ALISA SHECKLEY – THE BETTER TO HOLD YOU - ABRA BARROW 01

SINOPSIS Estar casada con un hombre Lobo da un nuevo significado a las palabras “Relación de Alto Riesgo” La veterinaria de Manhattan Abra Barrow tiene más sentimiento por los animales que por los hombres. Así que cuando Hunter su adorado marido periodista vuelve de un viaje de investigación en Rumanía y empieza a dar vueltas en su departamento como un lobo enjaulado, Abra está de acuerdo en mudarse a una mansión rural al norte del estado para salvar su matrimonio Pero si bien hay beneficios en su nueva vida, en particular en el dormitorio, Abra pronto descubre que nada en la bucólica ciudad de Northside es lo que parece. La taberna local sirve a un depredador y peligroso mundo. Su marido ha desarrollado nuevos y salvajes apetitos, y su falta de humanidad no afecta solo a sus emociones. El día de luna llena Abra deberá elegir entre confiar en el hombre con el que se casó o darle una oportunidad a Red un extraño seductor y seguir sus propios instintos

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Índice SINOPSIS ............................................................................................................................................2 PRIMERA PARTE ............................................................................................................................5

Capítulo 1 .................................................................................................... 5 Capítulo 2 ................................................................................................... 14 Capítulo 3................................................................................................... 21 Capítulo 4 .................................................................................................. 32 Capítulo 5 .................................................................................................. 38 Capítulo 6.................................................................................................. 43 Capítulo 7 .................................................................................................. 46 Capítulo 8.................................................................................................. 56 Capítulo 9.................................................................................................. 59 Capítulo 10 ................................................................................................ 73 Capítulo 11 .................................................................................................. 81 Capítulo 12................................................................................................. 86 Capítulo 13 ................................................................................................ 97 SEGUNDA PARTE...................................................................................................................... 104

Capítulo 14 ............................................................................................... 104 Capítulo 15................................................................................................ 109 Capítulo 16 ................................................................................................ 117 Capítulo 17................................................................................................ 128 Capítulo 18 ................................................................................................ 131 Capítulo 19 ................................................................................................ 141 http://novelvampir.blogspot.com/

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Capítulo 20............................................................................................... 144 Capítulo 21................................................................................................ 150 Capítulo 22 ............................................................................................... 157 Capítulo 23 ............................................................................................... 160 Capítulo 24 ............................................................................................... 163 Capítulo 25 ............................................................................................... 173 Capítulo 26 ............................................................................................... 180 Capítulo 27 ............................................................................................... 186 Capítulo 28............................................................................................... 194 Capítulo 29 ............................................................................................... 198 Capítulo 30 ............................................................................................. 204 Capítulo 31 ............................................................................................... 212 Capítulo 32 ............................................................................................... 215 Capítulo 33...............................................................................................224 Capítulo 34.............................................................................................. 229 Capítulo 35 .............................................................................................. 236 TERCERA PARTE ...................................................................................................................... 244

Capítulo 36.............................................................................................. 244 Capítulo 37 .............................................................................................. 248 Capítulo 38 ............................................................................................. 253 Capítulo 39.............................................................................................. 259 Capítulo 40...............................................................................................265 RESEÑA BIBLIOGRÁFICA ...................................................................................................... 272 AGRADECIMIENTOS ............................................................................................................... 273

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PRIMERA PARTE Capítulo 1 Hay diferentes Manhattans. Dependiendo de la parte geográfica o de la percepción, uno vive en una u otra parte de la ciudad. Yo vivo en Upper West Side, en medio del excéntrico reino animal. En Manhattans, a la gente le gustan los animales grandes: aristocráticos perros de caza de amplias y suaves bocas, perros guardianes sobrealimentados y mezclas de pit bull, perros trineo que han mantenido la mirada de un lobo. Estos son animales de gran tamaño para apartamentos grandes; de seis habitaciones de estilo anterior a la guerra, con un par de hijos y posiblemente una casa en los Hamptons para los fines de semana. Nadie tiene tiempo de hacer footing y de pasear al perro, y la niñera se niega a recoger las heces de las aceras, por lo que contratan a un cuidador para que lo pasee. Por otra parte, en East Side, son de raza pequeña con sus adorables cabezas hidrocefálicas. Los dueños son mayores; sus hijos han crecido y han sido sustituidos por pequeños perros asustadizos pero con el atractivo de la infancia perpetua. En el centro de la ciudad están las víctimas de los diseñadores de modas, una raza extremadamente fea con las caras llenas de arrugas con las narices aplastadas entre sus ojos. Ellas se arrastran detrás de sus fabulosos y bien entrenados dueños, jadeando con sus mandíbulas deformes. Y también están los exóticos: lagartos, loros, conejos, extraños monos ardilla o la singular mofeta. No sueles verlos fuera del trabajo, pero desde luego, ellos no son mi especialidad; ellos pertenecen a otras personas de Manhattan. Así es que supongo que estaba un poco sorprendida de ver a un hombre con un bebe lechuza sobre su hombro, aunque no tan sorprendida como otros usuarios del metro. El hombre estaba en actitud de alerta que no coincidía con su apariencia. El tenía la apariencia de alguien que ha dormido en la calle: camiseta sucia, de algodón degastado, moldeando su pecho hirsuto. Me di cuenta que sus ojos eran de color http://novelvampir.blogspot.com/

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avellana pálido, casi amarillo, y no dejaba de moverlos a lo largo del vagón del metro, cuidándose de no mirar a nadie. Me pregunté donde había encontrado al pequeño pájaro gris, el cual se aferraba a sus hombros, pero me contuve a preguntarle. La mayoría de la gente cree que salvan a los mochuelos, cuando todo lo que hacen es robar a los mochuelos en su primer día de nacimiento. Mi amiga Lilliana suele explicar esto a la gente pero ellos se limitan a fruncir el ceño y admiten que no sabían nada sobre esto, pero cuando hablo, la gente suele ponerse roja y a la defensiva. El pequeño búho estaba acurrucado en el cuello del hombre, y él le acarició el lomo dándole unas palmaditas, colocando su otra mano en la cuerda. Una mujer de negocios rubia se alejó, y vi como el hombre se daba cuenta. Entonces, por un momento, el hombre me miró a los ojos, con una media sonrisa, como si tuviera algo divertido que decir. Aparte mi mirada de él, porque no me gusta la gente que lleva como accesorio de vestir animales. Sobretodo criaturas salvajes, que son mucho más delicadas de lo que podemos pensar. Lo sé porque tenemos una extraña ave en el Instituto Medico Animal. Somos el único servicio de veterinarios del área de New york, que abastece a las especies exóticas, así es que somos más o menos los únicos en la ciudad por si acaso su anaconda pierde el apetito o si su loro se rompe su pata. También somos el único lugar triestatal que puede dar diéresis y el mejor lugar para dar quimioterapia a su perro. Pero de alguna manera, no creía que el hombre andrajoso estuviera haciéndole un reconocimiento a su pequeño compañero. Me estaba preguntando si debía hacerme con la lechuza cuando el metro se paró y las puertas se abrieron. La gente se bajó en esa parada, enseguida me di cuenta que la persona que estaba pegada a mi espalda se había marchado, dejándome más espacio para respirar. Instintivamente, levanté mi mano para sujetar mi bolso, dándome cuenta que no estaba. Por un momento me desoriente. ¿Habría salido de casa sin el bolso? ¿Tal vez, se había caído al suelo? Mientras estaba en estos pensamientos, lo comprendí: alguien me había robado el bolso. Ese pensamiento lo dije en voz alta, medio en la incredulidad, al mismo tiempo que el metro silbaba, se cerraban las puertas y este se ponía en marcha. Miré a mí alrededor de forma violenta, casi esperando que el ladrón siguiese dentro. Pero por supuesto, ya se habría bajado del tren. A mi alrededor, la gente me miraba, algunos con simpatía, otros alarmados y otros con desinterés. Mis ojos se encontraron con los del hombre andrajoso, él se encogió de hombros, como diciéndome, lo siento, pero no es asunto mío. Una mujer corpulenta con unos grandes pechos me palmeó en el

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hombro, y por detrás oía los murmullos de mujeres y de hombres que murmuraban entre ellos. − ¿Qué ha ocurrido?, alguien robó su bolso, ¿cómo se siente? Negué con mi cabeza. − No siento nada. Sentía un pánico creciendo mientras veía como el resto de pasajeros revisaban sus bolsos, y billeteras. Pero ellos estaban bien, mientras yo me encontraba sin dinero, sin tarjetas de crédito, sin móvil ni llaves. Intenté recordad cuánto dinero en efectivo llevaba. Mierda. Acababa de ir al banco ayer al salir de trabajar. −Ellos llevan navajas− dijo un adolescente delgado, cuyos vaqueros de gran tamaño quedaban por debajo de sus caderas mostrando sus boxes blancos.− ellos cortan la correa y aprietan el botón de emergencias y se marchan con su botín. Me miró con una preocupación disimulada, radiante ante su propia astucia. Por un momento, sospeche de que el chico engreído era el ladrón, entonces me di la vuelta, sintiendo como el hombre del búho me miraba fijamente, con los labios entornados en una media sonrisa cínica. Él sabía lo que yo pensaba y podía oír su opinión sobre mí como si lo dijese en voz alta; Racista. Como si el color de la piel del chico tuviera que ver algo con mis sospechas. Sonrojada y avergonzada le di la espalda. Me di cuenta en un ataque de rabia que el hombre había estado observándome durante un tiempo –Incluso podría haber visto a la persona que me robó el bolso sin haberse tomado la molestia de avisarme. Mi corazón palpitaba, sentí un impulso enorme de acusarle. Él encontró de nuevo mi mirada como si pudiera leer mis pensamientos, entonces el metro se paró en una nueva parada. Sin haber tomado una decisión, me abrí caminó entre la multitud para salir del metro. En el andén del metro, intenté pensar mejor las cosas. Yo ya iba a llegar tarde a mis visitas, pero no podía esperar hasta la hora del almuerzo para cancelar las tarjetas de crédito. Puesto que el que me había robado tenía las llaves de mi casa así como mi dirección. Tenía que decírselo a mi marido para que cambiara la cerradura de la casa. Inconscientemente, eche mano a mi móvil antes de recordar, por supuesto, que me lo había robado. Mi gire hacia el guardia de la estación, que estaba escondida detrás de la caseta, haciéndose la sorda.

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−Perdone− dije tratando de mantener una voz clamada− pero me han robado mi bolso. ¿Podría prestarme el teléfono para hacer una llamada local? −Yo haré la llamada− dijo la mujer, pensando que trataba de engañar a la MTA. Tal vez debería haberme mostrado algo más histérica. Le di mi número y esperé que llamará a mi casa. −No contestan – me dijo con indiferencia −El está en casa, estará durmiendo pues tiene un problema de jet−lag. ¿Puede intentarlo otra vez? Mi marido acababa de llegar de Rumania muerto de cansancio, y unas quince libras más delgado de lo que yo lo había visto. La agente me miró por un momento, como si sospesara las opciones. Al final volvió a marcar el número, usando una pluma para protegerse sus largas uñas. Hunter. Recé para que se despertará y contestará el teléfono. No había tenido noticias de él en toda la semana, y casi salta sobre mí cuando entró por la puerta como si yo fuera a comerme una comida tailandesa del cartón con mis dedos. Él se había puesto enfermo del estomago, me explicó y había cambiado su billete. No, no tenía ganas de explicármelo todavía, y sí, si el necesitase un medico podría llamar a uno. Su tono implicaba que teníamos una discusión y mi tono implicaba que no me había dado cuenta. Me había ido a dormir a las 11 y enseguida me quedé dormida, algo raro en mí. No me di cuenta cuando Hunter se unió a mí, pero a las tres de la mañana, cuando me desperté, él estaba a mi derecha, roncando suavemente por su linda nariz rota. Por un momento desee que él se marchara otra vez, para así poder mimarme mientras estaba con mi insomnio crónico, con las luces encendidas, ver la televisión, desayunar cereales en la cama. Pero entonces él acomodo su cuerpo alrededor del mío, una intimidad rara, y sentí su cálido aliento en la parte de atrás de mi cuello. Saboreando la cercanía, me había quedado inmóvil mientras mi brazo izquierdo se quedaba dormido, y él empezó a roncar de nuevo. Odie tener que molestarle ahora, y sabía que probablemente se molestaría al principio, pero una vez que le explicará la situación él lo comprendería. −No hay nadie en casa− dijo la agente colgando el teléfono− ¿Quiere hablar con la policía sobre el robo de sus pertenencias personales?

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−No− dije desconsolada − ¿Podría dejarme pasar por el paso para poder irme a casa? La agente de la estación me murmuro algo, por lo que retrocedí sobre mis pasos, medio en trance, hacia el andén del centro de la ciudad, de allí hacia Crosstown, lo que me llevó de vuelta a West Side, donde podría coger uno a las cercanías a Broadway. Me llevó tres trenes y cuarentas minutos el trayecto, que yo hacía en una hora para ir a trabajar cada día. La mayoría de mis compañeros internos había buscado casa cerca del centro, pero Hunter no había querido renunciar a nuestro apartamento de piedra rojiza en Upper West Side. Deseando que hubiera alguna manera de llamar a mi equipo para que supiesen porque llegaba tarde, entré al metro y me dirigí hacia Riverside Drive. Soplaba un viento fresco fuera de la estación que azotaba desde el agua. Había sido el verano más frío desde hace 100 años y ahora parecía a punto de caer una buena ventisca. Como aligeré el pasó, sentí un fuerte pinchazo en mi bajo vientre, estaba cerca de mi día menstrual, aunque yo no era tan regular; yo era una de esas mujeres en las que la menstruación se saltaba un mes, para luego tener el período cada tres semanas pero poco, y volver a empezar un ciclo de seis semanas. Aun así sentí ese dolor cálido en mi abdomen que por lo general anunciaba el comienzo de las cosas. Mi ginecólogo ya me había dicho que tendría problemas para quedarme embarazada. Yo se lo comenté a mi marido el año pasado y me dijo que sería lo mejor. Debería contar que hay una historia de enfermedad mental en la familia de Hunter: la hermana de su madre sufrió esquizofrenia a la edad de 19 años y su madre se suicidó cuando él era un adolescente. Hunter es temperamental, la clase de persona malhumorada que se espera de los escritores, pero él siempre decía que no estaba seguro de poder tener hijos. Pasó la mayor parte de su adolescencia preguntándose si su locura les estallaría como una bomba de relojería; pienso que él se preocuparía si tuviéramos un hijo pues se pasaría los próximos veinte años en tensión a la espera que la bomba nos estallará. Supongo que soy algo más ambivalente en el tema de convertirme en madre, pues no estoy segura de que esté preparada para ello, y creo que un buen ejemplo sería mi madre de lo que supone tener un hijo sin haberlo deseado. Quiero decir, mi madre no pertenecía al club de la “mama más cariñosa”, pero a ella no le gustaba hacer escenas. Tal vez tenga algo que ver ser actriz de cine. Tal vez las actrices de serie “B” no debería procrear. En mi caso, mi horario no me permitiría tener

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un bebe. En este último año había conseguido la residencia que había solicitado, y mi marido viajaba continuamente y casi nunca estaba en casa. Nerviosa, miré mi reloj, doblé la esquina de la calle 84 y por fin, llegue a nuestro edificio. Hunter y yo habíamos pasado los últimos cuatro años en una de esas modestas mansiones de 100 años que había sido dividida en pequeños apartamentos, de modo que la estructura en su totalidad era como una gran familia disfuncional. Vivíamos en la planta segunda, en el único apartamento sin una chimenea de ladrillo. Pero tenemos un balcón del cual nos sentimos muy orgullosos, aunque no lo suficientemente amplio para colocar un par de sillas y una pequeña barbacoa portátil. Lo que no tenía nuestro edificio, por supuesto, era un portero que me dejase entrar. Pulse el intercomunicador varias veces, sin éxito. Probé con la simpática pareja de mediana edad que tenía un jardín en la primera planta, también probé con una antipática familia que tenía un maravillosos dúplex por encima de nosotros. Tampoco había nadie. Genial. Sentándome en el suelo cubierto por propaganda de menús chinos para llevar, mis lágrimas de frustración comenzaron a surgir. Evidentemente, yo debería de estar trabajando pero ahora estaba aquí y al menos que Hunter me permitiera entrar, no tendría dinero para regresar al Instituto médico animal. Por supuesto yo podría caminar unas cuantas millas a través del parque, pero lo más probable es que me fuera a venir la menstruación. Llamadme puritana, pero yo no me siento a gusto pidiéndole a otras mujeres compresas o tampones. Ni si quiera estando sentada charlando con otras mujeres, sobre todo si hay algún ruido extraño implicado. Culpo a mi madre. Ella estaba tan obstinada en que no sintiera vergüenza de mi cuerpo y de sus funciones que me inculco un fuerte sentido de la privacidad. Y Hunter estaba allí. Todo lo que yo tenía que hacer era despertarlo y sacarlo de su sueño tan profundo. Sintiéndome más que desesperada, apreté el intercomunicador por última vez, luego me asomé y grite: −Hunter soy yo. – con todos mis pulmones, mientras buscaba una piedra que lanzar a la ventana. Mirando nuestro balcón pensé: “tal vez pueda subir allí” no había nada liso en nuestro edificio, la parte frontal del primer piso era un apartamento de ladrillo amarillo de 1940, el cual no tenía ninguna saliente. Pero los Victorianos que habían diseñado nuestra comunidad de vecinos no se habían preocupado por la delincuencia. El que había construido la entrada había dispuesto unos rectángulos de hormigón alrededor de las puertas de hierro negro y cristal, dando a la casa un estilo medieval. Justo de bajo del primer piso había una lámpara de hierro negro, una sujeción perfecta. Su terraza http://novelvampir.blogspot.com/

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estaba a dos pies de la nuestra. Con doce años me hubiera dado cuenta de esto. La mayoría de los adultos dejan de mirar el mundo como algo que puede ser escalado al menos que haya una ruptura. Pero antes de yo vendiera mi alma al instituto médico de animales, hacia escalada en el gimnasio de Chelsea Piers. Soy buena en cualquier cosa que requiera una atención metódica al detalle, en realidad llega hasta tal punto que estaba desarrollando los músculos de detrás de la pierna, y se veía un poco menos como una hogaza de pan blanco. Luego cuando el Instituto Medica Animal (AMI) aceptó mi solicitud de una práctica profesional, perdí todo lo que había ganado. El único obstáculo para subir los diez pies de distancia de mi balcón, era mi Ropa. Hunter siempre me decía que nunca había conocido a una mujer que se gastase tanto dinero en ropa como yo lo hacía, pero me gusta la ropa cómoda fabricada con buenas telas, la clase de cosa que podría usar en una feria medieval y convertirte en la esposa de un hombre rico. Este día llevaba un pantalón amplio de Eileen Fisher de color marrón en algodón suave junto con una túnica dorada de algodón fuerte, nada ideal para escalar fachadas de edificios, anquen fuera pequeña. Metí las perneras de los pantalones entre los calcetines y miré a mí alrededor para asegurarme que no me veía nadie. Por suerte mi bloque está lleno de cantantes de ópera y personas mayores, por lo que la policía no suele pasar. Fue casi tan fácil como había pensado. Los puntos de apoyo era suficientes, casi dos pulgadas de ancho, había unos 12 metros de altura, justo debajo de mi balcón, cuando yo llegué a la lámpara. Lo suficientemente solida para agarrarme. Supongo que me parecía a una de esas chicas sin elegancia que te encuentras en el patio del colegio, sujetándose a las barras con sus cuerpos robustos, pero al final alcance la barandilla de hierro. Había un momento de tensión cuando tuviera mantener el equilibrio en la barandilla de los vecinos e impulsarme con los pies hacia mi balcón. Estaba a punto de pasar por encima cuando oí el ladrido de un perro. Miré hacia abajo y vi un perro salchicha muy contento junto a su dueño, un apuesto hombre de edad mediana. El hombre me resultaba familiar, y me di cuenta que vivía en nuestro bloque. Podría haber vuelto a casa dos minutos más tarde, pensé con amargura. − ¿Qué te crees que estás haciendo, joven? −Es mi apartamento− dije− vivo aquí. −Su perro seguía ladrando.

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−¡Debería llamar a la policía! −No por favor. Soy Abra Barrow, su vecina del 2º B −Espera un minuto, ¿no te conozco?− señalándome con el dedo – la niña. La actriz. −Veterinaria. Soy veterinaria. Mi marido no oye el teléfono y he perdido las llaves. − ¿El qué? − ¡Las llaves! ¡He perdido las llaves! − ¿Thickey? Otro anciano, más delgado y con barba se unió al primero. − ¿Qué está haciendo? ¿Robando?. −No, No, es su apartamento, problemas con el marido. −Hey, tu, la chica – dijo el hombre con barba enojado. − Mira, está bien…. – empecé a volverme para verle mejor, perdiendo mi agarre, alcanzando rápidamente la barandilla de mi balcón. Desafortunadamente, esto me dejo en la incómoda posición de tener los pies en un edificio y las manos en otro. − Pase su pierna por encima, − ¡la pierna derecha!, estos chicos no saben cómo escalar árboles, ese es el problema. − Cuando era un niño, trepaba a los árboles, casas y graneros. En Ucrania. El perro salchicha abrió la boca apoyando lo que se decía. Pasé por encima de la barandilla de nuestro balcón, me volví hacia los hombres, a los cuales se les había sumado una anciana en un abrigo de invierno de zorro con adornos. −Estoy bien, muchachos, gracias. −La próxima vez pídenos entrar, que la dejaremos pasar. Sidney tiene todas las llaves de los apartamentos del edificio. – dijo el hombre con barba. Les salude con la mano, la gente pensaba que la ciudad era grande e impersonal. El suburbio donde nací, era gran e impersonal. La ciudad es un pequeño mosaico de pueblos de provincia sin fronteras delimitadas, propietarios cotillas, postmodernos revolucionarios e idiotas.

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Desde la calle oí la típica pregunta − ¿Qué hace esa muchacha ahí arriba, Grisha? −Ella es veterinaria y tiene problemas con su marido. Tal vez yo era la idiota del pueblo. Traté de abrir nuestra ventana. Gracias a dios la había dejado abierta. Empuje el cristal y me deslice dentro, y por un momento permanecí en mi salón, sintiéndome muy bien por mí. Yo era el príncipe que escalaba la torre de Rapunzel, si una cuerda de pelo; era Robin Hood entrando furtivamente en la fortaleza del Sheriff. Entonces, me di cuenta de lo peligroso que era mi apartamento. Durante estos meses que Hunter había estado fuera, a menudo dejaba la ventana abierta. Hasta este momento, nunca se me había ocurrido que pudiera estar en peligro siempre y cuando el peligro supiera donde encontrarme. Pero, honestamente, si una mujer en buena forma de 29 años, era capaz de subir hasta su propio apartamento, entonces no hacía falta ser un lobo feroz. Cualquiera podría entrar. Distraída en estos pensamientos, no me di cuenta de los extraños ruiditos procedentes de mi dormitorio. Mi primer pensamiento era que Hunter estaba teniendo una pesadilla. El seguía jadeando seguido de un gemido más suave parecido a un perro. Camine hacia el dormitorio con este pensamiento. Quizás debería despertarlo. Entonces oí un sonido rítmico golpeando carne, y un escalofrío me recorrió el cuello. No era que hunter tuviera una pesadilla. Ese era el sonido de Hunter al borde de un orgasmo.

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Capítulo 2 Mi primera reacción fue de vergüenza y un cosquilleo de deseo. Después la respiración de Hunter se fue normalizando. ¿No se sorprendería si entrase ahora allí? No asumí en ese momento si pudiera a ver una mujer allí. Medio segundo después, me di cuenta que Hunter no había mostrado ningún interés en hacer el amor conmigo esta mañana, a pesar de no a vernos visto durante tres meses. Pero había estado enfermo. Y yo estaba al borde de empezar con mi menstruación, lo cual no es algo que a Hunter le gustase. No había mencionado que yo era regular, pero yo estaba segura de que Hunter se había dado cuenta de la caja de compresas que yo había dejado en el baño. El tenía el don de un periodista de siempre encontrar aquello que echaría de menos. Hubo un ruido rápido de roces de cuerpos procedentes de la habitación. Y escuche el jadeo de una segunda voz. Nada. Por supuesto, algunas mujeres eran bastantes tranquilas. Aprendí hacer mi respiración más audible, cuando hay algo que nos gusta, a pesar de que una se siente un tanto falsa. Hunter me dijo una vez que hacía el amor como una monja en tiempos de guerra. Lo dijo en broma, por supuesto. Hubo un ligero gruñido, nada teatral, y luego silencio. Espere un momento en el salón, dándome cuenta del grosor de polvo que había sobre la cerámica mexicana. No había limpiado desde hacía bastante tiempo. − ¿Hunter? −Silencio. − ¿Hunter? Murmullo de sonidos. − ¿Abra? ¿Eres tú? − Si – me quede allí esperando− − Por supuesto, espera un minuto. – más susurros− entra. Entré y me encontré a Hunter sentado apoyado contra el cabecero de la cama color cereza, cubierto por una sabana de azul pálido. No se había molestado en cerrar las persianas. Todavía olía a semen fresco por toda la habitación. Él todavía respiraba con fuerza lo suficiente para que se le notara el tórax cada vez que respiraba. Su cabello castaño oscuro había crecido lo suficiente para que callera sobre sus ojos y sobre su http://novelvampir.blogspot.com/

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cuello, sus ojos marrones eran más oscuros, y estaban más hundidos en su cara. Pero seguía siendo guapo, aunque estuviera pálido y despeinado. −No te he oído entrar – dijo sin ningún tipo de vergüenza. −Eso es porque he escalado hasta la ventana del salón. −¿Tratando de pillarme con otra mujer?− mientras lo miraba. −De acuerdo, vamos a intentarlo otra vez. ¿Por qué no has entrado por la puerta? −No tengo mis llaves. Un carterista me ha robado el bolso y tú no contestabas al teléfono ni al timbre. − trate de mantener la voz firme y acusatoria, como lo sentía en ese momento. −Estas bromeando. Pobre Abra. – él me dio toda su atención mientras lo decía, y me sentí atraída otra vez hacia su encanto. Hunter tenía esa forma de escucharte que hacía que te dieras cuenta de que la mayoría de la gente cuando tú hablas está esperando su turno para hablar. −No estoy bromeando. − ¿De verdad escalaste por la fachada de nuestro edificio?− Hunter buscó su reloj en la mesita de noche y lo sujeto por la correa. −En realidad, escalé la fachada del edificio del al lado y entré en nuestro balcón. − ¡Dios mío!− Hunter movió la cabeza con admiración− y supongo que este era el mejor camino. −Necesitaba conseguir algunas…..cosas. −Eso lo explica todo. Por cierto, tus pantalones tienen un roto. Me incliné para inspeccionar los daños preguntándome como platearía la siguiente pregunta. −Um, Hunter, no habrá nadie aquí ¿verdad?. Hunter se echó a reír, con la cabeza asintiendo y echada hacia delante, como si se sintiera avergonzado de encontrarse con mis ojos.

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− ¿Quieres decir escondido en el armario?, No, Abra. – dijo mirando hacia arriba− siento lo del teléfono, pensé que era alguno de esos vendedores. – Hunter dio unas palmaditas en la cama− Ven, siéntate. −Tengo que cancelar las tarjetas de crédito y los cheques. −Eso puedes hacerlo en un minuto. Ven aquí y siéntate. Veo que estas molesta. Me senté junto a él, y me rodeo con sus brazos. Ni siquiera estaba sudando. Los miembros de la familia de Hunter no eran tan olorosos como en la mía. Como él me agarraba, me di cuenta que encima de nuestra comoda, estaba esturreada la cartera de Hunter, así como sus tarjetas de crédito, las monedas, los billetes y sus cigarrillos, en contraste con mis botes de perfumes y mis joyeros bien ordenados. − ¿Estás mejor, chica Cadabra1?. Asentí con mi cabeza apoyada en el hombro de Hunter. −Hunter – traté de pensar en el modo de afrontar esto− ¿Soy yo? Se puso rígido bajo mis manos, pero enseguida se relajó. −No tiene nada que ver contigo, Abs. Han sido unos meses difíciles. Habían sido tres meses, en realidad. Regresó a principios de mayo. Yo había estado tumbada en el sillón de plástico que habíamos encajado en el balcón, leyendo un folleto sobre Block Island. Nada de coches en verano, una especie de Nantucket2 cerca de casa. Mi trabajo en el instituto empezó en julio, y me había preguntado si a Hunter le gustaría pasar junio conmigo. Sondeó distraídamente, y él respondió que acababa de tener una idea sobre una mítica bestia de Rumania. Esto más o menos traducido, quería decir, yo he comprado un billete y no me veras hasta finales de verano. Hunter se había pasado los últimos años escribiendo para unas revistas, Outside y Backpacker; él esperaba, y yo sabía que para su carrera esa historia significaba un próximo artículo en Vanity Fair, distribuciones de libros, derechos para una película, y posiblemente un trabajo temporal como editor y colaborador. Todo lo que necesitaba era un tiempo alejado en su propio Everest, en su tormenta perfecta.

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Es un juego de palabras junto con el nombre de Abra, haciendo alusión a la palabra que utilizan los magos cuando quieren hacer unos de sus trucos Abra Cadabra. 2 Nantucket es una isla situada a unos 50 km al sur de Massachusetts. Se trata de un sitio turístico y una colonia de veraneo.

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Y por eso es por lo que Hunter estaba decidido a pasar su verano con su libro de frases rumano−inglés en vez de conmigo. Parecía que la existencia de los últimos supervivientes lobos de Europa estaba bajo amenaza. El régimen totalitario de Ceausescu3, como el del Hitler, se había quedado con los fondos de los cazadores para la conservación de bosques nativos. Los rumanos se figuraron que los eco−turistas ricos tanto americanos como europeos pagarían para ver bosques antiguos donde sus antepasados una vez caminaron con los temibles trolls, dragones y criaturas carnívoras. Y algunas personas pagarían más dinero para ver monstruos. Así, mientras los emprendedores rumanos se dedicaban a la tala de los bosques y al crecimiento de los hoteles de lujo, el crecimiento de los lobos reales disminuía. Y puesto que los lobos no eran tan populares entre los turistas que, por ejemplo, un alce o un águila, los aldeanos de los pueblos no tuvieron ningún reparo en dar caza a estos cuando iban tras sus becerros u ovejas. Si fuese lo suficientemente grande, lo llamaría hombre lobo. Era una buena historia. Un cuento moral con una buena dosis de ironía y un toque de película de serie B de Transilvania. Y así se lo había dicho a Hunter, sentado a mí lado en nuestra pequeña terraza de Manhattan. Por desgracia, era una historia tan buena, que mi marido se marchó a Transilvania, y apenas encontró suficiente tiempo para llamarme tres veces en dos meses. Una vez que había empezado mi trabajo en el instituto, había sido capaz de distraerme con el trabajo; había sido asignada al grupo médico de trabajo de Malachy Knox, que era un equivalente a veterinarios de casos especiales. No hubo ni tiempo ni oportunidad de meditar sobre su amor. Pero ahora Hunter estaba de vuelta, lo que me llenó de alivio y gratitud, sin embargo, también me hizo querer preguntarle: ¿Con Quién has estado durmiendo? Si sólo hubiera una manera de decir esto sin decirlo. Preguntar sin preguntar. −No me has contado nada acerca de tu viaje. − ¿Abra?, sabes de sobra que ya hemos hablado sobre esto. ¿Verdad? Me volví para mirarlo. Fue brusco con las palabras, lo que daba a entender que se estaba preparando para una discusión. −Solo quiero saber porque tú no quieres – “porque no me quieres”− deje caer la patética pregunta.

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Político comunista rumano que dirigió su país desde 1965 hasta su ejecución en 1989.

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Hunter dio un fuerte suspiro, tirando de mí para caer en sus brazos. Apoyó su barbilla en la parte de arriba de mi cabeza. −Oh, Abra, he estado tan enfermo, cansado, y fuera de cualquier pensamiento. Que no hubiera sido nada bueno para ti. Sólo necesitaba, es decir, solo quería algo rápido y fácil. Puede ser rápido y fácil. Sus manos frotaron mi espalda, deslizándose por debajo de mi camisa, desplazándolas hasta la cinturilla de mis pantalones. − ¡Eres tan dulce!. Sentí el aguijonazo de las lagrimas, he intente mantenerlas. − Hunter tengo que hacer mis llamadas y ponerme a trabajar. Voy a llegar tarde. −Lo podrás hacer más tarde. – Su boca se movió hacia abajo, encontrando mi oreja. Su respiración era pesada debido al sueño. − Hunter – ¿Fue su cariño, renovada lujuria o pena?, no lo podría decir. Su boca se movía por mi cuello, deslizó su mano por mi camiseta hasta llegar a mi práctico sujetador beige. Dios, todavía tienes los pechos de una virgen de trece años de edad. Esto quizás no sonó como un cumplido, pero creedme, lo fue. Hunter me sacó la camisa por encima de mi cabeza. Y por un momento se enganchó en mi largo pelo marrón. −Nunca vas a cortártelo, ¿verdad?. Mi pelo casi llegaba a mi cintura. −No Hunter envolvió su muñeca con mi pelo y tiro de él. −Te tengo, eres mi prisionera. Lo miré mientras tenía mi cabeza echada hacia tras, con mi garganta al descubierto. Sus ojos oscuros brillaban en ese momento. − ¿Es eso lo que quieres?. Hunter me miró de reojo. http://novelvampir.blogspot.com/

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− ¿Qué crees? – nos miramos el uno al otro. −De acuerdo, entonces. – Hubo una pausa, y entonces Hunter soltó mi pelo para bajarme los pantalones.− ¿Te gusta esto? ¿Sin tocarnos? Rápido y fácil. Mi prisionera. Le mire a los ojos. Era real. No habíamos hecho el amor desde hacía tres meses. La última vez que había estado en sus brazos, sus pensamientos estaban a miles de kilómetros, en el viaje que le esperaba, en sus aventura hacia lo desconocido. −No – dije con cuidado, moviendo mi cabeza adelante y atrás, haciendo mover mi pelo− Por favor , no.− en caso de que pensara que la primera vez no había sido muy real. Hunter colocó mis manos sobre mi cabeza. Él era más fuerte de lo que sugería su complexión. −Ábrete. −No − ¿Cómo lo haría realmente?, con sus manos sujetando mis muñecas. ¡Cómo podría conseguir que mis piernas se abrieran sin ayuda. Hunter encajo su rodilla entre mis piernas. −Ábrete. −No. Una mirada, casi de ira, cruzó el rostro de Hunter, y por un momento pensé que tal vez había hecho algo mal. Pasó mis muñecas a una de sus manos y con la otra mano intento meterse dentro de mí. Después de un momento se dio por vencido y me miró. −Esclava, será mejor que escuches lo que dice tu amo. Verdaderamente empezaba a enfadarme. −No. Hunter se echó hacia atrás tratando de ver como resolvía esto. Esto era un juego de dominación. ¿Hasta dónde llegaría? Tenía curiosidad y también estaba algo excitada. Lo que me sorprendía era que el infierno estaba allí. Él tiró de mí hacia arriba, para voltearme y lanzarme sobre mi estomago agarrándome por la parte de atrás del cuello, como si fuera un gato. Creo que me estaba clavando el mando a distancia, se estaba clavando en mi pecho.

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−Hunter. Nuestra cama era alta, y estaba de pie cuando se introdujo dentro de mí. Por un momento sentí, los golpes de él en mi entrada, y después fue introduciéndose más profundamente, más rápido, un ritmo que no era lo que más me gustaba. Había roce de cuerpos, tal y como yo había oído desde el salón, excepto que esta vez era yo la que estaba debajo. Y yo había querido esto más que ninguna otra vez. −Hunter. Pero él no me escuchaba, preocupado en montarme. Se estrelló contra mí con una brusquedad que no estaba acostumbrada, bombeando una y otra vez hasta rozar el dolor. Pero no era dolor. En realidad, no lo era. Porque el dolor no escalaba, no construía y construía….. Hunter se corrió muy rápido, con un quejido muy profundo, un sonido que no pertenecía a él. y entonces se derrumbó sobre mí. Me besó la parte posterior del cuello. − ¿Estás bien esclava?− puso sus manos entre mis piernas− o he sido muy rápido para ti. −No, yo… − movió sus dedos y tomé aire. − ¿No? ¿Es eso? Vamos Abra, deja que haga que te corras. Entonces empecé a sollozar, pero poco. Yo nunca podría ser capaz de perder el control de esas maneras, con hunter mirándome, esperándome mi reacción. Él movió sus dedos más rápido, creyendo por mis quejidos que estaba a punto de correrme. Engañándole, y engañándome, grité mi insatisfacción y él estaba contento.

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Capítulo 3 Finalmente llegué a trabajar dos horas y medias más tarde. A pesar de que había llamado para explicar la situación, me sentí claramente culpable mientras recorría los laberinticos pasillos. Me paraba a cada rato para explicar a la gente que me iba encontrando que había intentado salir de casa tan rápido como había podido, como Hunter me había tenido que prestar 30 dólares y que él se encargaría de llamar a los bancos para anular mis tarjetas así como a la policía. Yo no quería perder más tiempo. Aparte del tiempo perdido convertida en una esclava. Encontré a mi grupo del servicio médico S.O.A.P enseguida. El Dr Malachy Knox, el jefe veterinario a cargo de nuestra unidad, sostenía un gato sin vida, con un inconfundible olor a insuficiencia renal. − De acuerdo – dijo. − Vamos a ver lo que tenemos aquí. ¿Qué representa la S de S.O.A.P? Sam me miró; incluso los técnicos del instituto veterinario sabía que el acrónimo significaba; Subjetivo análisis, datos objeticos, evaluación y plan. Pero ese no era el estilo de Malachy. El arrastraba las palabras en sus preguntas con ese acento pastoso británico como si pensara que nosotros éramos algo lentos en nuestra comprensión. Por supuesto, que en el caso de Sam, él seguro que obtendría un punto. − Significa Análisis Subjetivo− ¿mi opinión? Esta casi muerto. − Haré una lista para saber quién está respondiendo – dijo Malachy mirándome −Bienvenida a las rondas de las mañanas, Señorita Barrow. − Me puse roja, dándome cuenta de que no había recibido mi mensaje. − Siento llegar tarde, pero me robaron el bolso en el tren –dije Lilliana, mi miembro favorito del equipo, me ofreció una sonrisa de comprensión. Mientras que el soso de Ofer se ajustaba las gafas a la nariz como si fuera un gnomo oficioso. Malachy me miró evaluándome de arriba abajo, mientras acariciaba el abdomen del gato, siendo el estado de la piel del gato, el tamaño del bazo y el intestino. Como Malachy describía que es lo que estaba haciendo, Sam no dejaba de mirar al anciano como si esperara algún truco de mano. A pesar de que Sam era 6 pulgadas más alto que Malachy, ambos vestían el uniforme de AMI que consistía en batas blancas y

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pantalones caquis, incluso un buen observador hubiera dicho que uno de ellos estaba a cargo. La cuestión era si iba a seguir siendo así. El Dr Malachy alias “Mad Mal” fue la estrella de los residentes en el Instituto, un brillante investigado con una reputación fuera de lo normal así como una metodología poco ortodoxa. En la escuela de veterinarios, había estudiado sus infames experimentos al trasplantar el cerebro de los monos Rhesus, poniendo el grito en el cielo por sus trabajos. Más recientemente había estado involucrado en el aislamiento de un virus llamado licantropía, una rara enfermedad que hacía que algunas células de algunos individuos se comportaran como células madres, haciendo que fuesen posibles los cambios en su forma y en su función. A pesar del nombre, el virus actualmente no albergaba un huésped dentro del lobo, al menos fue la opinión principal. El propio Malachy se limitó a decir que el virus se manifiesta de manera diferente en diferentes huéspedes, y que el ADN canido era de lo más normal dentro del reino animal. También le gustaba remarcar que los humanos y los lobos estaban asociados entre sí desde el principio de los días cuando el ADN todavía no había sido fijado al esquema que hoy en día conocíamos. No estaba segura del porque Malachy había sido expulsado de la Unidad de Investigación, y lo había relegado a un puesto más humilde, tal como él mismo decía “vuelta a empezar”. Pero de lo que si estaba segura es que había afectado a su salud y a su carrera. Bajo esa mata de pelo negro rizado, la cara de Malachy aparece pálida y demacrada, y donde antes sus muñecas eran visibles bajo la bata ahora se ven esqueléticas. Yo sabía a ciencia cierta que él tenía 46 años, pero aparentaba diez años más. Bueno, Señorita Barrow – dijo Malachy, recuperando la atención en ese momento− puedo suponer que su despreocupación con nuestro paciente felino es el resultado de su roce con la parte más vulnerable de la ciudad. Aunque por otro lado, quizás se deba al hecho de que su marido acaba de llegar de un largo viaje. Se encontraba en Rumanía, investigando al legendario lobo, ¿no es eso?. Lo que estaba claro que nada afectaba a la inteligencia de Malachy Knox, estaba claro que había recibido mi mensaje. Lo que quería era que estuviera pendiente y dejará mis problemas fuera del instituto. −Sí – dije− Hunter ha estado investigando la historia del lobo gigante. − Lo siento – dijo Ofer, no sonando muy amigable− ¿Pero a quién le importa si su marido ha estado buscando vampiros en Transilvania? ¿No deberíamos estar http://novelvampir.blogspot.com/

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concentrados en nuestro paciente? – señalando con sus dedos regordetes, al pobre gato que yacía sobre la camilla con sus ojos vidriosos. − Nada de vampiros, Ofer, Licántropos – escribió Malachy en la pizarra detrás de él con un bolígrafo laser.− Mucha gente cofunde la palabra griega vrykolakas4 con la palabra eslava varcolac5. La primera es la palabra con la que se designaba a una especie de muerto viviente a diferencia de un vampiro, en cuanto a la segunda, varcolac designa a una especie de demonio lobo que puede cambiar de forma. El pricolici6 por otro lado son grades lobos con alma humana, mitad lobo mitad humano, más concretamente el hombre lobo. Los ojos azules de Malachy parecían brillar, nunca lo había visto tan animado. Detrás de Malachy, Sam se llevó las manos a la cabeza, y con un dedo hizo un gesto circular indicando la salud mental de Malachy. −Por supuesto, yo estaría loco si creyera en estas cosas, Sam – dijo Malachy sin volverse, sabiendo lo que estaba haciendo Sam− Sospechó, que lo que tienen los rumanos son dos cepas del virus licantropía. Qué daría yo por obtener dos muestras de ese tejido– dijo pasándose las manos por su descuidado pelo− yo sigo intentando convencer a la junta de que necesito una beca para ir a las montañas de los Cárpatos pero por su puesto todo se ha venido abajo. Intercambie una mirada con Lilliana. Esta era la primera vez que Malachy aludía el misterioso suceso que había precipitado su marcha del departamento. − Es por eso que me dio mucha alegría – dijo Malachy, con una pequeña sonrisa en los labios− Cuando me enteré que su marido iba allí. Confusa, acaricie el pelaje del gato enfermo, desprendiéndose una bola de pelo. − No me di cuenta de que esta usted interesado. Quiero decir, que usted es del campo de la ciencia, mientras que Hunter es del campo sociológico. Mi querida niña, por supuesto que estaba interesado. Aquí, mantengan a nuestro paciente un momento. – Puse mi mano sobre el gato deshidratado mientras Malachy volvía al ordenador cerca de su escritorio donde había un panel con muchos mandos.

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Se trata de un vampiro que tiene sus raíces en Grecia, Macedonia y el área de los Balcanes. Sólo salen de noche y se alimentan de sangre y de la carne de los humanos. 5 Se trata de un lobo demonio que puede cambiar de forma. Algunos hasta pueden tener poderes mágicos. 6 Se trata de un hombre-lobo, su única función es la de daña a los seres vivos. Los aldeanos rumanos creían que los maleantes, asesinos, cuando morían se convertían en pricolici con el fin de seguir haciendo daño.

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Mientras esperaba que los rayos X del gato aparecieran en la pantalla. De pronto Malachy dijo: − ¡No me interesa! – hizo un bufido de burla− honestamente, señorita Barrow, ¿piensa que mis experimentos con el virus licantropía no han influido en la selección de los internos? Me sentí como si me hubiera abofeteado. − ¿Está usted diciendo que es por eso por lo que eligió este grupo?− esperaba que lo negará pero en vez de eso levantó las cejas en señal de afirmación. − ¡Oh, por el amor de dios! No reaccione tan exageradamente. ¡Ah! – dijo mirando la pantalla donde salía los rayos X del gato. −Vamos a ver. Bueno, chicos, echen un vistazo y díganme que ven.– Mientras todos rodeaban el monitor, Malachy me miró. −No irá a ponerse de mal humor ahora ¿no?. Obviamente, es una veterinaria de talento, pero también lo eran los otros solicitantes. Y a diferencia de Ofer, usted no tiene ninguna experiencia en neurología. Acababa de confirmar todos mis temores y dudas. Pero lo había confirmado en un tono tan casual que implicaba que tanto mis compañeros como yo, deberían de ser conscientes de mi inexperiencia. Era diligente, con un trabajo flojo, pero sin talento natural. “No, no es así”, dijo una voz terca dentro de mí. “tú tienes talento y empuje” ”no permitas que él te defina” él es de la clase alta británica. Sobresalen en dos cosas. Jardinería y desdén. − Me gradué con las notas más altas de mi clase en Tufts.– dije, mi corazón latía con fuerza, nadie estaba prestando atención a los rayos X ni al gato, quienes estaban aprovechando esta oportunidad para dejarme fuera. Agarre al gato suavemente por la nuca y continúe. −Mis recomendaciones fueron brillantes. Si la única razón de que escogiera fue por la investigación de mi marido, ¿Cómo explica la selección de Lilliana? Ella no es veterinaria. Lilliana había sido sacada del programa externo del Instituto de trabajo social, algo que había supuesto un duro golpe para Sam, Ofer, incluso a mí misma. Por lo que a nosotros se refiere, los trabajadores sociales estaban para mantener a raya a los propietarios de nuestros pacientes, para evitar hacernos preguntas que no podíamos contestar, y para ayudarles el superar la confusión y el dolor. Se suponía que no debían ser parte del equipo médico, o por lo menos no estar incluidos en nuestras decisiones. http://novelvampir.blogspot.com/

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“Mad Mal” era conocido por salirse siempre con la suya, pero personalmente, me preguntaba si solo había elegido a Lilliana por hacer algo inesperado. Sin embargo, en el momento en que mis palabras salieron de mi boca, lo lamente. Lilliana era brillante además de mi amiga. La verdad era, que nos había ayudado a tomar buenas decisiones, ella era muy buena en prevenir las reacciones de los dueños de los animales y nos ayudó a mejorar nuestras respuestas. Pero yo tenía que saber si mi empeño en estar en el equipo de Malachy había sido un error. − La señora Jones tiene una licenciatura de neurociencia social, así como una perfecta fluidez en el sistema de codificación. Además – dijo Malachy con expresión irónica− Que yo recuerde, usted fue muy persuasiva mientras me sentía claramente como el tiempo. Usted dijo que yo era para contrarrestar la falta de tacto que usted tenía con la gente – dijo Lilliana sonriéndome. Malachy se flotó la barbilla considerándolo. − Es completamente plausible. Y por supuesto usted es una persona que estéticamente está muy bien. Eso fue un factor inconsciente en la toma de mi decisión. Lilliana me contó que su madre era rusa y su padre de Etiopía. No tenía ni idea de que se parecía a sus padres, pero Lilli era esa clase de persona con una belleza sutil, esbelta y de ojos saltones que encantaba tanto a hombres como a mujeres. − ¿Y qué hay de mí? – dijo Sam aclarándose la garganta. − ¿Qué hay de ti? – dijo Malachy, sin molestarse en mirar en su dirección. La madre de Sam era dueña de una compañía aérea, y, presumiblemente, había donado una cuantiosa aportación al comité de prácticas.−lo que nos devuelve al tema de los lobos, hemos tenido una gran alegría con nuestros híbridos, mientras usted estaba fuera, señorita Barrow. Me tomó un momento para darme cuenta de este cambio brusco de conversación. Dos días antes una mujer rubia con unos tatuajes de motos, había traído un perro nervioso muy flaco. Ella nos contó que había estado fuera de la ciudad y que su perra Pia había sido atacada por un Pit bull en el parque. Yo había examinado las laceraciones en la pata de Pia, y le pregunté si había sido vacunada contra la rabia. Además Pia parecía ser mitad lobo y existía cierta discusión sobre si esta vacuna era efectiva para los lobos. Antes de que la mujer motorista respondiera, añadí que cada estado tiene unas leyes diferentes en cuanto a los híbridos de lobo: en New York, eran considerados animales peligrosos. En ese momento, la dueña de Pia se puso muy nerviosa. Creo que habría cogido a su perro y se lo hubiera llevado de vuelta a su casa, excepto que el pobre animal daba un respingo cada vez que se le tocaba el abdomen, lo que sugería lesiones http://novelvampir.blogspot.com/

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internas. La mujer motorista estuvo de acuerdo en dejar a su perro con nosotros durante la noche. De eso hacía ya dos día, y no había ningún número de contacto, que era lo más preocupante. Porque el Instituto Animal Medico es una gran hospital universitario, y mucha gente asume que nosotros corremos con los cargos. Pero eso no es así. Si la dueña de Pia se había enterado de esto, y se dio cuenta de que no podía permitirse el lujo de pagarnos, no podría llevarse a su animal. Y un supuesto perro que fuese un hibrido de lobo, no sería apto para la adopción. Si no regresaban a por ella, se la sacrificaría. Y Pia estaba bien, pues los rayos X había demostrado que su abdomen estaba bien, solo presentaba algunas magulladuras. Intenté mantener mi voz tranquila. − ¿Qué ha ocurrido con Pia? − De acuerdo con Sam, ella tenía, y citó “un gran problemón”. Él trató de obtener una muestra de su medula ósea desde el laboratorio de chocolate próximo a la jaula de ella, y al final se puso aullar. − Quizás no le gustase su técnica – sugirió Ofer− Sam se enfado.− Oye, enano venenoso, no hice nada mal. Algo va mal con ese animal, y lo sabes. Por supuesto que hay algo mal – dijo Malachy arrastrando las palabras− ella está enferma y nerviosa. Usted tendrá que lidiar con otros caninos en el futuro, al menos que sus prácticas se restrinjan solo a animales sanos. Malachy hizo un gesto sobre el gato, que aun sujetaba. − En cualquier caso, Sam se hará cargo de tu paciente mientras te diriges al cuarto piso. Quizás tengas más suerte en obtener la muestra de la medula ósea. Lilliana será mejor que trates de localizar a la dueña del hibrido. Después de que Pia se tranquilice, se nos ha ordenado que sea sacada del instituto en menos de 20 horas. Ahora, Sam, vamos a ver si tratamos de averiguar algo más sobre estos rayos X. Lilliana me hizo señas y nos marchamos dejando a Sam a merced de Malachy. − Bueno – dijo tratando de hablar de algo mientras esperábamos el ascensor− ¿Qué ocurrió con Pia exactamente?

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− No estoy del todo segura. Pero lo que fuera, todo el mundo en el edifico, oyó su aullido, y la junta decidió que no teníamos licencia para tratar animales peligrosos. Las puertas del ascensor se abrieron y entramos. Por un momento me quedé mirando como los votos de las distintas plantas se encendía. ¿Lilliana? ¿Crees que la dueña tiene intención de venir a por ella? − Por supuesto. Le dije a Malachy que no habría manera en la tierra de que ella abandonará a su animal. − ¿Cómo puedes estar tan segura, Lilli?− para ella no era un algo difícil, para mí algo curioso. Lilliana tenía el don de poder leer la mente de las personas como si tuviera rayos X. Lilliana frunció el ceño.− Es algo difícil de explicar. Como explicarte, a ver, Pia es una persona para su dueña, no una mascota. Te iba a preguntar si yo puedo ayudarte a sujetar a Brownie mientras le extraes la muestra de la medula ósea. A cambio me ayudaras a ponerle a Pia un chip localizador. − Me has leído el pensamiento. Lilliana me miró con sorpresa. − Ojala pudiera leerte el pensamiento. El ascensor se paró en nuestro piso y antes de que las puertas se abrieran ella dijo: − La cuestión es, si ella no tiene chip, ¿Cómo podemos mantener a Malachy alejado para que no se la lleve a su casa y experimente con ella? Hasta ese momento, no se me había ocurrido que Malachy pudiera continuar con su investigación de manera independiente, por supuesto, era normal que lo hiciera. Seguí en silencio mientras salíamos del ascensor y otro grupo de personas entraban en el, puesto que no quería que nos oyeran hablar sobre nuestro jefe, el científico loco. Una vez que empezamos a caminar por el pasillo dije: − Supongo que podría tener a Pia en mi casa durante unos días, le pediré a mi marido que cuide de ella mientras yo estoy trabajando. − ¿Él haría eso?

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− Estoy segura− dije− al menos creo que lo hará. El se vuelve un poco raro cuando está escribiendo, no le gustan las distracciones. – me preocupa que en este caso Hunter se negará− pero creo que él podrá cuidar del perro unos días. Lilliana se quedó en silencio durante un momento, el único sonido procedía de sus tacones al chocar contra el suelo. − Por otro lado – dije intentando bromear sobre el asunto− si Malachy infecta a Pia con el virus licantropía y ella se vuelve humana, ella podría llevarlo a juicio por mala praxis. Doblamos la esquina, y Lilliana saludó a otro internó que iba en dirección contraria. A diferencia de mí, ella parecía conocer a todos en el Instituto. − Pia no tiene instinto asesino. Si ella se convierte de perro a mujer, ella volverá como un tierno cachorrito y le seguirá a todas partes. − Espera− dije con fingida seriedad− quizás deberíamos barajar la posibilidad de que “Mad Mal” está creando bestias humanas. Echa un vistazo a Ofer. Se parece a un mono. ¿Y qué me dices de Sam?. No me dirás que tiene un ADN humano completo.– Dudé, entonces puse mi mano en el brazo de mi amiga− Hey, Lillia, siento si antes te ha molestado lo que dije, cuando le pregunte a Malachy porque te había elegido. Nos paramos en frente de la puerta de la sala B, y Lilliana me miró. − No me moleste. ¿Qué piensas de toda aquella charla sobre hombres lobos? − Creo que hemos perdido una mente privilegiada. Seamos realistas, aunque algunas veces tengamos conexiones irreales no significa que seamos genios, y otra veces significa que necesitamos anti psicóticos. Y si piensas que la gente puede convertirse en lobos, yo sé en qué grupo estaríamos. − Inserté la tarjeta en el lector para que abriera la puerta B− ¿No es verdad, Pía? El hibrido de lobo aplastó las orejas y trató de meterse al fondo de su jaula. La mayoría de la gente piensa que los lobos son enormes, que impresionan, animales feroces de ojos desafiantes e inteligentes, y con aire amenazador. No sé si Pia era como todos los lobos, era la perra más asustadiza, tímida y sumisa que yo había visto nunca. Nos había costado mucho trabajo meterla en su jaula, junto a la jaula de Brownie el chocolate del laboratorio, y Duncan, el Bouvier a quién le habían clavado un tenedor en la mejilla mientras que intentaba quitarle un trozo de carne a su dueño. El Bouvier ya no estaba, pero Brownie estaba todavía aquí, moviendo su cola de la alegría como buen

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Labrador. Pía se mantuvo en posición supina con la cabeza larga y estrecha entre sus patas, y sus ojos amarillos cautelosos, siguiéndonos de izquierda a derecha cualquiera de nuestros movimientos. Yo ya había visto otros Yorkies con más coraje. Malachy decía que era porque no todos eran lobos alfa, así es que si elegías uno de la camada tenías más posibilidades de llevarte una más sumisa. No es la clase de mascota que la gente está buscando, cuando quieren criar una cría de lobo, aunque algunos animales son nerviosos pero pueden ser atrevidos y peligrosos. Incluso puede ser más peligrosos. Me arrodillé delante de la jaula de Pia y le di a oler mi mano. Su hocicó se acercó para olisquearme. − Buena chica – dije mientras me olía con su hocico arrugado Lilliana se arrodilló a mi lado. − Parece un poco rencorosa, pero por lo menos está avanzando ¿verdad? − En el lenguaje de perro, me dice que está nerviosa pero no es peligrosa. Tranquila chica. Mientras pensaba mi próximo movimiento, oí un gruñido de lamento profundo que venía del otro lado de la pared. Sonaban como Duncan, despertándose de la anestesia. Pia se revolvió en su jaula, tratando de retroceder hacia la esquina, respiré profundamente, capturando un profundo olor entre antiséptico y un aroma entre almizcle, carne y miedo. Me acerqué a Brownie, abrí su jaula para acariciar su enorme cabeza. Has crecido. – dije sintiéndome culpable por la mirada de confianza en esos grandes y oscuros ojos. Aunque yo no era tan torpe como Sam, iba a tener que lastimar a Brownie. Con el fin de conseguir una muestra de medula ósea, tendría que utilizar un taladro para penetrar en los tejidos más profundos. Tomar una muestra de medula ósea era doloroso, incluso con anestesia local. Pero siempre existe un riesgo asociado al hecho de dar más anestesia de la debida y Brownie no era tan joven. − ¿Sabes qué? –dijo Lilliana − Vamos a mover a Brownie para que no altere a Pia. Lilliana y yo le colocamos la correa a Brownie y lo trasladamos a una habitación más pequeña al lado del pasillo. Nos costó mucho esfuerzo levantar a Brownie y ponerla sobre la mesa y esperé a recuperar algo de fuerza antes de ponerle la anestesia local y ponerme con el taladro, Brownie era como un niño grandote y pesado, por lo que tuve

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que hacer palanca con mi peso para introducirlo. Una vez que supe que tenía el taladro en la posición adecuada, inserte la jeringa. − Lo siento – dije, cuando el perro emitió un profundo gemido. − Estamos casi listos− dijo Lilliana, su tono era muy relajante− perfecto, Abra. Saqué la muestra y al mismo tiempo Brownie echo la cabeza tan rápido hacia mí para morderme, pasando la lengua por su boca tan rápido para dejar claro que no tenía intención de morderme. − Lo sé, muchacho, sé que no me ibas a morder. – le di una palmadita a Brownie mientras rodeaba la mesa de operaciones. Empecé a colocar las diapositivas de cristal en la bandeja de los instrumentos. Lilliana sacudió la cabeza con admiración. − Que rapidez, has cogido las muestras y no le ha dado tiempo ni a quejarse. − Eso es lo que quería. Lilliana me miraba como colocaba unas gotas de sangre en las diapositivas. Cuando las tuvimos preparadas, me ayudó a poner a Brownie en el suelo. − ¿Sabes?− dijo ella− Malachy te respeta. − ¿Estás de broma? Me dijo que me contrató porque mi marido estaba investigando a los hombres lobos. Rectifico – me corregí a mi misma− a los lobos. Lilliana me cogió de la mano. −Sé lo que dijo, pero su cara mostraba lo contrario. − “Mad Mal” dijo que habías estudiado algo sobre leer los gestos de la cara. Lilliana asintió con la cabeza. − Se llama FACS, sistema de codificación de acción facial. Se trata, básicamente, de un índice de micro expresiones que tienen todas las culturas y se deslizan bajo nuestro consciente. Por ejemplo, cuando Malachy hablaba de Sam, vi un destello de desacato. Cuando mencionó a Ofer en lo de la neurociencia, su rostro se mantuvo neutral. Pero cuando habló de ti, él sonrió, solo por una fracción de segundo, pero fue una sonrisa real. − Mmmmmmm− dije mientras llegaba a la puerta− ¿y que revelaba su cara cuando pregunte por ti? Los ojos de Lilliana brillaron con diversión.

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− En realidad, yo le intimido. Oye, se me olvidó decirte sobre el hombre que vino con un búho bebe. − ¡Estas bromeando! – estaba a punto de hablarle a Lilliana del encuentro con el hombre y su búho en el metro cuando abrimos la puerta de la sala B y descubrí que el día me deparaba más sorpresas. Pía se había ido.

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Capítulo 4 Todo el mundo se puso a buscar a nuestro paciente perdido mientras yo iba al baño. Me había venido la menstruación justo después de que Hunter y yo hubiéramos hecho el amor. Solo sangraba un poco, pero sabía que necesitaría colocarme algo antes de que me viniera más fuerte. Supongo que cada estudiante de veterinaria y médica pasa por una fase hipocondríaca. La mía no fue tan mala; solo tenía miedo de contraer la rabia por una mordedura, contraer alguna bacteria por tener alguna herida abierta, o por algo toxico tras haberme olvidado el tampón durante 24 horas. Esto puede sonar desagradable, pero déjenme decirles que después de estar de pie durante 48 horas, es normal que se te olvide muchas cosas que tenias en la cabeza. Es por eso, por lo que tiendo a usar toallitas sanitarias. Así es que abrí la puerta del baño y me dirigí hacia el más lejano. Allí, acurrucada junto a la taza del baño, estaba Pia, con sus orejas triangulares plegadas a su cabeza. El hombre desaliñado del búho del metro estaba arrodillado a su lado. Creo que di un gritito de sorpresa. − ¡Este es el baño de mujeres! Pía gruñó. − Tranquila. – el hombre miró al perro y luego me miró a mí con una sonrisa triste− esto es un poco estúpido. No dije nada, y el hombre se puso de pie. − Bien. Admito que esto parece algo peculiar, pero puedo explicarlo.− se pasó una mano nerviosa por su pelo castaño canoso, parecía tener un corte de pelo a la moda, en un hombre que viste a la moda con un buen traje en unos vaqueros desgastados y una camiseta barata blanca. − Pues explícate. Pía gruño por lo bajito. − Calla, chica. Este lugar le pone nerviosa. – dijo en tono de disculpa − Sí, oí que esta mañana empezó a aullar.− instintivamente, alargué la mano para que Pía me oliera, sin apartar la mirada del hombre. De repente se me ocurrió algo.− mis http://novelvampir.blogspot.com/

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compañeros pensaron que ella se había asustado de lo que le ocurría al otro perro, pero me preguntó si tiene que ver con usted. – oh, es lo más inteligente que has podido decir, Abra. ¿y si es un loco? Se me olvidó la primera regla de new York: no antagonizar con los locos. − Seguro que ella si se quejó cuando me olió. Supongo que quería salir de aquí.− el hombre rizó el pelo de la parte superior del cuello de Pía. Tenía un toque suave que el perro parecía aceptar − ¿Trabaja aquí?− preguntó señalando mi bata blanca del laboratorio. Si. – sin pensar me agaché para darle una palmadita a Pía dándome cuenta de que acaba de hacer algo muy estúpido. Ahora estaba justo debajo del extraño. Lo peor, sin embargo, es que estaba de cuclillas en el baño. El hombre me miraba, con extraña preocupación, su cabeza inclinada, y las fosas nasales dilatadas. Espera. ¿Me está oliendo? miré hacia abajo y seguí acariciando a Pía como si este pensamiento nunca hubiera pasado por mi mente. Cuando el desconocido habló, su voz fue baja y suave, que por un momento me costó entenderle. − La pongo nerviosa. Me incorporé, dándome cuenta de que estaba demasiado cerca de este hombre. −Un poco. – me obligué a retroceder, porque los perros y los asesinos en serie tenían una reacción agresiva. − Usted, también me pone un poco nervioso. Me encontré con una reacción estable y divertida. Dándome cuenta que había algo agradable en su apariencia. Tenía pómulos salientes, un curtido rostro que había visto en fotos de la depresión. − ¿y eso? − Soy esa clase de persona que hace las cosas a su manera sin armar alboroto, y usted parece que esa clase de mujer que no se aleja de los peligros. Cruce mis brazos. − No busco pelea… − Pero como ya dije, no da marcha atrás, incluso aunque hubiera una pared de ladrillo, me imagino. – dicho esto, el hombre se movió de manera que quedó entre la puerta del baño y yo.

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− Sentí una punzada de advertencia y de peligro. − ¿Me seguiste desde el metro a mi casa? Él inclino su cabeza hacia un lado. −¿Señorita? −Negué con la cabeza. Había venido a la clínica; no había manera de que supiera lo de mi pequeña aventura de escaladora. − No importa. Escucha, necesito saber que haces aquí con el perro, señor… − Red Mallin, amigo de Jackie Roberts, dueña del animal.− “amigo” significa novia, supuse. Me tendió la mano y yo se la estreché sin pensármelo. Su piel era cálida, y en el momento que nuestras manos se tocaron me sentí muy extraña. Me di cuenta que estábamos mirándonos el uno al otro. Me pregunté, si a nivel de los animales, era porque había mantenido relaciones sexuales por la mañana. Insatisfecha en el sexo, me dijo una vocecita interior. Había algo en la manera en la que estábamos que aprecia algo inapropiado. ¿Por qué no hablábamos? No sentía miedo. −Así es que, ¿es usted la doctora Abra Barrow?− señalando mi tarjeta de identificación− − Si− dije con la garganta seca. − Si – parecía desconcertado− ahora, iba a explicarte− ¿llevas algo? ¿Te has puesto perfume? − No. − Ah− dejo caer la mano para tratar de serenarse. Red parecía estar cada vez más nervioso, pero no tenía por qué estarlo. Vi como manchas rojas cubriendo sus mejillas. − Bueno− empezó hablar, pero yo hable a la misma vez. − Entonces, ¿Pía no es tu perro?. Red y el hibrido de lobo intercambiaron miradas. No, Jackie me pidió que viniera a por ella por si estaba metida en algún tipo de problema. Me acorde del comentario medio en broma sobre que Malachy quería experimentar con Pia. Ahora que lo pensaba, había sido un poco extraño que Malachy hubiera querido mantener el caso de Pia, ya que no estaba claro que su dueño podía permitirse nuestros servicios. Recordé la conversación con Malachy sobre que me había

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contratado debido a la investigación que Hunter sobre la licantropía: ¿qué pretendía Malachy con este animal? Y por otro lado ¿Qué ocultaba este hombre?. −¿Por qué no viene Jackie Roberts a por la perra?. Red tenía la habilidad de sostenerse en un solo pie, algo que me gustaba. Al parecer no soy muy directa… − Bueno, ella pensó que yo sería capaz de averiguar algo sobre el estado de Pia, puesto que tiene un poco de mezcla de lobo. Soy una especie de experto ¿ves? Aquí está mi tarjeta de visita.− sacó su billetera de sus vaqueros y extrajo una tarjeta blanca con un dibujo de un lobo o coyote. No pude dejar de notar que el dibujo correspondía al que tenía en su bíceps derecho. – Red Mallin− dijo como si no supiese leer la tarjeta− Agente de soluciones del mundo salvaje. Miré la tarjeta y después a él. −Y ¿Por qué no sube a recepción y se presenta, señor Mallin? Red sonrió. −Bueno, no sé. A veces los tipos de las grandes ciudades no parecen valorar mi opinión tanto como yo la suya. − ¿Qué ha hecho con la lechuza? Ella está aquí. Hemos hecho una especie de trato. Me di cuenta que sus pelo canoso le hacía parecer más mayor, así como las quemadoras solares. Posiblemente Red rondaría los 40 años. Me quedé pensando que él se parecía a esas personas que van a los“reality shows”, anunciando que su esposa lo ha abandonado, una gorda teñida de rubio, por su hermana, una demacrada rubia sin dientes. − Seguramente, no quiero saberlo. ¿De dónde sacó a la lechuza? − De un ático. Escucha. Te juro que no soy un traficante de animales que va por ahí vendiendo animales salvajes a la gente estúpida. Sólo quiero llevar a esta chica con su mama, eso es todo. Jackie sabe cómo cuidar de lo suyo.− Red sacó un papel arrugado del bolsillo de sus vaqueros− puedes llamarla si quisieras verme. No tengo móvil.− Red me miró parecía sorprendido− Bueno, dispara. – parecía haber terminado con sus argumentos. – no tengo nada más que decir.

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− Está bien. Te creo. – en el momento de decirlo sentí un pellizco en el estomago. Pero le creía. Estaba desaliñado, pero inspiraba confianza. Pía se puso de pie y movió la cola dos veces en señal de que estaba de acuerdo con nosotros. −¿Oyes eso, Pía?. Volvemos a casa. – Red le rascó detrás de la oreja mientras ofrecía una esplendida sonrisa de conspiración. Déjame que mire si en el pasillo hay alguien.− fui hacia la puerta abriéndolo un poco− todo bien. Pueden irse. Red se detuvo en la puerta. − Escuche doctora, si alguna vez encuentra en su sótano una criatura, salga y llámame. Eche un vistazo a la tarjeta que me entregaba. Había una dirección de email, y un número de contacto gratuito. − Vivo en un apartamento. Red silbó a la perra que fue hasta sus pies. El perro, si eso es lo que era, parecía tan calmada, algo que nunca había visto antes. Incluso agitó la cola cuando se volvió hacia mí. − ¿Ves? Te está dando las gracias. − Vete – dije con una sonrisa. Colocó su mano encima del pomo, y se volvió. −Siento lo de su bolso, doctora. Estaba a punto de decir algo, cuando me volví y me congelaste. − ¿Perdona? − Ya sabes, en el tren. Me distes una de esas advertencias de “ni se te ocurra hablarme” te miré, y me encogí de hombros. Así es que no te dije nada. Pensé en como tuvo que haber sido bajo su punto de vista. −Siempre me encuentro con gente equivocada.− dije− si hubieras sido un perro , habría sabido que todo está bien en ese momento. Los ojos de Red se iluminaron con diversión. − Inteligente con los animales, estúpido con la gente. Es lo que me abuelo solía decirme. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Suena como me decía mi madre. − Bueno. − Bueno. – nos quedamos allí de pie, en un momento incomodo. Red me cogió la mano y se la llevó a la boca, para besarme en los nudillos y se marchó. Yo me quedé allí inmóvil, por la reacción física que había tenido por su contacto físico. Se trataba de un flirteo. Había cometido un flirteo. Entonces me di cuenta que la leve humedad que corría por mis piernas, quizás no fuese excitación. Me precipite de nuevo hacia dentro del baño en busca de una compresa, y por si había alguien dentro del baño. Cuando salí a lavarme las manos, vi que Lilliana se estaba metiendo su blusa de seda en sus pantalones grises de lana. − Maldita sea. Bueno, espero que su verdadero dueño no le haga daño, ni sea un pez gordo del control de animales.− ella me miró atreves del espejo. − ¿estás bien? − Claro – dije, no estando muy segura de por qué mentía a mi amiga, pero lo estaba haciendo de todos modos.− Es sólo que estoy con la menstruación.

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Capítulo 5 Yo siempre había sido esa clase de persona que se preguntaba el por qué de las cosas. Podría pensar, como un escritor, que Hunter tenía tendencia a analizar la vida, pero en verdad, es que Hunter informa sobre las cosas. La ambigüedad de sus historias, hace que los lectores saquen sus propias conclusiones, es lo que más les gusta de él. Quizás la mayoría de sus lectores de Outside, están cansados de “la arrogancia del lado natural” un chiste malo, que es el punto del resto de artículos. Con Hunter, se obtiene un arte determinado, como el rastro de sangre en el parabrisas cuando has atropellado a un venado o como los surcos intrincados del tatuaje de una joven prostituta en Maori. Por lo tanto no tenía ningún sentido preguntarle a Hunter que había cambiado en nuestra vida sexual. Varias semanas después del regreso de Hunter, hacíamos el amor todos los días, y esto era como otra inesperada segunda luna de miel; aunque esto, no hacía que tuviera otro pensamiento en mi mente. No podía evitar pensar en mi extraño encuentro, con aquel agente del mundo salvaje. Iba a trabajar como un robot, ni siquiera me había dado cuenta de que Malachy estaba cada vez más pálido y más débil hasta que Lilliana me lo comentó. No había vuelto a señalar a los hombres lobos, ni a la investigación de Hunter. Como yo, Malachy parecía estar a travesando una etapa de sonambulismo y Ofer posiblemente sería cambiado de departamento. Pero mientras Malachy estaba preso de alguna enfermedad sin nombre, yo estaba a la deriva, en un estado de lujuria permanente. Literalmente y figuradamente, yo era la esclava de Hunter, esclava de su atención y de sus caricias. En cuanto a mi marido, él era más autocrático, imaginativo y apasionado de lo que yo podía recordar, incluso más que al principio de nuestra relación. Conocí a Hunter hace 8 años, durante mi primer año de universidad, y él estaba en el último curso. Los dos estábamos en la Biblioteca de Ciencias, preparando nuestros exámenes. Fue una tarde a principios de noviembre y el cielo era de un oscuro pálido que siempre me hacía sentir triste y un poco desanimada. Me sentí triste por una serie de razones. Tenía falta de sueño, había engordado 5 libras, y mi compañera de cuarto me había abandonado para irse al cuarto de un guapísimo chico para tener sexo. Sabía que era sexo maravilloso, porque algunas veces ellos lo habían hecho en el dormitorio.

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Mi madre me había enviado una tarjeta para decirme que se marcharía como voluntaria al refugio de animales y que era libre de hacer planes con mi padre. Mi padre estaba en Key West con su novia, Moon, regentando un pequeño hotelito local, donde la gente vivía y pagaba por semanas. Moon era solo cinco años mayor que yo, pero aparentaba 30 por unos surcos oscuros debajo de los ojos. Ella aseguraba que era psíquica y sabía que yo era virgen sin habérselo dicho. Cosa que no era muy probable: ya que la mayoría de la gente parecía darse cuenta de eso por su cuenta. Al principio no podía comprender que estaba haciendo este chico guapísimo con un jersey de pescador. El me miraba con el ceño fruncido en su rostro de Heathcliff 7 mientras miraba el reloj. Yo había perdido mis lentes de contacto y llevaba mis gafas azules que mi madre me había comprado haciendo juego con mis ojos. Aunque no lo eran; pues eran grises. Supuse que Heathcliff quería mi sitio junto o la ventana, o quería un ordenador, mientras me miraba con el ceño fruncido. Cuando él se acercó dejó caer una nota sobre mi libro, le miré enfrentándome a su cara y pensé que el necesitaba ayuda con química. Desplegué la nota, que decía: “Aaggh exámenes parciales Agggh Aggh. ¿Quieres ir a tomar una taza de café en el Centro de Estudiantes?”. Estaba claro que era una distracción momentánea. Porque estaba convencida que un hombre tan guapo nunca se fijaría en mí. Después de "exámenes parciales Aggh" Escribí un signo de exclamación. Luego añadí: “Todavía no, debo terminar el capítulo”. Heathcliff a mi lado, leyó lo que escribí. − ¿En una hora? – escribió− − Claro.−estaba segura: segura de que para entonces ya se habría marchado. Pero esperó mirándome de vez en cuando. Y yo perdí toda la concentración cuando el reloj dio las seis. − ¿Lista? – allí estaba de pie, mirándome con una mirada que era parte admiración y parte desconcierto. Sentí que él me había sorprendido al preguntarme. Estaba tan tensa que requirió un enorme esfuerzo concentrarme. Mientras caminábamos al centro de estudiantes, escuchaba con atención como Hunter me contaba sobre su carrera, sus irritantes compañeros de hermandad, sus planes después de la graduación y su peculiar dieta. Resultó que Hunter odiaba el queso. Él lo llamaba “el cadáver de la leche” citando a James Joyce. Me hizo gracia pensar que seríamos una pareja terrible a la que invitar a cenar, pues yo era vegetariana y básicamente vivía de queso. 7

Personaje ficticio en la novela Cumbre Borrascosas de Emily Bronte. http://novelvampir.blogspot.com/

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Esto sonó como si supusiera que él querría verme otra vez: me quemé con mi humillación. −¿Por qué eres vegetariana? – Hunter y yo compartíamos una comida a base de café y patatas fritas. Todo a nuestro alrededor, eran muchachas muy delgadas, muy guapas, con cuellos vueltos, vaqueros Levis con agujeros, tomando cappuccino y leyendo notas del libro de Mary Shelley, Frankenstein. Solo una de ellas llevaba gafas, era un modelo de gafas finas y negras, que solo se las ponían cuando querían aparentar ser intelectuales. − No me gusta la idea de apoyar a las industrias cárnicas – yo llevaba una sudadera en azul marino y un pelo sin lavar recogido en una coleta desordenada en la parte superior de mi cabeza.− todos aquellos pobre pollitos sin picos, todas aquellas terneras sobrealimentadas para hacerlas engordar con ulceras en los ojos y sus pezuñas blandas. – Hunter comió otra patata frita. − Veo que ya has salido con otros vegetarianos.− ¡Antes! Como si se tratara de una verdadera cita.− Pero Hunter se echo a reír. El tenía el pelo ondulado, el cual se rizaba a los lados y unos ojos marrones oscuros preciosos. Se sentaba como un atleta, músculos definidos, más tarde me entere que jugaba al futbol para el equipo de la escuela. Cuando se quitó el suéter pude ver la sombra de sus músculos pectorales a través de su delgada camiseta blanca. − Oye – dijo− ¿puedo hacerte una pregunta personal? − Claro− respondí tratando de controlar mi nerviosismo. − ¿Por dónde te llega el pelo si te lo sueltas? Aquí es donde yo tendría que a verle deslumbrado.− Por mitad de la espalda. Pero ahora mismo no está muy limpio. Hunter se echó hacia atrás y tomó un sorbo de su café. − ¿quieres dar un paseo? El quería dormir conmigo, pensé, pero al amanecer volverá a su infernal fraternidad en donde vive y se olvidará de mí. − Tengo que volver a la pecera− así era como todos llamaban a la biblioteca de ciencias.

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Malditos exámenes parciales. Más tarde me enteré que su familia se había trasladado a Inglaterra cuando tenía 16 años. Hunter había conservado ese estilo a lo Ralph Lauren del británico de clase media−alta, y que sería más pronunciada cuando nos mudáramos a Manhattan. Afuera, por el camino mal iluminado que nos llevaba hacia la biblioteca, Hunter me agarro del codo y me atrajo hacia él. Yo estaba mareada por el olor de él, masculino, con un toque de Marlboro, y un toque de jabón. − Abra, ¿te gustaría que nos viésemos de nuevo o te estoy molestando? Yo quería hundir mis dientes en su labio inferior y besarle hasta que no hubiera sangre. Quería ponerme de rodillas y morderlo a través de sus vaqueros. Una violenta lujuria me sacudió y tuve que tomarme un tiempo para poder responderle. − Estoy interesada en verte de nuevo − Bien.− una sonrisa brillante iluminó su rostro ensombrecido como si una luz hubiera pasado por su rostro. Después encendió un cigarrillo y se convirtió otra vez en el hombre temperamental y desconocido de antes. ¿Qué había visto en mí?, quise preguntarle. ¿Tendría predilección por las vírgenes?. Meses más tarde reuní el suficiente coraje para preguntarle qué es lo que le había atraído de mí. − Tú confianza. – dijo− la forma en la que te sentabas con esas ropas tan confortables completamente sumida en tu trabajo. La forma en que no parecías hacerle caso a tu aspecto como el resto de patanes que estaban estudiando. Con tu pelo recogido, y esas gafas de los años ochenta. Tu parecías… no sé cómo explicarlo. Como una monjita en paz consigo misma. Cuando finalmente hicimos el amor, dos semanas después de nuestro primer encuentro, yo seguía riéndome cada vez que me tocaba. Tenía tan poca experiencia sexual que todas mis zonas erógenas tenía cosquillas. Quería pedirle a Hunter que fuese más rudo conmigo, pero él era demasiado considerado. Había montado a demasiados caballos como chicas había desvirgado cuando él me penetró, pero hubo un poco de dolor cuando el profundizó más. Yo quería seguir a ver donde me conducía ese dolor, pero Hunter se contuvo, hasta que al final no hubo tiempo para ponerse al día. − ¿Estás bien, Cadabra? − Mm – dije segura en sus brazos. Después de que se quedará dormido, empecé acariciarme entre las piernas acordándome de imágenes de viejas películas de mi madre:

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la joven bruja bonita, retorciéndose entre la lujuria y el pánico, con las muñecas atadas a una estaca, a medida que Satán, brillaba con todo ese maquillaje rojo. Todas las revistas te decían que tenía que ser abierta y transparente en decir que es lo que querías hacer en la cama, pero esto suponía tener más confianza. Nunca me sentí completamente segura de que Hunter me amará. Todo lo que yo sabía es que él tenía la imagen de mí como la de una monjita segura de sí misma. Mi madre solía decir que esperaba que el sexo fuese bueno, ya que era posible que en el futro él me tratará como una basura. Porque no podía preguntarle a ella porque ahora me convertía en una mujer de negocios esclava, me moría por saberlo: ¿significaba que Hunter ahora me veía diferente? O significaba ¿qué ya no me veía?

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Capítulo 6 Al final, tuve que admitir que había algo que estaba mal. Pero me tomó un tiempo averiguarlo. Habiéndome pasado un poco con la bebida, me encontré siendo capar de conciliar el sueño y permanecer así cosa que no ocurría desde mi adolescencia. Olvide tomar las pastillas de dormir, ya había descubierto la verdadera cura para el sueño, sexo induce al coma. Hunter empezó diciendo medio en broma que normalmente era el hombre el que se quedaba dormido después de hacer el amor. Pero yo no estaba agotada físicamente sino insatisfactoriamente. Por una vez en mi vida, mi cerebro no me golpeo en el momento en que me tumbe y cerré los ojos. Era casi como si dejará a Hunter llevar el control, o quizás como si me rindiese. Poco a poco me di cuenta que nadie había dormido a mi lado. El lado de la cama de Hunter estaba vacía cuando me dormir y lo mismo al despertar. Vi signos de una fiesta anoche en la cocina, platos sucios apilados en el fregadero, bolsas de comida para llevar dentro del cubo de la basura que la noche anterior no habían estado allí. Durante años, Hunter y yo habíamos acordado que no iba a entrar nada de carne en nuestro apartamento. Mi nariz era muy sensible al olor de carne muerta, incluso dejando las ventanas abiertas no se iría. Cuando me quejé, Hunter se echó a reír y dijo que le recordará que tenía que sacar la basura a fuera al lado de nuestra puerta. No me pidió disculpas por a ver roto nuestro acuerdo, ni yo lo volví a llamar. Tampoco pregunté porque estaba enfadado consigo y conmigo. Ya no evitaba hacer el amor conmigo cuando tenía el período, es más se regocijaba. Aunque tengo que admitir que me gustaba este aspecto de terrenalidad recién descubierto, estaba menos entusiasmada con su nuevo habito de ducharse cada tres días. Su afeitado también se convirtió en un problema, ya que me dejaba marcas rojas en la cara y en los muslos. Por las noches, empecé a tener sueños muy vivos que no podía nunca recordar. Sabía al despertar que había estado en medio de un drama complejo, pero cada detalle desaparecía cuando me despertaba. Sin embargo, tenía vagas impresiones. El cielo por la noche en el campo, brillantes de estrellas, la luna llena, brillante, hasta que una nube negra pasó delante de ella. Mi marido me zarandeaba mientras yo gemía de miedo. Malachy con su bata blanca de laboratorio, sostenía una gato medio muerto mientras instruía a Sam, Lilliana, y Ofer, sobre cómo debían matar a las cosas. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Empezar con poco− decía Malachy− con algo que este herido, como este gato. Manteneros desafiantes. Id a por algo más grande. Trabajar juntos. Levanté la mano y pregunté: − ¿y yo qué? Tú eres la presa más grande, por supuesto. – explicó Malachy, mientras todo el mundo me miraba con renovado interés.− ah, sí ahora lo vemos. Mi vida más secreta, yo estaba descubriendo, que era básicamente una película de serie B. ¿no estaría mi madre orgullosa?. Después de una semana de a ver tenido este sueño, tuve otro que era diferente al resto. Estaba de vuelta en el metro. Presionada contra extraños, podía sentir como alguien se frotaba contra mí. En la vida real, estaría horrorizada y lo rechazaría, pero en este sueño, el sutil toque contra mi espalda se sentía como las olas golpeando contra mí, sensual e impersonal, anónimo y erótico. Una mano masculina se apoderó de mi cintura, y pensé: esto es como en la historia de Anaïs Nin sobre una mujer y un extraño en el tren, estaba convencida de ello. A medida que el extraño se movía con movimientos sinuosos contra mi espalda, mis pensamientos fueron a la deriva hacia el rostro del hombre, entonces sin previo aviso, me encontré con que yo era ese hombre, luchando por mantenerme a raya y limitándome a este pequeño contacto. Podía sentir mi respiración acelerarse, estaba perdiendo el control. Entonces regresaba a mi propio cuerpo. Miré hacia arriba y vi una lechuza apoyada en una barandilla, con su cabeza orientada a 180 grados, dándome un guiño largo y lento. Me di cuenta que el hombre que me estaba tocando no era un desconocido, bueno no un completo desconocido, en todo caso. −¡Para!− dije tratando de liberarme de su abrazo, me sentí como si hubiera roto algún tipo de hechizo. − Aguanta, cariño, estoy casi listo. – fue la respuesta de Red. Sonaba como si se hubiera corrido. − No lo creo− dije dándole un empujón. Detrás de mí oí a una mujer casi sin aliento. − El ha escrito todo sobre ti. – dijo la mujer levantándome la camisa y mirando mi espalda. En la lógica del sueño, no me pareció curioso que su contacto hubiera penetrado el tejido de la ropa. No me pareció extraño estar mirando por encima de mi espalda y ver que estaba cubierta con unos surcos de color escarlata, que parecía contar una historia

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aborigen o un hechizo chamánico. Me desperté sola en la cama. El reloj de la mesita señalaba las 3 de la mañana y afuera estaba completamente a oscuras. Baje los pies al suelo y camine hacia el pasillo. ¿Hunter? ¿Estás levantado?− cuando buscaba a mi marido por el apartamento, me pregunté porque había tenido sueños eróticos con un Red desaliñado, cuando el único hombre que yo quería que estuviera allí y que vendría a por mi como yo lo había deseado. Pero Hunter no estaba en casa. Y aunque volví a la cama y permanecí allí, ya no pude volver a dormirme. No fue sino hasta la mañana cuando fui a ducharme cuando vi que las marcas rojas se veían con claridad en mi espalda. Sabía que eran las marcas de las sabanas arrugadas sobre mi piel, pero por un momento, en el espejo se veían como símbolos arcanos. Hunter llegó a casa justo cuando salía para el trabajo, parecía sudado y despeinado. Se había levantado temprano para salir a correr, fue lo que me dijo. Parafraseando a Upton Sinclair8, es difícil lograr que alguien entienda algo cuando su matrimonio depende de que ella no lo entienda. Pero incluso estaba empezando a reconocer que unas pocas semanas después de haber empezado, mi segunda luna de miel estaba llegando a su fin. Aun así, me hice la ignorante para alargar un poco más esta relación aunque no entendía porque estaba llegando a su fin.

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Escritor estadounidense ganador de un premio Pulitzer en 1943, con su obra “ Los dientes del dragón”, un alegato contra el nazismo.

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Capítulo 7 El domingo, 7 de octubre, se acabó mi tiempo de negación. No estaba trabajando y no había nada que me distrajera de mi 30 cumpleaños. Como todos los cumpleaños que terminan en cero, este requería mayor atención. Estaba entrando en la década en la que las decisiones de la vida tenían mayor peso. Mi madre solía decir, a los 20 años, puedes tener tu primera carrera, y tu primer matrimonio que resultará ser otra nota más que comentar a lo largo de tu vida. Sin embargo, a los 30, alcanzarás tu edad adulta. Tú puedes volver a intentarlo a los 40, por supuesto, pero aun así cumplir 30 era un gran negocio. No es que esperaba que Hunter me hiciera una gran fiesta para ese día. Él había establecido desde el principio de nuestra relación que para él los cumpleaños y los regalos de Navidad eran para niños−adultos que se sorprendían cada vez que recibían algo. Lo cual para darle crédito, a veces me regalaba un ramo de rosas rojas para celebrar nuestro primer año de estar en un apartamento alquilado, o un par de lazos de seda después de que me hubiera visto borracha al día siguiente. Pero los cumpleaños, incluso los fundamentales aunque fueran dolorosos, Hunter tendía a olvidarlos. Si no necesitas comprar un regalo no lo marcas en el calendario, así de simple. Supongo que si yo se lo pidiera como en las películas, él lo hubiera comprado. Pero me parece algo patético, es como si fuera hacerte un favor. Es mejor dejar las cosas como están. Pensé que había llegado a un acuerdo para que no hubiera ningún aniversario especial o como Hunter lo llamaría cualquier emoción falsa. Así es que solo fue mi imaginación al observar que esta mañana él parecía particularmente serio. El estaba preocupado, lo supe por la forma en la que se levantó, en lo tiquismiquis que se puso cuando se estaba preparando el café, o cuando se enfadó cuando le pregunte si quería pan tostado, por lo que me abstuve de preguntarle si iríamos a ver una película. Claramente el tenía intención de pasar este día como todos los demás: buscando por internet libros oscuros y artículos sobre lobos o entrevistando a canadienses, mientras trabajaba en su artículo aparentemente sin fin. No estaba segura si el acuerdo era con Canadá, supongo que allí tendrá más gente con el tema del lobo. Mi madre me llamó para desearme feliz cumpleaños y preguntarme si podría coger el tren para darme el regalo en persona. Ella sabía lo que Hunter pensaba sobre los cumpleaños, porque en un momento de debilidad se lo conté. Y si hay algo que mi

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madre, la ex estrella de las películas de serie B, que no puede comprender es algo que no te guste. Actúa poniéndolo en lo primero de la lista o nunca lo conseguirás.− siempre me decía− si yo me escabullese como lo tú lo haces, aún sería la vampiro rubia numero 3. Pero yo había visto las caras de las personas cuando mi madre les lanzaba sus discursitos. Y creo que hay muchas cosas peores que escabullirse insatisfecha. En cualquier caso, le prometí que intentaría visitarla la próxima semana. Mi padre fue el siguiente en llamar y me dijo que había enviado un cheque porque no sabía que necesitaba. Se pasó el rato hablándome del ex marido de su alocada novia y luego me dijo que me visitaría pronto. No mencionó a Hunter. Sabía que mis compañeros de trabajo no me llamarían porque me verían mañana. Había perdido el contacto de mis compañeros de instituto y universidad; es curioso que nunca se ve como en las películas, la protagonista siempre tiene al menos dos amigos de la infancia, cada uno un poco más gordo o más loco que ella. Algunas veces incluso hay un tercer amigo, un hombre gay que es más inteligente, más elegante, más eficaz, y menos trágico que el resto. Desearía tener compinches así. Me preguntaba si podría poner un anuncio personal: mujer blanca, busca hombre gay, y mujeres heterosexuales para pasear por el parque, ver películas extranjeras, ir de compras espontáneamente para comprar buenos regalos. Abstenerse participantes secretos, y actores sin trabajo. O quizás necesitase un perro. Los perros no se levantaban por la mañana y se dan cuentan que la relación entre ellos no va bien. No miente sobre lo que suelen hacer, o te dejan para barajar otras posibilidades. Al igual que sus primos los lobos, los perros aman la vida. Sintiéndome un poco sensible, decidí ir a caminar por las riveras del parque Riverside, para recargarme de energía y de paso rebajar mis muslos. − Voy a darme un vuelta – le dije a Hunter− − ¡Ah! − contestó mirándome brevemente. Una vez fuera, me resultó una gran esfuerzo mover mis piernas y hacer que fuesen más rápido. Pensé en tomar un autobús hasta el parque, pero luego me convencí de la necesidad de moverme y hacer que mis pies tocaran la hierba. Unos cuantos corredores me pasaron en Riverside Drive, delgados y serios, embutidos en pantalones de lycra

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mientras yo llevaba un chándal gris. Había un hombre de negocios que llevaba una bolsa de plástico en su mano izquierda, esperando a que su mastín terminara de defecar. Son estos momentos los que me hacen amar la ciudad: en ninguna parte el hecho natural parece tan poco natural. En la Setenta y nueve, me encontré con una mujer con la que había ido a la escuela en los suburbios. Me dijo que estaba escribiendo una obra de teatro y diseñando un software. Ella mostraba unos dedos perfectos que sobresalían de sus sandalias, y llevaba un vestido que dejaba ver su abultada barriguita de embarazada. − ¿Estás casada?− me pregunto, no esperando respuesta continuo hablando.− yo me acabo de casar con un hombre maravilloso de un pueblecito de Italia, no sabes lo felices que somos. Nos casamos en una adorable iglesia blanca donde Paolo fue bautizado, todo el pueblo estuvo allí, y las jóvenes llevaban lazos. Yo recuerdo que tú solías decir que no te ibas a casar. Y siempre te imagine en un gran departamento moderno con muchos gatos. − No – dije muy despacio− esa es mi madre. Yo prefiero perros. La señora pueblo pequeño de Italia echó la cabeza hacía tras y se rio. −Oh, eso es lo que recuerdo de ti, Abra. Tienes poco sentido del humor. Toma mi número y a ver cuando cenamos juntas. Metí la tarjeta en el bolsillo y seguí caminando, pasando por delante de jóvenes enamorados, con vaqueros desteñidos, riendo y hablando animadamente, mientras se miraban a los ojos. De regreso a casa, paré a comprar la cena en una tienda de alimentos saludables, donde vi a una mujer de unos cincuenta años de pelo negro y gafas de color de gran tamaño. Ella me era familiar, pero yo no podía reconocerla hasta que se dio la vuelta y se tiró a mis brazos, explicándome que era la antigua novia de mi padre Rita, y que no me había visto desde que yo estaba en la universidad y me preguntó cómo estaba mi padre. − El está muy bien. − ¿Está saliendo con alguien?, tú padre siempre tenía que estar con alguien. − Si, el está saliendo con una mujer. Ella negó con la cabeza.

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− No me gustan nada las personas que deben de estar bajo cualquier circunstancia con alguien. Rita me abrazó de nuevo, envolviéndome con su fuerte perfume. Ella me entregó su tarjeta por si necesitaba trabajo o de relaciones públicas, y al final se marchó dejándome libre para mirar las cebollas. El problema de Manhattan, es que al final todo el mundo viene aquí, todos tus antiguos amigos, enemigos, amantes, demonios. La gente que conociste en las vacaciones del Nepal te sacará a golpes del taxi. El matón llamado “ Dog Breath”, que te molestaba durante todo el primer grado, tendrá un restaurante local, y te recordará que no viniste a su fiesta de cumpleaños cuando cumplía 6 años, qué es donde empezó todo el problema. No vine a la gran ciudad para convertirme en una anónima. New York es como Oz: la bruja malvada del este resultaba ser la mujer que no le gustaba tu perro negro de Kansas. De vuelta a la seguridad de mi apartamento, sin nadie que me recuerde mis defectos como humana y como esposa, preparaba la cena mientras Hunter se mantenía ocupado en lo que estaba escribiendo. Debido al malestar que sentía por dentro, picaba, mezclaba y media con mucho más cuidado que nunca, como si estuviera otra vez en secundaria cuando aprendía a cocinar. Nuestra cocina estaba situada en un rincón sin ventanas, y de vez en cuando me encontraba mirando hacia el salón. Traté no parecer tensa, a espaldas de Hunter para poder defenderme de sus palabras. Cuando ya tenía casi terminado el chili vegetariano, me entretuve mirando las distintas secciones del new York Time para esperar a que hunter terminara, pero viendo que a las 3 él todavía seguía trabajando decidí ir a la librería. Regresé de Barnes & Noble, sobre las siete (estando mirando libros de autoayuda, concretamente en la sección de mi matrimonio se muere, justo en el momento exacto en el que nuestros vecinos de al lado pasaron, cogidos de la mano, con libros sobre jardinería y sobre la Toscana). − ¿Quieres un poco de vino, Hunter?−le dije volviendo la cabeza− − MM − ¿Tinto o blanco? − Lo que quieras. − ¿o tal vez quieras que saque una botella de acido?

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− Ah, muy graciosa. − Vaya, si me estas escuchando. Hunter alzó la cabeza de su ordenador, lo que me recordó a un perro protegiendo su hueso. − Estoy casi terminando. – dijo− dos frases más y me tomó un descanso. Se podría pensar, por su tono, que era él el que se estaba terminando una difícil operación quirúrgica y yo la que le pedía que dejara a su paciente sangrando en la mesa de operaciones. Para mi disgustó, abrí la botella de Merlot. Levanté la vista cuando Hunter empujó su silla de trabajar hacia tras, y fue arrastrándose hasta la mesa del comedor, con la mente lejos de allí. Bien, ya estoy aquí.− dijo leyendo unas anotaciones antes de lanzarlas sobre el sofá− ¿qué hay para cenar? Le serví el chili, intentando ocultar cualquier indicio de mi propio dolor y de mi irritación cuando Hunter empujó su plato con tanta fuerza que salió disparado de la mesa y reboto contra la pared del salón. Por un momento, me quedé mirando los trozos del plato rotos. Entonces miré a mi marido atreves de la llama de una vela gruesa dorada. − ¿Me puedes explicar porque lo has hecho? Hunter dio un largo y profundo suspiró enterrando su cara entre sus manos. Me habló sin mirarme. −No te pedí que cocinaras, Abra, pero si me hubieras dicho que ibas hacer chili, por amor a Dios podrías haberme hecho algo que pudiera comer. − ¿Sabes que soy vegetariana? Hunter se levantó y vino hacia mí, mirándome con ojos inyectados en sangre. − ¿Eres consciente que me estas jodiendo? Siempre me dices lo delgado y lo mal que veo. Pero ¿Cómo no voy a estar enfermo?− gruñó la palabra enfermo como una maldición, luego hizo un gesto sobre mi plato− aquí, cariño, has cocinado un buen y sabroso tomate rojo. Genéticamente modificado y lleno de pesticidas que me podrían dañar. Me quedé tranquila viendo como Hunter se metía las manos en los bolsillos y sacaba un cigarrillo. Pensado que lo había dejado hacia años. En la pared, seguía goteando salsa sobre un grabado en madera de una liebre. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Hunter, no creo que sientas lo que me estás diciendo. ¿Cuál es el problema entonces? Se pasó las manos por el pelo. −Lo que pasa es que llevo sentado en el apartamento día tras día intentando escribir sobre la naturaleza. Soy un jodido prisionero en Upper West Side. − Entonces, ¿por qué no sales más? Hizo una pausa, como si calibrara su respuesta contra mi estupidez. −Abra, estoy escribiendo sobre una tierra inhóspita. Y sí, sé que puedo dar un paseo por Central Park, pero después de pasar el verano en los Cárpatos y a ver cruzado una red de reservas, concretamente llenos de niños molestos y hierba infestada, no es algo tan emocionante como antes. Lo miré con lo que él llamó cara de monja. − Así es que estas cansado de vivir en Manhattan, ¿y eso es por lo que has lanzado la comida a la pared? − No la he tirado – dijo Hunter sacando otro cigarrillo, encendiéndolo e inhalando. − Preferiría que no hicieras eso aquí. − Sabe a mierda de todas formas – cogiendo el paquete de Marlboro, lo arrugo y lo estampo contra la mantequilla− − No arruines la mantequilla− dije− solo porque no te gustan los lácteos. − Cristo, tengo que salir de este lugar. Me estoy muriendo, ¿es que no puedes verlo, Abra? La barra de mantequilla de color amarillo pálido estaba cubierta de ceniza oscura, torcida hacia un lado. ¿Por qué me preocupaba por eso? Mis manos estaban temblando, así es que las uní para mantenerlas calmadas. − ¿Fuera de aquí? ¿Quieres decir fuera de nuestro matrimonio? Hunter examinó sus palmas de la mano como si pudiera leer la línea de su vida. − Quizás. No lo sé. Necesito un cambio. Sentí que mi cara se tensaba, pero en seguida volvió a la normalidad.− Ok, así es que necesitas un cambio en tu vida, aunque no lo sabes exactamente.de acuerdo, si algo http://novelvampir.blogspot.com/

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te incomoda debemos hablarlo. ¿Es la escritura? O ¿es algo que sucedió en el...?− él agarro su chaqueta del armario antes que la palabra “viaje” saliera de mi boca− − Lo siento, Abs –dijo mientras salía− pero no puedo hacer esto ahora. Me apoye en la puerta para sujetarme. − ¿Me abandonas? − No interpretes lo que no hay. De repente, lamente no haber comprado uno de esos libros de autoayuda con múltiples opciones y soluciones únicas. Algunos con títulos como “El hombre de las cavernas en su mesa” o “ ¿cómo se ha marchado?. Cerré la puerta sin hacer ruido y apoye la cabeza contra ella, escuchando el sonido de Hunter bajando por las escaleras y salir fuera del edificio. A medianoche mi marido volvió apestando a cigarrillos. − ¿Dónde has estado? − Fuera. Yo estaba sentada en la cama con mi pijama gris y mis gafas. Los restos de la cena los había limpiado hacia tiempo: no era la típica mujer que abandonaba la salsa de tomate como recriminación. Especialmente desde que Hunter la dejó allí. − ¿Fuera donde? − Viendo una película. En el fondo, yo era medio consciente de las noticias sobre los desastres del día que estaban dando en la televisión. Hunter lanzó su ropa sin mirarme y se metió en la cama. Estaba aliviada de que él no se diera una ducha: eso era uno de los primeros signos de infidelidad, según los seis signos de infidelidad de Louise Rosengarten. Había descubierto esto durante una de mis visitas a la librería. También había estado mirando los nuevos estilos de ropa interior, sobretodo slips. Por supuesto Hunter llevaba slips, eso cuando llevaba ropa interior. − ¿Qué película viste? Hunter se retiró su cabello de los ojos, como un caballo malhumorado. − Womb Raider. Calificada con triple X. ¿quieres ver los horarios? No me inmute. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Sí. De forma brusca se levantó de la cama, hunter miró en la papelera de detrás de la puerta y sacó unos papeles. Regresó a la cama, mientras ruidosamente hojeaba los papeles hasta que encontró lo que quería, estrellándolo delante de mis narices. Nos miramos uno al otro hasta que ambos empezamos a reírnos. − Realmente no fuiste a ver esto ¿verdad? − Todavía se estaba riendo cuando dijo: − ¿Por qué? ¿Te gustaría verlo conmigo? Fuera la tensión, él se levantó y se colocó su viejo albornoz antes de excusarse e ir hacia el baño. Mientras esperaba que mi marido regresara a la cama, abrí la revista de esta semana New Yorker llamándome la atención las caricaturas de unos dibujos. Era una pareja en un consultorio de terapia de matrimonio, en donde había un gran acuario. Aturdida, levanté la cabeza y oí un zumbido lo que significaba que el ordenador estaba encendido. −¿Hunter?. − No hubo respuesta. Durante un rato, me quede sentada en la cama, tratando de averiguar si el monstruo del armario era real o era producto de mi imaginación por las sombras. ¿Hunter estaba cambiado su actitud hacia mi o simplemente estaba atrapado en una disputa interna sobre su trabajo y no se trataba de mí?. Entré en el salón y lo observe. Después de un rato, se dio la vuelta. − ¿No puedes dormir? − Es mi cumpleaños – le dije, no pude evitarlo. Quería un favor especial. − ¿sí? ¿Qué día es? − El 7 de octubre − Así. Dios, no me aclaro con las fechas desde que volví. Entonces ¿son 29? − 30 − Bien, entonces podemos disfrutar de una cena de no cumpleaños mañana. Te llevaré orquídeas e iremos a un sitio absolutamente fantástico, donde las camareras le dan un masaje a la carne antes de servirla. Estaremos hasta bien tarde levantados, iremos a un bar lleno de humo de blues, y el hombre del piano te cantará el Happy birthday con vibrado adicional. − Mañana es lunes. Trabajo. http://novelvampir.blogspot.com/

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Hunter se paso la mono por el pelo. − ¿de veras?, por supuesto. Aw, nena, lo siento. Encontraremos hueco para otra noche. ¿Viernes por la noche? Lo haremos el viernes. Será aun mejor. Escucha, ya casi va a amanecer. Dame dos minutos más, y estaré libre. Te daré tu abrazo de cumpleaños. Vi como empezó a trabajar, él me echaba miradas desde su hombro, ansioso casi irritado al percatarse que yo aun no me había movido. − ¿Hunter? − ¿Qué ocurre, Abs? – tratando de mantenerse sereno− − Estuviste que alguien ¿verdad?− cuando abrió la boca para responder hice una aclaración mas´− no esta noche. En Rumania. El se vio casi aliviado, pensé. − En Rumania – dijo, y espere a que continuara. Pero no continuo, se quedo callado, y pensé en todas las formas que podría interpretar esas dos palabras. Por un lado, podría significar, que sí, te fui infiel en Rumania, pero ahora estoy aquí contigo o hay muchas cosas que no entiendes de Rumania que no sé por dónde empezar. O por otro lado, podría significar, que de alguna manera, mi marido seguía en Rumania, atrapado en su imaginación con la aventura que vivió allí. Pero no, estaba intentando engañarme. Pues sabía lo que quería decir. − ¿Quién es? – mi mente barajo las posibilidades. Magdalena Ionescu, la investigadora jefe de los lobos, rondaría unos 40 años, demasiado mayor para Hunter− ¿una muchacha de un bar? ¿Una joven del teléfono erótico? ¿Quién es?− esperaba que hubiera estado con una chica del teléfono erótico, algo que en esos momentos me resultaba repugnante. − Escucha, Abra. No creo que tenga sentido que nos metamos en detalles. Eso va hacer que te molestes, y francamente no tengo el estomago para esto. Además, es algo muy americano, la idea de la absoluta e inflexible fidelidad, acompañada de un sinfín de preguntas como castigo.− Hunter busco por su mesa en busca de un cigarrillo− en cualquier caso, el sexo es la mínima parte de lo que tenemos, ¿o no?. – encendió el cigarrillo y dijo− Por el amor de dios, mujer, no te quedes hay parada con esos ojos que se te van a salir de las orbitas. Dame si quieres una torta o supéralo. No tengo paciencia pero el victimismo.

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Entonces comprendí que no era una chica de las líneas eróticas. No era tampoco una chica que acabará de conocer en el bar. −¿Estás enamorado de ella? Hunter dio una calada a su cigarrillo. − No lo sé Abra. Probablemente no de la manera que piensas. En ese momento, pensé que podría haber ido hacia el balcón sin pestañear. En vez de eso, retrocedí hacia el dormitorio, me senté en la cama, me quite mis gafas, apague la luz e intenté dormir, pero lo que conseguí es que todo se volviera borroso, mis lagrimas recorrían mi cara y por mi oreja izquierda. Tenía ganas de gritar: que me dijera quien era ella. Cuantas veces lo habían hecho. De cualquier modo, fue la profunda traición lo que más me dolía. No era por su relación extramarital la que no tenía sentido, era mi relación sexual con él. Todos nuestros juegos habían sido una mera distracción para Hunter. Y ni siquiera había negado que la amaba. Ni yo había tenido valor para preguntárselo. Era como si tuvieras una enfermedad mortal, y no fueses capaz de preguntar si había o no esperanza. Desde allí, podía oír el constante tecleo de Hunter al escribir. Cerrando los ojos me dieron ganas de volver a llorar, y oía la voz de mi madre diciéndome todas las cosas que iban mal en mi matrimonio. Me puse las gafas y cogí el mando a distancia. En el canal 54 encontré algún que no estaba buscando: mi madre, su esplendida figura embutida en un traje espacial tratando de besar al pobre Steve McQueen. − No soy lo que crees que soy. – le advirtió ella mientras le envolvía el cuello con sus brazos. − Nena, lo siento. No me importa que seas un monstruo de cinco cabezas de los pantanos de Venus. − Bien en ese caso…. Bésame. Me acomode bajo las sabanas viendo como mi madre devoraba a su presa.

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Capítulo 8 La decisión de tomarme un día libre por enfermedad y visitar a mi madre fue algo que lamente antes de haberme dado cuenta de lo que hacía. Durante todo el camino a Pleasantvale, me mantuve pensando en mi estado de debilidad y de falta de sueño cuando llame a trabajar y decir que estaba enferma. Seguramente hubiera sido mejor ir y haberme saltado las rondas antes de recibir una tarjeta de cumpleaños y un pastel a la fuerza en el almuerzo. Pero una vez hecha la llamada, no hubo vuelta a tras, y la idea de quedarse en casa mientras era ignorada por Hunter, era una enorme tortura. Así es que tomé un taxi hasta la calle 125 y esperé el tren en la plataforma, donde había una madre joven y fuerte con sus dos hijos, un hombre de mediana edad que llevaba un libro sobre biología y una mujer suburbana de casi 60 años, gente de pueblo que no se molestaría en ir al centro de Grand Central. − Mi hija dice que esta estación es segura – confesó la mujer mayor embutida en un abrigo de Burberry,− pero no estoy segura. – ella acarició su pelo de color limón con su mano.− parece muy ruinoso. ¿no crees? A nuestra izquierda la madre le grito a uno de sus hijos: − Como te acerques al bordillo te mato. − Bill Clinton piensa que es seguro.− dije− tiene algunas oficinas por aquí cerca. − Él puede permitírselo. − Me reí. – voy a ver a mi madre a Pleasantvale. Eso es más aterrador de lo que pueda encontrarme por aquí. La mujer sonrió, revelando un coral de dientes tras sus labios pintados. – estoy segura de que estará muy contenta de verte. Yo voy de camino para ver a los hijos de mi hija pequeña.− ella sacó unas fotos de su cartera− mira este es el de tres años vestido con una traje de Pascua que le compre el año pasado, ella tiene unos hoyuelos encantadores, como mi hija. Y este es el de cinco años, ella se parece más a la familia del padre, todos ellos tienen ese pelo tan difícil de los italianos. El tren llegó, salvándome. Me fui hacia la parte de atrás, alejándome de la parlanchina mujer. No había manera de explicarle que mi madre no estaría feliz de verme. Mi madre no era como las demás madres: los gatos y los perros eran sus niños

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favoritos y yo era la heredera desafortunada con los genes de mi padre. Por supuesto, si yo hubiera dicho el nombre de mi madre la hubiera reconocido sobre la marcha. Como Piper LeFever, mi madre había hecho seis películas entre los años 1974 y 1979, el año en que nací. Había aparecido en “Cuidado con el gato” ( como la menor de tres sexy brujas que aterrorizaban a un pequeño pueblo medieval en Inglaterra) y en “ la Arpía” ( como el delicioso bocado para un gran buitre) y había hecho un impresionante papel en “Lucrecia de borgia” ( como una hermosa y peligrosa mujer embutida en un traje espacial muy ajustado al cuerpo). Su primer papel protagonista fue “Sangre de Egipto” (como una bibliotecaria que en realidad era una poderosa sacerdotisa de la secta antigua de Anubis), seguida de “La novia de Satanás” y “El castillo de los monstruos”, su última película. “El castillo de los monstruos” fue la gran oportunidad de mi padre. Solo tenía 25 años, cuando a Domingo Santos como director después de que mi madre pusiera al pobre hombre de los nervios. Mi padre, que es español, sabía cómo manejar a la mujer temperamental. Él dejo embarazada a mi madre y termino la película en la fecha prevista. No estoy segura de porque mis padres dejaron la costa oeste, o de quien fue la idea de comprar una esplendida casa de estilo español en Pleasantvale, a treinta minutos de Manhattan. Supongo que fue una de esas decisiones raras que tomaron de forma conjunta, sin discutir. En cualquier caso, se trata de un lugar extraño para crecer, una gran villa de fantasía inspirada en la casa del Greco en el sur de España, un toque especial en medio de un vecindario de clase media trabajadora. La casa que fue construida en 1920, había sido la primera, y después en torno a ella se fue construyendo el vecindario como un bosque de espinas alrededor del castillo de la bella durmiente. Al principio no había sitio suficiente para dos cónyuges beligerantes, una armadura en el comedor, dos perros lobo, y una tribu nómada de gatos por no mencionar una fuente romana en el patio. Pero entonces la carrera como director de papa se acabo con una malograda serie a mediados de los ochenta, “Me casé con un hombre lobo”, además que pronto empezaron las discusiones. La serie traba sobre un marido dominado y casado con una licántropo, quizás también tuvieron algo que ver con sus discusiones. Los críticos lo llamaba el “misógino embrujado”. La orgullosa propietaria de 6 gatos, 2 perros y un hurón, decidió convertir nuestra casa en el castillo de la bestia, organizando pequeñas reuniones sin ánimo de lucro en beneficio de los animales abandonados. Como Brigitte Bardot, Piper LeFever le gustaba http://novelvampir.blogspot.com/

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decir que había dado su juventud a los hombres, y su madures sabia, nutrida y desinteresada a los animales. Mi padre le gustaba decir que él había dado su juventud a Piper LeFever, que era como vivir con un animal. Me baje en la estación de Pleasantvale, sonriendo a la mujer charlatana. Empecé a caminar por la ruta que tan bien conocía como anduviera hacia tras en el tiempo.se tardaba solo 10 minutos para llegar a casa de mi madre. Cinco para llegar al pequeño centro comercial del pueblo, cinco para tener una perspectiva del pasado de todas las casas que rodeaban la propiedad de mi madre. Pase junto a una pizzería, una tintorería, una tienda de delicatesen: pase junto a dos pequeños vallados, y la papelería donde se vendía los billetes de la lotería. A cada paso que daba, iba echando atrás en el tiempo, 29, 28… 25 edad a la que las compañías de seguros te permitía alquilar un coche, 21, el derecho de poder tomar vino en un restaurante, de vuelta hasta la edad legal para votar, para tener sexo, para fumar. No queda más que una delgada línea que separaba la acera con la hierba que crecía a lo largo del pavimento. Estaba los mismos árboles y pinos además de unas cuantas botellas de cristal y de latas de cerveza vacía para celebrarlo a mi manera. Ya estaba el algún lugar en donde tendría los 15 o 16 años, inquieta y rebelde, cuando llegue a las puertas de hierro negro del castillo de la bestia: el refugio animal.

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Capítulo 9 Toqué el timbre y una mujer joven me abrió, sosteniendo a un Chihuahua que estaba temblando. Ella tenía el pelo largo, brillante y rubio, era delgada y llevaba puesto un batik9 indio (una falda india). − ¿Sí? − Quiero ver a Piper LeFever. − Ella está ocupada. Si tiene algún animal que no puede atender, puede dejarlo conmigo.− su voz sonaba como de desprecio. Con esa actitud seguro que tendría mucho éxito con los clientes, pensé. ¿Alguien querría adoptar algún animal de ella? − Es mi madre – intentando un enfoque distinto− ¡quieres que le eche un vistazo al perro? Soy veterinaria.− el chihuahua tembloroso le salía de la nariz un liquido transparente. − La joven se hizo a un lado. – Oh, eres Abra – dijo poniendo más énfasis en mi nombre. Tenía la impresión de que esperaba que fuera algo más impresionante. Ella abrazo al perro contra su pecho− yo soy Grania y este es Pimpernell y esta resfriado. Si puede ayudarlo mejor, está un poco resfriado. − Entré y respiré ese aroma tan familiar de orina de gato. Todas las sillas estaban completamente ralladas. Había un vendaje abultado atado a la pata de la antigua mesa de cristal francesa, claramente, se había improvisado un rascador para gato. Me quité mi suéter de algodón y me quedé mirando el tragaluz, cubierto con caquitas de pájaro. − Dios, qué lío. Grania se irritó. – Nuestros fondos a penas cubren los gastos de alimentación y mantenimiento. – ella empezó a contarme pero yo levanté la mano. − No te estoy criticando. Este lugar es enorme y mi madre siempre ha sido algo vaga. – dije− cuando era niña contrató a un equipo de limpieza para evitar que

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Se trata de una técnica para teñir los tejidos. Consiste en aplicar capas de cera sobre las regiones que no se desean teñir (zonas reservadas), fijándose las anilinas (liquido incoloro usada en productos como las pinturas) en aquellas zonas no reservadas. Este proceso se puede repetir tantas veces como se desee, lo que permite sobreponer colores, logrando con ello una muy rica variedad de matices

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destrozara la casa. En ese caso, ¿puedo echarle un ojo al pequeñín? – alargue mis manos para agarrar a Pimpernell, el Chihuahua. − Es solo un resfriado. − Bueno, tienes razón. Pero algunas veces, con estos resfriados, la nariz es como una válvula de escape de su cerebro. La chica rubia me miró. _ ¿Qué quieres decir? − El líquido peritoneal se drena desde el cerebro. ¿has observado algún aspecto neurológico, ya sabes, si actúa de forma inadecuada? Grania miró al animal tembloroso, con el ceño fruncido, considerando el comportamiento del animal y si era propio de un animal de tres libras de peso. − No estoy segura. El corre en círculos algunas veces, cuando esta excitado. − Eso suena normal.− tomé a la pequeña criatura entre mis brazos que me miraban con esos ojos saltones implorándome con esa mirada lastimera, se estremeció y me lamió la nariz.− Hey, tu eres muy lindo. − ¿Está bien? – Grania parecía algo celosa cuando Pimpernell me dio otro lametón húmedo. − Probablemente debería hacerle una prueba del líquido, pero sí, creo que esta perfecto.− le sonreí, dándome cuenta que durante 4 minutos no había pensando en el hecho de que mi marido se estaba acostando con otra. Sólo que ahora acababa de pensar otra vez en lo mismo. − Wow, a Pimpernell le gustas. Me volví. Era mi madre que bajaba las escaleras con una mano apoyada en la barandilla de madera, su caftán10 flotaba alrededor de ella y su pelo largo rubio tres tonos más claro que la muchacha. Ahora que me daba cuenta, en la parte inferior de la balaustrada tallada, se encontraba recostado uno de los muchos gatos de mi madre, era un gato Persa. − Hola mama.− me besó tres veces, uno cerca de la mejilla izquierda, y dos cerca de la mejilla derecha, como si fuera una mujer de la nobleza rusa. 10

Túnica de seda sin cuello, abierta por delante, sin mangas, que cubre el cuerpo hasta la mitad. Se usa en países musulmanes.

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Te ves enorme con eso. ¿Porque te empeñas en llevar esos pantalones de color caqui? Necesitas llevar algo más oscuro. − Son cómodos. Mi madre se echo hacia atrás y me miró mejor. − Veo que ya te has perfilado las cejas, pero la próxima vez busca a alguien que te perfile mejor el arco. El lado izquierdo es más delgado que el derecho. − Te ves muy bien. – le dije deliberadamente para recordarle algo de buenos modales. En realidad ella había engordado 5 kilos y tenía el pelo muy brillante. − Estoy gorda. Pero como dicen los franceses, llega una edad en donde tienes que elegir entre la cara o el trasero. − Ella cree que Pimpernell tiene algún tipo de líquido que sale del cerebro. − Oh, por favor, tú siempre fuiste una hipocondriaca, y ahora tienes licencia para practicarla. Mi madre agarro al Chihuahua y lo acuno en sus brazos. − ¿Conoces a Grania? Abra, esta es Grania. − Ya nos conocemos. − Grania tiene su titulo, pero ahora está haciendo cursos de ciencia y aplicándolos a la escuela de veterinaria. Así es que es un chica inteligente. Apenas tiene que estudiar, no como tú, encerrada entre libros durante semanas. Ella es una estudiante natural. − Grania resopló dándome una sonrisa de cómplice, como si supiera cómo funcionaba la mente de mi madre y porque. − Cuando no estás cerca, me cuenta lo fantástica que eres con los animales y ¿Cómo utilizas esa inteligencia en la práctica o no? − ¿Lo hago? Según tu madre, sí. Mi madre resopló, sus grandes pechos se expandieron con el resoplido.− Bueno, es verdad. Abra tiene una inteligencia práctica. Grania tiene más facilidad para los hechos. − Para, mama. http://novelvampir.blogspot.com/

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Sus ojos lavanda se abrieron de sorpresa. − ¿Para el que? Solo estoy diciendo la verdad. − No tienes ni idea. No te has inyectado el pentotal sódico.− Grania cogió a Pimpernell y salió de la habitación prometiéndome recoger una muestra del liquido nasal. Seguí a mi madre a la cocina, por lo elegantes pasillos decorados con azulejos de estilo español con sus marcos de madera oscura, acompañados de un olor a orina de gato junto con un olor agrio que ningún detergente o lejía podría enmascarar. En las esquinas los gatos se levantaban y estirazaban para mirarme. Los perros se mantenían fuera, siempre y cuando el tiempo lo permitiera. Bueno – comenzó diciendo mi madre− ¿Qué quieres beber?− la cocina era la única habitación que no parecía pertenecer a una casa antigua de estilo español. Fue renovada en los años 70, paredes amarillas, linóleo marrón, estufa de color aguacate, y unos cincuenta imanes de forma de animal sostenían fotos, facturas del veterinario, horarios y lista de la compra. Lo único que tenía en común con el resto de la casa era el olor a orina de gato. − Lo que sea. Un sándwich. − ¿Puedo hacerte un poco de curry? ¿Con algo de tomate? Mi madre era una cocinera terrible, a la que le gustaba experimental. No, solo mantequilla de cacahuete.− miré la figura regordeta de mi madre como preparaba la comida− Grania parece agradable. ¿Trabaja aquí? − Es mi amante – dijo mi madre con ese tono dramático que los actores de series suelen emplear. − Ah − ¿Significa que no lo apruebas? Es sólo una expresión de sorpresa. − ¿Te sorprendes de que tenga como amante a una mujer? ¿Una amante joven?− mi madre me entregó el sándwich, mirándome con sorpresa. − Olvidaste el jamón.

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− No hay. Mira, Abra, si tienes algo que decirme dilo ahora. Mordisqueé el sándwich aguantando los dramatismos de mi madre. − ¿Tienes zumo? La puerta del frigorífico se abrió bruscamente. – Supongo que no me dirás que es lo que estas pensando realmente. Aquí tienes el zumo. − Gracias.− bebí y me pregunté: qué era lo que realmente pensaba sobre esto, todo giraba siempre alrededor de Piper Lefever. En mi cumpleaños. Incluso cuando tenía una crisis matrimonial. Mi madre nunca se enteró de lo que me pasaba. − Dios, Abra, realmente tienes el talento de convertir las cosas en desagradables. Levanté una ceja. – no creó que este haciéndolo, mama. − Bueno, entonces parece un buen momento para relajarnos. – ella abrió un cajón y sacó una caja en vuelta en color purpura brillante− aquí tienes, es para ti. Puede que no te guste pero en cuanto lo vi pensé en ti. Abrí la caja y saque un vestido negro de terciopelo con muchos cordones, como una especie de corsé, la clase de ropa que usaría Morgan le Fay 11quizás en una noche mágica. − Wow, es fantástico… − Hecho a mano. Pero nunca lo use. − Es sólo que no sé cuándo podré ponerme esto. − Pruébatelo. − ¿Ahora? − Vamos, Abra, hazme feliz. Me quité la camisa. − Quítate el sujetador. No se puede llevar eso con el vestido. Me quité el sujetador. 11

También conocida como la bruja Morgana, una de las hechiceras más conocidas y poderosas de la literatura occidental, constituye claramente la personificación del mal, del odio, del odio; así como la belleza ardiente, el deseo, la tentación y la pasión.

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− Mira esos pechos. ¿Por qué llevas sujetador si no lo necesitas? Me coloqué el vestido sobre los pantalones caquis. − ¿Cómo me queda?− me sentí preparada para la fiesta de Halloween. Espera un minuto.− mi madre tiró del vestido hasta que mis hombres quedaron al descubierto y el escote apenas cubría mis pezones.− ahora. Echate un vistazo. Me fui para el cuarto de baño igual que un gato saliendo de su caja de arena. Me eche un vistazo al espejo. Me parecía una gitana, piel blanca, pelo largo oscuro, y pechos saliéndose de mi escote. − Gracias por el regalo− le dije por encima de mi hombro. − No espero que Hunter me felicite. Tú marido te prefiere cuando te pareces a una monjita. Abra, ¿Qué te pasa? Había olvidado lo perceptiva que podía llegar a ser mi madre. Tal vez pudiera ayudarme. La seguí hacia la cocina sacándome el vestido. − Mama, tengo algo que decirte. − Ya lo sé. Estas algo nerviosa con todo esto. Escucha, Abra, Grania es lo mejor que me ha pasado en años y ni voy a bailarte un vals ni voy a jurarte. − Mama. – dije mientras me quitaba del todo el vestido dejándome desnuda de cintura para arriba. En ese momento apareció Grania. Ella no le dio importancia cuando me tape con el vestido mis pechos desnudos. − Piper, ya hemos hablado de esto. − No voy a consentir que insulte nuestra relación. Grania se volvió hacia mí mientras yo hacia todo lo posible por colocarme el sujetador. − Lo siento si es un mal momento. Le dije que no te dijera nada en tu cumpleaños. – ella saco un vial− y he traído la muestra nasal. − Gracias.− dije, pero mi madre como si estuviera en la escena de una película, no quedo muy complacida−

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− Ella tiene 21 años, y si te tomaras un tiempo para conocerla, te darías cuenta que… − Mama, no me importa Grania. Me alegro de que seas feliz. Quiero hablar de otra cosa. − Mi madre me miro con su mirada de sospecha. − ¿Qué ocurre? ¿Es Hunter? Mire a Grania la cual levantó la mano en señal de rendición. − De acuerdo, os dejaré a solas. Pero me dices lo que sea sobre las muestras de Pimpernell. Lo quiero mucho a ese pequeñín. − Cuando nos quedamos a solas mi madre dijo: − ¿y? ¿Qué ha hecho ese hijo de puta? − Él me ha engañado, mama. − Ella me tendió los brazos para envolverme con ellos, y yo me abracé a ella. − ¿Cómo te has enterado? ¿Él ha perdido interés en el sexo o tiene más interés? − Mama – dije avergonzada− − Más interesado, ya veo. Me eche para atrás para poder mirar los ojos de mi madre y saber que expresión tenía. − La cuestión es que él amaba a esa mujer. Él dijo que…el dijo… − Probablemente no significa nada. Me derrumbe en los hombros de mi madre, sollozando. Olía a humo lo que me recordaba a Hunter. − Típico. El se acuesta con otra mujer y al instante se agarra a ti como una ascua. Oh, Abra ¿Cuando vas a tomar las riendas de tu matrimonio? Lloriqueé más a sabiendas que ella tenía razón, y que estaba siendo débil y patética. − No quiero perderlo. – dije− ¿tienes un pañuelo? http://novelvampir.blogspot.com/

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− Toma. − Me soné la nariz. – no sé qué hacer, mama. − Bien, espero que no hayas cogido ninguna enfermedad de ese hombre. Porque en mis días, los hombres te follaban incluso cuando dormías. Ahora ellos te pueden matar. La obligación de mi madre era encontrar algo que me hiciera sentir peor. − Supongo que tendremos que hacerte las pruebas. Me inundó una gran desesperación que surgió en forma de gemido por mi garganta. Mi madre suspiró encendiéndose un cigarrillo y mirándome como si lo tuviera todo bajo control. − Toma. ¿Quieres un cigarrillo?. No me mires así, algunas veces ayuda. Lo que nunca entenderé porque lo quieres mantener contigo. Es un hijo de puta. Me dio un poco de risa nerviosa. − Creo que todos los hombres son hijos de puta, mama. − Eso es verdad. − Dios. –doblé el pañuelo y me volví a sonar la nariz− nunca entenderé como duró mi padre contigo 10 años. − Hablas como si fuera un ángel. Recuerda quien me dejó. − Mama, tú tuviste muchas aventuras. Y tú lo perseguiste durante mucho tiempo. Y recuerdo una vez, cuando tenía 10 años, en una de vuestras peleas, que tú le recriminabas como responsable del sometimiento de las mujeres en España. − Fue un cineasta. Hay cierta responsabilidad. Además soltó mucha mierda de mí. − Mama, le provocaste una ulcera. Él a ti no. Durante un buen rato, mi madre y yo nos miramos una a la otra. Después ella acercó su silla a mí. − Escucha. No quiero ofender a tu padre delante de ti. Tú quieres creer que era parte perjudicada…

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−¡Tuvo que ponerte una orden de alejamiento!. ¡De quien fue la idea de divorciarse? ¿Tuya o suya?− ellos siempre había dicho que fue un divorcio muto pero ahora lo dudaba. Mi madre le dio una profunda calada a su cigarrillo.− Supongo que fui yo. No pude aguantar más el engaño. Y estaba cansada de jugar al tira y afloja. − Oh.− dije agarrándole la mano y tocando uno de sus anillos de color ámbar.− ¿sabes, la otra noche vi una de tus películas? − ¿Cuál de ellas? ¿Sangre de Egipto? Su papel en “Sangre de Egipto” era el preferido de mi madre. Me llamaron Abra Cadabra por el ratón de biblioteca. − No, mama, fue Lucrecia Cyborgia. Mi madre apagó su cigarrillo. – tuve una aventura con el hombre del espacio, ya sabes. Dan Daimler.− de fondo se podía oír el aullido de un felino− supongo que si estuviste viéndonos a mí y a Dan, es que no estabas durmiendo. − ¿Crees que debería dejarlo, mama? Esperaba que me dijera que lo mandará a la mierda pero en cambio vi como su rostro se suavizaba. − ¿Qué tal si te echo las cartas? Cogí un pañuelo y me limpie los ojos.− Sabes que no creo en esas cosas, mama. − Pero antes si, Abra. − No esta vez. − Piensas que no me acuerdo. Pero nunca lo olvidaré. De pie fura del castillo, insistiendo que no pondrías un pie dentro. − Tenía seis años. − Dolor, tú lo has dicho. Alguien había padecido una gran dolor y no podía salir. Yo nunca había visto un castillo antes. Pensé que estaba embrujado. − Y al día siguiente, cuando volvimos a plena luz del día, te enganchaste a mis faldas. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Oh, dios, otra vez no. − Y me dijiste que el perro de la dueña estaba herido. Enterré mi cara en mis manos. −Era una niña. Debía de haber escuchado a alguien hablar del perro. − No hablabas francés, Abra. Y la señora Broussard dijo, “¿Dónde está herido?” y tú pusiste tu mano derecha en la enorme boca del animal…. − Mama, ¿no podemos cambiar de tema? − Y tenía un tumor del tamaño de un limón. Cariño, ¿no ves que has cerrado esa parte de ti? − No, no es verdad. Yo meto mi mano todos los días en las bocas de los animales. − Pero ignoras el instinto que llevas dentro. Cada día, pienso que mi madre debería de guardar algunos de esos consejos psíquicos para ella misma. Según ella, ese es el gran talento que he descuidado. − Mama, ¿qué hago con lo de Hunter? − Piensa en él, mientras te echo las cartas. Suspiré resignándome, mientras la veía buscar por los cajones de la cocina: un tejón, un búho, una ardilla. − ¿qué es eso? − Las cartas de la medicina. De los nativos americanos. Pedí que te echaran las cartas la semana pasada. Vi magia en tu futuro. Pero también decepción. Sus dedos se movieron agiles, como si hubiera estando practicando. − Mama, te he pedido que no me echaras el tarot sin mi permiso. Es intrusión a mi vida privada.Ignorándome, fue poniendo las cartas sobre la encimera de formica, un escudo de una lechuza, un pavo, un coyote, y un cuervo.

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− Oh, sí. ¿A qué tribu pertenezco? ¿Dice la bola de cristal a que clan de los Zuni 12 pertenezco? − No seas tonta. Está inspirada en la sabiduría aborigen. No me molestes, por favor. − Mama, la nueva era ( New age) 13es un disparate. − Shhh. Piensa en tu problema. − No. − Muy bien, ya lo veo. En tu pasado hubo un búho. Es un presagio. Quiere significar decepción. − No quiero hacer esto, mama. − Espera un momento, este es nuevo. El coyote, el tramposo. El universo esta apunto de jugarte una mala pasada. − Me voy. − No. Espera. Aquí está la carta del lobo invertida. Lo contrario a la medicina. Algo negativo. Normalmente el lobo es un guía, pero en este caso podría significar… Mi madre me miró, recogió todas las cartas como intentando borrar algo que había visto. A pesar de todo, me sentí incomoda. − ¿Qué?

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Los Zuñi (o zuni) son un grupo nativo norteamericano de 9.000 individuos que viven en el Pueblo Federal Zuñi (Federal Zuñi Pueblo) en Nuevo México, Estados Unidos. Es uno de los mayores grupos de indios pueblo, siguen practicando la agricultura y son famosos por su capacidad creativa con la plata y las turquesas. La comunidad Zuni, se divide en 8 clanes totémicos, basados en los puntos cardinales. A cada clan se le asigna un color, del mismo modo que cada clan tiene un tótem especifico de la zona en donde habita. Por ejemplo a los zuñi del norte son el clan de la grulla o el gallo de las salvias; el del sur, es el clan del tabaco, maíz y el tejón; etc. 13

Este término – utilizado durante la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI- se refiere a la era de acuario y nace de la creencia astrológica de que el sol pasa un período por cada uno de los signos del zodiaco. Según esta creencia, la era de acuario marcaría un cambio en la conciencia del ser humano. Es por esta razón que una variedad de corrientes filosóficas y espirituales más nuevas o más antiguas relacionadas con estas ideas, son asociadas a la Nueva Era. Esto a menudo lleva a un sistema de creencias no unificado, un agregado de creencias y de prácticas. Las ideas reformuladas por sus partidarios suelen relacionarse con la exploración espiritual, la medicina holística y el misticismo. También se incluyen perspectivas generales en historia, religión, espiritualidad, medicina, estilos de vida y música.

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− Necesitas mirar mejor las cosas, llegar hasta el fondo, Abra. Necesitar despertarte y ver que hay en realidad entre Hunter y tú. Y ten cuidado. − ¡Caramba, gracias, mama! ¡Qué gran cumpleaños! – sonaba como una adolescente quejica, una señal segura de que se había quedado demasiado tiempo con su madre. Mi madre me agarro la mano y la sostuvo un buen rato. − Mi niña− dijo −tengo miedo por ti. El lobo no es un personaje a tener como enemigo. − Pensaba que los de New Age adorabais a los lobos. − Abs, no pertenezco a los New age. Soy de mediana edad. Y puedes reírte todo lo que quieras pero creo que tu marido es peligroso. Recuerda que cuando lo trajiste a casa por primera vez y supe que estaba flirteando contigo, supe que no era una persona con una buena moral. Ella echó la cabeza hacia tras, sacudiendo su pelo largo, rubio teñido, como si todavía desafiara algunos jóvenes estrellas. Yo podía sentir, que vendría una gran charla. − No creo que él te haya amado alguna vez. No como una igual. Estaba tan enojada que podría abofetearla. −Nunca paras, ¿verdad?. Piper Lefever siempre tiene que tener un papel protagonista. − Abra – ella se acercó pero me aleje de ella. − No me toques. Estoy cansada de tu maldito teatro que no puedo soportarlo más. Prefiero volver al abuso de Hunter que tener tu veneno dulce ni un minuto más. Espero que hagas un buen trabajo siendo madre de Grania, porque te aseguro que no vas a conseguir otra oportunidad de mí. Me llevó dos horas regresar a casa. Cuando entré Hunter estaba tumbado en el sofá fumándose un cigarrillo, envuelto en una oscura nube de humo. − ¿Cómo está tu madre?− todavía llevaba sus vaqueros y una mancha oscura recorría toda su mejilla y barbilla. Había una taza de café frío derramado sobre unos papeles y sobre el suelo de madera. Bien− me entretuve quitándome el abrigo para no tener que mirarlo. Nunca sabía cómo comportarme después de una pelea. ¿Debería mostrarme orgullosa? ¿Conciliadora? Temí mi indecisión, normalmente aparentaba vaguedad. http://novelvampir.blogspot.com/

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− ¿Le pediste algún consejo?− Hunter se incorporó mirándome, con la barbilla apoyada en el respaldo del sofá. − No. – luché con todas mis fuerzas para no mirarle, agarrándome fuertemente a las correas de la mochila que había estado usando desde que me robaron mi bolso. − ¿Lo ha dado te todas formas? − Por supuesto. Hunter siguió mirándome. − ¿Te das cuenta que yo no sabía que te habías tomado el día libre si no llega ser por un tal Offal que te llamó desde el trabajo? − Ofer, oh Dios, ¿no le dirías que estuve afuera? Le dije que estabas durmiendo y que no querías que te molestaran. − Gracias. – mi mano descansaba en el pomo de la puerta del dormitorio. Estaba dispuesta a darme un baño y meterme en la cama, a pesar de que eran las 6. − De nada. Entré en el dormitorio y deje mi mochila junto a mi regalo encima de la cómoda. Había un bolso de mujer de encaje al lado de mis botes de perfume. Era caro, y de cuero, suave y elegante, sabía que pertenecía a alguien que lleva medias en lugar de pantis. Abrí el bolso, y dentro había una billetera también de cuero. Sentí ira y miedo. − Hunter – cogí el bolso como si fuera una bomba y salí fuera− encontré esto en nuestro dormitorio. − ¿De veras? – estaba de nuevo en el sofá leyendo algo, un libro medieval de lobos. − Si, Hunter. ¿Me vas a decir de quién es? Porque no lo abres y lo averiguas tu misma. Abrí el monedero y vi mi carnet de conducir. Abra Barrow. Yo. Hunter se había ido y en su lugar estaban todas mis tarjetas. Mis ojos se llenaron de lágrimas por enésimas vez en el día. Agarre el bolso y lo olfatee, tenía el aroma de un bolso nuevo y de los caros. Después vi el nombre del diseñador y me di cuenta de lo que había costado. Esto era un gesto casual, lo que equivalía a un anillo de compromiso. En ese

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momento, y con una esperanza inesperada, sabía que haría cualquier cosa para que mi matrimonio funcionara. − Tengo otra pregunta, Hunter. − Adelante. −¿Has dormido con la propietaria de este bolso?− Hunter finalmente dejo el libro y me miró?. − Si – dijo mirándome

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Capítulo 10 Nadie come por gusto en la cafetería del Instituto animal. La habitación está a oscuras como un sótano, la comida es grasosa, y las largas mesas parecidas a las de un picnic están preparadas para un traslado de cadáveres. Pero los becarios trabajan 98 horas a la semana y los residentes tres cuartos de lo mismo. Es difícil de creer que en una ciudad de la actualidad hay restaurantes así. − Me muero de hambre, pero los espaguetis parecen un caldo de cultivo de bacterias – dijo Lilliana llevando dos yogures de fresa y una manzana en su bandeja− ¿Dónde quieres sentarte? − Elige.− había elegido para comer dos enormes galletas con pepitas de chocolate y un gran vaso de leche desnatada. Me quedé mirando la delgada cintura de mi amiga y lo bien que le sentaba una falda negra, haciendo que dudara en cambiar mis galletas por un yogurt. No es que fuese ayudar mucho, pues Lilli era una mujer que se ponía tacones y lucía espléndidamente mientras que yo no. Como mucho, lo que deseaba era mantener a mí marido, era consciente que no podía sufrir una transformación en pocos días. − Podríamos ponernos con los chicos – dijo Lilliana mientras buscábamos una mesa libre entre las abarrotadas mesas. Mire a mi alrededor y vi a Sam, que nos saludo, mientras trataba de comerse unos espaguetis con gran entusiasmo. Ofer, había traído su comida de casa, estaba usando un palillo de dientes como tenedor para comer unas albóndigas de un tape ware. Sentado algo más alejado, estaba Malachy que estaba tomando té y unas galletitas saldas mientras leía una pila de archivos. − He oído un rumor – dijo Lilliana mientras aun estábamos suficientemente lejos para ser oídos− por lo visto la junta quiere volverlo a echar del instituto y esta vez definitivamente. No le pregunté donde lo había oído: la gente tendía a confiar siempre en Lilliana. Que era lo más raro. Si hubiera estado junto al jefe de personal durante dos minutos, seguramente sabría más de Malachy que su propia secretaria. Media hora más y sabría más que su propia esposa. Pero Lilliana nunca rebelaría sus fuentes. − ¿Quieren echar a “Mad Mal” por su salud? – pregunte en voz alta− o ¿su salud está empeorando porque sabe que lo van a echar? http://novelvampir.blogspot.com/

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Lilliana se encogió de hombros: − no lo sé. De cualquier manera, se ve horrible. En verdad, los pómulos los tenía tan prominentes que parecía un cadáver. − Dispara – dijo Lilliana al llegar a la mesa− se me olvidó algo. Abra, siéntate y ya vengo. Puse mi bandeja encima de la mesa mientras Lilliana volvía al buffet. − Señorita Barrow.− dijo Malachy mirándome− ¿tiene todavía pegada a su espalda a ese perro perdiguero? − No, pero tengo su sangre. – dije tomando un sorbo de mi leche− no sé qué hacer. Se lo devolveré a su dueña. Malachy se toco la barbilla con aire pensativo. − Así es que la quimioterapia no es una opción, independientemente del diagnostico. No con nosotros. Tal vez el veterinario del perro pueda dar una solución. − ¿Vas hacer la llamada? – su voz, pensé, era casi amable? − Yo haré la llamada. Malachy levantó sus cejas. − ¿Conoce a la señora Rosen? La señora que se cree que nosotros podemos hacerle un descuento porque nosotros aprendemos en un hospital. − Se lo explicaré. − Bien, supongo que lo único que me queda por decir es…. − Feliz cumpleaños – dijo Lilliana apareciendo con una pequeña tarta de chocolate. Sólo cabía un gran tres y un cero como velas. − Oh, Lilliana, gracias – apagué las velas y Sam dijo: − ¿Qué deseo has pedido? − Lo que todas las mujeres desean, amor verdadero, felicidad y una pedicura.

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− Te puedo echar una mano en eso.− dijo Lilliana dándome una tarjeta con un impresionante jardín junto con un cupón para pasar en el spa todo un día. − Por supuesto, yo también iré. – dijo ella, mientras pelaba su manzana al estilo europeo. − Con esa habilidad con el cuchillo− dijo Malachy −Verdaderamente estas malgastando tu tiempo en asuntos sociales. Puse mis ojos en blanco. – oh, sólo apuñálalo. La tarjeta de Ofer mostraba un lobo vestido con un traje de mujer mirando a Caperucita roja que mostraba una mueca avergonzada. El titulo decía: “realmente rojo, no se trata solo de la ropa.” − Estaba preocupado un poco por si e ofendía con esto. – admitió Sam Su tarjeta mostraba el torso denudo de un modelo y contenía un broma de mal gusto sobre las mujeres mayores. − Muy bonito, Sam, muchas gracias.− me preguntaba porque tenía la reputación de ser una estirada. En ese momento, pensé en Red Mallin, el agente de protección de la fauna, que seguro no había pensado en mí como una mojigata. Lilliana echó un vistazo a la tarjeta de Sam. Lo siento, pero esto no es un hombre para las mujeres. A ver si pillas mi indirecta. − Sí− dijo Ofer− los hombres de verdad no se hacen la cera, ni se depilan ni se visten con ropa de diseño. − Sí, es verdad – dijo Sam con tono sarcástico− ellos llamaría a esta clase de hombres “ositos”. Ya sabes, grandes hombres del estilo de los leñadores. Muy populares dentro de la comunidad gay. Malachy me entregó su tarjeta. Era muy simple, en la parte delantera había una flor silvestre y dentro había escrito: “Tenemos que hablar”. Cerré la tarjeta rápidamente y le mire, dándome de repente una oleada de frío que me atravesó todo el cuerpo. ¿ Iría a decirme que mis practicas había acabado?. A continuación, Malachy se puso de pie, casi haciendo caer todos sus archivos. Yo reaccioné rápidamente atrapándolos y logrando pillar la mayoría pero otros fueron aparar al suelo. − Gracias, señorita Barrow – dijo− supongo que no le importará si la sacó de esta reunión antes de tiempo. http://novelvampir.blogspot.com/

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Se me encogió el estomago del miedo que me entró. Le seguí hacia los ascensores. No hablamos nada mientras bajábamos al sótano donde Malachy tenía una pequeña oficina, la cual le fue asignada cuando lo rebajaron de nivel. Yo no había vuelto a pisar su oficina desde mi entrevista la pasada primavera. Las puertas del ascensor se abrieron y Malachy dijo: − Después de ti Espere que él continuara por el pasillo, mientras observaba sus andares vacilantes y me preguntaba porque quería hablar conmigo. Barajé varias hipótesis: “Señorita Barrow es la única interna en la que puedo confiar para comentarle mi despido inminente”. “Señorita Barrow, he pensado mucho acerca de esto, pero no la considero suficientemente cualificada para que pertenezca a mi equipo”. El único pensamiento de mi inminente despido era que mi austero jefe sea proveniente de mi fama. A medida que pasábamos las distintas oficinas, me di cuenta que Malachy me llevaba a un sitio que desconocía. Esta sección del pasillo era más oscura, los fluorescentes parpadeaban dejando ver las paredes desconchadas y alguna silla rota en los rincones. − Doctor Knox – dije, pues nunca delante de él lo llamaba Malachy− ¿A dónde vamos? − Aquí – Malachy se paró delante de la última puerta del pasillo. Me entregó los archivos que había estado llevando y sacó un manojo de llaves. − No entiendo que estamos haciendo aquí. – dije− ¿me va a echar del grupo? Malachy maldijo en voz baja, sus manos temblaban mientras intentaba introducir la llave en la cerradura. Asombrada por mi atrevimiento puse mi mano sobre la suya. La tenía helada. − Por favor – dije− ¿me va a echar? Malachy se volvió hacia mí. − No, no te voy a echar, tonta. Te he traído aquí para mostrarte algo que haría que me echaran de una patada si se enteraran. − Pero ¿Por qué yo? – dije casi sorprendida de estar diciendo esto− ¿Por qué no otros? Porque ellos no tienen contacto personal con alguien que ha estado expuesto al virus licantropía. Maldita sea. – dejando caer al suelo las llaves−

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“Bueno, Abra, espero que no cojas ninguna enfermedad de este hombre”. La voz de mi madre resonó en mis oídos, me agaché para coger las llaves. − ¿Qué es esto? – mi voz sonó tensa y poco natural. − Bronce. Abrí la puerta revelando lo que parecía ser un pequeño laboratorio poco iluminado. En una jaula había un dálmata y en otra un pastor alemán. Ambos perros parecían estar adormilados, pero el hecho de que ellos no s habían despertado con nuestra llegada me hizo suponer que estaban sedados. La tercera jaula estaba vacía, y me acorde de Pia, el perro hibrido de lobo. En el centro de la habitación había una mesa de acero inoxidable equipada con sistemas de contención, también había un pequeño frigorífico, un mechero de Bunsen, una centrifuga, numerosos viales, un microscopio, y lo que parecía ser una licuadora de cocina. − Creía que ya no participaba en las investigaciones.− dije tratando de sonar tranquila. La verdad era que mi madre no se había equivocado en llamarme hipocondriaca y además ese comportamiento errático de mi marido se me vino a la mente. − Oficialmente no. – dijo Malachy mientras se acercaba a un ordenador que parecía tener más de 10 años− pero no podía abandonar mi investigación por un par de imbéciles incompetentes. Pero ahora podré.− tecleó unas letras y apareció una imagen en la pantalla: la imagen me era muy familiar pues se tratada del ADN humano− ¿sabes que el cromosoma humano 17 está vinculado con el cromosoma 23 canino? − Negué con la cabeza. – No específicamente.− sabía que todos los mamíferos teníamos un antepasado común pero nunca había profundizado en la genética. Malachy le dio a otra tecla y el ADN se esfumó, reapareciendo al revés. − Esto sugiere que, tal vez, se produjo una mutación o una inversión. Detrás de mí, el dálmata gruño, luchando contra los efectos de la sedación. − Doctor Knox – dije tratando de avisarle de la reacción del animal. Pero espera. Mira lo que pasa cuando reorganizó unos cuantos genes más. – en la pantalla el ADN comenzó a cambiar y a combinarse.− ahí lo tienes el ADN canino. http://novelvampir.blogspot.com/

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Pero eso es a nivel genético – dije tratando de seguirle− Exactamente. – dijo Malachy− siempre sospeche que el virus licantropía podía afectar a la función celular, incluso supuse que podía a ver cambiado a nivel de ADN nuclear, de modo que una célula comienza a buscar y actuar como otro tipo de célula. Pero paso un tiempo hasta que comprendí que el cambio se estaba produciendo en el ADN mitocondrial. Miré a Malachy y me pregunté si su enfermedad no estaría afectando también a su cerebro. − Si me está diciendo que mi marido podría a ver sido infectado con ese virus, me gustaría que me dijera que cree que significa.− en ese momento todas las películas que había visto de hombres lobo se me pasaron por la mente, terminando con una imagen de mi marido convertido en Jack Nicholson. Malachy levantó las cejas. − Mi querida niña, es lo que estoy tratando de averiguar. Nadie sabe con precisión cómo interactúan el ADN mitocondrial y nuclear, pero claramente, es algo complejo. Todo lo que puedo decirte es que hay un factor genético, y un factor ambiental. Pero lo que sí tendría sentido es que tu marido me hiciera una visita. Ni siquiera quería pensar lo que me estaba sugiriendo. − No creo… − empecé pero un gemido del dálmata me interrumpió. − Maldición. Tengo que tenerlo más controlado. Lo que realmente necesito es una prueba pura de lobo. Malachy se arrodilló torpemente para abrir la jaula, y antes de que pudiera reaccionar, el dálmata se abalanzó sobre la garganta de Malachy gruñendo. Traté de alcanzar las piernas del animal, apartándolo de Malachy, pero no fui lo suficientemente rápida. Pude ver sangre y las manos de Malachy agarraron la cabeza del perro. − Telazol− gritó Malachy− en el frigorífico.− abrí el pequeño frigorífico, agarre la jeringa y se la inyecte al perro. El perro echó la cabeza hacia un lado liberando el agarre de Malachy, para enfrentarse a su nueva amenaza. Yo. El dálmata, gruñendo, se preparó para abalanzarse sobre mí.

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− Oh dios. – sabiendo que el sedante no iba hacer efecto tan rápido. Entonces el perro estaba sobre mí, con sus patas delanteras sobre mis hombros y no pude evitarlo: cerré los ojos. Hubo un fuerte chasquido y grite cuando sentí todo el peso del perro sobre mí. Miré hacia arriba, y vi como Malachy se acercaba sobre mí, pero por una fracción de segundo no lo vi como Malachy. Sus ojos parecían brillar de forma misteriosa, una mezcla de fosforito azul−verde claro, y el parecía más grande, más fuerte más salvaje, con unos fuertes brazos, como si él hubiera alargado los brazos para romperle el cuello al dálmata. Pero eso era imposible, pensé, entonces todo se volvió oscuro. − Jesús – dijo alguien− − ¿Está sangrando? Yo me preguntaba lo mismo mientras volvía a la realidad, dándome cuenta que Lilliana, Sam y Ofer estaban allí. Es muy desconcertante ser la víctima en una serie médica. Ya que todos tienden a identificarse con los médicos y enfermeras, que están de pie y con sus ropas intactas. − Vamos ayudarme a levantarla – dijo Ofer− − Abra, ¿estás bien? – dijo Lilliana− Traté de asentir con la cabeza y otro interno quito al perro muerto que todavía estaba sobre mí. Malachy se agachó a mí lado. − Lo siento.− dijo con la voz más suave que alguna vez había oído− ¿te mordió? ¿Tienes alguna herida? Le miré, recordando una extraña visión algo distorsionada de lo que había ocurrido. Me desmayé, estaba en estado de shock. Pero no pude hacer otra cosa que preguntarme si Malachy no me habría elegido como sujeto de pruebas. Si lo hubiera hecho, desde luego no se había convertido en hombre lobo. − Su chaqueta está rota. – dije, dándome cuenta que la bata de laboratorio estaba destrozada como si uno tornado hubiera pasado por encima de él− − Irrelevante. Muéstrame donde estas lesionada.− dijo, dándome cuenta que no me había respondido a la pregunta. Le mire a los ojos, como queriendo saber porque estaba tan interesado en eso. − No me ha mordido. http://novelvampir.blogspot.com/

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Malachy parecía tan aliviado que vislumbré una parte de sí mismo cuando era más joven, suave, con más capacidad de emoción. Me pregunté si alguna vez habría tenido alguna relación sentimental real o si la ciencia era su única pasión. Tal vez se mostrase como él mismo en este laboratorio secreto. Además me di cuenta. Malachy había llamado a todo el grupo para que me ayudaran. Lo que significaba que dejaba de ser un secreto.

El resto del día fue pasando, la gente se acercaba a mí para saber cómo estaba y bromear sobre el dálmata. ¿Quieres un abrigo de piel, Abra? Trate de no pensar en las palabras. Trate de no pensar en la tarjeta del tarot del lobo invertido. ¿Fue un ataque casual? O ¿fue una especie de broma divina?. Ese era el problema del tarot: cualquier cosa por insignificante que parezca podría ser importante. Sam paró junto a mí por el pasillo: − ¿estás mejor? ¿no ves manchas?.− hice una mueca de desesperación que en realidad no sentía. Pero no podíamos olvidar que todos estaban siendo demasiado amables. Por dentro de nuestra aparente normalidad, todos estábamos tenso por no saber que iba a ocurrir con nosotros. Al final del día, nosotros supimos la confirmación oficial. Malachy Knox ya no pertenecía al Instituto médico de animales. No habíamos visto al doctor desde que la EMT llegó, hacinados en el laboratorio con el señor Simcox, el verdugo de asuntos administrativos. Habíamos convencido a los médicos de urgencias que no hacía falta que me trasladaran al hospital. Mientras el señor Simcox había llamado a dos guardias para que escoltaran a Malachy fuera del edifico. Algo sobre la actitud imperturbable de Malachy me hizo darme cuenta de que había metido algunos archivos en su maletín sin que el señor Simcox se diera cuenta. − Todos estarán bien – dijo de forma indiferente mientras se quitaba la bata de laboratorio rota y cogía una chaqueta del gancho que había detrás de la puerta. me di cuenta que sus huesudos brazos sobresalían de los puños de su camisa roída, como si las mangas hubieran encogido o sus brazos hubieran crecido. Como los guardias lo conducían hacia fuera, Malachy añadió: − os asignaran a otros equipos. − Pero doctor Knox –dijo San − ¿qué pasar con usted? Malachy nos sorprendió a todos al ofrecernos una sonrisa que denotaba su diversión: − si te digo la verdad, muchacho, no tengo la menor idea. – y con eso nos dejo, silbando y balanceando su maletín salió del laboratorio fuera de nuestras vistas.

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Capítulo 11 Estaba en la cafetería de la AMI cuando llegó Lilliana y me entregó una cesta. − Hay que llevar esto a Malachy, Abs. Él no está bien. − ¿Dónde está? Lilliana me señaló el sótano. − Esta ahí abajo. Pero sólo tienes que ir a su laboratorio, no abras ninguna otra puerta. − Te lo prometo. – entonces me encontré en mi propio apartamento, abro la puerta de mi dormitorio y me encontró a Hunter masturbándose con lo que parecía ser un hígado. Al igual que en “el lamento de Portnoy”, pensé. Enseguida me di cuenta que era un sueño. − Estupendo, me has traído más comida. – dijo Hunter− ¿hay algo para comer ahí adentro? − No es para ti – le explique− está relacionado con el trabajo. – me di la vuelta y me encontré en el sótano, caminando hacia el laboratorio de Malachy. Había una mujer en la esquina, agachada y sujetándose con las manos el estomago como si tuviera mucho dolor. Llevaba una sudadera de color rojo con capucha que ocultaba su rostro, como en esa película de los setenta, ¿Cómo se llamaba?, “no me mires”. Recordando el final de la película, inmediatamente sospeche de que el niño era un enano asesino. − ¿Estás bien? – le pregunte con cautela− − No, no estoy bien. – dijo la joven, echando hacia a tras la capucha. Ella era atractiva, me señaló su cara, parecía enfadad y asustada.− mira lo que me ha hecho. − Te veo bien. – dije, y después vi que de sus mangas asomaba lo que parecía las patas peludas de un lobo− oh, pobre. − No, no, se supone que debo ser un lobo.− dijo la muchacha− él me hizo esto. No sabiendo que hacer por ella, metí la mano en la cesta y saque un pan de dulce.

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− Gracias− dijo después de haberlo engullido con entusiasmo canino− no deje que él le quite la ropa. No estaba segura de si se refería a Malachy o a alguien más, asentí con la cabeza. Cuando llegue a la puerta del laboratorio, esta se convirtió en la puerta de la casa de mi madre. Mi marido me abre la puerta. Él lleva puesto el caftán purpura de mi madre. − Hunter. ¿Dónde está mi madre? − Yo soy tu madre ahora – dijo − No, sólo llevas su ropa. ¿Qué le has hecho? − La he incorporado a mí, por lo que soy todo tuyo. No tengo madre, ¿Por qué debería tu tener una?. No necesitas a nadie ni nada, solamente a mí. − Esto es un poco extremista ¿no crees? − Lo mejor para los buenos. – deje caer la cesta sobre la mesa pero antes de darme cuenta Hunter se había quitado el caftán. Protesté recordando la advertencia de la chica lobo, pero de repente Hunter estaba encima de mí, y se había convertido en un lobo, sus colmillos a escasos centímetros de mi garganta. Cerré los ojos, y sentí su peso muerto encima de mí. − Puedes abrirlos ahora. – dijo una voz familiar con acento de Texas. Miré hacia arriba y vi a Red Mallin, el agente de la fauna salvaje, vestido con una camisa de cuadros de leñador llevando un hacha.se veía más joven y más guapo en este sueño, como una actor que forma parte del reparto estelar. − Creo que ha mejorado la iluminación – le dije, entonces mirando la camisa de leñador y recordando las palabras de Sam, le dije− ¿no será un oso? − Soy un animal completamente diferente. Vamos doctora, abre los ojos. − Los tengo abiertos. Te estoy mirando. Red se inclinó muy cerquita de mí, podía oler su aliento. Era agradable. Como si hubiera estado masticando hojitas de menta. − Tienes que despertarte, cariño.− entonces acerca su nariz a mi pelo, respira profundamente y expulsa el aire. Miré para atrás y noté que su nariz era fría y húmeda, por supuesto también era un lobo.

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Entonces me desperté.

Por un segundo, no sabía dónde estaba. Pero me di cuenta que estaba en mi propio salón. Debía haberme quedado durmiendo en el sofá. Después de una grata y sorprendente charla con mi madre, me senté a ver la CNN a esperar a Hunter. Había sido reconfortante hablar con mi madre sobre mi ataque del dálmata y el despido de Malachy, pero a la persona que realmente quería contárselo era a mi marido. Ahora, apenas recompuesta del sueño tan vivo que había tenido, me sentía algo inestable. Eran las 1 de la madrugada y Hunter todavía no había regresado. Él me había dicho que llegaría tarde pues iría al café a escribir, y que no lo esperará para que yo no me volviera loca. Llene la tetera de agua y la puse en el fuego. Había muchas posibilidades de que mi madre estuviera aun despierta. Mucho mejor. Pero tampoco quería contarle muchos más problemas sobre mi relación matrimonial. Cuando ella conoció a Hunter hace 7 años, había intentado coquetear con él. No era culpa suya: nunca había conocido a ninguno de mis novios y no sabía cómo comportarse. Cuando se dio cuenta de que Hunter se reía de ella, lo convirtió en su peor enemigo. − Supongo que te gusta mi hija porque tu propia madre carece de lo que tiene ella.− le dijo mi madre mientras cortaba riñoncitos para los gatos. − Interesante visión – dijo Hunter mirando a mi madre de forma que ni siquiera ella podría interpretarla como mala− ¿crees que Abra y yo no tenemos nada en común?. Después de la graduación universitaria de Hunter y de que nuestros encuentros eran mucho más frecuentes, mi madre lo empezó a llamar mi ex novio. Lo mismo que a mí nunca me gustaron sus ex novios. La mayoría de nuestros amigos asumían que Hunter y yo habíamos estado juntos desde la universidad, pero en realidad fue algo más complicado. Después de graduarme nos habíamos mudado juntos pero dormíamos separados y Hunter empezó a llamarme compañera de cuarto. Creo que quería protegerme en caso de que el propietario decidiera echarme mientras él estaba en Anchorage o Pulau Pangkor Goa. Trabajé en varios refugios de animales, ahorrando dinero e invirtiéndolas en escuelas de veterinaria, mientras Hunter iba y venía, incluso hasta meses tardaba en regresar. Mi madre siempre preguntaba qué diablos estaba haciendo, y yo siempre le

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decía que éramos amigos momentáneamente. ¿Qué había de malo en compartir piso con un amigo? Yo enviaba las facturas por correo mientras él estaba de viaje, y me proporcionaba protección contras sus antiguas novias cuando estaba en la ciudad. Sus novias siempre me pedían consejo pero nunca lo tomaban. Les pedí que actuaran como amigos y no como amantes. Luego me marché a Tufts durante cuatro años. Cuando me gradué volví a New York para ver a Hunter, nos emborrachamos y tuvimos relaciones sexuales durante toda la noche. Fue tan divertido. Se me había olvidado lo divertido que podría resultar el tener sexo, como en el juego de Twister, pie izquierdo en el rojo, brazo derecho en el azul, ahora tu vas aquí y ¡WHOA! Nos casamos un año después, en un día gris después de San Valentín, en el ayuntamiento. Intenté q no se me notará la sorpresa, pero no había ninguna manera digna de preguntarle a un hombre porque se quería casar contigo. No hubo invitados a la boda. Le pedimos a las otras parejas que también se iban a casar que fueran nuestros testigos. Yo llevaba un traje beige de seda sencillo, que había visto en una tienda, pero me hacía más gorda cuando me lo puse; Hunter llevaba vaqueros y un suéter. Nuestra luna de miel fue un desastroso fin de semana en una casa Victoria en ruinas en Northside, New York. La madre de Hunter se había suicidado cuando él era adolescente, pero el padre sí que estaba, inesperadamente; él siempre se acordaba de lo gracioso que fue cuando le dijimos que nos acabábamos de casar. Hubo un montón de comentarios acerca de mi rico linaje como Barrow, así como una deuda contraída para las futuras generaciones, lo que me llevó un día entero comprender que el padre de Hunter se había llevado una errónea impresión, pensando que mis padres eran ricos. Torpemente, le expliqué que ni mi padre ni mi madre tenían suficiente dinero para arreglar la casa. Incluso aunque la torre cayera al sótano. Incluso cuando en 1920 la caldera siseaba como un gato, aunque calentará poco y alumbrara poco, incluso en las habitaciones superiores había alumbrado pero muy tenue. Aun así era la herencia de mis futuros hijos. − Oh, bueno,. – dijo Hunter− podríamos matar a tu madre y trasladarnos a vivir en la casa del Greco. Al final fue su padre quien nos prestó dinero, mientras Hunter escribía y yo me presentaba como interina a la AMI. Pero para mi madre, Hunter nunca sería de su confianza. http://novelvampir.blogspot.com/

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La tetera empezó a silbar signo de que ya estaba el agua hirviendo l quite la hornilla para que saliera el vapor. Acababa de echar agua hirviendo en mi taza cuando sonó el teléfono. − Hola, Abs. −No era Hunter. Era mi madre. Estúpidamente casi me ahogo cuando le di un sobo a mi cacao antes de responder. − Hola, hola, ¿estás bien? − Lo siento, mama. Me he quemado la punta de la lengua. − Cariño, ¿qué te ocurre? Rompí hablar como un cascaron de huevo. − No, mama, Hunter aun no ha regresado. No he tenido tiempo de contarle que ha ocurrido en el trabajo.− o sobre la posibilidad de que estuviera contagiado con el virus licantropía− estoy preocupada de que Hunter me abandone. − ¿Eso es todo?, cariño, a mí lo que me preocupa es que él no este. Pensé en colgar el teléfono, pero me acorde de mi sueño y se lo conté. − ¿Estás segura que el hombre texano también era lobo?, las cartas decía un lobo y un coyote. Pensé en eso. – creo que era el hombre que conocí. Creo que fue con un juego mental, ya sabes, todo los hombres son lobos” − ¿Conociste a un hombre?− la voz de mi madre sonó con mucho interés− − Un agente que se encarga de quitar del medio a la fauna silvestre, mama, como el de llamar al exterminador de ardillas que se esconden en tu sótano.− al menos di por hecho que mataba a los animales que encontraba, aunque recordando al búho me pregunté si realmente lo hacía. − Oh, bien. Pero si es atractivo por lo menos duerme con él. Tú gran error fue dejar a Hunter tener todo el poder. Me siento mejor acerca de vuestra relación, si supiera que le eres infiel de vez en cuando, me quedaría más tranquila. Le colgué el teléfono.

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Capítulo 12 Yo sabía que estaba en problemas en cuanto vi el restaurante. Era el tipo de lugar en el que había un camarero para quitarte un vaso de agua, otro para quitarte el plato, y otro el camarero. Una mujer me acompañó hasta mi mesa que estaba poco iluminada, la mujer vestía un vestido de fiesta negro sin sujetador. Sonrió a Hunter y me señaló mi silla elegantemente para que me sentara. − Hunter – dije− no me advertiste que fuéramos a venir a un sitio tan bonito.− pensé q celebraríamos mi cumpleaños aplazado en algún lugar de West Side donde no se necesitara ir elegantemente vestido. En su lugar Hunter había reservado en uno de esos lugares en East Side donde escuálida mujeres hacen carrera fingiendo comer pichones. Mi marido, que llevaba un pantalón vaquero negro y una camisa rosa pálido abotonada, era el único hombre que no llevaba corbata, pero lo llevaba con estilo. Los otros comensales tenían la cara rosadita y regordeta, de beber whisky y de hablar con su rubia ceniza con tacones de aguja. Por otro lado, estaba intentando recordar no tocarme el pelo, que estaba entre de fino como el filo del chuchillo, brillante y limpio. Yo llevaba un suéter estrechito que Lilliana llevaba de repuesto porque un asustado Lhasa Apso e había hecho caca en mi chaqueta de punto color lavanda antes del almuerzo. También me habían prestado una barra de labios, pero no había servido para mucho. La fatiga estaba haciendo que mis lentillas se sintieran como estropajos, y lo que iba a conseguir era una erupción nerviosa en el lado derecho de mi frente, cerca del cuero cabelludo. En definitiva, lo que quería era estar en casa, comiendo sopa de tomate en lata. Pero mi marido y yo teníamos una cita. Por lo que, yo, como un boxeador tenía que mantenerme lista para la lucha. − Te ves muy bien.− Levanté una ceja. – mm, como una niñera victoriana.− Hunter retiró la silla para que me sentara, quitándole el trabajo de hacerlo al camarero. ¿o era el ayudante de camarero? El mismo hombre que nos miraba mientras Hunter volvía a su silla. − Ah, estas ahí. Un gin tonic para mí y una copa de champán para l señorita.− el camarero misterioso hizo un gesto amable, posiblemente, reconociendo a Hunter como un comensal que llevaba la voz cantante. − ¿Me veo como una niñera victoriana? ¿Cómo es eso?

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Hunter me sonrió. – los mechones del pelo apenas contenidos por las horquillas de carey. El destello de tu nariz. El arco de las cejas sin depilar. − ¿Las piernas llenas de pelos? − Afortunadamente, no eres victoriana en todos los sentidos. Puse mi mano sobre el pecho. – para. Se me está hinchando la cabeza. − No te preocupes, sabes que eres hermosa. Y, como iba decir, antes de que me interrumpieras, el aire alrededor tuyo el que lo hace delicioso.− sabes que eres hermosa, eso es lo que había dicho. Inspire una bocanada de felicidad. El camarero llegó con nuestros menús y Hunter le dio las gracias. − Mi nombre es Pascal, y les serviré esta noche.− me di cuenta que Pascal parecía aceptar mas a Hunter que a mí. Realmente no podía discutir con el hombre: Hunter se había cortado el pelo, y su pelo caía en ondas suaves alrededor de sus pómulos. Parecía una persona rica y peligrosa, como si pudiera conducir un Porche mientras desactivaba una bomba con las manos. Con las manos vacías, sin llevar el anillo de plata de nuestra boda, que no solía llevar cuando estaba fuera en el campo silvestre. − No llevas el anillo.− yo lo había comprado como broma en un mercadillo, segura de que Hunter se negaría a llevarlo a no ser que fuera su reloj. Para mi sorpresa, lo había aceptado, diciendo que le gustaba la idea de ser marcado. − ¿Qué? Ah, eso. Debo de haber salido sin llevarlo puesto. Es la costumbre. Cuando lleguemos a casa me lo pongo. – Hunter buscó mi mano sobre la mesa al mismo tiempo que colocaba mi mano sobre la suya. Pascal regresó con las bebidas. − Caballero, señorita.− me soltó de la mano tan bruscamente que mi mano se quedo allí como si fuera un pez muerto.− Les recordaré las especialidades. Bebí de mi champan mientras miraba el menú, que estaba impreso en pergamino como en el de una boda. Para mi sorpresa, no parecía que hubiera nada más que carne. Ensalada de verdura fresa con queso de cabra y crujiente de manzana con tocino curado. Pato y ravioli de setas. Incluso la sopa de verdura contenía carne de cerdo. − Hunter, no hay nada que yo pueda comer aquí. − Mmmm. – Hunter me miró. − Hay ensalada y más cosas. Además de queso. − Pero todo tiene carne.

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− Por el amor a dios, Abra, no estamos en la universidad. No tienes que ser tan purista. Solo come un poco no va a pasar nada. Lo miré pensando en el dálmata. Debería ponerme gotas en los ojos para evitar que se pusieran rojos los ojos. Pero en vez de eso ataqué. − No creo que sea muy considerado de tu parte el haber elegido un restaurante que no tiene platos vegetarianos. Sobre todo cuando se supone que esto es por mi cumpleaños. Hubo una pausa y Hunter alargó la mano para coger la mía. − Lo siento, Abs, acabo de enterarme de este lugar por un amigo de la revista Vanity Fair 14y pensé…. Tienes razón, ¿quieres que nos vayamos? Lo pensé mejor. Él sabía cómo odiaba hacer una escena. Y salir de aquí supondría hacer un pequeño drama digno de mi madre. − No – dije a regañadientes. Hunter miró el menú. – aquí, ¿qué hay con los vegetales salteados y mixtos, ah y patatas en juliana? − Dos platos de acompañamiento. – bien Pascal regresó y comenzó a recitar, con voz aburrida y abstraída, el apto asado y nabos, vacuno con perejil, estofado de conejo con mostaza y clavos. Dijo todos los nombres en francés, poco a poco, desafiante, como si fuéramos a atrevernos a pedirle una traducción. Hice un gesto para que comenzará por Hunter. Él pensó un poco. − ¿El ragú de Lapin esta bueno? − Excelente. Pues lo tomaré. − Muy bien señor. ¿y usted señora? Examine las pocas opciones. – supongo… supongo… creo que comenzaré por la crema de acedera, y luego cuando mi marido este con el plato principal, − no me atreví a 14

Revista sobre entretenimientos, negocios, moda, crímenes..etc, famosa en Estados Unidos.

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decir conejo− me traerá salteado de alcachofas baby salteadas.− cerré el menú y se lo entregué a Pascal. − ¿y eso es todo, señora? − Eso es todo – le dije encontrándome con su mirada− − Tal vez, si se me permite sugerirlo, ¿qué tal la tarta de camarón y berenjena?− en ese caso, supuse que se vio obligado a traducirlo en ingles. − No − ¿setas con jamón tostado? − Soy vegetariana. − Ah, aha. Lo entiendo.− por su tono estaba claro que estaba sufriendo por una auto infligida enfermedad− ¿desea un soufflé de postre? Desee terminar con esto lo antes posible. – no, gracias. – Pascal me miró con si tuviera intención de escupir en mi sopa. Después se volvió hacia Hunter y le dio una leve inclinación y se marchó para ordenar al chef que dispusiera del cadáver del conejito y lo pusiera en la sartén. Y al fin nos quedamos Hunter y yo sólo, dándome cuenta que la noche había adquirido una especie de pesadez portentosa. El murmullo de los otros comensales parecía desvanecerse. El tintineo de campana de los vasos y de los cubiertos fue reemplazado por el golpeteo de mi corazón. − Abra. – dijo Hunter, ayudándose con las manos para gesticular, como diciendo “como puedo yo decirlo” También quería para esto. Alguna vez tendría que enfrentarme a ello. − Tú me quieres decir algo, ¿verdad? Hunter bajó la mirada y me miró, en sus ojos había tristeza. − Si, te tengo que decir algo. ¡Ay, Cristo, Abs! – Hunter tomó un trago de su gin tonic− Debes de haber notado que no soy feliz. Luché para mantener la compostura, e intenté mantener mi voz relajada. − ¿Es la escritura?

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− En parte, es el trabajo. Aun no sé qué historia voy hacer, pero, Cristo, Abs, encontré algo allí en los Alpes de Transilvania. − Supongo que no serán hombres lobos. – ja ja ja − Hunter no se rió. – si te sientes con ánimo de hacer un chiste de esto, adelante. − No, no, sólo estaba bromeando. Comienza de nuevo. Dijiste que encontraste algo nuevo…. − Bien, tú conoces a la mujer con la que estaba trabajando, Magdalena Ionescu. La jefa de nuestra investigación. Nacida cerca de los bosques, hacia la Europa del este, pero más pequeña que los lobos, Abs, el tiempo que pasé persiguiéndola era algo que nunca había conocido. Ella tiene casi el instinto animal, misteriosa. − Mi boca se seco. ¿Porque se me había ocurrido pensar que Magdalena era demasiado mayor para Hunter? Es ella. Oh, dios, ¿porque me estás diciendo eso aquí? Para qué no hiciera ninguna es escena, ¿verdad? Hunter vio la expresión en mi cara. − ¡Oh, Cristo, Abs! No es eso. Sí, me acosté con ella. Sí, ella me causo una gran impresión. Haciendo que cambiara. Pero estoy casado contigo. Te amo. − Dime lo que has dicho.− me aferraba a mi anillo de diamantes como si pudiera salvarme de un repentino tornado, que sería lo próximo que le diría− Hunter se inclinó hacia delante. − Abra, cuando digo que me cambio…. Cristo, no sé cómo explicar esto sin que parezca que estoy loco. − Es el virus de la licantropía ¿verdad?. Ella te infecto. Lo había sorprendido. − ¿Cómo lo sabes? − Malachy Knox. Mi antiguo jefe y profesor. Él estaba haciendo una investigación sobre el virus, y sabía lo de tu viaje. Pero Hunter, no estoy segura de entender todo esto. Hunter se quedó por un momento en silencio, como si mentalmente estuviera escribiendo un discurso. Cuando por fin habló, su voz era más bajita y con urgencia.

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− Aquí está el problema. Tienes que tener una marca genética que se trasmite por vía materna. No es seguro pero Magda dijo que la esquizofrenia podía ser un indicador por línea de madre. Cuando el virus se introduce en la persona que tiene ese indicador genético adecuado, se produce un reajuste completo a nivel celular. – Hunter agarró mis manos− ¿entiendes lo que eso significa, Abs?. No tenemos que preocuparnos de que la enfermedad de mi madre se reproduzca.− tomó aliento− no me volveré loco. El ADN mitocondrial se transmitía por vía materna. Pero Malachy no había sugerido que la inoculación del virus fuera una cura para nada y mucho menos para la esquizofrenia. Luchando por mantener de nuevo la compostura, quité mis manos de las manos de Hunter y sorbí un poco de mi champan. − ¿Qué pasará ahora? Hunter se bebió toda su copa y mando a que el camarero le trajera otra copa. − No le sé. Esto varía según el individuo. La mayoría de la gente solo desarrolla algunas características de lobo. Olfato más desarrollado, más masa muscular, y reorganización del esqueleto. − ¿Abundante vello corporal? Hunter ignoró mi pequeña bromilla. − Magda dice que todo nuestro cuerpo se transforma. Pero en su familia ella es la única que puede hacerlo. Pero ya puedo sentir la diferencia en mí, Abs.− se inclinó hacia atrás, con los brazos en la parte posterior de la silla. Un empresario de otra mesa nos miraba y pensé: puedo ver la diferencia, también. Has pedido la cabeza. − ¿Piensas que hay alguna posibilidad de que puedas transformarte en otra forma? – use mi tono de profesional, la que no revelaba nada de lo que pensaba o sentía− ¿en forma de lobo? Hunter parecía entusiasmado, pensé que estaba preparado para saltar de la silla en cualquier momento. − Es una pequeña posibilidad. Pero sí, eso creo que está pasando en mí. Me bebí de un trago el champan, con tan mala suerte que me atraganté y empecé a toser. − ¿Estás bien, Abs?

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Asentí con la cabeza mientras continuaba tosiendo. Limpie mis ojos con la esquina de la servilleta, pensando en las repuestas dadas por Hunter. Mi primer instinto fue llevarlo a un psiquiátrico. Suponiendo que hubiera alguna forma educada de llevarlo. Tal vez podría pedirle a Lilliana que lo admitieran. Pero luego pensé en lo que Malachy me había dicho en el laboratorio. No iba a creerme la idea de que un humano pudiera transformase de forma sin que se hubiera hecho por un experimento controlado y luego haberse repetido el experimento para ver los resultados. Pero aun así, de que el ADN pudiera cambiar, sonaba bastante inverosímil hasta que alguien pudiera obtener genes humanos en bacterias y consiguiera producir insulina en una placa. Lo que nunca podría demostrarse que es verdad, acepte que mi marido había cogido un virus raro y que sus efectos no estaban claros. Y por otro lado, la intrusión. − ¿Puedo preguntarte algo’ ¿qué ocurrirá si no eres genéticamente predispuesto y estas expuesto al virus? − Oh, cariño, − dijo Hunter cogiéndome otra vez las manos− no ocurriría nada. No les ocurre nada al 99 % de las personas que han estado expuestas. Y no es contagiosa al menos que en tu cuerpo este el sistema activo y estés en forma de lobo. Además no es seguro que me vaya a ocurrir nada. El camarero le trajo la segunda copa y Hunter se la bebió como si fuera agua. − Ay, Abs, me encantaría que hubieras visto los Cárpatos. Pero no tengo palabras. Aquí suena ridículo. Demasiado sentimental. Habría que usar palabras como intemporal y primitiva. No ha sido corrompida. No hay falsedad. Hay belleza en el paisaje que hace que tu corazón se hinche. Había como algo sobrenatural, como si hubiera magia en el ambiente. Me gustaba subir a lo alto y ver el mundo desde allí. Me gustaba poner mi mano en un árbol milenario y sentir su alma. − Suena maravilloso − Lo fue. Hubo una pausa y nos quedamos en silencio. Volví a sentir miedo y los pelillos de la nunca se me erizaron. Pascal trajo mi sopa. − Hey, camarero, tráiganos vino – Hunter empezó a mirar la lista de los vinos. Se había tomado su segundo gin tonic. Pensé. Él no está nada borracho. El esta maníaco. − ¿Quieres volver allí? ¿Es eso? http://novelvampir.blogspot.com/

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Hunter le tiró un pellizco al pan. Pensé en un ridículo anuncio de televisión de una barrita de chocolate en el que se sugería que el chocolate se quedará pegado a la boca siempre y cuando tuvieras que hacer frente algún problema. Hunter se metió el pan en la boca, pero habló de todos modos. − Quiero estar en el lugar en el que pueda desarrollar el potencial que se haya en mí. Aclaré mi garganta. − ¿y exactamente donde esta ese lugar? Magda dice que debería de ser en aquellos sitios donde haya bosques antiguos, en donde se sigan conservando las leyendas de criaturas y de magia, sería el lugar perfecto para desarrollarme completamente. Tiene que ser un lugar cerca de un bosque antiguo donde los humanos interactúen con la naturaleza. Ella los llama lugar de encrucijada… más allá de la realidad. Ahora mi incredulidad se extendía hasta lo inimaginable. − ¿Me estás diciendo que la magia es un catalizador del virus? Magda me mostro que el creer en la ciencia y creer en la magia no tenía que ser algo que viera por separado. Hay diferentes verdades, Abs. Lugares antiguos, lugares salvajes, donde podemos desbloquear cosas que hay en nuestro interior, como la pintura. O la poesía. De acuerdo con esta versión de la realidad, comprendí, que yo era la menos apasionada, era, literalmente, una friki, mientras que Magda era una hechicera lirica. Ni me molesté en analizar mi caso. Pensé en hunter, encorvado sobre el ordenador, totalmente frustrado, y me di cuenta que el deseo sexual fue algo repentino. Una rabieta. Una explosión de sentimientos reprimidos que nada tenían que ver conmigo. Mi sopa se estaba enfriando pero no la toque. − Así, es que, me vas a dejar por esa mujer, Magda. − No, Abs. – Hunter sonrió, y por primera vez en nuestra relación, pensé en la enfermedad de su madre y como podría habérsela pasado a su hijo.− − Justo en Northside, donde está la casa de mi familia, hay bosques antiguos. Y leyendas sobre hombres lobo que se remontan a los primeros colonos. Infiernos, algunas de las leyendas provienen incluso de las tribus indígenas que vivían allí.− Hunter arrancó otro pedazo de pan cuando llegó el camarero con el vino. Hunter continúo con su discurso inconsciente de que pascal estaba allí descorchando el vino. http://novelvampir.blogspot.com/

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Visiblemente irritado porque Hunter no se había percatado de su presencia, vertió el vino en mi copa. − ¿Señora? − Está bien – apenas probándolo− − Fantástico, gracias – dijo Hunter a pascal, sin mirarlo. Sin pestañear se bebió la copa de un trago.− de todos modos es ahí donde tengo que estar. – se inclinó hacia delante mientras con los dedos tamborileaba en la mesa, sin duda, nostalgia, mientras cogía un cigarrillo. − ¿En Northside? ¿Quieres vivir en esa casa antigua y destartalada de Northside?− yo todavía estaba tratando de acostumbrarme a la conversación. Me había dado el nombre de otra mujer, con la que se había acostado; me había dicho que deseaba regresar a Transilvania. no podía creer que Northside y yo éramos pobres sustitutos. Hunter trago un vaso de agua. Nunca lo había visto comportarse con esos modales en la mesa. La forma en la que se limpio la boca, con el dorso de la mano, me hizo preguntarme cuanto estaba de borracho. − No quiero trabajar con Magdalena. En su territorio ella es la jefa. Quiero uno para mí. Abra. Y Northside es un buen lugar para empezar. Desde que mi padre se volvió a casar y se marchó a Arizona, no pasa tanto tiempo allí. Y prefiere tenerme a mí allí que al guarda que tiene. Allí puedo escribir e investigar. Voy a tener suficiente espacio, además la naturaleza me rodea. Y solo estaremos a dos horas. Podemos visitarnos mutuamente. Esto al menos tenía sentido. No podía creerme que me amara más de lo que él amaba a esa mujer que lo había capturado con su imaginación. Pero sabía que no la seguiría, ni siquiera por amor. Bebí un poco de vino, poco a poco. Quería asimilar todo lo que Hunter había dicho, muy despacio. Cada vez era más fuerte el zumbido de las otras comidas, vidas y celebraciones. Tomé una gran respiración. − ¿Cuándo te vas? − En una semana. – Hunter se calló dándose cuenta de que sólo iba a tener dos conversaciones, muy diferentes, la suya era la única que denotaba felicidad− ¿Abs? ¿Abs? ¿Por qué lloras? − Porque pensé que me abandonabas.

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− Oh, cariño, no. – dijo Hunter− no te voy a dejar. Esto es como uno de mis viajes de investigación. Salvo que nos vamos a ver con más frecuencia. Oh, Abs, anímate, yo te amo, mujer. – se inclinó sobre la mesa y me besó en los labios− anímate, vamos. − Oh, dios, lo siento. – me eché a reí, mis lagrimas aun recurrían mis mejillas. No me gustaba hacer escenas en los restaurantes. Bueno, excepto ese día. Al principio el alivio fue tan grande, que sentí una oleada de hambre y comencé a comer mi sopa fría, cogiendo trozos de pan y de sopa. Fue entonces, cuando comenzamos a hablar sobre los detalles de su marcha por encima de su conejo y mis alcachofas, dándome cuenta de lo que había sucedido. Había estado tan tensa pensando que Hunter me iba a dejar que me sentí aliviada cuando me di cuenta que solo se marcharía a Northside. Y él, interpretando mis lágrimas de alivio por las de tristeza, tratándome de tranquilizar pues solo era una separación eventual. Pero la verdad era que no íbamos a vivir por un tiempo juntos. ¿Cómo podíamos ver si nuestro matrimonio se separaría?. Pero seguimos hablando sobre los detalles de la separación, cuánto dinero asignaríamos a la casa de la ciudad, cuanto para Hunter, para comprarse un coche, y así sucesivamente, mientras me golpeaba la sensación de una ruptura. Miré a Hunter, que estaba cortándole la pata al conejo, y como lo masticaba tan felizmente. − Supongo que no nos veremos mucho estas navidades. − Tendrás días libres por buen comportamiento, ¿no no?. Y nos veremos más fines de semana. − La mayoría de los fines de semana no los tenía libres, acaso uno, pero ni quiera tenía coche. El tren solo me dejaba a unos 40 minutos de la casa de Hunter, lo que se agrandaría a unas tres horas. Una de las posibles formas. Hunter me agarró la mano. − Siempre puedes venirte conmigo. – me sentí como si estuvieran operándome y la gente estuviera mirando mis órganos− − Pero no puedo. − Nos veremos siempre que podamos. No te preocupes. – hunter llamó al camarero para que nos diera la cuenta, sin a ver tomado postre. Cuando llegamos a casa descubrí que mi cara parecía una máscara, después de haberme hinchado a llorar. Feliz sobre su nuevo futuro, Hunter se metió en la cama y enseguida se quedo dormido casi el

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instante, mirando hacia la ventana, como si quisiera escapar. Sobre las 3 de la mañana deje casi de mirarle.

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Capítulo 13 Una vez que empecé admitir todo estos cambios, deje de pensar. Mi matrimonio se estaba reestructurando y reorganizando. Mi marido se marchaba. Y mientras mi estado de ánimo se balanceaba con furia entre depresión y ansiedad. Tratando de actuar como si estuviera de acuerdo con la decisión de Hunter. Yo no quería que se marchara tan rápido como lo estaba haciendo. Tal vez hubiera sido mejor si yo hubiera sentido rabia, pero estaba demasiado asustada. No me enamoraba tan fácilmente. Había dado tanto de mí a Hunter que ya no sabía cuánto de mí se quedaba y cuanto de mí se marchaba. Incluso no era capaz de consolarme en sueños, que es la manera que tienen las personas deprimidas de consolarse. Me sentaba delante de los muebles, mirando las cosas familiares que empezaban a convertirse en sombras y extraños, que es la forma que tienen las cosas cuando llega la hora de las brujas, de la fatiga y la soledad, y aún cuando amanecen, están despiertas. Y no había nadie para contárselo. Mi padre, que recordaba a Hunter como un muchacho engreído de 21 años con una perilla y un montón de ideas del cine americano, que para nada concordaba con las de mi padre, y por eso desaprobaba a mi marido. Era en lo único en lo que mi madre y él estaban de acuerdo, aunque mi padre creía que era de mal gusto decir nada más sobre nuestra relación: “Bueno ya sabes lo que pienso sobre ese tema”. La forma en que dijo esto, implica un odio tan profundo y penetrante que desafiaba el idioma. Durante un tiempo mi madre trató de imitarlo, pero no pudo evitarlo y siguió atacándolo. En cuanto a mis amigas, bueno, solo estaba Lilliana, y nos conocíamos apenas tres meses, pero ya me di cuenta de cómo en la Lilli de la realidad, y los hombres son mucho más fáciles de tratar y tenían más oportunidades en cuanto a sus carreras. Mi situación era un poco diferente. Durante mis años de universidad, y de postgrado, cuando la mayoría de mujeres encontraban pareja, que era lo más normal en otros tiempos, yo sólo había encontrado tres hombres interesados en mí: un brillante matemático especializado en música con las habilidades de gente pobre; un buen amigo que atravesaba por un mal momento; y Hunter. No podía confiar en Malachy, Sam y Ofer; y en Malachy menos pues sabía de la transmisión del virus de licantropía en mi marido, era lo más cuerdo que podía hacer. También había pasado demasiado tiempo para ponerme en contacto con mis amigos del colegio e instituto. Intenté buscar una solución. Algo tenía que encontrar. Hunter dijo “tu siempre puedes venir conmigo”. Pero eso no era una buena opción, al menos yo no tenía intención de dejar la AIM y todo lo que tenía sentido en mi vida. Excepto para Hunter, por supuesto. http://novelvampir.blogspot.com/

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Al día siguiente llamé para decir que estaba enferma y bajé a la librería. Yo estaba buscando respuestas, pero, por supuesto, había demasiadas respuestas: “Dejándolo libre”, “Resistiendo”, “Salto de fe”, “Como hacer que cambie”, “Como cambiar de trabajo”, “Como hacer que se enamore de ti”, “Entender al macho alfa”. Agarré el último pensado que lo había colocando mal en el estante. ¿Pertenecería los machos alfas a la sección de animales? ¿Habría una sección especial para mujeres enamoradas de licántropos? Para el autor de este libro, sin embargo, todos éramos animales. ¿Es tu pareja un macho alfa? Haz el test. 1) ¿Cómo se describiría tu pareja alfa? a) Buen jugador de equipo. b) Uno de los chicos. c) Un individuo con un alto grado de autonomía y de liderazgo. d) Tu perrito faldero. 2) Cuando nos enfrentamos a una elección importante en nuestras vida, él que hace: a) Te pide consejo b) Pide opinión a un experto c) Te dice a ti y al experto lo que está mal entre vosotros d) Se esconde y gimotea. 3) Cuando está conduciendo y otro vehículo le corta el paso, ¿Qué hace? a) Maldice y grita b) Perseguir al otro vehículo con mucha atención y desviarse por otra salida antes del impacto. c) Agarra al pequeño perro que está en el lado del conductor d) Se agita sin control, incluso pierde el control de su vejiga

Asumí que cualquier persona que contestará la opción D) sería un Shih Tzu 15. Había unas pocas preguntas más con varias opciones para saber si la mujer sería una buena compañera para el hombre alfa y ella era una buena mujer gamma. Apenas podía considerarme una alfa, a causa de que tenía una gran autonomía (veía la televisión sola, se compraba la ropa sola), como mujer alfa que era, tenía que trabajar y valer mis derechos.

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Es una raza de perro sumamente antigua, originario de China.

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No pensaba en la sumisión como una rendición. En cambio, pensaba que era como una opción, una mujer firme sabe que es lo suficientemente fuerte para presentar resistencia cuando fuese necesario. Tradicionalmente, las mujeres han sabido comprender que su inteligencia emocional, también llamada intuición, suele echar a los hombres para atrás. Pero en cualquier caso, siempre veras que el hombre alfa domina a la mujer alfa, con excepción de cuando están en el período del cortejo sexual y cuando están embarazadas. En esos momentos el macho abastece a su compañera, por otro lado, la hembra utiliza sus habilidades especiales para mantener unida a la familia. Era una tontería pseudo científica. Era absurdamente arcaico. No podía creer en esto. Si como mujer, decides que tu deseo es unirte a tu pareja con el único fin de tener descendencia, deberías comprender que necesitaras saber cuándo y cómo rendirte. Si en los momentos claves a la hora de tomar decisiones en la manada, (cuando van a cambiar de lugar de caza, por ejemplo) tú impones tu voluntad, serás un rival para él y no su compañera. Haya que ser consciente de vuestro compromiso emocional y recordad que habrá otros momentos (por ejemplo después del parto o en los momentos de las relaciones sexuales) cuando puedes someter al hombre a tu voluntad. Terminé de leer el libro en casa. Hunter había salido a comprar un coche de segunda mano. Regresó a la tarde arrojando las llaves y el maletín del trabajo sobre la mesa. − ¿tuviste suerte? − Si − ¿de qué modelo es el coche? −Ford Explorer, tiene 3 años. – sacó el contrato y los papeles para mostrarme todos los elementos que tenía el coche: reproductor de cd, air bags, y muchísimas millas recorridas. −Pero este coche tiene muchos kilómetros hechos. −Sí, pero está en buen estado, y además tiene techo. −Eso no nos dice nada, sobre todo si ha estado mucho tiempo en la tienda. ¿Has mirado en los informes del consumidor? Y hay que mirar porque algunos coches tienen en mal estado los neumáticos. −Cristo, eres una aguafiestas. Es un puto coche. No voy hacer un doctorado con él.

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−Volví a coger el libro. −Vale, como quieras. El coche es tuyo y tú serás quien lo conduzca. No me preocupa en lo más mínimo. −Oh, entonces de eso se trata todo esto. Vas a echarme en cara que me marcho de viaje. Mira, ya te dije que puedes venir conmigo. −Deje el libro y lo miré. −Sabes que no puedo ir. Hunter se alejó de mí y empezó a buscar en los documentos de compra. −Bueno, no es mi culpa. No veo que renuncies a tu trabajo para estar conmigo, así es que no me pides que lo haga por ti. Nos volvimos hablar sobre las siete, para decidir que pedir para cenar, la pedimos pero comimos por separado. A las doce Hunter se marcho a la cama sin desearme buenas noches y yo aproveché para llorar, depilarme y echarme crema facial. En todas las revistas de mujeres, recomiendan que cuidarse una misma hace que te sientas mejor. Pero sólo lo hice para estar entretenida y no pensar. La crema se había secado en mi cara, y mientras me quitaba las impurezas de los talones, me di cuenta que Hunter estaba de pie en el marco de la puerta, vestido solo con los pantalones del pijama a cuadros desteñido. − ¿Sabes que son casi las 4 de la mañana? Asentí con la cabeza, tratando de ocultar todas las impurezas que me había quitado. −Hey, ¿qué es esta mierda que estás leyendo?− el libro. El que había estado leyendo todas las noches− los machos alfas son conocidos por su ambición, la energía, sus impulsos y la promiscuidad. ¿tu hombre se parece a un macho alfa? ¿quieres saber cómo cazarlo?− hunter me miró con sus ojos brillantes lleno de malicia− yo te mostraré como agarrarme, cariño. Con mano firme. No, en serio, ¡como una chica tan inteligente como tú, necesita esta mierda?. Por cierto, ¿sabes que tu cara está empezando a resquebrajarse? El se acercó, mientras de agarraba la cinturilla de su pantalón de pijama. Deteniéndose a una pulgada de distancia, con el pecho hinchado y más peludo de lo que

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había sido en la universidad. Me sentí como si todo esto fuera ya parte del pasado. Me incliné hacia él, y sus manos me acariciaron la parte de atrás de mi cabeza. − ¿Es este nuestro final, Hunter? −Me levantó la barbilla. – Es el final de esta fase de nuestra vida. − ¿Es nuestro final? No respondió de inmediato. En su silencio, vislumbre el hecho de que éramos viejos amigos, amigos de trabajo, pero no de la clase de amigos que se lloran. No había otro amigo en Hunter. −Espero que no se nuestro final. No significa nada, Abs. Ven conmigo. Envolví mis brazos a su cintura. − ¿Qué pasaría si te dijera que sí? Hunter me miró. − ¿Es eso lo que quieres? No estaba segura si que le gustaría que yo dijera sí o no. Pensé en mi madre, agarrando a mi padre que era el responsable, según ella, de la subyugación de las mujeres. Oí su voz en el silencio de la noche. Pensé en el vacio de no tener nada, solo el trabajo y la ciudad, nadie se preocuparía de mí, si me robaran en el apartamento. Ni me llamarían por si me hubiera pasado algo. De cualquier forma, sabía que si Hunter se marchaba pasaría muchísimo tiempo antes de que me volviera a tocar. Me había convertido en una veterinaria altamente cualificada y había logrado entrar como interina pero al volver a casa no habría nadie, ni siquiera un perro. Uno de los dos se tenía que sacrificar. Y en este caso, era yo, la que tenía la inteligencia emocional. −Es lo que quiero. Quiero ir contigo, Hunter. Si tu quieres, claro – sentí un alivio recorrer todo mi cuerpo. ¡Oh, dulce rendición¡. No mas combates para mantener la compostura; acaba de cortar el ancla y permití que Hunter tirara de mí. Hunter se inclinó hacia delante, mirándome muy de cerca, sintiendo mi felicidad que amenazaba en convertirse en lagrimas. − Ummm. Te besaría ahora mismo, ya sabes, pero seguro que te resquebrajarías en escamas. – miró el montón de piel muerta que había en la bañera− si, ya hay bastante descamación por hoy. Me lavaré la cara. http://novelvampir.blogspot.com/

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Voy a limpiar los restos del cadáver.− empezó a recoger los trozos de piel muerta y los tiró al inodoro− ¿ves esto?, las estoy recogiendo con las manos. Esto es amor, cariño y lo demás son tonterías. No hubo más bromas a partir de ese momento. Hicimos el amor lentamente, con mucho cuidado, como si fuésemos de cristal. Después me quede dormida entre sus brazos. La junta fue muy educada cuando comuniqué que marchaba. Ellos creían que era una reacción precipitada y exagerada por la expulsión de Malachy. Me recordaron que no podían garantizarme mi puesto si decidía volver. Sam, esta sorprendentemente dulce cuando les comuniqué que me marchaba, en cambio Ofer me miraba con desprecio. −No me puedo creer que nos dejes para poder castrar a toros con tus propias manos – dijo Ofer. −Te echaré también de menos, Ofer Lilliana, por supuesto, sabía que decir en cada momento. −Ya sabes, que estaré para lo que necesites. Si esto es lo que quieres, entonces me alegro por ti. Voy a echarte de menos, como el infierno. – ella me acompañó el día que gaste el bono que me había regalado en el Spa y hablamos sobre Malachy− En realidad, − dijo mientras nos sentábamos con nuestros pies relajados− le mandé un email. − ¡Estas de broma! ¿Qué has dicho? – presioné el botón de apagado para que la silla dejará de vibrar y pudiera oírla mejor. − Le pregunté si sabía que iba hacer a partir de ahora. Me dijo que estaba buscado alguna instalación por el Norte para alquilar, pues eran más baratos.− Lilliana se echó hacia a tras introduciendo los pies en el mini jacuzzi como le había dicho la pedicurista− si alguna vez soy rica me comprare uno de estos. Hey, tal vez te encuentras a Mad Mal cerca de donde te marchas, así podríais trabajar juntos. − Suponiendo que yo quisiera ¿no?. Por otra parte, Lilli, el hombre no era la imagen personificada de la salud. Por lo que sabemos podría estar en su lecho de muerte. – pero me acorde del día en el que tenía la visión distorsionada de lo que él era antes de desmayarme. Tal vez estaba luchando contra su dolencia. O tal vez esta mutando a algo. −De cualquier forma, creo que Malachy tendrá mucho por lo que luchar. – dijo Lilliana sacando los pies del jacuzzi. Yo hice lo mismo. http://novelvampir.blogspot.com/

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−Creo que nunca abandonarás Manhattan, Lilli. −Lilliana sonrió. – si yo lo hiciera, ¿Dónde te alojarías cuando vinieras a verme a la ciudad? ¿Sabes lo que cuesta alojarse en un hotel? −Hey, bonito color.− dijo mi pedicurista cuando empezó a pintarme las uñas de los pies. Yo me había traído un esmalte de mi casa: al fin de cuentas, me imaginé que el color rojo de un lobo furioso era el más apropiado. Después de todo tenía unos días libres. Por primera vez en mi vida como adulta, no tenía nada que hacer, no tenía un calendario que seguir, ni un lugar donde estar. Me sentía como si las leyes de la naturaleza estuvieran suspendidas por un tiempo. En el último día de trabajo, salí del Instituto médico, en una tarde calurosa de septiembre: “Verano Indio” lo habían llamado en las noticias esta mañana. Había caminado media manzana cuando me di cuenta que aun llevaba puesta la bata banca del laboratorio. Quitándomela y doblándola en mi brazo me volví por última vez hacia el East River. Allí vi reflejada el fantasma de la luna menguante, como un presagio de Shakespeare de los espíritus salvajes y los reyes locos. O como en una película en la que se te advierte que la locura esta cerca.

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SEGUNDA PARTE Capítulo 14 El día que nos mudamos, aun habiendo dejado dos semanas pagadas de alquiler, ya me sentía nostálgica por la ciudad. Había tenido tiempo para hacerme a la idea, pero el día señalado me levanté cuando oí el sonido de unos neumáticos golpeando el asfalto. Cuando has vivido en Manhattan, no hay otro lugar tan real con este: la presencia solida de los enormes edificios de hormigón, no me refiero a los imponentes rascacielos de los ricos, sino los edificios de mediana clase. Hacían que las casas de dos pisos a las afueras parecieran endebles, construidas de palo y paja, algo que un lobo con un simple soplido podría derrumbar. Y luego está el factor de la fama, lo que hace Manhattan parece tan extrañamente familiar, porque hace que se sientan iguales trabajadores belgas de una fábrica con los pastores de Lancaster. Puedes ver esta estrecha isla allá dónde tú vayas – en anuncio impresos, en la televisión, y enormes pantallas− de esta excéntrica ciudad: ruidosa, aunque llena de glamour, también sucia; una ciudad repleta de niños de vanguardia, artistas mentalmente inestables, empresarios europeos, actores marginales, inmigrantes de Haití y Ohio esperanzados, narcotraficantes, amantes de los gatos, la apología y el éxito caminan de la mano – una superpone a la otra− el centro de la incivilización dentro de la civilización. No quería unirme a la lista de desertores, que van clamando a los cuatro vientos que aman la energía y la cultura de la ciudad, pero se asustan ante un robo, un asalto, ante los matones, ante un apagón o ante un ataque terrorista. Al igual que podemos encontrar seguridad en un pequeño pueblo, al igual ningún niño desaparece en una noche de verano, mientras va en bici desde la iglesia a su casa. Al menos en New york, nadie se sorprenda de la naturaleza humana. Sólo hay que pensar en un mito urbano. ¿El robo de un riñón? ¿Rata frita crujiente? ¿Metros radiactivos? El problema, es cuando sucede algo de esto, todo el mundo piensa que ocurrió en Manhattan, con todo ese humo contaminante, con peatones groseros

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gritando por las avenidas, y palomas grises y marrones cangándose sobre los taxis amarillos. En los últimos días, recorrí los museos, el Empire State, Bloomingdale's16. En mitad del planetario, cuando mi asiento empezó a vibrar como un cohete, y la Vía láctea retrocedía hasta que no fue un punto en el extraño cielo, me derrumbe y comencé a llorar. Mi casa, pensé. Conocido como universo. Por supuesto, esto es algo en lo que uno no piensa a no ser que acabe de llegar o este apunto de marcharse. Sin tener que ir al trabajo, mis días eran aburridos, dándome tiempo a sentarme y pensar en las cosas que me rodeaban. Me di cuenta, que en el pueblo, necesitaría tener coche para poder ir a comprar un tubo de pasta de dientes, y empecé a desesperarme al comprender que tendría que caminar mucho, y todavía ni siquiera me había marchado. Empecé a pensar que Manhattan era como mi amante, y estaba sacrificándolo para salvar mi matrimonio. Como para atormentarme más todavía, Manhattan sacaba toda su artillería incluso antes de poder partir. Las calles había empezado a teñirse de amarillo y en el aire se respiraba tal energía que había provocado en mí el que tuviese ganas de mirar los escaparates de ropa, maravillosos morados y naranjas, rojos vinos profundos, como un cristal borgoña oscuro después de un verano de colores blancos ácidos. Las sonrientes caras de la muerte ya había sido expuestas en todas las papelerías y farmacias de Broadway y mientras caminaba por los pasillos del supermercado, vi como un niño presionaba el botón de una consola en donde salía un zombi gruñendo. Mientras un pequeño ejército de israelíes trasladaba nuestras pertenencias en uno de esos enormes camiones Samson Movers17, mientras yo tomaba mi último desayuno en Barney Greengrass18, sentada sola en una mesa para dos mientras que dos personas mayores discutían sobre el caviar del esturión y el salmón. Le prometía a mi médico que comería más pescado para evitar la anemia, así es que me senté con mi ensalada de pescado blanco, sintiéndome un poco mal por tanta sal y proteínas. Mi padre, que había nacido en Barcelona, le encantaba el pescado. Sobretodo unos pescados muy finitos y empalagosos con cabeza y cola. − No te habrás convertido en vegetariana – me dijo un verano que deje de comer carne− los vegetarianos son aburridos.

Es una cadena de tiendas de lujo en los Estado Unidos. Empresa de transportes de muebles. 18 Es un restaurante famoso por sus comidas de ahumados así como especialista en caviar. 16 17

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− Simplemente no quiero seguir comiendo los cadáveres de los animales. ¡de acuerdo? − Esto es culpa de tu madre. En Europa, los niños crecen con pollos con plumas. Ven como las cogen, las cocinan y se las comen. Aquí todo esta limpito y envuelto como si fuera un dulce, y los niños aquí tardan bastante tiempo en darse cuentan que es lo que están comiendo, hasta que se sorprenden cuando se enteran. − No quiero comerme estos camarones, papa. − Cangrejos de rio − Da igual. Siento que es algo hipócrita comerse algo que está vivo, a no ser que lo cace uno mismo como los pueblos nativos hacen. − Todavía recuerdo la sonrisa de mi padre. Así es que lo cace uno mismo. Necesitarías un poco de instinto asesino para pertenecer a ese mundo. Catorce años más tarde y más segura de no comer carne. Extendí mi último bocado de crema de pescado en el pan y miré el reloj. Ya era hora de cambiar de vida. Hunter, que odiaba cualquier cosa con escamas, me dijo que me esperaría fuera. Él llegó dos minutos tarde, llevando unos vaqueros descoloridos y un jersey de pescador. La mirada oscura había pasado a la historia, pues había empezado afeitarse y ducharse con más regularidad. De hecho, en estos días estaba más animado, y con más energía por nuestra mudanza. − ¿Lista? Doblé mi periódico grasiento del New York Time y me enganche a su brazo. − Preparada – le dije. Mientras nos dirigíamos hacia el coche, empecé a sentir unos leves nervios de emoción. Este sería un nuevo comienzo para nosotros. Una aventura. Nuestra última oportunidad como pareja. Me divertiría cultivando el campo, y me convertiría en su pareja dentro de unos años. Conocería el nombre de todos los del pueblo, y mis hijos irían a la guardería por un camino cubierto de nieve con huellas de renos. Hunter me apretó mi mano entre su bíceps. − Pareces tranquila, Abs.

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− Pensando en cosas felices. – en la 83 y Amsterdam , una mujer muy delgada y pelo negro, pasó caminando, junto a un anoréxico borzoi19, un husky20, un caniche y dos tzus shih. Ella llamó la atención a un hombre con sombrero de punto, que paseaba con un rottweiler21, un golden retriever22, un Yorkshire terrier23, un Shar Pei 24 arrugado y un Terrier Bedlington25. Justo cuando pasamos por el lado, el rottweiler y el caniche empezaron a ladrar seguidos del Yorkshire terrier y el tzus shih. El Bedlington con terror se acomodo entre las piernas de su dueño, mientras el retriever y el husky se unían al grupo de los ladradores, este último dando un aullido largo y profundo. − Shhhhhhh, tranquilos. Candy tira de ellos – dijo el paseador de perros tirando de las correas− Tus monstruos quieren comerse a mis bebes. − Ellos suelen estar muy tranquilos− dijo Candy tirando de todos, tras su delgado cuerpo se denotaba que iba a un gimnasio, incluso el caniche, venga pequeño tranquilo. − Pero la agresividad de los perros franceses han hecho que mi husky y borzoi se vuelvan también agresivos. Ellos tiran y luchan con todas sus fuerzas para liberarse de las correas. − Bueno, aquí tenemos un momento de Manhattan− dijo Hunter riendo y guiándome hacia la acera lejos de los perros. − Tal vez debería quedarme, por si necesitan ayuda – dije mirando sobre mi hombro− − No es nuestro problema, Abs. Mientras Hunter me llevaba con firmeza, miré hacia tras y vi como los perros se iban calmando poco a poco. Solo el husky y el pequeño Yorkshire seguían ladrando, y Borzoi es una raza de perro desarrollada en Rusia. Fue criado para dar caza a las liebres y lobos. Es grácil, fuerte y veloz. 20 El Husky siberiano es originario de siberiana. Presenta rasgos muy parecidos a las de un lobo. 21 Es un perro cuyas características es la de un perro fuerte, musculoso, gran cabeza y hocico corto, por lo que son ideales como defensores y guardianes. 22 Esta raza de perro es relativamente nueva y moderna, sobretodo en Estados unidos y Europa. Se piensa que es originario de Irlanda o Escocia. Pero la mezcla con otras razas han dado lugar a esta otra. Es un perro habilidoso para la caza y rastreo. 23 E un perro que pesa alrededor de unos 6 a 7 kilos. Originalmente se usaba como cazador de roedores y otros animalitos de pequeño tamaño. Hoy en día es una de las razas de perros más elegantes, debido sobre todo a su pequeño tamaño. 24 Se trata de un perro cuyo origen es China. Es una de las razas de perro más antiguas. Se solían emplear como guardián de tumbas, más tarde fue utilizado en las peleas de perros y finalmente es una mascota. se caracteriza por su piel que es suave y con muchas arrugas. 25 Es una raza de perro criada en el siglo XIC en Inglaterra. Inicialmente establecida como una casta de pelea y caza, la raza más tarde se volvió una mascota popular. 19

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no parecía que molestasen al resto. Quizás fuese mi propia conciencia urbana haciendo horas extras, pero parecían que habían dirigido toda su rabia hacia Hunter.

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Capítulo 15 En la mayoría de novelas de Jane Austen26, la gente frívola, superficial y banal, eran quienes buscaban las diversiones de la ciudad; por otro laso la gente pensadora y tranquila poseían suficientes recursos para disfrutar de los placeres del campo. Tengo que admitir que pensaba más en las películas actuales, ya que no leo una novela de Jane Austen desde que tenía 16 años. Pero siempre tuve intención, sobre todo después de a ver visto una fantástica superproducción de la BBC en donde la fantástica actriz vestida con un elegante vestido de corte imperial, descendía por los valles llenos de fango. Pero una cosa es desear las laderas verdes de Inglaterra mientras alguien fotogénico corre a través de ellos y otra cosa es la realidad y acabar atrapada en una casa en medio del bosque. Por supuesto, al principio es algo que no me pareció tan mal. − Bueno, ¿qué te parece, Abra? – Hunter me envolvió con su brazo los hombros mientras mirábamos nuestra casa. Ubicada entre arces rojos y amarillos, el camino estaba cubierto por hojas de aguja de pino, la casa de la familia Barrow apareció justo al volver una esquina, parecía la casa de un cuento de hadas. Una pared estaba cubierta de hiedra. El resto de la casa, revelaba distintas secciones: las ondulantes escamas de un dragón a modo de tejado; una solitaria torre del campanario, dobles ventanas para el ático, y mimbre en la entrada. A todo lo largo del lado norte, que nunca le daba mucho el sol, se podía observar humedades, así como secciones de madera que presenciaban el mal estado y la presencia de bichejos. A la luz brillante de octubre, parecía no ser más que una vieja casa destartalada. Pero recordando mi visita anterior, con la llegada del invierno, todo se volvía en sombras, dando el aspecto de una de las casas que salían en las películas de mi madre. − Creo que necesita algo de trabajo – dije. − ¿Quieres que te lleve dentro en brazos – dijo Hunter desde el umbral de la puerta− − Peso un poco. − De acuerdo, no te voy a suplicar.− levanté mis brazos, el se agachó agarrándome de las rodillas y me levantó, parándose un rato para equilibrarse con el peso. 26

Destacada novelista británica que vivió en época victoriana. Autora de obras como: Sentido y sensibilidad, orgullo y Prejuicio…etc.

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− ¿Puedes abrir la puerta así? − Es posible− dijo Hunter luchando con la cerradura durante un buen rato hasta que apoyó con la espalda. Después de un momento, me soltó en el suelo. Subiendo y girando logró que el mecanismo de la cerradura se abriera. − Necesitamos algo de gasolina. − Muy bien, Abs. Ven aquí. Tenemos que hacerlo bien.− él me agarró otra vez, sosteniéndome contra su pecho. El interior de la casa estaba oscuro y mohoso, mientras la silueta de Hunter se proyectaba hacia delante para darme un beso. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo para besarlo de nuevo, más profundamente, inhalando la nicotina y el olor a lana de su jersey, él me depositó en el suelo quedando enfrente de él. − Tenemos mucho que hacer, Abra. – sus manos se alejaron de mi cuello. − Por supuesto. A la derecha. – respiré hondo, miré a alrededor del amplio hall, tenue, donde una vidriera dejaba pasar una luz verdosa iluminando el viejo reloj truco del abuelo. Que era parte del mobiliario, excepto por un diván de mimbre, que contaba con una sección de libros de bolsillo de 1970 incluyendo “la guía para la pesca “y “el dilema de la enfermera Angelica”. La enfermera Angelica, que fue juntando sus manos de manicura fuertemente como si su cabeza fuera el mal. Yo sabía cómo se sentía. Podía sentir la inmensidad de la casa a mí alrededor, el laberinto de habitaciones, y a mi espalada estaba una pequeña habitación que era la despensa, totalmente vacía desde los días en los que las mujeres llevaban corsé durante los embarazos. En mis anteriores visitas, me había perdido explorando la casa, llevándome a pesar en fenómenos relacionados con mi madre – misteriosas manchas, aire frio en las habitaciones, sonidos siniestros detrás de las paredes−. − Esta casa tiene mucha historia – me dijo una vez Hunter, incluso me contó que el abuelo Barrow había muerto en un armario de cedro y descompuesto, ya que no se descubrió su cuerpo hasta dos meses después. Ahora bien, esto era mi casa. Y Hunter había desaparecido. Con el corazón bombeando, salí del vestíbulo y pensé en el color de la pared del comedor, rojo sangre. Desde allí, me dirigí a la cocina, pisando las tablas de madera podridas de la cocina abandonada donde pesados muebles daban paso al linóleo de los 70 de los aparatos grisáceos y oxidados.

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− Hunter, ¿Dónde estás? – traté de que mi voz fuese bajita− − Mirando a ver como andábamos de provisiones – dijo hunter cerrando la puerta del frigorífico− No hay nada. − Puedo ir a comprar…. − Dentro de un rato. Los de la mudanza estarán pronto aquí. Iremos cuando se marchen. Hunter no se molestó en esperar mi respuesta. Parecía inquieto y con mucha energía, hurgando por los muebles, abriendo y cerrando cajones, mientras yo me mantenía alrededor. Me miró por encima de sus hombres y me dijo: −¿Crees que podrías limpiar por aquí abajo mientras yo echó un vistazo al resto de la casa? No creo que podamos cocinar y comer aquí hasta que no hayamos limpiado todo esto.− por supuesto a mí me apetecía recorrer la casa junto a él, pero claro, yo ya la conocía y además si queríamos cenar tendrían que limpiar todo aquello. − No hay problema. − Esta es mi chica. _ Hunter mi plantó un beso en la frente y se marchó. A mitad de camino de las escaleras se detuvo y me dijo: − ¿estarás bien con esto? Levanté una botella de cristal que contenía aceite del mostrador. El tapón de corcho está a mitad de la boca de la botella y su interior había un ratón acurrucado, abrió su pequeña boquita frunciendo el ceño en señal de a ver sido molestado. − Si. − Regresaré para ayudarte, Abs. Después de echar afuera al ratón, traté de quitar el polvo del aparador y tratar de limpiar de los envejecidos muebles de pino. A pesar de mis esfuerzos, me dio la sensación que lo único que estaba haciendo era remover el polvo que giraba a mi alrededor, por lo que intenté abrir la ventana antigua, rompiendo la manivela. Después de una hora clasificando y ordenado la cocina, encontrándome platos y tazas ( las cuales, por extraño que parezca, mostraban dibujos psicodélicos), dos endebles sartenes, y una olla esmaltada muy pesada. Había encontrado una cubertería de plata. También encontré una rana hibernando en el lavavajillas. Hunter no había regresado y los de la mudanza tampoco. Me detuve al pie de la escalera y grite. −¿Hunter?− no hubo respuesta− ¿Hunter? http://novelvampir.blogspot.com/

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Subí hasta la segunda planta, donde había cuatro pequeñas habitaciones, dos a cada lado. −¿Hunter? ¿Estás aquí?− a pesar de que todavía había suficiente luz solar, me costaba ver. No había luces en el techo, puesto que la madre de Hunter no había hecho la instalación eléctrica arriba. Por desgracia, no pude evitar preocuparme por la posibilidad de asfixia, incendio o explosión del mal estado de los cables. Aunque no por ese orden. La primera habitación estaba amueblada con los muebles necesarios, una cama de 90, una mesita de noche y un cuadro de frutas. En ese momento oí el ruido de unos neumáticos viniendo por la calzada. Mirando por una de las ventanas más pequeñas, solo pude ver la parte delantera del camión de mudanzas amarillo. Subí por el último tramo de escaleras que conducían al ático, que estaba a mitad y se extendía de un lado a otro de la casa. Esta oscuro y entraban corrientes de aire y podía ver la cocina desde una parte inacabada del ático. Hunter estaba tecleando en su portátil, unas zapatillas de cuero de rayas amarillas y azul marino descansaban en una viga, sus vaqueros desgastados se le pegan a lo largo de sus músculos. Me posicioné detrás de él, mientras mirando lo que había escrito distinguiendo las palabras subir y empinadas colinas antes de que Hunter se diera cuenta de mi presencia. − Ya sabes, Abra – dijo, con voz emocionada y segura− sigo pensando en trabajar en este artículo. Pero no estaba atascado. El problema real es que par a mí no es un simple artículo. Creo que lo que tengo aquí da para un libro. − Bueno, pensé − ¿qué estaba esperando, una declaración de amor o de gratitud?. De vuelta a mi decepción dije− Los de la mudanza han llegado. − Enseguida bajo. – y se volvió a seguir con su trabajo. Mentalmente conté hasta 10, para no sonar irritada. − No sabía que te molestaba, tal vez puedas terminar eso… − Por supuesto, dame un minuto para guardar mi trabajo. Bajé las escaleras sintiendo sus ojos en mi espalda. Luego volví a oír como tecleaba el portátil, escribiendo más rápido que antes. El sonido de mis pies por el entarimado hizo un sonido rítmico. Cuando abrí la puerta vi a los de la mudanza hablando delante del camión.

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− ¿Qué dices? Pedazo de mofeta – dijo uno de los transportistas más altos, que tenía la cabeza enorme, y un tatuaje del ojo de Horus27 en su cuello. uno de los transportistas, más bajito, que llevaba unas gafas modernas y su pelo largo lacio rubio recogido en una cola de caballo, le contestó en un idioma que parecía un francés mal hablado, supuse que era hebreo. − Hola – dije Es su culpa, nosotros llegamos tarde. – dijo el hombre más grande− él estaba a cargo del mapa. Uno de los transportistas, el que parecía más esbelto, y más inteligente dijo: − nos dijo una hora en Taconic28, ¿verdad? − Mi marido fue quién habló con ustedes. Pero ya ha pasado una hora. Se lo dije a Ronen, que si seguíamos necesitaríamos un pasaporte para Canadá. − Itzik – dijo el más grande− Cállate. − Itzik caminó hacia la parte trasera del camión. − ¿Hace mucho frío aquí en invierno? ¿Tal vez menos de 10 grados? ¿Menos de veinte? El hombre calvo negó con la cabeza y dijo algo en hebreo. Después los hombres se afanaron y tratar de sacar el sofá del camión. De vez en cuando, gritaban ordenes unos a los otros mientras los miraba, sintiéndome impotente para poder proteger mis muebles. − ¿Puedo ayudarles? − Solo abranos la puerta. Ronen e Itzik habían casi terminando y bebían agua de mi descascarillada porcelana justo en ese momento Hunter bajó por las escaleras. − ¿Cómo va todo? – de pie, miraba a los transportistas y a mí, mientras se pasaba las manos por el pelo, que por alguna razón, estaba húmedo del sudor.

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Dios celeste de la mitología egipcia. Se le considera el creador de la civilización egipcia. Son las montañas que cruza la provincia de Nueva Inglaterra y la montaña de los Apalaches, funcionando a lo largo de la frontera de Nueva York. 28

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− Está todo hecho – le dije. − Falta que nos pague.− añadió Ronen. − De acuerdo. Voy a por el dinero. − Me acerqué por detrás de Hunter. – Hay que darles una buena propina. ¡que has estado haciendo ahí arriba? Hunter continúo rellenando el cheque para los de la mudanza. – tuve que terminar algo antes de que se me hubiera olvidado. – Camino hacia los montadores y le entregó el cheque al más grande.− Podéis marcharos. − Ronen miró el cheuque y se lo metió en el bolsillo trasero del pantalón. − Muy bien, gracias. Itzik, cuelga el teléfono. − Estoy tratando de localizar a Ari en la oficina. − Todos esperamos. − No hay señal. – dijo Itzik, pulsando más botones del móvil− Nada. – nos miró− ¿puedo usar su teléfono?. − Hunter negó con la cabeza. – todavía no tenemos teléfono. Ronen miró a Itzik y mantuvieron una pequeña charla. − Muy bien, pues nos tenemos que marchar – me dijo tendiéndome la mano− les deseo suerte aquí.− me dijo− Adiós− le dijo a Hunter. Ya eran las seis y las sombras de los árboles se había alargado mientras yo regresaba a la casa después de despedir al camión de la mudanza. Los árboles ya no eran los pequeños arbolitos de mi infancia. Aquí los pinos, haya, arces eran otros, sus raíces eran enredadas, y alrededor tenían setos espinosos, eran tan grandes que con su ramas llenaban el cielo. − Necesitan a alguien que les arregle el jardín – observó Ronen, metiéndose dentro de la cabina del conductor. − Sí, hay demasiados árboles aquí. Mejor que los miren por si tienen bichos.− añadió Itzik, colándose las gafas. Sobre todo en las ramas.

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− La enfermedad de Lyme29 – dije− Sin embargo es mala temporada. Dan miedo estas especies, ¿no es así, muchachos? − Hey, − sonrió Itzik− si le gusta las garrapatas y las mofetas, bien por usted. Nosotros somos de ciudad. Ronen trató nuevamente de llamar por el móvil. − Aun no hay línea.− dijo− Ari va a tener un ataque. Cuando se alejaban aún podía oírles discutir sobre si pedirían que les llevar a un kebab a casa o ir a un restaurante mexicano. Me volví hacia la fachada de la casa, parecía a verse vuelto más oscura en los pocos minutos que había estado fuera. En la ciudad, era la hora punta para coger el metro: fuera empecé a sentir una intranquilidad tangible, la tensión iba creciendo por momentos, puesto que llegaba la hora del crepúsculo momento en el que los cazadores y depredadores se preparaban para salir. Entré en la casa que aun seguía a oscuras. − ¿Hunter? – le di al interruptor de la luz pero no se encendió. − ¿Hunter? ¿Dónde estás? ¿No has llamado a un electricista? No tenemos electricidad.− me sentí estúpida por no a verlo comprobado antes. Hunter había sido un poco irresponsable en estas cosas, y yo ni siquiera había mirado donde íbamos a dormir.− ¿Hunter?− lo encontré mirando hacia fuera, en el porche, mirando cómo iba oscureciendo en el patio. Envolví mis brazos por su cintura, él parecía asustado, pero en seguida fijo su atención en el interior.− no tenemos electricidad. Ni luz ni calor. ¿Has traído una linterna?. − En el coche. Pensé en presentar una queja o 10 sobre el estado de la casa. Pero algo en la quietud del anocheces me detuvo. Al fin al cabo estábamos solos allí. No quería pelearme con Hunter estando allí. − ¿No crees que deberíamos ver que podemos hacer de cena? O ¿simplemente quieres estar parado de pie durante horas? − ¿Cenar? – Hunter se volvió a mirarme y me sonrió, tan feliz y emocionado que podía ver el blanco de sus ojos y sus dientes relucientes. Seguro, oh, Abra, espera a ver en lo que estoy trabajando. Este lugar está haciendo que cambie. − Eso es fantástico. 29

La enfermedad de Lyme es una enfermedad que trasmiten las garrapatas.

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Hunter puso su brazo alrededor de mí mientras inhalaba aire de la oscuridad, traté de permanecer en silencio junto a él, para que no se diera cuenta de que estaba cansada y asustada, y para nada entusiasmada con estar allí.

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Capítulo 16 El problema con mudarte a otro lugar es que pierdes tu antena de resolver problemas. En New york, podía marcharme de aquellos sitios donde no era bienvenida. Conocía aquellos bares irlandeses, tan hogareños en donde podía pedir un vaso de vino y lugares de moda donde te sangraban con los precios. No importaba las veces que me perdía caminando por el parque en primavera ni nunca olvidaré que a dos manzanas al norte de Upper West Side había un lugar en el que un sacerdote te exorcizaba para hacer vudú. Pero en Northside, yo era un bebe entre los bosques. Mondoggie era un bloque de apartamentos con restaurante, un bloque de pisos levantada de la nada. Por los tres lados del restaurante se levantaba una inmensa montaña negra, árboles susurrantes, y un cielo claro y estrellado que parecía mucho más alto y más frío que cualquier otro restaurante de Manhattan. Justamente enfrente del bar y grill Mondoggie, pude observar a través de los neones del restaurante, tres Ford, un jeep, algunos jóvenes dentro de un camaro, y un gran Rover nuevecito. − Esto se ve bien – dijo Hunter. Me coloqué mi chaqueta sobre los hombres e intente creerle. Dentro de Mondoggie nos encontramos en medio de un pequeño vestíbulo, que separaba dos secciones muy distintas. A nuestra derecha, la iluminación era de un rosa tenue, mesas redondas con cuadros e imágenes de puestas de sol tropicales con marcos de madrea; a nuestra izquierda, había un bar oscuro y sombrío con una enorme chimenea, que los barones de la edad media podía a ver utilizado para asar cerdos enteros y campesinos rebeldes. Hunter se giro hacia mí. − ¿Dónde quieres sentarte? Mire a mi derecha donde una pareja de ancianos sentados en una esquina, cortando algo de color blanco cremoso. Mire a mi izquierda, donde un enorme hombre con barba vestía con una camisa de franela fulminándome con la mirada. − Creo que en el comedor. ¿Verdad? Hunter miró el menú, que estaba escrito con tiza en una pizarra. La cosa blanca que comía la pareja debía de ser fettuccine Alfredo.

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− ¿Estás segura? Podríamos pedir unas hamburguesas en el bar. Um… − Hamburguesas de soja. Tal vez tenga – parecía exasperado. Miré al hombre de barba que inhalaba su cerveza. Una camarera servía cervezas del grifo con los ojos hacia abajo parecía un ciervo degollado. − No creo que tenga hamburguesas de soja aquí. No sangran lo suficiente. Pero Hunter ya estaba acercándose a la barra. La camarera, el hombre de barba y una doce de sombras más lo miraron acercarse mientras se sentaba en un taburete junto a la barra con el semblante de un periodista estudiando detenidamente el lugar. La camarera, una jovenzuela rubia de unos 20 años siguió llenando una jarra de cerveza. − ¿Beber o comer? Hunter me miró para que me acercará. Me acerque a él, sintiéndome como un perrito obediente con tacones, se volvió hacia la camarera. − Ambos. Ella nos entregó los menús. − No se preocupe señora. Tenemos hamburguesas vegetarianas. Aquí están− con una de sus uñas me señalo el nombre de la hamburguesa. Yo me sonrojé, al darme cuenta que había estado escuchando nuestra conversación. Hunter le sonrió primero a ella y luego a mí. Me di cuenta que el la encontraba atractiva. Ella tenía una hermosura brillante digno de una aspirante a un concurso de belleza. − Ves, Abs, ¿qué es lo que te decía?, ahora, uh, ¿Cuál es tu nombre? − Kayla. − Bien Kayla, ponnos dos cervezas. ¿Es una Guiness lo que estas echando?, pues ponme una y a ella algo light. Kayla se inclino mirándome. − ¿Una Amstel? Moví la cabeza para confirmar que estaba de acuerdo. Ella lo sirvió con una rodajita de limón. La Guiness de Hunter parecía que necesitará mayor preparación, cogió una jarra y abrió el grifo, inclinó la jarra para evitar que la jarra se llenara de http://novelvampir.blogspot.com/

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espuma. Después deposito la jarra en la barra, inclinándose tanto que apoyó todos sus pechos sobre la barra. Hunter pidió una hamburguesa con bacón, tan poco hecho que todavía se oía el muuuuu de la vaca, yo pedí una hamburguesa vegetal y patatas fritas. Miramos a nuestra alrededor antes de quedarnos embobados mirando el fuego como una pareja que no tiene nada que decirse. El hombre de barba que estaba a mí lado se llevo una chuchara con chile a la boca. − ¿Doctora Barrow? ¿Abra? Me volví sorprendida de que alguien me estuviera llamando, olvidándome de la sonrisa tonta que ponemos cuando no sabemos quién es la persona que nos está llamando. Era Red, el agente de la fauna salvaje, de pie llevando lo que parecía ser la misma camiseta sucia y desvencijada, y vaqueros, sosteniendo una botella de Budweiser, mirándome con una mirada alegre, cosa que hubiera esperado de un buen chico de un bar. − ¿Qué estás haciendo aquí? Espera, ¿te acuerdas de Jackie? Jackie esta es la doctora que me ayudo con Pia. – indicándome a la rubia desaliñada que iba detrás de él. Yo no me acordaba de ella, y la comprendía su sonrisa de desconcierto pues el sentimiento era mutuo. Llevaba una sudadera rosa con botones de ciervo y sostenía un cigarrillo entre sus dedos. − Hola Jackie − Hola. − Yo soy Hunter. El marido de Abra. − Me alegro de conocerte. – nos dimos las manos con cierta torpeza. Hunter miraba a Red, sonriendo de tal manera que casi no se le veían los ojos. Sentí un cierto cosquilleo de tensión en la parte posterior del cuello, esa era la manera que siempre sentía cuando trabajaba con dos perros a la vez y los ponía juntos, provocando una pelea.− así es que ¿qué te ha traído por Northside?− apartó la mano después de estrechármela, colocándosela en el cinturón. Todavía estaba frente a Hunter, sosteniendo su mirada pero hablándome. − Lo que estamos haciendo es que nos hemos mudado a la casa de la familia de Hunter que tienen aquí. − Estas de broma. ¿En dónde? − Es una casa rural al final de la carretera Misery Shunk. http://novelvampir.blogspot.com/

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− ¿De veras? – Red sacudió la cabeza a la manera de un vaquero, de tal manera que si hubiera tenido un sombrero, lo hubiera inclinado hacia atrás.− qué pequeño es el mundo. Casi somos vecinos. Kayla llegó con la comida de Hunter, e intenté no hacerle caso a la manera en la que lo estaba sirviendo, colocando en bandeja sus pechos. Le entregó su hamburguesa de queso y bacón, aun goteando sangre tal como lo había pedido Hunter. − ¿Kétchup? − No, eso escondería el sabor. – dijo sonriéndole, ella le devolvió la sonrisa− − Enseguida le traigo su hamburguesa vegetariana.− me tranquilizó. No le pregunté porque había tardado más en hacérmela a mí que a la de Hunter después de todo la de Hunter estaba casi cruda. Red puso una mano sobre el hombro de su novia. – vamos, Jackie. Debemos dejar a esta gente tan agradable que coman en paz. − Espera un segundo. ¿Acabas de decirme que eres mi vecino?− Hunter sonaba como si lo hubiera dicho de forma casual, mientras mordisqueaba su hamburguesa.− hasta dónde yo sé no hay ninguna casa cercana a la nuestra. Jackie se aclaró la garganta, y sus ojos iban de un hombre a otro.− Red se está construyendo una casa en el bosque, cerca de tu casa. Ha estado trabajando todo el verano. − ¿Estás construyendo tu propia casa?− supuse que tenía sentido: Red tenía el aspecto de la clase de hombre que no sería capaz de presentarse delante de un Comité judicial o decir quién escribió el libro de “Retrato de una dama”, pero si era la clase de persona que podría construir una casa desde cero, poner el cableado eléctrico, e instalar todas las tuberías del baño así como la fosa séptica. − Sólo es una cabaña. Kayla, finalmente me trajo mi hamburguesa, totalmente fría. Le preguntó a Hunter como estaba su hamburguesa, y él levantó el pulgar en señal de aceptación. Luego se volvió hacia Red, pero todo rastro amistoso se había esfumado. − ¿Y exactamente dónde está tu tierra? Red esbozó un mapa en el aire.

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− Bien. Aquí estás tú. Aquí está la montaña del viejo Scolder. Aquí hacia el norte, detrás de tu establo − No hay ningún establo. − Sí, lo hay. Esta oculto en el bosque. Caminas hacia el cerro por el norte, está más allá de la alambrada. Sin embargo esta algo abandonado. De cualquier forma ve a la colina y lo verá. − ¿En el bosque? − Sí, puedes ir caminando o en un coche utilizando el camino.− Red movió el dedo señalando el caminó y luego señaló un camino por el que no podía seguir en coche. – Desde allí puede ir andando, más o menos como a una milla.− Hunter apartó su plato y se reclino en el taburete. − Yo pensaba que todas esas tierras eran nuestras, desde la granja de los Murdock hasta Oak Ridge. − Sí, pero cuando el viejo Murdock murió compre algunas parcelas. Mira, te lo mostraré. ¿Tienes un boli?, lo dibujaré en una servilleta. − ¿No tendrás un mapa real para que me lo puedas mostrar mejor? Puse mi mano sobre el hombroe de mi marido. − Hunter. − Solo soy curioso. Pensaba que teníamos vallado tres acres desde aquí. Red levantó su mirada de la servilleta. − La hay. − Entonces no termino de comprender dónde termina mi tierra y donde empieza la tuya. − Me reí débilmente. – Dios, Hunter, acabamos de llegar aquí. No hay necesidad de ponerse tan territorial. − ¿Territorial? – Hunter me ofreció una sonrisa poco amistosa, en plan de espera a que estemos solos.

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− El hombre tiene derecho a saber cuál es su tierra para no mear fuera. – Red hizo un gesto con su barbilla, algo entre una inclinación de cabeza y un arco.− te conseguiré un mapa. Incluso te llevaré para que veas nuestras fronteras. – Hizo una pausa antes de continuar− te contaré algo sobre la ciudad, si lo deseas. Hay algunas cosas interesantes en cuanto al folclore en Northside. – Esto último parecía habérmelo dicho a mí, pero Hunter no se percató.− − Yo no soy un extraño por aquí. Ya sabes. Pasaba los veranos aquí con mi familia.− Red enganchó sus dedos en el cinturón− ¿Sabes de dónde le viene el nombre? Hunter hizo un gesto de desdén. – Supongo que le viene de la parte norte, donde vivían los colonos. − No− Red parecía estar pasándoselo en grande− ¿Conoces la vieja iglesia al final de la ciudad?, en la parte de atrás hay un cementerio lleno de gente horrible, porque todos los habitantes de la ciudad querían ser enterrados donde el sol brillará. Los pobres y los malhechores eran enterrados en el lado norte, esa es la razón por la que también se la conoce como el lado del diablo. De hecho, la iglesia aún tiene una puerta en el lado norte, y lo abren en los bautizos y comuniones, para deshacerse de los malos espíritus. −¿Alguna vez había salido de Manhattan?. − ¿estás diciendo que la ciudad tiene el nombre de un cementerio maldito? − Supongo que la ciudad tuvo un mal comienzo. Sé a ciencia cierta, que incluso un grupo de brujas se refugiaron aquí después del escándalo de Salem30 Parece ser que el lado norte tiene una larga historia de cosas buenas y indeseables. − Es cierto. –Dijo Jackie− mi tatara−tatara−tatara abuela fue acusada en Ipswich, y se las arregló por sí misma hasta llegar aquí. – ella sonrió con la boca torcida− parece ser que las brujas de Ipswich no tuvieron tanta fama como las de Salem. − Quizás demasiado difícil para pronunciar.− dije, haciendo que Jackie mostrará una sonora carcajada.

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Los juicios por brujería de Salem fueron una serie de audiencias locales y posteriormente seguidas por procesos judiciales formales llevados a cabo por las autoridades con el objetivo de procesar y después, en caso de culpabilidad castigar delitos de brujería en algunos condados de Massachusetts. Este acontecimiento ha sido usado retóricamente en la política y la literatura popular como una advertencia real sobre los peligros del extremismo religioso, acusaciones falsas, fallos en el proceso y la intromisión gubernamental en las libertades individuales.

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− Es curioso que nunca me haya enterado de esto antes. – dijo Hunter acariciando el bolsillo donde estaba su paquete de cigarrillos. − Bueno − continúo Red −Incluso algunos residentes que llevan toda la vida aquí no conocen la historia. Pero incluso hoy en día, la ciudad tiene algunas inusuales características, por ejemplo, el sheriff. − En realidad, prefiero no saberlo. – dijo Hunter sacando su cigarrillo− un pueblo chismoso no me interesa. La boca de red se torció pero el asintió con la mejor sonrisa que pudo poner. − Lo siento, amigo, pero no se puede fumar aquí. Antes podíamos fumar, pero ahora seguimos el código de salud. Jackie empezó a decir algo pero Hunter no estaba prestando atención y empezó hablar por encima de ella. -¿Está seguro que no es usted un voluntario dando tanta información? – Hunter se metió el cigarrillo por detrás de la oreja, con tono ofensivo. − ¿Qué es exactamente lo que necesitamos?− corte la conversación por lo sano− me siento completamente fuera de lugar, y yo por mi parte, no conozco la ciudad.− miré a Hunter advirtiéndole. Su actitud era grosera y me sentía incomoda con esa situación: oh, mira que bien, me sentía una de esas esposas intimidadas por sus maridos. En un impulso, me volví hacia red y le pregunté: − ¿Por qué no venís a cenar?, ambos pueden venir.− incluí también a Jackie con un gesto de cabeza− y, uh, así nos vamos conociendo como vecinos.− No esperaba que aceptaran, pero pensé que podía hacer la oferta para aplacar la actitud beligerante de Hunter. Después de un prolongado silencio. − Bueno− empezó a decir Jackie− está muy bien por tu parte decírnoslo, pero… − ella miró a Red en busca de ayuda, y este miró a Hunter− − ¿Les parece bien el viernes? Hunter odiaba que invitará a la gente sin consultárselo antes, sonrió apretando todos sus dientes. − Por mí de acuerdo. Abra será quien haga todo el trabajo de todos modos. – apuró su cerveza guiness y enseguida Kayla estaba allí preguntando si necesitaba algo. – gracias dulzura, ¿me traes otra?. Fantástico. http://novelvampir.blogspot.com/

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Levanté mi mirada y me quede mirando a los ojos de Red que me miraban como si no hubiera tenido ninguna intención de que le pillará mirándome. − ¿Entonces el viernes?− su mirada volvió a posarse sobre mí, − Si le va bien a Jackie. − Por mí, estupendo. – su mirada parecía de resignación− Pero en realidad debería ser yo quien los invitará. Le debo una. Porque le ayudo a escapar con Pia. − ¿Cómo esta?− pensé en aquel día en el laboratorio de Malachy, y mi loco sueño de una chica lobo. − Está actuando algo raro. Se rasca mucho y se está haciendo surcos en el pelo. − Estaría encantada de echarle un vistazo.− le dije, pensando con alivio que era cualquier cosa que podría tratar con una inyección− Tráemela. Ya no estoy trabajando allí. −Red puso su mano sobre mi hombro. Ahora le vamos a deber dos favores, doctora. – Para mi sorpresa, no quería que se me notará el impacto de su mano en mi hombro. − Bueno, dado el estado de mi casa, tal vez le llame requiriendo sus servicios. − Hey Texas− contestó hunter con una falsa cordialidad− Deja de ligar con mi esposa y toma una cerveza.− Hunter le entregó una botella a Red− − Bien, gracias. – Red le echó un trago a su cerveza, de manera que sus mejillas y cuello se tiñeron de un color brillante. − Dime, Texas. – dijo Hunter tomando un trago de su cerveza, haciendo esperar a Red− ¿no nos conocemos de algún lado?− me pregunté si mi esposo estaría algo borracho para explicar ese repentino cambio de humor. − No lo creo, no. − Tus ojos, hay algo que me suena familiar, Hey, ¿No tendrás parientes en Rumania, por casualidad?− Hunter dio otro mordisco a su hamburguesa, un hilillo de jugo escapó por las comisuras de sus labios− Hace tres meses estuve en Rumania, y me recuerdas a alguien que conocí allí.

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− Mi familia, más o menos, son irlandeses, y algo de mohicano y de mohawk por parte de madre.− eran tribus de New york, y me preguntaba cómo había conseguido ese acento texano. Hunter sacudió su cabeza. – Maldita sea. Me acabas de recordad a alguien− aspiro profundamente,− Tal vez sea tu colonia. Red dejo su botella. – O quizás el hedor. ¿Ha dicho que estuvo recientemente en Rumania? − Si − ¿Estudiando a los lobos? Ahora fue Hunter el sorprendido. − ¿Cómo lo sabes? Red echó la cabeza hacia atrás considerando la respuesta. − Digamos que usted tiene cierto aire. ¿Qué otra cosa se puede hacer en Rumania? O bien adoptar niños o estudiar a los lobos. Los hombros de Hunter se tensaron. – Supongo. − No hay tantos lobos por aquí, aunque si coyotes y osos. − ¿Los has cazado? Red asintió. – a veces. − ¿Los has matado? – había algo de agresividad en la pregunta. Vi la reacción de temor de Jackie hacia mi marido. Si tengo que hacerlo, lo hago. Oye, Jackie, creo que deberíamos irnos. – Red puso su brazo alrededor de los hombros de Jackie, y sentí una punzada de celos atravesarme. No es que sintiera celos de Jackie por estar con él, sino que deseaba un hombre más razonable y protector. − ¿Cuando has matado animales salvajes, Red? ¿Cuándo deambulan por los patios de las personas? − ¡Hunter! Mi marido no me miraba− ¿Algunas vez has matado algún lobo? − Uno en Canadá. http://novelvampir.blogspot.com/

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− ¿Por alguna razón en especial? − Sí, estaba preparándose para atacarme. – Red dejó caer la mano por la espalda de Jackie, mientras se volvía para contestar educadamente a Hunter.− Escuche, entiendo que usted esté estudiando a los lobos….como investigador y es posible que tenga prejuicios en contra de mi profesión. Pero no soy ningún loco cazador del Oeste. Mi abuelo me enseño el camino de los Mohawk. Respeto al lobo. Respeto a la naturaleza. − ¿Tú? – miré a Hunter pero no podía comprender que era lo que estaba sintiendo. Su preguntaba estaba cargada de ironía. Nunca lo había visto ponerse así con una persona. − ¿Lo dudas? – los dos hombres cruzaron miradas durante un buen rato. Al final Red me tendió la mano y se despidió. – Adiós, doctora. Hunter. Nos veremos el viernes. Jackie me sonrió con tristeza. Como yo, probablemente ella se preguntaría porque Red había aceptado la invitación. Sin duda, había sido una especie de desafío. − ¿Deseas que llevemos algo, dulzura? − No, no, solo vosotros. − los vi alejarse a través del bar repleto de gente, de vez en cuando se pararon para hablar con uno o dos personas hacia la salida.− ¡Porque te has comportado así, Hunter? Hunter dio un gran trago a su cerveza. − Pensé que era interesante. Fue una idea brillante la de invitarlos a cenar.− Hunter dejo dinero sobre la barra por la comida y la bebida, y enseguida sentí el cosquilleo de tensión, como me había ocurrido tras el enfrentamiento de Hunter y Red. Mire a hunter para verlo sonreír a la camarera, Kayla. Le había dejado una buena propina. − Afuera olía a tierra húmeda, tras una ligera lluvia. Jirones de niebla cubrían los faros de los coches. − Wow, mira eso. − ¿El que quieres que mire? − La luna Le miré de soslayó.− No puedo ver esta noche la luna.

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− ¿No? – Hunter abrió el coche y se metió en el asiento del conductor.− tal vez, yo sienta la luna. − ¿Qué sientes? Siento como si estuviera creciendo. – me eché a reír pensado que había hecho una broma, pero cuando le miré la cara vi que él no estaba sonriendo. De camino a casa, la niebla fue haciéndose cada vez más espesa, tanto que lo único que podíamos ver era un tramo de carretera. Hunter tocó el claxon en el instante que vi aparecer ante nuestro coche un gamo, con las orejas de punta, y ojos rojos por los faros del coche. Si hubiera sido yo la que estuviera conduciendo, lo habría atropellado. Hunter le dio un rodeo como si supiera mucho antes que está allí.

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Capítulo 17 Sentía como correteaban por dentro de las paredes. Al principio pensé que eran mapaches o enormes ratones. Por supuesto el término correcto para ratones enormes era el de ratas, pero prefería no pensar en que había ratas correteando mientras dormía. No es que estuviera durmiendo mucho mientras oían como se deslizaban los roedores. Era el golpeteo de pequeños piececitos, pero Hunter no estaba de humor para gastar bromas: estaba en el ático, reflexionando sobre la fauna salvaje de Rumania. Por las mañanas, a veces me encontraba pequeños roedores cerca del porche: ratones con largas y delgadas narices. ¿Ratones? ¿Topos? Una rana aplastada, con un ojo aplastado. Un pequeño bulto con corazón y vísceras. Lo limpié, porque mi marido siempre había sido más escrupuloso de los dos. − Hunter, ¿tu familia no solía tener un gato que se escapó? − Que yo sepa no. Probablemente habría sido un gato salvaje. O el gato de algún vecino. Me acordé que cerca había zorros y coyotes. Sin embargo, un animal salvaje nunca dejaba los restos en la puerta de la vivienda, ¿verdad? − Un pequeño problema que resolver, Abs – dijo Hunter sirviéndose una taza de café− resolver el misterio. Pero tampoco me molestaba tanto como para poner trampas, así que no hice nada. Podría preguntarle a Red si habría algo para no causar dolor, cuando viniera para la cena. Como, poner una barrera de sal o comprar un perro. Me gustó la idea de tener un perro, sobretodo un cachorro. Pero Hunter no le gustó la idea. Estarás trabajando fuera, y yo no quiero pasarme el día en compañía de un chucho con cabeza bulbosa y orejas recortadas. Esa semana la pase en el coche tratando de orientarme. Parecía que me tiraba un eternidad para llegar a cualquier sitio, las carreteras sin ningún tipo de indicación serpenteaban a través de los campos de maíz y los pastos de vacas. Buscando un electricista que pudiera hacerme la instalación eléctrica de la casa, me tope con una tienda de libros usados, por lo que me pasé los siguientes días recordando libros de mi infancia: James y el melocotón gigante; El león, la bruja y el armario; Julia de los lobos.

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Las noches se me hacían interminables, pues no teníamos televisor en el dormitorio. Había un pequeño televisor en blanco y negro debajo del hueco de las escaleras, pero sólo conseguimos sintonizar con la estación de Poughkeepsie. Me di cuenta que echaba de menos a la amigable rubia de las noticias y del tiempo, incluso me sentí algo perdida sin poder ver una película a las 4 de la mañana. De todos modos, solía permanecer dentro del dormitorio porque el tamaño de la casa me intimidaba. Ni siquiera era capaz de bajar a la cocina a coger un buen tazón de cereales. En mi sexta noche, decidí bajar, pero a medio camino de la escalera, el crujido del piso y el silencio rotundo me hizo darme media vuelta y refugiarme en el ático donde se había escondido Hunter durante horas. − ¿Hunter? Él alzó la mirada de su PC con una falsa sonrisa. − Abra, ¿cómo te va? – y volvió a centrarse en su ordenador. − Estoy… intentando acostúmbrame a las cosas. ¿Vienes abajo? – traté que pareciera una invitación− − Dentro de un rato. – Hunter suspiró y siguió trabajando− Abs, estoy ocupado. Sabías que iba a ser así, es decir, que venía a trabajar. − No hay problema – dije alejándome hacia la puerta− lo entiendo. − En una semana más o menos, cuando termine este proyecto… − Seguro, por supuesto. – casi le grité las últimas palabras y me fui hacia mi cama llorando. Había cosas de otras personas aquí: un tocador de roble muy feo, una silla de mimbre muy frágil. En la pared, un destartalado cuadro que daba testimonio de la poca habilidad de un niño con la aguja. Me senté con mis ojos secos, y un golpe seco se produjo en los cristales de la ventana. Se avecinaba una tormenta. Habiendo crecido en Pleasantvale, era capaz de saber cuándo se produciría una tormenta. Las tormentas me daban la libertad de acurrucarme junto a un libro, sin tener que jugar al aire libre con los demás niños. Vivir en la ciudad parecía evitar las tormentas; Lilliana, que había crecido en Manhattan, decía que ella nunca se había asustado de los relámpagos, ni siquiera siendo niña. Me asomé a la ventana y vi que el viento azotaba las hojas, arrancando algunas de las ramas, antes incluso de a ver tenido tiempo de crecer. Podía oír el ulular del viento, http://novelvampir.blogspot.com/

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porque no había coches, ni nada que ahogaba el paso del viento. Esto no se parecía en nada a los suburbios. Esta era la propia naturaleza, sin ningún tipo de sentimentalismo, los relámpagos bajaban del cielo y podían electrocutarte. De repente, me sentí muy vulnerable vestida con mi camisón de algodón y descalza sobre el frío suelo de madera. Oh, ahora que me auto compadecía me sentía muchísimo peor. Eso era el tipo de melodrama, que esperaba escuchar de mi madre, ¿qué era lo que me estaba pasando aquí?. Abrí el armario, y metí mis pies en las zapatillas de los dálmatas que Lilliana me había regalado como despedida y agarré mi bata de color azul que estaba colgada en el gancho de la puerta. No me iba a convertir en una neurótica neo victoriana. Iba a bajar las escaleras, crick, crick, crick; golpeando muy fuerte con los pies, llegaría hasta la cocina, abriría la puerta trasera y saldría a la noche oscura y tormentosa. Porque yo no le tenía miedo a u poco de viento y lluvia. Después regresaría a la cocina para hacerme un gran tazón de cereales con leche, comería mientras veía ponerse el tiempo oscuro atreves del salón. Porque no tenía miedo a unos muebles viejos. Hubo un gran trueno haciendo que las luces victorianas con los brazos de metal parpadearan, pero seguí el camino sin detenerme, una zapatilla de peluche por delante de la otra. En el momento que abrí la puerta trasera del porche, una ráfaga de aire me golpeó en la cara. La siguiente ráfaga ya no me pillo desprevenida. Salí afuera a respirar y a sentir la lluvia. Entonces lo oí, un aullido que sonaba por encima del viento y del estallido de los relámpagos. Era el sonido alto, claro de una clase de perro, dándome cuenta, y con gran emoción que posiblemente se tratará de un coyote. Entonces oí otro aullido, más bajo, pero más fuerte. Bueno no, más fuerte no, como más agudo. Miré hacia arriba, en dirección a la casa, dándome cuenta que Hunter estaba asomado a la ventana del ático. Era el aullido de un lobo. Esa mujer Magdalena lo había enseñado bien. Regresé dentro, y cogí el teléfono inalámbrico negro para llamar a mi madre, pero esto no era Manhattan. No había línea.

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Capítulo 18 − Espero que no hayamos venido muy temprano, doctora. – dijo Red al minuto de a ver entrado a la casa. Su mirada recayó en mí tan deprisa que casi pensé que lo había imaginado: miró mi suéter verde, mis pechos y luego de vuelta a mis ojos. Había dejado mi pelo suelto caer por mi espalda y me había echado rímel de ojos negro. Me di cuenta que él aprobaba mi aspecto. − No, habéis venido a muy buena hora.− mantuvo su mirada mientras yo hablaba pero parecía que estaba haciendo un gran esfuerzo. Llevaba una chaqueta de piel de oveja que todavía desprendía un olor a oveja. − Quise venir antes de que se pusiera el sol y llevarte para que vieras los límites antes de quedarnos sin luz.− no podía dejar de mirar a Red mientras hablaba. Me di cuenta que tenía una mancha en la mejilla. Había hecho que se sonrojará. − Eso suena muy bien. ¿Cómo estas, Jackie?− Red estaba ayudándola a quitarse su chaqueta con unos caballos como dibujos horribles. Habían traído el aire frio del otoño así como un olor muy fuerte a cigarrillos. − Estoy muy bien. Tú casa parece acogedora. – ella me entregó un pequeño paquete que contenía jabones con forma de corderitos. Oh, muchas gracias por el detalle. Déjame que coja el abrigo. – el olor a cigarrillo había empapado todo el forro de oveja; la coloqué tan lejos de mi cara como me fue posible. − Wow. – Jackie miró alrededor del vestíbulo oscuro de estilo victoriano y su vidriera verde y amarillo, y silbó.− siempre me había preguntado cómo era el interior de esta casa. Conocía a Harvey, el guarda de la casa. − Entonces, ¿Eres consciente que este lugar es un mausoleo, Red? ¿Me das tú abrigo?− olfateo el aire de forma distraída. Me preguntaba si mi chili me había salido mal. − Oh, claro. ¿Tenéis perro? − No. ¿Por qué me lo preguntas?− Colgué el abrigo de Jackie en el armario del pasillo, preguntándome si me iba a decir que necesitaba algún tipo de protección.

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− Porque algunas personas encierran a sus animales, ya sabes, cuando hay visita en casa, pero Jackie y a mí nos encanta los perros, así es que no hay ningún problema con nosotros.− Red se quitó el abrigo, revelando una camisa de franela con las mangas enrolladas hasta los bíceps. Pude ver la mitad de un tatuaje de un coyote. − No, aquí no tenemos ningún perro.− dije colgando su abrigo en la percha− en realidad no he tenido tiempo de cuidar a uno. Hasta ahora, por supuesto. De hecho, he estado pensando en tener uno. – Me volví hacia Jackie− No has traído a Pía, ¿Se rasca menos? Jackie sacudió la cabeza. – no, ella todavía le pica y sigue rascándose. Ni siquiera puede sentarse afuera por las noches. Pensé en traerla hoy aquí, pero como se suele poner nerviosa con las personas y los lugares nuevos, la deje en casa. − ¿Te gustaría que fuera a visitarla y así poder revisarla? Jackie sonrió revelando una mancha labial en un diente frontal. – lo apreciaríamos mucho. − Bueno, mis conocimientos en veterinaria son más avanzados que mis conocimientos sobre cocinar. Espero que os guste el chili. − Oh, no. Huele muy bien. Simplemente genial. Ya sabes que somos tejanos y nos gusta mucho el chili. − Siento sino esta tan bien. No estoy acostumbrada a cocinar carme. También hay chili sin carne. − Oh, carne para mí. – Jackie sonrió más todavía, surgiendo unas arruguitas en su piel curtida. Me di cuenta que me gustaba cada vez más Red por el hecho de no importarle que su novia no fuera perfecta. − Otra carnívora. Hunter le encantará saberlo. Voy a subir a decirle que ya habéis llegado. − ¿Hay algo que pueda hacer mientras estas por ahí arriba, doctora? ¿Necesitas que remueva el chili? No, gracias red. Todo está bajo control. Jackie sacó un paquete de Marlboro de su bolso.

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− Por dios, no puedo recordar cuándo fue la última vez que se ofreció para ayudar en la cocina. Red miró como Jackie se encendía el cigarrillo. − Mejor será que salgas con eso afuera. Jackie levantó las cejas. − De acuerdo, veo que te has vuelto el señor buenos modales. − Oh, escucha, afuera hace frío: si quieres puedes fumar aquí. Red miró a Jackie. – no queremos molestar. − Oh, no… Pero Jackie tampoco me estaba mirando. – no, no me gustaría insultar a nuestros anfitriones.− ella se marchó cerrando la puerta. Red me miró durante un minuto antes de disculparse en su nombre. Iba a ser una noche muy interesante. Subí corriendo las escaleras con los jabones con forma de corderito. Fui a buscar a Hunter al cuarto de baño, donde había una bañera con patas, pero se había ido, y lo único que encontré fue una toalla humada arrojada en el inodoro. − ¿Hunter? Hunter, ya han llegado.− había sido tan hosco por haber invitado a red y a Jackie que casi me pregunté si habría vuelto al ático a seguir escribiendo. Si era así, no pensaba discutir con él. Pero cuando bajé, lista para contarles cualquier excusa, vi que Hunter estaba en el porche fumando un cigarrillo con Jackie. Él tenía apoyada la mano en una viga, musculoso cerniéndose sobre nuestros invitados. Debía de a ver bajado por las escaleras traseras. Me saludó al verme, llevaba una camisa con manga corta. − Hola, había subido a ver dónde estabas, ¿No tienes frío con esa camiseta? Hunter me sonrió y me di cuenta que Red se había quitado su camisa de franela y también llevaba una camiseta de manga corta. Tal vez era cosa de machistas. − Te diré lo que necesitamos, Abs. – dijo Hunter dando una nueva calada al cigarro− lo que necesitamos es una bebida para entrar en calor.

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− Por supuesto. Um, Jackie, ¿qué te gustaría tomar?. Tenemos vodka, ginebra, um, creo que hay cerveza, vino tinto… − Un Bloody Mary 31 sería fantástico. Le dije que tendría que mirar a ver si teníamos zumo de tomate. Cuando iba a medio camino de la cocina. − Abra. − Me giré y vi a Hunter sonriendo como si hubiera ganado algún tipo de apuesta. − ¿Sí? −¿No te olvidas de preguntarle a red que desea tomar?. Yo tomaré un gin tonic. − Lo siento Red, ¿qué te gustaría tomar? − Cualquier cerveza me vendría bien, doctora. ¿Puedo ayudarte? − Si quieres. – Me fui para la cocina con la sensación de ser una niña que desea ser una azafata y me hubiera dado cuenta de que eso es lo que era. Red me observó mientras buscaba la ginebra. −¿Puedo ayudarte con los vasos? − Están más allá. – señalé un armario, él lo abrió y solo halló platos− esto, lo siento, tal vez estén allí. Todavía estoy intentando llevar esto. − Shhh. – él vino hacia mí como si fuera a envolverme en un abrazo. Podía sentir como el ceño entre mis cejas se convertía en un dolor de cabeza. − Yo solo... Esto es muy abrumador. La mudanza. Pero no te preocupes no voy a llorar. − De acuerdo. Respiré profundamente y Red se giró a mirarme. Podía sentir su anhelo hacía mí como un campo magnético dibujado sobre mí. Así es que esto es lo que es, pensé, al ver mi vida reflejada en los ojos de otra persona. Lo que mi madre siempre había sabido. Lo que Hunter sabía. Respiré profundamente. − Estoy bien. 31

Es un cóctel internacional cuyos ingredientes principales son el vodka y el zumo de tomate.

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Un musculo de su mandíbula se flexionó. − No puedo tocarte. Él lo sabrá. − Que tú… − Me gustaría ayudarte. − Estoy bien – dije dándole la espalda.− creo que las bebidas estarán por aquí. − No finjas. Es peligroso fingir. – entonces el puso sus manos sobre mis hombros y me volvió hacia él. Nos quedamos en silencio. Tenía las manos tibias, casi calientes. Me sentí una renuencia a abandonar, cosa rara, por que por lo general no dejaba que otras personas extrañas me tocaran. Pero él tenía un aura de tranquilidad. A pesar del calor que él desprendía, me sentí como si pudiera hundirme en él, como si estuviera en un lago. Me aclaré la garganta. − Creo que estas imaginando… no estoy fingiendo. − ¿De verdad? Las cosas siguen siendo lo mismo entre tú y tu..Hunter. − Eso a ti no te importa.− la peor respuesta que pude dar: lo mismo que a ver dicho: “bueno, en realidad me golpea y me ata con grilletes por las noches.− no quería que sonará como ha sonado. Hunter y yo estamos bien. − Bueno. – Sus ojos castaños se hundieron y casi se convierten en triángulos, de modo que él parecía dolido aunque sonriera.− Me alegra oírlo. Y tienes razón: no es mi problema. Pero me ayudaste en la ciudad. − No hice nada. − Aun así, estoy en deuda contigo. Pía es un animal muy especial.− sus manos aún estaban en mis hombros.− y creo que tienes problemas. Mira, acabamos de hacer un cambio muy importante y tal vez esté un poco tensa. Siento, si la otra noche mi marido parecía un poco nervioso, pero quizás también este algo tenso. – Algo dentro de mi cabeza empezó a palpitar.− Creo que no estás viendo las cosas como son. Red deslizó sus dedos por mis brazos. – Tal vez tengas razón.

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− No es que no seas un hombre atractivo, Red, es sólo que, bueno ya sabes. Yo estoy casada, y tú… tienes a Jackie. – esto estaba haciendo mella en sus sentimientos: parecía injusto no a ver mencionado esto cuando parecía dolorosamente afectado. − Jackie no es mi novia. No he tenido una durante bastante tiempo. Me preguntaba si ella sabía eso. −Oh, vaya, así es que sois amigos. Qué es lo que yo espero que seamos, amigos. Red levantó la barbilla. −¿Crees que estoy intentando ligar contigo? Ahora sentí como me ruborizaba, sentí como me abrasaba por detrás del cuello y como mis mejillas se encendían. − Esto, lo siento, yo pensé… Red se rió con ganas. −Hey, doctora no trates de ser una colegiala. No he dicho que no me sienta atraído por ti. Por supuesto que sí. Tanto como tú te sientes atraída por mí. Pero no es lo que estaba intentando conseguir… − No me siento atraída por ti. − Levantó una ceja. – no quiero herirte pero no me siento atraída por ti. Red miró hacia abajo, y respiro profundamente: − Si. Lo haces. La tensión acumulada en la cabeza hacia imposible el poder concentrarse. − Escucha. No sé qué clase de impresión te he dado, pero no me siento atraída por ti. Eres un hombre guapo pero…. − ¿Te duele la cabeza?− antes de que pudiera darme cuenta sus manos se había deslizado a mi pelo. El contacto de sus manos contra mi pelo era perfecto, como si conociera todos mis puntos o como si supiera acupuntura. De repente sentí una ráfaga de calor en lo alto de mi cabeza, y el dolor desapareció, el rubor atravesó desde mis mejillas a mis pechos, a mi vientre y a mis ingles. Sin pensarlo me apoyé en él, su voz no era más que un susurro en mi oído. − Tenemos que detener esto. Antes de nos huela.− ¿Qué estaba diciendo?, no tenía ningún sentido. Pero no quería parar. Era como si Red anduviera dos pasos por delante de mí, sabiendo mis reacciones antes de que yo estuviera al tanto de ellas. ¿Me sentía atraída por él? No quería alejarme. Temblaba entre sus dedos.− ¿Olernos?

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Sus dedos se contrajeron en mi pelo. − ¿Estás esperando tu período? ¿Qué? No. – Me aparté de él bruscamente. − ¿Tienes frecuentemente estos dolores de cabeza? ¿Se había convertido ahora en un doctor? – Generalmente no. − ¿Tú marido también tiene dolores de cabeza? − No, creo que no. – Pero ¿lo sabría si él los tuviera?− oye, gracias por lo de la cabeza, pero no necesita atención medica. Si lo volviera a tener acudiré al médico. − Si creo saber lo que tienes, créeme, que un médico no te iba a servir de mucha ayuda. Puse mis manos en mis caderas, muy enfadada. − ¿Y qué es lo que crees que tengo? − Para empezar, un marido infiel. Mi corazón dio un vuelco. No había forma de que él lo supiera. − Él estuvo coqueteando con la camarera.− me aparté de él, abrí el armario y saque 4 vasos.− Eso no quiere decir nada. − Está bien, hazlo a tú manera. – dijo Red− Pero en menos de dos semanas pedirás mi ayuda. Cogí una botella sin abrir de zumo de tomate y una botella de tónica de la despensa. − No tengo ni idea de lo que estás hablando. − Lo que ocurre es que para entonces no habrá forma de solucionarlo. Lo miré tan fijamente que no sé cómo no se quedó paralizado. − ¿Cómo dices? − Será difícil eliminar la fauna salvaje.

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Me llevó un momento asimilar lo que me había dicho. Después recordé que iba a comentarle a Red sobre una posible solución para mantener alejados a los zorros o lo que fuera aquello que dejaba rastros de vísceras en la puerta de mi casa. − ¿Cómo sabes que tengo un problema? Red me miró con atención. − ¿Qué ocurre? ¿Cosas pequeñas? ¿Ratones? ¿Campañoles?32 − Ayer me encontré un conejo pequeño. − ¿Algo más dentro de la casa? – su voz era aguda, casi enojada. − No, pero quería preguntarte si hay algo que pudiera hacer. Poner trampas. Pero no quiero matarlos. Red se frotó el mentón. – ¡Cristo! – sonaba como frustrado. − Lo siento. Pero no quiero matar animales. − Mira si quieres mi ayuda no puedes poner condiciones. Yo sé que es lo que tengo que hacer. − Entonces, olvídalo. – dije, vertiendo un poco de ginebra en el vaso. No quería volver a perder el control.− De todos modos, no será nada. − Quizás. – Red se movió de tal manera que colocó sus manos a ambos lados de la pared dejándome atrapada dentro de sus brazos.− O tal vez es algo más grande de lo que piensas, doctora. A veces las pequeñas presas son un buen comienzo. Tal vez fuese un pequeño gato de monte o un joven coyote aprendiendo a cazar. – apresada le miré directamente a los ojos y sentí una extraña energía recorriéndome el cuerpo. Podría permitir que me besara, pensé. Podría permitirle que me tocara, que se arrimará más a mí, le permitiría hacer cualquier cosa y aún sí seguiría manteniendo el control. Actuando por impulso, me agache y le di un mordisco en su bíceps.. Él respiro profundamente. − No quiero trampas ni veneno, Red. – Me metí debajo de su brazo izquierdo agarrando la botella de vino tinto.− Si tenemos un depredador merodeando por aquí, me conseguiré un perro.− Intenté descorchar la botella pero el corcho se quedó atascado 32

Es un roedor pero con el cuerpo más grueso, una cola más larga, orejas y ojos más pequeñitos. Son conocidos como roedores de campo.

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a medio camino. Esta era la gran actuación de una mujer de mundo. Mis manos aún temblaban pues no me podía creer que le hubiera mordido. − Espera, déjame que lo haga yo.− Red cogió la botella y la descorcho en tres giros de muñeca. Él vertió el vino con una precisión de camarero. Me pregunté si había servido mesas en algún momento de su vida.− Escucha doctora, no creo que adoptar un perrito vaya a resolver su problema. Puede que una mañana se despierte y en vez de encontrar ardillas o ratones muertos, se encentre a Fido panza a arriba y sin órganos. Mientras cortaba una rodaja de limón para el Bloody Mary, pensé en decirle a Red sobre la condición de Hunter. Pero incluso, si en teoría, algunas personas se podía infectar del virus licantropía y fuesen capaces de transformarse en hombres lobos e incluso si Hunter fuese uno de esos casos raros, él seguía siendo mi marido. Conocía a Hunter siendo adulta. Lo conocía borracho y sobrio, eufórico y enfadado, en su mejor momento y en el peor. Yo sabía que no importaba como estuviera, ya fuese por a ver injerido mucho alcohol o estuviera enfermo, no podría hacerle daño. Manteniendo mi voz le dije: − ¿Y porque esta tan seguro de que no sea el gato de un vecino o un zorro?− le dije esto añadiéndole una pizca de tabasco a la bebida de Jackie. − Pues porque no huele a un gato o a un zorro, es por eso. Jesús, él y sus olores. Yo no es que tuviera una nariz enorme pero podía oler el aroma afrutado y a calcetines viejos de mi vino, vamos como me olía todos los vinos, aunque tuviera un aroma ligero de ciruelas, humo de leña, o una pizca de vainilla. − Entonces no podre tener un perro. – le dije moviendo el gin tonic de Hunter− y si en vez de encontrarme pequeños conejos empiezo a encontrarme corderos y cervatillos, te llamaré. Red negó con la cabeza, abrió la boca pero la volvió a cerrar. − De acuerdo. Hágalo a su manera. Pero hazme un favor. Ponte en contacto conmigo antes de que los órganos se acumulen por la casa. Respire profundamente. Me daba la sensación de que Red sabía más de lo que estaba hablando. O más bien de quién estaba hablando. − Hasta entonces no es tú problema, ¿de cuerdo? − Puede que no− dijo− pero las cosas están a punto de cambiar.

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Vacié en un cuenco unos cuantos frutos secos mientras red agarraba una botella de cerveza del frigorífico y el Bloody Mary de Jackie. Salió de la cocina y se le veía tan bien dentro de esos vaqueros que me disguste por un momento: ¿en qué estaba pensando para a verle mordido? No fue hasta que le seguí hacia el porche cuando recordé la melodía que iba silbando: Pedro y el lobo.

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Capítulo 19 La situación se estaba convirtiendo en algo embarazoso. Cada dos minutos, al parecer, Hunter se detenía, se ocultaba detrás de un árbol y meaba. − Así es que por lo que estas comentando es que más allá de esos árboles esta el limite. Esperad un momento. – La mano de Hunter ya estaba en su bragueta. − Hunter – le susurré− Es la tercera vez que vas a mear. ¿No puedes esperar? − Dándome las espaldas dijo: − Debe ser todo el café que bebí mientras escribía.− dijo detrás de un abeto.− Lo siento.− Más allá de él, el bosque daba a un profundo valle, en donde se extendía los campos de maíz, elevándose en una suave pendiente cubierta por un manto lila, las Montañas de Catskill. − Hunter – mi voz sonaba como si fuera la tía solterona de alguien. Pero para entonces ya había vuelto con nosotros. Hunter se detuvo. − ¿No se habrá ofendido, Jackie? − Siempre y cuando no se mee en mis rosales puede hacer lo que le dé la gana.− Hunter sonrió encantado con sus respuesta. − En realidad, − dijo Red− creo que yo también voy hacer una meadita. – se alejó un poco de nosotros, justo a la derecha de donde Hunter había estado, y me pude a pensar acerca de lo que estaba haciendo. Sentía la mirada de Jackie. − Hombres− dijo Jackie − Marcando territorio. − Oye− dijo Hunter− no es como si me hubiera meado en el césped de otra persona. Un hombre tiene derecho hacer pis en sus propias tierras, ¿no no? − Jackie y yo nos reímos de su ocurrencia. Red salió de detrás de los árboles. − ¿Qué os hace tanta gracia? Jackie se encendió un cigarrillo. – Actúan como perros. − Infiernos, entonces he ganado. Pues el último perro en mear se convierte en el propietario del árbol. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Hunter se acercó a Red dándole una palmadita en el hombro. Él era algo más alto. − Trata de decírselo al recaudador de impuestos. Red se volvió mirándole a los ojos: − Tal vez le muerda. − Eso ha sonado como si tentases al destino. − Bueno, el destino es una jodida puta, y no se le puede permitir que se entremeta. − Oh, mira, Abra – dijo Jackie sacudiendo el cigarro de cenizas− Otro concurso de meadas. − Vamos, muchachos, antes de que oscurezca. − Seguimos caminando. En el aire empezaron a zumbar los insectos, el sol se iba ocultando. A medida que nos íbamos adentrando en el bosque, cada vez más cerca de la casa de Red, las sombras oscuras se multiplicaban y los zumbidos de los mosquitos eran más fuertes como dando su aprobación a la venida de la oscuridad. − Me están comiendo viva – dije − Deberías intentar fumar – dijo Jackie− − ¿A los mosquitos no les gustan los cigarrillos? − Les gusta la marihuana− dijo Red sonriendo, mostrando sus dientes inmaculadamente blancos. − Solía venir por aquí a caminar cuando tenía 10 años más o menos− dijo Hunter− estoy seguro que todo esto son tierras de los Barrow − Shhh− dijo Red deteniéndose− Un venado. No pude ver nada en la penumbra moteada. − ¿Dónde lo has visto? Hubo unos movimientos de maleza enfrente de nosotros. − Wow, ¿Cuántos serán? − Tres.

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Me volví hacia Hunter que mantenía sus ojos mirando algo que yo no podía ver. − ¡Es increíble! ¿Cómo puedes verlos? − Eso es lo que Magdalena me estaba enseñando. El seguimiento. − ¿Cómo son? ¿Puedes describírmelos? Hunter miró hacia Red como si necesitará su aprobación. ¿Dos venados? ¿y un cervatillo? − Muy bien− la voz de Red sonó con respeto− Alguien te ha enseñado muy bien. Seguimos caminando durante dos minutos en silencio, hasta que tropecé con una piedra. El sol se ocultaba tras nosotros, dándome cuenta de lo oscuro que se estaba poniendo. Saben que se está poniendo algo oscuro y es difícil poder ver bien. − Ow− dijo Jackie− ¿no pueden hacer esto mañana? Hubo un movimiento de hojas y los dos hombres se volvieron hacía el ruido. − Un mapache − Un zorro – corrigió Red− − Lo tengo− dijo Jackie corriendo por la colina, tropezó pero continuo corriendo− maldita sea – dijo ella mientras se deslizaba hacia algo, luego cayó con un ruido sordo− − Será mejor que la siga− dijo Red, por si nosotros queríamos continuar− Red me miró. − Supongo.− y continúo hacia donde estaba Jackie alcanzándola en cuatro pasos. Vi unas sombras. Supuse que él la había cogido de la mano. Trastrabillé un poco cuando caminaba a través del bosque oscuro. Aunque me di cuenta a mitad de camino no como Jackie, que no contaba con Hunter para ayudarme. Era rápido y enseguida se había marchado dejándome sola en mitad del camino, para que emprendiera el camino de regreso hacia casa.

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Capítulo 20 En el trascurso de la cena, Hunter había bebido mucho y continuamente me interrumpía cuando trataba de hablar. Red me miraba mientras me preguntaba: − ¿Qué te parece el campo?− y antes de que pudiera abrir la boca para contestarle, Hunter saltaba y le contestaba por mí. − Oh, tienes que entender que Abs, es una chica de ciudad. Para ella, la naturaleza significa un trozo de césped y problemas con los mapaches. Todo esto le parece un poco abrumador, ¿no es así querida? Ni Jackie elogió el chili, ni Hunter empezó a comerse todas las lentejas y los platos de tofu que durante años había menospreciado, y nadie habló de cómo una dieta saludable produce suficientes gases para que se escape más de una fuga, además de que a él le gustaría saber cómo es comer comida saludable. Hubo un momento durante la cena que me dieron ganas de haberme emborrachado: por lo que no tuve ninguna opción más que mirar las caras de Red y de Jackie. Había perdido la dignidad esa noche: era una mujer cuyo marido le había perdido el respeto y ahora todos lo sabía. A mitad de la cena me di cuenta que sin quererlo me había servido chili con carne, por eso me estaba produciendo nauseas. Carne muerta. Había estado comiendo un cadáver. Probablemente me estuviera comiendo una vaca que habría estado contagiada de alguna enfermedad y habría muerto, una idiota sacudiéndose hasta que se cerebro se hubiera convertido en una esponja. Empujé mi plato medio vacío lejos de mí. − Déjame ayudarte con los paltos. – de ofreció Red, y trabajando a ambos lados de la mesa fuimos apilando los platos antes de llevarlos a la cocina. Con la excusa de limpiar me fui sintiendo mucho mejor. Hunter y Jackie se habían enfrascado en un intenso debate del que solo pude entender palabras como, “muslo”, “teta” y “hormonas” y la frase “déjame agarrarte mientras te preparas”. Pensé que estaría hablando sobre la producción de la carne, pero los gruñidos me sugirieron que estaban hablando sobre sexo. Cuando entré en la cocina me di cuenta que Jackie, aunque no fuera muy bonita, poseía un cierto aire de confianza sexual que hacía que a un hombre le resultará atractiva. − ¿Estás bien?− me preguntó Red, yo deposité la cubertería de plata en el fregadero. Él había empezado a lavar los restos que se habían quedado en la olla.

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− Sí, deja eso que voy a servir la fruta. Las cejas de Red se arquearon.− Agárrate. ¿Vas a vomitar?− no lo sabía. Mi cabeza había empezado a dar vueltas. Cerré los ojos y sentí las manos de Red detrás de mi cuello.− De acuerdo, todo va bien. Vamos a fuera.− Me condujo hacia el porche donde el aire era cada vez más fresco. Respiré profundamente sintiéndome mejor. Red hurgaba algo en sus manos. − ¿Qué estás haciendo? − Haciendo un porro. Para las nauseas. Nunca había fumado marihuana. De hecho, tenía un poco de fobia a las drogas, después de una mala experiencia siendo niña durante una de las fiestas libres de mis padres. Pero algo de lo que estaba haciendo Red me hizo sentirme segura, además me sentí bien al saber que se preocupaba por mí, alguien como yo. − Aquí tienes. Solo una calda o dos. − No creo que sea… − Lo siento, doctora. No le voy a disparar. Siempre se me olvide la reacción de la gente frente a mis hierbas. Mi abuelo siempre decía que eran más seguras que el alcohol, siempre y cuando no se utilicen más de una vez en pocos meses. Pensaba que ayudaba a entrar en una especie de trance y….. Voy apagarlo. − No− le dije agarrándole la muñeca − espera. ¿Es fuerte? Una vez me trague una pastilla de LSD 33 por error…− me estremecí cuando recordé esa historia− no me gusta perder el control. − Esto no es más fuerte que una copa de vino. Me hizo crecer. – él lo agarró y yo inspiré una calada, aspirando el olor característico, un olor dulce, que me transportó a cuando estaba en undécimo grado, cuatro de nosotros sentados en la habitación de Josie, dos chicas y dos chicos, exceptuando a Fred y a Shawn que eran gays, miembros del club de ciencias como yo. En febrero ellos habían traído un porro de marihuana, según ellos hacia las cosas más lentas y divertidas y por un momento te desconectabas de los exámenes de último año así como de la universidad. También hacia qué Josie dejara de preocuparse por sus atracones de comida. Ella había empezado a ganar peso y parar de

33

La dietilamida de ácido lisérgico, LSD-25 o simplemente LSD, también llamada lisérgica y comúnmente conocida como ácido, es una droga semisintética con efectos alucinógenos.

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dormir con casi todos los chicos que conocía. Nunca había sido tentada. Siempre me quedaba fuera de todo esto. − Hey, doctora− dijo red− ¿Estás bien? Le entregué el porro de hierbas y me encaminé hacía el césped, al aire frío. Podía ver todas las estrellas en el cielo: se veía falsa, demasiadas brillantes y numerosas, cosa que podías ver en el Planetario antes de que los láseres y “Freebird34” empezaran a sonar. Me acerqué al gran roble y me arrodillé cerca del tronco. Red vino y se sentó a mi lado. − ¿En qué estas pensando? − Tenía mi boca demasiado seca. – Aquí afuera hace frío. − Eso es porque los animales también están pensando.− Red le dio otra calada al porro y me lo ofreció. Me negué− Recuéstate, si quieres. La hierba están helada.− Sentía mi lengua como si estuviera recubierta por algo pegajoso− − Usa mi brazo. Apoyé mi cabeza sobre su brazo, mi corazón latía con fuerza. Yo sabía que mi comportamiento no era correcto pero me dio igual. Red había dicho que Jackie no era su novia, así que no estaba siendo injusta con ella. ¿Y no tenía derecho a tener esta pequeña muestra de ternura hacia otro hombre cuando mi marido me había engañado con otra mujer? Había una luna de unos tres cuartos, la parte que le faltaba a la luna era de color malva, como las ojeras que se le forman a la gente debajo de los ojos. Había muchas estrellas y podía unirlas formando dibujos, no constelaciones, pero si distintos dibujos triángulos, cunas con forma de gato, ráfagas de luz. − ¿Qué animal ves allí arriba? Por encima de tu cabeza.− me señaló Red, y por un momento me quede mirando fijamente su brazo, con un musculo firme, con una muñeca gruesa, largos y fuertes dedos que parecían hábiles. Volví a echar la cabeza hacia tras pero ya no era consciente de estar apoyada en él. − No lo sé. ¿Un perro? Hay esta su boca. – lo señale y dejé caer mi mano. Quería entrelazarlos con los suyos y sentir su calidez. Ya no pensaba con mucha claridad. − ¿Perro o Lobo? 34

Canción de un grupo norteamericano de rock.

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− Perro. Supongo. Los lobos son enormes. ¿No?− me volví a un lado. Su cara, que no era tan guapo como su cuerpo, estaba a escasos centímetros de mí. La mayoría. – Nuestros ojos estaban tan cerca que cuando trate de mirarle a la cara, se veía casi borrosa.− Mi abuelo solía decir que el animal que se veía era nuestro guardián. ¿Hay alguna diferencia entre lobo y perro?− su piel irradiaba calor. − Para los Mohawk sí. − ¿cuál es tu animal? −Red me miró como se tuviera que decidirse. − ¿No lo sabes? − El zorro. − No. Pensé en ello. Era algo listo e ingenioso. Pero digno de confianza. − No sé qué animal puedas ser. Eres una mezcla de varios animales.− en las leyendas los animales eran honestos e inteligentes. Pero no puede ser dos criaturas a la vez. − Eso es lo que decía mi abuelo. – en mitad de las sombras, el rostro de Red se veía diferente. Desde ese ángulo su nariz era más grande. − ¿Es ese?− él me cogió la mano para guiarme − ¿Qué más ves? Sus ojos eran triangulares, hundidos, del color oro avellana, tras la luz tenue del porche. Tenía un tenue brillo en sus mejillas. Si dejaba de mirarle a través del haz de luz, era casi, como si era llevara puesta una máscara dibujada de un animal. Mareada, me deje caer sobre su brazo. − Mmm – es lo único que pude decir, aunque más bien quería decir “Dios, este porro es bien fuerte”. Me sentía como si fuera a la deriva, todo me daba vueltas en la noche fría, acurrucada en un cuerpo cálido, mirando las estrellas con forma de perro. Podía sentir la respiración de Red, a través de su pecho, como si estuviera jadeando. − ¿Qué es lo que está pasando aquí?

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Miré hacia arriba, viendo como una figurada peluda como un oso, se cernía sobre mí, y di un embarazoso gritito de sorpresa incluso sabiendo quien era la persona que me estaba hablando − Creo que me quede dormida.− casi que era cierto. Me di cuenta lo mal que estaba. Lo supe por la expresión agria y seria de Jackie, pero Hunter mostraba un sonrisita de pura diversión, como si me hubiera cogido desprevenida totalmente borracha. Su barba era tan oscura que parecía que hubiera crecido durante el tiempo que estuve afuera. − Le estaba diciendo a Jackie que os encontraríamos aquí abrazados uno al otro. − dijo Hunter ayudándome a levantarme− − Nos has pillado antes de que nos hubieras encontrado volviéndonos locos de pasión y rodando por la hierba. – dijo Red y Jackie empezaron a reírse. − En tus sueños, Red. Esta chica es demasiado inteligente para un viejo perro desaliñado como tú.− había una nota de satisfacción en la voz de Jackie Red me sonrió. – No me creen. Me obligué a sonreírle. – Vaya, me pregunto por qué.− claro que dicho de esa forma, sonaba improbable que hubiera pasado nada. Pero no imposible. ¿Habría sido un revolcón? ¿Pensaría Red que podría ocurrir cuando me dio el porro para relajarme?. Hunter echo su brazo por mis hombros. − Vamos. Les daremos las buenas noches a nuestros invitados y te irás a la cama. – dijo Hunter. No recuerdo a verles dejado. Tampoco recuerdo el a ver subido las escaleras. Todo lo que puedo recordar, y solo de forma fragmentada y borrosa, es todo lo que vino después. Desnuda encima de la cama, en el dormitorio a oscuras, con Hunter arrodillado a mi lado. Su pelo húmedo entre mis dedos, sus dientes afilados raspando el interior de mis muslos mientras que con su boca me proporcionaba lamidas suaves y cálidas. Frotaba su cara contra mí como si fuera un animal queriendo dejar su olor en algo que era de su propiedad; su cuerpo me cubrió, penetrándome, volviendo a retirarse y agacharse otra vez delante de mí, como si fuera a devorarme y tuviera hambre de mí. Borracha, drogada, yendo a la deriva en medio de todo esto, olvidé las preocupaciones, pues esto era algo que él estaba haciendo por mi bien, olvidándome de que solo se preocupaba por él cuando se quería vengar por hago que yo había hecho.

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Por primera vez desde que nos mudamos, mi marido estaba haciéndome el amor a mí, apretándole más contra mí, mientras una oleada de calor me envolvía, alcanzando el orgasmo, convirtiéndose en dolor para después volverme a dar placer suavemente hasta hacerme suplicar. Justo antes de dormirme, envolví mis brazos alrededor de Hunter mientras él me penetraba e imaginé que era Red, me imagine que era un desconocido, porque los músculos debajo de mis manos se habían convertido en algo fluido, parecía una onda que salía y entraba per me era muy familiar como si el sexo para Hunter corriera por todos sus huesos. Y en mis sueños, creo que Hunter hizo que me corriera otra vez.

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Capítulo 21 Al día siguiente Hunter actuó como si a mí hubiera sido maravilloso, beber demasiado y fumar hierba. Una bohemia. La broma de la cena había perdido validez. − Aun no me creo que te quedarás dormida encima de nuestro invitado. – dijo Hunter− no es que le vaya a creer mucho en Red. Porque no es necesario preocuparme por él. ¿Verdad? – estábamos sentados en una mesa del Moondoggie esperando a que la rubia camarera le trajera a Hunter su carne poco hecha y plato vegetariano. − No necesitas preocuparte− dije justo cuando Kayla apareció, me acorde de su nombre en el momento en que ella le colocó el plato caliente a Hunter. Le salieron un par de hoyuelos cuando le guiño un ojo a Hunter, cosa que hizo que deseara tirarles un par de jarras de cerveza encima. Por supuesto, Hunter no se le veía muy preocupado. Conocía suficientemente bien a mi marido para saber que toda esa luz que proyectaba su cara y todo ese buen humor era una máscara para ocultar esa humillación por a verme cogido desprevenida en una posición un tanto comprometida, como si eso fuera a exculparlo de su propia traición. Quería enfrentarme a él, decirle que pensar y actuar era dos cosas totalmente distintas, pero por supuesto, no pude, no sin que Hunter se cuestionara que pasaba realmente con Red. No sabía que estaba ocurriendo. Y no estaba segura de querer saberlo: mientras que no lo pensará, podría seguir haciéndome ilusiones de que había un hombre que me deseaba. Quizás hubiera un poco de mi madre dentro de mí, porque no quería renunciar a ese pensamiento. No quería continuar pero es que tampoco quería perderlo. Me excuse para ir al baño, y allí me miré en el espejo. Tenía ojeras debajo de los ojos. En comparación con Kayla, me veía vieja. Me retoque con el lápiz labial rosa y salí para encontrarme a la camarera dándole algo a Hunter que lo mantenía oculto en la mano. No dije nada hasta que estuvimos en el coche. − ¿Qué te ha dado, su número de teléfono? − Era el cambio − ¿El cambio de qué?

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− Cristo, me aburres. Sabes que odio este tipo de escenitas.− Hunter puso la radio donde Mick Jagger cantaba algo sobre el gato siamés de una chica que estaba bajo su pulgar. Volví mi cara hacia la ventana. Estaba enfadada igual que él. No hablamos en todo el camino a casa. De hecho, no nos vimos en toda la semana, mientras él se subía arriba a seguir escribiendo su libro yo fui a buscar algún tipo de trabajo como veterinaria que no exigiera estar familiarizada con el ganado y los caballos. − En mis tiempos – me dijo el veterinario local− tú no llegabas a ser veterinario a no ser que tuvieras algún tipo de práctica con animales grandes. Hasta hace unos años, nosotros hacíamos que los chicos volvieran a la ciudad, si no puedes meter la mano hasta el fondo de la vaca y decirme en que mes del período se encuentra. Me fui hacia el establo, y un caballo me piso el pie. Nadie me preguntó si estaba bien y el propietario solo repetía: − Has tenido mucha suerte de que no te diera una coz. El veterinario de Northside, quien no podía mover el lado izquierdo de su rostro, murmuró algo sobre mí, como “que no era muy adecuada para estas prácticas” y luego añadió algo por lo bajo sobre que “las niñas tontas se van a romper sus lindas uñas” Consideré demandarlo por discriminación sexual, pero después cambié de opinión cuando me di cuenta que le faltaban tres dedos de su mano derecha y que uno de sus ojos era de cristal. Cuando ya me marchaba, una mujer de pelo gris entró llevando una jaula muy grande. La jaula estaba cubierta con un paño negro, y lo que hubiera dentro hacia un sonido como de cacareo, que sonaba más bien como una bruja más que como un pájaro. La mujer me dio una mirada furtiva cuando pase por su lado. En el momento que salí fuera, vislumbre una figura. Quizás fuese un búho, pensé, sintiendo curiosidad. Pero no había sonado como un búho ni nada que yo hubiera oído. Parecía que toda mi formación y mi trabajo en el Instituto médico animal eran muy interesantes pero inútiles, entre tener un dudoso prestigio como diseñador de camisetas e igual de dudoso el tener la capacidad de hablar italiano. Eso serviría en Manhattan pero no para Northside. Me dijeron que podría trabajar como voluntaria en un refugio de animales local hasta que encontrará algo, ¿Dónde había oído yo el nombre del castillo de la bestia?. − Eso no es un sitio local,− puntualicé− Eso está cerca de la ciudad.

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Nadie me contestó, pero claro, sin embargo, ese era el sentimiento de no encajar. En Manhattan, habría sabido como distraerme, dando paseos, mirando los escaparates, yendo al cine. En el campo, estas cosas parecían posibilidades, lejanas pero posibles, pero no me atrevía a llevarlas a cabo. Sin embargo, después de cuatro días de rechazo, decidí concederme un día libre en mi búsqueda de empleo. Salí al jardín y me quedé observando a las ardillas, que parecían mantener una conversación entre ellas. Bebí taza tras taza de café. Escuché el viento golpeado entre los árboles, golpeando las pocas manzanas. Pensé en llamar a Lilliana pero cuando levanté el auricular, la línea estaba ocupada. El electricista y el del teléfono había instalado todos los cables incluso hasta en la planta de arriba, y ahora Hunter alegaba estar haciendo una investigación a través de internet. Digo “alegar” porque Hunter se mostraba muy sospechoso ocultando la pantalla del ordenador cuando entre en la habitación. Regresé a la cocina, y después de estar 15 minutos sin hacer nada, más que mirando las motas de polvo que se movían por el aire, decidí que algo habría que hacer por la casa. Como por ejemplo desembalar las cajas. La verdad era que, además de unos cuantos enseres de ropa y de higiene, no había sacado mucho más. Y ya hacía casi un mes que llevábamos allí, suficiente para mí para verme como una vieja mujer envuelta en viejas revistas y rodeada de botellas de refresco vacías. Estaba algo más que abrumada por la perspectiva de desempacar las cajas de libros, de ropa y de papeles viejos de la universidad, y posiblemente los restos óseos de un mamut lanudo; Dios, a saber qué era lo que había envuelto Hunter en papel de burbujas y de seda. En las últimas semanas en la ciudad, mientras yo estaba trabajando, había empezado a embalar nuestro apartamento como si la policía secreta hubiera irrumpido en nuestro apartamento, lanzado indiscriminadamente mis libros de texto de medicina, sobres sus novelas de suspense, mi ropa interior con sus zapatillas de deporte. Los chicos de la mudanza había respondido a última hora ayudándonos y haciendo un mejor trabajo, envolviendo cada plato en papel blanco, señalando con ese acento del este que un levantador de pesas era incapaz de levantar 5 cajas llenas de libros de tapa gruesa. Durante las primeras semanas, había vaciado algunas cajas, generalmente mis apuntes de la universidad así como fotos de mi infancia por lo que solía pasarme horas nostálgicamente perdida. Pero aquí estaba yo, a merced de Hunter, sin trabajo, sin perspectivas inmediatas, miserable hasta tal punto que el próximo paso sería la gota que colmaría el vaso. Por tanto, era hora de animarse, empezar a moverse y hacer algo. No había dignidad en ir dando tumbos viviendo como una refugiada. Además era todo como muy de Pipper LeFever. Yo era Abra Barrow: práctica, sensata y metódica. http://novelvampir.blogspot.com/

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Me volví a enfrentar al batallón de cajas en el cuarto de los huéspedes. Los amontone en tres montones: lo que había que tirar, los archivos y las cosas de Hunter, cuando me encontré con una archivo cuyo nombre marcaba “viejas cartas de Hunter” escrita con mi letra. No había correspondencia durante nuestras primeras citas. “Mi sensual monja. Te estoy imaginando en la biblioteca de Ciencias, toda limpia y ordenada llevando algo con muchos botones, leyendo un libro de anatomía sentada en una silla de cuero, mientras deseas alejarte de todos esas hordas de nuevos estudiantes. Que ganas tengo de distraerte. En cuanto a mí, estoy descubriendo porque es tan importante no llevar zapatos nuevos antes de echarse a las calles a caminar. ¿Sabías que las garrapatas suelen preferir el vello púbico?. La primera noche que pasé aquí, pensé que me estaban naciendo nuevos lunares. En cualquier caso, mi tulipán, recuerda usar la crema que te di para tus manos y pies, y después date un masaje por tus maravillosos pechos, e imagina que soy yo. Estaré haciendo estallar pompas y deseando llamarte. Te quiere, Hunter PD: en realidad, se me hace extraño estar siempre solo. Uno se da cuenta de todo lo que echa de menos, de tus conversaciones, de los libros, de la televisión, hasta que está en el absoluto silencio.” Había otra carta de Hunter, que por la fecha vi que era de Rumania, y que no llegó a mandarme: Abra. Este viaje ha sido uno de los más sorprendentes, desgarradores y maravillosamente dolorosos de todos mis viajes. Desearía que pudiera encontrar la manera de que comprendieras que todo este tiempo en Rumania ha hecho que haya un cambio muy grande en mí, pero como hablar de una transformación que aun se está llevando a cabo. Magda, la jefa de investigación de los lobos, dice que esta fiebre es algo que debo pasar, pero en mi corazón sé que nunca volveré a mí aburrida vida que llevaba cuando regrese a Nueva York. Lo que me lleva a pedirte la difícil tarea de que llames a nuestro contable.” Había también una nota, escrita con mano firme y al estilo europeo: “recuerda no precipitarte en el cambio. Espera hasta el otoño. Incluso en el invierno. Te llamaré cuando este seguro.” No necesitaba una firma para darme cuenta quién lo había escrito, ni cuándo. Magda. La otra mujer, quien, Hunter aseguraba, no era la razón de su extraño

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comportamiento y su deseo de trasladarse al campo. Aquella mujer quien se había apoderado de la imaginación de mi marido y lo mantenía bien agarrado a ella. “Llámame cuando estés seguro”. No me había elegido por ella. Todavía no había decidido si Northside o Rumania. Esta tal Magda, le había dicho que esperará hasta saber qué tipo de lobo era. Y al igual que un perrito obediente, él estaba esperando. Mi corazón empezó a bombear muy fuerte, metí las cartas otra vez en el archivo colocándolas dentro de la caja, me levanté y mi cara se me puse del color de la sangre. Salí al jardín y me di cuenta que el otoño casi estaba acabando: ayer por la noche, mientras dormía, debió de soplar un fuerte viento haciendo con todas las hojas rojas y amarillas cayeran de las ramas. Caminé hacia la colina, más allá de la cerca de alambre de púas, el aire se sentí frío, a pesar de llevar un suéter color crudo. Al caminar por la parte en donde las plantas estaban más altas, se me iban pegando pequeños pinchos en mi falda de lana, sintiendo como mis lágrimas se desplazaban por mis mejillas, pero seguí caminando hacia lo alto de la colina, el cielo gris estaba tranquilo, aun habiendo nubes. Yo soy buena con las direcciones, incluso cuando me equivoco, sé exactamente donde estoy. Encontré el camino que Red nos había mostrado, ya no estaba envuelto en sombras, porque estábamos a plena luz y los árboles dejaban entrever toda esa claridad. Caminé por una alfombra de hojas y de agujas de pino, hasta que vi la cabaña de madera todavía sin pulir, que no habíamos encontrado. “Ojala este en casa”, pensé. Red era la única persona con quien yo pudiera hablar y no hacerme sentir como una estúpida. Cuando alguien te quiere, no te miran con compasión. Me acerqué a la puerta y llamé tres veces. Nadie respondió. Volví a llamar y pregunte: − ¿Hola?. Puse la mano en la manivela y vi que Red no había cerrado con llave. Así es que entré y vi que no estaba en casa. Se aprende mucho de un hombre de ver donde vive. El dormitorio de Hunter en la universidad estaba medio vacío, todo muy escueto, que daba la sensación de que no vivía nadie allí. Y por supuesto él nunca esta, pues Hunter había hecho el dormitorio de los demás como suyo. La cabaña de Red era lo mismo: unos cuantos muebles, lo mínimo. Tenía la sensación de que Red vivía en otros lugares. Había una cama, cubierta con una manta india, y un juego de mesa y dos sillas de pino. Había una alfombra de piel de oveja, y un reproductor de CD, un cajón de llevar la leche hacia de librería con unos cuantos western viejos de Elmore Leonard35, un pequeño gas

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Escritor y guionista estadounidense, especializado en novelas del oeste y después novelas policiacas.

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de camping y unas cuantas latas de frijoles. Encendí el reproductor de CD y J.J.Cale 36 cantaba con esa voz ronca que él no podía leer ni escribir pero podía hacer el amor durante toda la noche. Sonaba bastante bien para mí. Oí un ruido y al darme la vuelta no vi a nadie, sólo era la puerta que chirriaba cuando el viento la abría. Me senté en la cama de Red y noté que había humedad, además había un olor a humedad que bien era de la manta o de la alfombra de oveja. Era curioso como la humedad en la lana de oveja hiciera que oliera a un gran perro. Desee que Red estuviera aquí. Supongo que quería sentirme bien, que me aconsejaran. Tenía que parar a mi ego. Quería que me quisieran. Pero Red habría ido algún lugar, eliminar algún animal salvaje o hacer a Jackie feliz. Aun sentada en la cama, me incliné y vi que junto con el western, en el estante de Red, había un libro sobre las hierbas medicinales de América del Norte, “La llamada salvaje” y el Cosmopolitan. Hmm, abrí la revista, que era de la edición de septiembre, y vi que habían marcado en rojo el título de “porque a las buenas chicas les atrae los chicos malos”. El subtítulo, que red había subrayado con un rotulador rojo, era: “él es amable, sincero, incluso quiere compromiso, entonces ¿Por qué te hace llorar?”. Pobre Red. La respuesta estaba allí mismo en la librería, eche una hojeada por sus libros, encontrando un ejemplar del clásico Jack London37, un libro de texto sobre hierbas, y un montón de novelas amarillas sobre “ el hombre tiene que hacer lo que tienes que hacer”. Era un tipo musculoso, el típico chico blanco. Mientras yo sabía perfectamente que no era la reina de la sofisticación, sabía la diferencia entre el whisky de Malta y el whisky de Tennessee, sabía la diferencia entre columna y ensayo, entre una transición elegante y disolución rápida. Quería ser amada, sí, pero también quería un hombre que no se pareciera a los que se veían al final de las películas, con un final en el que héroe termina marchándose a la puesta de sol, los malos siendo vencidos, y una niña a cuestas. Red entraba dentro de la categoría de Jack Daniel, trofeos del fino deporte de la pesca, peleas salvajes y puestas de sol, casi todo difícil de alcanzar. Quizás si fuese de la edad de Hunter, incluso más joven, hubiera sido otra cosa: había tenido tiempo para cambiar, crecer y madurar. Pero a pesar de ese aire juvenil que había mostrado otras veces, él rondaba casi los 40 años, puede que incluso tuviera más. Él atrapaba bichos para ganarse la vida, vivía sin electricidad. Había muchas diferencias y había muchos obstáculos. 36 37

Músico y compositor estadounidense. Escritor estadounidense, escritor de libros como “Colmillo blanco” “La llamada de lo salvaje”…etc.

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Puse la revista tal cual la había encontrado y me di cuenta, por primera vez de los arcos y las flechas que estaban en la esquina. Tenía la punta de metal y afilada, como si se utilizará para pinchar algo, no para clavarla en un blanco. No había nada que me hubiera sorprendido más, incluso si me hubiera topado con una trampa o con veneno. ¿Cómo podía Red ganarse la vida con un arco y una flecha? Eche un vistazo por todo mí alrededor y me encontré con algo extraño: el juego del solitario estaba estampado en una especie de escudo, por ambas caras había dibujados dibujos de animales. Se parecía a las cartas del tarot que mi madre había usado. Había algunos de los animales de cuando mi madre me echó las cartas: búho, coyote, lobo y también algo parecido a un pavo salvaje. Hombre, esperaba que no tuviera nada que ver con lo que me había dicho mi madre. ¿Qué es lo que había dicho?, búho, lobo y coyote; la magia se cruzaría en mi camino, algo sobre el coyote embustero y el lobo guía. ¿Cómo era posible que el único hombre en coquetear conmigo estuviera tan loco como mi madre?. Me sentí culpable por no a ver escrito una nota o algo, me hacía parecer como si hubiera estado espiando. Pero no veía anda para escribir esa nota, por lo que cogí la carta del perro de la baraja y la coloqué en su almohada, antes de enderezar la manta para que no tuviera ninguna arruga. Esperaba que a Red no le hubiera importado que yo hubiera estado allí, pero al menos no le estaría engañando por a ver estado dentro de su casa. Dios, odiaba el engaño. Corrí por la colina, suficientemente calmada para mantener una pelea.

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Capítulo 22 Había una manera para averiguar quién tenía más poder en una pareja. Empezar una pelea. Empezar una pelea con todo el motivo del mundo. Ver si tu pareja, se disculpa y te adula, o al menos te escucha, o por el contrario se pone a la defensiva y ataca tu intrusión a su vida privada así como a tu falta de confianza, y después te acusa de dejarte llevar por los sentimientos de culpa por no tener empleo y sobre la relación. Después cuando intentes llevar la conversación hacia su comportamiento, hay que ver si tu compañero no se corta ni un pelo en decir: “estoy demasiado enfadado para continuar con esta conversación”. Si te encuentras a ti misma regresando para encararte con tu compañero, y tú rabia se ha convertido en una dolorosa, desgarradora e turbia tristeza, ¿adivinen qué? Él será el perro vencedor. Subí las escaleras hasta el ático e informé a Hunter de que había encontrado las cartas. Lanzó un profundo suspiro y se volvió en su silla. En la pantalla del ordenador aun se podía ver el mensaje de alguien. − Oh, Dios, ya volvemos a empezar con lo mismo, Cristo, Abs, tal vez deberías volver a la ciudad y al Instituto médico. Realmente eres un estorbo aquí. − No puedo regresar. – dije susurrando − Entonces búscate otra cosa. Haz algo antes de que nos volvamos locos los dos, quédate sentada todo el día por la casa. − No me voy a quedar de brazos sentados sin hacer nada. − Ni siquiera has desempacado las cajetas hasta el día de hoy. No tienes trabajo, no cocinas. − Estoy buscando trabajo, y en caso de que no lo hayas notado, cociné anoche, pero no quisiste cenar. − Me refiero a cocinar de verdad. Respiré profundamente antes de continuar. – Escucha, no estamos hablando de lo que soy y lo que no hago. He venido aquí para hablar sobre estas cartas. Y concretamente de Magda.

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Hunter asintió con la cabeza sabiendo de qué le estaba hablando como si supiera que ese día debía de llegar. − Ya sabes lo que es. Falta de confianza. La necesidad de estar vigilándome las 24 horas del día. Ya no sabes que más hacer. Pero vas a tener que solucionarlo. No puedes aferrarte a mí, cada segundo, con la esperanza de darle sentido a tu vida. − Hunter, ¡esto es completamente injusto!. Encontré una carta escrita por ti, para que me pusiera en contacto con nuestro contable. ¿Querías el divorcio? ¿Qué ocurrió exactamente en Rumania?. Creo que es algo deberíamos hablarlo. − Muy bien. Tú te quedas aquí sola discutiéndolo porque yo me voy.− Hunter rápidamente guardo los archivos en el ordenador y lo apagó. − No. – dije levantando mi voz− No vas a irte a Moondoggie para seguir coqueteando con la camarera. La cara de Hunter se empezó a poner roja. Sus ojos se convirtieron en dos puntos negros brillantes. − Hoy tienes intención de joderme, ¿verdad? − ¿Piensas que es culpa mía? − Ya he tenido suficiente de esta mierda, Abra. − No, no hemos terminado. – corrí hacia la puerta para interponerme en su camino, mi corazón latía a mil por hora, que casi no me dejaba ni pensar. Casi esperaba que me agarrará y me quitará del medio para continuar su camino por las escaleras. Pero debió de quedarse muy sorprendido. En el fondo me detuve, y le miré. Hunter estaba inclinado en la barandilla mirándome como si fuese una loca. − Abra, ¿qué diablos estás haciendo? − Coger el coche antes de que lo hagas tú. – salí a fuera sin coger abrigo ni nada, sabía que las llaves estaban puestas en el contacto. Ya ves, una costumbre del campo. El coche estaba demasiado caliente de a ver estado en el sol, y dentro olía a moho, me llevó tres intentos colocar bien el asiento para poder llegar a los pedales. Casi nunca conducía. Hunter odiaba que yo condujera y a mí me daba exactamente lo mismo. Nunca habíamos tenido una pelea como esta. Antes de que Hunter regresará de Rumanía nunca habíamos tenido una pelea. Esa era un de las razones por las que estaba conmigo,

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porque era tranquila, un poco monja, su chica serena y calmada, su compañera siempre dispuesta para lo que él quisiera. Arranqué el motor y me marché.

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Capítulo 23 Cuando empecé a llorar casi no podía ver por dónde iba, así es que tuve que aparcar el coche. Había recorrido dos millas fuera del pueblo, estaba al pie de la Montaña Old Scolder. Me gustaba mucho caminar pero ahora que había empezado a conducir me gustó. Era divertido: en la ciudad si uno quería despejar su mente solo tenía que abrir la puerta y ponerse andar, y si querías caminar sobre la hierba solo tenías que ir al parque. En el campo, hay muchísima tierra, pero el problema es que todas eran de propiedad privada. Llevaba puesta una chaqueta que había encontrado en el coche, encima de mi jersey negro, pero mis zapatos eran de cuero y no eran apropiados para practicar senderismo. Eso no me molestó, pero mi dolor de cabeza, que había comenzado como un ligero dolorcillo, ahora se estaba convirtiendo en algo más fuerte. De todos modos empecé a caminar. Pasé dos letreros de color naranja antes de darme cuenta que estaba andando en círculos y no hacia la montaña: volví sobre mis pasos y comencé a ascender entre dos arces de color rojo y dorado. El resto de los árboles no tenía apenas hojas. Después de estar caminando durante cinco minutos empecé a respirar más fuerte. Nos cruzamos con un hombre joven que llevaba un golden retriever, que me sonrió al pasar. Miré el reloj: las cuatro. No me había dado cuenta de que fuera tan tarde, pero me imaginé que tendría dos horas más de luz solar, suficiente tiempo para llegar a la cima y regresar. Caminé y caminé hasta que deje de pensar en todo, excepto por donde podría colocar mis pies para descansar: por ejemplo en esa roca, entre esas rocas sueltas. El aire que se respiraba era puro, limpio, otoñal, algo que me relajó el dolor de cabeza. Podía sentir los ruidos de la naturaleza, los pájaros piaban de vez en cuando y luego se paraban para seguir después; algunos insectos, con ese sonido chirriante, parecía como si estuvieran componiendo una melodía musical. Podía oler el polvillo de las hojas de aguja de los pinos, así como el agua fresca que al moverse creaba una espumilla, vale, es algo que no se puede oler, pero se siente. La brisa helada secaba el sudor de mi cuello y espalda, levantándome el pelo, noté la brisa helada por todo el recorrido, desde el cuello hasta la espalda. No fue hasta que vi la casa, que me di cuenta que había perdido el rastro del camino que me llevaba de vuelta. Era una de esas casas móviles, oxidada y plantada en mitad de la maleza. ¿Cómo había llegado hasta allí era algo que estaba más allá de mí?, ya que no había camino suficiente para poder transportarla hasta allí. Para mí era algo difícil, vi que la caravana

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era bastante antigua, tal vez de 1950, incluso más antigua. Por lo tanto llevaba allí desde hacía décadas. Pero definitivamente había alguien viviendo allí ahora: había una talla de madera junto a un ciervo de plástico en lo que debía ser un jardín, y un rastillo medio tumbado encima de una pila de hojas secas, así como un autentico conjunto esculturas de partes de coches, camiones y lavadoras medio oxidados. Miré por todos lados en busca de algún letrero que me indicara prohibida la entrada, creía que lo mejor era dar marcha atrás y buscar el camino por mí misma, o también la otra opción era pedirle ayuda. Podía ver, justo por encima de los árboles, como el cielo se iba tornando de color azul oscuro. Miré mi reloj y vi que eran las cinco menos cuarto. Entonces oí un gruñido de advertencia. Mierda. Me volví y vi justo al tipo de perro que no desearías ver cuando estas solo en la propiedad de otro, una mole de cien libras de peso, una mezcla entre rottweiler y mastín, ojos dorados, piel resbaladiza, y grandes mandíbulas. − Buen perrito. – pero el perro continuo gruñendo y girando en torno a mí, enseñándome los colmillos. Dicen que los perros que ladran son poco mordedores, pero evidentemente cuando un perro tiene sus colmillos en tu muslo poco pueden gruñir o ladrar. Podía sentir el miedo en mi interior, si intentaba controlarlo el perro no podría oler mi miedo. Así es que permanecí muy quieta, con la esperanza de que viniera alguien. Apreció un segundo y un tercer perro, un poco más pequeños y con algo más de pelo, pero ambos se pusieron también a ladrar. − ¿Hola? ¿Hay alguien en la casa?− como si alguien podía oírme con todo el ruido que estaban haciendo los animales. A medida que el cielo se iba oscureciendo, un cuarto perro salió corriendo, servil, y ladrando a la sombra de una carretilla. Me tomó un momento darme cuenta que era Pía. Jesús, todos estos perros parecían lobos malditos.− ¿Pía? ¿Pía? Tranquila, pequeña ¿te acuerdas de mí?− ella ladeó las orejas y gimió. Tenía manchas terribles en el pecho y las piernas. Oh, Jesús, ¿Qué está haciendo Jackie aquí, construir su propia manada de lobos?. ¿Qué tenía de maravilloso el tener la afición de coleccionar basura, si no eras capaz de poner una alarma? Y lo irónico de todo esto, era que yo me había jugado el puesto para ayudar a Pía. Había aprendido la lección: la próxima vez, el lobo se va, y nada de tratos especiales. Si hubiese una próxima vez.

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Los otros perros habían formado un círculo a mí alrededor y parecía estar poniéndose nerviosos. Capture una mirada enfurecida, así que agache la cabeza y deje de mirar. Sumisa y sin ningún tipo de amenaza, esa era yo. Oh, Jackie, ¿Dónde diablos estas?. Trate de imaginar su cara cuando me encontrará sangrando en su puerta. Supongo que ella se preocuparía según estuviera Red interesado en mí o no lo estuviera. Y Hunter ni siquiera tendría que divorciarse de mí. Nada, fuera estos pensamientos. Malos pensamientos. El quinto perro no era un hibrido entre perro y lobo sino entre perro y coyote. Me di cuenta por el enorme salto que pego para llegar junto a mí, algo que un venado podría hacer pero no un perro. El tenía unas enormes orejas, y su piel era de una tonalidad rojiza y grisácea, pero su boca era enorme, como el lobo que se trago a la abuelita del cuento de Caperucita, “¿qué grandes tienes los dientes?”. A pesar de que era ligeramente más pequeño que el resto de las moles, era más ágil y más dominante. Moviendo la cola de un lado a otro y ladrando sin ningún sentido. Me miró, tensó sus músculos y se preparo para atacar. Profundamente, oscuro y maloliente. Sabía que estaba jadeando de puro miedo, pero no podía evitarlo. Entonces cometí el grave error, de levantar la mirada, exponiendo mi garganta, captando de ese modo la atención del macho alfa. Como quiera la cosa, él me guiñó un ojo.

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Capítulo 24 Los perros no guiñan el ojo, tampoco los lobos, o por lo menos no intencionalmente. Hey, que era una broma entre las dos razas. Había algo en el ojo del animal. Algo que le molestaba. Aunque eso no significaba nada. Por supuesto, que no quería decir, no te preocupes no te morderé. Así, es que decidí quedarme muy quieta. El medio coyote−lobo levantó las orejas, e hizo un gemido a modo de interrogación. − ¿Qué ocurre chico?− susurre. El resto de los perros se había colocado de tal manera que pudieran observar sin correr riesgos. − Mierda, no te esperaba, doctora. − Me volví y vi a Jackie, que llevaba una cazadora con flecos y una expresión de cautela. Se acercó al coyote−lobo y le dio una palmada en la cabeza, en la oscuridad. Me sentí como si ella estuviera de pie junto a él, como una esposa recibe a su marido después de a ver ido a una fiesta de empresa sin ser invitado. − Estaba de excursión. No sabía que vivías aquí. Supongo que me perdí. Jackie me miró. – Pensaba que eras uno de los chicos del pueblo, que venían a coger a uno de mis bebes para Halloween. Nunca se sabe las maldades que pueda llegar hacer la gente cuando están aburridos. A mi gato le dejaron ciego hace cinco años. Ni siquiera me he dado cuenta de que era Halloween.− en la ciudad habría muchos niños vestidos con trajes de superhéroe, de princesitas o de vaqueros, antes de ponerse el sol. − Has tenido mucha suerte de que no te desgarraran la garganta. No les gustan los extraños. Si Red no hubiera estado aquí. − ¿Red? − Este chico. – ella dudó en decir algo− lo llamé Red por el tono de su piel. ¿Verdad que si chico? El animal levantó el hocico y vi que sus orejas estaban arañadas. Me miró con esos ojos sabios, tristes de canino. − Jackie, ¿son híbridos de lobo?

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Jackie siguió centrada en los animales. Concretamente en Red. − Es un buen chico. Sí lo es. ¿Quién es tu mama? ¿Quién es tu mama?− el pobre movía su cola, pero me miro otra vez con aquella mirada de ayúdame que yo no puedo. Lo siento. −¿Los crías tú? Jackie se incorporó y apretó los dientes. – No, no los he criado. Los he rescatado de todos esos idiotas que piensan que tienen animales salvajes en sus casas y llaman a control de animales.− viendo la tensión de su dueña, algunos de los animales empezaron a gruñir. − Lo siento, no era mi intención insultarte. − Lo sé. Supongo que estoy algo cansada. – Suspiró y miró a sus perros.− ¡BASTA, YA!− los gruñidos a mí alrededor cesaron como si les hubiera dado con un interruptor.−a la gente no les gusta que los tenga, pero a mí no me importa, porque yo lo estoy haciendo para salvarlos. El aire, de repente, se levantó, moviendo las hojas y haciendo el aire más frio, me frote más fuerte los brazos. Me volví a mi alrededor y me di cuenta que todo estaba muy oscuro. Una luna casi llena, estaba en lo alto del cielo, teñida de rojo, alzándose entre los árboles. − Debería volver. − Es demasiado tarde para eso. No será capaz de regresar por el camino. − Pero Hunter… − Puedes llamarlo. Tengo teléfono. − Sonreí, pues ni siquiera estaba segura de que pudiera ver mi rostro. Estábamos bastante más separadas que las otras veces. − No quiero molestar… − Es demasiado tarde. Tendremos que pasar la noche aquí. Deje mi jeep a media milla al otro lado. Pero por ahora, todo está muy oscuro. − ¿No sales por las noches?

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− En Halloween, no. − Se volvió y se encaminó hacia el remolque, y vi la figura desgarbada del coyote Red alejarse hacia la oscuridad, para reunirse con el resto de la manada. − Mientras estoy aquí, ¿quieres que le eche un vistazo a Pía? Jackie se encendió un cigarrillo.− me encantaría.− ella hizo que el perro viniera a su lado con un chasquido y un silbido. Examine al animal lo mejor que pude, pues no tenía ningún tipo de instrumental. Una cosa era clara. Estaba perdiendo el pelo en el vientre y sus patas. Mi diagnostico es que seguramente tenga algún tipo de alergia en la piel, y su abdomen parece estar también dañado. Creo que habría que hacerle unos rayos X. − No puedo. No aquí.− Jackie apagó su cigarrillo en el suelo− dicen que atacó a alguien por esta zona. Reflexioné sobre la información. − Tal vez pueda enviar un email a mi ex jefe. Tal vez me de alguna solución.− sobretodo porque él había dado por hecho que Pía había sido abandonada y la había utilizado para sus experimentos, pero preferí no comentar nada de eso. − Estas temblando.− dijo Jackie− mejor que entres dentro para caldearte. Abrió la puerta del remolque y sentí un cierto alivio al ver algo de luz, calor y orden. Había un mesa, un banco para sentarse, un lavabo unas encimeras, y una cama escondida en la parte trasera. Jackie estaba sacando comida para precalentar. − Espero que tengas hambre. Solo tengo esto de Swanson. Tendrá que valer. − Ah, yo no como carne. − Jackie me miró por encima de su hombro. − ¿te parece mejor macarrones con queso? − Estupendo. ¿Tienes un espejo? − Más allá. − Me miré y mi reflejo no se veía tan mal después de un día entero de llanto y una larga caminata improvisada: de hecho…. No estaba tan mal. Las mejillas manchadas de sudor, los ojos brillantes, y el perro enredado. Había un roto en mi camiseta que hacia

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más pronunciado la uve del escote, mostrando el borde blanco del sujetador. Me tomó un momento ponerle nombre a mi estado: salvaje. Intenté hacerme una cola de caballo y al final parecía una medusa. − ¿Quieres una cerveza? − Sí. – volví la espalda al espejo y me deslice sobre el banco al lado de la mesa. − Hace calor. El hielo se ha derretido dentro del frigorífico. − Está bien así. – tomé un tragó de la cerveza caliente y me sentí como si fuera a tener una aventura, a pesar de que tendría que habituarme a la vida de alguien durante una noche, y no era exactamente lo que se dice una buena anfitriona del comportamiento. Es algo que no tenía previsto. Miré a mí alrededor. Los pocos platos y tazas estaban apilados. Tenía cierto encanto. Era como comer en Munchkinland38.− sabes Jackie, nunca había estado en una caravana antes. Todo es tan pequeño. − Es una mierda. − ¿1950? − 1970. Toma. – me entregó una pequeña bandeja con los macarrones con queso, un poco de zanahoria, y pudín de chocolate. Cada cosa en su compartimento. − ¿Podría utilizar el teléfono primero? − Cógelo. – el teléfono era uno de esos viejos. Mientras marcaba Jackie se volvió a ver la televisión. A la quinta llamada, el contestador saltó. − ¿Hola? ¿Hunter? Soy Abra. No te preocupes por mí, me voy a quedar a pasar la noche con Jackie. Me perdí mientras daba una vuelta. Mañana volveré – mi voz sonó neutral para que Jackie no se diera cuenta− si quieres llamarme cuando llegues el número es…..− Jackie repitió su número por el teléfono− bueno no te preocupes. Buenas noches. – colgué el teléfono sin decirle que le amaba, era la primera vez desde la pelea. Después de comer no teníamos nada que hacer, aún siendo temprano, pues todavía no eran ni las 8. Tiré los restos de la comida mientras Jackie convertía el banco en una cama.

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La ciudad ficticia de la ciudad de Oz, situada al este.

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Voy hacer pis y a echarme un cigarrillo. Tengo un poco de agua para limpiarme los dientes y otras necesidades pero no me gusta gastarla en el inodoro, por lo que si no te importa…. − También saldré a fuera. Caminamos juntas con la banda sonora de los grillos. Hoy el sonido de una raspadura y luego el olor de una cerilla, luego el olor reconfortante del humo del cigarrillo a la deriva a través de la noche. Nos apoyamos contra una camioneta que no había ido a ningún sitio desde hacía mucho tiempo. La luna llena, ya empezaba a verse con mayor claridad a través de los árboles. − ¿Quieres uno? − No, gracias. No, espera, dame uno. – no había fumado un cigarrillo desde segundaria, y al igual que entonces, ni me moleste en tragarme el humo. Aún así sentí algo de satisfacción, la celebración en tus manos, inhalar y exhalar el humo era la perfecta puntuación en lo que había dicho y en lo que no. − ¿Te has peleado con tu marido? − Exactamente no. − Entonces escapó para evitarla ¿no?− nos echamos hacia atrás mirando la luna. Una fuerte tos de Jackie hizo que se rompiera el silencio. − ¿Estás bien? − Sé todo de red y de ti, ya sabes. Me volví a mirarla, pero ella siguió mirando hacia el cielo, el cigarrillo, un punto rojo entre sus dedos. − No hay nada que saber.− Jackie dejó escapar una columna de humo. − Él te quiere. Acabarás durmiendo con él aunque seas de tú marido. Red saldrá herido, porque cuando todo está dicho y hecho. Aunque él no es tu tipo.− Jackie dio una profunda calada al cigarrillo, y se echó hacia atrás.− ¿Sabes que él es como un chamán indio? Tiene que pedir perdón por cada criatura pequeña que mata, y ofrecer algo al espíritu para que no se enfadé con él.− Jackie miró los últimos resto de cigarro que le quedaba y después lo tiró al suelo para pisotearlo.− seguramente pensaras que todo es una autentica mierda de caballos.

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− No, yo no. Mi madre en realidad cree en la realidad alternativa. Él no tiene el titulo de secundaria, ya sabes. Solo tenemos el GED.39− suspiré. Me di cuenta que no me había estado fumando el cigarrillo que tenía en la mano y al final lo aplasté. Quería decirle a Jackie que no era la típica snob de la ciudad de Nueva York con ropa de diseño y una suscripción a los teatros de vanguardia. Quería decirle que yo era una empollona, vamos una devora libros, y que la gente refinada y estúpida nunca se relacionaba con los empollones. Quería decirle que no tenía confianza en mí misma, pro en cierta manera sentí que ella ya lo sabía. Y todavía pensaba que era capaz de herir a Red. Desde algún lugar de atrás y por encima de nosotras, alguno de los híbridos aulló, un grito solitario y perfecto. − Es hermoso – dije. − Um, es por eso que me gusta tenerlos a mí alrededor. Tú puede tener un perro bonito y agradable, pero si deseas música, tienes que tener algo de la naturaleza salvaje. − ¿Realmente aúlla a la luna? − Sólo una vez al mes. ¿No lo hacemos todos? Seguramente, yo no. Pensé. No con mi menstruación irregular. Seguramente sería uno de los lobos de la mana que siempre iría rezagada. Escuchamos a dos más de los híbridos de Jackie, que se unieron, llenando la noche de aullidos inhumanos con esa magia lobuna. Deseaba que el sonido no me recordará a las películas de mi madre, de hombres lobo, maldiciones y lindas muchachas a punto de ser desgarradas. Desee tener una experiencia pura, que fuese el primer lamento de estar yo allí. ¿Estás ahí? Y el grupo respondería, estoy aquí, estoy aquí. − Tengo que hacer pis. – dijo Jackie − Ok. – dije. Después de todo ¿qué se supondría que tendría que decir de todos modos? Ella se marchó dejándome sola. Me moví hacia la oscuridad para buscar un sitio donde hacer mi pis, tratando de mantener mi falda alejada del camino. No podía ver lo que estaba haciendo y al final me mojé uno de mis zapatos. Me di cuenta que tampoco 39

Examen de desarrollo educacional general, es decir, el certificado que se le da al estudiante que haya superado los requisitos mínimos del nivel de la escuela secundaria estadounidense y canadiense. Superar el GED, el estudiante debe llegar al 40% de estudios de último año a nivel nacional, aunque algunos estados pueden poner sus propios requisitos para pasarlo. Estos estados también requieren que estudiante tenga un entendimiento del gobierno federal, estatal o local.

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tenía papel higiénico, ¿tendría papel higiénico Jackie?. No era muy buena campando. Me sacudí y de repente oí un ruido.− ¡ESPERA! – chillé, “¡Aun estoy meando!”. ¿Porque me comportaba de forma tan tímida con Jackie?. No era capaz de decírselo. Tan pronto como me baje la falda, supe que no era Jackie. Cuando miré, allí estaba Red, apoyado en un abedul con las ramas plateadas. Parecía que llevaba un tiempo allí. Su rostro estaba pálido y triste, tal vez resacoso. Vestía sólo con unos vaqueros andrajosos, con el pecho desnudo y con más musculo de lo que yo me hubiera imaginado. El tatuaje se podía ver a la perfección, parecía más pequeño ahora que me daba cuenta de lo desarrollado que tenía el bíceps. Me di cuenta que había perdido un tiempo mirándolo al igual que él había hecho conmigo: nuestras miradas se encontraron y me sonrió. − Red, ¿estás bien?, por dios, ¿de dónde vienes? − Bueno, nací aquí. Pero pasé muchos años de formación en la pequeña ciudad de mierda junto a la frontera de Texas. – su voz sonaba oxidada, como si no la hubiera utilizado durante mucho tiempo− − No, en serio. ¿Estabas acechándonos a Jackie y a mí? − Un poco. − No sabía que decir a eso. Cuando él me miró de nuevo, sus ojos brillaban de emoción que no podría describirlo: como si fuera cómplice de algo, o supiera un secreto sobre los dos. − No deberías de estar escuchando. − ¿De veras? Quizás no deberías ir entrando en las cabañas de los hombres y dejar tu olor en sus camas. Una vez que se cruzan las fronteras, es difícil volver a donde se estaba. − Lo siento, no me di cuenta que era tan….fuerte. − Tú no lo eres – él me sonrió como lo había hecho el lobo, y empecé a sentirme incomoda. Pero también caliente.− y me gusta tu olor, por si no te habías dado cuenta. Era hora de cambiar de tema. − Jackie piensa que eres un chamán indio. – Fue lo primero que me salió− Red enganchó sus dedos en las hebillas de su cinturón. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Creo que el término correcto es chamán siberiano. Mi abuelo solía decir que llamar chamán a un indio era como llamar a un rabino, judío sacerdote. – se tocó la barbilla y me miró− sin embargo, conocí a un Inuit40 en Canadá. Le estuve siguiendo durante un año y aprendí muchas cosas sobre el rastreo aunque no siempre hay que ir al lado de la vigilia. Pero no creo que eso me haga chamán. − ¿Qué quieres decir con al lado de la vigilia?− me cogió del brazo ansioso por alejarse de lo que pronto me di cuenta era mi penetrante olor a orina.− ¿quieres decir que sigues las pistas a través de los sueños? − A veces. Incluso he soñado contigo, doctora. −¿En serio?.− mantuve mis ojos en el suelo mientras caminábamos− ¿qué tipo de sueños? − Tú deberías saberlo. – dijo Red− estuviste allí. Intentando recordar aquel sueño erótico que tuve con red, perdí la concentración y tropecé. − Fácil. – dijo Red que aún me mantenía sujeta del brazo− ¿sabe Hunter donde estas? − Le dejé un mensaje. Pero él había salido. – yo no sabía si creer que una persona pudiera visitarla en sueños. Hace un mes yo hubiera jurado que era imposible. Pero entonces me acordé del día en que estuve en la cocina con Red, su seguridad y certeza al pensar que yo también lo había deseado. Red me acariciaba mi mano que descansaba en su brazo. − Tú marido debe de estar buscándote. Te llevaré a casa. − Pero ha oscurecido. Jackie dijo que no era seguro.− Nos paramos. Y me sentí rara porque red todavía sostenía mi brazo. Él respiro profundamente y sus fosas nasales se dilataron. − Para Jackie, tal vez no sea seguro. Ella tiene la peor visión nocturna del condado de Dutches. Pero yo puedo llevarte a casa. −¿De verdad?, dios, te lo agradecería mucho.− dejé caer el brazo y empecé a caminar hacia la caravana. No fue hasta que llegué a la puerta que me di cuenta que no 40

La palabra inuit hace referencia a los esquimales, palabra que ha caído en desuso en Canadá y solos e utiliza Inuit.

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me seguía.− ¿Jackie?¿Jackie?, Red está aquí. Dice que me puede llevar a casa, y así ya no te molestaré más. Yo…… La puerta se abrió y Jackie asomo la cabeza, el contorno de sus generosos pechos se marcaba con el camisón de franela. − ¿Red? ¿Dices que Red está aquí? − Sí, y como la verdad no quiero seguir molestándote, pensé que sería lo más justo. − ¿Red? Abra, ¿dices que te va a llevar a tu casa?− ella sonaba algo incrédula, que hizo que me sorprendiera. Seguramente no sería tan peligroso. ¿Verdad?. ¿Acaso íbamos a ser atacados por mapaches?. Red salió de las sombras.− ¿Estás seguro que podrás llevarla? ¿Todo el camino? ¿Y así?.− la verdad es que ya me había preguntado porque estaría vestido sólo con vaqueros, pero tampoco me atreví a preguntárselo. − Puedo hacerlo. Ella debería estar en casa por la noche. Jackie movió la cabeza. – Eres un gran tonto, Red. ¿Lo sabes?. ¿Por qué no dejas que duerma aquí esta noche? − Tú sabes por qué. − Además su marido no va a venir con una escopeta a buscarla. Tú vistes como era. − Mi boca se quedo seca. Me quedé mirando a Red, intentando descifrar su respuesta por los gestos de su cara, pero esta a una distancia prudencial así como algo pálido. − Eso fue antes. Esta noche puede que sea diferente. − Me aclaré la garganta. – oye, Hunter no es el típico celoso. Si te preocupa que él pueda volverse loco porque no pase la noche en casa, estas muy equivocado.− Red dio tres pasos y pude ver las gotas de sudor que tenía en su frente a pesar del aire otoñal. − Nunca se sabe, doctora. La gente cambia. − No creo que sea esa la forma en la que está cambiando. − ¿Quieres quedarte aquí? Miré hacia el remolque. – Bueno… si no es seguro…. Red se rió, una risa seca, más cínica de lo que yo estaba acostumbrada a oírle.

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− Es segura conmigo. Díselo, Jackie. Que lo más seguro es que regrese conmigo. Hubo un silencio, cosa que aproveche para mirar a mi anfitriona. Ella parecía ahora más mayor que cuando habíamos estado juntas fumándonos un cigarrillo. − Esta más segura con Red, Abra. – Entonces se dio la vuelta, se metió en el remolque y cerró la puerta. Dejándome a fuera a solas con su ex novio, el paleto chamán. − No quiero causar problemas entre vosotros. – dije. Red hizo un ruidito que sonaba a diversión. – No eres la causa del problema. − Pero no quiero hacer que se sienta mal. Él puso su mano encima de mi brazo, ambos dimos un respingo. – Cállate, doctora.− lo dijo con tanta ternura que medio sentía que lo había dicho de forma totalmente diferente.− Nos vamos− Y se internó hacia la oscuridad, mientras yo le seguía a ciegas.

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Capítulo 25 Durante todo el camino por la montaña, caminaba como una autómata, mirándome los pies a la luz de la luna para evitar caerme. Red se paraba y me esperaba, incluso hubo un momento en el que me dijo que me sujetara a las hebillas de sus vaqueros para bajar por un terraplén. Podía sentir su preocupación en mí, y cuando no paramos al sendero principal, él respiraba con dificultad. − ¿Estás bien? – coloqué mi mano en la mandíbula de Red, para hacer que me mirara a los ojos, pero todo era mentira, pura mentira sabía que iba a besarme y también sabía que quería que me besará. No hacer el amor pero sí que me besara. Nunca había sentido esto, la sensación de ser deseada por alguien tan feroz. − No, no va bien. – colocó su mano sobre la mía, y por un momento me miró, profundamente, constantemente e imperturbablemente. – mi abuela irlandesa diría que esta es la noche cuando salen los espíritus a caminar. − ¿Tú lo crees también? − Northside es el típico lugar que hace que creas en ello. ¿Sabías que hay una caverna por debajo de los campos de maíz al este de la ciudad?. Nosotros no lo publicamos como hacen en otros lugares por una sencilla razón. Este lugar es un cruce entre mundos diferentes. Déjame decirte, como eliminador de animales que aquí está un infierno muy diferente a otros lugares. − No creo en esas cosas. − Entonces, ¿Por qué sigues agarrada a mi mano? Quite mi mano rápidamente y continuamos nuestra caminata. Bueno, el andaba y yo tropezaba. − No puedo ver nada. − Coge mi mano otra vez. −¿Y alimentar tu ego?. Creo que no. Tendrás que pedírmelo antes de que yo te agarre. – hay, no había sonado tan bien como lo había pensado−

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− No es mi ego lo que me está molestando, doctora. Pero estas casada. Así es que deja de coquetear. − No quise decir…. − Sí. Lo hiciste. – Red se detuvo y se giro para mirarme− y yo estoy condenadamente hambriento de ti, y no tienes la menor idea de lo poco que me falta para caer. Pero si te tomará, dentro de tu cuerpo, tú marido me mataría. Bajé mi mirad a la tierra, donde había cosas invisibles que piaban y zumbaban. − Hunter no es así, ¿de acuerdo. Además,− mi voz sonaba constante pues de todas formas lo había dicho en voz alta− creo que está enamorado de otra. Red me levantó la barbilla con la mano. − Entonces déjale. Déjale y ven conmigo. – Sonrió de tal manera que su rostro se volvió casi infantil, sus ojos color avellana, y sus dientes blanco afilados.− quédate esta noche conmigo. Yo no duermo mucho. − ¿Cómo sabes que no duermo? − Pasó mucho tiempo observándote cuando estas cerca, y mucho más tiempo pensando en ti cuando no estás. Deja que las cosas se deslicen y pon atención. − No sé qué decir…. − Bueno, ya lo has dicho. Pasó un buen rato hasta que llegamos a mi coche. Me subí y empecé a arrancarlo. Red abrió la puerta del copiloto. − Creo que será mejor despedirnos de camino a tu casa. − Red, escucha, yo no te he preguntado qué estás haciendo con Jackie. No estoy preparada para todo esto…. Es algo muy complejo. Pero lo pensaré. Sólo conduce. −¿Quieres que te lleve a tu casa primero?. Sé que vives cerca. − Puedo caminar desde tu casa. Dentro del coche, al ser un espacio cerrado su olor era más fuerte, sudor masculino, más nítido de lo que estaba acostumbrada. Pero no era desagradable. Era http://novelvampir.blogspot.com/

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saludable. Baje las ventanas para dejar entrar el aire de la noche, empecé a arrancar cuando a lo lejos vi un destello cruzar el cielo. − La tormenta comenzará pronto. – le dije, pero Red estaba mirando por la ventana, centrado en algo que no podía ver. Su piel todavía mostraba perlas de sudor.− ¿Red? De repente empezó a llover, primero unas gotas, un aguacero, y a continuación una capa solida de agua. El limpiaparabrisas no podía llevar el ritmo. Los faros no iluminaban más allá de la lluvia. El cielo tronaba y se iluminaba con los rayos. No sabía si era la carretera principal. Puse la radio en la emisora del tiempo. “ …. Una fuerte tormenta está afectando a los Condados de Dutchess y Columbia.” – entonó la voz computarizada− Fuertes truenos, relámpagos y con posibilidad de granizos. Posibilidad de Tornados en la región del alto Valle de Hudson en torno a Cooperstwon, Milltown, Cedar Plains, Northside….”− Red apagó la radio. Mis dientes empezaron a castañear de pura adrenalina. − ¿Red? ¿Qué hacemos? − Sigue adelante. Lo estás haciendo muy bien. Sólo hay dos kilómetros para llegar a tú casa si estamos por el camino correcto. – su mano cubrió la mía, y guió el volante hacia un marcado camino de tierra. Un trueno tronó otra vez, seguido por un brillante relámpago que atravesó muy cerca de nosotros, intenté recordar la dirección por donde había venido. Me sentí desorientada y con la sensación de peligro, puesto que el mundo real lo habíamos dejado atrás, y acaba de entrar en una especie de zona extraña, en donde, por increíble que pareciera, podría incluso hasta morir. Algo estaba en mitad de la carretera, una enorme sombra, pisé fuerte los frenos haciendo que las ruedas chirriarán y patinarán, moviéndonos a cámara lenta hacia un árbol. Tuve un flash de cómo los periódicos locales darían la noticia, entonces red movió bruscamente el volante recuperando el control del coche, para dirigirnos nuevamente hacia otro árbol más lentamente. Red atrajo mi cabeza hacia su pecho, impidiendo que quedara aplastada entre el airbag y su piel. Durante unos momentos permanecimos allí sentados, acurrucados. − ¿Abra? ¿Doctora?− miré hacia arriba y vi que Red estaba abriendo la puerta y volviendo para sacarme− necesitamos salir de aquí.

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Pero era incapaz de moverme. Me quedé allí contemplando el cuerpo del venado con el que había chocado, un venado abierto en canal, el color dorado de su cuerpo se mezclaba con la sangre y la lluvia. No, no estaba abierto en canal. Me quite el agua de mis ojos y vi claramente que aun se movía, sus fosas nasales aun dilatadas por el miedo. − Abra. − No podemos dejarle así. Red cayó de rodillas delante del venado, presa del pánico, cogiéndole la cabeza de un lado a otro de su cornamenta, y en un brusco giro le rompió el cuello al venado salvajemente. Luego se quedó mirando, jadeando. − ¿Red? El miró hacia arriba, sus ojos estaban llenos de pesar, algo más oscuros, más salvajes, más excitados. Empezó a incorporarse, tropezó y fui ayudarle. Definitivamente excitado. A pesar de la lluvia y del venado muerto, tal vez por las dos cosas, sentí un calor como respuesta, y súbita punzada de excitación. Red lo vio en mis ojos y de repente me tenía pegada muy fuerte al él, sus dedos haciendo presión en mis brazos, sus caderas muy juntas a las mías. Solté un jadeo y su boca se fusionó con la mía, una de sus manos subió hasta la parte posterior de mi cabeza, y la otra la tenía en mi cintura para evitar que me cayera. Sus dientes afilados raspaban en mis labios, en mi lengua. No podía respirar por lo que me aferraba sólidamente a sus hombros para mantener el equilibrio. Entonces los dos empezamos a deslizarnos hacia el barro, junto al venado muerto, pero no tenía suficiente aire para decirle a Red que parase, que por favor esperase. − ¡Abra!− retrocediendo, con expresión de angustia, y antes de que pudiera pensar, me encontré tirando de él hacia mí, frotando mis caderas contra las de él, empujando cada vez más. Estaba fuera de mí. Sentí sus manos por debajo de mi camisa, rozándome los pechos, sus manos callosas pellizcándome los pezones, la boca inclinada en mi garganta. Sí, trataba de deshacerme de mis pantalones para sentirle mejor, sin sentido, con mucha hambre por él actuando de forma totalmente primitiva. − Hey, chica, espera un minuto, ¡Cristo! No entendía porque Red luchaba contra mí, pero de repente la lucha se volvió más frenética, empecé a morder el cuello de Red, lamiendo todo el camino de su pecho y estomago, mis uñas el arañaban por toda la columna vertebral, encontrado la sorpresa

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de él, la pasión no se apagaba, no cuando fui capaz de oír el ritmo frenético de su corazón y sabía que había soñado con esto. − Abra, espera. Pero yo tenía un voraz hambre de él, mi cuerpo deslizándose bajo él, mi cara en el bulto de su entrepierna, mi boca y mi aliento sobre él mientras trataba de desabrocharle los pantalones, eran Levis, y tenía una fina llena de botones que me dificultaban el camino, por fin libre, el calor de su erección en mi mano, le oí gritar, Jesús, y sus manos se movía nerviosas por mi cabeza, cuando finalmente me dejó libre me agarró en un fuerte abrazo con mucha ternura, mientras yo inhalaba su olor masculino, limpio, olor a leña, y sal, drogándome con el aroma intimo de las cavernas y pieles. Lo tomé en mi boca. − ¿Qué me estás haciendo?− su voz estaba rota por el deseo y el placer, la última palabra la dejó caer roto por la sorpresa. ¿Qué que estaba haciendo? Esto era algo que pocas veces hacía con Hunter, por hacerle un favor, no era algo que me beneficiara. Pero con este hombre, era difícil que le pudiera hacer un favor. Sentía apetitos extraños por un extraño. Deslicé mis dedos, sintiendo la piel de su espalda, sus músculos, tan extraños y a la vez tan familiares, tal como recordaba en el sueño.− Para, Abra, por favor, antes de que pierda el control.− tenía sus dedos enterrados en mis cabellos lo que me obligó a echar la cabeza hacia tras. Le mire a los ojos, todavía eran sombras, pero aun podía leer en él: sorpresa, deseo y pesar, además de un brillo contaste de ternura que me hizo sonreír. − Quítate los pantalones. – tiré de ellos, deseando tenerle totalmente desnudo, por razones que no entendía completamente. − Doctora, no puedo… tú no quieres… − Le quite sus botas de senderismo tirando de ellas. – Ahora los vaqueros. Quítatelos. − Supongo que no podre dejarme los calcetines. – sonaba casi desesperado− − Muy gracioso. No. − Umm, que cosa, si estoy totalmente desnudo….

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Me levanté, crucé los brazos y me limité a mirarlo, sabiendo que al final, haría exactamente lo que yo quería, porque por una vez en mi vida sexual, llevaría el control. Red tragó saliva. − Oh, mierda. – en dos segundos estaba totalmente desnudo, su cuerpo totalmente compacto, musculoso, peludo y sorprendentemente bronceado, como si hubiera estado al aire libre mucho tiempo. No pude dejar de comprarlo con Hunter y ver que no era mucho más grande que él en todos los aspectos: ¿Quién hubiera imaginado que un hombre tan delgado estuviera tan bien dotado?. Me acerqué a él, completamente vestida y le besé. Nuestras alturas eran prácticamente similares por lo que podía sentir su dureza presionando sobre la uve de mis piernas. Red gimió, y dobló las rodillas, sus manos bajaron hasta mi trasero, agarrándolo y aparentándome más contra él. Lugo se calmó, jadeando muy fuerte, apretaba sus dientes y aflojaba su agarre mientras mantenía el control. De repente, supe que estaba a punto de perder su control, y yo lo quería en mi boca antes de que fuera tarde. Me deslice por su cuerpo, dándole besos por su boca, su pecho, su vientre. Las manos de red me agarraron el pelo, tirando suavemente. − Ah, no, mi dulce niña, eso no es…. bueno. – su voz se apagó encima de mi cabeza, lo que aproveché para inclinarme y lamer su punta redondeada. − ¿Decías algo? Mire hacia arriba para ver como Red se arqueaba con los ojos bien cerrados. Así que lo lleve a mi boca, saboreando las primeras gotas saladas que su miembro iba liberando. Red empezó a producir ruiditos bajos, sus dedos enredados en mi pelo, pero ya no intentaba alejarme. Ahora me arrastraba y oh, Dios, el tacto de sus manos acariciando mi pelo, haciendo espirales de mi pelo enredadas en su muñeca. Su tacto me estaba diciendo como se sentía más que si me lo hubiera dicho con palabras. Sentí como mis huesos se estremecían por el hambre que sentía por él, y por las sensaciones que me estaba produciendo. Con mis dientes acaricié delicadamente toda su longitud, su deseo se convirtió en mi deseo, su éxtasis me produjo una oleada de energía. Él se movía conmigo, más rápido, sus caderas me estaban bombeando, mientras yo podía probar más de ese exquisito liquido salado, y por primera vez en mí vida, yo quería tragarme todo de mi amante, provocándome ese deseo caníbal que habitaba en mi interior. − Abra, ¡Para! – sentí sus manos tratando de alejarme, pero fue como si me hubiera convertido en él, provocando un orgasmo a punto de estallar en mi puerta. Podía sentir

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su pulso entre mis piernas, estaba pegada a él, quería seguir lamiéndolo con ganas de que se corriera, y entonces el gimió, con un sonido de absoluta rendición. De repente, me caí hacia tras, impactando y golpeándome, le miré y le vi tendido, encorvado, casi púrpura. − “oh, dios, no podía respirar” “ ¿lo había matado?”. − ¿Red? − ¡Aaaarggh!− Red estaba doblado por la cintura sujetándose el estomago. ¿Estaba muriéndose? ¿Qué le ocurría?. Ataque al corazón, un ataque de asma o un ataque epiléptico. No se me ocurría que podría ser. −¿Red, que te duele? Mírame, ¿puedes mirarme? En respuesta, se echó hacia atrás y aulló, era tan desgarrador que atravesó la tormenta. − Oh, dios, Red, tú eres… De todas las cosas imposibles, esto ocurrió rápidamente. Red se desplomó en el suelo, cuando sus manos y rodillas le flaquearon, negó con la cabeza y me miro durante un rato. En esta ocasión no había humor, ningún desafío ningún cambio. Pero cuando llegó a los árboles había dejado de ser un hombre. Estaba tan sorprendida que me llevó un rato darme cuenta de que no estaba huyendo y otro momento para darme cuenta de que quería que lo siguiera. Fue entonces cuando vi la silueta de mi casa y Red se paró, como si hubiera topado con una barrera invisible. Estaba en alerta, a cuatro patas en actitud de vigilancia cuando me encontré mirando el cuerpo de una vaca muerta en la puerta trasera de mi casa.

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Capítulo 26 Dentro de la casa oscura y vacía, encontré dos velas y una linterna, después me tropecé con una zarigüeya desgarrada y ensangrentada en la cocina: Red había tenido razón en una cosa: los cadáveres de animales eran cada vez más grandes. Envolvía a la criatura desgarrada en papel de cocina y lo arroje afuera. Me senté en el salón esperando a que Hunter regresara. Había engañado a mi marido teniendo sexo oral con otro hombre. Con un hombre lobo. Yo sólo lo había visto una vez cambiar de hombre a lobo. O a coyote. No es que yo lo hubiera visto transformarse.. En lobo o en lo que fuese. Y Jackie lo sabía y no me lo había dicho. Anhelaba darme una ducha de agua caliente. Ver la televisión. Leer un libro. Cualquier cosa que me distrajera. En lugar de eso, lo único que conseguí fue formularme preguntas, ¿me estaba volviendo loca?, ¿me habría echado algo Jackie en mis macarrones con queso?, sentí que mi corazón latía muy rápido, y traté de controlarme para no entrar en pánico. Esto no era una alucinación provocada por medicamentos. Esta era mi vida. Lo cual me llevaba a la pregunta: ¿Dónde estaba Hunter, sin coche, y en una noche como esta, con la que estaba cayendo?. Instintivamente supe que no me estaba buscando. Sentí que él estaba viviendo su propia aventura. ¿Tal vez el Moondoggie? ¿Con esa camarera?. Ni siquiera tenía derecho a quejarme. Ella podría tenerlo entre su boca o él en su boca, y yo no me podría quejar porque había hecho lo mismo. Excepto que ahora yo sospechaba que nunca me había sido fiel. No era sólo Magda. Si él había estado durmiendo conmigo mientras se lo montaba con la camarera, eso significaba que él nunca había sido monógamo. Y sabiendo esto, todo en mi pasado fue cobrando forma. Hizo que el recuerdo de mi matrimonio estuviera incompleto y lleno de mentiras. Bueno, al menos había un hombre que me quería. Tal vez Red tenía razón, y el fuese mejor para mí. Claro, porque un hombre que también era un perro sería un compañero perfecto. No, espera, eso era una locura. Él se había asustado y marchado corriendo cuando de repente vi al coyote. Seguramente estaba a falta de sueño y me habría subido la adrenalina creando algún tipo de episodio mental raro. Red se había asustado y me había abandonado, luego había aparecido un coyote y me había guiado hasta mi casa. http://novelvampir.blogspot.com/

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Esto no es que tuviera más sentido pero al menos eso me hacía sentir mejor.¿ no era mejor que un hombre se escape en el último momento?. Sentada en el sofá a oscuras, me empecé a recordar cosas del pasado. Yo con 19 años, lo suficientemente joven para creer en la magia; lo suficientemente joven para creer en las revistas que te decían que nuevo corte de pelo te quedaría más bonito, que los muslos delgados, mejoraba el sexo y hacer con él lo que quisieras. Yo había conocido a Hunter siendo todavía muy ingenua como para pensar en ser alguien más feliz, más fuerte; en ser capaz de elegir una universidad adecuada; tener al hombre adecuado y así desprenderme de mi vieja vida. Pero aquí estaba yo, en una enorme casa, vieja y ajena, esperando a alguien que en realidad deseaba echarme por la puerta. Cuando lo hiciera, sería el momento de enfrentarme a mis perspectivas y a mí vida sola. No es de extrañar que muchas personas dejaran un matrimonio sin un amante que les abriera las puertas. Por lo menos era reconfortante la idea de tener un amante. Lástima que red no haya sido muy convincente en su papel. Me quedé dormida sin saber qué es lo que había hecho. Me desperté cuando los primeros rayos de sol me dieron parcialmente en la cara a través de las ventanas del salón, pero volví a cerrar los ojos, muy cansada para moverme. De repente hubo un estruendo detrás de mí, me giré y miré. Mi corazón se sobresaltó y empezó a latir a un ritmo frenético antes de que mi cerebro pudiera procesar lo que estaba viendo: la puerta delantera abierta de par en par. Mi marido estaba de pie. Desnudo. Cubierto de sangre. − Abra. – él me miró con una extraña expresión en su rostro, una mirada entre tristeza y vergüenza, que en realidad nada tenía que ver con las heridas de sus hombros y su pecho. − Oh, Dios mío. − Ya veo que has vuelto. Eso está bien. – se sacudió las manos sobre los muslos como si acabara de regresar de a ver estado trabajando en el jardín− creo que entonces iré a darme una ducha. − Hunter, estas sangrando. Él se miró a sí mismo. – Ah, sí. Lo que ocurre es que he estado buscándote y… − Estas sangrando y estas desnudo. La expresión de Hunter cambió. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Abra. – dijo acercándose y tapándose la garganta. Sus ojos estaban oscuros y llenos de dolor y confusión. − ¿Qué te ha pasado? – mi voz era más suave de lo que yo pensaba. Saque una manta y se la lleve a mi marido.− aquí tienes. – dije envolviéndolo con la manta. − No lo recuerdo. – Sus brazos me rodearon, se deslizó por mi cuerpo, su cara pegada a mi vientre, como la cara de Red no hacía mucho.− Abra. − Estoy aquí. − No te vayas. − Estoy aquí. Sus brazos se convulsionaron a mí alrededor, me abrazaba con tanta fuerza que casi perdí el equilibrio. Le acaricié el pelo sin saber que decir, culpable y un poco asqueada de su sudor, de la sangre y de la suciedad. No pude recordad cuando Hunter había estado arrodillado delante de mí. Su necesidad era muy seductora, él intentó echarme hacia tras. − ¿Estabas… bebiste algo? Hunter se retiró. − Hueles raro. − ¿Qué huelo raro? − Como…. – frunció el ceño y me miró− ¿Has estado con él? − Estás nervioso. – traté de dar un paso hacia tras pero Hunter me lo impidió, incluso se puso en pie para tratar de agarrarme las manos.− ¿Dónde has estado toda la noche? ¿Con esa camarera? ¿Y todo este último verano? ¿Podrías volver a contarme que no te gusta Magda? Hunter inhaló haciendo que sus fosas nasales se ampliaran. – No ha venido contigo. – Dijo duramente− ¿Viniste con él? − ¡NO! ¿Cómo te atreves?− me deshice de su agarre, mi voz era excesivamente tranquila, precisa y deliberada, igual que la voz computarizada que salía por la radio dando las previsiones del tiempo.− ¿Cómo te atreves a seguir preguntado por Red cuando tú….?

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− ¡Pero eso no significa nada para mí! – su rostro estaba rojo de ira, y me di cuenta que nunca había visto a Hunter perder el control.− Me he follado alguna chica cuando he estado fuera de casa, pero eso es como rascarme cuando me pica, no significan nada, Abra. En el fondo, lo sabes. Esto es porque tú nunca pones atención cuando yo…. −¡No lo sabía!− le decía mientras le golpeaba con toda mi rabia contra su pecho, mientras él los atapaba al vuelo− ¡No lo sabía, hijo de puta!. ¡Confíe en ti mientras tú estabas por ahí tirando a miles de estúpidas mujeres! −¡A ti no te importaba!. −¡No estábamos casados antes!. – nos miramos enfrentando nuestras miradas, podía sentir la rabia que crecía y me quemaba. Él bloqueaba todos mis golpes y viendo que era inútil, me agarre a sus hombres ensangrentados, viéndolo como flaqueaba.− ¿qué hay de Magda? ¿Y las cartas que no me llegaste a mandar? ¿Me vas a decir que ella no importaba?. Me quede allí de pie, en frente de él, esperando recibir alguna respuesta. Lo empuje lejos de mí para que se apartará y me encaminé hacia la ventana. Con su vacilación lo dijo todo. − Con Magda fue diferente. Pero no como tú piensas, Abra. Ella es mi profesora.− yo lloraba tan fuerte que parecía que estaba gimiendo.− admito que hubo más. ¿Vale?− él estaba junto a mí. Su frente apoyada en mi frente− pensé que ella me había cambiado, yo era diferente. Pensé que tú y yo no podríamos trabajar juntos. Pero estaba equivocado porque te viniste aquí conmigo. Tú siempre me has dado el espacio necesario para mis cosas. No podía mirarlo a la cara pues odiaba tenerlo cerca pero tampoco podía moverme para alejarlo de mí. − Entonces ¿Por qué estuviste toda la noche a fuera? ¿Es que te picaba otra vez?− podía sentir su respiración. Su mano estaba detrás de mi cabeza, la notaba sudorosa y caliente. Estábamos tan cerca que se diría que podríamos tener relaciones sexuales, sentí como me venían las nauseas con sólo pensarlo. − Abra, anoche, empecé buscándote, pero estaba tan furioso de que te hubieras llevado el coche que acabe en el Moondoggie. Comencé a beber y terminé emborrachándome, y luego, no es que tuviera necesidad, es que estaba ardiendo, sentía fuego. Por favor, no llores. Mírame. Le miré a los ojos. – Te odio. Me quiero marchar.

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− No quieres decir eso. Es por Red. − Red no tiene nada que ver con esto, ni que te hayas tirado a la camarera ni a las otras. Me marchó a la ciudad. − De acuerdo. – Asintió rápidamente, como si yo le estuviera pidiendo su consentimiento.− de acuerdo. Tal vez sea lo mejor. Necesitamos espacio. Pero regresarás. − No. – de pie frente a él− esto no es para darnos espacio mientras estamos casados. Esto es sobre mí. Te dejo. − Hunter se quedó congelado. – Está bien. Dijo. Está bien. – parecía que estaba vez se iba a tomar con más calma las cosas, y ser más razonable, no importaba lo que hiciera o dijese. − No, no está bien. – dije llorando cada vez más fuerte, empecé a sentir nauseas, y me llevé las manos a la boca y salí corriendo al baño, pero fue demasiado tarde. Vomité en el suelo de linóleo, mientras Hunter me sujetaba por detrás, sujetándome hasta que sólo eche la bilis. Nos sentamos en el suelo, yo sentada entre sus piernas. Hunter apartó el pelo de mi cara, fue entonces cuando vi la estela de vomitó que había dejado por el suelo cerca de la bañera. Mis pechos me dolían por el impacto en el coxis cuando hice un aterrizaje forzoso, e intenté recordar cuándo fue la última vez que me había venido el período. Pensé que el mes pasado. ¿Qué significaba que dudará ahora? excepto porque yo nunca había sido regular y mis síntomas premenstruales nunca habían sido así: la ira insostenible que había dentro de mí, una violenta tormenta de sentimientos y emociones queriendo explotar. − Oh, Dios− dije− oh, Dios mí, creo que estoy embarazada. Los brazos de Hunter se tensaron y me apretó más fuerte sin decir ni una palabra. El olor a agrio se hizo más fuerte en la habitación, y todavía no había hecho ningún intento de levantarme. Entre el mueble de madera y el lavabo había una pequeña araña marrón tranquilamente sentada en su tela. Una diminuta hormiga estaba en su camino, atrapada en la tela de la araña. Son cosas que no podrías notar si estuviera de pie. − ¿De cuánto tiempo? La pregunta de Hunter me sacudió como un jarro de agua fría. ¿De cuánto tiempo? ¿ Un pez pequeño, un renacuajo, una salamandra, un cochinillo?. ¿de cuánto tiempo en

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la escala evolutiva?; todavía no tendría la capa fetal, ni rastro de cola, no, eso vendría después, el desarrollo de los parpados, y la posibilidad de los sueños. − No mucho. – dije pensando en la negativa de Hunter de tener hijos. La pérdida de su libertad. La pérdida de mi independencia. La posibilidad de que los genes de su madre hicieran su aparición en el feto. Excepto que quizás no fuera esquizofrenia, sino licantropía. − ¿Lo quieres?− me hizo la pregunta mientras bajaba sus manos por mi abdomen, se aferraron a mi abdomen como dos ventosas. − ¿Y tú? El pulgar de Hunter me acarició suavemente. − Oh, sí. – me conmoví en la forma en la que estábamos sentados, desnudo con sus piernas envolviéndome, su mano acariciándome el vientre, me sentía segura.− quiero a mí bebe contigo, Abs. Lo quiero mucho. − A mí también. – yo estaba llorando. Hunter me levantó la barbilla. Dejé que me besaba mientras mis lágrimas corrían por su boca. Su mano ahuecando mi mandíbula, inundada de ternura. Fue entonces cuando sentí su erección en mi espalda y recordé que no tenía ropa. Pro el hombre tenía sus instintos. Sólo entonces me di cuenta que la excitación de Hunter había roto el momento, se echó hacia tras, sus ojos cálidos de la emoción que casi sentí miedo. − Te amo, lo sabes. − Yo también te amo. – era demasiado, tanta rabia y después tanta felicidad. No estaba preparada para tantas emociones y me encontré deseando que mi antiguo marido volviera, con aquel ligero aire de diversión, quien cuando sentía cualquier emoción pensaba que era de salvajes, como domar a una vaca. − De acuerdo, vamos a limpiar un poco por aquí. − Bien. Me ofreció su mano para ayudarme a levantarme, por un momento dudé, pero al final acabé por tomarla.

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Capítulo 27 El día después de la tormenta, el cielo estaba despejado, azul claro suave y lleno de nubes blancas que iba de aquí para allá con la brisa. Parecía increíble que algo tan pequeño como el clima pudiera derribar tantos árboles, en el camino a nuestra casa había dos derribados. Un equipo de limpieza quitó los árboles y el venado muerto, y nosotros volvimos a tener electricidad. La grúa Triple A llevó nuestro coche a un garaje de la ciudad, mientras nos prestaron una camioneta estacionada en nuestro camino de entrada. Red llamó dos veces, colgando cuando el contestador automático saltaba. A la tercera vez él me dejo un mensaje, pidiéndome que por favor cuando pudiera le contestara. Eliminé el registro de sus llamadas, sintiéndome terriblemente insensible, después escuchaba mi propia voz en el contestador diciéndole a Hunter que me encontraba bien, al final también lo borré. Hunter y yo no decidimos volver hablar e intentar resolver lo que había ocurrido esa noche. Estaba revisando los alimentos que estaban en mal estado en el frigorífico cuando Hunter me sorprendió invitándome a cenar y a ir al cine. Alegando que ya se había cansado de ser un recluso y de ser un hijo de puta. Agachó la barbilla y me miró a través de su pelo negro, ese aire melancólico, oscuro y peligroso, lo había sustituido por un sorprendente aire juvenil y vulnerable. Debería a ver vuelto a mirar el libro sobre los machos alfas y sus instintos: ¿cómo el líder dominante, cuando se ha sometido a su compañera después de una rebelión, volverá a encenderse usando sus triquiñuelas en un cortejo sexual? Yo pedí setas a la parrilla y pasta con dietes de ajo y clavos, en una costosa casa rural restaurada. Hunter eligió un tarare de ternera y traté de no mirarle a los labios cuando masticase la carne cruda. En lugar de ver una película, caminamos por el pueblo de Rhinebeck, donde dos de las tres tiendas de ropa, eran de tipo de tiendas caras, y en una tenían ropa hippie holgada que era la que más me gustaba. Hunter me compro una jersey de lana color lavanda, y uno negro y blanco con una bufanda a juego. El jersey de esos de amplia talla que Hunter tanto despreciaba, pero estaba vez no hizo ningún comentario, solo para decir: − Parece que será útil. Hunter tenía su mano izquierda en el volante y con la derecha sujetaba mi mano. − ¿Vas hacerte una prueba de embarazo, Abs?

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− ¿Qué tipo de prueba?− Hunter volví su mirada hacia mí− Oh, supongo que debería hacérmela No detuvimos en una farmacia que cerraba tarde y compre un test de embarazo que según decían era 100% fiable. Al llegar a casa, me fui directamente al cuarto de baño mientras Hunter calentaba un poco de chocolate. − ¿Y bien? ¿Cuál es el veredicto, Abs? Salí llevando el test de embarazo con una marca. Era débil, lo cual se suponía era porque me estaba haciendo el test muy pronto, antes de que hubiera perdido el período. − ¿Eso es bueno? ¿Una raya? Parece que al final estamos embarazados ¿no? Lo miré con mucho cuidado, su hermoso rostro tan parecido a Heathcliff, tan emocionado por primera vez, buscando mis ojos con su mirada para ver mi reacción. Había amado a este hombre durante mucho tiempo y una parte de él estaba arraigada en mí. Sería difícil si me cerrará a él completamente. − Si. – dije despacio− Es una buena señal. – A la mañana siguiente pedí cita con el ginecólogo quien parecía estar menos seguro de mi embarazo. − ¿Has tenido algún cólico? ¿Algún manchado o sangrado?− ella parecía una mujer maternal, su pelo era gris y rizado, con un gran pecho, enseguida me encanto esta mujer. Un poco. – admití−así es que ¿no estoy embarazada? – me sentí mareada, como si me hubieran hecho dar una vuelta muy fuerte en un sentido y después en otro sentido. Vamos a esperar unos días y cuando vuelvas te diré con certeza si lo estas. – ella no usó la palabra “aborto involuntario” pero lo entendí perfectamente. Me puse la mano en la barriga y pensé: “Aguanta, bebe”. Después me pregunté si realmente era eso lo que quería. Pero cuando volví a los pocos días a volver hacerme el test de embarazo, se confirmo, estaba embarazada. − Tengo que admitir que algunos de sus niveles hormonales son inusuales. ¿Tiene alguna enfermedad genética rara en su familia? − No, − pensé, pero mi marido es un licántropo. Cogí la receta para las vitaminas prenatales, me dieron cita para la próxima visita, y envié un correo electrónico a mi antiguo profesor.

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“Para: [email protected] De: [email protected] Necesito un consejo profesional, sobre un perro hibrido con lobo, Pía, y para mí. Estoy embarazada y vivo a dos horas de la ciudad, Northside.” Él me contestó inmediatamente. “Para: [email protected] De: [email protected] − Así es que Pía y tú estáis en el mismo lugar. Envíame tú dirección de contacto e intentaré ir. Mi salud está algo resentida estos días, pero intentaré ir en cuanto pueda.” Dadas las circunstancias, decidí aceptar lo inevitable y aceptar mi destino. Además acepté ir a trabajar para mi madre. Después de los primeros días, en los que me sentía como una adolescente impostora, me instalé, pero para primeros de Noviembre ya estaba inmersa en la rutina. Los lunes, miércoles y jueves iba hasta El Castillo de la Bestia, para asistir a los animales enfermos y a los recién llegados. Mi madre estaba tan feliz con el acuerdo que incluso me trataba como una autentica veterinaria, anotándome mis instrucciones, llamándome para aceptar consejos médicos. Por no decir que incluso me pagaba. Mientras tanto, Pimpernell, el Chihuahua de Grania, había dejado de comer, y ella no se centraba en sus clases. Le había cogido mucho cariño a la perrita, incluso le cocinaba algunas especialidades para que aumentará su apetito, hígado frito, chuletas de cordero, un buen filete. Descubrí que el problema era de los dientes, en cuanto el perrito abrió la boca, le drené el pus y fin del problema. Después de eso Grania se convirtió en mi más fiel aliada. Después de estos acontecimientos casi esperé tres semanas a contarle a mi madre que estaba embarazada. − ¿Estás segura? ¿ Y quieres tenerlo?. Bueno, hay que mirarlo por el buen lado. Al menos significa que tu matrimonio no durará demasiado. Una vez que tengas al bebe verás de que esta hecho tu marido. Hizo planes de venir a cenar en Acción de Gracias con Grania, pero al final la canceló alegando que estaba a régimen. Después mi madre dijo que haría un viaje a Antigua, donde ella podría bucear y perder peso tomando el sol. Cuando le di la noticia

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a mi padre, al principio dudó pero luego estuvo muy feliz. Dijo que le encantaría verme, es decir vernos a los dos, en Navidad. Por las noches solía ponerme mala, pero durante el día estaba bastante bien. Tan bien que incluso estaba sorprendida, mi pelo brillaba como nunca lo había hecho y mi sentido del olfato se había desarrollado de forma inimaginable. Más raro todavía era que hubiera mejorado mi agudeza auditiva aunque mi agudeza visual no había mejorado. Posiblemente porque los caninos son miopes, pensé, también le envié otro correo electrónico a Malachy para saber cuándo vendría pero esta vez no hubo respuesta. Mi viejo amigo, el insomnio, me mantuvo despierta tres o cuatro noches más, pero al final de la tarde solía dormir una horilla más que me venía de lujo para mantenerme en alerta a lo largo del día. Mi matrimonio parecía ir cada vez mejor. Hunter aún solía desaparecer en el ático para trabajar pero a la hora de la comida él siempre bajaba y charlábamos acerca del próximo verano cuando nuestro hijo hubiera nacido. Discutíamos por el nombre que le pondríamos y si era seguro en mi condición ir a esquiar. Nosotros solíamos acariciarnos pero Hunter ya no quería que jugáramos al juego de la esclava. Una mañana, me desperté con un sentimiento muy animal, sintiendo el calor de su cuerpo, y haciendo que le deseará. Coloqué mi mano entre sus muslos. − Sólo abrazos. – dijo deteniendo mi mano, apoyé mi cabeza en su hombro peludo hasta que me quede dormida. El vello en mis brazos y mis piernas creció más espeso y más oscuro, haciendo que me avergonzará. Normalmente yo me depilaba las axilas, las pantorrillas y por lo general el vello de mis muslos era suave y escaso. Pero ahora parecía el yeti, y mi maquinilla de afeitar, la pobre, no daba abasto. Tomé prestada la maquinilla de afeitar de Hunter, que en realidad me encantaba así como la espuma del afeitado. Desafortunadamente, mi piel era esponja, y su casi imposible quitar los pelillos de la maquina, y acabe sintiéndome como la mujer de Barba Azul, ocultando la llave ensangrentada en la cámara secreta. − Abs, cariño ¿has visto mi maquinilla de afeitar? − Ah, sí, ¿no está en el baño? − No, no la encuentro.

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− ¿Por qué no usas mis desechables? − Supongo que tendré que hacerlo. ¿Abs? − ¿Sí? − ¿Por qué no hay crema de afeitar? – al final tuve que confesar− − Debe de ser el embarazo. – expliqué− tengo las hormonas disparadas.− hunter se miró al espejo− Tal vez debería dejarme barba. ¿Qué piensas? Creo, que entonces me quedaré sin cara. – envolví mis brazos por su cintura y él me dio unas palmaditas de afecto, acto seguido se marcho. Por un momento pensé en hacer algo más, como por ejemplo restregar mis senos por su espalda. Las hormonas no sólo me hacían sentir nauseas, y me hacían crecer el vello, sino que me hacían estar más juguetona de lo normal. Lástima que mi marido no quisiera aprovecharse de esta oportunidad. Por un momento pensé en Red, y si me seguiría encontrando atractiva con este aspecto. Me obligué a no seguir pensando más en Red, porque siempre era más fácil idealizar a quien no está. La noche antes de Acción de Gracias el padre de Hunter llamó para decirnos que él y su segunda esposa irían a la casa a pasar unos días. Aunque no estaba claro si vendrían o no a cenar con nosotros, pues Hunter los había invitado sin pedirme permiso. − Cariño, seguramente sólo se tomaran unas cuantas copas, ya los conoces; y si quieres puedes meter un pavo en el honor y prepararte uno de esos maravillosos platos secundarios para ti. − Hunter, aunque yo fuera lo suficientemente buena en la cocina para cocinar un pavo, estamos hablando de mañana. No creo que encontremos ningún pavo − Seguro, yo pedí uno. Y así fue, que el día de Acción de Gracias, a las 9 de la mañana, estaba metiendo el pavo en mi carro de la compra cuando vi a Kayla, la camarera. Ella era más guapa aun de lo que recordaba, llevaba puesto un suéter de lana verde, y unos vaqueros desteñidos; su cabello rubio recogido en una coleta de cola de caballo. La miré en la distancia, pero no antes de mantener la mirada con la suya, primero con sorpresa y

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luego con una mirada de fiera, de odio, con sus ojos entornados. A medida que se acercaba vi que tenía una cicatriz roja cerca de la boca que yo no recordaba a ver visto. − Dile a ese cabrón que no se acerque. – dijo entre dientes− si encuentro otro animal muerto en la puerta de mi casa, llamaré a la policía. − No sé de qué estás hablando. – mientras lo decía puse mi mano en el estomago − No me importa si Dan se entera. Díselo. No me importa si lo sabes, si Dan lo sabe o conoce a este pueblo maldito, pero dile a Hunter que se mantenga lejos de mí. Mi boca se quedó completamente seca, no era capaz de articular palabra. − ¿Qué es lo que tú…?− Kayla se acercó más a mí, sus bellos ojos verdes estaban inundados de lagrimas. − Lo que ocurre es que está enfermo, y tú también lo estas por estar con él− Ella se alejó, sólo era otra mujer que no significaba nada para mi marido. Cerré los ojos porque en ese momento el pequeño supermercado era demasiado brillante para mí. − ¿Se encuentra bien señorita?− un chico con el delantal verde me miraba con alarma, algo que me hizo reaccionar y enderezarme. − Estoy bien.− dije. Deje el pavo en el coche y me dirigí a mí coche. Volví a casa como si tuviera 86 años y fuera extremadamente frágil, lentamente por las curvas, frené pensando que había visto una ardilla corretear por la carretera. Había tenido un shock y estaba embarazada. Debía de tener más cuidado. Volví coger el volante mientras me dirigía por el camino, donde estaban las granjas ajardinadas de caballos, casas decoradas con cuernos de la abundancia, maíz de la India, y pavos de cartón vestidos de peregrinos. Fui muy precavida cuando gire por una curva que antes era bastante peligrosa pues estaba llena de arbustos aunque ahora en invierno estaba totalmente despejada. Conduje pasando las parcelas con las hierbas marrones de las explotaciones lecheras, los silos destartalados pintados de rojo y casi me estampé contra un puesto de mermelada colocado junto a la carretera, porque yo iba muy despacio y ella pensaría que iba a parar a comprar algo. Entonces enfilé por nuestro camino, aparqué el coche y salí sin cerrar la puerta. − ¿Eres tú, querida? Depende de lo que signifique querida. – dije, oyendo a Hunter desde la cocina−

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− ¿Trajiste el pavo? − No. − Bueno no importa, tenemos algunas cosas de sobra.− Hunter me dedicó una media sonrisa y se encogió de hombros.− Papa acaba de llamar, resulta que al final viene. Me dijo algo sobre una invitación del club campestre.− Hunter estaba haciendo una cafetera de café, llevaba puesto un suéter de lana verde oliva, justo una coincidencia en cuanto al suéter que llevaba puesto Kayla. − No importa, así no tenemos que aguantar las chocheces y sus tonterías.− Hunter se había echado el pelo hacia atrás de forma consciente, porque así le daba más encanto. Él había sido demasiado encantador durante estas últimas tres semanas sobre todo desde que la prueba de embarazo dio positiva.− Acabo de ver a tú novia en el supermercado. − ¿De qué estás hablando?− me di la vuelta y me encaminé hacia las escaleras− Bien. – y siguió bebiendo su café tan ricamente. Esto me puso de muy malhumor y volví hacia la cocina. Allí estaba, el culpable, de pie leyendo tan tranquilo el periódico y bebiendo su café, y aquí estaba yo, la parte ofendida, palpitando de indignación y completamente ignorada.− por favor, no te quedes ahí jadeando. – dijo sin levantar si quiera la vista− y no montes un escena. Sólo tienes que irte lejos, calmarte y volver cuando estés recuperada.− me quedé mirándolo boquiabierta. − ¿Ni siquiera te importa que es lo que sucedió para que me volviera así de loca? Hunter pasó la página del periódico, lo dobló, y luego me miró brevemente. − Francamente no. Ya me conoces, Abs. No me gustan las escenitas. Hablamos de la otra mujer; creía que ya estaba olvidado. Y realmente no creo que sea justo que pilles un berrinche por esto. − ¿Qué no es justo? ¿No es justo? Kayla dice que la estas acosando.− Hunter colocó su taza sobre la mesa en un golpe seco, sus ojos oscuros completamente fríos y con rabia. − No empieces con eso ahora. Ella también está loca y no quiero formar parte de su circo. Ignórala. Yo pienso hacer lo mismo. − ¿Sigues viéndote con ella? − No me voy a dignar ni en responderte.

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− ¿Eres tú?− Hunter empezó a leer el periódico como si de pronto hubiésemos dejado zanjado el asunto. En el sombrío, casi luz invernal, todo parecía más horrible y ruinoso, cada florero, cada ventana. Me había acostumbrado a la melancolía decrepita de la casa, pero ahora sabía que era parte del problema, malos muebles, mal karma, malas vibraciones. Quería arrojar algo contra la pared.− Respóndeme Hunter. − Oh, Abra. – parecía totalmente aburrido y asqueado− Crece. − Sólo quiero oírte decir que no la has vuelto a ver desde esa noche.− era una locura, sentía como la ira surgía por mi cuerpo pero mi voz sonó suplicante. − No voy a seguir con esta conversación, Abra. Estas sacando las cosas de contexto. Probablemente sean las hormonas. Cada palabra que me dijo hizo que tuviera angustia. De repente, fui consciente de mi embarazo, de la poca gente que realmente me amaba, y de que todo giraba en torno a esta supuesta relación. Si no lo fuera, entonces mi sacrificio de dejar mi trabajo en la ciudad, mi tiempo invertido, mi cabezonería en defender delante de mis padres que mi matrimonio iba viento en popa, mi embarazo, todo se habría ido a la mierda. − Por favor, sólo dime que no has estado viéndola. Mírame a los ojos y dímelo.− mi marido me miró y lo único que dijo fue: − No tengo por qué seguir con esto. − Por favor, Hunter. − Oh, abra. – Dijo dejando el periódico− Ten algo de orgullo.− si él me hubiera agarrado tal vez podría a ver tenido solución. Pero en cambio, se marchó, y como era Acción de Gracias recogí un par de cosas y me marché con mi madre.

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Capítulo 28 Mi madre, que se había pasado los últimos tres años pidiéndome que dejara a Hunter, no estaba en casa cuando llegué. Se me había olvidado que ella pasaría las fiestas en Antigua, hasta que sonó el timbre y apareció la dulce mujer, con cara de luna que se había quedado a cargo de todo. − Hola. – Dijo cuando abrió la puerta.− Apuesto que eres Abra− ella le tendió su mano pálida y regordeta llena de anillos− Soy Pagan. − ¿Cómo sabías quien era?− Pero en el fondo yo lo sabía. Pagan tenía toda la pinta de ser una de las fans de Piper LeFever, ojos inteligentes, interesada por lo sobrenatural, camiseta de un gato. Tú madre me dijo que vendrías para revisar a Pimpernell y algunos de los otros enfermos. También me dijo que no se sorprendería que estas fiestas sacarán lo peor de tú marido. – sus ojos grises se tornaron en forma de disculpa. − Suena como a mi madre. Y de hecho aquí estoy. ¿Está libre la habitación de invitados? − Ella me dijo que tenías la suite principal. Me acabo de traslada a la habitación de huéspedes. − ¿No hay otra habitación libre en la casa? ¿y la habitación verde? − No es apta para humanos. – dijo Pagan encogiéndose de hombros− tengo un montón de equipos de música. Pero si quieres me voy. − No, pero gracias. La habitación de mi madre era enorme, su cama circular había quedado sepultada entre edredones y cojines, periódicos, revistas, ropa, joyas, y gatos. Por alguna razón, la mayoría de los felinos solían reaccionar mal en mi presencia, bufando y arqueándose en la distancia. Sólo un gato de la raza Birmania, de color marrón con una mancha en su rostro, parecía no inmutarse ante mi presencia. Afiló sus garras en el cabecero y me observó mientras me movía por la habitación. Me llevó una hora en organizar mis cosas y ordenar la cama de mi madre quitándole las mantas y las sábanas. Aunque fuese un día festivo tuve que hacer un http://novelvampir.blogspot.com/

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enorme esfuerzo, me puse el vestido super apretado que mi madre me había comprado en mi cumpleaños y bajé a la cocina. Había bajado un monto de ropa para lavar y busque una sartén para cocinar algo. Pagan llamó cuidadosamente a la puerta. − Espero no molestarte. Wow, te ves muy bien. ¡Qué vestido! − Fue idea de mi madre. Supongo que no te apetecerá cenar un anti Acción de Gracias, ¿no Pagan? − En realidad, ya que estas aquí, pensaba marcharme unas horas hasta mañana, pero como estas aquí..− la chica, de la cual me fijé mejor y rondaba los veinte años, comenzó a ponerse roja. − Adelante− dije remangándome para rallar un poco de queso cheddar. − Vuelvo mañana por la tarde para ayudar con los gatos. − No te molestes. – miré a la joven y le sonreí, quién claramente tendría un mejor sitio a donde ir.− Puedo manejarme durante un par de días. – puse la sartén a precalentar dentro del horno y cerré la puerta. La sonrisa de Pagan era radiante. − Oh, eres genial. Muchas gracias por esto. Me ofrecí voluntaria antes de que Griff y yo…” − Vete antes de que cambie de idea. – y entonces justo cuando oí la puerta de entrada cerrarse me di cuenta que no le había pedido ninguna instrucción respecto a los animales. Corrí tras pagan, y así me enteré de que necesitaban un estrecha vigilancia, y que no debía comer alimentos secos, después volví para descubrir que se me había olvidado poner el queso rallado en la cazuela. Como parecía que no había una manopla para el horno, use una toalla para sacar la cazuela. Estaba a punto de volver a meter la cazuela en el horno, cuando sonó el teléfono, pero cuando por fin encontré el teléfono debajo de una pila de facturas ya había colgado. Volví a centrarme en mi cena, pero mientras tenía mi mente en un centenar de millas lejos de allí, coloqué mi mano derecha sobre el plato recién sacado del horno que estaba a 450 grados. El dolor fue tan extremo que deje caer el plato al suelo. Estaba tan preocupada por el dolor que no me di cuenta que había acercado las magas medievales al quemador y estaban ardiendo. Por un momento, me quedé mirando como mis manos me ardían, entonces empecé a sacudir las manos y a gritar, antes de tirarme al suelo y empezar a rodar. Mis manos. Mis pobres manos. ¿Qué tan mal se vería?. Muy mal. Respire lentamente. Evaluando los daños. El área adiposa la tenía expuesta.; tenía ampollas en

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las manos. Tenía tejido carbonizado y derretido, como si fuera un tocino ennegrecido, y lo peor es que no sentía dolor. Si no sentía dolor había problemas. Oh, Dios. Oh, Jesús. Oh, Cristo ¡Qué alguien me ayude!. – pero las puertas estaban cerradas y mis manos no estaban en condiciones de abrir las manivelas de las puertas. Piensa. Piensa. El teléfono. Golpee el receptor tratando de llamar con la nariz al 911. Joder! , Los botones eran demasiado pequeños. ¿el codo?, mucho peor. Concéntrate. No entres en pánico. Me quité los zapatos y con el dedo gordo del pie marqué como pude el 911. − 911. ¿Cuál es su emergencia? − Oh, Dios. Me he quemado las manos, quemaduras de tercer grado. Y no hay nadie aquí. − Muy bien. Mantenga la calma. ¿Cuál es su nombre? − Abra Barrow, en el Castillo de la Bestia, refugio de animales.− mis dientes castañeaban. − Bien, tranquila, ya va una unidad para allá. ¿Se siente débil o mareada? − No. No tengo señales de shock todavía, pero… esto son quemaduras de tercer grado, quemadura total. − Ok, ok, mantenga la calma. Mi nombre es Helen, Abra. ¿es usted médico? − Soy veterinaria.− era veterinaria. Oh, Dios, mis manos, mis manos. Bien, tranquila, la unida está a tres millas de usted. ¿Hay alguien que quiera que llamemos cuando la traigamos al hospital? − Oh, Dios, ¿ha quien podría avisar?. A hunter, no, ni a mi madre, ni a mi padre. No tenía a nadie. − ¿Señorita Barrow? ¿Está ahí? Le pregunte si… − No lo sé. – comencé a llorar− − No se preocupe. Estoy segura de que habrá alguien. ¿Un amigo? ¿Hay algún amigo al que pueda llamar? ¿Está ahí? − Red Mallín.

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− ¿Me puede deletrear para buscar su número, Abra? Red Mallín, agente de eliminación de animales salvajes.− escuché un ruido de pasos. ¿Cuál era el nombre de la operadora?− Creo que ya están aquí. − Está bien Abra, aguante, localizaré a red Mallín. Los técnicos de emergencias llegaron vestidos de blanco y enormes botas de negro. Había uno blanco y otro negro, igual que en los programas de televisión. Me quedé mirando a sus jóvenes caras y tuve el deseo extraño de cerrar los ojos, y entregarme a sus cuidados. Pero permanecí de pie. − Necesito antibióticos por vía intravenosa.− le dije al negro− ¿son de la EMT41 o paramédicos? − Mi nombre es Joe, Abra. Intenté relajarse.− miré mis manos mientras él trabajaba en ellas− − Necesito, creo que necesito material quirúrgico. − No te preocupes vas a estar bien.− dijo el blanco. Me pregunté si yo le había insultado al preguntarle si su compañero era paramédico. Entonces algo frío fluyó por mis venas y cerré los ojos.

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Técnico medico de emergencias.

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Capítulo 29 Estaba sentada en la sala de reconocimiento cuando llegó Red. Vi en sus ojos como observaba toda la escena: las paredes esterilizadas, las paredes del hospital de color verde pálido, con fuertes luces que hacían, que hasta el parto, se viese mucho más grave; salvaje y despeinada con mi traje de terciopelo del estilo de Camelot con las manos unidas como si estuviera suplicando. Por un momento, el parecía como si fuera a llorar. Se acercó y se arrodilló a mis pies. − Jesús, doctora ¿estás bien? Sostuve la mirada de Red como si fuese un joven interno que hubiese venido para cambiarme el vendaje. Sus ojos color avellana eran mucho más fácil de leer que los ojos oscuros de Hunter. − En realidad no.− dije− me queme las manos. − Lo sé. − Se supone que debo de estar cuidando a los animales de mi madre. − Necesitas cuidarte, doctora. El interno que había estado examinando mis quemaduras me preguntó. − ¿Cuánto tiempo hace que te has hecho estas quemaduras? − No lo sé. Media hora. Una hora. – Absorbí como si tuviera seis años de edad.− ¿Cuándo voy a entrar al quirófano?− Red puso sus manos sobre mis hombros. − Señora, estas quemaduras tienen por lo menos un semana. ¿Quién la ha tratado desde el principio?− me quedé mirando la cara del interno. Tenía grandes y oscuros poros, y una ceja estrecha que se extendía por ambos ojos, que lo hacía lucir más irritado y perplejo. El EMT me trató hace media hora. ¿De qué está hablando? ¿Cómo va a ser de hace una semana? Hay tejido adiposo, y tejido quemado…. ¿Es usted médico?.− Su cara de villano me miraba más desconcertado e irritado que antes.

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− No veterinaria. − Bueno. – él agarró mis manos para mostrármelas. La carne de las palmas era de un horrible rosa brillante, a la vista, pero aun así, no se veía tan dañada como antes, ya que había sucedido hacía más de 40 minutos.− estas heridas muestran un curación importante. ¿No le parece?. Más de una hora, diría yo. −Miré mis manos. Tenía nueva piel. − No lo entiendo. Le juro que esto sucedió hace menos de una hora. − Miré, no voy a discutir con usted. Le colocaré un apósito estéril seco y le daré algunos calmantes para la casa. Aun necesita ayuda con el vendaje. − No tengo ninguna ayuda. – mi voz sonó silenciosa casi avergonzada. Sentí que el interno me miraba con desaprobación y eso me hizo enfurecer más todavía. − Abra, ¿Dónde está Hunter?− me volví hacia el dueño de esa dulce voz tejana y me sentí más tranquila. Red, incapaz de coger mis manos, decidió agarrarme de los hombros. No podía ver su cara, pero podía sentir su pecho detrás de mi cabeza. − Está en casa. – el interno me colocó el vendaje y corto con las tijeras. − Y tú estás…. No era muy agradable tener que enfrentarme a la mirada de Red. − Estoy en casa de mi madre. El Castillo de la Bestia.− Red no reaccionó de inmediato al hecho de que mi madre fuera la reina de los vampiros en la gran pantalla, Piper Le Fever. En cambio, respiró hondo y dijo: − Ya veo. – entonces sentí su agarre en mis hombros, dándome cuenta que yo estaba llorando. − Esto está terminado. – dijo el interno− ¿La llevará a su casa?. Tengo que darle algunas instrucciones.− Me quedé mirando las orejas del interno. Él no me estaba mirando. − Espere un minuto. ¿Eso es todo? ¿No me va a poner antibióticos por vía intravenosa? − Señora, tal vez los necesitase hace una semana, pero no hoy.− miré a Red buscando apoyo.

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− Pero estaba carbonizado, daños en los tejidos, perdida de sensibilidad… − Escuche señora, puede esperar hablar con el médico que la atendió desde el principio o puede echar un vistazo a sus manos, como mucho son quemaduras de segundo grado.− el interno se quitó los guantes de látex de forma brusca.− ahora, ¿quiere las instrucciones o no? Red colocó una mano sobre mi hombro. − Dame las instrucciones, chico. No presté atención como el interno le daba las instrucciones a Red de cómo cuidar mis manos. A medida que nos acercábamos a la puerta de salida, una mujer rubia se acercó a mí, estaba recogido un en recogido estrafalario que me recordaba vagamente a un pavo, lo cual me llevo a preguntarme si había sido intencionadamente para las fiestas. − ¿Es usted la señorita Barrow?.. Lo siento no pudimos contactar con el contacto que nos proporcionó− mirando mi expediente− ¿hay alguien más que desee que llamé? − Me volví hacía Red confusa. − Pero alguien debe de a verlo llamado. − No− dijo la mujer revisando la información.− lo intentamos pero no hay número disponible en información. − Está bien. – dijo Red ofreciendo su mejor sonrisa− lo importante es que yo estoy ya aquí. Supongo que es hora de que lleve a esta dama a su casa.− la señora se quedó perpleja mientras Red me colocaba su brazo alrededor de mis hombros y le permitía que me condujera hacia la salida, sin comentarios, consciente de su cabeza, cerca de la mía, y de su cuerpo. Él medio me levantó para colocarme en el asiento de pasajeros de su camioneta, luego se volvió para acomodarse en el asiento del conductor. − No estás en shock, ¿verdad, doctora? − Debería. Eran quemaduras de tercer grado. No era fácil recostarse en el interior de la camioneta, particularmente cuando una estaba enferma. Red lo manipulaba, mientras que con otra mano forzaba a mi barbilla para que lo mirara.

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− Sé que estaban, doctora. Pero por el momento, es algo insignificante, pues ellas han sanado. − Eso es imposible. − Podría oler el tejido quemado si estuviera expuesto. No tendrás que darle uso a tus manos durante un buen tiempo. Y verás como en seguida se recuperará del todo, pero no tienes quemaduras de tercer grado, te lo puedo asegurar. − Red, las quemaduras, no se curan así como así. Especialmente cuando los tejidos están profundamente dañados. No se curarán con el tiempo.− Red acarició la parte inferior de mi mandíbula con su pulgar. − Lo hace cuando tú marido te contagia de lo que él tiene. El estribillo muy pegadizo de un anuncio antiguo se me vino a la mente: ¡tenía una enfermedad venérea!, no era de extrañar que Red no hubiera querido hacer el amor conmigo esa noche. De repente me di cuenta de lo que red estaba diciéndome. − Tú lo has sabido todo este tiempo, ¿Verdad? ¿Lo de virus?. – Red asintió con la cabeza.− pero me dijo que no podría cogerlo. Tendría que tener una genética predispuesta. Colocó su mano en la parte posterior de mi cabeza, y apoyo su frente contra la mía. − Supongo que estabas predispuesta. − Ya sabes, en todas las películas que he visto, solo puedes ser hombre lobo transformándote en lobo.− Red arrancó el coche. − Esa parte es correcta. − Pero yo no he visto a Hunter transformarse en lobo y estoy segura que él no me mordió. – red se movió incomodo en el asiento. − Bueno− dijo encendiendo los faros del coche− no tiene que ser trasmisión sangre por sangre. Y si, ya sabes, estabas cansada o hubieras tomado más de la cuenta… − su voz se fue apagando− Esa noche había bebido mucho vino y además me había fumado un porro con Red. Cuando me quise dar cuenta Hunter estaba demasiado cariñoso cuando me acariciaba. Me hice un ovillo en el asiento, todo lo que el cinturón me permitió, y miré hacia la ventana. http://novelvampir.blogspot.com/

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Llévame a casa. Estaba muy oscuro y a veces el trayecto era iluminado por alguna luz fugaz, pero Red parecía conocer perfectamente el camino. Me di cuenta que no le había preguntado a Red como sabía que yo estaba en el hospital sino había sido avisado por nadie. También pesen como un agente de exterminio de animales no cotizaba a la seguridad social. Pero antes de que me diera cuenta me quedé dormida, y cuando desperté, pensé que era una niña de nuevo y que mi padre me llevaba hasta la cama. Era muy fuerte, mientras red se las apañó para abrir las mantas de la cama y meterme dentro. − Tengo insomnio. No me voy a quedar dormida. − Red apagó la luz. − ¿Siempre has tenido ese problema? − Bostecé. – durante los últimos años. La cama se hundió con el peso de Red. − Cualquier cosa vale. Hipnosis, ejercicio, masaje, sexo. − Nada. − Tal vez eres una de esas personas que le gusta estar despiertas toda la noche y dormir durante el día. Me eché hacia tras y mi cabeza dio contra el brazo de Red. ¡Dios, qué calidez! − Pero yo quiero dormir. Sólo que no suelo pillarlo. − Túmbate aquí y déjame que te de un masaje en la espalda. − Eso no funciona. – Red movió su mano hacia arriba hasta posarse en mi estomago− − Date la vuelta. – dijo. Me di la vuelta y el tiro del vestido para quitármelo, cubriéndome luego con la sabana. Con su mano en mi piel desnuda, él empezó a trazar símbolos en mi espalda. − Esto es absurdo, Red. − Shh. No mires. Intenta relajarte.

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Traté de cerrar los ojos mientras él trazaba un alfabeto extraño sobre mi espalda que iba desde mi espina dorsal hasta el mismo borde mi ropa interior, y luego volvía hacer el mismo recorrido ascendente. − Traté de ponerme en contacto contigo después de esa noche. La de la tormenta. − Lo sé. Lo siento, Red. – respiré hondo y me obligué a contárselo− averigüé que estaba embarazada de Hunter. Red no me dijo nada, se detuvo un momento pero enseguida reanudo su tarea, acariciándome lentamente la espalda. Su tacto era suave, y me encontré deseando que se moviera más abajo. Las hormonas del embarazo pensé. No era mi culpa. Después de un rato, salimos de la habitación y nos quedamos de pie afuera. Red se había convertido en un lobo que iba por delante de mí. − Espera. – dije− no puedo seguirte el ritmo. – pero él vio un conejo o algo y fue atraparlo y al momento de cogerlo se trataba de una mofeta. La cual lo roció con ese liquido apestoso y el pobre se tuvo que sentar con su cola entre las piernas.− realmente eres idiota, Red. − Nunca querrás hacerme el amor así. – dijo pasándome un brazo alrededor de mis hombros, pensé, demonios, al menos no se la está follando.

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Capítulo 30 Sólo puedo decir tres pequeñas palabras: “me quede dormida”; para otros puede sonar simple pero para mí era un placer difícil de alcanzar. Ya fuera por agotamiento físico o emocional, lo inesperado de todo es que desperté con Red a mi lado. y es que había dormido con él mejor que todos estos años con mi marido. Me desperté acurrucada en posición fetal, con el vestido por la cintura y con las manos vendadas, Red dormía a mi espalda. Yo había leído por algún sitio que las parejas más felices eran las que dormían en esta posición, “Di si tu relación es feliz según la posición en la que duermes”. Hunter y yo dormíamos en lados opuestos de la cama o bien yo pegada a su espalda ya que él tenía el olfato muy desarrollado y no soportaba dormir enfrente de mí. Red me tenía cogida con mucha posesividad, por la parte baja del abdomen. − ¿Red? − Mmmm. – soñoliento presionó su erección contra mi trasero y por un momento, sin darme cuenta arqueé la espalda. Entonces el gimió y se despertó, haciendo como si no ocurriera nada. − Red, necesito ir al baño. − ¿Qué? Oh, bien. – se incorporó de un salto, su pelo estaba despeinado con un aire juvenil, con los pelos apuntando en todas direcciones. Él llevaba puestos unos bóxer cortos, y los ojos muy oscuros. Me di cuenta que había aumentado de peso desde que lo conocí, aquel día a finales de agosto en el metro. Habría engordado unas 15 libras más, ahora todo era más musculo alrededor de los músculos de los hombros y las costillas. Me acerqué tímidamente al cuarto de baño de mi madre, y me enfrenté al hecho de que no tenía pulgares para poder subirme el vestido. No sé cuánto tiempo había estado así parada hasta que Red llamó a la puerta. − ¿Necesitas ayuda? − ¡No! − ¿Seguro? − ¡Oh, Cristo, Red, no tengo ni idea de cómo voy hacer esto! Red entró al baño, y me divertí mucho viendo la cara roja de Red. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Puedo, uh, ayudarte a subirte la falda.− ahora fue mi cara la que se puso roja de vergüenza. − Ni siquiera puedo hacerlo por mí misma. ¡ oh, dios, Red, no puedo hacer esto aquí! Necesito a una enfermera, debería estar en el hospital. − Soy un ex EMT − ¿en serio? − No pude continuar había demasiados niños muertos. Parece que cada julio cada diez niños se ahogan en el fondo de las piscinas o lagos. Pero de todos modos sigo siendo un profesional. Tus intimidades están seguras conmigo. Los dos nos echamos a reír, con una risa de alivió, embarazosa y sonora. Pero cuando uno tiene que ir al baño y no puede por sí misma no le queda otra opción que aguantar. − Sólo ayúdame a subirme el vestido.− lo hizo apartando la mirada de mis pechos desnudos. El vestido no dejaba espacio para un sujetador, entonces me acordé de que llevaba unas braguitas de algodón con lazos, Red me miró. − ¿Algo más?− mis mejillas se encendieron− − No mires. – Red se arrodilló y me bajó con cuidado las braguitas de lacitos, siempre mirando hacia abajo− ¡ahora déjame sola! – Red levantó una ceja. − ¿Qué hago con esto?− Red sostenía mis braguitas en su enorme mano. − Déjalos El se marchó cerrando la puerta, lo suficiente para relajarme y hacer que mi vejiga empezará a funcionar. Me sacudí lo mejor que pude, y con el pie derecho tiré de la cisterna, ayudándome con mis manos vendadas pude coger una toalla y enrollármela entorno a mi cuerpo. Me coloqué lo mejor que pude sentada en la taza del inodoro antes de llamarlo. − ¿Red? ¿Podrías ayudarme a darme un baño? − Claro que sí. – entró, todavía estaba desnudo a excepción de los bóxers, pero con la expresión de un enfermero lleno de amabilidad. Se agachó para encender el agua y pude admirar la anchura de sus hombros y la prefecta espalda que tenía. Cuando se

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volvió hacia mí, mi mirada bajo a su perfecto abdomen. Al mirarle vi que esta sonriendo: él se había quitado la camisa a propósito.− ¿quieres que te recoja el pelo?. Me sorprendió que hubiera pensado en eso. − Si, gracias. Si no tardará en secarse una eternidad.− Red cogió el cepillo de mi neceser y cepilló mi pelo con movimientos largos, ayudándose de su otra mano para recogerme el pelo en un moño.− eres bueno en esto. − He trabajado con caballos. – Dijo mientras me reía.− ¿Tienes alguna diadema?, ah, aquí en tu neceser.− él me recogió una coleta alta, para después hacerme un moño. En una especie de trance, desee que el continuará cepillándolo. − Gracias− dije. Hunter amaría mi pelo pero nunca se ofreció hacer esto. Nunca se le hubiera ocurrido. − Si pudiera elegir, me pasaría el resto de mi vida cepillándote el pelo. – dijo Red casi en un susurro. Entonces antes de que pudiera contestarle, añadió.− déjame que te ayude con el baño, doctora. − Solté un bufido. − Ni lo sueñes. − Vamos, puedes confiar en mí, no miraré.− me tendió su mano agarrándome por la muñeca y con un pequeño tironcillo me tenía de pie, a medida que iba subiendo lentamente para incorporarme pude mirarlo mejor, y efectivamente él estaba demasiado excitado. Sus bóxer estaban casi almidonados, casi se podrían sostener en pie. Me senté al borde la bañera mientras me introducía chapoteando en el agua, Red me daba la espalda. −¿Estás bien?. – su voz sonaba ronca. − Ya estoy dentro. ¿Necesitas que te enjabone? − Ahora, sólo por curiosidad, ¿hasta dónde se extiende tus servicios médicos?− Red se giró y yo me hundí dentro de la bañera. − Por el momento, doctora, se extiende bastante.

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− Bueno, tengo un cepillo de dientes mi neceser… − entonces algo que recordé me quito todo el buen humor que tenía.− Red, sé que este no es un buen momento para coquetear y llegar a algo más. – Respiré hondo para poder continuar− estoy embarazada.− Red ladeo la cabeza hacia un lado, considerándolo. − Escucha, doctora, no me gusta ser yo quien le diga esto pero yo estoy seguro que tú no estás embarazada. −¿qué quieres decir con que yo no estoy embarazada?. Fui al doctor y me lo confirmo.− entonces me acordé de que ella estaba algo preocupada por mis niveles hormonales.− Red se agacho apoyándose sobre sus talones, de modo que su cara quedó a la altura de mi cara. − Es el virus. – me explicó− Va hacer que sus hormonas se disparen y luego…− él vaciló como si buscará la palabra correcta.− No hueles como una embarazada. – dijo finalmente. Aunque tuve la sensación de que había querido decirme algo más pero cambio de opinión.− No es para que sienta cohibida, doctora, pero huele como si estuviera a punto de venirle el período.− se aclaro la garganta− lo que quise decir es que pronto tendrá el período. Grité consternada, era demasiado, demasiado rápido. Me había dicho que todo lo que había construido a lo largo de mi vida era falso, y a pesar de que me había dicho que no tenía ninguno bebe me sentí como si lo hubiera perdido. Red se movió hacia mi para abrazarme, pero yo me removí de su abrazo moviéndome de un lado a otro con rabia, haciendo que el agua salpicara por todos lados, mojándole los bóxers de agua. − No es justo.− grite.− no es justo. − Lo sé, querida, lo sé. – sé arrodilló a mi lado nuestros cuerpos separado solo por el borde la bañera, con sus manos acariciándome la cabeza, manos de domador de animales, calmantes y sabias. Pero mi corazón latía deprisa, incapaz de frenar.− Estoy aquí. Cuidaré de ti. − No estoy embarazada. – dije, intentando hacerme a la idea. Me acordé de la médica que me había dicho que mis niveles hormonales no eran normales.− Nunca estaré embarazada.− sentí sus manos acariciándome, eché la cabeza hacia a tras para ver su reacción. Pero él lo sabía y controlaba mejor que nadie las reacciones. − ¿Realmente quieres estarlo?

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− Sí. – pero yo le estaba mirando a los ojos, y sé que él sabía que la verdad era más complicada que todo esto. Red metió las manos para cogerme la cara. − Abra, − dijo tomando aliento− lo siento por el embarazo porque yo quiero lo mejor para ti, y lo que tu desees yo también lo deseo. Pero en cierto modo, creo que no me arrepiento, porque si estuvieras embarazada te quedarías con Hunter. Y aunque es probable que ya lo sepas te lo diré de todos modos. Estoy enamorado de ti. – Red me miró con tanta intensidad que me fue difícil mantener su mirada.− Nunca le he dicho esto a otra mujer. Doctora, quiero pasar el resto de mi vida contigo. Y no sabiendo cómo responderle le dije: − ¿sabes que mi padre produjo una serie para la televisión en los años ochenta?− Red negó con la cabeza, claramente desconcertado.− Bueno, pues la hizo. Se llamaba “Me casé con un hombre lobo”. Bastante irónico ¿no crees?− entonces me empecé a reír mientras las lagrimas recorrían mis mejillas. Supongo que Red pensó que había sido algo brusco y por eso era por lo que lloraba, mientras me acariciaba y mi susurraba para que dejará de llorar. − Fui demasiado rápido. Lo siento doctora. Me precipité. − No, no, lo siento. – lo miré dándome cuenta de lo vulnerable que se estaba sintiendo− recuerdo Halloween. Lo que ocurrió entre nosotros, y cómo tú te transformaste…− paré de hablar dándome cuenta de que estaba desnuda en la bañera, y recordé como me había lanzado a la boca de Red, con desesperación. Mientras recordaba, sentí una oleada de calor entre mis muslos.− ¿cómo fue la primera vez que te enteraste que tenías el virus? Red se aclaró la garganta. − Es algo diferente en mí, doctora. – sus ojos color ámbar se fueron tiñendo de un color oro, mientras sus pupilas se dilataban. − Tus ojos, ¿se cambiaron por la luz? − No tienes ni idea de lo que deseo besarte. No sabes cuánto deseo poseer tu boca entre la mía. Ah, Dios. – Red se levantó rodeándome con su cuerpo y sintiendo como la humedad de mi cuerpo empapa el suyo.− Déjame que te bese. – Él beso mi cabeza húmeda, mi frente y mi boca, la besó con tal voracidad y profundidad que se retiró jadeando.− Abra, oh, Dios.− él se inclinó tomando uno de mis pezones en su boca, succionaba con tanta fuerza que no tardé en recibir respuesta entre mis piernas. Como si

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lo adivinase, cambió al otro pecho, prodigándome acaricias en el que había dejado libre, su tacto calloso era suave más de lo que había sido Hunter.− Eres tan resbaladiza ahí abajo. – dijo Red, con su roce hizo que deseara más de su contacto, sus dedos empezaron a entrar en mí. Pero el pensamiento de Hunter rompió el encanto. − Hey, espera, hay que ir más despacio. – dije− vas demasiado rápido. – a pesar de todo, mis músculos se contrajeron quejándose cuando Red sacó sus dedos de mi vagina. − Lo siento, doctora. – dijo, pero él no parecía arrepentido en absoluto: aspiro mi perfume de su mano y me probó en su piel. Sus ojos brillaban de malicia y de deseo. − Sólo que ha ocurrido muy rápido para mí, Red. Él me besó en la clavícula.− Te tengo. ¿Quieres que te ayude a salir? − Gracias. Red me sacó de la bañera, dándome cuenta lo sorprendentemente fuerte muchos más de lo que aparentaba. Me envolvió en una toalla y me dijo: − ¿Quieres que lo haga? ¿Perdón?− no estaba segura de lo que me estaba preguntando, pero estaba claro que tenía que ver con algo de sexo. Red sonrió. – Quería decir si quieres que te vista. − Oh. – me ruborice− sí, me gustaría. − Muy bien. No puedo concentrarme con esto. ¿Tienes algo de ropa? − En la otra habitación. – me ajuste la toalla y me encaminé hacia el dormitorio, seguida por Red. – está en mi bolsa, allí. − ¿Qué tal esto? – dijo sacando una túnica de franela roja. − Eso está bien. – Retrocedí alejándome un poco de él y deje caer la toalla. Cuando miré me di cuenta que estaba vez Red no había mirado hacia otro lado. − Jesús. – dijo con los ojos muy abiertos. De inmediato reconocí el deseo en sus ojos. Fue Lilliana la que había dicho lo de “mi Dios, tú desnuda como una diosa”. Había asentido con la cabeza y sabía de lo que estaba hablando. Fue una maravillosa reacción para mi pobre corazón, difícil de reprender. Me pude un albornoz.

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− ¿Puedes concentrarte ahora? Red se dio la vuelta. – bueno todavía estas casi desnudo, pero puedo manejarlo. Me senté en la cama y envolví mis brazos a mis rodillas. − Entonces, ¿qué hacemos ahora? ¿Esperamos que haya luna llena?− Red se sentó a mí lado− − Es más fácil cuando hay luna llena, como ahora, pero yo no soy un hombre lobo, así que puedo cambiar en otro momento. − ¿Qué quieres decir? − La licantropía es un virus. Lo mío es como un don especial de la naturaleza. Soy un cambia formas, lo que se conoce como un Limmikin42. − Acabó de hacerme a la idea que el virus de licantropía existe y que una persona puede convertirse en lobo, y ahora me estás diciendo que existen otras criaturas sobrenaturales. Red echó la cabeza hacia tras y se echo a reír, mostrando más nítidamente sus colmillos blancos, más de lo que yo podía recordar. − Doctora, por estos lugares, yo soy lo más normal. − Demuéstramelo. – dije levantando las cejas. − ¿Aquí? − Aquí y ahora. Transfórmate en Red el coyote.− Red se puso rojo como un tomate− − Un lobo. Un lobo rojo. No un coyote. − No era mi intención ofenderte. − Yo sé que no soy tan grande como los lobos grises…. − Lo siento, me acabo de acordar que en Texas algunos lobos rojos se mezclaron con la población local de coyotes…

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Muchas tribus Americanas tenían la creencia de que el hombre podía transformarse en lobo, como en las tribus de los mohawk, los cuales llamaban a estas personas que podían transformarse con el nombre de Limmikin.

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− Red entrecerró sus ojos. − Los coyotes son tramposos, Abra. Yo no soy un coyote. − Ok, te creo. Red se puso de pie, siempre mirándome, la expresión de su rostro hizo que todo me cuerpo se estremeciera y pusieran mis pezones duros. − Un Limmikin no necesita a la luna para transformarse. – dijo descendiendo su mirada hacia mi boca− todo lo que se necesita es, estar desnudo y estar excitado.

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Capítulo 31 En cierta forma, todas las mujeres somos cambiaformas. A pesar que yo había creído que estaba embarazada me resultaba difícil pensar que me transformaría con la luna llena. Imaginarme con un bebe me había resultado difícil, mi mente lo había aceptado pero mi cuerpo no. A pesar de que creía en Red, no me lo podía imaginar transformándose en un lobo, y menos aún imaginándome a mí en esa transformación. Excepto porque todavía me sentía culpable de lo que había ocurrido esa noche de tormenta de Halloween, esa intimidad entre nosotros y el clímax de intimidad. Mi madre insistía que cuando yo era niña, había tenido cierto don o empatía que al hacerme adolescente había bloqueado. Diría que había tenido mis razones parar abrazar la racionalidad como mi religión, exceptuando en mi caso, ninguna madre hubiera querido que su hija/o estuviera dotado de un don especial, o magia. Incluso cuando ella sabía que es hija normal y simple de una mujer extraordinariamente pintoresca. Mi defensa ha sido y crecer y no hacer caso a nada de eso, ni siquiera en la bolsa de las hierbas aromáticas de mi madre, ni en sus bolas de cristal, ni en sus runas ni en la astrología ni en las cartas, tampoco en sus sueños psíquicos, ni en sus velas y menos aún en su vudú de cuero. Y aquí estaba Red. Diciéndome que si desabrochaba sus pantalones, y se excitaba se convertiría en lobo. Y si él podía, eso quería decir que yo también. Lo único que yo había querido más que a la magia, siendo niño, era haber sido perro. Con todos estos pensamientos, no pude decir nada cuando abrí la boca, pero Red si supo entenderlo. Porque él se arrodilló entre mis muslos, y espero: − ¿Qué necesitas que haga? Se levantó y se sentó a mi lado en la cama, acunó mi cabeza en sus enormes manos, y me acarició el pelo, quitándome la diadema y haciendo que mi pelo se extendiera por mi espalda. Sus manos era una delicia para mí, una relajación sensual sin sentido, poco a poco sentía como mis parpados iba cerrándose. − Necesito quitarme los bóxers. ¿Va a venir alguien a molestarnos?− negué con la cabeza. Mi boca estaba muy seca. Red respiró fuerte.− Dios, Abra. Hueles… hueles a deseo, me deseas.

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Tragué saliva con dificultad. – Sí, Red. Pero no voy hacer el amor contigo.− no podía. Y menos después de que hacia 5 minutos yo creía estar embarazada de otro hombre. Él asintió con la cabeza comprendiéndolo. − Sólo necesito un poco, ya sabes, penetrar en tu mente. Ser más instintivo. Podría hacerlo mediante otro ritual o con música pero me llevaría más tiempo. No creo que tengas ningún porro. − Mi madre probablemente sí. Pero no tengo ni idea de dónde. − Bueno, sería más rápido si me dieras un beso. −¿Sólo un beso?. – Los ojos de Red se arrugaron en pura diversión. − Doctora, un buen beso es muy poderoso. − Está bien. Sólo un beso. – como si no hubiera tenido su pene en mi boca. Red se bajo los bóxers. − Una última cosa. −¿Sí?. – traté de no mirar, vamos no es que no quisiera, que sí que quería. Yo no había estado con muchos hombres para poder comparar y tampoco es algo que yo hubiera pensado antes. Pero no es que el de Red fuera más grande que el de Hunter, pero sí más ancho. Y no podía dejar de pensar en cómo se sentiría dentro. Puse mi dedo pulgar y otro dedo alrededor tratando de medirlo. Red dio un respingo de sorpresa y cerró los ojos. − Sólo… sólo quería decirte que.− moví mis dedos ligeramente y él gimió.− quiero que…. Jesús…., espera, no puedo pensar cuando me haces esto…. − ¿sí?− alejé mi mano. Red tragó saliva y abrió los ojos. − En mi estado, es casi imposible que me pueda contener. – asentí con la cabeza de forma muy seria. −¿Crees que en tú forma perruna vas a querer montarme?. – supongo que mi tono de voz se quedo corta. Red me miró con mucha diversión, pero algo molesto. − Oh, sólo cállate, y bésame. Al principio no fue más que un ligero beso, luego posición mejor la mandíbula para que su boca profundice más en la mía, sus grandes manos me acunaba las mejillas,

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mi mandíbula. Me di cuenta que su pecho desnudo rozaba con el mío, mi túnica roja se había deslizado por mis hombros, cuando miré mi apresó por las muñecas manteniéndome cautiva, un pequeño gesto para no hiciera nada. Gemí y lo siguiente que supe es que Red estaba mordiéndome en el cuello, nada que ver con el mordisco fuerte que me daba Hunter. Red levantó uno de mis senos, piel allí era tan sensible que me hizo un poco de daño, tomando uno de mis pezones entre sus dientes, enviando una descarga a mi bajo vientre. Agarré inútilmente sus cabellos con mis manos vendadas y él levantó la cabeza. − Creía que habías dicho sólo un beso. – Red sonrió y en sus ojos brillaba esa mirada lobuna hambrienta. − Mentí. – fue arrastrando las palabras hasta enterrarse entre mis pechos. − ¡Para! – pero el abrió más la boca para alberga mi pequeño pecho. Mis muslos se abrieron y Red hizo un gemido muy extraño.− quiero que pares− dije intentando cerrar las rodillas. − Cerdito, cerdito, déjame pasar. – dijo intentando abrirme las piernas. − Red. ¡Red!. – empecé a llorar, él miro hacia arriba y todo el deseo y el humor se le fueron de un plumazo. − ¿Doctora?− él acercó mi cabeza a su pecho y me cogió en brazos.− Ah, Jesús, doctora, lo siento. Por favor, no llores. Me he detenido. ¿de acuerdo?. Me he detenido. − Red. – llore pronunciando su nombre, sentí su sobresalto y también su comprensión. Él empezó a besarme de nuevo, y otra vez sentí su necesidad salvaje, sus dientes afilados dejaban pequeñas marcas de su posesión, y mi corazón latía por miedo y por emoción. Pero cuando nuestros ojos se encontraron, pude ver el amor que sentía por mí, intentando mantener a raya su hambre por mí. Esta vez cuando él me acarició entre los muslos y empecé a llorar, él lo comprendió y agarro mis muñecas poniéndolas en alto, entonces me dejé ir, gimiendo cuando él me beso con su lengua. Él no me preguntó como estaba, gracias a Dios, pero cuando él cerró sus dientes entorno a mi pezón, perdí el sentido y me dejé llevar, era tontería oponerse. En el momento en el que cogí su pelo con mis manos dañadas, todo se convirtió en algo salvaje, primario y feroz, eché la cabeza hacía tras y aullé y aullé.

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Capítulo 32 − Ok, aquí está el problema. No eres un perro. O lobo o coyote o cualquier otra forma canina.− estábamos tumbados en la cama, mi cabeza en el pecho de Red, y una de mis piernas encima de su cadera. Nosotros no éramos amantes, según la definición de Bill Clinton, pero éramos más que amigos. − Bueno no. – Red fue tranzado unos círculos por mi espalda perezosamente. − Pero me dijiste que todo lo que necesitabas…. − Era estar desnudo y entrar en estado de éxtasis, pero he aquí la cosa, que fue tú éxtasis. − Me apoye sobre un codo y plante el otro encima del pecho de Red. – Pero me dijiste… −Red comenzó a besarme el interior de mi codo por donde alcanzaba. −Estoy enamorado de ti. Soy parte lobo y quiero devorarte. −Desenrollé mis piernas y me senté. − ¿Por qué no me convierto en lobo si tengo el virus licantropía? −Red se incorporó apoyándose en un codo. −Porque el virus se activa cuando alcanza ciertos niveles en tu sangre. Si entra en contacto y la persona esta predispuesta, estupendo, pero también hay personas que no están predispuestas. Por otra parte depende del influjo de la luna. Como no estamos dentro de las fronteras de Northside, ahora tenemos el influjo de la ciudad, y tiende a tener efecto amplificador según qué condiciones. −Tú no has visto las películas de mi madre. −Tenemos que cambiarte el vendaje, ahora. −No me cambies de tema. – pero yo extendí las manos mientras él me quitaba las gasas y me untaba el ungüento que era el antibiótico. −Bueno, ¿nos centramos en esto? – nos quedamos mirándome mis manos, y miraba como Red me quitaba la gasa. La piel era de un tono rosa pálido, el color que habría en http://novelvampir.blogspot.com/

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dos semanas de curación después de las quemaduras.− ¿puedes sentir esto, doctora? – dijo pasando un dedo por mi palma. −No. – mientras mirada su dedo tocando mi mano. Te estás curando de esta forma debido al virus. −Primero moví mis dedos y luego toqué con mis nudillos. – Aún no puedo sentir nada. −Tal vez si hay un completo cambio… ¿quieres tratar de provocarme? El ímpetu del miedo me hizo ponerme casi enferma. No era algo racional. Yo lo sabía por el siseo de mis dientes. −No lo sé. No creo estar preparada.− red me miró de la mismo forma que lo hacían los perros, con esa mirada de perseverancia. −Creo que estas más preparada de lo que tú te crees.− el miedo se había ido siendo reemplazo por algo más oscuro y más difícil. −Oh, Red. – me peguntaba si podría amarlo de las misma forma que él. −¿Qué tal así?. Déjame cambiarte. Vamos a trabajar en tú cambio. −Bien, hazlo. Red levantó una ceja. − ¿Esta es la manera que tienes de hablarle a uno de tus más queridos amigos? Le toqué la cara. – Lo siento. ¿Qué debería decir? Se acercó más a mí, tanto que la punta de su nariz tocaba la mía. Oye, hey, nunca me había fijado lo hermosa que eres. – el teléfono sonó y nos quedamos congelados. −No lo cojas, doctora. − ¿Y si es una emergencia?− podía sentir el aliento en mi pelo. El contestador hizo clic y sonó la voz de mi madre: “Esta llamando al Castillo de la Bestia, un refugio para animales abandonados, maltratados, y para perros y gatos no deseados. Estamos atendiendo algunos de nuestros animales. Por favor deje un mensaje y uno de nuestros voluntarios le atenderán en breve.”

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−Yo soy un animal muy paciente. – dijo Red levantándose de la cama. −Calla. − ¿Pagan? Te llamó para decirte que mi vuelo se ha adelantado. – Era mi madre que sonaba algo estresada. Red se movió más rápido de lo que yo había esperado, levantándome el auricular y poniéndomelo en la oreja. − ¿Mama? Soy yo. ¿Por qué vuelves tan pronto? − ¿Abra? ¿Dónde está Pagan? −Con su novio. Escucha Mamá, antes de que te alarmes tengo que decirte… −Espera un momento que están anunciando algo, no, abra, creo que mi vuelo sufrirá algún retraso, en vez de esta noche estaré por la tarde. Yo miraba a los ojos de Red mientras hablaba con mi madre. Tenía una franja de color verde oscuro y otra de color oro. Sus pestañas acababan en un tono oro. Mientras con mi dedo recorría la patas de gallo que le salían cuando sonreía. −Mamá, antes de que vengas, quería contarte lo que ha pasado. Hunter y yo discutimos. −Es el embarazo. Hunter no quiere atarse a nada. Siempre te dije que él tenía la mentalidad de 16 años. Sólo te quiere para que estés en la casa mientras él vive la vida loca. − Yo miraba mientras a Red que empezó a ponerse sus ojos rojos llenos de lágrimas por la emoción. Me di cuenta que era capaz de oír lo que mi madre estaba diciendo. −Mamá, no estoy embarazada. Fue un falso positivo. Y he dejado a Hunter. Pero hay algo más que deberías saber. −Espera… Cristo, otro vuelo retrasado. Abra, necesito tomarme algo antes de hablar de cosas serias. Sólo quería informar a Pagan de que volvería pronto, no entremos en sentimentalismos ahora mismo. − Hubo una pausa cuando oí a mi madre discutir con alguien sobre que tenía una conversación privada.− ¿Abra? ¿Estás ahí?. Escucha, me doy cuenta de que eres mi hija y que en este momento tienes muchas dudas y preocupaciones, pero sería bueno que me preguntarás porque estoy volviendo una semana antes de lo previsto.− Puse mi mano sobre la boca de Red para evitar que este rompiera a reír en una sonora carcajada, él me besó la palma de la mano.

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No hace falta preguntar. Vuelves porque Grania te ha dejado. Ella es emocionalmente muy joven y la has pillado coqueteando con otras personas. Y con el trabajador del spa. Hombre.− supuse Hubo un silencio prolongado. – tú solo piensas que tus problemas son los únicos que cuentan, ¿no Abra? No, mamá, esos serían los tuyos. Lo que he tratado de decirte en estos últimos 10 minutos es que me he quemado las manos.− entonces se oyó un clic y el teléfono enmudeció. Red y yo nos quedamos mirándonos. − Bueno – dijo − Conozco a mi madre. La reina de los no−muertos y de los psicodramas. − Creo que será mejor que haga un poco de café. Creo que lo vas a necesitar. Siempre podemos empezar por donde lo dejamos. – no sabía que decir. Le dije la verdad cuando le dije que no podía dormir con él, además de no tener sexo con él. Pero había dormido con él. Para luego, yacer juntos acostados sólo hace unos minutos, pues al final había sucumbido a él. Sí él me hubiera presionado antes, yo habría dicho que sí. Ahora que había despertado y dado cuenta de todo, no sabía que paso dar con este hombre prácticamente extraño. Pero tampoco podía dejarlo a la competencia. − Olvídate del café, túmbate. − No. ¿No?− Red se me acercó tocándome la mejilla. − Esta vez no voy a ser capaz de mantenerme controlado. De cualquier forma, si lo haces por mí, no te puedo prometer que mantenga mi control.− le miré a los ojos. Ningún hombre me había visto como la clase de mujer de la que se pudiera contener el control para no poseerla. − ¿Qué sugieres entonces?− Red se rasco detrás de la nuca, en su brazo y sus músculos. − Bueno necesito probarte que soy lo que digo ser, y sí no puede ser el sexo… − No puede ser. − Entonces tendrá que ser con cerveza y rock and roll.

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Como a las 8 de la mañana no pegaba el tomarse unas cervezas y rock and roll, nos pasamos la mañana dándole pastillas a los gatos, tomándole la temperatura a un galgo que no paraba de temblar, y poniéndole pomada para los hongos al gato Birmano. Me di cuenta que los animales mostraban una reacción extraña con Red: al principio, alguno de los gatos bufaban y se encorvaban, pero al cabo de un rato, todo se volvieron afectuosos, frotándose contra él y ronroneando con fuerza. Algunos perros, después de olerlo tranquilamente, se relajaban. Para mi alivio, les olían el aliento y no el trasero. El Akita, no es que fuese un perro de carácter afable, para empezar, le gruñó como diciéndole “hey que soy un chico peligroso”, pero Red se agachó tranquilamente mostrándole una sonrisa afable mientras Akita se daba la vuelta contorneándose. − Por lo que veo a los perros no les importa que seas un hombre lo…o sea un Limmikin. − A la mayoría no les importa. En cualquier caso, me llevo bien con los animales.− y cómo si leyera mi mente agregó− serás capaz de seguir siendo veterinario, no te preocupes. Durante el mes que estés con el celo, empezaras a oler como una mezcla de mujer con menstruación y un perro. Pero los animales no huirán de ti, en todo caso se acercarán a olerte la entrepierna que es algo más normal. Su explicación fue algo que agradecí. A las 4 paré a descansar para darme cuenta que me había quedado dormida durante 45 minutos, Red había limpiado una de las habitaciones de huéspedes libres por lo que ya no olía a pis de gato ni a moho. Trasladé mis cosas y me asomé por la ventana. No era el dormitorio de mi infancia, pues el mío era el que Pagán estaba usando ahora. Era el cuarto que más le gustaba a mi padre, pues daba a la parte de atrás y tenía vistas del jardín. Red escribió una nota a mi madre y a Pagan, explicándoles todo, lo que habíamos suministrado a los animales, lo de mis manos, y lo del cambio de habitación. Red parecía suponer que después de haber dormido y tenido un pequeño acercamiento intimo, yo quería que se marchara para quedarme a solas con mi madre. Supongo que sería la mejor manera de manejar las cosas. Mi madre cuidaría de mí hasta que yo decidiera que hacer con mi vida. O tal vez me convertiría en lobo y mis manos se curarían rápidamente. Realmente no sabía que sucedería. Puesto que mi madre nunca me cuido cuando era pequeña, también es verdad que no me había convertido en un gato peludo antes. A las 7, Red me cepillo mi pelo trenzado y con sus manos fuertes me volvió a trenzar el pelo. Me ayudó a vestirme una camisa y unos vaqueros. − Creo que no me voy a maquillar. – le dije, pero sobretodo las palabras iban para mí misma, parecía, como diría Hunter, una monja. http://novelvampir.blogspot.com/

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− ¿Qué necesitas para maquillarte?− dijo Re abrochándose los botones plateados de sus vaqueros. − Un poco de colorete, un poco de pintalabios… Espera. –Red se acercó por detrás de mí, me agarró de las caderas, mientras nuestros reflejos se dibujaban en el espejo, bajo su cabeza hacia mi cuello y lo beso. − ¿Por qué haces eso? − Espera.− se inclinó haciendo que me diera la vuelta para besarme en la boca, ahora el pulso entre mis piernas no dejaba de palpitar. Parecía que quisieran más de él, su pulso y el mío en una rítmica sintonía. Cuando me soltó, vi mi reflejo en el espejo, mis mejillas estaba sonrosadas y mis labios rojos. − No necesitas potingues para aparentar a ver tenido sexo, Abra. Ahora eres todo sexo. − Después de estar dando vueltas durante más de una hora, porque red no conocía ningún sitio local, fuimos hasta Northside. − Y ¿dónde vamos? − En cualquier lugar que sirvan cervezas y pongan rock and roll me sentiré como en casa. − Oh, no, Red, ¿no pensarás llevarme a Moondoggies? − Si. De hecho por lo que sé, tú marido debe de estar muy ocupado acechando a su amante. − Muy gracioso. – a pesar de lo que me estaba diciendo Red, yo no quería ir allí. ¿Qué ocurriría si nos encontrásemos a Hunter? − Pero cuando llegamos Moondoggie, Red se salió del coche, inhaló profundamente y busca de algo que pudiera reconocer y dijo. − Él no está aquí. −¿Pero cómo estaba tan seguro?. Todo lo que se podía oler era a cerveza y a cigarrillos. El restaurante estaba ocupado por comensales mayores comiendo pavo y su ñame. En la otra parte del local, estaba a oscuras y estaba casi vacío. La camarera de esa

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noche, noté con mucho placer, era una chica corpulenta morena, no era Kayla. Red se volvió hacia mí, dándome cuenta de que olía ligeramente a algo picante. −¿qué es lo que quieres tomar, Doctora?. ¿Cerveza? ¿Vino? − Solo una soda. Sin cafeína. Red puso sus manos en la parte de atrás de su espalda y después de pedir le dijo a la camarera: − Oye, Jelaine, ¿qué tal si me pones algunas canciones? − Ponlas Tú mismo, Red − Voy a inaugurar el patio de atrás. Ese traje, te sienta muy bien. La camarera morena se río mientras le entregaba las bebidas a Red. − Al infierno, tú culo se va a congelar, pero allá tú. ¿Quieres vasos?− Los dos se me quedaron mirando. − No, si vamos a bailar. – Ambos se echaron a reír como si hubiera dicho algo ingenioso.− Red me guió hasta la máquina de discos, agarrada de su mano, lo que me recordó mis años en secundaria. Había un monto de canciones country, pero Red sabía cual quería, y fue pasando discos sin pedir mi opinión. -Vamos, Abra. El patio trasero, que debió de servir de pista de baile en las estaciones más cálidas, se iluminó con dos luces rojas y dos rosas. Red abrió las puertas y yo desee a verme traído mi chaqueta de lana. Red puso su cerveza y mi bebida de jengibre encima de la mesa, cuando empezó la canción a sonar, una melodía bajo la luz de la luna. Red me agarró de la cintura y comenzó a moverse, para mi sorpresa yo le seguía el ritmo con facilidad. Nunca había tenido una pareja de baila que supiera cómo moverse con lo cual yo no sabía cómo mover los pies y al final siempre me quedaba en el mismo sitio. Mi mano vendad se deslizó desde la palma de Red hasta su hombre, haciendo que girara y me moviera con mayor fluidez. Red cerró sus ojos, y nos movíamos como si flotáramos, al ritmo de la música. -¡Esto es fantástico, Red! -¿Tu marido no baila?

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− No, yo soy la que no baila. Red terminó su cerveza y pidió otra. La siguiente canción era más rápida y nos separamos, eché mi cabeza hacia atrás y me puse a reír con esa alegría cuando uno está en medio de un coqueteo. El sudor rodeaba mi frente y entre mis pechos, red parecía impermeable pues no sudaba ni un poquito, entonces la música cambió a otra más acústica. − ¿Puedo? Me acerqué a los brazos de Red, cuando un grupo de los años setenta cantaban algo sobre que creían en los milagros, y si yo pudiera creer. Nos movíamos juntos, él me guiaba con una mano y la otra a la tenía en la espalda. Olía como a levadura y a lúpulo. Ahora los dos sudábamos. − ¿Te has parado a escuchar la letra de esta canción, Doctora? Presté atención. La canción decía algo así como que el milagro en cuestión podía hacerse realidad. -Nosotros lo intentamos. ¿Recuerdas?− Red jugó divertido contra mi oído− Casi lo intentamos. − ¿Estás cerca de transformarte? − Abra. – Me alejó de él para de nuevo atraerme− ¿No tienes ninguna otra pregunta? ¿Sólo eso? ¿Has venido sólo para eso? − Oh, grito. Después de eso me olvidé de porqué habíamos venido allí y de porque estábamos disfrutando esta velada. Dos parejas más se unieron a nosotros en la pista, eran más jóvenes, adolescentes. Llegué a relajarme de tal manera, que no me di cuenta de los pequeños besos que Red me estaba dando en la clavícula y en la oreja. Le permití que me manejara y me llevará al ritmo de la música, agarrándome con fuerza y deslizándome por su cuerpo, estábamos bailando pero yo sabía que se trataban de juegos previos, y no sólo para su transformación. Nos paramos y nos quedamos mirándonos, estábamos sudando, Red ahora no sonreía, pero el color dorado de sus ojos, me hizo darme cuenta la necesidad que teníamos de salir de allí. − Vamos.

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Él me seguía muy de cerca, tanto que llegó a tropezarse conmigo. En nuestra salida rápida, uno de los amigos de Red le llamó para algo, pero se le veía tan enfermo, tan pálido y torpe, y la intención era salir de allí, pues sentía una lujuria que era incapaz de explicar. Él me seguía como si fuera un faro en mitad de la noche oscura. − Estás bien, Red. Casi hemos llegado.− lo llevaba a través del bar, hacia la entrada, para poder salir y coger el coche. Había algunos tipos locales bebiendo latas de cerveza, eran enormes, barbudos. Si yo lo hubiera sabido hubiera llevado a Red directamente al bosque, pero tenía buenas intenciones, quería llevarle a casa. − Hola Abs. Miré a un hombre con barba y ojos fieros, sin comprender. Fijándome mejor lo reconocí, era mi marido, que se había dejado crecer la barba.

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Capítulo 33 La última vez que había visto a Hunter afeitado fue el día de Acción de Gracias. Menos de 24 horas después estaba delante de mí y parecía a Grizzly Adams43. Y de repente la idea de la licantropía ya no me sonaba tan extraña. − Hunter. – llevaba puesto un suéter negro y jeans oscuros. Parecía una especie de asesino con barba. − Hola, Abra. – abriendo su fosas nasales. Me pregunté si me estaría oliendo. Nos dimos cuenta de la presencia de Red en ese momento. Miré hacía tras, para ver a un Red que nos observaba, relajado y despreocupado, con sus ojos color avellana y cautelosos. Se veía francamente mal. Pálido, ojos amarillos, y sudando. − Hola, Hunter. − Hola, Red. ¿Todavía no te has follado a mi esposa?. – Hunter se acercó y me olisqueó- ah, no, todavía no. Pero te mantienes cerca para hacerlo en un momento de debilidad. ¿Verdad? Red sonrió, pero no era precisamente una sonrisa amistosa. Sus caninos parecían más agudos. − Parece que te has vuelto un poco perro. − Ella está embarazada de mí. − Hunter! − más gente estaba escuchando esa conversación. Los amigos de Kayla. − No, amigo, me temo que no lo está. Lo que tiene ella es el virus que le has transmitido. − ¿Y qué sabes tú de eso, exterminador de plagas?.- Hunter se puso de piel, y sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. No fui la única en detectar el aire de violencia que se respiraba, todos los que nos rodeaban empezaron a murmurar y esperaban una pelea en cualquier momento. 43

Se trata del personaje de una serie norteamericana estrenada en 1977, cuenta la historia de un trapero que vivió a finales del siglo pasado en el estado de Utah, que había acusado de asesinato injustamente. Esto hizo que se internase en las montañas, que él conocía muy bien, viviendo una vida nómada acompañado de un piel roja llamado Nakoma, de otro trapero, el loco Jack, y un oso llamado Ben.

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− Iros a fuera, chicos. – dijo el amigo de red desde detrás de la barra. − Red no hagas esto. – dije agarrándome al brazo de Red, en vez de agarrarme a mi marido. Red me miró, y me besó. Él llevó su mano hasta la parte de atrás de mi cabeza, mientras profundizaba más su beso explorando con su lengua mi boca, yo intenté alejarme de él. Podía sentir como Hunter se nos quedaba mirando, sentía crecer la sensación de excitación en el bar. Lujuria y violencia. − Delicioso. – dijo Red, y luego miró a Hunter. Un desafío directo. − Fuera, Red. Discutid a fuera. Red sonrió y podía ver una nueva faceta de la que nunca había sospechado. Estaba disfrutando con esto. Para él todo era una especie de humor negro, para Hunter, solo había furia y orgullo herido. − ¿Quieres que salgamos a fuera delante de todo estos paletos? − ¿Eres un gallina? Los ojos de Red se estrecharon dando la sensación de deleite. − Bien, las piedras y los palos, Hunter, quizás me rompan los huesos, pero insultarme, eso es un asunto muy serio. ¿en tu tierra o en la mía, cariño? − En el mío.- Hunter me señaló- Pero, Abra, viene conmigo. − Y una mierda. – dijo Red. Le puse una de mis manos vendadas en el hombro de Red− Está bien.- Red negó con la cabeza. − No lo hagas, doctora. − No la conoces tan bien si piensas que va a funcionar. Vamos, Abra. Tenemos que conducir. Pensando que tendría tiempo para hablar con él sobre la lucha, le seguí fuera de Moondoggie, tiritando de frío y de nervios. Red detrás de nosotros, maldijo. En el cielo, una enorme luna brillaba, haciendo que fuésemos el centro de atención. − Si le haces daño- advirtió Red a Hunter- te cazaré. Hunter le miró por encima de su hombro.

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− No voy hacerle daño, imbécil. – abrió el coche y abrí la puerta del copiloto. Mientras Hunter arrancaba el motor, vislumbre a Red, con las manos pegadas a su cuerpo en tensión, antes de que nos marcháramos saltó a su coche para seguirnos. Como yo, Hunter también miraba a Red por el espejo retrovisor, hasta que nuestras miradas se encontraron.- ¿Qué diablos ves en ese imbécil? − Es lo opuesto a ti. – le repliqué. Luego, recordando la finalidad de irme en su coche le dije: - dime cual es la gracia de que os peléis los dos. No creo que él te haya robado nada. Ni siquiera me quieres devuelta. − Él ha traspasado mi territorio.- dijo Hunter mientras enfilaba por la calle principal- además él desea luchar tanto como yo. – Luego sonrió, enseñándome sus colmillos afilados- Al menos, él quiere luchar. Dentro de 20 minutos tú nuevo juguete cambiará de idea. Hunter tenía razón: él era más grande y fuerte que Red, y esto no iba a acabar bien. Yo quería defenderle, no luchar contra él, pero no estaba segura de cómo hacerlo. De alguna manera, estaba en medio de una disputa en la que los celos y la posesividad podrían convertirse en golpes y mordiscos. La luna parecía que nos estaba siguiendo. A veces se ocultaba entre los árboles para de momento volver a aparecer en una posición diferente. Podía ver la luz reflejada en los ojos de Hunter, y noté que pelos oscuros empezaban a crecer en el dorso de la mano cuando aferró el volante fuertemente. Ya no quise seguir hablando, el silencio en nosotros era profundo y pesada, parecía imposible que este fuera mi marido, mi amigo de la universidad, el pícaro muchacho que consiguió hacerme su novia después de toda una vida siendo la hija de. Este ya no volvería a ser el Hunter que yo conocía, y yo misma me preguntaba entonces ¿Quién era yo?. El desconocido con barca que se sentaba junto a mí, aparcó en ángulo y saltó del coche al igual que lo hizo Red de su jeep. − Doctora, será mejor que vayas al porche. Mientras caminaba hacia las escaleras, oí el crujido de hojas secas y ramas caídas a mis pies. Tirando de mi abrigo con todas mis fuerzas, deseaba de corazón poder detener la pela como fuese. − Tú primero, Texas, vamos a ver. Red empezó a quitarse ropa, y Hunter hizo lo propio, ropa tras ropa, como si fuera una especie de strip poker. Desnudo, mi marido era más alto, más guapo y más ancho. http://novelvampir.blogspot.com/

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Red era más musculoso, más peludo, en equilibrio sobre las puntas de los pies como un luchador profesional. Él se transformó primero, sus músculos empezaron a ondularse, y de repente, las ondas se transformaron. La columna vertebral se curvó, inclinando las piernas, y alargando su cara. Hunter no era tan rápido ni tan grácil, me di cuenta de que su cambio estaba sujeto a la fase lunar. En esta clara noche de noviembre, la luna era tan brillante que podíamos ver todos sus detalles. De acuerdo con el calendario, estábamos ante un día tímido para la luna llena, aunque también podría equivocarme. Cuando me volví, Red era un lobo, más pequeño, con el pelo rojo, con el hocico estrecho de un coyote, y orejas grandes. No era el típico lobo de leyenda, pero no me lo esperaba así. Ahora yo lo aceptaba. Pero mi marido, se retorcía, gritaba y jadeaba, para él el cambio era doloroso. Y cuando por fin se transformó, era un hombre lobo, al igual que las criaturas tradicionales de las películas de serie B. Se encorvaba cerca del suelo, peludo y grotesco, con fuertes patas y garras, y a simple vista me temía lo peor. Red era un lobo, pero Hunter, mi marido, era un monstruo. Hunter se quedó allí esperando, sus ojos amarillos, su respiración empañando sus colmillos enfriando el gélido aire de la noche. Red le acechaba, con las patas rígidas, su cuerpo con el pelaje rojo y grisáceo, erizado. Desde dónde yo estaba, parada en el porche, lo único que veía era que mi marido se zamparía a Red para el almuerzo. De repente Hunter se lanzó contra Red, más como hombre que como lobo, la lucha casi había terminado antes de empezar. Pero Red saltó hacia arriba directo hacía la garganta de Hunter, esté giró violentamente hacía la izquierda esquivando a su enemigo. Como un buen luchador callejero, Red aprovechó la desorientación momentánea para lanzarse en picado hacía Hunter. Red sólo le dejó unos cuantos mordiscos en el flanco y en las patas. Mientras yo de puro nervio abría y cerraba los puños preocupada por mi marido. Hasta que Hunter se lanzó directo al cuello de Red. Red se retorcía del agarré mientras Hunter hundía sus colmillos en su cuello, dejando al descubierto su vientre. − ¡PARAD! − grite con todas mis fuerzas, tratando de llamar la atención hacia mí −¡Lo estas matando!. – la criatura que era Hunter estaba más allá de ser humana. Hubiera destripado a su rival allí mismo, sólo que con la distracción Red pudo soltarse de su agarré. Esta vez, cuando hay dos oponentes que se enfrenta, pude oír los gemidos de Red junto con sus gruñidos. Aunque estaba mal herido y debilitado, seguía siendo tan amenazante como antes. Conociendo a los perros, pude ver signos de una lucha a

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muerte.- Evítale, Red. – pero no me hizo caso y se lanzó hacia Hunter mordiéndole en la pantorrilla. Hunter le atacó con su zarpa dañándole en su ojo derecho. − ¡Es suficiente! ¡PARAD!- Hunter se lanzó otra vez hacia el vientre de Red, y Red se negaba a echarse atrás. Tenía que parar aquello. Corrí las escaleras abajo del porche. No se puede ser veterinaria sin saber que ocurrirá cuando estuviera en medio de los dos. - ¡PARAD!- me puse en medio justo en el momento en el que Red saltaba. Todo su peso cayó sobre mí, tirándome al suelo, aunque él fuese medio lobo, había utilizado toda la fuerza que le quedaba, atacándome desesperadamente. Cuando se dio cuenta, trató de desviarse, pero no lo suficiente, puesto que sus colmillos me rozaron el muslo. Hunter gruñó dispuesto a continuar la batalla. Ambos olieron la sangre que manaba de mi muslo. Hubo una gran pausa, momento que Red aprovecho para volver a su forma humana, aunque no estaba muy segura, ya que en ese momento oí la voz de una mujer. − Eso es más que suficiente. – dijo. Tenía que admitirlo, estaba de acuerdo con ella. No sabía quién podía ser, hasta que salió de las sombras del porche, entonces supe quién era esa mujer.

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Capítulo 34 Estaba segura de algo; Magda Ionescu, no era el tipo de mujer que le gustaba a mi marido. En el pasado, sus novias siempre habían sigo muy guapas. Magda no lo era. Magda se había comido su belleza para el desayuno y después mirándose al espejo admiró la elegancia que tenía después de tomar una dieta a base de hierro. − Estás sangrando? Miré sus ojos oscuros en forma de almendra, y pensé si podría mentirle. − No importa. Siéntate, mujer. Voy a examinarte. Tengo conocimientos médicos. − Lo hará Red. Preferiría que no me tocaras. – ella había salido del porche de mi casa, y no había que tener un doctorado para saber que había dormido en mi cama − Él está enfermo. – señaló ella. Vi que todavía estaba en su forma de lobo, herido y jadeante. Miré a Magda, sabía que si rechazaba su ayuda, el telón caería y podría ver la verdadera realidad de esta obra poco normal. Así es que me senté en un banco de madera y dejé que la amante de mi marido mi examinase. Los vaqueros en la zona de la herida estaban desgarrados, y manchada de sangre, sus fosas nasales se delataron. − Si te incomodas ante la visión de la sangre, no me serás de gran ayuda. – señalé − La sangre no me molesta. ¿Sabías que vas a tener pronto tu menstruación?. No espera. – Volvió a olisquearme con sus fosas nasales, como si pretendiera comerme en el banco- No es menstrual. Estas apunto de transformarte.- No parecía estar muy contenta con esto- Hunter, no me dijiste que tu esposa también era pricolici. El hombre lobo, o lobo, que era Hunter hizo un ruido ronco, parecido a una evasiva de la misma forma que lo haría siendo humano. Algunas cosas, supongo, no cambiaban con la luna llena. Me di cuenta que tenía sangre en la pantorrilla y su bíceps. No le preste mucha atención. Mire a Magda. Era más alta que yo, más delgada, con los senos caídos embutidos en un suéter de cuello de tortuga, una diminuta cinturilla abrazada por un cinturón con una pesada hebilla, casi medieval. Un anillo de oro adornaba su mano, más parecido a un arma que a un anillo de bodas. Su pelo estaba cortado como el de un chico de forma elegante, y se podían apreciar algunas canas blancas. Ella tenía, sin embargo, una boca que tentaba a los hombres. Sin embargo, en este preciso momento tenía el ceño fruncido. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Pensé que me dijiste que no tenían relaciones intimas – dijo dirigiéndose a Hunter- Por eso he venido, porque me dijiste… − Parece ser que nos ha engañado a las dos, ¿eh? Los ojos de Magda eran oscuros, ilegibles mientras me miraba. − Sangraras durante unas cuantas horas. No hay forma de detener la hemorragia hasta que te transformes. Quizás mueras, pues no todos sobreviven. Supongo que se perdió el curso de cómo tratar a los pacientes. La traté con dureza pero enseguida sentí un fuerte mareo y tuve que poner la mano en el banco para no perder el equilibrio. − Es mejor que se quedé de pie. – dijo ella ayudándome a estabilizarme, el toque de su mano me envió una oleada de malestar por mi espalda. – Quizás le gustaría limpiarse en la casa. – mientras miraba mis pantalones manchados de sangre. Una fantástica y adorable anfitriona. − En realidad me gustaría marcharme. − No puedes conducir así. Te tiemblan las manos. Y no tengo intención de matarte.– Ella sonrió − Todos somos personas civilizadas, ¿no? − Está bien. – por supuesto no le iba a dar las gracias. Entre en la casa y me dirigí a mi cuarto de baño. Lo difícil era quitarme los jeans con mis manos vendadas, porque la herida no se veía tan mal después de todo. Lo ideal hubiera sido darle unos puntos, pero decidí lavarme la herida y después apliqué una crema antibiótica, cerrándola después con unas vendas de mariposas. Encontré ropa interior limpia y cogí una compresa, para no echar a perder la ropa interior. El lado positivo de esto, era que mis manos vendadas ya parecía ir mucho mejor, pero el lado negativo es que el cepillo de dientes de Magda y su maquillaje estaba por todas partes. Así como su olor de perra loba bruja en mi cama. Bajé las escaleras cojeando y vi a Red en su forma humana, pero estaba muy pálido, estaba sentado en el comedor. Tenía un corte muy feo debajo del ojo y muchos hematomas en el cuello. Llevaba puestos unos vaqueros pero el torso lo llevaba al aire libre. Tenía enrollada una funda de cojín en su mano mientras presionaba sus costillas. − Oh, Red, ¿Estás bien?. – no me había dado cuenta de lo mal que estaba. Red me sonrió.

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− Estaré bien, cariño. Sólo dile a tu marido que esta pelea no es por a ver quién te consigue. Me volví hacía mi marido que parecía no estar bien, pues era incapaz de mantenerse de pie. Sus ojos todavía estaban amarillos. La línea de su cabello parecía estar más baja, casi pegada a sus cejas. Llevaba puestos unos vaqueros y una camiseta, y ahora que me daba cuenta era la misma ropa antes del cambio. − No puedes irte con él, ya sabes. Estas embarazada y es mi hijo. − Hunter- dije − ¿Es que no has escuchado antes?. No estoy embarazada. Magda le miró con dureza. − Ella no lo está, mi amor. Usa tú olfato si no me crees. − ¿Y cuál sería tú plan si hubiera estado embarazada?. Encerrarme en una habitación mientras duermes con Magda. O tal vez ibas a turnarte, una noche con una y luego con otra. − Nunca… – empezó a decir Magda. Pero Hunter se abalanzó sobre mí, sus piernas temblándole haciendo un torpe. − No soy un completo insensible. Magda vino para asegurarse de que sabía manejar esto. Ella está aquí para ayudarte.- Puse mis manos en la cadera antes de contestarle. − Es curioso, no tenía noticias de que fuera a venir. ¿Dónde la tenías escondida, en algún hostal del pueblo?, ¿en el ático?, ¿y cómo es que tenías energía para ella y Kayla?. Con razón nunca querías nada conmigo, ya se te había acabado la energía. − No seas niña. Si Magda no hubiera estado cerca, te hubiera dañado. Y pensaba que estabas embarazada.- Hunter continúo con su voz ronca casi en un gruñido.- ¿No has observado nada raro en mí, Abs?. ¿Cómo puedes estar tan ciega? Podría a verte partido en dos. Magda estaba aquí para ayudarme a controlarme. − Magda se acercó a Hunter y le colocó una mano en el hombro para tranquilizarlo. − El cambio inicial es algo muy sexual, Abra. – Su voz sonaba con la de una maestra, con voz seductora, con un acento británico mezclado con el acento de la Europa del este.- No puede ser suave ni controlado. Es tiempo de intuición y pasión.

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− Oh, y se supone que debo darte las gracias por darme alivió. Bien, no gracias, señora. Infectaste a mi marido, y has arruinado mi vida. − Aquí esta tú amigo, él lo comprende.- Ambas nos giramos hacia red, quién se sonrojo, pero no tanto como yo había esperado.- ¿Red?.- Magda sonrió. – Su amigo me permitió quedarme en su casa. Estaba cerca y muy conveniente para las visitas. − ¿Red?. – sentí una sensación muy extraña entre las piernas. Quise sentarme. Red se levantó pero en seguida se encogió ante el dolor de sus costillas y volvió a sentarse. − Escucha, Doctora, tienes que entenderlo. Sabía lo que estaba pasando. Sabía que había posibilidades de que Hunter te matará, jugando al jueguecito de esclava y maestro o lo que infiernos estaba haciendo. - No podía comprender lo que me estaba diciendo. ¿Cómo podía saber eso? Me volví hacia Hunter. − ¿Qué está pasando aquí?- Hunter sonrió, y de repente vi en su cara el mismo rostro de su padre, pícaro y sarcástico. − Oh, vamos Abs. Lo sabías. ¿Realmente quieres que nos sentemos a explicarte las cosas como si viésemos una telenovela?. Cariño, Red es un therian44 y yo también. Tenía preguntas.- Me quedé mirándolos, primero a Red y luego a Hunter. − De acuerdo, he oído hablar de lobos, hombres lobos, cambia formas, Limmikin y prico…. no sé qué, me podéis decir ¿qué diablos es un therian? − Pricolici es la palabra de hombre lobo en rumano. En Ingles tú dirías hombre lobo, así es que soy un hombre lobo. Nunca he oído hablar de la palabra Limmikin. En mi país lo solemos llamar varcolac porque usa magia para transformarse. Y un therian es cualquier persona que es capaz de transformarse en cualquier animal. – dijo Magda − veo que no has aprendido lo básico. − Esto no es parte de una educación básica.- Magda levantó las cejas− Bueno, ayuda conocer las raíces latinas y griegas. − me llevé las manos a la cabeza para masajear mi cabello. − Muy bien, un minuto. Olvídate de las lecciones básicas. Quiero saber todo ahora. Hunter, ¿Le contaste a Red sobre nuestra vida sexual para pedirle consejo?

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Este concepto hace referencia a las personas que se transforman en animales.

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− Y para hacerle sufrir, por supuesto. Se le veía tan infeliz y molesto cuando le describía como te agarraba y te follaba tan duramente.- Hunter jadeó- Entonces cuando le dije que no estaba seguro de ser capaz de ser tan duro contigo me sugirió que me pusiese en contacto con Magda.- Mis oídos empezaron a zumbar. − Red, ¿Por qué no me dijiste nada de esto?- Red se puso de pie y fue hacia mí. − No creía que fueses a creerme, doctora.- trató de abrazarme pero le rechacé− Oh, no lo hagas. Lo siento. No me siento muy bien y menos cuando se me está ocultando estos secretos, sobretodo tú.- Magda se echó a reír. − Espera un momento, creo que sí que he oído acerca de los Limmikin. Mi padre me contó una vez que…. − Es una palabra mohawk. – Interrumpió Red- su traducción correcta es cambiaformas. − En definitiva un therian. – Le corrigió ella- ¿De verdad?. Pensé que los indios de América creían en los skinwalkers45. − Hay diferentes tradiciones. − Y tú tienes piel de lobo en tu cabaña, ¿verdad?- Red parecía irritado y me di cuentan que no le mantenía la mirada. − No es magia- dijo- no es necesario transformarme. Es algo personal. − Sin embargo es algo que mantienes en secreto y bien guardado.- Red la miró y me di cuentan que Red tampoco le caía bien tanto como a mí. − Yo controlo el cambio. No es piel. Y no necesito la luna para cambiar. – enfatizó − ¿Estás seguro?- Magda sonaba verdaderamente interesada. Luego se fue quitando lentamente el suéter por la cabeza. Sus pechos generosos, no estaban completamente firmes. Deslizó su falda por sus muslos quedándose desnuda, era una mujer de 45 años de edad, musculosa y llena de confianza. Entonces sonrió a Red y se acercó a él. Quería decirle algo, supongo que quería que parase. Pero en vez de hacerlo acabé viendo como ella se arrodillaba delante de él y comenzaba a lamerle la herida. A la misma vez que le pasaba la lengua, sus pezones se pusieron erectos, y su piel blanquecina se torno roja y oscura. La cabeza de Red se volvió. Podía oír los gemidos 45

Con este término se hace referencia a los hombres lobos que se alimentan de sangre humana.

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que le salían de su garganta mientras le bajaba los pantalones. Di un paso atrás, hacia Hunter, y pude oír el gruñido que salía de su pecho, mientras también se quitaba los pantalones. Cuando me volví, Red se había transformado en un lobo, más pequeño y rojizo en la oscuridad, y ella también se había transformado, con unas líneas elegantemente femeninas, con unos sorprendentes ojos azules. Ella continuó lamiéndole pero esta vez en su vientre, y mucho más abajo. Ella se dio la vuelta ofreciéndole su cola. De repente Hunter se transformó en lobo. Él iba y venía poniéndose en medio de Red y de Magda hasta que sus pelos se erizaron: Mantente alejada. El lobo Magda me miró yo lo comprendí: yo soy alfa y aquí se siguen mis reglas. Voy a tenerlos a ambos como mis compañeros y tú te quedaras de pie mirando, perderás a tú marido y perderás al hombre que era tú amante. Red me había dicho que el virus estaba en mí. Y me había dicho que podía cambiar. Pero ¿cómo?. Tendría que a ver algún tipo de predisposición. ¿Tendría los genes correctos, los de la magia y la intuición?. Veía como Red gemía, he intentaba con todas sus fuerzas resistirse, estaba dividido entre el instinto y algo más, algo que hacía que se detuviera, temblando por el esfuerzo de resistirse al olor del celo en sus propias narices. Hunter no tenía tales escrúpulos. Se abalanzó agarrándose al cuello de la hembra y la montó. Luego alzó la vista, aún tenía un brillo de humano en sus ojos. Algo que encontré divertido. Me quite la ropa, siendo esta vez más consciente de mí misma. Absurdamente me pregunte si mi estomago se convertiría en el estomago de un perro. Inhalé profundamente para hacer mi vientre más plano, pero enseguida un calambre agudo recorrió todo mi abdomen. “Ignóralo”. Cerré los ojos tratando de despertar algo en mí. Rabia. Dolor. Celos. Algo lo suficientemente fuerte para hacer surgir mis sentimientos más primitivos. Pero había demasiadas emociones, pero la principal emoción que estaba sintiendo en esos momentos, allí desnuda, en la alfombra de la familia Barrow, con todos los muebles a mí alrededor, era la de estúpida. Iba a dejar una mancha en la alfombra. Pero entonces Red, mi leal Red, se acercó hacía mí, y me lamió la palma de la mano para luego agarrarme de la muñeca y tirar de mí hacia la puerta. -No, Red. No quiero irme. – dije. Estaba cansada de ser una niña buena. Quería mi turno de ser una perra cabrona. Pero él me mordió más fuerte y no tuve más opción que seguirle. Gruñendo y gruñendo, mordiéndome más fuerte me sacó de la casa. Por un momento, me sentí aliviada de poder respirar aire fresco y no ese olor a rancio y a hostilidad. Me di cuenta que estaba completamente desnuda a la luz de la luna, en el

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porche de lo que había sido antes mi casa. Yo acababa de perderlo todo por culpa de Magda, incluyendo mi camisa. Mierda. Red se sentó sobre sus patas traseras, moviendo la cola como si hubiera hecho algo maravilloso. Me volví hacia él, frustrada y con rabia hirviendo por mi sangre. – No, no, estúpido perro sarnoso, malo. Le perseguí, demasiado furiosa para preocuparme por el espectáculo que estaba dando, Red volvió. Yo nunca había querido matar a un perro hasta entonces. - ¡Ven aquí! Vuelve ahora mismo…- Red estaba usando de perro juguetón, se trataba un juego para él, poniendo se sobre su patas traseras y levantando su columna, moviendo su cola con mucho optimismo.- No, no estamos jugando. Esto no me hace gracia.- Ahora huía de mí, buscándome tímidamente por encima de su hombro. Me abalancé sobre él, agarrándole la cola, pero se me escapó, gruñendo en signo de burla y moviendo la cabeza de un lado a otro, como si estuviera tocando algún juguete imaginario. - Estoy harta. No es broma. – gritaba y temblaba de furia, enseguida comprendí que no podía parar de temblar, que los temblores me sacudían por todo mi cuerpo, además de una sensación extraña, como sí me hubiera hecho efecto una anestesia. La primera contracción me tomó por sorpresa, y me detuve en seco. Incluso con los brazos y piernas entumecidas, el dolor era increíble. Me sentía como si tuviera los peores dolores menstruales, que siempre había sabido como atenuarlos, miré a Red, que estaba a mí lado ahora, sus ojos lobunos me miraban con preocupación. Intenté decirle que me dolía apero no era capaz de articular palabra alguna. La segunda contracción fue más difícil, el dolor era muy fuerte tanto que hizo que cayera de rodillas mientras gritaba. Con la tercera contracción, sentía que el dolor salía de dentro hacia fuera, después le siguió una cuarta y quinta contracción. Todo pensamiento coherente ceso, deje de pronunciar cualquier sonido, entonces sentí como algo en mí se rasgaba y pensé que de esta no iba a sobrevivir. Pero al cabo de un rato, el dolor empezó a menguar, y abrí los ojos, exhausta. Algo ocurría con mi visión, pues lo veía todo gris y borroso. Intenté ponerme de pie pero mi cuerpo no respondía como yo esperaba. Entonces por fin me di cuenta el porqué. ¡YO ERA UN LOBO! ¡ERA UN LOBO! Y Magda fue a mi encuentro, era un lobo enorme.

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Capítulo 35 No era justo, yo era más pequeña y más débil, pero la nueva idea de correr a cuatro patas me gustaba. Magda era un lobo superior. Esta empezó a rodearme flanqueada por el infiel de mí marido. Empezaba a echar de menos el don de la palabra. Tendría que a ver alguna manera de comunicar nuestros sentimientos sin derramar sangre. ¿No podría ella simplemente llevarse a Hunter, yo quedarme con Red y marcharnos a casa cada uno por su lado?. Y así se lo dije a Magda. O por lo menos eso es lo que yo pensaba. En voz alta lo que dije fue: gemido y quejido. Red me miró, y puso sus orejas hacia atrás. Orejas hacia atrás, eso era una señal, ¿pero qué quería decir?. Magda se abalanzó sobre mí y me propino un golpe cerca de mi hombro izquierdo que me lanzó a cierta distancia. Las orejas hacia atrás significaban protegerse uno mismo. Maldición. Ya lo sabía. Magda estaba acechándome, mientras yo me movía suavemente para guarescerme detrás de un muro, sentí que alguien se movía detrás de mí deslizándose hacia un lado antes de que mi marido intentara morderme en mis cuartos traseros. Había conseguido mantenerse en forma de lobo completamente, aunque seguía cojeando en sus patas traseras. Le gruñí, me indignó que me atacará furtivamente y que me arañará mi lado derecha antes de que Red me apartará, agarrándolo por debajo del cuello, beneficios de ser más pequeño. Pero Hunter metió su hocico y golpeo a Red, entonces Magda estaba sobre mí, el collar de su cuello sobre mí, con su cabeza mirándome y gruñéndome. No sabía exactamente como había terminado dando con mi vientre en el suelo. Pero me di la vuelta tan rápidamente que no dio tiempo a pronunciar la palabra “sumisa”. Magda estaba sorprendida porque no contaba con eso. Ella y Hunter me mantenía olisqueándome, tratando de llegar hasta mí, para que me levantara y me apresaran como un lobo. Pero no quería que los colmillos de la mujer alfa me rajaran el cuello, por eso mi postura de humillación parecía que les obstaculizaba el camino para hacerlo. Red caminaba hacia atrás y hacia delante, con la cabeza agachada, tratando de averiguar qué hacer cuando su compañera de equipo se había lanzado al juego. Me di cuenta, que eso era lo que estaba haciendo. Permitir que la zorra ganara. Tan pronto como mis pensamientos se volvieron agresivos, me moví saliendo del suelo y atacando al macho, es decir a Hunter, mientras Red distraía a Magda, el luchador más experimentado. Por unos momentos, los dos cooperamos como un equipo. Entonces oí un grito profundamente doloroso de Red. Cuando me volví para mirarlo, vi que Magda

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le había arrancado un trozo de oreja. Creo que lo que sucedió me sorprendió incluso a mí. Me lancé sobre Magda, pasando por encima de Hunter, mis dientes directos a su oreja. No estaba pensando en la Biblia, lo juro. Fue un momento de pura venganza sangrienta, el momento en el que vi un momento de vulnerabilidad y fui a por ello. Apresé su oreja entre mi mandíbula y su dolor fue música celestial para mis oídos. − Basta. – había una mujer debajo de mí. Una mujer lobo. No podía comprenderlo. Entonces sentí la mano de un hombre sobre mí, levantándome el hocico hacia su cara. − Abra. – los ojos del macho eran más pequeños. Mi miró como si estuviera tratando de pensar en la manera de concederme el derecho. No había desafío en su mirada, pero aún así me miro distante. Había sangre chorreando por el lado de su oreja y quise probarla. – Ella es un problema. – Oí que el pequeño humano se lo decía a la mujer lobo- No hubo manera de llegar a tiempo para su primer cambio. − Sal fuera de mi vista y de mi territorio. Y quédate afuera.- ella tenía un corte en el lado de la cabeza, y su mirada era de furia. Había otro hombre junto a ella, humano, pero tenía un olor de canino. Él me era familiar, pero cuando él me miró, sentí una bocanada de rabia teñida de lujuria. El olor femenino era demasiado, ella volvió a gritarle al hombre, algo sobre que me sacará lejos. Él dijo que necesitaba regresar para recoger nuestras ropas. Sentí la piel del humano en mi cuello, siendo un gran consuelo. Él me llevó a través de la noche y luego me metió en una habitación metálica. Un coche. Recordé. Se miró a sí mismo. Él seguí a sangrando por el corte de su lado, en la oreja, y también en el antebrazo. Le gemí y él se agachó por lo que pude acceder a él fácilmente. Lamí la sangre hasta que quedó limpia, me paré y seguí lamiendo la cara. La cara de Red. Por fin recordaba eso. − Oh, doctora, si supieras que significa. – la mano del humano me acarició y frotó los músculos de mis hombros, y luego me acarició detrás de las orejas. En mi extraño estado de visión de tonos grises y olores, podía sentir a Red como se unía a mí, como si fuera mi compañero. Pensé que era una buena idea. Podíamos formar una nueva manada. Traté de decírselo, pero él me mantenía apresada tratando de colocarme un pañuelo sobre mí cabeza. Yo me eché hacía atrás pensando que era un juego, pero entonces me di cuenta que era una especie de sumisión hacia él. Así que deje que me colocará el pañuelo y cuando me cubrió me sentí diferente.- ¿Doctora? ¿Abra?. Yo era humana otra vez, lo suficiente humana para sentir vergüenza pues estaba desnuda de cintura hacia abajo. La herida de mi muslo casi se había curado, sin embargo, tenía pequeños cortes en el brazo que vi como se iban curando poco a poco. Wow. No era de

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extrañar que Malachy quisiera experimentar con este virus.- ¿Quieres estar conmigo, Abra? − Sí.- Red condujo por la carretera, pero para mí sorpresa se detuvo a medio camino de la colina. Sin luz dentro del coche no podía distinguir sus rasgos. Volviéndose hacia mí, Red respiro profundamente. − Tengo que recoger algunas cosas en mi cabaña ahora. Por la mañana, ella no me dejará volver. Mi casa está demasiado cerca de la propiedad de Hunter. Ella se siente amenazada por nosotros. − Pero es tu casa. Ella no puede echarte.- Red me miró extrañado. − Por supuesto que puede. − me llevó un rato comprenderlo − Oh. − No me llevará mucho tiempo, Doctora. Espérame en el coche. − Puedo ir contigo. Para ayudarte con las cosas. – mi voz sonaba bastante segura y me sentí orgullosa. Salimos fuera del coche y me tropecé. Red tomó mi mano mientras caminábamos por el bosque, cuando llegamos a la cabaña me soltó la mano y me senté al lado del su cama pero en el suelo. Doble mis piernas y fingí que no tenía frío al sentir el suelo helado en mi culo desnudo. Red se movía con eficacia de un lado a otro, mientras lanzaba pequeñas botellas y las cartas del tarot en su mochila. También había algo enrollado, una especie de piel, envuelta en cuerdas y con símbolos de color purpura garabateadas. − Sólo será un minuto. − Claro que sí. ¿Tienes baño?. – porque en mi última visita no oficial no lo había visto.- La mirada de red me lo dijo todo − Lo que pasa es que esta en la parte de atrás…soy algo así como un trotamundos. − ¿Con equipo de música? − Baterías. Escucha, Abra, no quiero que te lleves una mala impresión de mí. Quiero decir, que es una casa, por lo menos está limpia. − Para ser honesta… lo que de verdad necesito es agua corriente. Para lavarme.Red se aclaró la garganta.

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− Tengo un fregadero aquí. Yo puedo traerte agua. − Tenemos prisa, ¿no? − Creo… bueno siempre que salgamos a la noche. – los ojos de Red recayeron en mi regazo desnudo para mirarme fijamente después.- ¿Quieres que nos bañemos juntos?- Ahora era yo la que se puso roja. − De acuerdo. – dije. Le observé mientras echaba leña a su estufa de leña negra, luego se fue para el fregadero, después empezó a trabajar en la bomba del agua, para llenar el fregadero. La habitación empezó a caldearse, mientras Red llenaba una olla de agua para ponerla encima de la estufa. Fue a buscar lo que parecía un enorme barreño y lo puso en el suelo. − ¿Es eso una bañera? − Es lo que uso como bañera. − ¿Voy a sentarme ahí dentro? − Esa es la idea.- Esto era como la pequeña “Casa de la Pradera”. Excepto por la mirada de Red.- ¿Estarás bien? Voy a ir a cortar algo de leña. − Bien. − Y estaba más que bien. Me encantaba verlo. Me encantaba los movimientos tan fáciles y gráciles que tenía, los ojos tan sinceros que mostraba. Me encantaba ver su cuerpo embutido dentro de sus jeans, como se le marcaban los músculos de los brazos y de la espalda cuando cogía los troncos de leña. −¿Te estás asegurando de que no me corte una mano? − Solo estoy mirando.- ¿Cómo podía dudar de su inteligencia?. Él no necesitaba un doctorado para probarme y probarse a sí mismo. Red era un lobo inteligente, un coyote inteligente. Él quizás leyese libros del oeste, o quizás nunca impresionaría a mí padre en una charla sobre las técnicas de suspenso de Hitchcock, pero si viniera el Armagedón, Red te salvaría. − ¿Abra?- estaba agachado en el barreño a modo de bañera vertiendo el agua de la olla. Mo había más que unas cuantas pulgadas de agua. − Sí. − El baño está listo.

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− Eso no es un baño. − Yo estoy a cargo aquí, ¿recuerdas?- de un salto me metí dentro, todavía llevaba puesta la camisa desgarrada. Red me la quitó y por un momento me quedé mirándole mientras mis pezones se iban poniendo duros. − ¿Te duele? − No. Debería, pero no me duele. − Al menos que estés mortalmente herido, el cambio tiende acelerar el proceso de curación. – Red cogió un paño de franela. − ¿Puedo?- yo asentí y él comenzó a lavar mis brazos. Incliné la cabeza hacia atrás, a continuación Red levantó mi pierna, frotándome con el paño la pantorrilla y luego el muslo superior. Yo jadeaba, mientras me recuperaba de las sensaciones. De ninguna manera podíamos considerar esto un baño con esponja. Red me miró.- Lo siento. Conozco las reglas, no vas hacer el amor conmigo. Será mejor que deje esto. − Red, esta noche he cambiado. − Lo sé. Lo vi. En cuanto a lo otro también cambie de idea. La parte de enamorarme de ti. También ha cambiado.- La luz penetraba en sus maravillosos ojos. − Abra. − Por favor, muéstrame lo que viene después.- Red se arrodilló en la bañera de estaño, sus manos acariciando mi piel. - Dios, nos sabes lo que me gustaría, pero es la primera vez que has cambiado, y es como si ahora tuvieras la resaca después de una borrachera.- yo silencie su boca con mi mano. − Ahora voy a besarte. − Y habrá lucha… − Podemos hacer eso también. – Red se apoderó de mi muñeca − Abra no. No eres tu quien habla sino tus hormonas, y aquí soy tu maestro.- Me agité y le besé, ignorando el dolor de mi muñeca. No, peor. Me gustó. Me gustaba que hubiera algo que no fuera la gentileza de este hombre. Tal vez si yo no fuera tan suave,

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pensé. Podía sentir el calor de nuestros pechos desnudos, sentir como mis pezones se ponía duros con el rocé de su pecho peludo.- Abra. -Antes de que pudiera respirar, me había sacado de la bañera, colocado en la cama y se había puesto sobre mí. Sus manos estaban en mi pelo, con su pulgar me acariciaba la comisura de mis labios, mientras me besaba en los labios, en la mandíbula, en la comisura de mis ojos. Pero lo que surgió como pasión se fue convirtiendo en fuego salvaje, tiró de mi pelo para descender su cabeza y morderme entre el cuello y el hombro. Sentí el deseo circulando por él. − No sé que me está pasando. Ayúdame.- Vi que su rostro cambiaba. − La luna esta influenciándote. Vas a volver a transformarte. − Oh, infiernos, no. – dije recordando el dolor agonizante. − La segunda vez no es tan doloroso. Y si tenemos luna llena, hay maneras para que la transformación no sea tan dolorosa, será…- Red hizo una pausa- agradable.- me puse de pie sobre mis rodillas, agarre la parte posterior de sus vaqueros, y lo apreté contra mí con tanta fuerza que se me escapó un suspiro. − Hazlo. – le supliqué. Nuestros ojos se encontraron y enseguida nos besamos, un beso largo y apasionado, lleno de hambre, demasiado desesperado, conscientes del peligro fuera de la puerta y la necesidad de rapidez. Red cogió mi cabeza entre sus manos, los dientes se aferraron en mi labio inferior, pasó a lamer mi oreja y luego más abajo, localizando mi pulso en el cuello. hundí mis dedos en su pelo mientras se inclinaba para lamerme el hueco de la clavícula, entre mis pechos, su boca cerrándose entorno a mi pezón con tanta suavidad que quise gritar. Yo quería decirle que No, que así no me gustaba, no lo quería siendo humano y considerado, quería que me cogiera duro, y fuerte. De repente Red alzó su mirada con sus ojos de oro quemando, sus dientes se aprisionaron un pezón, succionándolo fuerte y duramente, y aún esto no era suficiente para clamar mi deseo y mi pasión, quería liberar al lobo que había dentro. Tiré de su pelo, y me miró. Con la cara roja de puro deseo y lujuria. − Qué ocurre? − Ayúdame. – mi Red, mi tierno Red, se desabrochó los botones de la bragueta, me agarró las muñecas muy fuerte y me separó los muslos para poder acceder más fácilmente dentro de mí. Por un segundo nos congelamos, mirándonos uno al otro, un poco sorprendidos de estar aquí, y de poder hacerlo al fin. No podía creer lo que estaba sintiendo, me estremecía solo de pensarlo. Entonces, sosteniéndonos la mirada Red http://novelvampir.blogspot.com/

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entró en mí. Una, dos veces, cada vez más profundo y más fuerte, sabía que tendría que dolerle un poquito a él también. Volvió a entrar en mí, sus pantalones por mitad de las piernas, su cara llena de atención, sin preocupaciones. Cerré los ojos hincando los talones en la cama, y agarrándome a su cintura con las piernas. Mi necesidad era horrible. Quería que me doliera más. Necesitaba sentir más dolor. Red me levantó la pierna y se hundí muy profundamente en mí. Entonces me di cuentan que era lo que quiso decir cuando dijo que Hunter podía dañarme. Esto no era sólo un hombre haciéndome el amor. Era alguien que podía romperme los huesos, había energía sobrenatural por todo su cuerpo. − Espera, tengo que quitarme los jeans, me molestan. – lo observé mientras se quitaba los pantalones y dejaba al descubierto sus muslos. Desnudo, se estremeció, cerró los ojos como si estuviera luchando para evitar el cambio. − No puedo. No puedo seguir adelante. Mejor que te des la vuelta.- No quería hacerlo. Quería verle. En algún momento de esta noche, que había sido tan hermosa para mí, no podía soportar la idea de no verle transformándose.- Abra, por primera vez, no tengo control. Tienes que darte la vuelta. − No necesitas controlarte. Yo me transformare contigo, Red.- sus pupilas se redujeron a dos puntos luminosos, los ojos de un lobo en un rostro humano. Lo vi que hacía esfuerzos manteniendo apretada la mandíbula, tanta fuerza hizo que un musculo sobresalió por su mejilla.− Abra, estoy cerca de mi transformación. No soy capaz de retenerme por más tiempo. Y si uno de nosotros cambia antes que el otro, lo que haremos será algo que es ilegal en este estado. − Oh.- le permití que me diera la vuelta. La lana de su colcha India, me raspaba el vientre. Red se colocó detrás de mí, levantando mis caderas, luego fue penetrándome muy despacio, sus brazos temblando a cada lado de mis caderas, fue entonces, sin mirarle a los ojos, que sentí lo que estaba ocurriendo, la oleada de calor, y la transformación de sus huesos. Sólo que esta vez el dolor nos cogió prevenidos. − ¿Estás bien?. – Su voz sonaba ronca.- intenté abrir la boca para contestarle pero no pude, así es que traté de comunicarme a través de mi cuerpo, arqueándolo. – No quiero asustarte, doctora.- mire sobre mis hombres y me encontré directamente con sus ojos, sintiendo su aliento, sin sentido, en un lugar donde sólo dominaban nuestros instintos animales, excepto en este momento, en el que mis músculos se iban

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transformando yo era consciente de que este era Red. Red, quien me amó lo suficiente para luchar por mí. Red me agarró de la barbilla estampándome un beso fuerte, triunfante. − Tiene que ser ahora, Abra. – me sorprendía que aun pudiera hablar. Y yo quería que dejara de hablar. Nada de palabras. Las palabras me recordaban a Hunter. Red y yo no necesitábamos recurrir a las palabras en la cama. Sentí el abrazo firme de Red, penetrándome. Me perdí la noción. Olvidé la cama, la cabaña, los peligros que nos acechaban afuera. Sentía a Red en mi interior, a un ritmo constante que me alejó de cualquier otro pensamiento, él cambió el ritmo intentando llegar aquel sitio donde mayor placer me daba y donde más sensaciones me mostraba, mis pechos, pezones, vientre y el corazón; y era insoportable, tenía que llegar al orgasmo o me vendría abajo. Entonces Red se inclinó para morderme en la parte posterior de mi cuello, hincándome sus dos colmillos y liberándome en una alegría salvaje.

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TERCERA PARTE Capítulo 36 − Esto es una gran desventaja. Red me besó en la parte de atrás del hombro. Estaba medio de lado sosteniendo gran parte de mi peso y yo me sustentaba sobre mi estomago con mis manos en la cara. No era exactamente la postura tradicional después de a ver hecho el amor, pero tampoco estábamos en una situación muy normal. Bueno, era tradicional para los caninos. − Quieres decir que se quedan pegados?. Sólo han pasado unos minutos. Me gusta. − No te preocupes los perros no se avergüenzan después. − Podríamos tomar ventaja de esta postura. – murmuró Red mordisqueándome la oreja. Él yacía detrás de mí, la cama desecha, y yo me sentía radiante de haberme unido a él. Nunca había sentido nada igual antes, cachorros borrachos de amor. Era casi mejor que el sexo, aunque el olor almizclado a sal que desprendían nuestros cuerpos después de a vernos acostado me hacía pensar que tendría que repetir la experiencia por segunda vez. − Red debió de a ver pensado lo mismo, porque sentí su miembro crecer dentro de mí. Sentí el cosquilleó del cambio más rápido que la última vez, una sensación que se asemejaba a ponerse los pelos de gallina por todo el cuerpo. Mire por encima de mi hombro y me topé con los ojos de Red. Me apartó el pelo de la cara mientras sonreíamos, sin palabras, solo con el don del amor y del sexo. Toda esta diversión, todo este estado físico y mental era más lento, haciendo arder nuestras almas, haciéndonos libres. Yo siempre había pensado que este tipo de sexo, la clase de sexo que te vende en los cruceros, latas de sopa, sabanas de seda y unos saludables miembros, era todo invención de Hollywood. Pero era real y mío.

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Estoy seguro que me odiaras por esto, doctora. Pero si pudiéramos, sería mejor que nos moviéramos. Si nos quedamos demasiado tiempo será suficiente para Magda. − ¿Qué quieres decir? − Lo que quiero decir, es que ella nos quiere fuera de su territorio. Y es mejor que no nos pillen aquí después de ponerse el sol. − ¿O qué? − Doctora, si seguimos discutiendo sobre ese tema en esta posición no saldremos de aquí hasta el mediodía. Me tientas demasiado.- Intentamos separarnos y al final tuvimos éxito. − No ha dolido después de todo.- Red me dedicó una sonrisa un poco triste. Habla por ti. – me pregunté si estaba o no de broma. Al menos los perros no tienen que preguntarse qué opinan unos y otros. Red se colocó los pantalones y agarró una maleta pequeña. − No necesitas mucho − Solo lo necesario. Regresamos, y durante el camino íbamos muy serios. Lo que estaba ocurriendo era grave. Pero aun así ni Red ni yo podíamos borrar esa cara de felicidad de nuestras caras. Yo era una chica loba y él un chico lobo enamorados. En algún lugar de todo este lio tendría que a ver algo de dolor por la pérdida de mi antigua vida, pero tener a Red cerca mantenía el dolor alejado. Nos íbamos dando besos en todos los semáforos que estaban en rojo, incluso en todos aquellos caminos que estaban vacíos. Enfilamos hacia el camino principal del Castillo de la Bestia, sus dedos cálidos acariciándome la piel en aquella fría mañana. − Espero que mi madre este en la cama todavía. No creo que pueda esperar hasta llegar a mi cuarto. − Ah, el primer cambio. No hay nada mejor que eso. − ¿Quieres decir que no será siempre así? − Bueno, siempre que te encuentres con la luna, te sentirás que estarás de suficiente humor como para practicar algún deporte sangriento y sexo. A veces ambos. Pero la metamorfosis inicial siempre es más intensa. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Así es que no sea suficiente para mí.- Red levantó una ceja. − Cuidado niña, llevo haciendo esto más tiempo que tú.- torcí mis manos en su cuello- ¿Crees que puedes manejarlo?- mi amante respondió con una amplia sonrisa revelando todos sus dientes blancos y afilados. − ¡No me puedo creer esto!. ¿Dices que puedes cambiar una parte de ti?- los ojos de Red brillaron como la del lobo. − Se necesita práctica. − Wow, quiero intentarlo. − Serás rápida con el estudio, algo bastante raro en tu primer cambio, como lo has hecho hasta ahora. – Red seguía mirándome pero sin prestarme atención. − ¿Qué ocurre? − No lo sé todavía. Shh. – los dos nos quedamos escuchando atentamente, la sensación de una tranquilidad oscura empezaba a surgir desde el este. En algún lugar rugía un motor. Cerca de nosotros se empezó a levantar una brisa, y un pequeño roedor se quedó congelado en el mismo sitio presa del miedo. Algo iba mal. − ¿Red?- él miró más allá del patio. − ¿No había perros en la perrera aquí? − Por supuestos. Tú me ayudaste a darles de comer. − Están muy callados. − Normalmente no los sueles oír si estas fuera de la perrera.- la mandíbula de Red se tensó− Yo sí. − nos acercamos a la pequeña zona habilitada para las jaulas de los animales, para facilitar las visitas y a más caninos. La puerta aún estaba cerrada pero la cerradura había sido arrancada. − ¿Qué es esto, Red? ¿Vándalos? − Quizás. − Una vez que entramos dejé de pensar con claridad. Había una autentica confusión de cuerpos peludos esturreados por el suelo de cemento, cuellos retorcidos, mandíbulas abiertas; y muchísima sangre por todos lados.

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El perro Akita había muerto cerca de la puerta de la casa, le había arrancado la garganta. El rottweiler estaba en una esquina, su sangre corría a través de un reguero hacía el desagüe de su jaula. − ¿Qué es esto?- el olor a cobre y a carne era tan fuerte que era como si la estuviera probando. Seguí pensando que se trataba de vándalos, tal vez peleas de perros clandestinas. − Abra, tal vez sea mejor que esperes aquí mientras hecho un vistazo a la casa.entonces me di cuenta que todo esto lo había hecho Magda, todo era mi culpa, mi responsabilidad, por a ver seducido a Red en vez de a ver salido de la cabaña tan pronto como ella quería. − Oh, Dios, ¿este es el castigo de Magda?- Red se acercó acariciándome la cabeza. − Vamos avanzar los dos a la vez. Dame la llave. Mira a ver si algunos de los animales aun sobrevive mientras miro en la casa.- Empecé agacharme para socorrer a uno de los mestizos, una hembra de ciervo con cara dulce a la que había llamado Feliz, fue cuando vi lo que había sucedido de verdad. No era necesario ir de víctima en victima pues el único latido de corazón que podía oír era el mío, y Red también lo había sabido. Así es que la única cosa que se me ocurría era que me estaba protegiendo de algo. Me puse de pie mientras mis rodillas temblaban. Un grito alto y claro y de mujer sonó en el inmenso silencio. Mi madre. Corrí hacia la puerta principal viendo que la puerta estaba abierta. Me detuve en el hall con sus escaleras españolas, sin saber hacia dónde ir. Cuando iba a subir por las escaleras oí un ruido metálico como si hubiera caído algo al suelo y me dirigí hacia la cocina. Recordando viejas películas de policías, me apagué a la pared para ver exactamente en el problema en el que me iba a meter. − No eres muy buena intentando entrar a hurtadillas, Abs. Te puedo oír desde aquí.- me detuve sorprendida con la mano en la boca.- Vamos, sal de ahí. Vamos, querida. Puedo olerte. Y es un olor interesante también. Salí a la luz de la cocina y lo que vi fue tan impactante que me quedé en la puerta de la cocina con la boca abierta. Hunter, en cambio, no parecía en absoluto sorprendido. − Hola, Abs. – Dijo sin levantar la vista de lo que estaba haciendo. − ¿Todavía comes verduras o estas de humor para un poquito de carne?

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Capítulo 37 Durante un momento pensé que Hunter estaba cocinando la cena o un desayuno delicioso, pero su inesperada docilidad me detuvo en seco. Pero allí estaba, aun con la barba pero vestido con una camisa burdeos de manga larga y unos pantalones negros, cortando carne en la mesita auxiliar mientras que en el fuego tenía puesta una olla que hervía con algo dentro. − Hunter. – su nombre me salió como un chirrido, él me sonrió. − Te has tomado tú tiempo.- sus manos eran habilidosas con el cuchillo, teniendo en cuenta lo poco aficionado que él era en la cocina. Al principio pensé que estaba cortando pollo o tal vez conejo o gato. − ¿Qué estás haciendo aquí, Hunter?- un grito me hizo saltar y girarme, pero Hunter se limitó a seguir cortando y fileteando la carne. − ¿Qué fue eso? − los ojos de Hunter, cuando levantó la vista, eran de un tono feísimo de amarillo, que nunca había visto antes. − Era un grito. En cuanto a lo que estoy haciendo aquí, bueno creo que es obvio. Estoy haciéndome con la casa. De todas formas debía de a ver sido mía, ya sabes. Y ahora es mía.- para entonces ya me había dado cuenta de que lo que estaba encima de la tabla estaba siendo despellejado y abierto en canal. - ¡Eres un cabrón!- le siseé- ¿por qué estás haciendo esto?- el cuchillo laceró otra articulación. − Porque me lo debes. − ¿yo te lo debo?- la sonrisa de Hunter era pura malicia. − Sí, Abra, me lo debes. Por todos los años que mi padre subvencionó tu puta carrera, mientras que tu madre se gastaba todo su dinero en gatos. Me lo debes. Por arrastrarme en la mierda año tras año, porque te negabas ayudarme para que mi vida mejorara, mi carrera. − Estaba absolutamente sorprendida. No entendía nada. ¿Qué cambios? ¡Qué era lo que Hunter quería que hubiera hecho y rechacé? − Hunter, no tengo ni idea de lo que estás hablando. ¿Significa que no le pedí dinero a mi madre? − Hunter se movió por la mesa auxiliar, y ahora no había nada que se interpusiera entre él, yo y el cuchillo. http://novelvampir.blogspot.com/

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− Oh, cariño, no olvides a tú padre. ¡Te has preguntado alguna vez si alguno de sus contactos me hubiera servido para mi carrera? ¿Alguna vez me has ayudado para alcanzar la cima?. − A él no le gustabas. Y a mí madre tampoco. ¿Qué se supone que iba…?- el cuchillo pasó volando por mi cara y se calvo por encima de mi cabeza en la pared. Hunter colocó sus brazos en la pared aprisionándome, luego se inclinó escupiéndome mientras me hablaba. − Tal vez no me defendiste lo suficiente. Tal vez era mejor tener a papá y a mamá por un lado y por otro lado tenerme a mí. O tal vez sólo pensantes en ti misma. Esta vez el grito fue cortado lo que aproveché para darle un rodillazo a Hunter entre sus piernas, y poder escapar mientras se desplomaba al suelo. Corrí por las escaleras, y aunque tropecé un par de veces logré llegar hasta la habitación de mi madre, abriendo la puerta con tal fuerza que casi se empotra contra la pared. − Mama!. – pero no era mi madre. Era Magda, a medio vestir con un vestido de mi madre de lentejuelas de Bob Mackie, que mi madre llevaba en los años 80. Su pelo corto oscuro con algunas canas parecían inapropiadas para el vestido tan llamativo. Parecía la villana de Disney, lista para su primer plano. − Oh, hola Abra, querida. Necesitaba a alguien que me subiera la cremallera. – Magda se volvió hacia mí, vi que se había manchado la esquina de su preciosa oca con lápiz labial. Pero no era pintalabios era sangre. Ella lo había preparado todo para mí. Era parte del papel, ella era la estrella. − ¿Dónde está mi madre? − Oh, ¿eso teñido de rubio era tu madre?. Me temo que tu novio se la ha comido.Magda hizo un gesto hacia la cama, allí había un montón de trajes de mi madre además de vestidos antiguos de Piper LeFever la estrella de cine, encharcados en sangre. − ¿Dónde está? − Algunos hombres pierden el control en el cambio. ¿No lo sabías?¿o eras tan inocente que pensaste que era todo tan divertido?.- Magda se inclino tanto hacia mí que podía olerle el aliento a carne cruda. Me agaché para mirar debajo de la cama, hiperventilando y llorando. – Hunter esta algo enfadado contigo ¿No?. El lobo en él ha estado despertándose poco a poco. Y ¿adivinas qué?. En el fondo, el instinto y la pasión tiene sus reglas, tu marido te ha estado despreciando durante muchos años.- estaba

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respirando con dificultad, casi lloriqueando, pero entre el pánico y el shock, en mi cabeza ya no estaba la vocecita de la monjita. Ella estaba haciendo esto a propósito. Se trataba de una película y era en mi beneficio. Mire a Magda entre una cortina de lagrimas y odio. − Te lo voy a volver a preguntar una vez más, Magda. ¿Dónde está mi madre? − No sé donde se la llevó tú coyote. Sigue el reguero de sangre o haz que tu nariz trabaje. – Magda se volvió hacia el espejo admirando como el vestido le sentaba y le realzaba los pechos. - ¿Crees que podría quedarme con este?. En Rumania no hay necesidad de vestirse con estas ropas. Pero puede ser que tu marido y yo disfrutemos aquí un tiempo. La miré con ira sintiendo como todos mis sentidos se agolpaban dentro de mí. De repente noté un olor a almizcle que provenía de su excitación. Quería que la atacara y que la tumbara. Pero yo había captado el reguero de sangre, y mi visión afilada había capturado los rastros de sangre en la madera oscura y el piso de baldosas. Mi mundo se había reducido a la lesión de mi madre, a las machas oscuras de sangre que salpicaban de forma desigual por las paredes y el suelo. Encontré a mi madre desnuda en mi cama, su piel era demasiado pálida en contraste con mi habitación infantil. Alguien le había colocado una venda alrededor de la muñeca derecha y mi madre acunaba su muñeca contra su pecho. Red estaba acurrucado en una esquina, tan lejos como pudo ponerse de mi madre, envuelto de forma incongruente en una enorme túnica de mi madre, alrededor de la cabeza llevaba puesto un pañuelo de flecos. Estaba claro que estaba desnudo. −¡Mama, Red, oh dios mío!. ¿Qué está pasando…? − Abra. – La voz de mi madre era débil, irreconocible. − Lo intentó para ayudarme. − me volví hacia Red. − Ayúdame a envolverla con ropa y saquémosla de aquí.- Red negó con la cabeza como si empujará algo lejos de él. − Doctora, esto está lleno de sangre y ya he cambiado dos veces esta noche. − Red me dijiste que eras un cambia formas, puedes controlarlo. − No. No puedo. − me acerqué a mi madre, y por primera vez en mi vida sabía que no estaba actuando. Puse mi dedo en el pulso de su cuello. − ¿Qué significa esto, mama? http://novelvampir.blogspot.com/

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− El no es mi amante, ni es de mi familia. En estos momentos, todo lo que soy para él es carne fresca, y si se levanta, lucharé para evitar que termine lo que ha empezado. − Miré a Red, pálido y temblando como un drogadicto. − Es eso cierto?- le sonrío con una sonrisa triste. − Resulta que a tu madre le gusta investigar. Sabe una o dos cosas sobre lobos y hombres. − Pero me dijiste que eras un cambia formas. Que la luna no te controlaba.- mi madre levanto su mano buena y vi que le costaba un gran esfuerzo. − Mi niña, no cree en las verdades a medias.- Red rió con voz ronca que se convirtió en tos. O tal vez, fue el ambiente. − Se llevaron mi ropa y me dieron a probar la sangre de tu madre, doctora. Y nos dejaron solos aquí. Mi control es bueno pero no perfecto. Jesús, y el calor no acompaña en absoluto. – dijo sacudiéndose la túnica que ya caía por sus hombros. − Mantén la túnica en su sitio. − Me estoy quemando. − Red no te quites la ropa. Cambiarás. – abrí la puerta del armario y rebusqué entre mis antiguos juguetes, tiré de un poster antiguo de Duran Duran y un par de zapatos de tacón que nunca usaba. − Abra, − dijo mi madre firmemente- no es momento para ponerse a limpiar el armario. − Oh, por dios, mamá. − finalmente encontré la caja fuerte y me puse a dar con la combinación. – estoy buscando el telazol. Lo escondí aquí. − con dedos temblorosos me obligué a relajarme. − Típico. Si no fueras tan paranoica con las drogas no tendríamos que perder tanto tiempo ahora. Abra, tú amigo se está quitando la ropa otra vez. − Red, por favor. − me di la vuelta agitando con una mano el bote que intentaba abrir con los dientes. − No te preocupes, estoy bien ahora.- medio desnudo y más peludo de lo que lo recordaba, Red respiraba con dificultad, jadeando aire.- No podía respirar. Y sabes qué, voy abrir un poco la ventana. http://novelvampir.blogspot.com/

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− ¡No!, Abra hay que detenerlo. Demasiado tarde, suficiente para que al abrir la ventana viera la hermosa luna colgando el cielo crepuscular. Luz de luna. Mierda. Me volví hacia mi madre pero antes de que pudiera decir algo Red estaba encima de ella. Había dejado de ser humano.

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Capítulo 38 Presa del pánico fui hacia mi madre, dejando caer la hipodérmica. Maldiciendo mi propia estupidez, agarre a Red a ambos lados de su boca, por un momento parecíamos un autentico cuadro: mi madre congelada y asustada, y 170 libras de lobo encima de mí. Él trató de mover el cuello para tratar de librarse de mí, pero le di tal puñetazo con la mano libre en su hocico que lo saqué de la cama, pero con un movimiento muy ágil enseguida estaba a cuatro patas. Por un segundo pensé que se lanzaría hacía mí, pero había algo en sus ojos, no era solo reconocimiento sino también malicia. Era como un perro siguiendo a su presa, temblando de entusiasmo, se centro en una sola cosa y solo en esa cosa. Matar a mi madre. Miré directamente a los ojos de Red, tratando de atraer su atención, cuando les oí a mis espaldas. − Oh mira. – dijo Hunter, me volví a mirarlo y vi que su barba estaba llena de sangre- el pequeño de Red y la suegra.- Magda aun vestía el vestido de Bob Mackie de mi madre, riéndose con esa falsa risa que ponen las mujeres a los hombres para atraerles, el tipo de mujeres que sueles oír en los programas de televisión. Ella se volvió y vi que tenía algo entre sus brazos, medio escondido entre los pliegues de la bata. Tenía agarrado a Red de la piel de su cuello, pero él había fijado su atención en una nueva presa. Seguí la línea de su visión, vi lo que estaba buscando: era Pimpernell, el Chihuahua, acunado en los brazos de Magda. Me alegré por esa distracción, pues así pude arreglármela, para tirar del caftán de mi madre y envolver a red con él, mientras se estremecía y volvía a cambiar. Temblando por la reacción y más pálido que antes, permaneció en cuclillas al lado de mis pies, un hombre apaleado por una enorme vestido. − ¿Red? ¿Estás bien?.- cuando me miró con sus ojos desenfocados, aun conservaba el color oro de lobo en sus ojos. − No, él no está bien, Abs. – Hunter me sonrió, disfrutando.- Ee parece a una adivinadora desaliñada y pelirroja. Además tiene hambre, hambre de sangre. − Hunter, ¿Por qué haces esto? Si querías dejarme, ¿por qué no acabar con esto? ¿Por qué ser tan cruel?- hunter me miró con frialdad. − Abs, has pasado los últimos diez años perfeccionando tu pequeña ley de mártir, pero eso ya no va a funcionar más. El tiempo que estuve con Magda me hizo ver a que jugabas. Pretendías hacer mella en mi trabajo, y nunca entendía ese trasfondo de culpa http://novelvampir.blogspot.com/

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que siempre sentía. Me estaba tambaleando en mi trabajo, tratando de atarme a una clase de vida que aborrezco. Incluso cuando traté de explicarte que no podía seguir viviendo más esa vida, te aferraste a mí, lo que me dificultada aún más el cortar con nuestra relación sin dejar de ser un cabrón.- Podía sentir el eco de la voz de Magda en todas estas palabras, y sin embargo, había todavía algo allí, torpe y extraño. Por primera vez vi que Hunter estaba lleno de un odio corrosivo que había estado alimentando todos estos años hacía mí. − Así que ahora te estás convirtiendo en esa gran mierda. Fantástico, Hunter. ¿Ahora te vas a convertir en un asesino? - No seas tan melodramática. – dijo Magda, negando con la cabeza, por un momento parecía una científica europea respetable.- hasta dónde puedo ver, la única persona en peligro es tú madre. Y el único que parece querer asesinar aquí es tu novio.En ese momento miré a Red que había llegado hasta la cama olfateando la muñeca de mi madre. − Tenéis bastantes puntos por a ver asesinado a los perros. ¿de acuerdo?. Así es que marcharos. − Los perros estaban libres y nos atacaron. Fue en defensa propia. Y en cuanto a los gatos…- se encogió de hombros- Simplemente no me gustan. − ¿Estás dispuesto a ser cómplice de un asesinato?- traté de mantener mi pánico alejado- No puedo creer que realmente quieras que esto suceda, Magda. − por el rabillo del ojo vislumbre la hipodérmica que había dejado caer antes, en mitad de la cama. Desvié la mirada tratando de no cambiar la expresión de mi cara. − Antes en la casa, nos dijiste que éramos civilizados. − Magda entorno los ojos. − Eso fue antes de que me desafiaras. Pero bueno, ¿Quieres salvar a tú madre? Marcharos. No os detendremos. − Red esta arrodillado al lado de mi madre examinando su muñeca. Mi madre dio un pequeño gemido. − Hunter, Hunter,¡ no puedes permitir que ella haga esto!. − No te preocupes, doctora. No voy a perder el control. – Dijo Red a través de la habitación- estoy comprobando la gravedad de las heridas de tu madre.- Mi madre trató de levantar la cabeza. − Qué es lo que… Hey, para de lamerme. Para… -Su voz se fue apagando cuando sus ojos se encontraron con los ojos de Red, ella parecía que estaba tranquilizándose. Eso

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me recordó a como los lobos solían hipnotizar a sus presas, dando alguna clase de mirada intimidatoria que les hiciera comprender y aceptar su destino. − Se sentirá mejor. – dijo mientras se inclinaba sobre ella. − No interfieras. – dijo Hunter agarrándome de las muñecas. − Esto se está poniendo interesante. − Forcejee pero su agarré era como el cero. - Red,¡ Red!, ¡Para esto!. Por favor, no le hagas daño. Intenta recordar quién eres. Y recuerda que soy su hija. Por favor, Red, para.- Magda se volvió hacia Hunter. − Los americanos siempre os encanta hablar sobre la muerte ¿no? ¡Qué aburrimiento! ¿También analizaba tu vida sexual? − Hunter se echó a reír. − Ella era una reprimida. − Bueno, yo no lo soy. – Magda levantó la barbilla. Hunter cambio mis muñecas a una sola mano para poder besar mejor a su amante. El perrito gimió al encontrarse aprisionado entre dos cuerpos. Y de repente todo ocurrió a la vez. Magda gritó. − Ouch, este pequeñajo de mierda me ha mordido. – soltó a Pimpernell de sus brazos y esté corrió hacia mi madre. Apoyando sus patitas flacuchas sobre sus hombres empezó a ladrarle a Red. No sé que hizo el pequeño perro hizo, pero debió convencer a Red. Porque lo siguiente que supe es que Red cambio a su forma lobuna, dejo a mi madre y se lanzó con la mandíbula abierta hacía Hunter, todo a la velocidad de un rayo. − Fue un momento maravilloso, ya que Hunter no se lo esperaba y seguía en su forma humana, cayendo hacia el suelo. En esos sesenta segundos interminables, tuve tiempo suficiente para lanzarme sobre la cama y agarrar la hipodérmica. Hunter se transformó, peró, era un animal mucho más grande que Red y muy agresivo. Los pelos del cuello levantados, y aunque Red no daba marcha atrás, estaba claro que Hunter era un animal dominante. − Te has olvidado de mí, Abra. – Magda sonrió, con esos dientes de mandril amenazadores. − ¿Cómo voy a olvidarme de la zorra más grande de esta habitación? − Ten cuidado con lo que dices, niña. Quizás te dé una buena lección. − podía oírlo los gruñidos y gemidos como niños dando círculos, hasta que se lanzaron uno sobre otro. ¿Cuánto tiempo tendría antes de que Hunter acabará con Red? Me puse de pie y

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pude ver a mi madre observándome desde la cama. Pensé en hacer una escena. Hacer una de escenas digna de Piper LeFever, y tal vez tuviera suerte y salir de todo esto. − Te refieres a que no debería mencionarte que eres un dientes largos jugando a los disfraces? O tal vez ¿mencionarte que eres demasiado mayor para tener cachorros? − Soy fértil. Y por eso estábamos allí, de eso sí que me di cuenta. Recordé que Red me dijo que no todos los que eran mordidos por un licántropo se infectaban. Necesitabas algún tipo de predisposición. Tal vez Magda había estado buscando a un compañero durante mucho tiempo para poder salvar la vida de su propia especie. − ¿Tú? ¿Por cuánto tiempo, Mags? ¿Tienes 45 o 46 años? Quizás para una mujer que quiera tener uno o dos hijos, pero creo que tú estás apuntando demasiado alto. ¿No crees?. − No creo que el mundo necesite más niños medio cegatos, asmáticos, y con dientes de conejo. Alérgicos a la mantequilla de cacahuete, y que requieran agarrar un lápiz fuertemente para sus torpes manos.- Me acerqué más a Magda. − Caramba, no sé. Yo tenía un poco mal la vista de pequeña, y tenía dientes de conejo. − Precisamente. − No crees en la penicilina. ¿O tal vez deberíamos dejar que un lobo enfermo lo tratarais vosotros? – su carcajada fue el primer sonido no premeditado que la había oído hacer. − La penicilina ha creado a una generación de débiles. Supongo que en tu trabajo te encanta salvar la vida de los pequeños enanos mutantes como a esos estúpidos perros. Los perros deben ser lo suficientemente rápidos e inteligentes para cazar y matar o deberían morir. Y, sí, la gente también. Necesitamos que nuestros hijos sean fuertes, no que tengan defectos de corazón, los ojos o el celebro. − O sea qué quieres criar niños fuertes y yo salvar a los débiles. − Si. Por eso…− mi condenada bofetada la pilló totalmente desprevenida. Le pegué primero en la mejilla derecha y después en la izquierda, cada vez más fuerte hasta que calló hacía atrás. Hinqué con fuerza la hipodérmica en su cuello que había estado ocultando.

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− ¿Qué has hecho? − Tuve que poner a un perro a dormir toda la noche.- mentí- es sodio clorhidrato. − ¿Cuánto? − Lo suficiente. − Hunter. − se cayó de rodillas. − ¡Ayúdame! − Pero Hunter era un lobo y no comprendía que ocurría aunque sí que olía el olor a algo químico. Gruño y Red se abalanzó sobre él. − No, Red, ¡abajo! − Magda trató de sacar ventaja a mi pequeña distracción, me agarró tirando de mi brazo y presionó más la jeringa de su cuello. − Oh, dios mío. − dijo. Sus ojos estaban muy abiertos y aterrados. − Magda…- en realidad la jeringa contenía solo butorphinol, un sedante, y no estaba segura de lo rápido que actuaría o que efectos podría tener. − Vas a ruinar la vida de los hombres lobos con tus asquerosos genes. – dijo, sus ojos se quedaron en blanco con la cabeza echada hacia atrás. Ella se había desmayado de puro miedo, pensé, no creía tener tan buena suerte. − A mí me gustan tus genes inferiores, doctora. – Dijo Red que había cambiado de forma mientras tanto.- Será un honor mezclarlos con los míos.- me quedé mirando el caftán de mi madre en el que Red se había vuelto a envolver.- No volveré a usar ropa de mujer, no lo volveré hacer. − Bueno, al final me las arreglé para someter a la vida salvaje.- Red hizo un gesto a Hunter, a quién había amordazado con el pañuelo de flecos. − Ahora vamos a ver como esta tú madre. ¿Estás bien, señorita?. Mi madre podía haber muerto por la conmoción, y por la pérdida de sangre, pero que no la llamaran señora Pipe LeFever. Sus cejas se juntaron en una sola, mirando a Red. − Abra− dijo firmemente − Saca a este paleto imbécil de la habitación. Tráeme mi vestido negro. Y, por el amor a Dios, llama al 911 antes de que pierda la conciencia. − Te quiero, mama.

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− Pues a veces actúas como si quisieras matarme.- yo no quería matarla aunque lo hubiera intentado en el pasado. Llamé a la ambulancia pro Red me detuvo antes de que llamará a la policía.

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Capítulo 39 A raíz de un cambio brusco, uno piensa que todo ha cambiado, pero al final todo vuelve a la normalidad. Dejas de pensar en la necesidad de comprar un nuevo gorro para el invierno y preocuparte más por el hecho de que estuviste a punto de perder a tú madre y como, aún tenía una enorme cicatriz en el interior de la muñeca. Eres la primera en discutir cuando ella critica tú nuevo corte de pelo. Entonces recuerdas que tu marido y su novia asesinaron a sus animales a sangre fría y ahora estaba en período de superación, además no podría acoger a más animales hasta dentro de un año. El sheriff, Emmet, resultó ser un hombre de más de siete pies de altura, hosco y taciturno, con unas manos del tamaño de los platos así como una nariz puntiaguda. Cuando me dio la mano, vi que tenía suciedad incrustada en las arrugas de su piel dura y seca, pero cuando se quitó el sombrero de ala Stetson 46, vi que alguien había tallado símbolos y letras en su frente. Le pregunté a Red si creía que alguien pensaba que en sheriff de Northside parecía un pelín raro, él me miró y me sonrió diciéndome que cualquier persona que se encontrará con él nos diría que es raro. Al principio, pensé que el sheriff había dejado a un lado el asunto de Magda y de Hunter se forma deliberada, pero algo en la forma de Emmet me dijo que no se saldrían de rositas. Nos comentó que ellos tendría como castigo hacer servicios para la comunidad, que este caso supondría hacerse cargo del mantenimiento de los mojones de los barrios a todo lo largo del norte del pueblo. No consideraba que fuese suficiente el castigo, pero al menos ellos tendrían que usar trajes de color naranja para realizar su castigo. El último día del año, me desperté con la sensación de cansancio y de mal humor, y con un dolor en el bajo abdomen. Podía sentir que estaba en mi momento del mes, pero a causa que estaba en Pleasantvale y no en Northside, la fuerza del dolor era más débil que antes. Mi padre había llegado apenas unos días desde Florida, más bronceado y delgado que de costumbre, para celebrar con nosotros el estar vivos. Él había querido traer a su novia, pero al final por respeto hacia mi madre, que todavía estaba de luto por la muerte de sus animales, no vino con él. − Ella estará bien, doctora- me tranquilizó Red. A medianoche vi a Red rescatarla de mi padre, llevándola hasta debajo de un muérdago y besarla en la mejilla 46

Se refiere a una marca de sombreros. A veces esta marca se utiliza como sinónimo de los sombreros vaqueros. Aunque la compañía Stetson hace otros estilos de sombreros de ala ancha. El nombre Stetson se ha convertido en sinónimo de un estilo que fue pionero, con una copa alta y ala ancha, conocido popularmente como un sombrero de vaquero.

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suavemente mientras le decía algo en susurros y ella se sorprendía. Ella se volvió en mi dirección y a través del cuarto pude ver como sus ojos brillaban. Era luna llena y podía sentir como la luna sintonizaba conmigo. − Así es que tu mordedura no me ha infectado, pero a Abra ¿sí? Red le susurró algo más y por primera vez volví a ver esa mirada coqueta de mi madre. Ella se agarró del brazo de mi novio y lo acompañó hasta la mesa del buffet, que contenía carne, empanadas y tres clases diferentes de patatas. Oí un ruido, y vi un perro grande con el pelo rizado. Era Morgan, un perro que se había escapado de la cocina y enfilaba hacia el plato del asado. Red la miró fijamente y Morgan se echó hacia atrás. Aunque él no fuese el lobo más grande, era el lobo más grande que había entorno a nuestra casa. Excepto yo. Sentí que venía hacia mí con un plato lleno de comida. − ¿Cómo le va, doctora?- me recosté en él y le permití que me diera un trocito de pollo. Era difícil ser una vegetariana completamente sobretodo en estas fiestas. Especialmente cuando estaba en mi ciclo lunar con mis hormonas disparadas. Mastiqué mientras Red me sonreía. − ¿Quieres quedarte aquí para estar más tranquila? − seguí a Red a mi lugar favorito de la casa, una hermosa sala central con una fuente en el centro de la habitación y muchísima luz. La verdadera casa del Greco en España tenía esta habitación a cielo descubierto. Pero esto era lo más que se podía tener ya que estábamos en el estado de New York. Podíamos oír al resto en el salón, pero parecían lejanos. Desde donde estábamos podíamos ver las dos enormes ventanas, respiré hondo y me sentí muchísimo mejor. − Estoy bien, Red. Lo que ocurre que esto es demasiado claustrofóbico para mí.- no había soportado la idea de vivir en la cabaña de Red, tan cerca de Magda y Hunter, que seguían viviendo en la casa familiar de los Barrow. Y, supongo, que tampoco quería vivir en un lugar que tuviera tantísima magia flotando a su alrededor. No quería vivir en un lugar en el que tuviera que perder el control por lo menos una vez al mes, sobre todo ahora que sabía que podía sucederme. − De eso es justamente de lo que quería hablar contigo. Sé que lo sucedido a tú madre ha sido un duro golpe para ti, pero creo que podría tener una solución para esto. − Creo que yo también tengo una solución. Creo que volveré a Manhattan.- Red me miró algo sorprendido pero siguió hablando. − Lo entiendo. ¿Estás pensando en volver al Instituto Medico animal? http://novelvampir.blogspot.com/

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− Me gustaría terminar mi beca. Si ellos me admiten.- Red metió sus manos en los bolsillos traseros de su pantalón y silbó. − La ciudad, ¿eh?, Bueno un buen libro dijo: “¿A dónde vas, cariño?, me voy de paseo”.- puse mi mano sobre su hombre. − Voy a estar trabajando todo el tiempo. − Ya que no suelo dormir mucho por las noches, podré pasar unas horillas contigo después del anochecer.- dijo Red sonriendo. Con las manos aun metidas en los bolsillos, raspó el suelo con la punta de sus botas de cowboy como si estuviera en un concurso de cowboys.- Infiernos, es mucho mejor cuando oscurece. − Tú odias estar en la ciudad. − Red me miro muy serio. Todo el rastro del alegre Red se había desvanecido. − Quizás tú también lo odies. No has vuelto desde el cambio. − Entonces necesito descubrirlo por mí misma.- Red me rodeo con sus brazos la cintura, y juntos miramos por la ventana, hacia la oscuridad de la noche, la tierra humedad y el marrón de los esqueléticos árboles. − Ha comenzado a nevar, doctora. − asentí con la cabeza. Estaba llorando. − Ah, dios, Abra, no hagas eso. No voy a dejarte. He estado buscando a una compañera para aparearme con ella durante demasiado tiempo como para que una cosa tan pequeña como una beca me haga alejarme de ti. Puedo esperar un par de años para que tengamos niños, siempre y cuando tú hagas de mí a un hombre honesto.- Al otro lado de la ventana, la nieve empezó a caer suavemente formando una nube de aire. Detrás de mí oí el golpeteó del corazón de Red. − Así es que me marcharé durante un tiempo. No nos veremos mucho. Eso no será tan malo ¿verdad? − Negué con la cabeza. Quería creer lo que estaba diciendo, pero ya había perdido la fe que había tenido cuando estaba con Hunter. Tal vez Red se quedaría conmigo, yendo y viniendo cada vez que tenía un día libre. Pero todavía me acordaba de él acurrucado en el caftán de mi madre, luchando contra sus propios instintos. Me había dicho que tenía el cambio controlado, que la mordedura a mi madre y la posterior lamida a su muñeca simplemente había sido un plan elaborado. Y yo medio le creí. Pero eso no era precisamente muy reconfortante, porque significaba que había mentido acerca de qué clase de animal era realmente. Si Red había estado mintiendo, entonces Red era más coyote embaucador de lo que realmente admitía. En los mitos nativos americanos que había oído, el coyote era la carta que significaba vida salvaje. http://novelvampir.blogspot.com/

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¿Cómo podía confiar en él, cuando sabía que su doble personalidad iba dentro del paquete? Lo que me llevó a pensar en Hunter. Supongo, que en el fondo, yo sabía que Hunter era capaz de engañarme. Incluso sabía que un cambio en nuestro matrimonio no podría durar. Pero nunca pensé que me abandonaría de tal manera que le diese igual si vivía o moría. Nunca pensé que me iba a destrozar y culpar de todo. Mi madre ya me había advertido de que no conocía a Hunter tanto como yo creía. Pero, ¿quién iba adivinar que lo que me faltaba por comprender de lo que estaba pasando le costaría la vida? − Abra. − me volvía hacía Red y descubrí que estaba de rodillas. A pesar de la posición de sumisión, su sonrisa era de perfecta confianza. Bueno, pero ¿Por qué él no se sentía seguro? Habíamos pasado un mes en una especie de Luna de miel, mientras nos recuperábamos.- No me has contestado, doctora. Supongo que debería decirte y hacer lo correcto. − No podía devolverle la sonrisa. − Oh, no, por favor. − No te avergüences. Yo no lo estoy. Abra Barrow, eres la mujer más inteligente, menos presuntuosa, la más dulce mujer que yo haya podido conocer en mi vida. Quizás no sea bueno en el trabajo, pero se seguro como el diablo que trabajaré en ello. Tómame como tú marido, sé mi mujer, y te prometo que no vas arrepentirte. − Sacó una cajita del bolsillo trasero de su pantalón y lo abrió delante de mí. Era un anillo precioso, un color oro con un topacio dorado, el color de ojos de mi amante lobuno. Pensé en lo mucho que Red había arriesgado en el anillo, tiempo, dinero, el riesgo de que no me gustará, y el riesgo de ser rechazado. Mi cara pasó de rojo vergüenza a empezar a llorar. Y eso que yo no era de muchas llantinas. − Lo siento mucho. − Red enseguida se puso de pie de forma elegante. Mi abrazo y yo coloqué mi mejilla en su camisa de franela. − Querría que funcionase. Querría decirte que sí. − Shh, Abra. Puedo esperar. − No sé qué hacer, no sé si he perdido la fe o tal vez es muy pronto después de lo que pasó con Hunter. Pero tengo miedo de los cambios de la gente incluso de los que no cambian. – Resoplé y Red me acarició en la espalda.- Quiero decir, que si Hunter no se

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hubiera convertido en hombre lobo, ¿Me hubiera dado cuenta de que él ya no era el hombre del que me había enamorado?. − Yo ya he terminado con todo eso, Abra. No soy el tipo de hombre que necesita encontrarse a sí mismo. Hunter aún lo es. − Probablemente tengas razón. Pero todavía no puedo hacerlo. Sé que debo adaptarme a mi nueva vida. Pero tú no puedes esperar a eso, Red. Y no puedo hacerme ilusiones de que lo vayas hacer. Tengo que dejarte marchar. − No ahora. No lo haré esta noche. No te desharás de mí mañana ni tampoco después de mañana.- podía sentir la desesperación de Red , y detrás de eso, el deseo, el deseo entremezclado con el amor, algo que no había sentido hasta entonces. Ni incluso estando con Hunter. Me acerqué a Red y empecé a besarlo con desesperación, su sabor era embriagador, haciendo que sintiera la necesidad de cambiar, y la luna llena tampoco ayudaba. Me aparté de él. − No podemos hacer esto, Red. – sus ojos color avellana me miraron. − Coge el anillo, hazlo por mí. − No puedo hacer eso. − Bueno, lo harás de todos modos. – dijo colocándome el anillo en la mano y yo ni si quiera se lo impedí. − Me siento como si estuviéramos haciendo algo mal. − No voy a dejarte, doctora. Pero sí te daré el espacio que necesites para aclararte. − Lo siento. – Red caminó hacia la puerta de entrada, con su camisa de franela medio desbotonada. − No te pongas triste. Volveré. − De acuerdo. − su voz estaba quebrada por la tristeza. Salió por la puerta hacia la noche fría. Me quede junto a la ventana mientras veía a Red sacudirse la botas, quitarse los pantalones y la camisa, luego giró sobre su hombro para mirarme, desnudo y descaradamente. Pensé que me había guiñado un ojo, para más tarde, en un abrir y cerrar de ojos, transformarse. Con sus cuatro patas, corriendo a gran velocidad hacia los árboles. Cuando me di la vuelta para hacer enfrente a la luz totalmente iluminada, me di cuenta que mi madre estaba allí.

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− Eso fue una estupidez. – dijo ella mientras acunaba a Pimpernell entre sus brazos, y cuando me vio se retorció de felicidad. − Lo sé. – estiré el brazo para agarrar a Pimpernell. Lo coloqué entre mis brazos. Mi madre me abrazo por los hombros y por un tiempo nos quedamos así, una apoyada en la otra. − Bueno− dijo por fin − yo también he hecho cosas estúpidas. Como tú padre. Y mira que cosa tan maravillosa saqué de él.- me reí, mi frente contra su frente. − La mayor estupidez de tu vida- dije y mi madre dejó de sonreír. Mientras que Pimpernell, ladró, como un pequeño ladrido a modo de amonestación. − No. – Dijo ella- el mejor. – y después de un momento dijo:- y ahora ¿podría hablar contigo sobre la licantropía? Ya que Red hizo una sugerencia muy interesante…pero por mucho que yo quisiese y por mucho que mi madre quisiese correr como los lobos, me negaba a morderla.

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Capítulo 40 Hacía demasiado frío para pasear pero yo necesitaba hacer algo de ejercicio. Un poeta dijo que abril era el mes más cruel, pero yo prefería marzo, que encima tenía el descaro de llamarse a sí mismo el mes de la primavera, cuando no dejaba de ser todavía invierno. Me puse dos pares de mallas, un jersey de cuello de tortuga y una camisa descolorida de Red. Al principio había tratado de dejarlo a un lado, como había hecho con el anillo. Pero en esas noches de insomnio, me encontré buscando sus cosas: sus jeans, su reloj Timex, y unas botas de cowboy; todas las cosas que había dejado aquella noche en el jardín de mi madre. No me sentía bien al llevar el anillo, pero si para llevar su camisa. El fantasma de su olor todavía estaba adherido a ella, pero cada vez se iba haciendo más débil. Estaba en las lista de espera para ingresar en el Instituto. Mientras tanto había alquilado una habitación en el apartamento de Lilliana, en East Side y había encontrado un trabajo como esterilizadora y castradora de perros y gatos en la Sociedad Protectora de Animales. En mi tiempo libre, trabajaba con Malachy en un laboratorio improvisado que había instalado en su casa de Queens. Me había puesto en contacto con Malachy cuando yo regresé a la ciudad, esperanzada que pudiera prescribirme algo para mantener a raya los cambios. Eso dio pie a Malachy para experimentar conmigo y darme a probar unos brebajes asquerosos que bebía cada mañana. Había pasado tres meses, y hasta entonces no había cambiado. Tampoco había tenido mi menstruación, y mi pelo parecía estar cayéndose. Pero yo no me veía a mi misma regresando a Northside y dejar que mi lobo interior vagará libremente sin tener a Red quien me podría guiar. Y gracias a mis brillantes decisiones, Red se había marchado. En cuanto a Malachy, su salud parecía mejorar considerablemente, dejándome claro que lo único que quería era continuar con sus investigaciones, sobretodo, yo haciéndole de conejillo de Indias. Además tenía pensado comprar un lugar en Northside para sus experimentos tan pronto como obtuviera el dinero. La idea de que ocurrieran cosas raras en el pueblo no le sorprendió como yo esperaba. Pero claro, nunca había sido conocida como una persona que supiera identificar el carácter de la gente. Pero yo había regresado a Manhattan, y Lilliana y yo nos divertíamos juntas, cocinábamos juntas la cena, y veíamos la serie completa de DVD de Torres de Fawlty.

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Los fines de semana íbamos al museo y a ver películas extranjeras. Así es que tampoco tenía tanto de que quejarme. Excepto por el dolor de la perdida de Red. El dolor no se iba, a pesar que había empezado aceptar que lo había perdido. Había dejado de llamar a Jackie para preguntarle si sabía algo de Red. Mi madre me dijo: − Escucha, cuando un hombre está preparado para dar ese pasó, él volverá con la mujer que esté disponible. Esa es la realidad. Red quería una familia e hijos, y tú no querías. Así es que renuncia y vuelve a empezar de nuevo. Pero ¿cómo se le dice a un posible amante que cada vez te da la vena homicida y te conviertes en algo peludo? ¿Y cómo te contienes cuando mantienes sexo seguro y aburrido cuando has sufrido un abandono total? Supongo que pudría buscar algo entre los ciclistas, pero yo quería un tipo de peligro envuelto en amor, respeto y desafío especifico. Quería una bestia que creyera montar a un caballo durante el atardecer. Cada día que pasaba quería más de él. Caminé hacia el Este del Central Park, oliendo el aire de la temporada. Hoy parecía que todo el mundo estaba en la calle y el Great Lawn parecía estar lleno de perros con sus dueños paseando, lo que era muy bueno, porque normalmente yo solía hacer gimnasia en un gimnasio del barrio y ver a tanta gente me animo. Encendí mi Ipod y la canción de Helen Reddy empezó a sonar, pero no era prudente tenerlo demasiado alto. El aire era lo suficientemente frío para notarlo en mis pulmones, una parte de mí me urgió a correr. Había otra parte mí que quería caminar por el parque pero no quería hacerlo sola, quería saltar y empezar a correr, hacer polvo mis rodillas. Empecé a coger velocidad. No fue hasta que empecé a correr en un trote lento que ocurrió. El perro perdiguero de color oro de mi izquierda empezó a tirar fuertemente de su correa haciendo que se rompiera y empezará a perseguir a tres de los terrier. Luego un dachshund empezó a moverse frenéticamente. Hey- dijo la mujer tratando de alcanzarlos y sujetarlos por la correa, pero ahora había otros perros que estaban uniéndose a la persecución, un perro de la raza Beagle descendía por un caminito, otro perro de la raza Basset irrumpió en medio de una exhalación rebotando por encima de sus dueños, unos ancianitos. Un cachorro de pastor negro, saltó sobre el banco y empezó a ladrar, seguro de que al final me alcanzarían como el resto. Miré a su cara llena de felicidad, aun corriendo tratando de no perder el ritmo. No era un ejercicio cardiovascular si te parabas.

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− ¿Qué pasa muchacho?, ¿qué está pasando?- le palmee el lomo cuando él me paso la cabeza por mi mano. Los otros ya venía a galope, el Basset arrastraba a los demás. − Vuelve aquí. Hey, chica mala. Por un momento pesé que todo ese griterío iba dirigido a mí. Entonces mire hacia atrás sobre mi hombro, entonces lo vi, por la colina venía toda una manda de chuchos, jadeando y corriendo como autenticas fieras, deshaciéndose de las correas y a la rezaga sus dueños intentando darles caza, mientras olían al lobo. Yo no sólo era un corredor; la llamada de la selva estaba llamándome. Dándome la vuelta intenté contarlos. Por ahora había diez, incluyendo un Samoyedo, un Bouvier gigantesco de color negro, dos collies y un gran danés. De repente comprendí porque a la gente le gustaba tener enromes razas de caza en sus apartamentos de Manhattan. En esta vasta ciudad, a veces era necesario tener un perro de semejante tamaño si querías formar una buena manada. Aunque a veces era difícil explicarles a estos gigantescos perros que tú eras un perro superior, incluso aunque tuvieras en tu casa a Alpo47. Por otro lado, obviamente olía a líder. Eso, o me querían comer. Corrí más rápido con una sonrisilla nerviosa atravesándome la garganta. Corrí todo el camino hasta la Tercera avenida y de vuelta al apartamento de Lilliana, donde tuve problemas con mi clave de la cerradura. Los perros estaban ahora locos, ladrando y aullando, el pastor estaba muy cerquita ya de mi cuando por fin logre abrir la puerta y se estrelló contra la puerta. Subí corriendo las escaleras, aun con energía. Corrí las dos platas y enseguida estaba delante de la puerta del apartamento, me paré tratando de recuperar el aliento. Empuje la puerta del apartamento que estaba abierta y que yo había cerrado tan solo hacia 45 minutos. El miedo me duro un instante porque enseguida distinguí el olor. Pero yo todavía no podía creérmelo cuando me tope con su mirada, sentado en una silla mirándome con esa mirada perezosa ya tan familiar. − ¿Has tenido tiempo suficiente, doctora?. me imagino cómo se pondrá Abril. Pero te echaba muchísimo de menos, maldición.- me quedé mirándolo, sudando e intentando deshacerme la coleta de caballo. − ¿Cómo has entrado? 47

En la mitología griega Alpo era un gigante natural de Sicilia que fue derrotado por Dionisio durante la gigantomaquia.

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− Las escaleras de incendios. − Pero las ventanas estaban cerradas. − ¿Jackie nunca te lo mencionó? Justo antes de ser aprendiz de chamán estuve un tiempo aprendiendo a ser un ladrón. Me acerqué a él. Había perdido peso de nuevo, y no había rastro alguno de barba grisácea en su barbilla. Llevaba una gorra de beisbol hacia atrás y una sudadera verde horrible con un ciervo, y si no lo hubiera conocido antes podría pensar que el típico tío que le gusta la caza. Mi estomago empezó a revolotear de miedo y de excitación y tenía que concentrarme en mi respiración. Tenía que respirar aire y expulsarlo, que era la manera correcta de hacerlo. − Te he estado llamando una y otra vez, Red. Y nunca me devolvías las llamadas. Y todo lo que Jackie podía decirme es que estabas fuera de la ciudad. – Se levantó del taburete en dónde estaba sentado. − Lo sé, Jackie me dijo que había hablado un par de veces contigo cuando regresé de Canadá. − ¿Cuánto hace que has vuelto? − Tres días. Fue fácil permanecer lejos, ya sabes a lo que me refiero. Como estabas tan segura de ti misma en año nuevo, pensé que lo mejor era darte espacio y volver en primavera a por ti. No es que esto se le pueda llamar primavera pero la huelo, está cerca. Casi la puedo oler a través del viento.- Toqué su cara, curtida por el sol del invierno, el toque de su piel contra mi mano me recorrió por todo el brazo. − ¿Qué ocurre con la primavera?- Red me envolvió en un enorme abrazo y me beso tan duramente que mis dientes me dolían. Luego se echó hacia atrás y se rió de mi expresión, besándome nuevamente, esta vez más duro, agarrándome desde la parte de atrás de la cabeza. − ¿Qué te parece esta oferta?, Ven a vivir conmigo, sé mi amante y si tienes insomnio, al infierno con él, podemos ir a perseguir ovejas al amanecer. No más noches solitarias. Esa es mi propuesta. − Hasta ahora he sido demasiado tonta con los hombres. − Yo he sido demasiado tonto con las mujeres. Siempre he perseguido a las que querían poner distancia.

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− No quiero salir corriendo. − Claro que sí. Pero también quieres ser atrapada.- me agarró de mis muñecas colocándomelas en la espalda, me acercó a él besándome fuertemente hasta que pude sentir el ritmo cardiaco de su corazón contra mi pecho. − ¿Estás lista para una pequeña aventura, doctora? − ¿De qué tipo? − Déjame a ver. ¿Qué tal se te da ir de paquete en una moto?. Pasaremos un tiempo explorando el oeste. Te mostraré donde me crié en Texas. Y ahora es cuando realmente se calienta el asunto, nos dirigiremos al norte de Canadá que es donde mi abuelo vivió. − ¿Y luego qué?- Red trazó mis labios con su dedo pulgar. − Y luego nos volvemos a casa.- me besó de nuevo y esta vez su lengua encontró la mía. Tal vez entre la entrega total a él y mi total independencia hubiera un camino medio a seguir. Tal vez hubiera alguna manera dentro de mi carrera como veterinaria en la cual pudiera tener a Red más cerca de mí. Tal vez había perdido ya mi capacidad de razonar. Pero si se piensa con detenimiento, Manhattan no es un lugar para un animal de cuatro patas. Y menos para uno del tamaño de un lobo. Saqué toda mi fuerza para poder apartar a Red y decirle que sí a todas las preguntas y decirle por fin que sí a todo. Pero entonces Red empezó a gruñir y a darse la vuelta, y yo empecé a reírme con esa risita nerviosa tan típica en mí. − ¿Qué se supone que debo hacer ahora?, oye, ¿qué dientes más largos tienes?- Red sonrió pero no me respondió. Empecé a asustarme porque era la primera vez que veía a Red con la guardia baja. Nada cuidadoso, sabiendo que era nueva en esto del cambio. Nada cauteloso, porque no quería asustarme con esa intensidad. En definitiva un hombre seguro de sí mismo, y mientras se movía deliberadamente a mi alrededor, pude sentir el equilibrio de energía entre la transformación y nuestra conexión. No conocía el nombre de este juego ni las reglas. En todos esos años en los que yo hacía el amor con Hunter, nosotros habíamos llegado a un acuerdo de que ciertas cosas no se hablaban. Me gusta este tipo de contacto, no sólo eso, no sólo era un contacto aquí y allí, era algo más. Éramos como esas personas que se iban de vacaciones cada año, a la misma hora, a la misma habitación del mismo hotel. Cuando Hunter regresó la primera vez de Rumania, él había cruzado las fronteras prohibidas, no mucho, pues Hunter en el

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fondo sabía que si llegaba demasiado lejos descubriría lo cruel que realmente llegaría a ser. Pero esto era diferente. Red era diferente. Mantuve mi postura mientras él se iba acercando más a mí, obligándome a mantenerle la mirada, peligrosa intimidad que provocaba deseos animales. Por todo mi cuerpo me recorrió un escalofrío de ansiedad y enseguida reconocí lo que era: ese anhelo ancestral de miedo a rendirse y dejar que la pasión te consuma. Los dientes de Red se cerraron en torno a mi hombro. Al final había conocido mi verdadero destino, y era delicioso.

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Continúa En Moonburd - Abra Barrow 02 Algunos instintos son demasiado poderosos como para negarlos. En el último año, la veterinaria Abra Barrow ha pasado por algunos cambios importantes: Ha dejado Manhattan para mudarse al pequeño pueblo engañosamente tranquilo de Northside, abandonó a su infiel marido y descubre que su marido la ha contagiado con el raro virus del hombre lobo. Ahora, Abra finalmente está comenzando a sentir que ella tiene su vida bajo control. Excepto cuando la luna está llena. De repente, Abra comienza a perder su temperamento - y sus inhibiciones - incluso cuando el sol está brillando. Su nuevo hombre, Red Mallín, cambiaformas experto en vida silvestre, parece saber más sobre su estado de lo que le está dejando en claro, pero este está un poco preocupado por las extrañas criaturas que han estado cruzando la frontera dimensional. Con sus hormonas en sobrecargadas, Abra encuentra en sí misma la liberación de la bestia de todos los hombres a su alrededor. Como la vida en Northside se hace cada vez más peculiar - y más peligrosa - ella tiene que decidir en quién se puede confiar, cuando ni siquiera está segura de que puede confiar en sí misma.

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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Alisa Kwitney - Alisa Sheckley Es la hija del escritor de ciencia ficción Robert Sheckley y la periodista Ziva Kwitney. Ella creció en el Lado Oriental Superior de Manhattan. Después de la graduación, Alisa trabajó como reportera del periódico en Miami antes de de volver a Nueva York para asistir al MFA de Columbia en el programa de ficción, donde ella continuó complementando sus estudios. Su tesis de MFA, Cultive la Señora Gorda Canta, fue publicada por Harper Collins y se publico NY Times. Mientras sus compañeros de clase siguieron trabajando para los publicadores literarios y revistas, Alisa solicitó una posición del editor auxiliar a la Silueta y Historietas de DC, donde ella consiguió trabajar para Karen Berger en títulos como Neil Gaiman es El Sandman. Durante 7 años trabajo como editor, entonces ella lo dejó todo para dedicarse a escribir en tiempo completo. Estos días, Alisa Kwitney vive en el Hudson Río Valle, con su marido, hijo, hija, dos gatos Birmanos emocionalmente dependientes y un perro del Chinook grande y extrovertido. Alisa ha escrito una docena de novelas, historietas y novelas gráficas. Sus novelas se han traducido en ruso, alemán, japonés, noruego y Bahasa Indonesia. Alisa Kwitney también escribe romance de fantasía/paranormal oscuro y ciencia ficción bajo el nombre Alisa Sheckley

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AGRADECÏMÏENTOS Traducido en: http://novelvampir.blogspot.com

Traductora: Amata Edición y Diseño: Marie-Eline

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