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Cáncer colorrectal ¿Qué es el cáncer colorrectal? El cáncer colorrectal se origina en el colon o el recto. A estos cánceres también se les puede llamar cáncer de colon o cáncer de recto (rectal) dependiendo del lugar donde se originen. El cáncer de colon y el cáncer de recto a menudo se agrupan porque tienen muchas características comunes. El cáncer se origina cuando las células en el cuerpo comienzan a crecer en forma descontrolada. Las células en casi cualquier parte del cuerpo pueden convertirse en cáncer y pueden extenderse a otras áreas del cuerpo. Para aprender más acerca de cómo los cánceres comienzan y se propagan, lea ¿Qué es cáncer?
¿Cómo se origina el cáncer colorrectal? La mayoría de los cánceres colorrectales comienza como un crecimiento en el revestimiento interno del colon o del recto llamado pólipo. Algunos tipos de pólipos pueden convertirse en cáncer en el transcurso de varios años, pero no todos los pólipos se convierten en cáncer. La probabilidad de transformarse en un cáncer depende del tipo de pólipo. Los dos tipos principales de pólipos son: • Pólipos adenomatosos (adenomas): estos pólipos algunas veces se transforman en cáncer. Debido a esto, los adenomas se denominan afecciones precancerosas. • Pólipos inflamatorios y pólipos hiperplásicos: estos pólipos son más frecuentes, pero en general no son precancerosos. La displasia, otra afección precancerosa, es un área en un pólipo o en el revestimiento del colon o del recto donde las células lucen anormales (pero no como células cancerosas verdaderas). Para información más detallada sobre los tipos de pólipos y afecciones que pueden conducir a cáncer colorrectal, lea Understanding Your Pathology Report Colon Polyps.
Si se forma cáncer dentro de un pólipo, con el pasar del tiempo, puede comenzar a crecer en el espesor de la pared del colon o del recto. La pared del colon y del recto está compuesta por varias capas. El cáncer colorrectal se origina en la capa más interna (la mucosa) y puede crecer a través de algunas o de todas las demás capas. Cuando las células cancerosas se encuentran en la pared, éstas pueden crecer hacia los vasos sanguíneos o los vasos linfáticos (canales diminutos que transportan material de desecho y líquido). Desde allí, las células cancerosas pueden desplazarse a los ganglios linfáticos cercanos o a partes distantes del cuerpo. La etapa (extensión) de un cáncer colorrectal depende de cuán profundamente crece en la pared y si se ha extendido fuera del colon o del recto. Para obtener más información sobre las etapas, consulte “Etapas del cáncer colorrectal”.
El colon y el recto normal El colon y el recto son partes del sistema digestivo, el cual también se denomina sistema gastrointestinal o GI, por sus siglas en inglés (vea la ilustración a continuación). El colon y el recto conforman el intestino grueso. La mayor parte del intestino grueso está compuesto por el colon, un conducto muscular de aproximadamente 5 pies de longitud que absorbe agua y sal de los alimentos restantes después de que pasan por el intestino delgado. El material de desecho que queda después de pasar por el colon llega al recto (el recto es la parte final del sistema digestivo cuya longitud es de 6 pulgadas), donde se almacena hasta que sale del cuerpo por medio del ano.
Tipos de cáncer en el colon y el recto Los adenocarcinomas representan más del 95% de los cánceres colorrectales. Estos cánceres se originan de las células glandulares que producen mucosidad para lubricar el interior del colon y del recto. Cuando los médicos hablan de cáncer colorrectal, casi siempre se refieren a este tipo de cáncer. Otros tipos de tumores menos comunes también pueden comenzar en el colon y en el recto. Entre estos se incluye:
Los tumores carcinoides que se originan a partir de células intestinales especializadas productoras de hormonas. Se discuten en Gastrointestinal Carcinoid Tumors. Los tumores estromales gastrointestinales se originan de células especializadas en la pared del colon llamadas células intersticiales de Cajal. Algunos no son cancerosos (benignos). Estos tumores se pueden encontrar en cualquier parte del tracto digestivo, aunque es poco común que se originen en el colon. Se discuten en Gastrointestinal Stromal Tumors (GIST). Los linfomas son cánceres de las células del sistema inmunitario que típicamente se forman en los ganglios linfáticos, pero que también pueden comenzar en el colon y el recto o en otros órganos. Se incluye información sobre los linfomas del sistema digestivo en linfoma no Hodgkin. Los sarcomas pueden originarse de los vasos sanguíneos, así como de las capas musculares, u otros tejidos conectivos de la pared del colon y del recto. Los sarcomas del colon o del recto son poco frecuentes, y se discuten en Sarcoma: cáncer de tejidos blandos en adultos.
Estadísticas importantes sobre el cáncer colorrectal ¿Qué tan común es el cáncer colorrectal? Excluyendo a los cánceres de piel, el cáncer colorrectal es el tercer cáncer que se diagnostica con más frecuencia tanto en los hombres como en las mujeres en los Estados Unidos. Para el año 2016, los cálculos de la Sociedad Americana Contra El Cáncer para este cáncer en los Estados Unidos son: • 95,270 casos nuevos de cáncer de colon • 39,220 casos nuevos de cáncer de recto
Riesgo de cáncer colorrectal en el transcurso de la vida En general, el riesgo de padecer cáncer colorrectal en el transcurso de la vida es de aproximadamente 1 en 21 (4.7%) para los hombres y de 1 en 23 (4.4%) para las mujeres. El riesgo es ligeramente menor en las mujeres que en los hombres. Otros factores (descritos en la sección “¿Cuáles son los factores de riesgo del cáncer colorrectal?”) también pueden afectar su riesgo de padecer cáncer colorrectal.
Muertes a causa del cáncer colorrectal El cáncer colorrectal es la tercera causa principal de fallecimientos asociados con el cáncer en los Estados Unidos cuando se consideran a los hombres y a las mujeres por separado, y la
segunda causa principal cuando se combinan ambos sexos. Se estima que causará alrededor de 49,190 muertes durante 2016. La tasa de mortalidad (el número de muertes por 100,000 personas cada año) a causa de cáncer colorrectal ha disminuido tanto en hombres como en mujeres desde hace varias décadas. Esto probablemente se deba a varias razones. Es posible que una de estas razones sea el hecho de que actualmente los pólipos colorrectales se descubren con más frecuencia mediante pruebas de detección y se extirpan antes de que se transformen en cáncer o se detectan más temprano cuando es más fácil tratar la enfermedad. Además, el tratamiento del cáncer colorrectal ha mejorado durante las últimas décadas. Como resultado, actualmente existen más de un millón de sobrevivientes de cáncer colorrectal en los Estados Unidos. Las estadísticas relacionadas con la supervivencia entre las personas con cáncer colorrectal se discuten en “¿Cuáles son las tasas de supervivencia para el cáncer colorrectal por etapas?” Visite el Centro de Estadísticas sobre el Cáncer de la Sociedad Americana Contra El Cáncer para más información sobre estadísticas importantes.
Factores de riesgo del cáncer colorrectal Un factor de riesgo es todo aquello que afecta la probabilidad de que usted padezca una enfermedad, como por ejemplo el cáncer. Los distintos tipos de cáncer tienen diferentes factores de riesgo. Algunos factores de riesgo, como el fumar, pueden cambiarse. Otros, como la edad de una persona o sus antecedentes familiares, no se pueden cambiar. No obstante, si se tiene uno, o hasta muchos factores de riesgo, no necesariamente significa que se padecerá la enfermedad. Además, puede que algunas personas que llegan a padecer la enfermedad no tengan ningún factor de riesgo conocido. Los investigadores han encontrado varios factores de riesgo que pueden aumentar las probabilidades de que una persona presente pólipos o cáncer colorrectal.
Factores de riesgo del cáncer colorrectal que usted puede cambiar Varios factores relacionados con el estilo de vida han sido asociados con el cáncer colorrectal. De hecho, la relación que hay entre la alimentación, el peso y el ejercicio con el riesgo de cáncer colorrectal es una de las más fuertes para cualquier tipo de cáncer.
Sobrepeso u obesidad Si usted tiene sobrepeso u obesidad (mucho sobrepeso), su riesgo de padecer y morir de cáncer colorrectal es mayor. El sobrepeso aumenta el riesgo de cáncer de colon tanto en los hombres como en las mujeres, aunque esta asociación parece ser mayor entre los hombres.
Inactividad física Si usted no está activo físicamente, tiene una mayor probabilidad de padecer cáncer colorrectal. Estar más activo podría ayudar a disminuir su riesgo.
Ciertos tipos de alimentos Una alimentación con un alto consumo de carne roja (tal como res, cerdo, cordero o hígado) y carnes procesadas (tal como perros calientes y algunas carnes frías) pueden aumentar su riesgo de cáncer colorrectal. Cocinar las carnes a temperaturas muy altas (freír, asar o cocinar a la parrilla) crea químicos que pueden aumentar el riesgo de cáncer, aunque no está claro cuánto de esto puede aumentar su riesgo de cáncer colorrectal. Una alimentación con un alto consumo de vegetales, verduras, frutas y granos integrales ha sido relacionada con un menor riesgo de cáncer colorrectal, aunque los suplementos de fibra no han demostrado que pueden ayudar a reducir este riesgo. No está claro si otros componentes alimenticios (por ejemplo, ciertos tipos de grasas) afectan el riesgo de cáncer colorrectal.
Tabaquismo Las personas que han fumado por mucho tiempo tienen una probabilidad mayor de padecer y morir de cáncer colorrectal que las personas que no fuman. Se sabe que fumar causa cáncer de pulmón, pero también está relacionado con otros cánceres, como el cáncer colorrectal. Si usted fuma y quiere saber más sobre cómo dejar de fumar, lea Pasos para dejar de fumar.
Consumo excesivo de alcohol El cáncer colorrectal ha sido vinculado al consumo excesivo de alcohol. Limitar el consumo de alcohol a no más de dos tragos al día para los hombres y un trago al día para las mujeres podría dar muchos beneficios a la salud, incluyendo un menor riesgo de cáncer colorrectal.
Factores de riesgo del cáncer colorrectal que usted no puede cambiar Envejecimiento Los adultos más jóvenes pueden padecer cáncer colorrectal, pero las probabilidades aumentan significativamente después de los 50 años de edad.
Antecedente personal de cáncer colorrectal o pólipos colorrectales Si presenta un antecedente de pólipos adenomatosos (adenomas), usted tiene un mayor riesgo de cáncer colorrectal. Esto es especialmente cierto si los pólipos son grandes o si existen muchos de ellos. Si usted ha padecido cáncer colorrectal, aunque se le haya extirpado completamente, tiene más probabilidades de padecer nuevos cánceres en otras áreas del colon y del recto. Las probabilidades de que esto suceda son mucho mayores si usted padeció su primer cáncer colorrectal siendo joven.
Antecedente personal de enfermedad inflamatoria del intestino Si usted padece la enfermedad inflamatoria del intestino (inflammatory bowel disease, IBD), incluyendo colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, su riesgo de cáncer colorrectal es mayor. La IBD es una afección en la que el colon se encuentra inflamado por un tiempo muy prolongado. Las personas que han padecido IBD por muchos años a menudo llegan a tener displasia. El término displasia se utiliza para describir las células en el revestimiento del colon o del recto que lucen anormales cuando se observan con un microscopio (pero no como las células cancerosas verdaderas). Estás células pueden transformarse en cáncer con el paso del tiempo. Si usted padece IBD, puede que necesite empezar las pruebas de detección para el cáncer colorrectal a una edad más temprana y realizarlas con más frecuencia. La enfermedad inflamatoria intestinal es diferente al síndrome del intestino irritable (IBS), el cual no aumenta su riesgo de cáncer colorrectal.
Antecedente familiar de cáncer colorrectal o pólipos adenomatosos Las personas con un antecedente de cáncer colorrectal en un familiar de primer grado (padres, hermanos o hijos) tienen un mayor riesgo. El riesgo es aún mayor si el familiar fue diagnosticado con cáncer cuando tenía menos de 45 años, o si más de un familiar de primer grado es afectado. Las razones para el riesgo aumentado no están claras en todos los casos. Los cánceres que “vienen de familia” pueden deberse a genes heredados, a que se comparten factores ambientales o a cierta combinación de estos factores. La mayoría de las personas que padecen cáncer colorrectal no presentan antecedentes familiares de este cáncer. Sin embargo, hasta una de cada cinco personas que padece cáncer colorrectal tiene otros familiares que han sido afectados por esta enfermedad.
Tener familiares que hayan tenido pólipos adenomatosos también está relacionado con un mayor riesgo de cáncer de colon. (Los pólipos adenomatosos son la clase de pólipos que se pueden convertir en cancerosos). Si usted tiene antecedentes familiares de pólipos adenomatosos o cáncer colorrectal, consulte con su médico sobre la posible necesidad de comenzar las pruebas de detección antes de los 50 años de edad. Si usted ha tenido pólipos adenomatosos o cáncer colorrectal, es importante que informe a sus familiares cercanos para que puedan notificar de esto a sus médicos y comiencen las pruebas de detección a la edad adecuada.
Tener un síndrome heredado Alrededor del 5% al 10% de las personas que padecen cáncer colorrectal presentan defectos genéticos hereditarios (mutaciones) que pueden causar síndromes de cáncer familiares y que pueden llevar a padecer la enfermedad. Los síndromes hereditarios más comunes relacionados con los cánceres colorrectales son la poliposis adenomatosa familiar (familial adenomatous polyposis, FAP) y el síndrome de Lynch (cáncer colorrectal hereditario sin poliposis, o HNPCC), aunque otros síndromes menos comunes también pueden aumentar el riesgo de cáncer colorrectal. Poliposis adenomatosa familiar: la poliposis adenomatosa familiar (familial adenomatous polyposis, FAP) es causada por cambios (mutaciones) en el gen APC que una persona hereda de sus padres. Aproximadamente 1% de todos los cánceres colorrectales se debe a la poliposis adenomatosa familiar. En el tipo más común de la FAP, se desarrollan cientos o miles de pólipos en el colon y el recto de una persona, por lo general en la adolescencia o la edad adulta temprana. El cáncer, por lo general, surge en uno o más de estos pólipos tan pronto como a la edad de 20 años. Al cumplir los 40 años, casi todas las personas con este trastorno tendrán cáncer de colon si primero no se extrae el colon para prevenirlo. Las personas con FAP también están en mayor riesgo de cánceres de estómago, intestino delgado y algunos otros órganos. En la FAP atenuada, que es un subtipo de este trastorno, los pacientes tienen un menor número de pólipos (menos de 100) y el cáncer colorrectal tiende a ocurrir a una edad más avanzada. El síndrome de Gardner es un tipo de FAP que también se manifiesta con tumores no cancerosos de la piel, el tejido blando y los huesos. Síndrome de Lynch (cáncer de colon hereditario sin poliposis, o HNPCC): el síndrome de Lynch, representa alrededor del 2% al 4% de todos los cánceres colorrectales. En la mayoría de los casos, este trastorno es causado por un defecto hereditario en el gen MLH1 o el gen MSH2, pero cambios en otros genes también pueden causar síndrome de Lynch. Estos genes ayudan normalmente a reparar el ADN dañado. (Lea “¿Conocemos las causas del cáncer colorrectal?” para más detalles).
En las personas con este síndrome se originan cánceres cuando son relativamente jóvenes, aunque no tan jóvenes como en la poliposis adenomatosa familiar (FAP). Las personas con síndrome de Lynch pueden presentar pólipos, pero sólo suelen tener pocos, no cientos de ellos, como en el caso de la poliposis adenomatosa familiar. El riesgo de cáncer colorrectal en el transcurso de la vida de una persona con esta afección puede ser tan alto como 80%, aunque esto depende de cuál gen esté afectado. Las mujeres con esta afección también tienen un riesgo muy alto de cáncer de endometrio (el revestimiento del útero). Otros cánceres asociados con el síndrome de Lynch incluyen el cáncer de ovario, estómago, intestino delgado, páncreas, riñón, encéfalo, uréteres (los conductos que llevan la orina desde los riñones hasta la vejiga) y las vías biliares. Para más información sobre el síndrome de Lynch, consulte las secciones “¿Conocemos las causas del cáncer colorrectal?” y “¿Se puede prevenir el cáncer colorrectal?”. Síndrome de Turcot: esta afección hereditaria se presenta en raras ocasiones, y las personas están en mayor riesgo de pólipos adenomatosos y cáncer colorrectal, así como tumores cerebrales. En realidad, hay dos tipos de síndrome de Turcot: • Uno es causado por cambios genéticos similares a aquellos vistos en poliposis adenomatosa familiar, en cuyos casos los tumores cerebrales son meduloblastomas. • El otro es causado por cambios genéticos similares a aquellos vistos en el síndrome de Lynch, en cuyos casos los tumores cerebrales son glioblastomas. Síndrome Peutz-Jeghers: las personas con esta afección hereditaria poco común tienden a presentar pecas alrededor de la boca (y algunas veces en las manos y los pies) y un tipo especial de pólipo en sus tractos digestivos (hamartoma). Estas personas tienen un riesgo significativamente mayor de cáncer colorrectal, así como de otros cánceres, los cuales usualmente se presentan a una edad más temprana que lo normal. Este síndrome es causado por mutaciones en el gen STK1. Poliposis relacionada con MUTYH: las personas con este síndrome desarrollan pólipos en el colon, los cuales se tornarán cancerosos si no se remueve el colon. Estas personas también tienen un riesgo aumentado de cánceres de intestino delgado, piel, ovario y vejiga. Este síndrome es causado por mutaciones en el gen MUTYH. Estos síndromes a menudo provocan que se origine el cáncer a una edad más temprana de lo común. También están vinculados a otros tipos de cáncer. La identificación de las familias con estos síndromes hereditarios es importante, ya que permite a los médicos recomendar medidas específicas como pruebas de detección y otras medidas preventivas cuando la persona es más joven. Puede obtener información sobre evaluación de riesgos, asesoramiento genético y pruebas genéticas de detección de estos síndromes en Prevención y detección temprana del cáncer colorrectal.
Antecedentes étnicos y raciales Por razones aún desconocidas, las personas de raza negra tienen las tasas de incidencia y de mortalidad de cáncer colorrectal más altas de todos los grupos raciales de los Estados Unidos. Las razones de esto todavía se desconocen. Los judíos con ascendencia en Europa Oriental (judíos Askenazi) tienen uno de los mayores riesgos de cáncer colorrectal en comparación con cualquier otro grupo étnico en el mundo. Se han encontrado varias mutaciones genéticas que conducen a un riesgo aumentado de cáncer colorrectal en este grupo. El más común de estos cambios genéticos, llamado la mutación I1307K APC, se presenta en aproximadamente un 6% de los judíos en los Estados Unidos.
Diabetes tipo 2 Las personas con diabetes tipo 2 (usualmente no dependiente de insulina) tienen un riesgo aumentado de padecer cáncer colorrectal. Tanto la diabetes tipo 2 como el cáncer colorrectal comparten algunos de los mismos factores de riesgo (como estar sobrepeso u obeso). Sin embargo, aun cuando se toman estos factores en consideración, las personas con diabetes tipo 2 todavía presentan un riesgo aumentado. Estas personas también suelen tener un pronóstico menos favorable después del diagnóstico.
Factores con efectos sobre el cáncer colorrectal que no están claros Turno de trabajo nocturno Los resultados de un solo estudio sugirieron que trabajar en el turno de noche al menos tres noches cada mes por al menos 15 años podría incrementar el riesgo de cáncer colorrectal en las mujeres. Los autores del estudio sugirieron que esto se pudo deber a cambios en los niveles de melatonina (una hormona que responde a los cambios de la luz) en el cuerpo. Se necesitan más estudios para confirmar o refutar este hallazgo.
Tratamiento previo de ciertos cánceres Algunos estudios han encontrado que los hombres que sobreviven a cáncer testicular parecen tener una tasa mayor de cáncer colorrectal y algunos otros cánceres. Esto se puede deber a los tratamientos que han recibido. Asimismo, algunos estudios han sugerido que los hombres que recibieron radioterapia para tratar el cáncer de próstata podrían tener un mayor riesgo de cáncer rectal, ya que el recto recibe algo de radiación durante el tratamiento. La mayoría de estos estudios se basa en los hombres tratados en la década de 1980 y 1990, cuando los tratamientos de radiación eran
menos precisos de lo que son hoy en día. El efecto de los métodos más modernos de radiación en el riesgo de cáncer rectal no está claro.
¿Conocemos qué causa el cáncer colorrectal? Los investigadores han encontrado varios factores que pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer colorrectal, pero aún no está claro exactamente cómo todos estos factores pueden causar este cáncer. El cáncer es causado por cambios en el ADN en el interior de las células. El ADN es el químico en nuestras células que conforma nuestros genes, y que controla cómo funcionan nuestras células. Por lo general, nos asemejamos a nuestros padres porque de ellos proviene nuestro ADN. Sin embargo, el ADN afecta algo más que sólo nuestra apariencia. Algunos genes ayudan a controlar cuándo nuestras células crecen, se dividen en nuevas células y mueren: • A ciertos genes que ayudan a las células a crecer, dividirse y a mantenerse vivas se les denominan oncogenes. • Los genes que ayudan a mantener el control de la división celular o que provocan que las células mueran en el momento oportuno se llaman genes supresores de tumores. El cáncer puede ser causado por mutaciones (defectos) en el ADN que activan a los oncogenes o desactivan a los genes supresores de tumores. Los cambios en varios genes diferentes son usualmente necesarios para que se origine el cáncer colorrectal.
Mutaciones genéticas hereditarias Algunas mutaciones del ADN pueden ser transmitidas de una generación a otra, y se encuentran en todas las células del cuerpo. Cuando esto ocurre, decimos que las mutaciones son hereditarias. Pocos cánceres colorrectales son causados por mutaciones genéticas hereditarias. Ahora se conocen muchos de estos cambios en el ADN y sus efectos en el crecimiento celular. Por ejemplo: • La poliposis adenomatosa familiar (FAP) y síndrome de Gardner son causados por cambios hereditarios en el APC gen. El gen APC es un gen supresor de tumores (normalmente ayuda a mantener el crecimiento celular bajo control). En las personas con cambios hereditarios en el gen APC, este “freno” del crecimiento celular se desactiva, causando que se formen cientos de pólipos en el colon. Con el pasar del tiempo, el cáncer casi siempre se forma en uno o más de estos pólipos debido a nuevas mutaciones genéticas en las células de los pólipos. • El síndrome de Lynch (cáncer de colon hereditario sin poliposis, o HNPCC), es causado por cambios en los genes que normalmente ayudan a una célula a reparar un
ADN deficiente. Una mutación en uno de los genes de las enzimas reparadoras del ADN, como MLH1, MSH2, MLH3, MSH6, PMS1, o PMS, puede evitar que se corrijan algunos errores del ADN. Estos errores algunas veces afectarán los genes reguladores del crecimiento, lo cual puede ocasionar la formación del cáncer. El TGFBR2 es otro gen relacionado con el HNPCC que ayuda a regular el crecimiento celular. • El síndrome Peutz-Jeghers es causado por cambios hereditarios en el gen STK11. Este parece ser un gen supresor de tumor. Las pruebas genéticas pueden detectar las mutaciones genéticas asociadas con estos síndromes hereditarios. Si tiene antecedentes familiares de pólipos, cáncer colorrectal u otros síntomas relacionados con estos síndromes, usted puede consultar con su médico sobre la asesoría genética y las pruebas genéticas. La Sociedad Americana Contra El Cáncer recomienda consultar con un profesional calificado sobre genética del cáncer antes de someterse a alguna prueba genética. Para más información, lea nuestro documento (disponible en inglés) Genetic Testing: What You Need to Know.
Mutaciones genéticas adquiridas Algunas mutaciones ocurren durante la vida de una persona y no son trasmitidas a la próxima generación. Sólo afectan las células que provienen de la célula original que mutó. Estos cambios en el ADN se deben a mutaciones adquiridas. En la mayoría de los casos de cáncer colorrectal, las mutaciones del ADN que conducen a cáncer son adquiridas durante la vida de una persona en lugar de haber sido heredadas. Ciertos factores de riesgo probablemente desempeñan un papel en causar estas mutaciones adquiridas, pero hasta el momento se desconoce qué causa la mayoría de estas mutaciones. Tal parece que no hay una única vía genética para cáncer colorrectal que sea la misma en todos los casos. En muchos casos, la primera mutación ocurre en el gen APC, lo que causa un aumento en el crecimiento de células colorrectales debido a la pérdida de este “freno” en el crecimiento celular. Puede que ocurran mutaciones adicionales en los genes, como el KRAS, TP53, y SMAD4. Estos cambios pueden ocasionar que las células crezcan y se propaguen sin control. Es probable que también estén involucrados otros genes aún desconocidos. Para más información sobre cómo los cambios genéticos pueden conducir a cáncer, lea (disponible en inglés) Genes and Cancer.
¿Se puede prevenir el cáncer colorrectal? No existe una manera segura de prevenir el cáncer colorrectal. Sin embargo, usted puede tomar medidas que pueden ayudar a reducir su riesgo, tal como cambiar los factores de riesgo que sí puede controlar.
Pruebas de detección del cáncer colorrectal Las pruebas de detección se realizan como parte del proceso de determinar la presencia de cáncer o precáncer en las personas que no presentan ningún síntoma de la enfermedad. Las pruebas de detección del cáncer colorrectal que se hacen regularmente son una de las armas más poderosas para prevenir este cáncer. Desde el momento en que las primeras células anormales comienzan a crecer para convertirse en pólipos, usualmente transcurren aproximadamente de 10 a 15 años para que éstas se transformen en cáncer colorrectal. La mayoría de los pólipos se pueden descubrir con pruebas de detección de forma periódica y se pueden extirpar antes de que tengan la oportunidad de convertirse en cáncer. Las pruebas de detección también pueden encontrar el cáncer colorrectal en sus etapas iniciales, cuando es altamente curable. Se recomienda que las pruebas de detección se inicien a los 50 años para las personas que no están en mayor riesgo de cáncer colorrectal. Hay varias opciones diferentes de pruebas de detección. Las personas con un mayor riesgo, como aquellas con fuertes antecedentes familiares de cáncer colorrectal, podrían beneficiarse de iniciar las pruebas de detección a una edad más temprana. Si usted tiene un antecedente familiar significativo de cáncer colorrectal o pólipos, consulte con su médico sobre su riesgo. Es posible le sea útil la asesoría genética para revisar su árbol genealógico médico a fin de ver qué tan probable es que tenga un síndrome de cáncer familiar. Para más información sobre las pruebas de detección, incluyendo las guías de la Sociedad Americana Contra El Cáncer para la detección temprana del cáncer colorrectal, lea Prevención y detección temprana del cáncer colorrectal.
Peso corporal, actividad física y alimentación Por ahora, la mejor recomendación sobre la alimentación y la actividad física para una posible reducción del riesgo de cáncer colorrectal consiste en: • Evitar la obesidad y el aumento de peso alrededor de la sección media del cuerpo • Aumentar la intensidad y cantidad de su actividad física • Limitar el consumo de carnes rojas y procesadas • Comer más frutas y verduras • Obtener los niveles recomendados de calcio y vitamina D (refiérase a la información a continuación) • Evitar el consumo excesivo de alcohol
Peso: el sobrepeso o la obesidad aumentan el riesgo de cáncer colorrectal tanto en los hombres como en las mujeres, aunque esta asociación parece ser mayor entre los hombres. Tener más grasa abdominal (es decir, en el área del estómago, acrecentando la cintura), también se ha relacionado con cáncer colorrectal. Actividad física: aumentar su nivel de actividad reduce el riesgo de cáncer colorrectal y pólipos. La actividad moderada (todo lo que le haga respirar tan fuerte como lo haría en una caminata enérgica) disminuye el riesgo, aunque una actividad vigorosa podría tener un beneficio aún mayor. Alimentación: en general, una alimentación con un alto contenido de frutas, verduras y granos integrales (y con un bajo contenido de carnes rojas y procesadas) se ha relacionado con una disminución del riesgo del cáncer colorrectal, aunque no ha quedado precisamente claro cuáles factores son importantes. Muchos estudios han encontrado un vínculo entre las carnes rojas (res, cerdo y cordero) o carnes procesadas (como fiambres, salchichas y perros calientes [hot dogs]) y un mayor riesgo de cáncer colorrectal. En los últimos años, algunos estudios abarcadores han sugerido que la fibra en la alimentación, especialmente de granos integrales, puede reducir el riesgo de cáncer colorrectal. Se sigue realizando investigación sobre este asunto. Alcohol: varios estudios han reportado un mayor riesgo de cáncer colorrectal debido a un aumento en el consumo de bebidas alcohólicas, especialmente entre los hombres. Para más información sobre la alimentación y la actividad física, consulte “Guías de la Sociedad Americana Contra El Cáncer sobre nutrición y actividad física para la prevención del cáncer”.
No fume El hábito de fumar por un tiempo prolongado está relacionado con un mayor riesgo de cáncer colorrectal, así como a muchos otros cánceres y problemas de salud. Si usted fuma y desea ayuda para dejar de fumar, lea Pasos para dejar de fumar o llame a la Sociedad Americana Contra El Cáncer al 1-800-227-2345.
Vitaminas, calcio y magnesio Algunos estudios indican que, si se toma diariamente un complejo multivitamínico que contenga ácido fólico o folato, se puede reducir el riesgo de padecer cáncer colorrectal. Sin embargo, no todos los estudios indican esto. De hecho, algunos estudios han sugerido que el ácido fólico podría contribuir al crecimiento de tumores existentes. Aún se necesita realizar más investigación al respecto. Por otro lado, algunos estudios han sugerido que la vitamina D (la cual se puede obtener mediante la exposición al sol, ciertos alimentos o mediante una pastilla de vitamina) puede
reducir el riesgo de cáncer colorrectal. Debido a la preocupación de que la exposición excesiva al sol pueda causar cáncer de piel, actualmente la mayoría de los expertos no recomienda esta forma de reducir el riesgo de cáncer colorrectal. Otros estudios indican que el aumento de la ingestión de calcio podría reducir el riesgo de cáncer colorrectal. El calcio es importante por varias razones de salud además de los posibles efectos en el riesgo de cáncer. Pero debido al posible aumento del riesgo de cáncer de próstata entre hombres con un consumo alto de calcio, la Sociedad Americana Contra El Cáncer no recomienda aumentar el consumo de calcio específicamente con la intención de reducir el riesgo de cáncer colorrectal. La vitamina D y el calcio podrían funcionar juntos para reducir el riesgo de cáncer colorrectal, ya que la vitamina D ayuda a que el cuerpo absorba el calcio. Aun así, no todos los estudios han encontrado que los complementos de estos nutrientes reduzcan el riesgo. Varios estudios han encontrado una posible asociación entre una alimentación alta en magnesio y un riesgo reducido de cáncer colorrectal, especialmente en mujeres. Se necesitan más investigaciones para determinar si este vínculo existe. Usted debe consultar con su médico o un miembro de su equipo de atención médica si quiere saber más sobre estos suplementos.
Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos Muchos estudios han encontrado que las personas que toman regularmente aspirina u otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (NSAID, por sus siglas en inglés), tales como ibuprofeno (Motrin, Advil) y naproxeno (Aleve), tienen menos riesgo de padecer cáncer colorrectal y pólipos. La mayoría de estos estudios analizaron a las personas que tomaron estos medicamentos por razones, tal como el tratamiento de la artritis o para prevenir ataques cardiacos. Otros estudios más contundentes han proporcionado evidencia de que la aspirina puede ayudar a prevenir el crecimiento de pólipos en las personas que recibieron tratamiento para el cáncer colorrectal en etapas tempranas o a quienes se les extirparon pólipos. Sin embargo, la aspirina y otros NSAID pueden causar efectos secundarios que pueden ser graves o atentar contra la vida, tal como sangrado debido a la irritación del estómago, lo que puede superar los beneficios de estos medicamentos en la población general. Por esta razón, la mayoría de los expertos no recomienda tomar NSAID solo para disminuir el riesgo de cáncer colorrectal si usted está en riesgo promedio. Sin embargo, los otros posibles beneficios de la aspirina, como la disminución del riesgo de algunos tipos de enfermedades del corazón, podrían superan los riesgos en ciertos grupos de personas, tales como aquellas en mayor riesgo de enfermedad cardíaca. Se está estudiando el valor de la aspirina y los medicamentos similares para las personas con un riesgo aumentado de cáncer colorrectal. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó el uso de Celecoxib (Celebrex) para reducir la formación de pólipos en personas que padecen poliposis adenomatosa familiar (FAP). Este medicamento puede
causar menos sangrado en el estómago en comparación con los NSAID, aunque puede aumentar el riesgo de ataques cardiacos y ataques al cerebro. La aspirina y otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos pueden causar graves efectos secundarios. Por lo tanto, consulte con su médico antes de comenzar a tomar cualquiera de ellos regularmente.
Terapia de reemplazo hormonal para mujeres Tomar estrógeno y progesterona después de la menopausia (lo que a veces se le llama terapia hormonal en la menopausia o terapia de restitución hormonal combinada) puede reducir el riesgo de una mujer de padecer cáncer colorrectal, aunque los cánceres descubiertos en las mujeres que reciben estas hormonas después de la menopausia pueden estar en una etapa más avanzada. Además, tomar estrógeno y progesterona después de la menopausia reduce el riesgo de osteoporosis (pérdida de densidad en los huesos), pero también puede aumentar el riesgo de enfermedad cardiaca, coágulos sanguíneos, y cánceres de seno y pulmón en la mujer. Si usted está considerando utilizar la terapia hormonal en la menopausia, asegúrese de consultar con su médico sobre las ventajas y las desventajas.
¿Se pueden encontrar los pólipos y el cáncer colorrectal en sus etapas iniciales? ¿Por qué es importante encontrar el cáncer colorrectal temprano? Las pruebas de detección se realizan como parte del proceso de determinar la presencia de cáncer o precáncer en las personas que no presentan ningún síntoma de la enfermedad. A menudo, las pruebas de detección rutinarias pueden encontrar el cáncer colorrectal en etapas iniciales, cuando es más probable curarlo. En muchas personas, las pruebas de detección también pueden prevenir el cáncer colorrectal al encontrar y extraer los pólipos antes de que tengan la probabilidad de convertirse en cáncer.
¿Qué pruebas se utilizan para detectar el cáncer colorrectal? Las pruebas y los exámenes usados para detectar el cáncer colorrectal incluyen:
• Prueba de sangre oculta en heces basada en guayacol (gFOBT) y análisis inmunoquímico de las heces fecales (FIT): se examinan muestras de heces fecales para saber si tienen sangre, lo que podría ser una señal de un pólipo o cáncer. • Prueba del ADN en las heces fecales: se examina una muestra de heces fecales para identificar ciertas secciones anormales del ADN (material genético) de cáncer o de células de pólipos. • Sigmoidoscopia: se coloca en el recto y el colon inferior un tubo flexible que tiene una fuente de luz para ver si existen pólipos y cáncer. • Colonoscopia: se usa un tubo flexible más largo para examinar todo el colon y el recto. • Enema de bario de doble contraste: una prueba de rayos X del colon y del recto. • Colonografía CT (colonoscopia virtual): un tipo de tomografía computarizada del colon y del recto. La gFOBT, la FIT y la prueba de ADN en heces fecales detectan principalmente cáncer, aunque pueden encontrar algunos pólipos. La sigmoidoscopia, la colonoscopia, el enema de bario de doble contraste y la colonografía CT son excelentes exámenes para detectar tanto el cáncer como los pólipos. Estos exámenes se prefieren si están disponibles y si usted está dispuesto a someterse a ellos. Para la mayoría de los adultos, la Sociedad Americana Contra El Cáncer recomienda comenzar con una de estas pruebas de detección a los 50 años. Es posible que algunas personas en mayor riesgo de cáncer colorrectal necesiten iniciar las pruebas de detección a una edad más temprana. Para más información sobre estos exámenes y sus usos para encontrar temprano el cáncer colorrectal, lea Prevención y detección temprana del cáncer colorrectal.
Signos y síntomas del cáncer colorrectal Es posible que el cáncer colorrectal no cause síntomas enseguida, pero de ser lo contrario, puede ocasionar uno o más de estos síntomas: • Un cambio en los hábitos de evacuación como diarrea, estreñimiento o reducción del diámetro de las heces fecales (excremento) por varios días • Una sensación de que necesita defecar que no desaparece después de evacuar • Sangrado rectal • Sangre en las heces fecales que puede provocar que se vean más oscuras
• Cólicos o dolor abdominal • Debilidad y cansancio • Pérdida inexplicable de peso A menudo, los cánceres colorrectales pueden sangrar en el tracto digestivo. Aunque a veces la sangre se puede ver en las heces o causar que estas se vean más oscuras, a menudo las heces se ven normales. Pero con el pasar del tiempo, la pérdida de sangre se puede acumular y puede causar recuentos bajos de glóbulos rojos (anemia). En ocasiones, el primer signo de cáncer colorrectal es un análisis de sangre que muestra un bajo recuento de glóbulos rojos. Con más frecuencia, la mayoría de estos problemas son causados por otras afecciones en lugar de cáncer colorrectal, tal como infecciones, hemorroides o síndrome de intestino irritable. No obstante, si tiene cualquiera de estos problemas, es importante que consulte con su médico de inmediato para que se pueda determinar la causa y recibir tratamiento de ser necesario.
Pruebas para detectar el cáncer colorrectal El cáncer colorrectal a menudo se descubre después que se presentan los síntomas, aunque la mayoría de las personas con cáncer colorrectal en etapa inicial no tienen síntomas de la enfermedad. Por esta razón, es muy importante hacerse las pruebas de detección recomendadas (descritas en Prevención y detección temprana del cáncer colorrectal) antes de que surja cualquier síntoma. Si su médico encuentra algo sospechoso durante el examen de detección o si usted presenta posibles síntomas de cáncer colorrectal, su médico recomendará exámenes y estudios para encontrar la causa.
Antecedentes médicos y examen físico Su médico le preguntará acerca de su historial clínico para conocer los posibles factores de riesgo, incluyendo sus antecedentes familiares. También se le preguntará si presenta cualquier síntoma y, de ser así, cuando comenzó y por cuánto tiempo lo ha tenido. Como parte del examen físico, su médico examinará su abdomen para tratar de detectar masas u órganos que estén agrandados, y también examinará el resto de su cuerpo. También es posible que le hagan un examen digital del recto. Durante este examen, el médico se coloca un guante en la mano, inserta un dedo lubricado en el recto del paciente y palpa para determinar si hay cualquier área anormal. Además, su médico puede ordenar pruebas de sus heces fecales para saber si contienen sangre que no se puede ver a simple vista (sangre oculta).
Análisis de sangre Puede que su médico ordene ciertas pruebas de sangre para ayudar a determinar si usted tiene cáncer colorrectal. (Si usted ha sido diagnosticado con cáncer, estas pruebas pueden también utilizarse para ayudar a vigilar su enfermedad). Recuento sanguíneo completo: esta prueba mide los diferentes tipos de células en su sangre. Puede indicar si tiene anemia (muy pocos glóbulos rojos). Algunas personas con cáncer colorrectal se vuelven anémicas porque el tumor ha sangrado durante mucho tiempo. Enzimas hepáticas: también es posible que se haga una prueba de sangre para verificar su función hepática debido a que el cáncer colorrectal puede propagarse hacia el hígado. Marcadores tumorales: en ocasiones, las células del cáncer colorrectal producen sustancias, llamadas marcadores tumorales que se pueden detectar en la sangre. Los marcadores tumorales más comunes para el cáncer colorrectal son el antígeno carcinoembrionario (CEA) y el CA 19-9. Las pruebas sanguíneas para estos marcadores tumorales a veces pueden sugerir que alguien podría tener cáncer colorrectal, pero no pueden usarse solas para diagnosticar el cáncer. Esto se debe a que los niveles del marcador tumoral pueden a veces ser normales en alguien que tiene cáncer y pueden ser anormales debido a otras razones aparte del cáncer. Los marcadores tumorales se usan con más frecuencia junto con otras pruebas para darles seguimiento a los pacientes que ya han sido diagnosticados con cáncer colorrectal. Estas pruebas pueden mostrar lo bien que está funcionando el tratamiento o proveer una advertencia temprana de un cáncer que ha regresado. Si los síntomas o resultados del examen de revisión física, o si los análisis sanguíneos sugieren que podría tener cáncer colorrectal, su médico podría recomendar otras pruebas. Con más frecuencia, se hace una colonoscopia, aunque algunas veces se pueden realizar primero otros exámenes.
Colonoscopia Para este examen, el médico examina el colon y el recto en toda su extensión con un colonoscopio, un tubo delgado y flexible que tiene una fuente de luz y una pequeña cámara de video en el extremo. Se introduce a través del ano y hacia el recto y el colon. A través del colonoscopio, se pueden pasar instrumentos especiales para hacer una biopsia o extirpar cualquier área que se vea sospechosa, como pólipos, de ser necesario. La colonoscopia se puede llevar a cabo en el departamento de servicios ambulatorios de un hospital, en una clínica o en el consultorio del médico. Para más información sobre la colonoscopia, cómo se hace y qué puede esperar de este procedimiento, lea Frequently Asked Questions About Colonoscopy and Sigmoidoscopy.
Biopsia Por lo general, si durante cualquier prueba diagnóstica o de detección se sospecha la presencia de un cáncer colorrectal, se realiza una biopsia durante la colonoscopia. En una biopsia, el médico extrae un pedacito de tejido con un instrumento especial que se pasa a través del endoscopio. Con menos frecuencia, es posible que se necesite extirpar quirúrgicamente parte del colon para hacer el diagnostico. El documento titulado Testing Biopsy and Cytology Specimens for Cancer (disponible en inglés) provee más información sobre los tipos de biopsias, cómo se usa el tejido en el laboratorio para diagnosticar el cáncer, y lo que indicarán los resultados.
Pruebas de laboratorio de las muestras de biopsia Las muestras de biopsia (de la colonoscopia o la cirugía) se envían al laboratorio donde se observan al microscopio. Otras pruebas pueden sugerir que hay cáncer colorrectal, pero la única manera de confirmar esto es mediante la observación de muestras de biopsia con un microscopio. Si se descubre cáncer, también se le pueden hacer otras pruebas de laboratorio a las muestras de biopsia para ayudar a clasificar mejor el cáncer. Pruebas genéticas: los médicos pueden identificar cambios genéticos específicos en las células cancerosas que pueden afectar la manera en que el cáncer es tratado. Por ejemplo, ahora los médicos usualmente hacen pruebas a las células para detectar cambios en los genes KRAS y NRAS. Algunos médicos también pueden hacer pruebas para detectar cambios en el gen BRAF. Los pacientes cuyos cánceres tienen mutaciones en estos genes no se benefician de tratamiento con ciertos medicamentos de terapia dirigida contra el cáncer. Prueba MSI: algunas veces, se hacen pruebas a las células cancerosas para determinar si muestran cambios genéticos llamados inestabilidad de microsatélite (MSI). La mayoría de los cánceres colorrectales no tienen altos niveles de MSI. Pero la mayoría de los cánceres colorrectales que están vinculados al síndrome de Lynch (HNPCC) sí tienen altos niveles de MSI. Existen dos posibles razones para realizar estas pruebas de MSI a los cánceres colorrectales: • Para identificar a los pacientes que deben hacerse pruebas para detectar el síndrome de Lynch. Un diagnóstico de síndrome de Lynch puede ayudar a planear otras pruebas de detección para el cáncer en el paciente (por ejemplo, puede que sea necesario realizar pruebas de detección del cáncer uterino en mujeres con síndrome de Lynch). Además, si el paciente tiene síndrome de Lynch, sus familiares también podrían tenerlo, y puede que quieran hacerse las pruebas para saber si lo tienen. • Conocer que un cáncer colorrectal en etapa inicial tiene MSI puede cambiar la manera en que es tratado.
Algunos médicos sugieren realizar las pruebas de MSI solo si un paciente reúne ciertos criterios. Otros médicos ordenan pruebas de MSI en todos los cánceres colorrectales, y otros toman esta decisión basándose en la edad del paciente o la etapa del cáncer.
Estudios por imágenes para encontrar el cáncer colorrectal Los estudios por imágenes utilizan ondas sonoras, rayos X, campos magnéticos o sustancias radioactivas para obtener imágenes del interior del cuerpo. Los estudios por imágenes se pueden realizar por un número de razones, incluyendo: • Para encontrar áreas sospechosas que podrían ser cancerosas • Saber cuán lejos se ha propagado el cáncer • Ayudar a determinar si el tratamiento es eficaz
Tomografía computarizada Una tomografía computarizada (computed tomography, CT) usa rayos X para producir imágenes transversales detalladas de su cuerpo. Este estudio puede ayudar a determinar si el cáncer de colon se ha propagado hacia el hígado o a otros órganos. CT con portografía: en este tipo de CT, el material de contraste se inyecta en la vena porta (la vena grande que llega al hígado desde el intestino) para observar mejor el cáncer colorrectal que se ha propagado al hígado.
Ecografía (ultrasonido) La ecografía utiliza ondas sonoras y sus ecos para producir imágenes del interior del cuerpo. Un pequeño instrumento parecido a un micrófono llamado transductor emite ondas sonoras y recoge los ecos cuando rebotan contra los órganos. Una computadora convierte el eco en una imagen en la pantalla. Ecografía abdominal: para este examen, un técnico mueve el transductor por la piel sobre el abdomen. Este estudio se puede emplear para detectar tumores en el hígado, vesícula biliar, páncreas o en otro lugar de su abdomen, aunque no puede detectar tumores en el colon. Ecografía (ultrasonido) endorrectal: este estudio utiliza un transductor especial que se puede introducir en el recto. Se usa para ver qué tanto ha penetrado el cáncer a través de la pared rectal y si se ha propagado a órganos o tejidos cercanos, tal como los ganglios linfáticos. Ecografía intraoperatoria: este examen se realiza durante la cirugía. El transductor se coloca directamente sobre la superficie del hígado, lo cual hace que esta prueba sea muy útil en detectar la propagación del cáncer colorrectal al hígado.
Imágenes por resonancia magnética Al igual que la CT, las imágenes por resonancia magnética (magnetic resonance imaging, MRI) muestran imágenes detalladas de los tejidos blandos del cuerpo. Sin embargo, la MRI utiliza ondas de radio e imanes potentes en lugar de rayos X. Para mostrar mejor los detalles, es posible que un material de contraste, llamado gadolinio, se inyecte en una vena antes de realizar el estudio. Las MRI se pueden emplear para identificar áreas anormales en el hígado que pudieran deberse a la propagación del cáncer o para examinar el cerebro y la médula espinal. MRI endorrectal: los estudios de MRI se pueden emplear en pacientes con cánceres rectales para determinar si el tumor se ha propagado a las estructuras adyacentes. Esto puede ayudar a planear la cirugía y otros tratamientos. Algunos médicos usan la MRI endorrectal para mejorar la precisión de este estudio. Para realizar este estudio, el médico coloca una sonda llamada espiral endorrectal en el interior del recto. Durante el estudio, esta sonda permanece colocada por 30 a 45 minutos y puede causar molestias.
Radiografía de tórax Se puede realizar una radiografía después del diagnóstico de cáncer colorrectal para saber si el cáncer se ha propagado a los pulmones.
Tomografía por emisión de positrones Para realizar una tomografía por emisión de positrones (positron emission tomography, PET) se le inyecta una forma de azúcar ligeramente radiactiva que se acumula principalmente en las células cancerosas. El próximo paso consiste en usar una cámara especial para crear una imagen de las áreas de radioactividad en el cuerpo. La imagen de una PET no es tan detallada como en una CT o una MRI, pero provee información útil sobre si áreas anormales vistas en estos otros estudios son probablemente tumores o no. Si usted ya ha sido diagnosticado con cáncer, su médico puede emplear este estudio para saber si el cáncer se ha propagado a los ganglios linfáticos o a otras partes del cuerpo. Una tomografía por emisión de positrones (PET) también puede ser útil si su médico cree que es posible que el cáncer se haya propagado, pero no sabe a dónde. Estudio PET/CT: algunas máquinas pueden hacer una PET y una CT al mismo tiempo. Esto permite al médico comparar las áreas de mayor radiactividad en la PET con la imagen más detallada de esa área en la CT.
Angiografía La angiografía es un estudio radiológico para examinar los vasos sanguíneos. Se inyecta un tinte de contraste en una arteria y luego se toman radiografías. El tinte delinea los vasos sanguíneos en las radiografías. Si su cáncer se ha propagado al hígado, este estudio puede mostrar las arterias que le suplen sangre a esos tumores. Esta información puede ayudar a los cirujanos a decidir si los tumores del hígado se pueden extirpar y, de ser así, puede ayudar a planificar la operación. La angiografía también puede ser útil en la planificación de otros tratamientos para la propagación del cáncer al hígado, como la embolización.
Etapas del cáncer colorrectal La etapa (estadio) de un cáncer describe la extensión del cáncer en el cuerpo. La etapa es uno de los factores más importantes para decidir cómo tratar el cáncer y determinar cuán eficaz pudiera ser un tratamiento. Para el cáncer colorrectal, la etapa se basa en: • Cuán lejos el cáncer ha crecido hacia la pared del intestino • Si ha alcanzado las estructuras adyacentes • Si el cáncer se ha extendido a los ganglios linfáticos o a órganos distantes La etapa del cáncer colorrectal se basa en los resultados del examen físico, las biopsias y los estudios por imágenes (CT o MRI, radiografías, PET, etc.), los cuales se describen en “Pruebas para encontrar el cáncer colorrectal?”, así como los resultados de la cirugía. • Si la etapa se basa en los resultados del examen físico, la biopsia y cualquier estudio por imágenes que se haya hecho, se le llama etapa clínica. • En caso de que se lleve a cabo una cirugía, los resultados se pueden combinar con los factores usados para la etapa clínica a fin de determinar la etapa patológica. Durante la cirugía, a veces el médico encuentra más cáncer de lo que se veía en los estudios por imágenes. Esto puede dar como resultado que la etapa patológica sea más avanzada que la etapa clínica. La mayoría de los pacientes con cáncer colorrectal se someten a cirugía. Por lo tanto, la etapa patológica se usa con más frecuencia cuando se describe la extensión de este cáncer. La clasificación patológica por etapas probablemente sea más precisa que la clasificación clínica por etapas, ya que permite a su médico obtener una impresión directa de la extensión de su enfermedad.
Cómo entender la etapa de su cáncer colorrectal El sistema de estadificación que se emplea con más frecuencia para el cáncer colorrectal es el sistema TNM del American Joint Committee on Cancer (AJCC). El sistema TNM se basa en tres piezas clave de información: • Cuán profundo el tumor (T) primario ha crecido dentro de la pared del intestino y si se ha expandido hacia las áreas adyacentes. • Si el cáncer se propagó a los ganglios (nódulos [N]) linfáticos regionales adyacentes (regionales). Los ganglios linfáticos son pequeñas estructuras con forma de frijol conformadas por células del sistema inmunitario. A menudo es ahí donde los cánceres se propagan primero. • Si el cáncer se propagó a otros órganos del cuerpo (ha hecho metástasis, [M]. El cáncer colorrectal se puede propagar a casi cualquier parte del cuerpo, pero los lugares más comunes de propagación son el hígado y los pulmones. Los números y las letras después de la T, N y M proporcionan más detalles sobre cada uno de estos factores. Los números más altos significan que el cáncer está más avanzado. Una vez que se han determinado las categorías T, N y M en una persona, (esto ocurre usualmente después de la cirugía), se combina esta información mediante un proceso llamado agrupación por etapas, y se asigna una etapa general de 0, I, II, III o IV. Algunas etapas se subdividen con letras.
Etapa
0
Agrupación de las etapas Tis, N0, M0
I
T1 o T2, N0, M0
IIA
T3, N0, M0
IIB
T4a, N0, M0
IIC
T4b, N0, M0
Descripción de la etapa
El cáncer se encuentra en su etapa más temprana. Esta etapa también se conoce como carcinoma in situ o carcinoma intramucoso (Tis). No ha crecido más allá de la capa interna (mucosa) del colon o del recto. El cáncer ha crecido a través de la muscularis mucosae hasta la submucosa (T1), y también es posible que haya crecido hasta la muscularis propria (T2). El cáncer no se propagó a los ganglios linfáticos adyacentes (N0). No se ha propagado a sitios distantes (M0). El cáncer ha crecido hacia las capas más externas del colon o del recto, pero no ha atravesado estas capas (T3). No ha alcanzado órganos adyacentes. El cáncer aún no se ha propagado a los ganglios linfáticos cercanos (N0) ni a sitios distantes (M0). El cáncer ha crecido a través de la pared del colon o del recto, pero no ha crecido hacia otros tejidos u órganos adyacentes (T4a). El cáncer aún no se ha propagado a los ganglios linfáticos cercanos (N0) ni a sitios distantes (M0). El cáncer ha crecido a través de la pared del colon o del recto y está unido o
T1 o T2, N1, M0
IIIA T1, N2a, M0
T3 o T4a, N1, M0
IIIB
T2 o T3, N2a, M0
T1 o T2 N2b, M0
T4a, N2a, M0
IIIC
T3 o T4a, N2b, M0
T4b, N1 o N2, M0
IVA
Cualquier T, cualquier N, M1a
IVB
Cualquier T,
crece hacia otros tejidos u órganos adyacentes (T4b). El cáncer aún no se ha propagado a los ganglios linfáticos cercanos (N0) ni a sitios distantes (M0). El cáncer ha crecido a través de la mucosa hasta la submucosa (T1) y también es posible que haya crecido hasta la muscularis propria (T2). Se propagó a entre uno y tres ganglios linfáticos cercanos (N1a/N1b) o hacia áreas de grasa cercanas a los ganglios linfáticos, pero no a los ganglios en sí (N1c). No se ha propagado a sitios distantes (M0). O El cáncer ha atravesado la mucosa hasta la submucosa (T1). Se propagó a entre cuatro y seis ganglios linfáticos cercanos (N2a). No se ha propagado a sitios distantes (M0). El cáncer ha crecido hacia las capas más externas del colon o del recto (T3), o a través del peritoneo visceral (T4a), pero no ha alcanzado los órganos adyacentes. Se propagó a entre uno y tres ganglios linfáticos cercanos (N1a o N1b) o hacia áreas de grasa cercanas a los ganglios linfáticos, pero no a los ganglios en sí (N1c). No se ha propagado a sitios distantes (M0). O El cáncer ha crecido hacia la muscularis propria (T2) o hacia las capas más externas del colon o del recto (T3). Se propagó a entre cuatro y seis ganglios linfáticos cercanos (N2a). No se ha propagado a sitios distantes (M0). O El cáncer ha crecido a través de la mucosa hasta la submucosa (T1) y también es posible que haya crecido hasta la muscularis propria (T2). Se propagó a siete o más ganglios linfáticos cercanos (N2b). No se ha propagado a sitios distantes (M0). El cáncer ha crecido a través de la pared del colon o del recto (incluyendo el peritoneo visceral), pero no ha alcanzado los órganos adyacentes (T4a). Se propagó a entre cuatro y seis ganglios linfáticos cercanos (N2a). No se ha propagado a sitios distantes (M0). O El cáncer ha crecido hacia las capas más externas del colon o del recto (T3), o a través del peritoneo visceral (T4a), pero no ha alcanzado los órganos adyacentes. Se propagó a siete o más ganglios linfáticos cercanos (N2b). No se ha propagado a sitios distantes (M0). O El cáncer ha crecido a través de la pared del colon o del recto y está unido o crece hacia otros tejidos u órganos adyacentes (T4b). Se propagó por lo menos a un ganglio linfático cercano o hacia áreas de grasa cercanas a los ganglios linfáticos (N1 o N2). No se ha propagado a sitios distantes (M0). El cáncer pudo o no haber crecido a través de la pared del colon o del recto (Cualquier T). Podría o no haberse propagado a los ganglios linfáticos adyacentes (Cualquier N). Se propagó a un órgano distante (tal como los pulmones o el hígado) o a un grupo distante de ganglios linfáticos (M1a). El cáncer pudo o no haber crecido a través de la pared del colon o del recto.
cualquier N, M1b
Podría o no haberse propagado a los ganglios linfáticos adyacentes El cáncer se propagó a más de un órgano distante (tal como el hígado o los pulmones) o a un grupo de ganglios linfáticos distantes, o se ha propagado a partes distantes del peritoneo (el revestimiento de la cavidad abdominal) (M1b).
La clasificación de la etapa del cáncer colorrectal puede resultar compleja. Si tiene alguna pregunta con respecto a la etapa, por favor, pídale a su médico que se la explique de una manera que usted pueda entender.
El sistema TNM Categorías T de cáncer colorrectal Las categorías T de cáncer colorrectal describen la extensión de la propagación a través de las capas que forman la pared del colon y del recto. Estas capas, de la interior a la exterior, incluyen: • El revestimiento interno (mucosa), la capa en la que casi todos los cánceres colorrectales comienzan. Esto incluye una capa muscular delgada (mucosa muscularis). • El tejido fibroso que se encuentra debajo de esta capa muscular (submucosa). • Una capa muscular gruesa (muscularis propria). • La capa delgada más externa de tejido conectivo (la subserosa y la serosa) que cubre la mayor parte del colon, pero no el recto.
Tx: no es posible proveer una descripción de la extensión del tumor debido a que se cuenta con información incompleta. Tis: el cáncer se encuentra en su etapa más temprana (in situ). Se encuentra solo en la mucosa y no ha crecido más allá de la muscularis mucosae (capa muscular delgada e interna). T1: el tumor ha crecido a través de la muscularis mucosae y se extiende hasta la submucosa. T2: el tumor ha crecido a través de la submucosa y se extiende hasta la muscularis propria (capa muscular gruesa más externa). T3: el tumor ha crecido a través de la muscularis propria y hacia las capas más externas del colon o del recto, pero no a través de ellas. No ha alcanzado ningún tejido ni órgano adyacente. T4a: el cáncer ha crecido a través de la serosa (también conocida como peritoneo visceral), el revestimiento más externo de los intestinos. T4b: el cáncer ha crecido a través de la pared del colon o del recto y está unido o invade a los tejidos u órganos adyacentes.
Categorías N de cáncer colorrectal Las categorías N indican si el cáncer se ha propagado a los ganglios linfáticos cercanos y, si lo ha hecho, cuántos ganglios linfáticos están afectados. Para obtener una idea precisa sobre
cuánto se han afectado los ganglios linfáticos, la mayoría de los médicos recomienda que se remuevan al menos 12 ganglios linfáticos durante la cirugía y se examinen al microscopio. Nx: no es posible proveer una descripción de cómo se han afectado los ganglios linfáticos debido a que se cuenta con información incompleta. N0: no hay cáncer en los ganglios linfáticos adyacentes. N1: se encuentran células cancerosas en o cerca de uno a tres ganglios linfáticos adyacentes. • N1a: se encuentran células cancerosas en un ganglio linfático adyacente. • N1b: se encuentran células cancerosas en dos a tres ganglios linfáticos adyacentes. • N1c: se encuentran pequeños depósitos de células cancerosas en áreas de grasa cercanas a los ganglios linfáticos, pero no en los ganglios linfáticos en sí. N2: se encuentran células cancerosas en cuatro o más ganglios linfáticos adyacentes. • N2a: se encuentran células cancerosas en de cuatro a seis ganglios linfáticos adyacentes. • N2b: se encuentran células cancerosas en siete o más ganglios linfáticos adyacentes.
Categorías M de cáncer colorrectal Las categorías M indican si el cáncer se ha propagado a órganos distantes, como por ejemplo el hígado, los pulmones o los ganglios linfáticos distantes. M0: no hay propagación distante. M1a: el cáncer se propagó a un órgano distante o a un grupo de ganglios linfáticos distantes. M1b: el cáncer se propagó a más de un órgano distante o a un grupo de ganglios linfáticos distantes, o se ha propagado a partes distantes del peritoneo (el revestimiento de la cavidad abdominal).
Grados del cáncer colorrectal Otro factor que puede afectar su tratamiento y su pronóstico de supervivencia es el grado de su cáncer. El grado describe cuán parecido es el cáncer al tejido normal cuando se observa al microscopio. La escala utilizada para clasificar por grados a los cánceres colorrectales va del 1 al 4. • • •
El grado 1 (G1) significa que el cáncer se parece mucho al tejido normal colorrectal. Mientas que el grado 4 (G4) significa que el cáncer se ve muy anormal. Los grados 2 y 3 (G2 y G3) están en algún lugar intermedio.
A menudo, el grado se simplifica como de bajo grado (G1 o G2) o de alto grado (G3 o G4). Los cánceres de bajo grado tienden a crecer y propagarse más lentamente que los cánceres de alto grado. En la mayoría de los casos, el pronóstico es mejor para los cánceres de bajo grado que para los cánceres de alto grado de la misma etapa. Los médicos algunas veces usan el grado para ayudar a decidir si un paciente debe obtener tratamiento adicional (adyuvante) con quimioterapia después de la cirugía (discutido en detalles en “Quimioterapia para el cáncer colorrectal”).
¿Cuáles son las tasas de supervivencia para el cáncer colorrectal por etapas? Las tasas de supervivencia indican el número de personas con el mismo tipo y etapa de cáncer que están todavía vivas por cierto periodo de tiempo (generalmente 5 años) después del diagnóstico. Estas tasas no pueden indicar cuánto tiempo usted vivirá, pero pueden ayudarle a tener un mejor entendimiento acerca de cuán probable es que su tratamiento sea eficaz. Algunas personas querrán saber las tasas de supervivencia para su tipo de cáncer y etapa, mientras que otras preferirán omitir esta información. Si lo prefiere, usted puede ignorar la información sobre las tasas de supervivencia.
¿Qué es tasa de supervivencia a 5 años? Las estadísticas sobre el pronóstico para cierto tipo y etapa del cáncer se dan a menudo como las tasas de supervivencia a 5 años, pero muchas personas viven más tiempo (a menudo mucho más de 5 años). La tasa de supervivencia a 5 años es el porcentaje de personas que viven al menos 5 años después del diagnóstico de cáncer. Por ejemplo, una tasa de supervivencia a 5 años del 90% significa que se calcula que 90 de cada 100 personas que padecen ese cáncer están todavía vivas 5 años después de haber sido diagnosticadas. Sin embargo, recuerde que muchas de estas personas viven mucho más de 5 años después del diagnóstico. Las tasas relativas de supervivencia son una forma más precisa para estimar el efecto del cáncer sobre la supervivencia. Estas tasas comparan a las personas que padecen cáncer colorrectal con las personas en la población general. Por ejemplo, si la tasa relativa de supervivencia a 5 años para un tipo y etapa de cáncer es 90%, esto significa que las personas con ese cáncer tienen, en promedio, alrededor de 90% de probabilidades, en comparación con las personas que no padecen ese cáncer, de vivir al menos 5 años después de haber sido diagnosticadas. Pero recuerde, las tasas relativas de supervivencia a 5 años son cálculos estimados (su pronóstico puede variar en base a una serie de factores específicos para usted).
Las tasas de supervivencia no lo indican todo Las tasas de supervivencia a menudo se basan en los resultados previos de un gran número de personas que tuvieron la enfermedad; sin embargo, no pueden predecir lo que sucederá en el caso particular de cada persona. Existen varias limitaciones que se deben tomar en cuenta: • Las cifras que se presentan a continuación están entre las más actuales disponibles. No obstante, para obtener tasas de supervivencia a 5 años, los médicos tienen que observar a las personas que recibieron tratamiento hace, al menos, 5 años. A medida que los tratamientos van mejorando con el tiempo, las personas que ahora son diagnosticadas con cáncer colorrectal pueden tener un mejor pronóstico que el que muestran estas estadísticas. • Estas estadísticas se basan en la etapa del cáncer cuando se hizo inicialmente el diagnóstico. Estas no se aplican a los cánceres que recurren o que se propagan posteriormente, por ejemplo. • El pronóstico para las personas con cáncer colorrectal varía según la etapa (extensión) del cáncer (en general, las tasas de supervivencia son más altas para las personas con cánceres en etapas más tempranas). Sin embargo, muchos otros factores pueden afectar el pronóstico de una persona, como su edad y su estado general de salud y qué tan bien responda al tratamiento contra el cáncer. El pronóstico para cada persona es específico a sus circunstancias. El médico puede indicarle cómo se pueden aplicar estas cifras a usted, ya que está familiarizado con su situación particular.
Tasas de supervivencia del cáncer de colon según la etapa Los números a continuación provienen de la Base de datos del National Cancer Institute's SEER, que incluyó personas diagnosticadas con cáncer de colon entre 2004 y 2010. • La tasa relativa de supervivencia a 5 años para las personas con cáncer de colon en etapa I es aproximadamente 92%. • Para las personas con cáncer de colon en etapa IIA, la tasa relativa de supervivencia a 5 años es cerca de 87%. Para el cáncer en etapa IIB, la tasa relativa de supervivencia es aproximadamente 63%. • La tasa relativa de supervivencia a 5 años para los cánceres de colon en etapa IIIA es aproximadamente 89%. Para los cánceres en etapa IIIB, la tasa de supervivencia es alrededor de 69%; y para los cánceres en etapa IIIC, la tasa de supervivencia es alrededor de 53%. • Los cánceres de colon que se han propagado a otras partes del cuerpo son a menudo más difíciles de tratar y suelen tener un pronóstico menos favorable. Los cánceres de colon
metastásicos o en etapa IV, tienen una tasa relativa de supervivencia a 5 años de aproximadamente 11%. Aun así, a menudo hay muchas opciones de tratamiento para las personas con esta etapa del cáncer. Estas estadísticas se basan en una versión previa del sistema de clasificación por etapas TNM. En esa versión, no había etapa IIC (esos cánceres fueron considerados etapa IIB). Además, algunos tipos de cáncer que ahora se consideran etapa IIIC se clasificaron como etapa IIIB, mientras que algunos otros tipos de cáncer que ahora se consideran en etapa IIIB se clasificaron como etapa IIIC. Recuerde, estas tasas de supervivencia son sólo cálculos, no pueden predecir qué va a ocurrir con una persona en particular. Entendemos que estas estadísticas pueden ser confusas y pueden ocasionar que tenga más preguntas. Consulte con su médico para que pueda entender mejor cuál es su situación específica.
Tasas de supervivencia del cáncer de recto según la etapa Los números a continuación provienen del centro de datos del National Cancer Institute's SEER, que incluyó personas diagnosticadas con cáncer rectal entre 2004 y 2010. • La tasa relativa de supervivencia para las personas con cáncer de recto en etapa I es aproximadamente 87%. • Para las personas con cáncer de recto en etapa IIA, la tasa relativa de supervivencia a 5 años es cerca de 80%. Para el cáncer en etapa IIB, la tasa relativa de supervivencia es aproximadamente 49%. • La tasa relativa de supervivencia a 5 años para los cánceres de recto en etapa IIIA es aproximadamente 84%. Para los cánceres en etapa IIIB, la tasa de supervivencia es alrededor de 71%; y para los cánceres en etapa IIIC, la tasa de supervivencia es alrededor de 58%. • Los cánceres de recto que se han propagado a otras partes del cuerpo son a menudo más difíciles de tratar y suelen tener un pronóstico menos favorable. Los cánceres de recto metastásicos o en etapa IV, tienen una tasa relativa de supervivencia a 5 años de aproximadamente 12%. Aun así, a menudo hay muchas opciones de tratamiento para las personas con esta etapa del cáncer. Estas estadísticas se basan en una versión previa del sistema de clasificación por etapas TNM. En esa versión, no había etapa IIC (esos cánceres fueron considerados etapa IIB). Además, algunos tipos de cáncer que ahora se consideran etapa IIIC se clasificaron como etapa IIIB, mientras que algunos otros tipos de cáncer que ahora se consideran en etapa IIIB se clasificaron como etapa IIIC. Recuerde, estas tasas de supervivencia son sólo cálculos, no pueden predecir qué va a ocurrir con una persona en particular. Entendemos que estas estadísticas pueden ser confusas y
pueden ocasionar que tenga más preguntas. Consulte con su médico para que pueda entender mejor cuál es su situación específica.
Tratamiento del cáncer colorrectal Una vez que haya sido diagnosticado con cáncer colorrectal, su equipo de atención médica contra el cáncer discutirá con usted sus opciones de tratamiento. Es importante que usted considere cuidadosamente cada una de sus opciones. Usted tendrá que comparar los beneficios de cada opción de tratamiento con los posibles efectos secundarios y riesgos.
¿Qué tratamientos se utilizan para el cáncer colorrectal? Hay varias maneras de tratar el cáncer colorrectal, dependiendo de su tipo y etapa. • Cirugía (el tipo de cirugía dependerá si es para cáncer de colon o recto). • Radioterapia • Quimioterapia • Terapia dirigida Para el cáncer de colon y recto avanzado, es posible que también se emplee ablación o embolización. Dependiendo de la etapa del cáncer y de otros factores, se pueden combinar diferentes tipos de tratamiento, simultáneamente, o uno después del otro. Para obtener información acerca de los enfoques más comunes para el tratamiento de estos cánceres, consulte “Tratamiento del cáncer de colon según la etapa” o “Tratamiento del cáncer de recto según la etapa”.
¿Qué médicos tratan el cáncer colorrectal? Según sus opciones de tratamiento, puede que usted tenga diferentes tipos de médicos en su equipo de tratamiento. Éstos médicos podrían incluir: • Gastroenterólogo: médico que trata trastornos del tracto gastrointestinal (digestivo). • Cirujano oncólogo: médico que emplea la cirugía para tratar el cáncer. • Cirujano colorrectal: médico que emplea la cirugía para tratar las enfermedades del colon y del recto. • Oncólogo especialista en radiación: médico que trata el cáncer con radioterapia. • Médico oncólogo: doctor que trata el cáncer con medicinas, como quimioterapia o terapia dirigida.
Puede que muchos otros especialistas también formen parte de su equipo de atención, incluyendo asistentes médicos, enfermeras con licencia para ejercer la medicina, especialistas en nutrición, trabajadores sociales, y otros profesionales de la salud. Para más información lea Health Professionals Associated With Cancer Care.
Decisiones sobre el tratamiento Es importante hablar con el médico sobre todas sus opciones de tratamiento, incluyendo sus objetivos y posibles efectos secundarios, para ayudarle a tomar una decisión que mejor se ajuste a sus necesidades. También es importante que haga preguntas si hay algo que no entienda bien. Para algunas sugerencias, lea “¿Qué debe preguntar a su médico sobre el cáncer colorrectal?”.
Una segunda opinión Es posible que usted también quiera obtener una segunda opinión que le ofrezca más información y le ayude a sentirse más confiado sobre el plan de tratamiento que escoja. Si usted no está seguro acerca de dónde acudir para obtener una segunda opinión, pídale ayuda a su médico.
Si está considerando participar en un estudio clínico Los estudios clínicos consisten en investigaciones minuciosamente controladas que se llevan a cabo para estudiar con mayor profundidad nuevos tratamientos o procedimientos promisorios. Los estudios clínicos son una forma de tener acceso a la atención más avanzada para el cáncer. En algunos casos, puede que sean la única manera de lograr acceso a tratamientos más recientes. También es la mejor forma de que los médicos descubran mejores métodos para tratar el cáncer. A pesar de esto, no son adecuados para todas las personas. Si está interesado en saber más sobre qué estudios clínicos podrían ser adecuados para usted, comience por preguntar a su médico si en la clínica u hospital donde trabaja se realizan estudios clínicos. También puede comunicarse con nuestro servicio de compatibilidad de estudios clínicos al 1-800-303-5691 para obtener una lista de los estudios que cumplen con sus necesidades desde el punto de vista médico, o puede leer el artículo Estudios clínicos para más información.
Si está considerando métodos complementarios y alternativos Es posible que escuche hablar acerca de métodos complementarios y alternativos que su médico no ha mencionado para tratar su cáncer o aliviar los síntomas. Estos métodos pueden incluir vitaminas, hierbas y dietas especiales, u otros métodos, como por ejemplo, la acupuntura o los masajes.
Los métodos complementarios consisten en tratamientos que se usan junto con su atención médica habitual. Por otro lado, los tratamientos alternativos son los que se usan en lugar del tratamiento indicado por el médico. Aunque algunos de estos métodos pueden ser útiles para aliviar los síntomas o ayudar a sentirse mejor, muchos de ellos no han demostrado ser eficaces. Algunos incluso podrían ser peligrosos. Asegúrese de consultar con los miembros de su equipo de atención médica contra el cáncer sobre cualquier método que esté considerando usar. Ellos pueden ayudarle a averiguar lo que se conoce (o lo que no se conoce) del método y así ayudarle a tomar una decisión fundamentada. Lea Métodos complementarios y alternativos para la atención del cáncer para aprender más.
La decisión de suspender el tratamiento o no recibir ningún tratamiento Cuando los tratamientos empleados ya no controlan el cáncer, puede ser momento de sopesar los beneficios y los riesgos de continuar intentando nuevos tratamientos. Independientemente de si opta por continuar el tratamiento o no, hay medidas que puede tomar para ayudar a mantener o mejorar su calidad de vida. Para más información, lea If Cancer Treatments Are No Longer Working. Es posible que algunas personas no quieran recibir ningún tratamiento, especialmente si el cáncer está avanzado. Pueden ser muchas las razones para optar por no recibir tratamiento contra el cáncer, pero es importante consultar con los médicos antes de tomar esa decisión. Recuerde que incluso si decide no tratar el cáncer, aún puede obtener cuidado de apoyo para ayudar con el dolor u otros síntomas.
Ayuda para recibir tratamiento del cáncer colorrectal Su equipo de atención médica contra el cáncer será su primera fuente de información y apoyo, aunque hay otros recursos para ayudarle cuando usted lo necesite. Los servicios de apoyo del hospital o que se ofrecen en las clínicas constituyen un aspecto importante de su atención médica, y éstos podrían incluir servicios de enfermería o trabajo social, asistencia financiera, asesoría nutricional, rehabilitación o consejo espiritual. La Sociedad Americana Contra El Cáncer también cuenta con programas y servicios, incluyendo transporte para recibir tratamiento, alojamiento, grupos de apoyo y más, para ayudarle con el tratamiento. Llame a nuestro Centro Nacional de Información sobre el Cáncer al 1-800-227-2345 y converse a cualquier hora del día con uno de nuestros especialistas entrenados. La información sobre los tratamientos que se incluye en este artículo no constituye una política oficial de la Sociedad Americana Contra El Cáncer y no tiene como objetivo ofrecer asesoramiento médico que remplace la experiencia y el juicio de su equipo de atención médica contra el cáncer. Su objetivo es ayudar a que usted y su familia estén informados para tomar decisiones conjuntamente con su médico. Es posible que su médico tenga motivos para sugerir un plan de tratamiento distinto de estas opciones generales de tratamiento. No dude en hacer preguntas a su médico sobre sus opciones de tratamiento.
Cirugía del cáncer de colon La cirugía es a menudo el principal tratamiento para los cánceres de colon en etapas más tempranas. El tipo de cirugía depende de la etapa (extensión) del cáncer, donde está localizado, y el objetivo de la cirugía.
Polipectomía y escisión local Algunos cánceres de colon en etapas iniciales (etapa 0 y algunos tumores en etapa I inicial) o pólipos se pueden extirpar durante una colonoscopia. En este procedimiento, se inserta en el colon (pasando por el recto), un tubo largo y flexible con una pequeña cámara de video incorporada en el extremo. Cuando se hace de esta manera, el médico no tiene que realizar un corte en el abdomen. • En una polipectomía, el cáncer se remueve como parte del pólipo, el cual se corta en su tallo (el área que se parece al tallo de un hongo). Por lo general, esto se hace pasando un bucle o asa de alambre a través del colonoscopio para cortar el pólipo de la pared del colon mediante una corriente eléctrica. • Una escisión local es un procedimiento un poco más extenso que puede utilizarse para remover cánceres superficiales y una pequeña cantidad de tejido adyacente de la pared del colon.
Colectomía Una colectomía es una cirugía para extraer todo o parte del colon. Los ganglios linfáticos adyacentes también son extirpados. • A la extirpación de una parte del colon se le llama hemicolectomía, colectomía parcial o resección segmentaria. • Si se extirpa todo el colon, se le llama colectomía total. La colectomía total es infrecuente para tratar el cáncer de colon. Por lo general, solo se emplea si hay otra enfermedad en la parte del colon que no tiene cáncer, tal como cientos de pólipos (en alguien con poliposis adenomatosa familiar) o, a veces, enfermedad inflamatoria intestinal. La colectomía se puede hacer de dos maneras: • Colectomía abierta: la cirugía se hace a través de una sola incisión realizada en el abdomen. • Colectomía laparoscópica: la cirugía se realiza mediante varias incisiones más pequeñas y un laparoscopio (un tubo delgado con una fuente de luz y una pequeña cámara de video
en el extremo que permite al cirujano observar dentro del abdomen). Luego se insertan instrumentos largos y especiales a través de otras incisiones para extirpar parte del colon y los ganglios linfáticos. Debido a que las incisiones de la colectomía laparoscópica son más pequeñas que las de una colectomía abierta, los pacientes a menudo se recuperan con más rapidez y la estadía en el hospital puede ser más corta que en una colectomía abierta. Sin embargo, este tipo de cirugía requiere de un especialista, además, puede no ser la mejor opción para todos los pacientes. Si está considerando este tipo de cirugía, asegúrese de buscar un cirujano adiestrado que haya practicado muchas de estas operaciones. Para una colectomía parcial, el cirujano extrae la parte del colon con el cáncer y un pequeño segmento del colon normal a cada lado del cáncer. Por lo general, se extirpa de un cuarto a un tercio del colon, aunque esto depende de la localización y el tamaño del cáncer. Luego se reconectan las secciones restantes del colon. En este momento, también se extirpan los ganglios linfáticos adyacentes. La mayoría de los expertos cree que es importante la extirpación de tantos ganglios linfáticos cercanos como sea posible (se deben extirpar al menos 12 ganglios). Se trata de una cirugía mayor, por lo que es importante que, si se va a someter a esta operación, esté lo más saludable posible. Si el tumor es grande y ha bloqueado su colon, es posible que el médico use un colonoscopio para colocar una endoprótesis o “stent” (tubo hueco de metal o plástico) dentro del colon con el fin de mantenerlo abierto y aliviar el bloqueo por un corto periodo de tiempo para ayudar a preparar a la persona para la cirugía en los próximos días. Si no es posible colocar una endoprótesis en un colon obstruido o si el tumor ha causado un orificio en el colon, es posible que se necesite una cirugía inmediatamente. Por lo general, éste es el mismo tipo de colectomía que se realiza para remover el cáncer, pero en lugar de reconectar los segmentos del colon restante, un extremo del colon se adhiere a una abertura (estoma) en la piel del abdomen para eliminar los residuos fecales del cuerpo. A esto se le conoce como colostomía, y usualmente es temporal. A veces en lugar del colon, se conecta la parte terminal del intestino delgado (íleon) a un estoma en la piel. A esto se le llama una ileostomía. En ambos casos se adhiere una bolsa recolectora removible al estoma para almacenar los desechos. Una vez que usted se sienta mejor, se realizará otra operación (conocida como colostomía inversa o ileostomía inversa) para adherir nuevamente los extremos del colon o para adherir el íleon al colon. En raras ocasiones, si no se puede extirpar un tumor o colocar un tubo (stent), es posible que necesite una colostomía o una ileostomía permanente. Para más información, consulte Colostomía: una guía e Ileostomía: una guía.
Colostomía de derivación Algunos pacientes padecen cánceres de colon que se han extendido, pero también presentan tumores que están bloqueando el colon. Para los pacientes con este problema, a veces se
realiza una cirugía para aliviar la obstrucción sin extraer la parte del colon que contiene el cáncer. En lugar de ello, el colon se corta por encima del tumor y se adhiere a un estoma (una abertura en la piel del abdomen) para permitir que los residuos fecales salgan del cuerpo. A esto se le conoce como una colostomía de derivación. A menudo puede ayudar al paciente a recuperarse lo suficiente como para iniciar otros tratamientos (como la quimioterapia).
Cirugía en caso de propagación del cáncer de colon Si el cáncer se ha propagado a solo uno o a unos cuantos lugares en los pulmones o el hígado (y no hacia otras partes), se puede realizar una cirugía para extraerlo. Por lo general, esto solo se hace si también se extrajo el cáncer en el colon o el recto (o ya se había extraído). Dependiendo de la extensión de la enfermedad, esto podría ayudarle a vivir más, o incluso podría curarle. Si la cirugía es una opción eficaz para eliminar áreas de propagación del cáncer, esto dependerá del tamaño, el número y la ubicación de las mismas.
Efectos secundarios de la cirugía del colon Los posibles riesgos y efectos secundarios de la cirugía dependen de varios factores, incluyendo la extensión de la operación y su salud general antes de la cirugía. Entre los problemas que pueden surgir durante o poco después de la operación se incluye: • Reacciones a la anestesia • Sangrado debido a la cirugía • Coágulos sanguíneos en las piernas • Daño a órganos adyacentes • Infecciones en la zona de la cirugía Cuando usted despierte después de la cirugía, sentirá algo de dolor y probablemente necesitará medicamentos contra el dolor durante varios días. Durante los primeros días, es posible que usted no pueda comer o tal vez solo le permitan consumir algo de líquidos ya que el colon necesita tiempo para recuperarse. La mayoría de pacientes puede volver a comer alimentos sólidos tras varios días. En pocas ocasiones, las nuevas conexiones hechas entre los extremos de los intestinos pueden no estar completamente unidas y tener fugas, lo que puede causar infecciones y requerir de cirugía adicional. También es posible que la incisión en el abdomen se abra causando una herida abierta. Después de la cirugía, usted puede presentar tejido cicatricial en el abdomen que cause que algunos órganos o tejidos se adhieran entre sí. Estos tejidos cicatriciales son denominados adherencias. En ocasiones, las adherencias pueden bloquear el intestino, lo que requeriría una cirugía adicional.
Colostomía o ileostomía: algunas personas necesitan una colostomía (o ileostomía) temporal o permanente después de la cirugía. Puede que tome tiempo acostumbrarse a esto y es posible que se requiera hacer algunos ajustes en el estilo de vida. Si se le hizo una colostomía o una ileostomía, usted necesitará ayuda para aprender cómo manejarla. Las enfermeras especialmente capacitadas en ostomías o los terapeutas enterostomales pueden ayudarle. Por lo general, estos profesionales de la salud lo visitarán en el hospital antes de la operación para discutir la ostomía y marcar el lugar de la abertura. Después de la operación, puede que lo visiten en su casa o en un lugar de tipo ambulatorio para proveerle más capacitación. Para más información, consulte Colostomía: una guía e Ileostomía: una guía.
Cirugía del cáncer de recto La cirugía normalmente es el tratamiento principal para el cáncer de recto, aunque la radiación y la quimioterapia a menudo son administradas antes o después de la cirugía. El tipo de cirugía depende de la etapa (extensión) del cáncer, donde está localizado, y el objetivo de la cirugía.
Polipectomía y escisión local Estos procedimientos se pueden llevar a cabo para extirpar cánceres superficiales o pólipos. Se hacen con instrumentos que se introducen a través del ano (a menudo durante una colonoscopia), sin hacer un corte en la piel del abdomen. • En una polipectomía, el cáncer se remueve como parte del pólipo, el cual se corta en su tallo (el área que se parece al tallo de un hongo). Por lo general, esto se hace pasando un bucle o asa de alambre a través del colonoscopio para cortar el pólipo de la pared del recto mediante una corriente eléctrica. • Una escisión local es un procedimiento un poco más extenso que puede utilizarse para remover cánceres superficiales y una pequeña cantidad de tejido adyacente de la pared del recto.
Resección transanal local (resección del grosor total de la pared del recto) Al igual que en la polipectomía y en la escisión local, la resección transanal local (también conocida como escisión transanal) se hace con instrumentos que se introducen a través del ano, sin necesidad de hacer una incisión quirúrgica en la piel del abdomen. En esta operación, el cirujano corta a través de todas las capas de la pared del recto para extirpar cánceres, así como algo del tejido rectal normal circundante, y luego cerrar el orificio en la pared rectal. Se puede emplear este procedimiento para extirpar algunos cánceres iniciales en etapa I, que son relativamente pequeños y que no están muy lejos del
ano. Por lo general, este procedimiento se hace con anestesia local (medicamento que reduce la sensibilidad), pero usted no está dormido durante la operación.
Microcirugía endoscópica transanal (TEM) Esta operación algunas veces se puede emplear para los cánceres en etapa I inicial que se encuentran más arriba del recto y que podrían alcanzarse usando la resección transanal convencional (vea información más adelante). Se coloca un telescopio con lentes de ampliación especialmente diseñado a través del ano y hacia el recto que permite al cirujano realizar una resección transanal con gran precisión y exactitud. Esta operación requiere equipo especial y cirujanos con entrenamiento especial y experiencia, por lo que sólo se hace en ciertos centros de tratamiento.
Resección anterior baja Algunos cánceres rectales en etapa I y la mayoría en etapa II o III en la parte superior del recto (cerca de donde se conecta con el colon) pueden ser extirpados mediante una resección anterior baja (low anterior resection, LAR). En esta operación, se remueve la parte del recto que contiene el tumor. Luego el colon se adhiere a la parte remanente del recto (inmediatamente o en algún momento después) para que usted pueda evacuar de la manera usual. Se realiza una resección anterior baja con anestesia general, lo que le pondrá a dormir profundamente. El cirujano hace una incisión (o varias incisiones pequeñas) en el abdomen. Luego el cirujano extirpa el cáncer y un margen de tejido normal de cualquier lado del cáncer, junto con ganglios linfáticos cercanos y otros tejidos alrededor del recto. Entonces, el colon se une otra vez al recto remanente, por lo que una colostomía permanente no es necesaria. Si se administró radiación y quimioterapia antes de la cirugía, usualmente se hace una ileostomía temporal (en la que se conecta la parte final del íleon, la última parte del intestino delgado, a un orificio en la pared abdominal). Esto permite algún tiempo para que el área rectal sane después del tratamiento y antes de que la materia de desecho pase a través del recto otra vez. Por lo general, la ileostomía se puede revertir (se reconectan los intestinos) en aproximadamente ocho semanas. Probablemente usted pasará varios días en el hospital después de una resección anterior baja, dependiendo de cómo se realizó la cirugía y de su salud en general. Puede que necesite de tres a seis semanas para recuperarse en su casa.
Proctectomía con anastomosis coloanal Algunos cánceres de recto en etapa I y la mayoría de los cánceres en etapa II y III que se encuentran en el tercio medio e inferior del recto requerirán la extirpación de todo el recto (proctectomía). Se requiere la remoción del recto para realizar una escisión mesorectal total,
la cual se necesita para extirpar todos los ganglios linfáticos cercanos al recto. Luego el colon se adhiere al ano (anastomosis coloanal) para que usted pueda seguir evacuando de la manera usual. Algunas veces, cuando se realiza la anastomosis coloanal, se confecciona una pequeña bolsa doblando hacia atrás un segmento pequeño del colon (saco colónico en forma de J) o agrandando un segmento colónico (coloplastia). Entonces este pequeño reservorio del colon funciona como un espacio de almacenamiento de materia fecal como el recto lo hacía antes de la cirugía. Cuando se necesitan técnicas especiales para evitar una colostomía permanente, puede requerirse una ileostomía temporal (donde el extremo del íleon, la última parte del intestino delgado, se conecta a un orificio en la pared abdominal) durante ocho semanas mientras que el intestino se cura. Luego, una segunda operación se lleva a cabo para reconectar los intestinos y cerrar la abertura de la ileostomía. Para esta operación, se usará anestesia general (donde usted estará dormido). Probablemente pasará varios días en el hospital después de la cirugía, dependiendo de cómo se realizó la operación y de su salud en general. Puede que necesite de tres a seis semanas para recuperarse en su casa.
Resección abdominoperineal Esta operación es más compleja que la resección anterior baja. Se puede emplear para tratar algunos cánceres en etapa I y muchos de los cánceres en etapa II o III de la parte inferior del recto (la parte más cercana al ano), especialmente si el cáncer ha crecido hacia el músculo del esfínter (el músculo que mantiene el ano cerrado y previene el escape de las heces fecales). En este procedimiento, el cirujano hace una incisión (o varias incisiones pequeñas) en el abdomen y otra en el área perineal que rodea el ano. Esta incisión permite que el cirujano extirpe el ano y los tejidos alrededor de éste, incluyendo el músculo del esfínter. Debido a que se remueve el ano, usted necesitará una colostomía permanente (se conecta el extremo del colon a un orificio en la pared abdominal) para permitir que el excremento salga del cuerpo. Para esta operación, se usará anestesia general (usted estará dormido). Probablemente pasará varios días en el hospital después de una resección abdominoperineal, dependiendo de cómo se realizó la cirugía y de su salud en general. El periodo de recuperación en la casa puede ser de tres a seis semanas.
Exenteración pélvica Si el cáncer rectal está creciendo hacia los órganos adyacentes, puede ser recomendable una exenteración pélvica. Esta cirugía es compleja. El cirujano extirpará el recto y los órganos cercanos, como la vejiga, la próstata (en hombres) o el útero (en mujeres), si el cáncer se ha propagado a estos órganos.
Usted necesitará una colostomía después de la exenteración pélvica. Si se extirpa la vejiga, usted necesitará hacerse una urostomía (una abertura en la parte frontal del abdomen por donde sale la orina del cuerpo y se deposita en una bolsa portátil).
Colostomía de derivación Algunos pacientes padecen cánceres de recto que se han extendido, pero también presentan tumores que están bloqueando el recto. Para los pacientes con este problema, a veces se realiza una cirugía para aliviar la obstrucción sin extraer la parte del recto que contiene el cáncer. En lugar de ello, el colon se corta por encima del tumor y se adhiere a un estoma (una abertura en la piel del abdomen) para permitir que los residuos fecales salgan del cuerpo. A esto se le conoce como una colostomía de derivación. A menudo puede ayudar al paciente a recuperarse lo suficiente como para iniciar otros tratamientos (como la quimioterapia).
Cirugía en caso de propagación del cáncer de recto Si el cáncer se ha propagado a solo uno o a unos cuantos lugares en los pulmones o el hígado (y no hacia otras partes), se puede realizar una cirugía para extraerlo. Por lo general, esto solo se hace si también se extrajo el cáncer principal en el recto (o ya se había extraído). Dependiendo de la extensión de la enfermedad, esto podría ayudarle a vivir más, o incluso puede curarle. Si la cirugía es una opción para eliminar áreas de propagación del cáncer, esto dependerá del tamaño, el número y la ubicación de las mismas.
Efectos secundarios de la cirugía del recto Los posibles riesgos y efectos secundarios de la cirugía dependen de varios factores, incluyendo la extensión de la operación y la salud general de la persona antes de la cirugía. Entre los problemas que pueden surgir durante o poco después de la operación se incluye: • Reacciones a la anestesia • Sangrado debido a la cirugía • Coágulos sanguíneos en las piernas • Daño a órganos adyacentes • Infecciones en la zona de la cirugía Cuando usted despierte después de la cirugía, sentirá algo de dolor y probablemente necesitará medicamentos contra el dolor durante varios días. Durante los primeros días, es posible que usted no pueda comer o tal vez solo le permitan consumir algo de líquidos ya que el colon necesita tiempo para recuperarse. La mayoría de los pacientes puede volver a comer alimentos sólidos tras varios días.
En pocas ocasiones, las nuevas conexiones hechas entre los extremos de los intestinos pueden no estar completamente unidas y tener fugas, lo que puede causar infecciones y requerir de cirugía adicional. También es posible que la incisión en el abdomen se convierta en una herida abierta. Después de la cirugía, usted pudiera presentar tejido cicatricial en el abdomen que puede causar que órganos o tejidos se adhieran entre sí. Estos tejidos cicatriciales son denominados adherencias. En algunos casos, las adherencias pueden bloquear el intestino, y será necesario una cirugía adicional. Colostomía o ileostomía Algunas personas necesitan una colostomía (o ileostomía) temporal o permanente después de la cirugía. Acostumbrarse a esto puede tomar tiempo y puede requerir ciertos ajustes en el estilo de vida. Si se le hizo una colostomía o una ileostomía, usted tendrá que aprender sobre los cuidados que estos procedimientos requieren. Las enfermeras especialmente capacitadas en ostomías o los terapeutas enterosomales pueden ayudarle. Por lo general, estos profesionales de la salud lo visitarán en el hospital antes de la operación para discutir la ostomía y marcar el lugar de la abertura. Después de su operación, puede que le visiten en su casa o en un lugar de tipo ambulatorio para proveerle más capacitación. Para más información, consulte Colostomía: una guía e Ileostomía: una guía. Función sexual y fertilidad Si usted es hombre, una resección abdominoperineal puede impedir sus erecciones o la capacidad de llegar al orgasmo. En otros casos, puede que el placer en el orgasmo sea menos intenso. El envejecimiento normal puede ocasionar algunos de estos cambios, pero éstos pueden empeorar debido a la cirugía. Una resección abdominoperineal también puede afectar la fertilidad. Consulte con su médico si usted considera tener hijos en el futuro, ya que es posible que aún haya maneras de lograr esto. Para obtener más información sobre este tema, lea Fertilidad en los hombres con cáncer. Si usted es mujer, la cirugía del recto (excepto exenteración pélvica) usualmente no causa ninguna pérdida de las funciones sexuales. Las adherencias abdominales (tejido cicatricial) algunas veces pueden causar dolor o molestia durante el acto sexual. Si se extirpa el útero, no será posible quedar embarazada. Una colostomía puede tener un impacto en su imagen corporal y en el nivel de armonía sexual tanto en hombres como en mujeres. Aunque puede que se requieran ciertos cambios, no debe impedir que disfrute de su vida sexual. Para más información sobre cómo lidiar con el impacto sexual de la cirugía contra el cáncer, lea Sexualidad para el hombre que tiene cáncer y Sexualidad para la mujer que tiene cáncer.
Ablación y embolización para tratar el cáncer colorrectal Cuando el cáncer colorrectal se ha propagado a otros órganos como el hígado, algunas veces las metástasis se pueden extraer mediante cirugía o eliminar mediante otras técnicas, como ablación o embolización. Esto podría ayudar a una persona a vivir más tiempo. La ablación y la embolización pueden a menudo ser excelentes alternativas para las personas cuyo cáncer no se puede curar con la cirugía o que no pueden someterse a cirugía debido a otras razones. Generalmente, no será necesaria la hospitalización para estos tratamientos.
Ablación La ablación consiste en tratamientos que destruyen los tumores sin extirparlos. Estos tratamientos se usan con más frecuencia para tratar la propagación en el hígado, aunque se pueden emplear para tratar tumores en otros lugares.
Ablación por radiofrecuencia La ablación por radiofrecuencia utiliza ondas radiales de alta energía para destruir los tumores. Una sonda delgada parecida a una aguja se coloca en el tumor a través de la piel utilizando como guía una CT o una ecografía. Entonces se pasa una corriente eléctrica a través del extremo de la sonda, lo que libera ondas radiales de alta frecuencia que calienta el tumor y destruye las células cancerosas.
Ablación con etanol (alcohol) En este procedimiento, también conocido como inyección percutánea de etanol, se inyecta alcohol concentrado directamente en el tumor para destruir las células cancerosas. Esto usualmente se hace a través de la piel usando una aguja que es guiada por ecografía o tomografías computarizadas (CT).
Criocirugía (crioterapia) La criocirugía destruye el tumor mediante congelación con una sonda de metal. La sonda es guiada por la piel hasta alcanzar el tumor usando una ecografía. Luego se pasan gases muy fríos a través de la sonda para congelar el tumor, lo que destruye las células cancerosas. En comparación con otras técnicas de ablación, este método puede tratar tumores más grandes. Sin embargo, este método a veces requiere de anestesia general (usted estará profundamente dormido).
Efectos secundarios de la terapia de ablación Los posibles efectos secundarios después de la terapia de ablación incluyen: • • •
Dolor abdominal Infección Sangrado en la cavidad torácica o en el abdomen
Las complicaciones graves son poco comunes, pero es posible que ocurran.
Embolización Durante una embolización, se inyectan sustancias para tratar de bloquear o reducir el flujo de sangre a las células cancerosas en el hígado. El hígado es especial porque tiene dos fuentes sanguíneas. La mayoría de las células del hígado obtienen sangre de ramas de la vena porta, mientras que las células cancerosas en el hígado por lo general obtienen el suministro sanguíneo de ramas de la arteria hepática. Bloquear la rama de la arteria hepática que alimenta el tumor ayuda a eliminar las células cancerosas, pero sin afectar a la mayoría de las células sanas del hígado debido a que éstas obtienen sangre de la vena porta. Se puede usar la embolización para tumores que son demasiado grandes como para ser tratados con ablación (usualmente miden más de 5 cm [aproximadamente 2 pulgadas] de ancho). También puede emplearse con la ablación. La embolización reduce en algo el suministro de sangre al tejido normal del hígado. Por lo tanto, puede que esta no sea una buena opción para pacientes con daño hepático debido a enfermedades como hepatitis o cirrosis. Existen tres tipos principales de procedimientos de embolización usados para tratar el cáncer en el hígado:
Embolización arterial En este procedimiento, se coloca un catéter (un tubo flexible y delgado) en una arteria a través de un pequeño corte en la parte interna del muslo y se guía hasta la arteria hepática en el hígado. Por lo general, se inyecta un tinte en la sangre en ese momento para permitir al médico vigilar el paso del catéter mediante angiografía (un tipo especial de radiografía). Una vez que se coloca el catéter, se inyectan pequeñas partículas en la arteria para taparla. La embolización de la arteria también se llama embolización transarterial (o TAE).
Quimioembolización Este tratamiento, también llamado quimioembolización transarterial (o TACE) combina la embolización con la quimioterapia. Con más frecuencia, esto se hace mediante el uso de
partículas diminutas que suplen un medicamento de quimioterapia para la embolización. La TACE también se puede hacer al administrar quimioterapia a través del catéter directamente en la arteria, y luego tapando la arteria.
Radioembolización Este tratamiento es una combinación de la embolización y la radioterapia. En los Estados Unidos, esto se realiza al inyectar pequeñas esferas radiactivas (microesferas) cubiertas por itrio-90 radiactivo en la arteria hepática. Los nombres de marca para estas esferas incluyen TheraSphere® y SIR-Spheres®. Las esferas se alojan en los vasos sanguíneos cercanos al tumor donde emiten pequeñas cantidades de radiación hacia el lugar donde está el tumor por varios días. La radiación se desplaza a una distancia muy corta de modo que sus efectos son limitados principalmente al tumor.
Efectos secundarios de la embolización Las posibles complicaciones después de la embolización incluyen: • • • • • •
Dolor abdominal Fiebre Náuseas Infección en el hígado Inflamación de la vesícula biliar Coágulos de sangre en los principales vasos sanguíneos del hígado
Debido a que se puede afectar el tejido hepático sano, existe un riesgo de que la función del hígado empeore después de la embolización. Este riesgo es mayor si se hace la embolización a una rama grande de la arteria hepática. Las complicaciones graves no se presentan con frecuencia, pero es posible que ocurran.
Radioterapia para el cáncer colorrectal La radioterapia utiliza rayos de alta energía (por ejemplo, rayos X) o partículas para destruir las células cancerosas. La eficacia de la radioterapia contra el cáncer de colon y de recto puede mejorar con la quimioterapia. El uso de estos dos tratamientos juntos se conoce como quimiorradiación o quimiorradioterapia.
¿Cuándo se utiliza la radioterapia para tratar el cáncer colorrectal? En el cáncer de colon, la radioterapia se puede utilizar:
• Después de la cirugía, si es que el cáncer se ha adherido a un órgano interno o al revestimiento del abdomen. Si esto ocurre, el cirujano no puede saber con seguridad si es que ha extirpado todo el cáncer. La radioterapia se puede emplear para tratar de destruir cualquier célula cancerosa que pudo haber quedado. • Para ayudar a controlar los cánceres en las personas que no están lo suficientemente saludables como para someterse a una cirugía o para aliviar (como paliativo) los síntomas en las personas con cáncer avanzado que esté causando bloqueo intestinal, sangrado o dolor. • Para ayudar a tratar el cáncer que se ha propagado a otras áreas, tal como los huesos o el cerebro. En el cáncer de recto, la radioterapia se puede utilizar: • Antes o después de la cirugía para ayudar a evitar que el cáncer regrese. En este caso, se administra a menudo junto con la quimioterapia. Actualmente, muchos médicos favorecen administrar la radioterapia antes de la cirugía, ya que puede hacer más fácil la remoción del cáncer, especialmente si el tamaño o la posición del cáncer pueden dificultar la cirugía. • Para ayudar a controlar los cánceres rectales en las personas que no están lo suficientemente saludables como para someterse a una cirugía o para aliviar (como paliativo) los síntomas en las personas con cánceres avanzados que estén causando bloqueos intestinales, sangrados o dolor. • Para ayudar a tratar el cáncer que se ha propagado a otras áreas, tal como los huesos o el cerebro.
Tipos de radioterapia Se pueden usar diferentes tipos de radioterapia para tratar los cánceres de colon y de recto.
Radioterapia de rayos externos La radioterapia de rayos externos es el tipo que se usa con más frecuencia en las personas con cáncer colorrectal. La radiación se dirige al cáncer desde una máquina que está fuera del cuerpo, y es como hacerse una radiografía, aunque la radiación es más intensa. Con más frecuencia, los tratamientos de radiación se administran 5 días a la semana por varias semanas, aunque esto depende de la razón por la cual se administra la radiación, así como de otros factores.
Radioterapia interna (braquiterapia) Este tipo de radioterapia se puede usar para tratar algunos cánceres de recto. Para este tratamiento, una fuente radiactiva se coloca dentro de su recto al lado o dentro del tumor. La ventaja de este método consiste en que la radiación llega al recto sin pasar a través de la piel y otros tejidos del abdomen, lo que significa que es menos probable que cause efectos secundarios. Radioterapia endocavitaria: para este tratamiento se coloca un pequeño dispositivo en el recto a través del ano para administrar radiación de alta intensidad por varios minutos. Esto normalmente se hace en cuatro tratamientos (o menos), con cerca de dos semanas entre cada tratamiento. Esto les permite a algunos pacientes, particularmente a los pacientes de edad avanzada, evitar la cirugía mayor y una colostomía. Este tipo de tratamiento se usa para tratar algunos cánceres rectales pequeños. Algunas veces, también se puede administrar la radiación externa. Braquiterapia intersticial: para este tratamiento, se coloca un tubo en el recto, directamente en el cáncer. Luego se colocan pequeñas semillas o gránulos de material radiactivo en el tubo durante varios minutos. La radiación sólo viaja una distancia corta, lo que limita los efectos a los tejidos sanos circundantes. Algunas veces la radiación interna se usa para tratar a las personas con cáncer de recto, particularmente personas que no están lo suficientemente saludables como para someterse a una cirugía. Esta terapia se puede realizar varias veces a la semana durante un par de semanas, aunque también es un procedimiento que se hace una sola vez.
Radioembolización La radiación también se puede administrar durante un procedimiento de embolización. Este tema se abordó detalladamente en “Ablación y embolización para tratar el cáncer colorrectal”.
Efectos secundarios de la radioterapia Si usted va a recibir radioterapia, es importante que hable con su médico con anticipación sobre los posibles efectos secundarios para que sepa qué debe esperar. Los posibles efectos secundarios de la radioterapia para el cáncer de colon y de recto pueden incluir: • Irritación de la piel en el sitio donde se dirigieron los haces de radiación que puede ir desde enrojecimiento hasta ampollas y descamación • Náuseas • Irritación rectal, lo que puede causar diarrea, evacuaciones dolorosas, o sangre en las heces fecales
• Incontinencia intestinal (fuga de heces fecales) • Irritación de la vejiga, lo que puede causar problemas como sensación de tener que orinar frecuentemente, ardor o dolor al orinar o sangre en la orina • Cansancio (agotamiento) • Problemas sexuales (dificultades para lograr erecciones en los hombres e irritación vaginal en las mujeres) La mayoría de los efectos secundarios debe aliviarse después de completar los tratamientos, aunque es posible que algunos problemas no desaparezcan completamente. Si nota cualquier efecto secundario, converse con su médico inmediatamente para que se puedan tomar medidas que reduzcan o alivien estos problemas. Para más información sobre los tratamientos de radiación, lea Una guía sobre radioterapia.
Quimioterapia para el cáncer colorrectal La quimioterapia (quimio) consiste en el uso de medicamentos para tratar el cáncer.
¿Cómo se administra la quimioterapia? Usted puede recibir quimioterapia en distintas maneras. Quimioterapia sistémica: se inyectan medicamentos en una vena o se toman por vía oral. Estos medicamentos entran a su torrente sanguíneo y llegan a todas las áreas de su cuerpo. Este tratamiento es útil para los cánceres que se han propagado (metástasis). Quimioterapia regional: los medicamentos se inyectan directamente en una arteria que conduce hasta la parte del cuerpo con un tumor. Este método concentra la dosis de quimioterapia alcanzando así las células cancerosas en esa área. Además, reduce los efectos secundarios al limitar la cantidad de medicamento que alcanza el resto de su cuerpo. La infusión arterial hepática, o quimio que se administra directamente en la arteria hepática, es un ejemplo de quimioterapia regional que algunas veces se usa para tratar un cáncer que se ha propagado al hígado. Esto se usa con menos frecuencia que la quimioterapia sistémica. Los doctores administran la quimioterapia en ciclos, con cada período de tratamiento seguido de un período de descanso para permitir que su cuerpo se recupere. Los ciclos de quimioterapia por lo general duran alrededor de 2 a 4 semanas, y las personas reciben usualmente al menos varios ciclos de tratamiento.
¿Cuándo se utiliza la quimioterapia para tratar el cáncer colorrectal? La quimioterapia se puede usar en fechas distintas durante el tratamiento del cáncer colorrectal. Quimioterapia adyuvante: la quimioterapia se puede administrar después de la cirugía. El objetivo es destruir algunas células cancerosas pudieron haber quedado durante la cirugía porque eran demasiado pequeñas como para verse, así como células cancerosas que pudieron haber escapado del tumor principal y se establecieron en otras partes del cuerpo (pero son demasiado pequeñas como para verlas en estudios por imágenes). Esto ayuda a disminuir la probabilidad de que el cáncer regrese. Quimioterapia neoadyuvante: para algunos cánceres, la quimioterapia se administra (algunas veces con la radiación) antes de la cirugía para tratar de reducir el tamaño del cáncer y así hacer más fácil la cirugía. Con frecuencia, se emplea para tratar el cáncer de recto. Quimioterapia para los cánceres avanzados: para los cánceres que se han extendido a otros órganos como el hígado, la quimioterapia puede utilizarse también para ayudar a encoger tumores y aliviar los síntomas. Aunque resulta poco probable que cure el cáncer, a menudo ayuda a las personas a vivir más tiempo.
Medicamentos para tratar el cáncer colorrectal Los medicamentos que se usan con más frecuencia para el cáncer colorrectal son: • 5-fluorouracilo (5-FU): a menudo se administra junto con leucovorín (también llamado ácido folínico) que es un medicamento parecido a una vitamina, o con otro medicamento similar llamado levo-leucovorín que ayudan a mejorar su eficacia. • Capecitabina (Xeloda): se administra en forma de pastilla. Una vez que está en el cuerpo, este medicamento cambia a 5-FU cuando alcanza el lugar del tumor. • Irinotecán (Camptosar) • Oxaliplatino (Eloxatin) • Trifluridina y tipiracil (Lonsurf): un medicamento combinado en forma de pastilla A menudo, se combinan dos o más de estos medicamentos para tratar que sean más eficaces. Algunas veces, los medicamentos de quimioterapia se administran junto con un medicamento de terapia dirigida.
Efectos secundarios de la quimioterapia Los medicamentos de quimioterapia atacan a las células que se están dividiendo rápidamente, razón por la cual funcionan contra las células cancerosas. Sin embargo, otras células en el cuerpo, tales como aquellas en la médula ósea (donde se producen nuevas células sanguíneas), el revestimiento de la boca y los intestinos, así como los folículos pilosos, también se dividen rápidamente. La quimioterapia también puede afectar a estas células, y ocasionar efectos secundarios. Los efectos secundarios de la quimioterapia dependen del tipo y de la dosis de los medicamentos suministrados y por cuánto tiempo los toma. Los efectos secundarios comunes de los medicamentos de quimio pueden incluir: • Caída de pelo • Úlceras en la boca • Pérdida del apetito • Náuseas y vómitos • Diarrea • Aumento en la probabilidad de infecciones (debido a una disminución de los glóbulos blancos) • Facilidad de que se formen moretones o surjan sangrados (debido a que hay muy pocas plaquetas) • Cansancio (debido a que hay muy pocos glóbulos rojos) Además de estos efectos, ciertas medicinas causan algunos efectos secundarios específicos. Por ejemplo: • Síndrome de pies y manos. Durante el tratamiento con capecitabina o 5-FU (cuando se administra como una infusión), esta afección puede comenzar como un enrojecimiento en las manos y los pies y luego progresar a dolor y sensibilidad en palmas y plantas. Si la afección empeora, pueden presentarse ampollas o descamación de la piel, lo que algunas veces ocasiona úlceras dolorosas. Resulta importante notificar inmediatamente a su médico sobre cualquier síntoma inicial, tal como enrojecimiento o sensibilidad, para que se tomen las medidas necesarias y así evitar que la afección empeore. • Neuropatía (daño a los nervios). Este es un efecto secundario común causado por el oxaliplatino. Los síntomas incluyen hormigueo, adormecimiento e incluso dolor en las manos y los pies. También puede ocasionar sensibilidad intensa al calor y al frío en la garganta y el esófago (el tubo que conecta la garganta con el estómago). Esto puede causar problemas al tragar líquidos. Si usted va a recibir oxaliplatino, hable primero con
su médico sobre los efectos secundarios e infórmele inmediatamente si padece entumecimiento y hormigueo u otros efectos secundarios. • Reacciones alérgicas o sensibilidad. Algunas personas pueden presentar reacciones (adversas) al medicamento oxaliplatino. Los síntomas pueden incluir sarpullido, opresión en el pecho y dificultad para respirar, dolor de espalda, o sentirse mareado, aturdido o débil. Asegúrese de avisar inmediatamente a su enfermera si nota cualquiera de estos síntomas mientras está recibiendo quimioterapia. • Diarrea. Este es un efecto secundario común con muchos de estos medicamentos, aunque puede empeorar particularmente con el irinotecán. Para prevenir la deshidratación, resulta necesario tratar inmediatamente la diarrea (la primera vez que se presenten heces sueltas). A menudo, esto significará tomar medicamentos, como loperamida (Imodium). Si usted recibe tratamiento con un medicamento de quimioterapia que probablemente le cause diarrea, su médico le dará instrucciones sobre qué medicamentos tomar y la frecuencia con que debe tomarlos para controlar este síntoma. La mayoría de estos efectos secundarios suele desaparecer después que termina el tratamiento. Algunos efectos, como el adormecimiento de las manos y los pies, pueden durar mucho tiempo. Muchas veces hay métodos para aminorar los efectos secundarios. Por ejemplo, se le pueden administrar medicamentos para ayudar a prevenir o reducir las náuseas y los vómitos. Asegúrese de discutir cualquier pregunta sobre efectos secundarios con su equipo de atención médica contra el cáncer e informar cualquier efecto secundario o cambios que usted observe mientras recibe quimioterapia para que se puedan tratar con prontitud. Es posible que en algunos casos las dosis de medicamentos de quimioterapia necesiten ser reducidas o que el tratamiento necesite ser retrasado o suspendido para prevenir que los efectos empeoren. Las personas de edad avanzada parecen ser capaces de tolerar bastante bien algunos tipos de quimioterapia contra el cáncer colorrectal. La edad no debe ser una razón para dejar de ofrecer tratamiento a personas que por lo demás se encuentran saludables. Para más información sobre quimioterapia, lea Una guía sobre quimioterapia.
Medicamentos de terapia dirigida para el cáncer colorrectal Conforme se conoce más sobre los cambios de los genes y de las proteínas celulares que causan cáncer, se han desarrollado medicamentos más recientes para combatir estos cambios de manera específica. Estos medicamentos dirigidos funcionan de distinta manera que los que se usan comúnmente en la quimioterapia. Algunas veces, estos medicamentos funcionan cuando los medicamentos convencionales de quimioterapia no son eficaces y a menudo presentan efectos secundarios diferentes (y menos graves). Se pueden usar junto con quimioterapia o por sí solos si la quimioterapia ya no es eficaz.
Medicamentos dirigidos al VEGF (formación de vasos sanguíneos) El factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF, por sus siglas en inglés) es una proteína que ayuda a los tumores a desarrollar nuevos vasos sanguíneos para obtener nutrientes (un proceso conocido como angiogenesis). Se pueden emplear medicamentos que impiden el trabajo del VEGF para tratar algunos cánceres de colon o de recto. Entre estos se incluye: • Bevacizumab (Avastin) • Ramucirumab(Cyramza) • Ziv-aflibercept (Zaltrap) Estos medicamentos se administran como infusión en una vena cada 2 o 3 semanas, usualmente con quimioterapia. A menudo la combinación de estos medicamentos con la quimioterapia, puede ayudar a prolongar el tiempo de vida de los pacientes con cánceres de colon o recto en etapas avanzadas.
Efectos secundarios de los medicamentos dirigidos a VEGF Los efectos secundarios comunes de estos medicamentos incluyen hipertensión arterial, cansancio, sangrado, bajos recuentos de glóbulos blancos (con mayor riesgo de infecciones), dolores de cabeza, úlceras en la boca, pérdida del apetito, y diarrea. Aunque se presentan pocas veces, los posibles efectos secundarios incluyen coágulos sanguíneos, sangrado profuso, orificios en el colon (perforaciones), problemas cardiacos y lenta curación de heridas. Si hay un orificio en el colon, esto puede causar una grave infección que puede requerir cirugía para corregir este problema. Aunque poco común, el efecto secundario más grave de estos medicamentos es una reacción alérgica durante la infusión, lo que puede causar problemas con la respiración y bajar la presión arterial.
Medicamentos que atacan a las células con cambios EGFR El receptor del factor de crecimiento epidermal (EGFR) es una proteína que a menudo aparece en altas cantidades sobre la superficie de las células cancerosas y las ayuda a crecer. Se pueden usar medicamentos que atacan el EGFR para tratar algunos cánceres de colon o de recto en etapas avanzadas. Entre estos se incluye: • Cetuximab (Erbitux) • Panitumumab (Vectibix)
Ambos medicamentos se administran por infusión intravenosa, ya sea una vez a la semana o cada dos semanas. Aproximadamente cuatro de cada 10 cánceres colorrectales tienen mutaciones (defectos) en el gen KRAS o NRAS, lo que hace que estos medicamentos no sean eficaces. Antes del tratamiento, los médicos ahora hacen comúnmente una prueba al tumor para determinar si estos cambios genéticos están presentes, y sólo usan estos medicamentos en las personas que no tienen estas mutaciones. Los médicos también pueden hacer una prueba para determinar la presencia de una mutación en el gen BRAF, lo que también indicaría que estos medicamentos no serían eficaces.
Posibles efectos secundarios de los medicamentos dirigidos a EGFR Los efectos secundarios más comunes de estos medicamentos son problemas en la piel, como un sarpullido parecido al acné en el rostro y el pecho durante el tratamiento, lo que algunas veces puede causar infecciones. Los problemas que el panitumumab causa en la piel pueden ser más graves y podrían ocasionar descamación de la piel. Otros efectos secundarios incluyen dolor de cabeza, cansancio, fiebre y diarrea. Aunque poco común, el efecto secundario más grave de estos medicamentos es una reacción alérgica durante la infusión, lo que puede causar problemas con la respiración y bajar la presión arterial. Para ayudar a prevenir esto se pueden administrar medicamentos antes del tratamiento.
Otros medicamentos de terapia dirigida El regorafenib (Stivarga) es un tipo de terapia dirigida conocida como un inhibidor de cinasa. Las cinasas son proteínas que están en la superficie de una célula o cerca de ella. Transmiten señales importantes al centro de control de la célula. El regorafenib bloquea ciertas proteínas cinasas que ayudan a las células del tumor a crecer o ayudan a formar nuevos vasos sanguíneos para alimentar al tumor. El bloqueo de estas proteínas puede ayudar a detener el crecimiento de las células cancerosas. Este medicamento se utiliza para tratar el cáncer colorrectal avanzado, por lo general cuando otros medicamentos ya no son útiles. Se administra en forma de pastillas. Los efectos secundarios comunes incluyen: • Cansancio • Pérdida del apetito • Síndrome de pies y manos (enrojecimiento e irritación de las manos y los pies) • Diarrea
• Úlceras en la boca y la garganta • Pérdida de peso • Cambio en la voz • Infecciones • Hipertensión arterial (presión alta) Entre los efectos secundarios menos comunes, pero más graves, se incluyen: • Daño hepático • Sangrado profuso • Perforaciones en el estómago o los intestinos Para más información sobre los medicamentos de terapia dirigida, lea Targeted Therapy.
Tratamiento del cáncer de colon según la etapa El tratamiento del cáncer de colon se basa en gran medida en la etapa (extensión) del cáncer, aunque otros factores también pueden ser importantes. La cirugía es usualmente el primer tratamiento o el tratamiento principal para las personas con cánceres de colon que no se han propagado a partes distantes. También se puede usar la quimioterapia adyuvante (adicional). En la mayoría de los casos, la terapia adyuvante se administra por aproximadamente 6 meses.
Tratamiento del cáncer de colon en etapa 0 Puesto que los cánceres de colon en etapa 0 no han crecido más allá del revestimiento interno del colon, típicamente todo lo que se necesita es cirugía para extraer el cáncer. Esto se puede lograr en la mayoría de los casos con la extirpación del pólipo (polipectomía) o escisión local por medio de un colonoscopio. Si el tumor es demasiado grande para poder extirparlo mediante escisión local, es posible que ocasionalmente sea necesario la extirpación de parte del colon (colectomía parcial).
Tratamiento del cáncer de colon en etapa I Los cánceres de colon en etapa I han crecido hacia las capas de la pared del colon, pero no se han propagado fuera de la pared del colon en sí (ni hacia los ganglios linfáticos adyacentes).
La etapa I incluye cánceres que fueron parte de un pólipo. Si el pólipo se extrae completamente durante la colonoscopia, sin células cancerosas en los bordes (márgenes) de la muestra obtenida, puede que no sea necesario administrar otro tratamiento. Si el cáncer en el pólipo es de alto grado (lea la sección “¿Cómo se clasifica por etapas el cáncer colorrectal?”) o hay células cancerosas en los bordes del pólipo, puede que se recomiende realizar más cirugía. Es posible que también se recomiende más cirugía si el pólipo no se pudo extirpar completamente o si tuvo que ser extraído en muchos fragmentos, dificultando ver si había células cancerosas en los bordes. Para los cánceres que no están en un pólipo, el tratamiento convencional consiste en colectomía parcial (cirugía para extirpar la sección del colon que contiene cáncer y los ganglios linfáticos cercanos). Por lo general, no se necesitará tratamiento adicional.
Tratamiento del cáncer de colon en etapa II Muchos cánceres de colon en etapa II han crecido a través de la pared del colon y posiblemente a los tejidos circundantes, pero aún no se han extendido a los ganglios linfáticos. La cirugía para extirpar la sección del colon que contiene el cáncer junto con los ganglios linfáticos cercanos (colectomía parcial) podría ser el único tratamiento que se necesite. Sin embargo, su médico puede recomendar quimioterapia adyuvante (quimio después de la cirugía) si su cáncer tiene un mayor riesgo de regresar (recurrir) debido a ciertos factores, tal como si: • El cáncer luce muy anormal cuando se observa al microscopio (es de alto grado). • El cáncer ha crecido hacia los vasos sanguíneos o los vasos linfáticos cercanos. • El cirujano no extirpó al menos 12 ganglios linfáticos. • Se encontró cáncer en o cerca del margen (borde) de la muestra quirúrgica, lo que significa que algo de cáncer pudo haber quedado. • El cáncer ha bloqueado (obstruido) el colon. • El cáncer causó una perforación (orificio) en la pared del colon. No todos los médicos concuerdan acerca de cuándo deben usar quimioterapia para los cánceres de colon en etapa II. Resulta importante que consulte con su médico sobre las ventajas y las desventajas de la quimioterapia, incluyendo qué tanto pudiera reducir su riesgo de recurrencia y cuáles serán probablemente los efectos secundarios. Si se emplea la quimioterapia, las principales opciones incluyen 5-FU y leucovorín o capecitabina, aunque también se pueden usar otras combinaciones.
Si su cirujano no está seguro de que el cáncer se extrajo totalmente debido a que estaba creciendo hacia otros tejidos, puede que recomiende radioterapia para tratar de destruir cualquier célula cancerosa remanente en el área del abdomen donde el cáncer estaba creciendo.
Tratamiento del cáncer de colon en etapa III Los cánceres de colon en etapa III se han propagado a los ganglios linfáticos cercanos, pero aún no se han extendido a otras partes del cuerpo. La cirugía para extirpar la sección del colon que contiene el cáncer junto con los ganglios linfáticos cercanos (colectomía parcial) seguida de quimio adyuvante es el tratamiento convencional para esta etapa. Para la quimioterapia, el régimen FOLFOX (5-FU, leucovorín, y oxaliplatino) o el régimen CapeOx (capecitabina y oxaliplatino) se usan con más frecuencia, aunque algunos pacientes pueden recibir 5-FU con leucovorín o capecitabina sola según la edad y sus necesidades de salud. Su médico también puede recomendar la radioterapia si su cirujano cree que pudieron haber quedado algunas células cancerosas después de la cirugía. La radioterapia, la quimioterapia, o ambas, pueden ser opciones para las personas que no están lo suficientemente saludables como para someterse a cirugía.
Tratamiento del cáncer de colon en etapa IV Los cánceres de colon en etapa IV se han propagado desde el colon hasta órganos y tejidos distantes. Con más frecuencia el cáncer de colon se propaga al hígado, aunque también se puede propagar a otros lugares, tal como a los pulmones, el peritoneo (la membrana que reviste la cavidad abdominal) o a los ganglios linfáticos distantes. En la mayoría de los casos, es poco probable que la cirugía cure estos cánceres. Sin embargo, si sólo hay pocas y pequeñas áreas de propagación (metástasis) en el hígado o los pulmones y se pueden extraer junto con el cáncer de colon, la cirugía puede ayudarle a vivir por más tiempo y hasta podría llegar a curarle. Esto significaría realizar una colectomía parcial para eliminar la sección del colon que contiene el cáncer junto con los ganglios linfáticos cercanos, además de la cirugía para eliminar las áreas de propagación del cáncer. Por lo general, también se administra quimioterapia después y/o antes de la operación. En algunos casos, se puede usar la infusión arterial hepática si el cáncer se propagó al hígado. Si las metástasis no se pueden extirpar debido a que son muy grandes o hay demasiadas, se puede administrar quimioterapia antes de cualquier cirugía (quimio neoadyuvante). Luego, si el tamaño de los tumores se reduce, se puede tratar una cirugía para extraerlos. Entonces, se
puede administrar nuevamente quimioterapia después de la cirugía. Para los tumores en el hígado, puede ser otra opción destruirlos con ablación o embolización. Si el cáncer se ha propagado demasiado como para tratar de curarlo con cirugía, la quimio es el tratamiento principal. Puede que aún sea necesario realizar una cirugía si el cáncer está bloqueando el colon (o es probable que lo haga). Algunas veces, se puede evitar tal cirugía al insertar un “stent” (un tubo hueco de metal o plástico) en el colon durante una colonoscopia con el fin de mantenerlo abierto. De lo contrario, puede que en algunos casos se lleven a cabo operaciones, tales como una colectomía o una colostomía de derivación (cortar el colon sobre el nivel del cáncer y se adhiere el extremo a una abertura en la piel del abdomen para permitir que los desechos salgan del cuerpo). Si usted tiene cáncer en etapa IV y su médico recomienda cirugía, resulta muy importante entender cuál es el objetivo de la cirugía: ya sea tratar de curar el cáncer o prevenir o aliviar los síntomas de la enfermedad. La mayoría de los pacientes con cáncer en etapa IV recibirá quimioterapia y/o terapias dirigidas para controlar el cáncer. Algunos de los regímenes más comúnmente usados incluyen: • FOLFOX: leucovorín, 5-FU, y oxaliplatino (Eloxatin) • FOLFIRI: leucovorín, 5-FU, e irinotecán (Camptosar) • CapeOX: capecitabina (Xeloda) y oxaliplatino • FOLFOXIRI: leucovorín, 5-FU, oxaliplatino e irinotecán • Una de las combinaciones anteriores más un medicamento que ataca el VEGF (bevacizumab [Avastin], ziv-aflibercept [Zaltrap] o ramucirumab [Cyramza]) o uno que ataca el EGFR (cetuximab [Erbitux] o panitumumab [Vectibix]) • 5-FU y leucovorín por sí solos o junto con un medicamento de terapia dirigida • Capecitabina, sola o con un medicamento de terapia dirigida • Irinotecán, solo o con un medicamento de terapia dirigida • Cetuximab solo • Panitumumab solo • Regorafenib (Stivarga) solo • Trifluridina y tipiracil (Lonsurf) La selección de los regímenes depende de varios factores, incluyendo cualquier tratamiento previo y su salud general. Si uno de estos regímenes ya no surte efecto, se puede tratar otro.
Para los cánceres avanzados, la radioterapia también se puede usar para ayudar a prevenir o aliviar síntomas, como el dolor. Aunque puede reducir el tamaño de los tumores por un tiempo, es poco probable que cure la enfermedad. Si su médico recomienda radioterapia, es importante que usted entienda el objetivo del tratamiento.
Tratamiento del cáncer de colon recurrente El cáncer recurrente significa que su cáncer volvió a aparecer después del tratamiento. La recurrencia puede ser local (cerca del área del tumor inicial) o puede estar en órganos distantes.
Recurrencia local Si el cáncer regresa localmente, algunas veces la cirugía (a menudo seguida por quimioterapia) puede ayudarle a vivir por más tiempo y puede hasta curarle. Primero, se puede usar quimioterapia si el cáncer no se puede remover mediante cirugía. Si se reduce lo suficiente el tamaño del tumor, la cirugía podría ser una opción. Después de la operación, se administraría de nuevo más quimioterapia.
Recurrencia a distancia Si el cáncer regresa en un área distante, es muy probable que aparezca primero en el hígado. La cirugía puede ser una opción para algunos pacientes. De no serlo, se puede tratar primero la quimioterapia para reducir el tumor o tumores, seguida de cirugía para extraerlos. Las técnicas de ablación o embolización también podrían ser una opción para el tratamiento de algunos tumores hepáticos. Si el cáncer se ha propagado demasiado como para ser tratado con cirugía, se puede usar quimioterapia, terapias dirigidas, o ambas. Los posibles regímenes son los mismos que se usan para la enfermedad en etapa IV. Sus opciones dependen de cuáles medicamentos de quimioterapia haya recibido (si así fuera) antes de que el cáncer regresara y cuánto tiempo hace que los recibió, así como del estado de su salud. Es posible que en algún punto usted necesite cirugía para aliviar o prevenir el bloqueo del colon u otras complicaciones locales. Además, la radioterapia puede ser una opción para aliviar síntomas. Los cánceres recurrentes a menudo pueden ser difíciles de tratar. Por lo tanto, tal vez sea recomendable preguntar a su doctor si puede ser candidato para participar en estudios clínicos de tratamientos más recientes. Para obtener más información sobre cómo lidiar con la recurrencia, lea (disponible en inglés) When Your Cancer Comes Back: Cancer Recurrence. La información sobre los tratamientos que se incluye en este artículo no constituye una política oficial de la Sociedad Americana Contra El Cáncer y no tiene como objetivo ofrecer asesoramiento médico que remplace la experiencia y el juicio de su equipo de atención médica contra el cáncer. Su objetivo es ayudar a que usted y su familia estén informados para tomar decisiones conjuntamente con su médico. Es posible que su médico tenga
motivos para sugerir un plan de tratamiento distinto de estas opciones generales de tratamiento. No dude en hacer preguntas a su médico sobre sus opciones de tratamiento.
Tratamiento del cáncer de recto según la etapa El tratamiento del cáncer de recto se basa en gran medida en la etapa (extensión) del cáncer, aunque otros factores también pueden ser importantes. Las personas con cánceres rectales que no se han extendido a sitios distantes se tratan generalmente con cirugía. También se puede usar radiación y quimioterapia (quimio) como tratamiento adicional antes o después de la cirugía.
Tratamiento del cáncer de recto en etapa 0 Los cánceres de recto en etapa 0 no han crecido más allá del revestimiento interno del recto. Por lo general, todo lo que se necesita es la remoción y la destrucción del cáncer. Habitualmente se le puede tratar con una cirugía, como una polipectomía (extirpación del pólipo), escisión local o resección transanal sin necesidad de tratamiento adicional.
Tratamiento del cáncer de recto en etapa I Los cánceres de recto en etapa I han crecido en las capas más profundas de la pared del recto, pero no se han propagado al exterior del recto en sí. Esta etapa incluye cánceres que fueron parte de un pólipo. Si el pólipo se extrae completamente durante una colonoscopia, sin cáncer en los bordes, puede que no sea necesario administrar otro tratamiento. Si el cáncer en el pólipo era de alto grado (lea la sección “¿Cómo se clasifica por etapas el cáncer colorrectal?”) o si había células cancerosas en los bordes del pólipo, puede que se le recomiende más cirugía. Es posible que también se recomiende más cirugía si el pólipo no pudo ser extirpado completamente o si tuvo que ser extraído en muchos fragmentos, dificultando ver si había células cancerosas en los bordes (márgenes). Para otros cánceres en etapa I, la cirugía usualmente es el tratamiento principal. Algunos cánceres pequeños en etapa I se pueden extraer a través del ano sin necesidad de hacer un corte en el abdomen, y usando una resección transanal o una microcirugía endoscópica transanal. Para otros cánceres, se puede hacer una resección anterior baja (LAR), una proctectomía con anastomosis coloanal, o una resección abdominoperineal (APR), dependiendo de la ubicación exacta del cáncer en el recto. (Estas operaciones se discuten detalladamente en la sección sobre cirugía). Por lo general, la terapia adicional no se necesita después de estas operaciones a menos que el cirujano encuentre que el cáncer es más avanzado de lo que se pensaba antes de la cirugía.
Si el cáncer es más avanzado, usualmente se administra una combinación de quimioterapia y radioterapia. El medicamento de quimioterapia 5-FU es el que se usa con más frecuencia. Si está demasiado enfermo como para la cirugía, usted podría recibir radioterapia, aunque esto no ha probado ser tan eficaz como la cirugía.
Tratamiento del cáncer de recto en etapa II Muchos cánceres de recto en etapa II han crecido a través de la pared del recto y se podrían extender hacia los tejidos adyacentes. Todavía no se han propagado a los ganglios linfáticos. La mayoría de las personas con cáncer rectal en etapa II se tratarán con quimioterapia, radioterapia, y cirugía, aunque el orden de estos tratamientos puede ser diferente para algunas personas. Por ejemplo, un enfoque común para estos cánceres se presenta a continuación: • Muchas personas reciben quimio y radioterapia (conocido como quimiorradiación) como su primer tratamiento. Por lo general, la quimioterapia administrada con radiación consiste en 5-FU o capecitabina (Xeloda). • A esto le sigue a menudo cirugía, tal como una resección anterior baja (LAR), una proctectomía con anastomosis coloanal, o una resección abdominoperineal (APR), dependiendo de la ubicación del cáncer en el recto. Si la radioterapia y la quimioterapia reducen el tamaño del tumor lo suficiente, a veces se puede hacer una resección transanal en lugar de una LAR o APR más invasiva. Esto podría evitar tener que realizar una colostomía. Pero no todos los médicos concuerdan con este método, ya que no permite al cirujano examinar los ganglios linfáticos cercanos para saber si contienen cáncer. • Entonces se administra chemo adicional después de la cirugía, usualmente por un total de aproximadamente 6 meses. Se le puede administrar el régimen de quimioterapia FOLFOX (oxaliplatino, 5-FU, y leucovorín), 5-FU y leucovorín, CapeOx (capecitabina y oxaliplatino) o capecitabina sola, según el tratamiento que satisfaga mejor sus necesidades de salud. Otra opción podría ser recibir solamente quimioterapia primero, seguida por quimio más radioterapia, y luego cirugía. Si alguien no puede recibir quimioterapia y radiación por algún motivo, se puede realizar primero una cirugía (tal como LAR, proctectomía con anastomosis coloanal, o APR). Puede que después de la cirugía se suministre quimioterapia (quimio) y algunas veces radioterapia.
Tratamiento del cáncer de recto en etapa III Los cánceres rectales en etapa III se han propagado a los ganglios linfáticos adyacentes, pero no a otras partes de su cuerpo.
La mayoría de las personas con cáncer rectal en etapa III se tratará con quimioterapia, radioterapia, y cirugía, aunque el orden de estos tratamientos puede ser diferente para algunas personas. Con más frecuencia, se administra primero quimio junto con radioterapia(conocido como quimiorradiación). Esto puede reducir el tamaño del cáncer, lo que a menudo hace que la cirugía sea más eficaz para los tumores más grandes. También reduce la probabilidad de que el cáncer regrese en la pelvis. Administrar radiación antes de la cirugía también tiende a causar menos problemas que cuando se administra después de la cirugía. A esto le sigue cirugía para extraer el tumor rectal y los ganglios linfáticos adyacentes, por lo general mediante una resección anterior baja (LAR), una proctectomía con anastomosis coloanal, o una resección abdominoperineal (APR), dependiendo de la ubicación del cáncer en el recto. Si el cáncer ha alcanzado los órganos cercanos, puede que se necesite una operación más extensa, conocida como exenteración pélvica. Después de la cirugía, se administra quimioterapia, usualmente por aproximadamente 6 meses. Los regímenes más comunes incluyen FOLFOX (oxaliplatino, 5-FU, y leucovorín), 5FU y leucovorín, CapeOx (capecitabina y oxaliplatino), o capecitabina sola. Su médico puede recomendar uno de estos tratamientos si satisface mejor sus necesidades de salud. Otra opción podría ser recibir solamente quimioterapia primero, seguida por quimio más radioterapia, y luego cirugía. Para las personas que no pueden recibir quimioterapia más radiación por algún motivo, cirugía (una LAR, proctectomía con anastomosis coloanal), o APR puede ser el primer tratamiento. Puede que después de esto se suministre quimio) y algunas veces con radioterapia.
Tratamiento del cáncer de recto en etapa IV Los cánceres de recto en etapa IV se han propagado a órganos y tejidos distantes, como por ejemplo el hígado o los pulmones. Las opciones de tratamiento para la enfermedad en etapa IV depende hasta cierto grado de cuán propagado está el cáncer. Si existe una probabilidad de que todo el cáncer pueda ser extirpado (por ejemplo, sólo hay algunos tumores en el hígado o los pulmones), las opciones de tratamiento más comunes incluyen: • Cirugía para extirpar la lesión rectal y los tumores distantes, seguida de quimioterapia (y radioterapia en algunos casos). • Quimioterapia, seguida por cirugía para extirpar la lesión rectal y tumores distantes, usualmente seguida de quimioterapia y radioterapia (quimiorradiación).
• Quimioterapia, seguida por quimio y radioterapia (quimiorradiación), seguida por cirugía para extirpar la lesión rectal y tumores distantes. Puede que después de esto se administre más quimioterapia. • Quimioterapia y radioterapia, seguida por cirugía para extirpar la lesión rectal y tumores distantes. Puede que después de esto se administre quimioterapia. Estos métodos pueden ayudarle a vivir por más tiempo y en algunos casos pueden incluso curarle. La cirugía para extirpar el tumor rectal sería usualmente una resección anterior baja, una proctectomía con anastomosis coloanal o una resección abdominoperineal, dependiendo de donde esté localizado. Si el único lugar de propagación del cáncer es el hígado, puede recibir tratamiento con quimioterapia administrada directamente en la arteria que llega al hígado (infusión en la arteria hepática). Esto reducirá los cánceres de hígado más eficazmente que la quimioterapia administrada por vía intravenosa (IV) u oral. Si el cáncer se ha propagado más ampliamente y no se puede extraer por completo mediante cirugía, las opciones de tratamiento dependen de si el cáncer está causando un bloqueo del intestino. Si esto ocurre, puede que sea necesario realizar inmediatamente una cirugía. Si ese no es el caso, es probable que el cáncer sea tratado con quimioterapia y/o medicamentos de terapia dirigida (sin cirugía). Algunas de las opciones incluyen: • FOLFOX: leucovorín, 5-FU, y oxaliplatino (Eloxatin) • FOLFIRI: leucovorín, 5-FU, e irinotecán (Camptosar) • CapeOX: capecitabina (Xeloda) y oxaliplatino • FOLFOXIRI: leucovorín, 5-FU, oxaliplatino e irinotecán • Una de las combinaciones anteriores más un medicamento que ataca el VEGF (bevacizumab [Avastin], ziv-aflibercept [Zaltrap] o ramucirumab [Cyramza]) o uno que ataca el EGFR (cetuximab [Erbitux] o panitumumab [Vectibix]) • 5-FU y leucovorín por sí solos o junto con un medicamento de terapia dirigida • Capecitabina, sola o con un medicamento de terapia dirigida • Irinotecán, solo o con un medicamento de terapia dirigida • Cetuximab solo • Panitumumab solo • Regorafenib (Stivarga) solo • Trifluridina y tipiracil (Lonsurf)
La selección de los regímenes depende de varios factores, incluyendo cualquier tratamiento previo y su salud general, así como de su capacidad para resistir el tratamiento. En algunos casos en que la quimioterapia reduce el tamaño de los tumores, se puede considerar la cirugía para tratar de extirpar todo el cáncer en ese momento. Luego se puede volver a administrar quimioterapia. Para los cánceres que no se reducen con quimioterapia y los cánceres con propagación amplia que están causando síntomas, el tratamiento va dirigido a aliviar los síntomas y a evitar las complicaciones a largo plazo, como sangrado o bloqueo de los intestinos. Los tratamientos pueden incluir una o más de las siguientes características: • Extirpación del tumor rectal mediante cirugía. • Cirugía para crear una colostomía y derivar el tumor rectal (una colostomía de derivación • Uso de un rayo láser especial para destruir el tumor dentro del recto • Colocación de un “stent” (tubo hueco de metal o plástico) dentro del recto para mantenerlo abierto; esto no requiere cirugía • Quimio y radioterapia • Sólo quimio Si los tumores en el hígado no se pueden extirpar quirúrgicamente debido a su gran tamaño o gran cantidad, quizá sea posible destruir los tumores con ablación o embolización
Tratamiento del cáncer de recto recurrente Un cáncer recurrente significa que el cáncer ha vuelto a aparecer después del tratamiento. Puede que regrese cerca del área del tumor rectal inicial (localmente) o en órganos distantes, como los pulmones o el hígado. Si regresa el cáncer, esto usualmente ocurre dentro de los primeros 2 a 3 años después de la cirugía.
Recurrencia local Si el cáncer regresa en la pelvis (localmente), se trata con cirugía para extraer el cáncer, si es posible. Con frecuencia, esta operación es más extensa que la cirugía inicial. En algunos casos, la radioterapia se puede administrar durante la cirugía (a esto se le llama radioterapia intraoperatoria) o después de la misma. También se puede administrar quimioterapia después de la cirugía (así como radioterapia dirigida al tumor, si no se usó anteriormente).
Recurrencia a distancia Si el cáncer regresa en una parte distante del cuerpo, el tratamiento dependerá de si el cáncer se puede remover mediante cirugía. Si el cáncer se puede remover, se hace una cirugía. Se puede administrar quimioterapia antes de la cirugía (para ver una lista de posibles regímenes de medicamentos lea “Tratamiento del cáncer de recto en etapa IV”). También se administra quimioterapia después de la operación. Cuando el cáncer se ha propagado al hígado, se puede administrar quimioterapia a la arteria hepática que llega al hígado. Si el cáncer no se puede extraer mediante cirugía, se puede administrar quimioterapia y/o medicamentos de terapia dirigida. El régimen usado dependerá del tratamiento que la persona haya recibido previamente y de su salud general. Si el cáncer no se reduce con quimioterapia, se puede tratar una combinación diferente de medicamentos. Al igual que con el cáncer de recto en etapa IV, se puede hacer una cirugía, administrar radioterapia, o emplear otros métodos en algún momento para aliviar los síntomas y evitar las complicaciones a largo plazo, como sangrado o bloqueo de los intestinos. Estos cánceres a menudo pueden ser difíciles de tratar. Por lo tanto, tal vez sea buena idea preguntar a su doctor si usted es candidato para participar en algún estudio clínico de tratamientos más recientes. Para obtener más información sobre cómo lidiar con la recurrencia, lea (disponible en inglés) When Your Cancer Comes Back: Cancer Recurrence. La información sobre los tratamientos que se incluye en este artículo no constituye una política oficial de la Sociedad Americana Contra El Cáncer y no tiene como objetivo ofrecer asesoramiento médico que remplace la experiencia y el juicio de su equipo de atención médica contra el cáncer. Su objetivo es ayudar a que usted y su familia estén informados para tomar decisiones conjuntamente con su médico. Es posible que su médico tenga motivos para sugerir un plan de tratamiento distinto de estas opciones generales de tratamiento. No dude en hacer preguntas a su médico sobre sus opciones de tratamiento.
¿Qué debe preguntar a su médico sobre el cáncer colorrectal? Es importante tener diálogos sinceros y abiertos con el equipo de profesionales que atiende su cáncer. Es recomendable que ellos contesten todas sus preguntas para que usted pueda tomar decisiones fundamentadas sobre su vida y su tratamiento. Por ejemplo, considere las siguientes preguntas:
Cuando le informan que tiene cáncer colorrectal • ¿Dónde está localizado el cáncer?
• ¿Se ha propagado el cáncer desde el lugar donde se originó? • ¿En qué etapa (estadio o extensión) se encuentra el cáncer y qué significa esto en mi caso? • ¿Necesitaré otras pruebas antes de poder decidir el tratamiento? • ¿Tengo que consultar con otros médicos o profesionales de la salud? • Si me preocupan los gastos y la cobertura del seguro para mi diagnóstico y tratamiento, ¿quién me puede ayudar?
Al momento de decidir un plan de tratamiento • ¿Cuáles son mis opciones de tratamiento? • ¿Qué recomienda y por qué? • ¿Cuánta experiencia tiene con el tratamiento de este tipo de cáncer? • ¿Debería buscar una segunda opinión? ¿Cómo gestiono esto? ¿Me puede recomendar a alguien? • ¿Cuál sería el objetivo del tratamiento? • ¿Con qué prontitud tenemos que decidir el tratamiento? ¿Qué debo hacer para prepararme para el tratamiento? • ¿Cuánto tiempo durará el tratamiento? ¿Cómo será la experiencia del tratamiento? ¿Dónde se administrará? • ¿Cuáles son los riesgos o efectos secundarios de los tratamientos que sugiere? ¿Qué puedo hacer para reducir los efectos secundarios del tratamiento? • ¿Cómo afectaría el tratamiento mis actividades diarias? • ¿Cuáles son las probabilidades de que el cáncer recurra (regrese) con estos planes de tratamiento? • ¿Qué se hará si el tratamiento no surte efecto o si el cáncer regresa?
Durante el tratamiento Una vez que comience el tratamiento, usted necesitará saber qué esperar y a qué prestar atención. Puede que no todas estas preguntas sean pertinentes a usted. No obstante, puede ser útil formular las preguntas que sí son relevantes para usted. •
¿Cómo saber si el tratamiento está funcionando?
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¿Hay algo que pueda hacer para ayudar a manejar los efectos secundarios?
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¿Qué síntomas o efectos secundarios debo notificarle inmediatamente?
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¿Cómo puedo comunicarme con usted durante las noches, días festivos o fines de semana?
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¿Necesito cambiar mi alimentación durante el tratamiento?
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¿Hay límites en las actividades que puedo hacer?
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¿Qué tipo de ejercicio debo hacer y con qué frecuencia?
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¿Puede sugerirme un profesional de la salud mental que pueda consultar si empiezo a sentirme abrumado, deprimido o afligido?
Después del tratamiento •
¿Necesito una dieta especial después del tratamiento?
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¿Hay límites en las actividades que puedo hacer?
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¿A cuáles otros síntomas debo prestar atención?
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¿Qué tipo de ejercicio debo hacer ahora?
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¿Qué tipo de atención médica de seguimiento necesitaré después del tratamiento?
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¿Con qué frecuencia necesitaré exámenes de seguimiento y estudios por imágenes?
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¿Necesitaré hacerme algún análisis de sangre?
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¿Cómo podemos saber si el cáncer ha regresado? ¿A qué debo prestar atención?
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¿Cuáles serán mis opciones si el cáncer regresa?
Además de estos ejemplos de preguntas, asegúrese de escribir las que usted desee hacer. Por ejemplo, puede que quiera más información acerca del tiempo de recuperación del tratamiento. Por otra parte, usted tal vez quiera preguntar sobre los estudios clínicos para los que usted cumpla los requisitos de inclusión. Recuerde que los médicos no son los únicos que pueden proporcionarle información. Otros profesionales de atención médica, como enfermeras y trabajadores sociales, quizás puedan responder a algunas de sus preguntas. Usted puede encontrar más información sobre cómo comunicarse con su equipo de profesionales que atiende su salud en La comunicación con su médico.
La vida después del tratamiento del cáncer colorrectal Para muchas personas con cáncer colorrectal, el tratamiento puede remover o destruir el cáncer. El final del tratamiento puede causar tanto estrés como entusiasmo. Usted sentirá alivio de haber completado el tratamiento, aunque aún resulte difícil no preocuparse por el regreso del cáncer. Esto es muy común en quien ha tenido cáncer. En algunas personas, puede que el cáncer nunca desaparezca por completo. Es posible que algunas personas reciban tratamiento regularmente con quimioterapia, radioterapia, u otros tratamientos para tratar de ayudar a mantener el cáncer bajo control. Aprender a vivir con un cáncer que no desaparece puede ser difícil y muy estresante. La vida después del cáncer colorrectal significa regresar a actividades que usted solía realizar, así como contar con algunas nuevas opciones.
Pregunte a su médico acerca de un plan de atención para pacientes después del tratamiento Consulte con su doctor sobre el desarrollo de un plan de atención para después del tratamiento que sea adecuado para usted. Este plan puede incluir: • Un calendario sugerido para pruebas y estudios de seguimiento • Un calendario para otras pruebas que necesite en el futuro, tales como pruebas de detección temprana para otros tipos de cáncer, o pruebas para identificar efectos a la salud a largo plazo debido a su cáncer o su tratamiento • Una lista de posibles efectos secundarios tardíos o a largo plazo de su tratamiento, incluyendo a qué prestar atención y cuándo debe comunicarse con su médico • Sugerencias para la alimentación y la actividad física
Programas típicos de seguimiento después del cáncer colorrectal Aun después de completar el tratamiento, usted probablemente tendrá que acudir a citas de seguimiento con su médico durante muchos años. Es muy importante que acuda a todas sus citas de seguimiento. Durante estas visitas, los médicos le preguntarán si presenta cualquier problema y le harán exámenes y análisis de laboratorios o estudios por imágenes para determinar si hay signos de cáncer o para tratar efectos secundarios. Algunos efectos secundarios ocasionados por el tratamiento podrían durar mucho tiempo o puede que incluso no se presenten sino hasta años después de haber terminado el tratamiento.
Las visitas al consultorio médico proveen una buena oportunidad para que haga preguntas e informe sobre cualquier cambio o problema que note o cualquier inquietud que tenga. En cierta medida, la frecuencia de las visitas de seguimiento y las pruebas dependerá de la etapa de su cáncer y de la probabilidad de que regrese.
Consultas médicas Su médico probablemente recomendará que se haga un examen físico cada 3 a 6 meses por los primeros años después del tratamiento, luego cada 6 meses por los próximos años. Puede que las personas que fueron tratadas por cánceres en etapas iniciales requieran exámenes con menos frecuencia.
Colonoscopia En la mayoría de los casos, su médico recomendará una colonoscopia dentro de un año después de la cirugía. Si los resultados son normales, la mayoría de los pacientes no necesitará otra hasta que transcurran 3 años. En caso de que los resultados de ese examen sean normales, entonces a menudo se deben hacer exámenes futuros aproximadamente cada 5 años.
Estudios por imágenes Que su médico recomiende los estudios por imágenes dependerá de la etapa de su cáncer y de otros factores. Las tomografías computarizadas pueden hacerse regularmente, por ejemplo una vez al año, para aquellos pacientes en alto riesgo de recurrencia, especialmente en los primeros años después del tratamiento. Los estudios se pueden hacer con más frecuencia en las personas a quienes se les extirparon tumores en el hígado o los pulmones.
Análisis de sangre para marcadores tumorales El antígeno carcinoembrionario (CEA) y el CA 19-9 son sustancias llamadas marcadores tumorales que se pueden encontrar en la sangre de algunas personas con cáncer colorrectal. Antes de comenzar el tratamiento, los médicos a menudo verifican los niveles de estos marcadores (especialmente CEA) con pruebas sanguíneas. Si los niveles están elevados al principio y luego bajan a la normalidad después de la cirugía, se pueden medir otra vez cuando usted acuda a su cita de seguimiento (típicamente cada varios meses durante los primeros años después del tratamiento, luego cada 6 meses más o menos para los próximos años). Si el nivel del marcador tumoral está elevado nuevamente, puede ser un signo de que el cáncer ha regresado. Si ésta es la situación, se puede hacer una colonoscopia o estudios por imágenes para tratar de localizar la recurrencia. Si los niveles de marcadores tumorales no
estuvieron elevados cuando se encontró el cáncer por primera vez, probablemente no sirvan como indicadores del regreso del cáncer.
Mantenga un seguro de salud y guarde copias de sus informes médicos Incluso después del tratamiento, es muy importante mantener un seguro médico, ya que las pruebas y las consultas médicas son costosas y, aunque nadie quiere pensar en el regreso de su cáncer, esto podría ocurrir. En algún momento después del tratamiento del cáncer, es posible que usted tenga que consultar con un médico nuevo, quien desconozca sus antecedentes médicos. Es importante que guarde copias de sus informes médicos para que proporcione a su nuevo médico los detalles de su diagnóstico y tratamiento. Para más información, lea Cómo mantener copias de importantes informes médicos.
Cómo manejar los efectos secundarios a largo plazo La mayoría los efectos secundarios desaparece después del tratamiento, pero algunos pueden continuar y necesitan atención especial. Por ejemplo, si le han realizado una colostomía o una ileostomía, es posible que le preocupe incluso realizar actividades cotidianas. Independientemente de si su ostomía es temporal o permanente, un profesional de la salud capacitado para ayudar a las personas con colostomías e ileostomías (un enterostomista) puede enseñarle cómo cuidar de la misma. Usted puede preguntar a la Sociedad Americana Contra El Cáncer sobre los programas que ofrecen información y apoyo en su localidad. Para más información sobre cómo atender y manejar una ostomía, lea Colostomía: una guía e Ileostomía: una guía.
¿Puedo reducir el riesgo de que el cáncer colorrectal progrese o regrese? Si usted tiene (o ha tenido) cáncer colorrectal, probablemente quiera saber si hay medidas que pueda tomar para reducir el riesgo de que el cáncer crezca o regrese, como: hacer ejercicio, comer cierto tipo de alimentos, o tomar suplementos nutricionales. Afortunadamente, la investigación ha demostrado que hay algunas medidas que puede tomar que podrían ser útiles.
Logre y mantenga un peso saludable Muchas investigaciones sugieren que el sobrepeso o la obesidad (mucho sobrepeso) eleva el riesgo de que el cáncer colorrectal regrese, así como el riesgo de morir a causa de cáncer colorrectal. Sin embargo, existe menos investigación que indique si perder peso durante o
después del tratamiento realmente pueda disminuir el riesgo de recurrencia del cáncer colorrectal. Por supuesto, lograr un peso saludable también puede tener otros beneficios para la salud. Si está considerando perder peso, es importante que consulte con su médico, especialmente si usted aún está recibiendo tratamiento o acaba de finalizarlo.
Manténgase activo Gran parte de la investigación sugiere que las personas que realizan actividad física regularmente después del tratamiento tienen un menor riesgo de recurrencia del cáncer colorrectal y de morir a causa de cáncer colorrectal. La actividad física también se ha relacionado con una mejor calidad de vida, un mejor funcionamiento físico y menos síntomas de cansancio. No está claro cuánta actividad exactamente se pueda necesitar, aunque parece ser que mientras más activo esté, más beneficios se obtienen. Es importante consultar con su equipo de tratamiento antes de iniciar un nuevo programa de actividad física. Esto también puede incluir reuniones con un fisioterapeuta. Su equipo puede ayudarle a planificar un programa que pueda ser seguro y eficaz para usted.
Coma alimentos saludables En general, no está claro si comer cualquier tipo de alimento específico puede ayudar a disminuir el riesgo de que el cáncer colorrectal regrese. Algunos estudios han sugerido que los sobrevivientes de cáncer colorrectal que consumen muchas verduras (vegetales), frutas, granos enteros, pollo, y pescado podrían vivir más tiempo que aquellos que tienen dietas con alto contenido de azúcar refinada, grasas y carnes rojas o procesadas. Sin embargo, no está claro si esto es debido a los efectos sobre el cáncer colorrectal o posiblemente a otros beneficios para la salud que tiene el adoptar una dieta saludable. Aun así, alimentarse sanamente tiene claramente sus beneficios. Por ejemplo, las dietas que son ricas en fuentes vegetales son a menudo una parte importante para lograr y mantener un peso saludable. Consumir alimentos sanos también puede ayudar a reducir el riesgo de algunos otros problemas de salud, como enfermedades del corazón y diabetes.
Suplementos nutricionales Hasta el momento, ningún suplemento alimenticio ha demostrado claramente que ayude a reducir el riesgo de que el cáncer colorrectal progrese o regrese. Esto no significa que ninguno será útil, aunque es importante saber que ninguno ha demostrado serlo. Vitamina D: algunas investigaciones han sugerido que los sobrevivientes de cáncer colorrectal con niveles más altos de vitamina D en la sangre podrían tener mejores resultados que aquellos con niveles más bajos. Sin embargo, no está claro si el consumo de suplementos de vitamina D puede afectar los resultados del tratamiento.
Calcio: algunas investigaciones han sugerido que los suplementos de calcio pueden disminuir el riesgo de pólipos colorrectales en personas que previamente han tenido pólipos. Sin embargo, no está claro si los suplementos de calcio pueden disminuir el riesgo de que el cáncer colorrectal regrese. Los suplementos dietéticos no están regulados como los medicamentos en los Estados Unidos, pues no tienen que demostrar que son eficaces (o incluso seguros) antes de ser vendidos, aunque hay límites en lo que se les está permitido afirmar que pueden hacer. Si está considerando tomar cualquier tipo de suplemento nutricional, consulte con los miembros de su equipo de atención médica. Ellos pueden ayudarle a decidir cuáles puede utilizar con seguridad y evitar aquellos que podrían ser perjudiciales.
Alcohol El consumo de alcohol se ha relacionado con un mayor riesgo de padecer cáncer colorrectal, especialmente en los hombres. Sin embargo, no está claro si el alcohol afecta el riesgo de recurrencia del cáncer colorrectal. La Sociedad Americana Contra El Cáncer recomienda que las personas que beban alcohol limiten su consumo a no más de una bebida al día, en el caso de las mujeres y no más de dos tragos al día en el caso de los hombres para ayudar a disminuir el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer (incluyendo cáncer colorrectal). No obstante, para las personas que han completado el tratamiento del cáncer, los efectos del alcohol sobre el riesgo de recurrencia son en gran parte desconocidos. Este asunto se complica por el hecho de que el consumo de alcohol de bajo a moderado se ha relacionado con un menor riesgo de enfermedades del corazón. Debido a que este tema es complejo, es importante discutirlo con su equipo de atención médica, teniendo en cuenta el riesgo de recurrencia del cáncer colorrectal (o un nuevo cáncer colorrectal), el riesgo de enfermedades del corazón y el riesgo de otros problemas de salud ligados al consumo de alcohol.
Deje de fumar Las investigaciones han mostrado que los sobrevivientes de cáncer colorrectal que fuman son más propensos a morir a causa de sus cánceres (así como de otras causas). Además de los efectos en el riesgo de cáncer colorrectal, dejar de fumar claramente puede tener muchos beneficios para la salud. Si está considerando dejar de fumar y necesita ayuda, consulte con su doctor o llame a la Sociedad Americana Contra El Cáncer al 1-800-227-2345 para recibir información y apoyo.
Si el cáncer regresa Si el cáncer recurre en algún momento, las opciones de tratamiento dependerán de la localización del cáncer, qué tratamientos ha recibido anteriormente y de su estado de salud. Para más información sobre cómo se trata el cáncer recurrente, lea “Tratamiento del cáncer de colon según la etapa” o “Tratamiento del cáncer de recto según la etapa”. Para obtener más información general sobre cómo lidiar con la recurrencia, usted también puede consultar nuestro documento (disponible en inglés) When Your Cancer Comes Back: Cancer Recurrence.
¿Podría padecer un segundo cáncer después del tratamiento del cáncer colorrectal? Las personas que han tenido cáncer colorrectal aún pueden padecer otros tipos de cáncer, aunque la mayoría no padece cáncer otra vez. Los sobrevivientes de cáncer colorrectal están en mayor riesgo de padecer otro cáncer colorrectal, así como algunos otros tipos de cáncer. Para más información lea “Otros cánceres después del cáncer colorrectal”.
Cómo seguir adelante después del cáncer colorrectal Apoyo emocional Es normal que sienta cierto grado de depresión, ansiedad o preocupación si el cáncer colorrectal es parte de su vida. Algunas personas se afectan más que otras. No obstante, todas las personas pueden beneficiarse de la ayuda y el apoyo de otras personas, ya sea amigos y familiares, grupos religiosos, grupos de apoyo, consejeros profesionales, entre otros.
Sexualidad y sentirse bien con su cuerpo Aprender a sentirse cómodo con su cuerpo durante y después del tratamiento del cáncer colorrectal es una experiencia personal que es diferente para cada persona. La información y el apoyo que usted reciba pueden ayudarle a afrontar estos cambios con el pasar del tiempo. Si desea más información, refiérase a Sexualidad para el hombre con cáncer o Sexualidad para la mujer con cáncer.
Otros cánceres después del cáncer colorrectal Los sobrevivientes de cáncer colorrectal pueden verse afectados por una serie de problemas de salud, pero a menudo su mayor preocupación consiste en enfrentarse nuevamente al cáncer. Cuando un cáncer regresa después del tratamiento se dice que ha ocurrido una recurrencia. Sin embargo, algunos sobrevivientes de cáncer llegan a padecer un nuevo cáncer, no relacionado con el primero. A este se le denomina segundo cáncer.
Desafortunadamente, recibir tratamiento contra el cáncer colorrectal no significa que no pueda padecer otro cáncer. Las personas que han tenido cáncer colorrectal aún pueden padecer los mismos tipos de cáncer que otras personas padecen. De hecho, estas personas podrían tener un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer. Las personas que han tenido cáncer de colon pueden padecer cualquier otro tipo de cáncer, pero tienen un mayor riesgo de ciertos cánceres en particular, incluyendo: • Un segundo cáncer colorrectal (esto es distinto a que el cáncer original vuelva a surgir, es decir, no es una recurrencia) • Cáncer de recto • Cáncer de estómago • Cáncer de intestino delgado • Cáncer anal • Cáncer de conducto biliar • Cáncer uterino • Cáncer de riñón • Cáncer de uréter (el conducto que conecta el riñón a la vejiga) Las personas que han tenido cáncer de recto pueden padecer cualquier otro tipo de cáncer, pero tienen un mayor riesgo de ciertos cánceres en particular, incluyendo: • Cáncer de colon • Cáncer de intestino delgado • Cáncer anal • Cáncer de pulmón • Cáncer de vagina • Cáncer de riñón El aumento en el riesgo con algunos de estos cánceres puede deberse a factores de riesgo compartidos, tales como la alimentación, la obesidad y la actividad física. La genética puede también ser un factor. Por ejemplo, las personas con síndrome de Lynch (cáncer colorrectal hereditario sin poliposis) tienen un mayor riesgo de muchos de estos cánceres.
Seguimiento después del tratamiento del cáncer colorrectal Tras completar el tratamiento del cáncer colorrectal, se deberá aún acudir al médico de forma periódica para determinar si hay signos de recurrencia o propagación del cáncer. Lea “La vida después del tratamiento del cáncer colorrectal” para información sobre los tipos de pruebas que puede necesitar después del tratamiento. Los sobrevivientes del cáncer colorrectal también deben seguir las guías de la Sociedad Americana Contra El Cáncer sobre la detección temprana del cáncer, tal como las guías para el cáncer de seno, cuello uterino, pulmón y próstata. Para las personas que han padecido cáncer colorrectal, la mayoría de los expertos no recomienda ninguna prueba adicional para descubrir otros cánceres, salvo que presenten síntomas. Una posible excepción es en las mujeres que tuvieron cáncer colorrectal como resultado de haber padecido el síndrome de Lynch, ya que estas mujeres también están en mayor riesgo de cáncer de endometrio y otros cánceres. Si usted padece el síndrome de Lynch, es importante que consulte con su médico sobre sus riesgos.
¿Puedo reducir la probabilidad de padecer un segundo cáncer? Hay medidas que usted puede tomar para reducir su riesgo y mantenerse tan saludable como sea posible. Por ejemplo, las personas que han tenido cáncer colorrectal deben hacer lo posible para mantenerse alejado de los productos de tabaco. Fumar podría aumentar aún más el riesgo de algunos de los otros cánceres que son más comunes después del cáncer colorrectal. Para ayudar a mantener una buena salud, los sobrevivientes de cáncer colorrectal también deben: • Lograr y mantener un peso saludable • Mantenerse físicamente activo • Comer sanamente con un énfasis en los alimentos de origen vegetal • Limitar el consumo de alcohol a no más de una bebida al día para las mujeres o dos al día para los hombres Estos pasos también pueden reducir el riesgo de algunos otros problemas de salud. Para más información sobre las causas de otros cánceres, lea el documento disponible en inglés Second Cancers in Adults.
¿Qué hay de nuevo en la investigación del cáncer colorrectal? Siempre hay investigaciones que están llevándose a cabo en el área del cáncer colorrectal. Los científicos están buscando las causas y las formas de prevenir el cáncer colorrectal, mejores maneras para detectarlo temprano, así como las formas de mejorar los tratamientos. A continuación se presentan algunos ejemplos de la investigación actual.
Reducción del riesgo de cáncer colorrectal Muchos estudios buscan identificar las causas del cáncer colorrectal, con la esperanza de utilizar este conocimiento para ayudar a prevenirlo. Otros estudios están analizando si ciertos tipos de dietas, suplementos dietéticos o medicamentos pueden reducir el riesgo de una persona de padecer cáncer colorrectal. Por ejemplo, muchos estudios han demostrado que la aspirina y los analgésicos similares podrían ayudar a reducir el riesgo de cáncer colorrectal, pero estos medicamentos a veces pueden causar efectos secundarios graves. Los investigadores están intentando determinar si hay algunos grupos de personas para quienes los beneficios superarían los riesgos.
Pruebas de detección temprana Los médicos están buscando mejores formas de descubrir el cáncer colorrectal temprano mediante el mejoramiento de las formas existentes y el estudio de nuevos tipos de pruebas de detección.
Pruebas de laboratorio para predecir riesgo de recurrencia de cáncer Las pruebas de laboratorio (incluyendo Oncotype Dx® Colon Cancer Assay, ColoPrint®, and ColDx™) se han desarrollado para ayudar a predecir qué pacientes tienen un riesgo más alto de que su cáncer colorrectal regrese después del tratamiento. Las pruebas determinan esto mediante el análisis de la actividad de muchos genes diferentes dentro de las células del cáncer colorrectal. Hasta el momento, sin embargo, ninguna de estas pruebas ha demostrado que ayude a predecir qué personas podrían beneficiarse de la quimioterapia u otros tratamientos.
Pruebas para ayudar a clasificar por etapas el cáncer colorrectal Los investigadores han desarrollado una prueba que puede encontrar áreas de cáncer de colon propagado en los ganglios linfáticos cercanos que no se habrían encontrado con las pruebas utilizadas normalmente. Esta prueba detecta un tipo de RNA que se encuentra en algunas células cancerosas del colon, pero no en células normales de los ganglios linfáticos. Esto puede ayudar a identificar a los pacientes que tienen una etapa más avanzada de cáncer de colon de la que originalmente se sospechaba, y quiénes podrían beneficiarse de la quimioterapia después de la cirugía.
Tratamiento Los investigadores están buscando constantemente mejores formas de tratar el cáncer colorrectal.
Nuevas técnicas quirúrgicas Los cirujanos continúan mejorando sus técnicas quirúrgicas para los cánceres colorrectales. Actualmente, los cirujanos comprenden mejor qué hace que una cirugía colorrectal tenga más probabilidades de ser exitosa, tal como el asegurarse de que se extirpe el número suficiente de ganglios linfáticos durante la operación. La cirugía laparoscópica se hace por medio de varias incisiones pequeñas en el abdomen en lugar de una incisión grande, y se está usando más ampliamente para algunos cánceres de colon y de recto. Este enfoque generalmente permite a los pacientes recuperarse más rápidamente, con menos dolor después de la operación, y parece ser casi tan eficaz como la cirugía convencional. Cuando se realiza una cirugía robótica, el cirujano se sienta en un panel de control y opera con mucha precisión unos brazos robóticos para realizar la cirugía. También se estudia este tipo de cirugía para determinar si es tan eficaz como la cirugía convencional.
Quimioterapia La quimioterapia es una parte importante del tratamiento para muchas personas con cáncer colorrectal, y los médicos tratan constantemente de que sea más eficaz y más segura. Se han probado diferentes métodos en estudios clínicos, incluyendo: • Probar nuevos medicamentos de quimioterapia (como el trifluridina y el tipiracil) o medicamentos que ya se estaban usando contra otros cánceres (como el cisplatino o la gemcitabina)
• Buscar nuevas maneras de combinar los medicamentos que ya se sabe presentan actividad contra el cáncer colorrectal, como el irinotecán o el oxaliplatino, a fin de aumentar su eficacia • Estudiar mejores maneras de combinar la quimioterapia con la radioterapia, las terapias dirigidas y/o con la inmunoterapia
Terapia dirigida Los medicamentos de terapia dirigida funcionan de distinta manera que los medicamentos de la quimioterapia convencional, ya que afectan partes específicas de las células cancerosas que las diferencian de las células normales. Varios medicamentos de terapia dirigida ya se han usado para tratar el cáncer colorrectal. Los médicos continúan estudiando la mejor manera de administrar estos medicamentos para que sean más eficaces. También continúan la búsqueda de nuevos medicamentos de terapia dirigida. Las terapias dirigidas actualmente se usan para tratar los cánceres colorrectales avanzados, aunque los estudios más recientes están evaluando el uso de estas terapias junto con quimioterapia en cánceres que se encuentran en etapas más iniciales como parte de la terapia adyuvante para ver si pueden reducir aún más el riesgo de recurrencia.
Inmunoterapia Un área interesante de investigación es el campo de la inmunoterapia, la cual es un tratamiento que utiliza el propio sistema inmunitario para combatir el cáncer. Inhibidores de puestos de control inmunitarios: una parte importante del sistema inmunitario es su capacidad de evitar atacar a las células normales en el cuerpo. Para hacer esto, el sistema inmunitario utiliza “puestos de control” que son moléculas en las células inmunitarias que necesitan ser activadas [o desactivadas] para iniciar una respuesta inmunitaria. En ocasiones, las células cancerosas usan estos puestos de control para evitar ser atacadas por el sistema inmunitario. Los nuevos medicamentos que se dirigen a moléculas de puestos de control, tal como PD-1, tienen un futuro muy prometedor como tratamientos contra el cáncer. Desafortunadamente, los primeros estudios de algunos de estos medicamentos contra el cáncer colorrectal no dieron lugar a muchas respuestas al tratamiento. Sin embargo, se ha descubierto que los cánceres colorrectales que tienen cambios genéticos conocidos como inestabilidad de microsatélites (MSI) tienen más probabilidades de responder al medicamento anti PD-1 llamado pembrolizumab (Keytruda). Actualmente se realiza un estudio abarcador para tratar de confirmar este hallazgo. Vacunas contra el cáncer: los investigadores están estudiando varias vacunas para tratar el cáncer colorrectal o prevenir que regrese después del tratamiento. Contrario a las vacunas
que previenen las enfermedades infecciones, estas vacunas tienen el fin de reforzar la reacción inmunitaria de la persona para combatir al cáncer colorrectal con más eficacia. Se están estudiando muchos tipos de vacunas. Por ejemplo, algunas vacunas son creadas a partir de la extracción de algunas células del sistema inmunitario (llamadas células dendríticas) de la sangre del paciente para exponerlas a una sustancia en el laboratorio que provocaría que ataquen a las células cancerosas, y luego regresarlas al cuerpo del paciente. Hasta el momento, estos tipos de vacunas sólo están disponibles en estudios clínicos.
Recursos informativos adicionales relacionados con el cáncer colorrectal Más información de la Sociedad Americana Contra El Cáncer Ofrecemos mucha más información que podría ser de su utilidad. Visite nuestro sitio web en www.cancer.org o llame a nuestro Centro Nacional de Información sobre el Cáncer a la línea telefónica gratuita 1-800-227-2345. Estamos a su disposición para ayudarle a cualquier hora del día o de la noche.
Otras organizaciones nacionales y sitios en Internet* Además de la Sociedad Americana Contra El Cáncer, otras fuentes de información y de apoyo incluyen: American College of Gastroenterology Sitio Web: www.acg.gi.org Provee una sección especial para el paciente con información, incluyendo podcast, sobre los riesgos del cáncer colorrectal y las pruebas de detección; y puede ayudarle a localizar a un gastroenterólogo en su área. Fight Colorectal Cancer Línea telefónica sin cargos: 1-877-4CRC-111 (1-877-427-2111) Sitio Web: www.fightcolorectalcancer.org Ofrece información sobre diagnóstico y tratamiento, una línea por teléfono o correo electrónico para ayudar a personas que tengan preguntas sobre el cáncer colorrectal, acceso a una comunidad de apoyo en línea, y un boletín electrónico mensual. Colon Cancer Alliance Línea telefónica sin cargos: 1-877-422-2030 Sitio Web: www.ccalliance.org
Ofrece apoyo e información para sobrevivientes, personas que cuidan a pacientes, y a otras personas afectadas por el cáncer colorrectal (CRC); un programa de compañeros que pone en contacto a las personas para recibir apoyo individual, un programa de apoyo en línea llamado My CC Support en el que las personas afectadas por CRC pueden conectarse con otros, y más. *La inclusión en esta lista no implica la aprobación de la Sociedad Americana Contra El Cáncer.
Independientemente de quién sea usted, nosotros le podemos ayudar. Contáctenos para obtener información y apoyo. Llámenos al 1-800-227-2345 o visítenos en www.cancer.org.
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