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CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA PINTURA ESQUEMÁTICA. COLORES Y TÉCNICAS PICTÓRICAS. CONJUNTO C.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA PINTURA ESQUEMÁTICA. La pintura esquemática se caracteriza por su simplificación formal. Realizada mediante trazos muy elementales, generalmente en un solo color, engloba motivos reconocibles como figuras humanas, animales, armas u otros objetos, junto a gran número de figuraciones abstractas ‐de carácter simbólico y geométrico‐ difíciles de interpretar en la actualidad.
Arte rupestre esquemático en las Villuercas.
COLORES Y TÉCNICAS PICTÓRICAS. El color más utilizado es el rojo, obtenido de pigmentos de origen mineral ‐óxidos de hierro como limonitas, hematites u ocres‐ que se mezclan con agua o con alguna sustancia grasa o resinosa. En menor proporción se encuentran figuras en negro, elaboradas con óxido de manganeso, o en blanco, a base de calcitas o tierras claras locales. Mucho menos frecuentes son las figuras que combinan estos colores. Las figuras están ejecutadas con trazos lineales gruesos, realizados directamente con la yema del dedo, o trazos finos, para los que pudieron servirse de pequeños pinceles de pelo, pluma o fibras vegetales. En ocasiones se usa el trazo grueso para crear la figura básica y el fino para añadir detalles, mediante una ejecución más minuciosa. Otra técnica es el “grafitado”, que consiste en rayar sobre la superficie pétrea con una porción de colorante sólido.
Arte rupestre esquemático en Extremadura.
CONJUNTO C. El conjunto C se localiza en la pared sur del abrigo, el lienzo de fondo del mismo, ocupando una amplia superficie sólo interrumpida por pequeñas grietas y escalonamientos. Las figuras que se conservan en la actualidad se concentran en dos agrupaciones muy claras. Una de ellas se localiza aproximadamente en el centro del muro y alcanza los 5’25 m sobre el nivel del suelo en su figura más alta, lo que requirió el empleo de algún elemento o estructura artificial que posibilitara su realización. La segunda agrupación se dispone en la esquina inferior derecha de la pared. Sus figuras están muy deterioradas, en especial las más próximas al suelo, más afectadas por el vandalismo. La agrupación central tiene en su extremo superior uno de los motivos más interesantes y mejor conservados de toda la estación. Se trata de una figura de notables dimensiones –27’60 cm de altura máxima‐ constituida por cuatro trazos verticales paralelos y equidistantes, ligeramente inclinados hacia la izquierda, unidos arriba y abajo por dos horizontales, formando una trama enrejada. Fue realizada con un pigmento muy denso, combinando el uso de puntos encadenados y trazos lineales, procedimiento que no conocemos en ningún otro conjunto pictórico esquemático. Está rodeada por tres pares de puntuaciones. Su elevada posición, su tamaño, y su situación destacada dentro del conjunto, permiten adivinar el protagonismo que debió tener. Por debajo se extienden otras figuras a distintas alturas, algunas inidentificables. Predominan los trazos verticales de diferente longitud y las digitaciones aisladas, en parejas o en series horizontales. Hay que reseñar un pequeño círculo, en torno al cual se conservan dos puntuaciones que pudieron haber sido más en su origen, y una serie de antropomorfos o figuras humanas que resultan parcialmente visibles, con piernas abiertas en ángulo y disposición en cruz de los brazos. El antropomorfo situado a la derecha alcanza los 31’50 cm de altura, y se conserva a excepción del brazo derecho –si es que llegó a tenerlo‐; el brazo izquierdo se superpone a unos trazos verticales más desvaídos.
Respecto a la segunda agrupación, podemos observar de nuevo trazos, digitaciones –en este caso ordenadas en disposición vertical‐ y otras figuras más complejas, hoy bastante perdidas. En la parte superior del grupo aún se podría adivinar una imprecisa figura humana inserta en un círculo achatado lateralmente; y, a la derecha del mismo, una compleja asociación de al menos nueve trazos verticales, prácticamente fundidos entre sí, cerrados en su parte superior por un trazo semicircular del que surge hacia arriba, a modo de apéndice, otro trazo vertical rematado en una gran puntuación (¿restos de una representación antropomorfa con representación del atuendo?). Las pinturas de este conjunto muestran una coloración rojiza variable, que va desde el rojo‐óxido hasta tonalidades más tenues producto del deterioro, y un grosor de trazo que nos permite aventurar que todas fueron ejecutadas con la yema del dedo.