sentido, resulta significativo el debate en España a mediados de siglo respecto del periodismo como un género literario específico o “como un medio que los incluye a todos” (Alonso, 2010: 29). Por otra parte, como ya hemos señalado en otra oportunidad (Risco, 2012), los productos literarios escritos exclusivamente para ser difundidos por medio de la prensa escrita son portadores de un estigma de trivialización como marca distintiva, aspecto en el que coincide la crítica a lo largo de los años. En efecto, Juan Ignacio Ferreras, en su clásico estudio sobre la novela por entregas en España, nos advierte lo paradójico de llevar a cabo un estudio de un género de gran relevancia como la “auténtica” novela a partir de un “subgénero” considerado “paranovela” y por lo tanto perteneciente a la “paraliteratura”, como son las “inauténticas” novelas por entregas o folletines (1972: 11). La consideración de los folletines como un subgénero literario en tanto producto destinado al sector obrero dentro del proceso de mercantilización literaria prevalece en estudios sobre la literatura española romántica publicados a fines del siglo XX. Es el caso de Enrique Rubio Cremades, quien, respecto del Semanario Pintoresco Español, sostiene: “Es, a nuestro juicio, el periódico que con mayor acierto publicó conocidas novelas por entregas, productos subliterarios que encontraban feliz acogida entre los numerosos lectores de la época. Fernández de los Ríos (director) supo aunar la calidad periodística de los defensores de las ideas progresistas con un público poco exigente que sólo se suscribía a este periódico por la consabida novela por entregas. Ello le produjo pingües ganancias que no desaprovecharía, acrecentando y perfeccionando su publicación hasta límites infrecuentes” (1995: 75).1

Estas consideraciones del folletín como subliteratura también se encuentran en la crítica literaria hispanoamericana y por lo general van acompañadas de su valoración negativa como “baja literatura”. Alberto Villegas Cedillo, quien reconoce una suerte de “movimiento literario” basado en la gran producción de folletines en Latinoamérica desde mediados del siglo XIX y principios del XX, advierte sobre esta consideración negativa: “Algunos consideran que este 1

Agradezco al Dr. Luis Marcelo Martino la referencia a la obra de Enrique Rubio Cremades y la información sobre la consideración de este crítico sobre la novela por entregas.

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 movimiento literario no es digno de tomarse en cuenta por carecer de calidad literaria y suelen llamarle: subliteratura, infraliteratura o literatura de segundo o tercer orden” (1984:5). Como consecuencia, muchas producciones por entregas fueron dejadas de lado a la hora de confeccionar un canon o una historia literaria. Un claro ejemplo de ello lo demuestra un estudio de Carlos Hernán Sosa sobre la posición marginal de los folletines de Eduardo Gutiérrez en las historias de la literatura argentina y fundamentalmente en la obra de Ricardo Rojas (2009).2 Esta situación comienza a cambiar, aunque de modo ambiguo, durante la década peronista entre los cuarenta y los cincuenta y con mayor vigor a partir de la década del sesenta del siglo XX. En el ámbito de la historia de la literatura argentina, es significativo el gesto de valoración y resignificación del género realizado por el núcleo de críticos involucrados en el proyecto editorial de Centro Editor de América Latina (Rivera, 1968). En un texto teórico ya clásico, El Romanticismo en América Latina, Emilio Carilla (1958) distingue entre “la obra literaria publicada como folletín” y “el folletín propiamente dicho”. Por otra parte, define a este último como una “obra novelesca” creada a partir de la intencional búsqueda del interés del público a través del manejo de la intriga. Dentro del primero, incluye a Facundo de Sarmiento, El dogma socialista de Echeverría, La vida de Jesús de Renán, La novia del hereje de Vicente Fidel López, entre otros. Para el segundo, menciona, en el caso concreto de Argentina, a Eduardo Gutiérrez y su abundante producción literaria. Este segundo modelo de folletín, cuyo desarrollo, según este autor, tiene íntimas conexiones con las traducciones de novelas francesas, adquiere un éxito particular gracias a la prensa escrita y evoluciona, con el tiempo, hacia una autonomía o independencia de género con respecto al medio que lo promueve. Dicha independencia se manifiesta en la publicación de cuadernillos especiales caracterizados por sostener los mismos rasgos del folletín (intriga y popularidad) (Carilla, 1958: 355-356). Para Carilla, el género se desarrolla en Argentina, y en Hispanoamérica en general, a partir de la imitación de los modelos europeos. La carga negativa del juicio de este crítico sobre las novelas de folletín reside en su consideración, no sólo como “baja literatura”, sino también por el riesgo de su recepción al estipular que “contribuyeron a malear el gusto literario de la gran masa a que estaba dirigido” (357). Esta valoración de Carilla es heredera de una tendencia de rechazo y menosprecio de la literatura de folletín gestada a lo largo del siglo XIX en el campo literario argentino de modo simultáneo al éxito de la literatura popular, postura que evidencia el rechazo de la cultura letrada que considera este género como un producto puramente mercantil. En la obra de Carilla la crítica materialista que conlleva la denuncia de mercantilización de la literatura 2

Según Sosa, “Las historias de la literatura argentina encontraron así un inconveniente al momento de ensayar su ‘tarea demarcadora’, por esta calidad de ‘extrañeza’ de la producción del autor, que no encuadraba dentro de una serie de convenciones (discursivas, generacionales, de valoración literaria, etc.) y que ponían bajo sospecha su propio estatus de obra literaria” (2009: 222).

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 no se encuentra presente, por lo que predomina un juicio fundado en los rasgos estéticos de dichas obras. La crítica literaria y estudios posteriores sobre historia de la literatura latinoamericana suelen definir el folletín como un género literario específico identificado como “novela popular”. Muchos estudios adoptan esta categoría acuñada por Jorge B. Rivera (1968), que supera la valoración negativa de las producciones por entrega de la crítica precedente y le abre las puertas a los estudios académicos sobre literatura popular. En este sentido, Villegas Cedillo afirma: “(…) si se considera a la Novela Popular como cultura de masas, tendremos que verla como novela social, como sacrificadora de la estética y esquemas literarios clásicos” (1984: 5). Por su parte, Roger Chartier, según nos recuerda Ana María Amar Sánchez, ha señalado el interés del mundo académico por la cultura popular como un hecho dado a fines del siglo XX (2000: 11). Ahora bien, los estudios consultados sobre folletín, en tanto parte de la cultura popular, emplean una ecuación que simplifica el sentido del término, a saber, folletín = novela por entregas. Algunos estudios anteriores a la década del ’60 del siglo XX, como el citado de Carilla, han intentado hacer una clasificación de folletines/novelas, basada en una distinción inicial que separa el folletín propiamente dicho de la novela por entregas. Sin embargo, la mayoría de los trabajos citados por la crítica toman como punto de partida la identificación de folletín y novela, sin aportar mayores precisiones. Es el caso del trabajo clásico de Ema Wolf y Guillermo Saccomano, quienes, para caracterizar y definir el folletín en Argentina, parten directamente de su asociación con la novela por entregas sin discutirla y recorren el contexto francés romántico y político de 1830 y, por derivación, el contexto argentino a partir de la producción de los intelectuales de 1837. Este esquema de abordaje del género será frecuente, si no obligado, en la mayoría de los estudios sobre folletín, con el agregado de afirmaciones sobre su continuidad hasta la actualidad. Dichas afirmaciones se fundamentan en la relación directa de la literatura de folletín con el Best Seller y los productos del mercado literario que se actualizan con los avances de las tecnologías de la comunicación (cine, radio, televisión, internet), dando la sensación de su permanencia y de responder a su carácter de literatura de la era capitalista persistente (Barei-Ammann, 1988). En cuanto a la cuestión de la definición del término folletín, Álvaro BarrosLémez aborda sus orígenes y recoge sus sentidos diversos en América Latina. Su punto de partida son los textos enciclopédicos y diccionarios del siglo XIX, donde rastrea las acepciones que los mismo contemporáneos atribuyen a dicho término. En tales definiciones encuentra una diversidad muy amplia. La novela resulta una producción más dentro de la heterogeneidad textual que se incluye en la sección folletín de los diarios. Barros Lémez llega a la conclusión de que se trata de una “forma de divulgación cultural múltiple” que luego se especifica como “expresión literaria de una sociedad conflictual en su crecimiento y «modernización»” (1992: 24). ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 Según Barros-Lémez, la fecha precisa de identificación del folletín con la novela por entregas es el año 1836. Ese año, Emile de Girardin, editor de Journal des Connaissances Utiles, edita un nuevo periódico: La Presse, y para atraer suscriptores publica “un texto narrativo en forma secuencial”: El Lazarillo de Tormes, en cuatro entregas, con gran éxito de público. Su competencia, Le Siècle (a cargo de Dutacq) seguirá el mismo camino unos meses después, pero publicando el primer folletín exclusivamente escrito para la prensa: Patrona Calil, de Alphonse Royer (1992: 24-25). “De aquí en adelante, folletín y novela de folletín pasarán a ser, para la gran mayoría del público, sinónimos” (1992: 25). Por nuestra parte, siguiendo la distinción que realiza Michael Haller (Risco, 2009), consideramos apropiada la distinción de Barros-Lémez, que sintetiza el lugar común de los estudios sobre el tema. A partir de esta definición se comprende la asociación que realizan los historiadores de los medios entre folletín y suplementos literarios, pues esa sección de los diarios definida por su diversidad textual, por un lado, da lugar a la sección literaria que luego se convierte en suplementos periódicos; por otro lado, constituye el espacio de difusión de las novelas por entregas con las particularidades propias de la publicación seriada de literatura encuadradas en las columnas de un diario. 2. Variaciones del folletín en América Latina La mayoría de los estudios sobre folletín destaca la poca importancia que se le ha otorgado al tema en la historiografía literaria y de los medios de comunicación en Latinoamérica. Encontramos una coincidencia de esta observación en estudios procedentes de diversos países como México, Colombia, Perú, Chile, Brasil, Cuba, Argentina y Uruguay. En la actualidad la proliferación de estudios sobre el folletín y la novela por entregas parece confirmar la afirmación de Chartier, citada por Amar Sánchez, sobre su lugar destacado en el mundo académico, producto a nuestro entender de un proceso de “institucionalización”. Del mismo modo que Peter Bürger destaca la pérdida del efecto de provocación en el público que ya se encuentra preparado ante una obra de vanguardia, como consecuencia de su inclusión en los museos (2000: 107), la originalidad y la denuncia de la escasez de estudios sobre novela popular en Latinoamérica pierden fuerza al convertirse dicha temática en una moda de las investigaciones académicas, fenómeno que Beatriz Sarlo percibe como “hegemónico”: “En 1985, casi no se escuchaba en ninguna parte la fórmula ‘estudios culturales’. Si este libro saliera hoy por primera vez, casi todo el mundo lo llamaría un ‘estudio cultural’. El país ha cambiado, también han cambiado las modas intelectuales: defender una perspectiva de análisis que fuera formal e ideológica al mismo tiempo me parecía una tarea pendiente en 1985. Hoy es una perspectiva aceptable y casi diría hegemónica” (2000: 12). ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 La mayoría de los críticos coincide en que el desarrollo del folletín en América Latina se encuentra influido por su vertiente francesa y española, además de la propuesta de Walter Scott. En este sentido, Hebe Molina, en un estudio reciente, ha señalado el lugar destacado de las novelas españolas en los folletines de la prensa argentina desde la segunda mitad del siglo XIX (Molina, 2011: 49-51). La evolución del folletín corre paralela, según Barros-Lémez, a las consecuencias de la revolución industrial, las revoluciones libertarias de los Estados Unidos de Norteamérica (1776) y de Francia (1789), los procesos de emancipación latinoamericanos y las instauraciones democráticas tanto dentro de Europa como de América, continentes que ingresan en una nueva fase del proceso de modernización. Se ha señalado que dicha modernización, producto de un proceso interno de las sociedades europeas, se presenta precarizado en América Latina. La modernización se percibe como una imposición de la internacionalización acelerada de los mercados para la expansión de los grandes centros industrialmente desarrollados, ingleses fundamentalmente: “América latina (…) salta en forma violenta y no gradual de una economía de fuerte impronta feudal a relaciones de tinte precapitalista. (…) Sobre esta base traumáticamente modificatoria, nuestro continente pasará vertiginosamente de la ruptura del pacto colonial a la recepción ‘en paquete’ de procesos de industrialización y urbanización que, en sus lugares de origen, fueron asumidos de manera históricamente gradual, con estadios bien definidos y democratizaciones sociales de alcance parcial y continuo. No será ese nuestro caso. La clara imposición del mercado internacional – inicialmente de impronta británica, posteriormente de ineludible determinación norteamericana– marcará esas pautas exógenas que modificarán nuestro presente y futuro ya en ese entonces” (1992: 4243)

Este proceso de imposición capitalista va acompañado en los países latinoamericanos de emancipación reciente a proyectos de mejoramiento educativo que forman parte del perfeccionamiento de la “mano de obra necesaria para el cumplimiento del proyecto modernizador” (1992: 56-57). Este contexto influye directamente en el campo literario en la génesis de “literaturas” como productos urbanos. Barros-Lémez recuerda en este punto la afirmación de Ángel Rama en Las máscaras democráticas del modernismo sobre la gestación de líneas creativas, cultas y populares, marcadas por pautas urbanas (1992: 101). Sin embargo, Barros-Lémez señala que esa particularidad puede sostenerse para Argentina, pero no para Brasil y Cuba, sociedades que mantienen un sistema esclavista hasta fines del siglo XIX, que

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 impide el acceso de la población esclava a la educación y a los bienes de la cultura letrada. La estrecha relación entre público y editores en el desarrollo del folletín europeo, también se encuentra relativizada en el caso de América Latina. Precisamente, debido a esta gran población que carece de acceso a la educación ilustrada, los mecanismos de la oralidad continúan siendo fuertes. De modo que conviven relatos seriados tanto de carácter escrito como oral. (1992: 102-104). En América Latina, el desarrollo del periodismo ligado al crecimiento del público resulta otro punto cuestionable. Si bien existe una relación determinante, el público que lee diarios y consume los folletines no es exclusivamente obrero. Los grandes diarios, manejados por representantes de las altas capas de la sociedad, fomentan la producción de folletines, siguiendo y perfeccionando los modelos europeos. Mientras tanto, Barros-Lémez sostiene que se desarrolla en forma casi paralela la prensa popular, que edita, a su vez novelas por entregas, preferidas por el público que recién accede a la lectura tras la alfabetización, constituido en gran parte por mujeres (1992: 119). Ambas cuestiones resultan significativas, según nuestra opinión, en relación a la consideración del género como producto de la mercantilización literaria y del establecimiento determinista del capitalismo sobre el campo literario. Estas relaciones se relativizan aún más si tenemos en cuenta la índole ideológicopolítica de denuncia de la mayoría de los folletines latinoamericanos, ya sea de la vertiente culta como de la popular. En el caso concreto de Argentina, Alejandra Laera, del mismo modo que Carilla, anteriormente citado, menciona la importancia que tuvo la prensa en el desarrollo de la novela en la Argentina de los años ochenta del siglo XIX. Se caracteriza por ser la “principal administradora de los bienes culturales populares” (2010: 97). Al mismo tiempo, destaca que el medio periodístico resulta también un espacio propicio para la difusión de las obras de la alta cultura. En este sentido, Laera se aproxima a la distinción inicial de Carilla sobre el tema en relación a las obras difundidas con formato de folletín, pero que no constituyen el género propiamente dicho. Dos problemáticas resultan significativas para la época en relación a la coexistencia del folletín extranjero y del argentino en los diarios. Por un lado, la cuestión sobre el éxito de la novela de folletín, publicada primero por los diarios y luego en libros, y el otorgamiento de mayor espacio a la novela extranjera, como un posible efecto de la importación de libros extranjeros. Por otro lado, la problemática sobre la prioridad de la inclusión en los diarios de la novela argentina (es decir, escrita con temática propia de la realidad argentina) sobre aquella de procedencia importada, o el predominio de la literatura extranjera sobre la producción argentina, como gestora del terreno apto para el cultivo de la novela como género en Argentina (Laera: 97-98).

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 En Tucumán, en la década del ’80 del siglo XIX, la prensa se limita a la reproducción de las novedades de la capital del país. La presencia de la novela extranjera será prioritaria a la novela argentina del mismo modo que lo sucedido en los grandes diarios porteños. La reproducción de folletines resulta ser característica de los diarios tucumanos, la cual se realiza desordenadamente sin el reconocimiento de las fuentes de origen. La producción de novelas de folletín de autores tucumanos se promueve recién a partir de la segunda década del siglo XX, cuando el fenómeno trasciende la capital porteña y llega a las provincias, a modo de onda expansiva. 3. El folletín en El Orden (1883-1944) En el caso particular de El Orden, diario de la tarde publicado en la provincia de Tucumán a partir de 1883, observamos una suerte de ordenamiento progresivo de la información y del contenido literario y ensayístico, discriminado por secciones diferenciadas por títulos. Desde los primeros números del diario, el folletín aparece, sin ser anunciado previamente, bajo dos líneas gruesas –a veces una- al final de la primera página, bajo el título de la sección correspondiente “Folletín”. En este sentido formal, el diario responde a las características de diseño propias de la época. En dicha sección se publican tanto novelas por entrega, muchas de ellas tomadas de algún repertorio bibliográfico o compendio local (como ser La Biblioteca Popular de Buenos Aires, dirigida por Miguel Navarro Viola), así como ensayos, críticas y análisis de obras literarias, poemas, dramas y comedias breves, etc. En este sentido, podemos observar un empleo “residual del espacio del folletín” similar al señalado por Alejandra Laera para el caso del diario La Nación (Laera: 103).3 Este uso del folletín representa un antecedente de las secciones y de los suplementos literarios de los diarios que comienza a emerger en esta época, tal como lo mencionamos anteriormente.4 La primera novela de folletín publicada por El Orden a partir del 27 de noviembre de 1883, es una traducción de Miguel Navarro Viola de la novela breve La preferida de Enrique Conscience. Originalmente, dicha obra fue publicada en La Biblioteca Popular de Buenos Aires (1878), ya mencionada. El proyecto de Navarro Viola no goza del éxito popular esperado, a pesar del título que indica la colección. Situación que contrasta con el creciente éxito de

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“Vale la pena aclarar que es todavía el uso residual del espacio del folletín el que llevan a cabo los diarios: no la novela folletinesca, sino el lugar disponible para albergar desde relatos más o menos extensos hasta, sobre todo, relatos de costumbre, reseñas o comentarios, es decir, textos que no se vinculan al día a día de la política y en el que predominan los temas artísticos, literarios o vinculados con las costumbres sociales” (Cfr. Laera, nota 15: 103) 4 En un trabajo más extenso abordamos la relación del folletín como sección literaria de los diarios siguiendo a Michael Haller. (Cfr. Risco: 2009) ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 los folletines de Eduardo Gutiérrez editados en el popular diario La Patria Argentina. Según Laera, las novelas extranjeras ingresan en el campo editorial argentino gracias al camino ya trazado por las novelas argentinas de vertiente popular. En este fenómeno percibe una posible explicación del fracaso del proyecto editorial de Navarro Viola (Laera: 104). Sin embargo, si tenemos en cuenta lo señalado anteriormente sobre las dos vertientes del folletín en Latinoamérica, podríamos afirmar que el proyecto de Navarro Viola se aproxima más bien a la vertiente ilustrada del desarrollo del folletín. Su concepto de “popular” al que se refiere el título del proyecto editorial se relaciona, más bien, con la naturaleza económica de la publicación de la obra, accesible al público en general, y no a un círculo exclusivamente letrado. Nos preguntamos cómo explicar, entonces, ante este evidente fracaso editorial en términos de Laera, la inclusión en un diario de provincias que recién comienza a realizar sus primeros pasos públicos la decisión de reproducir la traducción argentina de una novela extranjera proveniente de una fuente que no goza precisamente de popularidad. Una posible explicación reside en el carácter moralizante del proyecto editorial de Navarro Viola, presente desde los epígrafes de su primer número. En este volumen, se publican tres epígrafes, cuyos autores son Eugenio Poitou, Madame de Staël y Pedro Goyena. Los textos de estos dos últimos autores mencionados apuntan a la necesidad de “enriquecimiento del alma” (Navarro Viola: portada).5 En efecto, en consonancia con estos consejos, se constata en las publicaciones posteriores de El Orden el marcado acento moral como rasgo característico de la selección de folletines que edita este diario. Cabe señalar, además, que el concepto “popular” considerado por Laera señala dos vertientes de la narrativa que circula en la Argentina de la época en una sola dirección: el éxito de mercado local y/o extranjero. En este último caso, la confrontación de la polémica relación entre literatura argentina y extranjera conviviendo en un mismo campo literario genera posturas diferenciadoras entre letrados y no letrados, como una cuestión fundamental de la recepción literaria. En números posteriores, cuando el vespertino ya comienza a experimentar las repercusiones positivas de las crecientes suscripciones, el folletín se publicita a través de anuncios elogiosos publicados el mismo día y en la misma página de su aparición, con el fin de generar expectativa y entusiasmo en el público lector. Este “público lector”, o más bien grupos de “lectores”, se especifican con el tiempo hasta llegar a constituirse en comunidades lectoras agrupadas de acuerdo a su interés por determinadas secciones de preferencia del diario. En

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El más representativo de los tres es el de Mme de Staël: “Es moral un libro cuando la impresión que deja su lectura favorece el enriquecimiento del alma” (Navarro Viola: portada).

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 esta “especialización” por secciones y suplementos, el folletín se instituye como un género producido preferentemente para mujeres.6 Posteriormente, a partir de 1885, El Orden, apuesta y fomenta la propuesta editorial de la revista Sud-América, ya que reproduce parte de su material en sus páginas. En este punto, se percibe claramente una aproximación del diario, en conjunción con la propuesta de Sud-América, hacia una relación más estrecha entre periodismo y literatura en una suerte de entrecruzamiento de prácticas. Según señala Laera, los intercambios de prácticas entre periodista-escritor (tomando como modelo a Eduardo Gutiérrez) y escritor-periodista (como ser Eugenio Cambaceres) dependen de cómo se haya dado el inicio de la producción novelística de los autores: o a partir de la práctica periodística o desde la práctica literaria introduciéndose luego en la investigación periodística (2010: 111). De este modo, conviven producciones que apuestan de modo diferente a la promoción de lo “popular” tanto extranjero como nacional, admitiendo elementos entrecruzados con la alta cultura. Esta situación se verá reflejada en las páginas de El Orden. Al poco tiempo de declarar una aproximación a la propuesta del Sud-América, el diario tucumano emprende su distanciamiento. La razón podría encontrarse en la filiación política de los miembros de Sud-América de apoyo declarado a la candidatura de Juárez Celman, que tanto disgusta a los redactores de El Orden. La consideración del folletín en el diario puede leerse teniendo en cuenta, además, las manifestaciones explícitas en sus páginas de la crítica literaria sobre de dicho género. En efecto, en las dos últimas décadas del siglo XIX el diario publica una cantidad significativa de artículos de escritores que debaten sobre la validez, la calidad y el alcance del folletín en la formación cívica y moral de los ciudadanos. La crítica varía su postura desde una actitud inicial positiva relacionada con la calidad de las obras difundidas como folletines; hacia una postura elitista negativa, evidente en el rechazo del folletín como género popular. Por su carácter popular, es considerado periférico e inferior a las grandes obras de la literatura universal. Esta última actitud es apoyada por ciertos sectores intelectuales que ven amenazada su posición en el campo intelectual de la época y que atribuyen el éxito del folletín a un fenómeno de mercado, como un rechazo a la actitud consumista y materialista del público lector que ya comienza a adoptar para ellos la forma despectiva de “masivo”. Esta postura refuerza y actualiza el valor espiritual y sagrado del arte literario, pero no sólo en su contenido (espiritualismo contra materialismo consumista, propio de la moral cristiana nacionalista), sino fundamentalmente en su constitución, en una actitud próxima a las vanguardias. 6

Trabajamos con detenimiento sobre la cuestión de la mujer como sujeto lector, escritor y crítico y su consideración en relación al folletín publicado en este diario en una ponencia presentada en el XVI Congreso Nacional de Literatura Argentina, Chaco, 2011, inédita. El presente trabajo se encuentra estrechamente vinculado con la ponencia mencionada.

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 4. Una breve consideración final En el presente trabajo intentamos un abordaje de la problemática del folletín a partir de un diario de provincias. En el caso particular del diario tucumano El Orden, la convivencia en el mismo contexto con diarios populares y prestigiosos que llevan a cabo una operación de difusión de la novela de folletín similar, tanto de la vertiente culta como de la popular, representa una muestra del modo en que las provincias buscan participar en la constitución de una práctica y de un género. Los modelos y fuentes principales que sigue el diario son la Biblioteca Popular de Buenos Aires, la revista Sud-América, La Nación y La Prensa, entre otros. Las páginas del diario, por su interés por lo popular, resultan un testimonio que documenta dicha práctica a medio camino entre la traducción, la producción y la reproducción literaria nacional y extranjera.

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* El presente trabajo forma parte de un proyecto de investigación mayor en ejecución, desarrollado por la autora como Investigadora de CONICET en el marco de una estadía de investigación en el Instituto Iberoamericano de Berlín, Alemania (2012-2013), cuyos fondos bibliográficos y documentales han sido empleados en la realización de esta ponencia.

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