Algunos cabos sueltos en una traducción italiana del Lazarillo de Tormes

Algunos cabos sueltos en una traducción italiana del Lazarillo de Tormes Rafael Sánchez Sarmiento Universidad de Florencia Para el estudio de una tra

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Algunos cabos sueltos en una traducción italiana del Lazarillo de Tormes Rafael Sánchez Sarmiento Universidad de Florencia

Para el estudio de una traducción literaria, no hay duda de que se requiere una labor de conjunto en la que la voz del crítico sea una más a tener en cuenta al lado de la del lingüista o la del historiador de la literatura, por ejemplo. Refiriéndose precisamente a esa obligación y mutua colaboración de cada una de las ramas de la Filología (Ciencia lingüística y Ciencia literaria), la profesora M. Morreale hace una llamada de atención en un breve pero sustancioso artículo de cuyo título me sirvo para encabezar estas líneas1. Aquí mis miras están puestas en atar algunos cabos sueltos a propósito de un curioso texto con el que di y que ofrecía mil atractivos: una traducción italiana del Lazarillo de Tormes a cargo de Ferdinando Carlesi y publicada en Florencia en 1907 con el curioso título de Vita e avventure di Lazzarino da Tormes. Además de la sana curiosidad por saber quién era el traductor, lo que me llamaba la atención era lo logrado que resultaba el texto en italiano y cómo se había llegado a una cierta fidelidad sustancial con la alteración de los particulares, los mismos que me traían ecos de otra obra aparecida por aquellos años: Le avventure de Pinocchio (1880-1883). Un lector italiano receptor de esta Vita e avventure di Lazzarino, habría aplicado unos códigos interpretativos destinados en su mayoría a la construcción de un modelo en el que insertar esta nueva obra. Tal vez el menos informado en temas literarios hubiera colocado esta Vita e avventure al lado de la de Pinocchio, mientras que el que lo estaba más, hubiera ampliado el repertorio hasta dar con el marco de la literatura española y, dentro de ésta, con la serie picaresca. 1 M. Morreale, «Los cabos sueltos en el estudio de las traducciones de textos de antaño», en J. M. López de Abiada, ed., Actas de las Jornadas de Estudio suizoitalianas de Lugano, Milano, CisalpinoGoliardica, 1981, pp. 171-173 (cit. p. 171).

Studia Áurea. Actas del 111 SÁNCHEZ Congreso de la A1SO, III, Toulouse-Pamplona, 1996cabos sueltos en una t... AISO. Actas III (1993). Rafael SARMIENTO. Algunos

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Posiblemente no pocos pensarán también en cierta parentela entre la traducción de la obra española y otra del francés, la Histoire de Gil Blas de Santularia (1715-1735) de Lesage, muy conocida en italiano con el título de Le avventure di Gil Blas di Santularia. Hay que señalar que ambos textos (Gil Blas y Pinocchió) fueron lecturas obligatorias de niños y jóvenes en la Italia de principios de siglo. Si Pinocchió representó la cima máxima del boom de la literatura infantil de aquellos años, Gil Blas fue uno de los mayores éxitos editoriales dentro de lo que se dio en llamar «la esterofilia» o presencia de autores extranjeros. A la popularidad de estas dos obras se contraponía el casi total desconocimiento de la literatura española de manera que si el traductor no se cuidaba de dejar bien claro de dónde venía el texto que se le presentaba, éste podía perfectamente pasar por obra original nacida ya en italiano. Basta leer lo que decían los pocos manuales de literatura española para darse cuenta de hasta qué punto las letras españolas eran tierras casi vírgenes para el lector italiano de entonces. Más todavía, lo poco que se escribía solía pasar a través del filtro francés. Y así el Lazarillo se entendía como primera novela de una larga serie de «gesto picaresco» del que se decía: Parola que equivale alia «genserie» dei francesi. Poche pagine contiene questo libro ma tutte quante ripiene di sali e di piacevoli motti, che offrono descrizioni vivaci e brillanti e una dipintura dei caratteri fatta in modo piccante e ameno2. Precisamente para tratar de salvar esos cuadros demasiado «vivaci e brillanti», el autor de las palabras anteriores, Licurgo Cappelletti, adjudicaba a la obra el calificativo que arrastrará durante no poco tiempo: «cómica»3. Pero vayamos al primer cabo suelto: los datos que se leen en el frontispicio: FERDINANDO CARLESI / VITA E AVVENTU- / RE DI LAZZARINO / DA TORMES Y SUS FOR- / TUNAS Y ADVERSIDADES). / F. Lumachi, LibraioEditore, Firenze, 1907. Empecemos por el traductor que aquí, dado el lugar en que se coloca, toma el puesto del autor. Ferdinando Carlesi (1879-1956) fue un maestro de escuela que había nacido en el seno de una familia de la burguesía acomodada de la ciudad de Prato.en las cercanías de Florencia. Protagonista de los avatares que recorrieron la historia de su país entre el último cuarto del siglo XIX y la primera mitad del XX, Carlesi fue —como a veces se le ha llamado al traductor— un «parlante solitario» que ahogó sus frustraciones de escritor sin éxito en el noble pero desolador ejercicio de la traducción.

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Licurgo Cappelletti, Letteratura Spagnola, Milano, Hoepli, 1882, p. 33. Aún hoy hay quien piensa que el Lazarillo es «un vero libro per l'infanzia», precisamente por ese lado cómico que tiene el personaje cuando cuenta sus peripecias. Cfr. V. Parlato, «Fortunata sfortuna di Lazarillo (Lazarillo de Tormes)», en Un tocco di classico, Palermo, Sellerio, 1987, pp. 79-83. La apreciación me parece una etiqueta fácil a lo que es algo más que eso. 3

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Sus intereses fueron amplios y, en lo que se refiere a la literatura española, dejó: dos introducciones a obras de Unamuno traducidas en italiano4, tres artículos5, dos reseñas6 y el volumen de las traducciones7. El éxito alcanzado con la del Quijote en 1933 le llevó a ganar en palabras de Cario Boselli el título de «uno dei nostri piü valorosi ispanisti»8. Salta a la vista el modo en que el traductor se adueña de la obra colocando su nombre y apellido justo antes del título como si del verdadero autor se tratase. Lo más esperable hubiera sido que apareciera debajo y precedido de alguna indicación del tipo «tradotto da» o «traduzione di», por ejemplo. No hay duda de que Carlesi se adjudica un papel que no le corresponde y que juega con la buena fe del lector que se preste a leer el libro pues será necesario que lea la «prefazione» —lo cual raramente se hace— para que se percate de que lo que tiene entre manos no es versión original sino traducción. Pero nada de esto se indica en el frontispicio. Desde ahí y haciendo pequeños trucos Carlesi empieza a jugar con la fe del lector y a hacer algunas «trampas». Descubrámoslas. En el título se ha eliminado el segundo sintagma preposicional del original («de sus fortunas y adversidades») y se ha añadido al núcleo del sintagma nominal un sustantivo clave: «avventure», de manera que resulta Vita e avventure di Lazzarino da Tormes seguido del título en español del que se ha italianizado el nombre del protagonista («Lazzarillo») y que tal y como se coloca (entre paréntesis) viene a hacer las funciones de un subtítulo. Con la inclusión de la preposición «da» para «Lazzarino da Tormes» se aleja en el tiempo al personaje y se resalta su lugar de nacimiento que es elevado aquí a la categoría de patria chica. A un oído italiano recuerda a grandes nombres como Raffaello da Urbino, Leonardo da Vinci, Antonello da Messina, etc. Para nosotros que sabemos bien de dónde viene, no hay «trampas» que valgan; pero para un lector de la época y no versado en temas de literatura española, debió resultar muy distinto. Miguel de Unamuno, La Sfinge (dramma), introd. F. Carlesi, trad. G. Beccari, Lanciano, Carabba, 1922; Miguel de Unamuno, Fedra (tragedia in tre atti), introd. F. Carlesi, trad. G. Beccari, Lanciano, Carabba, 1922. 5 F. Carlesi, «Política e verismo in una novella del XVI secólo», Rassegna Nazionale, 151, 1906, pp. 450-464; F. Carlesi, «Traducendo il Don Chisciotte», La nuova antología, 70, 1935, pp. 570-580; F. Carlesi, «Liturgia dell'Aiíío», L'UMma, 3, 1948, pp. 17-20. 6 Reseña a Pablo Neruda, Poesie, trad. Salvatore Quasimodo, Torino, Einaudi, 1952, en // Ponte, 8, 1952, pp. 1033-1034; reseña a Poesía spagnola del Novecento, ed. Oreste Macri, Parma, Creando, 1953, pp. 551-552. 7 F. Carlesi, Vita e avventure di Lazzarino da Tormes (La vida de Lazarillo de Tormes y sus fortunas y adversidades), Firenze, Lumachi, 1907; J. M. Salaverris, Spirito ambulante, trad. G. Beccari e F. Carlesi, Milano, Caddeo, 1922; M. Cervantes, Don Chisciotte della Manda, trad. F. Carlesi, Milano-Verona, Firenze, Mondadori, 1933, vol. 2; P. Calderón de la Barca, Teatro, introd. M. Casella, trad. F. Carlesi, Firenze, Sansoni, 1948; R. Rojas, // Cristo invisibile, trad. Carlesi, Firenze, Fussi, 1949; G. A. Bécquer, La croce del diavolo (Leyendas), trad. F. Carlesi, Milano, Rizzoli, 1951. 8 Cario Boselli, «Unamuno. Bastían contrario», Alleanza Nazionale del Libro, 2, 1937, pp. 63-66 (cit p. 63).

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Podríamos hacer todo un estudio de pragmática del texto para ver cuál es la función del título de cara al receptor. Limitémonos a decir que aquí, con el título italianizado, se trata de ocultar el de la obra original, alejándolo de ésta y acercándolo por el contrario a toda una serie de textos cuyos títulos van encabezados por un término que indica la forma en que la historia va a ser presentada («crónica de», «confesiones de», «historia de», «vida de», «vida y aventuras de», etc.), seguido del nombre del héroe9, hasta llegar a un punto final de mejoramiento. En este grupo entran obras como: Le avventure di Tartarin di Tarascón, La vita e avventure di Robinson Crusoe o las mismas Avventure di Gil Blas de Santularia. En segundo lugar, este título se asocia con la larga lista de libros infantiles de los que nombraremos tan sólo los más conocidos: Memorie di un pulcino, Le avventure di Ciuffettino, Storie di Tizzoncino, Storia di Franceschino, Teresina e Paolino, Le avventure di Battaccino, etc. Y hablando de literatura para niños escrita en Toscana en aquellos años es obligatorio recordar la Storia di un burattino de Collodi (Cario Lorenzini) que después tomará el nombre de Le avventure di Pinocchio. Un tercer grupo —esta vez de literatura popular— lo integran los libritos que contaban historias de bandidos o «fuoriusciti», auténticos héroes de la mala vida. Y dentro de éstos hay que situar una Storia di Lazzarino aparecida en la conocida editorial Salani de Florencia en 1882 y formando parte de la colección de «Librettini illustrati di Storie antiche e moderne»10. «Lazzarino» era el apodo que utilizaba el bandido de nombre Giuseppe Afflitti. Primeras conclusiones de este primer cabo ya atado: se trate de intertextualidad o de materia folklórica que rodea el texto en cuestión, lo cierto es que ya desde el título el traductor del Lazarillo se vale de unos modos narrativos para presentar su historia, los mismos que al lector le remiten a otras que ya conoce y domina. Y así lo que era una novela picaresca española de mitad del siglo XVI pasará a manos de Carlesi a convertirse en una Vita e avventure di Lazzarino da Tormes que nació en Toscana cuando Collodi acababa de dar vida a Le avventure di Pinocchio. Nuevo cabo suelto: la ciudad, la editorial y el año de publicación. No hay que perder de vista lo que representaba Florencia en la cultura italiana de principios del siglo XX. Tampoco la serie de acontecimientos y transformaciones de tipo político pero, sobre todo, económico y social, que habían de desembocar en las revueltas de 1892 por la subida del precio del pan, en la de 1902 organizada por los trabajadores del Nuevo Pignone, o en las jornadas revolucionarias de 1904.

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Cfr. Leo H. Hoek, «Pour une semiotique du titee», Documents de travail el pré-publications, Centro Internazionale di Semiótica e di Lingüistica, (Universita di Urbino), 20-21, 1973, pp. 1-52 (cit. p. 30); cfr. Leo H. Hoek, La marque du titre. Dispositifs sémiotiques d'une pratique textuelle, Universiteit te Amsterdam, Montón, 1980. 10 De los pocos ejemplares que se conservan, he dado con tres ediciones distintas sacados a la luz en 1882,1890 y 1901 y a los que respectivamente corresponden los siguientes títulos: Storia di Lazzarino, Storia di Lazzarino capo di una banda di assassini, II brigante Lazzarino capo di una banda di assassini.

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En otro orden de cosas, poco sabemos de ese editor librero F. Lumacchi; tan sólo que publicaba sobre todo libros de texto para la escuela y también obras dentro del catálogo amplio que era entonces las «letture per l'infanzia». Algo más extenso es sin embargo la cuestión de la fecha de edición. Por lo general se viene dando 1907 como el año en que F. Carlesi, con la traducción del Lazarillo, se inicia como traductor. Se desconoce que cinco años antes, en 1902, ya aparecieron traducidos y publicados los dos primeros tratados de la novela en una revista florentina que tuvo corta vida pero de la que el mismo Carlesi llegó a ser jefe de redacción: Medusa. Settimanario di letteratura e arti. Este dato resulta importante no en cuanto al texto italiano de estos dos tratados que, exceptuando mínimas variantes, se mantiene inalterado, sino en cuanto a la concepción con la que fue elaborado y a la recepción del mismo. Ya en 1902 Carlesi divide el tratado I («Cuenta Lazarillo su vida y cuyo hijo fue. Asiento de Lázaro con un ciego») en dos capítulos distintos que él titula «Come nacque Lazzarino e quali furono i suoi genitori» y «Come Lazzarino si mise a servizio d'un cieco e delle avventure che ebbe insieme con lui»11. Inmediatamente después aparecerá el tratado II de la novela original («Cómo Lázaro se asentó con un clérigo y de las cosas que con él pasó») bajo el título italiano «Come Lazzarino si pose a servizio d'un prete e le avventure che ebbe presso di lui»12. En 1907 con la publicación de la obra completa en un volumen y manteniendo intacto lo que había traducido en 1902, Carlesi sigue la misma división en capítulos según los tratados del original y añade el primero de la segunda parte («En que da cuenta Lázaro de la amistad que tuvo en Toledo con unos tudescos, y lo que con ellos pasaba») que en formas italianas resulta: «Come Lazzarino fece amicizia con dei tedeschi e ció che gli successe in loro compagnia». De esta manera la «novella» se organiza según este esquema de exposición: A. Presentación del personaje. B. Resumen de su vida desde su nacimiento hasta los nueve o diez años. Los padres. C. El primer amo. La primera aventura. Bien definidos los dos primeros puntos (primer capítulo de la traducción) la historia se presenta como una serie de «avventure» repartidas en ocho capítulos cuya estructura gramatical es la siguiente: Cap. 1: (Come) + verbo (nacque) + sust. (Lazz.) Cap. 2: (Come) + sust. (Lazz. ) + verbo (si mise a...) + sust. (cieco) (e) + sust. (Avventure) + orac. (che ebbe) Cap. 3: (Come) + sust. (Lazz. ) + verbo (si pose a...) + sust. (prete) (e) + sust. (Avventure) + orac. (che ebbe)

Estos dos capítulos aparecen repartidos en dos números distintos de la revista (36 y 37 respectivamente) y con un intervalo de tiempo entre uno y otro de una semana (5 de octubre y 12 de octubre respectivamente). Cfr. F. Carlesi, «Lazzarino da Tormes», Medusa, I, 1902. 12 Cfr. F. Carlesi, «Lazzarino da Tormes», Medusa, I, 1902 en el número 38 de la revista y con fecha del 19 de octubre del mismo año.

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Cap. 4: (Come) + (sust. (Lazz.) + verbo (si mise a...) + sust. (Scudiere) (e) + sust. (Avventure) + orac. (che ebbe) etc. Otra innovación es que en 1907 traduce el «Prólogo» e incluye una «Prefazione» suya demasiado extensa si se tienen en cuenta las páginas de la novela y que corresponde a un artículo publicado por él justo un año antes. Otro cambio: en los capítulos publicados en la Medusa el título es «Lazzarino da Tormes» mientras que en 1907 se adopta el de «Vita e avventure di Lazzarino da Tormes». En el primero la elisión del segundo sintagma del original («de sus fortunas y adversidades») no extraña demasiado: comúnmente se ha venido haciendo por una razón de economía lingüística. Sin embargo la eliminación del sintagma nominal que encabeza el título («La vida del») es más llamativa. Dentro de las posibles explicaciones hay que pensar que al traducir sólo el primer tratado es del todo lógico suprimir «La vida del», puesto que no corresponde en línea de contenido con lo que se dice en la narración. Haber titulado la obra «La vita del Lazzarino» o «Vita del Lazzarino» hubiera supuesto una continuación lejos de lo que parecía ser la idea inicial13. Por otro lado, tratándose de un periódico semanal y visto que va a haber una segunda entrega, el título se reduce a las palabras mínimas de manera que no suponga ningún esfuerzo para el lector identificar la continuación de una parte con otra recibida una semana antes. Otro cabo que precisa una explicación, el curioso nombre elegido por Carlesi para el héroe en italiano: Lazzarino. Entre las muchas posibilidades que tenía ha rechazado: «Lazarillo», el de la novela en su versión original y que bien podía haber mantenido como lo hizo Boine en 190714, «Lazariglio» como tradujo G. Strozzi en 160815, o «Lazariglio» adoptada por Barezzi en 162216. No hay duda de que Carlesi ha elegido un nombre con ciertas connotaciones de significado y que para ello ha descompuesto la palabra añadiendo un sufijo -ino a la raíz Lazzar- dando como resultado «Lazzarino». El gran cambio que Carlesi ha introducido ha sido éste, el del nombre del héroe que aquí lleva consigo un «suffisso di maschera»17 y con el que la obra remite a un mundo ya distinto del que tuvo en su origen. 13

En efecto, parece ser que la intención inicial en 1902 fue la de publicar tan sólo una parte del Lazarillo, la que corresponde al primer tratado con el que se da inicio a la novela, puesto que en la última entrega se molesta en precisar: «Era intenzione del traduttore di cessare la pubblicazione di questa arguta novella col numero precedente ma il favor che essa ha incontrato presso gran parte dei nostri lettori lo ha deciso a pubblicare un alteo breve saggio». Cfr. nota 12. 14 Cfr. Felicita Andisio, Giovanni Boine. Traduzioni inedite di R. Lull e dal «Lazarillo», Firenze, Universitá degli Studi, Opres Libri, 1984, pp. 37-42 y 81-120. 15 Cfr. La vita di Lazzariglio del Torme traduzione secentesca di Giulio Strozzi, ed. Aldo Raffinato, Napoli, Luguori, 1990. 16 Para esta traducción cfr. Elisa Aragone, «Barezzo Barezzi, stampatore e ispanista del 600», Rivista di Letterature Moderne e Contemporanee, 16, 1961, pp. 284-312. 17 Hablando de onomástica ficticia o inventada B. Migliorini testimonia un grupo de nombres cuya característica es precisamente el sufijo -ino propio de algunos personajes del teatro de máscaras de la

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El hábil traductor, partiendo del significado que la palabra «Lazzerone» tiene en italiano (ladrón, hombre vil, ...) con la transfiguración de Lazarillo en Lazzarino, ha dado con el tipo de niño travieso y bribón, de «ragazzo piccolo e maligno», de «furbo matricolato» que va a imitar a todos los pequeños héroes de los cuentos infantiles y en especial al que pocos años antes había creado Cario Lorenzini (Collodi) con su Pinocchio. Pero de este curioso caso de intertextualidad será necesario que nos ocupemos en otro momento, ahora que tenemos unidos los primeros cabos. Desde aquí podemos ya adentrarnos en el estudio del texto y ver de qué manera todas las alteraciones que se introducen son debidas a ese presentar al público italiano una obra que, tomando como punto de partida las declaraciones del pregonero de Toledo y tratando de imitar ciertos modelos narrativos (literatura infantil, novelas de «vita e avventure», etc.), aparece como un nuevo Lazarillo que se acerca y se aleja del original por medio de unos sutiles juegos que hemos de descubrir. Pero atados estos primeros cabos será menos ardua la tarea de unir los siguientes. El título de la traducción desvela secretos que nos han de servir en adelante. Quién sabe si esto no fue lo último que decidió su traductor y lo que habría de explicar todo el resto.

comedia del arte como son Bagattino, Bertolino, Capellino, Pedrolino, Scapino, Truffaldino, etc. Cfr. B. Migliorini, Dal nome proprio al nome comune, Geneve, L. Olschki, 1927, p. 46 y ss.

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