Anticiparse, la clave para sobrevivir

Anticiparse, la clave para sobrevivir No es noticia que la llegada de los cultivos estivales trae una serie de dificultades que ponen a prueba la rent

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Anticiparse, la clave para sobrevivir No es noticia que la llegada de los cultivos estivales trae una serie de dificultades que ponen a prueba la rentabilidad del productor. Cargas impositivas, tipo de cambio desfavorable, los ROE’s y el aumento del costo de los insumos son algunos factores que desalentaron la actividad y siembran el interrogante de su sustentabilidad. En este contexto, el arrendamiento fue uno de los subrubros más afectados, a tal punto que los distintos actores del sector subrayan que hoy es imposible obtener rentabilidad. Entre la espada y la pared, quienes no cuentan con campo propio se debaten entre contratar o no contratar, sembrar o no sembrar. Aquí es donde el ingenio del productor hace la diferencia. En Entre Ríos, Javier Alonso tomó una seria de medidas para amortiguar los golpes y mantener su estructura de producción agropecuaria, que cuenta además con una empresa de camiones de transporte y un pulverizador para las labores. “Se baja el área por un tema financiero, dado que el número no cierra”, cuenta el productor a Infocampo. Para esta campaña, Campo de Avanzada (su grupo empresario) sembrará en unas 4.500 hectáreas, cuando un año atrás superaba las 7.000. Todo, 100% arrendado.

Cerrar rápido los contratos Su estrategia se basó en la anticipación. Alonso renegoció en tiempo récord los contratos con los dueños de los campos, que se extienden por el centroeste de la provincia. La mayoría fue a porcentaje: acordó un 20% en los campos de Villaguay, ubicados en el sur, y un 15% en la zona de Federal, en el norte, un menor porcentaje al encontrarse a más de 400 kilómetros del puerto. “La zona centro de Villaguay-Concepción es bien agrícola desde hace 10 años, los campos están con una agricultura permanente en directa. En el norte está todavía la ganadería a la vuelta y hay una actividad mixta. Hay bastante monte, campos marginales y es donde más achicaron la superficie por productividad y distancia con los puertos”, describe. Con otro puñado arregló un número fijo, donde Alonso consiguió una baja de hasta un 50%. “Arreglé en cuatro quintales, cuando el año pasado cerraba en siete. Y a cosecha, sin nada de anticipos”, agrega. Una conjunción de factores ayudaron a acordar los alquileres con anticipación. Por empezar, reconoció que había el temor general, producto de que sobrevolaba en el aire una sensación de que iba a derrumbarse la producción. “Estábamos asustados tanto nosotros como los dueños de los campos, y ayudó que fue un año para cerrar un alquiler con una baja tan importante. En Córdoba , mis socios consiguieron quitas en los alquileres, pero no más del 20 o 25%; claro que sacan soja de 35 o 40 quintales”, cuenta. En segundo lugar, hace hincapié en la mala experiencia que tuvo la región durante la campaña pasada, perjudicada por las lluvias inoportunas: “Fue bastante flojo por los excesos de agua durante noviembre, justo en el momento

de la siembra. No paró más, no pude sembrar en fecha y lo que sembrábamos se nos pudría o lo teníamos que resembrar, o tenía mucho costo. Después, se cortó el agua cuando la necesitábamos para el llenado de granos, en febreromarzo. Fue un combo medio complicado”. Todo esto, sumado a que no había demasiada competencia a la vista, hizo que el mercado se hiciera rápido. “Ya algunos el año pasado se habían quedado sin alquilar por dilatar la negociación.” Atacar desde temprano. La anticipación es la clave para salir airoso, no sólo en el negocio sino también en el principio del manejo. Una vez que estrecha la mano con los dueños de los campos, Alonso empieza con los barbechos. Apenas percibe algún nacimiento de malezas realiza los controles preemergentes. “Hemos aprendido mucho sobre el manejo de rama negra (conyza bonariensis), que te diría ha sido el mayor problema de los últimos años. Cuando se estira el período de rama negra, de agosto a los primeros días de septiembre, si no hiciste un barbecho con anticipación empieza a estirarse y no hay con qué darle”, admite. En invierno hace un glifosato con baja dosis. “Una vez que levantamos la cosecha, al poco tiempo se entra con una dosis mínima de glifosato y hacemos una sulfonilurea, que puede ser metsulfurón en el caso de soja y glifo y atrazina en el caso del maíz”, señala. Eso, explica, es básicamente su barbecho de arranque. Durante la fina, Alonso decidió evitar al trigo, dado que Entre Ríos no suele caracterizarse por sacar trigos de alta calidad. En consecuencia, las dificultades de insertarlos en el mercado son aún mayores. Actualmente, se encuentra terminando los segundos barbechos, con otra aplicación de glifosato e imazetapir. “Hemos empezado a usar muchos los preemergentes, a cambiar los principios activos por ese tema de las malezas resistentes. El objetivo número uno es el rendimiento, y no dudo al momento de contratar una o dos fumigadoras más para llegar a tiempo con los barbechos y los controles de insecticida. Es algo que no ponemos en la balanza”, justifica.

La estrategia De las 4.500 hectáreas arrendadas, Alonso hará solamente 600 de maíz -el 13% de la superficie-por exigencia de un dueño que pidió un 30% de rotación del área. Todo un síntoma del difícil momento que atraviesa el cereal. “No queríamos incurrir en más inversión y crédito porque veníamos golpeados de la campaña pasada. Te diría que, históricamente, tuvimos un 30 o 40% de rotación soja-maíz”, admite. Para la soja, Alonso decidió aumentar de 30 a 80 el porcentaje de la variedad Intacta. No le dará un aumento significativo en el rinde porque venía utilizando variedades con potenciales similares. “La genética la tenemos, más allá de las variedades que sean Intacta”, dice. Sí tendrá menos gastos. “Más allá del canon, que tiene su costo y estamos pagando o declarando, vamos a ahorrar en agroquímicos. Eso es lo que tiran las planillas cuando hacemos el presupuesto. La realidad se sabrá al final”, dice el productor, que imagina un ahorro del 15% del costo de producción en relación a la convencional. “Tenés unas entradas menos con el mosquito y un par de aplicaciones menos de insecticida. Nos va a dar más tranquilidad y

estabilidad.” Para el momento de la fertilización, Alonso explica su manejo: “Los maíces los chorreamos con Solmix y este año ya está aplicado lo que hemos sembrado; apuntamos a 100 kilos de nitrógeno, entre lo que le ponemos y lo que aporta el suelo, y hacemos un diamónico de base. Con la soja, este año vamos a usar superfosfato triple y tiraremos entre 50 y 60 kilos”. La duda en cuestión es si tanto costo generará los kilos necesarios para soportar arrendamiento, siembra, insumos, labores, cosecha y flete. Alonso calcula su rinde de indiferencia en 22 quintales. Sumándole un 20% por alquiler, la cifra sube a 28. Si bien en la campaña pasada tuvo un promedio general de 26 quintales, el productor advierte que los rendimientos de los campos varían según la región. “El promedio histórico de soja de primera en el sur es de 31 quintales, mientras que en la zona norte estamos en 24 quintales en los últimos años. El sur es el menos castigado por temperaturas, porque en verano hacen 38 grados. En el norte te hacen hasta 42 grados”, asegura Alonso, que concluye: “Para sacar 3.000 kilos de promedio en 4.500 hectáreas te tiene que salir todo muy bien”.

Mantener la estructura del negocio Con el progreso de Campo de Avanzada, Alonso buscó alternativas que potenciaran el crecimiento de su empresa. Fundó su empresa de logística y transporte para que el precio del flete se lo fijara él mismo. Actualmente, cuenta con cinco camiones que abastecen el traslado de su producción y también de terceros. “Terminó siendo una fuente de rentabilidad. Si bien es todo el grupo, al momento de la gestión lo tratamos de manejar como empresas separadas y diferentes”, advierte. También adquirió un pulverizador, que le permite hacer las labores de aplicación sin depender de los tiempos del contratista rural. “Ha habido algo más estratégico, porque teníamos una zona grande de influencia donde sembrábamos bastante”, aclara Alonso, que explica por qué invirtió en estos dos rubros: “Laburan todo el año. Si se programa con la producción, al camión lo trabajás todo el año. Lo mismo con el pulverizador. No así la siembra o la cosecha: son labores puntuales de un mes y medio”. “La disyuntiva es hasta cuánto me achico. Decidí mantener el circo armado porque por ahí me empiezan a comer los costos de estructura”, dice.

Las medidas Cerró rápido los contratos de arrendamiento, la gran mayoría yendo a porcentajes del 15 al 20%, dependiendo la zona. Con aquellos que pidieron un número fijo consiguió quitas de un 50% y a cosecha. Apenas concreta, empieza rápidamente con los barbechos. Mediante controles preemergentes, para ahorrarse problemas de malezas, especialmente rama negra. En soja hará un 80% de Intacta, que le da tranquilidad y estabilidad, además de un ahorro de hasta un 15% en costos de insumos en relación a las variedades convencionales.

Fuente: Agustín Monguillot, Semanario Infocampo

Monitoreo de cultivo: Invertir, no gastar Alcanzar la rentabilidad en un cultivo se volvió una odisea para pocos. En una campaña donde los costos de producción ponen al productor contra la espada y la pared, exprimir al máximo la capacidad de rendimiento del lote se vuelve la única alternativa para que, al menos, cierren los números. Allí es donde la tecnología cumple un papel fundamental. Más precisamente, la herramienta del monitoreo de cultivo, que según el Ing. Daniel Igarzábal es el camino para transitar con seguridad hacia el buen rinde. “Es la única forma que tecnológicamente avancemos en la seguridad de que estamos haciendo las cosas bien y no estemos expuestos a aplicaciones preventivas hechas por las dudas y baratas”, afirma a Infocampo. Director de Halcón, una empresa de monitoreo y asesoramiento en protección de los cultivos, Igarzábal alerta sobre la posibilidad de gastar poco: “Como la rentabilidad no me da para comprar productos de buena calidad, entonces tengo que poner lo más baratito, pero doble dosis, por las dudas. Ahí es donde hay que empezar trabajar sobre la educación en el manejo de plagas en el sentido de decir: “Miren, si gastan dos pesos de más van a tener un buen control y no van a afectar lo que es el ambiente”. Si bien admite que “cuesta muchísimo” educar al productor, Igarzábal confirma que se ha progresado mucho en los últimos años. “Cuando nos sentamos en mayo para ver cómo iba a ser la próxima campaña de monitoreo, pensamos que se nos iban a caer las hectáreas de monitoreo. Teníamos que pensar algo porque la vida de la empresa era el monitoreo. Llamativamente, a esta altura del año llevamos más hectáreas que el año pasado”, confió Igarzábal. Hablando con los productores, descubrieron que se volvieron más detallistas con la soga al cuello. “Nos dijeron: ‘Como los números no nos dan, queremos estar seguros cuándo tenemos que aplicar para ahorrar al máximo’. La forma es teniendo un respaldo técnico atrás para saber si hay que aplicar o no”, explica. Por este motivo, Igarzábal diferencia entre los que ven al monitoreo como un gasto y aquellos que lo toman como una inversión. Los primeros no lo utilizarán regularmente, mientras que el segundo lo incluirá dentro de su estrategia para sus gastos “los tenga bien medidos y regulados y no aplicar cuando no haya que hacerlo”. La cuestión no pasa por el tamaño del productor, sino por la mentalidad. Igarzábal habla de los dos extremos. Por un lado, el pequeño que no tiene asesoramiento. Por el otro, el grande que quiere sacar un quintal en grandes superficies en vez de sacar cinco en un cuarto de la misma.

“Hay grupos de productores importantes que se han concientizado de este cambio. Pero también hay muchos chicos y medianos donde viven de la economía pura del cultivo, del pesito de más o de menos, y este tipo de cuestiones no están internalizadas o no llegan a ver. También está el grupo empresario de las miles y miles de hectáreas que hacen lo mismo en 80.000 hectáreas porque ese es el plan, es lo que compramos anticipadamente y es lo que hay que poner”, amplía. Pronosticar una campaña se vuelve una tarea difícil cuando es un año Niño, reconoce Igarzábal. Imagina un alto porcentaje de siembras tardías, lo que generará problemas de plagas al momento de la plantación, entre fines de enero y principios de febrero. “Seguro que en lo que es toda la zona núcleo de la Argentina (Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos y NOA) va a darse alguna oruga. No será la bolillera la más importante, pero sí la defoliadora con toda seguridad siempre que hay primaveras y veranos lluviosos. También la pseudoplusia, falsa medidora, medidora común, spodoptera o incluso la cogollera aparece un poco más tarde”, explica. Ante esta perspectiva, recomienda no sembrar tardío para escapar de estos problemas de plagas: “La cuestión no pasa por una bola de cristal, sino que ocurra realmente un Niño, y si es un Niño y hay mucha lluvia, las que la van a tener que remar son las plagas. Por último, Igarzábal concluye que las generalidades no sirven: “Cada lote es cada lote. Si no monitoreo el lote, no sé exactamente lo que hay y no puedo fiarme de que el vecino no haga nada porque él cree que no tiene nada. A lo mejor en mi campo, porque manejé mal las malezas, tengo el problema”.

A tener en cuenta Si la rentabilidad no da, no debe ponerse lo más barato y en doble dosis por precaución. A veces, unos pesos más aseguran el control de plagas y ahorra pérdidas. A partir del aumento de los costos, Igarzábal cuenta que cada vez más productores usan monitoreo para saber cuándo y dónde aplicar. Aún cuesta educar al productor, sea grande o pequeño. Las generalidades no sirven y cada lote es único. El monitoreo ayuda a entender el campo en profundidad y evitar malos manejos. Fuente: Agustín Monguillot, Semanario Infocampo

Cosecha récord de soja en Córdoba La Bolsa de Cereales de Córdoba informó ayer que la producción final de soja para la provincia en la campaña 2014/2015 “fue récord absoluto, con

16.806.400 toneladas, y superó en un 25% el resultado final del ciclo 13/2014, de 13.463.400 toneladas”. Sin embargo, la entidad advirtió que desde el punto de vista económico, el “valor bruto de la producción se redujo en un 15%, producto del recorte en los precios de exportación, según la referencia de la cotización publicada por el Ministerio de Agricultura de la Nación para mayo de 2015. Ello significa nada menos que US$ 1082 millones que dejarían de ingresar en el circuito económico provincial pese al incremento en la producción, al caer dicho valor bruto de 7.147.260 a 6.064.800 dólares”. En su informe especial sobre soja 2014/2015, la Bolsa señaló que el productor debió lidiar con los precios disponibles a cosecha “más bajos de las últimas siete campañas, con una caída del 33% en dólares frente a las cotizaciones del ciclo previo. Y si bien el año climático permitió obtener mayores rendimientos en el nivel provincial, existen productores que perdieron gran parte de su producción debido a fenómenos climáticos como anegamiento”. Y detalló los casos de Marcos Juárez, donde se perdieron 78.500 hectáreas; Unión, con 38.500 ha; Juárez Celman, con 20.800 ha, y de San Justo, 15.500 ha. Además, por eventos de granizo registraron pérdidas de superficie Río Primero, Río Segundo y Tercero Arriba. Como balance de la campaña, la entidad detalló que la superficie sembrada con soja en Córdoba superó en un 9% el área cubierta en el ciclo anterior, al pasar de 4.485.300 a 4.887.200 hectáreas. En lo que respecta al rendimiento ponderado provincial, se logró un aumento del 16%, al crecer de 31,1 a 36,1 quintales por hectárea de promedio. Fuente: InfoCampo

Claves del informe de Septiembre del USDA El nuevo informe mensual de oferta y demanda del USDA trajo sorpresas contrastantes para soja y maíz, estableciendo un panorama fuertemente bajista para la oleaginosa mientras que recortó las previsiones de producción de maíz, las cuales en agosto parecían demasiado optimistas. Por el lado de la demanda los inventarios finales de la 14/15 fueron corregidos para ambos cultivos, con una mayor demanda tanto doméstica como externa, lo cual resulta en menores stocks previstos para la próxima temporada. En SOJA, contra lo previsto por el mercado, el informe muestra un aumento en la producción 15/16 de medio millón de toneladas, la cual alcanzaría 107,1 millones de toneladas. Los analistas por su parte descontaban en promedio un recorte de 1,3 millones de toneladas con respecto al estimativo de agosto. El motivo tras dicho aumento es un ajuste al alza de los rindes proyectados hacia el orden de los 37,1

qq/ha, dejando sin cambios su estimación para la superficie sembrada. Desde la demanda se evidencia un ajuste a la baja de los inventarios de la campaña 14/15 por encima del esperado merced a una mayor exportación y crushing para dicha temporada. Sin embargo, la caída de los stocks iniciales para la 15/16, sumado a un leve aumento en la proyección de crushing, no llega a compensar la mayor producción prevista. Un factor alcista aparece en el recorte de los inventarios mundiales por encima de lo previsto tanto para la campaña 14/15 como la próxima. Para MAIZ las estimaciones de producción 15/16 mostraron un recorte con respecto al valor de agosto incluso mayor que el previsto por analistas, ubicando finalmente al guarismo en 345,1 millones de toneladas gracias a un ajuste a la baja del rinde promedio esperado en 1 qq/ha. La corrección de dicho valor, en conjunto con una mayor demanda doméstica tanto para la corriente campaña como la próxima determinan un sensible ajuste de unos 3 millones de toneladas en los inventarios finales para la 15/16. Esta nueva previsión para la producción norteamericana, en conjunto con menores cosechas en Europa, determina una baja de los inventarios mundiales del grano. En TRIGO el ente no presentó mayores cambios, elevando en unas 700 mil toneladas sus proyecciones de inventarios hacia fines de la corriente campaña, merced a una menor demanda de exportación debido a la mayor competitividad que posee el cereal proveniente del este europeo. Las amplias cosechas de esta región resultan en un ajuste al alza de las previsiones de inventarios de trigo a nivel global por encima de lo esperado. Para ARGENTINA el departamento de agricultura dejó sin cambios sus estimaciones para los cultivos de verano, sólo ajustando en 100 mil toneladas a la baja su proyección para la próxima cosecha doméstica de trigo.

Fuente: BCR

Será total el control de la AFIP sobre el comercio de granos. La AFIP quiere que a partir de julio sea obligatoria la certificación electrónica de toda la cadena de comercialización de granos, lo que le dará a la AFIP una trazabilidad completa de todas las operaciones desde la carga de la mercadería en el campo hasta la venta por el acopiador. Hoy ya es obligatoria la generación electrónica de la documentación para una parte del recorrido de los granos, y para la otra está vigente la

informatización en forma optativa, por lo que conviven certificados en papel y electrónicos. Este cierre de la trazabilidad electrónica en el agro coincidiría con la generalización de la factura electrónica para el resto de las actividades.

Migración de papel a electrónicos En una reunión que mantuvieron hace unos días técnicos de la AFIP con productores, acopiadores, cooperativistas, exportadores y otros actores de la cadena granaria se informó la intención del organismo de finalizar con el período de convivencia de los sistemas electrónicos y papel en el mes de junio 2015. Los técnicos no especificaron la fecha pero los empresarios solicitaron que sea a fines de junio, informó el estudio Chiaradia, Zabala & Asoc. De todos modos, darían un período de tiempo estipulado para finalizar con la migración de papel a electrónicos de los formularios 1116/A (certificado de depósito de grano), tal como hizo la AFIP con las facturas sin CAI de los monotributistas. Cuando el grano se carga en el camión en el campo, se emite la carta de porte, el único documento que subsistirá en papel, y simultáneamente el Código de Trazabilidad de Granos (CTG) que es electrónico, pero que hasta ahora era algo nominal, ya que lo continuaban certificados en papel para la descarga, retiro o transferencia, y la AFIP perdía de vista parte de la operación. Ahora, todo estará obligatoriamente informatizado y la trazabilidad será un hecho. Luego, si no se vende, se produce la Liquidación Primaria de Granos (LPG), que ya es electrónica, o si va al acopio para venta o consignación, la Liquidación Secundaria de Granos (LSG), que también contará con un Código de Operación Electrónica, explicó Marcelo Maroevich, vicepresidente de la Comisión de Impuestos en la Actividad Agropecuaria del Consejo Profesional de Ciencias Económicas porteño.

Confección de los CTG Por la certificación electrónica de granos, no podrá haber errores en la confección de los CTG, ya que no se permite hacer la liquidación, y por lo tanto, ningún pago, sin el certificado de descarga electrónico. Y no se permitirá más una liquidación parcial sin descarga, puntualizó Maroevich. A raíz de esto, en la reunión con la AFIP se dijo que hasta fin de año se admitiría que, en caso de detectar errores posteriores a la confirmación definitiva del CTG, se pueda enviar el detalle del inconveniente al organismo, para que investigue y haga la corrección del documento electrónico si corresponde. También se comentó que ya se encuentra habilitada la LPG Anticipo. La misma no cuenta con deducciones, debido a que cuando se emite no hubo entrega de mercadería aún y por lo tanto no existe certificado de granos. Una vez que se efectúa la entrega, se debe emitir un “Ajuste de Anticipo” que tendrá las mismas características que una LPG, contando con deducciones e informando en la misma el número del certificado correspondiente.

Confirman que el trigo tendrá una de sus peores campañas de los últimos 100 años La siembra de trigo no se reavivó lo suficiente para esperar cambios a las expectativas negativas de producción de la campaña 2015/16. Así lo expresó la Bolsa de Comercio de Rosario, que proyecta una superficie de siembra del cereal de 3,5 millones de hectáreas a nivel nacional, una caída del 20% contra el año pasado, según publicó El Cronista. La siembra comenzó a mediados de mayo, con algunas demoras, pero las lluvias caídas en las últimas semana en la zona central no alcanzaron para decidir a los productores, más preocupados por el precio que podrán recibir por el cereal cuando lo vendan, a fin de año. A la incertidumbre en el plano internacional, donde no hay certezas sobre cuál será la producción final global se suma que el producto se cosechará con un nuevo Gobierno en la Argentina. Las variantes, según las encuestas a hoy, son: un gobierno comandado por Daniel Scioli, que no se ha pronunciado sobre el futuro de las retenciones o de los condicionamientos que hoy existen sobre las exportaciones, o uno de Mauricio Macri, más propenso a hacer lugar a los reclamos del campo.El nivel de siembra esperado por la BCR es el segundo más bajo de los últimos 100 años, sólo superado por el ciclo 2012/13, cuando a fin de esa campaña se vivió una fuerte tensión en el mercado local por faltantes del cereal y precios de su derivado, la harina, y de productos elaborados, como el pan, que se dispararon. Entonces, aún estaba al frente de la Secretaría de Comercio, Guillermo Moreno, quien firmó una resolución que aplicó para el cereal la Ley de Abastecimiento. Entonces, la siembra había alcanzado las 3,1 millones de toneladas. Las estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires son algo más optimistas, de 3,7 millones de toneladas para el trigo, mientras que el Ministerio de Agricultura en su primera estimación, del mes de junio, estimó una siembra cercana a las 5 millones de toneladas. Es de esperar que, como el resto de las entidades, ajuste ese cálculo a la baja en su próximo relevamiento, al tiempo de que se reduce la llamada ‘ventana de siembra’ para el cereal, sin posibilidades ya de revertir los números. Fuente: InfoCampo

El clima trae buenas noticias! El atraso en la siembra de soja estadounidense abre un interrogante sobre la próxima cosecha. Además, el USDA informará la próxima semana una caída en los stocks de trigo, soja y maíz. El próximo martes, a las 13, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) dará a conocer su reporte de stocks trimestrales y de área por sembrar en el país del norte. Se trata de un factor que en conjunto con posibles adversidades climáticas otorgaron ayer una firmeza al mercado externo, que hacía tiempo no se veía. La oleaginosa en el Mercado de Chicago culminó una rueda con más de seis dólares de ganancia en su posición más cercana. Es que en la previa del informe, el mercado espera una gran caída en los stocks de las tres principales granos. Para la soja los operadores estiman que habrá una reducción del 49 por ciento de los stocks estadounidense, en comparación con lo informado en marzo pasado. Y de este modo llegarían a 18,2 millones de toneladas de las actuales 36,3 millones. En cuanto este modo del trigo llegarían

al maíz, la merma en los inventarios sería del 41 por ciento y de se ubicarían en 115,7 millones de toneladas. Finalmente los stocks caerían un 36 por ciento con respecto a la última estimación, a las 19,5 millones de toneladas de las presentes 30,6 millones.

Cabe destacar que a estas alturas es habitual que existan recortes, que ayudan pero no son el fundamento que más impulsa las subas.

Mirando el cielo La semana que viene comienza la segunda mitad del año, donde se pasa de protagonistas a espectadores del gran partido que se juega en Chicago. Los ojos se posarán sobre el clima y el volumen oferta que podrá volcar al mercado desde hemisferio norte para la campaña 2015/16. El mismo informe reportará los guarismos de siembra. Recordemos que durante la última semana los desmejoramientos climáticos, en las principales regiones productivas de Estados Unidos y consecuentes retrasos en las labores de implantación de soja, estuvieron otorgando sostén a las cotizaciones. Lo concreto es que se llegarían a sembrar 34,46 millones de hectáreas de soja, que implica un aumento de la superficie del 1,76 por ciento con respecto al ciclo anterior. Los cereales por lo contrario, auguran una reducción de área. Respecto al maíz se estiman sembradas 34,13 millones de hectáreas, que conllevaría una caída de superficie del 1,44 por ciento en comparación con la campaña precedente. Las expectativas predicen que el área total de trigo, por su parte, abarcaría 22,6 millones de hectáreas, existiendo de este modo una caída del 1,68 por

ciento del área con respecto al ciclo anterior.

Mercado local A nivel local, las labores de recolección de la oleaginosa rozan el total. Con un volumen de 60,8 millones de toneladas según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Para el mismo organismo el maíz estaría en condiciones de mantener sus proyecciones de producción de 25 millones de toneladas, con una recolección que esta pronta a alcanzar un 50 por ciento. El cereal que preocupa en Argentina es el trigo. El cultivo invernal “estrella” en nuestro país encuentra comprometida su intención de siembra una vez más. Muchos productores habían tomado la decisión (por cuestiones ante todo técnicas) de apostar en la campaña 2015 a 16 al cultivo, teniendo en cuenta que sus perfiles de agua invitaban a considerarlo en los planes de siembra. Sin embargo, esas razones productivas empiezan a quedar por detrás de los argumentos comerciales, con todas las implicancias políticas que intervienen en la venta. Fuente: FYO

Retener y "a fijar", dos opciones riesgosas Durante la época de bonanza de precios, donde las fluctuaciones generalmente terminaban con un movimiento alcista para la soja, el productor argentino se acostumbró a retener mercadería, a la espera de vender a los mejores precios. En la actualidad, esa práctica no sólo sigue vigente, sino que convive con otra opción que suma adeptos: la entrega de mercadería, pero sin precio firme, “a fijar”, como se la conoce en el mercado a esta alternativa que constituye otra forma de tomar riesgo ante la expectativa de mejores cotizaciones. “Hoy, ambas opciones me parecen riesgosas. Es como apostar un pleno a que el clima durante julio/agosto en EE.UU. será desfavorable para los cultivos. Pero, si las condiciones son normales, el mercado seguirá ofertado y ello es bajista”, advirtió Olivero. El miércoles pasado, en su informe semanal de comercialización agrícola, el Ministerio de Agricultura de la Nación relevó que aún hay 1.199.800 toneladas de soja 2013/2014 sin precio fijo y 9.154.400 toneladas de grano del ciclo 2014/2015 en igual condición. “Si de todos modos se quiere apostar por una suba, lo aconsejable sería hacerlo con el uso de las herramientas de los mercados de futuros, tal el caso de las opciones. Al físico le iría poniendo valor, especialmente en

aquellas jornadas en las cuales circunstancialmente haya ciertos rebotes en las cotizaciones”, sugirió Olivero. Para el productor dispuesto a asumir el riesgo de no vender su soja, la tenga o no en su campo, Seltzer recomendó comprar un put de soja noviembre de US$ 220 en el Mercado a Término de Buenos Aires, con US$ 5 de prima. “Con esto se asegura hasta fin de octubre un valor piso para su soja de US$ 215 (neto de primas), que es levemente superior al precio que tendría hoy si vendiese todo, pero con el beneficio de conservar la posibilidad de capturar eventuales subas del mercado”, explicó. El especialista agregó que en un año tan complejo como el actual, en el que nadie le puede garantizar al productor que el valor de la soja no caerá debajo de los US$ 210, “esta es una estrategia sencilla, accesible para todos; que no necesita seguimiento alguno; que no genera riesgo, y que lo mejor que puede ocasionar es la pérdida de la prima pagada (los US$ 5), dado que ello implicaría que quien la hizo logró mejorar el precio de venta. Alternativas de cobertura hay muchas, pero dependen de la situación de cada productor. Lo que sí está claro es que no existen recetas mágicas que le sean útiles a todos”. En el mismo sentido, Olivero señaló que las coberturas de precios son muy importantes, porque permiten mayor flexibilidad comercial y reducir los riesgos. “Lamentablemente, su uso continúa siendo muy limitado entre los productores”, reconoció. Fuente: La Naciòn

El alquiler de campos, demorado y sin cierre de negocios a la vista Para esta fecha del año ya tendrían que empezar a cerrarse contratos de alquiler en las principales zonas agrícolas del país. Pero las cuentas para pagar un arrendamiento con posibilidades de ganar dinero a cosecha se pone muy tirante. “Estamos en junio y hay muchos campos sin alquilar. Vamos negociando lentamente. En otros años a esta altura, el 80 o 90% de los negocios estaban hechos, pero en el actual estamos posiblemente cercanos a un 50 % de los contratos sin cerrar”, dijo a LA NACION Mariano Maurette, de la firma inmobiliaria Álzaga Unzué & Cía. SA. Según el empresario “este año es uno de los más difíciles de los últimos cinco, porque los arrendatarios han tenido buenas cosechas, pero los resultados económicos de la campaña han sido muy malos” y agregó que “básicamente, una de las posturas que tomaron los productores fue no aumentar la superficie sembrada e intentar renovar lo arrendado en años anteriores”.

Entiende que otra medida que están intentando los arrendatarios por su falta de liquidez es participar en el riesgo al propietario, es decir ir a porcentaje sobre el rinde. “Por ejemplo, puede ofrecer seis quintales de soja que lo pagará en plata; de lo que rinda, el 30, 35, 40 por ciento o lo que fuere pactado es para el propietario y el resto es para el que siembra”, explicó el ejecutivo. Otra metodología que hace rato está vigente es pagar en etapas. “En algún momento se pagaba todo de contado, pero ya no es así. Ahora, el contrato se abona una parte al principio; otra en enero, después de la cosecha fina, y el saldo en mayo, tras la cosecha de soja”, señaló Maurette. Respecto de los valores, desde ya son más bajos de los de la última campaña. Según el ejecutivo, para las mejores zonas, como la núcleo maicera de Pergamino, Rojas, Colón, Salto “posiblemente la caída haya sido de un 10 o un 15 %, pero en las zonas agrícolas más limitadas, como el oeste bonaerense o sudeste de Córdoba, tal vez la baja haya sido superior a un 20 o un 25 por ciento”. Recordó Maurette que, aproximadamente, en la zona núcleo se llegaban a pagar el año pasado entre 19 y 20 quintales de soja la hectárea, y hoy ese valor está entre 15 y 16, y en el Oeste, donde se pagaban 16 o 17 quintales, hoy ese precio es de 12 y 13 quintales. Por su parte, Roberto Frenkel Santillán, de Bullrich Campos, coincidió en que todavía no hay nuevos negocios, pero se están renovando los alquileres que había, siempre con una mejora respecto del arrendatario. “Todo va a porcentaje y a riesgo. Ya es muy poco lo que se pacta a quintales”, agregó. En estos momentos, a la hora de pactarse negocios subrayó que el porcentaje es variable según la zona: “Entre el 25 y el 35 % en las mejores zonas es para el propietario, pero por supuesto que en el rincón maicero el porcentaje es mayor. Pero siempre es a riesgo, Es decir, se cubre costos y después, a porcentaje”. No obstante, Frenkel Santillán señaló que en los campos muy buenos, que son de “bajo riesgo,” se pagan tres o cuatro quintales por adelantado y el resto va a porcentaje. “Si el negocio se cierra a 14 quintales, se adelantan 3 o 4 y el resto se liquida a cosecha, pero queda supeditado al resultado”, agregó. Recordó que el año pasado, en cambio, en la zona núcleo los alquileres se pagaban cuatro quintales por adelantado, otros cuatro en septiembre, otros cuatro en diciembre y el resto a cosecha. “Hay una diferencia sustantiva”, remarcó. En tanto, en la zona extrapampeana la situación es diferente. “Está muy difícil, porque la gente perdió y no tiene renta; el trigo, por ejemplo, va a reducir su superficie. Hay campos que este año no se trabajarán y quedarán abandonados. La campaña viene más dura respecto del año pasado”, sentenció Frenkel Santillán. Agregó que en esta zona hay negocios que no se han cerrado y no se sabe qué va suceder. “Inclusive se pacta según el cultivo que se haga y en esto el maíz es el más castigado porque es el que menos renta tiene.” Por su parte, el CEO de Los Grobo, Horacio Busanello, dijo que el acuerdo para alquileres “está sujeto al resultado final por lo que se comparte riesgo

climático, de producción, de precios, etcétera. No hay pago por anticipado ni precio fijo por hectárea”. Explicó que la ganancia resultante se divide de la siguiente manera: dueños, entre el 35 y el 50 %, según la aptitud agrícola del campo, y el productor se queda con entre el 65 y el 50 por ciento. Los Grobo, que llegó a tener en producción en la Argentina 120.000 hectáreas, y que en 2014 ya las había reducido a 45.000, este año tiene el objetivo de cultivar entre 20.000 y 25000 hectáreas. “Pero a la fecha hay cerrados contratos por menos de 10.000 hectáreas”, concluyó Busanello. A su vez, Jorge Zunino, productor que hace 20 años alquila entre 600 y 800 hectáreas en Rojas, en la zona núcleo bonaerense, coincidió en que los alquileres este año están demorados respecto al año pasado, pese a ser el mes en que se concretan los contratos. “Está bastante discutido. Es una campaña muy reñida a raíz de la baja de los precios de los cereales; para el rentista se hace difícil por la presión impositiva y para el contratista, por los costos. Entonces esto hace que haya que flexibilizar las partes. Hay que encontrar un punto de inflexión entre dueño y arrendatario”, señaló. Agregó que la forma de pago sigue siendo en quintales de soja, hoy en el orden de 14-16 quintales por hectárea en campos buenos. Es decir con una baja de entre cuatro y cinco quintales que el año pasado, esto es entre un 15 a un 20 %, “pero por ahora”. Lo que le preocupa a Zunino es que con esta situación “se está rompiendo la rotación, dejando afuera el maíz y bajando la superficie de trigo, por los altos costos de implantación y la falta de previsibilidad en la formación de precio”. En tanto, Santiago Hollmann (ver aparte) que siembra 14.000 hectáreas por año en el oeste bonaerense y en las provincias de Córdoba, La Pampa y Salta considera que su empresa está enfrentando el peor período desde que está en la actividad. “El movimiento de campos hoy en la provincia de Buenos Aires es casi nulo y los principales grupos de siembra ya redujeron sus áreas a sembrar”, señaló. Y ejemplificó un caso dramático en Salta: “En el norte de Tartagal, este año en un radio de 15 kilómetros quedaron aproximadamente 30.000 hectáreas con candados en las tranqueras y es posible que esta cifra aumente”. Fuente: La Naciòn

Llegó la hora de asumir el fin de ciclo para los altos precios de la soja La tarea no es grata, pero sí necesaria. Ya es tiempo de bajar de la posición central de la repisa el cuadro con la pizarra de la Bolsa de Chicago que inmortalizó el precio récord de la soja, de 650 dólares por tonelada. Fue el

4 de septiembre de 2012; pero vivir de recuerdos y añoranzas puede ser riesgoso. En estos tiempos, donde el viento pega de frente, la soja en la Bolsa de Chicago deambula entre los 335 y los 355 dólares por tonelada, pero el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) advirtió en su último informe mensual de oferta y demanda de granos en el nivel mundial que durante la nueva campaña 2015/2016 el valor de la oleaginosa puede llegar a tocar un piso de “303 dólares por tonelada”, en una proyección de precios que tiene, según el organismo, un techo de 358 dólares.

“El productor aún no ha tomado suficiente conciencia del cambio de rumbo que se está dando en el mercado de soja, donde Estados Unidos va rumbo a consolidar un volumen de producción arriba de los 100 millones de toneladas;

Brasil apunta a ubicar su cosecha entre 95 y 98 millones como objetivo muy posible, y donde la Argentina está a punto de fijar su mayor marca histórica en 60 millones de toneladas”, advirtió Sebastián Olivero, director de AgroTecei Consultores. Esa falta de aceptación del nuevo escenario queda expuesta en el volumen de operaciones “a fijar” (se entrega la mercadería al comprador pero se difiere la puesta de valor, a la espera de eventuales subas en el mercado). Según datos actualizados por el Ministerio de Agricultura de la Nación el miércoles pasado, de las 23.729.100 toneladas de soja del ciclo 2014/2015 comercializadas, 9.154.400 toneladas están sin precio firme, es decir, el 38,6%. Un año atrás, de las 19.239.500 toneladas negociadas estaban sin valor 4.343.600 toneladas, es decir, un 22,6 por ciento. Hoy, frente a perspectivas de mercado peores que las vigentes un año atrás, el productor expone al “riesgo bajista” un mayor volumen de granos. Olivero explicó que muchos productores siguen confiando en que la avidez de la demanda internacional resolverá la tendencia bajista que se viene registrando. “Y si bien la demanda goza de buena salud y los bajos precios la favorecen, la cuestión central es que el crecimiento de la producción mundial ha sido superlativo. Tanto es así que durante la campaña 2014/2015 aumentó en 34 millones de toneladas, más del doble de lo que creció el consumo. En nuestro análisis, ello equivale a una formación de precios más influenciada por la oferta que por la demanda”, aseguró el consultor. Pese a que hoy existe consenso en el mercado en cuanto a que resulta difícil imaginar que en el ciclo 2015/2016 vuelvan a repetirse rindes prácticamente récord, tanto en EE.UU. como en Brasil y en la Argentina, la campaña arrancará con un abultado tanque de reserva, configurado por grandes stocks iniciales. “Concretamente, el USDA los estima en 85 millones de toneladas, 22 millones arriba del inicio de la temporada agrícola anterior”, detalló Olivero.

Cambio de escenario Para comprender mejor el por qué de la caída de precios, y más allá del importante incremento registrado en las cosechas de Brasil y de la Argentina, hay que mirar la evolución de las existencias en los Estados Unidos. Con una cosecha de 91,39 millones de toneladas, la campaña 2013/2014 concluyó con existencias de 2,50 millones. El aún vigente ciclo comercial 2104/2015, que ostenta el récord productivo de 108,01 millones de toneladas, apunta a dejar un stock de 9,51 millones. En tanto que para la nueva temporada agrícola 2015/2016, el USDA proyectó en su último informe mensual un volumen de 104,78 millones de toneladas y un remanente al término de la misma de 13,61 millones. Es decir, en apenas 3 años, las existencias finales de los Estados Unidos evidencian un incremento potencial del 444,4 por ciento. Con este dato frío se mueve hoy la Bolsa de Chicago. “El mercado hoy está tratando de decirle al agricultor en el nivel mundial: «No siembre más soja»”, dijo a LA NACION desde Chicago Charlie Sernatinger, director global de Futuros de Granos de EDF Man Capital. El ejecutivo agregó que los productores se vienen manejando con los buenos precios vistos en las últimas tres campañas, “pero ahora, que la demanda de China se ha estabilizado, producto de una industria más madura, es la oferta la que tiene que ponerse en línea y, a la luz de los elevados volúmenes de las cosechas, aún no lo ha hecho”.

Por todo lo expuesto, hoy la realidad del mercado global de soja está muy lejos de los momentos de bonanza de precios que sustentaron un modelo agropecuario que en la Argentina fue exacerbado en igual medida por el Gobierno y por el productor. El primero, por ver en la oleaginosa una vital fuente de ingresos para las arcas del Estado, particularmente vía derechos de exportación. Y el segundo, por reconocer en la producción de soja una actividad con un rápido retorno económico y con costos muy inferiores a los vigentes para otras labores rurales. Así fue como a la vista de todos, y a fuerza de precios récord, la soja corrió de su camino a otras actividades agropecuarias; avanzó sobre bosques y montes; desplazó comunidades, y presionó más allá de lo prudente sobre el mercado de alquileres. Ya en los últimos años, los pooles de siembra integrados por inversores ajenos al mundo rural, vitales en el movimiento expansivo de la oleaginosa, levantaron vuelo como las golondrinas que llegan en el verano y se marchan con los primeros fríos. Todo, en no más de 15 años. Para Adrián Seltzer, operador de la firma corredora Granar SA, el actual escenario, de precios bajos y costos elevados, va a tener un fuerte impacto en el interior de la Argentina, y fundamentalmente en zonas alejadas de los puertos, donde la incidencia del costo del flete es muy importante. “En las denominadas zonas marginales van a quedar campos sin sembrarse en la campaña 2015/2016. Específicamente hablo de áreas del NOA, el NEA, San Luis, La Pampa, Entre Ríos e incluso de Córdoba”, aseguró. Y añadió: “En muchas de estas regiones la actividad era rentable unos años atrás, cuando el rinde de indiferencia oscilaba de 10 a 12 quintales de soja y el rendimiento promedio histórico iba de 22 a 25 quintales. Pero hoy, la suba generalizada de costos, combinada con la baja de precios, muestra rindes de indiferencia similares o superiores a los resultados potenciales de la región, lo que las quita del sistema”. Para Olivero, la proyección de precios para 2015 se presenta con riesgos bajistas adicionales en la medida que se concreten las estimaciones que hizo el USDA en su último informe mensual. “Hay que tener en cuenta que el organismo calculó los stocks mundiales 2015/2016 de soja con un importante incremento de más de 10 millones de toneladas y lo impulsó hasta los 96,22 millones, un volumen que queda un 51,77% por encima de los 63,40 millones de toneladas del ciclo 2013/2014”, indicó. Sernatinger, por su parte, explicó que si bien las últimas cifras dadas por el USDA deben constatarse en la realidad con el paso de los meses, siempre hay que proceder con la suposición de que vamos a tener un tiempo normal para el resto de la campaña agrícola. “A la luz de las estadísticas, no podemos encarar un análisis de mercado desde la suposición de un problema climático que ocurre una vez cada nueve años”, advirtió. Y fue más allá con su análisis sobre el rumbo del mercado: “Los precios de la soja estarán entre 340 y 367 dólares hasta el mes próximo, tras lo cual deberían bajar, ya que los agricultores se vuelven más confiados sobre la evolución de los cultivos. Por eso, y siempre según las proyecciones del USDA, deberíamos ver una baja hacia el tiempo de la cosecha estadounidense, con mínimos en torno de los 323 dólares en diciembre”, dijo el ejecutivo.

Punto de inflexión En opinión de Seltzer, hasta aquí tuvimos varios años en los que crecer en

producción de soja era funcional para todas las partes: renta para la parte privada y buena recaudación para el Estado. “Hoy la soja no es rentable con la carga impositiva actual. Además, los precios internacionales del resto de los granos, combinados con las limitantes locales del mercado, tampoco permiten pensar en cambiar de cultivos. Por ende, el camino es hacer el recorrido inverso al de los últimos años y empezar a decrecer en área de siembra, algo que no es sano ni favorable para ninguna de las partes. También hay que tener en cuenta que el aporte del campo al Tesoro Nacional hoy tiene una participación menos relevante que 10 años atrás”, detalló. Para este operador, que a diario interactúa con productores de diferentes puntos del país y de realidades diversas, la crisis de los precios de la soja podría constituir una oportunidad. “Considero que ésta coyuntura debería verse como una oportunidad para rever la agricultura en la Argentina. En pocos meses habrá un cambio en el Poder Ejecutivo y sea del signo político que sea quien reemplace a la presidenta Cristina Fernández, debería lograr dar -junto con el resto de los actores del sector- un nuevo impulso a una actividad que es fundamental para la economía nacional y para el desarrollo del interior. Mantener, bajar o quitar retenciones de este o de aquel producto no deberían ser las únicas propuestas”, reclamó Seltzer. Fuente: La Naciòn

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