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ALIMENTACION DE LA TARABILLA COMUN (SAXICOLA TORQUATA) EN EL SURESTE IBÉRICA DURANTE DE LA PENINSÜLA EL PERIODO OTOÑO-INVIERNO Alejandro MARTINEZ-CABELLO * Manuel SOLER* Juan José SOLER*
La tarabilla común (Saxicola torquafa) es una especie mayoritariamente sedentaria, aunque en invierno acuden muchas aves del centro y norte de Europa a las regiones mediterráneas, y, en algunas zonas concretas, la invernada llega a ser notable (DEJUANA,1980). La información existente sobre el régimen alimenticio de la tarabilla común es muy escasa y parcial, ya que se trata simplemente de notas breves que destacan el consumo de algún elemento concreto o que describen el comportamiento alimenticio. Los dos trabajos que más datos aportan sobre la alimentación de esta especie son los de JOHNSON (1971) y KUZ'MENKO (1977) y se limitan a dar una lista de presas capturadas casi sin cuantificar los resultados. En la Peninsula Ibérica sólo conocemos los datos de HERRERA (1983) y dos referencias (JORDANO, 1987, 1989) sobre el consumo de Pistacia f e n f i s mpor parte de esta especie. En el presente estudio nos proponemos describir la dieta de la tarabilla común durante el periodo otoño-invierno en el sureste de la Península Ibkrica, analizando el tamaño de presa y prestando especial atención a las diferencias intersexuales.
Este estudio está basado en el análisis de 60 contenidos estomacales. Los individuos fueron capturados 17 en octubre (9 machos y 8 hembras), 22 en noviembre (9 machos, 11 hembras y 2 sin determinar), 12 en diciembre (4 machos y 8 hembras), 5 en enero (2 machos y 3 hembras) y 4 en febrero (1 macho y 3 hembras). Estas aves fueron capturadas entre los años 1981 y 1984.
* Departamento de Biología Animal y Granada. 18071 Granada.
Eeologia. Facultad de Ciencias. Universidad
de
318
ARDEOLA 38(2). 1991
Las obtuvimos a través de arecoverow (intermediarios que las compraban a cazadores) antes de que fueran desplumadas y congeladas, por lo que este estudio no es el responsable de su muerte. El procedimiento seguido en el análisis de los componentes estomacales, evaluación y presentación de los resultados ya ha sido descrito en trabajos y SOLER, el al., 1990, SOLER, anteriores (SOLERet al., 1988, PÉREZ-GON~LEZ ef al., 1990). Para el análisis de la dieta hemos calculado los porcentajes de frecuencia (% F), presencia (%P) y biomasa (% B), obteniendo también el Indice Global de Importancia Relativa (IG = (% F+ % 8 ) FA, siendo FA la frecuencia de aparición; MCEACHRAN et al., 1976), cuyas ventajas e inconvey nientes ya han sido discutidas en SOLERe! al., (1988), P~REZ-GONZÁLEZ SOLER(1990) y SOLERef al. (1990). Para el estudio del tamaño de presa se han utilizado, además de las pocas medidas que fue posible tomar a ejemplares encontrados enteros, las correspondientes a presas identificadas hasta el nivel de especie. En este segundo caso se midieron 10 ejemplares de cada una y se utilizó la media correspondiente. Las medidas de longitud fueron tomadas con un calibre (0,05 mm de precisión), o en el caso de las presas de menor tamaño, utilizando un micrómetro ocular en una lupa binocular de 10 aumentos. El área de estudio (la recorrida por los «recoveros» comprando las aves a los cazadores) era una amplia zona que incluía toda la provincia de Jaén completa y gran parte de las de Granada y Málaga. Esta región presenta un clima de carácter mediterráneo, con un índice de aridez de Martonne (1=P/lO+T; P= precipitación media anual en mm3 y T=temperatura media en o C) comprendido entre 10 y 20.
Anblisis global
La dieta de tarabilla común, aunque claramente dominada por la fraccibn de origen animal, también estaba constituida por una fracción vegetal y otra mineral. La fracción animal estuvo presente en todos los contenidos estomacales analizados excepto en tres que estaban totalmente vacíos, mientras que la vegetal se presentó en el 30 % y la mineral sólo en el 11,S %. Esta especie presenta un régimen predominantemente insectívoro, ya que la fracción animal supone el 87,6 % del volumen total ingerido, porcentaje que ha oscilado poco a lo largo del periodo de estudio (fig. 1). Estos porcentajes variaban ligeramente entre sexos, siendo el volumen de la fracción animal más acusado en hembras (91,3 %) que en machos (82,6 %) y el vegetal mayor en machos (14,9 %) que en hembras (6,2 %), resultando estas diferencias significativas (X2=4,22, p