Amando como la primera vez

Amando como la primera vez ¿Qué necesitamos hacer? Por: Juan Ramón Chávez Introducción ay una película que se llama “Lo que perdimos en el camino” pro

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Amando como la primera vez ¿Qué necesitamos hacer? Por: Juan Ramón Chávez Introducción ay una película que se llama “Lo que perdimos en el camino” protagonizada por Halle

H

Berry y Benicio del Toro. Donde el marido de ella era muy amigo de un drogadicto. (El

drogadicto era Benicio del Toro) Pero por diferentes circunstancias a su marido lo mataron y ella para seguir recordando a su marido invito a vivir en su casa al amigo de su marido, al que ella antes no quería. Y lo invita bajo la excusa de que era muy grande la hipoteca que tenía que pagar. Y que él, con el paso del tiempo, con la renta le podía ayudar a pagar la casa. Y en una conversación que tuvieron, ella le pregunta “¿Cómo es la heroína?” Es decir, ¿Cómo se siente? Y él le dice: “¿Has oído la expresión, besado por Dios? Así se empieza” Es algo que persigues, persigues la sensación inicial pero esa no se repite no importa cuánto la persigues. Dicen que así es con las drogas. Pero la ventaja del amor, es que lo puedes volver a repetir. Puedes volver a sentir lo que sentías antes. Puedes amar como antes amaban. Puedes amar como la primera vez.

I). Necesitamos hacer lo que hacíamos cuando iniciamos nuestra relación con el Señor. El esposo de la iglesia (Cristo) tiene un reclamo que hacer: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor” (2:4). Este es un profundo dolor que Jesús siente. Por eso dice: “Pero tengo” Este es un dolor que Jesús trae cargando. Que su iglesia ya no lo ama como la primera vez. Algo se ha roto entre ellos. Esta es la misma queja de Dios en el Antiguo Testamento contra Jerusalén: “Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada” (Jeremías 2:2). La NVI dice: “Ve y proclama a oídos de Jerusalén que así dice el Señor: "Recuerdo el amor de tu juventud, tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas”. Eso lo hacía antes el pueblo de Jerusalén, pero ya no. Jesús aun nos ama, pero no nos quiere a fuerzas. Jesús quiere restaurar la relación con nosotros. Pero nosotros necesitamos quererlo. A. Hay que empezar de nuevo. Pero, ¿Cuándo es cuando iniciamos este primer amor? ¿Cuándo fue cuando nos enamoramos de Cristo? Pues, cuando iniciamos el noviazgo con él y nos casamos. En otras palabras es:

Cuando le aceptamos en nuestras vidas y nos convertimos. Por eso dice Juan: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Cristo nos enamoró y nos casamos con él. Nadie nos obligó. Nadie nos puso una pistola en la cabeza. Nosotros quisimos. Por eso también Pablo dijo: “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Corintios 11:2). Iniciamos una relación de amor con Cristo no forzadamente, sino voluntariamente y con mucha emoción. ¿Y que hacíamos cuando iniciábamos nuestra relación? Muchos matrimonios pueden salvarse si tan solo hacen lo que hacían la primera vez cuando se conocieron. Las atenciones que tenían el uno para el otro. Por ejemplo hablando de nuestra relación con el Señor: 1. Había tanto amor entre nosotros que éramos inseparables. Donde quiera andábamos juntos. No había día que no día que no estábamos cerca del Señor. Así lo hacia la iglesia de Éfeso con el Señor. Pues Pablo dice: “Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (Hechos 20:31). Ellos están continuamente cerca del Señor. 2. No faltábamos a nuestras citas con el Señor en la iglesia cuando había reunión. Así lo hacia la iglesia de Éfeso. Pues Lucas dice: “Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús” (Hechos 10:10). 3. Y cuando no podíamos asistir a nuestras citas con el Señor nos pesaba mucho, porque había quedado mal. Así lo hacia la iglesia de Éfeso cuando Pablo se despidió de ellos. “Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban” (Hechos 20:37). 4. Caminábamos todos los días con la Biblia de la mano y no nos avergonzábamos. Figurativamente así lo hacia la iglesia de Éfeso: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13). 5. Hacer algo por nuestro amado Señor no lo considerábamos un sacrificio, sino placer. Así lo sentía la iglesia de Éfeso: “Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata” (Hechos 19:19).

6. Presumíamos con nuestros amigos y vecinos lo maravilloso que era Cristo nuestro esposo. Así lo hacia la iglesia de Éfeso: “Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor” (Hechos 19:20). Hermanos, si queremos una restauración en nuestra relación con el Señor necesitamos pensar en los buenos momentos que hemos pasado juntos. Muchas veces esto ayuda en los matrimonios que tienen problemas. Ayuda mucho a pensar en lo buenos momentos que hemos pasado. Porque no solo hay malos momentos. Necesitamos recordar el porque nos unimos a Cristo. Quizás alguien nos dijo que no lo hiciéramos, que no nos convenía, que no era nuestro tiempo, que había algo mejor para nosotros y de todas maneras lo hicimos. La pregunta es, ¿Porque? ¡Qué le vimos al Señor! De una cosa debemos estar seguros, que si hacemos lo que hacíamos al principio con el Señor, la chisma del amor se volverá a encender. Lo es en la vida matrimonial y lo es también en la vida espiritual. B. Hay que evitar la rutina. Entramos en terreno peligro cuando permitimos que muestra relación espiritual con el Señor se desgaste y se vuelva algo común y rutinario. Porque es allí donde estamos perdiendo el valor que tiene nuestro ser amado. La iglesia de Éfeso había caído en eso. “La maquinaria eclesiástica seguía caminando, pero ya no se movía por el impulso supremo del amor a Cristo y al prójimo. Los programas y actividades se habían convertido en fines en sí mismos. Se había perdido la visión de Cristo en medio de ellos y ya habían olvidado a aquel a quien amamos sin haberlo visto (1 P 1:8)” (Apocalipsis de Juan Stam. Tomo I). Era pura formalidad fría. Era como una esposa sumisa que cumplía con sus deberes, pero sin amor. Muchos matrimonios han quedado destruidos porque la esposa se convirtió solo en ama de casa y dejó de ser una novia. Y el esposo solo se convirtió en proveedor y dejo de ser novio. El Señor no quiere un matrimonio reseco. Cristo no solo ve lo que hacemos en su nombre, sino también la actitud con que lo hacemos. A veces el mucho trabajo, la falta de tiempo, las pocas atenciones pueden hacer que el amor se vaya enfriando. Se pierde la sensibilidad, se pierde la emoción y necesitamos hacer algo al respecto. Necesitamos hacer lo que hacíamos al principio, para que así cultivemos el amor. Los cristianos tenemos que mirar atrás a nuestros mejores días cuando nuestro amor nupcial por Cristo fluía cálido, pleno y libre. Porque es algo que se puede repetir. Una de las cosas hermosas del Cristianismo es que no te tienes que quedar como estas. Siempre puedes cambiar. Nunca es demasiado tarde para cambiar.

II). Necesitamos darle prioridad a nuestra relación con el Señor. A. Para eso necesitamos dejar de estar enamorados de nosotros mismos. La iglesia de Éfeso estaba enamorada principalmente de sus propias cualidades, de sus buenas obras, de su paciencia y de su exactitud doctrinal en lugar de estar enamorados de Jesús. Estaba haciendo cosas buenas y Jesús los elogio por eso. Pero las estaban haciendo con un espíritu equivocado. Pablo enseño que las casadas deben estar sujetas a sus propios maridos y los maridos deben amar a sus propias esposas (Efesios 5:22-25) En esta relación matrimonial descrita por Pablo no hay egoísmo ni protagonismo. Es una relación generosa, pura y humilde. Esta clase relación debe reflejar la relación que debe haber entre Cristo y la iglesia. A veces estamos tan entusiasmados por nuestros propios logros y éxitos como iglesia o como individuos que se nos olvida dar gloria a Dios. Estamos embriagados en nuestra propia vanagloria, autosuficiencia y egoísmo. Que se nos olvida quien es el que nos da el poder para hacer las cosas (Juan 15:1-3). Muchos matrimonios ha sido destruidos porque uno de los conyugues se preocupaba más por sí mismo que por la familia. Si el hombre no está dispuesto a tolerar una situación así, Jesús tampoco. Una actitud egoísta no puede establecer buenas relaciones. B. Para eso necesitamos más fe En la iglesia de Éfeso se habla de obras pero no se menciona la fe. Se menciona esfuerzo hasta el cansancio, pero no se dice nada del amor. Se destaca la paciencia, pero no a la esperanza. Jesús dijo que lo que más vale ante su presencia es “la fe que obra por el amor” (Gálatas 5:6). Si no hay amor, no hay fe. Puede haber obras, pero obras sin fe, obras sin amor. Por ejemplo: “Una mesera en un restaurante. Ella trata de agradar a su cliente por la propina que él dejará,

su sonrisa y buen servicio es algo externo y con un propósito egoísta. A diferencia de la mesera de un restaurante está la dueña de casa. Ella prepara una comida para su esposo y lo recibe con alegría porque está enamorada” (Com. Bíblico Mundo Hispano). Cuan equivocados estamos cuando pensamos que podemos corresponder a Dios con obras y no con amor. Dios dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos…” (Isaías 55:8). Las obras deben ser motivadas por amor. Si no lo que se hace será solo por costumbre, por inercia y este tipo de obras no agradaran al Señor. Por la iglesia de Éfeso habían pasado los más grandes predicadores y maestros del primer siglo: Apolos, Timoteo, Aquila y Priscila, Pablo y el apóstol Juan. Pero aun así su fe dejaba

mucho que desear. Las iglesias del siglo XXI tienen también muy buenos predicadores y maestros que enseñan la palabra de Dios y la fe sigue siendo una necesidad en la iglesia. A veces en la mucha actividad puede estar escondiendo la perdida de sensibilidad, la emoción y el compañerismo con Cristo. Jesús quiere que sepamos que El cómo esposo anhela el afecto de su esposa más que cualquier cosa que ella pueda hacer por él. El Señor es un novio que quiere todo el amor de Su novia (La iglesia). C. Para eso necesitamos ponerlo a Jesús en el centro de nuestras vidas. Cuando Jesús dice que han “dejado su primer amor” no solo refiere al amor inmaduro que experimentamos cuando nos convertimos. También se refiere al amor exclusivo. El primer amor es el amor que le debemos al Primero. Jesús está diciendo “yo era el primer amor de tu vida. Has dejado tu primer amor, has dejado de amar al Primero, lo has dejado de amar como lo primero. Al Primero lo has dejado de amar como tu prioridad. Otras cosas han cautivado tus afectos, tu amor, y yo ya no soy tu primero. Una vez ocupé primer lugar en tu corazón. Pero ahora he perdido la exclusividad en tu corazón. ¡Has permitido que otras cosas ocupen mi lugar!” Jesús dijo algo muy claro: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37) Nadie es más digno de nuestro amor que el Señor. Si amamos más al Señor, seres mejores hijos, mejores padres, mejores esposos y mejores cristianos. El mismo David decía: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Salmos 73:25). Más que otra cosa lo que deseaba David era estar con Dios. Eso es amor.

III). Necesitamos querer hacer crecer en nuestra relación con el Señor. A. Que nuestro amor sea por convicción. Ya habían pasado más de 4 décadas desde que la iglesia de Éfeso había sido establecida. Esta carta está dirigida no a primera generación de cristianos, sino a segunda o a la tercera generación. Estos cristianos ya no estaban demostrando el mismo entusiasmo que habían mostrado sus abuelos y sus papas. Es cierto que trabajaban duramente. Pero se habían convertido solo en custodios y cuidadores de lo que sus antepasados habían logrado. Es cierto que estos hijos o nietos de aquella primera generación se oponían a la falsa doctrina pero se quedaban cortos en su amor entusiasta por el Señor. Eran como Salomón que disfrutaba de lo que su padre David logro. A veces lo que componemos la iglesia hoy día, no somos la primera generación. Y es por eso quizás no tenemos el mismo entusiasmo como con el que empezamos la obra del Señor

nuestros antepasados. No estamos logrando nada solo estamos sobreviviendo. Hay un pensamiento sobre la fe en la familia que es muy negativo y que a veces pasa en la iglesia: Para los abuelos la fe fue una experiencia vital. Para los padres la fe fue una herencia preciosa. Para los hijos la fe era una conveniencia. Para los nietos la fe es un fastidio. (503 Ilustraciones Escogidas. José Luis Martínez) Es triste llegar a esto. La iglesia de Éfeso estaba pasando por esto. Y muchas iglesias lo están viviendo. Pero tenemos que entender que la salvación es individual. No nos vamos a salvar lo que los otros hayan hecho o como sirvieron al Señor. Cada uno dará cuentas a Dios de sí (Romanos 14:12) B. Que nuestro amor nos lleve a dar lo mejor. La expresión “el primer amor”, también quiere decir, “el amor que sólo puede producir lo Primero”. Lo mejor, lo más rico, lo más abundante porque el Señor se lo merece. “Da lo mejor al Maestro” dice el canto. El Señor espera lo mejor de nosotros porque eso es lo que él nos da. Por eso es que Abel ofreció, “de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas” (Génesis 4:4). No se puede agradar al Señor si no le damos lo mejor de nosotros mismo de lo que tenemos. El proverbio dice: “Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos” (Proverbios 3:9). Conclusión Hemos visto, Amando como la primera vez. Hemos dicho que para lograrlo necesitamos hacer lo que hacíamos cuando iniciamos nuestra relación, necesitamos darle prioridad a nuestra relación y querer hacer crecer nuestra relación. ¿Cómo está tu relación con el Señor? Si está mal, entonces la pregunta no es tanto porque esta así tu relación con el Señor, sino que van hacer ya que esta así tu relación con él. Porque si no hay un cambio dicha relación no tiene futuro. Hay que hacer cambios y cambios positivos. Jesús está dispuesto a perdonarnos y darnos otra oportunidad. Pero quiere que nos arrepintamos. Si estamos dispuestos, adelante, lo podemos hacer. Que Dios nos bendiga. Juan Ramón Chávez Torres E-mail: [email protected] http://chaveztorres.wordpress.com

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