CANADÁ 1. Inicio de la labor apostólica estable

CANADÁ CANADÁ 1. Inicio de la labor apostólica estable. 2. Inicio de la labor apostólica con mujeres. 3. Regalos de san Josemaría. 4. Presencia epist

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Child labor, child trafficking, labor exploitation, forced labor
LA LUCHA DEL ESTADO PERUANO CONTRA EL TRABAJO INFANTIL Y LA TRATA DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES: AVANCES Y DESAFÍOS Dr. Eduardo Vega Luna Defensoría

Luciana Sotelo. Dirección estable:
XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología. VIII Jornadas de Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Asociación Latinoamerica

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CANADÁ 1. Inicio de la labor apostólica estable. 2. Inicio de la labor apostólica con mujeres. 3. Regalos de san Josemaría. 4. Presencia epistolar. 5. Traducción de Camino al hebreo y prehistoria de la labor en Israel.

A petición de san Josemaría, don Pedro Casciaro (cfr. Casciaro, 1994, pp. 200202; Gondrand, 1991, pp. 208-209) recorrió varios países de América en 1948, acompañado de otros fieles del Opus Dei, para explicar la Obra a los Ordinarios de algunas diócesis y recoger datos sobre dónde sería preferible iniciar la labor apostólica (cfr. Cano, 2007, pp. 44-45). En Canadá, visitó a los arzobispos de Quebec (Maurice Roy, 1947-1981, más tarde cardenal, que otorgó la venia para la apertura del primer Centro del Opus Dei en esa ciudad en 1964), Montreal (Joseph Charbonneau, 1940-1950; su sucesor, el cardenal Paul-Émile Léger, 19501968, otorgó la venia para el primer Centro en 1957), Ottawa (Alexandre Vachon, 19401953; su sucesor Joseph-Aurèle Plourde, 1967-1989, otorgó la venia en 1982), y Toronto (James Ch. McGuigan, 1934-1971, luego cardenal; su sucesor Philip F. Pocok, 1971-1978, concedió la venia en 1978). A partir de 1955 don José Luis Múzquiz, que se había trasladado a Estados Unidos para iniciar allí la labor apostólica, hizo viajes a Quebec para atender a Jacques Bonneville (1920-2011: cfr. Romana, 2011, pp. 332-333) y a su esposa Cécile, que habían solicitado la admisión en Boston en 1954 (cfr. Gueguen, 2007, pp. 85, 93 y nt. 84). Hubo retiros espirituales en una propiedad de Miss Nathalie Lincoln: The House of Studies, mansión amplia con parque, a orillas del lago Memphremagog, cerca de Sherbrooke. Joe Atkinson, el primer numerario canadiense (pidió la admisión en Boston en enero de 1959) recuerda su primer curso de retiro en esa casa durante la Semana Santa de 1959.

En 1956, el cardenal Léger visitó Montelar, Centro de mujeres del Opus Dei en Madrid, acompañado de don Amadeo de Fuenmayor. Enseguida pidió que el Opus Dei se estableciera en Montreal. En marzo de 1957, el cardenal recibió en Roma a don Álvaro del Portillo y a don Juan Manuel Martín, que preparaba su traslado a Montreal. 1. Inicio de la labor apostólica estable Conforme al plan trazado por el fundador del Opus Dei, el sacerdote Juan Manuel Martín iba a ir a Canadá junto con otro sacerdote, pero este último no superó unas pruebas médicas. Según recuerdos de don Juan Manuel (en cuyo testimonio se basan éste y otros detalles de la presente narración), san Josemaría le llamó y le dijo: “Hijo mío, tendrás que ir al Canadá solo, de momento; se nos ha abierto un buen portón para entrar en ese gran país... y hemos de ir allá”. Tras una larga travesía desde Nápoles a Nueva York y un par de meses en los Estados Unidos, llegó a Canadá, acompañado por don José Luis Múzquiz, el 7 de junio de 1957. Celebraron Misa en la Abadía de Saint-Benoît-du-Lac. Don José Luis dio una charla sobre la Obra en The House of Studies y al día siguiente llegaron a Montreal. Visitaron al cardenal Léger, que les acogió afectuosamente y les propuso que se alojaran en la Maison Léon XIII. Don José Luis regresó ese mismo día a Boston y don Juan Manuel vivió cuatro meses en esa residencia con un grupo de sacerdotes, profesores y capellanes de colegios o asociaciones; uno de ellos, Norbert Lacoste, fue el primero que pidió la admisión en la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz en enero de 1958. Posteriormente el Cardenal cedió una casa cercana a la Universidad de Montreal, donde en octubre comenzó a funcionar una pequeña residencia de estudiantes. La llamaron Piedmont, por encontrarse al pie del Mont-Royal. La residencia se amplió y aún se conserva. En 1959 llegaron don

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Vicente Miguel Mayoral y don José María Escribano (cuyos recuerdos se han podido también recoger). En 1960, se sumó un ingeniero, Alfonso Bielza (que ha contribuido igualmente con sus recuerdos). Un residente de Piedmont, André Allaire (1934-2007; cfr. Romana, 45, 2007, p. 328), estudiante de Medicina, fue el primero que pidió la admisión como supernumerario en Canadá y luego ayudó mucho en las tareas apostólicas. Dos estudiantes de Bachillerato, David Sands y Paul Cormier, pidieron la admisión en 1961. Les había invitado a conocer la Obra un arquitecto irlandés que ya había solicitado pertenecer a la Obra, Jack McCabe (1935-2006). André Blais pidió plaza en Piedmont al llegar a la Universidad y en 1962 se incorporó al Opus Dei. En julio de1962 llegaron Joe Atkinson, de Boston, tras completar su doctorado; don Luis Carrión Sastre, de Irlanda; y Ernest Caparrós, de España. Desde Piedmont, en Montreal, se continuaron los viajes a Quebec. En 1963 y durante un año, se instaló otro Centro, cerca de Loyola College, llamado Royal. En 1964 se inició el trabajo apostólico estable en Quebec, en una casa alquilada a la Universidad Laval; el Centro se llamó Boisgomin. En 1969, se inició Riverview Study Center, cerca de McGill University. Desde Quebec y desde Montreal, se hacían viajes a Drummondville para apoyar la labor apostólica de André Allaire. En 1957 Jonathan de Villiers, un inglés, se instaló en Toronto. Hacia 1970 comenzaron los viajes periódicos a esa ciudad. El primer Centro, hoy Ernescliff College, se puso en 1978, cuando ya había un buen grupo de fieles de la Obra allí. Otros miembros del Opus Dei, con sus familias, se establecieron por razones profesionales en Ottawa, Calgary, Vancouver y Edmonton antes de junio de 1975. Se organizaron viajes y se tuvieron cursos de retiro, etc., poniendo así las bases para el futuro comienzo de la labor estable. En 2012 hay centros en Montreal, Quebec, Toronto, Ottawa, Vancouver y Calgary; y labor

estable, atendida desde otras ciudades, en Abbotsford, Edmonton, Hamilton, Kingston, Kitchener-Waterloo y London. 2. Inicio de la labor apostólica con mujeres La primera mujer que se acercó al Opus Dei lo hizo gracias a una noticia de prensa. Un artículo publicado el 8 de mayo de 1957 en el diario Le Devoir comentaba el deseo del cardenal Léger, de que el Opus Dei se desarrollara en Canadá. Annie Sioui, secretaria contable de origen hurón, que vivía en Montreal, trató de saber más y así conoció a l’abbé Martin. Pidió la admisión como agregada el 8 de julio de 1959. En 1959, llegaron en barco a Halifax las tres primeras mujeres de la Obra, que se establecieron en Canadá: Nisa González Guzmán, María de las Nieves Martín Rueda y Mari Carmen García Grotta. Continuaron en tren hasta Montreal, donde Annie fue a recogerlas a la estación. Annie fue de gran ayuda para instalar la residencia Montboisé, cercana a la Universidad de Montreal. Después, un día de verano, recibieron la visita sorpresa del cardenal Léger, que fue a ofrecerles ánimo y apoyo. Denyse Larrivée, de Trois-Pistoles, fue la primera numeraria canadiense (1960) (su testimonio ha sido muy útil para trazar la historia de estos comienzos de la labor de mujeres del Opus Dei en Canadá); Madeleine Saint-Maurice, de Valleyfield, fue la primera supernumeraria (1962); y Jacinthe Grenier, de Grande Rivière, la primera numeraria auxiliar (1973). En 1964, se consiguió una casa de retiros: Le Manoir de Beaujeu, con amplio parque a las orillas del río San Lorenzo, en Coteau du Lac. En 1965, se abrió el Centre Hudson en Montreal, y en 1968, la Residencia Trimar en la ciudad de Quebec. En 1971, se añadió al Manoir el Pavillon Soulanges, para ofrecer actividades a las mujeres, jóvenes y mayores, de los alrededores. En 2012 hay Centros en Montreal, Quebec, Coteau du Lac, Toronto, Ottawa,

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Vancouver y Calgary; una casa de convivencias, Cedarcrest, cerca de Toronto; y también labor estable en Abbostford, Edmonton, Hamilton, Kingston, Kitchener, London y Victoria. 3. Regalos de san Josemaría San Josemaría daba a veces a sus hijas e hijos algunos regalos como manifestación de cariño, con el deseo de que fuesen recordatorios de la unidad de la Obra. Son, en su mayoría, detalles pequeños, muy de familia, pero que testimonian la atención y el afecto con que san Josemaría seguía todas las labores apostólicas. En Piedmont se conservan los que recibió don Juan Manuel: un cáliz dorado “sencillísimo, sin adornos, con la patena” (Don Javier Echevarría le dijo mucho después: “el primero que el fundador regalaba para un país, sabed valorarlo”); el retablo del oratorio (una Anunciación inspirada en Fra Angélico, que el pintor Manolo Caballero realizó siguiendo indicaciones de san Josemaría) y la estatua de la Virgen con el Niño, en escayola policromada, de estilo románico, colocada en una hornacina en chaflán a la entrada. Don Juan Manuel cuenta que recibió también un ejemplar de Camino de la decimotercera edición (1956), con la dedicatoria manuscrita “Para esos hijos del Canadá, con una bendición del Padre, Roma 7 de febrero de 1957”, conservado en la sede de la Comisión Regional. En 1958, Nisa González Guzmán recibió una taza de la vajilla utilizada por la madre del fundador, una máquina de fotos y un Via Crucis. En 1959, Nisa llegó a Montreal con otros recuerdos más: dos piezas de vajilla y dos clavos del Pensionato, es decir, de los locales de la portería en los que se comenzó a vivir en Villa Tevere. Ese mismo año, Mari Carmen recibió un cáliz dorado para el oratorio de Montboisé, un pato de cerámica rojo, un burrito de plata y un pequeño candelero de porcelana. En 1962, don José Luis Múzquiz llevó a

Montboisé, de parte de san Josemaría, un cofrecito de plata para la llave del sagrario. Cuando en 1964 se consiguió Le Manoir de Beaujeu, el fundador envió un cáliz dorado adornado de esmaltes, que se utiliza en ese oratorio. 4. Presencia epistolar Como se advierte por los detalles mencionados, san Josemaría siguió de cerca el trabajo apostólico de Canadá. Además, escribió cartas a sus hijas y a sus hijos de ese país, en diferentes circunstancias. A mediados de noviembre de 1961, don José María Escribano, durante un curso de retiro, tuvo unas hemoptisis que dificultaron su predicación. Uno de los asistentes, médico, le aconsejó que hablara poco. Terminaron el retiro leyendo Camino. A los dos días, le diagnosticaron un tumor en el pulmón derecho y la necesidad de operar para extirparlo. Poco después (23-XI-61) don José María recibió la carta siguiente: “Querido José Mari: que Jesús te me guarde. Ayer recibí tu carta, y te pongo estas líneas, para decirte que te encomiendo especialmente y que pido al Señor que te nos pongas pronto bueno. Espero que me deis frecuentemente noticias de tu salud. Cuídate, déjate cuidar y piensa que, al hacerlo, tienes también el mérito de la obediencia. Estoy muy contento de vosotros: de esa gran tierra del Canadá es seguro que el Señor hará salir mucha buena labor y muchas almas santas. Te recuerda siempre con cariño, te abraza y te bendice tu Padre”. Diez médicos de diferentes especialidades confirmaron el diagnóstico y siguieron los preparativos para la operación. Mientras, el paciente y varias personas de la Obra encomendaban su curación a la intercesión del Siervo de Dios Isidoro Zorzano. A los nueve días de comenzar las novenas, la hemorragia cesó y al operar no encontraron ningún tumor en los pulmones, llegándose a pensar que había habido un error de diagnóstico.

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Cuando supo san Josemaría que en Montreal habían encomendado la curación a la intercesión de Isidoro, vio la posibilidad de solicitar un proceso canónico que certificara el carácter milagroso de esa curación, y entre fines de 1963 y primeros de 1964 se hicieron las gestiones para que el proceso pudiera hacerse more apostolico, simplificando así los procedimientos. Don José Luis Soria, que se encargaba por entonces de la causa de canonización de Isidoro Zorzano, se puso en relación con don José María para preparar el proceso en la curia archidiocesana de Montreal: de los diez médicos sólo uno era católico y todos aceptaron testimoniar sobre la enfermedad y la curación. Don José Luis (en cuyos recuerdos se basa este relato concreto) vino a Montreal con un médico de la Consulta de la Congregación. El tribunal diocesano presidido por el cardenal Léger recogió los testimonios de don José María, de los médicos y de las otras personas que habían encomendado la curación a Isidoro. Don José Luis regresó a Roma con las actas del proceso. San Josemaría también envió diversas cartas a la Asesoría regional de Canadá: “A mis hijas de Canadá: me acuerdo siempre de vosotras y rezo por todas, para que el trabajo que habéis comenzado crezca de forma segura. Sé que si continuáis fielmente de esta manera sobrenatural y ardiente, el Señor os utilizará para hacer mucho bien en numerosas almas y para llevar la luz y el calor de la gracia de Jesucristo” (1964). Años más tarde les decía: “Os tengo siempre presentes y os encomiendo, para que vuestra labor crezca con paso firme y seguro. Sé que si continuáis así –fieles, sobrenaturales y trabajadoras–, el Señor se va a servir de vosotras para hacer mucho bien a tantas almas y acercarlas a la luz y al calor de la gracia de Jesucristo” (18-II-70). 5. Traducción de Camino al hebreo y prehistoria de la labor en Israel Stuart Idelson (1922-2011) fue el primer cooperador no católico (era hebreo)

en Canadá. Conoció a don Juan Manuel en 1959, a través de unas clases de español. Le pidió un libro en castellano y éste le prestó Camino. Le gustó tanto que asumió la tarea de traducirlo al hebreo. En 1962 fue a Roma para saludar a san Josemaría y quedó impresionado por el cariño que le mostró. Envió al fundador sugerencias para comenzar la labor apostólica en Israel. He aquí la respuesta que recibió, en carta manuscrita: “Muy querido Stuart: unas líneas para agradecerte el informe que me entregó D. Joe. Estoy completamente de acuerdo, y procuraremos –con calma, pero con verdadero interés– ver si los de Navarra conectan con los amigos de Israel. Reza por mí. Cuenta también con mis oraciones. Un abrazo y una cariñosa bendición de Josemaría” (Roma, 20-IV-1964). Stuart (Sani) le respondió el 30 de abril: “Querido Padre, Le agradezco mucho su carta que acabo de recibir. Su decisión de establecer contacto con la Universidad de Jerusalén me emociona mucho. Unos amigos de Israel a quien hablé aquí de este asunto, piensan que los de Jerusalén estarán encantados con el proyecto (…). Tengo que disculparme por el retraso en la revisión de la traducción de Camino (…). Espero que estará listo dentro de dos meses. Con todo cariño le pide su bendición, Sani”. La labor estable en Israel se inició años más tarde, en 1993, después del fallecimiento de san Josemaría. Bibliografía: AVP, III, p. 354, nt. 111; Víctor Cano, “Los primeros pasos del Opus Dei en México (1948-1949)”, SetD, 1 (2007), pp. 41-64; Flavio Capucci, “Zorzano Ledesma, Isidoro”, en Bibliotheca Sanctorum, prima appendice, Roma, Città Nuova, 1987, cols. 1480-1481; Pedro Casciaro, Soñad y os quedaréis cortos. Testimonio sobre el Fundador, de uno de los miembros más antiguos del Opus Dei, Madrid, Rialp, 1994; François Gondrand, Al paso de Dios. Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, Madrid, Rialp, 1984; John A. Guegen, “The Early

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Days of Opus Dei in Boston. As Recalled by the First Generation (1946-1956)”, SetD, 1 (2007), pp. 65-112; Id., “The Early Days of Opus Dei in Cambridge (U.S.). As Recalled by the First Generation (1956-1961)”, SetD, 4 (2010), pp. 225294; Ana Sastre, Tiempo de caminar. Semblanza de Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, Madrid, Rialp, 1989; José Miguel Pero-Sanz, Isidoro Zorzano Ledesma. Ingeniero industrial (Buenos Aires, 1902-Madrid, 1943), Madrid, Palabra, 1996. Ernest CAPARRÓS

CANONIZACIÓN DE SAN JOSEMARÍA 1. La beatificación. 2. La canonización.

Inmediatamente después de la muerte de san Josemaría Escrivá, su fama de santidad comenzó a extenderse por todo el mundo. Las narraciones de favores, espirituales y materiales, atribuidos a su intercesión, se multiplicaron en muy diversos países. El 19 de febrero de 1981 fue introducida la causa de canonización, con el apoyo explícito de una tercera parte del episcopado mundial. Resumiremos a continuación las dos fases, beatificación y canonización, que ese proceso implica. 1. La beatificación Se celebraron dos procesos sobre la vida y virtudes del fundador del Opus Dei: uno en el Vicariato de Roma y otro en la Curia arzobispal de Madrid, que, después de 980 sesiones, se concluyeron en 1986. Fueron interrogados 92 testigos, todos de visu, es decir, presenciales. Tras un minucioso estudio, el 19 de septiembre de 1989, el Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos decretó, por mayoría, la heroicidad de las virtudes. En el mismo sentido se expresó, el 20 de marzo de 1990, la Congregación Ordinaria de Cardenales y Obispos. El 9 de abril de 1990, fue promulgado el decreto sobre las virtudes heroicas.

En 1976, había llegado a la Postulación de la causa la noticia de la curación repentina de una lipocalcinogranulomatosis tumoral, de sor Concepción Boullón Rubio, religiosa carmelita de la caridad residente en el convento de San Lorenzo de El Escorial, población cercana a Madrid. En 1982 la Curia de Madrid instruyó el correspondiente proceso super miro. El 6 de julio de 1991 fue promulgado el decreto que reconocía el carácter milagroso, es decir científicamente inexplicable, de esa curación. El 17 de mayo de 1992, en la plaza de San Pedro, Juan Pablo II celebró solemnemente la beatificación de Josemaría Escrivá de Balaguer, junto con la de la religiosa canosiana sudanesa Josefina Bakhita. En la homilía, entre otras cosas, el Papa dijo: “Con sobrenatural intuición, el beato Josemaría predicó incansablemente la llamada universal a la santidad y al apostolado. Cristo convoca a todos a santificarse en la realidad de la vida cotidiana; por ello, el trabajo es también medio de santificación personal y de apostolado cuando se vive en unión con Jesucristo (...). En una sociedad en la que el afán desenfrenado de poseer cosas materiales las convierte en un ídolo y motivo de alejamiento de Dios, el nuevo beato nos recuerda que estas mismas realidades, criaturas de Dios y del ingenio humano, si se usan rectamente para gloria del Creador y al servicio de los hermanos, pueden ser camino para el encuentro de los hombres con Cristo (...). La actualidad y transcendencia de su mensaje espiritual, profundamente enraizado en el Evangelio, son evidentes, como lo muestra también la fecundidad con la que Dios ha bendecido la vida y obra de Josemaría Escrivá” (Capucci, 2009, pp. 33-34). 2. La canonización A los pocos meses de la beatificación, llegó a la Postulación la noticia de otra curación que presentaba características extraordinarias: la desaparición de las lesio-

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