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LAURA TORRADO
LAURA TORRADO http://www.lauratorrado.net [email protected] Doctora en Bellas Artes, Facultad de Bellas Artes, UCM. School of Visual Arts,

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LISTADO POR AUTOR AUTOR A. J. CRONIN A. LERNET-HOLENIA A..VAZQUEZ FIGUEROA A.B. CARROL A.E.W. MASON A.H. CHAPMAN A.LI-YAU ABELARDO CASTILLO ACTAS DEL

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Autor

Laura Perelman Artículo

Condiciones de empleabilidad y vulnerabilidad al desempleo y patrones de participación en el mercado laboral de los trabajadores del Gba

1

"Condiciones de empleabilidad y vulnerabilidad al desempleo y patrones de participación en el mercado laboral de los trabajadores del Gba"*

PERELMAN, LAURA C. (IDES-OIT) Mayo de 2001

* Una primera versión de este trabajo fue presentada en el seminario intensivo Mercado de Trabajo e Intervención Sindical: ¿Nuevas pautas?, organizado por el Programa de Estudios Socioeconómicos Internacionales -PESEI-IDES, en octubre de 2000.

2

Introducción En este trabajo se analizan las condiciones diferenciales de "empleabilidad" y de "vulnerabilidad al desempleo"

para distintos segmentos de la fuerza de trabajo y el

impacto que estas condiciones tuvieron en sus trayectorias laborales de corto plazo. "empleabilidad" entendemos población

Por

la probabilidad de encontrar un empleo por parte de una

durante un período determinado, tomando en cuenta además la calidad del

empleo. La "vulnerabilidad al desempleo" se define como la probabilidad de ingresar al desempleo durante un período dado y en relación a determinada población .1 El análisis se refiere a los trabajadores pertenecientes al aglomerado del Gran Buenos que buscaron en forma activa un empleo o experimentaron un cambio en la condición de actividad entre mayo

de 1997 y mayo de 1998.

Para ello se realizó un

análisis longitudinal en base a los datos que proporciona la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC) que permite realizar un seguimiento

temporal de los trabajadores que

permanecen en la muestra entre cada uno de los operativos de relevamiento.2 Este trabajo parte del supuesto que la comprensión de las trayectorias laborales de corto plazo que caracterizan a distintos grupos de trabajadores permite en parte corregir la arbitrariedad que, en muchos casos, supone desempleados e inactivos.

la división clásica entre empleados,

Desempleo encubierto, trabajador desalentado,

subempleado

(visible o invisible), ocupaciones refugio, etc., son algunos de los conceptos a los cuales los analistas acuden

con frecuencia para dar cuenta de las variaciones que se producen

entre las tasas de desempleo, de actividad y de inactividad. Por ejemplo, las variaciones en la tasa de desempleo pueden estar asociadas con el agotamiento de actividades en las cuales proliferaron los empleos refugio, a cambios en el comportamiento de ciertos 1

Estas definiciones se encuentran en Freyssinet (1998).

2

La renovación del panel que conforma la muestra de la EPH abarca a una cuarta parte de la misma entre cada una de las ondas que se efectúan semestralmente (ver Lavergne, 1997). 3

segmentos de la población en relación al mercado laboral, en función de las variaciones en el nivel de actividad, en la demanda de empleo, o en la tasa de desempleo de otros grupos de la población. Figuras como el del trabajador adicional y el trabajador desalentado han constituido,

en forma alternativa, parte de la explicación de la incidencia que las

variaciones en la tasa de actividad tuvieron sobre la tasa de desempleo. Aunque cada uno de estos conceptos hace referencia a fenómenos de distinta naturaleza, tienen en común el reconocimiento de que existen grandes diferencias al interior de cada una de las tres categorías clásicas que definen la situación en el mercado laboral. Por ejemplo, el pasaje a la inactividad puede ser el resultado del desaliento que conlleva la búsqueda infructuosa de un empleo en un período determinado. Los empleos de muy baja calidad y ocasionales se asocian a los problemas de empleabilidad que tienen ciertos grupos de la población para incorporarse al sector formal de la economía. Cuanto más homogéneo es el mercado laboral en términos de las características del empleo (a tiempo completo, por tiempo indeterminado, con acceso a beneficios

sociales y con un

salario cercano al promedio) y menores las dificultades que enfrentan diferentes grupos de la población para ingresar a una ocupación, menor será el grado de indeterminación de las fronteras entre empleo, desempleo e inactividad.

O dicho de otro modo, en la medida que

proliferan formas de empleo que se apartan de la relación salarial a tiempo completo y por tiempo indeterminado, los límites entre empleo, desempleo e inactividad se tornan más endebles.

Por ejemplo, los portadores de empleos ocasionales y altamente inestables

pueden ser más proclives a efectuar en un corto plazo entradas y salidas del mercado laboral o a padecer un "desempleo recurrente". 3 En cambio, los trabajadores provenientes de empleos estables

y/o con mayores niveles de formación profesional, pueden

permanecer por períodos más prolongados en una situación de desempleo clásico, con el objetivo de conseguir un empleo que se corresponda con sus expectativas.4 Las formas en que la población tiene, o no, un empleo, permanece desocupado o inactivo se vinculan en forma estrecha con la dinámica que adquiere la creación y destrucción de empleo en un período determinado. Esta dinámica determina los problemas de empleabilidad y la vulnerabilidad al desempleo que enfrentan diferentes grupos de 3

4

Ver Castel (1997). Ver Freyssinett (1998). 4

trabajadores.

Sin embargo,

las

trayectorias laborales que siguen distintos individuos no

sólo están afectadas por las oportunidades de empleo que ofrece el mercado laboral, sino también por la historia laboral previa que condiciona las expectativas y los recursos con los cuales enfrentan el desempleo y/o regulan las entradas y salidas del mercado laboral. La hipótesis que desarrollamos

en este trabajo es que dadas las características

dominantes del empleo al que accedieron los trabajadores que ingresaron a una ocupación desde el desempleo y la inactividad,

los trabajadores con mayor nivel de calificación y

más educados, que pasaron además por la experiencia de empleos estables, enfrentaron mayores problemas de empleabilidad en relación a las expectativas iniciales de encontrar un empleo que se correspondiera con su formación profesional, y en el caso de quienes habían estado ocupados,

que tuviera características similares a los empleos que habían

dejado. Esto incidió en la alta proporción relativa que permaneció desempleada por períodos más prolongados que el resto de la fuerza laboral.

En cambio, entre los

trabajadores menos calificados y menos educados, los problemas de empleabilidad se tradujeron, en mayor proporción que otros grupos,

en la obtención de empleos de muy

baja calidad y altamente inestables que dieron lugar, en general, a trayectorias laborales erráticas en las cuales se alternaron cortos períodos de empleo, con el desempleo y/o el retiro del mercado laboral.

2. Características de los puestos de trabajo de los "nuevos ocupados"5 En la Argentina, en forma paralela al crecimiento de la tasa de desempleo abierto, que alcanza su punto más elevado a mediados de la década de los '90, se fue produciendo un deterioro de las condiciones de empleo para un porcentaje creciente de ocupados en términos de no acceso a beneficios sociales, incremento de las formas de empleo inestable

5

El concepto de "nuevos ocupados" se refiere a aquéllos trabajadores que ingresaron a una ocupación provenientes del desempleo o de la inactividad. Debido a las características de la muestra no es posible captar a los nuevos ocupados que no pasaron por esta condición en el período en que se realiza el relevamiento. También resulta muy dificultoso captar los movimientos de empleo que efectuaron los trabajadores que ya estaban ocupados. En este trabajo, de este segmento sólo se observaron las características de los trabajadores y de los puestos de trabajo de aquellos trabajadores que no eran "nuevos ocupados" pero que se incorporaron en el período a una relación asalariada. Los cambios entre empleos asalariados no fueron tomados en cuenta debido a que estos movimientos no pueden ser captados en forma directa, sino mediante indicadores indirectos como la antigüedad en el empleo ( Ver Beccaria , 2000). 5

y de la subocupación horaria. A los efectos negativos que tuvo sobre el mercado laboral la política macroeconómicas de corte neoliberal6 , se sumó la ineficacia de las políticas de empleo que "teóricamente" se implementaron con el objetivo de reducir los altos niveles de desempleo y de empleo en negro. Estas políticas tuvieron como eje central la reducción de los costos salariales directos, de las contribuciones patronales a la seguridad social y el abaratamiento y promoción de formas de contratación por tiempo determinado. Sin embargo, estas medidas no sólo no tuvieron un efecto positivo evidente sobre la creación de empleo, sino que además se vieron acompañadas por un incremento del empleo en "negro", del subempleo, del desempleo de larga duración y del empleo inestable.7 Además,

la expansión de la tasa de desempleo estuvo vinculada, entre otros

factores, a la retracción de la tasa de empleo, que en el caso específico del GBA se redujo considerablemente entre mayo de 1993 y mayo de 1996 (de 39.5% a 35.6%). A partir de octubre de 1996, cuando la economía comienza a recuperarse de la crisis del tequila, y sobre todo a partir de mayo de 1997, la tasa de empleo crece y se reduce la tasa de desempleo, aún cuando se produce un leve incremento de la tasa de actividad.

En cambio,

la tasa de subempleo se mantuvo prácticamente estancada en los valores que había alcanzado en el período de fuerte caída de la actividad económica, luego que se desatara la crisis mejicana, y el porcentaje de desocupados de larga duración continuó aumentando.8 Cabe preguntarse, en el marco de la recuperación de la economía, cuales fueron las oportunidades de empleo que ofreció el mercado laboral para "los nuevos ocupados", para luego evaluar las condiciones de empleabilidad que enfrentaron distintos segmentos de la fuerza laboral. Para analizar la calidad del empleo al que accedieron estos trabajadores se 6

Por ejemplo, la apertura de la economía tuvo un impacto negativo sobre la demanda de empleo en la industria, mientras que las privatizaciones de las empresas se servicios estatales implico una destrucción importante de puestos de trabajo en este sector (ver Marshall, 1998). 7

Entre mayo de 1992 y mayo de 1997 el porcentaje de trabajadores subocupados creció de algo menos de un 8% a más del 12% y los trabajadores que no accedían a ningún beneficio social del 25,3% del total de asalariados a algo más del 35% en mayo de 1997. En el mismo lapso, el desempleo de larga duración ( más de un año desocupados) se elevó del 1% del total de desempleados a casi el 10%. Además entre mayo de 1995 y mayo de 1998 las formas de empleo no permanente pasaron de representar el 14,4% del total de asalariados del GBA, al 18,7% ( estos datos fueron elaborados a partir de la información que brinda la EPH, INDEC). 8

El desempleo de larga duración pasó de representar algo más del 7% en mayo de 1995 a casi un 10% del total de desocupados en mayo de 1997. 6

procedió al seguimiento entre dos ondas consecutivas de relevamiento de la EPH (mayo y octubre de 1997) de la población que ingresó a una ocupación

asalariada desde el

desempleo y la inactividad, comparando las características de los puestos de trabajo que ocuparon respecto a los que tenía la población que permanecía empleada, en relación a la intensidad, calificación, forma de empleo9 y acceso a beneficios sociales. De este modo, se comprobó

que entre los nuevos ocupados estaban sustancialmente sobrerepresentados,

respecto al peso que tenían entre los trabajadores que ya estaban ocupados en mayo de 1997,

el subempleo horario, el trabajo en negro, los empleos no permanentes y las tareas

semi o no calificadas.

10

La subocupación horaria afectaba casi tres veces más a los nuevos

ocupados que a los que ya tenían una ocupación y las tareas no calificadas representaban casi el doble entre los primeros respecto a los segundos. que habían ingresado a un empleo asalariado

11

Además, entre los trabajadores

el 75% no percibía ningún beneficio social y

algo más del 46% ingresaba a un empleo no permanente. En cambio, entre los trabajadores que ya eran asalariados el empleo en negro afectaba al 25% y el 90% estaba empleado en calidad de trabajador permanente. Cabe destacar que entre los trabajadores que ingresaron a una relación asalariada provenientes de una ocupación, las condiciones fueron algo más favorables que la de aquellos que no estaban ocupados, ya que una mayor proporción ingresó a una tarea calificada y en calidad de trabajador permanente (ver cuadro 1).

9

A partir de mayo de 1995 la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) incorporó a su formulario una pregunta orientada a relevar el tipo de contrato en el cual se inscribe el trabajador: permanente, temporario ( por un plazo fijo o por tarea u obra), "changa" o de duración desconocida. El objetivo de esta pregunta es captar "diversas formas irregulares de actividad laboral", es decir aquellas modalidades que se apartan del contrato por tiempo indeterminado y que en este trabajo agrupamos bajo la categoría de "no permanente", en contraposición al empleo "permanente", el cual, según la definición utilizada en la EPH, supone "un acuerdo de continuidad explícito, sin límite de tiempo", "independientemente de que esté formalizada la relación" ( ver manual instructivo de la EPH). 10

Si bien esta situación no era nueva, implicó un deterioro respecto al nuevo empleo generado a los inicios del plan de convertibilidad ya que el peso de los puestos asalariados en negro creció casi en 10 puntos y prácticamente se duplicó el porcentaje del subempleo horario en el conjunto de los nuevos ocupados. 11

Entre los trabajadores que continuaban ocupados en las dos ondas, fueran o no asalariados, el 22,8% estaba en una tarea no calificada y 13,1% era subocupado. En cambio entre los nuevos ocupados el 43,3% había ingresado a un puesto no calificado y el 30,6% era subocupado. 7

3. Características sociodemográficas de los "nuevos ocupados" En el período que estudiamos, entre los "nuevos ocupados" que ingresaron a una relación asalariada

se hallaban sobrerepresentados, en relación a los ocupados que

continuaban como asalariados,

los que no eran jefes de hogar , las mujeres,

los

trabajadores más jóvenes y con menores niveles educativos (hasta secundario incompleto). Entre los que provenían de la inactividad tenían un mayor peso, respecto a los trabajadores que provenían desde el desempleo, los que no eran jefes de hogar, las mujeres, las franjas etáreas más joven (hasta 19 años) y más adulta (más de 50 años) y los de menor nivel educativo ( hasta primario completo).

La misma tendencia se observaba entre los nuevos

ocupados que ingresaban a una ocupación, fuera o no asalariada. En cambio, entre los que provenían de una ocupación no asalariada, la distribución por edad y entre jefe y no jefe de hogar era similar a la de los que ya eran asalariados, además un mayor porcentaje que entre los nuevos ocupados había completado los estudios universitarios (ver cuadro 2). Las condiciones de empleo a las que accedieron los nuevos ocupados sólo fueron claramente más favorables para los trabajadores con mayores niveles educativos, ya que una mayor proporción ingresó a una ocupación permanente y/o accedió sociales como ocupados plenos.

En cambio

a beneficios

ni el género, ni la edad tuvieron un rol

preponderante en las condiciones de empleo a las que accedieron los trabajadores (ver cuadro 3). Además, cabe destacar que entre los trabajadores que ingresaron a un empleo no permanente, las probabilidades de transitar hacia un empleo por tiempo indeterminado fue mayor para los que alcanzaron los niveles de estudio superior o universitario (completo o incompleto). 12

12

Al no haber existido ningún incentivo expreso para convertir los contratos temporarios en permanentes, las empresas priorizaron la incorporación de trabajadores jóvenes que se desempeñaron en puestos más calificados, con mayores requerimientos de entrenamiento y formación profesional y por tanto con mayor capacidad de adaptación a los cambios impuestos por los nuevos modelos productivos y organizativos. En cambio, en los puestos menos calificados, el empleo flexible fue utilizado con mayor frecuencia para reducir los costos laborales a través de un uso intensivo de las modalidades de empleo temporario, entre los que se destacó el contrato a prueba. Ver Perelman (2001). 8

El hecho que la creación de empleo estuviera centrada en puestos de trabajo de escasa calidad y estabilidad, determinó que los mismos grupos de trabajadores que fueron reclutados en forma mayoritaria en el período,

experimentaran también un mayor nivel

de rotación. Así, las mujeres, los trabajadores más jóvenes y con los niveles educativos y de calificación más bajos, tuvieron un peso relativo elevado en los flujos de salida de una ocupación.13 Como se ve en el cuadro 4, la mayor vulnerabilidad al desempleo y/o la mayor tendencia a retirarse del mercado laboral fue para las mujeres, los jóvenes hasta 19 años, los de más bajo nivel educativo (primario incompleto) y de calificación (semi o no calificadas) y en empleos de carácter no permanente.

4. Empleabilidad, vulnerabilidad al desempleo y patrones de participación en el mercado laboral El hecho que ciertos grupos de trabajadores hubieran estado sobrerepresentados en el ingreso a una ocupación no implicó que

los mismos hayan tenido una mayor

probabilidad de obtener un empleo. Para evaluar las condiciones de empleabilidad de diferentes grupos de la población, se observó la trayectoria seguida entre dos ondas de relevamiento de los trabajadores que al inicio del período declaraban buscar en forma activa un empleo. En octubre de 1997 el 37,8%14 de los desocupados había ingresado a una ocupación, el 35,6% permanecía desocupado y el 26,6% había pasado a la inactividad. En el mismo período, las mayores probabilidades de ingresar a una ocupación fueron para los varones y para los trabajadores de 20 a 49 años.(ver cuadro 5). Entre las mujeres la menor probabilidad de ingresar a una ocupación determinó que una mayor proporción, comparativamente con los varones, se retirara del mercado laboral.15 Aunque cabe destacar que entre los hombres que pasaron por el desempleo los 13

Aunque en menor medida, también estuvieron sobrerepresentados en los flujos de salida de una ocupación los trabajadores de mayor edad, debido a que en esta categoría se incluyen los trabajadores que están en edad de retirarse del mercado laboral. 14

Entre los desocupados que ingresaron a una ocupación casi un 75% lo hizo en una relación asalariada, porcentaje similar al que tenían los ocupados que continuaban ocupados. 15

Los determinantes de la participación intermitente de las mujeres en la fuerza laboral han sido extensamente analizados por Cerrutti (2000). 9

flujos hacia la inactividad fueron bastante más elevados que entre aquellos que tenían un empleo (ver cuadro 5). Evidentemente, existe una estrecha asociación entre los problemas de empleabilidad, en términos de obtener un empleo en un tiempo determinado, y el desaliento que lleva a abandonar la búsqueda activa de trabajo. También se observaron patrones diferenciales de participación de la fuerza laboral en relación a otras características demográficas como la edad y el nivel educativo. Como se ve en el cuadro 5, entre los jóvenes (entre 20 y 25 años) y entre los de mayor nivel educativo (universitario incompleto o completo),

una mayor proporción de los

desocupados que no ingresó en una ocupación permaneció en el mercado laboral en calidad de desempleado.

Cabe recordar que fueron estos mismos grupos los que presentaron

mejores condiciones de empleabilidad si se toma en cuenta la calidad del empleo al cual ingresaron. Además,

los trabajadores con mayor nivel educativo

experimentaron en

mayor proporción el desempleo de larga data. También fue más elevado el desempleo de larga duración entre las mujeres y entre quienes habían estado en una relación asalariada registrada, en un empleo permanente y con una antigüedad superior a un año (ver cuadro 6).16 De este modo, la permanencia en una situación de desempleo clásico, con el objetivo de encontrar un empleo formal y estable, también estuvo condicionado por los mayores recursos cognitivos y por una historia laboral asociada a un empleo estable y registrado, aunque muy probablemente esto haya estado mediado por el acceso a recursos de carácter económico.17 Por otra parte, el hecho que un alto porcentaje de los trabajadores que ingresó a una relación asalariada, provenientes del desempleo o la inactividad, ocuparan puestos de trabajo de muy baja calidad determinó que en un corto plazo una elevada proporción volviera a estar desocupado o inactivo. Al cabo de un año ( mayo de 1998) un 17,5% estaba nuevamente desocupado y el 21,6% había pasado a la inactividad (ver cuadro 7). Aunque la permanencia en la condición de ocupado fue similar entre varones y mujeres,

16

Entre los trabajadores que estuvieron empleados, el mayor tiempo de desempleo que experimentan puede estar también asociada a su mayor edad promedio. Por otra parte, en la medida que estos trabajadores no logran reinsertarse en el mercado laboral se pueden ver afectados por una degradación en sus calificaciones, reduciéndose aún más sus probabilidades de reinserción.

10

los flujos hacia el desempleo fueron mayores entre los primeros, debido nuevamente al alto porcentaje de trabajadoras que ingresó en la inactividad.18 La participación intermitente en el mercado laboral también fue un rasgo característico de los trabajadores en edades extremas

y menos calificados.19

Es probable que muchos de los

trabajadores

pertenecientes a estos grupos ingresen en forma intermitente al mercado de trabajo para compensar la pérdida de ingresos o suplementar el que aporta el trabajador principal, por lo cual son más proclives a aceptar empleos de baja calidad. A su vez, la falta de continuidad y de experiencia en el mercado laboral los confina a empleos precarios y altamente inestables, que no los dotan de mayores recursos para lograr reinsertarse en un nuevo empleo. Por ello, como se vio, entre esta misma franja de trabajadores la experiencia del desempleo los lleva en muchos casos a abandonar en un corto plazo la búsqueda activa de empleo (ver cuadro 5).

5. Algunas conclusiones tentativas Si se observan en forma conjunta los flujos de ingreso a una ocupación, los flujos desde un empleo hacia el desempleo y la inactividad, y las características dominantes de los puestos de trabajo que ocuparon los trabajadores que experimentaron un cambio en la condición de actividad, podemos extraer algunas conclusiones preliminares. En primer lugar, se observó una importante correspondencia entre el peso que tuvieron los empleos de baja calidad entre los nuevos ocupados y la sobrerepresentación de las franjas de población más jóvenes y

menos educadas entre los trabajadores que

ingresaron a un empleo desde el desempleo o la inactividad. Por otra parte, se comprobó que los mismos grupos de trabajadores que estaban sobrerepresentados en el ingreso a una ocupación, lo estaban en los flujos de salida hacia el desempleo y la inactividad. De este modo, el peso que tuvieron estos grupos entre los nuevos ocupados resulta un indicador de los mecanismos de selectividad que operan en el mercado laboral, que confinan en 17

Estos recursos pueden surgir del cobro de una indemnización, o de la pertenencia a un hogar en el cual son perceptores secundarios y no existen presiones para incrementar el ingreso familiar (ver Beldevere et al, 2000) . 18 Esos datos deben ser tomados con cautela, ya que la apertura por sexo se aparta de las exigencias que la muestra de EPH establece para garantizar un grado de representatividad adecuado 19

De hecho, entre las mujeres la intermitencia en el mercado laboral es más frecuente entre las trabajadoras en edades extremas y con menor nivel educativo ( Cerrutti, 2000). 11

mayor medida a ciertos grupos a experimentar el pasaje por el desempleo o a estar inactivos, aún cuando podrían estar disponibles para participar en forma activa del mercado de trabajo.

En efecto, el hecho que un alto porcentaje de los "nuevos ocupados" fuera

reclutado mediante trabajos inestables, en negro y en tareas no calificadas, trajo aparejado que un importante número de los trabajadores que ingresaron a un empleo asalariado bajo estas condiciones volviera a experimentar en un corto plazo el desempleo, o se retirara del mercado laboral. En segundo lugar, se observó que las condiciones de empleabilidad para los trabajadores que buscaron en forma activa un empleo

sólo fueron más favorables para

aquéllos con estudios superiores al nivel secundario, que accedieron en mayor proporción a empleos estables, a tiempo completo y como ocupados plenos. Por otra parte, entre los trabajadores con mayores recursos de formación y/o con una historia laboral estable, que no lograron emplearse bajo estas condiciones, una proporción alta, en comparación con el resto de la fuerza de trabajo, permaneció desempleada por períodos prolongados, muy probablemente con el objetivo de lograr una inserción laboral acorde con

su formación

profesional o a la experiencia adquirida en un empleo anterior. Es posible que un número significativo de estos trabajadores haya percibido indemnizaciones

que les permitieron

continuar buscando un empleo por períodos más prolongados, con el objetivo de encontrar uno acorde a sus expectativas iniciales.20 Aunque muy probablemente una parte de estos trabajadores, dada la proliferación de empleos de baja calidad que ofreció el mercado laboral, terminaron ingresando a puestos de trabajo de estas características, y a padecer, al igual que las franjas de población menos educadas, un desempleo repetitivo. De todos modos,

entre los sectores más calificados y/o con una trayectoria laboral estable, el

desempleo clásico se presentó

como la forma dominante de no tener un empleo. En

cambio, entre los trabajadores más vulnerables y menos calificados fue más frecuente que establecieran

una relación intermitente con el mercado laboral. Aunque este es un rasgo

particularmente asociado a las mujeres, el hecho que los empleos sean cada vez más inestables y

desprotegidos, y la creciente competencia en el mercado laboral para las

franjas más descalificadas y con menor nivel educativo, redunda en que un alto porcentaje

20

Ver por ejemplo Dávolos (1999). 12

de los trabajadores varones también abandone en forma intermitente la búsqueda activa de empleo.

Bibliografía Beccaria, L., "Inestabilidad laboral y ocupacional en Argentina", documento presentado en la Cuarta Reunión de la Red latinoamericana de Economía Social y en las Jornadas de Discusión de la Universidad de Gral. Sarmiento, Buenos Aires, 2000. Belvedere, C.; Carpio,J.; Kessler, G. y Novacovsky, I., "Trayectorias laborales en tiempos de crisis. Desocupación e informalidad laboral en ex asalariados provenientes del sector formal ", en "Informalidad y exclusión social ", comp. Carpio, Klein y Novacovsky, OIT, Fondo de Cultura Económica y Siempro, Buenos Aires, 2000. Castel, R., "La metamorfosis de la Cuestión social. Una crónica de salariado. ", Paidos, Buenos Aires, 1997. Cerrutti, M., "Determinantes de la participación intermitente de las mujeres en el mercado de trabajo en los '90", en Desarrollo Económico, Nro. 156, vol.39, enero-marzo del 2000. Dávolos, P., "Trayectorias Laborales en un contexto de amplio desempleo. Estudio de caso de los retiros voluntarios de las empresas telefónicas", mimeo, Buenos Aires, 1999. Freyssinet, J., "Definición y medición del desempleo", en "Desempleo y políticas de empleo en Europa y Estados Unidos", Lumen Humanitas, 1998. Lavergne, N., "Características del empleo generado como referencia para evaluar el desarrollo económico", en “La problemática del empleo en la Argentina en los ´90”, Informe de Coyuntura del Centro de Estudios Bonaerenses. Año 7 Nro. 69, agostoseptiembre de 1997 Marshall, A., "Empleo en la Argentina, 1991-1997: ¿ Nuevas Pautas de Comportamiento después de la liberalización económica?", Organización Internacional del Trabajo, 1998. Perelman, L., "El empleo no permanente en la Argentina", Desarrollo Económico, Revista de Ciencias Sociales, Nro. 161 abril/junio 2001.

13

Cuadros Cuadro1: Características de los puestos de trabajo de los nuevos asalariados, GBA, mayo/octubre de 1997.

Características del puesto de trabajo

A-A

D-A

I-A

D-I-A

O-A

Calificación Profesional Calificado semi o no calificado

100 9,5 68,5 21,9

100 4,6 48,9 46,5

100 1,9 45,2 52,8

100 3,5 47,4 49,1

100 3,5 57,3 39,2

Intensidad* Subocupado Ocupado pleno Sobreocupado no trabajó circunstanc.

100 9,4 48,4 39,8 2,4

100 30 33 34,3 2,6

100 26,9 52,4 18,9 0,9

100 28,7 41,2 28,2 1,9

100 31,7 24,6 40,1 3,6

% sin beneficios

25,7

71,7

78,5

74,6

70

% permanente

90,1

40,5

54,5

46,4

69,1

Número de casos (ponderado)

1656700

160049

117235

277284

148177

Referencias A-A: Asalariados en las dos ondas de relevamiento D-A: desocupados que ingresan a una relación asalariada. I-A: inactivos que ingresan a una relación asalariada. D-I-A: desocupados e inactivos que ingresan a una relación asalariada. O-A: ocupados no asalariados que ingresan a una relación asalariada. *Intensidad: subocupados visibles: trabajan menos de 35 horas y desean trabajar más; ocupados plenos: trabajan menos de 35 horas y no desean trabajar más o trabajan hasta 45 horas; sobreocupados : trabajan más de 45 horas. Nota: el 100% no incluye los casos NS. o NC.

Fuente: elaboración propia en base a la EPH, INDEC. 14

Cuadro 2: Características sociodemográficas de los trabajadores que ingresan a una relación asalariada, GBA, mayo/octubre de 1997.

Características Sociodemográficas

A-A

D-A

I-A

D-I-A

O-A

Sexo Varones Mujeres

100 63,3 36,7

100 61 39

100 36,5 63,5

100 50,7 49,3

100 67,2 32,8

Relación de parentesco % jefe

49,8

28,3

19,6

24,6

49,3

Edad hasta 19 años de 20 a 25 años de 26 a 49 años más de 50 años

100 3,7 18,8 56,9 20,6

100 13 34 43,5 9,5

100 23,6 20,2 28,1 28,1

100 17,8 28,7 37,3 16,2

100 6,9 15,9 54,5 22,8

Nivel educativo Primario incompleto Primario completo Secundario incompleto Secundario completo Universitario incompleto Universitario completo

100 6,6 25,1 18,4 19,2 15,2 15,5

100 9,5 33 25,1 14,5 11,4 6,5

100 16 26,3 25,8 14,2 12,8 4,9

100 12,2 30,2 25,3 14,4 12 5,8

100 11,2 37,8 19,6 13,2 7,7 10,6

Nota: el 100% no incluye los casos NS. o NC.

Fuente: Ibid cuadro 1.

15

Cuadro 3: Calidad del empleo según características sociodemográficas de los nuevos ocupados*, GBA, mayo/octubre de 1997.

Características del puesto de trabajo % subocupados

% permanente

% sin beneficios

Sexo Varones Mujeres

27,0 30,4

44,3 48,5

72,2 77,0

Edad hasta 19 años de 20 a 25 años de 26 a 49 años más de 50 años

28,2 25,9 31,5 27,6

35,1 50,1 44,7 55,3

80,6 71,5 70,2 82,8

Nivel educativo Primario Secundario Universitario

35,0 25,4 20,0

43,3 46,3 51,2

79,7 74,3 61,5

*desocupados e inactivos que ingresan a una relación asalariada. Nota: el 100% no incluye los casos NS. o NC.

Fuente: Ibid cuadro 1.

16

Cuadro 4: Asalariados que dejan de estar ocupados, GBA, mayo/octubre de 1997.

Asalariados en mayo de 1997 Continúan No continúan Ocupados (1) Ocupados (2) Total Varones Mujeres

100 63,3 36,7

100 49,9 50,1

Edad hasta 19 años de 20 a 25 años de 26 a 49 años más de 50 años

100 3,7 18,8 56,9 20,6

100 14,1 17,6 43,5 24,8

Nivel Primario incompleto Primario completo Secundario incompleto Secundario completo Universitario incompleto Universitario completo

100 6,6 25,1 18,4 19,2 15,2 15,5

100 16,4 23,2 26,2 16,8 13,7 3,7

Tipo de contrato* Permanente no permanente

100 88,5 11,5

100 66,8 33,2

Calificación Profesional Calificado semi o no calificado

100 8,9 67,2 23,9

100 2,7 55 42,3

Nro. de casos

1656700

200381

*mayo de 1997 (1)se refiere a los asalariados que en las dos ondas permanecen como asalariados. (2)asalariados que ingresan a la desocupación o a la inactividad Nota: el 100% no incluye los casos NS. o NC. 17

Fuente: Ibid cuadro 1.

Cuadro 5: Condición de actividad en octubre de 1997 de los

ocupados y

desocupados en mayo de 1997.

Condición de actividad

Ocupado

Octubre Desocupado Inactivo

Total

*% que permanece Desocupado

88,5

5,3

6,2

100

----

90,2 85,4

5,9 4,3

3,8 10,4

100 100

-------

Desocupados Sexo Varones Mujeres

37,8 50,4 26,2

35,6 36,7 34,5

26,6 12,9 39,3

100 100 100

57,2 74,0 46,7

Edad hasta 19 años de 20 a 25 años de 26 a 49 años más de 50 años

30,3 42,4 45,0 22,6

33,8 40,7 30,6 41,1

35,9 16,9 24,4 36,3

100 100 100 100

48,5 70,7 55,6 53,1

Nivel Educativo Primario Secundario Universitario

38,6 36.9 36.2

33,3 34,4 43.9

28,1 28.8 19.8

100 100 100

54,3 54,4 68.9

Mayo Ocupados Total Sexo Varones Mujeres



El cálculo toma como base 100 a la sumatoria de los trabajadores que permanecen desocupados y de los que pasan a la inactividad.

Fuente: Ibid cuadro 1.

18

Cuadro 6: Desempleo de larga duración, GBA, mayo de 1997.

Total Sexo Varones Mujeres Posición en el hogar Jefe no jefe Nivel educativo Primario Secundario Universitario Edad hasta 19 años de 20 a 25 años de 26 a 49 años más de 50 años Empleo anterior Permanente Antigüedad hasta una año de 2 a 5 años

*Desempleo de larga duración % 9,6 4,8 14,8 7,6 10,4 7,3 10,9 12,7 4,4 6,5 12,0 13,2 17,2 6,6 19,0

*trabajadores que permanecieron más de un año desocupados.

Fuente: Ibid cuadro 1.

19

Cuadro 7: Condición de actividad en mayo de 1998 de la población que ingresó a una relación asalariada entre mayo y octubre de 1997.

Total Varones Mujeres

Condición de actividad (1998) Ocupado Desocupado Inactivo 63,1 18,8 18,1 61,7 25,9 12,5 64,6 11,1 24,3

total 100 100 100

Fuente: Ibid cuadro 1.

20

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