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Author:  Ignacio Paz Rivero

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ORIGINALES

Rev. Logop. Fon. Audiol., vol. VI, n.º 1 (2-6), 1986.

SISTEMAS DE AMPLIFICACIÓN EN LAS AULAS Por Herminio Pérez Garrigues, José Faus Cuñat y Amparo García Llopis

la presente publicación iniciamos una serie de trabajos destinados a analizar los sistemas de amplificación de los que puede beneficiarse el niño deficiente auditivo para su reeducación. En éste analizamos: a) las circunstancias que exigen una amplificación suplementaria o distinta a la proporcionada por el audífono retroauricular; b) condiciones que debe reunir un sistema de amplificación en la escuela, y c) audífonos. En otras publicaciones posteriores referiremos las características, ventajas e inconvenientes de los sistemas de amplificación que actualmente existen. El propósito de la amplificación en la clase es amplificar y modificar el sonido producido en una fuente sonora y distribuirlo a un grupo de oyentes con deficiencias auditivas (Freeman, 1978). Los sistemas de amplificación no se han desarrollado para reemplazar a los audífonos, sino más bien para suplementarlos en su ambiente educativo. En las aulas donde se lleva a cabo la educación del niño hipoacúsico hay tres factores de máxima importancia que deben considerarse.

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1. Distancia de la fuente sonora al alumno. 2. Nivel de ruido ambiente. 3. Reverberación. DISTANCIA La forma más simple de amplificar el sonido es la utilización de un audífono individual. Actualmente, existen audífonos muy variables y con ganancia acústica importante que cuando están correctamente

adaptados pueden proporcionar una buena señal que quizá ya no necesite de mayor amplificación. Sin embargo, hay una limitación básica con este sistema de amplificación, que es la gran distancia que existe entre la fuente sonora (profesor) y el micrófono del audífono. El nivel de presión sonora de la voz disminuye de forma importante a medida que el alumno está más lejos del profesor. A una distancia de 90 cm suele ser de 65 dB SPL, y cuando se duplica la distancia disminuye la intensidad de la señal en 6 dB SPL, de forma que a unos 3 m puede quedar reducida a 53 dB SPL (Pimentel, 1978). La disminución de la presión sonora tiene dos consecuencias nefastas. La primera es que si el ruido ambiente y la reverberación de la clase no están bien controlados, enmascararán los sonidos de baja intensidad de la palabra. La segunda consecuencia es que, incluso bajo condiciones acústicas ideales, la ganancia de algunos audífonos está limitada a 60 dB por problemas de retroalimentación o de moldes que no adapten adecuadamente. De este modo, los sonidos de baja intensidad de la palabra —que a 4 o 6 metros pueden ser de 20 a 30 dB sobre el umbral normal de audición— solamente pueden amplificarse a un nivel de 80 a 90 dB, y por tanto serán inaudibles para niños con perdida auditiva mayor de 90 dB. Estos dos problemas —baja relación señal/ruido y nivel de la señal asimismo baja— predicen que, para la óptima recepción de la palabra, el micrófono que vaya a captar la señal debe estar cerca de la fuente sonora. Esto es cierto para niños con sorderas profundas, y en todas las circunstancias para niños con sordera de moderada a severa en clases donde no haya buenas condiciones acústicas.

Correspondencia: Herminio Pérez Garrigues. Colón, 20. 46004 Valencia.

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RUIDO Consideramos ruido al sonido que no nos interesa oír, y sonido útil al que queremos percibir. Un ejemplo clásico es el siguiente: si estamos hablando con un amigo en una cafetería y hay música de fondo, la música será un ruido para nosotros. Si estamos en un concierto y nos habla un amigo su voz será en este caso el ruido y la música el sonido que nos interesa oír. Se llama relación señal/ruido a la diferencia entre la intensidad de la señal que queremos oír y la intensidad del ruido ambiente. Para una percepción clara de la palabra se requiere que se pueda extraer suficiente información de la señal acústica para permitir que el mensaje hablado se reconstruya. Para ello, se requiere una excelente relación señal/ruido ya que la presencia de una señal acústica enmascarante reducirá la información. El niño con audición normal compensa este defecto poniendo mayor atención o elaborando la señal acústica que le interesa oír con más detalle. Este proceso compensatorio permite que el mensaje hablado sea comprendido hasta con un nivel de ruido de 12 dB superior a la señal acústica que el niño desea oír—relación señal/ruido = —12 dB. En el niño con déficit auditivo, esta proporción aumenta en relación con la perdida auditiva, requiriendo mayores intensidades de la palabra respecto al ruido. En una clase normal con 30 alumnos por término medio, el nivel de ruido es de 45-50 dB (A) —decibelios medidos con un sonómetro. En clases para niños con déficit auditivo y con 4 a 5 alumnos, el nivel de ruido es de 35 a 40 dB (A) (Borrild, 1982). Con 40 dB HL (60 dB SPL) de ruido ambiente por término medio y teniendo en cuenta que el nivel de presión sonora de la voz del profesor es de 45 dB HL (65 dB SPL) de intensidad, habrá solamente + 5 dB SPL de relación señal/ruido. Dicha relación no es una situación de escucha difícil, pero sí para aquellos niños con déficit auditivo que utilicen audífonos. La óptima relación señal/ruido para una eficaz discriminación auditiva se ha establecido en + 20 a + 25 dB SPL de señal/ruido. Con una distancia de separación superior a 30 cm,

la relación señal/ruido se deteriora rápidamente. Por lo tanto, cuando el niño utiliza audífono en una clase con ruido ambiente normal, el profesor u otros estudiantes no deberán estar a mucho más de 50 cm para conseguir una aceptable relación señal/ruido de + 20 dB a + 25 dB SPL. Sin embargo, tal aproximación no siempre es posible, y tendremos que recurrir a un sistema de amplificación en grupo. La presencia de ruido ambiente afecta más a la discriminación de la palabra en el niño hipoacúsico que en el normooyente. Tillman y Colb (1970) observaron que para obtener un 40 % de porcentaje de discriminación de la palabra en niños con capacidad auditiva normal se requería una relación señal/ruido de —12 dB, mientras que en hipoacúsicos sucede lo mismo con una relación de + 18 dB. Estos 30 dB de diferencia (de + 18 a —12 dB) significan que es importante considerar el nivel de ruido existente en las aulas para mitigarlo o evitarlo gracias a los sistemas de amplificación. En un estudio llevado a cabo con deficientes auditivos, Gengel (1971) observó que muchos de ellos rechazaban sus audífonos con niveles de relación señal/ruido de + 10 dB SPL, por lo que recomienda que dichos niveles sean siempre superiores a + 15 dB SPL. REVERBERACIÓN Se denomina reverberación a la persistencia de un sonido en un espacio cerrado; persistencia de las reflexiones de la señal en paredes, suelos, techos, ventanas, etc. El eco resultante de estas señales se mezcla con la voz procedente del profesor, llegando al micrófono del audífono con una elevada distorsión. La adecuada discriminación de la palabra va a depender de oír las consonantes correctamente. Gran parte de la información acústica de las consonantes se encuentra situada en las frecuencias agudas, mientras que las vocales se emiten con frecuencias más bajas. En la palabra, las bajas frecuencias se acompañan de mayor presión sonora que las altas, por lo que 3

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pueden enmascararlas. Además, en una clase reverberante los sonidos de mayor intensidad (vocales) son prolongados y tienden a enmascarar aquellas señales acústicas de menos intensidad (consonantes). Por consiguiente, el efecto final de la reverberación es una reducción de la inteligibilidad de la palabra. El efecto reverberante en cualquier lugar cerrado va a depender no solamente de las condiciones acústicas del lugar, sino también de la distancia de la fuente sonora al oyente, direccionalidad de dicha fuente, tipo de pérdida auditiva y tiempo de reverberación. Éste es presumiblemente el más importante de los factores que afectan al «clima acústico» de una clase. El tiempo de reverberación en una clase o habitación se define como el periodo de tiempo en segundos que transcurre desde el momento en que una fuente sonora es interrumpida hasta que el nivel sonoro ha decaído 60 dB. Depende de la frecuencia y se representa como una curva de reverberación. El tiempo de reverberación en clases con niños de audición normal en la banda de frecuencias 125-2 000 Hz debe tener una media de 0,6-0,9 seg, y las derivaciones de la media no excederán de 0,2 seg (regulaciones de construcción danesas, 1977). En clases para la enseñanza de niños con déficit auditivo, el tiempo de reverberación no debe exceder de 0,6 seg. No existen diferencias significativas en los porcentajes de discriminación auditiva, con tiempos de reverberación entre 0,3 y 0,7 seg tanto para niños con audición normal como para aquellos con déficit auditivos que utilicen audífonos. Pequeñas variaciones alrededor del tiempo óptimo de reverberación no parecen tener influencia importante (Nábeleck y Picket, 1974). Una de las formas de combatir los efectos de la reverberación y del ruido es mediante la utilización de una audición estereofónica. Escuchar con los dos oídos permite al cerebro producir un mapa espacial interno y localizar las fuentes sonoras de ese mapa. Ello se consigue computando las diferencias de intensidad, tiempo de llegada y fase entre las señales que alcanzan los dos oídos. De esta forma, se permite la localización sonora y el mantenimiento de una eficaz relación señal/ruido. 4

AUDÍFONOS PERSONALES Aunque la utilización de audífonos personales no siempre es suficiente, en ocasiones puede ser aconsejable no recurrir a sistemas complementarios de amplificación, principalmente si la pérdida auditiva no excede de 90 dB y si el nivel de ruido ambiente no es elevado (Boothroyd, 1981). El audífono es un elemento electroacústico que se adapta selectivamente de acuerdo a las características de la hipoacusia de cada niño, teniendo también en cuenta otras variables, como la edad, la recurrencia de infecciones óticas, otras patologías asociadas, etcétera. Sus componentes fundamentales son los que se exponen a continuación: El micrófono o transductor de entrada La señal acústica es transformada en señal eléctrica a nivel del mismo. Puede estar localizado a nivel del pabellón auricular en los audífonos retroauriculares, o a nivel del tórax en los audífonos de cordón. El amplificador Amplifica la señal eléctrica que le proporcionan el micrófono, la bobina telefónica o la entrada de audio. El altavoz o transductor de salida Transforma la señal eléctrica ya amplificada en vibraciones sonoras que alcanzan el oído. Si se utiliza la vía ósea para facilitar la audición del niño, el altavoz es sustituido por un vibrador de vía ósea que transmitirá la señal a través del hueso mastoideo y de la bóveda craneal hasta el oído interno. Elementos de reglaje Control de tonos. — Con el mismo es posible modificar la curva de respuesta de frecuencia-ganan-

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cia, de forma que ajustemos la ganancia selectivamente a la perdida que presenta cada frecuencia. Control de presión máxima de salida. — Gracias al mismo, adecuamos la presión acústica máxima que puede proporcionar el aparato al umbral de dolor del paciente. Sistemas de alimentación (pilas o acumuladores) La señal acústica proporcionada por el altavoz es dirigida al conducto auditivo externo gracias al molde y al tubo de conexión. Ambos son elementos determinantes en el éxito del audífono, puesto que si no se adaptan correctamente y no son del material adecuado a cada caso facilitarán la retroalimentación y provocarán molestias e incluso reacciones alérgicas en el conducto o en el pabellón auricular. Por otra parte, introduciendo modificaciones en el sistema tubo-molde es posible corregir en cierto grado la señal acústica proporcionada por el audífono, para perfilarla más exactamente a la curva final de respuesta que deseamos. TIPOS DE AUDÍFONOS Existen audífonos para la conducción de la señal acústica por vía aérea y ósea. En los de vía aérea, según la posición del micrófono distinguimos los que lo tienen a nivel del oído, intra o retroauriculares, y los corporales o de «petaca», que lo sitúan a nivel del tórax. Audífonos de vía ósea Se utilizan cuando existe una diferencia notable entre la audición por vía ósea y por vía aérea, a favor de la primera. Tienen sus principales aplicaciones en los casos de otitis media crónica y en las malformaciones óticas a nivel del pabellón o conducto auditivo externo, con poca posibilidad de corrección quirúrgica. Se pueden incorporar a la patilla de unas gafas o bien adaptar el vibrador a una diadema que lo sujete a la cabeza.

Audífonos de «petaca» Reciben este nombre debido a su tamaño y morfología. Consiguen amplificaciones muy importantes. Hay que tener presente que tanto si son mono como biauriculares sólo tienen un micrófono, situado a nivel del tórax, por lo que se pierden todas las ventajas derivadas de la estereofonía. Actualmente sólo se utilizan cuando se requiere una amplificación mayor que la que pueden suministrar los audífonos retroauriculares, o bien cuando existen alteraciones en la motricidad que dificultan el uso de los mismos. También tienen su aplicación en la estimulación precoz del niño de cuna o durante la fase exploratoria que precede a la adaptación estereofónica (Veit, 1983). Audífonos a nivel auricular Existen varios modelos: retroauriculares, intraauriculares, intraconducto y gafas de vía aérea. Los intraauriculares se sitúan a nivel del pabellón auricular. Los intraconducto, dentro del conducto auditivo externo. Su uso cada vez es mayor, pero sólo se pueden adaptar en hipoacusias ligeras y medias. En el caso de los niños no es aconsejable porque el crecimiento altera continuamente las dimensiones del pabellón y exigiría modificaciones en el audífono. Los audífonos retroauriculares son los de mayor aplicación en los niños. Con moldes adecuados es fácil sujetarlos al pabellón y evitar la retroalimentación. Tienen grandes ventajas: 1. Permiten la estereofonía adaptando un audífono en cada oído. Con ello, además de conseguir un rendimiento algo superior en cuanto a amplificación final, permiten poder localizar la fuente sonora gracias al efecto sombra de la cabeza, que provoca un desfase entre el tiempo y la intensidad con que el sonido alcanza un oído y otro (igual que en el normooyente). Con ello se facilitará distinguir mejor la palabra en presencia de ruido ambiente. 2. La posición del micrófono a nivel del oído lo aproxima a la disposición anatómica normal del sistema auditivo.

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3. Su poco peso y pequeño tamaño evita todo el utillaje necesario en los audífonos de «petanca», tanto para la sujeción como los cordones que lo unen a los auriculares. Indudablemente, la adaptación estereofónica es la ideal siempre que sea posible. Si se diagnostica la hipoacusia en una etapa temprana y se procura inmediatamente una adaptación estereofónica, conseguimos incorporar la nueva situación a los esquemas corporales del niño y obtenemos un resultado más próximo a la situación auditiva del normooyente. La elección de la prótesis adecuada a cada caso requiere un estudio minucioso, considerando muchos factores; pero no hay que olvidar, como refieren Veit y Bizaquet, que en la mayoría de las hipoacusias el audífono no es más que uno de los elementos de la rehabilitación, aunque muy importante, pero no se obtendrá su máxima eficacia si no está integrado en el sistema educativo, ortofónico, psicológico y pedagógico.

RESUMEN Los audífonos actuales tienen características que les permiten un buen rendimiento incluso en hipoacusias profundas. Pero cuando se trata de un aprovechamiento en las aulas de enseñanza, momento fundamental en la educación del niño, hay que considerar una serie de factores, como son la distancia del profesor al niño, la reverberación y el nivel de ruido

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ambiente, que pueden disminuir dicho rendimiento y requerir que se utilicen otros sistemas de amplificación complementarios. En el presente artículo exponemos fundamentos de la prótesis auditiva y cómo las circunstancias antes referidas pueden exigir el uso de los sistemas de amplificación complementarios. BIBLIOGRAFÍA , K.: Classroom Acoustics. In: ROS M. y G. GIO1. BORRILD / LAS T.: Auditory management of hearing — impaired children. Ed. University Park Press, Baltimore, 1982. 2. BOOTHROYD, A.: Group hearing aids. In: BESS F. H.: Amplification in education. Ed. Alexander Graham Bell, Washington, 1981. 3. FREEMAN B. A., SINCLAIR J. R. y BESS F. H.: «Classroom Amplification». Hearing Aid Journal, 1978, 3:43-45. 4. NÁBELECK A. K.: Effects of room acoustics on speech perception through hearing aids by normal —hearing— and hearing impaired listerners. In: STUDEBAKER G. A.: Acoustical factors affecting hearing aid perfomance. Ed. University Park Press, Baltimore, 1980. 5. TILLMAN, R.: Audiologic Assessment: Interpretation relative to optimal amplification and speech training. In: SUBTELNY J. D.: Speech assessment and speech improvement for the hearing impaired. Ed. Alexander Graham Bell, Washington, 1980. 6. PIMENTEL R. G.: «Amplification considerations for hearing — impaired children in chool». Hearing Instruments, 1978, 4:14-38. 7. VEIT P. y BIZAGUET G.: «L’appareillage de I’enfant sourd». Actualités Psychiatriques, 1983, 8:81-89. Recibido: junio de 1985.

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