BOLETÍN Nº 12 (2006) LA TEORIA DE LA GUERRA ESPIRITUAL Un Desafío a la Misiología Latinoamericana

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BOLETÍN Nº 12 (2006) Este artículo fue obtenido de www.pentecostalidad.org y la hemeroteca de www.nuevosmovimientos-religiosos.com sólo lo pone a disposición de sus lectores.

LA TEORIA DE LA GUERRA ESPIRITUAL Un Desafío a la Misiología Latinoamericana Bernardo Campos

I. LOS CONDICIONAMIENTIOS PARA EL ANALISIS

Lo que en los últimos 8 años se ha conocido con el nombre de “guerra espiritual” o "victoria espiritual" es una articulación teológica sobre demonología, escatología y pneumatología, aplicadas a la doctrina y práctica de la misión de la iglesia, conocida en los círculos académicos como misiología. Se trata, por tanto de un con junto de creencias acerca de cómo está constituido el universo, quiénes lo pueblan y qué entidades lo dominan. A este conjunto de creencias la antropología le ha dado el nombre de "cosmo-gonía" y forman parte de los “sistemas de creencias” estudiados antropológicamente como ideología. No en el sentido de “falsa conciencia”, como quiere la escuela dialéctica, sino en el de “sistema de ideas”. La ideología sería así una especie de enlace entre la ciencia y la religión, según Paul Ricoeur. Como explicación del mundo, del hombre y de Dios, existen respectivamente cosmogonías, antropogonías y teogonías. ¿Se trata, entonces, de lecturas científicas de la realidad ? No exactamente. A las ciencias que tratan las mismas realidades se les conoce con el nombre de cosmología, antropología y teología. La diferencia radica en que estas últimas han buscado un conocimiento metódico, objetivo, racional, exacto, lógico, mensurable y coherente. Y, quiéranlo o no, han estado en diálogo, en acuerdo o desacuerdo, con los postulados de la ciencia. Con todo, todavía existe discusión entre los círculos intelectuales y filosóficos si la teología es o no una ciencia. El conocido epistemólogo Mario Bunge, por ejemplo, piensa que la teología pertenece al campo de la mitología (es decir al terreno del lenguaje simbólico) y por tanto a otro nivel de conocimiento emparentado con la producción cultural (Folklore). Las primeras, en cambio,

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son un conjunto de creencias tal cual se van formando en el imaginario popular, pero no por eso menos ciertas. Lo que sucede es que con la teoría de la guerra espiritual, estamos ante otro “nivel” de conocimiento, que se juzga no por los cánones de la racionalidad sino por su poder simbólico, metafórico, es decir, por su capacidad de remitirnos a realidades o ámbitos de nuestra “realidad” que intuímos que están allí, pero que nuestros instrumentos físicos, por sus limitaciones y por los reduccionismos de nuestra civilización, no nos permiten “ver” y nos impiden aceptarlas como reales. Son, en rigor, aproximaciones “no científicas” –en el sentido de conocimientos fundados y verificables empíricamente— a realidades milenarias que, en los dos últimos siglos, más exactamente con el inicio de la modernidad y la ilustración, han estado como cerradas para el conocimiento científico y, por extensión al gran público, debido a la fuerte influencia del positivismo lógico, la filosofía analítica o el empirismo de la ciencia. Valga esta aclaración inicial para despejar algunas dudas de aquellos que presumiendo de “científicos” o de teólogos y misiologos contemporáneos, piensan que el tema de la “guerra espiritual” es pura mitología y por lo mismo un asunto cerrado y superable. Este fascículo, aunque breve, tratará de analizar la propuesta misiológica de “guerra espiritual” en su estructura fundamental, esto es en sus postulados básicos, para levantar luego una serie de preguntas destinadas a un diálogo respetuoso y temeroso sobre la misión de la iglesia y sus componentes culturales y espirituales. El análisis empezará por presentar, aunque sea en apretada síntesis, lo que podría llamarse la "teoría" de la guerra espiritual tal cual la exponen sus principales mentores. Esto permitirá al lector juzgar si hemos entendido bien la propuesta, para luego pasar a una crítica constructiva sobre puntos que, a mi juicio, deben ser corregidos en favor de la misión de la iglesia. Para mi análisis he leído con detenimiento los libros, artículos o conferencias de Peter Wagner, Cindy Jacobs, John Dawson, Thomas Wite, Dean Sherman, Bill Payne, Harold Caballeros, Victor Lorenzo, Bob Beckett, Kjell Sjoberg, Rebeca Brown, Jorge Miranda, Humberto Lay, Robert Barriger, entre otros. He tenido la gracia de escuchar conferencias sobre el tema de boca de sus especialistas aquí en el Perú y, hasta donde el tiempo me ha permitido, he conversado con miembros y líderes de iglesias que han tenido enfrentamientos con el diablo para escuchar sus interpretaciones de esos fenómenos. Confieso que al tema no llego simplemente como investigador, ya que como ministro pentecostal, me he enfrentado, durante mi ministerio, a entidades espirituales de maldad que la ciencia no reconoce como válidas, pero que son más reales de lo que queremos aceptar y están modificando a diario el comportamiento de la gente, produciendo patologías que ni la misma psiquiatría puede modificar y para las cuales las ciencias sociales, incluida la de las ciencias de la religión, tiene limitaciones. Lo que digo es determinante, porque creo que existe una “hermenéutica del espíritu”, sostenida sobre una feliz combinación entre principios de exégesis bíblica y experiencia, que nos permiten hacer aproximaciones al mundo de lo espiritual que sólo mediante la metodología teológica, crítica y racional, no podríamos acceder. II. LA TEORIA DE LA GUERRA ESPIRITUAL LA "TEORÍA" Y LA "GUERRA" PROPIAMENTE TAL Me parece muy importante distinguir entre la “teoría” de la guerra espiritual y la propia “guerra espiritual” que se ha venido librando desde que el mundo tiene conciencia. En efecto, los cristianos reconocemos que desde los comienzos mismos del universo siempre

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hubo una lucha o conflicto espiritual entre el bien y el mal, signado por lo que teológicamente conocemos como la teoría del abismo y del caos. La creación del universo, como un orden, fue posible como superación del caos, porque la tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo (Gén 1.2). Oponiéndose a ese caos, el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Anterior a ese hecho, oponiéndose a la perfección de Dios, estuvieron los ángeles caídos quienes, por rebelarse contra el orden de Dios, fueron expulsados de la misma presencia de Dios. Luzbel, según la tradición cristiana, siendo un bello ángel de Luz, pasó a convertirse en Lucifer, o ángel de las tinieblas. Lo mismo puede decirse de la primera pareja humana Adán y Eva, pues siendo ellos perfectos cedieron a la tentación de Satanás y fueron expulsados del paraíso, dejando de disfrutar de la in-mediata presencia de Dios. Así, tenemos por lo menos tres oposiciones. El orden que se opone al caos, la luz que se opone a las tinieblas y el mal imperante en el mundo que se opone al desarrollo del bien, por conducto de la humanidad. Se puede recusar que esta interpretación es maniquea y dualista, pero no recogerla nos llevaría también a negar las estructuras binarias básicas de los mitos cosmogónicos y antropogónicos así como su significación y validez como formas de explicación del mundo. Y de lo que se trata, a mi juicio, es de poder percibir su significación para nuestra cultura, de acogerlas como lo que son, una forma de lenguaje de un ámbito de la realidad a los cuales no podemos acceder de otro modo, sin el riesgo de perder su riqueza simbólica. La teoría de la guerra espiritual, en cambio, es relativamente nueva. Apenas si tiene unos cuantos años de formulada, tal como la conocemos en nuestro medio. Se trata de un perfeccionamiento o una prolongación de la teoría misionológica conocida como “igle-crecimiento” que proviene de los círculos de investigación de la escuela de misiones del Fuller Theological Seminary, en los Estados Unidos. La teoría del iglecrecimiento había puesto su acento en la aplicación de técnicas cuantitativas al estudio de la misión de la iglesia. Nos referimos concretamente a la investigación sobre las “leyes” que rigen el crecimiento o decrecimiento de las iglesias, tras aplicar estrategias y métodos probados y observados como “tendencias” en la extensión de la obra misionera. Luego de aplicarlas a realidades distintas pero análogas, los estudiosos de la misión encontraron que no siempre la aplicación de estas técnicas daban los resultados esperados, o mejor, probabilísticamente supuestos. Debían haber “otras razones” que explicaran por qué las técnicas, aplicadas a realidades análogas, mostraban limitaciones. Por cierto las técnicas en sí mismas no son la condición sine qua non para la eficacia de la misión, y ellos eran muy conscientes de esto. Lo que pasó, en realidad, es que, preocupados por la cientificidad de sus investigaciones y envueltos en sus teorías y técnicas cuantitativas, descuidaron un área de análisis que tenía que ver con la realidad espiritual. Las Iglesias crecen no por la aplicación de técnicas de Marketing, o la aplicación inmediata de las reglas del mercadeo, sino por la aplicación humilde y creyente de la enseñanza de la Palabra de Dios. Por la emulación de métodos empleados por los discípulos de Jesús o los apóstoles quienes dispusieron sus vidas a cumplir la voluntad de Dios, aunque eso vaya en contra de la lógica de las corrientes de este mundo. Hacer iglesia no es como construir un partido político o jugar a una ONGD (Organismo No Gubernamental de Desarrollo). La iglesia se va completando visiblemente en el mundo por la acción del Espíritu Santo quien, por la predicación de la Palabra de Dios, a través de sus ministros, hace crecer en los hombres la fe y estos se convierten a Dios. En esta tarea se da una lucha o enfrentamiento de “poderes” que no son simplemente culturales o políticos a los cuales hay que aplicar estrategias humanas. Estamos ante una obra profundamente espiritual, para la cual la santidad y la oración, así como la total dependencia de Dios y la apertura al Espíritu Santo, son indispensables.

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No quiero decir con esto que para que una iglesia crezca depende que sea Pentecostal o el que decrezca se debe únicamente a que no están abiertas al Espíritu como lo están las iglesias pentecostales. Esta sería una interpretación etnocéntrica de la misión. Pero tampoco se debe a que no hayan aplicado las técnicas del iglecrecimiento. Hay una multiplicidad de factores, culturales, sociológicos, ideológicos, teológicos, misiológicos, etc., que están de por medio en la obra misionera. Entre otros está el factor espiritual que, sin embargo, es determinante. La teoría de la guerra espiritual es una especialización o concentración en este aspecto de la misión, orientada igualmente al crecimiento de la iglesia.

¿QUÉ PLANTEA LA TEORÍA DE LA GUERRA ESPIRITUAL ? Los mentores de esta teoría a quienes, para abreviar llamaremos “guerreros espirituales” (GE) sostienen que ante todo debe distinguirse entre la “guerra espiritual” como estrategia misiológica y la lucha ordinaria de los creyentes contra los demonios. La “guerra espiritual estratégica ” es la aplicación de una serie de técnicas orientadas a “atar” a las potestades satánicas, según su jerarquía, para que la evangelización tenga los frutos o resultados esperados. Esta debe distinguirse de la “lucha espiritual a ras del suelo” que libramos cada día cuando nos enfrentamos a los efectos de la maldad que existe en el mundo (obras de pecado) desde que este cayó en las garras de Satanás. Desde entonces, una serie de demonios mantienen oprimidos a los hombres que no conocen a Dios, causando paulatina y sutilmente su muerte y destrucción. Todos los días nos enfrentamos a estas realidades, a lo más las percibimos como pecados, o bien como patologías sociales, pero no las identificamos con los espíritus del mal porque no estamos ejercitados en esta técnica o bien porque no los discernimos espiritualmente. Existe según los GE una jerarquía satánica, muy parecida a los rangos militares y en parte parecida a la estratificación social según la cual solemos distinguir estratos sociales diferenciados por razones económicas, raciales, culturales, etc. Hay algo así como niveles de autoridad entre los ángeles caídos. Tomando como base Ef. 6.12, y Dan 10.13 y 20, los GE distinguen como una escala descendente : Principados (gr.archai), Potestades (exousia), Gobernadores (dunamis) y Huestes espirituales de maldad (kosmokratoras). Para Thomas White, “ los archai son príncipes satánicos de alto rango que están sobre naciones y regiones de la tierra. La palabra exousía tiene una connotación tanto de gobierno natural como de gobierno sobrenatural. Según entendía el apóstol, argumenta White, había fuerzas sobrenaturales que “estaban detrás” de las estructuras humanas Yo recuerdo que de la misma forma, al discutir la confrontación entre Comunidad Civil y Comunidad Cristiana, argumentaba también el famoso teólogo Karl Barth. El apóstol san Pablo, sin duda, está expresando la idea apocalíptica que tenían los judíos de la existencia de seres cósmicos que tenían autoridad delegada por Dios para arbitrar en los asuntos humanos. Se supone, dice White, que los dunamis operan dentro de países y culturas para afectar ciertos aspectos de la vida.

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Los kosmokratoras son las numerosas variedades de espíritus malignos que comúnmente atormentan a la gente; por ejemplo, espíritus de engaño, adivinación, lujuria, rebelión, temor y enfermedad. Generalmente estos son los poderes malignos que se confrontan y que se echan fuera en la mayoría de las sesiones de liberación. Aún entre ellos existe un rango; los espíritus más débiles subordinados a los más fuertes. Según esta teoría habrían como distintos niveles de opresión, dependiendo de la manera cómo seamos gobernados por Potestades territoriales (estratos altos), El ocultismo (estratos medios) o Atacados por demonios terrestres (estratos bajos). La idea de una jerarquía y de una organización planeamiento estratégico) satánicos ha sido abonada también por las ideas de una trinidad satánica (Satanás, la bestia y el falso profeta) que emula a la Trinidad divina y por una cosmología celeste atribuida a Is. 14.12-16 en la que se describe al lucero de la mañana (metafóricamente Lucifer) como caído del cielo y derribado hasta el Seól, a los lados del abismo. La territorialidad de los demonios es una idea básica que se deduce de la jerarquía anteriormente descrita. Los GE plantean que Satanás asigna “gobernadores” o “principados” a las naciones paganas. Estos gobiernan por siglos a naciones y pueblos enteros, manteniéndolos en el engaño “para que no les resplandezca la luz de Cristo”, como dice la Escritura. El secreto para que una nueva misión sea eficaz en este terreno, gobernado por Satanás, es discernir qué tipo de principado es el que tiene a cargo la región. No se trata, pues, de liberar simplemente a la gente poseída por un demonio, sino de atar antes al “hombre fuerte” de la ciudad es posible mediante un discernimiento espiritual a través del seguimiento de una metodología o procedimientos que más adelante describiremos. Según los GE debemos diferenciar “Puertas” de ingreso de los demonios, de los “Medios” que utilizan para oprimirnos y las “Ataduras” en las que caemos cuando no nos dejamos gobernar por el espíritu de Dios. Puertas, medios y ataduras son como tres elementos constituyentes de la estrategia satánica. Puertas de entrada del enemigo pueden ser pecados (individuales, colectivos o históricos), traumas (rencores, depresiones, enfermedades mentales), abusos sexuales, masacres (genocidios, etnocidios o masacres de indios), injusticias sociales (discriminación racial a negros e indígenas), rebeliones y revoluciones o desviaciones sociales como en las que se encuentran los malhechores, niños de la calle, prostitutas y homosexuales. Medios por los cuales Satanás “gobierna” a las naciones son las culturas y subculturas, las estructuras de autoridad (gobiernos, policía, centros educativos donde no hay control), las religiones y sectas (sincretismos, y corrientes como la Nueva Era, la religiosidad popular), y hasta por las ideologías y sistemas filosóficos (teoría de la evolución, comunismo, humanismos, existencialismos, nazismo, etc). Ataduras, en cambio, son las secuelas de los asesinatos, los efectos de la drogadicción, los juegos de azar, la adicción a las novelas, la pornografía y hasta la mortalidad infantil causada por abortos. En suma, casi todo que sea contrario al orden, puede ser un instrumento en las manos de Satanás.

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La oración es el arma indispensable para la guerra. Según los GE hay dos tipos de oración. La "Oración de intercesión", que sirve para el discernimiento espiritual de cuales son las puertas que el enemigo ha venido usando para entrar en las vidas de la gente. Y la "Oración de Guerra" por la cual se "reprende" al enemigo, se le “ata” y se lo expulsa, para que no tome posesión de las personas ni del lugar donde ha hecho su morada o territorio. Por medio de la "oración de Guerra" se producen las liberaciones de personas poseídas por los demonios, pero muy especialmente por medio de esta "Oración de Guerra" el guerrero sostiene una pelea a nivel estratégico, es decir con los principados o demonios de rango superior que dominan las naciones, las regiones o las ciudades. Esto último no lo hace cualquier neófito ni tampoco algún versado en teología. Esto sólo es posible a personas, cualquiera fuera su lugar en la organización eclesial, que están dedicadas a la oración y se disponen completamente a los mandatos del Señor. Se trata de una especie de ministerio en el cual van entrando conforme van ganando experiencia en las lides espirituales. Hay algo así como una teología testimonial, un conocimiento acumulado que se transmite en forma de teología en los relatos de guerras sostenidas antes, durante o después de campañas evangelísticas.

ESTRATEGIAS Y TÁCTICAS DE GUERRA. Gracias al conocimiento acumulado de muchos ministros de Dios, entre hombres y mujeres, se ha podido establecer lo que podríamos llamar una metodología seguida en la guerra espiritual y que se presenta como estrategia y táctica de guerra. Un paso previo a cualquier guerra espiritual es la sanidad interior del guerrero. Es necesario que el guerrero se prepare espiritualmente y se santifique para la guerra. Este, para poder derribar fortalezas del enemigo levantadas en la ciudad, debe primero derribar las fortalezas interiores que batallan contra el alma. La soberbia, el orgullo, la vanidad, la ambición de poder, por ejemplo, son ataduras de las cuales el propio ministro debe librarse por la oración antes de poder guerrear. EL PRIMER MOMENTO DE LA GUERRA ESPIRITUAL ES LA INVESTIGACIÓN O RECONOCIMIENTO Mediante este procedimiento un grupo de creyentes realizan un trabajo previo de investigación histórica, antropológico-cultural y demográfica sobre la ciudad en la cual van a desarrollar una guerra espiritual. Pero este dato sólo se completa con el reconocimiento de los territorios en potestad del enemigo, mediante el discernimiento. Este procedimiento está orientado a identificar objetivamente mediante el análisis de documentos y de monumentos la historia anterior de la ciudad, sus costumbres ancestrales, generalmente supersticiosas y entregadas a la magia o a la hechicería (chamanismo) y a determinar mediante estudios demográficos el tipo de población residente en el lugar. La sospecha básica aquí es que los inmigrantes que han poblado un lugar, han traído costumbres antiguas que podrían ser la explicación de las actuales perversiones de las normas de comportamiento socialmente aceptadas por la población y tenidas como folklore o una sana y buena tradición. Los investigadores, que son los que se especializan en este trabajo de gabinete y de campo, llegan a descubrir por la lectura de estudios arqueológicos y por implicación de constantes en los patrones de conductas desviadas, lo que podría ser el tipo de espíritu territorial que reside en esta o aquella ciudad.

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La aplicación de este procedimiento de los GE en Occidente, sobre todo allí donde todavía perviven religiones ancestrales, ha llevado a los GE a señalar que determinados espíritus territoriales están inmediatamente ligados a las religiones primitivas. Muchos de los actuales traumas colectivos, podrían tener, según ellos, una explicación de este tipo y por tanto, la solución a "esos males" no pasaría ni por la cultura ni por la política, la economía o medicina, sino por librar una Guerra Espiritual. EL SEGUNDO MOMENTO ES LA INTERCESIÓN. Hay naturalmente distintos tipos de oración intercesora, como Cindy Jacobs las describe, pero la idea básica es discernir espiritualmente cuáles son las "puertas" usadas por Satanás, cuáles "potestades" y "fortalezas" influyen sobre las redes sociales hasta llegar, incluso, a conocerlos por sus nombres, de modo de poder expulsarlos a cada uno nombre por nombre. Conocer el nombre de alguien según una antigua tradición es tener poder sobre esa persona. Dar nombre a algo, es como crearlo. Por tanto llamar a los demonios por su nombre es importante porque se tiene control sobre ellos. EL TERCER MOMENTO ES EL "MAPEO O CARTOGRAFÍA ESPIRITUAL". Este procedimiento consiste en "peinar la ciudad" para descubrir donde se sitúan las potestades, cómo se manifiestan en los útiles de cultura, qué expresiones toman en las costumbres del pueblo o ciudad. Asi por ejemplo, caminando físicamente por la ciudad uno se da cuenta de cuántos lugares de perdición existen en la zona tan visiblemente que ya hasta ni llama la atención a sus moradores, pero que los mantiene cautivos. La cartografía espiritual permite tres cosas: Una locación de las potestades Una determinación de las macro-tendencias de los focos de perdición, porque a veces existen conexiones de tipos de vicios entre zona y zona, entre ciudades y entre regiones, y, Una posesión (o posicionamiento) de la ciudad por el GE (la Iglesia) porque según la promesa bíblica "todo lugar que pisare la planta de vuestro pie, será vuestro".

EL CUARTO MOMENTO ES LA "GUERRA ESPIRITUAL PROPIAMENTE DICHA" También se la conoce con el nombre de "Victoria" espiritual, porque habiendo Cristo vencido a Satanás en la Cruz, la guerra ya no es propiamente guerra, sino una victoria espiritual sobre el maligno. Se trata, visto de otro modo, de una cosecha y no de una siembra porque como dice la Escritura "los campos están listos para la siega" y "el hacha está puesta a la raíz de los árboles". En otras palabras el juicio de Dios sobre la tierra, ha comenzado. La GE se realiza mediante "Campañas de Oración de Guerra" y mediante la "Liberación de Demonios" en las casas, en el barrio, sobre monumentos "paganos" y aún sobre los templos. Sólo después de estos momentos, que pueden ser consecuentes o simultáneos, es posible realizar la obra misionera con gran fruto. Los GE manifiestan que después de una GE todo el trabajo de evangelización es sencillo y no hay oposición que sea eficaz. Las personas vienen solas en busca de liberación y salvación. Hasta aquí la teoría de la guerra espiritual, tal como es sustentada por quienes la formulan. III. UNA EVALUACIÓN TEOLOGICA DE LA TEORÍA DE LA GUERRA ESPIRITUAL

Resta por discutir la validez de la propuesta para la vida de la iglesia, para la cultura, y para la teología y la misiología específicamente.

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Lo que sigue son recomendaciones pastorales en la mira de edificar al pueblo de Dios y de dialogar con los guerreros espirituales, pues siendo yo un pastor pentecostal con la experiencia del Espíritu (glosolalia) visiones y don de profecía, no intento criticar o enjuiciar un asunto que es mas bien materia de discernimiento espiritual. Un asunto como el que tratamos aquí no necesariamente es un locus theologicus que merezca simplemente una opinión teológica, aun cuando estoy convencido que muchas de las aseveraciones que se dan en el marco de esta teoría, necesitan un examen exegético a la luz de la sana doctrina, en el horizonte de lo que yo llamo una Hermenéutica del Espíritu, es decir, una feliz interpretación del sentido profundo (sensus plenior) de la Escritura junto con un discernimiento espiritual. Ni exégesis pura y fría, ni solo discernimiento espiritual sin exégesis de la Escritura. Palabra y Espíritu (Rom 12.11) La Teoría de la GE es una ampliación de la teoría del iglecrecimiento. Por lo tanto mucho de sus postulados y sus preconcepciones están matizados por los objetivos fundamentales de esta escuela, cual es la búsqueda de resultados concretos en la evangelización. El eficientismo que estuvo detrás de las aplicaciones de las técnicas cuantitativas, está siendo ahora superado mediante el estudio de casos, y el recojo de los datos de la antropología cultural. Quiera Dios que la búsqueda de conocimientos de estas realidades, anteriormente obviadas por las ciencias, lleve a estudios cualitativos que enriquezcan tanto el campo de la misiología como el de las propias ciencias sociales. Lo cierto es que de una u otra forma, la teoría de la GE nos ha obligado a volver volver a la historia para releer nuestra cultura. La teoría de la GE ha mostrado ser eficaz en el desarrollo de una deontología. La dogmática contemporánea había concentrado su atención en la eclesiología y la escatología, después de la teología política y la teología de la esperanza. La propia teología latinoamericana, que redescubrió la espiritualidad en los últimos años, no llegó a dimensionar con cabalidad este campo del espíritu. La teoría de la GE nos está obligando a un retorno a la antropología , pero releída a la luz de la doctrina de la creación. Ya el teólogo Paul Tillich en su Teología Sistemática y en sus escritos de religión, nos había acostumbrado a una interpretación filosófica de la demonología, en relación con la heteronomía, como desviación de "lo que nos concierne últimamente", pero nos dejó en la penumbra de la "ambigüedad" de la religión. La teoría de la GE, en cambio, significa un avance en la materia. No obstante para que sea eficaz, deberá abundar más en las limitaciones del imperio del demonio sobre la creación que ha sido y está siendo redimida por Cristo. Es importante releer el poder de los demonios también a la luz de la depredación y destrucción de los ecosistemas de nuestro planeta. Es la ecología también objeto de Güera espiritual? Por otra parte, mucho de la demonología implícita de algunos GE no es mas que ocultismos camuflado o resabios de una vida pasada de hermanos que se han convertido de la hechicería al cristianismo y en otro sentido, una influencia implacable de la posmodernidad y de la Nueva Era (New Age). Un nuevo orientalismo se ha metido en nuestras iglesias, de tal forma que se repite la antigua batalla que libro el cristianismo de los primeros siglos frente al gnosticismo (la búsqueda de conocimientos ocultos, apariciones, sensacionalismos, abstencionismos, etc). La exhortación Paulina a los Gálatas de no oír a los que traen “otro evangelio” es ahora muy pertinente (Gál 1.6ss). No hay que olvidar la advertencia de san Pablo a Timoteo, en el sentido de que: “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Tim 4.3-4)

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3. La teoría de la GE no puede reducirse a una técnica religiosa, porque caería en la magia Aunque varios de los mentores de la GE señalan que se trata de una técnica --que lo es, en el sentido de ars techné, de interpretación-- deben tener cuidado en no mostrarla solamente como una técnica, porque la tecnología invita a la manipulación. El terreno en que se mueve la GE es un terreno resbaladizo a los que no están preparados para ello, porque pueden deslizarse elementos o prácticas propiamente usadas en las culturas primitivas por magos y shamanes. ¿Cuanto de las teorías de la GE es propiamente magia y cuánto es religión? No me refiero a la religiosidad barata, sino a la Religión en sentido estricto, es decir, al sistema de creencias, ritos, formas de organización y normas éticas guiadas por la respuesta humana a lo divino y lo sagrado. Mientras la religión busca someterse a lo divino, la magia intenta manipular lo sagrado. En verdad, en este tiempo de efervescencia espiritual, debemos tener mucho cuidado con aquellos que engañan al pueblo “con sus artes mágicas”, haciéndoles creer que son grandes hombres de Dios o que tienen el gran poder de Dios, y solo persiguen fines lucrativos (simonía contemporánea!) (Hech 8.9-22). Estos no tienen ni parte ni suerte en este asunto, porque sus corazones no son rectos delante de Dios, nada saben y están envanecidos. Estos simones modernos no tienen el don de imposición de manos; no se ciñen a la tradición de los apóstoles y profetas que anuncian el reino de Dios, imponen las manos para la recepción del verdadero Espíritu de Dios y trabajan para la edificación del cuerpo de Cristo testitificado por el bautismo. Son impostores y engañadores, ingenuos hombres que como Simón el Mago, pretenden comprar el don de Dios con dinero, dice la Escritura. La teoría de la GE es una recuperación del sentido de autoridad Al deliberar sobre niveles de autoridad, tanto del terreno del mal como del bien, la teoría de la GE muestra indirectamente la necesidad de recuperar el sentido de autoridad. Esto es natural en un contexto de anomia, de perdida de asertividad, de desorden social, y de la crisis de las instituciones producidos por la secularización y la modernización actuales. La caída de Satanás, tan claramente descrita por los GE resulta en una advertencia sobre lo que le puede pasar a aquellos que desobedecen y se oponen a las autoridades establecidas, sean estas civiles o religiosas. El hombre de Dios imbuido por el poder del Espíritu de Cristo, tiene ahora todo poder y autoridad (exousia) gracias al sacrificio de Cristo en la cruz (Mateo 28) . Se trata del poder (dunamis) y autoridad (exousia) para la Misión. No se puede desarrollar un programa misionero en un mundo dominado por las huestes de maldad, sin la fuerza, el poder del Espíritu Santo, y la autoridad de Cristo sobre el cosmos. El cristiano debe poder tomar autoridad sobre su pueblo y debe poder respetar o hacer respetar la autoridad establecida por Dios (Rom 13), dejando el juicio de las malas autoridades al gobierno de la espada y al juicio de Dios. La teoría de la GE es una cosmología porque busca el equilibrio entre el caos y el orden de Dios. Es, para decirlo de otra forma, una cosmología que busca recuperar el orden en medio de una sociedad caótica y desordenada. Limpiar una ciudad de los demonios, evidentemente es una forma de reimplantar el orden, pues las consecuencias éticas y morales que este hecho produce todavía no han sido suficientemente estudiadas por las ciencias sociales y políticas. Que no sería de nuestro país, si hubiera una limpieza a fondo de la corrupción existente en todos los estamentos de gobierno y en todas las esferas de la vida civil. La teoría de la GE haría bien en diferenciar mejor, o "discernir". entre espíritus territoriales y elementos positivos de la cultura, para no caer en el etnocentrismo.

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Tal como abordan algunos GE las culturas tradicionales o propiamente las creencias y prácticas populares, tarde o temprano caerán en una cacería de brujas como en la edad media y la época de la "santa" inquisición si no terminan por crear en ellos mismos una paranoia o un delirio de persecución. Esto sería literalmente un pandemónium, pues muchos de los autores que leí, ven demonios hasta en la sopa. No dudo que pueda haberlos, porque las condiciones en que vivimos en América Latina hacen que nuestras sopitas no sean muy nutritivas y comporten en sí mismas el germen de la destrucción, pero no exageremos. Es necesario un mayor discernimiento que, creo que vendrá con el tiempo, pues la misma teoría –en nuestro medio--- está todavía en un período de formación y probablemente hayan exageraciones y fanatismos. Concedamos que se trata de un proceso. Esto no es motivo, sin embargo para desmerecerla. Una llamada de atención es que el mapeo, debe poder "mapear" también aspectos positivos del desarrollo cultural de las ciudades que estudiamos; debe poder valorar la cultura en sus expresiones folklóricas, porque lo popular no es malo por ser popular, sino por contener elementos a veces exógenos que lo pervierten. No hay culturas ni naciones santas, ni en el norte ni en el sur, ni en el este ni en el oeste. Lo que hay son creyentes que santifican al mundo, gracias al poder eficaz de la sangre de Cristo derramada en la Cruz. No queremos huaqueros espirituales que saqueen nuestra arqueología y nuestro folklore, o nuevos extirpadores de idolatrías en nombre de una nueva guerra santa Lo que necesitamos son intérpretes de la realidad que penetren con discernimiento en horizontes de nuestra cultura para ver, con los lentes del Espíritu, donde pueden estar las causas (etiología) más profundas del actual comportamiento de nuestra sociedad que se mueve entre lo tradicional y lo moderno. Se trata, en efecto, de penetrar en la región del inconsciente colectivo de nuestros pueblos, en la geografía y arqueología religiosas, en la estructura simbólica más profunda, para examinar desde allí, como un psicoanálisis religioso, dónde pueden estar las raíces de las tendencias actuales, de la conducta desviada en materia de religión. Por lo demás, ¿fue todo idolatría en nuestro pasado cultural, no hubo también una comprensión de lo recto, “ama usa, ama ulula y ama queda”? Hay que mirar mas allá de las causas inmediatas y observar las causas remotas, con una visión de la historia de larga duración.. La teoría de la GE debe cuidarse del deslizamiento ideológico para no caer en una especie de mesianismo americano. Es curioso cómo se plantean como "medios" de dominio demoníaco al nazismo o al comunismo, pero no se dice nada del capitalismo salvaje, del neoliberalismo que mata a millones de personas en nuestros días. ¿Por qué? ¿Acaso, como cree Michael Novak, el capitalismo es el sistema perfecto consagrado por Dios para el bienestar de la humanidad? Se pone mayor énfasis en la limpieza y liberación de naciones "paganas" de oriente (Japón) o de las civilizaciones aborígenes (Haití, México, Perú), que en la limpieza de la civilización occidental como Nueva York o Washington. Se critican la representaciones divinas de culturas ancestrales, pero casi no se dice nada de la producción suntuosa de las culturas modernas y del derroche del armamentismo. Puedo hasta conceder que un GE norteamericano piense así, pues al final es su cultura la que esta detrás. Pero que un GE latinoamericano diga, por ejemplo, que la conquista española era necesaria y estaba justificada, porque los Incas eran malos y hacían sacrificios humanos ya que "Dios castiga el pecado de los padres hasta la tercera y cuarta generación", no lo puedo aceptar de buenas a primeras, sin sospechar que se trata de un deslizamiento ideológico, sutil pero peligroso. Es peligroso porque pasa por alto el delito de la conquista y el genocidio de millones de personas, tras someterlos a trabajos forzados. Yo creo firmemente en que Dios castiga el pecado hasta la cuarta generación y que debemos romper toda “atadura de maldad”,

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destruir en el nombre de Jesucristo las maldiciones que pesan sobre nosotros, después de este proceso imparable de conquista, pero es necesario junto con ello, una mayor información de los móviles y de las causas de esta situación y un agudo discernimiento para determinar donde está el pecado. Si en los pobres que fueron objeto del abuso de unos poderosos, o si en aquellos que se han enriquecido ilícitamente a costa de la sangre de millones de personas. ¿Cuáles son las ligaduras de impiedad que hay que desatar? (Isa 58: 6-7). No serán las ligaduras del actual sistema económico mundial que no permite la Libertad gloriosa de los hijos de Dios? (Rom 8) Subyace a veces la idea de que la salvación vendrá del Norte, cuando la Biblia habla de que de allí viene la destrucción., si a la simbólica nos remitimos. Con ese criterio diríamos también que en el sur esta la salvación. Pero de esto no se trata, porque “en ningún otro hay salvación sino en Jesucristo”. La teoría de la GE puede dar luz para la elaboración de una hermenéutica de l Espíritu Por su misma especialización, la teoría de la GE ayuda a pensar en una hermenéutica del Espíritu, según la cual determinados pasajes de la Escritura adquieren una nueva luz, a partir de experiencias espirituales o enfrentamientos con potestades y gobernadores de las tinieblas. De la misma manera cómo la cultura contemporánea planteó nuevas preguntas al texto bíblico y obligó a reinterpretar pasajes de las Escrituras, la confrontación con estas "realidades espirituales" favorecerá o promoverá el estudio de otros pasajes como nuevos focos de sentido. Esta hermenéutica del Espíritu, de la que nos ocupamos en otra publicación, cuya base entre otras sería 1 Cor 2, deberá esclarecer las posibilidades y limitaciones de la experiencia del Espíritu para una lectura de las realidades espirituales. Una hermenéutica del Espíritu debe poder también privilegiar el desarrollo de una adecuada hermenéutica de la cultura. La polisemia del texto debe poderse aplicar también aquí. El filósofo Dilthey y la línea de muchos filósofos y teólogos existencialistas, ya habían insinuado esta posibilidad, refiriéndola naturalmente a las ciencias de la cultura. Ahora, con la teoría de la GE se abre un nuevo campo de comprensión que tiene, incluso, derivaciones para la gnoseología, la hermenéutica y la epistemología teológicas. No es este el lugar para abundar sobre este concepto, pero hemos quedado desafiados para la búsqueda de nuevos paradigmas (Khun) que permitan comprender otras realidades, o mejor aún, nuestra misma realidad, desde otras esferas del conocimiento, vale decir desde una lógica distinta a la occidental, positivista, formal e incrédula.

No se puede entender la teoría de la GE a menos que nos despojemos de ciertos prejuicios cientificistas, agnosticismos e incredulidades. Es inadmisible , aunque comprensible, que pueda haber teólogos y misiólogos que no sean capaces de percibir las realidades espirituales al punto de poder desarrollar una práctica misionera que responda a las demandas de una población cautiva por el Diablo. Que la maldad está extendiendo en el mundo, lo está. “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”, dice la Biblia. Eso se dijo en un contexto escatológico y vale para nuestros tiempos. Muchas veces nuestras presunciones científicas no son más que formas sutiles de incredulidad y hasta una falta de apertura, la carencia de mentalidad científica como para estar abiertos y advertidos de no hablar categóricamente sobre misterios y sobre asuntos que no conocemos y sobre los cuales no tenemos autoridad. Sobre todo si se trata de asuntos sobre los cuales no estamos autorizados por la Biblia para afirmarlos o negarlos. El juicio de la Escritura sobre las actitudes arrogantes de quienes critican , en este caso, la GE, sin saber de lo que se trata, es terrible. Judas refiriéndose a los falsos maestros dice:

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“Estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores…blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales (Judas 8 y 10). Antes de criticar lo que no se conoce, es de sabios guardar silencio. Ya le llegará el entendimiento, una vez que se abra a la libertad del Espíritu. La teoría de la GE amplía el concepto de liberación que redujo en parte la teología Latinoamericana de la liberación. Que América Latina necesita liberación es una verdad a gritos. El problema es ¿cómo lograrla? Las estrategias y tácticas militares y políticas, incluso hasta la misma democracia, han demostrado ser ineficaces sino insuficientes para combatir males estructurales como la pobreza, la injusticia social o el narcotráfico. Necesitamos métodos más cualitativos para erradicar desde sus raíces los males que nos aquejan. La teoría de la GE puede dar una luz por dónde podría estar el camino para una liberación integral de los pueblos, sin menospreciar otros caminos ya recorridos. El esquema Dependencia-liberación planteado por la Teoría de la Dependencia en las Ciencias Sociales y que sirvió para la construcción de una Teología de la Liberación, esta ahora siendo revisado en sus contenidos. Yo creo que ahora más que antes necesitamos liberación, porque con la caída del muro de Berlín si bien es cierto se han soltado algunas ataduras ideológicas de impiedad, el mundo ha quedado merced de la atadura del sistema capitalista. Una nueva cortina de Hierro se ha levantado y esta vez sobre toda la humanidad, que nos ha colocado a todos en una profunda esclavitud de la que necesitamos ser liberados. Formas más groseras de pobreza, terribles injusticias y opresiones se ciernen sobre los pueblos más débiles del planeta; un imperio se ha levantado y quiere gobernar a las naciones. Poblamos un mundo en situación de dependencia a manos de unos pocos que poseen muchas riquezas y controlan la economía mundial. El Señor nos libre de este poder demoníaco y sean sueltas las ataduras de esta iniquidad satánica. Dios quiere hombres y mujeres libres, naciones gobernadas por el principio de la justicia y rectitud. Pero esta libertad completa, aunque empiece por la liberación terrenal socioeconómica, política y cultural, no se agota en ella. La libertad que Dios nos propone es la Libertad de Toda la Creación, hecha posible por la Victoria de Cristo sobre las huestes de maldad, y por la cual el Espíritu gime desde dentro de nosotros Con seguridad Dios ha mirado nuestra opresión y sufrimiento y ha levantado un liberador para pelear por nosotros contra ese Faraón que oprime a su pueblo (Exo. 2.23-25: 3: 9-12). “No temáis, estad firmes y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros y vosotros estaréis tranquilos” (Exo. 14: 13-14). Muy pronto Dios hará caer a esos “egipcios” que se creen todopoderosos y los desaparecerá de nuestra vista. Pero la guerra la librará el Señor, pues “no es con ejército, ni con fuerza, sino con su Espíritu” (Zac 4.6) que será posible una liberación final de nuestro planeta. Que hay una lucha, la hay , pero no es solo una lucha de clases, sino una lucha mucho mayor contra un enemigo mucho mayor y mas expandido. “Porque no tenemos lucha contra carne y sangre sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este cosmos, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6: 12) Lo bueno de todo esto es que en Cristo ya hemos vencido al que tenía el imperio de la muerte, porque participó de nuestros sufrimientos. De modo que no debemos tener temor ni a la muerte ni a ninguna esclavitud (Heb. 2:14-15) La guerra que libramos es una

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consecuencia de la victoria de Cristo. Dicho de otro modo, porque Cristo ya guerreó es que ahora nuestra guerra es victoriosa. La teoría de la GE es una teoría epocal. Se explica en medio de esta "crisis de paradigmas" que vivimos. Es epocal porque surge precisamente en una época de la historia mundial en la que “todos los sólidos se desvanecen en el aire”, una época en que la ciencia y la técnica buscan nuevas bases sobre la cual fundar sus conocimientos. Es epocal, además, porque se da ad portas de un nuevo milenio, una época en que --como en el mil de la edad media-- los pavores del futuro se desatan. La teoría de la GE escatológicamente debe entenderse a la luz de la segunda venida de Cristo. Me temo que mucho de la teología contemporánea ha vaciado sus contenidos al discutir el milenio (kiliasmo) mas bien en términos políticos, económicos, o socio-religiosos, fuertemente influenciados por la agonía de modernidad que por la recuperación de antiguos sueños y visiones. No quiero sugerir un retorno a los terrores medievales. Sólo quiero llamar la atención de una realidad espiritual que está siendo leída por los GE y que puede producir en la misiología actual una revolución sin precedentes, siempre que se busque un equilibrio entre la Palabra y el Espíritu.. La teoría de la guerra espiritual haría bien en profundizar la idea bíblica de la shalom como contraparte y salvaguarda de polarizaciones. La Paz de Dios no es sólo un evento del porvenir. Ella ya ha comenzado en la cruz de Cristo, reconciliando a los pueblos y generando un Nuevo Orden Mundial. Este nuevo orden no es según el mundo, sino según Cristo. Esta Shalóm de Dios hará visible el Reino y Reinado de Dios por sobre el reino del maligno. El jubileo como fiesta de liberación debe ser una realidad entre nosotros, ya ahora hasta la instauración definitiva del Reino de Dios. Es el Espíritu de Cristo, esa unción espiritual, la que hace posible la libertad de los cautivos, la que trae sanidad a las naciones, quebrantadas por este sistema demoníaco, la que proclamará el año agradable del Señor ofreciendo libertad de toda deuda, la que dará vista a los ciegos que no pueden ver más allá de sus lentes modernos; es esa unción mesiánica la que es buena nueva para los pobres y la que, definitivamente, pondrá en libertad a los oprimidos (Lucas 4:18-19). Una guerra espiritual se ha desatado desde los orígenes del mundo (Gén 1.2), las fuerzas del mal se oponen a las fuerzas del bien, pero al final triunfa el Sumo Bien, la Luz de Dios sobre las tinieblas (Gén 1.3), gracias a la Victoria de Cristo en la cruz sobre Satanás. Esa guerra que Dios ha librado por nosotros nos faculta a desatar “ataduras” de esta tierra allá en los cielos (Mat. 16..19). Habremos de librar una guerra en la Misión. Para eso es que tenemos la autoridad de Dios: para anunciar la cercanía del Reino de Dios sobre la tierra, para sanar a los enfermos de las plagas de este fin de los tiempos, para limpiar leprosos, que están manchados por esta moderna cultura profana, para resucitar a los muertos como lo hizo Jesús con Lázaro, es decir, aquí y ahora, esos muertos que agonizan e l ntamente y son enterrados sin ver realidad sus esperanzas y que da motivo para pensar que somos los olvidados de Dios, que da lugar a la incredulidad del poder de Dios. Hemos sido facultados para echar fuera de nuestras tierras a los demonios que quieren tomar posesión de ellas (Mr 5.17). Todo esto, por el don de Dios, es decir, de la manera como Dios no lo ha dado, así también nosotros lo debemos impartir (Mat 10.7.8)

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Por la edificación del Pueblo de Dios Bernardo Campos [email protected]

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