BREVE HISTORIA DE LA PINTURA Y ESCULTURA EN LA VENEZUELA DE LOS SIGLOS XVII-XIX

Elías Anzola Pérez 2014-6-63-X-81 BREVE HISTORIA DE LA PINTURA Y ESCULTURA EN LA VENEZUELA DE LOS SIGLOS XVII-XIX ARTE EN EL PERIODO COLONIAL -Prime

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Elías Anzola Pérez

2014-6-63-X-81

BREVE HISTORIA DE LA PINTURA Y ESCULTURA EN LA VENEZUELA DE LOS SIGLOS XVII-XIX ARTE EN EL PERIODO COLONIAL -Primeras ciudades: La historia refiere que a las costas de lo que hoy día es el territorio de Venezuela – específicamente a Macuro, hoy Estado Sucre- llegó la tercera expedición comandada por el explorador genovés Cristóbal Colón (1451-1506) el 5 de agosto de 1498; “…una tierra de gracia…”, escribió el marino en su diario. En 1500 el explorador Giacomo Castiglione –quien estaba al servicio de Carlos V-fundó en la cercana isla de Cubagua un campamento temporal para la explotación de las abundantes perlas de esa región emplazada en el Mar Caribe; éste se considera el primer pueblo fundado por los españoles en Venezuela y en Sudamérica. El 3 de mayo de 1502 el español Alonso de Ojeda fundó la población de Santa Cruz de la Laguna de Cosinetas (Península de la Goajira), considerada la primera población constituida por un cabildo, casa y fortaleza en tierra firme en Venezuela. La primera ciudad fundada por los españoles fue Nueva Toledo en 1521, por Gonzalo de Ocampo; el 1º. de febrero de 1562 Francisco Montesinos la refundó con el nombre de Nueva Córdoba. La ciudad fue reconstruida en 1569 adoptando el nombre definitivo de Cumaná. Otro histórico momento fue la fundación –por Juan de Amplíes- de Santa Ana de Coro el 26 de julio de 1527; ella será la primera capital de la Provincia de Venezuela desde esa fecha hasta 1545, es decir, durante 18 años. En Coro se estableció el primer Obispado Al evento anterior siguió la fundación de otra población el 8 de septiembre de 1529 por el alemán Ambrosio Alfinger –primer gobernador de la Provincia de Venezuela- con el nombre de Villa de Maracaibo, con unos treinta vecinos; por orden de otro gobernador alemán, Nicolás Federman, fue trasladada en 1535 al Cabo de la Vela. En 1569 Alonso Pacheco fundó Ciudad Rodrigo, a orillas del lago, que se mantuvo dos años; finalmente, en 1574, la población fue refundada como Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo, en honor al gobernador Diego de Mazariegos, nativo de Zamora, España. Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción de El Tocuyo fue fundada el 7 de diciembre de 1545 por Juan de Carvajal y será la segunda capital de la Provincia de Venezuela entre 1545 y 1577, es decir, durante 32 años. El origen de la ciudad de Caracas tuvo ribetes muy dramáticos; el mestizo Francisco Fajardo, nacido c 1524, en la Isla de Margarita, como producto de la unión del teniente de

Gobernador Francisco Fajardo y de la cacica guaiquerí Isabel, inició la conquista de la tribu de los caracas en 1555, regresando luego a su tierra nativa. En 1557 volvió, esta vez acompañado de su madre y cien vasallos guaiqueríes, estableciendo en 1560 el hato de San Francisco, que duró poco tiempo debido al continuo y fiero ataque de los indígenas locales; el descubrimiento de una mina de oro agravó la situación. A su regreso a Cumaná Francisco Fajardo fue sometido a juicio, ahorcado y cortado en cuartos en 1564. La fundación oficial de Santiago de León de Caracas se realizó –por orden de una Real Cédula - el 25 de julio de 1567, es decir, hace 446 años,convirtiéndose desde entonces en la capital definitiva de la nación. -Primeras actividades artísticas: No fue sino hasta el siglo XVII cuando se iniciaron las actividades artísticas– fundamentalmente religiosas- en el territorio venezolano; como ya se mencionó, el 26 de julio de 1527 ocurrió la fundación de la ciudad de Santa Ana de Coro-hace 486 años- y allí también se estableció el primer obispado de América Latina en 1531, razones por las cuales la UNESCO declaró a dicha ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1993. La historia recoge el nombre de Tomás de Cocar, primer pintor del cual se tiene referencia; al parecer llegó a Coro hacia 1602 y realizó un cuadro de Santa Ana. Otros nombres de artesanosartistas: Mauricio Robles (activo en 1641), Francisco Saballos y Torres (activo en 1652), Fray Diego de los Ríos (activo entre 1658 y 1681), Víctor Francisco de la Cruz (El Tocuyo, activo en 1682) y Rebolledo (nativo de El Tocuyo). El respetado crítico de arte, historiador cultural y fotógrafo venezolano Alfredo Boulton (1908-1995) hizo mención de un autor anónimo conocido como El pintor de El Tocuyo del cual quedaron nueve pinturas de temática religiosa. En el siglo XVIII (1776) se creó la Intendencia y casi enseguida (1777) la Gran Capitanía de las Provincias Unidas de Venezuela, siendo Caracas la sede del poder administrativo; a las primeras se le anexaron por decreto las provincias de Maracaibo, Cumaná, Margarita y Guayana –más la de Barinas en 1786-, todas dependientes de la Capitanía General de Nueva Granada en los aspectos políticos y de la Audiencia de Santo Domingo hasta 1717 y posteriormente a la de Bogotá en los asuntos judiciales. La mitad de la población del territorio venezolano vivía en Caracas donde se cosechaba el 80% del cacao y casi todo el café y el añil; aproximadamente el 90% de las exportaciones con destino a España y la Nueva Granada se realizaban desde el puerto de La Guaira. La única universidad –la Central de Venezuela, fundada en 1717- estaba situada en Caracas. La Audiencia se estableció en 1793 y a partir de 1803 el Arzobispado tuvo su sede en Caracas. En 1728 el gobierno español fundó la Real Compañía Guipuzcoana para controlar las actividades agrícolas; hasta 1810 el cacao fue el principal componente de las exportaciones, seguido del café y el añil. El mercado doméstico era de caña de azúcar, tabaco y ganadería.

Todo ese progreso se reflejó en mejoras sociales, culturales y artísticas: el factor económico impulsó la pintura, la escultura y la arquitectura; las familias pudientes (“mantuanas”) empezaron a competir en imágenes, oratorios y capillas. En el siglo XVIII la mitad de los escasos clérigos estaban concentrados en Caracas por temor a ataques de los indígenas en otras regiones; el obispo Mariano Martí hizo visitas a Caracas entre 1771 y 1784, aprovechando para realizar inventarios de los “tesoros” en las iglesias. La ciudad sólo tenía cinco parroquias: Catedral, Santa Rosalía, San Pablo, Candelaria (levantada por los emigrados de las Islas Canarias) y Altagracia (construida por pardos libres). Caracas contaba con tres conventos: franciscano, dominico y mercedario; un hospicio de capuchinos; dos conventos de monjas concepciones y carmelitas; y tres iglesias o ermitas: San Mauricio, La Trinidad y La Divina Pastora. Las piezas artísticas se realizaban siguiendo modelos provenientes de los libros litúrgicos ilustrados, las estampas y los misales. En Mérida se destacó el pintor José Lorenzo Alvarado (17931816), alrededor del cual se desarrolló la llamada Escuela Merideña, que utilizaba colores opacos y espesos y acostumbraba decorar los marcos. Otra fue la Escuela de El Tocuyo, que usaba tempera como base más aplicaciones del óleo en finas capas, prefiriendo marcos sin decorar. El retrato más antiguo que se conoce fue el de don Francisco Mijares de Solórzano y Díaz de Rojas (1638), hoy día colgado en la Casa Natal del Libertador SimónBolívar. Alfredo Boulton le atribuye al llamado Pintor de San Fernando unas diez obras posibles, entre ellas: Coronación de la Virgen, Aparición de San Francisco al papa Gregorio IX, La muerte de San Francisco, San Agustín y otras que pueden ser admiradas en la Iglesia de San Francisco, en Caracas. José Lorenzo de Alvarado fue un pintor andino radicado en Mérida del cual se conocen dos obras de temática religiosa, firmados: un lienzo que representa a San Lorenzo y otro a San Juan Nepomuceno, pintados entre 1793 y 1816. Francisco José de Lerma y Villegas fue un pardo libre que realizó sus obras alrededor de 1753 y firmó dos de ellas: Martirio de Santa Bárbara y La Sagrada Familia. Los trabajos de José de Zurita se identificaron entre 1727 y la fecha de su muerte en 1753; se le mencionaba como Maestro pintor y escultor. De Zurita se conocen dos obras: Coronación de la Virgen y La Ascensión, actualmente en la Catedral de Caracas; su pintura se caracterizó por una estela, un sfumato que otorgaba cierta imprecisión de los rasgos, técnica que había sido utilizada por Leonardo da Vinci en su Mona Lisa. En Caracas fue conocida la llamada Escuela de los Landaeta, formada por miembros de una extensa familia parda de ese apellido dedicada al quehacer artístico. A ella pertenecieron pintores, doradores, plateros y músicos; entre ellos: Juan José Landaeta (1770-1812 o 1814), compositor, violinista y director de orquesta, egresado de la Escuela de Música de Chacao y quien ayudó a la causa libertadora; a él se le atribuye la canción patriótica Gloria al bravo pueblo, hoy Himno Nacional de Venezuela; y Antonio José Landaeta, pintor (activo entre 1748 y 1753); ellos

solían colocar 12 estrellas circundando las aureolas de las vírgenes, especialmente de la Inmaculada Concepción. Algunas de sus obras están expuestas en la Iglesia de San Francisco, como San Luis de Tolosa (1761) y la Virgen del Rosario y otras en la Casa Natal del Libertador. Otro artista de la época fue Juan Pedro López, nacido en Caracas el 23 de junio de 1724, hijo de padres canarios, quizás formado en alguno de los talleres que funcionaban en Caracas y que luego se independizó; fue el abuelo materno del poeta y gramático Andrés Bello (1781-1865). Fue pintor, escultor, dorador de muebles y retablos, restaurador y tasador de imágenes; su nombre apareció entre 1724-78 como Maestro pintor, tallador, escultor, dorador y tasador; su fallecimiento ocurrió el 14 de agosto de 1778. Su pintura tenía semejanza con la del artista español Bartolomé Esteban Murillo (1617-82) y otros “tenebristas” barrocos quienes se especializaban en fondos predominantemente oscuros. Obras suyas se pueden apreciar en el Museo de Arte Colonial (Quinta de Anauco), en la Catedral de Caracas y en la Iglesia de San Francisco; una de sus obras maestras: Historia de la Virgen: La Coronación, La Asunción y la Dormición, de c 1750. Juan Lovera fue un pardo nacido en Caracas en 1786; entre sus primeros lienzos figura el de la Divina Pastora (ahora en la Galería de Arte Nacional, GAN). Luego Lovera se dedicó al retratismo de personajes de su época, incluyendo escenas relativas a la Independencia, como El 19 de abril de 1810 y El 5 de Julio de 1811. Falleció en Caracas en 1841. Otros pintores fueron: Pedro Juan Álvarez Carneiro (caraqueño, activo entre 1729-61), Francisco Contreras (Caracas, activo entre 1737-76), Francisco Hernández (Caracas, activo entre 1716-17), Hispánico (Caracas, activo en 1724), Francisco Lovera (Caracas, activo en 1795), Luis Francisco Maldonado (Caracas, activo entre 1710-19) y Francisco José Cardozo (autor del Retablo del Cristo de la Humildad, madera tallada, c 1784), entre otros. La Catedral y la Iglesia de San Francisco son las construcciones más antiguas de Caracas; la segunda, de 1575, ya aparecía en el primer plano de la ciudad de 1578 que Juan de Pimentel le envió al rey Felipe III a España; fue construida por los franciscanos y terminada en 1600. Esa congregación la convirtió en el más importante museo de arte religioso del Período Hispánico, albergando lienzos, tallas de madera, retablos, piezas de orfebrería, obras de porcelana, etc. En la Iglesia de San Francisco se pueden admirar obras de Juan Pedro López; Domingo Gutiérrez, introductor en el país del rococó; los hermanos León Quintana y Antonio José Landaeta, entre otros. Debido a terremotos, guerras, saqueos, abolición de conventos, negligencia, etc., muchas de las obras de estos primeros artistas fueron desapareciendo o se fueron deteriorando. Afortunadamente muchas de ellas –junto a mobiliario, ornamentos de plata y oro, orfebrería, piezas de escultura, etc.- se pueden apreciar en Caracas: en el Museo de Arte Colonial (Quinta de Anauco); Museo de Arte Sacro de Caracas; Catedral de Caracas e Iglesia de San Francisco; en el interior: en el Museo de Arte de Mérida; Museo Arquidiocesano Obispo Lasso, de Coro; Museo de Arte Colonial de Barquisimeto y Museo de El Tocuyo, así como en algunas otras catedrales e iglesias.

Principales pintores del siglo XVIII: Martín Tovar y Tovar (Caracas, 1827-Caracas, 1902): Su padre fue Julio María Tovar, español retirado por haber sido herido en la Guerra de Independencia y su madre fue una dama caraqueña; la pareja se residenció un tiempo en Puerto Rico, pero regresó a Caracas poco antes de su nacimiento. El futuro pintor estudió primero con un maestro particular y luego en la Academia de Dibujo y en el Colegio La Paz. En 1884, junto a otros colegas, compró una litografía que habían fundado unos alemanes, perfilándose como uno de los primeros venezolanos que destacaron en el arte litográfico. En 1850, a los 23 años, Martín viajó a Madrid y se matriculó en la afamada Academia de San Fernando, trasladándose luego a París donde ingresó al taller de Leon Cogniet (1794-1880), muy conocido por sus litografías. El inquieto artista regresó a Venezuela en 1855, aunque el siguiente año volvió a la capital francesa con el encargo gubernamental de copiar cuadros importantes que se colocarían en un Museo Nacional de Caracas; sin embargo, él se especializó en retratos. A su regreso a Caracas tuvo su primer encargo: 30 retratos de figuras relacionadas con la Independencia de Venezuela, además de otras de la vida republicana para el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo o Capitolio Federal, edificio de estilo neoclásico construido entre 1872 y 1877; para cumplir dicha misión se trasladó a París entregándola oficialmente en 1875. En esos años fundó la empresa Fotografía Artística junto a Antonio Salas. Tovar y Tovar participó en la Exposición Universal de Londres en 1862 y en la Exposición Universal Internacional de París en 1878, así también como en el Salón de Artistas Franceses en 1875. En 1881 recibió un nuevo encargo del gobierno de Antonio Guzmán Blanco (18º. Presidente de Venezuela en los períodos 1870-77; 1881-84 y 1886-88): la Firma del Acta de Independencia de Venezuela, que le valió una medalla de oro y nuevas encomiendas: las Batallas de Carabobo, Boyacá, Junín y Ayacucho, así como el Tratado de Coche. En 1885 partió de nuevo a París y en su taller inició el trabajo, aunque sólo pudo finalizar las Batallas de Carabobo (1887) y las de Boyacá y Junín y el Tratado de Coche (las tres en 1895). En las dos últimas décadas de su vida se concentró en paisajismo, falleciendo en su Caracas natal el 17 de diciembre de 1902 -exactamente 72 años después de la muerte del Libertador SimónBolívara los 75 años de edad. Además de las obras mencionadas, este fino artista realizó retratos de muchos personajes de la vida nacional, además de otros cuadros como Estudio de mulato ebrio, La miseria, Cabeza de

una anciana, Tipos italianos, Macuto, El puerto de La Guaira y Vista de Caracas desde Gamboa, entre otros.

1) Antonio Herrera Toro (Valencia, 1857-Caracas, 1914): Este futuro artista realizó sus estudios iniciales en el Colegio La Viñeta, fundado y dirigido por el sabio alemán Adolf Ernst, nacido cuando Silesia pertenecía al Reino de Prusia. Herrera Toro se inició en pintura en Caracas bajo la tutela de Martín Tovar y Tovar; entre 1874-85 asistió a la Academia de Bellas Artes de dicha ciudad. En 1875 el gobierno de Antonio Guzmán Blanco le otorgó una beca para realizar estudios en París y Roma, regresando a Caracas en 1881 con los bocetos de La Asunción de la Virgen, obra que ejecutó en la Catedral de dicha ciudad, colaborando Cristóbal Rojas como ayudante. En 1883 Herrera Toro pintó los momentos finales del Libertador Simón Bolívar, obra que fue presentada en la Exposición Nacional con motivo del centenario del nacimiento del héroe nacional. En 1884 viajó a Perú para hacer los bocetos de dos cuadros que debía realizar Tovar y Tovar y que finalmente fueron realizados por el mismo Herrera Toro a partir de bocetos de su colega y amigo: las Batallas de Junín y Ayacucho. El pintor regresó a Caracas y se dedicó al retrato (su Autorretrato data de 1887) y a realizar otras significativas obras. Este inquieto venezolano alternó su tiempo entre la pintura, el periodismo (bajo el seudónimo de Santoro) y las funciones públicas. Fue director de la imprenta El Nacional, en 1892 fue director de Edificios y Ornato y en 1908 llegó a ser director de la Academia de Bellas Artes. En 1909 tuvo que enfrentar el descontento de un grupo de alumnos que reclamaban cambios en la orientación de los estudios de artes plásticas; en 1911 fue uno de los redactores del Instituto Nacional de Bellas Artes destacándose dos bloques: a) pintura y escultura y b) música y declamación. Antonio Herrera Toro permaneció en su cargo de director de esa institución hasta su muerte. A este artista se le reconoce como autor de retratos, escenas históricas, temas religiosos, fantasías mitológicas y literarias, bodegones y situaciones anecdóticas. Obras suyas existen en el Palacio Federal Legislativo, Teatro Municipal de Valencia, Catedral de Caracas, Iglesia de Altagracia (Caracas) y Catedral de Valencia, entre otros lugares. Entre sus obras más importantes se citan: Martín Tovar y Tovar; Autorretrato (1880); Asunción de la Virgen (1881); La muerte del Libertador (1883); La caridad (1886); Retrato del Presidente Raimundo Andueza Palacio (1890); Batalla de Ayacucho (1890); Don Arístides Rojas (1895); Retrato de Fermín Toro (1897); Retrato del Presidente Cipriano Castro (1902) y Batalla de Junín (1904), entre otras.

2) Cristóbal Rojas, (Cúa, Estado Miranda, 1858-Caracas, 1890) Este renombrado pintor venezolano llevó el mismo nombre de su padre, médico de profesión; apenas nacido se inició la cruel Guerra Federal (1859-63) que estremeció a la joven República. La familia pasó una temporada (1860-64) en República Dominicana regresando luego a un país más aplacado. Fue el abuelo el que motivó al niño y al joven a interesarse por la pintura; la muerte de su padre a los 13 años lo obligó a trabajar en una fábrica de tabacos de Cúa para ayudar al sostenimiento familiar, pero aspirando a mejor vida se inscribió en la Universidad Central de Venezuela. Sus primeros cuadros datan de 1880-82, tiempos en que conoció al ya afamado pintor Antonio Herrera Toro, recién regresado de Roma y quien lo contrató como ayudante en la decoración de la Catedral de Caracas. En 1883 Cristóbal expuso el cuadro Muerte de Girardot en Bárbula en el Salón del Centenario del Nacimiento del Libertador Simón Bolívar y ganó la medalla de plata, que significaba una beca de 50 pesos al mes para estudiar en Europa. Llegó el año siguiente a París donde entabló amistad con el compatriota Emilio Boggio (Caracas, 1857-Oise, Francia, 1920) por cuyo consejo se inscribió en la famosa Academia Julian y dentro de ella en el taller de Jean Paul Laurens (18381921), conocido pintor, escultor e ilustrador francés. A Cristóbal se le unirá otro compatriota en 1885: Arturo Michelena, con quien compartirá una franca amistad. El temperamento débil y melancólico de Rojas lo mostraba lento e inseguro en su trabajo, lo que no le permitía mostrar su gran capacidad creativa; sin embargo, la calidad de sus obras le permitieron exponer obras en el exigente Salón Oficial de París, entre ellas: La miseria (1886), El violinista enfermo (1886), La taberna (1887), El plazo vencido (1887), La primera y última comunión (1887) y El bautizo (1889). Como se puede apreciar en los títulos, la mayoría de sus pinturas estaban impregnadas de angustia, miseria y soledad, lamentablemente cónsonas con su enfermizo espíritu. Afortunadamente, a partir de la última obra mencionada, el pintor le imprimió un gran cambio a su temática y su técnica, alejándose de los colores oscuros; un ejemplo fue Dante y Beatriz a orillas del Leteo (1889), cuadro de características simbolistas, a partir del cual se vuelca en el paisajismo y la figura, con cierta inclinación hacia el impresionismo. El gobierno de Guzmán Blanco le había suspendido la beca después de dos años, razón por la cual, para 1889 estaba en pésima condición económica, situación que influyó en que se enfermara de tuberculosis, situación que lo obligó a regresar a Venezuela en 1890, trayendo consigo su obra El Purgatorio, óleo sobre tela, 339x256 cm, estilo realista, actualmente en la Iglesia de la Divina Pastora, en Caracas, que le fue encargada por el párroco de dicho templo. Ese cuadro –último que realizara- había sido premiado con medalla en tercera clase en el Salón de Artistas de París, lo cual atestigua su calidad. También había exhibido un retrato del presidente de

Venezuela Juan Pablo Pérez Paúl, quien ejerció el cargo entre julio 1888 y marzo 1890. El artista falleció poco después, el 8 de noviembre de 1890, con apenas 31 años. La mayor fortaleza artística de Cristóbal Rojas estuvo en su dominio del realismo, muy influenciada por los estilos de Courbet y Daumier, predominando la supremacía del claroscuro y la constante presencia dramática. Muchas de sus obras se admiran en la Galería de Arte Nacional (GAN), inaugurada en 1974 y abierta en 1976; situada en el llamado Circuito Cultural de Caracas, alberga más de 7.000 piezas de diversos autores en sus once salas. Entre las obras de Cristóbal Rojas que se pueden apreciar en la GAN figuran: Autorretrato con sombrero rojo (1887); El violinista enfermo (1886); La miseria (1886); Estudio anatómico (1886); La taberna (1887); La primera y última comunión (1888); Retrato del Presidente Rojas Paul (1889); El faisán (1889); Estudio para Dante y Beatriz (1889); y El bautizo (1889), entre otras.

3) Arturo Michelena (Valencia, 1863-Caracas, 1898) El padre de Arturo Michelena, Juan Antonio Michelena, era pintor y el abuelo fue reconocido como retratista y autor de los murales de la casa del general José Antonio Páez, en Valencia. Como complemento de esta tradición artística, una tía paterna fue la primera instructora del niño. Como era de esperar, la obra artística de Arturo comenzó tempranamente: en 1874 le encargaron las ilustraciones de la edición neoyorquina del libro Costumbres venezolanas, de Francisco de Sales Pérez, quien lo presentó al círculo del presidente Antonio Guzmán Blanco. Igualmente recibió lecciones de una dama francesa que había tenido la oportunidad de adquirir excelentes conocimientos de pintura. Entre 1879-82 el joven abrió junto a su padre una Academia de Arte en Valencia para realizar retratos que se ampliaban a tamaño mural, copias de cuadros antiguos, retratos infantiles y dibujos. La experiencia ganada le facilitó su participación en el Salón del Centenario del Natalicio del Libertador Simón Bolívar en 1883, al cual envió su primer lienzo: La entrega de la bandera al batallón sin nombre (1883) que lo hizo acreedor al segundo premio, que consistía en una beca para estudiar en Europa. En el viaje a París lo acompañó el pintor Martín Tovar y Tovar, por cuyo consejo se inscribió en la Academia Julian, en la cual ya estudiaban dos compatriotas: Emilio Boggio y Cristóbal Rojas, bajo el reputado profesor Jean Paul Laurens. El primer triunfo fue su participación en el Salón de los Artistas Franceses de 1887; impulsado por el profesor Laurens, Michelena presentó su obra El niño enfermo, que mereció la medalla de oro en su segunda clase, el mayor honor que había otorgado la Academia de Bellas Artes a un participante extranjero. Considerada una obra de arte, inmediatamente fue adquirida por la empresa de colecciones Astors, de Nueva York. En 2004 la pieza fue subastada en Sothesby’s, Nueva York, por una cifra significante: $1.350.000, un record para una obra latinoamericana.

Durante esos años Michelena pintó Una visita electoral (1886), La caridad (1887) y Carlota Corday, obra que le hizo obtener un valioso premio: medalla de oro en la Exposición Universal de París 1889. Regresó a Venezuela donde fue recibido con grandes y merecidos elogios. De esa época: Vuelvan caras y Paisaje del Paraíso (1890); Pentesilea (1891); Los morochos, El ordeño, La vara rota, El desván del anticuario y Paisaje de San Bernardino (de 1893); La muerte de Sucre en Berruecos, Retrato del Mariscal Sucre y El Libertador en traje de campaña (de 1895). En Caracas contrajo matrimonio con Lastenia Tello Mendoza y retornó a París. Enfermo de tuberculosis regresó a Venezuela y en ese período de recuperación pintó un lienzo en honor de José Antonio Páez que le dio gran fama de retratista. En 1896 pintó uno de sus cuadros más conocidos y admirados: Miranda preso en La Carraca, en la cual dejó la imagen de un Precursor pensativo y sereno, esperando su triste final en 1816. Entre sus últimas obras figuran El descendimiento y La multiplicación de los panes (ambas de 1897) y La última cena y La joven madre (ambas de 1898). Arturo Michelena murió en Caracas, hace 115 años, el 29 de julio de 1898, a los 35 años. EAP/Julio 2013

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