Aproximaciones a la experiencia literaria de George Lamming 1

1 Aproximaciones a la experiencia literaria de George Lamming 1 Nancy Morejón Desde la publicación de la novela En el castillo de mi piel 2, del escr
Author:  Agustín Mora Cano

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Aproximaciones a la experiencia literaria de George Lamming 1 Nancy Morejón Desde la publicación de la novela En el castillo de mi piel 2, del escritor barbadense George Lamming –título imprescindible del catálogo del fondo editorial Casa de las Américas (1979)–, el nombre de este precursor literario antillano se convirtió en referencia obligada para todos aquellos que comenzaban a descubrir la literatura del Caribe y, por supuesto, todo su arte, toda su cultura. Ante el lector cubano se abría el atractivo horizonte de un quehacer literario al que pertenecíamos por derecho propio pero en el que no nos reconocíamos como legítimos integrantes de su historia. Por aquella época, no teníamos conciencia de nuestra pertenencia caribe. Solo algún sentimiento de simpatía hacia nuestros vecinos más cercanos desde el punto de vista de la geografía. Nada más. Luego, la imposibilidad real de la diferencia lingüística nos alejó de un floreciente cuerpo literario ubicado en un arco isleño que va desde Jamaica hasta Trinidad-Tobago pasando por Santa Lucía. De nada valió una experiencia independentista compartida en la región o el consiguiente ideario bolivariano, o martiano. En el proyecto de Simón Bolívar sobresale su célebre Carta de Jamaica de 1815 en donde resalta el concepto de que Tengamos en cuenta que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del Norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una emanación de Europa: pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. 3

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Conferencia inaugural del Seminario El Caribe de George Lamming, que celebrara la Casa de las Américas, a través de su Centro de Estudios del Caribe, los días 7 y 8 de junio de 2007, para celebrar el LXXX aniversario del gran escritor de las antillas anglófonas. 2 George Lamming. En el castillo de mi piel. Traducción de María Teresa Ortega. Prólogo de Emilio Jorge Rodríguez. La Habana, ed. Casa de las Américas, col. Literatura Latinoamericana, 1979, 420 págs. Nuestro homenajeado nació el 8 de junio de 1927 en la pequeña ciudad de Carrington, Barbados donde cursó estudios en la Roebuck Boys School y en el prestigioso liceo Combemere. Al dar sus primeros pasos literarios, fue estimulado por su mentor y maestro, el poeta Frank Collymore, editor de la revista Bim. Lamming viajó a Trinidad en 1946 y, ya en 1950, se instala en Inglaterra en cuya capital vive durante más de veinticinco años. En ese período publica seis novelas y una extraordinaria colección de ensayos que, bajo el título de Los placeres del exilio (1960), lanza el fondo editorial de la Casa de las Américas, en el marco de este seminario que celebra su ochenta aniversario. Realiza una serie de viajes por Estados Unidos y África. Entre su obra publicada descuellan The Emigrants (1954), Of Age and Innocence (1958), Season of Adventure (1960), Water with Berries (1970) y Natives of My Person (1971) así como dos volúmenes de ensayo Conversations: Essays, Addresses and Interviews 1953-1990 (1992) y Coming, Coming Home. Conversations II (1995). Su labor docente se ha extendido por los más prestigiosos centros de Europa y Estados Unidos. Desde 1986 es asesor principal del Centro de Estudios del Caribe, de la Casa de las Américas. Ha sido distinguido, entre otros, con varios premios literarios entre los que descuellan el Somerset Maugham y el Langston Hughes. Ha sido condecorado como Doctor Honoris Causa en universidades de las Indias Occidentales, Nueva York y, en 2007, La Habana. En la actualidad, vive en Barbados donde sigue participando con intensidad en la vida cultural del Caribe. 3 Citado por Nancy Morejón en Nación y mestizaje en Nicolás Guillén. Segunda edición, La Habana, ed. Unión, col. Contemporáneos, 2005, p. 209

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2 “La libertad de la América del Sur fue cierta porque a Bolívar lo protegió Pétion en un momento oportuno” 4, registra el autor de La edad de oro (1892) quien, no hay que olvidar, había muerto en combate (1895) con pasaporte haitiano pues desde la tierra del Cabo pudo organizar el desembarco hacia el sur de la isla para dar comienzo a nuestra segunda gesta independentista, y necesaria, del siglo XIX. El caso es que solo a partir de los años sesenta del siglo XX, comenzamos a conocernos, a redescubrirnos. Algunos estudiosos de los procesos narrativos latinoamericanos, concretamente del llamado boom, han alertado sobre un signo más que interesante y es el hecho de que al mismo tiempo que se daban los primeros títulos integradores de este fenómeno, ya comenzaban a publicar sus obras los novelistas y cuentistas más significativos de la narrativa caribeña de lengua inglesa entre las que descollaba por su excelencia integral la de George Lamming. Entre los temas cruciales de toda su producción, volcada a través de una excelente prosa, además de sus artículos, reflexiones, conferencias y ensayos, aparte de su labor como editor y difusor de la literatura regional, se encuentra el tema de la raza. Nunca olvidaré que entre pausa y pausa de una larga reunión, en un encuentro informal entre escritores que intentaban revivir la agenda de Carifesta, se comentaba sobre la vida cotidiana en nuestros países. Cada cual daba su versión matizada según su origen, según su lengua. Cuando todo el mundo ya había agotado su repertorio, Lamming fue el último en sentenciar: “Todo eso empieza y termina en la batalla de la piel” y recorrió su brazo izquierdo con el dedo índice de su mano derecha desde el pulso hasta el antebrazo. La batalla de la piel, para Lamming, es interminable, es indefinible. Y aunque se ubique en el centro mismo de las relaciones familiares, sociales y humanas de los caribeños, pocas veces hay una conciencia de sus dimensiones y menos aún de su alcance verdadero. “En una familia, siempre hay una conspiración de observaciones lacerantes, a veces de insultos, para aquellos integrantes que tengan la piel más oscura que las demás. Esa persona es constantemente agredida; no puede pasar desapercibida por ninguno de los miembros de la familia pues todos se encargan de hacerle sentir que vino a este mundo con la evidente desventaja de anunciar a los cuatro vientos su lazo inquebrantable con África”, argumentaba el creador de Natives of my person (1971). Ya sabemos lo que era la percepción de África en las Antillas durante la primera mitad del siglo XX: para mucha gente era una tierra salvaje de la que habían venido esos esclavos bárbaros, sin cultura, sin historia, sin razón de existir. “Africa ruge” era el lema que identificaba la fuente originaria de uno de los componentes básicos del hemisferio occidental. Otro de los temas que siempre marcaron la vida de infinidad de escritores –sobre todo de esa raza de escritores que se desviven por saber qué lugar ocupa su escritura en el universo, es el de las migraciones, como comprobaremos más adelante. Lamming se encuentra entre esas huestes. De ahí su especial sensibilidad para razonar, registrar e 4

Citado por Cintio Vitier en su estudio “Visión martiana de Haití”, en el volumen de ensayos Resistencia y libertad, La Habana, ed. Unión, 1999, p. 75

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3 indagar sobre los fenómenos migratorios que, hoy por hoy, caracterizan la vida moderna en todo el planeta pero que siempre estuvieron tanto en la historia oficial como en la historia al margen y en el imaginario de nuestra identidad caribeña. En otra oportunidad, le oí decir, hablando sobre el cementerio de Fort-de-France, enclavado en el centro mismo de la hermosa capital martiniqueña, que los ritos funerarios de los africanos distaban mucho de ser aquellos que se practican en la actualidad. “Son más europeos que otra cosa’’, decía. Lo trascendente de su observación es que la muerte se presenta entre los antillanos como un acontecimiento sin precedentes pero que siempre apunta a hacernos sentir que estamos dispersos, de que constituimos desde nuestro origen una incalculable diáspora ajena, sometida sistemáticamente a la filosofía del despojo de los conquistadores iniciales, de los poderosos, pero una de las más fuertes de toda la historia que incluso podría ser calificada como la de un holocausto solo comparable al que el nazismo engendrara fatalmente sobre el globo terráqueo. Con una mordacidad que pocas veces he percibido en alguna frase coloquial suya, comentó casi al margen de la conversación: “Cuando alguien muere en Saint George es entonces cuando nos damos cuenta de lo que quiere decir en verdad la palabra migración. Organizar funerales en el Caribe conduce a ese camino que hace que haya que esperar por familiares provenientes de varias latitudes. Cualquier doliente tiene que empezar a localizar un boleto y solicitar una visa; aquél que resida en Toronto, en Nueva York, en Miami, en Madrid, en Barcelona, en París, en Roma, en Frankfurt del Meno, en México, en Caracas y hasta en la ciudad japonesa de Osaka, tendrá que conocer el nuevo latigazo impuesto por las distancias, a veces fatalmente invencibles. Mario Benedetti, esa figura tutelar de las letras hispanoamericanas del siglo XX, ha escrito un extraordinario poema sobre la diáspora de los llamados orientales, es decir, de los uruguayos que, en tiempos de la dictadura militar, se vieron forzados a establecerse en cualquier sitio del universo porque, estaba claro, en apariencia se habían ampliado los uruguayos que habían navegado “por idiomas que apenas son afluentes” y, sin saberlo, habían invadido los cuatro puntos cardinales5. Podrían escribirse varios tratados sobre las causas de esa diáspora hoy extendida, desde el Caribe, hacia el sur del continente americano. Lo que fue una característica de las islas de la cuenca, desplazada ahora hacia América Central y los países más industrializados de América del Norte, ya a fines del siglo pasado, es una práctica esencial de sobrevivencia cotidiana para buena parte de las poblaciones de América del Sur. Por eso afirmo que los países latinoamericanos se caribeñizaron de forma galopante justo a las puertas del siglo XXI. Extensión de su estética literaria a su pensamiento; el dilema del escritor Los estudiosos de la literatura anglocaribeña concuerdan que antes de la aparición de En el castillo de mi piel (1953) ninguna obra de poesía o de ficción, de ningún escritor 5

Ver el poema “Otra noción de patria”, en Mario Benedetti: Antología poética. Prólogo de Juan Nicolás Padrón. Selección del autor. La Habana, ed. Casa de las Américas, 1995, p. 180 - 81

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4 anglófono nacido en las Antillas, había podido alcanzar la dimensión de esta primera novela que fue todo un acontecimiento que se convertiría no solo en las cartas credenciales de un escritor, y de cierta mayoría de su generación, sino en el emblema de una estética cuyos valores han perdurado hasta nuestros días; lo cual significa además que entró por la puerta grande de un género apenas cultivado a conciencia entre sus compatriotas. Esta novela ha resultado ser un clásico a partir del cual ha tejido George Lamming sus más puros ideales literarios. No por azar, el guyanés Iván Van Sertima ha considerado su triunfo como algo “espectacular” 6 pues, en su criterio, nadie en las islas compraba novelas, nadie las editaba y, lo que era peor, nadie las escribía. Detallando la situación de estas incipientes expresiones, que brotaron sobre todo durante los años cincuenta, Sertima llega a comparar a Lamming con el estadounidense Thomas Wolfe, el autor de You can’t go home again; en el sentido de que el dilema del escritor antillano era no poder realizar su trabajo literario en sus tierras de origen sino en la metrópoli británica. Esta es una de las más profundas contradicciones de este oficio porque, enfrentado el escritor a una férrea vida colonial por consiguiente subordinada a aquel sistema, su única opción era trasladarse hacia Inglaterra y luego allí intentar establecer su existencia y conseguir con su esfuerzo algún prestigio intelectual. El fenómeno del exilio radica en el centro mismo de todos los temas literarios y me atrevería a considerarlo como el más visitado, el más fructífero como tema en sí. 7 Sin embargo, el primer universo de ficción reconocible en Lamming tiene su eje central en la reconstrucción de un lugar fijo en la memoria del autor cuyos contextos sociales, allí descritos, reflejan la estructura de ese sistema colonial absolutamente cuestionado y rechazado. Si tenemos en cuenta que Inmediatamente después de la publicación de En el castillo de mi piel, Lamming publica otro de sus grandes títulos como lo es The Emigrants (1954), el lector encontrará un tema diametralmente opuesto al de su propuesta estética inicial pues el tema de esta segunda novela atiende las peripecias de personajes que emprenden una odisea crucial a través del Océano Atlántico para desplazarse, para emigrar al Reino Unido. A mi juicio, estas dos primeras novelas, altamente fundacionales, testimonian el dilema del gran escritor antillano manifiesto en dos temas que no dejan de ser sus más legítimas vertientes: Una, que se afinca en escenarios concretos y en la psicología social de un contexto histórico revelador de las más abigarradas estructuras coloniales que, como dije anteriormente, permanecían ocultas a la conciencia de identidad hasta 6

Ver Iván Van Sertima: Caribbean Writers. London and Port of Spain, ed. New Beacon Books, Ltd., 1968, p.10 7 La novela antillana de expresión inglesa contó, desde su nacimiento a lo largo del siglo pasado, con testimonios forjados por sus propios cultores. Todavía irradia, por su naturaleza emblemática, el volumen de ensayos Tradition: The Writer and Society (1967) , del excepcional narrador guyanés Wilson Harris la cual inaugurara la famosa colección de la editorial New Beacon Books, de Londres y Puerto España, bajo la dirección de su inefable editor, el poeta John La Rose, ya lamentablemente fallecido. Han hecho aportes sustanciales al estudio de estas corrientes narrativas , desde entonces, los críticos Michael Gilkes y Kenneth Ramchand, entre otros. Sobre la significación de las obras tanto de Wilson Harris como de V.S. Naipaul, son curiosas las observaciones de Antonio Benítez Rojo en su ensayo “¿Existe una novelística antillana de lengua inglesa?”, en Casa de las Américas, La Habana, a. XVI, n. 91, jul. – ago. de 1975, p. 189

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5 entonces nada explorada. Es justo insistir sobre un criterio de Sertima y es el de proclamar que la primera novela de Lamming no tiene un carácter autobiográfico sino que fabula algún que otro elemento de ese carácter con el de otras vidas conocidas. Lo importante es que tanto la suya como la de sus contemporáneos padecieron una experiencia social con denominadores comunes. La otra vertiente es la que lo adentra en la compulsiva madeja de las relaciones económicas y existenciales de los emigrantes, de los que se desplazan a su metrópoli correspondiente para dejar atrás un conjunto de valores insulares que dan al traste con su propia esencia al enfrentar una nueva pero amarga vida apenas comprensible para sus protagonistas. The Emigrants es, en amplia medida, uno de los surtidores que nutren, desde su base, un magistral volumen de ensayos bajo el sardónico título de Los placeres del exilio cuya edición original data de 1960 y que los lectores de lengua española, en Cuba, en el Caribe y en toda América Latina, podremos disfrutar en una espléndida edición del Fondo Editorial de la Casa de las Américas. Esta primera edición en lengua castellana de Los placeres del exilio lleva una introducción de Roberto Fernández Retamar quien en su clásico ensayo Calibán ya reconocía la profunda contribución de Lamming al pensamiento que se vuelca sobre nuestra identidad caribeña como parte de eso que Frantz Fanon llamara nuestro Tercer Mundo. Para Retamar: “…Lamming señala con claridad hermosos avatares americanos de Calibán, como la gran Revolución Haitiana, con Toussaint Louverture a la cabeza, y la obra de CLR James, en especial su excelente libro sobre aquella revolución , The Black Jacobins (1938)” 8. Heredero de los más significativos legados de emancipación en nuestro suelo insular, Lamming ha persistido en trasmitir la idea de que Cuba y Haití han integrado, a través de los siglos, el eje más inspirador de los sentimientos independentistas de todas las Américas y, por ello mismo, uno de los más perdurables 9. En este sentido, George Lamming es, como sabemos, un gran discípulo de James para quien: Toussaint Louverture no está vinculado…a Fidel Castro porque ambos dirigieran revoluciones en las Antillas. Ni tampoco dicho vínculo es una conveniente demarcación del tiempo histórico. Lo que ocurrió en el Santo Domingo francés entre 1792-1804 reapareció en Cuba en 1953. (…) La revolución de Fidel Castro es tan del siglo XX como la de Toussaint lo fue del XVIII. 10

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Roberto Fernández Retamar: Todo Calibán. Número especial de la revista Milenio, Buenos Aires, n. 3, Noviembre de 1995, p. 19 9 Señala Lamming: “Aquellos de ustedes que han tenido la oportunidad de estudiar esa obra magistral, Las corrientes principales del pensamiento caribeño, de Gordon Lewis, reconocerán que Haití y Cuba fueron pioneros en iniciar el debate sobre la liberación y la soberanía en el Caribe. El primer golpe y el más decisivo que se dio contra la Plantación, destruyendo su hegemonía, fue el triunfo de la Guerra de Independencia haitiana”, en Regreso, regreso al hogar. Conversaciones II. Introducción de Rex Nettleford. Traducción de Roberto Márquez. Philipsburg, St. Martín, ed. House of Nehesi Publishers, 2000, p. 48-9 10 C.L.R. James: “De Toussaint L’Ouverture a Fidel Castro”, en Casa de las Américas, La Habana, a. XVI, n. 91, jul.–ago. de 1975, p. 64

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6 En un espléndido arco de creación literaria que se iniciara con emblemáticos poemas como “Cisnes” en cuyos versos Edgard Baugh advirtiera una “exploración de la experiencia antillana al tratar [en ellos] el choque cultural y el consecuente sentido de dislocación padecidos por los antillanos en ’exilio’ en Europa” 11, George Lamming ha generado una impecable obra literaria, fundamentalmente erigida alrededor de los temas de la identidad bifurcados ambos en piezas de ficción así como en lúcidos ensayos. Un universo de ficción único, como el suyo, adelanta y abona la excelencia de autores como Edgar Mittelholzer, Vic Reid, Jan Carew, Neville Dawes, Samuel Selvon, Andrew Salkey y Paula Marshall, entre otros muchos, pero sobre todo se entronca, por derecho propio, con las corrientes más significativas de la novela latinoamericana del siglo XX. Su tercera novela Of Age and Innocence (1958) escoge como escenario a San Cristóbal, una isla imaginaria del Caribe, que resume la experiencia de todas y de ninguna de las islas que pueblan nuestro legendario mar, “Y siempre el mar”, que es historia, como prefiere definirlo Derek Walcott. San Cristóbal es una suerte de Comala, una suerte de Macondo, paisajes míticos del mexicano Juan Rulfo y del colombiano Gabriel García Márquez, transformados en tierras esenciales de nuestra existencia latinoamericana. Muy bien sabemos en la Casa de las Américas --donde el Caribe “es una pertenencia y una prioridad” 12-- los valores de este maravilloso hacedor de mundos solo nombrados por su genio, ese proteico habitante de la playa Bethsaba y de los barrios de inmigrantes de Londres y Nueva York; ese indescriptible hombre de letras, padre de nuestro pensamiento y nuestra literatura; ese mago insular a quien el genial jamaicano Rex Nettleford ha reconocido como “una de las inteligencias más agudas del Caribe y uno de sus artistas más distinguidos”. De modo que con conmovedora alegría, abrimos las puertas de este seminario en su honor. Ojalá que estas palabras inaugurales puedan expresar con precisión toda la gratitud y todo el cariño que le hemos profesado desde y para siempre. Peñalver, mayo-junio de 2007

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Edgard Baugh: “Breve recuento de la poesía antillana de lengua inglesa (1900-1970)”, en Casa de las Américas, La Habana, a. XVI, n. 91, jul.–ago. de 1975, p. 41 12 Nancy Morejón: “La Casa de las Américas y el Caribe en su porvenir”, en Pluma al viento, Santiago de Cuba, ed. Oriente, 2006, p. 201

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