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CAPÍTULO IV: EL HOMBRE Y LA BIODIVERSIDAD
DIVERSIDAD NATURAL Y CULTURAL EN LA CIUDAD Autor: Patricio Gross LAS CIUDADES COMO COMP LEJOS SOCIALES, CONSTRUIDOS Y NATURALES Las ciudades son, por excelencia, sistemas artificializados, complejos, dinámicos, sujetos a la expansión y al cambio, capaces de producir profundas transformaciones en los ecosistemas mediante intervenciones antrópicas que devienen en sistemas construidos, los que configuran una nueva realidad. En la ciudad se dan prácticamente todas las actividades, iniciativas, oportunidades y problemas que enfrenta la sociedad contemporánea, sin que nada le sea ajeno. En ella se manifiestan, con fuerza y simultáneamente, conflictos ambientales, inseguridad, segregación social y económica, desempleo y pobreza, al mismo tiempo que concentra las mayores ocasiones de trabajo, alternativas de salud y educación, ofertas de servicios, comercio y recreación, ascenso social y económico. No sólo es un lugar de residencia y trabajo, sino también de iniciación y práctica de la vida social, económica, política y cultural, relacionándose e integrándose con gentes muy diversas y con espacios y zonas remotas. (Proyecto País, 2005). Al mismo tiempo, son forzosamente dependientes del medio natural, del que utilizan y extraen todo tipo de recursos —aire, agua, suelo, energía— y depositan desechos, no siempre biodegradables, impactando negativamente áreas inmediatas o distantes. La ciudad deja una “huella ecológica”, extensión de terreno que se precisa para mantener todas sus funciones productivas y vitales, y que comprende también todos los materiales y recursos energéticos que utiliza directa e indirectamente, pudiendo alcanzar más de 100 veces su superficie urbana1. Pero su relación con el ambiente se expresa también en una convivencia estrecha, al interior de las mismas, con sistemas y elementos naturales que, aunque fuertemente intervenidos, son parte importante de su estructura funcional y su significación patrimonial. Dichos componentes naturales, que conservan distintos grados de biodiversidad, en que existen simultáneamente especies nativas y exóticas, constituyen áreas de reserva, de esparcimiento, de embellecimiento, de plusvalía en ciertas oportunidades, y en definitiva de equilibrio y variedad con el medio ambiente construido. Los entornos naturales circundantes, cauces de ríos, esteros, quebradas, lagunas, áreas verdes, parques, plazas, vías arboladas y jardines, en algunos sectores de la ciudad, pueden armar no sólo corredores2 de interconexión de especies, parches verdes, áreas silvestres protegidas, sino también redes que la estructuran. Desgraciadamente varios de estos espacios se ven a menudo 1
La huella ecológica del País Vasco se calcula en 2,03 hectáreas por habitante. Gobierno Vasco, Departamento de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente. IHOBE, Sociedad Pública de Gestión Ambiental (2003): Criterios de Sostenibilidad aplicables al Planeamiento Urbano. 2 Los corredores verdes son áreas más o menos continuas de espacios abiertos que atraviesan las áreas urbanas y que pueden unir diferentes sitios entre sí, o unir los sitios del área urbana con espacios verdes ubicados alrededor de la ciudad. Generalmentese considera como corredores verdes a los bordes de vías férreas, avenidas parque, parques, campos deportivos, y bordes de canales y ríos. Estos corredores cumplen una función importante en la penetración de la fauna silvestre en las zonas urbanas, y pueden coincidir, total o parcialmente, con alguno de los sitios de importancia metropolitana, intercomunal, comunal o vecinal. Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, London Ecology Unit, Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Secretaría Ministerial Metropolitana de Vivienda y Urbanismo, Darwin Initiative Fund (1998): Registro de Habitats Naturales en las Comunas del Área Metropolitana
Extracto del libro “Biodiversidad de Chile: Patrimonio y Desafíos”; Capítulo N° 4. CONAMA, primera edición, 2006.
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afectados por vertederos y ocupaciones ilegales aunque, dependiendo de sus bondades y localización, su cercanía puede llegar a aumentar significativamente la plusvalía de los terrenos circundantes. LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA VIVE EN UN MUNDO URBANO Si ya hoy la mitad de la población mundial vive en ciudades de más de 100 mil habitantes, este porcentaje subirá a más del 70 por ciento el año 2050, de acuerdo a estadísticas de las Naciones Unidas. Decenas de megalópolis superarán los 10 millones de habitantes durante el siglo XX I, fenómeno que, junto con los riesgos de fractura social y aumento de la violencia, generará, de continuar las condiciones actuales, una degradación ecológica y ambiental al interior de las mismas y en los entornos inmediatos y lejanos alcanzados por sus impactos (USAID, 2001). Las ciudades conforman además grandes redes continuas, cuya visión desde el espacio es de verdaderas galaxias urbanas que pueden alcanzar 150 millones de habitantes, como en el caso del continuo Miami-Canadá. Las autopistas tienen un flujo vehicular similar a una gran avenida en la ciudad y los tráficos de trenes parecen a esa escala un ferrocarril metropolitano. Una conurbación urbana no es la suma de una o más ciudades sino un fenómeno distinto, bastante más complejo de enfrentar y con efectos ecológicos y ambientales de envergadura (Serratosa, 2005). La sociedad mundial es mayoritariamente urbana y aunque un número considerable de personas todavía viven en un medio rural, sus referentes culturales responden nítidamente a valores generados en la ciudad, y las tecnologías que emplean, o a las que aspiran, son producto de las conquistas de las ciudades del mundo globalizado, principalmente de países centrales altamente desarrollados y estrechamente relacionados con la sociedad y la cultura urbana. No obstante, el pesimismo con que a menudo se observa la evolución y el destino de las ciudades, anteponiendo de manera nostálgica al mundo urbano frente al rural, con un enfoque dicotómico absurdo y carente de todo realismo, surgen muchas experiencias que avalan la capacidad de los sistemas sociales para reaccionar y adaptarse a los desafíos que impone mejorar de manera sustentable las condiciones en que viven los habitantes urbanos. Entre las experiencias presentadas al Foro sobre “Ciudades innovadoras del mundo entero” celebrado en octubre de 2005 en Ginebra, que demuestran cómo soluciones innovadoras pueden cambiar la calidad de vida de una ciudad, destacan las experiencias de Bogotá (Colombia) en relación a la movilidad de sus habitantes, donde existe la red más grande de ciclovías de América Latina (329 kilómetros); Rosario (Argentina), con su iniciativa de agricultura urbana, a través de la creación de más de 700 huertas que alimentan a unas 400 mil personas, embelleciendo además la ciudad y favoreciendo el medio ambiente urbano y la integración social; Belo Horizonte (Brasil), con sus presupuestos participativos y mecanismos de interacción efectiva entre los ciudadanos y las autoridades locales. EL CASO CHILENO ES REPRESENTATIVO DE LA URBANIDAD CRECIENTE En el caso de Chile, el 87 por ciento de la población es urbana y si bien el ritmo de crecimiento metropolitano sigue en general las tasas del promedio demográfico nacional, en lo que se refiere al proceso de urbanización el impacto se da principalmente en los últimos años en centros intermedios como Iquique, Temuco y Calama. Sin embargo, en prácticamente todas las ciudades las patologías urbanas que más se han destacado son la forma de crecimiento segregado, los cinturones de pobreza con espacios públicos extremadamente precarios, equipamientos insuficientes, débil infraestructura de movilidad, ambientes sociales y físicos fuertemente degradados.
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La carga sobre los ecosistemas se ha traducido en extensiones inorgánicas, como en el caso de las llamadas “parcelas de agrado”, a costa de escasas buenas tierras agrícolas, modificando drástica y rápidamente los paisajes naturales; destrucción de hábitat naturales por efecto de expansiones incontroladas de usos incompatibles con el ambiente, tanto residenciales, como turísticos e industriales; contaminación del suelo, el aire y el agua por emisiones de desechos químicos, biológicos y físicos débilmente fiscalizadas, tanto al interior de los cascos urbanos como en sus periferias y en territorios a veces muy distantes, contribuyendo al calentamiento global y al efecto invernadero a escala mundial. Asimismo, nuestras ciudades, sus comunas y vecindarios difícilmente se conforman morfológica y espacialmente, observándose una pérdida de legibilidad e identidad y expresiones urbanoarquitectónicas que no representan ni son compartidas por los habitantes. Por otra parte, ha faltado una gestión adecuada, con unidad y coherencia funcional, capaz de coordinar los diferentes servicios públicos que intervienen en la construcción de la ciudad, de descentralizar territorialmente las decisiones, de concertar al sector público con el privado y la sociedad civil, que no han sido capaces de regular, normativa e indicativamente, el funcionamiento irrestricto de mercados que no necesariamente asignan con equidad las oportunidades urbanas. En síntesis, una parte importante de los habitantes de las ciudades chilenas sufren un deterioro evidente de la calidad de vida y una mala calidad ambiental de los asentamientos humanos. LA URGENCIA DE POTENCIAR LA BIODIVERSIDAD AL INTERIOR DE LA CIUDAD Y EN LOS ESPACIOS URBANIZABLES Aunque el ser humano altere y modifique fuertemente los sistemas naturales, los ciclos de nutrientes y de la energía, interviniendo los ecosistemas e introduciendo obras que transforman el medio natural —medio que, por lo demás, se modifica constantemente por la dinámica de los propios procesos naturales—, el desafío que se nos presenta es conciliar la naturaleza con los asentamientos humanos, artefactos de instalación permanente en un territorio determinado que transforman decididamente el espacio geográfico. Las ciudades, que son el resultado de la evolución humana y no obstante su alto desarrollo tecnológico, dependen del sustrato natural —la tierra sigue siendo la dimensión material y terrenal de la existencia— y son muy vulnerables a su comportamiento. La diversidad que observamos en la naturaleza —genética, de especies y ecosistemas— puede ser entendida como perfectamente conciliable con la diversidad proveniente de nuestro patrimonio cultural. Ambas pueden llegar a interactuar, adecuándose y potenciándose, conjugando el cuidado medioambiental, la utilización económica de los recursos naturales y la calidad de vida de la población, en una estrecha síntesis que puede beneficiarse mutuamente (Boff, 2002). Es posible identificar plenamente componentes del sistema natural que, aunque fuertemente intervenidos en algunos casos, acompañan y forman parte constitutiva de los sistemas construidos, cuyo origen y sustento nace justamente de un correcto manejo de los primeros3. 3
Clasificación de hábitat encontrados en Santiago, según el Registro de Hábitats Naturales en las Comunas del Área Metropolitana de Santiago Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, London Ecology Unit, Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Secretaría Ministerial Metropolitana de Vivienda y Urbanismo, Darwin Initiative Fund (1998). Bosque nativo; bosque introducido; árboles dispersos, nativos e introducidos; matorral; arbustos; laderas rocosas con vegetación; ruderal —sitios muy degradados, invadidos por especies herbáceas principalmente introducidas—; prados recreativos, usualmente muy pobres en especies, comunes en parques, plazas y campos deportivos; terrenos agrícolas no activos; fondo de
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La intervención estratégica de estas variables, gracias a un modelo de gestión acorde a las circunstancias de cada caso, podrá conducir a un mejoramiento real del ambiente urbano con efectos directos en la conservación de la biodiversidad urbana: • • •
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Mejoramiento de la calidad del aire en función de planes de descontaminación atmosférica y de prevención en fuentes fijas y móviles. Disponibilidad y calidad del agua para el uso urbano, así como su tratamiento y utilización posterior para fines de regadío. Planificación racional y ecológica del suelo urbano y periurbano, a niveles intercomunales, comunales y vecinales, para la localización y desarrollo de actividades urbanas sustentables y la disminución de la vulnerabilidad territorial. Abastecimiento de fuentes energéticas limpias para el consumo urbano, maximizando su eficiencia y empleando tecnologías productivas y del transporte no contaminantes. Disposición de suelos para el vertido, tratamiento y reciclaje de residuos sólidos, residenciales e industriales. Conservación del patrimonio y del paisaje natural que conforman el entorno del espacio urbano mediante una correcta planificación y regulación. Ampliación y protección de las áreas verdes, parques, plazas, calles arboladas, jardines privados y en general de la flora urbana, vía intervención pública y compromiso privado. Intensificación del uso de especies nativas frente a las exóticas al interior de las ciudades. Protección y cuidado de la fauna silvestre en la ciudad, destacando la importancia del sustrato arbustivo. Designación de sitios de potencial natural al interior de los espacios urbanos consolidados y en proceso de urbanización, tanto actuales como futuros, con el fin de proteger la riqueza natural y generar mayor biodiversidad en la ciudad. Desarrollo de conciencia e identidad ciudadana en relación con los beneficios sociales de las áreas naturales de las ciudades. Compromiso institucional, del sector privado y la sociedad civil para la conservación, regeneración y mejoramiento de la biodiversidad urbana.
En el caso de la ciudad de Santiago, son dignos de ejemplo los siguientes casos, aunque algunos de ellos se encuentren suspendidos o están todavía en etapa de ejecución: • • • • • •
Proyecto PROTEGE para la precordillera de la ciudad, desarrollado por los municipios del área oriente de la ciudad. Plan de Transporte Urbano (Transantiago) del Ministerio de Transportes. Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA) de la CONAMA Metropolitana. Macro Parques Regionales de la Intendencia Metropolitana. Proyecto de Cooperación Técnica entre el London Ecology Unit y el Ministerio de Vivienda y Urbanismo para la aplicación en Chile del Fondo Darwin del Gobierno Británico4. Proyecto de Ordenamiento Territorial Ambientalmente Sustentable (OTAS) de MIDEPLAN, herramienta de trabajo georreferenciable y de diagnóstico.
quebradas; huertos familiares y parcelas de agrado; juncales, ricos en variedad de aves; pantanos, ricos en especies herbáceas; vegetación ribereña; vegetación acuática; aguas abiertas; canales y acequias; ríos y arroyos; embalses de regadío; matorral no nativo; hábitat artificiales desnudos. 4 El objetivo del Proyecto es catastrar sitios de potencial natural al interior del área consolidada y en las zonas urbanizadas de la Región Metropolitana de Santiago, designar sitios como espacios verdes de carácter natural —principalmente de propiedad pública— y modificar el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS).
Extracto del libro “Biodiversidad de Chile: Patrimonio y Desafíos”; Capítulo N° 4. CONAMA, primera edición, 2006.
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Ciclovías instaladas por municipios, como disminución de la congestión y contaminación producida por el parque automotor. Entre las iniciativas a nivel nacional, merecen también mencionarse: Zonas de Conservación de Espacios Públicos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Santuarios de la Naturaleza del Consejo de Monumentos Nacionales. Programa de Parques Urbanos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Estrategia Nacional de Biodiversidad y Plan de Acción —a corto y mediano plazo— de los que existe un compromiso para su formulación, coordinados por CONAMA5.
• Los beneficios para la población de los ambientes naturales y seminaturales al interior de las ciudades son de muy variada índole, entre ellos: • Beneficios emocionales: identificación con la naturaleza; ambiente pacífico y reparador. • Beneficios intelectuales: observación de la naturaleza en funcionamiento; aprendizaje sobre la flora y fauna del lugar; aprendizaje sobre la historia local. • Beneficios sociales: mayor interacción entre las personas; promoción de mayor responsabilidad ciudadana. • Beneficios físicos: provisión de un lugar seguro para la realización de actividades deportivas y recreativas; mejoramiento de la calidad del aire (London Ecology Unit, 1998). LA IMPORTANCIA DE LA GESTIÓN PARA LA CONSERVACIÓN DE LA DIVERSIDAD NATURAL Y CULTURAL DE LA CIUDAD Y EL TERRITORIO Una propuesta de gestión, como instrumento de acción para alcanzar un determinado fin, de carácter integrativo, abierto a una visión realista y con amplia participación ciudadana, debe estar referida a objetivos que la enmarcan y definen, a modo de elementos constitutivos de las metas que se propone lograr. Concebimos estos objetivos dirigidos a: •
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Asegurar una existencia humana plena en el marco de un enfoque antropocéntrico en equilibrio y respeto con las capacidades de carga, las tasas de regeneración y las condiciones de los ecosistemas. Fomentar una visión holística para encarar las formulaciones conceptuales, las definiciones metodológicas y la aplicación de procedimientos relativos al ambiente en su relación con la sociedad y la economía. Utilizar ética y sustentablemente los recursos y el capital físico, económico y social. Compatibilizar una buena calidad de vida urbana con un menor impacto negativo de las ciudades en la sustentabilidad global. Integrar los proyectos urbano-arquitectónicos con las características y condiciones que determinan los sistemas naturales y los lugares: relieve, orografía, soleamiento, ventilación, permeabilidad, vegetación, flora, etc. (genios loci). Propiciar la continuidad ecológica de las zonas verdes urbanas, entre sí y con los espacios naturales circundantes, uniéndolos mediante corredores, cuñas y anillos verdes. Mantener posibilidades de desarrollo responsable y justo frente a los seres humanos de hoy y de las futuras generaciones.
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Como parte de dicho Plan, el MINVU debe considerar sitios de biodiversidad a través de los Planes Regionales de Desarrollo Urbano (PRDU); estructurar los contenidos de una política de paisaje urbano; proponer una política de gestión ambiental territorial; y fomentar un plan “Verde País”, mediante planes regionales de áreas verdes urbanas, que priorice la biodiversidad. Fuente: Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, London Ecology Unit, Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Secretaría Ministerial Metropolitana de Vivienda y Urbanismo, Darwin Initiative Fund (1998): Registro de Hábitats Naturales en las Comunas del Área Metropolitana de Santiago: Documento preliminar de consulta. Documento de trabajo, mayo 1998, Santiago, Chile.
Extracto del libro “Biodiversidad de Chile: Patrimonio y Desafíos”; Capítulo N° 4. CONAMA, primera edición, 2006.
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Conservar la variedad y respetar la identidad cultural y natural. Uno de los pilares centrales de una propuesta de gestión que permite reconocer y destacar la diversidad en nuestras áreas urbanas es la elaboración y puesta en acción del concepto de gobernanza, concepto medianamente aceptado en el discurso pero lejano en su concreción.
Ese concepto implica que existe un poder tanto al interior como al exterior de las instituciones oficiales de gobierno y de la autoridad con que dichas instituciones están investidas. La gobernanza, que no es sinónimo de gobierno, involucra principalmente a tres actores: las autoridades públicas, el sector privado y la sociedad civil, poniendo el acento en los procesos decisionales. Dichos procesos son el resultado de relaciones complejas entre los agentes intervinientes, los que lógica y legítimamente tienen diversas prioridades, y en los que la conciliación de estas prioridades a través de mecanismos democráticos constituye el centro de la noción. Nuestro objetivo como país debe ser alcanzar un desarrollo sustentable de los asentamientos humanos en un mundo en vías de profundización acelerada de los procesos asociados a la urbanización y a la globalización. Ello supone armonizar crecimiento económico con equidad y equilibrio medioambiental, lo que pasa por el reconocimiento y el respeto explícitos de las diversidades que se manifiestan en el cuerpo social, garantizado a través de mecanismos de participación política que aseguren cuotas de poder a todos los actores del acontecer urbano. Ciudades integradas social y ambientalmente reflejan la visión y el objetivo de la gobernanza urbana. Una ciudad integrada es un espacio donde todos, cualquiera sea su condición económica, sexo, etnia o religión, tienen la posibilidad y el poder de intervenir plenamente en la vida social, económica y política que la ciudad puede ofrecer. La participación la toma de decisiones, son los medios estratégicos para hacer efectiva esta meta. Cada situación particular definirá la forma de gobernarse en función de su propia experiencia, sin perder principios que son profundamente interdependientes y que se refuerzan mutuamente: justicia, sustentabilidad medioambiental, delegación de poderes, eficacia, transparencia, responsabilidad, compromiso cívico y seguridad como cobijo a las personas, especialmente las más débiles, para proyectarse y participar de los beneficios del desarrollo. Sin perjuicio de entornos políticos más estatistas o más liberales, la finalidad instrumental última será crear una redistribución del poder en los ciudadanos, haciéndolos sentirse copartícipes de las decisiones en diversas esferas, escalas y niveles territoriales de actuación, tendiente, todo ello, al reconocimiento de sus especificidades e identidades. Varios son los mecanismos que pueden llevarse a cabo como contribución a la gestión para la conservación de la diversidad natural y cultural de la ciudad y el territorio. Entre ellos mencionaremos los siguientes: • Integración de políticas urbanas de usos de suelo, transporte y medio ambiente, estrategia clave en la búsqueda de escenarios de sustentabilidad urbana. • Creación de corporaciones de gestión territorial, a nivel regional, provincial y comunal, que coordinen la administración pública, el sector privado y los representantes de la sociedad civil con el fin de planificar las actividades sobre el territorio, en especial el desarrollo y resguardo de las áreas de biodiversidad existentes y futuras. • Creación de parques naturales urbanos a niveles intercomunal, comunal y vecinal, dependiendo de su ubicación, exclusividad de especies, etc., procurando su interconexión y fomentando el desarrollo de la vida silvestre.
Extracto del libro “Biodiversidad de Chile: Patrimonio y Desafíos”; Capítulo N° 4. CONAMA, primera edición, 2006.
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Intensificar el uso de especies nativas, no sólo en las calles, plazas o parques, sino en la creación de ambientes seminaturales dentro de la ciudad, privilegiando la diversidad de especies y cuidando su adaptación al medio6. Aplicación, con una nueva visión, de los Instrumentos de Planificación Territorial (IPT) —planes regionales de desarrollo urbano, planes intercomunales, planes reguladores comunales y planes seccionales— con el fin de formular planes de protección de la biodiversidad urbana, normando la ordenación del espacio, los usos de suelo —ahorro y reutilización— y las compensaciones territoriales. Programas de educación para valorar la diversidad biológica, social y cultural, creando hábitos, compromisos y comportamientos ad hoc, con miras al logro de un desarrollo sustentable.
LAS IDENTIDADES COMO REAFIRMACIÓN DE LA DIVERSIDAD NATURAL Y CULTURAL Estamos desde hace dos décadas sometidos a una transformación profunda de nuestros sistemas productivos, organizativos, institucionales y culturales, basados en una revolución tecnológica capaz de procesar información, generar conocimiento y comunicar eficientemente, revolución que ha sido el medio indispensable de dicha transformación. Aunque aparentemente ya estamos acostumbrados a esta nueva realidad, las tecnologías digitales son un fenómeno nuevo, que en sentido estricto tienen la capacidad de hacer operar simultáneamente ciertas actividades como unidad de tiempo real a escala planetaria. Y todo ello en una red de flujos en que confluyen las funciones y temáticas estratégicas dominantes de todos los ámbitos del quehacer humano. El nuevo sistema global es a la vez extremadamente incluyente y excluyente de todo lo que responde o no a los valores de rentabilidad económica, en la medida en que se ha desarrollado principalmente como instrumento de articulación de mercados. “Las redes globales incorporan individuos, segmentos de población, países, regiones, ciudades o barrios, al tiempo que excluyen a otros tantos individuos, grupos sociales o territorios”; es decir, el llamado siniestro juego de ganadores y perdedores (Castells, 2005). Pero junto a estos cambios, y en interacción compleja, otro fenómeno de índole cultural está transformando el mundo: el reforzamiento de las identidades como un proceso dinámico mediante el cual las personas y los diferentes actores sociales descubren y proyectan el sentido de su accionar a partir de sus valores e intereses propios, a los cuales se les da prioridad sobre otras fuentes posibles de acción. Ello tiende a cobrar preeminencia como principio fundamental de autodefinición, encarnándose en una diversidad creciente de vivencias y expresiones, pudiendo marcar en forma decisiva la dinámica social, la configuración del territorio y la política. Como casos extremos, en sectores golpeados por los ajustes que impone la globalización, la búsqueda de principios alternativos de sentido y legitimidad se vuelve una conquista prioritaria. La protección y mejoramiento de los espacios naturales al interior del área urbana, junto con proporcionar una serie de beneficios para el equilibrio ambiental y el enriquecimiento de la 6
Se puede establecer que un sitio presenta baja riqueza de especies —nativas y exóticas— si cuenta con 1 a 9 especies diferentes, mientras que tiene alta riqueza si posee más de 70 especies diferentes, como el caso del Parque Araucano en la comuna de Las Condes. Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, London Ecology Unit, Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Secretaría Ministerial Metropolitana de Vivienda y Urbanismo, Darwin Initiative Fund (1998): Registro de Hábitats Naturales en las Comunas del Área Metropolitana de Santiago: Documento preliminar de consulta.
Extracto del libro “Biodiversidad de Chile: Patrimonio y Desafíos”; Capítulo N° 4. CONAMA, primera edición, 2006.
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biodiversidad, contribuye eficazmente a desarrollar un fuerte sentido de identidad en las personas, aumentando su disposición a participar en actividades de desarrollo comunitario (EMERY, 1986). La atención por la gestión local y los procesos de descentralización van de la mano con el reconocimiento de fuertes identidades sociales, étnicas, religiosas, ambientales y territoriales, entre otras, intentando compatibilizar principios democráticos con la reafirmación de expresiones culturales propias. En muchos casos, la identidad nacional ha perdido sentido, debilitándose paulatinamente, en la medida que no basta para construir el sentido de la vida colectiva, no obstante los esfuerzos históricos del Estado. La globalización sólo será sustentable en la medida que podamos unir en una doble relación lo local con lo global, los intereses de las personas con los de los mercados, creando canales de comunicación solidaria con la pluralidad de las identidades sociales en lugar de disolverlas bajo la dominación de una cultura global. Pareciera ser que el desafío es compartir un proyecto común de variadas identidades colectivas y heterogeneidades, afianzadas en especificidades culturales y territoriales realmente representativas de las gentes, para que la sociedad de la información y de la comunicación no aparezca sólo como “propaganda tecnocrática de modernidad” (Castells, 2005), un proyecto que concilie lo político y lo cultural con crecimiento económico, para reafirmar, en el mediano y largo plazo, identidades que refuercen desarrollo y democracia. El Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2002 del PNUD señala que Chile necesita nuevamente un imaginario colectivo, un proyecto país, ya que tal como pudo nacer a la vida independiente porque se imaginó a sí mismo como autor de su propio destino, de igual modo su desafío actual es configurar una visión que lo identifique para apropiarse de las oportunidades del futuro. Ello no se contradice con que dicho proyecto sea esencialmente inclusivo, recogiendo en una feliz síntesis las varias identidades que surgen de los grupos sociales y de los ambientes naturales con sus sistemas de biodiversidad. Esta afirmación puede extrapolarse a nuestras ciudades y afirmar que necesitan, cada una de ellas, definir su proyecto de ciudad sustentable. Sin embargo, será difícil construir esas identidades si no se comprende a cabalidad nuestras vinculaciones con el territorio nacional, nuestra historia y nuestro patrimonio natural y cultural y cuanto podamos agregarle con nuestro trabajo para desarrollar significados y valores sociales (Proyecto País, 2005).
Extracto del libro “Biodiversidad de Chile: Patrimonio y Desafíos”; Capítulo N° 4. CONAMA, primera edición, 2006.
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