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BIENVENIDA A LOS
REYES MAGOS Pronunciada por
José María Ruiz Ciatelo Con la intervención del Coro de la Hermandad de los Dolores y de José Ramón Pérez Saborido
Hermandad del Silencio Iglesia de San Francisco Sanlúcar de Barrameda, 5 de Enero de 2012
Bienvenidas Majestades, que venís desde el Oriente, a traer vuestros presentes, derramando caridades. A decir vuestras verdades repartiendo la alegría, sin que suene a hipocresía esta noche de ilusiones, de esperanzas y emociones y de tierna algarabía.
Cruzando mil y un caminos, por desiertos desolados y frondosísimos prados para llegar al destino. La estrella es rumbo divino que os guía hacia el portal: el refugio accidental del Amor de los Amores que deleita a los pastores con su llanto de cristal.
Cristo vivo en un pesebre en la tierra de Judea, y Sanlúcar lo recrea sin que su llanto se quiebre. Dejad que aquí se celebre esta nueva Epifanía, esta bella sinfonía, esta bienaventuranza de adoración y alabanza al Niño Dios, al Mesías.
Porque sois embajadores, de continentes lejanos, de misteriosos arcanos, y de imperios triunfadores. Habéis venido, Señores, a postraros con cariño para cumplir los designios revelados por la Estrella, que reluce y que destella los reflejos de Dios niño.
Hoy le rendís pleitesía al Redentor de los hombres que ha nacido entre los pobres en una cueva sombría. ¡Qué hombre no adoraría a la misma Primavera!: Dios Hijo que reverbera el sol entre los trigales, y rebosa en manantiales el agua de sus riberas.
El mensajero real, viene cargado de cartas y las reposa a las plantas del pesebre del portal. Son la escritura anual, aunque en torcidos renglones, depositada en buzones de confianzas y deseos, de fantásticos anhelos y de ansiadas emociones.
Melchor, de la vieja Europa ha venido hasta el portal, siguiendo una carta astral, trayendo el oro en su copa. Con sus bellísimas ropas se arrodilla ante el Señor pidiendo un mundo mejor, una Sanlúcar hermosa, trabajadora, dichosa, siempre llena de color.
Acercaos buen Melchor, el de la blanca melena, el que ronda la centena, entre los tres, el mayor. Oro blanco anunciador, por la barba y la cabeza que simboliza realeza de Dios Hijo entre los hombres: Enmanuel dice su nombre, y es enorme su grandeza.
De Asia viene Gaspar, a lomos de un elefante -con el marfil por delante y el cansancio al caminar-. Se arrodilla ante el altar rezándole al Rey divino. Le trae incienso de pino, de canela y de vainilla que penetra en las capillas con sus aromas más finos.
El incienso purifica, solemniza los altares y los sitios más dispares. Este incienso significa, que el mismo Dios sacrifica a su hijo en este mundo: El misterio más profundo, de la fe más verdadera, y esperanza del que espera, otro Reino más fecundo.
Mirra le trae Baltasar que es un príncipe africano y acaricia con sus manos al que nos viene a salvar. Hoy se viene a arrodillar ante la luz de Belén. Signo de paz y de bien adorado por pastores y por ángeles cantores, que reinó en Jerusalén.
Acercaos Baltasar, porque sois el elegido, por los niños preferido, sois el Rey más popular. La mirra debéis dejar a los pies del Redentor, bálsamo embalsamador que ya anuncia los presagios, de la muerte en el Calvario, de Dios Hombre Salvador.
Este niño traerá la luz de Dios a la Tierra, un misterio que se encierra en una imagen carnal. Dios hecho carne mortal entre una mula y un buey. En pañales, Cristo Rey arropado es por María; el mismo que moriría cumpliendo de Dios la ley.
Los Reyes son la delicia de los niños y mayores, que amanecen sin temores despojados de malicia. Recibiendo la noticia del gozo de los regalos, porque aunque algunos sean malos o escaseen los billetes: ¡Ningún niño sin juguete!, desde este atril, yo reclamo.
Yo reclamo la alegría de los tres Magos de Oriente que esta noche están presentes cumpliendo la profecía. La estrella es sendero y guía hasta la luz del portal. Que a mí nunca me dio igual, y hasta miro de reojo al gordo del traje rojo que parece un esquimal.
Los reyes son más de aquí que en la baja Andalucía nunca faltó la poesía de los monarcas que así, llenaron de frenesí los corazones más tiernos. Que el invierno no es invierno ni parecen Navidades, sin los reyes y los pajes con su llegar sempiterno.
El misterio que se encierra en la noche ilusionada camina hacia la alborada y al alborozo se aferra, pues la mañana destierra el miedo por el carbón. Está más bueno el roscón de estos tres Magos de Oriente con chocolate caliente y un trocito de turrón.
Esta noche es de los niños y mañana es la emoción cuando vayan al salón y descubran con cariño que comieron los pestiños y bebieron moscatel. Los Reyes tienen su aquel y les dan a los camellos -que ya vienen sin resuelloagua y comida a granel.
Para Sanlúcar os pido que no nos falte el trabajo del Palmar al Barrio Bajo. Y aunque es regalo manido, siempre tengamos un nido y la salud no nos falte. Y que nuestros gobernantes sepan llevar el timón haciendo que su gestión sea siempre honesta y brillante.
Que la paz esté presente en cada hogar sanluqueño, del más grande al más pequeño, del más humilde al pudiente. Que la comida caliente se sirva en cada rincón. Y que en cada corazón, Dios campee sin fronteras, ondeando por bandera, la esperanza y la ilusión.
Ya ha llegado vuestra hora, salid, patead las calles, y que no falte un detalle, partid pronto y sin demora. Que los niños aún ignoran vuestro secreto guardado. Porque nunca fuisteis vagos y aunque sólo es por un día: ¡Repartid ya la alegría!, ¡Qué Vivan los Reyes Magos!
José María Ruiz Ciatelo Iglesia de San Francisco Noche de Reyes, 5 de Enero de 2012