Adiós a la fantasía de independencia

crianza Adiós a la fantasía de independencia ‰ Cuando nos hacemos madres, advertimos con espanto cuán solas estamos y cuánto necesitaríamos de un cla
Author:  Elisa Lara Torres

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Adiós a la fantasía de independencia ‰ Cuando nos hacemos madres, advertimos con espanto cuán solas estamos y cuánto necesitaríamos de un clan que nos dé soporte. La filósofa española Carolina del Olmo, autora del reciente libro ¿Dónde está mi tribu?, identifica las raíces de una situación que afecta a las mujeres desde hace más de cincuenta años. Y abre una puerta.

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l libro de Carolina del Olmo reconcilia al lector –especialmente si es una madre que trabaja- consigo mismo y su vulnerabilidad. Alivia el hecho de que por fin alguien diga, con claridad de estilo, conocimiento de causa, y fundamentación teórica, lo que muchos venimos percibiendo intermitentemente y con poca claridad, como un zumbido molesto que se tapa cada día con el ring del despertador, los sonidos de la cocina, el barullo de los niños o el teclear de la computadora: “El problema no son nuestros hijos, pero tampoco somos nosotros. El problema es una sociedad cuyas exigencias son radicalmente incompatibles con las necesidades de los bebés y también con las de quienes cuidan de ellos”, esgrime la autora, ya desde la introducción. Y va por mucho más con el correr de las páginas.Licenciada en Filosofía, directora de Cultura del Círculo de Bellas Artes de Madrid y de la revista de dicha entidad, y autora de “¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista”, de Capital Intelectual, Del Olmo plantea una temática amplia y profunda, íntima y universal.

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Ubiquémonos en contexto. Buena parte del asunto es la siguiente. Cuando las mujeres que vivimos en grandes ciudades nos convertimos en madres, de pronto nos encontramos más solas y perdidas que nunca. En general, alguna madre, suegra, tía, prima o amiga se acerca a dar una mano, pero ese acercamiento suele ser breve e insuficiente para el alud de necesidades de ayuda, compañía y apoyo que trae la maternidad. El común denominador son la soledad, la desorganización, el caos, la incertidumbre y el miedo a nunca recuperar el control sobre la propia vida. Otro aspecto que hace a la cuestión es que en los últimos años, entre la literatura vinculada a la crianza, ha surgido con fuerza la corriente que asegura que una madre solo necesita seguir su instinto –y darle de mamar a libre demanda, y sostener la lactancia hasta los dos años, y dejar que duerma en la cama de los padres, y tenerlo a upa todo el día, y…-, para abastecer al bebe de todo cuanto necesita y convertirlo en un niño -y ergo, luego en un adulto- feliz. Esta tendencia, que tiene cada vez más adeptos, suele ignorar las posibilidades reales de unos

padres que, para colmo, suelen estar agotados por jornadas laborales extenuantes. Cuando nació su primer hijo -Guillermo, que hoy tiene cuatro años y medio-, como la mayoría de las madres, Carolina se acercó a la abundante oferta de libros en busca de material que pudiera ser de ayuda: “Leyendo y leyendo, pasé del asombro inicial a la insatisfacción y de ahí, a algo parecido a la indignación” ante la barahúnda de textos, que aseguraban categóricamente principios contradictorios, repletos de falacias naturalistas, correlaciones espurias, y otras inconsistencias, que su formación académica no iba a dejar pasar así nomás. En cambio, decidió escribir un libro que planteara con seriedad y rigor las problemáticas que atravesamos las familias de hoy. No sólo el modo en que cuidamos de nuestros niños, sino también qué valores les transmitimos, cuáles son los principios que rigen nuestro proceder como adultos a cargo, y hacia dónde vamos como sociedad. -¿Cómo está siendo recibido tu libro? -Por ahora, la verdad es que ha sido todo muy positivo, por un lado mucha gente me da las gracias… Gran parte de la literatura de crianza es de ayuda, se propone hacerte más fácil la tarea, y la verdad que me

X María Laura Ferro

parecía que mi libro no era de esta índole, pero muchas madres me dicen que les ha ayudado mucho, y eso me sorprende, y me alegra. Por otro lado también me estoy encontrando con que las posturas de las madres y los padres son muy matizadas, más de lo que esperaba. Aquí en España, hay una polarización en la crianza: por un lado, está la que se centra en las necesidades del niño, también llamada crianza con apego, y por otro, la que da prioridad a las necesidades y reglas del mundo adulto. Pero, yendo al terreno, me he encontrado con que la gente no lo vive así. -¿Se trataría, entonces, de una polarización mediática? -Sí, en parte sí. Y también de la propia literatura de expertos. Pero yo creo que no somos público pasivo: sabemos qué hacer con esto. La gente sabe, un poco de aquí y otro de allá… El otro día hablaba con una maestra infantil y me decía que ella sí encontraba madres dogmáticas. Pienso que tal vez,

El problema no son nuestros hijos, pero tampoco somos nosotros. El problema es una sociedad cuyas exigencias son radicalmente incompatibles con las necesidades de los bebés y también con las de quienes cuidan de ellos. si no tienes ningún criterio a qué recurrir, entonces sí la literatura de experto se vuelve tu dogma. -Esto habla de mujeres muy solas, sin referentes más cercanos que los libros. -Yo creo que sí. Luego, gracias a ese dogma, se forman comunidades, desde foros en internet hasta gente que se va a vivir en grupos… Al norte de Madrid, por ejemplo, se están formando pequeños colectivos que se

unen en torno a la crianza con apego. Hablando con amigas, sobre esta forma de criar natural, ocurre que a ellas no les gusta cómo las criaron, y de alguna manera esto es como una reacción a esa forma de criar desapegada. -¿Cómo criás a tus hijos? -Yo, por una parte no sabía nada, soy una de esas madres desorientadas y solas. Pero tengo cuatro hermanas, soy de una familia numerosa,y aunque no he cuidado niños de manera directa antes que a los míos, viendo, estando cerca, algo he aprendido. Y además, lo que he visto o lo que he aprendido, en general me ha gustado. La experiencia heredada yo creo que algo me ha aportado.Y eso me ha servido para filtrar esa literatura de expertos. En general, digamos que yo soy en la práctica más o menos cercana a la crianza con apego pero me distancio mucho en la explicación teórica. Estoy de acuerdo con la lactancia a demanda, por ejemplo, pero no me gusta cómo lo argumentan, cómo lo defienden. También soy una madre agobiada por la falta de

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crianza tiempo, y muchas veces me veo menos amable o menos amorosa de lo que me gustaría. -¿Crees que las mujeres hoy somos muy autoexigentes en todo? -Es posible que esa figura mediática de la mujer todo terreno esté pesando, pero también es verdad que lo tenemos difícil y que ese pequeño pozo de culpa de no ser la madre amorosa y paciente que nos gustaría ser, tiene una base real. De vacaciones soy más amable; por la mañana, soy mejor que por las tardes… Después de estar ocho horas en el trabajo es prácticamente imposible atender a nada y a nadie. Por eso creo que no hay que confundir la autoexigencia con la exigencia social.

Después de estar ocho horas en el trabajo es prácticamente imposible atender a nada y a nadie. Por eso creo que no hay que confundir la autoexigencia con la exigencia social.

-El modelo de la ama de casa perfecta nos sigue presionando internamente… -Sí, y también el de la mujer que trabaja como un varón. Pero a mí me gusta sacar el problema de nosotros mismos. -¿Pensás entonces que no se trata simplemente de elegir y ‘hacerse cargo de la propia elección’, como tantas veces nos recomiendan? -Ese consejo tal vez tapa otro problema subyacente, que no basta con rebajar tus expectativas en el trabajo y en la crianza, yo creo que todo el posible equilibrio se ve destronado por la exigencia en lo laboral. Con 40 horas semanales no queda tiempo para hacer nada más bien. Y, al menos en España, solo un diez por ciento de los trabajadores trabaja ocho horas por día. La mayor parte trabaja mucho más. -Y eso se interpone con el tiempo que requiere la familia. -Por eso yo critico lo que aquí se llama “conciliación”. ¿Cómo vas a conciliar algo olvidado como el trabajo de cuidar? -¿Cómo se sale de esta trampa? ¿Ves un camino? -Creo que depende de en qué plano te quieras situar. La sensación de madres que se encuentran solas está ahí, en las clases urbanas, desde hace más de 50 años.Es increíble que ese sufrimiento no nos haya llevado a hacer apaños que nos hagan la vida mejor.Y en este plano de andar por casa también es importante

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Carolina del Olmo

darnos cuenta hasta qué punto tenemos experiencias compartidas con una base social importante.Y en cuanto a qué hacer en un sentido amplio, siempre soy algo pesimista. Creo que con pequeños ajustes no vamos muy lejos. Por supuesto, si nuestro Estado de Bienestar fuera como el de Suecia,estaríamos mucho mejor.Pero no sería tampoco la solución.En cambio,si trabajáramos 20 horas semanales,si hubiera una redistribución de las tareas… -¿Crees que eso es posible? No parece acercarse una revolución social… -El día antes de la toma de la Bastilla nadie sabía que iban a tomar la Bastilla. Vivimos en un momento importante de crisis del sistema. -Sin embargo, al menos en Argentina, nadie habla de esto. Cada familia se autogestiona, y se hace cargo por sí sola de cuidar a sus hijos. -Yo creo que hace diez años sí que parecíaque vivíamos en un presente eterno. En cambio, en los últimos años vuelve a estar en boca de mucha gente que esto que tenemos es-

tá bastante mal y se plantea que no tenemos por qué sostenerlo. Las democracias capitalistas son nuestro presente y no tienen por qué ser nuestro futuro.

Comunidad = Compromiso “El otro día leía en un texto de Doris Lessing que no hay aburrimiento mayor al de una mujer joven e inteligente que pasa mucho tiempo con un bebe pequeño. Eso es exactamente igual ahora, y lo escribía esta mujer hace 60 años. Yo no sé por qué mis hermanas no me dijeron, por qué no circula… Aunque a veces circula y no nos lo creemos, de alguna forma vivimos tan al margen de todo lo que significa cuidar… No lo vemos: estamos en la fantasía de independencia para siempre y no nos animamos a ver la realidad”, sostiene Del Olmo. -En otras sociedades, esto sería impensable. -Claro,en las comunidades,el ser humano veía niños nacer, ancianos morir, era algo que estaba ahí. Tu individualidad no se construía en torno a esa fantasía de independencia. Hoy tenemos que darnos cuenta de que somos dependientes, de que si estamos aquí es porque nos han cuidado, los animales humanos no llegaríamos a la madurez sin cuidados. Hay que hacer visible esto. -Independizarse de los padres es la gran meta por muchos años en la juventud… -También las mujeres: no depender de nadie. Pero se pierde de vista que todos dependemos unos de otros. Una cosa que me sorprendía mucho en los libros de crianza es que todo el tiempo te hablan de conseguir que el niño se independice. También los de apego comparten la meta: te dicen que si le das mucho amor es cuando consigues que sea independiente. Como que me da un poco de miedo esta propuesta. -El objetivo de la crianza parece ser dar herramientas para este mundo duro. -Sí, pero así se aprende a no dar ayuda. Nos cuesta asumir compromiso, nos cuesta atarnos a cosas, incluso no sabemos qué hacer con los favores: esa especie de fantasía de independencia en la que vivimos nos hace difícil ayudar y recibir ayuda. Es como que nos da vergüenza pedir ayuda, nos cuesta reconocer que hace falta mucho más que una so-

crianza Nos cuesta asumir compromisos, nos cuesta atarnos a cosas, incluso no sabemos qué hacer con los favores: esa especie de fantasía de independencia en la que vivimos nos hace difícil ayudar y recibir ayuda.

moral de cuidar”. Y a lo largo de su libro, Del Olmo habla por ejemplo de enseñar a compartir a los niños “no para que luego el vecinito le preste su juguete, sino simplemente porque está bien compartir”; de asumir nuestros deberes,más allá de nuestras preferencias: “¿Quién puede preferir quedarse cuidando a irse a la playa?”.

la persona o dos para criar un hijo. Y pesa que somos gente mal preparada para establecer compromisos a largo plazo. En las redes comunitarias recibes ayuda, pero también tienes que renunciar a cosas tuyas para pertenecer, para estar ahí. Como somos conscientes de eso, lo desestimamos como opción. Es muy difícil mantener cosas estables en un mundo tan inestable y volátil como este. Cambiamos de trabajo, de casa, de barrio, y estas lejanías también se notan. -¿Por qué, en lugar de asociarnos, las mujeres nos criticamos unas a otras? -El comparar y considerar tu criterio como único válido es lo más fácil. A todas yo creo nos molesta que nos den consejos que no nos parecen que vienen al caso, o vemos competencia entre madres. Hay mucha gente que piensa que esto es la comunidad. En parte de ahí viene el miedo. Pero cuando hay una verdadera comunidad detrás, los consejos se escuchan mejor, no es que alguien regañe a tu niño, sino que regaña a un niño de la comunidad, yo ayudo al tuyo y tú al mío, todos nos ayudamos. Lo que pasa es que mientras no haya esa base de contacto madre con madre interactuar cada una con sus ideas es mucho más difícil. Por eso es difícil montar grupos de crianza cuando lo único que te une es tener el hijo; entran divergencias si no hay una base previa de amor, cariño, respeto.

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-¿Ves indicios de cambio? -Veo una cierta construcción de redes. Por un lado conozco gente que se va a vivir en comunidad, y por otra parte estoy viendo pequeñas escuelitas autogestionadas, montadas por familias que juntan a sus niños y contratan a un educador. Ahora mismo en Madrid hay muchísimas. Para niños de un año y hasta 6. Y algunas funcionan muy bien.

Una cuestión moral “Nuestro mundo cuestiona no solo nuestro derecho a cuidar y a ser cuidados por otros […] sino también nuestra obligación de cuidar.Por eso se devalúa el trabajo de dar cuidado, por más que se venere nominalmente la figura de la madre”,dice también Carolina del Olmo en su libro. El tema genera controversias. La autora nos lo cuenta así: “Hay una especie de feminismo más institucionalizado que recibe mi libro un poco como un ataque.A ese feminismo no le gusta mi libro, y con razón, porque no comparto su postura. Y luego existe un feminismo más nuevo que habla de los cuidados,y con ese feminismo mi libro encaja mejor. Ahora el debate es por mi insistencia en la responsabilidad de cuidar.Me recuerdan que hay mujeres que están oprimidas y que no es el momento de hablar del derecho a cuidar sino del derecho a no cuidar.Yo creo que no podemos renunciar al derecho a cuidar,a reivindicarlo,ni abandonar el léxico de la obligación

“En general, nuestra sociedad no recibe muy bien el tema de lo moral, pero yo pienso que se puede intercambiar argumentos acerca de lo que es bueno y lo que es malo. Es cierto que no hay grandes verdades y grandes mentiras, pero tampoco estoy de acuerdo con el relativismo total. Y si bien no se puede hablar de ciencia en estos temas, sí se puede debatir, pensar, generar conocimiento”, sostiene. -¿Y esto es un tema social o personal? -Yo creo que es un tema social, lo que tenemos que hacer es repartir ese deber de cuidar, compartirlo con los hombres. -¿Cómo juega su papel en la crianza el hombre en España? -Creo que abundan los padres desapegados, de manual, el típico padre que va a trabajar y vuelve por la noche. Pero en círculos que me son más cercanos claramente está surgiendo esa figura de padre que no tiene miedo a generar apego.Y en ese sentido me molesta el discurso que dice que el padre no debe maternar, me parece muy injusto para los hombres y muy perjudicial a gran escala, porque privar a los hombres de esto es dañino en mucho aspectos. -¿Hay que democratizar el terreno de la casa? -Yo creo que sí. Es una experiencia fundamental y maravillosa el cuidar. Pero implica un gran compromiso. Y eso es lo que tenemos que aprender como sociedad. l

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