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BEÜSTIl BiLERB DE 6IE|iGIES lilÉDIGUS PUBLICACIÓN OnGAMO DEI, COLEGIO

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y

Mulet

(CONTINUACIÓN)

Ds la3 camal esenilales ds 1* clorosis, por el Dr. Gilbsrt, da París V-^MPIEZA este autor por exponer las diferentes hipótesis emitidas sobre las causas de la clorosis: teoría genital, nerviosa, digestiva, vascular, hemática, y se manifiesta partidario de la teoría heniática. La clorosis, dice, no es más que una anemia secundaria subordinada á un estado patológico de los ovarios, del tubo digestivo, del hígado o del sistema nervioio; pero una anemia primitiva. Representa uno de los modos de expresión de la decadencia orgánica hereditaria, de donde nace su coexistencia frecuente con otros estigmas de decadencia, tale=' como la hipoplasia de los órganos genitales, la histeria. Se manifiest.i habitualmente en las muchachas en la época de la pubertad, con ó su' intervención adyuvante, de circunstancias diversas; estas condiciones etiológicas fácilmente apreciables deben ser interpretadas como tenieii' do una significación provocativa.

— 623 — Patogenia de la clorosis, por el Dr. Charrin, de París

La clorosis es enfermedad casi exclusiva del sexo femenino. Algunos casos señalados en el hombre han parecido revelar anemias de crecimiento. La clorosis verdadera, la que hizo decir á Trousseau que se creen anemias, no clorosis, es tan rara en los muchachos que el axioma de la excepción confirma la regla. Sea lo que fuere, aún admitiendo la clorosis en los muchachos, las ideas desarrolladas son las mismas. Las cloróticas tienen, regularmente, desarreglos menstruales; la" evolución de la enfermedad tiene relación con la pubertad y algunas veces con la menospausia. Además, en las épocas aproximadas á la menstruación se nota, con frecuencia, una serie de molestias, dolores, cefaleas, algunas erupciones, herpes, erisipela. Las nodrizas, que excepcionalmente continúan menstruando, ven aparecer, en el momento del período menstrual, en los niños que lactan, enteritis, eritemas, etc. Todos estos fenómenos de orden tóxico, desaparecen después del menstruo. Desde luego, se está en el caso de buscar en la zona genital alguna causa explicativa, de naturaleza infecciosa ó tóxica. Las tentativas por medio de la bacteriología han sido negativas, aun que se hayan descrito parásitos de diversos órdenes; las cloróticas, por lo demás, no fallecen; generalmente no se pueden examinar suficientemente los tejidos; además las manifestaciones del mal, por más que haya una ligera é inconstante hipertermia, no son las de la infección; son más bien las de la intoxicación, por que por medio de diversos venenos es posible ocasionar los principales síntomas, las principales lesiones y en particular la alteración cualitativa de los glóbulos. Con el objeto de asentar sobre hechos precisos esta hipótesii de la auto-intoxicación, he inyectado suero sanguíneo de mujeres en la víspera de la menstruación y del día siguiente; desgraciadamente la sangre recogida por escarificaciones practicadas en el cuello uterino fué en muy pequeña cantidad. He inyectado el suero debajo la piel de siete cobayos; cuatro recibieron el líquido obtenido antes de los menstruos, y tres el obtenido después de los menstruos; estos tres, á dosis iguales sucumbieron antes que los otros cuatro. El suero de una perra, el segundo día de haber entrado en calor, mató á 14 por kilogramo de conejo; tres días después de la terminación completa de los calores esta toxicidad se elevó á 20; los animales murieron por trombosis, por un proceso mecánico. La insuficiencia de hechos es manifiesta, aun que los resultados estén de acuerdo con algunos ensayos intentados por Carnot. Es, además, posible observar que ciertas cloróticas tienen las reglas abundantes, y que las supresiones menstruales no provocan siempre la clorosis. En verdad, á esto es permitido contestar que los

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brígticos expelen mucha orina (dos ó cinco litros); la calidad importa tanto como la cantidad; si Jos líquidos de emunción son ricos en agua, la depuración se hace mal. Es igualmente permitido contestar que no siempre las mismas causas producen los mismos efectos, porque en parte depende del estado del organismo. Luego de una manera brusca, en la época de la pubertad, los gastos se modifican; la nutrición se activa; sus escreta sórdidamente abundantes, reclaman nuevos einunctorios, que se crean más tarde, además de los de las vías supleto­ rias que son suficientes para una economía que no está ya en el pe­ ríodo de grandes gastos. Se ha invocado la influencia de la tuber­ culosis, la de las enfermedades hereditarias, las auto-intoxicaciones de origen hepático intestinal. Los descendientes de los afectos de enfer­ medades bacilares tienen regularmente las células de cualidad infe­ rior; he comprobado este aserto m ichas veces; tan luego como la in­ tensidad de los actos nutritivos exije de parte de estas células, es­ fuerzos, las células hasta entonces s uncientes, no pueden llenar el ex­ ceso de funciones que les están recomendadas; esto explica el por que es más frecuente comprobar una insuficiencia en los que tienen tara hereditaria. El mal estado del hígado, de los intestinos, aumenta'los efectos morbosos, favorece el despertar del mal y suprime las compen­ saciones; esto son causas, elementos etiológicos, no patológicos; se confunde la etiología con la patogenia. Además, los trabajos de diver­ sos autores; Curatuto, Keiffer, etc., representan y consideran el ovario, el útero como glándulas internas, todo lo más mixtas, externas é inter­ nas. Por todas estas razones, creemos que para ciertas clorosis, si no para todas, es preciso buscar si una parte de los desórdenes funcionales ó anatómicos característicos de la afección, dependen de los fenómenos auto-tóxicos debidos á una insuficiencia del aparato útero ovárico obrando como glándula interna ú órgano de emuncción, '.obre todo, en la época de los menstruos, de la pubertad.

Sobrs las toxinjü sn dsrmatolojía, pjr ol DÍ. Hallopsan, d3 París La introducción de la noción de las toxinas en la interpretación de los fenómenos patológicos debe ser considerada como un progreso tan fecundo en consecuencias doctrinales y prácticas como el descubri­ miento para la histología de las unidades celulares, y como el de loa microbios. Se puede decir que constituye una verdadera revolución, porque ha modificado y llenado la interpretación de la mayor parte de los fenómenos morbosos. El trabajo del Dr. Hallopeau tiene po'' objeto resumir las nuevas adquisiciones para la dermatología.

— 625 — El autor entiende por toxinas todas las substancias morbosas pro­ ducidas por seres vivientes. La condición esencial para su producción es la actividad celular; á cada actividad celular pertenece la génesis de los productos que le son propios y pueden estar incorporados al elemen­ to anatómico, acumularse en el tejido que le rodea, penetrar en la cir­ culación linfática ó sanguínea, y eliminarse, primitiva ó secundariamen­ te, con los productos de secreción: de donde nace la aparición posible de los fenómenos morbosos, bajo el punto de vista que nos ocupa, ya en diversas partes de su superficie, ya en su totalidad. Pueden desarro­ llarse en el individuo generador de las to.xinas ó en otros individuos á los cuales es transmitido el producto nocivo. El campo de las to.xinas así concebidas es de los más vastos, pues­ to que comprende, no solamente todos los venenos animales y todas las substancias venenosas, sino también todos los productos de secre­ ción y de desasimilación de los organismos vivientes y de los parásitos que se multiplican en dichos organismos, y además, los tejidos y so­ bre todo los líquidos normales de cada especie viviente que puedan hacerse nocivos para otras especies. M. Cl. Gautier, estudiando estos productos bajo el punto de vista de la química y de la biología, ha llegado á agruparlos en tres grandes clases: leucomainis, ptomaínas y to.^inas propiamente tales. Es preciso tener en cuenta, en la interpretación patogenctica de las to.vinas, no solamente la naturaleza del agente, sino también el terreno que le ofrece el individuo afectado por razón de su constitución, de su edad y de las condiciones en que se encuentra en el momento en que se expone á la acción nociva. Las toxinas pueden ser exógenas^ endó­ genas ó de origen mixto. Toxinas exógenas,—Son los virus, los venenos, los líquidos y l»s tejidos de otras especies de animales. Su acción se ejerce: ya en el sitio de la puerta de entrada, ya bajo la forma de eritemas, vesicaciones, supuraciones, urticarias, púrpuras, más raramente gangrenas, algunas discromias, tales como las que ca­ racterizan la acción de los Pediculi pubis y las sensaciones anormales, con frecuencia pruriginosas ó de escozor. Puede presentarse á distan­ cia ó generalizarse á toda la superficie cutánea. Algunas de estas toxinas, por ejemplo las producidas por ciertos moluscos, no obran sino después de haber sido introducidas en las vías digestivas; los hongos de las tinas obran por intermediación de las toxinas. Toxinas endógenas.—V\\zár-

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BIBLIOGRÁFICA

üsltidio clínico y teraphitico del Miserere ú obstrucción intestinal. Tesis del Doctorailoj por D.

RAMÓN PUJADAS'Y SERRATOSA. Barcelona,

1896.

V^UANDO, en 1809, tuve el gusto de haber á Ramón Pujadas por compañero de Comisión en la Academia Médico-farmacéutica de Barcelona, pude apreciar en é! dos excelentes cualidades: carácter estudioso y espíritu observador; cuyo primer fruto ostensible de las mismas fué su Memoria «Topografía médica del pueblo de Sentmanat», premiada el mismo año por la Real Academia de Medicina y Grujía de aquella capital. Con estos antecedentes, no había de sorprenderme que para la Tesis del Doctorado eligiese un tema tan escabroso como el Estudio de la oclusión instestinal; monografía que he leído con verdadero interés y de la que esbozaré ligeramente mis impresiones. Divide el Sr. Pujadas su trabajo en once capítulos, consagrando el i.*'á la sinonimia, etimologín de sus primitivas denominaciones, todavía en uso, y definición sintética de la enfermedad. Reseña en el 2° la historia de la misma, remontándose á la época del fundador de la medicina científica, y aportando preciosos datos respecto á los procedimientos terapéuticos aconsejados y practicados desde aquellos remotos tiempos hasta nuestros días; haciendo observar de paso los progresos realizados en este concepto á medida que la cirujía abdominal se ha ido generalizando en lá práctica. Dedica el 3.° á la anatomía patológica, señalando primero las lesiones que son comunes á toda oclusión, para circunscribir luego las especiales ó propias de la invaginación En el capítulo ,j.° estudia la patogenia y etiología, dividiendo las causas en do? grupos ó secciones: causas intrínsecas ó cavitarias, y causas extrínsecas ó peri-intestinales. Al frente del mismo grupo coloca la imiagiuación, que define y describe minuciosamente, hasta con e.xceso de detalles, pues resume sin selección los datos aportados por varios autores, resultando la descripción difusa y en algún punto contradictoria. Trata luego del vólviilo ó enroscainietito, del cual, como de la invaginación, acompaña Una figura esquemática; incluyendo además en dicho grupo: las alteraciones de tejido; contracturas del plano muscular; tif litis y rcctitis, y la retención de materias excrementicias ó de cuerpos extrafios. Como causas de extrangulación interna cita las bridas pseudo-

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mpmbranosas resultantes de una peritonitis anterior, bridas epiplónicas, los pseudoligamentos, los divertículos, la compresión ejercida por tumores uterinos, ováricos, de la próstata, del mesenterio, hígado, bazo, páncreas y riñon, los quistes y abscesos abdominales, retroversiones uterinas, etc.; pudiendo también producirse la oclusión intestinal después de la reducción de una hernia. Por último, hace constar que el Dr. B. Robert ha observado algunos casos de retención de materias fecales en el ciego ó en el colon ascendente, debidos á cólicos nefríticos del lado derecho; causa no consignada por ningún otro autor. El capítulo 5'.° describe la sintomatología; y el C.° el curso, duración y terminaciones de la enfermedad, fundando la proporción de estas últimas en los datos estadísticos de varios autores bajo el triple concepto de las causas y formas de la oclusión y de la edad del enfermo. El 7.° trata del diagnóstico diferencial, prim'^ro entre la oclusión interna y la hernia cxtrangiilada, XVL peritonitis, el envenenamiento y el cólera, generalmente fácil de establecer, pues cada una de estas afecciones ofrece caracteres especiales, que con un examen minucioso se apreciarán desde luego; en segundo lugar, como después de diagnosticada una oclusión es de importancia trascendentalísima, así [)ara el pronóstico como para el tratamiento, la determinación del sitio y naturaleza de la misma, enumera los principales síntomas que pueden dar alguna luz acerca de estos puntos, dificilísimos de aclarar en muchos casos; y en prueba de esta aserción cita varias observaciones, unas muy oportunas, otras que no corresponden al objeto enunciado, y alguna hasta ab3urd.i,'como la de R. Druit, en la que la obliteración —dice—fué ocasionada por uwa.peritonitis intrauterina. En el capítulo 8.° se ocupa del pronóstico, que es siempre grave; gravedad que sin embargo es relativa á la naturaleza de la oclusión. Así, la producida por invaginación intestinal termina casi siempre fatalmente; en cambio, cuando es debida al acumulo de materias excrementicias ó de vermes, ó á obstrucción por ciertos cuerpos extraños, como cálculos hepáticos, una moneda, etc., el pronóstico es mucho más benigno. En los niño.s es siempre grave, tanto más cuanto menor sea su edad. Pero el capítulo más importante de la obra es el 9.°, en el que estudia y analiza con sano criterio los diferentes medios terapéuticos que se han empleado para combatir la obstrucción, rechazando desde luego por perjudicial la administración de mercurio metálico ó de p C ' digones finos; combate el empleo de los opiáceos, que sólo acepta en muy limitados casos y aún con ciertas reservas; proscribe también e" absoluto los calomelanos y los drásticos vejetales, recomendando en

— 637 — cambio el aceite de ricino y el de almendras dulces en emulsión, y caso de no tolerarse, los purgantes salinos ó las aguas minerales que los contienen, siendo conveniente asociarles la belladona. Trato luego de los enemas de diferentes substancias, y describe los mejores instrumentos para aplicarlos y posición en que debe colocarse el enfermo, llamando la atención acerca los accidentes que pueden resultar del uso en enemas de la infusión de tabaco, que algunos autores recomiendan. Respecto á los de ácido carbónico, los considera muy recomendables por su sencillez y fácil obtención y aplicación por el procedimiento de Garnier. Para contrarestar el trabajo hiperhémico, aconseja la ergotina y una vejiga de hielo loco dolcnii, que debe substituirse por el calor seco en las formas reumáticas; si la oclusión es debida á espasmo del intestino, recomienda el baño tibio prolongado y la administración de las solanáceas y de los bromuros, si no hay contraindicación por parte del enfermo. Seguidamente se ocupa de la insuflación de a're, de los tópicos estimulantes sobre el abdomen, del masaje del mismo, del lavado del estómago, de la aspiración de los gases, de la electricidad, y describe y ensalza con entusiasmo el tratamiento especial empleado con éxito en numerosos casos por el Dr. D. Isidoro Pujador, que consiste en la administración del oxalalo de cerio alternando con la cafeína. E'studia luego el tratamiento quirúrgico y, previa una breve reseña histórica del í7«í) 13 á JO > » 20 Á 25 » . í 25 á 40 » , » 40 a 60 » » 60 á 80 » . » So » > .

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Viruela .Sarampión Escarlatina Angina y laringitis diftérica Coqueluche o Enfermedades tifoideas < { Id. puerperales. Intermitentes palúdicas . Disenteria Sífilis Carbunco Hidrofobia O t r a s infecciosas y contagiosas 12

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Circulatorio Respiratorio Enfermedades J)Jgeslivo . del a p a r a t o . U r i n a r i o . Locomotor. C e r e b r o espina Distrofias constitucionales . Procesos morbosos comunes. Enfermedades mentales . Id. cancerosas Alcoholismo Lepra Pelagra Bocio

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Accidente . . . . Suicidio Homicidio . . . . Ejecuciones dejuslicia

N.° de falleoimientos sin asistencia médica.

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