“CAMBIOS EN LAS ESTRATEGIAS DE VIDA CAMPESINA EN EL PARAJE QUILI MALAL DE LA PROVINCIA DE NEUQUÉN”
Aportes teórico-metodológicos para el trabajo de Extensión Rural. Investigación Ing. Agr. (Mg) Hugo Gastón Marín Ministerio de Desarrollo Territorial Neuquén – Argentina Email:
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RESUMEN Se examinan las estrategias de vida de las familias del paraje Quili Malal desde la perspectiva de sobrevivencia y de reproducción social. Éstas contemplan un número indeterminado de mecanismos y conductas específicas que la unidad familiar realiza para obtener un nivel mínimo de medios para asegurar la reproducción. Estos mecanismos y acciones implementadas estarán relacionados con la capacidad productiva de la familia, los recursos disponibles, el acceso a crédito, servicios e insumos, así como a diferentes mercados de productos y fuerza de trabajo. Se consideraron a priori los conceptos de estrategias de: supervivencia, agropecuarias de subsistencia y de acumulación, para abordar las situaciones en que se hallan las familias campesinas. Se entrevistaron 14 familias que viven en el paraje a los efectos de revelar variables cuantitativas y cualitativas. Los resultados fueron sincrónicos al tiempo del estudio (octubre de 2007) y se profundizaron las estrategias de vida a través de un estudio diacrónico por medio de casos representativos. Se estableció que 4 (28,6%) de las familias entrevistadas desarrollan estrategias de supervivencia, una se circunscribe en estrategias agropecuarias de subsistencia y 5 despliegan (35,7%) estrategias de acumulación. Cuatro familias (28,6%) se encuentran en proceso de descampesinización hacia abajo. Los ingresos prediales y extraprediales resultaron claves para la determinación de las estrategias de vida. Desde el 1900 hasta 1980, las estrategias se orientaban a un esquema de autosuficiencia predial con un sistema productivo muy diversificado. Actualmente, han cambiado sus estrategias y disminuido la producción con un claro envejecimiento en las familias productoras. El estado provincial ha implementado una mezcla de programas diferentes y contrapuestos sin un claro consenso respecto a los productores minifundistas. Palabras clave: Familia, estrategias de vida, economía campesina, ingresos prediales y extraprediales y políticas estatales.
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INTRODUCCIÓN Cuando hablamos de agricultura campesina en América Latina, nos referimos al conjunto de las explotaciones basadas, fundamentalmente, en el trabajo familiar donde la familia constituye el núcleo esencial de producción y de consumo, lo que instituye una particularidad fundamental para comprender su comportamiento económico y social (Schejtman, 1979; Chonchol, 1996). La estrategia de acción de estas familias busca reproducir y mantener estas unidades de explotación para satisfacer sus necesidades personales y los requerimientos de la misma, como también para responder a las exigencias provenientes de las relaciones sociales e institucionales de dichas familias (Chonchol, 1996). El caso de las familias rurales que viven en el Paraje Quili Malal, en la región centro de la provincia de Neuquén, Argentina (ver mapa 1), examina las estrategias campesinas de vida desde la perspectiva de las estrategias de sobrevivencia y de reproducción social. Las estrategias campesinas hacen referencia, por un lado, a los mecanismos que las unidades familiares practican o ejecutan para hacer frente al problema del acceso a mínimos nutricionales y satisfactores de sus necesidades básicas para asegurar la supervivencia y reproducción social (Rivera Velez, 1999). Este conjunto de estrategias también incorpora las actividades no agropecuarias desarrolladas en la explotación y las que ocurren fuera de los límites de la unidad de producción, con el objeto de generar algún tipo de ingreso monetario o en especie. El propósito general de este trabajo fue analizar las estrategias campesinas de vida, a partir de un sujeto social concreto: las familias rurales del paraje Quili Malal. La pregunta inicial fue: ¿qué estrategias desarrollan las unidades familiares para enfrentar la producción y reproducción social de sus formas de vidas? 1.
Naturaleza y lógica de las economías campesinas:
Siguiendo a Chonchol (1996) el campesinado constituye un grupo social que presenta cuatro características esenciales ligadas entre sí: •
La explotación agrícola familiar como unidad esencial y multifuncional de organización social.
•
El cultivo de la tierra y la cría de animales como principal medio de vida.
• Una cultura tradicional específica, íntimamente ligada a las formas de vida de las pequeñas comunidades rurales. •
La subordinación al poder de entidades sociales exteriores a la comunidad campesina.
En las economías campesinas, la unidad familiar que vive del trabajo de la tierra constituye la unidad primaria y básica de la sociedad. Las familias campesinas son al mismo tiempo unidades productoras y de consumo, pero también de refugio, ya que encuentran en la producción agropecuaria su fuente de subsistencia, cuyo capital principal es su propio trabajo. Sus vínculos con el resto de la sociedad local adoptan las siguientes características: acceso diferencial a los recursos, escaso poder de negociación en el mercado de productos, desarrollo de pluriactividad(1) y combinación de ingresos prediales y extraprediales como estrategia de sobrevivencia (Bendini et al., 2004). La naturaleza de su producción está determinada por las necesidades de consumo de la familia, por el mantenimiento de la explotación de la tierra y por las obligaciones asumidas. Entretanto, el productor es dueño de los medios de producción y dirige conjuntamente con su familia el proceso técnico de la producción agropecuaria (Hernández, 1994). Ello le permite organizar el proceso productivo, tomar decisiones sobre qué y cuándo producir, cómo producir, cómo y cuánto vender.
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Realización simultánea de actividades prediales y extraprediales, ya sean éstas de índole agropecuaria como no agropecuaria, que lleva a cabo la familia y cuya importancia relativa dependerá de la particular situación socio-productiva de las distintas unidades (Neiman et al., 1999).
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Para Chayanov (Rivera Velez, 1999 y Tapella, 2003) el hogar campesino debe ser considerado como una unidad económica particular mientras que su producto anual, descontando sus gastos, debe ser considerado como el producto global de la actividad familiar. Por su propia naturaleza, este producto o ingreso es único e indivisible. El concepto básico que plantea es que existe un balance entre consumo familiar y la auto-explotación de la fuerza de trabajo, debido a que el fin último del proceso económico de la familia campesina es la subsistencia con sus consiguientes ciclos demográficos y no la obtención de una ganancia. El equilibrio depende de la dimensión de la familia y de la proporción en ella entre los que trabajan y los que no lo hacen (adultos mayores y niños pequeños). Por otra parte, Marx interpreta al campesinado como una clase social precapitalista, la cual tiende a ser totalmente desintegrada por la penetración del capitalismo. Así la expansión de la economía de mercado, el intercambio monetario, el trabajo asalariado, la producción en masa, entre otros factores, lleva a la desintegración del campesinado (Tapella, 2003). Para Marx (Rivera Velez, 1999), la visión sobre los campesinos se basa en su situación ambigua en cuanto a la clase social a la que pertenecen. Como propietarios de sus medios de producción son capitalistas, como trabajadores, son sus propios asalariados. El límite de la explotación para el campesino no es la ganancia ni la obtención de la renta, sino el salario que se abona a sí mismo después de deducir el costo de producción. Así lo básico no es el trabajo familiar sino su carácter mercantil. La economía campesina cuando participa del mercado, pasa a ser una economía mercantil simple donde el campesino vende para comprar. En términos generales, las economías campesinas tienden a maximizar el producto generado y reducir al mínimo el rubro de los insumos y medios de producción adquiridos. La finca campesina está orientada principalmente a la producción de valores de uso para la satisfacción de las necesidades, aunque también se generan valores de cambio cuando los excedentes son comercializados; sin embargo, estos últimos no buscan el lucro sino la reproducción simple de la unidad doméstica (Rivera Vélez, 1999). Así, la familia funciona como una unidad de producciónconsumo-reproducción. Si bien el modo de producción capitalista impone las condiciones para la subsistencia, son las fuerzas internas propias de los campesinos las que producen la gran capacidad y variedad de respuestas para adaptarse a determinados medio ambientes físicos, sociales y económicos. De acuerdo con Espín Díaz (1999) las estrategias de sobrevivencia de la población campesina son comportamientos sociales y demográficos, que responden a situaciones concretas de acuerdo con la posición que guarden en los sistemas más amplios de producción y de mercado. Estas estrategias están encaminadas en último término a asegurar la reproducción social de dichas unidades y de la misma sociedad campesina. Bourdieu (Gutiérrez, 1997) llama estrategias de reproducción al “conjunto de prácticas, fenomenalmente muy diferentes, por medio de las cuales los individuos o las familias tienden, de manera consciente o inconsciente a conservar o a aumentar su patrimonio, y correlativamente, a mantener o mejorar su posición en la estructura de las relaciones de clase”. De esta manera, quedan definidas las estrategias de reproducción social como “las prácticas tendientes a la reproducción de los fundamentos de una formación social, tanto materiales como biológicos, y por tanto sociales, en el marco de las cuales se efectúan actividades productivas” (Bourdieu). Desde las limitaciones y posibilidades que emergen de sus propios habitus(2), los distintos agentes sociales identifican opciones, evalúan alternativas y actúan en consecuencia (Silvetti y Cáceres, 2006). En consecuencia, y como señala Cáceres (2006) el proceso más relevante se relaciona con el cambio en el eje de la estrategia, ya que en menos de un siglo se pasó de una estrategia que ponía el foco en la diversificación productiva predial, a otra en la que domina la diversificación de actividades prediales y/o extraprediales. A los efectos de simplificar el concepto de reproducción social y facilitar su comprensión, propone lo siguiente:
(2) Para Bourdieu (Silvetti y Cáceres, 2006) los habitus como sistema de disposiciones adquiridas por medio del aprendizaje implícito o explícito que funciona como un sistema de esquemas generadores, genera estrategias que, pueden estar objetivamente conformes con los intereses objetivos de sus autores, sin haber sido concebidas expresamente con ese fin.
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Estrategias de reproducción social: ∑(EPA, EPnA, EIE) Donde:
∑: Sumatoria de las diversas estrategias.
EPA (Estrategias productivas de base agropecuaria): conjunto de estrategias desarrolladas en el interior del predio con el objeto de obtener algún tipo de producción de origen agropecuario (cultivos, granja, ganadería) independientemente de que éstas sean destinadas al autoconsumo, mercado o ambos. EPnA (Estrategias productivas de base no agropecuaria): conjunto de estrategias desarrolladas en el interior del predio con el objetivo de obtener algún tipo de producción de origen no agropecuario; por lo tanto, de retribución monetaria. Quedan incluidas en este grupo estrategias que involucran la producción artesanal, micro-emprendimientos productivos (fabricación de bloques para construcción) y venta de servicios con base en la unidad doméstica (reparación de aperos de labranza o taller mecánico). En algunos casos, parte de los bienes producidos o servicios ofrecidos pueden quedar en el predio a fin de atender las necesidades del grupo doméstico. EIE (Estrategias para la obtención de ingresos extraprediales): conjunto de estrategias desarrolladas fuera del predio con el objeto de generar algún tipo de ingreso monetario o en especie. Quedan incluidas dentro de esta categoría: − La venta directa de la fuerza de trabajo (temporario o permanente) tanto en el medio local (construcción de alambrados, cosecha o esquila a terceros) o en el medio urbano (construcción); −
Alquiler de activos productivos (bueyes, herramientas);
−
Servicios (fletes, preparación de suelos);
− Recepción de remesas, tanto en efectivo como en especie, de parte de miembros emigrados del grupo doméstico; − Aprovechamiento de los beneficios derivados de fondos gubernamentales (jubilaciones, pensiones, subsidios, proyectos) o privados (proyectos de desarrollos por ONGs); − Las ventajas obtenidas a partir del asistencialismo oficial o privado (comedores escolares, cajas alimenticias, bonos de gas, mejoras habitacionales) y el clientelismo político (planes de emergencia laboral).
2. El enfoque de las estrategias de vida El concepto de estrategias de vida ha sido definido por Chambers y Conway (1992) como las capacidades, valores (o capitales) y actividades de las familias campesinas para proveerse sus medios de vida. Por valores se entiende tanto los tangibles como los intangibles. Se consideran a priori los conceptos de: a) estrategias de supervivencia o infra subsistencia, b) estrategias agropecuarias de subsistencia y c) estrategias de acumulación o supra subsistencia. El tipo de estrategias que desarrollan las unidades familiares no se encuentra separado de los procesos de diferenciación social; al contrario, son resultante de ellos en la medida que se conjugan una serie de factores socioeconómicos para que se produzca tal situación. Las estrategias de vida contemplan así, un número indeterminado de mecanismos y conductas específicas que la unidad familiar realiza para obtener un nivel mínimo de medios para asegurar la reproducción. Estos mecanismos y acciones implementadas estarán relacionados con la capacidad productiva de la unidad familiar, los recursos disponibles, el acceso a crédito, servicios e insumos, así como a diferentes mercados de productos y fuerza de trabajo.
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En base a los elementos expuestos precedentemente y siguiendo la clasificación de Rivera Vélez (1999), se describen tres tipos plausibles de estrategias de vida, que se consideran en este trabajo. 2.1.
Estrategias de supervivencia o infra subsistencia:
Identifican un proceso de empobrecimiento en el cual los campesinos no son capaces de obtener de la tierra el ingreso suficiente para vivir y deben orientar sus actividades hacia otras formas (o fuentes) de ingreso para reproducir su vida. Es muy común la complementariedad entre la producción agrícola destinada al autoconsumo y trabajo asalariado, sin descartar otras formas de ingresos prediales o extraprediales. Para Chonchol (1996) un aspecto clave, en este tipo de estrategias, es el desplazamiento de la fuerza de trabajo familiar en una misma región o no, para aumentar los ingresos suplementarios. Estas migraciones pueden ser definitivas, de larga duración o estacionales. Todas estas condiciones conllevan a la proletarización y a la desaparición de la condición campesina (Carballo González, 1996), en un proceso de descampesinización hacia “abajo” (Murmis, 1991).
2.2.
Estrategias agropecuarias de subsistencia:
Corresponden a las familias campesinas que mediante una serie de actividades en sus parcelas, fincas o chacras buscan obtener y producir bienes para el consumo doméstico y para ser transados en el mercado. Este tipo de subsistencia abarca a pequeños productores que eligen distribuir los recursos: tierra, mano de obra, agua, bienes de capital; en forma tal que les permita conseguir el objetivo de producir cierto tipo de bienes para asegurar un ingreso mínimo para la sustentación de la familia. Un componente destacable se refiere a las prácticas de autoabastecimiento que representan un importante ingreso invisible para las familias campesinas. Generalmente este tipo de estrategia corresponde a una producción mercantil simple, puesto que la principal fuente de ingreso son las parcelas, cuya producción es intercambiada por dinero pero sin que exista necesariamente una reinversión en el proceso. De esta manera no existe acumulación, sino un intercambio de mercancías por valores de uso. Para Carballo González (1996) la conforman aquellos pequeños agricultores que generan un volumen de recursos equivalente a sus requerimientos de reproducción simple (familiares y unidad productiva), pero que no tienen capacidad de crecer.
Según Rivera Vélez (1999) se hace notoria igualmente la venta de fuerza de trabajo vía la migración, existiendo un equilibrio entre los componentes prediales y extraprediales. 2.3. Estrategias de acumulación:
Incluyen a familias campesinas que tienden a la especialización productiva agropecuaria con una mayor inversión en las fincas o chacras bajo su control y una capacidad de gestión relativamente autogestionaria. Una de las limitaciones de esta estrategia es la falta de control sobre los procesos de intermediación de sus productos. Así la dinámica de acumulación de estas familias es más bien lenta. Por lo general, a estas familias campesinas se las denomina “pequeños agricultores capitalizados” o “productores familiares excedentarios”, con producciones e ingresos adicionales que les permiten la reproducción simple y la generación de excedentes para la acumulación (Carballo González, 1996). En esta, además de estar presente la mano de obra familiar en el proceso productivo, aparece la mano de obra asalariada con un papel decisivo (Murmis, 1991). La permanencia de las familias campesinas en el tiempo, como grupo social, cultural, modo de vida o forma de producción, es un hecho admitido. Sin embargo, las unidades individuales que lo conforman son menos estables y constantemente están sometidas a movilidades “ascendentes” o “descendentes” sobre todo a causa de su evolución económica (Carballo González, 1996). Acordando con Murmis (1991) “es positivo pensar que las unidades campesinas no sólo son parte de
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un conjunto más amplio, sino también que tienden a estar en flujo hacia, o resistiendo el flujo hacia otros tipos de unidades productivas que se asemejan”. OBJETIVOS • Analizar las estrategias campesinas que desarrollaron las familias rurales del paraje Quili Malal para enfrentar la producción y reproducción de sus formas de vida desde el 1900 hasta la actualidad. • Identificar momentos diferenciales en el análisis diacrónico de las estrategias campesinas que desarrollaron las familias rurales analizando sus causas. • Comparar las estrategias campesinas utilizadas y las actuales de las familias del paraje Quili Malal para enfrentar la producción y reproducción de sus formas de vida.
HIPÓTESIS • En el paraje Quili Malal coexisten estrategias campesinas de vida de supervivencia, agropecuaria de subsistencia y de acumulación, resultantes de diferentes procesos socio políticos en los que están insertas las familias rurales. • Las estrategias campesinas de vida de supervivencia, agropecuaria de subsistencia y de acumulación de las familias minifundistas del paraje Quili Malal, responden a las condiciones económicas del contexto regional, modificando su condición de campesinos. • Las estrategias campesinas de vida de supervivencia, agropecuaria de subsistencia y de acumulación de las familias minifundistas del paraje Quili Malal, responden a las condiciones de intervención del Estado provincial, modificando su condición de campesinos.
METODOLOGÍA APLICADA La metodología de trabajo fue el estudio de caso de las estrategias campesinas de vida de las familias rurales del paraje Quili Malal, siendo la unidad de análisis las familias con trayectoria marcada e identificadas con la producción agropecuaria. La propuesta se centró en la realización de entrevistas en profundidad a 14 familias(3) de las 50 que viven en el paraje y que representan al 60% de las 23 que están desarrollando alguna actividad agropecuaria. Las entrevistas realizadas en octubre de 2007 relevaron variables cuanti y cualitativas, mediante preguntas cerradas a respuesta única o múltiple, así como preguntas abiertas. El objeto fue recabar datos primarios y se analizaron las siguientes variables: tenencia y uso de la tierra, producción agropecuaria y su destino, existencias ganaderas, composición de las unidades familiares, origen, nivel de escolaridad, división del trabajo entre los miembros familiares, ingresos prediales y extraprediales, migración, patrones de consumo y el rol del Estado provincial, entre otros. Si bien los resultados fueron sincrónicos al tiempo del estudio (2007), se profundizaron las estrategias de vida que desarrollaron las familias a través de un estudio diacrónico por medio de casos representativos con pobladores del lugar indicados como referentes por las propias familias que viven en el paraje. Una parte importante de los datos secundarios, fueron los registros escritos que proceden del trabajo realizado en terreno por el autor como extensionista asignado a la región durante 5 años desde 1998 a 2003.
(3) El carácter familiar de la producción agropecuaria campesina ha sido reconocido por varios autores (Hernández, 1994). La unidad económica que se analiza no es la parcela o predio, sino la familia, cuyos miembros participan en los procesos agropecuarios que se dan en las unidades de producción.
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN 1. Aspectos naturales y ambientales del área de estudio. Quili Malal(4) es un pequeño paraje ubicado entre los 38º 19´ latitud sur y los 69º 47´ de longitud oeste a 575 m.s.n.m., sobre la margen derecha del río Agrio, distante a 92 Km de la ciudad de Zapala, en el departamento Picunches de la provincia de Neuquén (ver mapa 1). Su temperatura promedio anual es de 12,5 ºC, con una precipitación promedio de 169.2 mm anuales (Acattatis, 2005). Se encuentra en la región ecológica de monte austral con un dominio florístico de estepas arbustivas medias; las especies representativas son: zampa (Atriplex lampa), jarillas (Larrea divaricata y Larrea cuneifolia), vidriera (Suaeda divaricata), peinecillo (Haplopappus pectinatus) y verbena (Verbena seriphiodes) (SSD Neuquén, 2003). El paisaje se encuentra rodeado por cerros y sierras. Los grandes grupos de suelos dominantes son: Calciortides, Paleortides, Torripsamentes y Torriortentes. La característica llamativa es el color rojizo, tanto de los suelos como de las áreas serranas. El estado de la desertificación se encuentra entre medio a grave (SSD Neuquén, 2003), además, no se debe descartar el efecto de las crecidas del río Agrio (erosión hídrica) que año tras año viene disminuyendo la disponibilidad de suelos agrícolas en la zona de chacras. Los suelos de las chacras o fincas se presentan escasos en materia orgánica, donde la textura del horizonte superficial es franco arcilloso o arcillo limoso de color pardo rojizo. La profundidad efectiva varía desde los 0,8 mts hasta 1,8 mts, dependiendo de la ubicación en el paisaje (Marín, inédito). A continuación se observa en el mapa la ubicación del lugar de estudio. Mapa 1. Departamentos y cabeceras de la provincia de Neuquén
Provincia de Neuquén
República Argentina
Área de estudio
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Quili Malal significa Corral Colorado en la lengua mapuche.
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2. Un poco de historia: las estrategias de vida campesinas en los albores de Quili Malal Históricamente, la provincia de Neuquén vivió un proceso de poblamiento de inmigrantes chilenos, grupos indígenas -araucanos- que ingresaron masivamente desde el siglo XIX comercializando ganado y que fueron desterrados a tierras marginales o fuera de la provincia cuando Argentina adoptó el modelo agro-exportador de carnes y cereales. Por sus características de accesibilidad, la Cordillera de los Andes en el área de la norpatagonia argentina, sirvió de eje vertebrador de un espacio integrado socioeconómicamente con las provincias del sur chileno: Maule, Linares, Ñuble, Concepción, Valdivia, Osorno, entre otras; que actuó y sobrevivió por encima de los límites políticos y administrativos impuestos al territorio a partir de la conquista militar (Bandieri, 2002). Seguidamente, se impuso una frontera acordada entre los gobiernos de Chile y Argentina: la Cordillera de los Andes, como límite geográfico y político. Sin embargo, la organización social reinante prosiguió casi inalterada porque primó la fórmula de “cordillera libre”. Hacia 1880 se desarrolló una intensa actividad ganadera extensiva en el norte neuquino, con asentamientos humanos concentrados para la época (Bandieri, 2002). Históricamente el paraje Quili Malal se caracterizó por la presencia de explotaciones agropecuarias campesinas conformadas por migrantes chilenos que se dedicaban a la obtención de productos agropecuarios destinados a satisfacer las necesidades básicas para la vida doméstica y el ciclo productivo. Respecto a esto, resulta ilustrativo el relato de Juan, uno de los campesinos de la región.
“… Los primeros pobladores, según el relato de mi viejo data de 1880 – 1890, fueron las familias Rosales, Villegas, Soto, Acuña, Melo. Nosotros llegamos en 1916. Venían casi todos de Chile. Mis abuelos entraron por el norte [a la provincia de Neuquén], mi abuelo por parte de padre estuvo radicado en Las Ovejas y Villa Nahueve, se vino por el río Neuquén abajo hasta acá (…) Se dedicaban a la agricultura y a la crianza de animales: vacunos, cabríos, cerdos, ovejas, también gallinas y pavos (…)Cereales se hacía mucho, el trigo se hizo hasta hace pocos años, harán 20 años (5) (6) atrás, se hicieron las últimas trillas a caballo, con el trigo se hacía harina pero también: mote , ñaco (7) o locro . Se llevaba a lomo de mula al norte, a Taquimilán porque había un molino ahí que se movía con el agua. Esto se hizo desde 1916 hasta más de 1940. La carne se hacía charqui(8), no había heladera, no había nada…”. [Juan, 71 años, diciembre de 2007].
La mayoría de las actividades productivas que realizaban los campesinos se destinaban al consumo familiar. Se mantenía un sistema productivo muy diversificado y que se apoyaba en un ecosistema relativamente rico en recursos naturales de acuerdo con ese ambiente. El sistema de cría extensiva se sustentaba en la existencia de forrajes y la presencia de límites prediales flexibles debido a la ausencia, en principio, de alambrados. La tecnología era sencilla, rudimentaria y altamente demandante de mano de obra. Para la preparación de los terrenos de cultivo se utilizaban arados de palo y posteriormente de mancera y la rastra de palo, tirados por caballos. En esta economía de parentesco y vecindad se conformaba una matriz social que estructuraba los intercambios de bienes y servicios (herramientas y trabajos agrícolas) entre las familias asentadas. Así, concordaban redes de solidaridad y reciprocidad que garantizaban la fuerza de trabajo necesaria (9) en las épocas críticas del ciclo productivo, construyendo un verdadero capital social rural:
“… Con las semillas se hacía intercambio a la cosecha de: arveja, trigo, maíz, poroto, tomate, papa. Las chacras se regaban sacando canales del río con bocatomas caseras. Se trabajaba con la unión (5)
Mote: grano de trigo hervido y pelado. Ñaco: grano de trigo tostado y luego molido (7) Locro: grano de trigo calentado en agua, pelado y luego partido usado en sopas. (8) Charqui: carne deshidratada, se la cubre con sal y se la expone al sol, para su posterior consumo. (9) Capital Social: conjunto de relaciones sociales basadas en la confianza y los comportamientos de cooperación y reciprocidad. Se trata pues de un recurso de las personas, los grupos y las colectividades en sus relaciones sociales con énfasis en las redes de asociatividad de las personas y los grupos (Gutiérrez, 1997 y Silli, 2005) (6)
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de todos los pobladores, de todo. En esa época, la única comisión que había cuando tuve conocimiento [aproximadamente 1950] era la Comisión de Regantes, con un Juez de agua y un suplente…” [Juan, 71 años, diciembre de 2007].
Desde el punto de vista cultural, los pobladores inauguraron la creación y transmisión de conocimientos técnicos, construidos y difundidos a nivel local a través de redes de diálogo. La ayuda mutua, el préstamo de herramientas y la transmisión de conocimientos técnicos locales, constituían un sólido colchón que amortizaba los efectos de la pobreza, aislamiento y desempleo (Sili, 2005). Se combinaba un esquema de autosuficiencia predial relativa, producto del aislamiento respecto a los mercados de bienes y servicios, con la posibilidad de obtener un ingreso monetario adicional a través de la comercialización del excedente producido:
“… Las familias llevaban a vender con carro a la mina Continental [a 100 km de Quili Malal] trigo, zapallo y algo de otras hortalizas. Navarrete y Ramos, llevaban a Zapala pollos y pavos al Hotel Zapala, se llevaban vivos en el carro (…) En Zapala se compraba la ropa en las tiendas…” [Juan, 71 años, diciembre de 2007].
En aquellas épocas, la escuela rural generó en el entorno un ambiente de socialización y de construcción simbólica del lugar y la identidad rural, no sólo para los alumnos, sino para todos los habitantes del paraje. En 1949 la directora suplente de la escuela expresaba en el Libro de hechos históricos:
“…Funciona la escuela primaria nacional Nº 14 con 33 alumnos censados, y está establecido un puesto de “Gendarmería Nacional” que juntamente con la escuela contribuyen al adelanto de la población…”
El rol de la escuela fue doble: por un lado, comenzó con la alfabetización de los niños del paraje, y por otro, organizó y reforzó en torno a ella una red social densa y estable. Otro aspecto importante que contribuyó al trabajo asociativo y al reforzamiento del capital social fue la creación de la Asociación de Fomento Rural Quili Malal (AFR), en el año 1966, cuya finalidad fue promover el mejoramiento técnico y social de los productores agropecuarios de la zona.
3. Las familias actuales Las 14 familias(10) entrevistadas corresponden al 60% de las que se encuentran desarrollando una actividad productiva, dentro de las 45 chacras o quintas delimitadas. Es válido destacar que 13 chacras de ese total se encuentran sin producción o abandonadas y las 14 familias ocupan 18 chacras. Poseen una casa habitación por familia y en general no se observa hacinamiento. Las casas en su mayoría son de material y han sido construidas con esfuerzo propio y en otros casos, a través de programas del gobierno provincial, por medio de mejoramiento habitacional o de construcción de casas nuevas a partir del año 2003. Sólo tres familias encuestadas poseen casa de adobe. 3.1.
Características socio-demográficas
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La unidad de observación Familia queda definida como un núcleo conyugal primario más el eventual agregado de otros parientes no-nucleares y/o de no-parientes, todos los cuales residen en la misma vivienda y comparten el consumo (INDEC, 1996).
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Los jefes y jefas(11) de la unidad productiva presentan una edad promedio de más de 60 años (61,4 años), en un solo caso la edad del jefe de la explotación es de 36 años. En todos los casos los jefes de la explotación son varones a excepción de un caso donde está cargo de una de las hermanas del titular de la chacra. La población es de origen criollo en su mayoría y existen lazos de parentesco entre las distintas familias. El número de integrantes por grupo familiar es de 3,1 miembros. La categoría hijos/as presenta un promedio de edad de 23,7 años, siendo mayoritaria (n=5) la franja etaria de menores de 14 años. En lo que respecta al nivel de instrucción alcanzado por los jefes/as y cónyuges, en general es bajo. Los hijos/as y nietos de estas familias han terminado o están cursando la escuela primaria en el paraje. Sólo tres familias han enviado a sus hijos a la ciudad de Zapala para que continúen sus estudios de nivel medio. En cuanto a su condición migratoria, 11 jefes de la unidad de producción nacieron en el lugar; sin embargo, en 5 de esas familias, los cónyuges nacieron en otros puntos del territorio provincial. Del resto, una familia proviene de la localidad de Loncopué, otra del paraje Chorriaca y una última de Chile. Los miembros o familias que provienen de otros lugares se asentaron entre 1950 y 1970. De las familias entrevistadas, se pudo determinar que en 5 se registra la emigración de por lo menos un integrante. En los últimos cuatro años, 9 personas migraron hacia otro lugar por razones de trabajo, y en menor medida, por estudio. Es importante destacar que en ningún caso los migrantes envían remesas de dinero o bienes a sus familias del paraje. 3.2.
Tierra: superficie, tenencia y uso
El promedio de tierras con límites de las familias entrevistadas es de 4,90 has, variando entre 1,50 has. a 15 has. En tres casos ocupan 2 chacras pertenecientes a cada uno de los cónyuges, lo que incrementa el acceso a la tierra por parte del grupo familiar. Las familias 5, 9 y 10 del cuadro Nº 3 (página 15) poseen tierras fiscales sin delimitar en las cercanías del paraje y que son utilizadas como invernadas y veranadas para desarrollar ganadería extensiva (caprina, ovina y bovina). La familia 3 dispone en el paraje de tierra fiscal para invernada y otra como veranada pero fuera de Quili Malal. Entre tanto, la familia 13 dispone de tierras fiscales para invernada y veranada en el departamento Loncopué. Estas últimas dos familias, practican así la trashumancia entre invernada y veranada. En lo que respecta a las chacras, en su mayoría (90%) se encuentran sistematizadas(12) y delimitadas con alambrado perimetral. De la superficie sistematizada sólo se utiliza el 50% de la misma. Considerando el uso de la tierra, todas las familias cultivan alfalfa (Medicago sativa) en una superficie variable de 0,3 a 3,0 hectáreas, cuyo uso final es la elaboración de fardos (heno) con rindes de 290 a 330 fardos por hectárea. La producción hortícola es llevada adelante por 12 familias (86%) y las especies más frecuentes son: cebolla (Allium cepa), arveja (Pisum sativum), tomate (Lycopersicum esculentum), papa (Solanum tuberosum), pimiento (Capsicum annun), lechuga (Lactuca sativa), acelga (Beta vulgaris var. cicla) y maíz para choclo (Zea mays). Actualmente sólo 3 familias las producen para su autoconsumo y comercialización y el resto para autoconsumo únicamente. Poseen un monte frutal, variando desde unas pocas plantas hasta más de 500 frutales. Los más abundantes son: duraznos (Prunus persica), cerezos (Prunus avium) y manzanos (Malus domestica). 3.3.
Existencias ganaderas y actividades de granja
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Se elige al Jefe por la “vía del reconocimiento”: es decir, el Jefe de la unidad productiva es aquella persona que es reconocida como tal por los restantes miembros de esa unidad productiva. Esta metodología implica una fuerte connotación subjetiva por parte de la población (INDEC, 1996). (12) Se consideran a aquellas chacras donde el suelo ha sido efectivamente desmontado, emparejado y nivelado, con las obras necesarias para conducir y distribuir el agua de riego, siguiendo la pendiente natural o artificial del mismo.
[10]
La producción ganadera es llevada a cabo por 10 unidades productivas, que realizan cría extensiva bovina, ovina y caprina. Si bien se encuentran presentes las tres especies ganaderas, cobra mayor importancia la bovina por el número total de animales registrados (467 cabezas vacunas) y le sigue la caprina con 1101 cabezas. Transformando las unidades bovinas en unidades ganaderas menores (u.g.m.)(13) y cuantificando así el número total de cabezas (bovinos, ovinos y caprinos), nos encontramos que éstas varían entre 710 u.g.m. a 1949 u.g.m. Dos de las familias que cuentan con las u.g.m. ubicadas en los extremos (710 y 1949 respectivamente), estarían representadas bajo la modalidad de criancero trashumante agricultor, dado que desplazan sus animales desde los campos bajos y áridos de invernada a los valles altos de las veranadas cordilleranas (Bendini et al., 2004) en el departamento Loncopué. Las familias disponen de instalaciones precarias para el manejo de los animales y la conservación del forraje. Así se observa construcciones de corrales y tinglados de escasos metros cuadrados. La actividad granja se encuentra menguada y está representada por la producción avícola de doble propósito: el huevo y pollo estilo “campo”. La alimentación se realiza en las primeras etapas con alimentos balanceados, que son adquiridos principalmente en Zapala, y luego se utilizan alimentos propios de las chacras, logrando productos de baja contaminación. Así 12 familias llevan adelante la actividad con un promedio de 13 aves cada una, cuya producción es volcada al autoconsumo familiar. La producción de cerdos ha dejado de realizarse al igual que la de conejos; sólo una familia posee 20 conejos. La apicultura corre la misma suerte dado que únicamente una familia posee 4 colmenas. 3.4.
Mano de obra permanente
Cuando se analiza la mano de obra permanente en la unidad productiva, se observa que en promedio son dos personas del grupo familiar (más precisamente 2,2 personas). Al mismo tiempo, tanto para mujeres como para varones, el 50% de los casos está representado por la franja etaria de 40 a 64 años, el 35% por la franja de 15 a 39 años y el 15% restante por los mayores de 64 años, indicando un envejecimiento de la mano de obra y escaso a nulo reemplazo generacional. Cuadro Nº 1. Mano de obra permanente familiar en la unidad productiva. Familia
Varones
Mujeres
Total General
Edad (años)
Total
Edad (años)
Total
1
40-64
1
40-64
1
2
2
> 64
1
> 64
1
2
3
40-64
1
4
40-64
1
40-64
1
2
5
40-64
1
15-39
1
3
40-64
1
1
6
15-39
1
40-64
2
3
7
> 64
1
40-64
1
2
8
40-64
1
15-39
1
2
9
15-39
1
15-39
1
2
10
40-64
1
40-64
1
2
(13) Una cabeza ovina o caprina = una unidad ganadera menor. Una cabeza de ganado bovino = 10 cabezas ovinas o caprinas.
[11]
11
> 64
1
12
> 64
1
13
> 64
14
1
1
40-64
1
< 14
1
> 64
1
15-39
1
40-64
2
15-39
1
3
4
2
Fuente: elaboración propia sobre la base de los datos recolectados en las entrevistas. 3.5.
Destino de la producción
Lo producido en las chacras o quintas se destina: a) sólo al autoconsumo y b) al autoconsumo y a la comercialización. En ninguna de las unidades productivas el destino final fue solamente la comercialización, siempre está acompañada con al algún grado de autoconsumo; mejor dicho, el autoconsumo siempre está acompañado por algún porcentaje de comercialización. Esta última se produce dentro del paraje, en los parajes vecinos o en Zapala. Se muestra de manera más detallada el destino de la producción agropecuaria en el cuadro siguiente. Cuadro Nº 2. Destino de la producción agropecuaria Familia 1
Destino
Producto
Total
Destino comercial Local
Venta
Fardos de alfalfa
20 u
Autoconsumo
Hortalizas y frutas
125 kg
Venta
Fardos de alfalfa
50 u
Local
Venta
Hortalizas y plantines*
8000 u
Local y Feria de Zapala
Autoconsumo
Fardos de alfalfa
150 u
Autoconsumo
Hortalizas, plantines, huevos
3000 u
Autoconsumo
Corderos
8
Venta
Terneros
10 u
Local y Zapala
Venta
Fardos de alfalfa
40 u
Bajada del Agrio
Autoconsumo
Fardos, terneros, huevos
220 u
4
Autoconsumo
Fardos de alfalfa, frutas, huevos
100
5
Venta
Terneros
15
Local
Venta
Chivitos/capones
80
Local
Autoconsumo
Hortalizas y frutas
S/d
Autoconsumo
Fardos de alfalfa
400
2
3
6
Venta
Terneros
1
Autoconsumo
Terneros
3
Autoconsumo
Hortalizas, huevos
S/d
[12]
Local
7
8
9
Venta
Novillitos
30
Zapala
Venta
Nueces peladas
150
Zapala
Autoconsumo
Hortalizas, frutas y huevos
S/d
Autoconsumo
Hortalizas, frutas y conejos
S/d
Venta
Cerezas
80
Local
Venta
Novillos
12
Zapala, Chihuidos
Venta
Terneros
6
Zapala, Bajada del Agrio
Autoconsumo
10
Hortalizas, terneros, fardos
S/d
Venta
Terneros
20 u
Zapala
Venta
Vacas
2u
Zapala
Autoconsumo 11
Venta Autoconsumo
12
13
260 u
Hortalizas
120 kg
Hortalizas, frutas y huevos
Local
S/d
Venta
Chauchas
20 kg
Local
Venta
Castañas
7 kg
Local
Autoconsumo
Hortalizas, frutas y huevos
S/d
Autoconsumo
Corderos/capones
7u
Venta
Lana
145 kg
Venta
Pelo
200 kg
Venta
Novillos
10 u
Venta
Terneros
8u
Venta
Chivitos/capones
20 u
Hortalizas, chivos y ternero
S/d
Venta
Fardo alfalfa
60 u
Autoconsumo
Fardo alfalfa
60 u
Autoconsumo
Huevos, pollos, frutas, hortalizas
S/d
Autoconsumo
14
Hortalizas, frutas y forraje
Zapala
Local
Fuente: elaboración propia sobre la base de los datos recolectados en las entrevistas.
* Corresponde a plantines de hortalizas tales como: tomate, pimiento, cebolla y berenjena. S/d: cuando la familia no puede determinar cuánto es el total que autoconsume en cantidades físicas.
3.6.
Ingresos extraprediales
Podemos observar que, en referencia a los ingresos extraprediales, están comprendidos en tres categorías básicas:
[13]
a) Aprovechamiento de los beneficios derivados de fondos gubernamentales: jubilaciones, pensiones, subsidios agropecuarios. b) Ventajas obtenidas a partir del asistencialismo oficial: bono gasífero, caja de víveres secos, becas, colchones y frazadas y planes laborales. c) Venta directa de la fuerza de trabajo.
En lo que respecta al primer ítem, cuatro familias reciben Planes Laborales de 150,00 $/mes, siendo beneficiarios hijos y hermanos del jefe de la unidad productiva. Estos planes están dirigidos a personas desocupadas mayores de 18 años y prevén una contraprestación de servicios por cuatro horas diarias, que es fijada por la Comisión de Fomento local. A partir de 2007 los jefes y/o sus cónyuges de 7 familias perciben pensiones que oscilan los $ 317,00 beneficiando a personas cuyas edades superan los 60 años. En lo referente a otros subsidios otorgados por el Estado provincial, se incluyen los destinados a la producción agropecuaria. De las familias entrevistadas, un total de 9 familias se han beneficiado en los últimos 4 años. Se corresponden con insumos tales como: polietileno para invernadero; semillas de hortalizas y de alfalfa; postes, alambres y varillas para alambrados perimetrales. Todos estos insumos fueron canalizados a través de la AFR y en general, la última entrega se correspondió con la emergencia climática de junio de 2006, tras la crecida del río Agrio. Como consecuencia de este fenómeno, alambrados, cultivos de alfalfa, cobertizos, quedaron embancados por arcilla y en otros casos arrastrados por la corriente hídrica (Marín, inédito). En relación al segundo ítem (b), la totalidad de las familias reciben el bono gasífero compuesto en general de 2 garrafas de 10 kgs cada mes, que dependiendo de las circunstancias (familia numerosa o condiciones climáticas) pueden ser reemplazadas por envases de 45 kg (“tubos”). Este bono forma parte del Programa de Asistencia Energética cuya finalidad es disminuir el consumo de leña para cocina y atenuar los efectos de la desertificación. De las 14 familias entrevistadas, 9 reciben de manera mensual la caja de víveres secos(14), del Programa de Emergencia Alimentaria, variando de 2 a 5 cajas por familia y dependiendo del número de integrantes de la misma. El objetivo es asistir a las familias con riesgo nutricional y este programa es administrado por la Subsecretaría de Acción Social y distribuido por la Comisión de Fomento. Al mismo tiempo, estas familias una vez al año reciben colchones y frazadas del Programa de Contingencia Climática. En este caso, las entregas corresponden de acuerdo con la ocurrencia de emergencias climáticas (nevadas, inundación, sequías) en el año, por tanto, son ocasionales. Finalmente y para el último ítem, la venta directa de la fuerza de trabajo es realizada por 5 jefes de explotación, de los cuales sólo 2 se corresponden con el sector agropecuario. Unos de ellos es el tractorista de la AFR local y el otro, realiza actividades tecnico-administrativas, ambos como personal del Ministerio de Producción y Turismo. En cuanto a los restantes jefes, uno es el Agente Sanitario del paraje, otro se desempeña como maestro de huerta en la escuela Nº 14 y el último como empleado de obra en la Comisión de Fomento local. 3.7.
Trabajo asociativo
Todas las familias encuestadas son socias de la AFR local. Una de las características importantes de la AFR y que la diferencia de otras, es que siempre ha estado organizada y funcionando. Desde 1966, como asociación simple, hasta obtener su personería jurídica en 1983. La AFR siempre se ha mantenido activa en el paraje, de hecho la creación de la Comisión de Fomento (en mayo de 1991) nace por un expreso pedido de los pobladores nucleados en la misma.
(14)
La caja de víveres secos está compuesta por: 2 cajas de leche en polvo de 800 gr, 2 botellas de aceite comestible de 900 cm3, 2 kg de azúcar, 1 caja de puré de tomates, 4 paquetes de fideos de 500 gr, 1 kg de yerba mate, 2 paquetes de arroz, 2 kg de harina, 500 gr. de sal fina, 2 latas de picadillo de carne, 1 kg de harina de maíz y 1 mermelada de 500 gr. Se calcula su valor en $73,00 a octubre de 2007.
[14]
Actualmente, 12 de las familias entrevistadas requieren los servicios de la AFR y en promedio demandan (contratan) 29 horas al año para las labores de aradas y complementarias, además del corte, rastrillado y enfardado de la alfalfa. Cuando se consultó a las familias entrevistadas si se organizaban entre ellas para la adquisición de agroquímicos y semillas, respondieron en un 80% de manera negativa; sin embargo, sí reconocieron que lo hacen a través de la AFR. Por otra parte, las familias que comercializan sus hortalizas en la Feria Franca de la ciudad de Zapala, lo hacen utilizando la camioneta que dispone la AFR.
4.
Las actuales estrategias campesinas de vida en Quili Malal
En un mismo espacio micro regional coexisten diversas estrategias campesinas de vida resultantes de los procesos de diferenciación social en que están insertas las familias rurales del paraje. Resulta evidente que, independientemente del tipo de estrategia que desarrollen las unidades familiares, siempre está presente el ingreso extrapredial en mayor o en menor grado. Estas familias expresan en sus estrategias de vida ciertas lógicas productivas, comportamientos particulares en relación al uso y destino de sus recursos, modalidades diversas de inserción en los mercados de productos y diferente grado de utilización de tecnología que varía entre la tradicional y la moderna. Para la descripción, clasificación y organización de las distintas estrategias de vida de las familias en estudio, se consideraron las siguientes variables: ingresos prediales y extraprediales anuales, porcentaje de autoconsumo y de venta de la producción agropecuaria, superficie de tierra a la cual acceden, superficie con cultivos, unidades ganaderas como u.g.m., integrantes del grupo familiar, edad promedio de la mano de obra y medio de transporte. Las mismas se resumen en el cuadro Nº 3 de la página siguiente. En lo referente a los ingresos prediales, los mismos fueron calculados en base a la información recabada en las entrevistas, considerando las unidades producidas tanto para autoconsumo como para su comercialización durante el año productivo. Es decir, se valorizó la producción detallada en el cuadro Nº 2 (página 12) del presente trabajo, a precios de mercado y en pesos ($) para octubre de 2007. En lo que respecta a los ingresos extraprediales, se utilizó la información obtenida de en las entrevistas y de la aportada por la Comisión de Fomento de Quili Malal. La valoración se realizó en pesos ($) para octubre de 2007, para cada una de las familias entrevistadas.
[15]
Cuadro Nº 3. Variables utilizadas para categorizar las estrategias de vida de las unidades familiares
Familia
Ingresos Prediales anuales
Ingresos Extraprediales anuales
Porcentaje de Autoconsumo
Porcentaje Tierra Total de Venta en hectáreas
U.G.M.
Hectáreas Alfalfa
Hectáreas Hortalizas
Integrantes por Familia
Edad Mano de Obra
Vehículo
1
$ 430,00 (2,4%) $ 17.400,00 (97,6%)
58
42
8,9
0
0,50
0,0000
2
52,0
1 auto
2
$ 5.550,00 (32,1%) $ 11.728,00 (67,9%)
70
30
4.2
24
1,50
0,4000
3
68,0
0
3
$ 7.988,00 (51,1%)
$ 7.660,00 (48,9%)
29
71
4,7 + (Inv Ver)
710
0,50
0,0100
3
47,5
0
4
$ 2.450,00 (22,8%)
$ 8.281,00 (77,2%)
100
0
1,5
70
0,25
0,0000
3
58,0
0
5
$ 21.600,00 (74,0%)
$ 7.570,00 (26,0%)
28
72
2,5 + (Inv Ver)
891
2,00
0,0200
5
60,0
1 camioneta
$ 2.150,00 (9,6%) $ 20.190,00 (90,4%)
83
17
5,6
120
0,10
0,0060
4
57,6
0
$ 9.860,00 (23,7%)
15
85
15
380
3,00
0,7500
2
71,0
0
8
$ 950,00 (3,5%) $ 26.600,00 (96,5%)
100
0
1,5
19
0,10
0,0200
5
40,5
1 auto
9
$ 16.415,00 (47,2%) $ 22.880,00 (58,2%)
27
73
1,5 + (Inv Ver)
1194
0,75
0,0075
4
36,0
1 camioneta
10
$ 12.450,00 (22,6%) $ 42.750,00 (77,4%)
35
65
6,4 + (Inv ver)
470
2,00
0,0120
2
62,0
1 camioneta
6 7
$ 31.700,00 (76,3%)
11
$ 3.330,00 (29,5%)
$ 7.981,00 (70,5%)
91
9
2,9
0
0,90
0,0120
2
64,5
0
12
$ 2.405,00 (14,6%) $ 14.111,00 (85,4%)
96
4
5,4
13
0,80
0,5000
3
56,3
0
13
$ 17.165,00 (55,0%) $ 14.031,00 (45,0%)
19
81
5,4 + (Inv Ver)
1949
0,40
0,0300
6
53,0
1 camioneta
14
$ 1.715,00 (6,5%) $ 24.600,00 (93,5%)
73
27
4,8
70
0,50
0,2100
3
40,0
1 auto
Fuente: elaboración propia sobre la base de los datos recolectados en las entrevistas.
[16]
4.1. Estrategias de supervivencia En este tipo de estrategia se hallan 4 de las unidades familiares encuestadas (28,6 %) y está representado por las familias 2, 4, 11 y 12 del cuadro Nº 3. Su lógica de producción se canaliza al autoconsumo y la mayor parte de sus ingresos son obtenidos a través de los ingresos extraprediales, resultando en promedio un 75% del total de los ingresos. Así, los ingresos extraprediales quedan conformados por: planes laborales, pensiones por vejez, caja de víveres secos, bono de gas y subsidios agropecuarios (semillas, postes, alambre, entre otros) y ascienden a un promedio anual de $ 10.525,25 por familia. Los ingresos prediales representan un promedio anual de $ 3.433,75 por familia, siendo el aporte del autoconsumo el 89,25% de ese total. El promedio de tierra al que acceden estas unidades familiares es de 3,48 has. En ella se cultivan hortalizas como: cebolla, papa, tomate, choclo, arveja, haba, poroto, acelga, lechuga, entre otras. Asimismo, en sus plantaciones se observan frutales: cerezos, duraznos, manzanas, con una media de 157 plantas por familia. Una sola familia no produce hortalizas. Estas familias solicitan los servicios de maquinaria que presta la AFR local por un total cercano a las 26 horas al año. Por otra parte, ellos dedican a sus labores diarias un total de 7 horas. El conjunto de u.g.m por familia oscila las 27 cabezas. La especie más numerosa es la ovina y representa un total de 27 cabezas, de las cuales 2 familias son sus poseedoras. Una sola familia posee 7 vacunos (70 u.g.m.). Todas las familias crían aves tanto para carne como para producción de huevos. Las familias de este grupo poseen 2,75 miembros por unidad familiar, con una edad promedio de 58.1 años. Sólo en dos familias sus hijos han migrado por trabajo y por estudio y en ningún caso envían remesas de dinero. En el particular caso de estas estrategias de supervivencia, el eje de la reproducción familiar a las que hace uso estas 4 familias, se sustenta sobre la base de las pensiones por vejez. Al mismo tiempo, pone en evidencia una situación de descomposición de las unidades familiares campesinas, dado que las familias son incapaces de generar los ingresos necesarios para asegurar la reproducción simple (Carballo González, 1996). Por tal motivo, las familias recurren a otros ingresos complementarios para asegurar la supervivencia. Esta evolución descripta conduce a la semiproletarización y a la desaparición de unidades previamente campesinas, es decir, una descomposición de la condición campesina en que predomina el movimiento hacia abajo (Murmis, 1991). A continuación se presenta un caso representativo de este tipo de estrategia. Familia Nº 2, Juan y señora Esta unidad familiar está compuesta por el jefe de familia, su esposa y su nieto; siendo sus edades respectivas 70, 66 y 10 años. La hija hace un año que migró del hogar a la ciudad de Zapala por razones de estudio y trabajo, mientras que su hijo cambió de domicilio al conformar una nueva familia, pero ubicándose dentro del paraje. Ninguno de los dos hijos envía remesas de dinero; no obstante, su hijo colabora con ellos en tareas tales como: siembra, recolección de fardos, tareas con animales, entre otras. Para las tareas de labranza y culturales contratan los servicios de la AFR local. La mano de obra está representada por Juan y su esposa. Juan nació en el paraje y asistió a la escuela primaria hasta segundo grado, mientras que su señora nació en Los Chihuidos, dentro del departamento Añelo (Neuquén) y no asistió a la escuela. Desde el punto de vista de la producción, la familia accede actualmente a dos pequeñas chacras por un total de 4,20 hectáreas, dado que una gran parte de sus tierras fueron erosionadas por las diferentes crecidas del río Agrio. Las chacras se encuentran delimitadas por alambrado perimetral y separadas por un camino vecinal interno. En términos de superficie, la actividad principal es la producción de fardos de alfalfa (1,50 has), seguidamente de una producción hortícola diversificada (0,40 has): papa, tomate, berenjena, pimiento morrón, cebolla, maíz para choclo, sandía, melón; tanto a cielo abierto como protegida (invernadero). Se
[17]
complementa con 24 u.g.m. entre ovinos y caprinos, producción avícola (huevos y pollos) y un monte frutal familiar. Del total producido un 70 % se destina al autoconsumo y el resto a la comercialización. Así los ingresos prediales (autoconsumo más ventas) alcanzan una suma anual de $ 5.550,00. En consecuencia, para esta unidad familiar cobran importancia las estrategias para la obtención de ingresos extraprediales. Precisamente, el aprovechamiento de los beneficios derivados de fondos gubernamentales (2 pensiones por vejez y subsidios agropecuarios) y los obtenidos a través del asistencialismo oficial (caja de víveres secos, bono gasífero, colchón y frazadas) alcanzan anualmente un valor de $ 11.728,00. De esta manera, adquieren un mayor peso los ingresos extraprediales (67,9% sobre el total de ingresos) dentro de las estrategias de reproducción social, denotando una pluriactividad, entre las de base predial y extrapredial. Al ser consultados sobre la situación económica y social del paraje, manifestaron que era en general regular. “... hay problemas por política, antes vivíamos más unidos, había convivencia, (…) hay inconvenientes con el riego, poco caudal, antes poníamos todos el hombro para trabajar en el canal, ahora uno no se puede arriesgar a sembrar mucho, se hace lo necesario para vivir…” 4.2. Estrategias agropecuarias de subsistencia Únicamente la familia 3 (del cuadro Nº 3) se encuentra ubicada en este tipo de estrategia. La característica de ésta, es una mayor vinculación con el mercado que las unidades precedentes, marcado por la presencia de un mayor volumen destinado a éste, evidenciando la intencionalidad de la familia. El jefe de la unidad nació en el paraje y asistió a la escuela primaria hasta completarla, mientras que su señora nació en Cutral Có (Neuquén) y asistió a la escuela hasta 2do grado en la escuela del paraje. La edad media entre el titular y su esposa es de 47.5 años y ambos constituyen la mano de obra permanente para las distintas tareas, propias de la producción agropecuaria, dado que su hijo es menor de edad. Es una familia que dispone de menor fuerza de trabajo que otras y ante esta situación necesita contratar mano de obra durante 10 a 15 días al año para el manejo de los animales, principalmente arreos y trabajos de vacunación, entre los campos de invernada y veranada Los ingresos prediales constituyen el 51 % de los ingresos totales y representan un total anual de $ 7.990,00. De este total las ventas representan el 71% y el resto lo integra el autoconsumo. En esta unidad los ingresos extraprediales quedan conformados por: una pensión por invalidez del titular, caja de víveres secos, bono de gas y subsidios agropecuarios (semillas de alfalfa) y ascienden a un promedio anual de $ 7.660,00. Actualmente esta familia accede a 2,00 hectáreas, dado que por las sucesivas crecidas del río Agrio fueron erosionadas 5,00 has. Aún así, conserva 0,50 has. de alfalfa para la producción de fardos que en su mayoría son utilizados para sus propios animales. La horticultura, fruticultura y actividad de granja se destinan para el autoconsumo. Por otra parte, dispone de una superficie fiscal para pastoreo, tanto para veranada como para invernada, que es compartida con el padre del titular. Por tal motivo, esta familia adquiere la característica de criancero trashumante agricultor y su capital asciende a 710 u.g.m., representado por animales vacunos exclusivamente. Contratan a la AFR, un promedio 20 horas al año para las tareas propias que requiere el cultivo de alfalfa (cortar, rastrillar y enfardar). El tiempo que la familia destina a las labores de su producción oscilan entre las 7 y 8 horas por día. Al ser consultados sobre la situación económica y social del paraje, manifestaron que en general no era muy buena.
[18]
“… Está difícil todo, mal el año (2007) climático, frío, sequía (…) no hay técnicos que vengan al lugar, desde que Ud. se fue ¿quién vino? (…) Los dirigentes (de la Comisión de Fomento Rural) de ahora no tienen conocimiento, desde que están se vino todo para atrás…”
En este tipo de estrategia, que define a la familia, existe un equilibrio producto de que los requerimientos de la reproducción simple y su explotación son iguales a los ingresos globales. La reproducción de sus ciclos biológicos y económicos depende de la producción agropecuaria generada en la unidad productiva. Si bien este estado es posible, resulta transitorio, en razón a la permanente incidencia de fuerzas y presiones externas o internas que tienden a alterar positiva o negativamente el equilibrio de la ecuación (Carballo González, 1996). Podríamos decir y acordando con Rivera Vélez (1999), que existe en esta estrategia un equilibrio de componentes productivos y extraprediales que permite a la familia campesina alcanzar adecuados niveles de reproducción, pero no de acumulación. 4.3. Estrategias de acumulación En este tipo de estrategia se encuentran 5 (35,7%) de las unidades familiares entrevistadas y está representado por las familias 5, 7, 9, 10 y 13 del cuadro Nº 3. La producción agropecuaria y los ingresos adicionales les permiten la reproducción simple y la generación de excedentes para la acumulación. Es válido remarcar que, mantienen una estrategia de capitalización y acumulación no sostenida, debido a que no controlan la cadena de intermediación comercial, que es el núcleo donde se genera la mayor cantidad de excedentes monetarios a causa de desiguales condiciones de intercambio entre la producción de las familias y la sociedad comercial (barracas, matarifes). En términos monetarios los ingresos totales al año alcanzan en promedio $ 39.284,20 por familia y los ingresos prediales representan el 50,6% de los mismos. Los ingresos extraprediales están representados por: planes laborales, pensiones por vejez, bono de gas y caja de víveres secos. Su razón de producción se encamina al mercado de productos y los ingresos por venta representan el 75,8% de los ingresos prediales, relacionado principalmente con la producción ganadera extensiva. Los productos orientados al autoconsumo pasan por las hortalizas, frutales, fardos de alfalfa y ganado. El promedio de superficie de las chacras que conducen estas unidades familiares es de 6,20 hectáreas. Si bien este valor se incrementa, dado que una familia posee una superficie de 15 hectáreas, en general, la disponibilidad de tierra es superior a las de las anteriores familias. Dentro de las chacras se produce alfalfa para fardos con una media de 1,65 hectáreas por familia; hortalizas como: lechuga, acelga, papa, tomate, poroto y maíz para choclo, entre otras (1639 mt2 promedio por familia); monte frutal familiar conformado por: duraznos, damascos, manzanos. La familia más joven de este estrato posee una plantación de 450 cerezos, dando un indicio de diversificación productiva en el paraje. De las cinco familias, cuatro poseen campos fiscales de invernada-veranada en las cercanías del paraje y, aquella que no posee lotes fiscales para pastoreo, es la misma que dispone de la mayor superficie delimitada. En cuanto a las unidades ganaderas menores (u.g.m.), cada familia maneja en promedio 977 unidades. El ganado bovino representa el 75,6% del total con una media de 74 (740 u.g.m.) cabezas por familia. Es importante destacar que dentro de este grupo la familia Nº 13 adquiere la característica de criancero trashumante agricultor, dado que su chacra se encuentra en el paraje y los lotes de pastoreo para invernada y veranada, se encuentran en el departamento Loncopué. A las demás familias se las podría caracterizar como crianceros agricultores (Bendini, et al., 2004). Como dato interesante, en las familias 9 y 5, donde se da la venta de trabajo fuera de la parcela o chacra, hay un doble efecto con estas familias dado que sus unidades productivas no son las más deficientes y acceden a ocupaciones más remunerativas y cuentan con más recursos de ese origen, a la vez que se hace adecuado transferir fondos hacia ellas. Es decir, la chacra no es un mero complemento estático del salario, sino que el salario funciona como fuente para la canalización de recursos hacia ella (Murmis,
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1991). Por otra parte, éstas son las que contratan mano de obra para las tareas relacionadas con la ganadería y en general no superan los 10 días de trabajo al año. Las familias de este estrato tienen una media de 4 integrantes y la migración en ellas no ha sido significativa. La edad promedio de la mano de obra en estas unidades productivas es de 56,4 años. En una sola familia la edad de sus cónyuges es de 36 años, siendo la familia más joven de este grupo. En cuanto a la contratación de trabajos a la AFR, demandan en promedio 32 horas al año para las tareas de arada, complementarias y las propias del enfardado de alfalfa. En lo que respecta a las horas dedicadas a las labores propias de la producción agropecuaria, las familias establecen entre 7 a 8 horas diarias, a excepción de 2 familias, donde los jefes de las unidades de explotación poseen trabajo asalariado y por tanto, varían entre 3 a 4 horas por día. A fin de ilustrar esta estrategia se presenta un caso representativo. Familia Nº 9, Sergio y señora La unidad familiar está compuesta por Sergio, su esposa y sus dos hijos. Los cónyuges tienen 36 años y sus hijos 4 y 1,5 años, siendo la familia más joven de las entrevistadas. Todos nacieron en Quili Malal y tanto él como su señora completaron la escuela primaria. La mano de obra está representada por el matrimonio y en determinadas épocas del año contratan a una persona para que les ayude en la cosecha de la cereza y con el cultivo de alfalfa. Para su movilidad disponen de una camioneta mediana. La producción agrícola es desarrollada en una chacra de 1,50 hectáreas y delimitada por alambrado perimetral. La ganadería es practicada en un campo fiscal con acceso a aguadas, sin límites y en las cercanías del paraje. La ganadería es la principal producción con 1194 u.g.m, entre bovinos, ovinos y caprinos, con predominancia de los primeros. La agricultura está representada por los cerezos (450 plantas), la obtención de heno de alfalfa (fardos) y un pequeño huerto diversificado. Del total producido, en promedio un 27 % se destina al autoconsumo y el resto a la comercialización. Así, los ingresos prediales (autoconsumo más ventas) alcanzan una suma anual de $ 16.415,00. Sin embargo, para esta unidad familiar cobran importancia los ingresos extraprediales, dado que el jefe de la explotación se encuentra bajo relación de dependencia en la Comisión de Fomento local, desarrollando tareas de obra y fuera del sector agropecuario. Entretanto, perciben el bono gasífero. Estos ingresos alcanzan anualmente un valor de $ 22.880,00 y representan el 58% sobre el total de los ingresos. La venta directa de fuerza de trabajo, adquiere dimensiones importantes y constituye un componente clave en la estrategia global de reproducción social. Al ser consultados sobre la situación económica y social del paraje, manifestaron: “... Comparando con otros lugares se está medianamente bien, la gente tiene la caja (de víveres secos), el Plan y algún que otro sueldo, (…) y con la producción cuando hay problemas, depende del clima, (…) nosotros le dedicamos 3 horas por día a la chacra y los fines de semana casi todo el día a la ganadería…”
4.4.
Procesos de descampesinización de las unidades productivas
Se observa que 4 de las unidades familiares entrevistadas -las familias 1, 6, 8 y 14 del cuadro Nº 3- se encuentran en proceso de descampesinización hacia “abajo”, donde elementos no campesinos adquieren preeminencia, con emergencia de asalariados. Tal como lo menciona Murmis (1991) y Carballo González (1996), el jefe de la unidad se convirtió en trabajador asalariado fuera de la producción agropecuaria. Si bien este proceso ha sido gradual, se ha llegado al extremo en el cual la chacra es sólo el jardín-huerta y
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suplemento menor a un ingreso fundamentalmente salarial (Murmis, 1991). De hecho, la superficie destinada al cultivo de alfalfa es escasa y las actividades que requiere el cultivo para la obtención de fardos (corte, rastrillado y enfardado) son realizadas por la A.F.R. local, a excepción del riego que lo efectúa algún integrante de la familia. Este grupo de familias no es un todo homogéneo, pues en su interior hay cierto grado de diversidad. Como ejemplo, una de las familias mantiene 0,50 hectáreas de alfalfa, 70 u.g.m. y 0,21 hectáreas de hortalizas y sigue existiendo cierto grado de trabajo por parte del jefe de la explotación; sin embargo, el 93,5% de los ingresos totales provienen del salario. Cuando se les consulta acerca de su propia visión, es decir, si se consideran campesinos, su respuesta es afirmativa:
“… Nosotros somos productores, siempre hemos estado acá, nos hemos criado acá…”
Los ingresos prediales están representados por las escasas ventas locales de fardos de alfalfa y terneros y por el autoconsumo. Como término medio este valor monetario asciende a $ 1.311,20 por familia y por año. En este estrato, las unidades familiares están conformadas por 3,5 integrantes y la edad promedio de la mano de obra familiar es de 47,5 años. Asimismo, cuando se les consulta sobre el tiempo dedicado a la chacra, se obtiene una media de 4,25 horas por día.
5.
Algunos aspectos sobre el rol del Estado en las economías campesinas
En la provincia de Neuquén en el período 1960-1990 y, dentro del contexto nacional, la convergencia de varios factores crearon condiciones para que se lleve a cabo un modelo típico de Estado Benefactor: actividades productivas de enclave, estado provincial de gran riqueza derivada de la renta de esas actividades - energéticas - , diseño de un modelo de desarrollo en la década del 60´ con eje en el rol del Estado como dinamizador del sector privado y continuidad política para ejecutar ese modelo. La provincia de Neuquén se forjó sobre las corrientes “desarrollistas” y estableció un conjunto de instituciones y programas que intentaron reducir las asimetrías existentes en su espacio geográfico. El desarrollo institucional creó a nuevos protagonistas que fueron mediadores entre un Estado en construcción (funcionarios, agentes de desarrollo, delegados de las Comisiones de Fomento Rural, entre otros) y la realidad local (Pérez Centeno, 2007). El gobierno provincial impulsó desde la década de los sesenta la participación de productores agropecuarios en Asociaciones de Fomento Rural, con el objetivo de mejorar sus relaciones de producción y comercialización. La ausencia de instituciones públicas en el medio rural, daba a las AFR un papel significativo ya que abordaban el conjunto de la problemática local. Se crea el COPADE y la Dirección de Agricultura (1964). Esta última tenía por objeto superar la grave crisis alimentaria que existía en la región, promoviendo al mismo tiempo las actividades productivas con el fin de limitar las migraciones. Los planes eran voluntaristas por parte del Estado, sin que ello significara tener un conocimiento profundo de lo que quería la sociedad. El programa de trabajo consistía esencialmente en distribuciones de ayuda al desarrollo a través de la entrega de semillas, así como de reproductores mejoradores y seleccionados de razas ovinas y vacuna. El papel de formación en las organizaciones era importante. El objetivo de incitar a la organización de los productores en el programa, denominado de extensión (de la Dirección de Agricultura), tenía por objetivo la formación de cooperativas de comercialización, pero se desvió el trabajo de organización. Las AFR se volverían un vivero de formación de los líderes rurales que más tarde serían cargos electos para las Comisiones de Fomento Rural (Pérez Centeno, 2007).
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La implementación en 1975 del Plan Esquila y Comercialización de Lanas constituyó una medida específica de apoyo a la producción, con participación estatal en los procesos de esquila, acopio, clasificación y venta de lanas y cueros (Buscaglia y Basterreche, 2007 y Pérez Centeno, 2007). La suma de estas iniciativas conformó un verdadero programa pecuario con intervención directa y orientó un esfuerzo sostenido para mejorar los condicionantes sociales y económicas de la región, donde los pequeños productores se ven envueltos en una crisis estructural. La década de los noventa anuncia entonces la desaparición de mecanismos estatales que buscaban la integración de economías históricamente deprimidas. Se produce un quiebre en las políticas que impulsa el Gobierno Central, uno de cuyos ejes es la privatización de las empresas estatales; el gobierno provincial cambia su orientación y el modelo de desarrollo vigente hasta entonces entra en crisis. Tanto el gobierno nacional como el provincial implementaron diferentes fondos de inversión social para mitigar el impacto de las políticas de ajuste, reducir los niveles de pobreza y frenar las migraciones rurales, focalizando en distintos tipos de productores y pobres rurales. Estas estrategias tuvieron serias contradicciones internas. Algunos programas nacionales (PROHUERTA, Programa Social Agropecuario, Cambio Rural, PROINDER, Proyecto JOVEN) y provinciales (PRO.I.DER, PRODECOR, PROSUB y PRONEU), proveyeron créditos subsidiados y servicios de extensión rural orientados a incrementar la productividad de pequeños productores y a mejorar su inserción en el mercado. De esta forma se intentaba elevar los ingresos y evitar el avance de las tendencias descampesinistas (Tapella, 2003). Por otro lado y en forma simultánea, otros programas, que compartían prácticamente la misma población objetivo se implementaron con fines múltiples. Algunos procuraron transformar a los pequeños productores en mano de obra calificada, basando su estrategia en la capacitación de los beneficiarios y un subsidio al sector empresarial; por tanto, acelerando los procesos de descampesinización. Como ejemplo, se pueden mencionar los programas: Pro-empleo o Emprender, Trabajar, Jefes y Jefas de Hogares (Bogani et al., 2005; Buscaglia y Basterreche, 2007 y Tapella, 2003) y a nivel provincial la Ley 2128(15), también provocaron el mismo efecto, toda vez que limitaban la continuidad de trabajo predial propio, mediante ayudas económicas que exigían una ocupación en actividades no productivas, muchas veces lejos de la unidad productiva; es decir, actividades urbanas dentro del sector rural. El peso de estos programas quedó demostrado en un alto porcentaje en las familias entrevistadas. Esto indica a las claras una contradicción persistente entre las reformas económicas y las políticas sociales. Mientras las primeras generan concentración económica y exclusión de los más débiles, las otras sólo alivian temporalmente los efectos de la política económica y están lejos de frenar las tendencias descampesinistas. Es evidente que para los últimos gobiernos en la provincia de Neuquén, no ha habido un claro consenso respecto al papel que los pequeños productores minifundistas pueden jugar dentro del nuevo orden macroeconómico, implementando en consecuencia una mezcla de programas diferentes y muchas veces contrapuestos.
CONCLUSIONES Primera El punto focal radica en ver a las familias campesinas de Quili Malal, como parte de un conjunto más amplio de pequeños productores, dentro del cual, la combinación de trabajo familiar, tierra, capital, entre otros, asume distintas formas en su relación con el mercado, tanto de productos como de fuerza de trabajo.
(15)
Sancionada el 09.08.1995 establece un subsidio mensual de 150 pesos para jefes de hogares sin ningún otro tipo de ingresos. Su recepción obliga a una contraprestación consistente en la realización de una tarea de tipo comunitario con un régimen de jornada laboral reducida, de cuatro horas; tal exigencia vuelca a la calle -para la limpieza de áreas recreativas, veredas, etc.- a un número creciente de personas.
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Las estrategias de vida campesinas representan una determinada lógica familiar, en un momento del ciclo de vida, que combina recursos y actividades a fin de reproducirse y varían de acuerdo con el entorno económico, social y político. De esta manera, factores ligados al control y acceso a los instrumentos de reproducción social, condicionan la forma particular y subjetiva en que las familias realizan la evaluación sobre los riesgos e incertidumbres a los que están sometidos, al adoptar cambios en sus estrategias históricas. En el desarrollo de esas combinaciones afloran procesos de diferenciación social o flujos ascendentes o descendentes que configuran situaciones campesinas específicas, cuyos resultados extremos se dirigen hacia la capitalización o descampesinización plenos, dejando en su intermedio una escala compleja de situaciones, como es el caso de las familias campesinas semiproletarizadas. Segunda Queda en evidencia que la combinación de los elementos examinados en este trabajo permitió diferenciar tres tipos de estrategias desarrolladas por las unidades familiares: Las estrategias de supervivencia, representadas por el 29% de las familias entrevistadas y se identifican con un proceso de empobrecimiento, en el cual las familias no logran obtener de sus tierras el ingreso suficiente para vivir. Esto conduce a la semiproletarización y a la desaparición de unidades previamente campesinas. La unidad doméstica se ha convertido en un ámbito de refugio. Las estrategias agropecuarias de subsistencia corresponden a una sola familia que genera bienes para ser intercambiados en el mercado, sin que exista una reinversión en el proceso productivo que le permita la acumulación. Las estrategias de acumulación están constituidas por el 35% de las familias entrevistadas. El objetivo inmediato es la extracción de excedentes vía predial o extrapredial para ser invertidos en sus chacras o en la incorporación de capital. Presentan una relativa capacidad de gestión autónoma y una mayor vinculación con el mercado que les permite generar excedentes suficientes para proyectar procesos de reproducción ampliada de capital. Por otra parte, el 29% de las unidades familiares entrevistadas se encuentra en procesos de descampesinización hacia “abajo” donde los ingresos por salario, se convirtieron en el principal sustento familiar. Estos ingresos comenzaron inicialmente como “subsidiarios” del proceso productivo en el afán de viabilizarlo, y por diferentes motivos (crisis económica, objetivos familiares, condiciones climáticas) se convirtieron en la actividad principal. Así, el trabajo agropecuario se vio desvanecido. Sería un error concluir que las unidades familiares que conforman cada una de las estrategias descriptas, son idénticas y poseen por lo tanto un mismo sistema de valores y las mismas ambiciones, dado que todo productor o jefe de familia proyecta hacia el futuro una determinada imagen de su unidad de producción. El nivel de reproducción social en cada una de las unidades familiares y por tanto, en cada una de las estrategias descriptas, depende de las condiciones históricas específicas dentro de las cuales evolucionaron, pero también, de las actitudes y aptitudes puestas en juego por las familias. Otro principio de diferenciación en las estrategias de vida está dado por el capital político (Gutiérrez, 1997) cuya distribución desigual generó diferencias en los consumos y los estilos de vida, asegurando, a algunos agentes sociales que conforman las unidades familiares, una forma de apropiación privada de bienes y de servicios públicos. El empobrecimiento campesino genera las condiciones para la constitución de nuevas redes clientelares con otros actores, representados principalmente por funcionarios políticos y comerciantes que, actuando con un estilo paternalista, propiciaron prácticas
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asistencialistas. Esto generó, en algunas de las unidades familiares, una cultura receptiva e inmediatista conducente al desarrollo de estrategias que tendieron a maximizar el acceso a recursos exógenos que sólo mejoran las condiciones de vida coyunturalmente. En otros casos sirvió para, que a través de las decisiones políticas gubernamentales -creación de Comisión de Fomento-, se crearan nuevos empleos (rurales no agrícolas) transformándose en nuevas oportunidades para algunas de las unidades familiares. Independientemente de las estrategias de vida que lleven adelante las familias, es preciso señalar que el factor mano de obra es generalmente insuficiente. Aunque las familias puedan estar integradas por un número alto de miembros, es común que una parte de ellos no trabaje en la unidad productiva por encontrarse insertos en procesos de migración temporaria o permanente, o involucrados en mayor o en menor medida a esquemas de venta de fuerza de trabajo a nivel local, como por ejemplo, los Planes de Emergencia Laboral. El empleo fuera de la unidad familiar presenta en la actualidad una importancia comparativamente creciente, y un mayor número de horas de trabajo son vendidas por los miembros del grupo familiar fuera de los límites de la explotación. La emigración de los miembros jóvenes de las familias dejó a las unidades campesinas con una cantidad de mano de obra menor a la necesaria para implementar las estrategias productivas de antaño, no sólo en lo predial, sino también en lo comunal. Cabría plantearse si los jóvenes migran en búsqueda de nuevas oportunidades (empleo, estudio, matrimonio) o por el simple hecho de dejar de ser campesinos como sus padres. Tercera Hacia el 1900, las estrategias se orientaban a un esquema de autosuficiencia predial relativa, donde las familias obtenían productos agropecuarios destinados a satisfacer sus necesidades básicas y producían una gran variedad de artículos artesanales e indispensables para la vida doméstica y el ciclo productivo. Una parte de las posibles ventas e ingresos obtenidos, facilitaba la adquisición de insumos que no se producían predial ni localmente. Esta etapa habría durado hasta los inicios de los 80´, donde los sucesivos gobiernos provinciales comenzaron a tener una mayor injerencia en la zona, tanto en la faz política como económica y social. Ahora y como mencionan varios autores (Hernández, 1994; Tapella, 2003; Bendini et al., 2004 y Mora Delgado, 2008), los campesinos son pluriactivos y han desarrollado un conjunto de estrategias a partir de las cuales la producción agropecuaria tradicional se complementa de un modo significativo con una serie de actividades productivas, comerciales o de venta de mano de obra, no necesariamente agropecuaria, de modo de continuar en el campo -proceso de resistencia-. Por otro lado, aparece y se manifiesta la injerencia y dinámica del mercado en las lógicas reproductivas de las familias, proceso que catapultó un fenómeno de acumulación de un cierto sector de las unidades productivas familiares en condiciones favorables de intercambio para sus productos. En tanto otros, no pudieron acceder a esa dinámica por la limitación de sus recursos, permaneciendo en una situación estática, como es el caso de las familias semiproletarizadas. En el momento actual el apoyo estatal provincial a las actividades agropecuarias no está claramente definido. La década de los noventa anunciaba la desaparición de mecanismos estatales que buscaban la integración de economías históricamente deprimidas y las modalidades de intervención serían dirigidas a consolidar, en primer lugar, a la empresa capitalista agraria (los oasis de riego de San Patricio del Chañar y Añelo) y, secundariamente, a ciertos tipos de campesinos. En este sentido el Estado ha implementado en los últimos años diferentes acciones hacia el estrato de campesinos y no necesariamente complementarias (subsidios agrícolas versus planes de emergencia laboral) dado que en muchos casos son contradictorias y promueven la descampesinización. Cuarta En la mayoría de los estudios sociales agrarios se describe la migración (rural-urbana o rural-rural) como una estrategia campesina importante para “enfrentar” la pobreza; pues por un lado, disminuye el número de miembros que deben ser mantenidos en la familia y por otro, sirve de apoyo económico debido al
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envío de remesas. En este estudio de caso, ninguno de los que migraron en los últimos 4 años envió remesas de dinero y/o bienes que ayuden al sostenimiento de sus familias. Por lo tanto, esta tendencia no permite ampliar la base de recursos disponibles a las unidades familiares residentes en el paraje.
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