Story Transcript
Papeletas de Ávila 3 ALGUNOS DIBUJOS Y PIEZAS DE LOS CONVENTOS Y MONASTERIOS ABULENSES FUERA DE LA CIUDAD (I) Raimundo Moreno Blanco
Como sentenció Gaya Nuño en su ya clásico La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos, con la llegada a España de los franceses a comienzos del siglo XIX asistimos a la solemne apertura de la afición a destrozar. Ciertamente, con la irrupción de las tropas napoleónicas se inicia un siglo en que invasiones, guerras, desamortizaciones, ensanches o nuevos planes urbanísticos se llevaron por delante un buen pellizco de nuestro patrimonio monumental. Incluso, se puede también hablar del arranque de otra de las causas que, en ocasiones, fue y tristemente es motivo de la destrucción del patrimonio: la necedad de quienes deberían velar por él. Es conocida la ocasión en que la regente doña Cristina de Habsburgo, de paseo por Salamanca con sus autoridades, exclamó en tono admirativo “¡Oh, la vieja ciudad de Salamanca!” a lo que replicó el alcalde “No se preocupe, señora, que ya estamos tirando lo antiguo”. Sin ser a nivel patrimonial tan duras las consecuencias de la francesada como lo fueran para Salamanca, donde en el barrio de la Universidad desparecieron entre otros bienes varios colegios mayores y el convento de San Vicente más los de Agustinos y Mercedarios, no se debe olvidar que en Ávila las pérdidas tampoco fueron menores. Un siglo después de los saqueos generalizados en enero de 1809, don Claudio Sánchez Albornoz comparaba la voracidad francesa con la de los hunos de Atila. Incluso, L. J. S. Hugo, nombrado Comandante de la provincia, instaló su cuartel general en el convento de Las Gordillas. Si para las comunidades femeninas la presencia francesa no supuso por lo general extremas dificultades, no se puede decir lo mismo para las masculinas. Con la invasión llegó el comienzo del final de Nuestra Señora del Carmen, Sancti Spiritus, San Jerónimo y San Francisco entre los más afectados, heridos entonces y rematados con la desamortización junto a los de La Antigua y Santa Catalina de dominicas. Estos conventos pagaron con su existencia las turbulencias del siglo, si bien los demás no quedaron al margen. Al tiempo y fundamentalmente como resultado de la citada desamortización de Mendizábal salieron numerosos lotes de documentación y piezas artísticas que se fueron dispersando y yendo a parar después en el mejor de los casos a las colecciones de distintos museos fuera de la ciudad. Sin duda, el periplo mejor conocido -por lo que aquí se obviará- es el de las pinturas que Berruguete realizara para Santo Tomás y que hoy forman parte de los fondos del Museo del Prado. No obstante, no se ha de olvidar que junto a ellas y en ese siglo se perdió al menos una pintura más del mismo Berruguete, que tras difuminarse su rastro en Londres hoy permanece en paradero desconocido. Una pequeña selección de aquellas piezas que salieron de la ciudad serán las que se recojan en los dos textos que compondrán esta serie. Junto a ellas aparecerán vistas y dibujos decimonónicos poco conocidos que en 1
la mayoría de las ocasiones suman a sus cualidades artísticas el erigirse en excepcionales documentos del estado de los conventos y monasterios abulenses durante el agitado siglo XIX.
SANTA ANA Tras su abandono, poco se sabe de los bienes muebles que vestirían el antiguo templo del convento de La Concepción –hoy dedicada la iglesia a San Juan de la Cruzde los que, incluso, se ha hecho alguna atribución dudosa. El casi siempre acertado don Manuel Gómez Moreno enumeró en su Catálogo dos trípticos pertenecientes a la casa, uno de ellos de manos del Maestro de Ávila, que a su paso por La Concepción en los primeros años del siglo XX ya habría sido vendido y se conservaba en el Museo Lázaro Galdiano -hoy se expone en la sala VII con el número de inventario 2910-. En la actualidad y aunque con dudas se le considera procedente del convento de Santa Ana en el catálogo del Museo, lo que parece lógico teniendo en cuenta las fechas de su factura y la de fundación del convento de concepcionistas (1539), pese a que pudiera haber sido trasladado. Quizá el equívoco del maestro Gómez Moreno estuvo en que fechaba La Concepción en 1439. La obra muestra en la tabla central la escena del Nacimiento con presencia del donante flanqueada por la Anunciación a los pastores y el camino a Belén de los reyes magos; ha sido fechado en el último tercio de siglo por autores como Ch. R. Post, A. L. Mayer, J. Gudiol Ricart o J. Mª de Azcárate entre otros.
Maestro de Ávila (García del Barco), Tríptico del nacimiento, h. 1467-1500
Detalle de la tabla central
2
También pertenecía a Santa Ana una vidriera que se viene considerando como uno de los ejemplos manieristas más destacados de la España de mediados del siglo XVI por el contraste de sus vivos colores y la estilización y dramatismo de sus figuras. Se conserva en el Museo Nacional de Artes Decorativas –nº de inventario CE7828-, muestra el tema del Abrazo ante la puerta dorada y está fechada en la parte inferior en 1549, por lo que debió ser una de las primeras piezas renacentistas del convento junto al claustro y su escalera, anticipándose a la remodelación arquitectónica de la cabecera y cuerpo del templo. Probablemente la encargaría la abadesa del convento cisterciense, quien aparece orante entre los dos personajes principales portando báculo y a tamaño muy desproporcionado. Dividida en dos paneles, se representa en ella el encuentro de los padres de la Virgen ante la Puerta Dorada de la muralla de Jerusalén, interpretada aquí en versión renacentista y despojada de su carácter militar. Su factura debe ponerse en relación con Juan de Flandes y la escuela hispanoflamenca a la que este pertenecía. En esta vidriera su autor presta especial atención al dibujo, mediante el que dota a las figuras de un alargamiento y carácter expresivo que en cierta medida se aleja de las proporciones estrictamente clásicas, más del gusto de los vidrieros hispanos.
¿Juan de Flandes?, Abrazo ante la puerta dorada, 1549
3
En el Museo Lázaro Galdiano se conserva un grupo de dibujos realizados por Valentín Carderera y Solano a los que en ocasiones se añade una aguada de color. Se representa en ellos vistas tanto interiores como exteriores de diferentes edificios históricos civiles y religiosos de la ciudad hacia mediados del siglo XIX. Carderera (1796-1880) fue coleccionista, arqueólogo, pintor y escritor interesado fundamentalmente en la Edad Media española y en revitalizar la obra de Goya, especialmente la grabada (publicó la primera biografía sobre el pintor en España en 1835). Tras formarse en Madrid con Mariano Salvador Maella y José de Madrazo y Agudo viajó becado a Roma donde completó su formación y realizó numerosos apuntes a lápiz y acuarelas como las que aquí se verán con motivos abulenses. Su más importante obra es Iconografía española, donde retrata personajes ilustres del país desde el siglo XI al XVII. Académico de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando, estuvo al cargo de la colocación de pinturas para el Museo de la Trinidad –antecedente del Prado-, siendo en 1848 nombrado director del Museo Real de Pintura y Escultura y comisionado por el gobierno para inventariar los monasterios amortizados. De Santa Ana realizó una vista a lápiz de su fachada principal (12,4 x 34,4 cm) conservada en reserva con el número de inventario 9481.
V. Carderera, Monasterio de Sta. Ana, h. 1840/50
LA ENCARNACIÓN Del monasterio de La Encarnación se conservan en el Museo Lázaro Galdiano tres obras de Valentín Carderera: una vista interior del coro alto y dos exteriores desde el sur. En la primera –29,5 x 39,5 cm, nº de inventario 9151- se representa coloreada esa parte de la clausura con la presencia de tres carmelitas –eran cinco en 1856-. En ella puede observarse la arquitectura de este espacio cubierto con bóvedas tabicadas de medio cañón con lunetos fruto de las reformas que en el siglo XVIII experimentó la casa. Las más importantes corrieron a cargo del salmantino Mateo González quien mudó la anterior cabecera renacentista de la iglesia por la actual, transformó en barroca la nave articulándola en cinco tramos con sus correspondientes yeserías e intervino en la sacristía nueva y la que se conoce como tribuna de san Juan de la Cruz. Puede verse también en el dibujo de Carderera el retablo, en el que no se distingue la talla del crucificado del siglo XVI colocado en él y al que la tradición señala como regalo de Santa Teresa.
4
V. Carderera, La Encarnación, coro alto, h. 1840/50
V. Carderera, La Encarnación, h. 1840/50
La primera de las vistas exteriores muestra parte de la fachada principal vista desde el sureste y entre vegetación –lápiz y aguada de tinta, 18,5 x 25 cm, nº de inventario 9554-. La segunda, más completa y coloreada, desde el suroeste, con la presencia de dos tipos ataviados con trajes regionales en primer plano –lápiz y aguada de color, 24,3 x 19,4 cm, nº de inventario 9791-. Ambas presentan la fachada principal del convento, sin grandes cambios en su fisonomía con respecto a la actual. Tal como también sucede en el caso de Santa Ana, la iglesia se antepone al claustro abriéndose a la ciudad al tiempo que actúa como pantalla que protege la intimidad del resto de dependencias de la clausura. Esta disposición fuerza que el claustro se adose al norte del templo, con lo que pierde luz y caldeamiento por la reducción de horas de sol. Ambas imágenes toman como eje de la composición la elegante espadaña construida en 1715 a expensas del obispo carmelita Julio Cano, una de las más gallardas que se construyeron en la ciudad en los siglos del Barroco.
V. Carderera, La Encarnación desde el suroeste, h. 1840/50
5
Para saber más: CAMÓN AZNAR, J.: Guía del Museo Lázaro Galdiano, Madrid, 1951. CAMPS CAZORLA, E.: Inventario del Museo Lázaro Galdiano (1949-1950). GARCÍA GUATAS, M.: “Carderera: un ejemplo de artista y erudito romántico”, en Artigrama, nº 11, 1994-1995, pp. 425-450. GUTIÉRREZ ROBLEDO, J. L.: “Desamortización de obras de arte en la provincia de Ávila. 1835, en Cuadernos Abulenses, nº 28, 1999, pp. 51-96. NIETO ALCAIDE, V.: La vidriera del Renacimiento en España, Madrid, 1970. PÉREZ BUENO, L.: Los vidrios en España, Madrid, 1943. RUIZ-AYÚCAR ZURDO, I.: El proceso desamortizador en la provincia de Ávila (18361883), 2 vols., Ávila, 1990-1991. SÁNCHEZ ALBORNOZ, C.: Aportaciones para la historia. Ávila desde 1808 hasta 1814, Imprenta Alemana, Madrid, 1911. También en el número de septiembre de 1911 de la revista Nuestro Tiempo.
6