ANÁLISIS Y VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO DE INTELIGENCIA EMOCIONAL EN DIFERENTES CONTEXTOS DEPORTIVOS

ANÁLISIS Y VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO DE INTELIGENCIA EMOCIONAL EN DIFERENTES CONTEXTOS DEPORTIVOS Oscar González Rodríguez Directores: José Anto

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ANÁLISIS Y VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO DE INTELIGENCIA EMOCIONAL EN DIFERENTES CONTEXTOS DEPORTIVOS

Oscar González Rodríguez

Directores: José Antonio Arruza Gabilondo Ramón Alzate Sáez de Heredia

Departamento: Procesos psicológicos básicos y su desarrollo

A Aitziber y Manex, mi inteligencia, mi emoción.

Han sido muchas las personas que desde lo personal y lo académico han contribuido de manera relevante a que este trabajo llegue a su fin. A todos ellos, mi más sincero AGRADECIMIENTO,

ya que nada de esto hubiera sido posible sin su apoyo.

En primer lugar quisiera agradecer su ayuda a mis directores de tesis José Antonio Arruza y Ramón Alzate. Josean me conoce prácticamente desde que era niño, me ha visto crecer, primero como deportista, después como investigador. Con este trabajo, espero compensarle las oportunidades que me ha dado y que creo, he sabido aprovechar. El segundo, Ramón, fue profesor mío en la Facultad de Psicología. Primero de “Aprendizaje” (me aprobó después de llorarle un poco en el despacho), después de “Análisis y Resolución de Conflictos” (todavía recuerdo el “dilema del prisionero”) y siempre me impresionó su facilidad para dar las clases. Por ambos siento un gran aprecio y admiración, y ambos me metieron en el cuerpo el gusanillo por investigar. Además, quiero agradecer a Dorleta Ugalde y Uxue Zatika, quienes comenzaron con esta investigación y que yo, finalmente, he concluido. Cómo no, agradecer también a todos los compañeros del GUMP Iceberg, grupo de trabajo en el que se gestó esta investigación, a Luis Fernández y Alfonso Azurza, que tan gratos momentos me dieron. A los profesores e investigadores del actual IKERKI 05/30, Silvia Arribas, María Palacios, Juan Aldaz, Susana Irazusta, Izaskun Azpillaga, Lorena Gil, David Muñoz (menudo crack) por acompañarme y animarme en esta última parte de la investigación. También quisiera agradecer igualmente a todos los deportistas que de manera desinteresada han participado en la investigación y me han prestado un poquito de su tiempo y atención.

A mis compañeros de la empresa GRUPO ICEBERG, tanto a los que están en la actualidad, Beñat Arruza, Oihane Otaegui, Azucena Verde, como a los que emprendieron caminos diferentes, Jon Karla Lizeaga, Aritz Arruza y Josetxo Errazkin, por el apoyo prestado en todo momento, y en especial, a Saioa Telletxea con quién comencé un camino profesional incierto y que, finalmente, ambos hemos culminado con satisfacción. Al grupo de gimnasia de mantenimiento del KKE Zuhaizti, “El Pirri”, “El Doc”, “El profe” por esas lecciones de vida impartidas entre abdominal y chiste de Argiñano. Y muy especialmente a Juan Luis, mi primer profesor de Judo y que tantas cosas me ha enseñad, tanto en el tatami como fuera de él. Gracias a Zeles Illarramendi y Mila Olazabal por la atención que me prestáis cada vez que acudo a vosotros necesitado de ayuda. Gracias a mis padres, porque me dejaron elegir mi camino en todo momento, y no me presionaron sobre lo que debía o no estudiar. Y a mi hermano Iván por hacer de “conejillo de indias” para mis teorías psicológico-deportivas. Y cómo no, gracias a ti Aitziber, por quererme y darme algunas clases prácticas de eso que se ha denominado Inteligencia Emocional, y de lo que, en ocasiones, he carecido. Gracias sinceramente a todos y perdón si me he olvidado de alguien.

ÍNDICE

PRESENTACIÓN ...................................................................................................

15

INTRODUCCIÓN ...................................................................................................

19

I. MARCO TEÓRICO ............................................................................................

27

I.1. La Inteligencia .............................................................................................

29

I.1.1. Antecedentes Históricos en el estudio de la inteligencia .....................

29

I.1.2. Definiciones de Inteligencia .................................................................

30

I.1.3. Modelos estructurales de inteligencia ..................................................

36

I.1.4. Enfoque biológico de la inteligencia ....................................................

40

I.1.5. Enfoque hereditario de la inteligencia..................................................

42

I.1.6. Perspectiva interaccionista Herencia-Medio ........................................

43

I.1.7. Enfoque evolutivo de la inteligencia ....................................................

45

I.1.8. Perspectiva cognitiva/ Teoría triárquica...............................................

48

I.1.9. Enfoque CI. ..........................................................................................

51

I.1.10. El estudio de la inteligencia en el deporte ..........................................

53

I.1.11. Sumario ..............................................................................................

56

I. 2. Las Emociones ............................................................................................

57

I.2.1. Antecedentes históricos en el estudio de la emoción ...........................

57

I.2.2. Definiciones de emoción ......................................................................

59

I.2.3. Teorías neurofisiológicas de la emoción ..............................................

63

I.2.4. Teoría evolucionista de la emoción .....................................................

66

I.2.5. Teoría cognitiva de la emoción. ...........................................................

69

I.2.6. Otros acercamientos al concepto de emoción ......................................

72

I.2.7. Los componentes de la respuesta emocional........................................

76

I.2.8. Los diversos fenómenos afectivos........................................................

80

I.2.9. Estudio de las emociones en el deporte................................................

83

I.2.9.1. La activación..........................................................................

84

I.2.9.2. Zonas de funcionamiento óptimo (IZOF)..............................

85

I.2.9.3. La ansiedad en el deporte y su medida ..................................

87

I.2.9.3.1. SCAT (Sport Competitive Anxiety Trait) ..............

88

I.2.9.3.2. CSAI-2 (Competitive State Anxiety Inventory-2)..

89

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

I.2.9.4. Los estados de ánimo en el deporte y su medida...................

94

I.2.9.4.1. El POMS .................................................................

94

I.2.9.5. Las emociones negativas .......................................................

97

I.2.9.6. El estrés en el deporte............................................................

98

I.2.9.6.1. El RESTQ-S............................................................

100

I.2.9.7. Las emociones positivas ........................................................

103

I.2.10. Sumario ..............................................................................................

104

I.3. La Inteligencia Emocional..........................................................................

105

I.3.1. Orígenes del término ............................................................................

105

I.3.2. Antecedentes de la IE ...........................................................................

107

I.3.2.1. Inteligencia social ..................................................................

107

I.3.2.2. Alexitímia .............................................................................

109

I.3.2.3. Inteligencias Múltiples ........................................................

110

I.3.2.4. Competencia social...............................................................

111

I.3.2.5. Competencia emocional ........................................................

112

I.3.3. IE Rasgo vs IE Habilidad .....................................................................

113

I.3.4. Modelos de IE ......................................................................................

116

I.3.4.1. Modelos de habilidades de IE................................................

117

I.3.4.2. Modelos Mixtos de IE ...........................................................

119

I.3.5. El modelo de Salovey y Mayer ............................................................

122

I.3.5.1. El modelo inicial de 1990......................................................

123

I.3.5.1.1. Trait Meta Mood Scale. TMMS .............................

134

I.3.5.2. El modelo de 1997.................................................................

136

I.3.5.2.1. Multifactorial Emotional Intelligence Scale. MEIS

140

I.3.5.2.2. Mayer Salovey Caruso Emotional Intelligence Test. MSCEIT .................................................................................

145

I.3.5.3. El modelo de Salovey y Mayer desde el 2000 hasta la actualidad. 148 I.3.6. El Modelo de Goleman.........................................................................

149

I.3.6.1. Instrumentos creados desde el modelo de Goleman..............

151

I.3.7. El modelo de Bar-On............................................................................

154

I.3.7.1. Bar-On Emotional Quotient Inventory (EQ-i).......................

154

I.3.8. El modelo de Cooper y Sawaf ..............................................................

162

Índice

I.3.8.1. EQ-MAP................................................................................

167

I.3.9. Otros instrumentos ...............................................................................

169

I.3.9.1. Trait Emotional Intelligence Questionnaire. TEIQue...........

169

I.3.9.2. Schutte Self Report Inventory. SSRI.....................................

171

I.3.9.3. Emotional Intelligence Self-Regulation Scale .EISRS. ........

173

I.3.9.4. Tapia Emotional Intelligence Inventory ...............................

173

I.3.9.5. Emotional Intelligence Scale ................................................

174

I.3.10. Críticas a la IE ....................................................................................

174

I.3.11. IE en el deporte ..................................................................................

177

I.3.12. Sumario ..............................................................................................

179

II. ESTUDIO EMPÍRICO ......................................................................................

181

II.1. Objetivos ....................................................................................................

183

II.2. Método. .......................................................................................................

184

II.2.1. Población Objeto de Estudio...............................................................

184

II.2.2. Procedimiento muestral.......................................................................

184

II.2.3. Análisis descriptivo de la muestra ......................................................

186

II.2.4. Instrumento .........................................................................................

189

II.2.5. Procedimiento .....................................................................................

193

II.2.6. Análisis estadísticos ............................................................................

194

II.3. Resultados ..................................................................................................

195

II.3.1. Resultados del Estudio 1 .....................................................................

195

II.3.1.1. Validez ................................................................................

195

II.3.1.1.1. Validez de contenido .............................................

195

II.3.1.1.2. Validez de constructo. ...........................................

201

II.3.1.1.2.1. Análisis Factorial Exploratorio...............

201

II.3.1.1.2.2. Análisis Factorial Confirmatorio ............

205

II.3.1.1.3. Las subescalas del instrumento .............................

214

II.3.1.2. Fiabilidad .............................................................................

216

II.3.1.3. Resumen de los resultados del estudio 1..............................

217

II.3.2. Resultados del Estudio 2 .....................................................................

218

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

II.3.2.1. Validez .................................................................................

220

II.3.2.1.1. Validez de contenido .............................................

220

II.3.2.1.2. Validez de constructo ............................................

224

II.3.2.1.2.1. Análisis Factorial Exploratorio...............

224

II.3.2.1.2.2. Análisis Factorial Confirmatorio ............

227

II.3.2.1.3. Las subescalas del modelo reespecificado ............

231

II.3.2.2. Fiabilidad..............................................................................

233

II.3.2.3. Relación entre El CIED-v.2 y otras variables. .....................

234

II.3.2.4. Resúmen de los resultados del estudio 2..............................

237

III. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES .................................................................

239

III.1. Discusión ...................................................................................................

241

III.1.1. Con relación a la validez....................................................................

244

III.1.1.1. Validez de contenido...........................................................

244

III. 1.1.2. Validez de constructo.........................................................

249

III.1.2. Con relación a la fiabilidad................................................................

255

III.1.3. Relación entre El CIED-v.2 y otras variables....................................

258

III.1.3.1. Relación entre El CIED-v.2 y el sexo.................................

259

III.1.3.2. Relación entre El CIED-v.2 y el tipo de deporte ................

260

III.2. Conclusiones .............................................................................................

260

III.2.1. Validez de contenido. ........................................................................

260

III.2.2. Validez de constructo ........................................................................

261

III.2.3. Fiabilidad ...........................................................................................

261

III.2.4. Relaciones del CIED con otras variables...........................................

262

III.2.5. Conclusiones finales ..........................................................................

262

III.2.6. Aportaciones Futuras .........................................................................

263

IV. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ............................................................

265

V. ANEXOS..............................................................................................................

317

Índice

ÍNDICE DE TABLAS

Tabla 1. Definiciones de inteligencia del simposio 1921..........................................

31

Tabla 2. Definiciones de inteligencia del simposio 1986. ........................................

32

Tabla 3. Definiciones de expertos no recogidas en simposios. .................................

34

Tabla 4. Definiciones implícitas de inteligencia. ......................................................

35

Tabla 5. Correlaciones entre CSAI-2 y distintos instrumentos encargados de medir la ansiedad rasgo. ......................................................................................................

92

Tabla 6. Correlaciones entre CSAI-2 y distintos instrumentos encargados de medir la ansiedad rasgo. ......................................................................................................

92

Tabla 7. Escalas, número de ítems, año y evolución del RESTQ-S..........................

101

Tabla 8. Reparto de la muestra en función del sexo..................................................

186

Tabla 9. Categorías establecidas en función del nivel del deportista. .......................

187

Tabla 10. Deportes practicados .................................................................................

187

Tabla 11. Tipo de deporte practicado ........................................................................

189

Tabla 12. Relación de casos perdidos........................................................................

189

Tabla 13. Relación de jueces expertos.......................................................................

196

Tabla 14. Valoración de los ítems del CIED por los jueces expertos. ......................

198

Tabla 15. Diferencias interfactoriales de los ítems del CIED ...................................

200

Tabla 16. Medida de adecuación muestral KMO y prueba de esfericidad de Barlett. ....................................................................................................................... 202 Tabla 17. Porcentaje de varianza total explicada de los factores extraídos...............

203

Tabla 18. Matriz de componentes rotados.................................................................

204

Tabla 19. Pesos de regresión no estandarizados........................................................

208

Tabla 20. Correlaciones interfactoriales....................................................................

210

Tabla 21. Índices de ajuste para el modelo AFE. ......................................................

210

Tabla 22. Pesos de regresión no estandarizados........................................................

212

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

Tabla 23. Correlaciones interfactoriales....................................................................

214

Tabla 24. Índices de ajuste para el modelo Jueces Expertos. ....................................

214

Tabla 25. Índices de consistencia interna para los modelos AFE y Jueces Expertos. .................................................................................................................... 216 Tabla 26. Coincidencias halladas entre la validación de expertos y la rotación factorial........................................................................................... 219 Tabla 27. Valoración de los ítems del CIED v2 por los jueces expertos. .................

220

Tabla 28. Diferencias interfactoriales de los ítems del CIEDv2 ...............................

222

Tabla 29. Medida de adecuación muestral KMO y prueba de esfericidad de Barlett. ....................................................................................................................... 224 Tabla 30. Porcentaje de varianza total explicada de los factores extraídos...............

225

Tabla 31. Matriz de componentes rotados.................................................................

226

Tabla 32. Pesos de regresión no estandarizados........................................................

230

Tabla 33. Correlaciones interfactoriales....................................................................

231

Tabla 34. Índices de ajuste para el Modelo Reespecificado......................................

231

Tabla 35. Índices de consistencia interna para el Modelo Reespecificado ...............

233

Tabla 36. Descriptivos de las subescalas y escala total del CIED en función del sexo de los deportistas. .............................................................................................. 234 Tabla 37. Descriptivos de las subescalas y escala total del CIED en función del tipo de deporte. .......................................................................................................... 235 Tabla 38. T de Student, para el contraste de medias por sexo con respecto a la escala CIED. .............................................................................................................. 236 Tabla 39. T de Student, para el contraste de medias por deporte practicado con respecto a la escala CIED. ......................................................................................... 237

Índice

ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 1. Modelo inicial de Salovey y Mayer ...........................................................

124

Figura 2. Modelo de 1997 de Salovey y Mayer ........................................................

137

Figura 3. Modelo ACP ..............................................................................................

207

Figura 4. Modelo de Jueces Expertos........................................................................

211

Figura 5. Modelo Reespecificado ............................................................................................. 229

PRESENTACIÓN

Una tesis doctoral es el resultado de un gran proceso de aprendizaje y estudio salpicado (al menos en mi caso) de infinidad de experiencias y vivencias personales. Llevando la mirada hacia atrás en el tiempo, creo que la génesis de este trabajo coincide en mi caso con la primera vez que me puse un kimono de judo a los 9 años. Tras los primeros años de iniciación deportiva, comencé un período como competidor que se extendió a lo largo de unos 10 años en una disciplina de combate como es el Judo. No tardé en darme cuenta de la tremenda importancia que los procesos psicológicos tienen en el rendimiento deportivo.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

A pesar de los duros entrenamientos y horas en el gimnasio, las horas previas a las competiciones, eran horas de dudas, inseguridades y complejos entramados emocionales de signos positivos y negativos al unísono. Mi cuerpo y mi cabeza, se veían invadidos por estos fenómenos en una especie de maremoto emocional que no siempre era capaz de asimilar y daban lugar a actuaciones bastante inferiores al nivel técnico que mostraba en otras circunstancias menos trascendentales como podía ser el entrenamiento. Afortunadamente, mi entrenador (a la postre codirector de tesis) supo definir y poner de alguna manera nombre y apellidos a todo aquello que pensaba y sentía. A esto se unió la percepción inicial de que esto no me pasaba solamente a mí sino al resto de compañeros de gimnasio. Pero la confirmación de estos hechos llegó más tarde cuando por una parte, descubrí que a los que antaño fueron mis rivales les ocurrían cosas semejantes mientras que por otra, al comenzar a trabajar el aspecto psicológico de otros deportistas tomé conciencia de la tremenda importancia que los sucesos emocionales tienen en el rendimiento deportivo. De esta forma comencé a interesarme por el aspecto psicológico tan presente en el ámbito deportivo a cualquier nivel. Tras el obligado paso por la facultad de Psicología, en la que adquirí muchos conocimientos imprescindibles pero poco relacionados con la especificidad de la práctica deportiva, recalé en un grupo de investigación “Grupo Universitario Multidisciplinar Perfil Iceberg”

(en la actualidad denominado IKERKI 05/30)

encaminado hacia el estudio psicológico en el ámbito de la actividad física y el deporte y dirigido por el entonces doctor y ahora catedrático José Antonio Arruza Gabilondo. En el seno de este grupo de investigación, se desarrollaron numerosos estudios relacionados con los diferentes ámbitos deportivos existentes fundamentalmente en nuestro entorno cercano: deporte escolar, hábitos lúdico deportivos ó alto rendimiento son algunas de las áreas investigadas por este grupo. “Análisis del impacto psicosocial del deporte escolar en la población escolar de Gipuzkoa”, “Estudios sobre los Hábitos Deportivos en la población de Gipuzkoa” ó “Sistemas Forzados y Límite de Tolerancia

Presentación

17

(SIFOLITO)”, son algunos ejemplos de los trabajos que han sido publicados y que a la postre, han desembocado en brillantes tesis doctorales. De todos esos proyectos uno en particular titulado “Análisis y valoración de las relaciones entre la inteligencia emocional, la orientación motivacional, las creencias sobre las causas del éxito deportivo, la competencia percibida y la ansiedad del miedo al fracaso en la actividad física y el deporte” (recogido con el nombre abreviado de DEMOCECOP) puede considerarse la génesis de esta tesis doctoral, sumando a ello el auge que adquirió el concepto Inteligencia Emocional (a partir de aquí y a lo largo de todo el trabajo denominada abreviadamente IE) en los últimos cinco años de la década de los 90 gracias a la obra de Daniel Goleman. El estudio proponía la elaboración de una escala que midiera el desarrollo emocional de deportistas inmersos en eventos competitivos y a su vez correlacionar esta medida con otras medidas psicológicas. Este estudio, confirmó en parte nuestras hipótesis de partida, si bien no se consiguió definir del todo el modelo, se pudo entrever una estructura que se asemejaba al modelo propuesto por Salovey y Mayer 10 años atrás. Los datos arrojados por este tipo de investigaciones junto con la experiencia que he recabado a lo largo de estos años en el campo de la intervención psicológica con deportistas se plasman en la elaboración de esta tesis doctoral. Además creo que todo ello, confirma mis ideas sobre la existencia de algo (llamémoslo IE), que ayuda a los deportistas de alto nivel de apoderarse de sus emociones, tanto positivas como negativas, y encauzarlas hacia una ejecución sobresaliente en eventos de gran importancia y trascendencia para ellos. Creo que el hilo argumental del presente trabajo sigue una línea coherente que a lo largo de dos grandes apartados conforman el contenido de esta tesis doctoral. El primero de ellos corresponde a la parte teórica donde se ahondan en los términos de inteligencia y emociones para posteriormente profundizar en el constructo de IE desde

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

sus inicios, pasando por los diferentes modelos existentes y finalizando en la explicación de las distintas herramientas que se han generado desde esta corriente. Después se profundiza en la repercusión que el estudio de las emociones ha tenido en él ámbito de la Psicología del deporte y se da paso al siguiente apartado del trabajo. El segundo de los grandes apartados, tiene que ver con la parte empírica y en ella se explicitan los procedimientos empleados y los resultados obtenidos tras la realización de los análisis psicométricos de la herramienta creada. La presente tesis doctoral, supone la materialización de las ideas e intuiciones previas que existían en mi interior sobre la influencia de las emociones en el contexto deportivo, filtradas y reseleccionadas gracias a la intervención psicológica, y cristalizadas en un cuestionario para medir la IE percibida de los deportistas inmersos en ámbitos de competición. En un recorrido que me llevará por la historia y tratamiento que la inteligencia y sobretodo las emociones han tenido en el campo de la psicología y más concretamente en el campo de la psicología del deporte.

INTRODUCCIÓN

El hombre como especie, además de haberse convertido en el ser vivo más inteligente de los que pueblan el planeta, es también el más emocional. Nuestras diferentes formas de comunicarnos, nuestros comportamientos, nuestras diversas formas de relación implican inteligencia, que a su vez esta impregnada por algún tipo de emoción de manera inherente. La Inteligencia Emocional, es un término que aúna en el mismo concepto dos de las características más importantes que diferencian al ser humano del resto de animales como son la inteligencia y las emociones.

El desarrollo y evolución de ambos conceptos,

inteligencia y emoción, a lo largo de los períodos más importantes de la historia de la humanidad ha sido dispar hasta la llegada de lo que hoy todo el mundo conoce como IE.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

Asimismo, el ser humano desde los albores de la civilización se ha valido de esa inteligencia para crear los juegos y deportes que tamizados por la lógica evolución de los tiempos se han convertido en el concepto de deporte que hoy día conocemos. Desde los juegos de pelota de las culturas precolombinas hasta la profesionalización del deporte actual, la inteligencia, las emociones y el deporte han transitado por la historia sin aparente relación. Pero en la actualidad, lo emocional esta de moda y el deporte no debe escapar a esta tendencia de implicar las emociones en toda interrelación humana. El interés de esta tesis consiste en comprobar como un término de actualidad como es el de IE aparece y toma trascendencia dentro del contexto competitivo y cómo se manifiesta en el comportamiento de los deportistas. A primera vista y dado el antagónico tratamiento que han recibido las emociones y la inteligencia a lo largo de la historia, el introducir un tercer factor como es la práctica física y el deporte puede parecer algo descabellado. Pero en mi opinión, y cómo espero se irá aclarando a lo largo de este trabajo, el contexto competitivo a cualquier nivel es un escenario en que la IE funciona constantemente aunque en ocasiones no de una manera excesivamente clara. Pero antes de introducirnos en el ámbito de práctica de la actividad física y el deporte creo que sería interesante conocer cual ha sido la evolución de los conceptos de emoción e inteligencia a lo largo de la historia. A pesar de esta aparente importancia actual sobre la relación entre las emociones, los sentimientos y la inteligencia, las primeras prácticamente siempre han sido consideradas como algo completamente ajeno y separado de la inteligencia y han sufrido un trato desigual en las diferentes épocas de la historia de la humanidad, pasando de la exaltación al olvido y viceversa de forma continuada. En la cultura griega, Platón distinguía entre el alma racional, localizada en la cabeza, alma irascible, situada en el tórax, susceptible de sentir vergüenza y culpa, y el alma apetitiva, localizada en el abdomen, sobre los que influirían los impulsos físicos como el hambre o el sexo. En un célebre pasaje del Fedro, se presenta una pintoresca analogía en la que se compara la inteligencia con un auriga que lleva las riendas

Introducción

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mientras que la emoción y la voluntad representan los caballos que tiran del carro. En este pasaje se comenzaba a vislumbrar la separación que emociones e inteligencia sufrirían a lo largo de la historia. Posteriormente Aristóteles también diferenciaba distintos tipos de alma para los seres vivientes en los que nuevamente aparece la inteligencia y la emoción de forma separada, el alma racional, sería el de los seres humanos y dentro de esta distinguía ente el intelecto que sería el componente racional mientras que el deseo correspondería a la motivación humana. Finalmente, Cicerón acuño el término intelligentia para traducir y definir el concepto en que trabajaron Platón y Aristóteles. Para los estoicos como Epícteto, las emociones se consideraban opiniones equivocadas en un mundo en el que reinaba el determinismo absoluto y se consideraba que el universo sabio planteaba de manera racional un proyecto de vida para los seres humanos y por tanto, la felicidad personal consistía en aceptar racionalmente las decisiones que el universo tomaba por las personas. Fue Epícteto quién mejor expuso las verdades del estoicismo. En el Enchiridion (siglo I d.C.) escribió “Los hombres no se preocupan por las cosas, sino por las opiniones que de ellas tienen”. Hasta entonces, los filósofos consideraban, que las pasiones eran puestas en el interior de los individuos por los dioses y las personas no podían hacer nada por controlarlas. Unos cuantos siglos después, en el XII, Descartes afirmaba que el ser humano podía experimentar pasiones (identificadas con las emociones) surgidas del cuerpo y que actuaban en la mente de forma pasiva y conducían sin otra volición a acciones corporales. Las pasiones por tanto, eran impulsos negativos que había que resistir y vencer con el objetivo de ganarse el Cielo. Al establecer Descartes el dualismo mentecuerpo, daba al primero todas aquellas funciones relacionadas con el control de la voluntad. Lo que hoy se consideraría la inteligencia. El siglo XVIII también es conocido como la Edad de la Razón en el que existe una clara primacía de la inteligencia sobre las emociones. A lo largo de este período el

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

estudio de las emociones fue algo denostado puesto que se consideraban impulsos irracionales que nos apartaban del camino lógico por lo que había que reprimirlas para desfogarse en contextos íntimos. Todo comportamiento humano era analizado bajo la luz de la razón, identificada con la idea actual de la inteligencia. A pesar de ello, algunos autores como Hume, hablaban de impresiones de reflexión para referirse a las emociones y a su vez las dividía en violentas (como el amor y el odio) y tranquilas más relacionadas con los sentimientos estéticos de aprobación y desaprobación. Formaban parte del contenido de la mente humana. Pero en el último cuarto de siglo las cosas empezaron a cambiar y surgió una corriente de pensadores, como Herder y Rousseau que nuevamente exaltaron la emoción y el espíritu humano, Rousseau llegó a afirmar, “Existir es sentir” y manifestó “los primeros impulsos del corazón son siempre los correctos”. Esta tendencia continua a lo largo del siglo XIX en que se produce una reafirmación de la emoción y la intuición, los románticos como William Blake combatieron la razón desmesurada con cantos a los sentimientos y a la intuición irracional y las emociones pasaron a un primer plano. Mientras, por su parte, Darwing también publicó en el tercer cuarto de siglo, una obra en la que estudiaba la expresión de las emociones en los rostros humanos que anticipó trabajos modernos sobre las emociones como los de Ekman relacionados con la expresión y reconocimiento facial de las emociones. A finales del siglo XIX y principios del XX surgen figuras importantes dentro de la psicología que se interesan por el estudio de la emoción y constituyen las primeras aproximaciones científicas dentro de la psicología, Wundt figura muy importante dentro de la psicología estudió los sentimientos y las emociones, desarrolló una teoría tridimensional de la emoción que causó gran controversia en aquel momento, pero posteriormente y cuando se desarrolló la técnica del análisis factorial dió lugar a multitud de aproximaciones a la emoción basadas en sus principios. Por su parte, el importantísimo trabajo de Freud, no cuajó en la psicología académica de la misma forma en que se consolidó en otros ámbitos. Ni en su época ni

Introducción

23

ahora, a pesar de que gran parte de su teoría se sustenta sobre la represión de emociones en edades tempranas de la infancia que posteriormente darán lugar a las neurosis de la edad adulta, la psicología académica no se ha visto beneficiada en exceso. A lo largo del siglo XX surgió el conductismo cuyo máximo exponente fue Watson. Esta corriente se centraba en la conducta observable y negaba los procesos internos, como las cogniciones o las emociones por no poder observarse, con lo que reducían las emociones a meras respuestas condicionadas a estímulos específicos. A la vez surge un interés por medir la inteligencia de las personas y a principios de siglo aparece el primer test, el Stanford-Binet para medir la inteligencia. Este test evolucionará y posteriormente irán apareciendo nuevas versiones que se emplearán y difundirán en algunos sistemas educativos como el norteamericano como si fuera la panacea de la medición de la inteligencia de sus alumnos. En este siglo se desarrollan las técnicas psicométricas que perdurando hasta nuestros días nos han permitido desarrollar las mediciones de la inteligencia actuales y por otra parte, crear toda una teoría de la medición psicológica aplicada a otros ámbitos.

Compitiendo con el conductismo, surgen las primeras teorías cognitivas. Surgieron la psicología social y la epistemología genética de Jean Piaget, que cambiaban radicalmente la concepción del ser humano como una máquina propia del conductismo, y hacían hincapié en los procesos internos de los seres humanos como el conocimiento o la formación de actitudes y creencias. En este caldo de cultivo surge la nueva psicología humanista en los años 50 de la mano de Carl Rogers y Abrahan Maslow. Para ellos las experiencias subjetivas de los individuos eran la base de sus teorías. Las emociones por tanto, como parte de esas vivencias, toman un cariz muy importante. Y a partir de aquí desde la perspectiva cognitiva y su interacción con la fisiología surgen diferentes autores que se centran en el estudio de las emociones como Ekman, Schachter y Mandler.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

El concepto de inteligencia comienza a ampliarse en varias direcciones. Sternberg proponía tras estudiar las diferentes definiciones existentes hasta la época, una definición muy general de la inteligencia “comportamiento adaptativo dirigido a un fin” pero a partir de esta, desarrolló un esquema de localización de la inteligencia en donde se incluían el resto de definiciones. La localización de la inteligencia, se encontraba en el individuo, en el ambiente y en la interacción entre ambas. Esto mostraba a las claras la amplitud que el concepto de inteligencia estaba tomando y que llevaría años definirlo con precisión. En la década de los 90 entra en juego el concepto de IE de la mano de Salovey y Mayer y popularizado posteriormente por Daniel Goleman hace ya más de diez años. Este concepto esta generando una pequeña revolución en el campo de las relaciones interpersonales. En los últimos años, las emociones se consideran estados psicológicos que generan información para comprendernos mejor a nosotros mismos y a los demás. Son susceptibles de manipulación y de aprendizaje lo que conlleva que se pueda mejorar nuestra calidad de vida y la de los que nos rodean. Y últimamente, el campo de las neurociencias también ha entrado de lleno en el estudio de las emociones, con autores como LeDoux o Damasio que afirman que “primero se siente y luego se piensa”,

sustentando mencionada afirmación en

complejas investigaciones en las que emplean la más moderna tecnología en la observación del cerebro. Lo que supone un importante descubrimiento para interpretar de forma diferente la relación que entre emoción e inteligencia se tenía hasta ahora. Este, brevemente y a grandísimos rasgos ha sido el trayecto que el estudio de las emociones y la inteligencia ha recorrido por los senderos de la psicología, la filosofía, la fisiología y la reciente neurociencia hasta fundirse en el concepto que hoy todos conocemos como IE.

Introducción

25

Una vez llegados a este punto, cabe resaltar que las mejoras sanitarias, sociales y tecnológicas sufridas por la humanidad han desembocado en un aumento de la esperanza de vida de las personas y siguiendo a Punset “ha dado lugar a 40 años redundantes desde un punto de vista evolutivo”. En este contexto, en estos años redundantes en que el tiempo de ocio es muy amplio e importante es donde se enmarca el contexto deportivo. La práctica físico deportiva globalizada por una parte y el desarrollo de un complejo sistema de competiciones del más alto nivel esta haciendo que los deportistas desarrollen todos los recursos técnico tácticos, físicos, atencionales, decisionales y desde mi punto de vista emocionales. En este contexto es dónde las emociones en ámbitos deportivos toma una importancia capital. Apreciamos emociones desbordantes en todos los campos de fútbol, baloncesto, balonmano y demás deportes todos los fines de semana. Millones de personas en todo el mundo, se alegran y lloran en función de los resultados de sus equipos. Vemos emociones en los entrenadores quienes viven de primera mano los aciertos y errores de sus jugadores. Y vemos emociones también en los campos de juego en dónde en función de los acontecimientos que se den, los jugadores sienten rabia, tristeza, orgullo o desesperanza. Creo que este es el momento de aprovechar los conocimientos surgidos desde la teoría de la IE para estudiar el procesamiento y gestión de esa información emocional que jugadores, entrenadores y aficionados están continuamente manejando. Creo que sinceramente el ámbito deportivo constituye un laboratorio excepcional para estudiar el desarrollo de esta teoría que los autores Salovey y Mayer propusieron a inicios de la década de los 90 y con tanto éxito se ha aplicado en el contexto laboral sin ir más lejos.

I. MARCO TEÓRICO

Marco Teórico. La inteligencia.

I.1. La inteligencia I.1.1. Antecedentes Históricos en el estudio de la inteligencia. Los filósofos de la Grecia clásica como Platón y Aristóteles, diferenciaban ya entre fenómenos internos como el pensamiento o la meditación de otros fenómenos externos cuya conducta era observable, como las pasiones o emociones. Aristóteles fue el primero que observó una relación de dependencia entre ambos tipos de fenómenos, distinguió entre orexis (las funciones emocionales y morales) y dianoia (las funciones cognoscitivas e intelectuales) y diferenció a su vez distintos tipos de alma para los seres vivientes. El alma racional, sería el de los seres humanos y dentro de esta distinguía ente el intelecto que sería el componente racional mientras que el deseo correspondería a la motivación humana. Por su parte, Cicerón en el siglo II a.C., tradujo la palabra de Aristóteles de dianoia por intelligentia (cuyo origen surge de la unión de dos vocablos latinos, inter=entre, y leger= reunir, escoger, discriminar). Entre los siglos IV y V, San Agustín sostenía que la inteligencia era la recompensa de la fe y en la Edad Media, Santo Tomás de Aquino también mostró cierta preocupación por la inteligencia humana. Sin embargo, fue Juan de Huarte San Juan, filósofo y médico navarro del siglo XVI quién con más profundidad estudió el fenómeno de la inteligencia, en su obra Examen de ingenios para las ciencias. Este autor, no habla de inteligencia propiamente dicha sino de ingenio y lo definió como aptitud para aprender. Sostenía que existían facultades comunes a todo el alma racional humana, como eran, la memoria la imaginación y entendimiento. Pero fue definitivamente el siglo XIX el que dio el pistoletazo de salida al verdadero interés por el estudio científico de la inteligencia humana, gracias sin duda al desarrollo de la teoría de la evolución planteada por Darwin (1859). Aunque fue un primo suyo, Sir Francis Galton quién se enfrentó de forma seria al problema de las diferencias individuales entre las personas. Desarrolló unas ingeniosas pruebas para el discernimiento de mencionadas diferencias y concluyó que las habilidades y

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

capacidades de las personas eran debidas a la herencia, aunque no descartó la influencia del ambiente. La teoría de Galton, se basa en la comparación entre los sujetos más capaces y los menos capaces, estableciendo dos cualidades fundamentales que las distingue. Por una parte su energía o capacidad de trabajo y por otra la sensitividad1. Para aproximarse al estudio de las diferencias individuales en inteligencia, Galton consideraba una serie de diferencias en el ámbito de la percepción sensorial en áreas como la luminosidad, tonos, olores, etc. Su originalidad radicó en crear una serie de métodos y técnicas para el desarrollo de la inteligencia basados en diversos tipos de test para medir la visión cromática y la facultad discriminativa en áreas como la visual la auditiva o la cinestésica. Asimismo ideó pruebas de memoria y asociación de palabras. Galton empleó las medidas de tendencia central para desde ahí, lanzarse a estudiar la variabilidad individual. Para él, el mayor alejamiento por encima de la media, suponía la manifestación de las mayores cotas de inteligencia, mientras que el alejamiento inverso suponía la interpretación contraria. Parece pues que la figura de Galton aparece como la iniciadora de la etapa científica de la exploración de la inteligencia aunque como se verá a lo largo de este capítulo, son numerosos los autores a los que podría atribuírsele este hecho. I.1.2. Definiciones de inteligencia. La inteligencia, es probablemente uno de

los constructos más difíciles de

abordar en psicología. Numerosos son los autores que estudian el tema y probablemente todo el mundo tiene una definición propia de lo que es la inteligencia. En este apartado no se pretende, ni mucho menos, establecer una definición propia de este concepto, pero si creo que es conveniente revisar algunas de las definiciones de la inteligencia para apreciar la complejidad del tema.

1

Cualidad que determina las diferencias individuales a través de la diferente capacidad de las personas de percibir la información del mundo exterior.

Marco Teórico

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Son varias las ocasiones en las que los científicos con cierta experiencia contrastada en el estudio de la inteligencia se han reunido para tratar de dar una definición. En 1921, se llevó a cabo un simposio entre los investigadores de la época a este respecto cuyos resultados se publicaron en el Journal of Educational Psychology. Estas definiciones se reflejan en la tabla siguiente. Tabla 1. Definiciones de inteligencia del simposio 1921. (Tomado de Juan de Espinosa, 1997). Definición La capacidad de dar la respuesta adecuada desde el punto de vista de la

Autor Thondike, E.L

verdad y de los hechos. La capacidad de pensar de forma abstracta.

Terman, L.M.

Capacidad sensorial, capacidad de reconocimiento perceptivo, rapidez, rango o flexibilidad de asociación, facilidad e imaginación, amplitud de atención, rapidez o

Freeman, F.N.

viveza al responder. Haber aprendido o capacidad para aprender a adaptarse al ambiente. Capacidad para adaptarse adecuadamente a nuevas situaciones en la vida. La capacidad para inhibir un ajuste instintivo, la capacidad para redefinirlo a

Colvin, S.S. Pintner, R. Thurstone, L.L.

la luz del ensayo y error experimentado imaginariamente, y la capacidad para convertir el ajuste instintivo modificado en un comportamiento abierto que favorezca al individuo como animal social. La capacidad para adquirir capacidad. Facultad fundamental para hacer juicios correctos, mostrar iniciativa y adaptarse a las circunstancias.

Woodrow, H. Binet, A.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

El consejo editorial de The Journal of Educational Psychology, estaba formado por investigadores que pertenecía al ámbito de la psicología de la educación, todos trabajaban en departamentos de educación y sus publicaciones trataban ampliamente de la problemática de los tests mentales. En este simposio la preocupación esencial radicaba en la posibilidad de evaluar la inteligencia y predecir el rendimiento en función de esta medida. Más tarde en 1986, Sternberg y Detterman fueron los editores otro simposio reeditado posteriormente (1992, 2003). Las principales definiciones se ven reflejadas en la tabla siguiente. Tabla 2 Definiciones de inteligencia del simposio 1986. (Basado en Detterman y Sternberg, 2003). Definición Cualidad del comportamiento adaptativo en la medida en que este represente formas eficaces de ajuste a las demandas de un medio constante de cambio. Lo que constituye el comportamiento adaptativo varía entre especies, y con el contexto en el que vive cada organismo. Conjunto de aptitudes implicadas en el logro de metas racionalmente elegidas, sean estas las que sean.

Autor

Anastasi, A.

Baron, J.

El producto final del desarrollo individual en el campo de la cognición psicológica, y que la distingue del funcionamiento motor, afectivo, motivacional y social. Esta inteligencia, como producto final, es adaptativa para un grupo cultural determinado en la medida en que permite a sus miembros, funcionar de forma eficaz en un contexto ecológico dado.

Berry, J.

Es un concepto que reside en la mente de una sociedad entendida en sentido amplio, y que la naturaleza de dicho concepto depende de esta.

Carroll, J.

La inteligencia se define en términos de diferencias individuales en competencia mental en tareas cognitivas estadísticamente asociadas a variables personales.

Hunt, E.

Aptitud o destreza para solucionar problemas o diseñar productos que son valorados dentro de una o más culturas.

Gardner, H.

Marco Teórico

33

La inteligencia es eficiencia o capacidad para el rendimiento cognitivo intelectual.

Glaser, R.

La inteligencia es un juicio o atribución, comparable a los juicios que diariamente realizamos sobre las personas físicamente atractivas, bien informadas, simpáticas o tímidas.

Goodnow, J.

La inteligencia es un conjunto de mecanismos muy importante mediante los cuales adquirimos nuevos conocimientos y destrezas.

Butterfiel, E.C.

Considero la inteligencia como la suma total de procesos cognitivos que implican planificación y codificación de la información y activación de la atención.

Das, J.P.

Conjunto limitado de aptitudes independientes que actúan como un sistema complejo.

Detterman, D.K.

En este segundo simposio, la composición del panel de expertos incluye un abanico de expertos pertenecientes a diversas especialidades dentro del ámbito de la psicología y el problema se sitúa preferentemente en la comprensión de la naturaleza de la inteligencia y su funcionalidad. Por ello aceptan considerar la inteligencia como un fenómeno complejo cuya naturaleza se debe explicar en términos de un sistema más que en términos de una sola capacidad. A pesar de que muchos autores se atreven a dar una definición más o menos concisa (véase tabla 2.). Otros presentan una serie de reticencias a la hora de definirla. Este es el caso de autores como Baltes (1986) que sostiene que la inteligencia no puede ser delineada de una forma clara y aceptable; Horn (1986) por su parte afirma que la inteligencia no es una entidad unitaria en modo alguno y mantiene que los intentos por describirla, son casi inútiles; para Pellegrino (1986) todos los intentos de definición conducen a definiciones vagas e inexactas; mientras que Scarr (1986) por su parte afirma que existen tantas definiciones como propósitos existen al plantearla. Más recientemente, en 1994, se publicó en la revista Wall Street Journal una declaración de 25 puntos básicos sobre el estudio científico de la inteligencia suscrita por 52 científicos de distintos países. Su objetivo fue corregir los equívocos presentados

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

en los medios de comunicación a raíz de la controversia surgida por la publicación de The Bell Curve (Hernstein y Murray, 1994). Además de esta declaración la American Psychological Association consideró oportuno realizar un informe más profundo y creó un comité de expertos para que realizara este informe (Neisser et al., 1996). En esta ocasión, se preguntaba a los expertos sobre cuestiones tales como, cuál era la conceptualización más significativa de la inteligencia; qué significan, qué predicen y qué precisión poseen las medidas de los tests; o porqué se dan las diferencias individuales en inteligencia. Tras debatir entorno a estas preguntas, hallaron más preguntas que conclusiones claras, por lo que llegados a este punto podemos rescatar la famosa cita de Sócrates sólo sé que no sé nada, ya que a medida que avanza la investigación, parece que sabemos menos debido al mayor conocimiento acumulado y se hace necesaria una mayor precisión en la concepción y medición de la inteligencia. Otras definiciones de grandes expertos en el campo de la inteligencia y que no han sido recogidas en simposios aparecen en la siguiente tabla. Tabla 3 Definiciones de expertos no recogidas en simposios. Definición La inteligencia es lo que ponen a prueba los test Conjunto o capacidad global del individuo para actuar con un fin, pensar de modo racional y enfrentarse con eficacia a su ambiente Comportamiento adaptativo dirigido a un fin La capacidad de recibir información, elaborarla y producir respuestas eficaces

Autor

Fecha

Boring, E.G.

1923

Wechsler, D.

1958

Sternberg, R.

1987

Marina, J.A.

1993

Podría parecer, dada la controversia existente que no existe una definición consensuada sobre la que los expertos puedan desarrollar sus ideas. Pero en los últimos años, se ha llegado a la formulación de un modelo integrador aceptado mayoritariamente (Carroll, 1993; Colom, 1995) y que queda reflejado en la definición

Marco Teórico

35

empleada por Juan Espinosa (1997) “la inteligencia es el fenómeno que consideramos responsable de las diferencias que observamos entre las personas cuando se ponen a resolver problemas” (p. 46). Todas estas definiciones corresponden a las denominadas teorías explícitas o formales, en las que los investigadores elaboran y enuncian teorías a través de hipótesis bien entretejidas sobre la inteligencia que se intentan poner a prueba, mediante métodos y técnicas diseñados a tal fin. Pero como se ha comentado al inicio del capítulo cada uno de nosotros tiene una idea más o menos clara de lo que es la inteligencia. Hemos llegado a ellas por medio de juicios subjetivos de los fenómenos ocurridos en nuestra vida cotidiana. Estas ideas propias, constituirían las denominadas teorías implícitas de la inteligencia que rastreando en Internet, se pueden encontrar fácilmente y se pueden observar en la siguiente tabla. Tabla 4. Definiciones implícitas de inteligencia. Definición Capacidad para resolver problemas Aquel don, que algunos seres humanos utilizan de vez en cuando, para poder diferenciarse de los animales Capacidad de analizar, comprender y relacionar conceptos, cosas, fenómenos y situaciones, así como de proponer soluciones a la problemática que en ellos o alrededor de ellos se genera.

Como se puede apreciar la suma de puntos vista es muy dispar tanto entre los expertos como en los legos en la materia y esto es en parte lo que dificulta en gran medida dar una definición universal de inteligencia.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

I.1.3. Modelos estructurales de inteligencia Charles Spearman es uno de los padres de la investigación sobre la inteligencia y además precursor de los denominados modelos estructurales. Spearman (1904, 1927) establece el primer modelo científicamente falsable de la inteligencia, el

modelo

bifactorial que postulaba dos hipótesis fundamentales. La primera era que existía un único factor común indicador de la capacidad general de la inteligencia. Y la segunda afirmaba que existía a su vez un factor específico, único para cada test, que sería indicador de una aptitud específica. Dicho de otra manera, el modelo bifactorial especifica un único factor común o aptitud general factor g a todos los tests, más una gran cantidad de factores únicos o aptitudes específicas, no correlacionados entre sí, una vez que se ha aislado el factor g de las correlaciones de los tests. A partir de Spearman, los investigadores empiezan a plantearse cuestiones acerca de la estructura de la inteligencia. Surgen diferentes modelos estructurales para explicar las interrelaciones existentes ente los factores descubiertos. El primero de estos modelos fue elaborado por Thurstone (1938, 1947) denominado Aptitudes Mentales Primarias. A partir de una serie de especificaciones, Thurstone encontró en un primer momento una estructura de 13 factores de los cuales 9 eran psicológicamente interpretables. Posteriormente Thurstone y Thurstone (1941) redujeron esta estructura a 7 factores comunes replicables independientes entre sí (comprensión verbal, fluidez verbal, numérica, memoria, rapidez perceptiva, visualización espacial, razonamiento inductivo). Guilford basándose en el trabajo de Thurstone y asumiendo los mismos presupuestos, desarrolló un modelo (operativo-informacional) donde la información se define como lo que el organismo discrimina. En él se integran las aptitudes intelectuales, el aprendizaje y las funciones motrices para dar cuenta de la resolución de problemas. Este modelo al que Guilford denominó Modelo de Estructura del Intelecto consistía en que cada una de las aptitudes intelectuales podrían especificarse como una

Marco Teórico

37

expresión de tres categorías que se entrecruzan, operaciones, contenidos y productos. Así una aptitud podía ser definida como una expresión de las cinco operaciones mentales (cognición, memoria, producción convergente, producción divergente o evaluación) que operan en uno de los cuatro tipos de contenido (figurativo, simbólico, semántico o conductual) para producir un producto de los seis posibles (unidades, clases, relaciones, sistemas, transformaciones o implicaciones). De esta estructura se puede deducir que existen como mínimo 120 aptitudes (resultantes de la multiplicación de 5 operaciones x 4 contenidos x 6 productos) que posteriormente el equipo de Guilford (1981, 1985) extendió hasta 150. Otro tipo de estructuras generadas fueron los sistemas jerárquicos puros de Burt y Vernon. En estos modelos todas las aptitudes están relacionadas con una aptitud de generalidad global. Las aptitudes que se sitúan por debajo de esta generalidad global representan niveles de generalidad cada vez más restringidos. Burt (1949) generó un modelo de este tipo organizado en cinco niveles jerárquicos. El primer nivel lo ocupan las aptitudes pertenecientes al campo de la sensación con un bajo nivel de complejidad. El segundo de mayor complejidad lo componen aptitudes en las que dominan los procesos perceptivos o de la coordinación de movimientos. En el tercer nivel, de orden superior a los anteriores, se incluyen aptitudes que representan procesos relativamente más complejos de la asociación compuestos por las aptitudes de memoria y las de formación de hábitos. Estas aptitudes asociativas de memoria y formación de hábitos, se incluyen en las aptitudes que componen el cuarto nivel y donde predominan los procesos de relación y estos a su vez conducen finalmente a la inteligencia general o factor g que además de coincidir con el factor g de Spearman, representa el nivel más alto de complejidad cognitiva. Desde este modelo se considera a la inteligencia como una capacidad general interpretada como integradora de la mente y que por eso se manifiesta en todos los niveles de la jerarquía. El otro de los sistemas jerárquicos puros es el de Vernon (1950, 1971). Este sistema esta formado por cuatro niveles y mantiene al factor g en la cúspide de la

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

jerarquía. El segundo peldaño, lo constituirían otros factores de generalidad más restringida, y corresponderían a los factores verbal-educativo y al cinético-mecánico. El tercer nivel de generalidad, representa factores de grupo más pequeños y se encontraría por debajo de los dos anteriores. Comprendería aptitudes tales como la psicomotriz, perceptiva, física, la espacial (bajo el factor cinético-mecánico) u otras como fluidez, aptitud numérica, capacidad creativa, verbal literaria y verbal lingüística. En el cuarto nivel de esta jerarquía, aparecerían los factores más específicos como la aptitud para la escritura, lectura o vocabulario. Como alternativa a este tipo de sistemas, aparecen los denominados sistemas jerárquicos mixtos que plantean la existencia de más de un factor general de inteligencia ya que el factor g no influiría en todas y cada una de las aptitudes situadas en los niveles inferiores. Uno de estos tipos de sistemas jerárquicos mixtos es el de Cattel (1971) que supone el desarrollo y confluencia de los sistemas propuestos por Spearman y Thurstone, incorporando además diversas características de la teoría de Guilford.

El sistema Gc-Gf de la inteligencia de Cattel es un modelo de tres niveles de generalidad. En el primer nivel, se situarían las aptitudes mentales primarias de Thurstone además de otras, propuestas por Guilford. En el segundo nivel se situarían otros factores de generalidad amplia. La inteligencia fluida definida por Cattel (1987) y recogida por Juan de Espinosa

(1997) como “amplitud general de percepción de

relaciones, basada en la magnitud de la eficacia neurológica de la masa celular, que se presenta como una energía existente en cualquier comportamiento actual” (p. 146). Y la inteligencia cristalizada, “supone la cristalización de la aptitud fluida en destrezas de comprensión y razonamiento general mediante la exposición a los problemas que se presentan” (p.146). En el tercer nivel, se encontraría la influencia de la llamada inteligencia fluida histórica y un factor de experiencias adquiridas en el ámbito familiar y escolar. Estos factores influirían unos sobre otros. Posteriormente, Horn (1985) añadió factores de segundo orden a los propuestos por Cattell quedando el segundo nivel

Marco Teórico

39

jerárquico formado por 10 factores. Para Horn, una organización de las funciones intelectuales exige la presencia de estas 10 capacidades puesto que ninguna de estas 10 capacidades, puede derivarse de las demás. Gustafsson (1988), dio a conocer su modelo de inteligencia denominado HILI (Hierarchical Lisrel). Este modelo, al igual que otros, supone un sistema jerárquico dividido en tres niveles, que van de mayor a menor generalidad. Este modelo, calcula el factor de máxima generalidad a partir de la covariabilidad entre factores. La síntesis final de todos estos modelos, es la realizada por Carroll (1989, 1993,1994) con su creación del denominado Sistema de los Tres Estratos. Mediante este sistema, las aptitudes se clasifican en tres estratos que corresponden a tres diferentes grados de generalidad creciente. En la cúspide del modelo, se encuentra el factor g de Spearman constituido como un rasgo fuente. En el segundo estrato se encontrarían una serie de aptitudes de segundo orden: inteligencia fluida, cristalizada, capacidad de visualización, capacidad general de velocidad cognitiva, capacidad general de memoria, capacidad general de recuerdo, capacidad general de percepción auditiva. En la base del modelo (estrato 1) se agrupan las aptitudes o factores como el razonamiento, lenguaje, memoria y aprendizaje, percepción visual, recepción auditiva, producción de ideas, velocidad cognitiva, conocimiento y logro, aptitudes psicomotrices, etc. En resumen, desde esta perspectiva, comenzada por Spearman

prima la

búsqueda de la estructura de la inteligencia, y a lo largo de esta búsqueda, se formulan las principales hipótesis y principios sobre la misma. De esta forma, se crean los métodos dirigidos a falsar o aceptar los principales modelos propuestos para dar cuenta de tal estructura. Con estos métodos, parece confirmarse que la inteligencia es un continuo heterogéneo que parece estar organizado en una jerarquía de diversos factores graduados de mayor a menor generalidad.

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

40

I.1.4. Enfoque biológico de la inteligencia La historia de la plausibilidad biológica de las facultades humanas, arranca de Hipócrates en el siglo V a.C. y continúa con Gall, padre de la frenología en el siglo XIX quién sugiere que las diferencias humanas en actitud mental derivan de la interacción entre las dos partes del cerebro. Por su parte algunos de los investigadores relacionados con la teoría estructural de la inteligencia como Spearman (1923), plantearon explicaciones de tipo biológico como soporte de sus teorías psicométricas. En esta teoría adquirirían fundamental importancia, las neuronas, las sinapsis cerebrales y otra serie de elementos que se encontrarían en los genes. Así como una serie de procesos como el de la plasticidad que sería característico de cada sistema nervioso. Asimismo, Spearman postuló la existencia de una energía mental que alimentaría a toda la corteza cerebral para que esta funcionase correctamente. De igual forma, la definición de Cattel sobre la inteligencia fluida posee un claro enfoque biológico ya que la relaciona directamente con la eficacia a nivel neurológico de la masa celular. Por otra parte existen numerosos estudios que relacionan de alguna u otra forma el tamaño cerebral con la capacidad intelectual. La idea central que guía este tipo de estudios

es simple. Si el cerebro en su totalidad es responsable de la capacidad

intelectual de las personas, entonces el tamaño cerebral, debiera ser un estimador adecuado y primario, aunque burdo, de la inteligencia de las mismas. De esta forma, algunos estudios (Egan et al., 1994) han relacionado el volumen de materia blanca cerebral (indicador de mielinización) con el CI manipulativo y con el CI total. Mientras que el volumen de materia gris esta más asociado con el CI verbal. Este estudio se ve confirmado por la tesis de Miller (1994) que afirma que el proceso de mielinización2 es diferencial y ofrecería una plausibilidad biológica al desarrollo diferencial de las aptitudes intelectuales. Estas hipótesis se vuelven a confirmar en el estudio de Jensen 2

Fenómeno por el cual algunas fibras nerviosas, adquieren durante su desarrollo una sustancia envoltoria que permite la transmisión de impulsos bioeléctricos de forma más eficaz.

Marco Teórico

41

(1994) quien obtuvo correlaciones positivas y significativas entre el tamaño cerebral y una batería de test en un grupo de gemelos monocigóticos y dicigóticos. Los trabajos sobre lesiones cerebrales (inducidas o accidentales) nos proporcionan la oportunidad de evaluar hipótesis sobre la naturaleza anatómica de las diferentes aptitudes. Lashey (1929) realizaba sistemáticas lesiones muy localizadas en el cerebro de ratas y llegó a dos principios a partir de estos estudios, el de acción de masa y el de equipotencialidad de los recursos neuronales. El primero viene a decir que el cerebro actúa como un todo, y el segundo que todas las partes del cerebro son iguales. Posteriormente y empleando una metodología similar Thompson et al. (1990) identificaron asambleas de estructuras cerebrales importantes para la adquisición de habilidades de resolución de problemas. Por su parte Woods (1980) demostró que la lesión de cualquiera de los hemisferios durante las primeras etapas del desarrollo estaba relacionada con la disminución de la inteligencia cristalizada, medida a través del CI verbal de las escalas Wechsler. Parece ya suficientemente contrastado el hecho de que un cerebro inmaduro en sus primeras etapas se encuentra en un estado de fragilidad y, por tanto cualquier daño en la pauta del desarrollo del mismo, da al traste con el potencial desarrollo posterior (Grafman et al., 1986, 1988). Otra corriente trata de relacionar la inteligencia con los potenciales evocados3. Los estudios de Ertl y Schafer (1969) y Ertl (1971,1973) sustentan la idea de que los potenciales evocados promediados y su velocidad, podrían ser el sustrato biológico de las diferencias individuales en la conducta inteligente. A partir de esta técnica se han planteado

diversas

hipótesis

relacionadas

con

adaptabilidad,

eficiencia

y

capacidad/eficiencia neural y constituirían una base importante para explicar las diferencias individuales en inteligencia medidas a través de pruebas que saturan

3

Cambio transitorio registrable en la actividad eléctrica cerebral en respuesta a estimulaciones sensoriales.

42

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

altamente en el factor g (Schafer, 1982; Hendrickson y Hendrickson, 1980,; Bates y Eisenck, 1993; Bates, Stough, Mangan y Pellet, 1995). Otro enfoque es el que sostiene que las diferencias individuales en inteligencia deberían encontrarse asociadas a la gestión metabólica de componentes bioquímicos, más concretamente, la glucosa. Parece ser que las áreas activas del cerebro consumen más glucosa que aquellas que no lo están. La técnica empleada para llevar a cabo estos experimentos, es la Tomografía por Emisión de Positrones4. Por otra parte los hallazgos de Haier et al. (1992) sugieren la posibilidad de que lo que llamamos inteligencia, sea una cuestión de eficiencia metabólica. Encontraron que los sujetos que tenían más altas puntuaciones en factor g (y que habían aprendido más) también gastaban menos energía cerebral que los individuos no tan capacitados. Por lo que parece que la hipótesis del factor g como gestor de recursos neuroquímicos es plausible. En definitiva, todos estos indicios nos hacen pensar que existe una relación entre los correlatos, biológicos, anatómicos y neuroquímicos en el funcionamiento y diferenciación interindividual de las aptitudes intelectuales. I.1.5. Enfoque hereditario de la inteligencia La teoría hederitarista de la inteligencia, afirma tal y como su propio nombre indica, que la inteligencia es en gran medida hereditaria. Los gemelos monocigóticos (idénticos) y los dicigóticos (fraternos) separados temprano en la vida, constituyen un experimento fascinante que proporciona la naturaleza. Este tipo de estudio constituye la manera más poderosa para separar y evaluar las contribuciones relativas de la naturaleza y la crianza en el desarrollo. Desde 1979, el Centro de Minnesota para la Investigación de Gemelos y Adopción (CMIGA) de la Universidad de Minnesota ha conducido un estudio intensivo de gemelos monocigóticos y dicigóticos, separados de la infancia y criados aparte. 4

es un tipo de medicina nuclear que mide la actividad metabólica de las células cerebrales

Marco Teórico

43

Bouchard (1984) y Bouchard et al. (1990), estudiaron a más de 100 grupos de gemelos criados separados. Una vez identificados estos gemelos, se realizaron exhaustivas evaluaciones tanto psicológicas cómo fisiológicas. Se aplicaron pruebas de habilidad mental, de comprensión y se llevaron a cabo detalladas historias clínicas. En sus resultados, se encontró que cerca del 70% de varianza común en CI, se relacionaba con la variación genética. En las medidas psicológicas múltiples de personalidad y temperamento, los investigadores concluyeron que los resultados muestran una fuerte influencia de la herencia en muchas características psicológicas y fisiológicas. Por otro lado, la investigación de Pedersen et al. (1992), constituye otro impresionante estudio relacionado con gemelos y que respalda esta teoría hereditaria. Esta investigación, incluyó 46 pares de gemelos idénticos criados separados y 67 pares de gemelos idénticos criados juntos. Estos fueron comparados con 100 pares de gemelos fraternos criados separados y 89 pares de gemelos fraternos criados juntos. La herencia de la habilidad cognitiva general en estos gemelos, se estimó en cerca del 80%. Mientras que el promedio del factor hereditario para pruebas verbales, espaciales, perceptuales, de velocidad y memoria, fue respectivamente de 58, 46, 58, y 38%. Los resultados de estas investigaciones, indican que los factores genéticos son, poderosas influencias en las diferencias individuales en diversas características psicológicas y fisiológicas. I.1.6. Perspectiva interaccionista Herencia-Medio Este enfoque enfatiza la relación entre factores genéticos y medio ambientales en el desarrollo de aptitudes como es el caso de la inteligencia. La importancia que se le ha dado al ambiente ha ido pasando por diferentes gradientes a la vez que aparecían investigaciones relacionando ambos fenómenos. Así pues, fue Watson (1924) el que comenzó otorgándole una gran importancia al medio postulando que la interacción del organismo con el ambiente es la que proporciona al sistema nervioso su estructura. En esta línea continuaron los estudios de

44

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

biólogos de la época como Weiss (1941). Estos estudios, dejaban sin sentido la investigación diferencial ligada tanto a las fuentes hereditarias como a las diferentes configuraciones

cerebrales

de

los

individuos,

y

achacaban

las

diferencias

neuropsicológicas al ambiente. Hebb (1949) hablaba de inteligencias A y B. En este apartado nos interesa la inteligencia B que sería el nivel de capacidades que una persona muestra realmente en la conducta, esto no es genético ni se aprende simplemente, se trata de la interacción entre potencialidad genética y estimulación ambiental. No obstante, estas ideas fueron prontamente puestas en entredicho por Sperry (1951, 1963) quién manipulando las sendas de crecimiento nervioso de algunos animales, demostró que las intrincadas redes neuronales que gobiernan y controlan sus extremidades, se forman y construyen bajo riguroso control de mecanismos genéticos. Esta forma de concebir el sistema nervioso periférico, permitía extrapolar este conocimiento

y pensar que la organización neural de cada persona se encuentra

prescrita genéticamente en gran parte. Aunque, en la actualidad, es bien conocido que durante ciertos períodos el desarrollo de la organización cerebral es modificable. Dichos períodos en los que la organización es susceptible de modificación mediante agentes ambientales (bien la madre, bien el medio externo) son cortos y conocidos con escasa profundidad. Por otra parte la exposición del niño al mundo de la inteligencia adulta a través de las interacciones con sus cuidadores parece ser fundamental para el desarrollo intelectual normal. Los niños que han sido desatendidos de forma grave por sus padres, hasta el punto de haber sido privados de esta estimulación, muestran un desarrollo intelectual muy bajo, aunque normalmente lo desarrollan con rapidez cuando se les pone en buenos hogares de acogida como lo demostraron los estudios de Clarke y Clarke (1976). Asimismo Schiff y Lewontin (1986) estudiaron a un grupo de niños, cuyas madres (con un nivel educativo bajo) dieron a uno de sus hijos en adopción, pero educaron ellas mismas a sus otros dos hijos. Los niños fueron adoptados poco después de nacer por familias con mucha más formación. Años más tarde, el CI medio de los

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niños adoptados era de 109, mientras que el de sus hermanos no adoptados era de 95. Por lo que parece, que el acceso a un entorno estimulante, desempeña un importante papel para lograr el desarrollo intelectual pleno. En la misma línea se encuentran las conclusiones del trabajo de Skeels (1966). Este autor, trabajaba con huérfanos y observó que cuando la calidad de los cuidados era deficiente, por causas como la aglomeración de niños, se presentaban casos de retraso mental. Por otra parte, observó que cuando algunos de estos niños se educaban en una sala de mujeres con retraso mental, los niños mostraron mejoras en el CI de carácter inesperado. Para comprobar esta idea, puso durante 18 meses a 13 huérfanos con un CI bajo en la sala de mujeres con retraso mental. Los niños, mostraron un aumento medio del CI de más de 25 puntos, lo que les situaba en la zona normal de inteligencia. Por el contrario, un grupo de huérfanos al que se dejó en el orfanato, mostró un descenso medio en el CI de 25 puntos. Esto parece apuntar nuevamente que el ambiente favorece el desarrollo de la inteligencia en cierto grado. Más recientemente, Dickens y Flynn (2001) tras estudiar el desarrollo del incremento que ha sufrido el CI en las últimas décadas concluyen que el ambiente a largo plazo produce unos efectos en el CI potenciándolo y mejorándolo. Otros estudios (Plomin, 1994; Plomin y Bergerman, 1991) parecen apuntar que parte de las diferencias debidas a los genes son debidas a la influencia ambiental, de la misma forma que parte de las diferencias ambientales esta determinada por los genotipos de las personas. En resumen, no es cuestión de saber si el desarrollo neurológico de cada persona está o no determinado por los genes sino en saber qué parte del desarrollo proviene de la determinación genética y que parte proviene del condicionamiento ambiental. I.1.7. Enfoque evolutivo de la inteligencia Para estudiar este enfoque puede considerarse tanto la evolución de la especie (filogénesis) como la evolución del individuo (ontogénesis).

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Desarrollo filogenético

La perspectiva evolucionista se basa en un análisis de la historia y la naturaleza de la encefalización estructural en los vertebrados. Los datos brutos anatómicos y paleontológicos sobre las relaciones entre el cerebro y el cuerpo, son traducidos en datos sobre la capacidad neural de procesamiento de la información evolucionada bajo las limitaciones ecológicas y otras limitaciones ambientales durante los últimos 400 millones de años. La evolución de la capacidad de procesamiento neural y la inteligencia en la historia de la vida animal, constituye un tema de la macroevolución por encima del nivel de la especie. La capacidad de procesamiento puede medirse en cualquier especie que tenga un sistema nervioso y los datos de tales mediciones se interpretan de modo ordenado como evolutivos. Esta capacidad neural de procesamiento de la información esta estrechamente relacionada con el tamaño bruto del cerebro y es fundamentalmente esta evidencia la que se ha empleado para establecer una evolución filogenética de la inteligencia. La evidencia de las endoformas5 fósiles, constituye la más directa prueba de la evolución del cerebro y la encefalización. En la medida en que es posible relacionar la encefalización con la inteligencia. Las otras evidencias de la evolución de la inteligencia provienen de disciplinas como la cladística6 y la evolución anagenética7. Desde la primera se puede comprobar como la inteligencia ha ido evolucionando en grados comparables en especies con adaptaciones completamente diferentes (así por ejemplo, el hombre y el delfín se encuentran en grados comparables). Desde la segunda, se trazan los árboles genealógicos y se determinan las relaciones de antecesor-descendiente entre las especies. Estas disciplinas también nos aportan información valiosa para conocer como se ha desarrollado la evolución filogenética de la inteligencia.

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Formas para las cuáles, la cavidad endocraneal del cráneo es el molde. Es una rama de la biología que define las relaciones evolutivas entre los organismos basándose en similitudes derivadas. 7 Constituida por los cambios que se dan en una línea evolutiva a lo largo del tiempo. 6

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Desarrollo ontogenético

La inteligencia, también evoluciona a lo largo del ciclo vital del individuo. Así desde el punto de vista psicométrico, parece que existe una evolución de la inteligencia (por lo menos en los primeros años de nuestro ciclo vital) puesto que los test psicométricos muestran una evolución de la misma en edades tempranas (Honzik, Macfarlane y Allen, 1948; Moore, 1967). Estos enfoques, tratan de cuantificar las habilidades intelectuales. La teoría del desarrollo intelectual de Jean Piaget (1936, 1947), contrasta de modo visible con los enfoques psicométricos que acabamos de discutir. Este enfoque se preocupa más de los aspectos cualitativos de la inteligencia y de los patrones universales de adquisición. La teoría de Piaget, abarca toda la escala de edades desde la primera infancia hasta la adolescencia. Sostiene la existencia de cuatro estadios de desarrollo: el sensoriomotor, el preoperacional, el operacional concreto y el estadio operacional formal. Piaget además, definió tres mecanismos que él consideraba importantes en estas transiciones, la asimilación, la acomodación y la equilibración. En función de estos mecanismos, consideró el desarrollo de la inteligencia como un balance continuamente equilibrado entre la asimilación de nueva información en las estructuras cognitivas previas y la acomodación de esas estructuras a la nueva información. Para explorar el desarrollo de la inteligencia en este sentido, Piaget diseñó métodos distintos a los test convencionales. El concepto de inteligencia quedó enriquecido cualitativamente después de su obra. El criterio evaluativo de la capacidad intelectual como el grado de flexibilidad adaptativo-acomodaticia a un nuevo medio sin perder la referencia a estructuras previas, sigue siendo un criterio útil y productivo, tanto desde la perspectiva práctica como desde la investigación. A través del concepto de adaptación, Piaget establece un puente entre lo biológico y lo psicológico y convierte a la inteligencia en una extensión de los procesos biológicos de adaptación que se puede observar en toda la evolución de los animales. En la concepción piagetiana, la inteligencia no es innata o adquirida, sino que

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es innata y adquirida. El comportamiento humano, constituiría el elemento innato, mientras que el elemento adquirido lo constituiría la estructura cognitiva que se construye a lo largo de diversos desequilibrios. La conducta, se iría haciendo progresivamente más inteligente cuanto más complejas son las líneas de interacción entre el organismo y el ambiente, y cuanto más amplias y lógicas son las concepciones que tienen los niños del mundo y sus procesos de pensamiento. Otra teoría evolutiva relevante es la del psicólogo ruso Lev Vigotsky (1995), afirma que los procesos psicológicos de orden superior como el desarrollo de la inteligencia son producto de la interacción social interiorizada por el sujeto. El lenguaje y el pensamiento aparecen en las primeras interacciones con los padres, y continúan desarrollándose mediante el contacto con los profesores y con otras personas. Para Vigotsky el desarrollo de la inteligencia a lo largo del ciclo vital tendría lugar gracias al medio social y a fenómenos de adquisición como La Ley de Doble Formación que se encarga de explicitar el origen social de los procesos psíquicos o La Zona de Desarrollo Proximal, definida por aquellas actividades, competencias o habilidades que el niño es capaz de desarrollar junto con el adulto. Los datos y teorías formuladas por estos autores, dan sustento a las teorías evolutivas de la inteligencia a lo largo del ciclo vital del individuo y han sido seguidas por otros psicólogos (Brown y French, 1979; Feuerstein, 1980). I.1.8. Perspectiva cognitiva/ Teoría Triárquica La perspectiva del procesamiento de la información, aborda el problema de la naturaleza de la inteligencia describiéndola como un sistema de procesamiento de la información en el que se produce la codificación, almacenamiento, organización y recuperación de la misma para llevar a cabo actividades. Son procesos intermedios que tienen lugar entre la presentación del estímulo y la respuesta y se infieren mediante los tiempos de reacción y los errores de la respuesta.

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Dentro de esta perspectiva destaca la persona de Robert Sternberg, figura destacada en el campo de la investigación en inteligencia y creador de la denominada Teoría Triárquica. Sus relaciones con las teorías factoriales o psicométricas son complementarias. La teoría triárquica de la inteligencia de Sternberg (1985), combina la cognición y el contexto para comprender la inteligencia humana y su desarrollo. La definición de Sternberg de la inteligencia es “actividad mental dirigida con el propósito de adaptación a, selección de o conformación de, entornos del mundo real relevantes en la vida de uno mismo” (p.45), (Sternberg, 1985), que significa que la inteligencia es cuan bien un individuo trata con los cambios en el entorno a lo largo de su vida. La teoría de Sternberg abarca tres partes o subteorías: componencial, experiencial, y práctica. 

Subteoría Componencial/Analítica: Sternberg, relaciona la inteligencia con el

mundo interno del individuo y especifica los procesos que subyacen en el procesamiento de la información para ayudarnos a comprender la conducta inteligente. Un componente es un proceso elemental de información, individual, que opera sobre las representaciones internas y permite traducir una entrada sensorial en una representación conceptual y transformar ésta en otra representación o traducirla en una respuesta motriz.

Etiquetó a estos componentes como metacomponentes, componentes de

rendimiento y componentes de adquisición de conocimiento. Los metacomponentes son los procesos ejecutivos usados en resolución de problemas y toma de decisiones que implican la mayor parte de la capacidad de gestión de nuestra mente. Dicen a la mente cómo actuar. El siguiente conjunto de componentes de Sternberg, componentes de rendimiento, son los procesos que llevan a cabo realmente las acciones que dictan los metacomponentes. Son procesos de orden inferior y su cometido es realizar las tareas y ejecutar las decisiones tomadas por los metacomponentes. Éstos son los procesos básicos que permiten que hagamos tareas, tales como percibir problemas en nuestra memoria a largo plazo, percibiendo relaciones entre los objetos, y aplicando relaciones a otro conjunto de términos (Sternberg, 1997).

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El último conjunto de componentes, componentes de adquisición de conocimiento, se emplea para adquirir información nueva y almacenarla, recuperar la ya almacenada y transferir la aprendida. Estos componentes se pueden también utilizar para combinar selectivamente varios bloques de información recopilada. Los individuos dotados son eficientes al usar estos componentes porque pueden aprender nueva información a un ritmo más rápido (Sternberg, 1997). Sternberg asocia la subteoría componencial con la capacidad analítica. Éste es uno de los tres tipos de capacidad que Sternberg reconoce. La capacidad analítica permite separar problemas y ver soluciones no evidentes. Desgraciadamente, los individuos con sólo este tipo de capacidad no son tan aptos creando ideas nuevas por sí mismos. Esta forma de capacidad es el tipo que más a menudo se evalúa. Otras áreas se ocupan de la creatividad y de otras capacidades no evaluadas con frecuencia. 

Subteoría Experiencial / Creativa: La segunda etapa de la teoría de Sternberg es

la subteoría experiencial. Esta subteoría trata principalmente de cuan bien se realiza una tarea, con relación a lo familiar que sea. Sternberg divide el papel de la experiencia en dos partes, novedad y automatización. Una situación de novedad es aquella que nunca se ha experimentado antes. Personas que son aptas en el manejo de una situación de novedad pueden tomar la tarea y encontrar nuevas maneras de solucionarla que la mayoría de gente no percibiría (Sternberg, 1997). Un proceso automatizado es el que se ha realizado múltiples veces y ahora puede hacerse con poco o nada de pensamiento adicional. Una vez que se automatice un proceso, puede ser ejecutado en paralelo con otro igual u otros procesos distintos. El problema con la novedad y la automatización es que el ser experto en un componente no asegura el ser experto en el otro (Sternberg, 1997). La subteoría experiencial también se correlaciona con otro de los tipos de capacidad de Sternberg. La capacidad sintética se ve en la creatividad, la intuición, y el estudio de las artes. Personas con capacidad sintética a menudo no muestran un cociente

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intelectual muy alto porque no hay actualmente ninguna prueba que pueda medir suficientemente estas cualidades, pero la capacidad sintética es especialmente útil en los procesos de creación y resolución de problemas. 

Subteoría Práctica/Contextual: La tercera subteoría de la inteligencia de

Sternberg, llamada práctica o contextual, se ocupa de la actividad mental implicada en conseguir ajuste al contexto. Con los procesos de adaptación, conformación y selección, los individuos producen un ajuste ideal entre sí mismos y su ambiente. La gente dotada en esta capacidad obtiene la posibilidad de tener éxito en cualquier situación. La adaptación ocurre cuando uno hace un cambio en sí mismo para ajustarse mejor a lo que le rodea. La conformación ocurre cuando uno cambia su ambiente para que encaje mejor con sus necesidades. El proceso de selección se emprende cuando se encuentra un ambiente alternativo totalmente nuevo para sustituir un ambiente anterior que era insatisfactorio para las metas del individuo. I.1.9. Enfoque CI

La visión de Galton, sobre las diferencias entre individuos, tuvo su continuación en la figura de James McKeen Cattell. Este autor mostró muchísimo interés por las diferencias individuales en tiempos de reacción, discriminación sensorial, asociación de palabras y otras tareas mentales simples. Cattell y Farrand (1896) publicaron una serie de estudios en la Universidad de Columbia acerca de las medidas, tanto físicas como mentales, de las diferencias individuales. Los autores sugerían que estas tareas psicológicas deberían correlacionar con el éxito escolar. Pero un alumno suyo Wissler (1901) llevó a cabo mencionado estudio y no encontró correlación alguna entre las puntuaciones de los tests y el criterio externo propuesto, en este caso el éxito académico. Por lo que concluyó que los tests mentales no aportaban ninguna información sobre la capacidad general de los estudiantes y ponía en duda incluso la existencia de dicha capacidad general. A pesar de

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este golpe, Cattell continuó con sus trabajos y la corriente de los test psicológicos iniciada por él prosiguió aunque los test adoptaron nuevas formas. En 1904 el Ministerio de Educación Pública francés constituye una comisión para elaborar un proyecto de educación especial. Binet, que formaba parte de esta comisión, recibe el encargo de elaborar un instrumento que permita distinguir, con el mínimo grado de error posible, aquellos retrasos escolares atribuibles a un déficit intelectual de aquellos otros que puedan ser debidos a factores ambientales o a una deficiente escolarización previa. Al año siguiente Binet y Simon dan a conocer una primera versión del instrumento elaborado. Su utilización generalizada obliga a realizar algunas revisiones del instrumento Binet y Simon (1908). Esta escala estaba formada por una serie de pruebas ordenadas en función de la dificultad creciente de cada una de ellas. Asimismo los ítems, estaban agrupados por distintos niveles de edad en función de qué ítems era más típico que se resolvieran con éxito en cada uno de los niveles. Esta escala se convirtió en la base de los test de inteligencia actuales.

Se encargaba de medir, inteligencia general que según Binet era

una facultad fundamental para hacer juicios correctos, mostrar iniciativa y adaptarse a las circunstancias. Con Binet, se produjo una ruptura tanto en la forma de concebir la inteligencia como en la forma de explorarla. Para Binet las actividades esenciales de la inteligencia eran: enjuiciar adecuadamente, comprender bien las cosas y razonar bien, por tanto el juicio o razonamiento era lo que constituía la parte esencial del pensamiento inteligente. Este pensamiento inteligente, podía descomponerse en tres elementos fundamentales, dirección, adaptación y control. Por dirección entendía conocer qué se ha de hacer y cómo debe llevarse a cabo una tarea. Por adaptación se refiere la selección y gestión de la propia estrategia en el transcurso de la ejecución de la tarea. Y por

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control entendería la capacidad para criticar los propios pensamientos y acciones y enmendar errores. Asimismo para Binet y Simon (1908) existían dos tipos de inteligencia, la ideativa que empleaba palabras para crear ideas y se basaba en el análisis lógico y en el razonamiento verbal; y la instintiva que operaba por medio de sentimientos identificados con lo que llamaríamos sentido de la intuición. En resumen, Binet y Simon fueron los primeros que encontraron cómo estaba formada la inteligencia, generaron pruebas basadas en su teoría y buscaron áreas de la inteligencia, como el razonamiento verbal o la memoria a corto plazo. Años más tarde David Wechsler como heredero directo del trabajo de Binet y Simon, ha defendido un modelo conceptual de la inteligencia amplio y muy poco concreto que desde el principio desdeño otros tipos de inteligencia como la inteligencia social, considerándola un caso particular de la inteligencia general aplicada al campo de las situaciones sociales. En función de este modelo de inteligencia elaboró una primera versión de baterías Wechsler (1949), iniciando así una interminable serie de pruebas conocidas como escalas Wechsler que obteniendo una puntuación denominada CI determinaban el nivel de inteligencia de las personas. Estas pruebas han marcado toda una época en el estudio de la inteligencia hasta que hace no muchos años se pusieron definitivamente en duda con la introducción de nuevos conceptos como el de las Inteligencias Múltiples o el de la IE. I.1.10. El estudio de la inteligencia en el deporte De los ámbitos en los que los seres humanos pueden mostrar su pericia, el deporte es uno de los más llamativos ya que se nos presenta como una compleja dinámica de inteligencia en acción. Probablemente el vínculo más directo entre

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inteligencia y deporte es el establecido por Gardner (1999) al hablar de la Inteligencia corporal-cinestésica. Esta supone la capacidad de emplear partes del propio cuerpo o su totalidad para resolver problemas o crear productos. Esta definición se desprende de su definición general de inteligencia, pero lo que es cierto es que la resolución de estos problemas deportivos son muy valorados por nuestra sociedad. Además, las personas que se muestran competentes en este aspecto son ensalzadas continuamente. Los deportistas destacarían por poseer este tipo de inteligencia. En la actualidad el estudio de la inteligencia en el deporte se encuentra identificado con el estudio de la toma de decisiones y el aprendizaje motor como referentes más significativos. Bajo el epígrafe de conocimientos deportivos (ámbito de investigación que se encarga de estudiar la noción de conocimiento dentro de las adquisiciones motrices y deportivas) ha surgido una corriente que destaca al papel que los conocimientos desempeñan a la hora de establecer diferencias entre los sujetos en el plano motor (me recuerda al empeño de muchos investigadores en el ámbito de la inteligencia). En línea con la psicología cognitiva y la ciencia cognitiva, esta orientación propone la existencia de diferentes tipos de conocimiento: declarativo, procedimental, estratégico, metacognitivo y afectivo (Ruiz y Arruza, 2005). La comprensión del papel de la regulación cognitiva tiene su sentido dentro del ámbito del rendimiento deportivo en la medida en que nos ayuda a comprender los complejos procesos y variables que influyen en la toma de decisiones. Cada vez más se acepta más el hecho de que los conocimientos sobre los procesos decisionales deben formar parte del entrenamiento deportivo, en el que la búsqueda de una relación óptima entre el gasto y el resultado obtenido es de primer orden.

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El deportista vive en un mundo de exigencias decisionales. Cuando se habla de tomar decisiones en el deporte uno se refiere al proceso que lleva a la elección de un procedimiento de acción ante una situación que puede tener diferentes grados de complejidad, dinamismo e incertidumbre. Investigar qué se piensa, cómo se analizan las situaciones, cómo se juzgan las múltiples circunstancias que surgen en los acontecimientos deportivos, qué preocupa o cómo se perciben las situaciones en las que se debe decidir han sido asuntos de estudio que preocupan a los investigadores en el campo del deporte desde hace algún tiempo y como hemos venido viendo a lo largo de este capítulo, presenta muchas semejanzas con el campo del estudio de la inteligencia. Otro autor importante que ha ejercido de puente entre inteligencia y deporte (entendiendo este como un fenómeno basado en el movimiento) es Piaget quién a lo largo de su obra (Piaget, 1956), trató de analizar de forma más directa la relación entre conocimiento y comportamiento motor ya que relaciona la motricidad infantil y la ontogénesis del conocimiento. Quizás no se preocupó en exceso del desarrollo motor, pero describió como los movimientos infantiles tomaban parte en el desarrollo cognitivo infantil y cómo su importancia decrecía a medida que el niño accedía a posibilidades más elevadas de abstracción. De cualquier forma, es común encontrar en textos de educación física referencias a Piaget como un autor que ha permitido el avance en la comprensión del desarrollo motor infantil. Este autor es uno de los pioneros de toda una teoría formal encargada de estudiar la adquisición de destrezas motoras en el contexto deportivo y que ha dado lugar a numerosas obras e investigaciones en esta materia (Ruiz, 1994).

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I.1.11. Sumario Puesto que hay muchas maneras de ser inteligente, también hay muchas conceptualizaciones de inteligencia como se ha podido comprobar. La aproximación más influyente, y la que ha generado la investigación más sistemática, se basa en los test psicométricos. Esta tradición ha producido un sustancial cuerpo de conocimientos, aunque siguen sin respuesta muchas preguntas y tampoco se sabe demasiado sobre las formas de inteligencia que los test no evalúan fácilmente. Los psicómetras han medido con éxito un amplio rango de aptitudes distintas entre sí pero correlacionadas de alguna forma. Como cualquier rasgo, la inteligencia es el producto conjunto de las variables genéticas y ambientales. La acción de los genes siempre implica un ambiente (bioquímico o social); los ambientes siempre actúan vía estructuras a las que los genes han contribuido. Se sabe que tanto los aspectos biológicos como sociales del ambiente son importantes para la inteligencia, pero estamos muy lejos de comprender cómo ejercen su efecto. Así pues, se conoce que una variable ambiental con una clara importancia sobre la inteligencia es la escolarización formal. De la misma manera, una serie de condiciones del ambiente biológico, tienen claras consecuencias negativas sobre el desarrollo intelectual como la exposición al plomo o la exposición prenatal a altos niveles de alcohol en sangre. La desnutrición infantil es otro factor negativo para la inteligencia, pero aún no se ha establecido con claridad el nivel en que el efecto pasa a ser significativo. En resumen ya más de un siglo de investigación ha producido un cuerpo impresionante de conocimientos desde perspectivas diversas pero todavía muchas de las preguntas críticas sobre la inteligencia siguen sin respuesta.

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I.2. Las Emociones I.1.2. Antecedentes históricos en el estudio de la emoción Extrañamente aunque son tan consustanciales al ser humano como la inteligencia, las emociones generalmente no han sido el tema favorito de filósofos y pensadores a lo largo de la historia. Ocasionalmente, han despertado el interés que realmente merecen, pero es en la actualidad cuando se ha comenzado a entender la importancia capital que, en relación con fenómenos tales como la personalidad, la motivación o la toma de decisiones, poseen para definir cualquiera de estos aspectos. A pesar de este interés histórico ocasional, la mayor parte del recorrido en el estudio de las emociones, tienen sus paradas en el siglo XX. En este apartado realizaremos un breve repaso histórico del tratamiento que se ha dado a las emociones hasta el pasado siglo. En la cultura griega, y como se ha comentado anteriormente, Platón distinguía entre el alma racional, alma irascible, y el alma apetitiva. En su obra comenzaba a atisbarse la separación que se establecería posteriormente entre inteligencia y emociones cuando comparaba a la primera con un auriga y a las segundas como los caballos que tiraban del carro y había que dominar. También tienen interés en este apartado las observaciones que realizó Aristóteles en su Retórica con relación a las emociones. Para Aristóteles las emociones eran una de las tres cosas que podían encontrarse en el alma humana. Hablaba de emociones tales como miedo, coraje, tristeza e insiste en una propiedad básica de todas ellas: la de ser estados mentales que tienen asociados o bien placer o bien dolor. Posteriormente, en el siglo XII, Maimónides señalaba que las pasiones de la mente producen grandes cambios en el cuerpo y que estos son evidentes para todos. Descartes en el siglo XVII presentó en su obra Las pasiones del alma su teoría de las emociones. Este autor, denominaba pasiones a las emociones y para él, eran un

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tipo de percepciones que se hallaban en nosotros. Asimismo, Descartes distingue las pasiones primarias como el amor, el odio, el deseo, la alegría, la tristeza, de las demás que serían combinaciones de las anteriores como la sorpresa o la decepción. Según Descartes, el hombre poseía la experiencia consciente de sus estados emocionales y por consiguiente, este podría controlar y regular el efecto de las mismas. Haciendo una lectura moderna de la teoría de Descartes, la emoción sería un sentimiento subjetivo, carente de componente cognitivo. Destaca asimismo, el componente de la experiencia emocional. Tener una emoción, lleva al instante a ser conocedor de ella dado que no puede haber sentimientos no sentidos. Más tarde, en el siglo XIX Darwin en su obra La expresión de las emociones en el hombre y los animales (1872/1984) describe las principales acciones expresivas en el hombre y los animales inferiores y explica su origen y desarrollo. El interés de Darwin, se centra en el proceso de expresión emocional (gestos, posturas, expresiones faciales). La expresión emocional, tiene funciones de supervivencia, actúa como una señal y como preparación para la acción como un medio de transmisión de un animal a otro de información que indica lo que probablemente ocurrirá, influyendo en las posibilidades de supervivencia. Pero probablemente el padre del estudio científico de las emociones fue William James quién con la publicación en 1884 del artículo titulado ¿Qué es una emoción?, sienta las bases para iniciar el debate científico entorno a este complejo fenómeno humano. James bajo la influencia de Descartes y en oposición a Darwin, se preocupó por estudiar el sentimiento subjetivo de la experiencia emocional. Se centró en los antecedentes subjetivos que dan lugar a los cambios fisiológicos de carácter visceral y somático de la experiencia emocional. James diferenciaba entre emociones más groseras o estándares, relacionadas con cambios corporales relativamente intensos, en los que cada uno reconoce una fuerte reverberación orgánica (ira, miedo, amor odio, alegría, vergüenza, aflicción y sus variedades) y emociones más sutiles o tenues que son sentimientos morales, intelectuales y estéticos y su reacción corporal es generalmente mucho menos intensa, la reverberación orgánica es menos obvia y menos fuerte.

Marco Teórico. Las Emociones.

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James fue una influencia decisiva para la investigación futura de la emoción. Aportó evidencias importantes sobre la función del organismo en la emoción. Inauguró el enfoque psicofisiológico de la emoción. Su modelo y aportaciones, se encuentran en la base del desarrollo posterior de la aproximación neurológica encabezada por Cannon. Influyó igualmente en la teoría conductista de la emoción que presentó Watson. La teoría de James dio lugar asimismo a la teoría del feedback visceral (Schachter y Singer, 1962) y en parte también dio pie al desarrollo de las teorías del feedback somático realizadas por Tomkins (1962, 1963), Izard (1971) o Plutchik (1980). Por tanto se puede considerar a James como el punto de partida del estudio científico de la emoción y

a partir del cual surgirán las diversas tradiciones que

veremos a continuación. I.2.2. Definiciones de emoción En vista del hecho de que la investigación psicológica de las emociones tiene tras sí una tradición que data ya aproximadamente de más de un siglo, sería de esperar que existiese unanimidad acerca de lo que ha de entenderse por emoción. Nuestras experiencias cotidianas dan también lugar a tal expectativa. ¿Es que no está claro, en la vida cotidiana lo que se entiende por emoción? Cuando se utiliza este concepto en una conversación, no es preciso explicar qué es lo que se quiere decir con él. No obstante, el concepto de emoción (como ocurría anteriormente con el de inteligencia) es uno de los más difíciles de definir, y de los más extensos en lo que se refiere a volumen de investigación, en psicología. Wenger (1950) expresó certeramente esta contradicción entre saber cotidiano y definición científica, “Emoción es una extraña palabra. Casi todo el mundo piensa que entiende lo que significa hasta que intenta definirla. Es entonces cuando prácticamente nadie afirma ya entenderla”. Posteriormente, Fehr y Russell (1984) indicaron algo en la misma línea, “todo el mundo sabe lo que es una emoción hasta que se les pide que la definan” (p.464).

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La mejor ilustración de este desacuerdo general a la hora de definir la emoción son los diversos volúmenes de simposios celebrados a tal efecto (Reymert, 1928 y 1950; Arnold, 1970) y las docenas de contribuciones y corrientes diferentes que sobre el concepto de emoción han surgido. Bentley ya en 1928 sabía lo que muchos psicólogos saben ahora, que no existe una definición común aceptable. Para él la característica esencial de la emoción era el incremento progresivo de la actividad del organismo ante situaciones adversas. Pero reconocía que para otros psicólogos, la emoción era un tipo de actividad externa al organismo mientras que para otros constituía una reacción de carácter agradable o desagradable a los acontecimientos de la vida cotidiana. En vista de este panorama, llegó a afirmar, “Tengo todavía dudas sobre si la emoción hoy en día es algo más que una cabecera de capítulo”(p.17). Existen diversos motivos por los que se hace complicada una definición sistemática general y exacta de emoción. Por una parte el concepto en cuestión ha sido y es aplicado a los más diversos fenómenos, tanto si son de carácter emocional como si no lo son. Existen teorías relativas a los más diferentes sectores cuyo nexo de unión está representado por el concepto de emoción. Por otra parte, existe gran cantidad de fenómenos designados como emocionales difícilmente delimitables de aquellos otros que no lo son. Por ejemplo, un determinado modo de comportamiento, un estado afectivo interior, una excitación fisiológica pueden, según las circunstancias, ser considerados o no como emocionales. Con frecuencia, tampoco nos hallamos en situación de señalar lo que no son las emociones. Carecemos de criterios sobre la base de los cuales delimitar las emociones con respecto a otros fenómenos. A lo largo de los años los autores se han ido agrupando entorno a determinadas definiciones del concepto y la definición varía según a quién preguntemos. Para autores como Schachter y Singer (1962), Zillman (1971) y Mandler (1975), la emoción es una combinación de activación fisiológica con un etiquetaje cognitivo construido este último a partir del contexto actual y del aprendizaje pasado.

Marco Teórico. Las Emociones.

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Para otros como Tomkins (1979), Plutchik (1980), Izard (1971, 1977) y Ekman (1972), una emoción es un patrón adaptativo de reacción corporal, innato en gran medida, producto de la filogénesis, que tienen como componentes esenciales atributos fisiológicos y motórico-expresivos, en particular faciales. Otros autores como Lang (1979), Leventhal (1979), Bower (1981) y Zajonc (1980, 1984, 1985), definen las emociones desde la perspectiva del procesamiento de la información. Las emociones, serían un fenómeno semántico o proposicional, archivado en la memoria junto con conductas fisiológicas y motóricas. Un cuarto tipo de definiciones como las de Arnold (1960, 1970), Lazarus (1966, 1975) y Frijda (1970, 1986), subrayan el carácter sociocognitivo de las emociones. Para estos autores, las emociones son el producto de las evaluaciones y reevaluaciones que las personas realizan a partir de su experiencia, de sus formas de soporte y de enfrentamiento social, ante estímulos dados. En oposición a lo anterior, una serie de autores interaccionistas simbólicos y constructivistas sociales como Averill (1980), Denzin (1984), Harré (1986), plantean que las emociones son una construcción socio-cognitiva, es decir que estas tienen su origen y realidad social, y que se constituyen como actitudes y roles sociales y transitorios, vividos como pasiones, a partir del lenguaje y la moral de una cultura dada. Ninguna de estas perspectivas define la emoción satisfactoriamente sino que cada una hace énfasis en un aspecto distinto del proceso de la emoción. Como se puede apreciar, según la corriente que uno tome, la definición de la emoción, será de una u otra índole. Pero al igual que en el caso de la inteligencia y para concluir este punto, hemos tomado dos definiciones de emoción más o menos recientes que creemos aclaran y aglutinan de manera acertada las diferentes características del mencionado concepto. Por una parte, la definición de Oatley y Jenkins (1996). Estos autores, entienden por emoción aquello que:

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a) Normalmente es producido por una persona que evalúa un evento, consciente o inconscientemente, en tanto que resulta relevante para un objetivo o meta que es importante; la emoción se siente como positiva cuando un objetivo es alcanzable y negativa cuando ese objetivo resulta impedido. b) El núcleo de una emoción es la facilidad para actuar y para modificar planes; una emoción da prioridad para una o unas pocas líneas de actuación a las que da una sensación de urgencia, de forma que pueda interrumpir procesos mentales o acciones alternativas. Diferentes tipos de inmediatez, generan diferentes tipos de relaciones de planificación. c) Normalmente una emoción se experimenta como un tipo característico de estado mental, a veces acompañada o seguida por cambios corporales, y/o expresiones faciales y acciones motoras. La segunda de las definiciones que presentamos

es la que nos aporta el

neurocientífico Antonio Damasio (2006) en forma de hipótesis de trabajo: a) Una emoción propiamente dicha, como la felicidad, tristeza, vergüenza o simpatía, es un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que forman un patrón distintivo. b) Las respuestas son producidas por el cerebro normal cuando éste detecta un estímulo emocionalmente competente (EEC), esto, es, el objeto o acontecimiento cuya presencia real, o en rememoración mental, desencadena la emoción. Las respuestas son automáticas. c) El cerebro está preparado por la evolución para responder a determinados EEC con repertorios específicos de acción. Sin embargo, la lista de ECC no se halla confinada a los repertorios que prescribe la evolución. Incluye muchos otros aprendidos en toda una vida de experiencia. d) El resultado inmediato de estas respuestas es un cambio temporal en el estado del propio cuerpo, y en el estado de las estructuras cerebrales que cartografían el cuerpo y sostienen el pensamiento.

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e) El resultado último de las respuestas, directa o indirectamente, es situar al organismo en circunstancias propicias para la supervivencia y el bienestar. Ambas definiciones abordan los componentes clásicos de una reacción emocional, aunque la separación de las diferentes fases puedan diferir. Pensamos que son dos buenos ejemplos de definiciones completas y actuales con las que finalizar este apartado. I.2.3. Teorías neurofisiológicas de la emoción. Esta aproximación al estudio de las emociones se origina modernamente en las formulaciones de Cannon (1927, 1928, 1931) y sus críticas a la teoría de James-Lange. Su teoría talámica, advierte que son ciertas estructuras del cerebro (básicamente el tálamo) las responsables de la experiencia y la conducta emocionales. También Cannon, como había hecho Darwin el siglo anterior, destacaba la función adaptativa de las emociones, aunque no exactamente en el sentido darwiniano. Para él, el tálamo inducía, vía hipotalámica, los cambios periféricos típicos de la emoción (aumento de la frecuencia respiratoria y cardiaca, aumento de la presión arterial, dilatación pupilar, paralización de los procesos digestivos, secreción de adrenalina, aporte de glucosa a partir de la glucógenolisis, etc.), que no constituían sino mecanismos de preparación para el ataque o la huída. El córtex, según Cannon, ejercía una función inhibitoria sobre el tálamo. Los estímulos emocionales inhibían esta inhibición, dando lugar a la activación del tálamo (inhibición de inhibición = activación) que provocaba, a su vez, una estimulación del córtex, produciendo el sentimiento o experiencia emocional, en el hipotálamo, dando lugar a la conducta emocional y a los cambios periféricos, sobretodo vía sistema nervioso vegetativo y sistema endocrino. En la teoría de Cannon, las relaciones funcionales entre emoción, preacción y acción eran evidentes. No obstante, su énfasis en las funciones de emergencia de las emociones llevó a investigadores posteriores a identificar las emociones con la coocurrencia de situaciones límite, considerándolas epifenómenos propios de esas situaciones extremas.

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Posteriormente, las investigaciones de Papez (1937) dieron un impulso a esta perspectiva. Según sus investigaciones, existía una especie de circuito cerrado y reverberante que explicaba la localización cerebral de las emociones (Circuito de Pápez). Estas ideas, fueron elaboradas más tarde por MacLean (1949, 1970, 1990), el cual, desde una perspectiva evolucionista, nos habla del llamado cerebro trino. Nuestro cerebro, en base a criterios filogenéticos, puede ser dividido en tres partes: las formaciones reptilianas, que compartimos con la mayoría de vertebrados, las formaciones límbicas o paleomamíferas, más recientes y que encontramos sólo en aves y mamíferos, y las formaciones neocorticales, que constituyen la parte más evolucionada de nuestro cerebro y se hallan sólo en los mamíferos superiores, particularmente desarrolladas en los primates y, entre éstos, de forma muy especial en el homo sapiens. Cada una de estas tres partes de nuestro cerebro jugará su papel en la determinación de la conducta y la experiencia emocional del ser humano, un papel involucrado en pautas comportamentales tanto más complejas, flexibles y evolucionadas cuanto más moderno sea su origen filogenético. Actualmente, aunque el estudio psicobiológico de los procesos emocionales no sea aún demasiado prolífico, se está investigando cada vez más, y la eclosión de la llamada neurociencia cognitiva ha contribuido a acentuar este renovado interés hasta el punto de que Panksepp (1991), uno de los investigadores contemporáneos más relevante en este campo, ha hablado recientemente del nacimiento de una nueva disciplina a la que denomina “neurociencia afectiva”. Efectivamente, los neurocientíficos (Damasio, 1999; LeDoux, 1999) y los neuropsicólogos cognitivos están intentando determinar los sistemas funcionales, las redes neurales y los mensajeros interneuronales asociados al universo fundamental y comportamental de la emoción. De entre todos estos estudios, destacan los que se han dedicado a investigar la base neural de la emoción, estudiando un sistema funcional que, se ha llamado sistema límbico.

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Todavía hoy no hay completo consenso de las estructuras que forman parte del sistema límbico. Por eso adoptaremos aquí una solución de compromiso, siendo conscientes de que es posible que omitamos ciertas estructuras que, para determinados autores, son parte indiscutible de nuestro cerebro emocional. Pero, antes de entrar en las concepciones contemporáneas, conviene al menos hacer una referencia a algunos antecedentes importantes. Hoy en día, se ha progresado mucho en el conocimiento de nuestro sistema límbico, el cerebro emocional por excelencia. Ello ha sido posible gracias, primero, a las investigaciones neuropsicológicas realizadas con individuos que padecían lesiones localizadas o eran sometidos a estimulación eléctrica de ciertas zonas de su cerebro. Después, dado el extraordinario progreso tecnológico de estas últimas décadas, gracias a las técnicas de estimulación bioquímica y farmacológica y, más recientemente, a las técnicas de neuroimagen que nos ofrecen información funcional (TEP SPECT, IRMf, etc) se ha profundizado en el conocimiento de la parte emocional de nuestro cerebro de manera exponencial. En virtud de todas estas investigaciones, se sabe que el sistema límbico está formado por estructuras corticales relativamente primitivas y por toda una serie de núcleos subcorticales sobre cuyo número e identidad, ya lo hemos dicho, no acaba de alcanzarse un definitivo consenso. Entre las estructuras corticales se puede destacar, la circunvolución del cíngulo, el hipocampo, la amígdala o el hipotálamo. Todas estas estructuras, corticales y subcorticales, se hallan altamente interconectadas por numerosas vías, formando un gran sistema funcional Por otra parte, el estudio de las asimetrías interhemisféricas ha conducido a la concepción del cerebro izquierdo como un hemisferio más “racional” ligado normalmente a las funciones lingüísticas. Según este modelo, nuestro hemisferio derecho se hallaría más involucrado en el tratamiento de la información perceptivoespacial, su forma de procesar sería más global más sintética, y sería el encargado, por excelencia, de procesar la información emocional. Aunque hace algunos años se empezó a poner en duda esta clásica dicotomía funcional entre el cerebro derecho y el

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cerebro izquierdo (Gazzaniga, 1993), parece haber evidencias de que, efectivamente, lesiones importantes del hemisferio derecho conducen normalmente, a una profunda indiferencia afectiva y, aunque los sujetos afectados sean capaces de expresar verbalmente contenidos emocionales, lo hacen sin los indicios paraverbales que denotan la verdadera presencia de emoción (su lenguaje es monótono, sin las modulaciones propias de los distintos estados emocionales). Ya hemos dicho que estas últimas décadas el progreso en el conocimiento neuropsicológico ha sido espectacular. Esperamos que las arduas investigaciones que intentan correlacionar lo morfológico con lo funcional nos aporten pronto datos definitivos, que erradiquen la falta de consenso que hemos apuntado y nos conduzcan, al fin, a un conocimiento exhaustivo de nuestro cerebro emocional. I.2.4. Teoría evolucionista de la emoción. En la obra, Expresión de las emociones en el hombre y los animales, Darwin describe las principales acciones expresivas en el hombre y los animales inferiores y explica su origen y desarrollo. El interés de Darwin, se centra en el proceso de expresión emocional (gestos, posturas, expresiones faciales). Las emociones tienen una historia evolutiva que puede ser analizada en los diferentes niveles filogenéticos. La expresión emocional tiene funciones de supervivencia, actúa como una señal y como preparación para la acción como un medio de transmisión de un animal a otro de información que indica lo que probablemente ocurrirá, influyendo en las posibilidades de supervivencia. Darwin creyó que muchas de las formas de expresión emocional eran innatas. El método de estudio de la emoción empleado por Darwin, fue la observación y la recolección de anécdotas sobre la conducta animal, apoyado también por la observación de lactantes (para de esta forma captar la fuente pura y simple de la que brotan las expresiones de las emociones), el análisis de la experiencia de las emociones en enfermos, la presentación de dibujos con contenido emocional a observadores externos o el estudio de las expresiones faciales producidas artificialmente por la estimulación eléctrica de los músculos faciales en los humanos. Darwin explica las

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expresiones de las emociones del hombre y de los animales a través de principios como la asociación de las costumbres útiles, el principio de la antítesis o el principio del acto derivado de la constitución del sistema nervioso. La teoría del script de Tomkíns (1962, 1963, 1979), concibe las emociones como programas innatos, subrayando su papel como sistema motivacional primario. Tomkins pone el ejemplo de que la falta de aire para respirar produce una fuerte emoción de terror o miedo que, a su vez, nos motiva a la acción para solucionar el problema y obtener, como sea, el aire necesario para la respiración. Según este autor, la base neurofisiológica de las emociones es la activación cortical. De hecho, la tasa diferencial de descarga cortical explica cada una de las diferentes emociones: la sorpresa, por ejemplo, implica una alta tasa de disparo cortical, que disminuiría progresivamente en emociones como el miedo o el interés. La tristeza es neutral, en el sentido de que dicha tasa se mantiene sin cambios, mientras emociones como la alegría llevan consigo una disminución de la activación cortical. Para Tomkins, la experiencia emocional es el feedback propioceptivo de la expresión facial de la emoción. La versión fuerte de esta hipótesis implicaría que si conseguimos reproducir fielmente una expresión facial emocional, debemos sentir la emoción correspondiente. Sin embargo, se da una patente falta de pruebas empíricas que verifiquen esta concepción, falta de pruebas que se extiende también a la base neurofisiológica propuesta. De todos modos, lo que sí parece comprobado es que la exageración voluntaria de la expresión facial de una emoción determinada aumenta la intensidad del sentimiento vivido, mientras la supresión de la expresión la disminuye. La teoría diferencial de las emociones Izard (1971, 1977), Izard y Malatesta, (1987) implica el estudio de la respuesta facial como principal correlato emocional. También Izard destaca el poder motivacional de las emociones. Según este autor, existen diez emociones fundamentales: alegría, tristeza, miedo, rabia, sorpresa, interés, asco, culpa, desprecio y vergüenza. Cada una de ellas tiene una cualidad subjetiva única que se corresponde con un patrón único de expresión facial. Izard postula que cada emoción fundamental implicará una

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tasa particular de descarga neuronal y unas consecuencias comportamentales específicas. El resto de emociones sentidas resultan de la combinación de las emociones fundamentales (e.g. el odio sería una combinación de las emociones de rabia, asco y desprecio; el amor, una combinación de alegría e interés, etc). La teoría de Zajonc, en la línea biologicista de las anteriores asume que aunque la cognición puede originar la emoción, no es siempre necesaria: puede darse emoción sin cognición. Zajonc postula que el sistema cognitivo y el emocional se hallan separados y son parcialmente independientes. Las emociones pueden ser precognitivas o poscognitivas (Zajonc, 1980, 1984, 1985; Zajonc y Markus, 1984) Plutchik (1980) presenta un modelo psicoevolutivo, sosteniendo que las emociones tienen funciones adaptativas, contribuyendo a que el organismo maneje los aspectos claves para la supervivencia. La cognición facilita la evaluación

y la

predicción de los eventos emocionales. La secuencia de producción de una respuesta emocional sería la siguiente: 

El sujeto evalúa cognitivamente de forma consciente o inconsciente un evento.



La evolución cognitiva va seguida de una experiencia emocional.



La experiencia emocional determina los comportamientos que posibilitarán la

supervivencia. Ekman inició el estudio de la expresión facial emocional en la década de los sesenta, continuando con este trabajo en años sucesivos (1972, 1981, 1989, 1993). Desde entonces, hasta la actualidad ha hecho una contribución fundamental que se puede concretar en que nos ha enseñado a leer la cara humana, constituyendo ésta una poderosa fuente de datos cuantitativos. Ha descrito la dinámica del comportamiento no verbal, ha demostrado la universalidad y la discrecionalidad de las emociones, y ha catalizado tanto una aproximación transcultural a la emoción como una aproximación darwiniana.

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Como se puede deducir de todas estas aproximaciones, la influencia de Darwin en la moderna psicología de la emoción, es todavía muy relevante. Sus seguidores se caracterizan aún por compartir un último postulado fundamental: la creencia de que las emociones no difieren especialmente entre las diferentes especies animales y humanas. Cabe decir que esta aproximación biologicista, de todos estos modelos, va a chocar abiertamente con las aproximaciones de carácter cognitivo. I.2.5. Teoría cognitiva de la emoción El primer modelo de la valoración cognitiva puede considerarse el de Arnold (1960). Esta autora pensaba que la emoción requiere de una evaluación cognitiva inicial de la situación, una evaluación, digamos, pre-arousal, que va a calificar la situación estimular como buena o mala. Esta evaluación inicial es el mecanismo clave que conduce tanto a la activación fisiológica como a la experiencia emocional subsiguiente. Arnold estudió a fondo las bases neurofisiológicas de la emoción, para contrastar si resultaban coherentes con su teoría. A la teoría de Arnold, le falta una explicación de las emociones específica. Y será Lazarus el encargado de dar una explicación de las emociones de este tipo. Lazarus (1966, 1975, 1982, 1984, 1991) ampliará el concepto de evaluación cognitiva propuesto por Arnold. Este autor defiende que, en lugar de darse la evaluación genérica bueno/malo propuesta por Arnold, se da una evaluación primaria que ya es específica. En función de cómo sea la evaluación cognitiva appraisal, será la emoción subsiguiente. Así pues, evaluaciones de amenaza conducen a emociones de miedo, evaluaciones de injusticia a emociones de rabia, evaluaciones de curiosidad a emociones de interés, etc. Cada emoción implica un tipo concreto de evaluación, una tendencia específica a la acción (poder motivacional) y una expresión particular. El número posible de evaluaciones (y, por tanto, de emociones) depende del conocimiento emocional del individuo y es, en consecuencia, específico de cada cual. De este modo, variará también la manera de cada sujeto de actuar y de enfrentarse a su entorno.

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Lazarus va a estudiar profusamente estas estrategias de afrontamiento o coping arguyendo que existen dos grandes modos de enfrentarse a los diferentes estímulos: mediante la acción directa por una parte (la evaluación cognitiva del éxito o fracaso de una determinada acción determinará nuestra experiencia emocional), y por otra parte a través de un proceso de reevaluación a nivel puramente cognitivo (podemos reevaluar una determinada situación centrándonos más en sus aspectos positivos, o viceversa), lo que repercutirá también en la vivencia emocional subsiguiente. Como vemos, Lazarus es un claro exponente de la postura que afirma que la cognición precede a la emoción. Ello le ha llevado a mantener acalorados debates con los defensores de que la emoción puede preceder a la cognición (como opina Zajonc) y que, esencialmente, una y otra son procesos independientes. Bernard Weiner (1982, 1985, 1988, 1992) introduce el enfoque atribucional en la psicología de la motivación y la emoción, postulando la existencia de un segundo tipo de evaluación, que se da después de obtener un resultado de la acción. Será esta evaluación atribucional, una evaluación secundaria que, según Weiner, se produce especialmente cuando se dan resultados sorprendentes y que determinará cuáles van a ser las emociones específicas: la evaluación primaria, al estilo del modelo de Arnold, sólo determinaría el afecto genérico de la emoción (positivo o negativo). La formulación atribucional de Weiner contribuye, igual que la de Lazarus, a solucionar aquellas carencias explicativas de las emociones específicas de las que adolecía el modelo de Arnold. George Mandler (1975, 1980, 1984, 1990, 1992) considera la emoción inmersa en el vasto contexto de la mente. En un principio, la postura de Mandler era muy similar a la sostenida en el modelo bifactorial de Schachter (1964), pero, poco a poco, fue otorgando más importancia a las variables cognitivas, sobre todo a la evaluación que sigue a estímulos discrepantes de nuestras expectativas o esquemas. Según este autor, tres son los aspectos destacables de la experiencia emocional. El primero es el arousal responsable de la dimensión intensiva de la emoción y se da esencialmente cuando ocurre una discrepancia entre lo ocurrido con lo esperado por el individuo, con sus

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expectativas. Sin embargo, la discrepancia no es la única fuente de arousal emocional, ya que se puede dar también a partir, por ejemplo, del esfuerzo mental, del ejercicio físico, de la ingesta de ciertas drogas. El segundo es la interpretación cognitiva que aporta cualidad a la emoción. El análisis del significado puede también modificar la activación vegetativa lo que se traducirá en un cambio de la vivencia emocional a partir de un cambio en la percepción del arousal. Y el tercero sería la conciencia dónde se da esa experiencia emocional. Mandler sugiere que algunas emociones pueden ser sólo vividas en la conciencia y que, en todo caso, la conciencia es necesaria para la vivencia emocional generada a partir del arousal y la interpretación cognitiva. Howard Leventhal (1979, 1980, 1982, 1984) propone el que se va a denominar modelo perceptivo motor de la emoción. Este modelo se deriva, del procesamiento de la información, considerando que la emoción se encuentra muy ligada a los sistemas semánticos, informándonos de los sentimientos ligados a ciertas percepciones y cogniciones y sobre los estados internos momentáneos generados por la estimulación ambiental. La emoción, para Leventhal, no es más que un tipo de cognición. Su modelo emocional consta de dos fases. La perceptual motora (aquí se da la evaluación cognitiva que instiga la emoción y la expresión emocional, el feedback de la cual es a su vez necesario para determinar la cualidad subjetiva de la emoción) y la fase de acción (en la cual el individuo se moviliza, de forma que en la medida que uno es consciente de lo que hace pierde consciencia de lo que siente). Otras aproximaciones interesantes desde el modelo de procesamiento de información, son las de Frijda (1970, 1984, 1986), que piensa que las emociones surgen como respuesta a las estructuras de significado de cada situación. Por su parte autores como Öhman (1987) y Schwartz (1986), piensan que los tres componentes de la emoción (cognitivo, conductual y fisiológico) interactúan, y de esta interacción surge la emoción como un proceso holístico (el todo es más que la suma de las partes). Ningún componente por separado es suficiente para explicar la emoción. De hecho, la emoción es la combinación interactiva de los tres componentes.

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No podemos finalizar este apartado dedicado a los modelos centrados en la cognición sin aproximarnos a los modelos que tratan de las relaciones de la emoción con los procesos mnésicos. Entre todos ellos destaca sin duda el modelo de Bower (1981, 1987). Este autor se ha mostrado especialmente interesado en la investigación de las relaciones de la emoción y la cognición, un tema especialmente apasionante y causa de alguna de las mayores controversias en la psicología contemporánea de la emoción. Según Bower, un individuo recordaría mejor los sucesos que se hubieran dado cuando experimentaba un estado emocional semejante al del momento del recuerdo, es decir, la congruencia del estado emocional del momento del aprendizaje y del momento de la evocación facilita la recuperación. Este efecto emocional sobre la memoria se pone de manifiesto sobre todo cuando el material a recordar es poco accesible y cuando la tarea de recuperación es especialmente dificultosa. En esta línea de investigación, Bower presenta evidencias de que también se aprende mejor lo que resulta congruente con nuestro estado de ánimo. La emoción elicita, pues, un aprendizaje selectivo. Pero la influencia de la emoción no se limita al aprendizaje y la memoria: el humor influye también sobre la asociación libre de palabras, sobre la interpretación de escenas ambiguas, sobre las expectativas, sobre la atención, sobre el juicio, sobre la autoevaluación y, naturalmente, sobre la motivación. Bower postula un modelo teórico que puede dar cuenta de parte de estos efectos de la emoción sobre la cognición. Parece que, además de lo dicho, los estados de ánimo negativo y, en particular, los trastornos depresivos afectan espectacularmente a la memoria. Esto se debe a un déficit para procesar, organizar y codificar la información. Por el contrario, los, estados emocionales positivos tienden a facilitar el procesamiento cognitivo y, por tanto, favorecen, a nivel genérico, los procesos de aprendizaje y la memoria. I.2.6. Otros acercamientos al concepto de emoción Sigmund Freud y el psiconálisis provocaron, en su día, un seísmo en el seno de la psicología y en la concepción que hasta entonces se había tenido de la mente humana. Nuevos conceptos irrumpieron en el ámbito psicológico derribando la puerta de los

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convencionalimos y trayendo consigo, a menudo, el escándalo de la comunidad científica. Términos como inconsciente, resistencia, mecanismos de defensa, represión, transferencia, objeto sexual, sexualidad infantil, superego, Eros y Thanatos, etc, invaden el panorama terminológico de las ciencias de la mente. Es indudable la contribución de este modelo de la mente y del desarrollo motivacional humano a la psicología de las emociones. En la teoría psicoanalítica aparece la tácita convicción de que las emociones son parte de una herencia biológica, pero que pueden experimentar grandes cambios en función de la experiencia vital. Sorprendente resulta el hecho de que, a pesar de que los términos afecto y sentimiento aparecen a menudo en los escritos psicoanalíticos, pocos investigadores han planteado una visión sistemática de las emociones según una perspectiva psicodinámica. Sin embargo, sí se puede deducir de la teoría de Freud que el afecto aparece relacionado con la incapacidad del organismo para descargar ciertas reacciones instintivas (lo cual supone un conflicto). El psicoanálisis se interesará principalmente por las alteraciones de este sistema de escape que producen reacciones emocionales inadecuadas o patológicas, el paradigma de las cuales es la neurosis. El estudio de la emoción roza el descrédito en el marco del paradigma conductista, que pretende una aproximación mecanicista al estudio del comportamiento humano, un mecanicismo basado en el asociacionismo y el análisis riguroso de la conducta observable. A veces dicho descrédito se acerca incluso al descrédito de índole moral. Kantor (1921), reconoce que las consecuencias emocionales son caóticas y perturban el devenir normal de la conducta, produciendo conflicto. Para el conductismo, el término emoción era sinónimo de conflicto, y el conflicto debía evitarse. Es más, cuando se producía, era un buen índice de que nuestro ambiente no era el propicio. Por todas estas razones, los conductistas se encontraban cuando menos incómodos en el terreno emocional, y algunos llegaron a considerar su estudio como superfluo en el marco del análisis de la conducta humana. Una de las principales aspiraciones de los conductistas que se interesaban aún por lo emocional era que las leyes del

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condicionamiento llegaran a explicar la adquisición, el mantenimiento y la extinción de los estados emocionales. Pero la esperanza y el empeño de aquellos primeros seguidores del movimiento conductista no ha dado aún los frutos esperados. Sin embargo existen algunas contribuciones clave del conductismo al estudio psicológico básico de la emoción. Una de ellas, fue la de Mowrer (1939,1960), formulando conceptos típicos de la emoción en lenguaje propio del condicionamiento. Así, para este autor, el miedo no era sino la forma condicionada de la respuesta de dolor, y la esperanza, la del refuerzo positivo. La otra contribución relevante fue el análisis de Skinner de las condiciones bajo las cuales adquirimos palabras emocionales (Skinner, 1957). La aplicación de la teoría de la activación al campo de la emoción, surge con fuerza a partir de la propuesta de Lindsley (1950, 1951) basada en la desincronización (medida mediante electroencefalografía) que se observaba cuando se daba una conducta emocional. La idea era francamente atractiva: se daba un continuo en el nivel de activación, desde el coma o el sueño profundo hasta los estados emocionales o de alerta. El registro electroencefalográfico, que era la variable dependiente, cambia a lo largo de este continuo, mostrando ondas de baja frecuencia en los estados poco activados y denotando un incremento de dicha frecuencia a medida que aumentaba la activación del organismo. La principal propiedad (y, a la postre, el principal handicap) de esta teoría, era la inespecificidad de la activación, que afectaba de manera generalizada a todo el córtex cerebral. Para Lindsley, en el extremo superior del continuo de activación nos encontraríamos con la emoción. El desplazamiento a lo largo de los diferentes niveles dependería en gran medida de los factores motivacionales, es decir, a medida que aumentase la motivación del organismo aumentaría el nivel de activación inespecífica. La vivencia del sujeto tenía pues una dimensión cuantitativa basada en ese nivel de activación inespecífica, pero la experimentación de una emoción u otra, dependía de una dimensión cualitativa determinada fisiológicamente por procesos de excitación específicos.

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A partir de la teoría de Lindsley surgieron muchos modelos relacionados. Desgraciadamente, la falta de una medida satisfactoria de la activación se convirtió con el tiempo en un importante problema metodológico que dio pie a un problema todavía más preocupante: no había consenso en lo que se entendía por activación. Algunos preferían la medida activación cortical y hablaban entonces de arousal central, otros, en cambio, preferían una medida de actividad del sistema nervioso vegetativo, hablando de arousal periférico. Había incluso quien rechazaba ambas alternativas y optaba por la medida de un arousal comportamental. El substrato biológico de la activación también se complicó. Según Pribram y McGuinness (1975), había tres sistemas diferenciados que controlaban la activación: uno la desincronización fásica, otro la tónica, mientras que un tercero se encargaba de coordinarlos. En definitiva, la falta de unanimidad, y la ambigüedad que ha ido adquiriendo con el tiempo el concepto de activación han motivado la paulatina desaparición de modelos teóricos basados en este concepto, tanto en el área de la emoción, como en los otros ámbitos donde la teoría de la activación había parecido una opción prometedora (Rosselló, 1994). Las aproximaciones sociológica y antropológica, se centran en el estudio del sistema de organización, dejando de lado la consideración individual. Mientras la mayor parte de los psicólogos estudian la emoción como una característica genérica de los seres humanos, los sociólogos la consideran un fenómeno propio de un grupo socialmente específico, que vive en un momento concreto, en una cultura determinada y en unas determinadas circunstancias (e.g.,status socioeconómico). De este modo, el énfasis de la sociología de las emociones recae sobre la historia, la cultura, la estructura social, es decir, todo aquello que moldea al individuo independientemente de su naturaleza intrínseca. Los sociólogos están especialmente interesados en el contexto como origen y ámbito de manifestación emocional. Una teoría de las emociones que pretenda ser verdaderamente explicativa no debe preocuparse sólo de los eventos cognitivos y de las variables conductuales y fisiológicas, sino también de los procesos culturales y sociales que evocan determinadas emociones en determinados contextos. No hay emociones libres de contexto. No existen emociones arraigadas en un ambiente

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histórico específico que no sean una adaptación funcional, una respuesta o un factor de mantenimiento de esa particular circunstancia histórica. Según Kemper (1991), la sociología de las emociones no se puede reducir a la psicología de las emociones: una teoría emocional completa debe contemplar una comprensión integrada del cuerpo, la psique y la sociedad. El estudio sociológico de las emociones ha experimentado una

profunda

efervescencia a partir de los años 70, como vimos que ocurrió en el ámbito psicológico. Las aproximaciones teóricas son múltiples y, a menudo, irreconciliables en mayor grado de lo que lo son en psicología. Sin embargo, pueden llegar a diferenciarse dos grandes planteamientos: el que estudia la emoción centrándose en la estructura social y el que lo hace centrándose en las variables culturales. Aunque el consenso parece aún lejano, el enfoque sociológico es un enfoque complementario y contiguo al psicológico, si bien deben tomarse las necesarias precauciones para en la medida de lo posible, la cercanía y la complementariedad no devengan simplemente redundancia. Como se ha podido observar, lo emocional en el último siglo ha tenido un importante desarrollo científico y como muestra de ello y por ende de la complejidad que su estudio acarrea han surgido diversas corrientes que estudian los diferentes fenómenos emocionales desde perspectivas diversas. Probablemente todas ellas poseen razones de peso para sustentar sus argumentos, pero el hecho es que la controversia estaba ya servida en el momento en que entró en juego el término conocido como Inteligencia Emocional y que no hizo sino aportar todavía más preguntas a las que ya existían. I.2.7. Los componentes de la respuesta emocional Toda emoción parece que puede manifestarse a tres niveles diferentes: fisiológico, conductual y cognitivo. El conocimiento de estos tres niveles de reacción nos ayuda a identificar y a describir mejor los fenómenos emocionales.

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El componente fisiológico



Tal vez sería más adecuada la denominación de componente neurofisiológico, dada la tendencia actual de las investigaciones en este ámbito, que se centran sobre todo en elucidar las estructuras neurales y sistemas funcionales implicados en los mecanismos emocionales. El llamado sistema límbico parece ser clave en la investigación del sustrato neural de las emociones, y, dentro de él, diferentes estructuras implicadas ya diferencialmeme en distintas emociones (el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala, el área septal, la circunvolución del cíngulo, etc). La evidencia parece apoyar la idea de que el sustrato neural de una emoción dada incluye interconexiones complejas entre diferentes estructuras y sistemas funcionales, y que, a menudo, están implicadas diferentes regiones o sistemas en los procesos de activación y en los de atenuación o inhibición.. También cabe destacar los estudios que relacionan las emociones con la neuroquímica y con la neuroendocrinología. Efectivamente, neurotransmisores, neuromoduladores y hormonas, parecen estar muy implicados en los mecanismos emocionales, lo que, en la práctica, queda constatado a partir de los modernos estudios psicofarmacológicos. Sin embargo, no parece que la relación entre dichos mensajeros y las emociones sea específica: no hay evidencia de que un neurotransmisor o una hormona se relacione sólo y exclusivamente, de forma biunívoca, con un tipo de emoción. De todos modos, cuando el psicólogo pretende analizar el componente fisiológico, de una emoción determinada, suele prescindir de la neurofisiología, de la neuroquímica y de la neuroendocrinología, centrándose en el estudio de los correlatos fisiológicos debidos a la actividad del sistema nervioso vegetativo o del sistema nervioso periférico somático, que, obviamente, son más sencillos de registrar y gozan ya de una gran tradición en la disciplina denominada psicofisiología.

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El componente conductual La observación del comportamiento de un individuo en algunas ocasiones puede

ayudarnos a deducir el proceso emocional que experimenta. Por otro lado, suele ser fácil, a este nivel, engañar a un potencial observador. Aún suponiendo la "honestidad" del individuo observado, a veces se hace difícil adscribir un determinado comportamiento a una determinada emoción si prescindimos de la información circunstancial, es decir, de la situación concreta en la que se da la conducta. Sólo la expresión facial no necesita de dicha ayuda contextual. En contraposición con los demás modos de comportamiento, la expresión facial puede ser interpretada como emocional independientemente de la situación y, además, puede serlo con una relativa garantía de autenticidad, ya que parece realmente difícil fingir una expresión facial a la perfección, sobre todo si es opuesta a nuestra vivencia emocional. En efecto, todos hemos pasado por situaciones en las que, pese a nuestros esfuerzos, nos ha resultado imposible ocultar un determinado estado de ánimo, por mucho que hayamos intentado disimular de forma voluntaria la expresión facial (también ocurre algo similar con el tono de voz). Hay que pensar que la musculatura facial del homo sapiens es sumamente compleja (las expresiones faciales surgen de la actividad combinada de unos 23 músculos) y, en consecuencia, su control voluntario es sumamente difícil y casi siempre incompleto. Por todo ello, el comportamiento facial ocupa un lugar privilegiado en el estudio del componente conductual de la emoción. El reconocimiento de este hecho ha propiciado que en los últimos quince años la investigación sobre expresiones faciales haya renacido con fuerza inusitada. Este renacimiento de alguna de las premisas darwinistas viene también marcado por la obtención de sólidas evidencias en relación con la universalidad de las expresiones de algunas emociones discretas, evidencias documentadas por ilustres antropólogos y etólogos humanos (Eibl-Eibesfeldt, 1974). Todas estas circunstancias han hecho que en la comunidad científica se haya dado un fenómeno de aceptación generalizada de los patrones faciales como el mejor índice aislado de la presencia de una emoción, particularmente en niños, en los cuales la influencia cultural sobre la conducta expresiva es mínima y más fácil de evitar en caso de estar presente. Desde una postura funcionalista, parece que las conductas faciales

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ejercen una función social y comunicativa muy importante, siendo cruciales en el desarrollo y en las interacciones interpersonales. Aunque la evidencia sobre este punto es controvertida, parece también que el feedback del tono muscular facial puede ser crítico en la generación de la cualidad única de conciencia que define una emoción subjetivamente. 

El componente cognitivo o vivencia subjetiva La vivencia subjetiva de la emoción es propiamente lo que hace que cada uno de

nosotros califique un determinado estado de emocional y etiquete la emoción sentida. Sin embargo, el problema surge a la hora de comunicar ese estado, ya que nuestra comunicación depende y está sometida a las limitaciones del lenguaje humano. A la hora de estudiar las emociones ajenas debemos fiarnos de lo que se nos comunique, sin que tengamos modo alguno de contrastar de manera clara y definitiva lo que se nos ha informado. Ya William James destacó la importancia de la introspección y el autoinforme en el estudio del componente vivencial subjetivo de las emociones, argumentando que la verificación última de la existencia o no de una emoción determinada dependía del informe que efectuaba el sujeto en cuestión. Hoy en día, como ya hemos comentado, se ha recuperado el uso de esa metodología introspectiva, aunque, bien es verdad que la mayoría de investigadores son conscientes de las limitaciones que lleva consigo. A menudo, no se comunica todo lo que se siente, es posible también que un individuo no sea sensible en la detección de sus propios sentimientos o que éstos se den en él de forma inconsciente, incluso puede darse el caso de que, aún siendo consciente de una emoción, el sujeto no sepa, o no pueda, reflejar sus sutilezas mediante el lenguaje, que adolece ciertamente de limitaciones importantes a la hora de representar nuestro universo emocional. Salvando estos inconvenientes, parece que el autoinforme es aún sumamente útil en el estudio psicológico de la emoción humana. Ya hemos comentado la importancia que, sobre todo en psicología clínica, han alcanzado los cuestionarios construidos a partir de los agrupamientos empíricos de las emociones.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

I.2.8. Los diversos fenómenos afectivos A la hora de distinguir entre estos términos la confusión es grande y las alternativas ofrecidas por los diferentes autores, múltiples. Con frecuencia, se utilizan los mismos vocablos para designar eventos psicológicos que deben ser distinguidos para no crear más confusión de la ya reinante en el estudio de la emoción. Si el lenguaje cotidiano es ambiguo e impreciso, hay que esforzarse para que nuestro lenguaje científico deje de serlo. Vamos, pues, a comentar brevemente una distinción válida entre cada uno de los fenómenos afectivos enunciados. Para ello, se revisará un artículo especialmente clarificador, firmado por miembros del departamento de psicología de la Universidad de Amsterdam (Frijda et al., 1991). Emoción: es un estado de sentimiento activado o desactivado, relacionado con un objeto emocional específico. Las emociones serían, de este modo, reacciones afectivas, más o menos espontáneas, a eventos significativos. Sorprende, a menudo, la naturaleza multicomponente de las emociones, que se manifiesta cuando, al intentar describir una emoción, recurrimos a menudo al enunciado de otras emociones relacionadas pero distintas. Una emoción implica una manera específica de evaluar las cosas y de disponerse para la acción. Puede también ayudar a distinguirla su duración (criterio que se ha usado, ya desde antiguo, en la distinción de los diferentes fenómenos afectivos), que, según la emoción, variará de algunos segundos a varias horas. Afecto: Cualidad positiva o negativa de las emociones. Es la valoración que nos merece una emoción en una dimensión de placer-displacer. Episodio emocional: Se trata de estados diversos que se suceden en el tiempo y que se ligan emocionalmente con un único evento. A menudo, un suceso determinado nos lleva a sentir una multiplicidad de emociones que se suceden la una a la otra, se confunden y son vividas como una sola. A estas secuencias emocionales engendradas a partir de un único evento, o serie de eventos, que se prolongan de manera continua en el tiempo, las llamamos episodio emocional. Tanto las emociones como los episodios

Marco Teórico. Las Emociones.

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emocionales suponen un control sobre la acción y sobre los mecanismos atencionales e implican una disposición para la acción, particularmente a nivel estratégico. Los episodios emocionales pueden llegar a durar días o incluso semanas. Sentimiento: La distinción entre emoción y sentimiento ha sido la más controvertida, lo que ha hecho que sea, probablemente, la más confusa. Hay quién distingue entre una y otra simplemente en virtud de su duración (los sentimientos se prolongan más en el tiempo). Otros equiparan los sentimientos al componente subjetivo o cognitivo de las emociones (Schmidt-Atzert, 1985). Es especialmente problemática la distinción entre el sentimiento que se refiere a la vivencia emocional y el que se refiere a la percepción propioceptiva o somestésica. De hecho, carecemos de criterio claro para diferenciar entre ambos significados y algunos autores utilizan el término para referirse tanto a uno como a otro (Pribram, 1970). También hay quien engloba en la categoría de sentimientos la motivación y la emoción: habría, de este modo, sentimientos emocionales y sentimientos motivacionales, distinguiéndose en que los emocionales suelen “terminar dentro del cuerpo del organismo”, mientras que los motivacionales “tienden a ir más allá y entrar en relación con el objeto estímulo” (Pribram, 1980). Para poner un poco de orden a este caos conceptual recurriremos una vez más a la ayuda de Frijda et al. (1991). Para estos autores, los sentimientos son disposiciones a responder emocionalmente a un objeto específico. Esta disposición emocional, el poder de elicitar emociones y afectos, y la conducta motivada de acercamiento o evitación, parece que, en los sentimientos, se prolonga indefinidamente. Son ejemplos de estos fenómenos afectivos las aversiones hacia individuos o grupos, los rencores, las filias y las fobias, el amor y el odio, etc. Los sentimientos se identifican por su objeto y por la forma particular de valorarlo. Su duración, como hemos dicho, es indefinida, lo que, junto al hecho de que sean sólo disposiciones, constituyen las dos características básicas que los diferencian de las emociones. Pasión: En el lenguaje ordinario, las pasiones tienen connotaciones que nos refieren a un sentimiento llevado a intensidades extremas. Frijda et al. (1991) las definen como metas persistentes para la acción de naturaleza emocional. En ocasiones,

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

las emociones no se convierten meramente en disposiciones de duración indefinida (sentimientos), sino que, además, los propósitos de éstas disposiciones devienen metas a largo plazo. La naturaleza emocional de estas metas se define en función de su alta posición en la jerarquía del sistema de valores del individuo, de su prioridad respecto a las demás metas competitivas, de la constante persistencia de sus objetivos y de la predisposición a correr altos riesgos y a pagar elevados costes con tal de conseguirlos. Podrían calificarse de pasiones los deseos de venganza que duran toda una vida, la xenofobia y el racismo, las pasiones eróticas, el ansia de poder, etc. Como en el caso de los sentimientos, la duración de las pasiones es también indefinida. Estado de ánimo: Tradicionalmente, se ha considerado como estado de ánimo, o humor, aquel estado emocional en el que destaca el componente vivencial, que cursa con una intensidad más bien moderada durante largo tiempo. De este modo, se diferenciarían de las emociones en que éstas se manifiestan en el mismo grado a través de los componentes conductual y fisiológico, y en que, en las emociones, la intensidad de la fenomenología afectiva suele ser mayor y su duración menor. Frijda et al. (1991) consideran errónea y confusa esta distinción y proponen identificar los estados de ánimo con estados emocionales más o menos continuos, estados de activación o desactivación sin objeto específico. Esto no quiere decir que el sujeto no sea consciente de la causa de su estado afectivo, sino que éste no se vive como estrechamente vinculado a un objeto determinado. Los estados de ánimo constituyen más bien valoraciones globales del mundo, el color del cristal con que se mira, es típico del estado de ánimo depresivo, por ejemplo, creerlo todo vacío y carente de sentido, a veces con una intensidad que contradice la concepción clásica de los humores. La disposición para la acción no se dirige a metas u objetivos específicos. De todos modos, los estados de ánimo suponen una elevación o un descenso del umbral para determinadas emociones, que sí se orientan hacia un fin particular. La duración de los estados de ánimo o humores es más bien indeterminada, pudiendo oscilar entre días, meses o incluso años, como puede contrastar fácilmente el psicólogo cuando, en la práctica clínica, se encuentra con estados de ánimo, digamos, disfuncionales.

Marco Teórico. Las Emociones.

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I.2.9. Estudio de las emociones en el deporte

Ante el inicio de un partido importante, un jugador puede sentirse ansioso mientras que otro puede estar feliz; Apreciamos en numerosas ocasiones la frustración y la impotencia de los entrenadores cuando alguno de sus jugadores comete un error en una jugada fácil; palpamos la tristeza de los aficionados tras la derrota de su equipo; y probablemente, muchos de nosotros hayamos experimentado vergüenza al tener que ejecutar algún ejercicio delante de los demás compañeros en una clase de educación física. Como se puede comprobar en estas escenas que se acaban de describir, y en todas aquellas que se nos puedan ocurrir, las emociones desempeñan un papel fundamental. La experiencia emocional, además de ser un fenómeno interesante y digno de estudio para la psicología del deporte constituye un elemento definitorio del rendimiento de los deportistas y por ende de los resultados de estos. Los atletas que se encuentran demasiado ansiosos pueden dejar de rendir en situaciones importantes por debajo de lo esperado incluso para ellos mismos; el entrenador de fútbol enojado puede gritar a un jugador desde la banda

¡inútil!, generando frustración y culpa en el

deportista; y el jugador de baloncesto furioso y en completo desacuerdo con una decisión arbitral, puede insultar al árbitro y de esta forma provocar su propia expulsión. Por lo tanto, los fenómenos emocionales juegan una parte importante en el deporte y ejercicio desde una perspectiva intra e interpersonal. Los correlatos emocionales en escenarios deportivos se han estudiado desde hace décadas pero camuflados bajo epígrafes bien diferentes. Las diferentes teorías sobre la activación de los deportistas, las relaciones existentes entre ansiedad o estados de ánimo y rendimiento deportivo o la sintomatología del estrés que muestran algunos atletas no son sino manifestaciones distintas de combinaciones emocionales que se agrupan de una u otra forma para dar lugar a estos procesos.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

A lo largo de este capítulo recopilaremos la investigación existente sobre estos fenómenos e introduciremos la investigación realizada hasta la fecha relacionando deporte e Inteligencia Emocional. I.2.9.1. La activación En el ámbito deportivo, los investigadores se han centrado en gran medida en la parte fisiológica de la emoción, en el arousal o activación y su relación con el rendimiento. La primera teoría en este sentido que presentaron fue la denominada teoría del impulso (Spence y Spence, 1966). Según esta teoría, a medida que aumenta la activación de un atleta aumenta su rendimiento. Es decir, cuanto más activado está un deportista, mejor será su ejecución. No existe mucho respaldo para esta teoría lo que provocó que rápidamente surgieran otras que explicarán mejor la relación entre activación y rendimiento. Una de ellas fue la teoría de la facilitación social (Zajonc, 1965), la cual sostenía que el público crea un arousal en el ejecutante que perjudica la realización de tareas difíciles pero que la favorece cuando se trata de cometidos bien aprendidos. Los psicólogos del deporte también se dirigieron hacia la hipótesis de la U invertida (Landers y Boutcher, 1986). Según este enfoque, a bajos niveles de activación la ejecución estará por debajo de la normal, hasta llegar a un punto óptimo en que el nivel de ejecución sea máximo, si bien posteriores aumentos de este, hacen que la ejecución se vea perjudicada. Aparecieron enfoques alternativos como el de las zonas de funcionamiento óptimo (IZOF) (Hanin, 1980, 1986, 1989,1995, 1997). Según este punto de vista, los deportistas de alto nivel, tienen una zona de estado óptimo de ansiedad en que se produce el máximo rendimiento. De tal forma que fuera de la zona, dicho rendimiento es inferior. Lo particular de esta teoría es que cada deportista tiene su propia zona de rendimiento óptimo y no tiene porqué coincidir con la de otros deportistas.

Marco Teórico. Las Emociones.

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Otras teorías han rivalizado con estas en sus planteamientos sobre la activación y el rendimiento deportivo como puede ser la teoría de la inversión (Kerr, 1989) que afirma que el arousal de una persona afecta a su rendimiento en función de la interpretación que la persona haga de su nivel de activación, ó la teoría de la catástrofe (Hardy, 1990) según la cual cuando se da un exceso de arousal se produce un descenso espectacular del rendimiento (o sea una catástrofe). Todas estas teorías de la activación no hacen excesivo hincapié en las causas que lo provocan o lo modifican ni bajo qué circunstancias esta activación beneficia o perjudica al deportista. I.2.9.2. Zonas de funcionamiento óptimo (IZOF). La teoría de las zonas de rendimiento óptimo, IZOF constituye un acercamiento tanto cuantitativo como cualitativo al funcionamiento emocional en situaciones de rendimiento deportivo exitosas o deficientes. El modelo IZOF, asume que la emoción es: 

Un componente en la interacción persona-ambiente que puede ser adaptativo o

desadaptativo. 

Es parte integrada de la estructura biopsicosocial del rendimiento.



Es accionada por la estimación de las personas en relación con el medio.



Es reflejo de los momentos críticos en esa interacción persona-medio. El modelo IZOF incluye 5 dimensiones básicas para evaluar el funcionamiento

emocional en contextos de rendimiento: 1.

Forma: Es la manera en que se manifiesta el fenómeno emocional.

2.

Contenido: Constituye un aspecto cualitativo del estado emocional. Cada

componente en la dimensión forma tiene su propia característica cualitativa.

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

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3.

Intensidad: Es la característica cuantitativa del afecto o cualquier otro estado

emocional. 4.

Tiempo: la dimensión temporal, refleja el dinamismo de las experiencias

emocionales, antes, durante y después del evento. 5.

Contexto: Esta dimensión es la característica ambiental incluida en la situación

(entrenamiento, competición) o los antecedentes de carácter inter ó intrapersonales que determinan el contenido e intensidad de la emoción. Partiendo de este modelo, Hanin desarrolló (1994) un instrumento para determinar el perfil emocional de los deportistas en eventos competitivos. Para Hanin existían en el deportista diferentes composiciones emocionales. Algunas le llevarían a un elevado rendimiento mientras que otras irían acompañadas de pobres ejecuciones. En este instrumento de medida emocional, el deportista puede elegir de entre una larga lista de emociones catalogadas en 4 tipos: emociones positivas beneficiosas, emociones positivas nocivas, emociones negativas beneficiosas, emociones negativas nocivas, además de poder anotar y evaluar emociones propias definidas por el deportista. Una vez el deportista ha elegido los adjetivos que describen sus emociones, pasa a evaluarlas en una escala de 0 a 10 puntos. Posteriormente, las diversas puntuaciones se trasladan a un gráfico en el que se aprecia un perfil de funcionamiento emocional correspondiente a la competición realizada. El deportista de esta manera puede comparar su perfil emocional con la actuación realizada y de esta forma definir cuáles son sus zonas de rendimiento emocional óptimas. Es un sistema laborioso aunque brillante puesto que deja al deportista una gran libertad a la hora de definir sus emociones y calibrarlas. Además no obliga al deportista a catalogar una serie de emociones ya establecidas en el cuestionario por investigadores que en ocasiones no tienen mucho que ver con la práctica deportiva. Para comprobar la validez y fiabilidad del cuestionario Sirjä, Hanin y Pesonen, (1995) llevaron a cabo diversos estudios. En uno de ellos, pidieron a 50 futbolistas que

Marco Teórico. Las Emociones.

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completasen una batería de cuestionarios que incluían varios instrumentos no específicos de deporte que medían estados emocionales; el POMS (McNair, Lord y Droppleman 1971), el PANAS (Watson, Clark y Tellegen, 1988) y el STAI (Spielberger, Gorsusch y Lushene, 1970) junto con la lista de estímulos emocionales deportivos PNA-77 y la escala reducida y adaptada de la anterior PNA-10. Lo que ocurrió fue que las escalas estandarizadas no recogían muchas de las emociones que los atletas recogían en las escalas PNA. Este estudio puso de manifiesto por una parte la idiosincrasia de los deportistas y por otra la necesidad y la validez de una herramienta específica para medir estados emocionales en contextos deportivos. En otro estudio, los mismos autores empleando una muestra de 17 jugadores de fútbol de nivel olímpico encontraron coeficientes alpha de Cronbach intraindividual que oscilaban entre .76 y .90 para las distintas subescalas, con una elevada consistencia interna observada en los ítems positivos y negativos. I.2.9.3. La ansiedad en el deporte y su medida La ansiedad precompetitiva de los deportistas, es otro ámbito en que las emociones juegan un papel importante. Los momentos previos a una competición, y en concreto la respuesta emocional que presenta el sujeto con relación al ambiente en el que se encuentra, se ha mostrado como relevante, incluso podríamos decir como determinante en el rendimiento posterior del deportista. Han sido numerosas las investigaciones desarrolladas en las últimas décadas con la finalidad de perfilar los estados emocionales precompetitivos y su influencia posterior en la competición. Tanto a nivel internacional (Martens y Landers, 1970; Gould, Weiss 1981; Gould, Horn y Spreemann, 1983; Spielberg, 1966; Spielberg y Guerrero,

1975) como nacional

(Guzmán, 1995; Guiraldo et al., 1995;Gutierrez, et al., 1997). La elaboración de instrumentos de evaluación (Martens, Vealey y Burton, 1990) y adaptaciones (Márquez, 1993) han sido otro aspecto relevante dentro de este campo de estudio.

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

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I.2.9.3.1. SCAT (Sport Competitive Anxiety Trait) Varias cosas llevaron a Martens a desarrollar un instrumento específico para medir la ansiedad precompetitiva en el campo de la psicología del deporte: 

La adopción de una perspectiva interactiva de la personalidad que predice mejor

el comportamiento que las teorías sobre los rasgos y las perspectivas situacionales por separado. 

El desarrollo de instrumentos de ansiedad rasgo para situaciones específicas con

mayor poder predictivo que las escalas de ansiedad rasgo generales. 

La teoría de la diferenciación entre ansiedad como rasgo o como estado y el

desarrollo de modelos conceptuales de la competición como procesos sociales. Este autor, define la ansiedad-rasgo competitiva como una tendencia a percibir las situaciones competitivas como amenazantes y responder a estas con sentimientos de aprensión o tensión. La reactividad emocional, manifestada en la preocupación y en la activación fisiológica, adquiere enorme importancia por cuanto puede influir sobre la concentración mental y el control neuromuscular, y, en consecuencia afectar al rendimiento deportivo. Con el fin de operativizar el rasgo de ansiedad competitiva, construyó el Sport Competitión Anxiety Test (SCAT) (Martens, 1977). Permite evaluar las diferencias individuales en ansiedad rasgo en competición. Consta de 15 ítems con tres posibilidades de respuesta. Tiene dos formatos, SCAT-C (para niños) y SCAT-A (adultos). Fundamentalmente, se diferencian en el lenguaje empleado para explicar las instrucciones sobre la forma de contestar (más sencillo para los niños), mientras que el contenido en lo que a ítems se refiere es similar. La versión definitiva, constó de 15 ítems. Tenía tres alternativas de respuesta Casi nunca, Algunas veces y A menudo/Frecuentemente ante ítems del tipo “Antes de competir me siento inquieto” y su puntuación se obtenía sumando determinados ítems.

Marco Teórico. Las Emociones.

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La fiabilidad test-retest manifestada por el autor osciló entre .57 y .93 a lo largo de diferentes intervalos temporales (1 hora, 1 día, 1 semana, 1 mes). Además demostró elevada consistencia interna tanto para la forma A , .95 como para la forma B , .97. En lo que respecta a la validez de contenido los 15 ítems obtuvieron una valoración interjueces igual o superior a 6,5. Además, mostró una moderada validez concurrente con escalas diseñadas para medir la ansiedad rasgo general (entre .28 y .46). Estos índices de convergencia muestran por una parte que el SCAT esta relacionado en parte con el constructo de ansiedad, pero probablemente la especificidad de su campo de aplicación hace que estos niveles no sean tan elevados. Por otra parte, la validez de constructo quedó suficientemente aclarada a través de numerosos estudios empleando el SCAT (Scanlan, 1977; Martens y Gill, 1976; Gill y Martens, 1977, Albrecht y Feltz, 1987). I.2.9.3.2. CSAI-2 (Competitive State Anxiety Inventory-2) Varios investigadores que emplearon en sus estudios el SCAT, sugirieron que hacía falta una escala dirigida a medir los estados de ansiedad específicos de la situación competitiva. Así pues Martens, Burton, Rivkin, y Simon (1980) empleando el “State Anxiety Inventory” SAI de Spielberger y tomando los 10 ítems más sensibles a los cambios en el contexto deportivo de este instrumento, crearon el Competitive Scale Anxiety Inventory (CSAI) para medir la Ansiedad-Estado específica en el deporte. Este instrumento, encontró su evolución un par de años después en forma de CSAI-2 Para desarrollar la forma A de este cuestionario se creó una batería inicial de 102 ítems tomados de 4 fuentes diferentes: 

Escala inicial del CSAI



Modificación de ítems de otras escalas sobre ansiedad estado somática de

carácter general. 

Modificación de ítems de otras escalas sobre ansiedad estado somática del

ámbito específico del deporte. 

Generación de nuevos ítems para el nuevo instrumento

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

Esta batería inicial se vio reducida a 79 ítems tras la evaluación de tres jueces que eliminaron aquellos ítems que carecían de claridad gramatical, corrección sintáctica y facilidad de lectura. El análisis de componentes principales generó factores congruentes con el modelo hipotético de Ansiedad estado cognitiva, Ansiedad estado somática y Miedo al daño físico pero no se pudo verificar un factor general de ansiedad. Diferentes análisis confirmaron los mismos tres factores pero apareció un hallazgo inesperado en la subescala de ansiedad estado cognitiva. Tras diferentes confirmaciones, se decidió separar la ansiedad estado cognitiva en dos subcomponentes. Un factor formado por los ítems considerados positivos, al que se denominó estado de autoconfianza y otro formado por ítems de interpretación más negativa denominado ansiedad estado cognitiva. Este hallazgo a priori bastante sorprendente y casual, es significativo porque sugirió la idea de que el estado de ansiedad cognitiva y el estado de autoconfianza, representaban los 2 polos opuestos de un mismo continuo. Esta noción, era congruente con otras teorías cognitivas sobre ansiedad y autoconfianza (Ellis, 1969; Bandura, 1977; Meichenbaum, 1977). Sin embargo tras diferentes análisis se comprobó que la relación entre estos dos subcomponentes no era ni mucho menos recíproca. Aunque el patrón de su relación era inverso, en función de la muestra y las circunstancias, la magnitud de esta correlación oscilaba en gran medida. La investigación subsiguiente, sugirió que este tipo de patrones de respuesta, estaba influenciada por la deseabilidad social y otras cuestiones inherentes al empleo de cuestionarios de autoinforme. Finalmente, se optó por separar ambos subcomponentes para proporcionar un cuadro más realista de las opiniones precompetitivas (desafío, amenaza, o ambas).

Marco Teórico. Las Emociones.

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Para llegar a la forma B del cuestionario, se eliminaron 43 ítems por no poseer poder discriminatorio. Esta nueva forma del cuestionario de 36 ítems, contaba con 12 ítems en la subescala ansiedad estado somática, 12 ítems en escala ansiedad estado cognitiva, 10 ítems en la subescala estado de autoconfianza, y 2 ítems en la subescala miedo al daño físico. Los ítems de esta última subescala se eliminaron para posteriores formas de la prueba porque no aportaban demasiada información. Los análisis de esta forma B demostraron que existían tres escalas estables: ansiedad estado somática; ansiedad estado cognitiva y estado de autoconfianza. Para obtener la forma C del CSAI-2, se pensó que el constructo de Rotter (1966) sobre control interno/externo podía ser un componente importante de la escala de Autoconfianza y se añadieron 12 ítems de este constructo. Se eliminaron 8 ítems de la anterior versión y se añadieron 12 ítems nuevos. Por lo que la versión quedó formada por 52 ítems y 4 subescalas: 14 ítems en la subescala Ansiedad Cognitiva; 11 ítems en la subescala Ansiedad Somática; 13 ítems en la escala Autoconfianza; 12 ítems en la subescala Control interno/externo. Además hay que sumar 2 ítems que los investigadores omitieron del CSAI y que nuevamente incluyeron. Tras diferentes análisis se comprobó que se mantenía una estructura estable de las tres subescalas propuestas anteriormente mientras que la nueva subescala Control interno/externo no conformaba un factor único y mantenía relaciones con las demás subescalas, por lo que finalmente se decidió prescindir de este factor. Y con esto se llega a la forma D del cuestionario que es prácticamente la definitiva (existe una forma E creada para corregir pequeños problema de deseabilidad social de algunos de sus ítems) la que se conoce y más se emplea en el ámbito de la psicología del deporte, que consta de 27 ítems y esta formada por tres subescalas: Ansiedad Cognitiva (9 ítems), Ansiedad Somática (9 ítems) y Autoconfianza (9 ítems). La consistencia interna de las diferentes subescalas del CSAI-2 utilizando el índice alfa de Crombach arrojó valores de entre .79 y .90 obtenidos en diferentes muestras.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

En lo que hace referencia a la validez concurrente de la herramienta, también se obtuvieron resultados esperanzadores. Se correlacionaron las puntuaciones obtenidas mediante el CSAI-2 con otras encargadas de medir el constructo de ansiedad rasgo como por ejemplo SCAT (Martens, 1977), TAI (Spielberger et al., 1970), AAT-C (Alpert y Habert, 1960) y el IECS (Rotter, 1966). Y con otras medidas dirigidas a medir la ansiedad como estado como por ejemplo WEI (Morris, Davis, y Hutchings, 1981), CSAQ (Schwartz, Davidson y Goleman, 1978), STAI (Spielberger et al., 1970) y el CAL (Zuckerman, 1960). Los resultados se muestran en las tablas 5 y 6. Tabla 5. Correlaciones entre CSAI-2 y distintos instrumentos encargados de medir la ansiedad rasgo.

Escala

N

CSAI-cog

CSAI-som

CSAI-ac

SCAT

151

.45

.62

-.55

STAI

54

.50

.37

-.46

AAT-C debilitador

40

.35

.06

-.34

AAT-C- facilitador

40

-.22

.04

.33

I-E Control

57

.09

.11

-.17

Tabla 6. Correlaciones entre CSAI-2 y distintos instrumentos encargados de medir la ansiedad rasgo.

Escala

N

CSAI-cog

CSAI-som

CSAI-ac

WEI-preocupación

49

.74

.37

-.62

WEI-emocionalidad

49

.57

.82

-.40

CSAQ-cog

54

.69

.48

-.57

CSAQ-som

54

.47

.75

-.46

Marco Teórico. Las Emociones.

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SAI (muestra 1)

57

.65

.78

-.66

SAI (muestra 2)

49

.66

.69

-.77

AACL

40

-.63

-.66

.66

Por otra parte, la validez de constructo quedó suficientemente aclarada a través de numerosos estudios empleando el CSAI-2 (Gould, Petlichkoff y Weinberg, 1984; McAuley 1985;Vealey, 1986; Taylor, 1987; Burton, 1988). En lengua castellana, existe una adaptación realizada por la Universidad Autónoma de Barcelona (1991). Igualmente consta de 27 ítems y 4 alternativas de respuesta que van de 1 nada a 4 mucho. Y en los últimos años, algunos autores (Arruza, Telletxea, Azurza, Amenabar, Balagué 2001; Arruza, Telletxea, González, Arruza y Balague, 2003) sobre la base de esta adaptación, han creado otra versión modificada, incluyendo una nueva categoría de respuesta. Con lo que el cuestionario se presenta sobre una escala de 5 alternativas que oscilan entre 0 (nada) y 4 (muchísimo). En lo que respecta al CSAI-2, la fiabilidad estimada para el factor de ansiedad cognitiva se sitúa entre .79 y .83, para la ansiedad somática entre .82 y .83 y para la confianza entre 0.87 y 0.90. La estimación de la validez concurrente ha sido satisfactoria. En lengua castellana algunos autores (Arruza et al. 2001; Arruza et al. 2003) con una versión modificada de la traducción existente elaborada por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, han obtenido índices de fiabilidad de 0.78 para la ansiedad cognitiva, 0.77 para la ansiedad somática y 0.86 para la confianza, para diferentes muestras de deportistas de alto rendimiento (judocas, piragüistas, ciclistas, etc...).

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

I.2.9.4. Los estados de ánimo en el deporte y su medida. Otro ámbito relacionado con la emoción dentro del contexto deportivo, es el de los diferentes estados de ánimo facilitadores del rendimiento. El descubrimiento del denominado perfil iceberg (Morgan, 1974, 1980, 1985),caracterizado por elevadas puntuaciones del vigor en comparación con la media poblacional, mientras que otras dimensiones del estado de ánimo como la tensión, depresión, ira y fatiga se encuentran por debajo de dicha media, es el que ha marcado la numerosa investigación dentro de este campo. Estas medidas se obtienen a través del “Profile of Mood States” (POMS) este instrumento es probablemente el más empleado para estudiar el estado de ánimo en deportistas. Numerosas investigaciones relacionadas con los estados de ánimo en el contexto deportivo se han llevado a cabo desde entonces, (Le Unes, Hayward, y Daiss, 1988; Pérez, Solanas, y Ferrer, 1993; Arruza,

Valencia, y Alzate, 1994; Arruza,

Balagué, y Arrieta, 1998). I.2.9.4.1. El POMS El Perfil de los Estados de Ánimo fue diseñado por McNair, Lorr y Droppleman (1971) con el fin de medir los cambios resultantes de la psicoterapia y la medicación psicotrópica en pacientes psiquiátricos. Posteriormente, ha sido probado en gran variedad de muestras no psiquiátricas y se ha convertido en un instrumento muy popular en la investigación en psicología del deporte de los últimos años. En su forma original, el cuestionario estaba compuesto por 65 ítems, que se valoraban mediante un formato tipo Likert con 4 (posteriormente 5) alternativas de respuesta. Se medían 7 estados de ánimo distintos (Tensión-Ansiedad, DepresiónMelancolía,

Cólera-Hostilidad,

Vigor-Actividad,

Fatiga-Inercia,

Confusión-

Desorientación y Amistad). En los estudios iniciales, cada adjetivo era evaluado en una escala de 4 puntos, a los que se asignaron valores desde 0 (nada) hasta 3 (muchísimo). Pero en estudios posteriores, se incorporó un nivel más, con lo que la escala final estaba formada por 5 puntos, etiquetados de 0 (nada) a 4 (muchísimo). Tras diferentes estudios

Marco Teórico. Las Emociones.

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y análisis factoriales, el cuestionario quedó reducido a un total de 6 escalas (TensiónAnsiedad, Depresión-Melancolía, Cólera-Hostilidad, Vigor-Actividad, Fatiga-Inercia, Confusión-Desorientación) y 58 ítems (la versión más conocida) puesto que se desestimó el componente denominado Amistad por

no aparecer como un factor

independiente. El cuestionario es prácticamente autoadministrable, tanto si se presenta de forma individual como colectiva; de ahí que las referencias al método y condiciones de aplicación sean escasas La puntuación en cada factor se obtiene de la suma de todas las respuestas a los adjetivos que lo definen. Todos los ítems tienen la misma dirección, excepto dos: relajado (perteneciente al factor Tensión) y eficiente (dentro del factor Confusión), cuya dirección está invertida. Es posible obtener una puntuación global (un índice general de alteración del estado de ánimo) mediante la suma de las puntuaciones en los factores, teniendo en cuenta que Vigor, a diferencia de los demás, se resta. Para comprobar la fiabilidad y validez del POMS, se realizaron numerosas pruebas en diferentes áreas: Estudios de psicoterapia breve; pruebas controladas de fármacos con pacientes externos; estudios de la respuesta comportamental ante condiciones inductoras de emociones; estudios de coeficientes de validez concurrente y otros correlatos. Todos los niveles de fiabilidad hallados fueron altamente satisfactorios; todos los índices del grado en que los ítems individuales dentro de las seis escalas de estado de ánimo miden el mismo factor se acercan al 0.90 o más. Los coeficientes de fiabilidad test-retest, que se encontraron en el estudio realizado con 150 pacientes en el que se modificaban las condiciones inductoras de emociones Mcnair, Lorr y Droppelman (1971), se situó entre 0.61 y 0.69 para los seis factores del POMS. Para analizar la validez concurrente se realizó un estudio utilizando las Escalas de Aflicción Sintomática de Hopkins (HSDS), que consistían en 60 ítems sobre quejas habituales de los pacientes externos. En este caso los índices de correlación fueron muy

96

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

altos, sobre todo en las dimensiones Ansiedad y Depresión, y se situaron entre 0,5 y 0,9 con un índice de significación de .01. En otro estudio realizado con la versión usual de la Tensión-Ansiedad y la Escala de Ansiedad Manifiesta de Taylor se encontró una correlación de 0,8, que es aproximadamente tan alta como la fiabilidad test-retest de la Escala de Ansiedad Manifiesta. Estos datos han sido extraídos del Manual Profile of Mood Status de McNair, Loor y Droppelman (1971) editado por Educational and Industrial Testing Service de San diego, California. (tomado de Arruza, 1996). Aunque fue diseñado para medir el efecto de la psicoterapia y la medicación psicotrópica en pacientes psiquiátricos externos, posteriormente, se ha convertido en un instrumento muy popular en investigación en Psicología del Deporte, ámbito en el que ha sido empleado con diferentes fines y áreas de investigación. En el alto rendimiento deportivo y con la intención de predecir el éxito o fracaso de los deportistas (Morgan, 1980; Morgan, Costill, Flynn, Raglin, y O´Connor, 1988; Pérez, et al., 1993), en el área que relaciona la salud y el bienestar psicológico con el ejercicio físico y/o el deporte (Bahrke y Morgan, 1978; Berger y Owen, 1983; Berger, Friedman y Eaton, 1988; Morgan y Ellickson, 1989; Steptoe y Bolton, 1988; Steptoe y Cox, 1988; McDonald y Hodgdon, 1991) y en el seguimiento psicológico del sobreentrenamiento y la fatiga (Morgan, Brown, Raglin, O´Connor, y Ellickson, 1987; Suay, Ricarte, y Salvador, 1998). La versión más empleada en lengua inglesa, fue la de 58 ítems. Pero debido a la peculiaridad del contexto deportivo, aparecieron formas reducidas del cuestionario original como las versiones de 37 ítems (Schacham, 1983) y la de 40 ítems con 7 escalas (Grove y Prapavessis, 1992) con propiedades psicométricas aceptables. En el ámbito nacional, existe una traducción al castellano realizada por el Departamento de Psicología del Deporte del Centro de Alto Rendimiento de San Cugat del Vallés de la versión de 58 ítems. Posteriormente se han creado baremos para su aplicación en el ámbito deportivo de esta versión (Balaguer, Fuentes, Meliá, García Merita, y Pérez Recio, 1994). También, los mismos autores han creado adaptaciones breves de 29 y 15 ítems. En este segundo caso, han creado dos formas paralelas eliminando el factor Confusión.

Marco Teórico. Las Emociones.

97

Por su parte en lengua castellana, los coeficientes de fiabilidad del cuestionario de 58 ítems presentaron un valor de .84 global para un grupo de 800 estudiantes valencianos (Balaguer et al., 1994). Y aquellas formas abreviadas de 15 ítems obtenían valores de consistencia interna de .77 para la forma A y .70 para la forma B. I.2.9.5. Las emociones negativas El estudio de las emociones en el deporte, también nos conduce al estudio sobre las investigaciones de fenómenos como el burnout (estar quemado) o el síndrome de sobreentrenamiento (SSE). El primero, definido como un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal (Maslasch y Jackson, 1981, 1986; Maslach, 1982). Y el segundo es el resultado de la falta de adaptación del deportista al entrenamiento (O´Connor, 1997). A pesar de que ambos fenómenos son diferentes, (aunque en ocasiones se pueden dar simultáneamente) las emociones negativas como la tristeza, la irritabilidad, el enojo están presentes y parecen ser indicadores consistentes de los mismos (Morgan et al. 1988). Existe cierta polémica sobre dónde comienza un término y empieza otro o sobre el carácter positivo o negativo del sobreentrenamiento. Nosotros, escaparemos de esa discusión y nos haremos eco de lo evidente, puesto que en todos estos fenómenos existe una implicación de emociones negativas. Otra línea de investigación se ha centrado en el estudio del comportamiento agresivo en escenarios deportivos. La mayor parte de esta investigación ha ido dirigida a crear instrumentos para detectar y medir el comportamiento agresivo (más que a analizar la emoción de la ira) en deportes específicos (Duda, Olson, y Templin, 1991; Bredemeier, 1975; Collis, 1972; Rice, Ostrow, Ramsburg, y Brooks, 1989). Estos inventarios, miden hostilidad instrumental, comportamiento agresivo verbal...etc. Asimismo, recogen opiniones sobre la legitimidad del comportamiento agresivo. Pero no hay medida específica de la cólera circunscrita al ámbito del deporte. El resto de trabajos relacionados con la cólera y el rendimiento deportivo, se basa en intervenciones con atletas de diferente índole para controlar el comportamiento agresivo. Estas

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

intervenciones, basadas en técnicas de relajación y reestructuración cognitiva (Greenspan y Feltz, 1989) no han proporcionado excesivos datos empíricos. Otros autores, sostienen que existen diferentes niveles de cólera que en algunos deportistas, pueden ser adaptativos mientras que en otros son disfuncionales (Hanin y Syrjä, 1995). Por otra parte, estrategias de carácter cognitivo-comportamental centradas en la comunicación entre los compañeros de equipo, parecen ser útiles para controlar la cólera y la agresión el escenarios competitivos (Hanin, 1989,1992). En cualquier caso, la investigación con respecto a emociones negativas como puede ser la ira, sigue resultando insuficiente y hacen falta, mayor número de investigaciones sistemáticas al respecto. I.2.9.6. El estrés en el deporte. El estrés es una desestabilización del equilibrio biológico/psicológico del individuo. Esta oscilación del valor óptimo, se produce por causas determinadas y conduce a una discrepancia (la cual puede ser grande o pequeña) con el estado deseado. Las características de las demandas externas, demasiado altas o demasiado bajas, pueden producir consecuentemente fatiga en el organismo, sueño, monotonía o saturación psicológica. En psicología especialmente desde los años 70, se han separado los conceptos de estrés y de tensión. El estrés estaba constituido por aquellos agentes o factores externos que afectan a las personas desde el exterior. Mientras que la tensión, es el resultado que esos estresores provocan en la persona, es decir, el efecto en la gente (Rohmert y Rutenfranz, 1975; Fletcher, 1988). Debido al uso limitado del término tensión, en gran parte de la investigación sobre el estrés, aquí se empleo el término estrés para denominar los procesos que surgen en la persona (el equivalente al concepto tensión) y el término estresor a aspectos

Marco Teórico. Las Emociones.

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circunstanciales. Dependiendo de la opinión subjetiva de los hechos objetivos, el propio estresor puede causar diferentes niveles de estrés. El estrés puede tener efectos positivos o negativos dependiendo del estado de la persona y de procesos tales como el afrontamiento, y la recuperación. Estos procesos, determinan el estado de la persona, el cuál a su vez determina la reacción subsecuente ante el estresor (Kallus, 1992). Según algunos autores, (Schönplug, 1983) las reacciones al estrés dependen de los recursos permanentes de los que una persona dispone, los cuáles ofrecen una cierta resistencia al estrés. Junto al estrés interaccionan procesos de recuperación. Estos procesos de recuperación presentan una serie de características (Kallus, 1995; Kallus y Kellman, 2000): 

La recuperación es un proceso que se da a lo largo del tiempo.



A su vez, esta relacionado con el tipo y duración del estrés.



Depende de una reducción de, un cambio de, o una rotura de los procesos de

estrés. 

Es un proceso personal y específico que depende de una valoración individual.



Termina cuando se restaura un estado de tipo psicosocial y se alcanza un

equilibrio homeostático. 

Incluye tanto acciones empleadas de manera consciente (recuperación activa)

como los procesos psicológicos y biológicos automáticos dirigidos a restaurar el equilibrio inicial (recuperación pasiva). 

Los procesos de recuperación se presentan a varios niveles (nivel fisiológico,

psicológico, social, sociocultural, ambiental etc.) 

La recuperación esta fuertemente unida a condiciones límite (sueño, contacto

social etc.) En el ámbito deportivo, el estrés y la tensión obran recíprocamente de manera continuada (Kuipers y Keizer, 1988; Kuipers, 1998). El estrés puede dar lugar a un

100

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

sobreentrenamiento en el deportista y de manera recíproca una recuperación positiva puede tener su efecto beneficioso en el entrenamiento y la competición. Estos procesos psicológicos aparentemente antagónicos, deben de tenerse en cuenta a la hora de realizar una correcta planificación de la temporada del deportista. Con la finalidad de analizar de la manera más objetiva posible estos procesos se desarrolló el “Recovery-Stress Questionnaire for Athletes” RESTQ-S. I.2.9.6.1. El RESTQ-S El primer bosquejo de este cuestionario, fue creado usando una forma ad hoc de un cuestionario. Los autores utilizaron un análisis racional de los ítems y eligieron una serie de los mismos relacionados con procesos de estrés y recuperación (Sprung y Sprung, 1987). Este primer cuestionario estaba formado por 48 ítems pertenecientes al RESTQ-48 general y por otros 38 ítems agrupados en 6 escalas específicos del deporte y basado en las investigaciones de Kellmann (1991). Tras los análisis de algunos de los ítems, se cayó en la cuenta de que la conceptualización de las “quejas físicas” y “recuperación física” era demasiado general para los atletas y eran necesarias preguntas de carácter más específico. Tras esta revisión, se llegó a una segunda versión con 85 ítems, los 48 del RESTQ más otros 37 más añadidos. Se modificaron algunos ítems que generaban confusión y de acuerdo con las investigaciones sobre autoeficacia (Bandura, 1977) se decidió separar la escala de Autoeficacia en una escala aparte. La siguiente versión del cuestionario (1999) contó con 76 ítems y para algunos estudios específicos con 80. En función de los datos psicométricos aportados por las anteriores versiones, ese mismo año se llegó a las versiones finales del instrumento. Una de ellas contó con 76 ítems

(48 no específicos y 28

específicos) y la otra con 52 (24 no específicos y 28 específicos) para reducir el tiempo de pasación manteniendo en la medida de lo posible las propiedades psicométricas. En la tabla 7, se presenta un resumen de la evolución que ha llevado el RESTQ-S en sus diferentes versiones indicando a su vez las escalas y su número de ítems.

Marco Teórico. Las Emociones.

101

Tabla. 7. Escalas, número de ítems, año y evolución del RESTQ-S. RESTQ-Sport Scales

1992

1999

1999

2000

86

85

76

52

1

Estrés general

4

4

4

2

2

Estrés emocional

4

4

4

2

3

Estrés social

4

4

4

2

4

Conflictos/Presión

4

4

4

2

5

Fatiga

4

4

4

2

6

Falta de energía

4

4

4

2

7

Quejas físicas

4

4

4

2

8

Éxito

4

4

4

2

9

Recuperación Social

4

4

4

2

10

Recuperación física

4

4

4

2

11

Bienestar general

4

4

4

2

12

Calidad del sueño

4

4

4

2

13

Interrupciones molestas

2

6

4

4

14

Agotamiento emocional

6

4

4

4

15

Lesiones

6

6

4

4

16

Estado de forma

6

4

4

4

17

Realización personal

6

5

4

4

18

Auto eficacia

-

6

4

4

19

Auto regulación

12

6

4

4

86

85

86

86

Total ítems

102

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

En diversos estudios empleando muestras de deportistas americanos, canadienses y alemanes se han encontrado índices de fiabilidad empleando el alpha de Cronbach de entre .50 y .92 en todas las escalas de los diferentes estudios con las diferentes muestras. También se han realizado estimaciones de consistencia temporales y en lo que se refiere a la fiabilidad test-retest (tomados a los 3, 4, 9, 17 y 37 días), los índices obtenidos también son satisfactorios (Kallus y Kellman, 2001). Para comprobar la validez de constructo se estudiaron las intercorrelaciones entre las escalas, se analizó su estructura factorial y la homogeneidad de las correlaciones en diferentes muestras. Las intercorrelaciones entre escalas demostraron ser parcialmente estables a lo largo de las diversas muestras pero el patrón fundamental de la correlación, apenas mostró cambios con respecto a las dimensione propuestas de estrés y recuperación. El análisis factorial, confirmó la solución propuesta por Kallus (1995) y tras numerosos análisis de este tipo con muestras diferentes, se puede concluir que la solución de dos factores es clara y separa las escalas en un factor relacionado con el estrés y otro relacionado con la recuperación. Para comprobar la validez de criterio del RESTQ-S se emplearon otros tipos de instrumentos como el POMS (Mc Nair, Lorr y Droppleman, 1971) y el STAI (Spielberger, 1970). Se hallaron correlaciones positivas entre las dimensiones negativas del POMS y las del RESTQ-S relacionadas con el estrés y correlaciones negativas con las relacionadas con la recuperación. Ocurrió a la inversa con la dimensión positiva (vigor) del POMS. En idéntico sentido se encontraron correlaciones positivas entre el estrés y la ansiedad medida a través del STAI y correlaciones negativas entre ansiedad y recuperación. Asimismo, se encontraron similares correlaciones en medidas de ansiedad rasgo y estado en diferentes muestras.

Marco Teórico. Las Emociones.

103

Existe una traducción en lengua castellana del instrumento que también presenta cualidades psicométricas óptimas para su aplicación con deportistas y que corroboran la existencia de un sólido constructo teórico (González-Boto, Molinero, Kellmann, Márquez, 2006). Parecen ser datos bastante contundentes para concluir que es un instrumento válido y fiable para medir estados emocionales negativos y positivos como pueden ser el estrés y la recuperación. I.2.9.7. Las emociones positivas En los últimos años, una nueva corriente denominada Psicología positiva esta adquiriendo una importancia relevante. Desde este enfoque, las emociones positivas (alegría, diversión, felicidad) constituyen la base fundamental de las investigaciones y estudios. Autores como Sapolski (1995), Csikzentmihalyi (1997) Seligman (2003), o Punset (2005) encabezan este tipo de investigación. La psicología del deporte ha captado la idea y ya algunos investigadores (Jackson, 1992, 1995; Jackson y Csikzentmihalyi, 2002) han comenzado a relacionar las experiencias óptimas o estados de fluencia con el rendimiento máximo de los deportistas. Dadas las características particulares de los escenarios tanto deportivos como competitivos, estos se han convertido en fantásticos contextos para estudiar la fluencia y sus consecuencias en el rendimiento deportivo. Jackson (2002) define la fluencia como “un estado de consciencia en el que uno llega a estar totalmente absorbido por lo que está haciendo hasta alcanzar la exclusión de todo otro pensamiento o emoción”. (p. 18). Para Jackson aspectos como el disfrute o la diversión se encuentran en la antesala de los máximos hitos deportivos. El conocimiento recabado por esta área de investigación se ha recogido mediante la investigación tanto cualitativa como cuantitativa. Multitud de entrevistas realizadas a deportistas de elite describen estas experiencias óptimas o fluencia en sus ejecuciones. La información cualitativa, se encuentra potenciada por investigación cuantitativa reciente

104

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

recabada por instrumentos como la Escala de Estado de Fluencia FSS (Jackson y Marsh, 1996) y la Escala Rasgo de Fluencia TFS (Jackson, Kimiecik, Ford y Mars, 1998). Ambos tipos de investigación (cualitativa y cuantitativa) se encargan de definir y operacionalizar mencionados estados. Estos estudios, constituyen otra aproximación a la investigación de la emoción dentro de escenarios deportivos. I.2.10. Sumario Al igual que ocurría con el estudio de la inteligencia, el acercamiento que se ha producido a la investigación de las emociones se ha dado desde diversos puntos de vista teóricos. Cada vez existe más información y a medida que avanza la investigación surgen numerosas controversias al respecto. De lo que no cabe duda es que estamos en una época en la que todo lo referido a las emociones y su relación con diferentes ámbitos de la vida está de moda. Como hemos visto, a grandes rasgos existe una definición común compartida por muchos de los investigadores de la materia a pesar de que en algunos puntos concretos todavía existe espacio para la controversia y el debate. Pero paciencia, la ciencia tarde o temprano dará una definición unitaria y compartida plenamente por la gran mayoría de expertos sobre lo que es una emoción. Es tan grande la importancia que esta tomando el aspecto emocional en muchos ámbitos, que incluso el mundo tecnológico (tan alejado en ocasiones de las personas) parece haberse dado cuenta de la importancia que tienen las emociones en el rendimiento eficaz y se ha empezado a dotar a las máquinas de sensores capaces de captar el estado de ánimo del usuario y por tanto reaccionar en consecuencia. Hasta el punto que algunos investigadores como Juan Pérez Mercader, director del Centro de Astrobiología (CAB) del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España), aseguró al visitar la Exposición Universal de Aichi, Japón, que dentro de 50 años las máquinas tendrán emociones. Queda patente la importancia que lo emocional adquiere en todo lo relacionado con el ser humano en todos los ámbitos de la vida y la evolución que su estudio ha experimentado en los últimos 50 años.

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

105

I.3. La Inteligencia Emocional La IE es uno de los paradigmas más prolijos en los últimos años. Desde que Salovey y Mayer publicaron en el año 90 un artículo desarrollando el concepto de IE, se han llevado a cabo cantidad de investigaciones hasta la actualidad. Revisando la base de datos Psycinfo, aparecen 1619 registros a 8 de Abril de 2008 (investigación, artículos, estudios....) que incluyen en su título el concepto de IE. De este auge en la investigación de la IE se han beneficiado sobre todo el ámbito de la empresa y el de los recursos humanos. En este capítulo repasaremos los orígenes del término, los antecedentes de este concepto deteniéndonos en los diferentes modelos existentes en la actualidad y los instrumentos de medida realizados hasta la fecha. I.3.1. Orígenes del término A pesar de que Binet y Simon (1908) apuntaron la idea de que las personas podían hacer uso de una manera inteligente de las emociones, y distinguían entre inteligencia ideativa (parecida a la idea de inteligencia que tenían los psicometricistas) e inteligencia instintiva (manifestada por medio de las emociones)

no llegaron a

vincular el proceso cognitivo con el emocional. La primera mención formal de la IE, parece derivar un artículo alemán titulado (y aquí traducido) Inteligencia y emancipación emocionales, publicado en la revista Praxis der Kinderpsychologie und Kinderpsychiatrie, por Leuner en 1966. El artículo se centra en una serie de mujeres, las cuáles debido hipotéticamente a su baja IE rechazan sus roles sociales. En el artículo, Leuner sugiere que las dificultades sociales de estas mujeres derivan de la separación temprana de sus madres. El tratamiento empleado por el autor para paliar este déficit de IE en las mujeres resulta ser un poco extremo desde nuestra perspectiva actual puesto que administraron a las mujeres participantes en el estudio una droga alucinógena LSD-25 a la vez que realizaban psicoterapia con ellas.

106

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

La primera vez que se usó el término IE en inglés, fue en una disertación doctoral no publicada, Payne (1986). Payne introduce el concepto de la IE, una facultad de la conciencia pasada por alto hasta ahora. A través de un riguroso marco teórico desarrolla el concepto de emociones y el estudio que tanto estas como la IE han tenido en el marco de la investigación en general y en el de la educación en particular. Presenta evidencias de la masiva represión que las emociones han sufrido a lo largo de la historia en el mundo civilizado frenando de esta forma nuestro propio crecimiento emocional. Y sostiene que muchos de los problemas de la sociedad actual, depresión, adicciones, conflictos religiosos, violencia.... son el resultado directo de una ignorancia emocional evidente. Sostiene que el proceso civilizador ha sido muy duro con nuestro lado emocional negando en muchas ocasiones nuestra verdadera naturaleza. Pero también afirma que no ha existido una maldad consciente en este proceso sino que ha sido una idea histórica equivocada de la emoción, la que imperando durante largo tiempo ha impedido apreciar la importante función que la emoción tiene en nuestras vidas. El trabajo, pretende ser una guía en el desarrollo de la IE y analiza con detalle las emociones del miedo, el dolor y el deseo y ofrece métodos para relacionarse con ellas de formas emocionalmente inteligentes. En líneas generales se puede decir que el autor nos conduce en su obra a lo largo del manejo inteligente de algunas emociones pero no establece una definición del concepto ni muestra un marco teórico distinto al clásico de las emociones por lo que si bien es un antecedente en cuanto a la mención del término se refiere, no lo es en cuanto a su desarrollo teórico. Greenspan (1989) también habla del término IE. Estudia el proceso mediante el cual el niño aprende a estructurar lo interno y lo externo, incluyendo aquí el proceso de socialización con los demás. Hace especial hincapié en la importancia conjunta de lo intelectual y lo emocional en este proceso de aprendizaje. Y entiende mencionado aprendizaje a distintos niveles (biológico, cognitivo y emocional) y como resultado de

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

107

las habilidades del niño para integrar la información proveniente de tareas en contextos emocionalmente relevantes para él. A pesar de estos acercamientos al término, es definitivamente en 1990 cuando los investigadores Salovey y Mayer definen el concepto y lo dotan de toda una teoría formal. I.3.2.Antecedentes de la IE

A pesar de que un año antes de la publicación del artículo de Salovey y Mayer aparece algún artículo anticipando lo que posteriormente se convertiría en un importante tema de estudio (Mayer, Caruso, Zigler, Dreyden, 1989), el concepto de la IE no surge de la nada, se apoya en infinidad de conceptos previos e investigaciones de diferentes autores dentro del ámbito emocional. A continuación veremos más detenidamente los que consideramos antecedentes de la IE. I.3.2.1. Inteligencia social Uno de los orígenes de lo que hoy se conoce como IE, fue el concepto acuñado por Thorndike en 1920 de Inteligencia Social (a partir de ahora IS) en el Harpers Montly Magazine, para Thorndike, era una capacidad que se observaba por todas partes, en las aulas y patios de los colegios, en las oficinas o en las fábricas pero que eludía las condiciones formales y estandarizadas de los laboratorios de pruebas. Llegó a escribir: “La falta de la inteligencia social puede convertir al mejor de los mecánicos en el peor de los capataces”. Definió la IS como “la capacidad para comprender y dirigir a hombres y mujeres, muchachos y muchachas y de actuar sabiamente en las relaciones humanas” (p.228). Esta definición, posee un carácter integrador, puesto que en ella, aparecen habilidades de carácter cognitivo como “capacidad para comprender” junto con habilidades de carácter social “capacidad para dirigir” para dar lugar a una conducta adaptativa “actuar sabiamente en las relaciones humanas”. Tras Thorndike, otros autores

108

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

se lanzaron a definir esta IS. Así pues, Moss y Hunt (1927) la definieron como “la habilidad para avenirse con otros”; Hunt (1928) “la habilidad para tratar con personas”; Strang (1930) la definió como “el conocimiento sobre las personas” y Vernon (1933) como “la capacidad de moderar con otras personas, atendiendo a sus estados y características”. Tras los diversos esfuerzos por definir esta habilidad en 1937 Thorndike y Stern, llevaron a cabo un estudio en el que repasaban las diferentes tentativas existentes en lo que a la medición del constructo de IS se refería. En sus conclusiones, asumieron la existencia de tres tipos de acercamiento a la medida de IS, el primero abarcaba las actitudes del individuo hacia la sociedad, el segundo versaba sobre el conocimiento social implícito (conocimiento sobre deportes, conocimiento general de la sociedad), mientras que el tercer acercamiento consistía en evaluar el grado de ajuste social del individuo (a través de la exposición al sujeto de diferentes situaciones sociales, se medía su grado de extroversión o introversión). Evaluaron las respuestas de los individuos ante problemas de relación interpersonal y midieron la capacidad de identificar la expresión emocional mediante palabras (para ello emplearon uno de los test de IS más utilizados en la época, el test de IS George Washington, desarrollado en 1926). Tras este exhaustivo estudio, los autores concluyeron que los intentos de medir la inteligencia social habían resultado fallidos y concluyeron de la siguiente forma: “puede ser que la inteligencia social sea un conjunto de varias capacidades diversas, o un complejo y enorme número de hábitos y de actitudes sociales específicas” (p.284). Pese a esto, se dieron todavía algunas definiciones del concepto como la de Wedeck (1947) “habilidad para juzgar correctamente los sentimientos, el humor y la motivación de los otros” o la de Weschler (1958) “la facilidad de uno para tratar con seres humanos”. Y finalmente Crombach (1960) de la misma forma que hicieron Thorndike y Stern (1937), concluyó de esta manera: “tras cincuenta años de investigación intermitente.... la inteligencia social sigue encontrándose indefinida y sin medida” (p.319).

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

109

Cantor y Kihlstrom (1985) propusieron que la IS era un constructo unificado necesario para entender la personalidad. La capacidad de solucionar problemas de carácter social, constituye un proceso central de la personalidad que da lugar a un comportamiento de carácter social. Esta sostiene firmemente que existen importantes diferencias individuales en los diferentes esquemas sociales e individuales almacenados en la memoria. Bar-On (2000) hace una distinción entre IE e IS, considerando la IE como las capacidades personales de autogestión, y la IS como las habilidades de relación. Recientemente, Goleman (2006) vuelve a revisar el concepto de IS y lo completa de alguna manera dando a entender que este concepto no implica exclusivamente el conocimiento de las relaciones, sino comportarse también inteligentemente en ellas. I.3.2.2. Alexitímia Otro de los antecedentes del actual concepto de IE es el concepto de Alexitímia, los orígenes de este concepto se pueden remontar a mediados del siglo XX cuando Ruesch (1948) y Maclean (1949) observaron que muchos pacientes con enfermedades de tipo psicosomático mostraban una falta de habilidad para verbalizar sus sensaciones. Algunos años más tarde, Horney y Kelman (1952) divulgaron características similares en ciertos pacientes psiquiátricos a los que encontraban difícil tratamiento mediante psicoterapia psicoanalítica debido a una carencia del conocimiento emocional, falta de experiencias internas, interés mínimo por los sueños, falta de concreción del pensamiento. Eran personas cuyo estilo de vida estaba dirigido por reglas y expectativas de otras personas más que por sensaciones, deseos y valores personales.

Posteriormente, Marty y de M'Uzan (1963), quienes trabajaban en el campo de la medicina psicosomática en Francia encontraron fenómenos similares en pacientes físicamente enfermos, incapaces de tener acceso a una vida interna de sensaciones y fantasías. Fue Sifneos (1973) el que acuño el término de alexitímia (del Griego: a

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

significa carencia, lexis que significa palabra y thymos que significa emoción) para determinar este conjunto de carencias cognitivas en el que existe una gran dificultad del paciente para verbalizar sus emociones. Desde la conferencia de Heidelberg en 1976, ha habido un consenso en la literatura sobre la definición del constructo de alexitímia. Las características definitorias del constructo serían: dificultad para identificar sensaciones y distinguir entre las sensaciones corporales y las sensaciones de la activación emocional; dificultad para describir e identificar emociones en otras personas; estrechos procesos de carácter imaginario, evidenciados por una falta de fantasía; estilo cognitivo externamente orientado. I.3.2.3. Inteligencias múltiples Howard Gardner en 1983 publica Frames of Mind, donde plantea su teoría de las inteligencias múltiples. Este autor, sostiene que poseemos 7 tipos de inteligencias distintas, cada una de ellas independiente de las otras. Lo importante de esta teoría es que introdujo dos tipos de teorías muy relacionadas con la competencia social y hasta cierto punto emocional, la Inteligencia Interpersonal y la Inteligencia Intrapersonal. Gardner definió la Inteligencia Interpersonal como: “la capacidad nuclear para sentir distinciones entre los demás: en particular, contrastes en sus estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. En estados más avanzadas, esta inteligencia permite a un adulto hábil leer las intenciones y los deseos de los demás, aunque se hayan ocultado”. (p. 240) Mientras que la Inteligencia Intrapersonal como “el conocimiento de los aspectos internos de una persona: el acceso a la propia vida emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de efectuar discriminaciones entre las emociones y finalmente ponerles un nombre y recurrir a ellas como un medio de interpretar y orientar la propia conducta. En su forma más primitiva, la Inteligencia Intrapersonal, asciende a poco más que la capacidad de distinguir una sensación de placer de una sensación de

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

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dolor.... en su nivel más avanzado, el conocimiento intrapersonal, permite que uno detecte y simbolice el complejo entramado de sensaciones humanas para lograr un conocimiento profundo de la vida interior”. (p. 240). I.3.2.4. Competencia social El término competencia social, fue puesto en uso alrededor de 1930, antes de la introducción del término habilidades sociales, este originalmente fue reservado para los componentes del comportamiento social eficaz. Durante muchos años ambos términos, se intercambiaron de forma ambigua encontrándose una falta de consistencia en el uso de los términos “competencia social” y “habilidades sociales” (Asher y Taylor, 1983). Gesten, Weissberg, Amish, y Smith, (1987) sugirieron que la competencia social es el término general que representa el funcionamiento del individuo dentro de un contexto dado de situaciones interpersonales mientras que las habilidades sociales se referirían a “los patrones altamente específicos del comportamiento observable tanto, verbal como no verbal, mediante el cuál influenciamos a otros y procuramos resolver nuestras necesidades” (p. 27). Esto sugiere, que podemos usar ambos términos de manera concurrente para describir diferentes perspectivas y niveles del análisis del comportamiento social. Una definición más actual de la competencia social es la que nos dan Topping, Bremmer y Holmes (2000) “es la posesión y el uso de la capacidad para integrar el pensamiento, emociones, y comportamiento para alcanzar resultados en tareas sociales valorados en el contexto y la cultura del anfitrión” (p.32). I.3.2.5. Competencia emocional “La competencia emocional es la demostración de la autoeficacia emocional ante interacciones sociales” Saarni (2000). La autoeficacia se utiliza aquí para significar

112

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

que el individuo cree que él o ella tiene la capacidad y habilidades de alcanzar un resultado deseado. Cuál sea ese resultado deseado particular se reflejará en función de valores y creencias culturales, pero esos valores y creencias habrán sido transformados por el propio individuo en significados personales. Uno puede pensar en esta cualidad como si de una huella digital única se tratara y diferencia al individuo en prácticas culturales. Cuando añadimos la noción de la autoeficacia a la emoción en las

interacciones

sociales, estamos describiendo cómo la gente puede responder emocionalmente, aplicando su estrategia, conocimiento y expresividad emocional de manera simultánea en las relaciones con otras personas. De esta forma pueden regular sus experiencias emocionales de forma que se acerquen hacia los resultados y metas deseados. Capacidad emocional madura, según lo definido aquí, asume que el carácter moral y los valores éticos influencian profundamente en las respuestas emocionales del individuo de manera que promuevan la integridad personal. La capacidad emocional madura debe reflejar sabiduría, y esta sabiduría conlleva unos valores éticos significativos de la cultura del individuo. Resumiendo, la competencia emocional es un amplio cajón de sastre que incorpora varios procesos y que no se encuentra del todo definido. Goleman (1998), también habla de la competencia emocional y la define como: “una capacidad aprendida basada en inteligencia emocional que tiene como resultado un rendimiento sobresaliente en el trabajo”(p. 64). Las competencias emocionales para este autor, son aptitudes aprendidas y subyacen a la IE. Es decir, es un componente necesario

aunque

no

suficiente

emocionalmente inteligentes.

para

que

se

manifiesten

comportamientos

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

113

I.3.3. IE Rasgo vs IE Habilidad En el énfasis por crear medidas de este nuevo constructo emergente (IE), los investigadores y teóricos de este área, se lanzaron a construir los tipos de pruebas que hasta entonces se habían realizado para medir constructos teóricos tales como la personalidad o la inteligencia (Ackerman y Heggestad, 1997; Hofstee, 2001). De esta forma, mientras que algunos investigadores desarrollaron y utilizaron los cuestionarios de autoinforme, otros emprendieron el desarrollo de las pruebas para medir el funcionamiento óptimo de las diferentes habilidades implicadas. En principio, todos ellos asumieron inicialmente la misma operacionalización del constructo pero, sorprendentemente, esto condujo a una confusión conceptual y aparentemente los resultados entraron en conflicto. Petrides y Furnham (2000a, 2000b, 2001), ante este hecho, sugirieron que existirían dos constructos diferentes de IE dependiendo del método de medida empleado para su operacionalización (autoinforme frente a funcionamiento máximo a través de pruebas de habilidades). Uno de ellos etiquetado como “IE Rasgo” (los rasgos podrían definirse como características internas propias de los individuos, distintas en todos ellos y en las que no influye de manera determinante el entorno). Estaría relacionado con el funcionamiento normal de IE en diferentes situaciones de la vida cotidiana su operacionalización, vendría dada por el empleo de autoinformes para su medida. Por su parte, el segundo estaría etiquetado como

“habilidad de IE” (capacidad cognitivo-

emocional) y estaría relacionado con la capacidad efectiva y real de la IE en un individuo en concreto y su operacionalización vendría dada por el empleo de pruebas de habilidad en IE. Los autores que consideran la IE como rasgo, toman las teorías de la personalidad como paradigma. Los rasgos de la personalidad se pueden definir como estables y son características internas de los sujetos que influencian su comportamiento en una amplia diversidad de situaciones. El principal problema al que se ha enfrentado esta teoría ha sido el de definir el número de rasgos independientes de personalidad

114

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

existentes. La perspectiva dominante en la actualidad es la de McRae y John (1992) revisada más tarde por McCrae y Costa (1997) que postulan la existencia de 5 grandes factores de personalidad (extraversión, neuroticismo, amabilidad, responsabilidad, apertura a nuevas experiencias). La segunda cuestión a la que se vio obligada a responder la teoría de la personalidad fue cuál era la base teórica de estos rasgos. Es decir, cuáles eran los procesos subyacentes responsables de diferencias individuales en las características de la personalidad. Eysenck y Eysenck (1967) propusieron que los distintos rasgos de personalidad, eran consecuencia de la existencia de diferencias individuales en la excitabilidad de determinados sistemas cerebrales. En los últimos años, ha crecido el interés por las características psicológicas cognitivas de los rasgos de personalidad, las cuáles se pueden relacionar con las diferencias individuales en el proceso, evaluación y elección de alternativas ante diferentes eventos (Matthews, Schwean, Campbell, Saklofske, y Mohamed, 2000). Por tanto desde esta perspectiva, la IE esta compuesta por una serie de características estables y heredadas que dieron lugar a instrumentos como el TMMS (Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai, 1995) o el SSRI (Schutte, Malouff, Hall, Haggerty, Cooper, Goldmen, y Dornheim, 1998). Por otra parte, Mayer y colaboradores reclaman en una serie de artículos (Mayer y Salovey, 1997; Mayer ,Salovey y Caruso, 1999, 2000a, 2000b, 2001), que su nueva y revisada conceptualización cumple importantes criterios que introducen de manera definitiva el constructo de IE en el ámbito de la inteligencia. Para los autores esta conceptualización cumple varios criterios importantes: El primer criterio que en opinión de los autores cumple la IE es el criterio conceptual. Los autores afirman que la IE esta compuesta por una serie de capacidades mentales conceptualmente relacionadas, referidos a ciertos aspectos sobre el razonamiento emocional y claramente diferenciados de los rasgos de personalidad. Proponen una serie de ramas o brazos que representarían esos procesos mentales que convergerían en un único constructo de IE.

Estos procesos interdependientes y

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

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relacionados, incluirían la comprensión, y el razonamiento abstracto como características de base del sistema, que sería asistido a su vez por otras funciones relacionadas con la percepción de (Mayer et al., 2000, 2001). De esta forma, según Mayer y Salovey, la IE puede ser operacionalizada como un sistema de capacidades relacionadas con la emoción que posee componentes bien definidos en su funcionamiento. Según los autores, este constructo cumple un segundo criterio, el correlacional. Describen un sistema de habilidades cognitivas relacionadas unas con otras y correlacionadas de manera moderada con otros tipos de inteligencia. Estas correlaciones moderadas sugieren que el nuevo constructo pertenece al ámbito de la inteligencia y que es diferente de las medidas ya encontradas e identificadas. Si se encontraran correlaciones elevadas entre las puntuaciones obtenidas en el nuevo constructo de IE y otros conceptos tradicionales de inteligencia, nos encontraríamos ante conceptos parecidos o similares. El tercer criterio que cumple el constructo de IE es el evolutivo. Si la IE se asemeja a los modelos de inteligencia tradicionales, debería variar con la edad y la experiencia. Esto es exactamente lo que predice el modelo de Mayer y de Salovey de IE.

Los autores, asumen, entonces que la IE refleja un sistema de

habilidades

adquiridas que se transforman mediante la experiencia y la interacción social (Schaie, 2001). Por otra parte, la tercera rama de su modelo, (comprensión emocional) refleja un proceso emocional que hace referencia a una base de conocimiento emocional adquirida (Mayer et al., 2001). Partiendo de esta base, uno esperaría que la IE estuviera relacionada particularmente con la inteligencia cristalizada. Por todo esto, los autores (Salovey y Mayer fundamentalmente) consideran la IE como un conjunto de habilidades modificables en función de la experiencia y por tanto susceptibles de aprendizaje por todo individuo. El MEIS, y el MSCEIT constituirían dos ejemplos claros de herramientas creadas desde la concepción de la IE como un conjunto de habilidades.

116

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

I.3.4. Modelos de IE Partiendo de su marco referencial, de IE como una teoría de la inteligencia, Mayer et al., (2000) hacen una distinción entre los modelos de IE mixtos y los puros, o modelos de habilidades, que se concentran en aspectos cognitivos empleados a la hora de establecer las diferentes valoraciones e interrelaciones emocionales. Los modelos mixtos, afirman, contienen una mezcla de aptitudes, comportamientos, y una disposición general a refundir atributos de la personalidad (como el optimismo o la tenacidad) con otros atributos mentales. La división es clara, el modelo de habilidades de Mayer, Salovey y Caruso, es un modelo puro. Mientras que los de Bar-On, Goleman o Cooper y Sawaf, son modelos mixtos. Ante esta clasificación de su modelo, Goleman sostiene que la teoría del rendimiento basada en IE (1998) es una formulación que a priori, parece encajar en los criterios de Mayer acerca de lo que es un modelo puro. Es un modelo basado en la competencia que incluye un discreto conjunto de habilidades que integran aptitudes afectivas y cognitivas pero distintas de las aptitudes medidas por los test de inteligencia tradicionales. De esta manera, el optimismo, aunque pudiera considerarse como un rasgo de la personalidad también puede hacer referencia a comportamientos específicos que contribuyen a la competencia en habilidades en IE. Frente a esta división de modelos, Gardner (1983, 1999) mantiene que estos criterios provenientes de una tradición psicometricista son excesivamente restringidos y sugiere que existe un mayor número de criterios para considerar la IE como una variedad diferente de inteligencia. Entre ellos, destaca la posibilidad de que la IE pueda ser aislada a causa de algún daño cerebral o, que presente un desarrollo evolutivo a lo largo de la historia del individuo. Por su parte algunos investigadores (Mestre, 2003) piensan que esta división entre modelos mixtos y cognitivos realizada por estos autores, es más artificiosa que real. Ya que como se puede comprobar el modelo de Mayer y Salovey (1997), y

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

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especialmente el de Salovey y Mayer (1990) también presentan algunas características de atributos de personalidad como la empatía o el autocontrol. En esta línea crítica, Bar-On (2004) cuestiona la necesidad de establecer esta dicotomía entre modelos mixtos y de habilidades dado que el solapamiento entre el constructo de la IE (tanto desde el modelo de Bar-On como desde el de Mayer y Salovey)

y otros como la

inteligencia cognitiva o la personalidad, es muy similar y por tanto no se justifica el empleo de esta categorización. Sea real o no, profundizaremos en las diferencias entre ambos modelos puesto que ayuda a entender mejor la definición del concepto de IE. I.3.4.1. Modelos de habilidades de IE En la historia de la psicología occidental, las emociones y el razonamiento se han visto en numerosas ocasiones enfrentadas. Actualmente existe la idea de que las emociones poseen una información fundamental sobre las relaciones, esto sugiere que emociones e inteligencia pueden ir de la mano. Las emociones reflejan relaciones entre una persona, y su familia, sus amigo o la sociedad en general, pero de una forma diferente, también reflejan relaciones de carácter interno, entre una persona y una idea o un recuerdo. Por ejemplo, la alegría puede indicar que uno se identifica con el éxito de un amigo y la tristeza puede indicar decepción con uno mismo. La IE se refiere en parte a una capacidad de reconocer los significados de tales patrones emocionales, de razonar y solucionar problemas basándose en esa información emocional (Salovey y Mayer, 1990; Mayer y Salovey, 1997). El concepto de IE describe varias capacidades emocionales. Inmediatamente después de la aparición de los artículos iniciales sobre IE, Salovey y Mayer pensaron que su trabajo teórico sería más útil si restringieran la IE a un concepto sobre habilidades mentales que estuvieran separadas de otros rasgos importantes de personalidad como la extroversión por ejemplo. Manteniéndolos separados, sería posible analizar el grado en el cual, las diferentes dimensiones de la IE contribuyen de manera independiente al comportamiento de una persona y a la competencia general en la vida.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

Las habilidades básicas implican la comprensión y la valoración de la emoción. A lo largo de la infancia, se aprenden e interiorizan las diferentes expresiones faciales de la emoción. El niño percibe una determinada señal de peligro, de miedo o alegría, reflejada en la cara de la madre, y de manera empática traduce sus representaciones gestuales. Mientras el niño crece, aprende a discriminar la sonrisa genuina de aquellas otras que no lo son, como aquellas derivadas de la mera cortesía por ejemplo. El segundo sistema de habilidades implica la asimilación de las experiencias emocionales básicas en la vida mental del individuo, incluyendo aquellas emociones y pensamientos que entran en conflicto y aquellos pensamientos y emociones que permiten dirigir la atención en un problema en concreto. El tercer nivel implica el entendimiento y razonamiento emocional. Es decir comprender cuáles son las reglas que gobiernan la felicidad espontánea, la ira, el miedo o la tristeza. Por ejemplo, la ira aparece generalmente ante una injusticia; el desánimo o el desaliento puede fomentar la separación con los demás. La tristeza o la ira se mueven según sus propias y características reglas. La IE implica la capacidad de reconocer las emociones, y por consiguiente las razones por las que estas surgen. El cuarto nivel de la IE implica la gestión y la regulación de las emociones en uno mismo y en los demás. El modelo de habilidades de la IE, sostiene que es un tipo de inteligencia similar a otras, puesto que cumple con los mismos criterios que estas. Primero, los problemas de carácter emocional tienen respuestas correctas e incorrectas, según lo establecido por los métodos de convergencia de alternativas que estandarizan los resultados. En segundo lugar, las habilidades medidas correlacionan con otras medidas de competencia mental (porque las capacidades mentales tienden a intercorrelacionar) así como con empatía e información sobre uno mismo. Tercero, esta habilidad emocional se modifica con la edad.

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

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Este modelo predice que los individuos dotados de esta capacidad, han crecido en hogares adaptativos desde un punto de vista social, son capaces de encuadrar sus emociones con eficacia y además pueden comunicar sus emociones y discutir sobre ellas con facilidad. El modelo de Salovey y Mayer, recurre a una tradición psicométrica que afirma que la inteligencia debe de cumplir una serie de criterios para ser definida como tal. Criterio conceptual, correlativo y evolutivo. I.3.4.2. Modelos Mixtos de IE Los modelos mixtos de IE son sustancialmente diferentes de los modelos mentales de habilidades. En este sentido, ambas clases de modelos fueron propuestos en los primeros artículos académicos sobre IE (Mayer, DiPaolo, y Salovey, 1990; Salovey y Mayer, 1990). Aunque estos artículos discutían sobre el concepto de habilidades mentales de la IE, también describieron las características de la personalidad que podían acompañar a este tipo de inteligencia. Pero en contraste con la conceptualización de IE de Mayer y Salovey, los modelos mixtos (Bar-On, 1997a, 1997b; Cooper y Sawaf, 1997; Goleman, 1995, 1998; Weisinger, 1998) no se refieren exclusivamente a un conjunto de habilidades cognitivas relacionadas con la emoción y amplían

el significado de la IE explícitamente,

combinando las habilidades con rasgos de personalidad que pueden predecir el éxito en diferentes ámbitos de la vida. Por ejemplo, el modelo de inteligencia emocional de BarOn (1997) fue pensado para contestar a la pregunta, “¿Por qué algunos individuos tienen más éxito en la vida que otros?” . Bar-On repasó la literatura psicológica que relacionaba las características de personalidad con el éxito en la vida e identificó cinco amplias áreas del funcionamiento relevantes relacionadas con el mismo. Esta lista incluye habilidades intrapersonales, interpersonales, adaptabilidad, gestión del estrés y humor o estado de ánimo general.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

Bar-On (1997) además justificó de forma razonada el empleo de este término al mencionar, “La inteligencia describe el conjunto de talentos, competencias, y habilidades que representan un repertorio de conocimiento para hacer frente a la vida con eficacia. El adjetivo emocional se emplea para acentuar que este tipo específico de inteligencia se diferencia de la inteligencia cognitiva” (p. 15).

El trabajo teórico de Bar-On combina un tipo de capacidades mentales como el reconocimiento emocional, con otras características que se consideran separadas de las habilidades mentales, por ejemplo independencia personal, autoobservación, estado de ánimo, etc..; esto lo convierte en un modelo mixto. A pesar de la extensión de su modelo, Bar-On (1997) es relativamente cauteloso con respecto a las pretensiones de su modelo sobre IE. Aunque su modelo predice el éxito, este éxito es "el producto final de eso que uno se esfuerza por alcanzar y lograr..." por otra parte, su inventario emocional (EQ-i), se relaciona con el potencial de tener éxito más que con el éxito en sí mismo. En un nivel más amplio, él cree que el cociente emocional, junto con el índice de inteligencia, puede proporcionar un cuadro más equilibrado de la inteligencia general de una persona. Otro modelo que responde a estas características, fue popularizado por Goleman (1995) y posteriormente mejorado (1998). Goleman creó un modelo que también era mixto y caracterizado por las cinco áreas siguientes: conciencia emocional, manejo de emociones, motivación, reconocimiento de emociones en otras personas, manejo de relaciones. Excepto el área denominada “motivación”, su lista de cualidades es específica. Además incluye otra serie de aspectos como son

la demora en la

gratificación, control de la impulsividad, y búsqueda y consecución de estados de flujo como características importantes de su modelo. Posteriormente, el propio Goleman reconoció que él se movía en un concepto de inteligencia emocional más amplio que otros autores.

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

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Goleman (1995, 1998) afirma que su modelo mixto, posee una importante validez predictiva y sostiene que la IE explicará el éxito en el hogar, en la escuela, y en el trabajo. Apunta por ejemplo, que la IE, conduce a mostrar menores niveles de agresividad, y ayuda en la toma de decisiones inteligentes sobre aspectos tales como las drogas, el sexo o el tabaco en la adolescencia. En el trabajo, la IE ayudará a la gente a trabajar en equipo, de forma cooperativa, y de esta forma, mejorar la eficacia conjunta. En definitiva, la IE conferirá una ventaja en cualquier ámbito de la vida. Goleman observa que en el mejor de los casos, el índice de inteligencia contribuye en un 20% a los factores que determinan éxito de la vida, lo cuál deja el 80% restante a otros factores. Goleman sugiere que la IE predice el éxito en muchas tareas de la vida y concluye afirmando que merece la pena dedicar tiempo a investigar este ámbito si cabe la posibilidad de que esta entidad psicológica pueda predecir el éxito de forma relativamente elevada. Desde el ámbito organizacional, este tipo de modelos ha sufrido un amplio respaldo. Boyatzis, Goleman y Rhee (2000) proponen una conceptualización de la IE compuesta por cuatro grupos de capacidades. Como ocurría con el modelo mixto de Bar-On, los cuatro grupos de capacidades del modelo de Boyatis et al., no hacen referencia exclusivamente a las habilidades relacionadas con la emoción sino que también se relacionan con habilidades de carácter social (liderazgo, manejo de conflictos) y con constructos como la motivación y la personalidad (autoconfianza, iniciativa). Sin embargo, los análisis empíricos de la conceptualización propuesta de la IE por medio del “Emotional Competence Inventory” (diseñado para evaluar los componentes propuestos desde una perspectiva de organización) han arrojado resultados contradictorios y no han podido confirmar la estructura propuesta de capacidades (Matthews, Zeidner, y Roberts, 2002).

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

Durante varios años, algunos investigadores encabezados por Dulewitz (Dulewitz, 1998; Dulewitz y Herbert, 1999; Dulewitz, y Higgs, 2000) presentan y amplían un concepto relacionado en cierta medida con el de Boyatzis. Han trabajado en la identificación de competencias relacionadas con el éxito laboral. En recientes estudios, Dulewitz y Higgs (2000) subdividen estas competencias por medio del análisis de su contenido en tres grupos diferentes estos son emocional (EQ), intelectual (IQ) y manejo (MQ). Las diferentes competencias que aparecieron

(supuestamente

relacionadas con varios componentes existentes en los modelos mixtos de IE) fueron clasificadas en 6 grupos de competencias emocionales (EQ). De manera similar a las que existen en otros modelos mixtos de IE, las competencias emocionales seleccionadas se combinan con rasgos individuales, valores y comportamientos sociales. En conclusión, Según Dulewicz y Higgs, estos resultados proporcionan

evidencia de

validez de constructo de IE así como utilidad al combinar diversos tipos de capacidades para predecir el éxito. I.3.5. El Modelo de Salovey y Mayer En 1990, los investigadores Salovey y Mayer, definieron el concepto Inteligencia Emocional como “el subconjunto de habilidades de la inteligencia social que implica la capacidad de supervisar las emociones y sentimientos propios y de los/las demás, para discriminar entre ellos y utilizar esta información para dirigir el pensamiento y acciones.” (p. 189). El alcance de la IE incluye la valoración y expresión tanto verbal como no verbal de la emoción, la regulación de la emoción en uno mismo y

otros, y la

utilización del contenido emocional en la solución de problemas. Para estos autores, como se puede apreciar, la emoción puede ser entendida como una respuesta organizada que puede focalizar la actividad cognitiva en contraposición con aquellos que consideran la emoción como una respuesta desorganizada y visceral, resultado de una

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

123

falta de ajuste afectivo. Los autores pensaban, que a lo largo de la vida existían muchas situaciones en que la información de carácter afectivo era fundamental. Asimismo, creían que esa información se debía procesar de alguna manera y que existían diferencias individuales en la forma de procesar y manejar dicha información y, por tanto este

procesamiento vendría por un camino diferente al de la información

cognitiva. Decidieron etiquetar esta capacidad como IE para unir de alguna forma esta nueva concepción al marco teórico de la inteligencia al igual que habían realizado otros autores anteriormente (Thorndike, 1920; Gardner, 1983). I.3.5.1. El modelo inicial de 1990. El modelo inicial de IE de Salovey y Mayer (1990) representado en la figura 1, se fue asentando en estudios sucesivos de estos mismos autores (1993, 1995) e incluía: A.

Reconocimiento y expresión de las emociones en uno mismo y en los demás.

B.

Regulación de la emoción en uno mismo y en los demás.

C.

Utilización emocional de forma adaptativa.

Para los autores, estos procesos se daban conjuntamente en cada individuo en diferente gradiente y de distintas formas por lo que para ellos, constituyó un modelo basado en las diferencias individuales existentes en las diversas áreas propuestas. Estas diferencias individuales se tuvieron en cuenta fundamentalmente por dos razones. La primera fue por las continuas alusiones existentes en la literatura clínica sobre las dificultades de algunos sujetos para expresar y entender sus propias emociones y sentimientos. Y la segunda fue que estas diferencias podían estar basadas en una serie de habilidades subyacentes que eran susceptibles de aprendizaje y, por tanto, podrían contribuir al bienestar psicológico de las personas.

Figura 1. Modelo inicial de Salovey y Mayer

Planificación flexible.

Pensamiento creativo.

Redirección atencional

Motivación

En uno mismo

Utilización emocional

En otros

Regulación de la emoción

INTELIGENCIA EMOCIONAL

Reconocimiento y expresión de la emoción

En uno mismo

Verbal

No verbal

En otros

Percepción no verbal

Empatía

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

125

Valoración y expresión de la emoción.

A.

Esta es la primera dimensión de la estructura planteada por Salovey y Mayer y comenzaría con la percepción, valoración y la expresión de la emoción. a)

Emoción en uno mismo

El proceso subyacente de la IE, se inicia cuando la información afectiva se incorpora al sistema perceptivo. La IE incluye la valoración y la expresión exactas de las sensaciones, y por tanto, existen una serie de leyes más o menos estables por las que pueden ser percibidas. Estas valoraciones emocionales determinan en parte las variadas expresiones de la emoción. Existen varios medios por los que se pueden valorar y expresar las emociones: •

Verbal: Un medio con el cual se valoran y se expresan las emociones es el lenguaje. El aprendizaje sobre las emociones depende en parte del discurso interno que se tenga sobre ellas. Este aprendizaje de carácter social, junto con la capacidad de introspección y la formación coherente de proposiciones, son la base de la valoración interna de la emoción a este nivel. Desde hace años existe en psiquiatría un término clínico denominado alexitímia que se ha empleado para designar a aquellas personas que presentan dificultades para poner etiquetas y verbalizar sus emociones (Sifneos, 1972, 1973). Parece ser, que esta conciencia emocional esta vinculada con capacidades cognitivas (Lane y Schwartz, 1987). Este es un indicio, que da pie a los investigadores para afirmar que existen diferencias individuales en la capacidad en que los individuos tienden a valorar, interpretar y expresar verbalmente las emociones de uno mismo.



No Verbal: El canal no verbal, (expresión facial de las emociones, gesticulación corporal) es otra forma de expresar y entender emociones. Muchos investigadores han trabajado en esta línea (Darwin, 1872; Izard, 1971, 1977;

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

126

Ekman, 1981) explorando la expresión de las emociones a un nivel no verbal. Gran parte de la comunicación emocional se lleva a cabo a través de canales no verbales. Y las diferencias individuales en la claridad de la percepción de estas señales también son evidentes (Buck, 1984). Por tanto, la valoración y expresión emocionales por canales verbales y no verbales constituye un componente importante de la IE. Aquellos que perciben clara y exactamente los mensajes lanzados o recibidos por estos canales pueden considerarse emocionalmente inteligentes y pueden asimismo responder de manera más adaptativa debido a la exactitud de sus percepciones. Estas habilidades son inteligentes porque requieren procesamiento de la información emocional dentro del organismo, y porque está claro que un cierto nivel de pericia mínima en estas habilidades es necesario para un funcionamiento social adecuado. b)



Emociones en otros

Percepción no verbal de las emociones: Desde un punto de vista evolutivo era

importante que los seres humanos, pudieran percibir emociones no solamente en uno mismo, sino también

en su contexto social, en sus iguales. Tales capacidades

perceptivas aseguran una cooperación interpersonal más cercana, permitiendo la supervisión de algunas emociones como el descontento, por ejemplo. Existen varios indicios que muestran la existencia de diferencias individuales en la interpretación de emociones con expresiones faciales. Se han desarrollado varias medidas basadas en las diferencias individuales en la recepción no verbal de los demás en lo que a emociones se refiere. La “Affect Sensitivity Test” (Campbell, Kagan y Krathwohl, 1971) presenta grabaciones de interacciones

entre pares de individuos. Los sujetos responden

indicando las emociones y los pensamientos que los sujetos de las grabaciones están expresando. La “Communication of Affect Receiving Ability Test” (CARAT) (Buck, 1976) consiste en una grabación de vídeo con escenas de carácter inusual, desagradable o con connotaciones sexuales

que un individuo observa. Mientras otro tiene que

establecer conjeturas sobre lo que esta viendo el primero analizando sus expresiones.

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

127

Este instrumento tiene una consistencia interna moderada y una buena confiabilidad test-retest. Las diferencias en la percepción no verbal de la emoción están asociadas con varios criterios. Los resultados del CARAT presentan mayores puntuaciones para los artistas que para los científicos y los resultados correlacionan con los obtenidos en la “Rotter´s Interpersonal Trust Scale” (Rotter, 1966). En profesionales del campo de la salud mental se da una mayor exactitud en las percepciones no verbales de la emoción. Algunas investigaciones han encontrado que las mujeres son generalmente mejores que los hombres a la hora de reconocer emociones en la expresión facial, con la excepción de la percepción de la ira (Boucher y Carlson, 1980). Un aspecto compartido por la valoración y la expresión emocional es su relación o quizás dependencia con la empatía. Esta ha sido definida genéricamente como la capacidad de comprender sensaciones y emociones de otra persona y reexperimentarlas en uno mismo. El esforzarse activamente en entender a la gente y empatizar con ella es una cualidad excelente y además, un requisito previo para ayudar a otros a

crecer. La empatía

probablemente es una característica del comportamiento emocionalmente inteligente. Cuando la gente se relaciona positivamente con otras personas, experimentan mayor satisfacción en la vida, y menores niveles de estrés. La empatía es también un motivador del comportamiento altruista. La gente que se comporta de una manera emocionalmente inteligente debe tener suficiente capacidad social para tejer una buena red de relaciones interpersonales. Cuanto mayor sea la red de amigos, parientes y compañeros, mayor será la estructura social que rodea a la persona y por tanto mayor será el grado de empatía. Diversas investigaciones sobre la empatía la han relacionado con los procesos subyacentes de la IE como son la valoración y expresión emocional (Batson, 1987; Batson, Fultz, Schoenrade, 1987; Wispé; 1986). La empatía parece ser necesaria para entender el punto de vista de otra persona, para identificar exactamente emociones de otra persona como propias y finalmente, para comunicarse y/o actuar en función de la propia experiencia interna. Se han desarrollado escalas para medir específicamente la empatía (Mehrabian y Epstein, 1972). Tratan de medir más específicamente la sensibilidad emocional a otros e

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

128

incluye,

subescalas tales como el contagio emocional, apreciación distante de las

sensaciones de otros, movilización interna por las experiencias positivas o negativas de otros. Las perspectivas del desarrollo en el campo de la empatía, sugieren que la valoración de las sensaciones propias y ajenas, se encuentran altamente relacionadas, de hecho, es imposible que existan la una sin la otra. Por tanto el experto, y en ocasiones finísimo, proceso de reconocimiento de las reacciones emocionales de los demás junto con las concomitantes respuestas empáticas asociadas, forman parte importante de la IE. Estas habilidades permiten a los individuos calibrar exactamente las respuestas afectivas hacia otras personas para elegir comportamientos socialmente adaptativos en respuesta. B.

Regulación de la emoción:

Las personas experimentan los diferentes estados de ánimo, humores y emociones de una manera directa y reflexiva. En su experiencia reflexiva, los individuos tienen acceso al conocimiento de su propio estado de ánimo y de otros estados de ánimo diferentes. Esta experiencia representa una buena oportunidad de supervisar, evaluar, y regular las emociones. En esta dimensión se analizan los procesos diferenciadores en la capacidad de regular las propias emociones y las de los demás. Mucha de la investigación en este campo se refiere a estados de ánimo más que a emociones. Los estados de ánimo, aunque menos intensos y generalmente más largos que las emociones, parecen estar regulados y manejados con eficacia por los individuos con habilidades emocionalmente inteligentes. a)

Regulación de la emoción en uno mismo

Las meta-experiencias inherentes a los diferentes estados de ánimo pueden ser conceptualizadas de alguna manera. De esta forma, el sistema de regulación emocional, sería el resultado de un proceso de monitorización, evaluación y actuación a fin de

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

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cambiar nuestro estado de ánimo. Aunque muchos aspectos de la regulación de los estados emocionales, ocurren automáticamente (por ejemplo es innecesario tomar una decisión consciente para llegar a sentirse triste cuando se presencia una tragedia). Algunas meta experiencias del estado de ánimo, son conscientes y por tanto abiertas a la investigación. Por ejemplo, las dos escalas exclusivamente diseñadas para medir la regulación del humor son la “State Meta Moods Scale” SMMS (Mayer y Gaschke, 1988) y “Trait Meta-Mood Scale” TMMS (Salovey, Mayer, Goldman, Turvey, y Palfai, 1995). Como los nombres sugieren, una mide la regulación emocional como estado, y la otra como rasgo estable. La co-ocurrencia de los estados de ánimo con la meta-experiencia de los mismos en muchas situaciones, proporciona datos e información a los individuos para formular teorías sobre los antecedentes de las situaciones causantes de los estados de ánimo. Por ejemplo, si una experiencia como practicar un determinado deporte es placentera, se desprenderá un estado de humor positivo por lo que habrá más probabilidades de que la práctica de ese deporte continúe y se perpetúe. Esta sería una fundamentación sobre la cual se generan reglas construidas por el propio sujeto y su comportamiento consciente sería el encargado de causar un estado de ánimo determinado. Otra forma de regulación de los estados de ánimo propios, la constituye la red social (amigos, compañeros de trabajo, de equipo, etc). El asociarse a gente que tiene éxito sin suponer una amenaza, da lugar a un afecto positivo como el orgullo. Mientras que asociarse a personas que tienen éxito en áreas consideradas importantes para uno mismo, puede generar sentimientos negativos como la envidia. Los individuos intentan mantener estados de ánimo positivos y evitar los negativos buscando la información que les ayude a mantener una visión positiva de sí mismos. Para explicar esta asimetría, se ha sugerido (Issen, 1984, 1987) que los individuos están generalmente motivados a mantener, e incluso prolongar los estados placenteros y tratan de atenuar la experiencia de los desagradables. Son procesos encaminados al mantenimiento y reparación de los estados emocionales. Este punto de vista motivacional, asume que los individuos,

130

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

tienden a maximizar las experiencias placenteras y acabar con las aversivas. Los investigadores, trabajan desde diferentes perspectivas psicológicas que predicen que las experiencias placenteras son buscadas (y retenidas en la memoria) y comparadas con otras desagradables para atenuar a estas últimas. Las personas, impulsadas por las emociones placenteras, intentan prolongarlas de diversas maneras. Se recurre al teatro y a la música ( en sus formas trágicas, dramáticas, cómicas) para recrear ciertas emociones y estados de ánimo tanto positivos como negativos relacionados con el placer y el dolor. Este tipo de experiencias permite que sintamos estados anímicos diversos sin las consecuencias que en la vida real acarrearían. Desde un punto de vista práctico, necesitamos sentir dolor en alguna de sus formas para poder así apreciar los estados de ánimo positivos. b)

Regulación de la emoción en otros

La IE incluye la habilidad de regular y alterar las reacciones emotivas de otros. Por ejemplo, los buenos oradores son capaces de generar fuertes emociones en la audiencia que le escucha. De la misma manera, un candidato a un puesto laboral modifica una serie de comportamientos tales como las formas de cortesía o la forma de vestir de cara a crear una impresión favorable. Diversos autores han estudiado esta modificación de los comportamientos propios a fin de influir y crear impresiones positivas en los demás (Hochschild, 1983). El carisma que generan algunos líderes en sus seguidores también ha sido estudiado y puede considerarse un tipo de regulación emocional (Wasielewski, 1985). En resumen la regulación emocional como parte de la IE surge porque esta puede ser altamente adaptativa en diversos momentos y puede ayudar a reforzar los estados de ánimo. Las personas regulan la emoción en sí mismas y en las personas que les rodean. En el plano individual, este proceso conduce a la consecución de metas personales. En lo que respecta a la regulación de los demás las consecuencias pueden

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

131

oscilar desde el lado positivo, generando confianza y carisma en las personas que a uno le rodean hasta la manipulación maquiavélica de las personas como ocurre con los sociópatas y maltratadores. C.

Utilización emocional:

Los individuos también se diferencian en su capacidad para manejar sus propias emociones para solucionar problemas. Los estados de ánimo y las emociones sutiles dan lugar a las estrategias implicadas en la solución de problemas. Las oscilaciones de las emociones pueden facilitar la generación de planes futuros, además la emoción positiva puede alterar la organización de la memoria ya que ayuda a integrar mejor el material cognitivo y se consideran diversas perspectivas relacionadas con la solución del problema. Las emociones fuertes, generan interrupciones en los sistemas complejos, y provocan una disminución del procesamiento informativo para conseguir así centrarse más en las necesidades acuciantes. Los estados como la ansiedad y la depresión, por ejemplo, pueden redirigir la atención hacia uno mismo. Finalmente, las emociones y los estados de ánimo se pueden utilizar para motivar y para ayudar en el funcionamiento de las tareas intelectuales complejas. Los componentes de la utilización podrían ser: a)

Planificación flexible:

Un aspecto central de la personalidad es el de la oscilación de los estados de ánimo. Es en este punto, dónde los individuos se diferencian en la frecuencia y la amplitud de sus predominantes cambios afectivos (Eysenck, 1982). Las oscilaciones fuertes del estado de ánimo influyen en las estimaciones de la probabilidad de los acontecimientos futuros, dependiendo de la valencia de esos acontecimientos. De esta forma, la gente con buenos estados de ánimo percibe eventos positivos con mayor probabilidad de ocurrencia, y los eventos negativos con menor probabilidad (Salovey y Birnbaum, 1989). Los cambios de humor pueden ayudar a la gente a romper el proceso sobre pensamiento futuro negativo, y considerar una variedad más amplia de resultados posibles. De esta forma, es más fácil generar un mayor número de planes futuros para uno mismo y así aprovechar mejor las oportunidades que surjan.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

b)

Pensamiento creativo

El humor puede también ayudar a solucionar problemas en función del impacto que genere en la organización y empleo de la información en la memoria. Por ejemplo, los individuos pueden encontrar más fácil la solución a determinadas tareas en función del estado de ánimo que estén experimentando (Issen y Daubman, 1984). Esta claridad en la categorización de la información puede tener un impacto positivo en la solución creativa de problemas. Las tareas estándares de la creatividad tales como pruebas cognitivas de clasificación se han utilizado comúnmente como las variables dependientes en esta investigación. Por ejemplo, Issen, Daubman y Nowicki (1987) demostraron que el humor positivo puede facilitar en mayor medida las respuestas creativas. Parece ser, que los temas que incitan un estado de ánimo positivo, se asocian con mayor probabilidad a respuestas inusuales o creativas que cuando se presentan temas de carácter neutral (Issen, Johnson, Mertz y Robinson, 1985). Por otra parte, es más probable, que los individuos felices posean mayor probabilidad de descubrir algunos principios de organización de categorías y utilizarlos para integrar y recordar la información (Issen, Daubman, y Gorgoglione, 1987). c)

Redirección de la atención

El tercer principio indica que la atención será dirigida a los nuevos problemas cuando surjan emociones de gran impacto. Así, cuando la gente atiende a sus emociones, estas a su vez, pueden ser dirigidas hacia aquello que tiene una importancia inmediata para el sujeto alejándolo de otros problemas (Simon, 1982). La persona que está sufriendo un proceso de divorcio, desconecta de sus problemas laborales y redirige la atención hacia la comprensión de sus propias emociones relacionadas con el dolor que emerge de su situación marital. De esta manera, los individuos aprenden a refocalizar la atención en los estímulos más importantes del contexto. Más que a interrumpir las actividades cognitivas en curso simplemente, las emociones pueden ayudar a los individuos a recalibrar las demandas de atención tanto internas como externas. Y de esta manera asignar los recursos atencionales necesarios en función de la situación.

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

d)

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Motivación

Finalmente, los estados de ánimo, pueden ser usados para incitar al individuo a persistir ante tareas desafiantes. Por ejemplo, algunos individuos pueden canalizar la ansiedad creada por situaciones evaluativas para motivarse y prepararse más a fondo y así lograr objetivos más exigentes (Alpert y Haber, 1960). La gente puede utilizar estados positivos para aumentar la confianza en sus capacidades y para persistir así en la superación de obstáculos y de experiencias aversivas (Bandura, 1987). Los individuos con actitudes positivas hacia la vida construyen sus experiencias interpersonales para obtener mayores recompensas para sí mismos. En definitiva, cuando la gente emplea la IE para resolver tareas en su vida cotidiana es probable que se encuentre en una situación ventajosa para llevarlas a buen puerto. Las personas identifican, catalogan y enmarcan los diferentes problemas interpersonales en función de la experiencia emocional que estos les generan. Por ejemplo, será más probable que aquellos sujetos con evidentes muestras de IE en su vida cotidiana, pregunten, a la hora de empezar en un nuevo empleo, sobre el ambiente laboral que se respira en la empresa que sobre su salario a final de mes. Enmarcando un problema, los individuos con esta habilidad, pueden ser creativos y flexibles a la hora de abordar las diferentes alternativas del mismo. Son también más convincentes, a la hora de integrar las consideraciones emocionales que implican las distintas alternativas. Tal aproximación, conducirá al comportamiento respetuoso de la experiencia interna de sí mismos y de otros. La gente que ha desarrollado las habilidades hasta aquí descritas, reconoce y expresa sus emociones, reconoce las emociones en otros, regula los afectos y sentimientos, y emplea los estados de ánimo y las emociones para motivar un comportamiento adaptativo.

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

I.3.5.1.1. Trait Meta-Mood Scale. TMMS La escala Trait Meta-Mood Scale (Salovey et al., 1995) es básicamente una medida de IE percibida definida como habilidad individual para entender, clarificar y regular emociones. Es entendida como una habilidad individual para reparar los estados emocionales negativos y mantener los positivos. En particular el TMMS es una medida de autoinforme, diseñada para acceder a las creencias individuales que cada uno tiene acerca de sus habilidades emocionales. Por tanto esta medida evalúa las diferencias individuales, relativamente estables, en la tendencia que las personas tienen para lidiar con sus estados afectivos o emociones, distinguirlas y regularlas. (Salovey et al., 1995; Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos, 2004). Este instrumento esta compuesto en su versión integra por 48 ítems (Salovey et al., 1995). Estos mismos autores, a través de un análisis confirmatorio con 148 sujetos revelaron una estructura de 3 factores: Atención, Claridad y Reparación, con una consistencia interna de .86, .87, y .82 respectivamente. A los sujetos se les pide que evalúen el grado en el que están de acuerdo con los ítems presentados sobre una escala de tipo Likert de 5 categorías que varían de 1

(Totalmente en desacuerdo) a 5

(Plenamente de acuerdo) . Se caracteriza por la presencia de tres factores: 1. Atención a las emociones, que es el grado en que las personas prestan atención a sus sentimientos. 2. Claridad de sentimientos, se refiere a las formas cómo las personas perciben sus emociones. 3. Reparación emocional, se refiere a la capacidad que tiene el sujeto para interrumpir sus estados emocionales negativos y prolongar los positivos. Estudios posteriores, han confirmado esta estructura factorial compuesta por tres dimensiones bien diferenciadas (Fernández-Berrocal et al., 2004; Palmer, Gignac, Bates, e Stough, 2003).

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

135

Fernández-Berrocal et al., (2004) realizaron una versión reducida y modificada del TMMS. Esta escala denominada TMMS-24, esta compuesta por las tres dimensiones de la escala original: atención, claridad y reparación, dónde los factores han sido depurados y ciertos ítems de la escala han sido eliminados. De tal forma que varios de los ítems fueron eliminados debido a su baja fiabilidad y escaso aporte de fiabilidad total de la escala en castellano. Además de esto, otros ítems no parecían evaluar correctamente la IE intrapersonal, pero medían las habilidades emocionales interpersonales o aspectos emocionales más generales. Tras esta reducción, la escala vio incrementada su fiabilidad en todos sus factores. Por otra parte, los ítems negativos de la escala fueron reconvertidos en un sentido positivo para una mejor comprensión de su contenido. La escala final esta compuesta por 8 ítems por factor y los índices Alpha de Crombach de consistencia interna por componente fueron Atención, .90, Claridad .90 y Reparación .86. Presentó una fiabilidad test retest adecuada. En concreto, las correlaciones testretest pasadas 4 semanas y realizadas con 75 sujetos, fueron satisfactorias: Atención .60, Claridad .70 y Reparación .83. Al igual que ocurre con la versión completa los tres subfactores, correlacionan en la dirección esperada con variables criterio como la depresión la rumiación y la satisfacción con la vida (Fernández-Berrocal et al., 2004). Numerosas investigaciones también han analizado las relaciones entre las diferentes dimensiones del TMMS y variables relacionadas con el bienestar, la salud mental, y la salud física y la calidad de las relaciones interpersonales. Los resultados de estos estudios, mostraron que las personas con bajos niveles de atención a las emociones, y elevados niveles de claridad de sentimientos y reparación del estado emocional tienden a tener un mejor ajuste emocional (Extremera y Fernández Berrocal, 2004; Extremera, Durán y Rey, 2005). Por ejemplo individuos que se autodefinen asimismo como buenos en claridad de sentimientos y la reparación emocional, dicen tener menos enfermedades (Goldman, Kraemer y Salovey, 1996), y se recuperan mejor de un estresor experimental (Salovey et al., 1995), presentan bajos niveles de depresión, de ansiedad social, una buena autoestima y satisfacción interpersonal (Gohm e Clore, 2002; Salovey, Stroud, Woolery, y Epel, 2002; Martínez-Pons, 1997; Foluso, Fernández-Berrocal, Extremera, Ramos y Joiner, 2004), relatan valores más bajos de

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

ansiedad y supresión de pensamientos (Fernández-Berrocal, Ramos, y Extremera, 2001) revelan elevados niveles de percepción de la salud y la calidad de vida (Extremera, y Fernández-Berrocal, 2002) así como mayores niveles de actividad física (Queirós, Carral y Fernández-Berrocal, 2004), puntuaciones más elevadas y satisfacción con la vida (Palmer, Donaldson, y Stough 2002), una mejor perspectiva empática y un menor malestar personal relativo a los problemas de otros. Finalmente altas puntuaciones en claridad y reparación, también se relaciona con un menor número de trastornos de personalidad (Leible y Snell, 2004). I.3.5.2. El modelo de 1997. En 1997, Mayer y Salovey presentaron una conceptualización revisada y refinada del concepto de IE, que de esta forma se transforma en un concepto mental de capacidad y lo separa de rasgos socio-emocionales clásicos de la personalidad como la teoría trifactorial de la personalidad (Eysenck, 1990) o los cinco grandes rasgos de la personalidad (Costa y McRae, 1992). El modelo de IE de Salovey y Mayer evoluciona y se transforma en un concepto unitario subdivisible en 4 ramas. La primera de estas ramas, identificación emocional, implica el reconocimiento y entrada de información emocional en el sistema cognitivo y emocional del individuo. La segunda y tercera de estas ramas, facilitación emocional del pensamiento y comprensión emocional, implica la transformación posterior de la información emocional con vistas a la resolución de problemas. Y por último, la cuarta rama, gestión emocional, implica el manejo de las emociones tanto en uno mismo como en los demás. En ocasiones se ha identificado el concepto global de IE con la última de sus ramas, gestión emocional, entendiendo de manera algo errónea, que la IE es una manera de conseguir librarse de las emociones molestas o desagradables producidas por las interacciones sociales. Aunque este es un resultado posible de la cuarta rama, los niveles moderados de emoción regulados por el individuo, son los óptimos y manifiestan un correcto funcionamiento emocional por lo que las tentativas de reducir al mínimo o de eliminar la emoción puede acabar con la IE.

Figura 2. Modelo de 1997 de Salovey y Mayer Facilitación emocional del pensamiento

Percepción, evaluación y expresión de la emoción Capacidad de identificar la emoción en estados físicos, sensaciones y pensamientos de uno mismo.

Habilidad para identificar emociones en otras personas, dibujos, ilustraciones por medio del lenguaje, sonidos, apariencia o comportamiento.

Capacidad para expresar emociones y necesidades relacionadas con esas emociones con exactitud.

Capacidad para discriminar entre procesos emocionales verdaderos o falsos.

Las emociones dan prioridad en el pensamiento a la información importante redirigiendo la atención.

Las emociones vividas y recordadas se encuentran disponibles para ayudar al razonamiento y la memoria ante problemas emocionales.

Las oscilaciones del estado de ánimo, cambian la perspectiva individual del optimismo al pesimismo incitando la consideración de múltiples puntos de vista.

Los diferentes estados emocionales, fomentan aproximaciones específicas a los problemas. P.e. la felicidad, facilita el razonamiento y la creatividad.

I.E.

Regulación reflexiva de las emociones para promover el conocimiento emocional e intelectual Entendimiento y análisis de la emoción; Empleo del conocimiento emocional Capacidad para etiquetar emociones y reconocer las relaciones existentes entre las palabras y las propias emociones.

Capacidad de interpretar los significados que las emociones conllevan. P.e. la tristeza a menudo acompaña a una pérdida.

Capacidad de entender sensaciones complejas . Emociones simultáneas como el amor y el odio o combinaciones de emociones como el temor (miedo y sorpresa)

Capacidad de reconocer probables, transiciones entre emociones; P.e. de la ira a la vergüenza.

Capacidad de permanecer abierto a las sensaciones y emociones. Tanto las agradables como las desagradables.

Capacidad reflexiva de engancharse o separarse de la emoción dependiendo de su valor informativo o utilidad.

La capacidad reflexiva, supervisa las emociones en uno mismo y en otros, de esta forma, se sabe si las emociones son típicas, razonables, claras, etc.

Capacidad de manejar la emoción en uno mismo y en otros, moderando emociones negativas y realzando aquellas agradables sin reprimir o exagerar la información que las emociones transportan.

138

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

1. Identificación emocional: el primer paso dentro del proceso de la IE, es la capacidad de percibir emociones con exactitud. Si cada vez que surge una emoción desagradable, el

individuo se cierra en banda y decide no prestarle atención,

imposibilitará el aprendizaje que se desprende de dichas sensaciones. La identificación emocional implica atender y descifrar los mensajes emocionales presentes en las expresiones faciales, tonos de voz, gestos corporales etc. Una persona que es capaz de identificar con claridad el júbilo en la cara de otra dispone de muchísima más información que aquella persona que no es capaz de captar este tipo de señales. 2. Facilitación emocional: las emociones son complejos fenómenos formados por reacciones fisiológicas, interpretaciones subjetivas, procesos cognitivos y aspectos conscientes de la vida mental. Las emociones se incorporan al sistema cognitivo en forma de sensaciones como cuando alguien piensa “estoy triste”, y en ocasiones como pensamientos alterados como cuando uno piensa “no valgo para nada”. Puede ser que los procesos cognitivos, queden interrumpidos por la ansiedad, pero también es cierto que las emociones pueden ayudar a discriminar al sistema cognitivo y de esta manera centrarse en lo realmente importante (Easterbrook, 1959; Mandler, 1975; Simon, 1982). Determinadas emociones facilitan la focalización de la atención (Palfai y Salovey, 1993). Las emociones también ayudan a cambiar la forma de pensar de las personas creando pensamientos más positivos cuando una persona es feliz, y negativos cuando una persona esta triste (Forgas, 1995). Las alteraciones comprendidas entre el escepticismo y el optimismo, favorecen que el individuo considere diversos puntos de vista y por consiguiente piense en el problema de una manera más profunda y quizás más creativa (Mayer y Hanson, 1995). 3. Comprensión emocional: esta tercera rama, implica el entender y razonar con la emoción. La persona que pueda entender la emoción, sus significados, la posibilidad de que varios sentimientos puedan darse juntos o la evolución que las emociones experimentan a lo largo del tiempo, dispone de una gran cantidad de información que puede emplear para manejarse en el contexto intra e interindividual.

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

139

4. Gestión emocional: las personas deben hacer frente regularmente a inestabilidades en los estados de ánimo y las fluctuaciones emocionales. La forma de manejar estos cambios determinará su nivel de IE. Las emociones son complejas, en ocasiones sucias y borrosas y contienen sus propias recompensas y castigos, es por ello que el individuo emocionalmente inteligente aprenderá a sacar provecho de ellas y maximizar de alguna manera la información que las emociones le proporcionan. Para acomodar las múltiples reacciones emocionales a las diversas situaciones, es importante que la gestión emocional del individuo tenga cierto grado de plasticidad. La plasticidad no se desprende de un tipo de personalidad, sino de una serie de habilidades que las personas aprenden en mayor o menor medida en función de las interacciones con el ambiente y con otros individuos. Las últimas actualizaciones de este modelo, no presentan diferencias esenciales con el modelo presentado en 1997 como lo demuestran diversas revisiones de los autores (Mayer, Salovey y Caruso, 2000; Salovey, Mayer, Caruso, y Lopes, 2001). Esta forma de concebir la IE, la coloca directamente en los dominios del constructo de inteligencia. Puesto que los criterios que emplean los autores son similares: •

Criterio conceptual: Los autores argumentan que el concepto de IE esta compuesto por una serie de habilidades o capacidades conceptualmente relacionadas y claramente distinguidas de los rasgos de personalidad. Por otra parte, las diferentes ramas de IE implican distintos procesos mentales que se integran en un sistema central de inteligencia.

Este sistema, incluye

comprensión y razonamiento abstracto como fundamento del mismo que a su vez, es complementado por funciones adjuntas como son el procesamiento de la información entrante, procesos de conocimiento y meta-procesos. De esta forma, la IE puede ser operacionalizada como un sistema de capacidades relacionadas con la emoción formado por componentes bien definidos en su funcionamiento.

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

140



Criterio correlacional: Los autores, proponen que la IE describe un sistema de capacidades relacionados unos con otros y que a su vez se correlacionan de manera moderada con otras inteligencias. Estas correlaciones moderadas, sugieren que este nuevo constructo pertenece al dominio de la inteligencia y que es diferente de otras medidas ya identificadas. Si se encontraran correlaciones demasiado elevadas, aumentaría la posibilidad de que este nuevo constructo no fuera diferente de otros conceptos tradicionales de inteligencia.



Criterio evolutivo: Si la IE sigue el modelo de “inteligencia” tradicional, esta debe variar con la edad y la experiencia. Con este fin, el modelo de Salovey y Mayer, predice que el nivel de IE de un individuo determinado debe aumentar con la edad y la experiencia. Por tanto los autores están asumiendo que la IE refleja un sistema de habilidades adquiridas que se convierten con la experiencia y la interacción social (Davies, Stankov y Roberts, 1998; Schaie, 2001) y no un conjunto de habilidades naturales y estáticas. Por otra parte, la tercera rama del modelo (comprensión de las emociones) necesita de una base de conocimiento emocional adquirida para obtener un óptimo funcionamiento ( Mayer, Salovey, Caruso y Sitarenios, 2001). Basándose en estos aspectos, podría pensarse que la IE estuviera relacionada de forma particular con la inteligencia cristalizada. I.3.5.2.1. Multifactor Emotional Intelligence Scale. MEIS La corriente actual de investigación en IE comienza a defender la utilización

de las llamadas medidas de ejecución o de habilidad para evaluar qué tan inteligente es una persona (Mayer, Caruso, y Salovey, 2000). Su principal ventaja es que los resultados obtenidos se basan en la capacidad actual de ejecución de la persona en una tarea y no sólo en su creencia sobre tal capacidad. Con objeto de disponer de una medida fiable y válida en consonancia con el modelo de habilidad defendido y, por otro lado, para evitar las dificultades inherentes al uso de cuestionarios, Mayer,

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

141

Salovey y Caruso han sido los primeros en elaborar medidas de IE basadas en un acercamiento práctico y dirigido a medir niveles actuales de IE de las personas. A continuación describiremos su herramienta de evaluación original (MEIS) y su última versión depurada (MSCEIT). La Multifactor Emotional Intelligence Scale MEIS (Mayer, et al., 1999), basada en el modelo de Mayer y Salovey, está compuesta por doce tareas divididas en 4 áreas que evalúan las habilidades expuestas en su formulación teórica (Mayer y Salovey, 1997). No conocemos en la actualidad ninguna adaptación de esta escala validada en muestras de habla castellana. En el primer área, Percepción Emocional se pide a la persona que identifique emociones en una serie de estímulos. Concretamente, esta área presenta cuatro subescalas que miden la percepción de emociones en: 1. Rostros: Se presentan ocho rostros que representan una serie de emociones y el examinando responde si se da o no una emoción determinada en una escala de 5 puntos desde 1

(seguro que no estaba presente) hasta 5 (seguro que esta

presente). 2. Música: se presentan ocho fragmentos originales y breves de música, y el examinando debe puntuar el contenido emocional de la música utilizando la misma escala que con los rostros. 3. Diseños: a los examinandos se les presentan ocho diseños gráficos generados por ordenador y que expresan diversos sentimientos

que deben expresarse

mediante rostros que expresan varios grados de emoción. 4. Historias: se presentan seis historias, y los examinandos deben puntuar el contenido seleccionando los adjetivos emocionales aplicables. La segunda área, denominada Asimilación Emocional, comprende dos tareas que valoran la habilidad para asimilar emociones dentro de nuestros procesos cognitivos y perceptivos. Está integrada por las subescalas de:

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Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

1. Sinestesia: lo que mide la habilidad de las personas para describir sensaciones emocionales y compararlas con otras modalidades sensoriales como el tacto, el color, el movimiento. 2. Prejuzgar: en la que se pide a la persona que asimile su estado anímico actual, generado por una situación concreta, dentro de su razonamiento y juicio, con objeto de medir cómo se sentiría hacia una persona (ficticia) y ante una situación (ficticia) en ese momento. La tercera área es la Comprensión de Emociones. En ella se incluyen actividades de razonamiento y comprensión emocional y está integrada por cuatro tareas: 1. Mezclas: se analiza la habilidad para comprender sentimientos complejos formados por dos o más emociones. Se pide a los sujetos por ejemplo que seleccionen las dos emociones que combinan mejor para formar el optimismo. 2. Progresiones: evalúa la comprensión de las personas sobre cómo las reacciones emocionales varían a lo largo del tiempo, centrándose especialmente en la intensificación de sentimientos. 3. Transiciones: concierne a la comprensión de las personas sobre cómo las emociones (y las situaciones que las generan) se siguen unas a otras. Los ítems los conforman diversas situaciones, de tal manera que a cada uno le siguen seis alternativas y los sujetos puntúan cada sensación desde 1 (altamente improbable) a 5 (altamente probable). 4. Relatividad: los sujetos son expuestos a situaciones de conflicto social entre dos personas y deben precisar el estado afectivo de cada personaje con la misma escala empleada en la tarea anterior. La última y cuarta área, denominada Regulación reflexiva de las emociones, está comprendida por dos tareas: 1. Regulación de los sentimientos de los demás: se pide a los sujetos que evalúen planes de acción en respuesta a situaciones y personas ficticias que se interrelacionan y que aparecen descritas en breves viñetas. Puntúan cuatro posibles líneas de acción en una escala de 5 puntos, desde 1 (extremadamente ineficaz) a 5 (extremadamente eficaz).

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

143

2. Regulación de los propios sentimientos: evalúa la capacidad de una persona para reparar sus propias emociones. Consta de seis viñetas cada una de ellas describiendo un problema emocional particular. Se emplea una escala de puntuación similar a la anterior. Las respuestas correctas de las personas son estimadas en función de tres criterios: El método de consenso: evalúa el grado en que la respuesta emocional dada por una persona está relacionada con la del público en general. Se parte de la base de que puntuaciones ofrecidas por grandes cantidades de muestra convergen hacia la respuesta correcta. Por tanto, desde este acercamiento se considera que una persona responde adecuadamente si esa respuesta coincide con la ofrecida por el grupo normativo. El método experto: confía en las opiniones de reconocidos investigadores en el campo de la emoción o prestigiosos psicoterapeutas. Se asume que las respuestas de estos especialistas constituyen la respuesta correcta. Así, la respuesta de un sujeto será correcta siempre que ésta coincida con la de los expertos. El método del acierto, sólo es posible para ciertos ítems, concretamente para aquellos de expresiones faciales o diseños abstractos. Desde este método, se le pregunta a la persona que aparece en la imagen qué emoción estaba sintiendo cuando fue tomada la fotografía. O bien, se le pregunta al artista qué sentimientos estaba intentando transmitir cuando realizó esa pintura o dibujo abstracto. En la medida en que la respuesta de la persona se asemeje a la del artista, la respuesta se considerará correcta. Mayer, et al. (1999) constataron correlaciones positivas entre los tres métodos. Tanto en el método de consenso como en el de acierto las puntuaciones fueron bastantes similares. Esta similitud entre métodos permite identificar ciertas respuestas como más correctas que otras.

144

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

En general, las puntuaciones totales de IE, de percepción emocional y de comprensión de emociones son fiables, aunque ciertas tareas, especialmente las relacionadas con el manejo de emociones poseen menor fiabilidad. Por otro lado, es una medida distintiva, es decir, no se solapa, a diferencia de los auto-informes con medidas de afectividad positiva o negativa (Ciarrochi, Chan y Caputi, 2000), muestra validez divergente con escalas de personalidad como el 16PF (Caruso, Mayer y Salovey, 2002a y 2002b) y presenta, como era de esperar, una correlación moderada con inteligencia verbal (Mayer, et al., 1999). En general, los cuatro componentes del MEIS (percepción, facilitación, comprensión y manejo emocional) y sus diferentes subescalas poseen una consistencia interna entre .81 y .96, con un coeficiente general de .96 (Mayer, et al., 1999). Posteriormente, esta alta fiabilidad se mantuvo en un estudio confirmatorio de sus propiedades psicométricas (Ciarrochi, et al., 2000). La MEIS, además, demuestra su utilidad y capacidad de predicción en criterios de la vida real, ya que altas puntuaciones en el MEIS predicen mayor satisfacción ante la vida, relaciones más estables y mayor cariño parental (Mayer, et al., 1999; Ciarrochi, et al., 2000), se asocia negativamente con el consumo de alcohol y tabaco entre adolescentes (Trinidad y Johnson, 2002), con menores puntuaciones en agresividad y niveles más elevados de conducta prosocial (Rubin, 1999) y mayor empatía y satisfacción vital (Ciarrochi, et al., 2000). La estructura interna del MEIS, recibe apoyo por parte de sendos análisis factoriales llevados a cabo por los autores (Mayer, Salovey y Caruso, 2000a y 2000 b). Tanto de la solución rotada como de la no rotada, emergen 3 factores. Asimismo, investigaron una solución de cuatro factores y comprobaron que era viable con lo que apoya el modelo presentado por los autores. Sin embargo, la MEIS presenta algunas deficiencias; por ejemplo, algunas subescalas concretas no gozan de niveles de fiabilidad totalmente satisfactorios, a ello se suma la aparición de ciertas incongruencias en los resultados obtenidos con cada método de baremación (Roberts, Matthews y Zeidner, 2001). Por último, otra

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

145

desventaja en el uso del MEIS, en evaluaciones tanto clínicas como de investigación, es que es un instrumento que requiere gran cantidad de tiempo para su realización, que la persona tarda más de una hora en completar. I.3.5.2.2. Mayer-Salovey-Caruso Emotional Inlelligence Test. MSCEIT El Mayer-Salovey-Caruso Emotional Intelligence Test (MSCEIT) ha sido diseñado para solventar las dificultades presentadas por su predecesora. Presenta las mismas áreas que la MEIS aunque se han depurado algunas actividades y eliminado algunas tareas con propiedades psicométricas relativamente pobres (analogías). Además, se han mejorado los métodos de puntuación, especialmente el de experto, que junto con el de consenso son los utilizados para hallar las puntuaciones finales y muestran una convergencia adecuada (Mayer, Salovey, Caruso y Sitarenios, 2003). La versión que aquí se describe del MSCEIT es v.1.1.(Mayer, Salovey y Caruso, 1999). En el factor Percepción Emocional, los sujetos deben identificar las emociones que suscitan determinadas fotografías de caras (percepción emocional en rostros) así como de diversos paisajes y diseños abstractos (percepción emocional en dibujos). En esta subescala, el sujeto deben visionar la cara, el dibujo o el paisaje y debe comunicar la cantidad de contenido emocional que existe en la representación gráfica que se le presenta. Es decir, cuánta felicidad, miedo o cólera le suscita lo presentado. Para puntuar el ítem, al sujeto se le presenta una escala de 5 puntos para cada emoción. Las tareas de este factor están diseñadas para no contaminar con contenido verbal los ítems presentados en la medida de lo posible. En el área de Asimilación Emocional, a las personas se les pide que describan las semejanzas existentes entre una sensación emocional como es el amor y otras experiencias internas de carácter no emocional como temperaturas, colores y sabores. Esta prueba descrita, correspondería a la tarea de Sinestesia. Un ítem de esta escala sería el siguiente:

146

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

“Imagine el sentimiento de amor hacia un amigo que ha sido bueno con usted y le ha apoyado mucho. ¿Cómo identificaría ese amor con cada una de las sensaciones siguientes?”

Muy parecido

Nada parecido Caliente

1

2

3

4

5

Lento

1

2

3

4

5

La idea que subyace a esta prueba, es que la semejanza entre experiencias emocionales internas y emociones no sólo indica la percepción y detección de las emociones, sino que también existe un procesamiento inicial significativo de la emoción. También existe una subescala denominada Facilitación emocional

que

determina si los sujetos emplean la emoción para facilitar actividades cognitivas o por el contrario estas emociones interfieren en la realización exitosa de diversas tareas cognitivas y conductuales.

En la esfera de Comprensión Emocional, la persona intenta emparejar sistemas de emociones como por ejemplo alegría y aceptación a otros estados que el sujeto debe escoger. Un ejemplo de este tipo de ítems, sería el siguiente:

“¿Qué alternativa combina alegría y aceptación?” A

B

C

D

E

Culpabilidad

Desafío

Manía

Amor

Deseo

También se incluye una tarea denominada Transiciones en la que el sujeto, debe responder preguntas sobre la manera en que las emociones evolucionan y se transforman a través del tiempo. Un ejemplo de este tipo de ítem, sería el siguiente:

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.

147

“Jaime se siente cada vez más alegre y excitado; si esta sensación se intensificara estaría más cercana al.....”

A

B

C

D

E

Desafío

Admiración

Orgullo

Tranquilidad

Éxtasis

De manera similar a la anterior, se incluye otra tarea denominada Cambio en que se pide a los sujetos que identifiquen que es lo que pudo causar un cambio de humor ante diferentes situaciones. Por ejemplo, los sujetos pueden escoger una alternativa como “escuchó un tema musical que le gustaba en la radio” para explicar el leve aumento de la felicidad de una persona. Finalmente, la habilidad para manejar emociones es evaluada por una serie de escenarios en que las personas deben elegir la manera más adaptativa de regular sus propios sentimientos. En la tarea Automanejo Emocional la persona debe elegir una alternativa que marca una línea de conducta para satisfacer una meta. Por ejemplo si una persona desea animarse las alternativas pueden implicar: “hablar con amigos”, “ver una película violenta”, “comer una buena comida” o “darse un paseo”. Algunas alternativas tienen más probabilidades que otras de animar a una persona. Otra tarea es la denominada Manejo Social aquí se describen situaciones sociales más complejas y las acciones implican mayor interacción con otras personas. Posteriormente se ha desarrollado el MSCEIT v.2.0. (Mayer, Salovey y Caruso, 2001) también adaptado al castellano (Extremera y Fernández Berrocal, 2002) que es una versión más corta y está diseñada para ser utilizada tanto en el ámbito profesional como en investigación. Y está compuesta de 8 tareas y 141 ítems en total y cada factor se compone de dos grupos de tareas.

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La investigación inicial de la v1.1. del MSCEIT arrojó unos valores de fiabilidad de entre .59 y .87 en una serie de análisis realizados sobre un total de 277 participantes. Posteriormente, y sobre la versión 2.0. se concluye que el MSCEIT es una medida de habilidad de IE con una adecuada validez factorial, de constructo y predictiva, y sus propiedades psicométricas son bastante adecuadas (Mayer, Salovey, Caruso y Sitarenios, 2003). Muestra, además, una validez discriminante con respecto a otras medidas de inteligencia analítica y diversos constructos de personalidad, relacionándose con una mejor calidad en las relaciones interpersonales (Lopes, Salovey y Straus, 2003). Por otro lado, bajas puntuaciones en el MSCEIT se han asociado, principalmente en varones, con un mayor consumo de drogas ilegales y alcohol, conductas violentas y peor relación con los amigos (Brackett, Mayer y Wamer, 2004). Asimismo, el instrumento presenta evidencias de validez incremental sobre rendimiento académico una vez controladas variables cognitivas y de personalidad relevantes. I.3.5.3. El modelo de Salovey y Mayer desde el 2000 hasta la actualidad. El modelo teórico, apenas ha sufrido modificaciones importantes desde 1997. Desde entonces, estos autores han encaminado sus esfuerzos en varias direcciones: •

A fortalecer el constructo teórico (Salovey, Pizarro y David, 2003; Mayer, Salovey y Caruso, 2004).



A dar validez a los diferentes instrumentos que han creado (Mayer, Salovey, Caruso y Sitarenios, 2001; Salovey, Stroud, Woolery y Epel 2002; Mayer et al. , 2003; Mayer et al., 2004; Salovey y Grewal, 2005; Lopes, Cote y Salovey, 2006).



A demostrar que el concepto de IE es una entidad independiente poco relacionada con los rasgos de personalidad (Caruso, Mayer y Salovey, 2002).



A emplearlo como predictor de aspectos tales como la buena salud (Salovey, 2001), dirección de empresas de manera eficaz (Caruso et al., 2002a y 2002 b), o como índice de calidad para evaluar las relaciones sociales (Brackett, Rivers, Shiffman, Lerner y Salovey, 2006).

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I.3.6. El Modelo de Goleman En 1995, Daniel Goleman apoyándose en la más moderna investigación sobre el cerebro y la conducta publica el libro titulado Inteligencia Emocional en el que desarrolla dicho concepto. En pleno debate en EE.UU. sobre la idoneidad o no del CI como predictor del éxito, el autor hace constar que personas con un coeficiente intelectual elevado fracasan en sus empresas vitales, mientras que otras con menores niveles de inteligencia medida a través de las pruebas del CI triunfan en su ciclo vital. Goleman, se interesa por aquellas otras características aparte del CI que determinan el éxito en la vida, y que constituyen aquello denominado como inteligencia emocional. Así pues, Goleman considera la IE como una forma de interactuar con el mundo que tiene en cuenta aspectos tales como la empatía, la perseverancia, la automotivación, la regulación y reconocimiento de las emociones propias y ajenas, la compasión o el altruismo. Y la define como: “aquellas características como la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y por último la capacidad de empatizar y confiar en los demás.” (p.61) La IE está presente para el autor en muchos aspectos de la vida, desde el ámbito de las relaciones de pareja hasta el ámbito de la salud. Se considera la IE como un conjunto de destrezas susceptibles de aprendizaje y mejora, y el libro se presenta como una pequeña guía para mejorar estas destrezas. Goleman además de basarse en la estructura creada por Salovey y Mayer (1990), incluye en la obra aportaciones de otras líneas de investigación como puede ser la sociobiología (Wilson, 1974); los trabajos de Sternberg sobre la inteligencia (1985,

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1987); el optimismo de Seligman (1990), la creatividad y el estado de flujo de Csikszentmihalyi (1990) y las aportaciones del neurocientífico LeDoux (1989, 1993) sobre el papel que tiene la amígdala en el control de las emociones, entre otros centros cerebrales. De esta forma, sintetiza una amplia y variada amalgama de descubrimientos en psicología y las integra en el marco referencial de la IE. Su primer libro Inteligencia Emocional esta traducido en 33 idiomas y ha vendido más de 5 millones de ejemplares. En aquel momento, el modelo del autor sobre la IE estaba formado por un componente general que todavía se encontraba sin desglosar. Pero posteriormente, en la siguiente obra del autor La práctica de la inteligencia emocional (1998) articula una teoría del rendimiento basada en la IE. Goleman asienta las bases para crear un marco referencial de la IE que refleja cómo se traduce en el éxito laboral de un individuo, el predominio de las habilidades

de

conciencia de uno mismo, autogestión, conciencia social y gestión de las relaciones. Presenta un modelo basado en la integración de información recabada sobre todo en el ámbito empresarial y laboral. En este modelo incluye 5 grandes habilidades que comprenden veinticinco competencias: •

Conciencia de sí mismo: capacidad de saber lo que estamos sintiendo en un determinado momento y de utilizar nuestras preferencias para guiar la toma de decisiones basada en una evaluación realista de nuestras capacidades y en una sensación bien asentada de confianza en nosotros mismos.



Autorregulación: manejar nuestras emociones para que faciliten la tarea que estemos llevando a cabo y no interfieran con ella; ser conscientes y demorar la gratificación en nuestra búsqueda de objetivos; ser capaces de recuperarnos prontamente del estrés emocional.



Motivación: Utilizar nuestras preferencias más profundas para encaminarnos hacia nuestros objetivos, ayudarnos a tomar iniciativas, ser más eficaces y perseverar a pesar de los contratiempos y las frustraciones que se presenten.

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.



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Empatía: Darse cuenta de lo que están sintiendo las personas, ser capaces de ponerse en su lugar y cultivar la relación y el ajuste con una amplia diversidad de personas.



Habilidades sociales: Manejar bien las emociones en las relaciones interpretando adecuadamente las situaciones y las redes sociales; interactuar fluidamente; utilizar estas habilidades para persuadir, dirigir, negociar, y resolver disputas; cooperar y trabajar en equipo. Tres de estas dimensiones (conciencia de uno mismo, autorregulación y

motivación) describen competencias personales, es decir, el conocer y regular las emociones en uno mismo. Mientras que las otras dos (empatía y habilidades sociales) describen competencias sociales, es decir el conocer y regular las emociones ajenas. I.3.6.1. Instrumentos creados desde el modelo de Goleman. En un primer momento, Goleman (1995) propone un factor general de la IE y desarrolla un instrumento (EQ-Test) de medición de la misma basado en 10 situaciones con 4 alternativas de respuesta sobre las que no se detallan sus propiedades psicométricas. Posteriormente el autor afirmaría que el instrumento no fue creado para medir con rigurosidad el constructo. A raíz de la publicación del segundo libro de Goleman sobre IE (Goleman, 1998), La práctica de la inteligencia emocional, surge un nuevo modelo compuesto por 25 competencias aglutinadas en torno a 5 dimensiones: •

Conciencia de uno mismo: Conciencia emocional, valoración adecuada de uno mismo, autoconfianza.



Autorregulación:

Autocontrol,

confiabilidad,

integridad,

innovación. •

Motivación: Afán de triunfo, compromiso, iniciativa, optimismo.

adaptabilidad,

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Empatía: Comprensión de los demás, orientación hacia el servicio, desarrollo de los demás, aprovechamiento de la diversidad, conciencia política.



Habilidades sociales: Influencia, comunicación, manejo de conflictos, liderazgo, catalización del cambio, establecimiento de vínculos, colaboración y cooperación, capacidad de equipo. Goleman y Boyatzis, uniendo el modelo de Goleman y empleando como base un

instrumento anterior el “Self-Assesment Questionnarie” (SAQ) que Boyatzis había elaborado anteriormente, crean un nuevo instrumento denominado “Emotional Competency Inventorie” (ECI). Los autores crearon nuevos ítems para aquellas competencias no tratadas en el SAQ (porque este modelo se centró en encargados, ejecutivos, y líderes, había un deseo de desarrollar un instrumento con una aplicabilidad más amplia a través de todas las ocupaciones y escenarios vitales). Cerca de 40 por ciento del nuevo ECI era parte del anterior instrumento. El ECI era un cuestionario formado por 20 competencias aglutinadas alrededor de 4 dimensiones. La estructura del instrumento quedaría como sigue: •

Autoconciencia: conciencia emocional, valoración adecuada de uno mismo y autoconfianza.



Autogestión: autocontrol, fidelidad, minuciosidad, adaptabilidad, orientación al logro e iniciativa.



Conciencia Social: empatía, desarrollo de los demás, orientación hacia el servicio, y conciencia organizativa.



Habilidades Sociales: influencia, comunicación, resolución de conflictos, liderazgo, catalización del cambio, establecimiento de vínculos, trabajo en equipo y colaboración.

El ECI, contiene 110 ítems con un mínimo de tres para evaluar cada competencia. El instrumento presenta dos versiones de evaluación. Por una parte, una medida de autoinforme en la que se pide a las personas que den una estimación en cada

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una de las competencias y, por otro lado, se solicita la evaluación por parte de un observador externo ya sean compañeros de trabajo o superiores. Si se recurre al superior inmediato, a los colaterales y a los subordinados, se utiliza lo que se denomina el Enfoque 360º. Si se suprimen los colaterales o subordinados se utiliza el Enfoque 180º. Los encuestados utilizan una escala de 6 puntos tipo Likert para describirse a sí mismos o a otra persona en cada competencia. Cada escalón de la escala esta progresivamente etiquetado, empezando con 1 (sólo se comporta de esa manera esporádicamente) y finalizando con 6 (se comporta de ese modo en casi todas las situaciones en las que resulta apropiado). Además de la escala de 6 puntos, las opciones de respuesta también incluyen: No lo sé, ó No he tenido la oportunidad de observar a la persona en el entorno apropiado. Los sujetos, deben describirse a ellos mismos o a otras personas en cada uno de los ítems (por ejemplo, “Actúa para desarrollar un ambiente de trabajo con buen clima y espíritu de cooperación”; “Reacciona en el momento para adaptarse a la situación o a la persona”). Las fiabilidades de la escala varían entre .61 para la escala Adaptabilidad a .86 para la escala Catalización del cambio de la versión de autovaloración. Mientras que las fiabilidades para la evaluación compuesta de los demás fue de .79 para la escala de Autoconciencia Emocional, a .94 para la escala Empatía (Goleman y Cherniss, 2005). Estos niveles en la evaluación de los demás, resultan esperanzadores, ya que lo deseable es una escala de fiabilidad entre .8 y .9 cuando el instrumento sea utilizado con el fin de realizar distinciones a nivel individual. En lo que respecta a la validez del instrumento, esta se encuentra apoyada por evidencia de validez de constructo, evidencia de validez de contenido y de validez de generalización de su instrumento precedente, el SAQ. Actualmente no hay evidencia de validez convergente o discriminadora con mediciones de constructos similares y distintos.

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I.3.7. El modelo de Bar-On Reuven Bar-On es uno de los primeros que se lanzó a buscar una medida de IE. Desde el comienzo de los ochenta, este autor se ha interesado en medir lo que él ha denominado Inteligencia Emocional y Social (IES a partir de ahora), que define como un conjunto multifactorial de aptitudes emocionales, personales

y sociales

interrelacionadas que influyen en nuestra capacidad general para salir adelante con eficacia. (Bar-On, 2000). Bar-On sostiene que esta inteligencia no cognitiva es un importante factor a la hora de determinar la propia capacidad para triunfar en la vida, para afrontar las situaciones cotidianas y para desenvolverse con soltura con las personas que nos rodean. Las aptitudes que conforman la IES influyen directamente en el bienestar emocional de cada uno. Bar-On acuñó el término de cociente emocional (CE) para esta medida, a imagen del término cociente de inteligencia (CI) utilizado en las medidas cognitivas. I.3.7.1. Bar On Emotional Quotient Inventory. (EQ-i) El desarrollo del EQ-i comienza en 1983 cuando el autor, examina varios factores de pensamiento como el funcionamiento emocional y social afectivo que se encuentran involucrados en el bienestar psicológico (Bar-On, 1988). El desarrollo del modelo de Bar-On y su medida de IES tuvo lugar en 6 estadios a lo largo de 17 años: •

Se identificaron y localizaron varios clusters de competencias emocionales y sociales que se suponía tenían impacto en el bienestar psicológico de las personas. Para ello, Bar-On se basó en su propia experiencia en la práctica de la psicología clínica y en la revisión de la literatura científica.



Se definieron claramente los grupos de competencias individuales, las habilidades, y los facilitadores del comportamiento definido en su constructo teórico.

Marco Teórico. La Inteligencia Emocional.



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Inicialmente, se generaron unos 1000 ítems, basados en la experiencia profesional de Bar-On, en la revisión detenida de la literatura así como de la experiencia recabada por otros médicos a los que se pidió que generaran ítems en función de unas directrices previas dadas por el propio Bar-On.



Se determinó la inclusión de las 15 escalas primarias y 133 ítems en la versión publicada del instrumento basado en una combinación de consideraciones teóricas y hallazgos estadísticos generados por el análisis de ítems y factores.



Inicialmente se estandarizó una versión definitiva del instrumento en 1996 empleando una muestra de 3.831 sujetos Norteamericanos.



Se continuó la estandarización y validación del instrumento en diversos contextos culturales. En esa búsqueda de una herramienta congruente con su enfoque teórico, Bar-On

(1997a, 1997b, adaptación al castellano, MHS, 2000) diseñó una medida de IE compuesta por los mismos factores descritos en su modelo conceptual y denominada Bar-On Emotional Quotient Inventory (EQ-i). El EQ-i contiene 133 ítems y está compuesto por cinco factores de orden superior, los cuales se descomponen en un total de 15 subescalas: 1.

Intrapersonal:



Autoobservación: es la capacidad de aceptarse, y respetarse.



Autoconciencia emocional: es la capacidad de reconocer y entender las propias emociones.



Asertividad: es la capacidad de expresar sensaciones, creencias y pensamientos para defender los propios derechos de una manera no destructiva.



Independencia: es la capacidad de ser uno mismo, auto dirigir automáticamente los pensamientos y acciones y de estar libre de dependencia emocional.



Autoactualización: es la capacidad de desarrollar el potencial que uno posee y de hacer lo que uno desea hacer.

Análisis y validación de un cuestionario de inteligencia emocional en diferentes contextos deportivos

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2.

Interpersonal:



Empatía: es la capacidad de entender y apreciar las sensaciones de otras personas.



Responsabilidad social: es la capacidad de demostrar cooperación y consolidarse como miembro constructivo de su grupo social.



Relaciones interpersonales: es la capacidad de establecer y

mantener las

relaciones satisfactorias que son caracterizadas por proximidad emocional e intimidad dando y recibiendo afecto. 3.

Manejo del estrés:



Tolerancia al estrés: es la capacidad de soportar acontecimientos adversos, situaciones agotadoras y emociones fuertes sin desfallecer y haciendo frente activa y positivamente a la tensión emocional.



Control de impulsos: es la capacidad de resistir o retrasar un impulso contra la tentación de actuar.

4.

Adaptabilidad:



Prueba de realidad: es la capacidad de determinar la correspondencia entre qué se experimenta interna y subjetivamente y cuál es el objeto externo real que provoca ese sentimiento.



Flexibilidad: es la capacidad de ajustar las sensaciones, pensamientos y comportamientos a las situaciones y a las condiciones cambiantes.



Resolución de problemas: es la capacidad de identificar y definir los problemas personales y sociales así como la capacidad para generar soluciones potencialmente eficaces.

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5.

Humor (Estado de ánimo) general:



Optimismo: es la capacidad de ver el lado positivo de la vida y de mantener una actitud positiva frente a la adversidad.



Felicidad: es la capacidad de sentirse satisfecho con su vida, de disfrutar con otros, divertirse y expresar emociones positivas. El inventario incluye además cuatro indicadores de validez:



Proporción de omisiones (el número de respuestas omitidas)



Índice de inconsistencia (el grado de inconsistencia entre ítems de tipo similar)



Impresión positiva (la tendencia a responder de manera exagerada de forma positiva)



Impresión negativa (la tendencia a responder de manera exagerada de forma negativa). Esto es una característica importante para las medidas de auto-informe para

reducir los efectos de la deseabilidad social en las respuestas, de este modo se aumenta la exactitud de los resultados obtenidos. El formato de respuesta emplea una escala tipo Likert de 5 puntos. Desde 1 (muy raramente o no es cierto en mí) hasta 5 (muy a menudo o es cierto para mí). De acuerdo con la fórmula de Flesch8 sobre legibilidad el nivel de la lectura en inglés se ha determinado en el sexto nivel norteamericano. Cada ítem expresa un determinado estado emocional en primera persona del singular "Me resulta difícil disfrutar de la vida"; "Creo que he perdido la cabeza"; "Me resulta fácil adaptarme a situaciones nuevas". Hacen falta aproximadamente 40 minutos para completar el cuestionario.

8

Las calificaciones Flesch-Kincaid (FK) y Flesch Reading Ease (FRE) se calculan utilizando una serie de fórmulas que incluyen el número promedio de sílabas por palabra (ASW) en textos de más o menos 100 palabras y la longitud promedia de frase (ASL) medida en términos del número de palabras por frase.

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Posteriormente, se suman las puntuaciones de cada factor y se obtiene una puntuación total, la cual refleja su CE general, así como indicadores individuales para cada una de las cinco dimensiones de orden superior. Los resultados se exhiben de manera numérica y gráfica y se elabora un informe. Las puntuaciones directas, se tabulan y se convierten automáticamente en puntuaciones estandarizadas con una media de 100 y una desviación típica de 15. Esta estructura es semejante a la de otras medidas cognitivas de inteligencia. El EQ-i, fue traducido a 30 idiomas y los datos se recogieron en diferentes escenarios alrededor del mundo. Es una medida dirigida a personas de más de 17 años, aunque también existe una versión infantil para niños entre 6 y 12 años y adolescentes con edades comprendidas entre 13 y 17 años (Bar-On y Parker, 2000). En la actualidad existe una versión reducida del inventario (EQ-i: Short) de 51 ítems que evalúa las mismas dimensiones que la versión extensa (Bar-On, 2002) y sus propiedades psicométricas son prometedoras (Parker, Hogan, Majeski y Bond, en prensa). También se ha desarrollado el Bar-On EQ-360 que evalúa la IE desde la perspectiva de un observador externo (subordinados, superiores, pareja, familiares...) y cuyos datos son comparados con la estimación obtenida por la persona en el EQ-i. Igualmente está en proceso de desarrollo el Bar-On EQ-Interview; se trata de una entrevista semiestructurada utilizada como medida de seguimiento tras la administración del EQ-i y que dota al evaluador de una herramienta para comprobar la veracidad de las respuestas. En cuanto a la estructura factorial del modelo de Bar-On, se llevaron a cabo análisis factoriales para extender el modelo teórico estructural de 15 factores al modelo empírico. Tras una rotación Varimax para establecer las cargas de los ítems en los factores, se encontró un modelo empírico de 13 factores con una correcta interpretación teórica. Este hallazgo se ajustaba de manera razonable a la estructura subescalar del EQ-i. Pero planteó una pregunta que tuvo que ser respondida: ¿Podía el modelo teórico de Bar-On de 15 factores seguir empleándose a la luz de los resultados arrojados por estos análisis?.

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Las diferencias esenciales entre el modelo teórico de 15 y el empírico de 13 factores hallado fueron las siguientes: a) Del factor Control de impulsos, surgieron 2 factores. b) Aunque Autoobservación, Autoactualización, Optimismo y Felicidad, formaban parte de 4 escalas bien diferenciadas, la mayor parte de sus ítems saturaron en 2 factores. c) Aunque Asertividad e Independencia fueron consideradas como 2 escalas separadas, los ítems de ambas subescalas cargaron en un factor. d) A pesar de que los factores Empatía y Responsabilidad Social se encontraban separados en el modelo teórico, se encontró una correlación elevada (.80). Se volvió

a realizar un análisis factorial confirmatorio para resolver estas

diferencias entre el modelo teórico de 15 factores, y el de13 hallado tras el análisis exploratorio. Los resultados de este análisis confirmatorio sustentaron finalmente el modelo teórico de Bar-On de 15 factores, y se fijaron las bases teóricas de su modelo y de la medida de IES (Bar-On, 1997). Para explorar el modelo alternativo de 13 factores se realizó un análisis factorial confirmatorio empleando la misma muestra (Bar-On, 2000). Los ítems problemáticos del primer análisis fueron suprimidos para este segundo análisis. De esta forma las escalas Autoactualización, Optimismo y Felicidad, fueron excluidas debido a que un elevado número de sus ítems cargaron en el factor Autoobservación, mientras que otros cargaron en otro factor adicional de manera muy débil. Sin embargo, estos 3 factores aparecen en la literatura como facilitadores de la IES. Weschler se refiere a ellos como factores conativos (1940, 1943). El factor Independencia fue excluido del análisis porque sus ítems cargaban de manera elevada en el factor Asertividad, y porque raramente aparece en la bibliografía como parte integral de la IES. Por otra parte, la asertividad (la habilidad para expresar las emociones y los sentimientos de uno) aparece ampliamente definida en la literatura, desde Darwin hasta la actualidad, y constituye una parte importante de este constructo. Debido a similares razones teóricas y empíricas se decidió excluir los ítems del factor

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Responsabilidad Social que además resultó correlacionar fuertemente con Empatía por lo que parece que miden lo mismo mediante ítems diferentes. El resultado de este segundo análisis sugirió la existencia de 10 factores, empíricamente falsables y teóricamente aceptables y se constituyó como alternativa al modelo de 15 factores. Estos 10 factores, compusieron la IES propiamente dicha mientras que los 5 factores que fueron excluidos del segundo análisis, se convirtieron en facilitadores del mencionado constructo. El conjunto formado por los 10 componente principales y los 5 facilitadores describen y predicen el comportamiento inteligente desde un punto de vista social y emocional. La fiabilidad del EQ-i ha sido examinada por numerosas investigaciones en los últimos 20 años. Las coincidencias de sus hallazgos, revelan que el modelo conceptual de Bar-On es consistente, estable y fiable. Específicamente, el coeficiente de consistencia interna del EQ-i es de .97 en una muestra norteamericana (Bar-On, 1997b). Bar-On (2000) informa que todas las escalas muestran evidencias de adecuada fiabilidad. La consistencia interna de sus subescalas oscila entre .70 para la subescala Responsabilidad Social y .89 para la subescala Autoestima Personal. En lo que hace referencia a la estabilidad de la medida, los resultados obtenidos con una muestra israelí a la que se realizó una prueba test-retest indicaron un coeficiente de .66. Estos resultados son parecidos a los presentados en el manual técnico del EQ-i que revela un índice de estabilidad de .73 con una muestra de 39 sujetos con un período transcurrido entre el test y el retest de 4 meses. Recientemente se reexaminaron estos datos (Bar-On, 2004) empleando una muestra muy amplia (51.623 sujetos) de adultos norteamericanos que revelaron una consistencia ligeramente superior al .97 y unos índices test-retets de .72 para los hombres y .80 para las mujeres transcurridos 6 meses entre las dos pasaciones. Otros investigadores empleando muestras de diferentes culturas han encontrado índices similares para el EQ-i (Matthews, Zeidner y Roberts, 2002; Petrides y Furnham, 2000b).

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Para reforzar la validez divergente de su modelo de IES, Bar-On administró conjuntamente con el EQ-i, otros instrumentos para medir la inteligencia cognitiva (WAIS, Test de Matrices Progresivas de Raven, y una escala de Habilidad Mental) a un total de 4.218 sujetos a lo largo de 6 estudios diferentes (Bar-On, 2004). Los resultados indicaron que el solapamiento entre el EQ-i y los test cognitivos era muy pequeño. Diferentes investigaciones (Derksen, Kramer y Katzko, 2002; Van Rooy y Viswesvaran, 2004) determinaron que no más del 5% de la varianza del EQ-i podía ser explicada por las medidas de inteligencia cognitiva. Estos resultados confirman que la IES y la inteligencia cognitiva no están fuertemente relacionadas y más bien constituyen constructos separados. De cara a examinar la validez convergente del modelo de Bar-On y su medida se evaluó la correlación existente entre el EQ-i y otras medidas de la IES. Los resultados de los estudios de Bar-On 2004 sugirieron que el grado de solapamiento entre el EQ-i y otras medidas, fue de alrededor del 36 %, lo cuál es suficiente para verificar la validez del constructo (Anastasi, 1988). En esta misma línea apuntan estudios anteriores. Bagby, Parker y Taylor (1994), encontraron una correlación de -.72 con las puntuaciones del TAS 20. Henner (1998) encontró una correlación de .58 con la puntuación total del TMMS. Mientras que Mayer, Salovey y Caruso (1999) encontraron una correlación de .46 con la puntuación total del MSCEIT. Por último, se han constatado correlaciones en la dirección esperada con constructos relacionados teóricamente como estabilidad emocional (Bar-On, Brown, Kirkcaldy y Thomé, 2000), validez divergente con medidas de inteligencia fluida (Derksen et al. 2002) y capacidad predictiva con el rendimiento académico (Parker, Summerfeldt, Hogan y Majeski, 2004). El conjunto de estos hallazgos, sugieren que el EQ-i es un instrumento válido y fiable y que el constructo teórico de Bar-On, la IES constituye un concepto robusto.

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I.3.8. El modelo de Cooper y Sawaf El modelo de estos dos autores, se desarrolla exclusivamente en el campo empresarial y de las organizaciones. Lo interesante para nosotros es que definen el concepto y lo desglosan en un número amplio y finito de subhabilidades. La definición de IE que nos dan estos autores es la siguiente: “La inteligencia emocional es la capacidad de sentir, entender y aplicar eficazmente el poder y la agudeza de las emociones como fuente de energía humana, información, conexión e influencia”. (p.14) De esta definición se deriva todo un modelo, basado en cuatro pilares fundamentales. Empieza con el conocimiento emocional, que crea un espacio de eficiencia personal y confianza mediante honestidad emocional. El segundo pilar aptitud emocional, forma la autenticidad del individuo, su credibilidad y flexibilidad. En el tercer pilar, profundidad emocional, uno explora maneras de conformar su vida y trabajo con su potencial único y de respaldar esto con integridad compromiso y responsabilidad. El cuarto pilar, alquimia emocional, fomenta el instinto creador y capacidad de fluir con los problemas y presiones, y de competir por el futuro construyendo sus capacidades de percibir soluciones ocultas y nuevas oportunidades. Conocimiento Emocional: Este no proviene de las divagaciones el intelecto abstracto, sino del funcionamiento de las emociones. Se comienza con aprender el alfabeto, la gramática y el vocabulario del conocimiento emocional y reconocer, respetar, y valorar la sabiduría inherente a las sensaciones. Bajo este pilar, se incorporan otras habilidades como pueden ser: Honestidad Emocional: ser honesto emocionalmente requiere escuchar los sentimientos de la "verdad interna", que provienen en su mayor parte de la inteligencia emocional, vinculada con la intuición y la conciencia, y reflexionar sobre ellos y actuar de conformidad. La verdad emocional que se siente se comunica por sí sola, en la mirada y los gestos, en el tono de voz, mas allá de las palabras. Los sentimientos hacen reales a las personas.

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Energía Emocional: Dentro de este marco, hay cuatro estados primarios de energía humana. Dos de ellos de carácter negativo cubren un velo sobre las capacidades o prioridades y pueden alterar la IE. Energía tensa (alta tensión y alta energía) y cansancio tenso (alta tensión y baja energía). Los otros dos son beneficiosos y sirven para aclarar y formalizar la IE. Energía tranquila (baja tensión y alta energía) y cansancio tranquilo (baja tensión y baja energía). Desafortunadamente, estos dos últimos son muy poco frecuentes, la mayor parte de las teorías sobre IE pasan por alto esta conexión-energía. Retroinformación Emocional: Todos los individuos sienten impulsos emocionales, incluyendo la irritación y frustración. En muchas situaciones estos son valiosos aguijonazos. Otras veces especialmente cuando uno esta tenso o cansado, es preciso manejar bien la energía emocional y el impulso de hablar o actuar en forma inapropiada, detectando sus primeros brotes para encauzar las reacciones en una dirección constructiva. Intuición Práctica: En este sentido, la intuición representaría una especie de atajo para llegar a las cosas. Es una habilidad intelectual que parece pertenecer más bien a lo que hoy denominamos IE. En este primer pilar, cada una de las cuatro competencias contribuye al conocimiento y crea un espacio interior de confianza. Esto genera un mayor sentido de autoeficacia, de poder personal, que incluye nueva conciencia, guía y respeto de sí mismo responsabilidad y conexión. Aptitud Emocional: le permite a uno poner en práctica las destrezas del conocimiento emocional. Sirve para fomentar nuestra autenticidad, nuestra credibilidad y flexibilidad. Ampliar nuestro círculo de confianza y nuestra capacidad para escuchar, asumir conflictos y sacar el máximo partido posible del descontento positivo.

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Presencia Auténtica: En esencia es una esfera silenciosa de energía que emana no sólo de la mente sino también del corazón, que transmite momento a momento la verdad emocional de quien es usted en el fondo, y que representa, que le interesa, que cree. Radio de Confianza: La confianza es algo más que una buena idea o actitud. Es una característica emocional algo que se debe sentir y actuar a la vez. Cuando el individuo confía en sí mismo puede extender esa confianza hacia los demás y recibirla de regreso, se convierte en el aglutinamiento que mantiene unidas las relaciones y libera el diálogo franco. La falta de confianza por el contrario hace gastar tanto tiempo en protección, dudas, verificación e inspecciones como en hacer trabajo real, esto es trabajo creativo, de colaboración y que agrega valor. Descontento Constructivo: Se ha verificado que el descontento puede ser un semillero de ideas creativas y oportunidades de crear más confianza y conexión. Aprendiendo a valorar el descontento se pueden derivar grandes ventajas por su carrera, sus clientes y su compañía. Elasticidad y Renovación: Son dimensiones centrales para el equilibrio de la persona y para llevar una vida íntegra. En este segundo pilar, cada una de las cuatro competencias contribuye a la aptitud emocional y crea un fuerte sentido de inspiración. Poner en práctica la aptitud emocional, requiere intención, la cual se puede ver como la conexión o puente entre el segundo y el tercer pilar. Profundidad Emocional: La IE no puede medrar o expandirse sin profundidad emocional. Por la profundidad emocional descubrimos el potencial que define nuestro destino y nos conduce a la realización de nuestro propósito en la vida. Se trata de armonizar la vida y el trabajo con el potencial y las intenciones que le son peculiares, poniendo en ello la integridad, el empeño y la responsabilidad del individuo.

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Potencial único y propósito: Se plantea que el ser humano quisiera dedicar la vida a las cosas que son importantes, que son profundas. Esto requiere en primer término llegar a conocer los verdaderos talentos y ponerlos al servicio de la vocación. Es lo que algunos líderes, denominan potencial único. Compromiso: La capacidad de introducir esperanza o teoría en acción, e ideas abstractas en realizaciones prácticas. Inspiran igualmente la resolución de acometer la dura y peligrosa tarea de dirigir a los demás en tiempos difíciles, de entrar en territorio inexplorado y aprender cuando proseguir la acción. Integridad Aplicada: En el trabajo la integridad requiere comprometerse a dialogar y evaluar lo que es correcto, no lo rutinario. Equivale a ser auténtico consigo mismo y con los demás, y hacer las cosas que se dice que se van a hacer. Integridad es un concepto que describe la más alta forma de inteligencia humana. Es una sofisticada conciencia integradora y un estado profundo de procesar experiencias en formas que comprenden creatividad, valores, capacidades intuitivas y emocionales, lo mismo que facultades racionales y analíticas. Influencia sin autoridad: esta facultad se refiere a la influencia ejercida por el líder sin abusar ni manipular, por lo tanto se establecen relaciones basadas en obtener influencia mediante intercambios que estimulan el respeto y valor en las personas. Se considera que la puesta en practica de la facultad influencia sin autoridad, origina relaciones interpersonales efectivas, sentimientos de bienestar, fomenta la autoestima, induce al diálogo abierto y sincero, todo esto contribuye a la solución efectiva de problemas en la organización y fuera de ella. En este tercer pilar, cada una de las cuatro competencias forma carácter y genera creatividad. Empezamos también a integrar nuestro lado emocional, y a reconocer las voces del temor y la duda que siempre nos acompañan.

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Alquimia Emocional: se podría definir este pilar como “cualquier facultad o proceso de trasmutar una sustancia común considerada de poco valor, en cosas de gran valor” (p.219) en virtud de una mayor concienciación y aplicación intuitiva de IE. Por tanto, el individuo aprende a corregir y dirigir las frecuencias emocionales o resonancias observadas en el propio individuo y en los demás, en vez de rechazarlas automáticamente. Se adquiere la capacidad de aplicar las corazonadas, entusiasmos, descontentos y otras energías emocionales como catalizadores del cambio y crecimiento, o como antídotos contra la rigidez y el estancamiento de la organización y del personal que allí trabaja. Las subhabilidades que subyacen serían: Flujo Intuitivo: Se puede afirmar que cuando la intuición se ha desarrollado, las personas no necesitan activarla, permanece activa, fluye. En parte es la manera como el corazón reacciona ante toda experiencia y circunstancia. En medio de cambiantes ocupaciones, de un millar de detalles, un centenar de discusiones, una montaña de informes e incontables megabytes de datos de computador, se apela a un sexto sentido para guiar al sitio preciso dónde se debe actuar. Cambio de Tiempo Reflexivo: En el cambio de tiempo reflexivo explica que se basa en el hecho de que todos los individuos tienen un sentido del tiempo y usándolo puede dirigir a voluntad la intuición creativa, llevándola de experiencia pasada a experiencia futura, y luego a experiencia presente. Con algo de práctica, se pueden hacer tales ajustes sensoriales en cuestión de minutos. Esto hace al individuo más sensible y adaptable innovando más fácilmente. Percepción de la oportunidad: Cada problema o posibilidad genera una línea principal de fuerza que, o bien esta dirigida hacia el individuo, como es el caso si se trata de un problema, crítica personal o ataque de un competidor, o bien es dirigido por el individuo como cuando el individuo esta activamente buscando conocimientos, soluciones u oportunidades.

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Creación del Futuro: Se refieren por lo general al incremental, resultado del análisis racional y planeación ordenada. El cambio incremental es a corto plazo, su alcance es limitado y tiende a ser reversible. Lo podemos abandonar y volver a las viejas maneras de hacer las cosas. I.3.8.1.EQ-MAP El EQ-MAP de Cooper y Sawaf, esta formado por 261 ítems agrupados en 5 secciones que conforman un total de 21 escalas. Sección 1. Ambiente General: esta constituido por las siguientes subescalas: Sucesos de vida (18 ítems), Presiones del trabajo (17 ítems) y Presiones personales (14 ítems). Sección 2. Conocimiento Emocional: esta constituida por las siguientes subescalas: Conciencia emocional de sí mismo (11 ítems), Expresión emocional (9 ítems) y Conciencia emocional de otros (13 ítems). Sección 3. Competencias de CE: esta constituida por las siguientes subescalas: Intención (14 ítems), Creatividad (10 ítems), Elasticidad (13 ítems), Conexiones interpersonales (9 ítems) y Descontento constructivo (13 ítems). Sección 4. Valores de CE y creencias: esta constituida por las siguientes subescalas: Compasión (12 ítems), Perspectiva (8 ítems), Intuición (11 ítems), Radio de confianza (10 ítems), Poder personal (13 ítems) e Integridad (9 ítems).

Sección 5. Resultados de CE: esta constituida por las siguientes subescalas: Salud general (32 ítems), Calidad de vida (11 ítems), Cociente de relaciones (7 ítems), Rendimiento óptimo (7 ítems). En todas las escalas se emplea como alternativa de respuesta tipo Likert con cuatro alternativas de respuesta. Para la mayoría de las escalas la escala va desde 0

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(Esto no me describe nada bien) hasta 3 (Esto me describe muy bien). En las escalas pertenecientes a la sección primera del cuestionario, las alternativas de respuesta van de 0 (Nada/no ocurrió) hasta 3 (mucha). Y para la escala Salud General de la sección quinta, las alternativas de respuesta van desde 0 (nunca) hasta 3 (casi todos los días). La puntuación se obtiene sumando las respuestas en las diferentes escalas y se representa gráficamente sobre una Zona de Rendimiento que oscila en función de las puntuaciones obtenidas desde óptimo hasta cautela. Las estimaciones de consistencia interna oscilan entre 0,53 y 0,91 y cabe resaltar que según los autores los índices de fiabilidad de muchas subescalas, podrían aumentarse si se aumentara también el número de ítems. También existen índices de fiabilidad a lo largo del tiempo mediante pruebas test-retest que oscilan entre 0,62 y 0,76 en función de la escala (Orioli, Trocki y Jones, 1999). Por otra parte, el EQ-MAP esta apoyado por evidencia de validez de contenido, validez de constructo y validez convergente y divergente. En un estudio de validación con 131 sujetos que completó las escalas del inventario de Maslach de desgaste profesional (MBI) y el inventario breve de síntomas (BSI), una escala de impulsividad, el mapa del CE y una evaluación de habilidades emocionales, los autores pudieron obtener evidencia de validez convergente para muchas de las escalas (Orioli et al.,1999).

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I.3.9. Otros Instrumentos Hasta aquí se han visto los instrumentos empleados para medir la IE más relevantes y que mayores estudios de validez y fiabilidad han aportado a sus respectivos modelos. Pero en el último lustro han prodigado en las revistas de investigación toda una amalgama de instrumentos basados en los modelos ya expuestos pero con matices diferentes y en ocasiones con escaso o nulo sustento psicométrico. A continuación se describen algunos de estos instrumentos. I.3.9.1.Trait Emotional Intelligence Questionnaire. TEIQue.

El grupo británico de Petrides y Furnham, siguiendo la perspectiva de los modelos mixtos o modelos basados en rasgos, ha creado un instrumento similar al de Bar-On denominado Trait Emotional Intelligence Questionnaire (TEIQue) (Petrides y Furnham, 2001). El TEIQue está compuesto por 144 ítems, que constituyen un total de 15 subescalas. Los sujetos se evalúan en una escala de respuesta tipo Likert de siete puntos, desde 1 (Completamente en desacuerdo) hasta 7 (Completamente de acuerdo). Los ítems de esta prueba han sido creados o adaptados de instrumentos validados anteriormente, de tal forma que cubren un amplio y comprehensivo dominio del concepto. El instrumento se compone de las siguientes subescalas: 1) Expresión emocional (10 ítems) (i.e., "A menudo siento dificultad para mostrar mi afecto a las personas más allegadas "); 2) Empatía (9 ítems) (i.e., "Creo que comprendo bien las necesidades y deseos de los demás"); 3) Automotivación (10 ítems) (i.e., “No me cuesta trabajo esforzarme ante una tarea”); 4) Autocontrol-Autorregulación emocional (12 ítems) (i.e. "Cuando alguien me ofende soy capaz de mantener la calma "); 5) Felicidad-Satisfacción vital (8 ítems) (i.e., "Creo que la vida es hermosa "): 6) Competencia Social (11 ítems) (i.e. "Puedo relacionarme fácilmente con la gente"); 7) Estilo reflexivo (baja impulsividad) (9 ítems) (i.e., "Tiendo a enfadarme o a excitarme con facilidad''); 8)

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Percepción Emocional (10 ítems) (i.e., "Generalmente me es difícil saber con exactitud qué emoción estoy sintiendo"); 9) Autoestima (11 ítems) (i.e., "Creo que estoy lleno/a de defectos"); 10) Asertividad (9 ítems) (i.e., "Cuando estoy en desacuerdo con alguien me resulta fácil decírselo"); 11) Dirección Emocional de otros (9 ítems) (i.e., “Soy capaz de influir en los sentimientos de los demás”); 12) Optimismo (8 ítems) (i.e., “Las cosas, al final tienden a salir bien”): 13) Habilidades de Mantenimiento de las Relaciones (9 ítems) (i.e., “Tengo muchas discusiones con mis familiares y amigos/as”); 14) Adaptabilidad (9 ítems) (i.e., "Si quisiera, creo que podría cambiar mis hábitos fácilmente"); 15) Tolerancia al Estrés (10 ítems); (i.e. “Algunos me dicen que me pongo nervioso/a muy fácilmente”). Por último, se obtiene una puntuación global de la escala a través de la suma de los 144 ítems (TEIQue Total). La consistencia interna de la escala total es adecuada y ha mostrado ser una medida válida para evaluar los cambios en los patrones emocionales tras una inducción experimental de estado de ánimo (Furnham y Petrides, 2003). Además, con estudiantes de instituto, una alta IE, evaluada mediante esta escala, se relacionó con menor número expulsiones de clase, un ausentismo escolar más bajo y, especialmente para los alumnos con bajas puntuaciones en habilidades cognitivas, se asoció con un mejor rendimiento académico (Petrides, Frederickson y Furnham, 2004). Además, se ha desarrollado el TEIQue-SF (Petrides, Pérez y Furnham, 2003) que es una versión reducida de 30 ítems que proporciona un índice global de IE rasgo y que correlaciona con un amplio abanico de criterios tales como estilos de afrontamiento, satisfacción vital, trastornos de personalidad, o satisfacción laboral (Petrides, et al., 2003), así como con felicidad incluso cuando se controlan variables de personalidad (Furnham y Petrides, 2003). En España existe una adaptación al castellano de la prueba extensa con propiedades psicométricas muy similares a la escala original anglosajona (Pérez, 2003) y que muestra evidencias de su validez de criterio (concurrente e incremental) respecto a depresión y a distintos trastornos de la personalidad.

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I.3.9.2. Schutte Self Report Inventory. SSRI Tomando como punto de partida el modelo original de IE de Salovey y Mayer (Salovey y Mayer, 1990), Schutte, et al.(1998), crearon un instrumento de IE denominado Schutte Self Report Inventory (SSRI) que incluye tanto aspectos interpersonales como intrapersonales (Schutte, et al., 1998). La prueba SSRI esta compuesta por 33 ítems que se puntúan en una escala tipo Likert de 5 puntos desde 1 (Totalmente en desacuerdo) hasta 5 (Totalmente de acuerdo). El propósito de los autores era abarcar las tres habilidades adaptativas del modelo inicial de Salovey y Mayer: valoración de las emociones en uno mismo y en los otros; regulación de las emociones en sí mismo y en los otros; utilización de las emociones de cara a resolver los problemas. Esta herramienta presenta cierto grado de controversia puesto que diferentes estudios han encontrado estructuras factoriales distintas. Por ejemplo, los autores iniciales (Schutte, et al., 1998), concluyeron que existía un único factor general para este instrumento. Aunque posteriormente otros estudios (Chico, 1999; Austín, Saklofske, Huang, McKenney, 2004) han presentado evidencia de la existencia de tres factores para esta herramienta. Y por si esto fuera poco, otros autores (Petrides y Furnham, 2000b) han encontrado tras los análisis pertinentes la existencia de hasta cuatro factores diferentes dentro de la escala. La escala esta compuesta por 33 ítems, (algunos de ellos inversos), y los índices de fiabilidad también fluctúan en función del estudio. Schutte, et al. (1998), hallaron un índice de consistencia interna de .90. Por su parte Chico (1999) habla de un índice global de fiabilidad de .85 y otros autores como Austín, Saklofske, Huang, McKenney (2004) han hallado índices de .84. Asimismo, la escala ha presentado una fiabilidad test-retest aceptable, 0,78 en el intervalo de dos semanas (Schutte et al. 1998). Y según sus creadores, existen indicios de validez discriminante puesto que no encontraron apenas correlación alguna (r=0,06)

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con otras medidas de inteligencia cognitiva. Y tan sólo encontraron una correlación importante entre las puntuaciones obtenidas por este instrumento de medida y la dimensión apertura a los sentimientos del inventario de personalidad revisado NEO (r=0,54, p

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