Arte románico y gótico en la Comarca de Campo de Belchite

2 Arte románico y gótico en la Comarca de Campo de Belchite PEDRO L. HERNANDO SEBASTIÁN Dentro de todas las manifestaciones artísticas medievales pr

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Arte románico y gótico en la Comarca de Campo de Belchite PEDRO L. HERNANDO SEBASTIÁN

Dentro de todas las manifestaciones artísticas medievales producidas para la Comarca de Campo de Belchite, la pintura gótica fue, sin duda alguna, una de las más destacadas. Como referencia de ese pasado pictórico, y de su calidad, nos queda una tabla procedente de la iglesia parroquial de Lécera, que representa a san Blas, como figura central, escoltado por san Vicente mártir y san Lorenzo. Esta obra del pintor Martín Bernat es un testimonio vivo de la importancia de esta producción artística en la comarca.

Tabla gótica de Lécera, atribuida a Martín Bernat (Arzobispado de Zaragoza)

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El desaparecido políptico de Belchite, obra de 1439

Desgraciadamente, una buena parte de las muestras más significativas de este periodo desapareció durante la última guerra civil. Así, sucedió con el políptico, encargado por los Jurados de Belchite en el año 1439, cuya imagen conocemos gracias una fotografía aparecida en el catálogo de la Exposición Retrospectiva de Arte celebrada en Zaragoza en el año 1908. [“En el exterior de las dos portezuelas se leía la siguiente inscripción: ESTE RETAULO HAN FECHO FACER LOS HONRADOS PASCUAL BERNAT E PEDRO BERNAT A ONOR E REVERENCIA DE SANCTA MARIA. ANNO DE MCCC-

CXXXVIIII”. Apud CINCA YAGO, Jaime, et al., El viejo Belchite, la agonía de un pueblo, Gobierno de Aragón, Zaragoza, 2008, pág. 290].

Virgen del Pueyo de Belchite, robada la noche del 16 de agosto de 1985

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Todos los retablos de las iglesias parroquiales de Samper del Salz, Lagata, Codo, Almonacid de la Cuba, Azuara o Belchite fueron quemados, la iglesia parroquial y la ermita de Letux, saqueada, y junto a ellas un gran número de obras de arte se perdieron para siempre. La triste historia de la desaparición del patrimonio medieval de la comarca no se paralizó entonces, ya que muchos años después, en 1986, se produciría el robo de imagen titular del Santuario de la Virgen del Pueyo, de Belchite, que según descripciones anteriores al mismo, sería una interesante obra de madera realizada en el siglo XIII [“Talla de madera policromada, de principios del s. XIII, de 90 centímetros de altura, pintada tan solo en su parte delantera. La Virgen está de pie sobre un pedestal, con una túnica desde el cuello a los pies y manto sobre sus hombros. Velo pintado de blanco sobre la cabeza y sobre él una diadema terminando en florones de hojas puntiagudas. En la mano derecha lleva un tulipán y con la izquierda sostiene al Niño vestido con túnica azul; éste tiene su mano derecha en actitud de bendecir, en la mano izquierda un libro cerrado y los pies desnudos”. Apud CINCA YAGO, Jaime, et al., op. cit., pág. 289:].

Queden estas referencias como recuerdo de un panorama artístico mucho más abundante numérica y cualitativamente hablando, que por otra parte, no debe impedirnos el disfrute y contemplación de las joyas medievales que sí que se han conservado hasta nuestros días. Una de esas joyas es, sin duda, la ermita de San Nicolás de Bari en Azuara. Se trata de un edificio de una sola nave cubierta con bóveda de cañón, ábside semicircular y acceso en el lado sur mediante portada en arco de medio Azuara. Portada de la ermita de San Nicolás punto. De su estructura se diferencia exteriormente el volumen del cascarón absidial, el del presbiterio y el del resto de la nave, generando un escalonamiento habitual en el tipo de edificios de lo que podríamos denominar el románico canónico. No lo es tanto el material con el que se compusieron los muros, por ser de mampostería de mala calidad, actualmente cubiertos por un enlucido de cemento. Las esquinas son de piedra sillar, lo que confiere al muro la consistencia necesaria para que se haya mantenido en pie hasta la fecha. Es el mejor ejemplo de la arquitectura medieval en la comarca, y uno de los más interesantes del periodo en estas latitudes. Su presencia nos hace recapacitar sobre la creencia de que en los territorios aragoneses ubicados al sur del Ebro no existe arte románico significativo. Lo que ocurre es que debemos mirar a las obras de arte sin los encasillamientos de la teoría tradicional de los estilos. Este edificio participa evidentemente de la tradición constructiva románica tanto por las formas y algunos materiales como por la ubicación de sus elementos decorativos ya sean pintados, en los muros interiores de la iglesia, o esculpidos, en la portada de acceso y el las ménsulas de alero de la cubierta. La forma y apariencia de estos elementos artísticos decorativos se incluiría ya en el siguiente estilo cronológicamente hablando, el gótico. Así, los motivos que ocupan los dos capiteles localizados a cada lado de la portada de acceso son muy sencillos, representando elementos vegetales muy estilizados que nos recuerdan a decoraciones existentes en monasterios cistercienses como el de Rueda, Veruela o Piedra. Lo mismo se podría decir de la pintura interior, cuya descripción se aborda en otro capítulo del presente libro.

Azuara. Ábside románico de la ermita de San Nicolás

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La ermita de Santa María de Allende, en Moyuela, desde el aire

Otro edificio a destacar dentro del arte medieval de la comarca es la ermita de Nuestra Señora de Allende de Moyuela. En este caso, el tránsito entre el estilo románico y el gótico es más evidente. Como la de Azuara, la ermita de Moyuela es un edificio de planta rectangular y ábside semicircular de tradición románica. La portada, también en arco de medio punto y confeccionada con un tipo de piedra muy fácil de trabajar, se genera a partir de sillares bien labrados. No dispone de arquivoltas ni de columnas adosadas, pero sí de una chambrana o moldura exterior sobre la que se aplica una decoración muy sencilla. En este caso se trata de unas figuras humanas, en mal estado de conservación debido a la erosión sufrida por la piedra.

De apariencia más próxima al lenguaje gótico es el atrio con columnas del lado sur. Es una estructura, muy habitual en la arquitectura medieval castellana, no tanto en la aragonesa, cuya finalidad además de proteger la puerta principal de la iglesia de las inclemencias del tiempo, pudo servir como espacio cubierto para la realización de otras actividades sociales, o simplemente como receptáculo para acoger a los fíeles que no pudieran entrar al interior de la pequeña ermita, los días de las celebraciones principales. Se trata de una cubierta a una vertiente que apea en cuatro columnas de sección poligonal, con grandes capiteles y basa sin decoración. Sin embargo, lo que más llama la atención del edificio, y lo que lo convierte en una iglesia realmente significativa, es la espadaña erigida a los pies de la ermita. La arquitectura religiosa aragonesa construida fuera de las grandes ciudades en estas mismas fechas casi siempre carece de cuerpo de campanas, espadañas ni ningún tipo de estructura permanente para la llamada a la oración. Eso es lo que ocurre con la descrita ermita de Moyuela, lo mismo que la de San Miguel de Mercadal en Loscos, en el límite con la provincia de Teruel, por poner ejemplos conocidos en este entorno. La aparición de esta gran estructura de piedra sillar bien labrada hace pensar en la existencia de un patrocinio especial. Estos edificios son los únicos testigos del aspecto que debieron tener las primitivas iglesias parroquiales medievales levantadas durante el proceso de repoblación del territorio tras la reconquista. Su aspecto nos transporta a una época en la que las escasas posibilidades económicas de las aldeas impidieron edificar iglesias más grandes. En estos casos primaría la función y el uso sobre lo estético y lo artístico.

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Ejemplo de esa pobreza de recursos y de la costumbre de aprovecharse de lo ya construido, proceder éste habitual a lo largo de toda la Historia de Arte, es la ermita de San José de Azuara. Buena parte de la nave central es de fábrica medieval. Posteriormente, sobre ella se añadiría la torre de campanas de planta cuadrada y estilo mudéjar. Finalmente, en el siglo XVI se completaría su aspecto actual con una descomunal cabecera poligonal cubierta con bóveda estrellada de estilo gótico. En vez de destruir la primitiva fábrica con la reforma del XVI, se mantuvo, a pesar de que estéticamente el resultado final cause cierta extrañeza. En realidad parece un edificio inacabado. El tamaño de la nave queda empequeñecido por el de la cabecera, cosa que nos hace pensar en un original proyecto que consistiría en ir derribando la iglesia antigua para ir construyendo la nueva. Sabemos que en el proceso de renovación o de reconstrucción de las iglesias, era raro el caso en el que se suspendiera el culto. Mientras se construía la cabecera, el culto se pudo hacer en la nave. Una vez terminada, se podría trasladar allí y ejecutar la reforma hacia los pies. Las posibilidades económicas impedirían continuar el proceso y explicaría, como se ha dicho, su aspecto actual. Hay que destacar, que la parte más antigua de la ermita, la erigida en la Edad Media, responde al modelo más habitual de iglesias medievales aragonesas. Se trataría de una iglesia de planta rectangular cubierta por un tejado a doble vertiente sobre arcos diafragma. Este sistema es el más adecuado cuando se quiere cubrir un espacio con pocos recursos económicos y técnicos. No es necesaria la participación de arquitecAzuara, ermita de San José. Interior de la nave tos, llamados en la edad media “maestros de obra”, para voltear complicadas bóvedas, si no sólo para levantar unos cuantos arcos, sobre los que se sustentará la cubierta de madera. El resto del edificio puede ser construido por los propios vecinos del lugar, de la misma manera que levantaban sus casas, hornos o almacenes. Además de estas obras religiosas, en la Comarca de Belchite existieron otras construcciones medievales erigidas con la finalidad de proteger el territorio y defender a sus habitantes de hipotéticos peligros, ya fueran procedentes del mundo islámico como del vecino reino de Castilla. Igual que ocurrió con las otras obras de arte citadas, estos castillos y amurallamientos sufrieron la destrucción por los bombardeos de la guerra civil, hasta el punto de que alguno de ellos, como el de Codo, debió terminar de ser destruido unos años después debido al mal estado que presentaba tras la contienda. Lo mismo se podría decir del recinto amurallado de Belchite, del que se ha conservado únicamente una torre-puerta. También en muy mal estado de conservación se encuentra el castillo de Letux, que se encuentra asociado al palacio de los marqueses de Lazán y la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves.

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Fuendetodos, Barrio Alto. Arcos ojivales de la antigua ermita de Nª Sra. del Prado, actualmente de propiedad privada

De él se conserva una torre de planta cuadrada y muros inferiores ataludados de la que destaca la decoración en zig-zag de la parte superior, realizada en ladrillo. Parte de la muralla de Azuara, los restos del castillo de Fuendetodos, Moyuela y Plenas son ahora testigos mudos de una época medieval en la que las construcciones defensivas fueron parte esencial del paisaje urbano de las localidades aragonesas.

Bibliografía ABBAD RÍOS, F., Catálogo Monumental de España. Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1957. GUITART APARICIO, C., Castillos de Aragón II. Desde el segundo cuarto del siglo XIII hasta el siglo XIX. Librería General, Zaragoza 1976. GUITART APARICIO, C., Castillos de Aragón. III, Mira Editores, Zaragoza, 1988. LACARRA DUCAY, M.C. La pintura gótica hispanoflamenca. Bartolomé Bermejo i la seva època, Catálogo de la exposición, Barcelona, 2003, pp. 262-363. VV.AA, Exposición Retrospectiva de Arte. 1908, Zaragoza, Tipografía La Editorial, 1910, p. 49

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