Andrés Eloy
Blanco Tránsito Inhóspito por las corrientes Poéticas de la Modernidad.
Tránsito Inhóspito por las corrientes Poéticas de la Modernidad.
Andrés Eloy Blanco
GENIO Y FIGURA DE ANDRES ELOY BLANCO EN UN ESPACIO DE MIGUEL RON PEDRIQUE Andrés Eloy Blanco fue una extraordinaria figura de las letras y de la política nacional. Hombre poliédrico, cultivó varios géneros literarios y en todos sobresalió con genialidad y honestidad creadora. Cultivó el cuento, el teatro, la biografía y, especialmente la poesía, donde fue sin lugar a dudas un adelantado. Fue postmodernista, vanguardista, surrealista. Escribió y popularizó el romance antes de García Lorca; escribió poesía negroide o mulata antes de Nicolás Guillén; fue vanguardista y protestatario en su Barco de Piedra y surrealista en Baedeker 2000, libro que si hubiera sido conocido por quienes con mezquindad lo negaron, lo hubieran reconocido como un precursor de sus creaciones esotéricas. Poeta culto y popular, existió siempre en él una simbiosis entre el humanista cultísimo y el hombre de sensibilidad colectiva, lo que lo conduciría al ejercicio de la política como labor pedagógica para despertar el civismo en la ciudadanía. En Venezuela fue admirado como poeta y aplaudido como político. Fue y continúa siendo un extraordinario poeta y un símbolo de honestidad de la política venezolana, hoy prostituída por los alevosos protagonistas de un proyecto desvinculado de la tradición democrática del País. Miguel Ron Pedrique, autor del presente ensayo sobre la figura de Andrés Eloy Blanco, es un brillante intelectual que ha ejercido las cátedras de Filosofía y Sociología en la Universidad Central de Venezuela. Es autor de varios libros de poesía y de ensayos, muy comentados por la crítica nacional y foránea. Leer el presente trabajo, constituye un ejercicio de inteligencia. Francisco Salazar Martínez Isla de Margarita Enero 2009.
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Al morir Rubén Darío en 1.916, escribe Pedro Henríquez Ureña que la lengua castellana perdía su mayor poeta vivo “en valor absoluto y significación histórica”. Ciertamente, Darío es significante porque su “hegemonía” tomó por asalto la ciudadela de la metrópolis. El tributo de los españoles fue de los grandes, Antonio Machado, Valle Inclan, Azorin, hasta un académico de la importancia del esteta Don Marcelino Menéndez y Pelayo. Darío no revolucionó la métrica sobrevalorada entonces, sino el estilo. Henríquez Ureña nos dice que “huyó de todo cliché, de toda expresión gastada, como las monedas, por el uso; de las ‘auras ledas’ y de las ‘tumbas frías’ y de los ‘labios purpurinos’…” Además, introduce “la nuance” (el matiz) que en la poesía había desaparecido. Y Darío junto con otros poetas José Asunción Silva “trajeron a la poesía castellana las notas de emoción sutil del que fue Verlaine sabio maestro…” (Véase La Utopía de América. Biblioteca Ayacucho). Jean Paúl Sastre establece, en su concepción de las grandes filosofías, que estas son hegemónicas en un momento determinado y que el pensamiento de una época se define en relación a ellas: liberalismo, positivismo, marxismo. En literatura hubo épocas como el clasicismo, el romanticismo y el modernismo, que fueron corrientes estéticas hegemónicas que
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dominaron el universo del quehacer artístico. La modernidad en el siglo veinte inaugura un período en donde existió una confluencia de corrientes estéticas que pone en cuestión el dominio de una moda por un período y un ámbito significante o, mejor, determinante. Cuando nos referimos al Romanticismo podríamos decir que fue dominante hasta convertirse en característico de una era: su oposición al clasicismo racionalista y el arte del siglo XVIII que concluye con la Revolución Francesa y la posterior exaltación de la libertad en el Delacroix de las jornadas libertarias de 1.830. En la Revolución Francesa del siglo XVIII el pintor David no va más allá del Neo-Clasicismo. El Romanticismo de la exaltación de la individualidad, la naturaleza, la belleza, la rebeldía, la libertad, el héroe será tematizado en términos filosóficos y en la praxis estética cuando, como diría Hegel, ha concluido: “El búho de Minerva levanta el vuelo al anochecer”. En literatura hispano-americana nos dice Mariano Picón Salas con su infinita sabiduría que hubo en la Península dos “Personalidades Románticas” de origen venezolano: Antonio Ros de Olano (1.802 – 1.880) y José Heriberto García de Quevedo nacido en Coro en 1.819. Del primero nos dice nuestro incomparable ensayista que “se va a matar monos al África en las campañas del tiempo de María Cristina; obtiene un generalato y un morisco y zorrillero marquesado de Guadeljelú. Por sus oscuros sueños, por lo cabalístico de su prosa, por su fantástico poema El Doctor Loñuela, en que se mezclan los caprichos de Goya con lo más barroco de Quevedo es uno de lo más curiosos y todavía pocos conocidos nombres del Romanticismo Español. Trabaja algunos versos de concentrada emoción y aun más profundos y próximos a nosotros que muchos de los Espronceda y Zorrilla:
Cuando la sed del alma se ha encendido
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Y la taza quebró junto a los labios, Decidme, amigos, enseñadme sabios ¿Dónde se bebe el agua del olvido?”
Del otro nos dice Picón Salas que sirvió en la Guardia Real y que se decía de él un perdido enamorado de la Princesa Isabel, la que será Reina de España. Al parecer a ésta canta “por interpósita persona cuando en su largo poema A Colón habla de la Reina Católica, la más ilustre de las Isabeles españolas: ¡Isabel! ¡Isabel! Nombre querido, Princesa digna de inmortal memoria, timbre español el más enaltecido, claro blasón de nuestra patria historia. Ella tendió su mano al extranjero acorrió al capitán menesteroso, y al resonar suavísimo y severo en el mundo su acento poderoso brío infundió al cobarde caballero. Y acaso este Canto a Colón será una curiosa coincidencia con el Canto a España de nuestro homenajeado Andrés Eloy Blanco en la segunda década del siglo veinte. Con canto a España que es un poema modernista, como diría Juan Liscano, Andrés Eloy se hace conocer como poeta y en términos estrictamente líricos se vincula con una cultura poética que será determinante en su obra y que lo hará como a Antonio Machado un tradicionalista o un conservador en literatura aunque, al igual que a éste, un revolucionario en política.
“Para cantar a España, traigan a nuestro coro unos, su voz de bronce y otros su voz de oro. Y canten por la España de siempre, por la vieja
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y por la nueva, por la Pelayo y por la que suspira tras la reja, por la de Uclés y las del Dos de Mayo: por la del mar y por la de Pavía y por la del torero… ¡España mía! pues siendo personal eres más grande, por la de Goya y por la de Berceo y por el Pirineo, que ansiando más azul subió hasta el Ande! por toda España, torreón de piedra con un Cristo tallado, bajo tabla de hiedra”. Ambos poetas, Machado y Andrés Eloy, cantaron al hegemón Darío que reunió América y España: “Rubén Darío ha muerto en sus tierras de oro, / esta nueva nos vino atravesando el mar. / Pongamos españoles en un severo mármol, / su nombre, flauta y lira, y una inscripción no mas: / nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo, / nadie esta flauta suene sino es el mismo Pan”. (A. Machado. A la Muerte de Rubén Darío). Y el canto a Rubén Darío de Andrés Eloy termina: “El milagro fue entonces: como en la vieja historia/ el viejo duque le dijo: ¡Detrás esta la gloria! / y he aquí de Darío de Bergerac traspasa / de un salto el Pirineo: Darío esta en su casa.” La opinión de Mariano Picón Salas era que en la cultura del país el peso específico de la prosa había sido mayor que el de la poesía. Y la fundamenta con un concienzudo estudio a lo largo de su obra. Así, en lo que denominó una época de transición, señala el surgimiento en el ámbito del pensamiento y la investigación de la “Escuela Positivista” – para denominarla de alguna forma – con la obra del historiador José Gil Fortuol (1.862 – 1942). Mariano Picón Salas escribe: “Abandonando la novela, para la que tenía condiciones, pero que no era precisamente su instrumento, Gil Fortuol penetra
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en nuestra historia nacional y anhela ser su primer interprete científico”. (Formación y Proceso de la Literatura Venezolana. Monte Avila Edit.). Su visión sociológica de la historia fue expuesta en su ensayo El Hombre y la Historia del cual nos dice Picón Salas es una “clara y muy elegante síntesis de nuestra evolución social”. De este libro “procede toda una generación de historiadores positivistas”. Y seguidamente señala el autor: “El campo de la historia venezolana, a la que Gil Fortuol dotó de métodos positivistas se enriquece en el trabajo de otros investigadores de la misma y la siguiente generación…” y nombra a una pléyade de historiadores y ensayistas: José L. Andara (1868 – 1923), Ángel César Rivas (1873 – 1950), Julio C. Salas (1870 – 1932), Laureano Vallenilla Lanz (1870 – 1956), Pedro Manuel Arcaya (1874 – 1958). Con los positivistas nombrados y con otros sabios como los doctores Lisandro Alvarado, Samuel Darío Maldonado y el esteta nietzscheano Cesar Zumeta con la que surgiría – nos dice Picón Salas – la “prosa moderna Venezolana”. (Ibid.) En el quehacer poético del siglo XIX acaso sólo la obra de Juan Antonio Pérez Bonalde tendrá un ambiente universal. Este poeta, viajero empedernido, traductor de Heine y de Edgar Allan Poe gracias a su cosmopolitismo logra un romanticismo más rico y penetrante en la poesía venezolana, que trasciende a la acartonada poesía lacrimosa que aparecía en los diarios y conmovía a las jóvenes soñadoras de entonces. Pero si el cosmopolitismo de Pérez Bonalde evidencia la posibilidad misma de que su talento pueda trascender las estrecheces del medio, ello no nos sirve para explicar el milagro de otro de definitiva trascendencia como la del poeta nativista Francisco Lazo Martí. En su prólogo a la Antología de la Moderna poesía Venezolana recopilada por el poeta Otto D’ Sola, Picón Salas escribe: “el gran poema nativo de esos primeros años del siglo XX es la Silva Criolla de Lazo Martí. Si pensamos en la oscura vida provinciana de este gran poeta, metido en sus
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llanuras sin contacto casi con los grupos literarios de Caracas y con los tentadores libros de la época, la “Silva Criolla” se nos presenta como uno de los milagros de nuestra literatura”. La obra de estos dos poetas fundamentales de nuestra literatura, tendrán consecuencia en la literatura posterior. Pérez Bonalde que hace un canto de Vuelta a la Patria en donde conjuga la madre, la patria y el exilio tendrá resonancia en el Andrés Eloy de “Giraluna” y como señala enfático nuestro más grande ensayista Picón Salas de la obra de Lazo Martí “proviene en nuestra lírica contemporánea una fuerte tendencia hacia la expresión nativista” y más específica en términos estilísticos “la fina estilización folklórica del motivo nacional que aparecerá después de 1.920 en poetas como Andrés Eloy Blanco…” La “expresión nativista” en su forma más cercana a la poesía se manifiesta en la novelística de Manuel Díaz Rodríguez. Su estilo estetizante intenta una presentación psicológica en personajes desarraigados, con un grave y comprensible distanciamiento estético de un país atrasado y ajeno a la contemporaneidad europea. Picón Salas nos dice que Díaz Rodríguez desde su primer libro publicado, Sensaciones de Viaje se caracterizará por el dominio de una prosa “cuya música y refinamiento de estilo aparecen como algo exótico e inusitado”. Comenzando con este libro de viajes este autor que ha viajado por Europa y gusta de las personalidades de artistas del Renacimiento y Condottieros – los Príncipes de Nicolás Maquiavelo – se hará cuentista y novelista. Otra prosa cercana a la poesía en su estilo es la de la narrativa intimista de Teresa de la Parra. Picón Salas nos dice que “con Teresa de la Parra surgió un tipo de narración intimista, cuya esfera propia – y con ella por primera vez revelada – era la mujer criolla. El lenguaje sabroso, confidencial y lleno de ingenio de Teresa de la Parra fue uno de los acontecimientos de nuestra vida literaria en la década 1919 – 1929. Contraria a la novelista estetizante irrumpe como un disparo de un concierto la obra de José Rafael Poca-
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terra (1888 – 1955). Además de sus novelas Política Feminista (1913), Vidas Oscura (1916), Tierra del Sol Amada (1919), La Casa de los Ábila (196), y su cuentística “Cuentos Grotescos (1929)”. Pocaterra nos deja el testimonio conmovedor de sus dos tomos sobre las cárceles de las dictaduras del siglo veinte – las de Castro y Gómez: Memorias de un Venezolano en la Decadencia. Manteniendo las coordenadas del último párrafo en donde se intenta un bosquejo al vuelo de la prosa poética y menos poética que se escribía entonces, señalamos lo que hemos denominado el inhóspito tránsito de Andrés Eloy por las corrientes poéticas que se abrían paso entonces. Luis Beltrán Prieto Figueroa, amigo íntimo y gran conocedor de la obra de Andrés Eloy nos dice que varios de sus libros, “Barco de Piedra”, “Baedeker 2000”, “Malvina Recobrada”, “La Juanbimbada”, fueron escritas, sino totalmente, al menos en gran parte en la cárcel o en el confinamiento. Tomemos a “Baedeker 2000”. El nombre del autor alemán Karl Baedeker (1801 – 1859), autor de guías turísticas ha pasado a ser sinónimo de éstas. La ironía es que este viaje es del todo imaginario como el del Quijote y Sancho por las estrellas y ciertamente no tiene nada que ver con Sensaciones de Viaje de Díaz Rodríguez, escrito luego de haber vivido en Europa, amén de un largo recorrido por los mares y ciudades de Francia e Italia, de haber admirado, como ha apuntado Picón Salas, “a los artistas que sobre maravillosos caballos de bronce impusieron en las plazas de las ciudades italianas la figura voluntariosa de los Condottieros”. Baedeker 2000 es un libro impregnado, irónicamente y a pesar de haberse escrito en la cárcel, por la temeraria “escuela” o “corriente artística” futurista.
El 20 de febrero de 1909, el poeta italiano Filippo
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Tommaso Marinetti publicó en Paris (Le Figaro) un provocador manifiesto en donde asumía la belleza de su tiempo revolucionado por la técnica y la ciencia, la velocidad y las máquinas y afirmaba que un auto a alta velocidad era de una belleza tal que superaba la belleza de la Victoria de Samotracia. Aquí tenemos de nuevo la idea del Condottiero, del artista héroe, hombre, singular que hará recordar la visión estética de un Díaz Rodríguez. Pero aun más, a un escritor nuestro que no hemos mencionado: Rufino Blanco Fombona (1874 – 1944). Picón Salas ha dicho que “por la variedad y abundancia” de su obra, Blanco Fombona es el “polígrafo de la generación modernista” pero lo que es significante es que este autor nuestro no sólo tuvo la visión artística del Condottiero, hombre singular, artista héroe sino que vivió como tal. César Zumeta lo definió como un hombre terrible por desafiante, violento y hombre que exaltaba el arrebato y la acción o la acción arrebatada. El hombre que exaltaba el futurismo proviene del “Superhombre” de Nietzsche. Este movimiento futurista no fue sólo literario sino que involucró o su credo como se ha dicho comprendió todas las artes sin ser guía de ninguno. El Manifiesto Futurista publicado en la capital artística del arte, Paris, causo revuelo inmediato e inmenso. dice:
Así, en Baedeker 2000, Andrés Eloy Blanco nos
“Salimos para el viaje alrededor del mundo / nuestro avión dejo atrás el Valle de Caracas. / Diez mil metros; hallamos el carril de una orbita”. Y más adelante en otra estrofa: “El radio, el periódico, el bar. / logran por fin un aire residencial que calma. /” y otra estrofa: “La tierra va cobrando / un interés interplanetario de un buen tono / y al persuadirnos de la posesión de una órbita, / acogemos la responsabilidad de girar / con cierta convicción municipal de luna”. En los versos citados es evidente el uso intencional
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de la cotidianidad de la modernidad; es decir, Andrés Eloy con un fino humor nos persuade de cosas, ámbitos y situaciones con las que el hombre moderno se siente en calma: pie aéreo, el radio, el periódico, el bar., girar en órbita, “un interés interplanetario de buen tono”. En otro poema “Viaje al Fondo del Mar”, Andrés Eloy escribe: “Fueron mis compañeros / en el paseo al parque submarino, / mi hijo mayor / - el que llevó conmigo a todas partes - / y una mujer de espantosa belleza / con ojos que recuerdan a los viejos de ahora / aquellos tarros de agua del telégrafo”. Y mas adelante: “un pez eléctrico / de electricidad positiva / avanzo inevitable / hacia los ojos de la compañera / y en los ojos color de agua de telégrafo / hirvió el caldo del cultivo de los electrones”. De nuevo, vemos al poeta desglosar de esta forma de energía en sus componentes: electricidad positiva y electricidad negativa, el problema de los átomos, los electrones cargados de electricidad negativa, cargas de signos contrarios, exceso o falta de electrones, etc. El lenguaje técnico ajeno a la poesía tradicional se introduce en forma de “chocante” (shock) en el Futurismo. Y finalmente en el poema “Al hijo de mi hijo”, Andrés Eloy escribe: “Amigo: ¿Esperabas que te profetizara / la maravillosa máquina del año 2000? / ¿El dinosaurio eléctrico / el superdreadnought / el acumulador inextinguible / el raid a Urano?” / Y en la estrofa que sigue: “¿Julio Verne? ¿Marinetti? / No puedo amigo mío / Acaso viviréis de un modo nuevo, / sobre una tierra nueva. – Acaso un disparo de tu Máuser modelo 2000 haga órbita” / e inmediatamente después dos estrofas que citaremos que dan el sentido de la “profecía”: “No sé: pero te anuncio a ti mismo”. Y para concluir: “Si mi vaticinio se cumpliera, / yo sería feliz a mi regreso, / como si hubiera pagado la cuenta corriente del Apocalipsis”. En este último poema en forma de vaticinio o profecía, se apuesta a la conquista de un hombre humano en donde “las máquinas lograrán un corazón como los seres”.
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Existen en el poeta unas expectativas radicales que no tienen que ver con el “lado oscuro” de la ciencia, la técnica ni tampoco, creemos, con la exaltación Futurista de su Manifiesto en pro de la violencia y la guerra: “Ninguna obra que no tenga un carácter agresivo puede ser una obra de arte… queremos glorificar la guerra, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las hermosas ideas por las que se muere y el desprecio por la mujer…queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo…” (Manifiesto Futurista, Le Figaro 20 de Febrero de 1909). Luis Beltrán Prieto nos dice sobre Andrés Eloy en relación a su temprana fascinación por la copla y el romance popular del pueblo español: “de él (Andrés Eloy) se ha dicho que antes que García Lorca en España dió a la copla y al romance castellano nueva vivencia para contar y exaltar el alma popular, porque el pueblo era la esencia de sus creaciones”. Y en otro texto del mismo libro (Edición Homenaje del Congreso de la República con motivo del traslado de sus restos al Panteón Nacional. Caracas / Ven. 1 julio de 1981), Luis Beltrán se extiende sobre el tema: “Mientras García Lorca en España resucita el romance y la copla para el Cante Jondo, Andrés Eloy Blanco precediéndolo, realiza ese mismo trasiego de una forma de pensar y de sentir en que está presente el pueblo”. García lorca, según nos dice Díaz Plaza, va también al pueblo para dar forma novedosa a su poesía: “inicia el juego de imágenes y base de la metáfora popular que efectivamente no difiere en esencia de la metáfora erudita. Pero da mayor pervivencia a las estructuras incorporadas a la poesía española por los ultraístas. Tiene en Góngora maestro, mientras Andrés Eloy Blanco trabaja la metáfora popular conservando fórmulas románticas y modernistas sin eludir las otras formas. Va a buscar en los ritmos de Gracilazo la más frecuente de sus combinaciones métricas que son el endecasílabo en sus variadas formas con
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el heptasílabo…” Se debe recordar que el ultraísmo que nace en España y que está asociado al círculo de Casinos – Assens tendrá asociados de primer orden en América como lo son Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro. Si la visión estética del ultraísmo estaba focalizada en una lírica objetiva depurada y concentrada en la metáfora, en tanto fundamento de la poética, su preocupación por una temática del hombre moderno habrán de vincular esta corriente con el futurismo aunque no con los postulados agresivos de éste sino más bien con la levedad del ser moderno: la ciudad, la máquina, la música el cine, el deporte. La idea del movimiento ultraísta nacido en España es cuestionable en la medida en que para entonces la vanguardia estaba localizada en Francia. En todo caso lo que es importante en relación a nuestro tema es que se ha señalado la búsqueda de esta corriente de lo popular, y del universo del barroco español. “Al mismo tiempo que se acercaban a la vanguardia, los jóvenes poetas españoles desenterraron al barroco, un periodo antes desechado de las letras españolas. Llegaron a reconocer, en los experimentos de Góngora con una sintaxis latina y una imaginaria elaborada, en el juego de Quevedo con el “concepto”, o en el uso laberíntico de la ficción dentro de la ficción que hacía Cervantes, otras preocupaciones similares a las suyas propias”. (Emir Rodríguez Monegal: Borges: Una biografía Literaria. Fundo de cultura Económica. Méjico). La gran enciclopedia ESPASA nos dice que el romance es “una composición poética narrativa, de carácter épico, épico – lírico o épico dramático, formada por un conjunto de versos octosílabos que repiten la misma rima asonante en los versos pares y sin ritmo en los impares”. En términos históricos su origen se remonta a los cantares de gesta medievales y es a partir de entonces que cambia o se fragmenta en versos octosílabos que desde entonces lo caracterizan. Los romances
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fueron parte de una literatura oral y por lo mismo sufrían de constantes variaciones por sus transmisores. La misma fuente nos dice: “a partir del siglo XVI, los escritores empezaron a apreciar su valor como fuente de hechos históricos y los introdujeron en sus crónicas. Por otro lado, la invención de la imprenta contribuyó a su fijación y difusión y a partir de entonces empezaron a ser publicados y coleccionados”. El término “romancero” relacionado íntimamente al de romance “designa al conjunto de romances de origen hispánico en el que están incluidos tantos los romances anónimos de la tradición oral como los de origen cultos y de autor conocidos”. De esta forma existen “los romances viejos de los siglos catorce, quince y dieciséis y se dividen en históricos o tradicionales si son de origen de gesta y también juglarescos: fronterizos, carolingios, ciclo breve, novelescos, líricos, etc; y “nuevos o artísticos” porque involucran las “crónicas como fuentes”. En los siglos de Oro se nombra a Góngora, Quevedo, Lope por haber adoptado o escrito romances para el teatro y en siglos posteriores se nombra a poetas como Zorrilla, Antonio Machado y García Lorca como cultivadores del romance. La misma fuente nos dice que la copla es una “estrofa formada por cuatro versos octosílabos con rima asonante en los pares”. Tan antigua como la literatura española con ciertas variaciones “sirve de letras a canciones populares”. La denominada copla mayor “se compone de ocho versos de 12 sílabas cada uno, de las cuales riman entre si el primero, cuarto, quinto y octavo; el segundo y el tercero, y sexto y séptimo”. También se indica que la denominada copla pie quebrado “alterna el verso corto de este nombre con otros mas largos”, finalmente las “coplas de ciego” son las defectuosas o “malas coplas” en boca de los ciegos que las contaban o la “vendían”. Esto último no es obvio como se hacía, pero eso nos dice la enciclopedia.
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Luis Beltrán Prieto Figueroa, citando a la profesora Clara Elena Martínez Chacón de Pizarro nos dice que esta crítica chilena, gran conocedora de la poética de Andrés Eloy, señalaba que éste se movía en el uso del verso corto “como si el lo hubiera inventado para uso personal”. En “Coplas del amor viajero”, el poeta escribe estos cuartetos: No sé si me olvidarás / no sé si es amor este miedo / yo sólo sé que te vas / yo sólo sé que me quedo” y dos cuartetos más adelante y , acaso, evocando a Ronsard (Pierre de Ronsard) el poeta francés que renovó la lírica en el siglo XVI, escribe: Releyendo viejas cosas / y evocando cosas idas / entre amarillentas rosas y epístolas desvaídas / encontrarás al acaso / estas coplas del camino / como en el fondo de un vaso / roto una mancha de vino”. E inmediatamente luego: “Al oído de la nieta / tu voz de abuela hablará / son los versos de un poeta / que no sé si existe ya”. Y en un bello romance a los niños, “Canto de Giraluna para Amolar Tijeras” escribe: “Dale al pie, suena el silbato / amolador amuela / que corte como los rayos / el filo de mis tijeras que corte el vuelo en el aire / y el salto de las candelas / que corte una gota de agua / que pique picos de estrellas / y arrimándose donde mi niño se enferma que me le corte la fiebre / y el azul de sus orejas. El crítico Domingo Miliani en su prólogo a la obra poética de Andrés Eloy Blanco, publicada en la Biblioteca Ayacucho, escribe: “Andrés Eloy Blanco se forma y escribe sus obras en un marco intelectual complejo, la influencia literaria del Modernismo y el Criollismo, nacida en dos revistas: Cosmópolis (1889 – 1895) y el Cojo Ilustrado (1892 – 1915) se prolonga en Cultura Venezolana (1918 – 1932) se inserta en algunas manifestaciones de la vanguardia, llega activa hasta los años cuarenta de este siglo cuando aún escriben Rufino Blanco Bombona, Pedro Emilio
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Coll, Santiago Key Ayala y otros. Sus autores conviven con expresiones de un romanticismo que se negaba a morir y un regionalismo remozado a partir de la derivación criollista”. En ese prólogo, Miliani señala que la aparición de grupos en donde “narradores, críticos, músicos y pintores” se dan cita y se constituyen en receptores de corrientes artísticas extranjeras. Miliani nos dice que la recepción primera del Cubismo y el Futurismo proviene de los envíos de “lecturas” que “Salustio González Rincones hace llegar desde Paris” y que el crítico de entonces “Jesús Semprún fustiga desde El Cojo Ilustrado por su notorio belicismo”. De paso habría que señalar que a pesar de la dictadura Gomecista la Primera Guerra Mundial permite una apertura a una cierta polémica política belicista – antibelicista, germanófilos y pro anglo – franceses. Si bien el régimen de Gómez en términos formales de política exterior era neutral, el ideólogo del gendarme necesario, Laureano Vallenilla Lanz, desde el Nuevo Diario, hacia una apología de la guerra y sus beneficios “morales“; no, por supuesto, en relación a la moral cristiana, sino beneficios para la conformación de moral patriótica, solidaria, apartada del nefasto Mercantilismo. Miliani, citando a Juan Bautista Fuenmayor (Historia de la Venezuela Política Contemporánea) nos dice que Vallenilla sufría una suerte de “contradicción metodológica” al justificar a Gómez en términos históricos en tanto que pacificador del país, porque puso fin a las guerras intestinas que le impedían todo progreso y mitificación, al menos paradójica, de la guerra y sus beneficios en tanto panacea de los males del hombre, acumulados en tiempo de paz por el mercantilismo egoísta, ajeno a la solidaridad. Miliani señala que las nuevas corrientes artísticas y literarias de la modernidad se reciben en el país a pesar de su obvio aislamiento a causa de una dictadura feroz. El crítico
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se refiere al Futurismo, al Simbolismo, el Cubismo, etc. de la Primera Guerra Mundial. En el caso específico de Andrés Eloy Blanco, nos dice que éste tuvo una influencia decisiva de la generación de 1898 (española) y los poetas franceses del siglo XIX, Hugo y Baudelaire, además de la influencia primera de Darío y Nervo y nos refiere a lo que denomina la “Huella de Pérez Bonalde” uno de los poetas predilectos del Romanticismo, rico en influencias culturales por su dominio del inglés, el Alemán y sus viajes. Asimismo, Miliani indica que la polimetría de Andrés Eloy constituye una sabia asimilación de la métrica de Silva y Leopoldo Lugones. El ambiente citadino de 1920 es una suerte de paradoja porque a pesar de Caracas en tanto ciudad capital y Maracaibo ciudad que comenzaba a ser receptora por el petróleo del capital extranjero y de su impacto tecnológico y cultural, la integración al universo internacional aún era altamente desigual. Por ejemplo, Maracaibo fue pionero en el cine mudo, no sólo como receptora sino creadores de la ciudad constituyeron una vanguardia del novedoso quehacer fílmico. Asimismo contaba la ciudad con un poeta de la trascendencia de Udón Pérez y un grupo literario Seremos agrupó un pujante movimiento literario. Por lo que hace a Caracas, Miliani cita un ensayo de Mariano Picón Salas, Caracas 1920. Picón Salas escribe: “De las grandes cuestiones suscitadas en el mundo alrededor del problemático 1920: Victoria de la Revolución Rusa, inquietud socialista en todas partes, primeros síntomas del fascismo, lucha por el derecho Obrero, Sociedad de las naciones, movimiento de reforma universitaria en casi toda Hispano América, cambios sociales y políticos de magnitud considerable en México, Chile, Argenti-
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na; sólo sabíamos lo que podía filtrarse en una que otra revista salvada de la censura del correo. En nuestra generación, demasiado inclinada entonces a la literatura (tiempo de aplaudidos recitales en el Teatro Capital de los poetas de moda: Andrés Eloy Blanco, Luis Enrique Mármol, Fernando Paz Castillo, Jacinto Bombona Pachano, Gonzalo Carnevali, Rodolfo Moleiro, etc. que los jóvenes recién venidos escuchábamos con entusiasmo de neófitos) en nuestra generación sólo un hombre que nos llevaba pocos años y a quien yo encontré en el grupo mas activo de estudiantes de derecho, tenía auténtica inquietud y curiosidad por los problemas internacionales (alude a Alberto Adriani) Cita: Prólogo de Miliani Obras Selectas; p.233 Teniendo en cuenta las “coordenadas” del aislamiento, o precario sincronismo del país con el mundo exterior, es interesante señalar el significado que tuvo para el joven poeta Andrés Eloy Blanco su premio por el Canto a España, que permite en términos económicos para el poeta y novel abogado, el viaje mismo. En Madrid, Andrés Eloy conoce a escritores de primer orden de importancia como Valle Inclan y Juan Ramón Jiménez. En este sentido, escribe Miliani, el viaje a España le permite asistir a una coexistencia, en la época, de la poesía tradicional y la vanguardia de la corriente literaria del ultraísmo. Se podría agregar una corriente, específicamente, aclimatada en España como lo es la futurista. Esta corriente la dirigía en tanto “gran gurú”, Ramón Gómez de la Serna, que no sólo introdujo la corriente de Marinetti en España y “había proclamado ideas similares” sino que había inventado
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una nueva fórmula epigramática, la Greguería que se basaba en una fórmula matemática: humor más metáfora= greguería. Su objetivo era, según lo dijera una vez, “fumigar a la naturaleza con nuevas imágenes…” (Emir Rodríguez Monegal, Borges… Ibíd.). El paso de Andrés Eloy por la Habana, luego de recibir el premio en España, constituye para el poeta un hito en su información, apertura al mundo y adquisición de una consciencia crítica. El poeta confiesa “la influencia humanizante” del periplo que va desde Madrid a la Habana: “Es con orgullo como confieso y confesaré siempre la influencia humanizante de aquel período que se inicia en Madrid, ante el espectáculo (en la cárcel de observador) de tres hombres ahorcados, se ensancha y cuaja en la Habana frente a una consciencia literaria y colectiva afrontadas para fecundo entendimiento y se realiza plenamente en los calabozos de La Rotunda y Puerto Cabello” (Cit. En el prólogo de Miliani). Sobre el influjo que siente el poeta de su experiencia cubana inicial, Miliani nos refiere una segunda y su contacto y frecuentación del grupo denominado Minorista. En la segunda visita conoce al revolucionario José Antonio Mella, fundador del Partido Comunista Cubano, acérrimo enemigo del dictador Gerardo Diego y asesinado en el exilio en México en 1929. El poeta asistirá a las tertulias literarias de los Minoristas en donde se discutía permanentemente literatura de vanguardia y política radical. Su experiencia cubana – piensa Miliani – será determinante en Andrés Eloy en el sentido de volcarlo hacia su “lucha de lleno contra Gómez”. En octubre de 1928 lo hacen prisionero. Miliani escribe: “Primero es la cárcel panóptica de la Rotunda. Después, el Castillo Libertador de Puerto Cabello que en elevada
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resistencia poética habría de metaforizar para titular un libro: Barco de Piedra. Los días de prisión se hacen más leves con el trabajo poético de donde han de salir varios libros que marcan la madurez lírica y la puesta al día con el reloj de las nuevas estéticas”. Hemos aludido a la poética vanguardista de algunos de sus libros, pero en los poemas de donde el nativismo que se hace parte de la literatura en el arte de Lazo Martí y su Silva Criolla y se prolonga en la prosa de los costumbristas, “sufre” en manos de Andrés Eloy Blanco una torsión hacia la poesía comprometida influenciada por la Revolución Rusa y en Latinoamérica por la Revolución Mexicana. En Cuba las indagaciones del antropólogo cubano Fernando Ortiz, anteceden en pocos años a la aparición de la poesía vanguardista, específicamente negroide de Nicolás Guillén que ya en 1934 publica su “primera de las grandes” elegías West Indies Ltd. (Véase prólogo de Ángel Augier a las Grandes elegías y otros Poemas. Biblioteca Ayacucho). Poemas en donde lo nativista se hace testimonial podrán ser hallados a lo largo de la obra de Andrés Eloy, comenzando por supuesto, a partir del desarrollo de su consecuencia social y praxis política. En uno donde se da la conjunción de nativismo, testimonio de hondo significado social y popular y gran pureza por la forma y el fondo es en su popular “Palabreo de la loca Luz Caraballo”. En su última estrofa, el poeta escribe:
“Tu hija en un serrallo, dos hijos se te murieron los otros dos se te fueron detrás de un hombre a caballo
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“la loca Luz Caraballo” dice el decreto del juez porque te encontró una vez sin hijos y sin carneros contandito los luceros …seis, siete, ocho, nueve, diez…”
En otro poema en donde es posible que el nativismo criollo haya recibido una influencia cubana o de la experiencia cubana no sólo de poesía social si no también negroide en un poema de Andrés Eloy que fue tan popular que fue vertido a la música: Angelitos Negros. Miliani, en referencia a Baedeker 2000, libro escrito, como se ha dicho, en la cárcel, señala que además de su ultraísmo tiene una “intención paródica como elemento ruptor de la solemnidad lírica, mezclado a un lirismo sentimental; y añade que “estas notas” relacionan al poeta con el vanguardismo cubano de los años veinte”. Y concluye el crítico señalando que el humor satírico o paródico está inserto también en la poesía seria, como trasgresor del tono. El humor en todas sus formas de parodia, sarcasmo, burla, será permanente hilo conductor en Baedeker 2000. En el poema Congreso, Andrés Eloy hace una parodia de relato periodístico de una sesión solemne de los representantes del pueblo: “el diputado de los mineros / había hablado con una lenta voz zapadora / el diputado de los tejedores / dijo cosas sutiles, con lengua del telar / un diputado agrario abogó por las tierras olvidadas / y su oración se hincaba en sustantivos jugosos / con esguace de reja”. La parodia concluyeron una burla, una suerte de estallido humorístico: “Al oscurecer un bravo campesino / exclama: / compañeros! / ¡El diputado de los niños / se ha orinado en su asiento!”. Miliani en su búsqueda de rasgos poéticos de Andrés Eloy y aun su temperamento humorístico ampliamente rese-
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ñado y celebrado que hubiesen podido ser influenciados por la experiencia cubana, citó en su apoyo al ensayista y crítico cultural cubano Fernández Retamar. En la cita completa de Fernández Retamar que aparece al pie de la página, este nos dice que otros rasgos de la poesía de vanguardia cubana es su profetismo. El profetismo es de la misma forma otra constante de Baedeker 2000. Un ejemplo de lo que decimos está en Poemas del Tiempo de la Quinta Esposa. Comienza el poema haciendo referencia a una raza que en esta tierra” luchó hasta el agotamiento. “En esta tierra / donde los hombres combatieron tanto, / donde los caminos se morían / de hambre de viajeros, / donde se odió hasta agotarse el odio / en esta tierra / se hizo la raza / la nueva raza matríz / con una fórmula aritmética: sobre la cifra indo latina original / llovieron cifras de razas convergentes”. Para concluir, luego de relatar el cese de lucha y la integración de los hijos de los vencedores y de los vencidos, en tono profético pero con una conjugación del pasado: “y tras el denominador común / nació el número entero de la raza / que habla con un voz y ama con un deseo”. El tono profético testimonial yace así en el poema Censo y termina como en el caso anterior conjugando en pasado. El hombre le relata a la mujer “en este día del censo” sus viajes por una llanura despoblada y enferma: “Mis viajes eran largas llanuras / con casas separadas por diez leguas / y hombres con paludismo rodeados de distancia”. En otra estrofa hace una descripción muy eficiente poéticamente del panorama de desolación: “Esta tierra estaba en blanco / con lunares de pueblos perdidos en la carne”. Para terminar con un tono profético conjugando en pasado: “Me dijo: - Ahora / por la puerta del censo irán treinta millones / hacia cuatrocientos millones de compañeros de América / se ha trabajado bien. Ya no hay un sitio / donde una voz de niño no esté despierta siempre, / en la tierra en que nunca descansará el silencio “. Lo que se ha señalado en el caso de Minoristas de Cuba, de una
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conjunción de la política radical y vanguardia literaria, se da en las mazmorras gomecistas: “Vanguardia literaria y vanguardia de ideologías socialistas en despunte conviven en las conciencias y en los calabozos de la dictadura”. El tono profético es la evidencia de la utopía que es una de la constante de la visión del mundo que sueña con un mañana mejor y se empeña en visualizarlo. La vanguardia literaria que se gestó en las cárceles gomecistas vería la luz editorial luego de la muerte del dictador. La enfermedad pulmonar del poeta y una amplia protesta en su nombre logra que se le dé la ciudad de Valera – minúscula entonces – por cárcel. A fines de 1933, dos años después moriría Gómez, regresa a Caracas, pero impedido de ejercer su profesión de abogado, de hablar por la radio y de escribir en la prensa. “Se me permite recitar poemas en tertulias domésticas. Por cierto que en aquellos días estaba muy de moda un poema mío intitulado “La Renuncia”; me pedían en todas las reuniones que lo recitara. Y en cierta ocasión por poco vuelvo a la cárcel, porque al invitarme a recitar, una encantadora amiga me pidió, con apoyo de la audiencia: ¡La Renuncia! ¡La Renuncia! Y yo estaba algo escamado de recitar ese poema, respondí sin prudencia: No tiene gracia eso de pedirme la renuncia a mí. ¿Por qué no se la piden a Esteniño?” (Citado por Miliani). Por cierto, que este es uno de esos poemas que se convierte en ejemplo de lo que decía Miguel Otero Silva de la
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poesía de Andrés Eloy, en el sentido de que en lo individual o colectivo, el venezolano expresara sus sentimientos con palabras del poeta. Es lo que para un argentino sería el tango, que va desde el tango Uno a Cambalache. Lograr que en términos individuales y colectivo un pueblo se identifique con la articulación de las palabras de un creador no es poca cosa y sin embargo, una élite cultural puede apartarse tanto o despreciar lo colectivo, el ser del pueblo, que la popularidad es penada con el estigma de carecer de valor estético. En términos de la sociología del arte es interesante la valoración estética que ha tenido un arte popular como el cine. Por ejemplo, el éxito de un filme en la Segunda Guerra Mundial como Casablanca. Filme éste en donde diferentes estratos socio-culturales se conjugan en la captación de una historia de amor en tiempos difíciles, de “dislocados cimientos”. El testimonio humanístico del poeta nos conduce a la indagación en torno a su libro Poda. Miliani nos dice que “de vuelta a Caracas”- como ya hemos indicado de su confinamiento en los Andes por su dolencia pulmonar – Andrés Eloy prepara su libro Poda. Este libro es el más conocido, nos atrevemos a decir, de su obra, a pesar que es una recolección de poemas escritos durante muchos años desde 1923. “Excluye, por supuesto, su producción de poesía social que habría de aguardar aún inédita”. Miliani nos indica que la “Vuelta a Caracas” ocurre en 1933 y es durante ese año que prepara el libro Poda. Si seguimos la antología de Liscano es a partir de la publicación de Poda que seguirán los libros escritos en la cárcel. Miliani escribe: “Se negó en el libro la intención vanguardista y de ruptura, pese a que desde la primera línea del prólogo las metáforas de remembranzas ultraístas se hacen sentir: “Los viejos árboles demasiados llenos de hojas, son viejos verdes”.
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Se ha señalado que ya desde carta a Udón Pérez escrita en la Habana es evidente la influencia vanguardista del Ultraísmo y del Futurismo en su asimetría, arritmia, prosaísmo o más precisamente “encabalgamientos y expresiones de prosa para ir al verso libre”, su lenguaje “coloquial con visos de humorismo” etc. a lo largo de esa década, su paso por la cárcel y los libros escritos allí con su tono profético-testimonial de hondo contenido social, la poesía de Andrés Eloy va adquiriendo su propia voz influenciada por el vanguardismo pero como un vanguardismo contenido, por el “prosaísmo” que también es un rasgo de la modernidad poética y el verso libre con una cadencia interna que semeja a la rima sin serlo. Ello lo ha denominado T. S. Elliot el gran poeta y crítico angloamericano, “ritmo interior” del poema. Los rasgos señalados que denotan ultraísmo-futurismo de nuevo lo encontramos en esta suerte de antología de la década del 23 al 35 de la obra del poeta. En el poema El Río de las Siete Estrellas, el poeta le canta a el Orinoco río mítico de múltiples afluentes (Guaviare, Casiquiare, Meta, Arauca, Apure, Carona y otros), descubierto por Vicente Yañez Pinzón, y a su fauna. La intención abiertamente jocosa nos la da el poeta en su “Bestiario” en la celebración del Caimán como capitán del río: “Es el capitán del río; / viejo zorro dormilón, / viejo Neptuno, / con ese dolor de eternidad / de los que salvaron del diluvio. “Y en la próxima estrofa nos dice el poeta: “La playa candorosa / alza su boca abierta el capitán del río, / como que si fuera echando hacia los cielos / las almas de los que se ha comido”. Y otro de los habitantes del río nos dice: “El caribe es la distancia mas corta / que hay del Río a la Muerte”. Y del mono nos dice: “Desde el árbol más alto, donde se toca el cielo, colgado de la cola a el pico de una estrella, con las manos tendidas, nos saluda el abuelo”. Este poema es un canto épico que cubre desde el descubrimiento hasta la independencia y una suerte de rastreo antropológico de los primi-
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tivos habitantes de la geografía de Guayana que recibió a los conquistadores. En un poema intitulado Laude a Buhda tiene un epígrafe de Amado Nervo que dice: “Oh Sidharta Gautama, tu tenías razón”. Nervo cultivó la teosofía y el esoterismo que estuvo en el ambiente intelectual a comienzo del siglo veinte. Así mismo, la incursión en las primeras décadas del siglo en la filosofía oriental fue un tema compartido por escritores de la época. El esoterismo y la filosofía oriental, esta bien reseñada en la Montaña Mágica de Tomas Mann y la filosofía oriental en Herman Hesse. En un rapto místico escribirá esta bella estrofa: Y con cristo y contigo, / como con dos antorchas que alumbraron mi calma, / dejar toda la carne al enemigo / y echar por mi interior, buscando un alma”. Poema este parecido en el tono y la intención o finalidad de renacimiento al de Kempis de Amado Nervo: “Las rubias trenzas, los negros ojos, que todo pasa como las naves, como las nubes, como las sombras”. (Cito de memoria). Un poema escrito el 31 de Diciembre de 1923 y que por su “sentimentalismo” ha sido otro de los tantos favoritos de este poeta “Best Seller” nuestro, es Las Uvas del Tiempo. Lo que el hombre en la calle se aprendió de memoria acaso desvío la atención del manejo descriptivo en ciernes con el que ya entonces contaba el poeta: “…Tambores…,/ cencerros y cometas, / el hábito canalla / de las mujeres ebrias, / el Diablo con tres latas prendidas en el rabo / anda por esas calles inventando piruetas…” y no deja de ser notable el comienzo del poema: “Madre: esta noche se nos muere un año”. Otros poemas recogidos en Poda que gozaron de alta popularidad entonces fueron “La Renuncia”, del que hemos citado la salida humorística del poeta, y “Florinda en invierno”. “La Renuncia” deja ver las lecturas en torno al Budismo
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del poeta; luego del leit motif, “He renunciado a ti. No era posible” que se repite hasta la antepenúltima estrofa, el poema termina con un tono y sentido definitivamente budista: “Yo voy hacia mi propio nivel, / ya estoy tranquilo / cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño; desbaratando encajes regresare hasta el hilo / la renuncia es el viaje del regreso del sueño”. El soneto A Florinda en Invierno comienza con una estrofa que contiene la semilla del irónico final: “Al hombre mozo que te habla de amores / dijiste ayer, Florinda que volviera porque en las manos te sobraban flores / para reírte de la primavera. / En el otoño de la vida vuelve el hombre y nuevamente le dijiste: - Espera”. Dos tercetos finales le dan el sentido existencial definitivo al problema de la elección y el tiempo: “Y ahora esperas tú, visión remota. Campiña gris, empalizada rota”, … / “Y finalmente, el corolario” que te dejó la enredadera trunca, / porque cuando el amor viene en otoño, si lo dejamos ir no vuelve nunca”. El poemario Giraluna de 1955 es considerado como el libro en donde el poeta no hace suerte de recolección de poemas sueltos sino que tiene la intencionalidad de ser un libro concatenado como una totalidad. Por una razón u otra ha sido la aspiración de los poetas imitar la épica de los Cantos de Homero en la Ilíada y la Odisea o al Dante de la Divina Comedia o Cantos de Ezra Pound. Los críticos están de acuerdo que la unidad “mítica” del poemario lo logró Andrés Eloy con Giraluna. Giraluna es el libro del destierro, del hombre que no sabe si podrá alguna vez volver a la patria; digo patria en el sentido preciso de terruño, hogar, familia, amigos, obras, calles, comida, recuerdos. La condena más terrible para los griegos era el ostracismo y Sócrates la rechaza aún a costa de su vida. Giraluna es un poemario de la intimidad que solo es posible lograr en el exilio con la inmediata presencia de lo único conocido que es la esposa y los hijos. En el poema Giraluna. La Esposa, comienza diciéndole a la esposa: “Cuando tu
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te quedes muda, / cuando yo me quede ciego, / nos quedarán las manos / y el silencio”. En “Canto a los Hijos” existe la intención testimonial de lo que se conocía entonces por “literatura comprometida”, a partir de un ensayo de Sastre, pero que viene de la Revolución Rusa, la Revolución Mexicana y la Primera Guerra Mundial. La idea es que el poeta entrega sus dos hijos a un mundo dislocado en sus cimientos con una capacidad destructiva comprobada en Hiroshima y Nagasaki. El poeta escribe: “Mientras mil hombres quieren disgregar el cobalto, matar con uranio, deshacer con el torio, yo entrego a mis dos hijos al mundo en sobresalto. Y digo que es infame y que es vil que en el jacal invente vidas el aldeano y el sabio asesinatos en el laboratorio; Y digo al estadista miope y presbiteriano que el que con sangre y muerte llenó su presbiterio no merece ni un hijo que le bese la mano. Digo al adicto del nuevo falansterio Que con la luz del día la libertad, dialoga Y bien está en ser libres del odio y del misterio; Y digo al pretoriano que se robó la toga, que a él y al apóstol que se robó la cena les crece el mismo cuello para la misma soga; Y digo que mis hijos son un grito que ordena en el nombre del Padre de la Madre y del Hijo respeto al alma propia sobre la carne ajena”. Para concluir estas reflexiones sobre el poeta Andrés Eloy Blanco, debemos señalar que nuestra generación literaria
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trató muy mal al poeta negándole su sitial en nuestra literatura. Las razones se hacen evidentes por una recurrencia de “patología social”: una historia adversa en donde el consenso ha sido precario y la disensión amenazante. El país nuestro no tiene historia sino acaso un anecdotario de los “grandes rechazos”, las grandes negociaciones. En la última década hasta la nación o concepción de pueblo se hizo “mítica” o militar. El pueblo se organizó, en un arrebato conjetural de un demente, en un cuartel formado por batallones dispuestos a una lucha virtual con un enemigo a las puertas como los griegos en el sitio de Troya. En estos “tiempos difíciles” es necesario, como nos dice el poeta Francisco Salazar Martínez, invocar las palabras de un poeta que sufrió todos los vericuetos de la ignominia, el horror, la desesperanza una y otra vez, pero murió con la esperanza de que este dolor que ha sido el país, esta herida profunda que no sana, estaba predestinada a la salvación. A nosotros ajenos a la utopía sólo nos queda el canto. Nuestro país y el resto de la América Hispana conforma una triste interrogante un destino incierto y pobladores en el limbo o ya que el limbo fue por la iglesia abolido, en una “tierra de nadie”. El poeta Salazar Martínez escribe: “En momentos de crisis política y de desórdenes económicos, sociales y culturales como las que viven naciones latinoamericanas, nunca está demás invocar la palabra de un poeta, que es su repertorio espiritual, porque los poetas son portadores de la armonía que tanto necesitan actualmente nuestros pueblos para poder realizar su destino pacíficamente, estimulando el desarrollo en consonancia con los valores que hacen del ser humano el sujeto fundamental de la cultura, civilización y de la historia”. El poeta Francisco Salazar Martínez recordaba la voz del poeta del pueblo, Andrés Eloy Blanco.
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Titulo:
Andrés Eloy Blanco: Tránsito Inhóspito por las corrientes Poéticas de la Modernidad. Autor: Miguel Ron Pedrique Edición de 500 ejemplares bajo el auspicio de: Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero” Diseño de portada y diagramación: LMcreativo , (
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