Anhelamos para ustedes desde Impresiones Brajah un Januca Sameaj BeKasher. Impresiones Brajah c.a

Anhelamos para ustedes desde Impresiones Brajah un Januca Sameaj BeKasher Impresiones Brajah c.a. Januca (‫ ) ֲחנֻכָּה‬llamada la “Fiesta de las lu

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IMPRESIONES Y RECUERDOS
LUCIANO RIVERA Y GARRIDO IMPRESIONES Y RECUERDOS BIBLIOTECA POPULAR DE t. LTURA BOGOTA.. COLOMBIANA Este libro fue Digitalizado por la Bibliot

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INSPECCION AUTOMATICA DE IMPRESIONES SOBRE ENVASES CILINDRICOS EMPLEANDO VISION ARTIFICIAL
INSPECCION AUTOMATICA DE IMPRESIONES SOBRE ENVASES CILINDRICOS EMPLEANDO VISION ARTIFICIAL Guarnes Miguel Angel, Gellon Hector, Petrino Ricardo Labora

Story Transcript

Anhelamos para ustedes desde Impresiones Brajah un Januca Sameaj BeKasher

Impresiones Brajah c.a.

Januca (‫ ) ֲחנֻכָּה‬llamada la “Fiesta de las luces”, es una de las festividades establecidas por nuestros jajamím la cual se festeja durante ocho días, y en la que se conmemora la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los Macabim “Macabeos” sobre los griegos, y la posterior purificación del Bet HaMikdash “Templo de Jerusalem” de los iconos paganos, en el siglo II a.e.c La tradición judía habla de un milagro, en el que pudo encenderse el candelabro del Templo durante ocho días consecutivos con una exigua cantidad de aceite, que alcanzaba solo para uno. Esto dio origen a la principal costumbre de la festividad, que es la de encender, en forma progresiva, un candelabro de nueve brazos llamado Janukia o Januquia (uno por cada uno de los días más un brazo «piloto»). La festividad acontece el 25 de Kislev del noveno mes del calendario hebreo, esta fecha acaece entre fines de noviembre y fines de diciembre del calendario gregoriano.

1 cucharada de esencia de vainilla ½ taza de aceite para freír Mezclar todos los ingredientes menos el aceite, en un bol, hasta lograr una masa compacta. Caliente ½ taza de aceite a una freidora. Llene una cuchara grande con la masa y póngala a freír durante 2 o 3 minutos de cada lado, hasta que se doren. Continúe hasta terminar toda la mezcla, agregando aceite si fuera necesario. Se pueden acompañar las latkes con crema, puré de manzana o la salsa que más le agrade.

durante unos minutos. Tapar y permitir que leve hasta doblar su tamaño, aproximadamente 1 a 1 hora y ½. Estirar la masa hasta 2 cm de espesor sobre una superficie enharinada. Recorte círculos con un cortador de buñuelos. Ponga 7 cm de aceite en una cacerola y colocar sobre la llama hasta calentar. Ponga cuatro buñuelos por vez en el aceite. Dorar de un lado y después del otro. Quite con una espumadera. Secar y enfriar en papel toalla. Espolvorear con azúcar impalpable. NOTA: Para probar si la masa está lista para estirar, ponga un pedazo pequeño en un vaso de agua-si la masa flota arriba, está lista.

Ingredientes: 3 huevos 1 taza de leche 1 taza de queso cottage 1 ½ taza de harina 1 cucharada de polvo de hornear 1 cucharadita de sal 5 cucharaditas de azúcar

En los días de Matitiahu, hijo de lojanán el Sumo Sacerdote, el Jashmonaí y sus hijos, cuando el malvado reino helénico se levantó contra Tu pueblo Israel para hacerles olvidar Tu Torá y 'violar los decretos de Tu voluntad. Pero Tú, en Tus abundantes misericordias, Te erigiste junto a ellos en su momento de aflicción. Libraste sus luchas, defendiste sus derechos y vengaste el mal que se les había infligido. Entregaste a poderosos en manos de débiles, a numerosos en manos de pocos, a impuros en manos de puros, a malvados en manos de justos y a pecadores deliberados en manos de aquellos dedicados a Tu Torá. Y para Ti hiciste un nombre grande y santo en Tu mundo, y para Tu pueblo Israel efectuaste una inmensa salvación y redención hasta este día. Luego Tus hijos entraron al santuario de Tu Casa, limpiaron Tu Templo, purificaron Tu Santuario, encendieron luces en Tus sagrados atrios, y fijaron estos ocho días de Janucá para agradecer y alabar Tu gran Nombre.

Hace más de 2000 años, hubo una época en que la tierra de Israel formaba parte del Imperio sirio, siendo gobernada por la dinastía de los Seléucidas. Antíoco III, rey de Siria, estaba en guerra con el rey Tolomeo de Egipto por el dominio de la tierra de Israel. Antíoco III resultó vencedor en la batalla y anexó la tierra de Israel a su imperio. Al comienzo de su reinado se mostró favorablemente dispuesto hacia los judíos y les acordó ciertos privilegios. Más adelante, sin embargo, cuando fue derrotado por los romanos y éstos lo obligaron a pagar elevados gravámenes, la pesada carga recayó sobre los diversos pueblos que conformaban su imperio, a los que obligó a proporcionarle el oro cuyo pago le habían impuesto los romanos. Tras la muerte de Antíoco le sucedió en el trono su hijo Seleuco IV, quien oprimió aún más a los judíos. A las dificultades externas debían sumársele los peligros que amenazaban al judaísmo desde su fuero interno. La influencia de los helenistas (aquellos que aceptaban la idolatría y la forma de vida de los sirios) iba en constante aumento. El Sumo Sacerdote Iojanán entrevió la gravedad del peligro que significaba para el judaísmo la penetración de la influencia Siria en Israel. Ello, debido a que,

Ingredientes: 50 gr. de levadura fresca 1 taza y ½ de agua caliente 1 cuchara de azúcar 3 huevos ½ taza de aceite ½ taza de azúcar 1 cucharita de extracto de vainilla 1 cucharita de ralladura de limón 6 a 7 tazas de harina También: Aceite para freír Azúcar impalpable Rinde: 5 a 6 docenas de sufganiot- buñuelos En un bol grande: poner los huevos, el aceite, el azúcar, la vainilla, y la ralladura de la cáscara de limón. Agregue la mezcla de levadura (disuelta en el agua con la cuchara de azúcar); la harina hasta que se forme una masa suave. (La masa no debe estar seca; debe ser más suave que la masa de jalá.) Amase

Pero la solución no salió a luz hasta que preguntas teológicas fundamentales como: — ¿Cuándo comienza la vida? ¿Quién tiene derecho a definirla? ¿Di-s, alias "Diseño Inteligente", existe? ¿La creación sucedió? — fueron discutidas en cada aula, en cada junta médica, en cada universidad, en cada legislatura nacional, en los niveles más altos del gobierno, registrados en publicaciones científicas, periódicos, y difundidas por los medios de comunicación del globo entero. Entonces y solamente entonces, cuando la humanidad parecía a punto de aventurarse en la autodestrucción ética, un descubrimiento milagroso, aparentemente simple, marca el camino descubriendo células madres sin comprometer la santidad de la vida. Quizás el milagro más grande de todos es cuando transformamos los obstáculos en oportunidades — cuando reconciliamos lo que pensamos irreconciliable, cuando transformamos oscuridad en luz. Ocho minúsculas velas nos recuerdan que los milagros siguen ocurriendo. ¡Feliz Janucá!

contrariamente al ideal de belleza exterior que idolatraban los sirios, el judaísmo sustenta el ideal de la verdad y la pureza de orden moral, colocándolo por encima de cualquier armonía física y material, tal como lo ordena Di-s en Su sagrada Torá. El pueblo judío jamás podrá renunciar a su fe en Di-s, para aceptar la idolatría de los sirios y los griegos. Por eso, Iojanán se oponía a todo intento por parte de los helenistas judíos en introducir las costumbres griegas y sirias en su territorio. Indudablemente, tal enérgica oposición debía, tarde o temprano, devenir en algún desastre. Y así fue: los helenistas lo aborrecían, y uno de ellos informó al comisionado del rey que en el tesoro del Beit Hamikdash -Templo había gran cantidad de riquezas. Estas riquezas del Templo estaban formadas por los dineros del "medio Shekel" con que todo judío adulto contribuía anualmente. Dicha contribución estaba destinada a solventar los sacrificios que se ofrecían en el altar, así como para la conservación y el mejoramiento del edificio del Templo. Otra parte del tesoro estaba formada por el fondo de los huérfanos, dinero que ellos habían heredado y que se depositaba allí hasta que cumplieran su mayoría de edad.

Seleuco necesitaba dinero para pagar a los romanos y éste estaba en el Templo. Sin pensarlo muy detenidamente envió a su ministro Heliodoro a retirar el dinero del tesoro del Templo. En vano le rogó el Gran Sacerdote Iojanán que no lo hiciera. Heliodoro no le prestó atención y atravesó la puerta del Templo; pero al punto palideció de miedo, se desmayó y cayó al suelo. Cuando recobró el sentido, ya no se atrevió a entrar de nuevo. El "Loco" Poco tiempo después, Seleuco fue asesinado, y su hermano Antíoco IV comenzó a reinar en Siria. Antíoco IV era un tirano de carácter arrebatado e impetuoso, desdeñoso de la religión y de los sentimientos ajenos. Fue llamado "Epitanes", que quiere decir "el amado de los dioses", tal como varios reyes sirios recibieron títulos semejantes. Sin embargo, un historiador de aquella época, Polibio, le aplicó el mote de "Epitanio" -que significa "loco" - como más apropiado al carácter del despiadado y cruel monarca. En su deseo de unificar a su reino mediante la implantación de una religión y una cultura comunes para todos sus súbditos, Antíoco trató de desarraigar el

El debate moral sobre la investigación de células madre abarca los aspectos éticos, morales y religiosos. Muchos vieron esto como un punto irreconciliable entre la ciencia y la religión, los defensores de ambos lados llevaron sus argumentos a los juzgados y a los comités gubernamentales, dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias. Una batalla moral que dividió a la sociedad en dos bandos, ambos separados por una razón moral. Pero parece haber surgido una solución en el horizonte que reconciliaría estas dos fuerzas. Conducidos por un pragmatismo férreo restringiendo sus investigaciones a los parámetros éticos aceptables a todos, los investigadores científicos lograron una solución científica al problema. La solución sorprende por su simplicidad: Todo lo que tuvieron que hacer fue agregar cuatro genes. Estos cuatro genes reprogramaron los cromosomas de las células de la piel, dejándolas "en blanco", lo que permitiría transformarlas en células de cualquier parte del cuerpo, sea el corazón, el cerebro, la sangre o los huesos. El Dr. Yamanaka, uno de los principales responsables de este descubrimiento, calculaba que encontrar los genes correctos tomaría varios años. Milagrosamente, tomó solamente algunos meses.

Un gran milagro sucedió allí. La semana pasada, dos equipos de científicos reprogramaron con éxito células de piel humana para que funcionen como si fueran células madres embrionarias. Muchos en la comunidad científica creen que esta brecha permitirá eventualmente la investigación de las células madre sin la necesidad crear y destruir embriones humanos, evadiendo de esta forma los dilemas éticos y políticos que han plagado este campo durante la última década. Las implicaciones de este grandioso descubrimiento impactan en la investigación médica de todo tipo, y acelera la carrera en búsqueda de la cura contra enfermedades que van desde el cáncer hasta el Alzheimer. Por supuesto, el descubrimiento, que no ha sido considerado un milagro por la comunidad científica, no por ello deja de ser milagroso. No es el tipo de milagro que quiebra las leyes de la naturaleza, como la partición del mar. Es un milagro discreto, un milagro que entra dentro de los parámetros humanos y naturales, no obstante, es milagroso —y quizás más milagroso aun. Es un milagro que ocurre en el mes de Kislev, el mes de Janucá, un mes de milagros y luz, una época, según lo mencionado en la lectura de la Torá de este mes, en el que Di-s pone fin a la oscuridad.

individualismo de los judíos al reprimir todas sus costumbres. Destituyó al ortodoxo y virtuoso Gran Sacerdote Iojanán, e instalo en su lugar a su hermano Josué, quien se complacía en hacerse llamar por el nombre griego de Jasón, pues pertenecía al grupo de los helenistas. Josué se valió de su alta investidura para difundir aún más las costumbres griegas entre los demás sacerdotes. Josué o Jasón fue reemplazado posteriormente por otro hombre, Menelao, quien le había prometido al rey conseguirle más dinero que Jasón. Cuando Iojanán, el antiguo Sumo Sacerdote, protestó por la difusión de la influencia helenista en el Sagrado Templo, el nuevo Sumo Sacerdote lo hizo asesinar. Entretanto, Antíoco estaba librando una exitosa guerra contra Egipto. Sin embargo, mensajeros llegados de Roma le ordenaron cesar la lucha. Antíoco tuvo que someterse a la voluntad de Roma y abandonar la contienda. En Jerusalén había cundido el rumor de que Antíoco había sufrido un grave accidente en la batalla y al creerlo muerto el pueblo se rebeló contra Menelao. El traicionero Sumo Sacerdote se vio obligado a huir junto a sus amigos.

Antíoco regresó de Egipto furioso porque los romanos habían puesto trabas a sus ambiciones. Cuando se enteró de lo ocurrido en Jerusalén, lanzó todo su ejército sobre los judíos. Miles de ellos fueron muertos. Inmediatamente, dictó una serie de severos decretos contra los judíos en los que se les prohibió la práctica de su culto; en adición a ello, los pergaminos de la Ley fueron confiscados y quemados. El descanso sabático “Shabat”, la circuncisión “Brit Milá” y las leyes del ayuno, fueron prohibidos bajo pena de muerte.

de la Torá. ¿No crees que seamos tan viejas, no es cierto? Pero nunca envejecemos. Somos eternas y también lo es nuestro mensaje. Hemos encendido muchas luces en corazones judíos y hemos iluminado muchos hogares judíos". "Gracias, queridas lucecitas de Janucá" contestó Iaakov, con gratitud. "Siempre he de recordar vuestros maravillosos cuentos. ¡Quisiera ser como esos valientes Jashmonaím!" "Si te esfuerzas como es debido, siguiendo fielmente los consejos de la Torá, podrías llegar a serlo..." replicaron las luminarias de Janucá. "Ahora, sentimos mucho el tener que despedirnos de ti, hasta el año que viene. ¡Feliz Janucá, querido Iaakov!"

La serie de atrocidades cometidas incluyó el que a uno de los más respetados ancianos de aquella generación, Rabí Eleazar, de 90 años, los servidores de Antíoco le ordenaron que comiera carne de cerdo, para que los demás hicieran lo mismo.

"Feliz Janucá" respondió Iaakov. "Esperaré impaciente hasta verlas nuevamente el año que viene".

Cuando el anciano se rehusó, le sugirieron que se llevara la carne hasta los labios para simular que la comía. Pero Rabí Eliezer se negó también a eso, y fue asesinado salvajemente. Hubo otros miles de judíos que, del mismo modo, sacrificaron sus vidas.

"¡En la Sagrada Jerusalén reconstruida!" Repitió Iaakov.

"¡En la Sagrada Ciudad de Jerusalén reconstruida!" Afirmaron las luminarias de Janucá.

"'Si las palabras de castigo con las que nos amonestaron nuestros profetas se hicieron realidad, cuánto más lo serán sus palabras de aliento, sus promesas de supervivencia y de victoria final' dijo Rabí Akiva a sus amigos, quienes enjugaron sus lágrimas y le contestaron: 'Akiva, nos has "reconfortado'". "Sí, hijo mío" prosiguió la octava luminaria "puedes confiar en que Di-s no escatima la "recompensa de ninguna criatura, y nuestro pueblo será recompensado generosamente. "Las palabras de nuestro profeta Ieshaiahu —Isaías — seguramente se cumplirán. Seremos 'la luz "de las naciones' e iluminadas por ella, las naciones del mundo vivirán en paz, armonía y felicidad". Pues éstas son sus palabras proféticas: "'Pues he aquí que las sombras cubrirán a la tierra y densas tinieblas a las naciones; mas Di-s, "cual sol, irradiará Su luz sobre ti, y en ti será vista Su gloria. Y las naciones vendrán a tu luz, y "reyes a tu naciente resplandor' (Isaías, 60:2, 3)". "Bueno" dijeron a coro todas las luminarias de Janucá "esperamos que hayas disfrutado de nuestros relatos y charlas y hayas aprendido mucho de ellas. Por espacio de más de dos mil años, nosotras, las minúsculas lucecitas de Janucá, hemos venido, año tras año, trayendo relatos de valentía y sacrificios por la causa

La famosa historia de Jana y sus siete hijos tuvo lugar en esa época. Los hombres de Antíoco iban de pueblo en pueblo y de aldea en aldea para obligar a sus habitantes a adorar a los ídolos paganos. Solo quedó una zona de refugio, los montes de Judea con sus cuevas. Pero aún hasta allí persiguieron los sirios a los fieles judíos y muchos fueron los que ofrendaron sus vidas como mártires.

Un día, los secuaces de Antíoco llegaron a la aldea de Modiín, donde vivía el anciano sacerdote Matitiahu. Cuando el oficial sirio mandó construir un altar en la plaza pública de la aldea y exigió a Matitiahu que ofrendara sacrificios a los dioses griegos, éste replicó: -¡Mis hijos, mis hermanos y Yo estamos decididos a permanecer fieles al pacto que Di-s hizo con nuestros antepasados! De inmediato se aproximó al altar un judío helenista con la intención de ofrecer un sacrificio. Matitiahu empuñó una espada y lo mató. Los hijos y amigos de Matitihu se arrojaron sobre los oficiales y soldados sirios. Luego de perseguir a los demás, se dedicaron a destruir el altar.

Matitiahu sabía que Antíoco se enfurecería cuando supiera lo que había sucedido, y seguramente enviaría a sus esbirros para castigarlo a él y los suyos. Por lo tanto, abandonó la aldea de Modiín y huyó con sus hijos y amigos a los montes de Judea. Todos los judíos leales y valientes se les unieron. Formaron legiones, que cada tanto abandonaban sus escondites para lanzarse sobre destacamentos y avanzadas de los enemigos, y para destruir los altares paganos que se erigían por orden de Antíoco.

Antes de morir, Matitiahu reunió a sus hijos y los instó a continuar la lucha en defensa de la Torá de Di-s. Les pidió que siguieran los consejos de su hermano Shimón "el Sabio", y que en la lucha reconocieran como jefe a Iehudá "el Fuerte". Iehudá era llamado "El Macabeo", palabra compuesta por las primeras letras de las cuatro palabras hebreas "Mi Camoja Ba'elim Hashem" -'¿Quién es como Tú entre los poderosos oh Di-s?'-. Antíoco envió a su general Apolonio para eliminar a Iehudá y a su gente, los Macabeos. Aunque superaban

prometió al día vigésimo quinto de Kislev que eventualmente tendría su bien merecida recompensa". "Cuando el rey Salomón terminó de construir el Gran Templo de Jerusalén (en el año 2935 —825 "antes de la E. C.), su consagración tuvo lugar en Sucot, y el día 25 de Kislev fue dejado de lado". "Al fin le llegó su recompensa, cuando Iehudá Makabi consagró al Templo que había sido profanado por el malvado Antíoco, y el 25 de Kislev se convirtió en un aniversario inolvidable". "Confía en que Di-s recompensa adecuadamente, así como castiga las malas acciones" Al cabo de una corta pausa, la Luminaria de Janucá continuó. "Durante los últimos años hemos tenido una tarea muy difícil. Nuestro pueblo ha sufrido inenarrables miserias y dolor viéndose compelido a ofrendar incontables sacrificios humanos, santificando el Nombre de Di-s". "Ha sido la más tenebrosa de las noches para nuestro pueblo. En medio de la oscuridad, nosotras, las pequeñas luminarias de Janucá, hemos esparcido un rayo de esperanza, anunciando el amanecer de un nuevo día, más claro que nunca". "Recuerda a Rabí Akiva y sus amigos, cuando visitaron las ruinas del Santo Templo. Todos lloraban, menos él".

"Ya estamos todas aquí" exclamó la octava luminaria en cuanto Iaakov quedó solo con la Menorá de Janucá, ya que sus hermanos y hermanas se habían ido a jugar otra vez al dreidl —la perinola. "Esta es la última noche que pasaremos contigo. Pronto tendremos que despedirnos hasta "encontrarnos de nuevo el año que viene. "¿Sabes que no fue mera casualidad el que Janucá sucediera el 25 de Kislev? No preciso decirte que nada ocurre por accidente, sino que la mano Divina lo conduce todo... " "El vigésimo quinto día del mes de Kislev cobró importancia por vez primera ya más de mil años antes del "Milagro de Janucá". "Fue en esa fecha cuando se concluyó el edificio del Mishkán en el desierto, escasamente nueve meses después del Éxodo de Egipto, acaecido en el año 2448 (1312 antes de la E.C.). "Sin embargo, en esa época, Di-s postergó la consagración del Mishkán hasta el primer día del mes de Nisán". "'Di-s no escatima la recompensa de ninguna criatura' dicen nuestros sabios. Así, Di-s

en número y en equipo bélico a sus adversarios, los sirios fueron derrotados por los Macabeos. Antíoco despachó entonces otra expedición, la que también fue derrotada. Finalmente comprendió que solo con un poderoso ejército podía aspirar a derrotar a Iehudá y a sus bravos combatientes. Un ejército de más de 40.000 hombres recorrió el territorio bajo el mando de dos comandantes: Nicanor y Gorgiash. Cuando la noticia llegó hasta Iehudá, éste y sus hermanos exclamaron: ¡Luchemos hasta la muerte en defensa de nuestras almas y de nuestro Templo! El pueblo se reunió en Mizpá - lugar donde antaño el profeta Samuel había elevado sus preces a Di-s-. Al cabo de una serie de batallas, la guerra fue ganada por los Macabeos.

"Esta Menorá constituyó uno de los más preciados tesoros entre los despojos que Tito se llevó "cuando destruyó e Templo, muchos años más tarde, en el año 68 de la E. C Tan orgulloso se sentía por haber conquistado la Tierra de Israel, por la destrucción de nuestro Santo Templo y la captura de nuestra sagrada Menorá que, cuando se erigió un gran arco de triunfo en su honor, en Roma, la Menorá fue representada en forma sumamente destacada en este 'Arco de "Tito'".

Los Macabeos regresaron a Jerusalén y la liberaron. Entraron en el Templo y lo limpiaron de los ídolos colocados allí por los vandálicos sirios. Iehudá y los suyos erigieron un nuevo altar y lo consagraron en el vigésimo quinto día del mes de Kislev del año 3622 (138 antes de la e.c.). La Menorá -Candelabro- de oro habia sido robada por los sirios, por lo que los Macabeos hicieron una nueva de un metal menos noble. Cuando quisieron encendería, solo encontraron una pequeña redoma de aceite puro de oliva que

"El cruel Tito supuso que había conquistado definitivamente a nuestro pueblo y que había extinguido su vida. "Pero, como muchos otros de su calaña, se equivocaba. "Israel siguió con vida y sobrevivió al vasto imperio de Tito, porque cada judío sintió arder "dentro de sí la sagrada luminaria de la Torá. Así se convirtió cada uno en una Menorá viviente, en medio de las tinieblas". Cuando la séptima luminaria de Janucá culminó su relato las otras ya se habían despedido de Iaakov. La séptima luminaria también le deseó "buenas noches", pero Iaakov seguía sentado junto a la lámpara de Janucá, con los ojos celestes fijos en ella, meditando...

"Invariablemente, encontraba la lámpara más occidental ardiendo aún, mientras las otras seis ya se habían consumido. Este milagro se repetía diariamente. Las siete lámparas de la Menorá recibían la misma cantidad de aceite, lo necesario para arder por una sola noche; sin embargo, mientras todas las demás se apagaban al terminar la noche, la lámpara más occidental seguía encendida hasta la tarde siguiente cuando se volvía a encender la Menorá con fuego de esa llama occidental". Este milagro demostraba la Presencia Divina (Shejiná) entre el pueblo de Israel. "Esa sagrada Menorá fue la que profanó Antíoco. Solo pudo hacerlo cuando los judíos renegaron de la Torá y se inclinaron hacia el helenismo y la idolatría. "Cuando los judíos se alejaron de Di-s, Él se alejó de los judíos, y la luminaria de la Menorá se apagó". Sin embargo, cuando, guiados por la familia sacerdotal de Matitiahu y sus bravos hijos, los judíos se unieron y retornaron a Di-s con toda sinceridad, Él les demostró que se encontraba otra vez presente entre ellos. Lo hizo por medio del conocido milagro: encontraron "únicamente una pequeña redoma de aceite con la cantidad suficiente como para que "permaneciera encendida un solo día, y que, por un milagro de Di-s, duró ocho días, hasta que se pudo preparar el nuevo aceite puro".

continuaba cerrada con el sello del Sumo Sacerdote Iojanán. Este alcanzaba solo para un día; pero por un milagro de Di-s, siguió ardiendo durante ocho días, hasta que se pudo elaborar más aceite. El milagro demostró que Di-s había tomado nuevamente a Su pueblo bajo Su protección. En recuerdo a este milagro, nuestros sabios fijaron como festividad los ocho días de Janucá, constituyéndose éstos en ceremonia anual de agradecimiento eterno por medio del encendido de las velas.

Los elementos básicos de una Menorá kosher son ocho soportes para el aceite o las velas, y un soporte adicional, separado del resto, para la vela shamash,(acompañante). Las luminarias de Janucá pueden ser velas, o mechas sumergidas en aceite. Ya que el milagro de Janucá ocurrió con el aceite de oliva —la pequeña vasija de aceite que duró ocho días —la Menorá de aceite es preferible a la de vela, y el aceite de oliva es el ideal para encender las luminarias de Janucá. Las mechas de algodón son preferibles porque producen una llama más clara.

Siempre que compramos un artículo para hacer una mitzvá, intentamos que sea lo más hermoso dentro de nuestras posibilidades. Así pues, si es posible, consiga una Menorá de plata. Embellecer la mitzvá es nuestra manera de demostrar nuestro aprecio a Di-s y cómo llevamos a cabo sus mandamientos. Las ocho velas de la Menorá deben estar en línea recta, no en zigzag o con algunas luces más altas que otras. Si es un Menorá de aceite, los vasitos deben contener bastante aceite para iluminar por el tiempo requerido por lo menos 30 a 60 minutos en día de semana, entre una hora y una hora y media, el viernes por la tarde (véase para los detalles encendidos). Si usa velas, éstas deben ser bastante grandes como para iluminar el tiempo requerido. Las menorot eléctricas son utilizadas para exhibición, y son un medio maravilloso para difundir el milagro de Janucá. Pero para cumplir con la mitzvá, las luces de Janucá deben ser llamas verdaderas de cera o aceite como en el Santo Templo. El shamash la vela "acompañante" que se utiliza para encender las otras velas debe estar un poco más alta o baja que las demás, en el noveno brazo de la Menorá. Muchos utilizan tradicionalmente una vela de cera de abejas para el shamash.

quien elaboró la Menorá. "Solo el más puro de los aceites se usaba para la Menorá". "¿Sabes cómo se preparaba? Para empezar, no se empleaban olivos comunes para la elaboración del aceite de la Menorá. Se daba preferencia al aceite extraído de los olivares provenientes de la zona vecina a la ciudad de Tekoa". Tekoa es una localidad en la Santa Tierra de Israel, donde vivió el profeta Amós. Estaba situada en la provincia gobernada por la Tribu de Asher, a quien Iaakov, nuestro tercer Patriarca, había bendecido diciéndole: De Asher vendrá su pan aceitoso' y él dará regalos dignos de un rey' (Génesis 49:20). "Los olivos tenían que ser cultivados en tierra virgen, que no hubiera sido abonada ni irrigada con métodos artificiales". "Las aceitunas debían ser maduras y recién arrancadas del árbol, y tan solo las primeras gotas delicadamente exprimidas de esas aceitunas selectas podían ser usadas para la Menorá". "Cada mañana, un Kohen —sacerdote —, al que le había correspondido por sorteo el deber y el privilegio de limpiar y encender ese día el candelabro, se aproximaba reverentemente a la Menorá".

Siete llamitas ardían en la lámpara de Janucá y todas ellas se inclinaron reverentes para saludar a Iaakov con un deseo de "Feliz Janucá". La séptima luminaria, brillando con más intensidad que las demás, dio comienzo a su relato: "¿Sabías que en el Santo Templo de Jerusalén, la Menorá de Oro solo tenía siete brazos, tantos como ves encendidos esta noche? Por eso es que nosotros no tenemos candelabros de siete brazos, pues no debemos imitar los elementos sagrados del Santo Templo". "Veo que todos tienen curiosidad por saber algo más de la Menorá que se guardaba en el Santo Templo, así que os lo relataré esta noche". "Recordarán seguramente lo que aprendieron en el Jumash —la Biblia —acerca de la Menorá; fue hecha de oro puro batido, de una sola pieza, con una columna central y seis brazos, tres a cada lado, haciendo un total de siete. En el extremo de cada brazo había un recipiente". "Además, cada brazo estaba decorado con hermosos capullos de almendro y florones, todo en una sola pieza de oro. Era una maravillosa obra de arte. Hasta el gran Moisés encontró dificultad en comprender las instrucciones que Di-s le dio verbalmente, y por eso, finalmente, Di-s mismo fue

Aunque el shamash haya cumplido su función de encender las velas, no lo apagamos, sino que lo fijamos en su lugar junto a las otras velas, listo para ser utilizado en caso de que alguna se apague. Además, está prohibido tener provecho de las luces de Janucá, así que en caso de necesitar la luz de una vela, utilizamos elshamash, para preservar la santidad de las luces de mitzvá.

Hombres y mujeres por igual deben participar en el encendido de la Menorá. En algunas familias, el padre enciende la Menorá de la familia, y todos escuchan las bendiciones y contestan "Amen." En otras familias, todos los miembros de la casa, incluyendo niños, encienden sus propias menorot. De cualquier manera, es importante que todos estén presentes cuando se conmemora el milagro de Januca festivamente.

Encienda la Menorá en su hogar. Si está viajando, encienda su Menorá dondequiera que pase la noche. Si usted pasa la noche en un hogar judío, tiene la opción de dar al anfitrión una moneda o una contribución

simbólica para los gastos de la Menorá, y de ese modo cumple con el encendido de la misma —o mejor todavía, encienda también su Menorá. ¡Dos luces iluminan más que una! Los estudiantes que viven en dormitorios o en sus propios apartamentos deben encender menorot en sus cuartos.

En el hogar, hay dos ubicaciones preferidas para la Menorá. Puede colocar la Menorá en el umbral principal. Colóquela en una silla o mesa pequeña cerca del umbral que está enfrente de la mezuzá. Así cuando usted pasa a través del umbral queda rodeado de mitzvot: lamezuzá y la Menorá. Lo ideal, es que las luces de la Menorá estén entre 30cm y 1 metro del suelo. O coloque la Menorá en el marco de la ventana que da hacia la calle. Esta opción es válida solamente si la ventana está a menos de 9 metros de la calle.

luminaria de Janucá. No desesperemos, por lo tanto, y roguemos a Di-s que nos libere de los que nos atormentan, para que podamos vivir y volver a encender las luces de Janucá, el año próximo, en nuestra querida Tierra Santa'". La llamita hizo una pausa, pero Iaakov quiso saber qué les había ocurrido a esos prisioneros, de modo que la luminaria de Janucá prosiguió: "Fueron las más afortunadas víctimas de Hitler. Tuvieron la suerte de ser considerados "'extranjeros enemigos' y retenidos con vida para ser canjeados por prisioneros alemanes. En "una noche como ésta, en el momento en que el rabino encendía la sexta Luminaria de Janucá, "recibieron la buena nueva de que serían canjeados por prisioneros alemanes y enviados a los "Estados Unidos. Esta noche celebran Janucá con mayor regocijo que nunca porque se cumple "también el aniversario de su liberación". La lucecilla parpadeó por un instante, y luego agregó: "Debo ir a visitarlos de inmediato. Te veré mañana".

oprimidos por tiranos como Antíoco. Voy a encender la Menorá de Janucá. Quiera Di-s que ésta nos alumbre a todos nosotros. Escuchen con devoción las "bendiciones'". "El venerable Rabino encendió la improvisada lámpara de Janucá, al tiempo que pronunciaba las tres bendiciones sobre la primera Luminaria de Janucá". "Había un torrente de lágrimas en sus ojos y su voz solemne vibró de esperanza y coraje, desde lo más íntimo de su corazón": "'Hermanos míos…' continuó el Rabino, mientras la débil llama difundía una tenue luz en la barraca. No alcanzaba a distinguir los tristes rostros de los prisioneros, pero era conciente de que había lágrimas en muchos ojos, y algunos sollozos reprimidos se lo confirmaban". "'Hermanos míos' dijo el Rabino por segunda vez 'esta noche no es momento para desesperar. Observen esta llama y traten de comprender lo que significa. Cuando Aarón estaba por encender la Menorá en el Mishkán —el Tabernáculo móvil del desierto—, Di-s le prometió que aunque la Menorá del Templo pudiera estar apagada durante el tiempo que el pueblo de Israel se alejara de Él, quedaría aún una luminaria que siempre se encendería". "Esta luminaria alumbraría la noche oscura de la diáspora y llevaría esperanza a sus hijos en las horas de infortunio. Esta habría de ser la

Las velas de Janucá se encienden todas las noches de la festividad. Los Macabeos expulsaron a las fuerzas de la oscuridad con espadas; nosotros lo hacemos con luz. La costumbre de muchas comunidades es encender la Menorá poco después de la puesta del sol. En otras comunidades, la Menorá se enciende después del anochecer (aproximadamente treinta minutos después de la puesta del sol). De cualquier manera, la Menorá debe contener bastante aceite para iluminar por lo menos treinta minutos después del anochecer. Sin importar la costumbre que siga en las otras noches de Janucá, el viernes de noche la Menorá se enciende antes de la puesta del sol, y la noche del sábado se enciende después del anochecer. Lo ideal es encender la Menorá en lo más temprano posible; a menos que esté aguardando la llegada de los miembros de la familia que desean estar presentes durante el encendido de la Menorá. Las velas de Janucá se pueden encender mientras haya gente en las calles, o mientras hay algún miembro de la familia despierto para participar —como máximo se enciende hasta media hora antes del amanecer. (Si no hay un

miembro de la casa despierto y las calles están desiertas, encienda el Menorá sin recitar la bendición.

Resultaba dura la tarea de dar consuelo a esos desanimados prisioneros". "Entonces llegó Janucá. Desde un mes antes, el rabino había estado privándose de un poco de aceite de cada comida, que guardaba cuidadosamente". "Gota a gota fue juntando el precioso elemento, y para Janucá llegó a tener la suficiente cantidad como para cumplir la apreciada Mitzvá de encender las luces de Janucá". "En la cocina consiguió una zanahoria cruda y ahuecó en ella una pequeña cavidad, para poner el aceite". "Del borde de su saco cortó una tira de tela para improvisar una mecha. ¡Ya tenía una Menorá!

1. Acomode las velas en la Menorá. Asegúrese de que haya bastante aceite, o de que las velas sean lo bastante grandes, como para que iluminen hasta media hora después del anochecer (o, si se enciende después de anochecer, media hora). 2. La primera noche, fije una vela en el extremo derecho de la Menorá. A la noche siguiente agregue una segunda vela a la izquierda de la primera, y después agregue una vela cada noche de Janucá avanzando de izquierda a derecha.

"La oscuridad reinaba en las tenebrosas y lúgubres barracas donde estaban confinados esos pobres judíos, ya que sus crueles torturadores no les proporcionaban luz alguna durante la noche". "En esa silenciosa y pesada oscuridad, las palabras del venerable Rabino parecían salir de la nada, como una voz del cielo". "'Queridos hermanos' comenzó quedamente el Rabino 'Hoy es Janucá, la Fiesta de las Luminarias, aquella que a pesar de la oscuridad y la opresión trae su luminoso mensaje de esperanza a todos los judíos

de la época de aquel primer Janucá bajo el régimen de los Jashmonaím, pues voy a traerte a nuestro siglo, triste y trágico como fue". "Cierta vez, un tirano más cruel aún que Antíoco, declaró la guerra a nuestro pueblo y amenazó con extinguir para siempre la luz de nuestra Torá". "Mi relato te llevará a los primeros días de la última Guerra Mundial, cuando los ejércitos de "Hitler —borrado sea su nombre de la faz de la tierra —se hallaban dominados por la embriaguez de la conquista". "Te llevará a un lugar miserable, inapropiado para seres humanos, un sitio que quedará para siempre ligado al nombre de Schikelgruber y del que siempre se hablará con horror y aversión: un campo de concentración". Este era un campo de concentración situado en Francia al que habían sido arreados como animales muchos judíos, a la espera de un destino por el momento ignorado". "Fue a ese campo de concentración" continuó la pequeña luminaria de Janucá "que fui llamada a llevar un poco de esperanza y ánimo a los sufrientes y desesperados judíos. Entre ellos había un venerable anciano. Era rabino". "No se daba descanso yendo y viniendo de uno a otro de sus hermanos, para infundirles esperanza y coraje.

3. Reúna a toda la familia alrededor de la Menorá. 3. Encienda el shamash, la vela piloto; sosténgalo con la mano derecha (a menos que sea zurdo, en ese caso lo sostiene con la izquierda). 4. De pie, recite las bendiciones apropiadas. 5. Encienda las velas. Cada noche, encienda la vela nueva (en el extremo izquierdo) primero y continúe encendiendo de izquierda a derecha. (Agregamos velas a la Menorá de derecha a izquierda, y encendemos de izquierda a derecha.)

Antes de encender las velas de Janucá, agradecemos a Di-s por esta mitzvá, y por los milagros ocurridos en Janucá: 1 -Baruj Atá A-do-nai E-lo-heinu Melej Haolam asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner Janucá. Bendito eres Tú, Di-s nuestro Señor, Rey del Universo, Quien nos ha santificado con Sus preceptos y nos ha ordenado encender la vela de Janucá

2 -Baruj Atá A-do-nai E-lo-heinu Melej Haolam sheasá nisím laavotenu baiamim hahem bizmán hazé. Bendito eres Tú, Di-s nuestro Señor, Rey del Universo, Quien hizo milagros a nuestros antepasados, en aquellos días, en esta época. Sólo la primera noche se recita Shehejeianu. 3 -Baruj Atá A-do-nai E-lo-heinu Melej Haolam shehejeianu vekiemánu vehiguianu lizman hazé. Bendito eres Tú, Di-s nuestro Señor, Rey del Universo, Quien nos otorgó vida, nos sustentó y nos hizo llegar hasta la presente ocasión. Luego se coloca el Shamash en su lugar.

Una vez encendidas las velas de la Menorá y colocado el shamash en su lugar, es tradicional cantar los himnos de Janucá, por ejemplo, Haneirot Halalu y/o Maoz Tzur. Relájese junto a la Menorá por media hora (menos el viernes por la tarde, cuando los preparativos de Shabat son primordiales). Comparta algunas historias de Janucá con su familia, goce del juego del dreidel y

reunieron en Jerusalén para rendir honores al bienamado Sumo Sacerdote". Todos "juntos agradecieron a Di-s por haberlos librado de sus enemigos y en medio de estrepitosas ovaciones y manifestaciones de júbilo, proclamaron a Shimón como Sumo Sacerdote y Príncipe de Israel". "El pueblo todo juró lealtad al nuevo jefe y a su familia. Las valientes acciones de Matitiahu y sus hijos fueron grabadas en placas de bronce que fueron fijadas en las columnas que sostenían al Beit HaMikdash —el Santo Templo —y réplicas de estas placas fueron obsequiadas a Shimón como prueba de eterno amor y gratitud". "Los judíos volvieron a vivir felices en su propia tierra, gozando del pleno derecho de venerar a Di-s, en paz y seguridad". Todos los años, el vigésimo quinto día del mes de Kislev, celebramos la fiesta de Janucá, encendiendo la Menorá durante ocho días, relatando a nuestros hijos los "maravillosos milagros de Di-s".

La sexta luminaria de Janucá titiló e hizo una reverencia antes de dar comienzo a su relato. "Mi historia ha de transportarte a muchos años de distancia

"Siento mucho que mi historia de hoy tenga un final tan triste" dijo la cuarta luminaria de Janucá "pero ha llegado mi último instante. Mañana, si Di-s quiere, oirás un relato más alegre".

En la lámpara de Janucá había cinco pequeñas llamas vacilantes. Todas ellas se inclinaron en una gentil reverencia y saludaron al pequeño Iaakov con un cordial "¡Feliz Janucá!" La quinta luminaria, brillando con más intensidad que sus compañeras, comenzó con su relato. "Solo quedaba con vida uno de los cinco valientes hijos de Matitiahu. "Iehudá, Eleazar, lojanán y Ionatán habían sacrificado sus vidas por su pueblo. Le tocaba el turno de asumir el mando a Shimón. Todo el pueblo de Israel le imploró que aceptara ser su jefe y Sumo Sacerdote, prometiendo obedecerle como lo habían hecho con sus hermanos". "La tierra de Israel continuaba rodeada de enemigos internos y externos, y Shimón tuvo que librar muchas batallas antes de lograr la paz frente a ellos". "En el tercer aniversario de la asunción del mando de Shimón, todos los dignatarios y nobles de Israel se

disfrute de los tradicionales latkes (crepes fritas de papa) o sufganiot (masas rellenas) Durante la primera media hora que se encienden las velas (o hasta media hora después del anochecer, si la Menorá fue encendida antes de que oscurezca) la Menorá no se debe mover de su lugar. Y si una luz se apaga, es mejor reencenderla. Después de este punto, se puede mover la Menorá en caso de necesidad, y no es necesario reencender velas que se apagan Las mujeres evitan realizar tareas en la casa durante la primera media hora que las velas están encendidas, para honrar a las valientes mujeres judías que desempeñaron un papel significativo en la victoria de Janucá.

Está prohibido encender fuego en Shabat, prohibición que se extiende desde la puesta del sol del viernes hasta el anochecer del sábado. Por lo tanto, el viernes, encienda la Menorá antes de las velas de Shabat. Las velas de Shabat se encienden tradicionalmente dieciocho minutos antes del ocaso. Use aceite adicional o velas más grandes para la Menorá del viernes, ya que debe permanecer encendida media

hora después del anochecer (aproximadamente 1 hora y media después del encendido de las velas de Shabat). Durante Shabat, no reencienda ni mueva la Menorá. Tampoco se preparan las velas del sábado a la noche, durante Shabat. El sábado a la noche, encienda la Menorá al finalizar Shabat al anochecer. Es costumbre encender la Menorá inmediatamente después de Havdalá.

Además de las menorot colocadas en los umbrales y ventanas de los hogares judíos, los sabios instituyeron el encendido de la Menorá en las sinagogas para hacer público el milagro de Janucá. La Menorá de la sinagoga se coloca cerca de la pared meridional del santuario (evocando la Menorá del Templo que también estaba situada en la pared meridional del santuario), y se enciende antes de la puesta del sol, inmediatamente después de las plegarias de la tarde. Los presentes en la sinagoga, incluso el que enciende la Menorá y recita las bendiciones, no han cumplido su obligación personal de encender la Menorá. Y deben encenderla en sus hogares.

Ionatán, con un mensaje de amistad, en el que expresaba su complacencia al verlo consagrado como Sumo Sacerdote y rey de los judíos". "Ionatán tomó el partido de Alejandro, pues sabía que Demetrio era traicionero y poco digno de confianza". "En la primera batalla que libraron, Demetrio perdió la vida en el terreno y triunfó Alejandro. Este celebró la victoria en la ciudad de Acco, e invitó al rey Tolomeo, de Egipto, y a Ionatán, a "tomar parte en los festejos de la victoria. A Ionatán le hizo rendir honores reales". "Uno de los hombres que gozaba de la confianza del rey de Siria era Trifón. Este hombre proyectaba asesinar al rey para suplantarlo en el trono". "Como sabía que Ionatán no dejaría sin vengar tal traición, Trifón resolvió deshacerse de él". "Para ello, organizó una fiesta, a la que invitó a Ionatán. Este no sospechaba que se le hubiera tendido una celada y concurrió a la fiesta. En un momento en que quedó sin escolta, Trifón lo hizo tomar prisionero". La luminaria de Janucá suspiró en el mismo instante en que una lágrima, brillante como una perla, rodaba por la mejilla de Iaakov.

Lo ideal es que la Menorá de la sinagoga se reencienda por la mañana, de modo que quede encendida todo el día (siempre que haya gente presente). La "Havdalá" —ceremonia que marca el final del Shabat —había concluido y ahora cuatro llamitas vacilantes ardían en la lámpara de Janucá. Todas hicieron graciosas reverencias al saludar a Iaakov. Sin perder tiempo la cuarta luminaria de Janucá emprendió su relato: "Iehudá y los suyos libraron y ganaron muchas batallas, pero en una de ellas cayó el bravo Iehudá". "Todo Israel lloró la muerte de su héroe. Posteriormente, eligieron como sucesor a su hermano Ionatán para que éste los dirigiera". "Por suerte para los judíos, nuevamente había disturbios en Siria. Demetrio, el monarca reinante, se hallaba en pugna con su rival Alejandro".

En el pasado, la sinagoga era el lugar que concentraba la mayoría del público judío. Hoy, sin embargo, la realidad es que muchos judíos no visitan la sinagoga a diario. Por lo tanto algunas comunidades bajo las halajot de sus majamim fomentaron la colocación de menorot en lugares públicos, para maximizar el alcance de la luz de Janucá, y proclamar públicamente el eterno mensaje de Janucá de la victoria de la luz sobre oscuridad. Si quiere construir una Menorá gigante al aire libre, la altura permitida máxima de la misma es aproximadamente 9 metros. La gente normalmente no eleva la vista más arriba que esta altura, y una Menorá más alta no cumpliría su cometido.

"Demetrio no sentía gran estima por Ionatán, y le temía; pero más aún temía a Alejandro, de modo que decidió atraer a Ionatán a su bando". "Fue así que Demetrio envió mensajeros suyos a Ionatán para invitarle a olvidar los viejos agravios y rencores, a cambio de lo cual le brindaría su amistad incondicional". "Alejandro no tardó en imitarlo. Envió también él una corona de oro y regios ropajes para

Antes de encender las luces de Jánuca, (o si usted enciende las luces de Jánuca por primera vez este año) recite las tres bendiciones. En cada noche subsiguiente se recitan solo las dos primeras bendiciones.

Recite sólo en la primera noche (o si enciende las luces de Jánuca por primera vez): 1. Baruj Atá A-do-nai E-lo-heinu Melej Haolam asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner Janucá. 2. Baruj Atá A-do-nai E-lo-heinu Melej Haolam sheasá nisím laavotenu baiamim hahem bizmán hazé. 3. Baruj Atá A-do-nai E-lo-heinu Melej Haolam shehejeianu vekiemánu vehiguianu lizman hazé. Traducción: 1. Bendito eres Tú, Di-s nuestro Señor, Rey del Universo, Quien nos ha santificado con Sus preceptos y nos ha ordenado encender la vela de Janucá. 2. Bendito eres Tú, Di-s nuestro Señor, Rey del Universo, Quien hizo milagros a nuestros antepasados, en aquellos días, en esta época. 3. Bendito eres Tú, Di-s nuestro Señor, Rey del Universo, Quien nos otorgó vida, nos sustentó y nos hizo llegar hasta la presente ocasión.

"Eleazar mató al elefante y a su encumbrado jinete, mas al hacerlo, perdió la vida al ser atrapado bajo el enorme peso de la bestia que se desplomó a consecuencia de sus heridas". "No era al rey a quien Eleazar mató sino que se trataba de uno de sus generales de más alto rango". "Sin embargo, la valerosa acción de Eleazar inspiró a sus hermanos a proseguir la lucha con mayor decisión. A pesar del denuedo con que los ejércitos hebreos llevaban adelante la contienda, se encontraban en gran desventaja numérica y hubo un momento en el que corrieron grave peligro de resultar vencidos". "De pronto apareció un mensajero sirio trayéndole al rey noticias de una sublevación en su propio país: su propio hijo intentaba derrocarlo". "Eupátor decidió abandonar la batalla y hacer las paces con Iehudá. "Así, una vez más, la tierra de Israel se salvó en el instante mismo en que todo parecía estar "perdido. "Esto es todo por ahora" terminó diciendo la tercera luminaria de Janucá" ¡Feliz Janucá!

infantería, veinte mil de caballería y treinta y dos elefantes adiestrados para la guerra". "Todos eran veteranos de guerras anteriores e iban protegidos por corazas y cascos de metal. "Cuando el sol naciente iluminaba ese resplandeciente conjunto de armaduras, el brillo que "reflejaba relumbraba a millas de distancia, infundiendo pavor a quienquiera osaba anteponerse a su paso". "Iehudá y sus valientes guerreros, sin embargo, no se amilanaron. Resueltos a pelear hasta el último hombre, atacaron al enemigo, no sin antes haber implorado la ayuda Di-s para su santa causa". "Fue una batalla sangrienta, pero Iehudá y los suyos lucharon sin tregua. A pesar de que destruían un batallón tras otro, el enjambre enemigo parecía inextinguible". "De pronto, Eleazar vio un elefante de guerra enemigo que estaba más ricamente enjaezado que los demás y que iba con una fuerte escolta armada". "'Allí debe encontrarse el rey' pensó Eleazar.'Si lo mato, la victoria es nuestra'. "Con desprecio de su propia vida, Eleazar se precipitó en dirección al elefante, abriéndose paso a brazo partido por entre la escolta, matando a diestra y siniestra, hasta llegar al enjaezado animal".

Hace muchos años comenzó la primera luz de Janucá los judíos vivían en la tierra de Israel. En aquella época no tenían rey, pues su soberano era Di-s, el Rey de reyes. Desgraciadamente, muchos judíos fueron abandonando el servicio a Di-s, y pronto se encontraron sumidos en la servidumbre a un rey humano, que dé humano no tenía nada. Era un tirano cruel, sumamente cruel. Se llamaba Antíoco, y reinaba en el vecino territorio de Siria. Tan poderoso era, que nadie poseía la suficiente fuerza como para impedir que hiciera las mayores perversidades. Antíoco dispuso que todos los judíos adoraran ídolos, obligándolos por la fuerza a cumplir los rituales paganos. Envió funcionarios y soldados que implantaron el terror en toda la tierra de Israel, a fin de imponer las leyes y costumbres de su país natal. Prohibieron a los judíos que adoraran a Di-s tal como Él lo había establecido y les negaron el derecho de observar Sus más sagradas costumbres y leyes. El

Santo Templo de Jerusalén fue profanado y despojado de sus hermosos vasos sagrados de oro. Muchos de los valiosos elementos sagrados de culto que allí se utilizaban fueron robados. Cualquiera que osara desobedecer al tirano era ejecutado de inmediato y sin reparos. Siguieron tiempos de terror y persecución y la situación se hacía insostenible. Fue entonces cuando los judíos comprendieron que eran sus propios pecados los que les habían acarreado tal infortunio. Pero el daño no era irreparable. Ya habían tenido oportunidad de aprender, con el correr de los siglos, que su bondadoso Di-s recibe con amor a quienes retornan a Él con sinceridad. Por eso comenzaron por enmendar su conducta, y resolvieron morir antes que renunciar a su fe. Hasta los niños —como tú —hacían frente al peligro animosamente, con coraje, y mostraban su desdén por la vida de lujos vanos y carentes de sentido de los paganos. Entonces dijo Di-s: ¡Mis hijos ya han sufrido bastante: los salvaré!. Fue un anciano —prosiguió la titilante lucecilla —de cuerpo débil pero de espíritu gigantesco, quien

misma fecha en que el Templo había sido profanado por el enemigo, el "25 de Kislev, en la que se celebró la consagración del Templo. "Pero eso no fue todo. Otro suceso milagroso habría de sumarse a la victoria militar. La pequeña "cantidad de aceite que solo podía durar un día, siguió ardiendo durante ocho días, hasta que "pudo prepararse el nuevo aceite puro de oliva, necesario para la Menorá. "Esta fue una clara demostración de que los milagros de Di-s están por encima del "entendimiento humano. "Aquí termina mi relato" dijo alegremente la segunda luminaria de Janucá "Mañana, mi hermana menor te contará otra historia de heroísmo. Ahora, ve corriendo al Beit Hakneset y trata de estar de nuevo junto a nosotras, mañana cuando concluya el Shabat".

La noche siguiente, luego de saludar a Iaakov, la tercera luminaria comenzó: "Hoy te relataré la historia de Eleazar, el hermano menor de Iehudá. "Cuando el malvado Antíoco murió, su hijo Eupátor ascendió al trono de Siria. Eupátor no era "para nada mejor que su padre. Formó un enorme ejército de mercenarios, compuesto por cien "mil soldados de

superiores. Esto es "justamente lo que hicieron Iehudá Makabi y su gente. Ocultos en cuevas o emboscados, "atacaban súbitamente y sin tregua al enemigo, ya sea por la retaguardia o en mitad de la "noche. Aunque desproporcionadamente inferiores en número, sin embargo lograban dispersar a "sus enemigos en cada encuentro". Antíoco estallaba de ira. "Enviaba uno tras otro a sus grandes ejércitos con el propósito de capturar a Iehudá y destruir a "sus aguerridas huestes, pero los generales fracasaban constantemente en sus intentos". Finalmente, Antíoco envió a su mejor general, Lisias, al frente de un enorme ejército de "infantes, jinetes y carros de guerra. "Iehudá, disponiéndose para la inminente batalla, arengó al puñado de bravos guerreros: "'Hoy afrontaremos nuestra prueba decisiva. Pero no temáis. No fue merced a nuestras armas "que logramos derrotar al enemigo hasta el presente sino que ello se debe a nuestra fe sincera "en Di-s. Ellos vienen en carros y confían en su poder material, mas nosotros invocamos el "Nombre de Di-s y El será Quien luchará a nuestro lado' "Clamando a Di-s, al son de sus trompetas, Iehudá y sus valientes hombres se abatieron sobre el "enemigo. Ellos vinieron en carros pero nosotros en nombre de Di-s. "Fue exactamente en la

enarboló la bandera de la rebelión contra el poderoso rey Antíoco. Se llamaba Matitiahu HaJashmonaí. En la pequeña y pacífica aldea de Modiín vivía Matitiahu con sus cinco hijos. Cuando un funcionario del rey llegó acompañado con una compañía de soldados a fin de obligar a los judíos de la aldea a adorar ídolos, el anciano Matitiahu arrebató la espada del funcionario y lo mató. Luego instó a sus hijos y hermanos a imitar su ejemplo y todos se lanzaron sobre los vándalos matando a la mayoría de ellos. Los restantes, despavoridos, huyeron a informar al rey. El viejo Matitiahu con sus fieles amigos, conscientes de que la venganza de Antíoco sería inminente, se retiraron a las montañas. De allí, envió un mensaje a sus hermanos: '¡Seguidme, fieles a Di-s!' Y el número de hombres dispuestos a ofrendar sus vidas por la fe crecía día a día. Un día, Matitiahu reunió a sus amigos y les dijo: 'Siento que se aproxima mi último instante. Quiero que mi hijo Iehudá os conduzca a la victoria contra los enemigos de Di-s. Aunque estéis en gran desventaja numérica, no desesperéis. Depositad vuestra fe en Di-s. ¡Recordad a nuestro padre Abraham, quien prefirió ser arrojado al fuego antes que ser infiel a

Di-s! ¡Recordad también a Pinjás, el nieto de Aarón, quien arriesgó su vida por la santificación del Nombre de Di-s! ¡Recordad al Rey David, quien enfrentó a Goliat intrépidamente, confiando en Di-s! ¡Recordad a Elías, quien se mantuvo solo contra los falsos profetas venciéndolos! Aquél que ayudó a éstos en su momento de peligro os responderá a vosotros ahora. No temáis, mas depositad vuestra fe en Di-s. Que Di-s os bendiga y os guarde'. Poco tiempo después Matitiahu expiraba sumiendo en la tristeza a todos los que habían desarrollado un profundo sentimiento de amor hacia él. Desde ese momento proclamaron a Iehudá Makabi como su jefe militar y guía espiritual. Entre otras cosas éste se había propuesto mantener en alto la reputación de su familia de sacerdotes. La luminaria de Janucá hizo una pausa. El aceite se había consumido, pero la llamita luchaba tenazmente, casi con desesperación, por seguir ardiendo. Ha llegado mi hora de despedirme dijo Trata de venir a vernos otra vez mañana. ¡Feliz Janucá!

El día siguiente era viernes, y Iaakov comenzó sus preparativos para Shabat con mucha antelación para poder estar junto a las luminarias de Janucá en el momento de ser encendidas. Vio a su padre encender primero las luminarias de Janucá y luego su madre encendió las de Shabat. Tras esto, Iaakov acercó una silla y se sentó a hacer compañía a las luminarias de Janucá. Pronto oyó la familiar voz de la primera luminaria. "Feliz Janucá y feliz Shabat. Me alegro de verte nuevamente. Esta es mi hermanita menor. Dile "hola", al niño. "Hola" dijo la segunda luminaria, haciendo una graciosa reverencia "Conozco una historia maravillosa ¿Te agradaría oírla?" "Por supuesto que sí" replicó Iaakov "Por favor, cuéntamela". "Bueno" comenzó la segunda luminaria de Janucá su narración "Iehudá Makabi llevó de triunfo "en triunfo a ese pequeño grupo de fieles judíos. ¿Sabes qué es la "guerra de guerrillas? Es el "tipo de guerra que libra un número reducido de gente contra fuerzas muy

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