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Bérgamo y Bolonia
Bergamo & Bologna:
citta senza fine
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Bérgamo y Bolonia
Cualquiera de estas dos ciudades para un fin de semana inolvidable: Bérgamo con su belleza intemporal y Bolonia, capital de la EmiliaRomagna, otro puntal memorable de la Italia de siempre, ese paisaje que une como en ninguna otra parte del mundo el pasado y el presente, la belleza clásica y todo lo que pueden ofrecernos unas ciudades modernas. www.spend-in.com
texto POR LUIS DEL RÍO • FOTOGRAFÍA POR BOR JA CARBÓ
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Bérgamo y Bolonia
Bolonia.Eninviernohacefrío,ese
frío húmedo que parece traer el Po de las montañas y que tanto atenaza las llanuras tranquilas de la Emila-Romagna, esa que hizo exclamar a un tembloroso Leopardi, acomodado en Bolonia durante un tiempo: “¡Maldita Bolonia y quien la haya inventado!” Pero gradual y serenamente llega la primavera, que en esta ciudad llena todo de una inesperada luz y las cosas insoportables se hacen soportables, porque todo cambia: se baja al café, se pasea largamente, se sale a los alrededores a llenarse del verde brillante de los campos, de los nuevos aromas que trae una estación que en esa región es especialmente hermosa. Se dice que Bolonia es la más española de las ciudades italianas. Y por esas ironías que han traído los planes de estudio europeos, no es difícil
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aguarda en Bolonia
toparse por sus calles riadas de jóvenes hablando español. Bolonia es una ciudad universitaria desde el siglo XI, diez siglos de estudios superiores, de humanismo académico, con todo lo que ello significa de vitalidad en una ciudad completamente tomada por los estudiantes. Fue precisamente allí donde nació la primera Universidad, y gran parte de la ciudad, su ritmo, su economía, sus costumbres más asentadas, gira en torno a esa peripecia insólita. En la Universidad de Bolonia, recorriendo los mismos pasillos, compartiendo las mismas aulas que Dante o Petrarca siglos atrás, dio clases de Literatura italiana el poeta nacional Giossuè Carducci durante 42 años, sentado en su cátedra y tomando el pulso de una Bolonia palpitante, viva, activa como pocas ciudades en la segunda mitad del siglo XIX, en lucha febril por la unificación, por llevar el Risorgimento a los cimientos mismos de la ciudad: “Alzase, torreada, oscura, en la luz invernal, Bolonia”, componía Carducci en uno de los versos más famosos de sus Odas bárbaras. Es la ciudad porticada y la ciudad de las torres, como San Gimignano, como Bérgamo, como
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Bolonia
todas las ciudades que nacieron de la convulsa Edad Media italiana. Aún quedan en pie muchas de las casi doscientas torres que dan al perfil de la ciudad un aspecto desafiante y antiguo. Y aún quedan los pórticos ante los edificios, detalle peculiar pues fue ordenada tal costumbre en un edicto del siglo XIII que obligaba a añadir en cada construcción un soportal. El tiempo inestable en los meses lluviosos, que son especialmente amenazantes en la Emilia Romagna, se hacen más llevaderos gracias a esta curiosidad arquitectónica tan asociada a la vida de Bolonia.La Piazza Maggiore es el espacio principal. Fue diseñada y construida en el siglo XIII, siglo gótico, cuando los ciudadanos necesitaron de un espacio abierto al mercado y a sus reuniones. Los edificios medievales más importantes rodean el lugar. El más antiguo es el Palazzo del Podestà, también del siglo XIII. Al oeste cierra la plaza el Palazzo Comunale, edificio monumental, complejo, arquitectónicamente remarcable. Al sur, frente al Palazzo del Podestà, se alza la fachada gótica, incompleta aún, de la basílica de San Petronio. Incluso lo religioso tiene el empuje comunal en esta ciudad especialmente implicada en los asuntos ciudadanos: la basílica de San Petronio fue construida por iniciativa civil desde el siglo XIV, convirtiéndose en una de las más grandes iglesias del mundo. La iglesia de San Francesco, la de San Domenico (siglo XIII ambas), el complejo religioso de Santo Stefano, en la plaza del mismo nombre (angostas estancias, edificios asociados que tienen su origen en un templo pagano del siglo II), la catedral de San Pietro, forman un entramado religioso profundamente enraizado en la idiosincrasia boloñesa. Josep Pla decía que “cualquier cosa en Italia es importante”. Y es cierto. En Bolonia y en toda Italia la belleza es parte de la vida cotidiana, empuja a sentir que se convive con los siglos, a ver en cada momento de nuestro viaje que formamos parte del espacio,de su historia. En Bolonia eres inevitablemente parte de Bolonia.
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Bérgamo y Bolonia
BÉRGAMO comparte con otras capi-
tales históricas italianas -Venecia como puntal inverosímil; Roma como imagen evidente- el detalle de confrontar en un mismo trazado la ciudad antigua y la moderna. Pero mientras en la ciudad de los canales hay que pasar a otra isla y en Roma nunca llegamos a salir del todo, en Bérgamo sólo hay que cambiar de calle. Tal es la frontera, y tal es el carácter ambivalente de sus ciudadanos, exquisitos y altivos, orgullosos de su larga historia y de su lugar en la tierra que el contraste entre la Bérgamo alta y la baja es radical. Bérgamo baja es una ciudad de hoy, cambiante, comercial, modernísima. Bérgamo alta es, como cualquier centímetro de cualquier parte en la península itálica, un reducto para el placer estético, una puerta regia a esa Italia urbana, pétrea, culturalmente superior, que empezó cuando el medioevo empezaba a filtrar la filosofía humanista y se fue deslizando a lo largo de los siglos, navegando entre la miseria económica y la brillantez del genio artístico latino. Encorsetada dentro del perímetro de las antiguas murallas, la ciudad ha cambiado poco. La Piazza Vecchia y la del Duomo son dos espacios, uno laico y otro religioso, enfrentados y aliados, en esa mezcla compacta y permeable del tejido urbano renacentista. Son el centro natural, lugar de encuentro y de espectáculo -los mercados, las ejecuciones ejemplares, las reuniones multitudinarias para lo bueno y para lo malo-, el origen de una ciudad moderna que extiende su red hacia el resto de la ciudad y del mundo. El axis mundi que hizo cambiar la arquitectura, el paisaje urbano, y que dio como resultado el hombre de hoy. La Piazza Vecchia es, en sí misma, Bérgamo en todas sus facetas. Enmarcando el espacio se acomodan los edificios más significativos de la ciudad: el Palazzo della Ragione, un imponente edificio del siglo XII, símbolo de la administración comunal, que con sus campanadas marca el fin del día desde hace siglos; o la Domus Suardorum, construcción renacentista que hoy es el recinto principal de la universidad. El Palazzo del Podestà abre el camino a otra plaza. Dando la espalda a ese lado civil de la ciudad aparece de pronto la Piazza del Duomo. 86•
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Bergamo
La Basílica de Santa Maria Maggiore preside el lugar, exultante de románico lombardo, firmemente asociada al Baptisterio y a la Capilla Colleoni. Es un conjunto religioso digno de visitarse repetidas veces, implicándonos en la vida social de la ciudad, en sus ritos y en sus costumbres, en sus músicas -las vísperas son una cita ineludible para el visitante- y en sus vivencias. En el siglo XII la Torre del Gombito se construyó como lugar defensivo en el cruce de las calles centrales romanas, cuando salir a la calle era un riesgo y la ciudad se dividía en facciones enfrentadas a muerte. Tiempo después, ya en el siglo XVI, esa misma construcción se abrió a funciones civiles. Es el paso desde la oscuridad belicosa del condottiero en el largo otoño de la Edad Media, a la urbe como lugar de las luces, del desarrollo humanista y de la revolución cultural occidental.
Cultura, historia y un tejido comercial y económico en plena actividad hacen de Bérgamo un
reducto para el placer estético y abre la puerta a la Italia urbana
Esa es la aportación de Italia al mundo, y en Bérgamo se deja ver en cada esquina. Desde el cerro de Santa Eufamia, encaramados a la Rocca, se tienen unas vistas privilegiadas de la ciudad. Como toda ciudad de pasado violento, el paseo a esa fortaleza medieval que hoy sirve de observatorio impagable de la belleza de Bérgamo resulta ser, ascendiendo por una estrecha calle que surge de la Piazza Mercato delle Scarpe, el camino hacia una perspectiva que tiene tanto de belleza histórica como de compendio del saber artístico. Es el equivalente del ascenso al Belvedere florentino desde el otro lado del Ponte Vecchio para situarnos, recostados sobre las murallas de la fortaleza, el perfil indefinible de la Florencia anclada en el tiempo para el resto de la historia. Bérgamo desde la Rocca representa todo lo que el paso de los siglos ha ido esculpiendo sobre una ciudad que una vez fue cabeza de león del eje lombardo.
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