Autores mexicanos

Literatura mexicana. Literatura contemporanea. Literatura realista y romántica. Rafael Delgado. Ángel del Campo. José Mármol. Hernán Cortés. Bernal Díaz del Castillo. Biografía. Vida y obra. Corrientes

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SUEÑO DESPIERTO Yo sueño con los ojos Abiertos, y de día Y noche siempre sueño. Y sobre las espumas Del ancho mar revuelto, Y por entre las crespas Arenas del desierto, Y del león pujante, Monarca de mi pecho, Montado alegremente Sobre el sumiso cuello, Un niño que me llama Flotando siempre veo. Opinión Es una persona que siempre se la pasa soñando despierto o durmiendo es aquel niño que nunca deja de existir entre nosotros el don que tenemos de nunca dejar de soñar para transformar este mundo y su propio interior que no es mas que uno mismo el que lo crea o lo destruye. MI CABALLERO Por los mañanas Mi pequeñuelo Me despertaba Con un gran beso. Puesto a horcajadas Sobre mi pecho, Bridas forjaba Con mis cabellos. Ebrio él de gozo, De gozo yo ebrio, Me espoleaba Mi caballero: ¡Qué suave espuela Sus dos pies frescos!; ¡Cómo reía Mi jinetuelo! Y yo besaba Sus pies pequeños, ¡Dos pies que caben En sólo un beso! Opinión Es un padre que habla de su bebe un ser tan pequeño, que solo busca explicar con las mas delicadas palabras para darle vida a lo que a veces los padres se olvidan y crecer ese sentimiento que no se aparta nunca de los padres. 1

ROSILLA NUEVA Traidor! Con qué arma de oro me has cautivado? Pues yo tengo coraza De hierro áspero. Hiela el dolor: el pecho Trueca en peñasco. Y así como la nieve, Del sol al blando Rayo, suelta el magnífico Manto plateado, Y salta el hilo alegre Al valle pálido, Y las rosillas nuevas Riega magnánimo; Así, guerrero fúlgido, Roto a tu paso, Humildoso y alegre Rueda el peñasco; Y cual lebrel sumiso Busca saltando A la rosilla nueva Del valle pálido. Opinión En este poema el autor nos habla de una persona que es de corazón duro y encuentra un amor que ase que su corazón congelado se valla derritiendo mostrándole lo hermoso que es el amor

HIJO DEL ALMA ¡Tú flotas sobre todo, Hijo del alma! De la revuelta noche Las oleadas, En mi seno desnudo Déjante al alba; Y del día la espuma Turbia y amarga, De la noche revuelta Te echa en las aguas. Guardiancillo magnánimo, La no cerrada Puerta de mi hondo espíritu Amante guardas; ¡Y si en la sombra ocultas 2

Búscanme avaras, De mi calma celosas, Mis penas varias, En el umbral obscuro Fiero te alzas, Y les cierran el paso Tus alas blancas! Ondas de luz y flores Trae la mañana, Y tú en las luminosas Ondas cabalgas, No es, no, la luz del día La que me llama, Sino tus manecitas En mi almohada. Me hablan de que estás lejos: ¡Locuras me hablan! Ellos tienen tu sombra. ¡Yo tengo tu alma! Ésas son cosas nuevas, Mías y extrañas. Yo sé que tus dos ojos Allá en lejanas Tierras relampaguean, Y en las doradas Olas de aire que baten Mi frente pálida, Pudiera con mi mano, Cual si haz segara De estrellas, segar haces De tus miradas: ¡Tú flotas sobre todo, Hijo del alma!

Opinión En este poema el autor nos habla de su hijo muerto y como piensa que esta en el cielo, como nos observa, nos mezcla una descripción de la noche en el mar así era como quería a su hijo.

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ENRIQUE GONZALEZ MARTÍNEZ (1871−1952)

Nació en la ciudad de Guadalajara (capital del estado de Jalisco) el 13 de abril de 1871. Estudió en el Seminario y en la misma ciudad se recibió de médico en 1893, poco antes de cumplir los veintidós años. en el seno de su familia principió su educación literaria, y desde joven publicó versos en periódicos y revistas. A poco de recibirse fue profesor adjunto de Fisiología. Después de dos años y medio de práctica en Guadalajara partió con su familia a Culiacán, donde su padre fue contratado para dirigir un colegio. Ejerció como médico quince años en diversos lugares del estado de Sinaloa. En Mocorito dirigió, con Sixto Osuna, la revista literaria Arte. En 1911 se radica en México, donde fundó la revista literaria Argos (1912) y más tarde Pegaso; fue editorialista de El Imparcial (1912), presidente del Ateneo de la Juventud (1912), subsecretario de Instrucción y Bellas Artes por corto tiempo, secretario del Gobierno del estado de Puebla, profesor de Literatura Francesa en la Escuela de Altos Estudios, jefe de clases de Literatura y Gramática, y profesor de Literatura Mexicana en la Escuela Nacional Preparatoria. En 1920 ingresó al servicio diplomático y ocupó los puestos de ministro en Chile, Argentina y España. En 1931 regresa a México. fue miembro fundador, primero, del Seminario de Cultura Mexicana y, después, de El Colegio Nacional, en donde sustentó conferencias sobre diversos temas de historia literaria. Fue miembro de la Academia Mexicana correspondiente de la Española, y perteneció al extinto Liceo Altamirano. En 1944 recibió el Premio Ávila Camacho: Su obra −decía el dictamen− por su extensión y su sinceridad, por su profundo sentido humano y altísimas cualidades literarias, lo señala como uno de los valores más representativos, o acaso el más representativo de la sensibilidad y el espíritu mexicano en la hora actual".Su obra fue influida por la poesía simbolista francesa, se sitúa en las postrimerías del modernismo. Falleció este gran poeta en la ciudad de México, el año de 1952 TUÉRCELE EL CUELLO AL CISNE. . . Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje que da su nota blanca al azul de la fuente; él pasea su gracia no más, pero no siente el alma de las cosas ni la voz del paisaje. Huye de toda forma y de todo lenguaje que no vayan acordes con el ritmo latente de la vida profunda. . .y adora intensamente la vida, y que la vida comprenda tu homenaje. 4

Mira al sapiente búho cómo tiende las alas desde el Olimpo, deja el regazo de Palas y posa en aquel árbol el vuelo taciturno. . . El no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta pupila, que se clava en al sombra, interpreta el misterioso libro del silencio nocturno. opinion Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje que da su nota blanca al azul de la fuente; él pasea su gracia no más, pero no siente el alma de las cosas ni la voz del paisaje. Huye de toda forma y de todo lenguaje que no vayan acordes con el ritmo latente de la vida profunda. . .y adora intensamente la vida, y que la vida comprenda tu homenaje. Mira al sapiente búho cómo tiende las alas desde el Olimpo, deja el regazo de Palas y posa en aquel árbol el vuelo taciturno. . . El no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta pupila, que se clava en al sombra, interpreta el misterioso libro del silencio nocturno. El nos narra que detengas el mal camino de las personas que solo manchan la vida de los demás que los ayudes a aceptar sus errores sin importar lo que la demás gente piense pues ellos a veces te llevan a cometer esos errores.

Como hermana y hermano Como hermana y hermano vamos los dos cogidos de la mano... En la quietud de la pradera hay una blanca y radiosa claridad de luna, y el paisaje nocturno es tan risueño que con ser realidad parece sueño. De pronto, en un recodo del camino, oímos un cantar... parece el trino de un ave nunca oída un canto de otro mundo y de otra vida... ¿Oyes? −me dices− y a mi rostro juntas tus pupilas preñadas de preguntas. la dulce calma de la noche es tanta que se escuchan latir los corazones. Yo te digo: no temas, hay canciones 5

que no sabremos nunca quién las canta. Como hermana y hermano vamos los dos cogidos de la mano... Besado por el soplo de la brisa, el estanque cercano se divisa... Bañándose en las ondas hay un astro; un cisne alarga el cuello lentamente como blanca serpiente que saliera de un huevo de alabastro... Mientras miras el agua silenciosa, como un vuelo fugaz de mariposa sientes sobre la nuca el cosquilleo, la pasajera onda de un deseo, el espasmo sutil, el calosfrío, de un beso ardiente, cual si fuera mío... Alzas a mí tu rostro amedrentado y trémula murmuras: ¿me has besado?... Tu breve mano oprime mi mano; y yo a tu oído: ¿sabes?, esos besos nunca sabrás quién los imprime... Acaso, ni siquiera si son besos... Como hermana y hermano vamos los dos cogidos de la mano... En un desfalleciente desvarío, tu rostro apoyas en el pecho mío, y sientes resbalar sobre tu frente

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una lágrima ardiente... Me clavas tus pupilas soñadoras y tiernamente me preguntas: ¿lloras? Secos están mis ojos... Hasta el fondo puedes mirar en ellos... Pero advierte que hay lágrimas nocturnas − te respondo− que no sabremos nunca quién las vierte. Como hermana y hermano vamos los dos cogidos de la mano...

Opinión El autor en este poema nos habla de una amistad muy grande y se sienten como si fueran hermanos, como si tuvieran la misma sangre la misma familia pero en realidad solo son amigos. Cuando sepas hallar una sonrisa Cuando sepas hallar una sonrisa en la gota sutil que se rezuma de las porosas piedras, en la bruma, en el sol, en el ave y en la brisa; cuando nada a tus ojos quede inerte, ni informe, ni incoloro, ni lejano, y penetres la vida y el arcano del silencio, las sombras y la muerte; cuando tiendas la vista a los diversos rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio sea como potente microscopio que va hallando invisibles universos; entonces en las flamas de la hoguera 7

de un amor infinito y sobrehumano, como el santo de Asís, dirás hermano al árbol, al celaje y a la fiera. Sentirás en la inmensa muchedumbre de seres y de cosas tu ser mismo; serás todo pavor con el abismo y serás todo orgullo con la cumbre. Sacudirá tu amor el polvo infecto que macula el blancor de la azucena, bendecirás las márgenes de arena y adorarás el vuelo del insecto; y besarás el garfio del espino y el sedeño ropaje de las dalias... Y quitarás piadoso tus sandalias por no herir a las piedras del camino. Opinión En este poema el autor nos trata de abrirnos los ojos para que veamos las pequeñas cosas que nos podrán hacer sentir mejor, en este caso el sentimiento de amor por una persona muy cercana a ti y que tu no as podido ver lo que en verdad es el amor.

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RAFAEL DELGADO (1853−1914) Nació en Córdova, Ver., el 20 de agosto de 1853; falleció en Orizaba, Ver., el 20 de mayo de 1914. Ingresó en la Academia en 1896 como numerario; silla que ocupó: XII (2º). Nació en Córdoba −Villaverde− el 20 de agosto de 1853. En Orizaba −Pluviosilla− murió el 20 de mayo de 1914. Se consigna la circunstancia de las dos ciudades veracruzanas, porque el apego y devoción por ellas explica en una gran proporción las características de su obra. Poeta, cuentista, narrador, autor dramático, sobresale como novelista, hasta el grado de que alguno lo considere como el mejor que haya nacido en México. Su nombre se encuentra situado junto a los de Emilio Rabasa, José López−Portillo y Rojas, Porfirio Parra y Manuel Sánchez Mármol, considerados los representantes de la novela realista mexicana, de ascendencia española más que francesa, o por lo menos equidistante de las dos. Rafael Delgado es autor de tres de las novelas de mayor renombre de la literatura mexicana de los últimos años del siglo XIX y primeros del XX: en su factura y en su tendencia puso el novelista veracruzano aquellos dones más constantes de su pluma: estilo castizo, jugoso, correcto, sin por eso renunciar a los recursos del habla popular y regional; y la observación atenta y puntual de la realidad ambiente, pero no su fotografía desnuda, sin el ropaje que le da el arte; Delgado pensó siempre que si bien la novela es historia y copia exacta de la vida mexicana, no deja de ser copia artística de la verdad. Procuró escribir en lengua culta, pendiente de Cervantes y de Pereda. No obstante su predilección por la pintura de paisajes nativos y por trazar cuadros de costumbres, Delgado no abusa del uso de voces populares, giros y dicciones incultas, sino, por el contrario, su lenguaje es cuidadoso, selecto, más dentro de la corriente escrita que dentro de la corriente hablada, en lo que parece reflejarse la preocupación del maestro de preceptiva literaria. Aunque se le haya señalado insistentemente influencia del realismo francés −Daudet, Goncourt, Flaubert−, más justo parece decir que viene de los españoles, principalmente Pereda, por cierta predilección y refocilamiento en las descripciones de lugares, el apego a los lugares nativos, la alusión directa a los accidentes geográficos, si bien desfigurándolos en su denominación. Rafael Delgado salió muy poco de sus lares nativos. Apenas una breve estancia en la ciudad de México, siendo muy joven, y un breve retorno cuando hombre; sólo una fugaz temporada en Jalisco, sirviendo a la educación nacional, preocupación constante de su vida, como puede verse por los pequeños manuales de historia y de preceptiva literaria que escribió para servir a la instrucción de los jóvenes. En cambio, permaneció fiel a dos ciudades, la Córdoba de su nacimiento y la Orizaba de su muerte. Llevado de la tendencia romántica que consiste en imaginar ciudades lejanas, misteriosas y fantásticas, pero arraigado en su terruño, bautiza a la una con el nombre de Villaverde, por aludir a sus contornos, huertos y naranjales; y a la otra con el de Pluviosilla, por aludir a la lluvia, esa lluvia menuda, constante, que da ese tono y ese tinte de melancolía a la ciudad de Orizaba. Esa misma tendencia lo lleva a transfigurar a Río Blanco en Albano, a cuyas fértiles márgenes nos conduce con amorosa mano, lo mismo que lo hiciera José María Pereda con sus lectores a las orillas del Cantábrico. Tiene Delgado, sin embargo, otros parientes literarios en América, lo mismo que en Francia. En efecto, a las influencias ya señaladas se puede mencionar con respecto a su novela Angelina, a la María de Jorge Isaacs, cuyo personaje Efraín parece gemelo de Rodolfo. ¿O será que los dos eran deudores de Chateaubriand, autor de Atala? Escribió: Antes de la boda, monólogo, Orizaba, 1899; La calandria (novela), México, 1890; 2ª Orizaba, 1894; 3ª México, 1916; 4ª México, 1931; Angelina (novela), Orizaba, 1893; 2ª México, 1895; 3ª Barcelona, 1920; 4ª México, 1947; Los parientes ricos, México, 1901−1902; 2ª México, 1903; 3ª México, 1944; Cuentos y notas, México, 1902; 2ª 1953; Historia vulgar (novela corta), México, 1904; 2ª México, 1904; 3ª México, 1944; Lecciones de literatura, Jalapa−Enríquez, 1904; Lecciones de geografía histórica, Jalapa, 1910; Sonetos, México, 1940; Obras completas, 5 ts. , Jalapa, 1953. RESUMEN casimiro la queria y la amba mucho ya que esta era como un tesoro para el el y este decide casace con ella y al llegra al matyrimonio asecinan a casiiro y casimiro nunca se imagino de la persona que lo ataco era amante de su esposa todo este problema llega ala comisaria donde nadien resulta culpable el comisario del pueblo ya que habian pruebas para poder aprender al criminal todos saln libres pero el comisario se decia que el que lo habia 9

matado era su amante de la señora ya que era muy bonita y astuta ala vez. Palma sola un pueblito pequeño donde habían muy pocos habitantes entre uno de ellos estaba Casimiro el cual era un muchacho muy trabajador y responsable el tenia como novia ala muchacha mas bonita del ´pueblo ya que ella era alta de piel blanca y un linda figura. al paso de un año el comisario y los encargados de esta pequeña organización que se encargaban de hacer baler la ley de ese pequeño rancho de palmáosla se acordaron del caso uno de elos decia que desde entonces la biuda havia enflacado y su belleza ya no lucia como antes y cuandio ellos menos se lo imaginaban llego la señora con un ñiño y muy desnutridos diciendo que ya no podian ocultarlo por que ella sasabia quien era el ascecino y dijo que habia sido ella y su amnate. es haci como se aclara la muerte de casimiro. AUTOR: RAFAEL DELGADO ASESINATO DE PALMA SOLA Palma sola un pueblito pequeño donde habían muy pocos habitantes entre uno de ellos estaba Casimiro el cual era un muchacho muy trabajador y responsable el tenia como novia ala muchacha mas bonita del ´pueblo ya que ella era alta de piel blanca y un linda figura. casimiro la queria y la amba mucho ya que esta era como un tesoro para el el y este decide casace con ella y al llegra al matyrimonio asecinan a casiiro y casimiro nunca se imagino de la persona que lo ataco era amante de su esposa todo este problema llega ala comisaria donde nadien resulta culpable el comisario del pueblo ya que habian pruebas para poder aprender al criminal todos saln libres pero el comisario se decia que el que lo habia matado era su amante de la señora ya que era muy bonita y astuta ala vez. al paso de un año el comisario y los encargados de esta pequeña organización que se encargaban de hacer baler la ley de ese pequeño rancho de palmáosla se acordaron del caso uno de elos decia que desde entonces la biuda havia enflacado y su belleza ya no lucia como antes y cuandio ellos menos se lo imaginaban llego la señora con un ñiño y muy desnutridos diciendo que ya no podian ocultarlo por que ella sasabia quien era el ascecino y dijo que habia sido ella y su amnate. es haci como se aclara la muerte de casimiro.

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ANGEL DEL CAMPO (1868−1908) Ángel del Campo y Valle nació en la Ciudad de México el 9 de julio de 1868. Realizó sus primeros estudios en los colegios de Canónigo Díaz y de don Emilio Bas, bajo el amparo de sus tíos maternos, pues quedó huérfano desde que tenía cuatro años. La vocación literaria quedó definida durante su paso por la escuela Nacional Preparatoria, donde Ignacio Manuel Altamirano fue su maestro. Tuvo como compañeros a Luis González Obregón, Luis G. Urbina, Victoriano Salado Álvarez, Balbino Dávalos y Federico Gamboa, quienes también se distinguieron en el campo de las letras. Cuando cursaba el primer año de medicina en 1980 murió su madre y él tuvo que dejar la carrera para hacerse cargo de sus tres hermanos menores. Trabajó como empleado de la Secretaría de Hacienda, como profesor de literatura y periodista, actividad que le dio fama a los seudónimos Micrós y Tick Tack. Con parte de sus abundantes colaboraciones en diarios y revistas publicaron durante su vida tres volúmenes: Ocios y apuntes (1890), Cosas Vistas (1894) y Cartones (1897). Además escribió cuentos, crónicas, artículos de costumbres y dos novelas por entregas en publicaciones periodísticas como: El Nacional, El Partido Liberal, El Mundo Ilustrado, La Revista Azul, Cómico y el Imparcial. Su novela La Rumba apareció en veinte entregas, en el diario El Nacional (1890−1891). Fiel al ideario nacionalista de Ignacio Manuel Altamirano, fundó en 1885 el Liceo Mexicano. Por el uso del humor dirigido a revelar los aspectos amargos de la sociedad de su tiempo, ha sido relacionado por la crítica con autores como José Joaquín Fernández de Lizardi y José Tomás de Cuéllar. Aunque no se lo propuso, al escribir la Rumba (1890−1891), Ángel del Campo nos dejó un vívido cuadro de las condiciones sociales que provocaron la Revolución. Su descripción de la gente del pueblo en la ciudad de México es un alegato conmovedor. Su segunda novela: La sombra de Medrano se considera perdida. El estilo de Ángel Efrén del Campo y Valle plasmado en sus obras se destaca tanto por la narración, el detalle y la exactitud, como por su brillantez y colorido. Sus escritos llenaron los años de esplendor del Porfiriato y fueron muy apreciados por la sociedad de la ciudad de México; su estilo trascendió hasta la cuarta década del siglo, una combinación ecléctica de la estética romántica, realista, naturalista y modernista. Murió en la ciudad de México, víctima del tifo, el 8 de febrero de 1908, sus restos fueron sepultados en el panteón civil de Dolores. El pinto En esta ocasión el pinto era un perro nacido de una parrita muy refinada y cuidada con mucha gratitud, tal vez con lo poquito que ya escribí podríamos decir que aquel perrito llamado pinto fue igual de amado y cuidado como la mamá, pero desafortunadamente no fue así. Pues la mamá escogió como amor a un perro cualquiera, pues este perro era de un pobre hombre que era nada más un humilde zapatero. Cosa que cuando la dueña se dio cuenta que de esa relación la perrita esperaba perritos al nacer al nacer los empezó a regalar entre ellos fue pinto un perro de características muy corrientes como vulgarmente los llaman, era tan flaco, de orejas derechas y agudas, ojo vivas, hocico puntiagudo, grandes pelos lacios y sedoso, patas delgadas y cola pendiente con estas características menos la dueña lo quería que pena. Pues desde entonces pareciera que fue destinado a la desgracia, que fue hecho para sufrir. Tal ves se preguntaran ¿Por qué?, bueno este perro fue regalado con la portera quien solo amaba a los animales y lo cuidaba, lo sacaba al solecito por las mañanas y lo trataba muy bien, cuando su ama salía, lo dejaba encerrado cosa que el pinto le provocaba que aullara y los vecinos les diera mucho coraje mientras tanto Vivian dos niños arriba que antes de irse al colegio le arrojaban un pedazo de pan pero un día la ama del perro no volvió y la sirvienta de los niños le pego al pobre de pinto y 11

desde entonces camino calle por calle a buscar su dueña, pues en vano fue su búsqueda porque no la encontró fue golpeado y pateado por mendigar un pelazo de pan y un hueso siempre soñaba con estar en una azotea y tener una casuela de desperdicios repleta para el solito. Después un viejo muy sucio de barbas blancas de zapatos rotos y pantalones rotos, se apiado del perro pero lo trataban mal, mas tarde aprisionaron al viejito y nunca mas supo de el y de nuevo seguir caminando calle tras calle muy fatigado, hambriento y sediento. Y siempre esperando en un caño algo que pescar y comer porque, no faltaba quien iba y se lo quitara otro perro. Conoció una señora quien lo adopto y tenia amoríos con un albañil, termino esa relación la señora y se caso con un militar el pinto conoció lo que era un militar, pero como siempre termino solo y abandonado hasta que un ser se apiado de el y le aventó carne, quien en esos momentos pinto pensó que era amable pero por desgracia lo enveneno y al ultimo agonizar pasaban los niños sin reconocerlo y sirvientas al final su ataúd fue el carro de la limpia y el muladar su cementerio. OPINION El pinto Chilindrina era una chinita poblana, gordita, muy lavada, muy blanca, con su liston azul al cuello, siempre dormitando en las faldas de doña felipa, su ama, que era dueña de un estaquillo y habia concentrado Tal ves se preguntaran ¿Por qué?, bueno este perro fue regalado con la portera quien solo amaba a los animales y lo cuidaba, lo sacaba al solecito por las mañanas y lo trataba muy bien, cuando su ama salía, lo dejaba encerrado cosa que el pinto le provocaba que aullara y los vecinos les diera mucho coraje mientras tanto Vivian dos niños arriba que antes de irse al colegio le arrojaban un pedazo de pan pero un día la ama del perro no volvió y la sirvienta de los niños le pego al pobre de pinto y desde entonces camino calle por calle a buscar su dueña, pues en vano fue su búsqueda porque no la encontró fue golpeado y pateado por mendigar un pelazo de pan y un hueso siempre soñaba con estar en una azotea y tener una casuela de desperdicios repleta para el solito. Después un viejo muy sucio de barbas blancas de zapatos rotos y pantalones rotos, se apiado del perro pero lo trataban mal, mas tarde aprisionaron al viejito y nunca mas supo de el y de nuevo seguir caminando calle tras calle muy fatigado, hambriento y sediento. Manuel Acuña (1849−1873) Manuel Acuña Historia de un Suicida. Médico y poeta, nació en la ciudad de Saltillo, Coahuila, el 27 de agosto de 1849. Vivió en una época en que la sociedad mexicana era dominada por una intelectualidad filosófico−positivista, además de una tendencia romántica en la poesía. Hijo de Francisco Acuña y Refugio Narro. Recibió de sus padres las primeras letras. Estudia posteriormente en el Colegio Josefino de la ciudad de Saltillo y alrededor de 1865 se trasladó a la México, donde ingresó en calidad de alumno interno al Colegio de San Ildefonso, donde estudia Matemáticas, Latín, Francés y Filosofía. Posteriormente, en enero de 1868 inicia sus estudios en la Escuela de Medicina. Fue un estudiante distinguido aunque inconstante. Cuando muere, en 1873 sólo había concluido el cuarto año de su carrera. En los primeros meses de sus estudios médicos vivía en un humilde cuarto del ex−convento de Santa Brígida, de donde se trasladó al cuarto número 13 de corredor bajo del segundo patio de la Escuela de Medicina, el mismo, que años antes habitara otro infortunado poeta mexicano, Juan Díaz Covarrubias. Allí se reunían muchos de los escritores jóvenes de la época, Juan de Dios Peza, Manuel M. Flores, Agustín F. cuenca, Gerardo M. Silva, Javier Santamaría, Juan B. Garza, Miguel Portilla, Vicente Morales y otros. Allí fue donde, una tarde de julio de 1872, algunos de los poetas del grupo inscribieron sobre un cráneo, como sobre un álbum, pensamientos y estrofas. En 1868 inició Acuña su breve carrera literaria. Dióse a conocer con una elegía a la muerte de su compañero y amigo Eduardo Alzúa. En el mismo año, impulsado por el renacimiento cultural que siguió al triunfo de la República, participó, junto con Agustín F. Cuenca y Gerardo Silva, entre otros intelectuales, fundando la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl, en el seno de la cual dio a conocer sus primeros versos. Los trabajos presentados en la sociedad publicaron sé en la revista "El Anáhuac" 12

(México 1869) y en un folletín del periódico La Iberia intitulado Ensayos literarios de la Sociedad Nezahualcóyotl. Este folleto puede considerarse como una de las obras de Acuña, ya que contiene, además de trabajos de otros escritores, once poemas y un artículo en prosa suyos. Tenía 24 años y había probado ya la miel de la gloria el 9 de mayo de 1871... En esa fecha se estrenó " El Pasado ", drama de su inspiración que recibió una buena acogida por parte del público. Además la crítica ya le había reconocido un sitio destacado como poeta. Rosario de la Peña fue la mujer que estuvo más íntimamente ligada a sus últimos años, fue el gran amor de su vida y según parece, pesó tanto en su ánimo que mucho tuvo que ver con su trágica muerte. De hecho, el atractivo de esta mujer queda reservado como uno de los misterios de la historia, pues fue ella la misma Rosario que despertó por igual la desesperada pasión de Acuña, el deseo de Flores, la senil adoración de Ramírez y el cariño devoto de Martí. Los extremos poéticos de estos cuatro hombres de letras eran motivo de satisfacción y halago para ella, cuya casa era frecuentemente convertida en tertulia donde cada uno exponía sus nuevos versos, se hablaba y debatía de filosofía o de bibliografía. Manuel Acuña fue un apasionado de Rosario de la Peña. Su inmenso y desenfrenado amor por ella fue la causa, o al menos la razón mejor fundamentada, de que quedara trunca su existencia cuando ya en los círculos intelectuales era reconocido su genio, su calidad como escritor y nadie dudaba de su exitoso futuro.¿Qué era lo que pasaba por su mente o por su atribulado corazón aquel 6 de diciembre de 1873? Es un secreto que se llevó a la tumba luego de ingerir cianuro de potasio para cortar su existencia. El cadáver del poeta, de cuyos cerrados ojos, se dice, estuvieron brotando lágrimas según él mismo lo había anticipado:"como deben llorar en la última hora los inmóviles párpados de un muerto" Fue velado por sus amigos en la Escuela de Medicina, fue sepultado el día 10 de diciembre en el Cementerio del Campo Florido, con la asistencia de representaciones de las sociedades literarias y científicas, además de "un inmenso gentío" Las elegías y oraciones fúnebres con que se honró su memoria fueron nutridísimas destacándose las de Justo Sierra, que expresó con singular fortuna, en la primera estrofa de su poema, el sentimiento de dolorosa pérdida que experimentaba la concurrencia: Palmas, triunfos, laureles, dulce aurora de un porvenir feliz, todo en una hora de soledad y hastío cambiaste por el triste derecho de morir, hermano mío. Hablaron también Juan de Dios Peza, su gran amigo, Gustavo Baz y Eduardo F. Zárate, entre otros. Posteriormente sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres del Cementerio de Dolores, donde se le erigió un monumento. En octubre de 1917, el estado de Coahuila reclamó las cenizas de Acuña que, tras de haber sido honradas con una ceremonia en la Biblioteca Nacional, fueron trasladadas a Saltillo, su ciudad natal, donde el escultor Jesús E. Contreras había realizado un notable grupo escultórico a la memoria del poeta. De entre los versos de Manuel Acuña es bien conocido el "Nocturno" (dedicado justamente a su amada Rosario, que ha pasado de generación en generación como un canto al amor y al desengaño), o "Ante un Cadáver", que representa toda una reflexión acerca de la vida y la muerte desde el punto de vista de la materia misma y su transformación. Manuel Acuña destacó durante su juventud, pero privó a los amantes de la poesía de ver su evolución y comprobar que estaba destinado a ser uno de los grandes en las letras mexicanas.

ANTE UN CADAVER ¡Y bien! aquí estás ya... sobre la plancha donde el gran horizonte de la ciencia la extensión de sus límites ensancha. Aquí donde la rígida experiencia

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viene a dictar las leyes superiores a que está sometida la existencia. Hache donde derrama sus fulgores ese astro a cuya luz desaparece la distinción de esclavos y señores. Aquí donde la fábula enmudece y la voz de los hechos se levanta y a cumplir con su objeto se resiste. ¡Miseria y nada más¡ dirán al verte los que creen que el imperio de la vida acaba donde empieza el de la muerte. Y suponiendo tu misión cumplida se acercarán a ti, y en su mirada te mandarán la eterna despedida. Pero, ¡no!... tu misión no está acabada, que ni es la nada el punto en que nacemos ni el punto en que morimos es la nada. Círculo es la existencia, y mal hacemos cuando al querer medirla le asignamos la cuna y el sepulcro por extremos. La madre es sólo el molde en que tomamos nuestra forma, la forma pasajera con que la ingrata vida atravesamos. Pero ni es esa forma la primera que nuestro ser reviste, ni tampoco será su última forma cuando muera.

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Tú sin aliento ya, dentro de poco volverás a la tierra y a su seno que es de la vida universal el foco. Y allí, a la vida en apariencia ajeno, el poder de la lluvia y del verano fecundará de gérmenes tu cieno. Y al ascender de la raíz al grano, irás del vergel a ser testigo en el laboratorio soberano; Tal vez, para volver cambiado en trigo al triste hogar donde la triste esposa sin encontrar unpan sueña contigo. En tanto que las grietas de tu fosa verán alzarse de su fondo abierto la larva convertida en mariposa; Que en los ensayos de su vuelo incierto irá al lecho infeliz de tus amores a llevarle tus ósculos de muerto. y la superstición se desvanece. Aquí donde la ciencia se adelanta a leer la solución de ese problema cuyo sólo enunciado nos espanta. Ella que tiene la razón por lema y que en tus labios escuchar ansía la augusta voz de la verdad suprema. Aquí está ya... tras de la lucha impía

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en que romper al cabo conseguiste la cárcel que al dolor te retenía. La luz de tus pupilas ya no existe, tu máquina vital descansa inerte Y en medio de esos cambios interiores tu cráneo lleno de una nueva vida, en vez de pensamientos dará flores, en cuyo cáliz brillará escondida la lágrima tal vez con que tu amada acompañó el adiós de tu partida. La tumba es el final de la jornada, porque en la tumba es donde queda muerta la llama en nuestro espiritú encerrada. Pero en esa mansión a cuya puerta se extingue nuestro aliento, hay otro aliento que de nuevo a la vida nos despierta. Allí acaban la fuerza y el talento, allí acaban los goces y los males allí acaban la fe y el sentimiento. Allí acaban los lazos terrenales, y mezclados el sabio y el idiota se hunden en la región de los iguales. Pero allí donde el ánimo se agota y perece la máquina, allí mismo el ser que muere es otro ser que brota. El poderoso y fecundante abismo del antiguo organismo se apodera

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y forma y hace de el otro organismo. Abandona a la historia justiciera un nombre sin cuidarse, indiferente, de que ese nombre se eternice o muera. El recoge la masa únicamente, y cambiando las formas y el objeto se encarga de que viva eternamente; La tumba sólo guarda un esqueleto mas la vida en su bóveda mortuoria prosigue alimentándose en secreto. Que al fin de esta existencia transitoria a la que tanto nuestro afán se adhiere, la materia, inmortal como la gloria, cambia de formas; pero nunca muere. COMENTARIO AUTOR: MANUEL ACUÑA OBRA: POEMA ANTE UN CADÁVER En esta poesía nos narra Manuel que la muerte no es solo el desprendimiento del alma del cuerpo o sea que no es solo materialista si no también espiritual y que después de la muerte existe una reencarnación en donde puedes convertirte en lo que desees. También nos narra que no solo te extinguirás en este mundo en el otro tendrás todo lo que aquí té falto o pagaras todo lo malo que aquí hayas realizado pero por lo bueno serás recompensado. En palabras comunes el te narra una muerte cotidiana en la cual nos narra el desprendimiento del alma y no explica por medio de la metáfora. Nocturno a rosario I ¡Pues bien! yo necesito decirte que te adoro

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decirte que te quiero con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo tanto al grito que te imploro, te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión. II Yo quiero que tu sepas que ya hace muchos días estoy enfermo y pálido de tanto no dormir; que ya se han muerto todas las esperanzas mías, que están mis noches negras, tan negras y sombrías, que ya no se ni dónde se alzaba el porvenir. III De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver, camino mucho, mucho, y al fin de la jornada

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las formas de mi madre se pierden en la nada y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer. IV Comprendo que tus besos jamás han de ser míos, comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás, y te amo y en mis locos y ardientes desvaríos bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos, y en vez de amarte menos te quiero mucho más. V A veces pienso en darte mi eterna despedida, borrarte en mis recuerdos y hundirte en mi pasión mas si es en vano todo y el alma no te olvida, ¿Que quieres tu que yo haga, pedazo de mi vida? ¿Que quieres tu que yo haga con este corazón?

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VI Y luego que ya estaba concluído tu santuario, tu lámpara encendida, tu velo en el altar; el sol de la mañana detrás del campanario, chispeando las antorchas, humeando el incensario, y abierta alla a lo lejos la puerta del hogar... VII ¡Que hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo, los dos unidos siempre y amandonos los dos; tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho, los dos una sola alma, los dos un solo pecho, y en medio de nosotros mi madre como un Dios! VIII ¡Figúrate que hermosas las horas de esa vida! Que dulce y bello el viaje

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por una tierra asi! Y yo soñaba en eso, mi santa prometida; y al delirar en ello con alma estremecida, pensaba yo en ser bueno por tí, no mas por ti. IX !Bien sabe Dios que ese era mi mas hermoso sueño, mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer; bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño, sino en amarte mucho bajo el hogar risueño que me envolvió en sus besos cuando me vió nacer! X Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores se opone el hondo abismo que existe entre los dos, ¡Adios por la vez última, amor de mis amores; la luz de mis tinieblas,

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la esencia de mis flores; mi lira de poeta, mi juventud, adiós! Adios Después de que el destino me ha hundido en las congojas del árbol que se muere crujiendo de dolor, truncando una por una las flores y las hojas que al beso de los cielos brotaron de mi amor. Después de que mis ramas se han roto bajo el peso de tanta y tanta nieve cayendo sin cesar, y que mi ardiente savia se ha helado con el beso que el ángel del invierno me dió al atravesar. Después... es necesario que tu tambien te alejes en pos de otras florestas y de otro cielo en pos; que te alces de tu nido, que te alces y me dejes sin escuchar mis ruegos

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y sin decirme adiós. Yo estaba solo y triste cuando la noche te hizo plegar las blancas alas para acogerte a mi, entonces mi ramaje doliente y enfermizo brotó sus flores todas tan solo para ti. En ellas te hice el nido risueño en que dormías de amor y de ventura temblando en su vaivén, y en él te hallaban siempre las noches y los días feliz con mi cariño y amándote también... ¡Ah! nunca en mis delirios creí que fuera eterno el sol de aquellas horas de encanto y frenesí; pero jamás tampoco que el soplo del invierno llegara entre tus cantos, y hallándote tu aquí... Es fuerza que te alejes...

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rompiéndome en astillas; ya siento entre mis ramas crujir el huracán, y heladas y temblando mis hojas amarillas se arrancan y vacilan y vuelan y se van... Adiós, paloma blanca que huyendo de la nieve te vas a otras regiones y dejas tu árbol fiel; mañana que termine mi vida oscura y breve ya solo tus recuerdos palpitarán sobre el. Es fuerza que te alejes del cántico y del nido tu sabes bien la historia paloma que te vas... El nido es el recuerdo y el cántico el olvido, el árbol es el siempre y el ave es el jamás. Adiós mientras que puedes oír bajo este cielo el último ¡ay! del himno

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cantado por los dos... Te vas y ya levantas el ímpetu y el vuelo, te vas y ya me dejas, ¡paloma, adiós, adiós OPINION En este poema el autor nos habla de un sufrimiento interno que el tiene y por el cual sufre mucho.

GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA (1814−1873) GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA (1814−1873) Nació en Puerto Príncipe (Cuba) el 23 de marzo de 1814, aunque en su autobiografía figura 1816 (La Ilustración, 1850−XI−8. Hija del capitán de navío Manuel Gómez de Avellaneda y de Felisa de Arteaga. Ya en su juventud, por razones de salud, se trasladó a Santiago de Cuba, tras negarse a contraer matrimonio. En abril de 1836 sale con su familia hacia Burdeos y de allí a La Coruña. En 1839 viaja a Sevilla y luego a Cádiz, donde escribe por vez primera en La Aureola, que dirigía Manuel Canete, con el seudónimo de La Peregrina. Aquel año conoce a Ignacio Cepeda, del que se enamora y al que dedicará muchas de sus cartas durante años. Admira a Mme. de Stael, Chateaubriand, W. Scott, y a Quintana y Lista entre los españoles. Al año siguiente, ya en Madrid, lee sus poemas en el Liceo y en 1841 publica su primer libro. En diciembre de 1845 se casa con Pedro Sabater, jefe político de Madrid, que fallece el 1 de agosto de 1846 en Burdeos. Ella se retira una breve temporada a un convento de aquella ciudad. Pocos meses más tarde reside ya en Madrid y escribe a Cepeda. Por segunda vez contrae matrimonio con Diego Verdugo. Herido éste tras el estreno de Baltasar en abril de 1858, se va a Cuba con su mujer y luego a Norteamérica y Francia, pero muere en 1863. Regresa Gertrudis a Sevilla y luego a Madrid, donde, al fallecer su amigo Juan Nicasio Gallego, es propuesta para ingresar, sin éxito, en la Academia Española, igual que sucederá años después con Pardo Bazán. Regresará a Sevilla, donde permanece hasta su muerte el 1 de 25

Febrero de 1873.

AL PARTIR ¡Perla del mar! ¡Estrella de occidente! ¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo la noche cubre con su opaco velo, como cubre el dolor mi triste frente. ¡Voy a partir!... La chusma diligente, para arrancarme del nativo suelo las velas iza, y pronta a su desvelo la brisa acude de tu zona ardiente. ¡Adiós, patria feliz, edén querido! ¡Doquier que el hado en su furor me impela, tu dulce nombre halagará mi oído! ¡Adiós!... Ya cruje la turgente vela... el ancla se alza... el buque, estremecido, las olas corta y silencioso vuela. AUTORA : GERTRUDIS GOMEZ DE AVELLANEDA OBRA: AL PARTIR La escritora nos habla de su natal cuba y lo hermosa que es por ese le escribe esta poesía ya que se aleja de ella y le provoca una gran nostalgia. Y la libertad que adquiere a l retirarse de ella. AMOR Y ORGULLO Un tiempo hollaba por alfombras rosas; y nobles vates, de mentidas diosas prodigábanme nombres; mas yo, altanera, con orgullo vano, 26

cual águila real a vil gusano, contemplaba a los hombres. Mi pensamiento en temerario vuelo ardiente osaba demandar al cielo objeto a mis amores, y si a la tierra con desdén volvía triste mirada, mi soberbia impía marchitaba sus flores. Tal vez por un momento caprichosa entre ellas revolé, cual mariposa, sin fijarme en ninguna; pues de místico bien siempre anhelante, clamaba en vano, como tierno infante quiere abrazar la luna. Hoy, despeñada de la excelsa cumbre do osé mirar del sol la ardiente lumbre que fascinó mis ojos, cual hoja seca al raudo torbellino, cedo al poder del áspero destino... ¡Me entrego a sus antojos! Cobarde corazón, que el nudo estrecho gimiendo sufres, dime: ¿qué se ha hecho tu presunción altiva? ¿Qué mágico poder, en tal bajeza trocando ya tu indómita fiereza, de libertad te priva?

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¡Mísero esclavo de tirano dueño, tu gloria fue cual mentiroso sueño, que con las sombras huye! Di, ¿qué se hicieron ilusiones tantas de necia vanidad, débiles plantas que el aquilón destruye? En hora infausta a mi feliz reposo, ¿no dijiste, soberbio y orgulloso: ¿Quién domará mi brío? ¡Con mi solo poder haré, si quiero, mudar de rumbo al céfiro ligero y arder al mármol frío! ¡Funesta ceguedad! ¡Delirio insano! Te gritó la razón... Mas ¡cuán en vano te advirtió tu locura!... ¡Tú mismo te forjaste la cadena, que a servidumbre eterna te condena, y a duelo y amargura! Los lazos caprichosos que otros días por pasatiempo a tu placer tejías, fueron de seda y oro; los que ahora rinden tu valor primero, son eslabones de pesado acero, templados con tu lloro. ¿Qué esperaste, ¡ay de ti!, de un pecho helado de inmenso orgullo y presunción hinchado,

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de víboras nutrido? Tú que anhelabas tan sublime objeto ¿cómo al capricho de un mortal sujeto te arrastras abatido? ¿Con qué velo tu amor cubrió mis ojos, que por flores tomé duros abrojos, y por oro la arcilla?... ¡Del torpe engaño mis rivales ríen, y mis amantes, ay, tal vez se engríen del yugo que me humilla! ¿Y tú lo sufres, corazón cobarde? ¿Y de tu servidumbre haciendo alarde quieres ver en mi frente el sello del amor que te devora?... ¡Ah! Velo, pues, y búrlese en buen hora de mi baldón la gente. ¡Salga del pecho requemando el labio el caro nombre de mi orgullo agravio, de mi dolor sustento!... ¿Escrito no le ves en las estrellas y en la luna apacible que con ellas alumbra el firmamento? ¿No le oyes, de las auras al murmullo? ¿No le pronuncia en gemidor arrullo la tórtola amorosa? ¿No resuena en los árboles, que el viento

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halaga con pausado movimiento en esa selva hojosa? De aquella fuente entre las claras linfas, ¿no le articulan invisibles ninfas con eco lisonjero?... ¿Por qué callar el nombre que te inflama, si aún el silencio tiene voz, que aclama ese nombre que quiero?... Nombre que un alma lleva por despojo; nombre que excita con placer enojo, y con ira ternura; nombre más dulce que el primer cariño de joven madre al inocente niño, copia de su hermosura; y más amargo que el adiós postrero que al suelo damos, donde el sol primero alumbró nuestra vida, nombre que halaga y halagando mata; nombre que hiere como sierpe ingrata al pecho que le anida. ¡No, no lo envíes, corazón, al labio! ¡Guarda tu mengua con silencio sabio! ¡Guarda, guarda tu mengua! ¡Callad también vosotras, auras, fuente, trémulas hojas, tórtola doliente, como calla mi lengua!

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COMENTA En este poema el autor nos habla de una persona que amo mucho pero un día le hizo un gran mal por un simple orgullo PAISAJE GUIPUZCOANO Suspende, mi caro amigo, tus pasos por un instante: no está la ermita distante, y apenas las cinco son. Ven a admirar bajo el toldo de aquellos verdes ramajes los pintorescos paisajes de esta encantada región. Mira a tus pies ese río, cuyas herbosas orillas millones de florecillas cubren, difundiendo olor; y desde el borde escarpado oye las mansas corrientes deslizarse transparentes con soñoliento rumor. Hileras de álamos blancos, que el hondo cauce sombrean, sus altas copas cimbrean del viento al soplo fugaz; mientras pescan silenciosos, con luengas cañas y anzuelos, dos vigorosos chicuelos 31

de viva y morena faz. Mira en torno cuál se extienden cuadros de trigos dorados, por ricas franjas cortados de verde−oscuro maíz; y esos tan varios helechos fieles hijos de las sombras que prestan al bosque alfombras de primoroso matiz. ¿Ves allá los caseríos que siembran el valle a trechos levantar sus rojos techos de entre el verde castañar? ¿Ves cuál visten sus paredes de parra lindos festones, y cómo van los gorriones sus racimos a picar? Mas que ya las chimeneas despiden humo, repara, anunciando se prepara la cena del segador; y a las vacas lentamente mira bajar de esos cerros, llamando con sus cencerros al perezoso pastor. Mas, ¡oh, ve! también desciende,

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saltando por entre breñas, turba de niñas risueñas que acá parece venir. Sí; no hay duda, ramilletes nos ofrecen con empeño... ¿Comprendes tú, caro dueño, lo que nos quieren decir? ¡Ah!, sabe que esos perfumes, que rinden cual homenaje, solo son mudo lenguaje de un triste y constante afán; pues con rara poesía el mendigo guipuzcoano, cubre de flores la mano que tiende pidiendo pan. Acepta al punto, ¡querido! ¿quién hay que negarse pueda a cambiar una moneda por cada hermoso clavel? Venid, niñas, cada tarde; yo en el trueque me intereso, y si al ramo unís un beso garante os salgo de él. ¡Pero no entienden!... ¡Se alejan! Mira por esos barrancos saltar, desnudos y blancos,

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sus breves y lindos pies... Se detienen, se sonríen viendo en mi pecho sus ramos, y ligeras como gamos desaparecen después. Mientras tanto las montañas sus picachos desiguales van envolviendo en cendales de gualda, azul y arrebol, y en su carro majestuoso surcando el tibio occidente hunde a su espalda la frente, cansado de vida, el sol. A su postrera mirada y a su postrera sonrisa, suspiros vuelve la brisa, perfumes vuelve la flor, y llanto puro los cielos vierten en el valle umbrío, que lo convierte en rocío de delicioso frescor. ¡Oh, mira! Ya por las faldas, que cubren altos castaños, bajando van los rebaños para acogerse al redil... Ya los niños sus anzuelos

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han recogido y su pesca, y se van armando gresca con regocijo infantil

José Mármol (1817−1871) José Mármol (1817−1871), José Mármol fue un vehemente poeta romántico argentino. Luchó contra Juan Manuel de Rosas y le costó la cárcel. Su visión de la futura sociedad argentina no hundía sus raíces en la propia patria, sino que su modelo era Europa. Por eso su poesía, como este fragmento de "Crepúsculo", es equiparable en formas y contenidos a cualquier otro poema romántico europeo. José Pedro Crisólogo Mármol (1817−1871), escritor argentino, nacido en Buenos Aires, donde realizó sus estudios de enseñanza primaria y secundaria e inició su carrera universitaria de Derecho. Fue perseguido por la policía de Rosas y emigró a Montevideo, y desde allí realizó numerosos viajes a Brasil y Chile, en el transcurso de los cuales escribió Cantos del peregrino (1845). Nuevamente en Montevideo, trabajó como periodista y allí dio a conocer como folletín la primera parte de su novela Amalia (1851); la misma quedó incompleta, pues tuvo que viajar a Buenos Aires después de la batalla de Caseros, pero en 1855 finalizó su novela y la publicó. Fue el más vehemente poeta romántico argentino y el autor de la primera novela del país. Su oposición a Rosas quedó demostrada en sus versos: A Rosas (1843), El puñal, A Buenos Aires ambas de 1844 y Armonías (1851). Su vida fue un cúmulo de desgracias comparables a las de sus personajes. La muerte de su padre y un casamiento apresurado de su madre la hicieron salir de Cuba hacia Europa, donde entró en contacto con la literatura romántica del momento, Victor Hugo, Chateaubriand y Lord Byron. La muerte de sus dos maridos y el abandono de su amante cuando ella se encontraba embarazada de una niña que nació muerta inclinaron su temperamento depresivo y apasionado hacia el espiritismo y periodos de retiro religioso, aunque siempre contó con el apoyo de escritores como José Zorrilla, Fernán Caballero, José de Espronceda, o Alberto Lista; sin embargo, su espíritu independiente y sus escándalos amorosos también le valieron las críticas de personajes como Marcelino Menéndez Pelayo, que impidió que entrara en la Real Academia Española.

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AMALIA Amalia Amalia es una síntesis singular de las distintas tendencias de la novela romántica hispanoamericana. Su autor, José Mármol, desde la perspectiva nostálgica del exilio forzoso en Montevideo, reconstruye la dramática situación argentina en 1840, bajo la dictadura de Juan Manuel Rosas; crea un tenso climax de violencia, representado por la fuerte persecución de los unitarios, en Buenos Aires, y las cruentas campañas de la guerra civil en las provincias. Sobre la perspectiva histórica real, violentada por la irreconciliable bipolarización política, se desarrolla un proceso sentimental, empujado por la represión hacia un desenlace final. En la «explicación» previa, el escritor porteño certifica la veracidad de las situaciones contextuales de su relato: «La mayor parte de los personajes históricos de esta novela existen aún, y ocupan la posición política o social que al tiempo en que ocurrieron los sucesos que van a leerse». Varios factores adversos actúan sobre la existencia de José Mármol (1817−1871). La estrechez económica de su infancia en Buenos Aires y Montevideo se agrava después de la muerte de su madre; queda reducido a la pequeña pensión que le envía su padre, emigrado en Brasil, después de haber combatido en la lucha de la independencia. Aunque estudia en la Universidad bonaerense, no participa, en principio, en las tertulias literarias, pero en 1839 es encarcelado por su actividad política, y en noviembre de 1840 comienza su expatriación en Montevideo. A lo largo de sus doce años de destierro, Mármol realiza una amplia actividad literaria. Orientado por el neoclásico Florencio Varela, escribe sus primeras composiciones civiles, por las que ha sido calificado por Menéndez Pelayo de «verdugo poético de Rosas». En 1842 estrena en Montevideo los efectistas dramas en verso El poeta y El cruzado, llenos de resonancias de Espronceda y Zorrilla; al mismo tiempo cultiva un periodismo combatiente, antirrosista. Se traslada a Río de Janeiro, en 1843, en donde entra en relación con la literatura francesa, en la casa del general Tomás Guido. Al regresar a Montevideo, en 1846, publica El peregrino y Cantos del peregrino, típicos ejemplos de poesía romántica, influida por Echevarría, Zorrilla, Lamartine y Childe−Harold, de Byron. La obra lírica de Mármol se completa con Armonías (1851) y los tres volúmenes de Poesías, aparecidos en 1855. Por las mismas fechas publica las entregas de Amalia, en su revista La Semana, y la edición definitiva de la novela. Al regresar a Buenos Aires, después de la victoria del general Urquiza, desempeña cargos diplomáticos en Chile y Bolivia; dirige El Progreso, incrementa su actividad política, publica distintos fascículos. Desde 1858 hasta su muerte fue director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. AMALIA Opinión En sus páginas se describen los más diversos tipos humanos, en fiel y vívida pintura: desde los canallescos del bajo fondo hasta los más encumbrados política o socialmente, todo ello avalado por la visión testimonial de su autor, José Mármol, quien fuera, además de contemporáneo y testigo directo, víctima de los excesos que describe. En Amalia encontrará el lector actual, además de un minucioso retrato de época, una atrapante historia donde a los crímenes y pasiones se mezclan los actos de heroísmo, como en los mejores folletines. Junto a los protagonistas Daniel Bello y Eduardo Belgrano, uno que encarna al autor y el otro vagamente inspirado en un personaje real, y a la heroína que da nombre a la novela, desfilan numerosos personajes reales: Juan Manuel de Rosas, su hija Manuelita, sus hermanas Mercedes y Agustina, los bufones, los sanguinarios mazorqueros, todos ellos retratados vívidamente, como si sus pasos aún resonaran en un Buenos Aires pretérito, lejano, pero al mismo tiempo reconocible. Amalia apareció justamente en forma de folletín, cuya continuación los lectores esperaban ansiosamente.

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Nezahualcóyotl (1402−1472) Nezahualcóyotl (1402−1472), un rey filosófico, y uno de los más grandes poetas de América. Su gente fueron los Alcohuanos, parte de la tercera ola de migración de las tribus del norte hacia el Valle de México. Los primeros invasores fueron los Toltecas, que su civilización se centro en la ciudad de Tula. Ellos florecieron entre el siglo VII y XI, y ellos misteriosamente desaparecieron. Los Toltecas fueron sucedidas por los llamados Chichimecas, se cree que arribaron un siglo después de que los Toltecas desaparecieron. Su civilización era muy inferior a lo que fue la de los Toltecas, pues los Chichimecas vivían en cuevas. En el siglo XII otra migración llegó al centro de México. Los nuevos, más civilizados que los Chichimecas, eran varias tribus, las más poderosas eran los Aztecas y los Alcohuanos. Los últimos se asentaron al este del Lago de Texcoco y de ahí el nombre de la tribu cambio de Alcohuanos a Texcocanos. Nació en (1402) en Texcoco y murió en 1472. Sus padres fueron Ixtlixócitl y Matlalcihuatzin, hija del señor de Tenochtitlán, Huitzilíhuitl. Recibió esmerada educación, tanto en el palacio paterno, como en el calmecac o escuela de estudios superiores. De esta forma pudo adentrarse en el conocimiento de las doctrinas y sabiduría heredadas por los Toltecas. Aunque Nezahualcóyotl era heredero nato del reino, su juventud no fue como la de un príncipe viviendo en lujos, porque los Texcocanos entonces luchaban para su propia existencia contra una tribu llamada Tepanecas. En 1418, cuando el joven príncipe cumplió 15, el enemigo tuvo éxito en subyugar a su gente. Mientras él se encontraba cubriéndose con las ramificaciones de un árbol, vio a unos soldados Tepanecas matar a su padre. Él huyó de la escena espantosa pero fue capturado y arrojado a una celda. Nezahualcóyotl tenía la fe de su padre. Un sirviente logra meterse a la prisión y se vistió de príncipe, mientras. Nezahualcóyotl, vestido con las ropas del sirviente escapó hacia Tenochtitlán, la capital del pueblo azteca. Por este acto de sacrificio, el fiel sirviente pagó con su vida. Nezahualcóyotl fue calurosamente recibido en Tenochtitlán y dedicó los siguientes ocho años al estudio. Junto con sus propósitos académicas, Nezahualcóyotl recibió instrucciones de los deberes reales. Él nunca se olvidó de las circunstancias brutales que ocasionaron su exilio y estaba decidido a recuperar su trono. Pero él necesitaba un pretexto para entrar a su tierra de nacimiento, ahora parte de del extendido Texcocano−Tepaneco. El rey Tepaneca ya había muerto y fue reemplazado por su hijo Maxtla. Pretendiendo reconciliarse con los Tepanecas, Nezahualcóyotl fue a la ciudad capital de Atzcapotzalco y le hizo reverencia a Maxtla, presentándole flores. Pero Maxtla, un rudo y sospechoso hombre, despreció la ofrenda. Nezahualcóyotl, sintiendo que estaba en peligro, se escapó del palacio y regresó a su ciudad natal de Texcoco. Durante su corto encuentro Maxtla había notado que Nezahualcóyotl tenía una fuerte impresión. Temió que sería un rival potencial, fingió haber cambiado de opinión, envió una invitación a Nezahualcóyotl para que lo acompañara a una fiesta en su honor que se llevaría a cabo por la tarde. Entonces Maxtla ordenó que asesinarán al príncipe al llegar. Pero Nezahualcóyotl 37

se negó. Tan fuerte era la presencia del príncipe en sus seguidores que uno de ellos, estuvo de acuerdo en que había cierto riesgo de muerte así que él iría en el lugar del príncipe. Cuando fue descubierto, Maxtla enfurecido puso un precio a la cabeza de Nezahualcóyotl, prometió extensas propiedades y la mano de una mujer noble a cualquier hombre que pudiera capturar o mata a su rival. Nezahualcóyotl significa " zorro hambriento " y así es exactamente cómo él vivió en los siguientes años. Ocultado en lo alto de la sierra, viviendo en hoyos y cuevas, él no obstante tenía algo importante: la maravillosa devoción de su gente. En cuanto a la recompensa de Maxtla, nadie lo entregó aunque muchos lo reconocieron en su disfraz de campesino. A la larga Maxtla consiguió su castigo. Cansándose de su tiranía, un número de nobles se pasaron al lado de Nezahualcóyotl. Una coalición fue formada y las fuerzas de Maxtla fueron conducidas fuera de los dominios Texcocanos. Entonces sus enemigos marcharon en Atzapotzalco. Encontrando a Maxtla oculto en los baños del palacio, lo arrastraron hacia fuera y lo ofrecieron como sacrificio humano a los dioses. Finalmente logró el trono que era su derecho por nacimiento, Nezahualcóyotl comenzó a mostrar evidencias de sus notables habilidades. Su primer acto fue idear un código de leyes, fue considerados tan ejemplar que fue adoptado por sus aliados principales, los Aztecas y los Tlacopanos. Las leyes, basados en una división de poderes, creaban un número de consejos incluyendo guerra, finanzas, justicia y el llamado consejo de música. No sólo era música, sino que incluía ciencia, arte, literatura, poesía e historia. Con este alto nivel cultural, Texcoco bien podría ser conocida como "la Atenas del Mundo Occidental" −según el historiador Boturini. Consumado el dominio del valle de México, Texcoco, Tenochtitlán y Tacuba formaron la Triple Alianza, en 1431, y reinó por más de 40 años. Reorganizó el gobierno y dictó leyes que fortalecieron al Estado. Se encargó de la construcción del acueducto de agua potable para México. Durante ese periodo ordenó la construcción de palacios, templos, jardines botánicos y zoológicos. También supervisó la construcción de caminos, diques y presas. Dirigió además la construcción de calzadas, las obras de introducción de agua a México, la edificación de diques para aislar las aguas saladas de los lagos e impedir inundaciones. Nezahualcóyotl murió a los 70, lleno de honores y le sobrevivieron varias de sus esposas, una horda de concubinas y 110 hijos. Uno de sus hijos legítimos, un muchacho de 18 años de edad llamado Nezahualpilli, le sucedió en el trono. El rey murió feliz, creyendo en que él colocó una dinastía y un estado lo suficientemente fuerte que duraría siglos. Su deseo no sería no tan largo porque después de 47 años de su muerte, invasores de piel blanca cruzó los mares para terminar con la civilización tan brillante que había creado. Compuso numerosos cantos y poemas, de los que se conservan unos 30, donde planteaba profundos problemas filosóficos. Todos estos poemas nos dejan penetrar dentro del alma y expresión de Nezahualcóyotl. En su honor, un municipio y una ciudad en el estado de México llevan su nombre. Poneos de pie ¡Amigos míos, poneos de pie! Desamparados están los príncipes, Yo soy Nezahualcóyotl, Soy el cantor, Soy papagayo de gran cabeza. Toma ya tus flores y tu abanico ¡Con ellos ponte a bailar! Tú eres mi hijo, Tú ere Yoyontzin. Toma ya tu cacao, La flor del cacao, ¡que sea ya bebida! ¡Hágase el baile, No es aquí nuestra casa, No viviremos aquí Tú de igual modo tendrás que marcharte. Opinión 38

En este poema el autor nos habla de la fiesta de matrimonio de su hijo y de la gran celebración que se da en su honor, este poema es un tipo de brindis diciéndole al hijo que sea feliz Alegraos Alegraos con las flores que embriagan, Las que están en nuestras manos. Que sean puestos ya Los collares de flores. Nuestras flores del tiempo de lluvia, Fragantes flores, Abren ya sus corolas. Por allí anda el ave, Parlotea y canta, Viene a conocer la casa de dios. Sólo con nuestros cantos Perece vuestra tristeza. Oh señores, con esto, Vuestro disgusto de disipa. Las inventa el Dador de la vida, Las ha hecho descender El inventor de sí mismo, Flores placenteras, Con ellas vuestro disgusto se disipa. Opinión En este poema el autor nos habla de la buena cosecha que atenido y le agrádese a dios por todo lo que le da para vivir Soy rico Soy rico, Yo, el señor Nezahualcóyotl. Reúno el collar, Los anchos plumajes de quetzal, Por experiencia conozco los jades, ¡son los príncipes amigos! Me fijo en sus rostros, Por todas partes águilas y tigres, Por experiencia conozco los jades, Las ajorcas preciosas Opinión En este poema el autor nos habla del su verdadera riqueza que son sus amigos no es el oro ni las piedras preciosas, teniendo una gran alegría por el tenerlos a ellos. Solamente él Solamente él, El Dador de la Vida. 39

Vana sabiduría tenía yo, ¿Acaso alguien no lo sabía? ¿Acaso alguien? No tenía yo contento al lado de la gente. Realidades preciosas hacer llover, De ti proviene tu felicidad, ¡Dador de la vida! Olorosas flores, flores preciosas, Con ansia yo las deseaba, Vana sabiduría tenía yo Opinión En este poema nos habla de dios y le agrádese de la vida que le dio a el y a todos los seres vivos en el resto de la tierra para ayudarnos. Yo lo pregunto Yo Nezahualcóyotl lo pregunto: ¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? Nada es para siempre en la tierra: Sólo un poco aquí. Aunque sea de jade se quiebra, Aunque sea de oro se rompe, Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. No para siempre en la tierra: Sólo un poco aquí. Opinión En este poema el autor nos habla de la muerte, ya que menciona que nada es para siempre que todo algún día debe morir sin remedio alguno sin poder evitarlo no se pueden quedar aquí.

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POPOL VUH En 1492 llegaron los españoles a lo que hoy es Cuba. En 1524 llegaron a las tierras que hoy son Guatemala. Junto con los Conquistadores llegaron varios sacerdotes, quienes en su afán de convertir a los indígenas a la verdadera religión destruyeron cuanto hubiera que pudiera tener alguna conexión a las religiones precolombinas: templos, dioses, bibliotecas enteras de códices. Aunque cabe resaltar que muchos códices se destruyeron mucho antes de la llegada de los españoles a América, ya que el amate, el material con que se construían los códices, difícilmente podían sobrevivir a la inclemencia del tiempo y del clima del trópico, es innegable la destrucción perpetrada por los españoles, siendo tal que de los códices mayas solamente quedan cuatro en el mundo. Uno de los tantos códices quemados posiblemente haya sido el mismo Popol Vuh. Esta incertidumbre de mi parte es porque los orígenes del Popol Vuh está rodeado del enigma. Lo que sí sabemos es que el Popol Vuh como lo conocemos fue escrito un poco después de la Conquista en el idioma quiché con auxilio del alfabeto castellano por uno o varios indígenas cristianizados, muy posiblemente miembros de la derrotada realeza quiché. El quiché se deriva del lenguaje maya que se hablaba durante el llamado Periodo Clásico con influencias toltecas. Algunos estudiosos han creído identificar a uno de los posibles autores del Popol Vuh con un indígena llamado Diego Reynoso o Reinoso, aunque toda hipótesis sobre la autoridad del Popol Vuh es muy ténue. Este Popol Vuh seguramente fue una copia que el autor o autores transcribieron de un original, ya sea uno que tenían a la vista y en su poder, o lo transcribieron de memoria; lo único que quedaba de los miles de códices que se perdieron en el humo cristiano. En cuanto al año en que fue redactado, algunos estudiosos; lo datan entre 1554 y 1558, habiendo sido redactado en la antigua capital de los quichés, Gumarkaaj (Utatlán), hoy Santa Cruz del Quiché, o en Chuilá (Chichicastenango), pueblo a donde se desplazó los residuos de la elite quiché luego de la derrota por el Conquistador Pedro de Alvarado. Casi 200 años después, en 1701, un sacerdote de la orden de los dominicos llegó al pueblo de Santo Tomás Chuilá como parroco. Santo Tomás Chuilá es más conocido hoy día como Chichicastenango. El sacerdote se llamaba Francisco Ximénez y era natural de Écija, Andalucía, España. El Padre Ximénez era una rareza entre los sacerdotes; desde su llegada a Chuilá el Padre Ximénez demostró su admiración, amor y respeto hacia la 41

cultura indígena por su actitud y al aprender varios idiomas indígenas. Esta actitud de parte del Padre Ximénez inspiró confianza entre los principales personajes indígenas de Chuilá, quienes en gratitud concedieron enseñarle un libro que estaba en su posesión y que había sido escrito un poco después de la Conquista: el Popol Vuh. El Padre Ximénez vio el original e hizo una transcripción del manuscrito del quiché al quiché y una traducción del quiché al español. Nos dice Ximénez: No hay duda que por la grande falta de noticias, por haberlas ellos ocultado y haberse ocultado sus libros... y así determiné el trasuntar de verbo adverbum todas sus historias como las traduje en nuestra lengua Castellana de la lengua Quiché en que las hallé escritas desde el tiempo de la conquista... e indagando yo aqueste asunto, estando en el Curato de Santo Tomás Chichicastenango, hallé que era la Doctrina que primero mamaban con la leche y que todos ellos casi lo tienen de memoria y descubrí que de aquestos libros tenían muchos entre sí... he determinado poner aquí y trasladar todas sus historias, conforme ellos las tienen escritas.. Esta es la copia del Popol Vuh que ha llegado hasta nosotros; el manuscrito quiché escrito en caracteres latinos en el siglo XVI no se ha vuelto a ver. Es posible que Ximénez lo haya devuelto a sus dueños originales y que aún exista en algún lugar de las montañas guatemaltecas, pero como mucho del Popol Vuh, es posible que nunca lo sepamos. El texto transcrito y traducido por Ximénez quedó en el poder en la Orden a la que pertenecía Ximénez, la de los dominicos. En el tiempo en que vivió Ximénez su versión no fue conocida más que por algunas personas dentro de su orden. Su versión quedó en la oscuridad por otros cien años. En 1829 los dominicos fueron expulsados del país durante el gobierno liberal de Francisco Morazán, y sus archivos pasaron a la Universidad de San Carlos. En 1854 un médico austriaco residente en Guatemala, Carl Scherzer, fue el primero que tuvo acceso al manuscrito de Ximénez, quien la publicó en 1857 en Viena. Esta versión no tuvo mucha suerte ya que no fue ampliamente conocida. También en el mismo año de 1854 otro extranjero tuvo acceso al manuscrito de Ximénez: el abate francés Charles Etienne Brasseur de Bourbourg (1814−1874). Brasseur de Bourbourg, excéntrico y erudito, está íntimamente ligado a la historia literaria guatemalteca del siglo XIX. A él se le debe no solamente el "descubrimiento" del manuscrito de Ximénez, sino también el hallazgo de otros textos precolombinos de suma importancia, como el Memorial de Sololáy. El Rabinal Achí. Brasseur de Bourbourg inexplicablemente extrajo de Guatemala el manuscrito de Ximénez, partió hacia Europa y en París publicó en francés en 1861 la primera versión más reconocida del Popol Vuh. A la muerte de Brasseur de Bourbourg el manuscrito de Ximénez pasó a manos de un Alphonse Pinart, quien luego se la vendió a un Otto Stoll por diez mil francos. Luego en 1887 el manuscrito fue puesto en pública subasta y adquirida por un Edward E. Ayer. Parece ser que Edward E. Ayer trajo el manuscrito de regreso al continente americano, pero esta vez a los Estados Unidos. Edward E. Ayer donó el manuscrito a la biblioteca de la Universidad de Newberry, en Chicago, donde aún se encuentra. Ya en el siglo XX, en la década de los 40, el investigador guatemalteco Adrián Recinos hacía investigaciones relacionadas con la literatura precolombina. Esto lo llevó a Chicago, donde se tenían noticias de que allí se encontraba un importante manuscrito precolombino. Su sorpresa fue mayor al encontrarse con el manuscrito original de Ximénez. En 1947 Recinos publicó la primera edición de su traducción en la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica, probablemente la mejor y más difundida de todas las traducciones. Hay varias traducciones del Popol Vuh del idioma quiché a otros idiomas. Varios estudiosos declaran que la mejor traducción es la de Adrián Recinos, que es la misma que usé aquí. Los mismos especialistas declaran que hay una necesidad imperante por hacer una mejor traducción del Popol Vuh. El inmenso valor que tiene el Popol Vuh radica no solo como un texto primordial de la literatura maya, sino también de la precolombina y la universal. Aparte de su gran valor estético, el Popol Vuh ha servido como una gran ventana por la cual podemos dislumbrar la cosmogonía maya antes de la llegada de los españoles a tierras americanas. Esta biblia maya ha corroborado datos encontrados en "textos" precolombinos, como por ejemplo en la alfarería, las estelas, y hasta en los monumentales monolitos

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tallados como el que encontramos al principio de esta página. Además, en lo que a la literatura nos concierne, la presencia del Popol Vuh es fuerte e innegable, específicamente en la literatura guatemalteca, pero también en la centroamericana y hasta en la mexicana como el caso de la escritora chiapaneca Rosario Castellanos el Premio Nobel guatemalteco nunca hubiera creado su obra maestra Hombres de maíz si no hubiera existido el Popol Vuh. En Hombres de maíz Asturias regresa a los orígenes, al mito, pero no al mito occidental (Ulises, Prometeo, la Biblia, etc) sino al mito precolombino, a lo primigenio de nuestro ser latinoamericano. El Popol Vuh se puede distinguir básicamente en tres partes. La primera es la descripción de la creación y del origen de los hombres. A diferencia de la Biblia, tomó tres intentos para crear a los hombres, y fue hasta el cuarto que los dioses lo lograron (número importante en la cosmogonía maya: cuatro fueron los hombres creados), y fue cuando los dioses decidieron hacer al hombre de maíz. La segunda parte se refiere a un tiempo anterior a la creación de los hombres, y trata sobre las aventuras míticas de los dioses gemelos Hunahpú e Ixbalamqué en Xibalbá, el inframundo maya, donde derrotan a los nueve dioses del inframundo y vuelven a renacer convertidos en el sol y el planeta Venus. Para los antiguos mayas, cada día en que se ponía el sol y Venus que le precedía, era el momento en que Hunahpú e Ixbalamqué volvían a descender a Xibalbá, a recrear por el infinito la lucha entre el bien y el mal. La última y tercera parte es histórica. Relata la vida del pueblo quiché desde su salida del mítico Tulán hasta los últimos reyes quichés asesinados por las huestes españolas. Las últimas palabras son unas de las más conmovedoras que jamás se hayan escrito en la literatura guatemalteca: "Y esta fue la existencia de los quichés, porque ya no puede verse el libro Popol Vuh que tenían antiguamente los reyes, pues ha desaparecido. Así pues, se han acabado todos los del Quiché, que hoy se llama Santa Cruz. RESUMEN El Popol−Vuh, que puede traducirse Popol, comunidad, consejo, y Vuh, libro, Libro del Consejo o Libro de la Comunidad, fue pintado. Lo dice el texto: Este libro es el primer libro pintado antaño. ¿El primer libro? ¿Querrá significarse con esto el más importante, algo así como la Biblia? Pero su faz está oculta, sigue el texto. ¿Oculta, por qué? ¿Fue destruido? ¿Fue quemado? ¿Se consumió en la ciudad de Utatlán, entregada a las llamas, reducida a cenizas por el Conquistador? Su faz está oculta al que ve, añade el texto, lo que mueve a pensar que no está oculta para el que, sin ver, conserva dicha faz en la memoria y la transmite oralmente. Originalmente, el Popol−Vuh fue pintura, memoria, palabra, y en esta forma de tradición oral se conserva hasta mediados del siglo XVI, época en que vuelve a ser escrito, por un indígena, antiguo sacerdote quizá, en lengua quiché, con caracteres latinos. Este manuscrito, que constituye el verdadero original del Popol−Vuh, llega a manos de Fr. Francisco Ximénez, cura párroco de Santo Tomás Chuilá, población guatemalteca llamada actualmente Chichicastenango, a principios del siglo XVIII. Por eso se conoce el Popol−Vuh con el nombre de Manuscrito de Chichicastenango. Descubrirlo el Padre Ximénez, varón versadísimo en lenguas indígenas, y entregarse a su estudio y traducción del quiché al castellano, todo es uno. Pero el perilustre dominico no se contenta con traducir el Popol−Vuh. Para dar testimonio incuestionable de la autenticidad del texto y curarse en salud ante las autoridades religiosas, tal similitud hay entre el Génesis indígena y algunos pasajes de la Biblia, hace algo que la posteridad jamás le pagará bastante: al par de su versión castellana, en columna paralela, copia del texto quiché, es decir, que no sólo nos lega su traducción, sino la transcripción del texto indígena.bajo el título de Las historias del origen de los indios de esta Provincia de Guatemala. El abate Carlos Esteban Brasseur de Bourbourg llega a Guatemala, desde Francia, atraído por la luz de ese manuscrito prodigioso, se afinca en el país, estudia y profundiza la lengua quiché y traduce el Popol−Vuh al francés, versión que publica en París, en 1891, con el título de Popol−Vuh, le livre sacre et les mythes de lantiquité américaine. Varias otras traducciones se han hecho desde entonces, y se han publicado algo más de treinta y dos volúmenes, en todas las lenguas, interés que crece de día en día por tratarse de uno de los documentos milenarios de la humanidad. Preámbulo 43

Primera Parte: Capítulo I Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo. Capitulo II Luego hicieron a 1os animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles [víboras], guardianes de los bejucos. Capítulo III Enseguida fueron aniquilados, destruidos y deshechos los muñecos de palo, recibieron la muerte. Una inundación fue producida por el Corazón del Cielo; un gran diluvio se formó, que cayó sobre las cabezas de los muñecos de palo. Segunda Parte Capítulo X Dijo entonces Ixbalamqué a Hunahpú: −¿Comenzará ya a amanecer? mira tú. Capítulo XI En seguida llamó lxbalanqué a todos los animales, al pisote, al jabalí, a todos los animales pequeños y grandes, durante la noche, y a la madrugada les preguntó cuál era su comida Tercera Parte: Capítulo I He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre. Capítulo II Estos son los nombres de los primeros hombres que fueron creados y formados: el primer OPINION Opinión personal Dentro de este texto, se nos manifiesta algo muy interesante, pues nos representa el origen del universo y el origen del hombre. Al principio, todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo. Luego los dioses hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles víboras, guardianes de los bejucos. Al encontrar una tanto bacía esa existencia, creado unos muñecos de piedra, los cuales al ser faltos de corazón, no sentían nada, e intentaron desterrar a los dioses de madera que 44

estos, los deshicieron, y crearon unos nuevos que serian de madera, pero. Enseguida fueron aniquilados, deshechos los muñecos, recibieron la muerte. Una inundación fue producida por el Corazón del Cielo; un gran diluvio se formó, que cayó sobre las cabezas de los muñecos de palo. Dijo entonces Ixbalamqué a Hunahpú: −¿Comenzará ya a amanecer? He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre. Un hombre de maíz molido y conocimientos ocultos. Hernán Cortés (1485−1547) Conquistador español de México (Medellín, Badajoz, 1485 − Castilleja de la Cuesta, Sevilla, 1547). Procedente de una familia de hidalgos de Extremadura, Hernán Cortés estudió brevemente en la Universidad de Salamanca. En 1504 pasó a las Indias recién descubiertas por Colón y se estableció como escribano y terrateniente en La Española (Santo Domingo). Participó en la expedición a Cuba de 1511 como secretario del gobernador Diego Velázquez, con quien emparentó al casarse con su cuñada y que le nombró alcalde de la nueva ciudad de Santiago. En 1518 Diego Velázquez confió a Hernán Cortés el mando de una expedición a Yucatán; sin embargo, el gobernador desconfiaba de Cortés, a quien ya había encarcelado en una ocasión acusado de conspiración, y decidió relevarle del encargo antes de partir. Advertido Cortés, aceleró la partida y se hizo a la mar antes de recibir la notificación (1519). Con once barcos, unos seiscientos hombres, 16 caballos y 14 piezas de artillería, Hernán Cortés navegó desde Santiago a Cozumel y Tabasco; allí derrotó a los mayas y recibió −entre otros regalos− a la india doña Marina, que le serviría como amante, consejera e intérprete durante toda la campaña. Desobedeciendo órdenes expresas del gobernador Velázquez, fundó en la costa del golfo de México la ciudad de Villa Rica de la Veracruz. Allí tuvo noticias de la existencia del imperio azteca en el interior, cuya capital se decía que guardaba grandes tesoros, y se aprestó a su conquista. Para evitar la tentación de regresar que amenazaba a muchos de sus hombres ante la evidente inferioridad numérica, Hernán Cortés hundió sus naves en Veracruz. Logró la alianza de algunos pueblos indígenas sometidos a los aztecas, como los toltecas y tlaxcaltecas. Tras saquear Cholula, llegó a la capital azteca, Tenochtitlán, en donde fue recibido pacíficamente por el emperador Moctezuma, que se declaró vasallo del rey de Castilla. La posible identificación de los españoles con seres divinos y de Cortés con el anunciado regreso del dios Quetzalcoátl favoreció quizá esta acogida a unos extranjeros que enseguida se empezaron a comportarse como invasores ambiciosos y violentos. Entonces tuvo que dejar la ciudad a su lugarteniente Alvarado, para hacer frente a las tropas de Pánfilo de Narváez, enviadas por el gobernador Velázquez para castigar su rebeldía y devolverle a Cuba; Cortés los derrotó en Cempoala y consiguió que se uniese a él la mayor parte del contingente (1520). Cuando regresó a Tenochtitlán, encontró una gran agitación indígena contra los españoles a causa de los ataques realizados a sus creencias y símbolos religiosos y de la matanza de sus nobles por Alvarado para desbaratar una supuesta conspiración. Hizo prisionero a Moctezuma e intentó que éste mediara para calmar a su pueblo, sin lograr otra cosa que la muerte del emperador. Finalmente, Cortés se vio obligado a abandonar Tenochtitlán en la llamada «Noche Triste» (30 de junio de 1520), en la que su pequeño ejército resultó diezmado. Refugiado en Tlaxcala, siguió luchando contra los aztecas −ahora bajo el mando de Cuauhtémoc−, a los que derrotó en la batalla de Otumba; y, finalmente, cercó y tomó Tenochtitlán (1521). Destruida la capital azteca, reconstruyó en el mismo lugar (una isla en el 45

centro de un lago) la ciudad española de México. Dominado el antiguo imperio azteca, lanzó expediciones hacia el sur para anexionar los territorios de Yucatán, Honduras y Guatemala. Los detalles de la conquista de México, así como los argumentos que justificaban las decisiones de Hernán Cortés fueron expuestos en las cuatro Cartas de relación que envió al rey. En 1522 fue nombrado gobernador y capitán general de Nueva España (nombre que dieron los conquistadores al territorio mexicano). Sin embargo, la Corona española −ya en manos de Carlos I− practicó una política de recorte de los poderes de los conquistadores, para controlar más directamente las Indias; funcionarios reales aparecieron en México enviados para compartir la autoridad de Cortés hasta que, en 1528, éste fue destituido y enviado a la Península. En España salió absuelto de todas las acusaciones e incluso fue nombrado marqués del Valle de Oaxaca, además de conservar el cargo honorífico de capitán general, aunque sin funciones gubernativas. De vuelta a México en 1530, todavía organizó algunas expediciones de conquista, como las que incorporaron a México la Baja California (1533 y 1539). Regresó nuevamente a España para intentar obtener mercedes de la Corona por los servicios prestados, para lo cual llegó a participar en una expedición contra Argel en 1540; pero sus reclamaciones nunca obtuvieron plena satisfacción. Se instaló en un pueblo cercano a Sevilla, en donde reunió una tertulia literaria y humanística. El conquistador de México, impulsado por un gran fervor religioso −aparte de la ambición de honores y riquezas común a todos los conquistadores−, fue un hombre culto y con preocupaciones morales inusuales en su entorno (como la de plantearse si era legítimo esclavizar a los indios). SEGUNDA RELACIÓN Carta de relación enviada a Su Sacra Majestad del Emperador Nuestro Señor por el Capitán General de la Nueva España llamado Fernando Cortés, en la cual hace relación de las tierras y provincias sin cuento que ha descubierto nuevamente en el Yucatán desde el año de quinientos y diez y nueve a esta parte y ha sometido a la corona real de Su Sacra Majestad. En especial hace relación de una grandísima provincia muy rica llamada Culúa en la cual hay muy grandes ciudades y de maravillosos edificios y de grandes tratos y riquezas entre las cuales hay una más maravillosa y rica que todas llamada Temustitán que está por maravillosa arte edificada sobre una grande laguna, de la cual ciudad y provincia es rey un grandísimo señor llamado Muteeçuma, donde le acaescieron al capitán y a los españoles espantosas cosas de oír. Cuenta largamente el grandísimo señorío del dicho Muteeçuma y de sus ritos y cerímonias y de cómo se sirve. Muy Alto y Poderoso y Muy Católico Príncipe, lnvitísimo Emperador y Señor Nuestro: En una nao que desta Nueva España de Vuestra Sacra Majestad despaché a diez y seis días de julio del año de quinientos y diez y nueve envié a Vuestra Alteza muy larga y particular relación de las cosas hasta aquella sazón, después que yo a ella vine, en ellas suscedidas, la cual relación llevaron Alonso Hernández Puerto Carrero y Francisco de Montejo, procuradores de la Rica Villa de la Vera Cruz que yo en nombre de Vuestra Alteza fundé. Y después acá por no haber oportunidad, así por falta de navíos y estar yo ocupado en la conquista y pacificación desta tierra como por no haber sabido de la dicha nao y procuradores, no he tornado a relatar a Vuestra Majestad lo que después se ha hecho, de que después Dios sabe la pena que he tenido, porque he deseado que Vuestra Alteza supiese las cosas desta tierra, que son tantas y tales que, como ya en la otra relación escribí, se puede intitular de nuevo Emperador della y con título y no menos mérito que el de Alemaña que por la gracia de Dios Vuestra Sacra Majestad posee. Y para ello les invié un mandamiento firmado de mi nombre y de un escribano con relación larga de la real persona de Vuestra Sacra Majestad y de mi venida, deciéndoles cómo todas estas partes y otras muy mayores tierras y señoríos eran de Vuestra Alteza, y que los que quisiesen ser sus vasallos serían honrados y favorescidos, y por el contrario los que fuesen rebeldes, porque serían castigados conforme a justicia. Y otro día vinieron algunos de los señores de la dicha cibdad o casi todos y me dijeron que si ellos no habían venido antes la cabsa era porque los desta provincia eran sus enemigos, y que no osaban entrar por su tierra porque no pensaban venir seguros; y que bien creían que me habían dicho algunas cosas dellos, que no les diese crédito, porque las decían como 46

enemígos y no porque pasaba ansí, y que me fuese a su cibdad y que allí conoscería ser falsedad lo que éstos me decían y verdad lo que ellos me certificaban; y que desde entonces se daban y ofrecían por vasallos de Vuestra Sacra Majestad, y que lo serían para siempre y servirían y contribuirían en todas las cosas que de parte de Vuestra Alteza se les mandase. Y así lo asentó un escribano por las lenguas que yo tenía. Y aunque tengo esperanza en Nuestro Señor que en ninguna cosa saldrá con su intención y propósito, hállome en muy extrema nescesidad para socorrer y ayudar a los indios nuestros amigos, porque cada día vienen de muchas cibdades y villas y poblaciones a pedir socorro contra los indios de Culúa, sus enemigos y nuestros, que les hacen guerra cuanta pueden a causa de tener nuestra amistad y alianza, y yo no puedo socorrer a todas partes como querría. Pero, como digo, placerá a Nuestro Señor, suplirá nuestras pocas fuerzas e inviará presto el socorro, ansí el suyo como el que yo invío a pedir a la Española. Por lo que yo he visto y comprehendido cerca de la similitud que toda esta tierra tiene a España, ansí en la fertelidad como en la grandeza y fríos que en ella hace y en otras muchas cosas que la equiparan a ella, me paresció que el más conveniente nombre para esta dicha tierra era llamarse la Nueva España del Mar Océano, y ansí en nombre de Vuestra Majestad se le puso aqueste nombre. Humillmente suplico a Vuestra Alteza lo tenga por bien y mande que se nombre ansí Yo he escrípto a Vuestra Majestad, aunque mal dicho, la verdad de todo lo suscedido en estas partes y aquello de que más nescesidad hay de hacer saber a Vuestra Alteza. Y por otra mía que va con la presente invío a suplicar a Vuestra Real Exelencia mande inviar una persona de confianza que haga inquisición y pesquisa de todo e informe a Vuestra Sacra Majestad dello. También en ésta lo torno humillmente a suplicar, porque en tan señalada merced lo terné como en dar entero crédito a lo que escribo. Muy Alto y Muy Exelentísimo Príncipe: Dios Nuestro Señor la vida y muy real persona y muy poderoso estado de Vuestra Sacra Majestad conserve y abmente por muy largos tiempos, con acrecentamiento de muy mayores reinos y señoríos como su real corazón desea. − De la villa Segura de la Frontera desta Nueva España, a de 30 otobre de 1520 años. Hallaron poco tesoro a causa que los naturales lo habían echado y sumido en las lagunas. Solos ducientos mill pesos tomaron. Y quedaron muy fortalecidos en la dicha cibdad los españoles, de los cuales hay al presente en ella mill y quinientos peones y quinientos de caballo. Y tiene[n] más de cient mill de los naturales de la tierra en el campo en su favor. Son cosas grandes y estrañas y es otro mundo sin duda, que de sólo verlo tenemos harta cobdicia los que a los confines dél estamos. Estas nuevas son hasta prencipio de abril de 1522 años, las que acá tenemos dignas de fee.] TERCERA RELACIÓN Carta tercera de relación enviada por Fernando Cortés, Capitán y Justicia Mayor del Yucatán llamado la Nueva España del Mar Océano, al Muy Alto y Potentisimo César e Invitísimo Señor Don Carlos, Emperador Semper Augusto y Rey de España, Nuestro Señor, de las cosas subcedidas y muy dinas de admiración en la conquista y recuperación de la muy grande y maravillosa cibdad de Tenustitán y de las otras provincias a ella subjetas que se rebelaron, en la cual cibdad y dichas provincias el dicho capitán y españoles consiguieron grandes y señaladas vitorias dignas de perpetua memoria. Asimesmo hace relación cómo han descubierto el Mar del Sur y otras muchas y grandes provincias muy ricas de minas de oro y perlas y piedras preciosas, y aun tienen noticia que hay especería. Muy Alto y Potentisimo Príncipe, Muy Católico e Invitísimo Emperador, Rey y Señor: Con Alonso de Mendoza, natural de Medellín, que despaché desta Nueva España a cinco de marzo del año pasado de quinientos y veinte y uno, hice segunda relación a Vuestra Majestad de todo lo sucedido en ella, la cual yo tenía acabada de hacer a los 30 de otubre del año de quinientos y veinte, y a cabsa de los tiempos muy contrarios y de perderse tres navíos que yo tenía para enviar en el uno a Vuestra Majestad la dicha relación y en los otros dos enviar por socorro a la isla Española, hobo mucha dilación en la partida del dicho Mendoza, segúnd que también más largo con él lo escribí a Vuestra Majestad. Y ansimismo escribí a Vuestra Majestad que yo había proveído luego de enviar una carabela en busca de los dichos navíos para les dar aviso de lo pasado, y después que aquello escribí plugo a Dios que el uno de los navíos llegó al dicho puerto de la Vera Cruz, en el cual venía un capitán con obra de ciento y veinte hombres, y allí se informó cómo los de Garay que antes habían venido habían sido desbaratados, y hablaron COMENTA

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Las cartas de relacion son algo aburidas pero en este caso ayudaron a que los españoles supieran lo que pasaba del otro lado de su continente con el capitán que se halló en el desbarato y se les certeficó que si iba al dicho río de Pánuco no podía ser sin recibir mucho daño de los indios, y estando ansí en el puerto con determinación de se ir al dicho río comenzó un tiempo y viento muy recio e hizo la nao salir, quebradas las amarras, y fue a tomar puerto doce leguas la costa arriba de la dicha villa a un puerto que se dice Sant Juan, y allí, después de haber desembarcado toda la gente Y por la coyuntura en que éstos de Calco me tomaron no pude hacer con ellos lo que yo deseaba, pero díjeles que porque yo a la sazón quería inviar por los bergantines y para ello tenía apercebidos a todos los de la provincia de Tescaltecal, de donde se habían de traer en piezas, y tenía nescesidad de inviar para ello gente de caballo y de pie, que ya sabían que los naturales de las provincias de Buaxocingo y de Churultecal y Buacachula eran vasallos de Vuestra Majestad y amigos nuestros, que fuesen a ellos y de mi parte les rogasen, pues vivían muy cerca de su tierra, que les viniesen a ayudar y socorrer e inviasen allí gente de guarnición con que pudiesen estar seguros en tanto que yo les socorría, porque otro remedio al presente yo no les podía dar. A Vuestra Cesárea Majestad hace relación Fernando Cortés, su Capitán y Justicia Mayor en esta Nueva España del Mar Océano, según Vuestra Majestad podrá mandar ver y porque los oficiales de Vuestra Católica Majestad somos obligados a le dar cuenta del susceso y estado de las cosas destas partes, y en esta escritura va muy particularmente declarado y aquello es la verdad, y lo que nosotros podríamos escrebir no hay nescesidad de más nos alargar, sino remitimos a la relación del dicho capitán. Invitísimo y Muy Católico Señor, Dios Nuestro Señor la vida y muy real persona y potentísimo estado de Vuestra Majestad conserve y aumente con acrecentamiento de muchos más reinos y señoríos como su real corazón desea. De la cibdad de Cuyoacan, a 15 de mayo de 1522 años. Potentísimo Señor, de Vuestra Cesárea Majestad muy humiles siervos y vasallos que los muy reales pies y manos de Vuestra Majestad besan. − Julián Alderete − Alonso de Grados − Bernaldino Vázquez de Tapia. La presente carta de relación fue impresa en la muy noble y muy leal cibdad de Sevilla por Jacobo Cromberger Alemán, y acabóse a treinta días de marzo, año de 1523.

BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO (1495−1584) Historiador y escritor, nació en Medina del Campo, España en 1495 y murió en Guatemala en 1584. Viajó a América acompañado de Pedrarias Dávila y tomó parte en las expediciones de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva. Participó con Hernán Cortés en la conquista de Nueva España y de Yucatán, 48

Guatemala y Honduras. En 1552 comenzó a escribir una de la crónicas históricas más completas sobre la conquista de México: Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España. Vivió en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala y allí se casó con Teresa de Becerra, hija del conquistador de Guatemala, Bartolomé. Fue regidor de Santiago durante más de 30 años, recibió varios títulos, entre ellos el nombramiento de Hijodalgo y el Certificado de Armas dado por Felipe II. El manuscrito original de esta obra se encuentra actualmente depositado en el Archivo de Centroamerica, en la Ciudad de Guatemala. Murió en Santiago de los Caballeros de Guatemala (Antigua Guatemala) en 1584. Su entrada definitiva en México tuvo lugar en 1519, cuando se embarcó en la expedición capitaneada por Hernán Cortés. Hallándose bajo las órdenes directas de Pedro de Alvarado, tomó parte en no pocos de los principales hechos de la conquista del Imperio azteca. Hombre dotado de una memoria extraordinaria, habría de recordar muchos años después todos esos episodios y decidió ponerlos por escrito. Ello ocurrió cuando se hallaba ya en Guatemala, en donde contrajo matrimonio en 1544 con Teresa Becerra, hija de quien había sido uno de los conquistadores y alcalde ordinario de Guatemala. Díaz del Castillo hizo dos viajes a España en demanda de mercedes, en el segundo de los cuales participó en la junta que, sobre la esclavitud de los indios, perpetuidad de encomiendas y tributos, se celebró en Valladolid en 1550. De regreso en Guatemala, al no lograr que el presidente de la audiencia satisficiera lo que pretendía haber obtenido en España, prosiguió en su lucha por los que creía ser derechos inherentes a sus méritos de conquistador. Elegido regidor de la ciudad de Guatemala, concurrió a las sesiones del cabildo según lo muestran las actas suscritas por él. Hay indicios para afirmar que hacia 1557 había empezado a escribir su crónica sobre la conquista de México. Revisando su obra una y otra vez, la dio al fin por concluida en 1575. Intitulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, incluye un vívido relato de los principales acontecimientos de ella, desde su comienzo hasta la caída de Tenochtitlan y otros aconteceres que a ella siguieron. Díaz del Castillo falleció en Guatemala en 1584. La Historia se publicó por primera vez en Madrid en 1632, con carácter póstumo, gracias a la copia que pudo utilizar el fraile mercedario Alonso Remón. En Guatemala quedó otra copia que fue anotada en diversos lugares por Francisco, uno de los hijos de Díaz del Castillo. Otras ediciones han aparecido desde entonces. La que puede tenerse como crítica, dispuesta por el jesuita Carmelo Sáenz de Santa María, se publicó en 1982, coeditada por el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Rafael Landívar de Guatemala. OBRA: LA HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Capítulo De los borrones y cosas que escriben los cronistas Gómara e Illescas acerca de las cosas de la Nueva España. Capítulo XVIII De los borrones y cosas que escriben los cronistas Gómara e Illescas acerca de las cosas de la Nueva España. Estando escribiendo esta relación, acaso vi una historia de buen estilo, la cual se nombra de un Francisco López de Gómora, que habla de las conquistas de Méjico y Nueva−España, y cuando leí su gran retórica, y como mi obra es tan grosera, dejé de escribir en ella, y aun tuve vergüenza que pareciese entre personas notables; y estando tan perplejo como digo, torné a leer y a mirar las razones y pláticas que el Gómora en sus libros escribió, e vi que desde el principio y medio hasta el cabo no llevaba buena relación, y va muy contrario de lo que fue e pasó en la Nueva−España; y cuando entró a decir de las grandes ciudades, y tantos números que dice que había de vecinos en ellas, que tanto se le dio poner ocho como ocho mil. [...] Dejemos esta plática, e volveré a mi materia; que después de bien mirado todo lo que he dicho que escribe el Gómora, que por ser tan lejos de lo que pasó es en perjuicio de tantos, torno a proseguir en mi relación e historia; porque dicen sabios varones que la buena política y agraciado componer es decir verdad en lo que escribieren, y la mera verdad resiste a mi rudeza; y mirando en esto que he dicho, acordé de seguir mi intento con el ornato y pláticas que adelante se verán, para que salga a luz y se vean las conquistas de la Nueva−España claramente y como se han de ver, y su majestad sea servido conocer los grandes e notables servicios que le hicimos los verdaderos conquistadores, pues tan pocos soldados como venimos a estas tierras con el venturoso y buen capitán Hernando Cortés, nos pusimos a tan grandes peligros y le ganamos esta tierra, 49

que es una buena parte de las del Nuevo Mundo, puesto que su majestad, como cristianísimo rey y señor nuestro, nos lo ha mandado muchas veces gratificar; y dejaré de hablar acerca desto, porque hay mucho que decir. [...] Diremos lo que en aquellos tiempos nos hallamos ser verdad, como testigos de vista, e no estaremos hablando las contrariedades y falsas relaciones (como decimos) de los que escribieron de oídas, pues sabemos que la verdad es cosa sagrada, y quiero dejar de más hablar en esta materia; Y aunque había bien que decir della e lo que sé, sospecho del coronista que le dieron falsas relaciones cuando hacia aquella historia; porque toda la honra y prez della la dio sólo al marqués don Hernando Cortés, e no hizo memoria de ninguno de nuestros valerosos capitanes y fuertes soldados; Y bien se parece en todo lo que el Gómora escribe en su historia serle muy aficionado, pues a su hijo, el marqués que ágora es, le eligió su corónica e obra, e la dejó de elegir a nuestro rey y señor. [...] Capítulo CV Cómo se repartió el oro que hubimos, así de lo que dio el gran Montezuma como lo que se recogió de los pueblos, y de lo que sobre ello acaeció a un soldado Lo primero se sacó el real quinto, y luego Cortés dijo que le sacasen a él otro quinto como a su majestad, pues se le prometimos enel arenal cuando le alzamos por capitán general y justicia mayor, como ya lo he dicho en el capítulo que dello habla. Luego tras esto dijo que había hecho cierta costa en la isla de Cuba que gastó en el armada, que lo sacasen de montón; Y demás desto, que se apartase del mismo montón la costa que había hecho Diego Velázquez en los navíos que dimos altravés con ellos, pues todos fuimos en ellos; y tras esto, para los procuradores que fueron a Castilla. Y demás desto, para los que quedaron en la Villa−Rica, que eran setenta vecinos, y para el caballo que se le murió y para la yegua de Juan Sedeño, que mataron en lo de Tlascala de una cuchillada; pues para el padre de la Merced y el clérigo Juan Díaz y los capitanes y los que traían caballos, dobles partes, escopeteros y ballesteros por el consiguiente, e otras sacaliñas; de manera que quedaba muy poco de parte, y por ser tan poco muchos soldados hubo que no lo quisieron recebir; y con todo se quedaba Cortés, pues en aquel tiempo no podíamos hacer otra cosa sino callar, porque demandar justicia sobre ello era por demás; e otros soldados hubo que tomaron sus partes a cien pesos, y daban voces por lo demás; y Cortés secretamente daba a unos y a otros por vía que les hacía merced por contentallos, y con buenas palabras que les decía sufrían. [...] Dejemos de hablar en el oro y de lo mal que se repartió y peor se gozó, y diré lo que a un soldado que se decía Fulano de Cárdenas le acaeció. Parece ser que aquel soldado era piloto y hombre de la mar, natural de Triana y del condado; el pobre tenia en su tierra mujer e hijos, y como a muchos nos acaece, debría de estar pobre, y vino a buscar la vida para volverse a su mujer e hijos; e como había visto tanta riqueza en oro en planchas y en granos de las minas e tejuelos y barras fundidas, y al repartir dello vió que no le daban sino cien pesos, cayó malo de pensamiento y tristeza; Y un su amigo, como le veía cada día tan pensativo y malo, íbale a ver y decíale que de qué estaba de aquella manera y suspiraba tanto; y respondió el piloto Cárdenas: "¡Oh cuerpo de tal conmigo! ¿Yo no he de estar malo viendo que Cortés así se lleva todo el oro, y como rey lleva quinto, y ha sacado para el caballo que se le murió y para los navíos de Diego Velázquez y para otras muchas trancanillas, y que muera mi mujer e hijos de hambre, pudiéndolos socorrer cuando fueren los procuradores con nuestras cartas, y le enviamos todo el oro y plata que habíamos habido en aquel tiempo?" [...] Y como le decían [a Cortés] que había muchos soldados descontentos por las partes del oro y de lo que habían hurtado del montón, acordó de hacer a todos un parlamento con palabras muy melifluas, y dijo que todo lo que tenía era para nosotros; que él no quería quinto, sino la parte que le cabe de capitán general, y cualquiera que hubiese menester algo que se lo daría; y aquel oro que habíamos habido que era un poco de aire; que mirásemos las grandes ciudades que hay e ricas minas, que todos seríamos señores dellas, y muy prósperos e ricos; y dijo otras razones muy bien dichas, que las sabía bien proponer. Capítulo CXXVI Cómo nos dieron guerra en México, y los combates que nos daban, y otras cosas que pasamos Pues desque amaneció, acordó nuestro capitán que con todos los nuestros y los de Narváez saliésemos a pelear con ellos, y que llevásemos tiros y escopetas y ballestas, y procurásemos de los vencer, a lo menos que sintiesen más nuestras fuerzas y esfuerzo mejor que el día pasado. Y digo que si nosotros teníamos hecho aquel concierto, que los mejicanos tenían concertado lo mismo, y peleábamos muy bien; mas ellos estaban tan fuertes y tenían tantos escuadrones, que se mudaban de rato en rato, que aunque estuvieren allí diez mil Hétores troyanos y otros tantos Roldanes, no les pudieran entrar; porque sabello ahora yo aquí decir cómo pasó, y vimos este 50

tesón en el pelear, digo que no lo sé escribir; porque ni aprovechaban tiros ni escopetas ni ballestas, ni apechugar con ellos, ni matalles treinta ni cuarenta de cada vez que arremetíamos; que tan enteros y con más vigor peleaban que al principio. [...] Por manera que nos maltrataban y herían muchos de los nuestros, e no sé yo para qué lo escribo así tan tibiamente; porque unos tres o cuatro soldados se habían hallado en Italia, que allí estaban con nosotros, juraron muchas veces a Dios que guerras tan bravosas jamás habían visto en algunas que se habían hallado entre cristianos, y contra la artillería del rey de Francia ni del Gran Turco, ni gente como aquellos indios con tanto ánimo cerrar los escuadrones vieron; y porque decían otras muchas cosas y causas que daban a ello, como adelante verán. Y quedarse ha aquí, y diré cómo con harto trabajo nos retrujimos a nuestros aposentos, y todavía muchos escuadrones de guerreros sobre nosotros con grandes gritos e silbos, y trompetillas y atambores, llamándonos de bellacos y para poco, que no sabíamos atendelles todo el día en batalla, sino volvernos retrayendo. Aquel día mataron diez o doce soldados, y todos volvimos bien heridos; y lo que pasó de la noche fue en concertar para que de ahí a dos días saliésemos todos los soldados cuantos sanos había en todo el real, y con cuatro ingenios a manera de torres, que se hicieron de madera bien recios, en que pudiesen ir debajo de cualquiera dellos veinticinco hombres; y llevaban sus ventanillas en ellos para ir los tiros, y también iban escopeteros y ballesteros, y junto con ellos habíamos de ir otros soldados escopeteros y ballesteros y los tiros, y todos los demás de a caballo hacer algunas arremetidas. OPINION COMO SE HERRARON LOS ESCLAVOS EN TEZCUCO, Y COMO VINO NUEVA QUE HABÍA VENIDO AL PUERTO DE LA VILLA RICA UN NAVÍO, Y LOS PASAJEROS QUE EN EL VINIERON; Y OTRAS COSAS QUE PASARON DIRÉ ADELANTE. COMO hubo llegado Gonzalo de Sandoval con gran presa de esclavos, y otros muchos que se habían habido en las entradas pasadas, fue acordado que luego se herrasen; y de que se hubo pregonado que se llevasen á herrar á una casa señalada, todos los más soldados llevamos las piezas que habíamos habido, para echar el hierro de su majestad, que era una G, que quiere decir guerra, según y de la manera que lo teníamos de antes concertado con Cortés, según he dicho en el capítulo que d'ello habla, creyendo que se nos había de volver después de pagado el real quinto, que las apreciasen cuánto podían valer cada pieza; y no fué ansí, porque si en lo de Tepeaca se hizo muy malamente, según otra vez dicho tengo, muy peor se hizo en esto de Tezcuco, que después que sacaban el real quinto, era otro quinto para Cortés y otras partes para los capitanes; y en la noche antes, cuando las tenían juntas, nos desaparecieron las mejores indias. Pues como Cortés nos había dicho y prometido que las buenas piezas se habían de vender en el almoneda por lo que valiesen, y las que no fuesen tales por menos precio, tampoco hubo buen concierto en ello, porque los oficiales del rey que tenían cargo d'ellas hacían lo que querían por manera que si mal se hizo una vez, ésta vez peor; Y desde allí adelante muchos soldados, que tomábamos algunas buenas indias, porque no nos las tomasen, como las pasadas, las escondíamos y no las llevábamos á herrar; y decíamos que se habían huído; y si era privado de Cortés, secretamente la llevaban de noche á herrar y las apreciaba en lo que valían y les echaban el hierro y pagaban el quinto; y otras muchas se quedaban en nuestros aposentos, y decíamos que eran naborías que habían venido de paz de los pueblos comarcanos y de Tlascala. También quiero decir que como ya había dos o tres meses pasados que algunas de las esclavas que estaban en nuestra compañía y en todo el real conocían á los soldados cuál era bueno é cuál malo, y trataba bien á las indias naborías que tenía ó cuál las trataba mal, y tenían fama de caballeros, y de otra manera las vendían en el almoneda, y si las sacaban algunos soldados que las tales indias ó indios no les contestaban ó las habían tratado mal, de presto se les desaparecían que no las veían más y preguntar por ellas era por demás; Y, en fin, todo se quedaba por deuda en los libros del rey, ansí en lo de las almonedas y los quintos; y al dar las partes del oro se consumió, que ningunos ó muy pocos soldados llevaron partes, porque ya lo debían, y aún muchos más pesos de oro que después conbraron los oficiales del rey. Dejemos esto, y digamos cómo en aquella sazón vino un navío de Castilla, en el cual vino por tesorero de su majestad un Julián de Alderete, vecino de Tordesillas, y vino un Orduña el viejo, vecino que fue de la Puebla, que después de ganado Méjico trajo cuatro ó cinco hijas, que casó muy honradamente; era natural de Tordesillas; y vino un fraile de San Francisco, que se decía fray Pedro Melgarejo de Urrea, natural de Sevilla, que trajo una bulas de señor San Pedro, y con ellas nos componían si algo éramos en cargo en las guerras en que andábamos; por manera que en pocos meses el fraile fue rico y compuesto a Castilla; trajo entonces por comisario y quien tenía cargo de 51

las bulas, á Jerónimo López, que después fué secretario en Méjico; vinieron un Antonio Carvajal, que ahora vive en Méjico, ya muy viejo, capitán que fué de un bergantín; y vino Jerónimo Ruiz de la Mota, yerno que fue, después de ganado Méjico, del Orduña, que ansimismo fue capitán de un bergantín, natural de Burgos; y vino un Briones, natural de Salamanca; á este Briones ahorcaron en esta provincia de Guatemala por amotinador de ejércitos, desde á cuatro años que se vino huyendo de lo de Honduras; y vinieron otros muchos que ya no me acuerdo, y también vino un Alonso Diaz de la Reguera, vecino que fué de Guatemala, que ahora vive en Valladolid; y trajeron en este navío muchas armas y pólvora, y, en fin, como navío que venía de Castilla, é vino cargado de muchas cosas y con él nos alegramos, y de las nuevas que de Castilla trajeron no me acuerdo bien; más paréceme que dijeron que el obispo de Burgos ya no tenía mano en el gobierno, que no estaba su majestad bien con le desque alcanzó á saber de nuestros muy buenos é notables servicios, y como el obispo escribía a Flandes al contrario de lo que pasaba y en favor de Diego Velásquez, y halló muy claramente su majestad ser verdad todo lo que nuestros procuradores de nuestra parte le fueron á informar, y á esta causa no le oía cosa que dijese. dejemos esto, y volvamos á decir que como Cortés vio los bergantines que estaban acabados de hacer, y la gran voluntad que todos los soldados teníamos de estar ya puestos en el cerco de Méjico, y en aquella sazón volvieron los del Chalco á decir que los mejicanos venían sobre ellos, y que les enviasen socorro, y Cortés les envió á decir que él quería ir en persona á sus pueblos y tierras, y no se volver hasta que á todos los contrarios echase de aquellas comarcas; Y mandó apercibir trescientos soldados y treinta de á caballo, y todos los más escopeteros y ballesteros que había, y gente de Tezcuco; y fué en su compañía Pedro de Alvarado y Andrés de Tapia y Cristóbal de Olí, y ansimismo fué el tesorero Julián De Alderete, y el fraile fray Pedro Melgarejo, que ya en aquella sazón había llegado á nuestro real; é yo fuí entonces con el mismo Cortés, porque me mandó que fuese con él; y lo que pasamos en aquella entrada diré adelante.

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