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CALZADO Y TENIS Existen grandes diferencias entre caminar y correr, pero una es básica: cuando caminamos, siempre un pie se mantiene en contacto con el suelo, mientras que al correr, hay un momento en que ambos pies están en el aire, acortándose los tiempos de apoyo. Por tanto, en carrera, el impacto aumenta directamente en proporción al tiempo de vuelo y a la velocidad de desplazamiento, aumentando la fuerza de reacción sobre el pie, que llega a ser varias veces el peso del cuerpo. Además de las actividades deportivas con desplazamiento lineal, hay deportes cuyos gestos despiertan gran interés bajo un punto de vista biomecánico: los propios de los que exigen frenadas, giros y cambios de ritmo, en los que se suman unas fuerzas laterales que producen momentos de fricción y de torsión, entre los que el tenis destaca de manera muy especial.
En cualquier gesto deportivo, el primer impacto debe ser absorbido en parte por el calzado, reduciéndose de esta forma su incidencia sobre el pie, por lo que su primera misión debe ser amortiguar y estabilizar, es decir, proteger
Lógicamente, deben cumplirse estas dos funciones de protección, sin interferir en el funcionamiento normal del pie durante los apoyos Por todo ello, detrás del diseño de un buen calzado deportivo, hay muchas horas de estudio y de investigación, que no se limitan solo a los gestos propios de cada deporte, y a los materiales que intervienen en la fabricación del calzado (dureza, agarre, resistencia a la tracción y formas de unión entre las distintas partes), sino que tienen en cuenta además las características propias del terreno. Podríamos centrar la atención en dos partes diferenciadas del calzado deportivo: en el material del corte y pala y en la suela
El material del corte es la parte de la zapatilla que envuelve al pie, y que está integrada por el contrafuerte, para estabilizar el talón, la pala, para abrazar dorsalmente al pie, la puntera para proteger a los dedos, y la lengüeta para asegurar la sujeción al empeine y evitar que el cordón erosione en el dorso del pie. Incluye además una serie de elementos que varian de un deporte a otro, como son las tiras de refuerzo para evitar deslizamientos del pie sobre la suela. Sin estas tiras de refuerzo, en deportes como el tenis donde las frenadas, los cambios de dirección, de ritmo y las arrancadas están presentes en cada apoyo, el material del corte acusaría rápidamente fatiga mecánica cediendo y perdiendo la capacidad de estabilizar y sujetar el pie encima de la suela. Por eso las tiras de refuerzo posteriores, con su inclinación anterior ejercen tensión para reducir el desplazamiento hacia delante, y las de la pala, con una orientación posterior, facilitan la estabilidad anterior del pie.
fig. 1: las elevaciones laterales de la suela aseguran la estabilidad en los desplazamientos laterales específicos en el tenis
El contrafuerte asegura la estabilidad del retropie, por lo que incluye una pieza de refuerzo que abarca al calcáneo, siendo más bajo en la zona de los maléolos y del tendón de Aquiles para evitar roce con los tendones y las prominencias óseas. Debe acabar con un ribete blando y acolchado que se adhiere a los contornos del tobillo, evitando así que entre tierra u otros objetos en el interior del calzado .
fig. 2 Diferentes contrafuertes con un objetivo común: estabilizar el talón
La lengüeta debe ser suficientemente almohadillada y de material transpirable que facilite la transpiración. A la vez debe asegurar la sujeción del calzado al
empeine evitando que los cordones pudiesen causar presión directa sobre el dorso del pie y los recorridos tendinosos que transcurren por él. Generalmente existen tres tipos de lengüetas, según fabricantes: unas veces va unida lateralmente al material de la pala (fig. 2 a) otras veces va unida a la suela con gomas que abrazan al empeine (fig. 2 b), y otras veces sueltas lateralmente, en cuyo caso, para evitar desplazamientos se coloca una tira facilitar una colocación correcta (fig. 2 c)
fig. 2 a
fig. 2 b
fig. 2 c El material empleado en el corte debe ser resistente, ligero, discretamente elástico y a ser posible transpirable, circunstancias que se hace difícil encontrar en un solo material, por lo que generalmente se recurre a la mezcla de varios, entre los que no faltan los sintéticos, tipo nylon, por su Poco `peso y gran elasticidad y resistencia resultando cubiertos en la zona de la puntera con el objeto de aumentar la protección sobre las uñas y las articulaciones interfalángicas. Interiormente, la pala debe ir forrada, igual que la lengüeta y el contrafuerte con material no alérgico, tipo Oxford o toalla, evitando de esta forma que las costuras puedan erosionar y aumentando el confort de la zapatilla (fig. 3)
fig. 3 ( foto 4 zapatillas por encima)
La suela consta de tres partes: el piso, o parte de contacta con el suelo, la entresuela, o parte que absorbe cargas, y la palmilla interior, que nos pone en contacto el pie con la zapatilla (fig. 4). Cada una de ellas tiene una misión que además debe ser especifica para cada deporte y para cada tipo de suelo.
fig. 4 foto Niké lateral (rejillas negras) El piso o parte que contacta con el suelo (fig. 5), es lo que garantiza tanto la estabilidad como la duración del calzado. Por ello, los dibujos, como ocurre en un neumático, están perfectamente estudiados para permitir los gestos que el tenis necesita y evitar o reducir aquellos que podrían resultar lesivos. Al estar sometido a un gran desgaste, hay que emplear materiales que resistan la abrasión, pero como estos, generalmente resultan pesados, hay que conjugar la resistencia con la dureza y con el grosor. Por ello en las zapatillas de tenis el dibujo es diferente si se trata de modelos para tierra, hierba o pista dura, y esta parte de la suelas es mas delgada que la inmediatamente superior, que está más próxima al pie y tiene una función más de amortiguación y lógicamente menor desgaste. En la parte final de la suela, con frecuencia, el piso envuelve un poco a la puntera quedando elevado sobre el plano del suelo en forma de balancín. Esto tiene la doble misión de facilitar el despegue del pie a la vez que proteger a la unión anterior de la suela y la pala para reducir el desgaste.
fig. 5 grupo de 4 zapatillas vistas por la suela
Para pistas de tierra o hierba, al ser suelos más blandos, pueden emplearse materiales más duros y con un dibujo más profundo para ofrecer más agarre en los derrapes, y en cambio, para pista rápida, al existir más capacidad de rebote, deben resultar más amortiguados, sin que por ello sean más deformables, el dibujo menos profundo para evitar una adherencia excesiva
En el material que hay inmediatamente encima del piso, o entresuela (fig. 6), residen las propiedades de estabilidad y de amortiguación. Si es un material excesivamente blando, resulta fácilmente deformable, pero si es demasiado duro no ofrece la amortiguación sufiente. En esta parte de la suela se incluyen elementos que aumentan la capacidad propia del material que la
constituye, como el aire o los geles, encaminados a ofrecer más amortiguación, sin que por ello resulten mecánicamente más deformables. En términos generales, estos materiales amortiguantes son más necesarios y deben ser más eficaces en pistas duras.
fig. 6 : cuatro zapatillas encaradas por la suela, de perfil Con el objeto de facilitar la mecánica del antepie, la suela en su conjunto debe ser lo suficiente flexible como para no bloquear el movimiento de las articulaciones de los dedos...
La suela y el corte
deben unirse en un punto con solidez para ofrecer seguridad, estabilidad y
duración mediante un sistema de encolado o vulcanizado
Con el objeto de que esta zona de unión sea sólida, se proporciona una base muy amplia de contacto, de manera que el material del corte puede abrazar al pie en su totalidad, y en la zona perimetral, se refuerza con unas elevaciones de la suela, que forman la vira. En la zapatilla de tenis, esta elevación tiene gran importancia: si no fuese por ella, en las frenadas, el piso quedaría sujeto sobre el suelo, y el pie resbalaría deslizándose sobre él, propiciando lesiones, como esguinces, o apoyos parciales sobre la suela, que pueden originar, entre otras cosas, arrancamientos tendinosos por el intento de estabilización y freno forzado, lesiones sobre las uñas y fracturas, especialmente del quinto metatarsiano fig. 7 (zapatillas unión pala con la suela) Finalmente, en el interior de la zapatilla existe un tercer elemento que es la plantilla extraíble (fig. 8) confeccionada con material absorbente, látex o eva y forrada con material noble tipo algodón o toalla. La misión de esta plantilla es la de ofrecer más confort y al tener una zona de relleno sobre el arco interno del pie, aumentar su apoyo plantar. Creo que es importante que sea extraíble, no solo
porque si usamos plantillas propias, debemos retirarla parea ofrecer más capacidad, sino también por una cuestión de higiene, ya que es fácil que entre tierra en el interior del calzado, y además, al poderse extraer, facilitamos la limpieza.
fig. 8: esta foto más las plantillas extraíbles Lógicamente, los fabricantes de calzado especializado miran mucho estas cuestiones, por lo que podemos decir que no existe un calzado de mala calidad, pero en cambio, existen elecciones desafortunadas por parte del deportista, a veces llevado por los conceptos, con frecuencia mal interpretados, de supinación, pronación y amortiguación.
Hecha esta primera introducción, llega el momento de comprar la zapatilla .Lo primero que hay que plantearse es tener en cuenta si usamos algún tipo de corrección o plantilla especial y si es así probarnos la zapatilla con ella incorporada, retirando previamente la que hay en
su interior para evitar que las formas de ésta puedan variarnos las correcciones de la nuestra al cambiar la base de apoyo. Igualmente, debemos probarla con el calcetín que vayamos a usar para jugar, y preferiblemente probarla después de haber caminado o jugado, porque el pie, con el ejercicio aumenta sensiblemente su volumen. Finalmente viene la decisión sobre qué modelo elegir. Aquí tenemos varias opciones, pero dejarnos aconsejar por un experto y no por el precio o la apariencia creo que es primordial. Siempre debemos comprar una nueva zapatilla antes de que la usada esté deformada, para evitar así los cambios bruscos de un calzado que ya ha adquirido nuestra mecánica por la tenacidad de uno nuevo, aunque sea de la misma marca y modelo
En términos generales, si no tenemos ningún problema de apoyo, buscaremos una zapatilla neutra que se adapte al terreno: prestaremos atención al dibujo del piso exterior, a lo que añadiremos la resistencia o grado de dureza de la entresuela: si es duro (pista rápida), podemos recurrir a elementos amortiguantes: aire, gel..., pero si es blando (tierra, césped), huiremos de ello porque nos daría más inestabilidad. .
Ya tenemos la zapatilla en nuestro poder habiendo observado estas cuestiones básicas, y ahora viene el momento de incorporarla a la actividad deportiva. Nunca lo haremos en pruebas duras o prolongadas, porque la zapatilla debe adaptarse a la biomecánica del pie. Será preferible incluso, ponerla primero para caminar, y después, irla adaptando progresivamente al entreno. Tengamos presente que una zapatilla usada es siempre más cómoda que una nueva, que todavía no tiene en periodo de “rodaje “hecho. Así evitaremos posibles roces o sobrecargas indeseables.
Resumiendo, debemos tener en cuenta:
1.-Es importante el peso de la zapatilla, siendo adecuado alrededor de los 400 grs, siempre que ello no implique una perdida de estabilidad 2.- la profundidad de la zapatilla se adaptara a los factores individuales (pie plano, cavo). Fijamos como media adecuada alrededor de 6, 5 cm. 3.- el dibujo de la suela .Es como el neumático del coche. No es lo mismo para pista rápida que para tierra batida. Debemos priorizar en tierra la adherencia en desplazamientos
4.- El grado de amortiguación. Si vamos a practicar el deporte en suelos blandos elegiremos suelas estables. Si el suelo es blando, y la zapatilla demasiado amortiguada, posiblemente tengamos sobrecargas musculares porque necesitamos más fuerza al disminuir la capacidad de rebote, y además, más control para estabilizarnos. 5:-el punto de flexión de la suela, a nivel de antepie, debe ser uniforme para que adapte a las variantes anatómicas de cada sujeto 6.-Vigilar siempre el desgaste de la suela y las posibles deformaciones del contrafuerte o de la pala, y tener presente, que aunque no hayan molestias, si el calzado no se gasta adecuadamente, no tardarán en aparecer. Si miramos la zapatilla por la suela, debemos apreciar en un desgaste normal, que se produce por la parte posterior externa del tacón, que es por donde primero apoyamos, y por la suela en la zona central. Si ponemos la zapatilla en un suelo horizontal, debemos apreciar que el contrafuerte no está desviado y se mantiene, y que el corte (la zona por donde metemos el pie) está centrado con su eje mayor mirando hacia la puntera.
7.-Ojo a la transpiración: valorar color y sistemas de evaporación. En cuentos a color saber que a mayor obscuridad, mayor absorción y por tanto el pie soportara más temperatura
.8-Si tenemos algún problema de apoyo, acudir siempre al especialista que analice nuestra mecánica y nos de la mejor solución. Una zapatilla antipronación no está personalizada, y cada individuo y cada pie puede tener un problema diferente.
9- Si usamos plantillas a medida, llevarlas en el momento de probar la zapatilla, así como el calcetín que vayamos a usar.
10.-Antes de comprar la zapatilla es aconsejable hacer algo de ejercicio para que el pie adquiera el grado de distensión que la practica deportiva produce. Ojo con los precios: no siempre la más cara es la mejor