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* Algunas observaciones psicoanalíticas sobre el ajedrez •• Bernardo A. Schutt I. Algunos comentarios acerca de la etimología y la historia del aje

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OBSERVACIONES TOPOGRÁFICAS. Observaciones Topográficas. M. Farjas
Tema 1 OBSERVACIONES TOPOGRÁFICAS Tema 1: Observaciones Topográficas __________________________________________________________________________ M.

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* Algunas

observaciones psicoanalíticas sobre el ajedrez

•• Bernardo A. Schutt

I. Algunos comentarios acerca de la etimología y la historia del ajedrez El psiconálisis se ha aproximado desde sus comienzos al estudio del ajedrez. Karl Abraham fue el primer psicoanalista que escribió un trabajo sobre el ajedrez en 1910 sobre un paciente en el cual el tema del ajedrez aparecía frecuentemente. En "La iniciación del tratamiento'?" dice Freud: "Quien pretenda aprender por los libros el noble juego del ajedrez pronto advertirá que sólo las aperturas y los finales consienten una exposición sistemática, en tanto que la rehúsa la infinita variedad de movidas que siguen a las de la apertura. Únicamente el esforzado estudio de las partidas en que se midieron grandes maestros puede colmar las lagunas de la enseñanza. A parecidas limitaciones están sujetas las reglas que uno pueda dar para el tratamiento psicoanalítico." Previamente, en "Psicoterapia de la histeria'", en 1895, intentando representar espacialmente una triple estratificación de los recuerdos y el material psíquico, desde lo más superficial a lo más profundo, se refiere a que en la capa más inferior la ordenación de las ideas se haría de acuerdo a una línea en zig zag, análoga a la que trazamos sobre el tablero de ajedrez con los movimientos del caballo. En 1931 Emest Jones 17 publica un trabajo centrado en el estudio de la personalidad de Paul Morphy, el gran campeón de ajedrez norteamericano

* Presentado ** Dirección:

en el 379 Congreso de la API (Buenos Aires, 1991). Potosí 9, 1011 "A", (28016) Madrid, España.

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de mediados del siglo pasado, en el cual se refiere al simbolismo inconsciente de las piezas, aunque ya en 1925 un profesor y compositor de problemas, Herbstman 16, había escrito otro trabajo menos conocido sobre el simbolismo psicoanalítico del ajedrez, en donde enfatizaba la analogía entre la estructura del juego y la conflictiva edípica. Para él, el juego consistía fundamentalmente en la tríada rey, reina y peón, siendo las demás piezas desplazamientos simbólicos del rey y la reina. A partir de esto, y a través de las aportaciones de otros autores, entre los cuales podría citar a Pfister, Karpman, Colby, Martí-Ibañez, Reuben Fine, André Green, Bruno Bettelheim, Norman Reider, y más recientemente Jacques Dextreit y Norbert Engel, se va perfilando una comprensión psicoanalítica cada vez más abarcativa, acerca de los significados inconscientes que tiene y que pone en juego el ajedrez. Para Pfister 23, por ejemplo, el ajedrez reproduciría una reacción neurótico-compulsiva, los conflictos internos y las terribles dudas de un Hamlet del tablero. Maud Mannoni en La primera entrevista con el psicoanalista" expresa que la primera entrevista no es más que una puesta a punto, una ordenación de piezas de un tablero de ajedrez. El resto quedaría para después, una vez que los personajes han sido ubicados. Y además: "... La primera relación que establece un niño es con su madre, en ella su discurso va a asumir un sentido. Esta relación es fundamental, ocupa un lugar definido en un sistema en el que, como en un juego de ajedrez, el padre aparece en un lugar no menos determinado. El movimiento de los peones y su situación uno respecto del otro nos proporcionan la continuación de la historia ..." Estas observaciones sobre la conflictiva edípica que el ajedrez plasmaría, pretenden explicar la gran fascinación y la pasión que ha ejercido siempre el ajedrez sobre los hombres, su persistencia a través de los siglos, y las transformaciones que ha experimentado desde su creación. Quizá pueda ser considerado el paradigma de los juegos en cuanto a su expresión de fantasías necesitadas de descarga, de comunicación y de elaboración. La primera aproximación histórica al ajedrez nos indica que fue un sustituto simbólico del arte de la guerra, y que por eso ha sido el entretenimiento favorito de algunos de los más grandes líderes militares, desde Guillermo el Conquistador hasta Napoleón. El ajedrez se incluye entre los juegos de competición (Agon), según R. Callois", Lo que está en juego en éstos, para M. Abadi', es el vencer o el morir: la vida o la muerte, metáfora utilizada por Ornar Khayam cuando dice: "El Destino Juega con

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nosotros una partida de ajedrez sobre un tablero de negras noches y de blancos días. Al acabar, la Muerte nos da jaque mate y nos arroja al cajón de la muerte." Similar metáfora aparece en el Quijote en un diálogo entre Don Quijote y Sancho Panza refiriéndose a esta metáfora como "brava comparación". En la lucha entre los dos bandos oponentes en el ajedrez se movilizan los mismos principios de estrategia y táctica que en una guerra real, y son necesarias la misma capacidad de cálculo y de anticipación, así como la de prever los planes del adversario, y el rigor con que son ejecutadas las decisiones es aun más estricto que la guerra misma. Pero no se trata sólo de la pugna característica de los juegos competitivos, sino que además en el ajedrez el objetivo distintivo es la eliminación del rey contrario, que simboliza psicoanalíticamente al padre como rival edípico. La meta original de capturar al rey enemigo ha desaparecido, pero ha sido suplantada por el objetivo de paralizarlo en la inmovilidad más absoluta mediante el ataque de una pieza adversaria, puesto que al no disponerse de otra jugada, la imposibilidad de su movimiento sin ser atacado (jaqueado) constituye "tablas por ahogado", lo cual sugiere la necesidad de la exteriorización de la propia agresividad para obtener el triunfo. En general los diversos autores acuerdan en que el juego tuvo su origen en la India, pasando de allí a Persia, cuyos conquistadores árabes lo difundieron por Europa alrededor del siglo X. Su primer nombre habría sido el sánscrito "chaturanga", que significa "el de los cuatro cuerpos" (de un ejército). Ésta era también la palabra india que significaba ejército, probablemente por sus cuatro componentes: peones (infantería), caballos (caballería), elefantes (alfiles) y navíos, posteriormente transformados en carros de combate (las actuales torres). Más tarde los persas abrevian el nombre de "chaturanga" a "chatrang", mientras que los árabes al no tener ni la última ni la primera letra en su alfabeto lo habrían modificado a "shatranj". Cuando el ajedrez reapareció más tarde en Persia, posiblemente haya operado el inconsciente al quedar abreviado el término a "shah", que en persa significa rey, generador, padre, convirtiéndose así el ajedrez en el juego real ojuego de los reyes. "Sha-mat" significa para algunos autores: el rey está muerto, mientras que otros, entre ellos Murray", aducen que "sha-mat" quiere decir: el rey está paralizado, indefenso o derrotado. Podríamos decir desde un enfoque psicoanalítico que el rey está castrado. Actualmente el solo hecho de la amenaza de castración o sea de jaque mate, provoca el abandono del juego, pues aquél pocas veces llega a materializarse.

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Un campo todavía poco explorado es la derivación del ajedrez a partir de los juegos con tablero en los que el azar y la magia jugaban un papel preponderante. Los motivos de esta transformación nos son aún desconocidos, es decir, ignoramos el porqué de su pasaje de los dominios del proceso primario (magia) a los del proceso secundario (racionalidad)*. Reider 25 sostiene que la muerte simbólica del padre es el tema central del ajedrez, y que todas las temáticas que aparecen en los mitos sobre el origen del ajedrez, como luego veremos, serían derivados, desplazamient08, sustituciones o distanciamientos de esta problemática nuclear. Formula una hipótesis: la de la ecuación guerra-parricidio, que para él debe haber existido en el transcurso de la evolución de este juego. En mi opinión, esta evolución no podría ser explicada de manera tan lineal: es posible que ambas significaciones estén presentes en el juego de ajedrez tal como se lo practica hoy en día, sobredeterminando su simbolismo. Ambas concepciones tendrían un aspecto en común: la de entender el juego como una posibilidad de expresar impulsos agresivos, pero de manera sublimada y a un nivel lúdico. Otra posición es formulada por L. Grinberg", quien, a través del análisis de un material clínico, opina que las piezas del ajedrez representaban para el paciente sus distintos objetos internalizados, a los que debía controlar, proteger o atacar. Laplanche y Pontalis" dicen que de un modo general se utiliza el término "simbólico" para designar la relación que une el contenido manifiesto de un comportamiento, de una idea, de una palabra, a su sentido latente, y que diversos autores (Rank, Sachs, Ferenczi y Jones) sostienen que en psicoanálisis sólo se puede hablar de simbolismo en aquellos casos en que lo simbolizado es inconsciente. El simbolismo encerraría todas las formas de representación indirecta, sin discriminar de un modo más preciso entre los diversos mecanismos: desplazamiento, condensación, sobredeterminaci6n, figuración, etc. Creo que esto es aplicable al simbolismo del juego de ajedrez. Desde el momento en que a una figuración se le reconocen dos significaciones, una .de las cuales sustituye a la otra, disfrazándola y expresándola a su vez, su relación puede ser calificada de simbólica.

* En "Análisis de un jugador", trabajo presentado por Cecílio Paniagua en la Asociación Psicoanalítica de Madrid en mayo de 1990, se postula que en los juegos de azar, la suerte simboliza a los padres que premian o castigan (''La Diosa Fortuna"). Quizá haya podido realizarse esta transformación en el ajedrez como juego racional por la incorporación al tablero de la pareja parental (rey y reina), que de manera inconsciente también premiarían o castigarían al jugador.

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A medida que progresa en su evolución el jugador de ajedrez, busca el objetivo del juego cada vez de forma más sutil, más sublimada. Va pasando del "comer piezas" (oralidad) a la agresividad y obsesividad para la consecución de su plan (fase sádico-anal). Esto está en la línea de pensamiento de lo que Freud, y luego Sachs y Melanie Klein, han demostrado acerca del juego como una función totalmente aceptada, que permite la expresión más o menos oculta de sentimientos infantiles reprimidos. Wínnicott" ha formulado su teoría del juego como una actividad fundamental para el desarrollo y funcionamiento del psiquismo. Es a través de un espacio transicional (o de los fenómenos transicionales), espacio potencial o de ilusión, en el cual se superponen la realidad externa y la realidad interna, sin pertenecer ni a la una ni a la otra, donde tendría lugar el juego, ámbito de toda actividad creadora y artística. Incluso, considera la experiencia psicoanalítica como una forma muy especializada de juego al servicio de la comunicación consigo mismo y con los demás. Es sobre el tablero, espacio ilusorio, en cierto modo parecido al de los sueños, en donde se confunden realidad y fantasía, en el que se van representando a través del movimiento de las piezas las estrategias y tácticas de ambos contendientes. Esta puesta en escena, este "como si", hace posible la emergencia de significados inconscientes que pueden ser interpretados siguiendo la línea general de la conflictiva edípica y del complejo de castración. Pero esta puesta en escena de la fantasía sería al mismo tiempo una reelaboración de ésta, y no una mera expresión de esos coriflictos, en donde interviene un proceso sublimatorio. Freud'" no dice sólo que pensar es una manera de sublimar, sino también que los procesos de pensamiento están intrínsecamente vinculados a los desplazamientos de la libido, y están al servicio de Eros, puesto que su función es básicamente de ligazón. La sublimación posibilita la realización transaccional del deseo sin recurrir a la represión, aunque es una forma de retorno de lo reprimido. Dice además que ésta implicaría a actividades socialmente valoradas (ajedrez en la ex U.R.S.S.). Tendría que ver con una participación transindividual que contribuye de alguna manera al patrimonio individual. Por lo tanto, al constituirse el complejo de Edipo como estructurante y organizador del psiquismo, lo es porque marca la ruptura de una posición narcisista infantil y la apertura hacia las identificaciones que conforman el aparato psíquico. Ello permite el acceso al orden simbólico, posibilitando la subjetividad y la intersubjetividad, el paso de la compulsividad propia de los mecanismos del proceso primario, cuyo fin es la descarga inmediata, a las funciones intelectuales y afectivas del proceso secundario, del pensamiento mágico al pensamiento lógico, en definitiva, el pasaje de la naturaleza a la cultura.

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De esta conflictiva edípica, nunca totalmente resuelta, quedan vestigios como son las fantasías inconscientes que producen efectos diversos: algunos sintomáticos o patológicos, y otros, como vemos, sublimatorios o creativos. Desde esta perspectiva, el ajedrez constituiría una recreación imaginaria del conflicto edípico, y una sublimación del mismo a través de su objetivo: la inmovilización o muerte de la figura del rey, símbolo universal del padre. Esto ha sido confirmado en la clínica por M. S. de Armesto" al utilizar el ajedrez como técnica terapéutica para niños entre seis y nueve años de edad. * Éste ha sido el aspecto más estudiado en la literatura psicoanalítica, e incluso ha servido como explicación de la mayor atracción ejercida por el ajedrez en los hombres que en las mujeres, en el Edipo de la mayoría de las cuales el deseo de muerte y la hostilidad hacia el padre no es la cuestión central ni la más relevante. Asimismo, Reider" sugiere que la falta de interés que manifiestan muchas mujeres hacia este juego se debe a la ausencia en ellas de un deseo inconsciente de superar al padre, existiendo, por el contrario, el deseo de conquistar al mismo. Martí-Ibañez" cita el caso de una mujer muy aficionada al ajedrez que por características de su historia personal sentía una gran hostilidad hacia su padre, que podía de este modo canalizar a través de este juego (en realidad era una hostilidad desplazada de su padre a su esposo a nivel manifiesto). II. Ajedrez y sublimación Como dice Carlos Sopena en su trabajo sobre la sublimación", la fragmentación existe en el origen de la sexualidad humana, y sus puIsiones parciales no se funden nunca completamente, quedando siempre un resto inasimilado, una pulsión parcial que actúa en forma independiente, que puede dar origen a una perversión o a síntomas neuróticos si es reprimido, o a formaciones reactivas: desagrado, vergüenza, formaciones morales. El otro destino posible es la sublimación, en la que se produciría una desexualización de la meta y el objeto de la pulsión, que permite eludir la represión al sustituir la satisfacción sexual por la obtenida a través de la investigación intelectual y la actividad artística. Esto puede ser aplicable al ajedrez, que ha sido denominado el "juego ciencia" y a algunas de sus producciones, "composiciones artísticas".

* Refiere que en una niña puede transformarse en una competencia entre las dos reinas, si a la terapeuta le es adjudicado el rol femenino. Una niña cuyo padre era muy seductor jaqueaba permanentemente al rey en la sesión.

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La primera manifestación de lo que Freud llamó pulsión de saber es incitada por el misterio que representa la sexualidad y el origen de los niños. El jugador de ajedrez es como el niño, un investigador, queriendo siempre investigar el secreto de los adultos, el misterio de lo que plantea su oponente, el enigma. Freud dice en Tres ensayos para una teoria sexual' que la investigación sexual es siempre solitaria, al igual que en una partida de ajedrez. Es interesante destacar que hace cerca de 60 años, José Raúl Capablanca, el genial cubano campeón mundial de ajedrez de 1921 a 1927, expresó su temor a que el estudio cada vez más profundo y extenso de todas las fases de una partida de ajedrez entre grandes maestros pudiese acabar con el juego (llamó a esto la muerte por tablas), pues es bien sabido que sólo es posible ganar si uno de los jugadores comete por lo menos un error, al ser la posición inicial absolutamente idéntica e igualada en los dos adversarios. El ajedrez, para persistir, debería recurrir a la creatividad y así alejarse de la repetición. Podríamos decir que el saber absoluto y, por lo tanto, el goce absoluto no dejarían margen para que ese resto de pulsión parcial continuase su búsqueda de otro objeto, lo que conduciría a un vacío total. Freud afirmaba en 1932, en Nuevas conferencias de introducción al psicoandlieis": "El pensar es un obrar tentativo con pequeños volúmenes de investidura, semejante a los desplazamientos de pequeñas figuras sobre el mapa, anteriores a que el general ponga en movimiento sus masas de tropa".

lII. Mitos y leyendas concernientes al origen del ajedrez: una interpretación psicoanalítica La interpretación y desciframiento de los mitos y leyendas se nos presenta como un método privilegiado para acceder a la comprensión de las motivaciones inconscientes que los produjeron, del mismo modo que los sueños son también una vía para acceder al inconsciente individual. Los mitos son como los sueños colectivos de la humanidad y, al igual que éstos, utilizan símbolos concretos para representar conceptos abstractos. El mito no es sólo el relato de un pasado remoto, sino que es una versión de la realidad, quizá la más fiel de las historiografías, y que se revela y actualiza permanentemente en el ser humano.

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Freud afirmaba: "en los sueños los padres asumen como pareja una forma real o imperial. Encontramos una analogía a esto en los cuentos: 'Había una vez un rey y una reina ...', cuando obviamente el relato es sobre el padre y la madre." Asimismo en la novela familiar del neurótico representarían a los padres, que como los de la infancia, no pueden dejar de ser idealizados. Entre los mitos y leyendas acerca del origen del ajedrez, muchos coinciden en atribuirlo a algún sabio o filósofo que lo habría inventado para reparar o salvar a un hijo de sus fantasías parricidas, o para aplacar y sublimar estas fantasías. Evil-Merodall, personaje presentado en la literatura medieval como un tirano particularmente cruel, asesina a su padre, Nebuchadnezza, y lo fragmenta en trescientos pedazos que arroja a otros tantos buitres. Un filósofo, llamado Hyerses por los caldeos y Filometro por los griegos, inventa entonces el ajedrez para curarlo de su locura. Se puede apreciar aquí con toda crudeza el asesinato del padre y la función del ajedrez como método terapéutico. Herbstman" sostiene a este respecto que en el ajedrez una parte del juego es la defensa del propio rey, permitiendo al jugador mediante ella mitigar su culpa. De este modo, tanto las fantasías parricidas como las defensas ante las mismas pueden hallar su metáfora por medio del juego. En los mitos, como en los sueños, se reconoce la omisión de algunos detalles o bien su deformación o remplazo por otros elementos, lo cual pone de manifiesto la labor de la represión. En la leyenda relatada, por ejemplo, la posesión de la madre se manifestaría simbólicamente en forma de sustitución: la posesión del reino. Otra serie de leyendas tratan de una temática manifiesta relativa al ajedrez como preparación para la guerra: Al-Adli narra que el juego fue inventado para ayudar a la educación militar de un joven príncipe (Pauras) que acababa de suceder a su padre y que se quejaba de su falta de experiencia para conducir a sus ejércitos en la guerra, especialmente frente a un terrible rival, Alejandro el Grande; entonces su visir inventó el ajedrez, para permitirle adquirir aquellos conocimientos de los que carecía. Aquí aparece el visir como objeto de la identificación paterna; él es el que tiene el saber y la potencia que necesita el príncipe para luchar frente a su temible oponente, y al mismo tiempo se alude al padre muerto, a quien ha sustituido el príncipe en el trono. En la trama de otras leyendas encontramos el ajedrez como sustituto de la guerra. Por ejemplo, existe una que se refiere a un cierto rey de la India de naturaleza muy pacífica, que encargó la invención del ajedrez con el fin de que otros soberanos pudieran ventilar sus disputas en el tablero sin derramamiento de sangre. Parece ser que entonces un sabio o filósofo habría inventado el juego con este propósito.

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En otro tema que narran las leyendas aparece el ajedrez como distracción o divertimiento de la guerra. Un rey muy aficionado a guerrear había vencido a todos sus enemigos y sin embargo estaba aburrido y enfermo. Ordenó a un sabio que lo distrajera, y éste inventó el ajedrez, enseñando al rey cómo maniobrar y elaborar tácticas. Al rey le agradó y encontró distracción y salud al jugar al ajedrez. Se podría apreciar aquí el papel terapéutico que desempeña el ajedrez como antidepresivo. El rey colocado en situación de enfermo, de desvalimiento e indefensión como los niños, puede re adquirir su potencia a través de un sabio poseedor del saber o la verdad, atributos eternos de la función paterna. Algunas leyendas musulmanas tratan del origen y desarrollo del ajedrez a partir de un juego de dados, poniendo así el énfasis en el control del destino, es decir la problemática del hombre frente a la muerte. En una de ellas, un sabio inventa para un rey indio el nardo, un juego de dados muy elaborado en el cual los jugadores mueven sus piezas de acuerdo a la suerte echada por los dados y que viene a mostrar la impotencia de los hombres frente a su destino. La recompensa al filósofo que inventa el juego es referida en otra serie de leyendas. La más conocida, en la que el inventor pide como retribución una cantidad de trigo imposible de satisfacer, podría remitirnos a lo que ha sido denominado por Lacan la deuda simbólica, aquella que adquiere un hijo con su progenitor por haberle dado la vida y facultarlo a la vez con la capacidad para procrear y que sin embargo resulta imposible de saldar. El sabio de algún modo ejercería dominio sobre el rey probándose superior a él, representando la superioridad del intelecto sobre el poder o la fuerza física. Asimismo este vínculo se nos mostraría como un sustituto de la situación edípica, un derivado de tendencias culturales, las cuales denunciarían la ambivalencia hacia el rey, figura paterna, gratificándolo por una parte y, a la vez, colocándolo en una posición de debilidad al empobrecerlo. En el último grupo de los mitos relativos al origen del ajedrez aparece la temática de la mater dolorosa. Una leyenda del siglo XV relata que Adán inventó el ajedrez para consolarse de la muerte de Abel, lo cual sería una inversión de la situación edípica, puesto que aquí es el hijo el que aparece como muerto. Pero ésta sería al mismo tiempo una masculinización de dos leyendas más antiguas. La primera, que data del primer siglo del Islam, cuenta acerca de una reina profeta cuyo hijo es muerto en un combate por los rebeldes. Los súbditos llaman entonces a un filósofo para que les dé consejo. Es cuando él inventa el tablero, las piezas y las reglas del juego, y dice: ''Ésta es la guerra sin derramamiento de sangre". La reina hace jugar al filósofo frente a ella y cuando él dice: "shak-mat", ella comprende y dice: "mi hijo está muerto".

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Existe una segunda versión posterior: dos hermanastros, hijos de una misma reina, se desafían a duelo y combaten entre sí, aunque tratando de no matarse. Pero en el curso de un posterior encuentro uno resulta muerto, y la reina acusa al superviviente de haber matado a su hermano. En su defensa éste llama a los sabios, que inventan entonces el ajedrez para demostrar a su madre que un rey puede ser muerto sin que nadie lo haya asesinado.

Iv. Algunos intentos de explicación de la transformación del visir en dama y del aumento de su fuerza hasta convertirse en la pieza más poderosa del tablero Debemos recordar que hasta el siglo XII no existía la dama en el ajedrez; todas las piezas eran masculinas. El lugar que ocupa actualmente la dama era ocupado por el visir o el consejero. ¿Por qué, entonces, se produjo esta transformación? Existe a este respecto una explicación lingüística. En 1719 Nicolás Ferret presentó un trabajo titulado "Orígenes del juego de ajedrez", donde desarrollaba la tesis de que los jugadores franceses confundieron en el siglo XII las palabras "fierge" (versión francesa del árabe "firz" [visir J) con "vierge" [virgen] y que este término dio origen a "reina" por una secuencia asociativa lingüística: fierge-vierge-virgen María, Reina de los Cielos-reina. Esta teoría, aunque seductora, resulta insuficiente para Dextreit y Engel", que apelan a una explicación cultural. El lugar de la mujer y la estructura de la familia eran distintos en las sociedades musulmana y cristiana del siglo XII. Para esta última, occidental y cristiana, el que hubiera dos piezas en el centro del tablero formando una pareja, de las cuales una es el rey, conferiría necesariamente el papel de reina a la otra. Esta teoría ya fue sugerida por Murray 22. Existe además una explicación literaria. El mundo cristiano occidental vive la época del amor cortés. La mujer, ser divino, representa la encarnación de lo absoluto y del deseo sin fin, lo que conlleva su idealización. Ocupa un lugar prominente en la literatura y la cultura, como por ejemplo lo evidencia el mito de Tristán e Isolda. En la literatura medieval aparecen distintos ejemplos acerca del ajedrez y el amor. En la epopeya Raul de Lambrat, la joven Beatriz, enamorada del joven tímido Bernier, lo invita a jugar a su cámara para darle una oportunidad. El ajedrez

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comienza a tener valor para el amante y se convierte en un buen pretexto para relacionarse con una dama. El amor cortés aproxima por primera vez el arte de amar y el arte de la guerra, razón suplementaria para introducir una mujer en el tablero. y por último, una explicación de carácter religioso. El contexto cultural y literario es favorable al cambio de sexo de la pieza. La introducción del culto a la castidad y del amor "puro" en esta época, en que se glorificó a María, se erige en un arma para luchar contra la propagación del mal por el hombre. El matrimonio conlleva en sí el mal, la carne, pero es el mejor medio de contener su propagación maligna por el mundo, encuadrándolo dentro de un marco legal. Si por el principio masculino se propaga el mal, se debía entonces mantener impotente al rey en el ajedrez para luego esposarlo a una reina. El valor de esta interpretación se vería reforzado, sabiendo que por esta época los alfiles árabes se transformaban en las islas británicas, países escandinavos y germánicos, en obispos, y se colocan al lado de los soberanos para así "controlar el mal". La dama va a conservar la fuerza del visir durante unos tres siglos. Súbitamente, hacia finales del siglo XV, en el norte de Italia sufre una mutación, que la transforma en la pieza más poderosa del juego. La reina se convierte entonces en todopoderosa, mientras que el rey permanece débil e impotente. El juego comienza a ser llamado "Escheqs de la dame enrageé" o "Schacchi a la rabiosa" y se impone en Europa en torno al año 1520. En lo que llama "una reconstrucción psicoanalítica" K. Colby' opina que este cambio fue efectuado por un individuo masculino que habría tenido los siguientes rasgos de personalidad: 1] Muy apasionado al ajedrez, pero por la modificación que habría aportado, incrementó la violencia del juego para lograr satisfacer así sus impulsos sádicos pregenitales, expresados en el tablero en forma de lucha y agresividad. 2] La asociación de una mujer potente (la dama) y de un hombre débil (el rey), necesitado de ayuda y protección, haría presumir que quien propuso esta modificación tenía personalmente esta conflictiva de carácter regresivo con una sumisión y extrema dependencia hacia una figura materna a la que vivía como muy poderosa, es decir, una personalidad dependiente en relación a una madre fálica. No debemos olvidar que justamente por dicha época jugaban un papel protagónico mujeres con las mencionadas características, como por ejemplo, Isabel de España (1457-1504), Beatriz D'Este (1475-1497), Lucrecia Borgia (1480-1519) y sobre todo Catalina de Sforza (1462-1507).

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Esta última, concluye Colby, quizá haya sido una de las principales causas de una de las mutaciones más importantes que ha conocido el ajedrez. Podría estar vinculado a esto el hecho de que en esta época en el norte de Italia a la dama se la denominaba Regina, mientras que el peón que coronaba en dama recibía el nombre de Domina. Otros explican esta transformación por la influencia ejercida sobre los jugadores en ese período, por Juana de Arco, mujer guerrera, protectora del rey Carlos VII, quien resultaba eclipsado por ella. Esto no nos debería hacer olvidar que a través de todas estas mutaciones el rey siempre ha permanecido relativamente débil y vulnerable, con necesidad de protección, función que han venido cumpliendo en una época el visir, más tarde el alferza o alférez, y fmalmente como hemos visto, la reina. Como dice Green 14, la relación de la dama hacia el reyes como la de una madre hacia su hijo, e incluso llega a postular que lo que estaría en juego en el ajedrez no sería el rey, sino precisamente la dama (se habría producido una inversión como en los sueños).

V.Algunas observaciones sobre el desarrollo de una partida de ajedrez Desde una perspectiva psicoanalítica, ¿cómo se pueden describir algunos de los procesos que tienen lugar en una partida de ajedrez? Situados los jugadores frente al tablero, de un lado las piezas blancas y del otro las piezas negras, colocadas simétricamente (Green denomina a esto un setting); se parte pues de una posición especular que nos remite a la posición narcisista del niño en la primera fase del Edipo, y que se manifiesta en una máxima tensión agresiva que se juega en forma preponderante a nivel de la mirada. ~ Cada pieza tiene enfrente, entonces, a su doble; esta duplicidad permite expresar la ambivalencia de los sentimientos edípicos, proyectando los sentimientos hostiles hacia el rey-padre del contrincante, y dirigiendo los amorosos y protectores hacia el rey-padre de nuestro bando. Esta disociación opera como una defensa frente a las ansiedades esquizoparanoides, y sirve para contrarrestar la angustia que podría generarse en esta situación. Del lado nuestro, lo amado; del lado opuesto, lo persecutorio. La ambivalencia así expresada es fundamental para el desarrollo del juego, para poder al mismo tiempo atacar y defenderse.

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Los fenómenos del doble, estudiados por Otto Rank, pueden ayudarnos a conceptualizar esta situación. "En su origen el doble fue una seguridad contra el sepultamiento del yo, una enérgica desmentida contra el poder de la muerte. [...] Estas representaciones han nacido del irrestricto amor por sí mismo, el narcisismo primario, que gobierna tanto la vida psíquica del niño como la del primitivo. [...] Con la superación de esta fase cambia el signo del doble: de un seguro de supervivencia pasa a ser el ominoso anunciador de la muerte." 24 En cuanto al movimiento de las piezas, nos encontramos con la regla: "pieza tocada, pieza jugada", que sólo puede modificarse si el jugador que no desea mover la pieza que ha tocado dice: "j'adoube". Aquí nos encontramos con una prohibición, la de tocar piezas, salvo con el propósito de jugarlas. La expresión ritualizada "yo compongo" adquire propiedades de anulación y conjuración de un acto que implica una transgresión a las normas o reglas del juego, o sea a La Ley: es como un tabú de contacto que se podría interpretar como una defensa frente a fantasías masturbatorias o de carácter homosexual. * Sólo se permite tocar las piezas para moverlas respetando las reglas de juego, precisamente porque al estar tan cargadas de significaciones fálicas inconscientes el hecho de tocarlas podría alterar el simbolismo del juego, adjudicando de este modo a las piezas una dimensión de objeto fetiche. Que precisamente lo que anula sean palabras pronunciadas, cuando prácticamente el diálogo verbal entre los jugadores no existe, siendo sustituido por el diálogo de las piezas, parece indicar que se recurre al auxilio del lenguaje verbal cuando ha irrumpido en el tablero algo perteneciente a deseos no controlados. Se confirmaría así la finalidad de lograr una primacía clara de los procesos intelectuales sobre lo pulsional. La agresividad subyacente se deslizaría, no obstante, en frases tan comunes como: "fue un golpe magistral", "le clavó la pieza", o "lo sacó de sus casillas". Siempre está presente el retorno de lo reprimido. No se ha destacado en forma suficiente que el reyes lo que da sentido al juego, que es imprescindible y el límite del mismo, a pesar de su relativa debilidad. A este respecto Theodor Reik ha señalado la notable similitud en el trato dispensado al jefe o sacerdote en las sociedades primitivas, como lo describe Freud en Tótem y tabú", con el que recibe el

* Ha sido señalado el matiz homosexual sublimado que tiene el ajedrez. A este respecto, Fine" señala que a través de un meticuloso rastreo s6lo ha podido hallar un jugador con actuaciones homosexuales entre los grandes maestros.

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propio rey en el ajedrez: como éste, aquél era merecedor del máximo cuidado para mitigar los peligros que lo amenazaban y tenía grandes restricciones con respecto a su libre movimiento, entre otras, pero su presencia era indispensable para asegurar la existencia del clan. En relación a esto, no conozco otro juego en el que se denominen de manera habitual y codificada a los jugadores con los títulos de maestro y gran maestro. Existirían además en la jerga habitual otros deslizamientos, como por ejemplo: "sacrificar una pieza". No olvidemos que el sacrificio es una ofrenda para aplacar a los dioses. La dama, que comparte con el rey su condición de pieza única, y que es la más potente del juego, por el contrario, puede ser eliminada durante el mismo. La dama-reina simbolizaría la madre fálica idealizada de la primera fase del complejo de Edipo, que en las fantasías de realización incestuosa elimina al rey-padre. Los peones simbolizarían a los niños y a sus hermanos, como también distintas facetas del yo del jugador, que avanzan siempre adelante, sin poder retroceder, al igual que los niños hacia su adultez, pudiendo al alcanzarla, al llegar a la octava casilla, optar por distintas identificaciones, todas las posibles con excepción de la del rey. Algunos autores sostienen que es normal que esta regla funcione así: no podría haber dos capitanes sobre un mismo barco, dice Green, mientras que otros piensan que para librarse del rey-padre adversario el poder tener otro rey constituiría un estorbo más que una ayuda. Esta imposibilidad del peón que corona podría estar relacionada con la fantasía infantil de querer emular al padre, sintiendo, al mismo tiempo, como imposible la realización de dicho deseo. El reyes tabú y santo al mismo tiempo. El elegir la transformación en dama conllevó en otras épocas conflictos para su aceptación: la existencia de varias damas en el tablero (poligamia) pareció al comienzo inadmisible, así como también el transexualismo: ¿cómo un peón-varón podía transformarse en dama? Ambas discusiones fueron finalmente superadas, pero a través de las mismas podemos ver que el significado que estas simbolizaciones han movilizado es posible que aún siga operando sobre estructuras muy arcaicas del aparato psíquico. El niño en su maduración aprende a dominar sus ansiedades por medio del juego, pasando a través de ello a ser sujeto activo de lo que ha sufrido pasivamente (juego del fort-da). Freud nos dice en Más allá del principio de placer: "Los niños obtienen la fuerza de sus impresiones vitales y se hacen maestros de la situación a través del juego". 12 El peón-niño al coronar puede transformarse en dama-madre. Y mediante

Algunas observaciones psicoanaUticas sobre el ajedrez

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su fantasía (la del jugador) incorporarla o bien parirla, identificándose con sus poderes. Esta fantasía de quedar embarazado de su madre se relacionaría con un mecanismo defensivo de identificación con el perseguidor, incorporándola en su interior e invirtiendo la primitiva relación de embarazo, como lo evidenciaría la expresión francesa "pion-damé", También la antropología nos proporciona datos acerca de esta fantasía de incorporación oral: Zeus, para concebir a Atenea, devora a Metis, su primera mujer embarazada. Otras fantasías inconscientes muy primarias del niño pueden simbolizarse a través del significado del enroque, que condensaría tanto los deseos manifiestos de proteger al padre, como también los más ocultos de apartarlo de la reina madre, es decir, la fantasía del niño, siempre vigente en el jugador, de separar a la poderosa pareja parental, aunque pueda darse el caso totalmente opuesto por la ambivalencia existente. Recordemos dos partidas de Morphy con su padre. A los doce años, pudiendo ganarle tomando su dama, eligió otro camino más largo para vencerlo. En la otra partida le permite coronar un peón y resucitar de este modo a su dama, dándole jaque mate después de capturarla. Frente al rey, en cambio, lo que se plantea no es capturarlo sino inmovilizarlo y dejarlo indefenso, lo cual equivaldría en un nivel sádico anal a la castración, invirtiendo así por medio del juego la angustia o amenaza de castración que en el apogeo del conflicto edípico proviene del padre. Estos objetivos serían como en el mito de Edipo: matar al rey-padre para poder reinar ocupando su lugar, quedando encubierto el tabú del previsible incesto tras el jaque mate o abandono con el que finaliza la partida. Un aspecto mágico y arcaico quizá aflore en el ajedrez a través de los movimientos del caballo que desafía en sus desplazamientos las leyes de la lógica formal. El narcisismo encuentra también en el ajedrez un campo favorable para su expresión: la de identificarse a ese personaje único y heroico que es el rey. Todo sería válido si nos quedásemos sólo en el nivel del registro imaginario, porque al replantearse en cada partida de modo siempre diferente, toda esta temática inconsciente, es como si a un nivel simbólico se volviera a nacer, se lograra una nueva oportunidad de satisfacer viejos deseos sublimándolos, de modificar el destino y de triunfar sobre las más oscuras fuerzas que están dentro nuestro. Y esto más allá de si lograrmos o no el triunfo. Lo vital es el juego en sí, el poder seguir jugando, renaciendo en cada partida de este maravilloso juego, producto del ingenio humano, que parece ser como éste, inagotable. *

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Schiller pudo tener entonces razón cuando afirmaba: "El hombre es sólo enteramente hombre cuando juega". Nunca más cierto esto que aplicado al ajedrez.

Resumen

Se destaca el interés que siempre ha despertado el ajedrez por parte del psicoanálisis a través de distintos autores, y desde este enfoque se analizan su etimología, su historia, el simbolismo de sus piezas, los mitos concernientes a su origen y las transformaciones que ha experimentado desde su creación, mereciendo especial atención la evolución de la dama desde su aparición en el juego. El tablero constituiría un campo ilusorio, que haría posible la emergencia de significados inconscientes que pueden ser interpretados siguiendo la línea general de la conflictiva edípica y del complejo de castración, que subyacen a través del objetivo manifiesto del juego: el jaque mate o eliminación del rey contrario, y al mismo tiempo, la preservación del propio rey. Se estudia el mundo fantasmático que está presente en el desarrollo de una partida de ajedrez, así como el relevante papel de los mecanismos sublimatorios, que permiten expresar a un nivel lúdico fantasías orales, sádicas, masturbatorias u homosexuales.

Summary

SOME PSYCHOANALYTIC OBSERVATIONS REGARDING CHESS The author reviews the interest chess has always aroused in psychoanalysis, as seen in the works of different authors. From this perspective, he analyzes its etymology,its history, the symbolism of its pieces, the myths surrounding its origin and the transformations it has undergone since its creation, special attention being given to the development ofthe queen since it was introduced into the game. The board is an illusory field where unconscious meaning emerge that can be interpreted on the general lines of the Oedipus conflict and the castration complex underlying the game's manifest objective: the check mate or elimination of the opponent's king and, at the same time, the preservation ofthe player's own king.

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Freud en "Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte"" escribe en 1915: "Es damasiado triste que en la vida pueda pasar como en el ajedrez, en el cual una mala jugada puede forzarnos a dar por perdida la partida, con la diferencia de que en la vida no podemos empezar luego una segunda partida de desquite. En el campo de la ficción hallamos aquella pluralidad de vidas que nos es precisa. Morimos en nuestra identificación con el protagonista, pero le sobrevivimos, y estamos dispuestos a sobrevivir, igualmente indemnes, con otro protagonista."

Algunas observaciones psicoonalüicos

sobre el ajedrez

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The author studies the fantasmatic world present in the development of any game of chess, as well as the relevant role of the mechanisms of sublimation that allow the expression through play of oral, sadistic, masturbatory or homosexual phantasies.

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