Capítulo 12. La gran estrella

Capítulo 12 La gran estrella Al día siguiente, Sebas esperaba que llegara Irene a buscarle como todos los días para ir al instituto, pero ese día no f

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Capítulo 12 La gran estrella Al día siguiente, Sebas esperaba que llegara Irene a buscarle como todos los días para ir al instituto, pero ese día no fue. Sebas llamó a Irene por el móvil, pero no le contestaba, llamó a casa y tampoco respondió nadie. Sebas se pensó lo peor. Fue al instituto, ya tarde. A primera hora tenían clase con Paco, el de Lengua, quien le reprochó la tardanza, pero entró en clase y allí estaba Irene. Ella no quería verle, no quería saber nada de él… Sebas mando una notita a Irene.

“¿Te pasa algo? ¿Por qué no me has venido a buscar?” Irene le echó una mirada asesina y le respondió:

“No me vuelvas a dirigir la palabra… para mí has muerto” Sebas se quedó con una cara de sorprendido. No entendía nada. Sonó el timbre del recreo. - Irene, tenemos que hablar - dijo Sebas. - Yo no tengo nada que hablar contigo, no quiero volver a verte, olvídame respondió Irene con tono agresivo. - ¿Pero qué te he hecho? ¿Te ha molestado que ayer no te cogiera el teléfono? - Para… no quiero oír ni una palabra más… ¿cómo he sido tan tonta?, ¿cómo he podido caer en su trampa?… Esa fresca… sólo somos amigos, decía… y yo pensaba que ya se había olvidado de ti y que sólo la querías como amiga… Pero que estúpida soy, ya te has divertido suficiente. Ahora déjame en paz, Sebas, no quiero volver a saber de ti… Desaparece de mi vida. - Pero, Irene… - dijo Sebas titubeando. - Sabes lo que te digo, Sebas… Que eres un sinvergüenza, te puedes ir a liarte con quien te dé la gana, conmigo no cuentes, vete con tu amiga María o mejor aún, con Alba que la tienes más cerca… - Pero, Irene… No le dejó acabar la frase. La mano abierta de Irene se estrelló en la mejilla derecha de Sebas, e Irene salió corriendo llorando desconsoladamente. 1

Alicia y Talía, que salían a fumarse un cigarro, lo vieron todo: - Yo no pensaba que eras así, Sebas, dejas mucho que desear, te has pasado… dijo Alicia con voz serena. - A ver… dime cómo soy… - Eres un gilipollas, un mentiroso… ayer estábamos dando una vuelta Talía, Irene y yo y te vimos besando a María en la estación de autobuses - le reprochó Alicia con gran recelo. Sebas sentía un remordimiento enorme, por su cabeza se mezclaban un sinfín de sentimientos. - Pero, ¿cómo he sido tan estúpido?… Sebas se marchó con la cabeza gacha hacia su casa. Esa tarde no salió de su cuarto ni para comer… no sabía qué hacer, él quería mucho a Irene, pero también quería mucho a María… Al día siguiente, después de salir de clase y llegar a casa, se encontró en el salón a su madre y a su tía. - Hola, Sebas, ya queda poco para tu cumpleaños - dijo la tía - y tus primos y yo hemos decidido hacerte un regalo. Te hemos comprado una Scooter, así nunca más llegarás tarde al instituto. Esta tarde, ven a la nave que hay al lado de la bodega y te llevas la moto. Sebas estaba muy contento, siempre había querido tener una moto, pero las circunstancias y la situación en la que se encontraba en aquellos momentos no le permitieron disfrutar más de aquella sorpresa… Al día siguiente, Sebas fue con su flamante moto nueva al instituto. Pensaba que, si le daba una vuelta a Irene a lo mejor ella se ablandaría un poco y conseguía perdonarle. - Pero, Sebas ¿esta moto? - dijo Jorge tocándola por todos lados. - Mi tía, regalo adelantado de mi cumple. - ¡Danos una vueltecita!, ¿no, Sebas? - dijeron Cris y Alba, que venían corriendo desde el parque que había enfrente del instituto. Sebas estaba siendo el centro de atención, pero él miraba a todos los lados en busca de Irene.

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La sorpresa llegó cuando la vio venir acompañada de un muchachito rubio con los ojos verdes. - Chicos, ¿ese no es Kiko Canales? - dijo Dani alucinando. Toda la gente que se arremolinaba alrededor de Sebas cambió la vista hacia el acompañante de Irene. - Pero, ¿quién es Kiko Canales? - preguntó Sebas algo mosqueado. - Es el jugador revelación de este año. Con 18 años ha conseguido que la primera plantilla del Valladolid de fútbol le convoque para jugar con ellos. - Se ha venido desde la cantera de un equipo de Palencia - le explicó emocionado Luis. - Y… ¿qué hace aquí? - preguntó Alicia, muy sorprendida. - Su padre es de Tordesillas de toda la vida, y debido al traspaso de Kiko al equipo de Valladolid, han decidido quedarse a vivir aquí, porque así estarían cerca de la ciudad y podrían volver a vivir en la casa de antes. - Yo jugaba con él cuando éramos niños. Sus abuelos viven al lado de la casa de Irene - contó Jorge. Tras el primer día del nuevo alumno del Alejandría, Sebas, al igual que todo el instituto, se sabía la vida completa de Kiko. Había repetido un curso, aspiraba a ser un jugador profesional de fútbol, quería ser seleccionado por la selección española de fútbol sub-18… Pero lo que más le mosqueaba a Sebas y al resto de los chicos es que, el primer día, ya tenía a todas las chicas detrás de él, especialmente a Irene, que no se separaba ni un momento de su lado. Sebas estaba triste, pero en el fondo creía que eso era lo mejor para Irene. Había sufrido mucho por su culpa y lo que realmente quería era que ella fuera feliz. Y al día siguiente en el instituto… - Será la joven promesa del fútbol, un guaperas… pero es de carne y hueso como todos - dijo chamuscado Dani. - Ya te digo… esta mañana a primera hora, entré al servicio y estaba vomitando el desayuno - les contó Luis. - A ver, chicos, es normal, son los nervios de los primeros días. - Yo lo pasé muy mal el año pasado. Deberíamos ayudarle y prestarle nuestro apoyo - comentó Sebas. - Pero, Sebas… ¿a ti qué te pasa? Ha embobado a Irene y ¿tú quieres ser su amigo? - preguntó alucinado Dani. 3

- Me he dado cuenta de que Irene me importa más de lo que yo pensaba y si ella es realmente feliz con él, yo lo respeto y la dejaré en paz - dijo apenado Sebas. Pasaron los días y todo seguía igual. Los chicos envidiaban a Kiko, las chicas suspiraban por él y Sebas… Sebas estaba resignado y mentalizado de que había perdido a Irene porque ella vivía por y para la estrella del instituto. Pero un día en el recreo Sebas entró en el servicio de los chicos… - Oye, Jorge, ¿te dejan tus padres ir a la excursión de Toro? - le preguntó Sebas. - Sííí… ya puedes convencer a Luisa para que te deje. Imagínate, un fin de semana de convivencia todos juntos en un albergue… es la última excursión antes de que empiecen los exámenes. De pronto, salió de uno de los servicios Kiko. Ninguno de los dos amigos se había percatado de la presencia del muchacho. - Oye, Kiko… tienes manchada la boca - le dijo Sebas. - Ah… vale, gracias - le respondió Kiko, que rápidamente se fue a lavar y salió del servicio. - Pero tío… ¿qué le ven las chicas? - soltó Jorge cabreado. - Anda… vamos a clase - le respondió Sebas chistosamente. Había pasado rápido la semana y llegó el famoso fin de semana esperado. El sábado era el cumple de Sebas y, debido a la excursión, la clase pasaría desde el viernes hasta el domingo todos los días en un albergue haciendo senderismo, rutas en bici… pero lo que más les gustaba es que pasarían las noches haciendo trastadas de habitación en habitación. - Vaya día, chavales… nos hemos matado a hacer ejercicio… si lo llego a saber me quedo en Torde haciendo el vago - les dijo Dani agotado. - Vamos, no te quejes, que te hemos visto muy acaramelado con Alba. - Que si Alba, ten cuidado con los arbustos… que si Alba, necesitas agua… - le picó Jorge. - Simplemente soy un caballero ¿o no, Sebas? - le pegó un codazo Dani. Pero Sebas no estaba a la conversación. Kiko había estado todo el día a su lado y se había dado cuenta de que apenas había comido. ¿Le pasaría algo? Tras pasarse toda la noche pintando a la gente la cara, llenándola con espuma de afeitar y pasta de dientes… ¡Llegó el cumple de Sebas! 4

El día fue como el anterior, haciendo continuamente rutas y excursiones… pero por la noche… ¡¡¡ Fiestaaa !!! Los chicos habían ido a un super cerca del albergue y habían comprado cheetos, patatas fritas, gusanitos, helados… y Cris, que ya había cumplido los 18, consiguió sacarles bebidas. En la habitación de Sebas se montó un fiestón… Aquella noche, los profesores hicieron un poco la vista gorda y dejaron incluso a los chicos montar un karaoke y que hicieran bailes. Sebas se lo pasó genial, incluso Irene vino a felicitarle… pero, cómo no, acompañada de Kiko, como siempre. Entre risa y risa, Sebas seguía observando que Kiko no había probado bocado de la comida de la fiesta ni del resto de las comidas del día. Sobre las cinco de la madrugada, los chicos decidieron recoger todos los restos de la fiesta e irse a la cama. Sebas decidió bajar a la cafetería del albergue a pedir un cepillo para barrer cuando se encontró a Kiko solo, en una mesa comiendo dos platos de macarrones y un trozo de pastel de chocolate. De repente, Sebas tuvo un mal presentimiento. Tras barrer la habitación y todo lo ensuciado, decidió ir al servicio de los chicos. Y ahí estaba… Sebas escuchó unos sonidos de uno de los servicios y esperó silenciosamente a que saliera la persona que lo ocupaba. Era Kiko. - Hey, Sebas… buena fiesta, ¿no?... bueno, me voy a la cama. ¡Hasta mañana! - le dijo de manera muy natural Kiko. - Necesito hablar contigo Canales, es importante - le dijo seriamente Sebas. - Puff… estoy supercansado, lo que me quieras decir seguramente me lo puedes decir mañana - le dijo Kiko dándole una palmadita en la espalda. - No. Lo sé todo. Mira… me da igual que el resto del mundo no se dé cuenta de lo que haces, pero yo sí. Te pasas el día sin comer, te pegas atracones por las noches… y luego por las mañanas lo vomitas. Eso tiene un nombre ¿lo sabías? Se llama bulimia. - Pero, Sebas… ¿qué estás diciendo? - le dijo Kiko algo nervioso. - Te estoy diciendo que pares… Que afrontes tu problema y que si necesitas ayuda lo digas porque te ayudaremos - le contestó bruscamente Sebas. - Tú no lo entiendes… Qué pensaría la gente si el famoso y perfecto Kiko Canales es bulímico. Él, que tiene a todas las chicas a su alrededor, que tiene fama… pero sobre todo, que es un deportista, que todos quieren parecerse a él… Lo que nadie sabe es que cuando era pequeño todos se metían conmigo porque estaba gordito y mis padres me apuntaron al fútbol para adelgazar. Sólo para eso… ni siquiera se dieron cuenta de que me gustaba, hasta que destaqué entre los demás… Pero ya era tarde, ¿lo sabías?... todos los insultos y menosprecios habían hecho que me obsesionara con mi cuerpo y lo único que 5

buscaba era estar más y más delgado. Ya no me importaba ni el deporte ni nada… me da vergüenza reconocer que tengo una enfermedad que es típica de las chicas más que de los chicos - terminó llorando Kiko. - Pero, Kiko, estás bien, no estás gordo… y eres una buena persona además de un gran deportista… pero con la alimentación no se juega. Imagínate que en un entrenamiento, al no haber comido bien, te desmayas… Y tus padres deberían saberlo, porque debes afrontarlo y estoy seguro que no se enfadarán y te apoyarán… porque por encima de ser una estrella de fútbol… eres su hijo - le contestó Sebas en tono de complicidad -. Y… ¿qué me dices de Irene?... ¿Has pensado en ella? Yo he sido un cretino y le he hecho mucho daño, pero cuando ahora la veo, que está contigo, la veo bien, la veo feliz… No se merece que le ocultes algo así… Debes contárselo - terminó Sebas. Los dos chicos se abrazaron y decidieron irse a la cama. Mañana regresarían a Tordesillas. Ninguno de los dos sabía lo que iba a ocurrir…

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