Caudillo de cien rostros y miles de significados, Miguel Hidalgo y Costilla

1 Miguel Hidalgo y Costilla C audillo de cien rostros y miles de significados, Miguel Hidalgo y Costilla no sólo fue el iniciador de un movimiento

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Miguel Hidalgo y Costilla

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audillo de cien rostros y miles de significados, Miguel Hidalgo y Costilla no sólo fue el iniciador de un movimiento que culminaría con la Independencia de nuestro país. Durante los primeros 57 años de su vida, el cura de Dolores se distinguió por ser un catedrático y pensador notable, experto en teología, agricultor, emprendedor, artesano, violinista y músico “de punto”, diversas facetas de una personalidad que se transformaría con el inicio de la lucha por la independencia. El hombre que sería considerado el Padre de la Patria nació en la Hacienda de San Diego Corralejo, al noreste de Pénjamo —en la provincia de Guanajuato— el 8 de mayo de 1753; fue el tercer hijo del administrador de haciendas Cristóbal Hidalgo y de Ana María Gallaga. Se le bautizó como Miguel Gregorio Antonio Ignacio en la capilla de Cuiceo de los Naranjos el 16 del mismo mes, con don Francisco y doña María de Cisneros, vecinos del lugar, como sus padrinos. Desde muy niño mostró vocación y gusto por el estudio; las primeras enseñanzas las recibió directamente de su padre. A los nueve años el pequeño Miguel perdió a su madre, la cual murió al dar a luz a su quinto hijo. Cuando contaba con 12 años de edad, Miguel Hidalgo fue llevado junto con su hermano a Valladolid para iniciar sus estudios en el colegio jesuita de San Francisco Xavier, donde tomó clases de gramática y retórica. Su educación se vería interrumpida dos años después, cuando el rey de España, Carlos III, ordenó mediante decreto la expulsión de los jesuitas de su reino. En 1767 ingresó al Colegio de San Nicolás Obispo. Ahí estudió filosofía y teología, así como francés, griego latín e italiano; inició su carrera eclesiástica y adquirió el mote de El Zorro, se dice que por inteligente y taimado. En febrero de 1770 recibió su título de Bachiller en Letras y un año después el de Bachiller en Artes por la Real y Pontificia Universidad. Cuatro años más tarde se graduó como Bachiller en Teología. Poco después de terminar sus estudios, comenzó a impartir clases en el Colegio de San Nicolás, del que también fue amanuense y rector hasta 1792, cuando tomó bajo su cargo el curato de Colima. Un año después fue trasladado al de San Felipe Torresmochas. Desde entonces era obvia su preocupación por mejorar las condiciones económicas y de vida de sus feligreses, lo que lo llevó a realizar esfuerzos como fundar una fábrica de loza y otra de ladrillos, introducir el cultivo de la vid y la tuna, además de las moreras para la producción de seda, actividad que los habitantes de la Nueva España tenían prohibido efectuar.

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También promovió la expresión artística a través de la producción de obras teatrales y espectáculos musicales, pues era un amante de las artes y de hecho tocaba el violín “de punto”. Las numerosas actividades literarias y artísticas que se realizaban en su casa le ganaron a ésta el apodo de “la Francia chiquita”. El cura se preocupó también por aprender otomí para entenderse mejor con los indígenas a su cargo. Por todas estas razones, Hidalgo se convirtió en un personaje muy estimado por sus feligreses, además de considerársele como el mejor teólogo de la diócesis. Su dedicación a las artes y las letras, así como la poca atención que mostraba por las labores propias del curato fueron algunas de las causas por las que en 1800 fue denunciado ante la Inquisición, acusado de cuestionar la fe cristiana, leer libros impropios y llevar una vida licenciosa. Sin embargo, los testimonios de sus feligreses y la falta de pruebas en su contra lo ayudaron a salir airoso de la imputación. Luego de la muerte de su hermano Joaquín en 1803, Miguel fue designado para suplirlo como cura de la parroquia de Dolores, posición en la que continuó con su esforzada labor a favor de sus feligreses indios y mestizos, viviendo entre libros, música y faenas agrícolas los cambios políticos de la Nueva España. La vida del cura de Dolores cambió su rumbo en 1808, un año cargado de sucesos importantes. El primero fue la pérdida de las haciendas que Miguel y sus hermanos habían adquirido con esfuerzos; dicha pérdida fue provocada por el aumento y cobro inmediato de impuestos para los habitantes de la Nueva España, que imposibilitaron que los hermanos Hidalgo cubrieran las deudas que tenían por esas propiedades. En ese año también se produjo la invasión napoleónica a España, el consecuente encarcelamiento de Fernando VII y, pocos meses después, la imposición de José Bonaparte como nuevo monarca español. Estas noticias llegaron a América pocos meses después y causaron alarma entre criollos y peninsulares, quienes se aprestaron a luchar por el poder. El virrey Iturrigaray fue convencido por el Ayuntamiento de la Ciudad de México (a la sazón controlado por novohispanos) para formar una junta de gobierno provisional hasta que un rey legítimo ocupara de nuevo el trono. La propuesta y aparente aceptación del virrey alarmó a los europeos, quienes decidieron apresarlo e imponer en su lugar a Pedro Garibay. La ilegalidad de esta acción, aunada al enojo por todas las injusticias que los peninsulares habían cometido contra americanos y mestizos, llevó a un grupo de criollos a iniciar, en 1808, una serie de juntas conspirativas en Querétaro para discutir la conveniencia de independizar la Nueva España. Entre ellos estaban los hermanos Juan e Ignacio Aldama, los corregidores Miguel Domínguez y Josefa Ortiz de Domínguez, e Ignacio Allende, quien decidió invitar a Miguel Hidalgo luego de que sus compañeros le hicieran ver la conveniencia de contar con la ayuda de un eclesiástico que diera legitimidad religiosa al movimiento.

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Aunque los conspiradores resolvieron iniciar el levantamiento en diciembre de 1810, los planes se precipitaron cuando la conspiración fue descubierta en septiembre de ese año. Fue precisamente Miguel Hidalgo el que decidió comenzar el movimiento con las palabras “Señores, somos perdidos, aquí no hay más remedio que ir a coger gachupines”. Así, a las 5 de la mañana del 16 de septiembre de 1810, el cura hizo doblar las campanas de su iglesia para convocar a sus feligreses e invitarlos a que lo siguieran en un movimiento que tendría como fin derrocar al mal gobierno y terminar con la opresión a los novohispanos. A partir de este momento, los acontecimientos se sucedieron con gran rapidez. El cura Hidalgo y sus huestes iniciaron su marcha al centro del país; en el camino dejaron un reguero de pólvora y muerte que convirtió al caudillo de Dolores en el enemigo más temido del virreinato. Esta marcha también estuvo llena de sucesos trascendentales que ayudaron a construir el mito del caudillo heroico salvaguarda de la patria. Entre ellos sobresale el momento en que el Hidalgo toma de la parroquia de Atotonilco un lienzo con la Virgen de Guadalupe para utilizarlo como símbolo del movimiento; este estandarte se conserva hasta hoy en la colección del Museo Nacional de Historia como recuerdo de los primeros días de su lucha. Acompañado por el óleo de la Virgen de Guadalupe y un contingente de 20 mil hombres a su espalda, el cura llegó a las puertas de Guanajuato poco después para comenzar una sangrienta pelea que culminó con la toma de la Alhóndiga de Granaditas y la matanza de decenas de españoles, incluidos mujeres y niños. Esta incursión y ofensivas como la del Monte de Las Cruces fueron transformando al teólogo y cura en un ardoroso líder casi irreconocible para sus allegados y aclamado por sus seguidores, quienes muy pronto le dieron el título de “Generalísimo de América”. Luego del triunfo de su ejército en la batalla del Monte de las Cruces, Hidalgo decidió marchar hacia Guadalajara debido a la proximidad del ejército de Félix María Calleja y por considerar que sus hombres no estaban suficientemente preparados para enfrentarse a las fuerzas realistas que habían hecho de la Ciudad de México su bastión más importante. Su resolución provocó la división en el ejército insurgente. Mientras Allende y una parte de las tropas se iban a la ciudad de Guanajuato, Hidalgo continuó rumbo a Guadalajara. En el camino se dio tiempo para publicar varios bandos y decretos en los que, entre otras cosas, abolió la esclavitud y el pago de tributos que pesaban sobre los indios y mestizos. A su llegada a Guadalajara, Francisco Severo Maldonado se entrevistó con él para proponerle la creación de un periódico en el que se difundieran los ideales de la rebelión. Así surgió EL DESPERTADOR AMERICANO, publicación editada en 1810 en la que quedaron plasmadas las ideas que dieron forma a la guerra insurgente.

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Finalmente, el cura de Dolores abandonó la ciudad acompañado de Allende y sus seguidores, quienes se habían unido de nuevo a las tropas hidalguistas, para enfrentarse al ejército realista que los esperaba en Puente de Calderón. A pesar de contar con un buen arsenal y un numeroso contingente, las huestes insurgentes no lograron superar a las tropas de Félix María Calleja y a la postre fueron derrotadas. Los líderes rebeldes decidieron huir al norte para reorganizarse y conseguir fondos que les permitieran seguir con la insurrección. Sin embargo, fueron traicionados al llegar a Acatita de Baján, Coahuila, y capturados por las fuerzas del militar Ignacio Elizondo el 21 de marzo de 1811. A Aldama, Jiménez y Allende se les enjuició y fusiló el 26 de junio de ese mismo año, mientras que el cura Hidalgo fue llevado a Chihuahua para someterlo a juicio, proceso que se alargó a causa de su condición de sacerdote. Durante el juicio Hidalgo se mostró arrepentido de haber permitido las matanzas de inocentes durante sus cuatro meses al frente de la rebelión, pero no de iniciar el movimiento independentista. Al final, el cura fue condenado a muerte. El 29 de julio de 1811 se procedió a la degradación sacerdotal y al amanecer de un día después, el 30 de julio, fue sacado de su celda y llevado a un patio para su ejecución. Antes de morir pidió que no se le vendaran los ojos ni se le pusiera de espaldas al pelotón de fusilamiento, como era costumbre con los traidores de la época. Con una mano en el corazón, para indicar el sitio exacto a donde debía disparar el pelotón, recibió tres descargas y el tiro de gracia. Su cadáver fue expuesto en la plaza y luego decapitado por un indio tarahumara al que se le pagaron 20 pesos. La cabeza se mandó a Guanajuato para ser exhibida junto a las de Allende, Aldama y Jiménez, en tanto que el resto de su cuerpo fue enterrado en la capilla de San Antonio del templo de San Francisco de Asís en Chihuahua, donde permaneció hasta 1821, año en que fue trasladado a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. En 1925 sus restos fueron llevados al Ángel de la Independencia junto con los de otros héroes insurgentes.

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PIEZAS DE LA EXHIBICIÓN

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ÁRBOL GENEALÓGICO Dr. J.M. de la Fuente Siglo XX Papel sobre tela 100 X 145 cm.

ESCENA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA EN CAMPAÑA

Autor desconocido Siglo XIX Óleo sobre tela 36 X 46 cm.

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ESCULTURA MINIATURA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA PORTANDO UN ESTANDARTE

Autor desconocido Siglo XX Arcilla,barro, papel, madera, pigmento e hilo 30 X 7.5 X 7.5. cm.

RETRATO DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Autor desconocido Siglo XIX Óleo sobre tela 94.2 X 72.4 cm.

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LITOGRAFÍA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Claudio Linati 1826 Litografía a color (facsímile) 27 X 34 cm. Considerado como el primer retrato conocido de Miguel Hidalgo, esta litografía fue hecha por un alumno del italiano Claudio Linati, a partir de una figura de cera que supuestamente retrataba la verdadera imagen del padre de la patria. Apareció en 1828 en el libro “Trajes civiles, militares y religiosos de México” publicado en Bruselas. Esta imagen coincide con las descripciones que sobre su apariencia hicieran Lucas Alamán y los inquisidores durante el proceso en su contra por haber iniciado la lucha por la independencia.

RETRATO DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA José Inés Tovilla 1912 Óleo sobre tela 152 X 129.5 cm.

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ESTATUILLA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Clemente Terrazas 1810 Madera esculpida y policromada 41 X 14 X 14 cm. Atribuida a don Clemente Terrazas, un escultor y supuesto compadre de Miguel Hidalgo. Se dice que el autor comenzó su trabajo bajo pedido del Bachiller José María Sustaeta y luego de la acción de las Cruces. Al terminar la dejó enterrada dentro de una caja en Acámbaro, ante el temor de ser descubierto con ella. Estuvo perdida durante varios años, hasta que finalmente reapareció en 1853, siendo donada en 1896 por Porfirio Díaz al Museo Nacional de México.

RETRATO DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Autor Desconocido Siglo XIX Óleo sobre tela 45 X 32.5 cm. Este óleo perteneció a Doña Margarita Montes de Oca, dueña de la hacienda del Gallinero, cercana a Dolores, Hidalgo. Se creía que esta pintura retrataba de manera más fiel la fisonomía del padre de la Patria.

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RETRATO DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA J. M. García 1830 Óleo sobre tela 92 X 75 cm.

ESTANDARTE DE LA VIRGEN DE GUADALUPE Trabajo novohispano 1810 - 1813 Óleo y acuarela sobre tela de algodón Se cree que este estandarte fue tomado de una capilla franciscana por los insurgentes y que acompañó a las tropas de Hidalgo en los primeros tres años de la lucha independentista. Fue adquirida para la fundación del Museo Nacional en marzo de 1825, durante el gobierno de Guadalupe Victoria.

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RETRATO DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Antonio Serrano 1831 Óleo sobre tela 206.4 X 138 cm. Esta imagen realizada por Antonio Serrano en 1831 presenta a un Hidalgo en vestiduras sacerdotales y con un semblante juvenil, a diferencia de retratos posteriores. También resaltan los libros y manuscritos, que hablan de su condición de académico además de la de religioso. La pintura formó parte de la colección del Museo Etnográfico de Berlín y fue comprada por el gobierno mexicano en el siglo XX.

RETRATO MINIATURA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Autor desconocido Siglo XVIII Óleo sobre tela 24 X 18 cm. Este boceto supuestamente representa a Hidalgo en la época en la que se desempeñó como rector en el Colegio de San Nicolás de Valladolid. Su traje concuerda con un eclesiástico del siglo XVIII, de acuerdo con la descripción que hiciera Don Lucas Alamán.

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ESCAPULARIO DE LA VIRGEN DE GUADALUPE (MANUSCRITO AGUASCALIENTES) Trabajo Novohispano Siglo XVIII Grabado y bordado en seda 25 X 16.5 cm. Colección: Instituto Cultural Aguascalientes Entre guardas de papel nácar, dos fojas con el sello del Real Impuesto en la parte superior (un cuartillo para los años de 1810-1811), manuscritas por ambos lados que registran la última diligencia judicial del fuero religioso contra Miguel Hidalgo, se encontró esta imagen guadalupana en papel, tinta e hilos de seda. El expediente, que formó parte del archivo de la diócesis de Durango y luego del historiador chihuahuense José Fernando Ramírez, fue regalado por Ramírez a Maximiliano de Habsburgo. De acuerdo con lo asentado en esta diligencia judicial, el escapulario fue un regalo hecho a Hidalgo por unas monjas queretanas el día de su santo el 8 de mayo de 1807 y fue utilizado por el caudillo hasta su ejecución el 29 de julio de 1811, día en el que fue degradado como sacerdote. La pieza permaneció oculta al público hasta que una nota aparecida en el diario El Imparcial, el 15 de septiembre de 1910 –en la cúspide del festejo del Primer Centenario de la Independencia-- la dio a conocer.

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CASULLA Y ESTOLA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Trabajo novohispano Siglo XVIII Brocado de seda y galones de plata, damasco de seda e hilo metálico 111 X 64.5 cm., 234 X 20 cm. Estas piezas fueron donadas, junto con otros objetos, al Museo Nacional de México por don José Urrutia Jimeno en julio de 1907. Fueron usadas por el cura Hidalgo durante un oficio religioso celebrado en la Hacienda de Burras el 28 de septiembre de 1810.

CUBRE-CÁLIZ Trabajo novohispano Siglo XVIII Damasco de seda e hilo metálico 49 X 49 cm.

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PILA BAUTISMAL Trabajo novohispano Siglo XVIII Madera 13 X 50 X 50 cm. En esta pila recibió el sacramento del bautizo Don Miguel Hidalgo y Costilla el 16 de mayo de 1753. Fue traída a la ciudad de México de Cuitzeo de los Naranjos, Guanajuato, el 2 de septiembre de 1910, en un desfile organizado como parte de los festejos por el primer centenario de la Independencia de nuestro país.

PALIA Trabajo novohispano Siglo XVIII Cartón y seda 10.5 X 10.5 cm.

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CONFESIONARIO Estilo neoclásico Siglo XVIII Madera y metal 260 X 97 X 103 cm. De estilo neoclásico, este confesionario formó parte del mobiliario de uso sacramental de la parroquia de Dolores en Guanajuato y fue utilizado por Miguel Hidalgo desde el 3 de enero de 1803 y hasta el inicio de la lucha independentista. A principios de enero de 1910, por disposición presidencial y en el marco de las Fiestas del Primer Centenario de la Independencia de México, fue trasladado al nuevo Museo de Arqueología, Historia y Etnografía (antecedente del Instituto Nacional de Antropología e Historia), que abriría sus puertas en agosto de ese año.

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MEDALLA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Trabajo mexicano 1910 Cobre dorado y tela 7.8 X 2.7 cm.

MEDALLA DE DONMIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Trabajo mexicano 1895 Plata y tela 5.8 X 7.7 cm.

MEDALLA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Trabajo mexicano Siglo XX Metal y tela 4.8 X 2.5 cm.

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MEDALLA PUEBLO DE LOS DOLORES, HIDALGO Trabajo mexicano Siglo XIX Cobre 2.8 cm. Las crónicas señalan que esta moneda se acuñó en la alfarería del cura Hidalgo en el pueblo de Dolores en 1804. Llegó al Museo Nacional de Historia en abril de 1951 donada por el señor Zacarías Barrón del Congreso Mexicano de Historia.

IMAGEN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE Trabajo novohispano Siglo XVIII Óleo, cartón, metal y vidrio 6.7 X 4.6 cm.

FISTOL CON RETRATO DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Trabajo mexicano 1910 Metal, papel y tinta 6.7 x 2 cm.

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FISTOL CON RETRATO DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Trabajo mexicano 1910 Latón, papel, tinta y tela 5.8 x 1.6 cm.

MEDALLA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Trabajo mexicano Siglo XIX Cobre 2.9 cm.

MEDALLA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Trabajo mexicano Siglo XX Metal, 5.5 cm.

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MEDALLÓN DIVINO ROSTRO Y VIRGEN DE LOS DOLORES Trabajo Novohispano Siglo XVIII Óleo, lámina de cobre, metal y vidrio 8.5 X 5.2 cm.

ECLESIÁSTICO Trabajo mexicano Siglo XIX Cera 13 X 8.7 cm.

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MEDALLA DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA EN UNA CAJA DE MADERA

Trabajo novohispano 1803 Plata, textil, madera, vidrio 21.5 X 14 X 11 cm. La medalla de plata -acuñada en 1803- y la caja que la protege, llegaron al Museo de Arqueología, Historia y Etnología en 1915, luego de ser donadas por María Guadalupe Hidalgo y Costilla, nieta del caudillo insurgente. Durante el proceso de restauración realizado por el personal del Museo Nacional de Historia, a mediados de 2009, se descubrió que el papel que envolvía la caja era en realidad el certificado de autenticidad de la pieza, visible sólo bajo la técnica de luz rasante. El texto que contenía era el siguiente: “Licenciado E. Rojas Martínez, secretario del juzgado segundo de lo civil de esta ciudad de México: Que la medalla contenida en la caja a la cual se adhiere esta certificación es la misma que la señorita María Guadalupe Hidalgo y Costilla ha identificado como la que usó su abuelo el señor cura don Miguel Hidalgo y Costilla según aparece en la diligencia practicada ante este juzgado el día 13 de los corrientes, a petición en términos de jurisdicción voluntaria de la señora Concepción Ochoa viuda de Castro y que en cumplimiento de lo mandado en el auto de fecha 12 de los corrientes adhiero a la caja que contiene dicha medalla en el momento de ser identificada ésta por la señorita Hidalgo y Costillo, en presencia del suscrito, del señor juez ciudadano agente del ministerio público adscrito al juzgado.- México, a trece de abril de mil novecientos quince. E. Rojas Martínez (firma con tinta, legible).”

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EL DOLIENTE DE HIDALGO Trabajo novohispano 1811 Sarga de lana roja con aplicaciones en blanco y negro 65 X 71 cm. Bandera del regimiento de la muerte surgido entre noviembre y diciembre de 1811 y conformado por campesinos de las provincias de Michoacán y de México conocidos como “pintos”, reunidos con el propósito de vengar la muerte de Hidalgo y defender la religión católica. Los colores negro y rojo significaban martirio y majestad: símbolos de Hidalgo y su sacrificio “por hacer independiente esta América”. La calavera y los huesos que la cruzan simbolizaban el calvario y la guerra a muerte a los enemigos de la patria y la religión, principios esgrimidos por los insurgentes. La leyenda “De a 12” y las estrellas de seis picos se refieren también a signos religiosos relacionados con Dios y la Virgen María.

NAIPES Trabajo Español 1817 Pigmento a la acuarela, tinta sobre papel 8.4 X 5.5 cm. Se sabe que Miguel Hidalgo era muy aficionado al juego y seguramente utilizó cartas parecidas a éstas durante sus años como párroco de Dolores, San Felipe Torresmochas y Colima.

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ÓLEO DE LA VIRGEN DE GUADALUPE Andrés López 1805 Óleo sobre tela 167 X 103 cm. Este lienzo de la Virgen de Guadalupe fue tomado por Hidalgo del santuario de Atotonilco - cuando se dirigía con sus tropas a San Miguel el Grande - y puesto en las manos de uno de sus hombres para que la Virgen encabezara el movimiento de Independencia. Fue abandonado en el pueblo de San Jerónimo, Aculco, luego de la derrota que sufrieran el cura y sus huestes en este lugar. La imagen fue llevada al Museo Nacional, junto con otras reliquias de la Independencia, en 1895. Después de la Revolución se montó el lienzo en el mueble de madera en el que se ha exhibido desde entonces.

APREHENSIÓN DE DON MIGUEL HIDALGO, CORONEL ALLENDE Y DEMÁS CAUDILLOS

Bastin F., Michaud y Thomas Siglo XIX Litografía coloreada sobre papel 36 X 54 cm.

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DOCUMENTOS DE LA HACIENDA DEL JARIPEO FIRMADOS POR DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA 1808 Papel 38 X 45.5, 28 X 33, 29 X 33 cm. Documentos administrativos de la Hacienda del Jaripeo, firmados por Miguel Hidalgo antes que iniciara la lucha por la Independencia. Estos llegaron al Museo Nacional de Antropología, Historia y Etnología como parte de los festejos del Centenario de nuestro país en los primeros años del siglo XX.

COPIA DEL EXPEDIENTE RELATIVO AL LUGAR DEL NACIMIENTO DEL ILUSTRE

HIDALGO México 1868 Papel

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EL DESPERTADOR AMERICANO

Francisco Severo Maldonado y José Ángel de la Sierra 1811 Papel 21.5 X 16 cm.

EL ANTI-HIDALGO Fray Ramón Casasús 1811 Papel 13.5 X 19.5 cm.

DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA,GENERALÍSIMO DE AMÉRICA Lic. Ignacio Rojas 1810 Papel 36 X 22 CM.

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RELACIÓN DE LA ENTRADA A GUADALAJARA Papel 1810 16.5 X 21.5 cm.

EXHORTACIÓN A LOS AMERICANOS

Nueva España 1811 Papel 19.5 X 13 cm.

INVITACIÓN MÉXICO 1864 Papel 15.5 X 11 CM.

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CARCAJ Y FLECHAS Trabajo novohispano 1812 Carrizo, madera, plumas y pergamino 72 y 64.5 X 1.5 cm.

CAÑÓN PEQUEÑO Trabajo español Siglo XVIII Acero 72 cm. Este cañón provino del Museo de Artillería, antecedente del Museo Nacional de Historia. Perteneció al ejército de Miguel Hidalgo.

CAÑÓN DEL EJÉRCITO DE DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Trabajo mexicano Siglo XVIII Bronce 96 cm. Este cañón provino del Museo de Artillería, antecedente del Museo Nacional de Historia. Perteneció al ejército de Miguel Hidalgo. Lleva inscrito: “Año de 1811. Para defender la fe y la pureza de María Santísima”. Hacia finales del siglo XIX se agregó: “Perteneció al ejército del inmortal Hidalgo”.

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RIFLES DE AVANCARGA Trabajo español Siglo XVIII Acero y madera

PISTOLA TRABUCO Trabajo español Siglo XVIII Acero, latón y madera 36 X 15 X 7.8 cm.

PISTOLA TRABUCO Trabajo español Siglo XVIII Acero, madera y plata 30 X 12.7 X 7.3 cm.

BALA DE CAÑÓN Trabajo mexicano Siglo XIX Piedra 8 X 6 cm.

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SILLA Trabajo novohispano Siglo XVIII Madera 101 X 45 X 44 cm. En esta silla se sentó Miguel Hidalgo y Costilla mientras era conducido preso a Chihuahua en 1811. Fue donada al antiguo Museo Nacional por Cristina Robles, nieta del Sr. Robles - quien la heredó de su padre-, durante los festejos por el Centenario de la Independencia en 1910.

CAJA DE MADERA (urna) Trabajo mexicano Siglo XX Madera, metal, vidrio, tela y papel 19.5 X 36.5 22.5 cm.

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TAMBORES Trabajo novohispano Siglo XVIII Cuero, madera y pigmento 40 X 41 cm.

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RELOJ DE CAJA Trabajo novohispano Siglo XVIII Bronce, acero, fierro y madera 89.5 X 37 X 24.5 cm. Esta pieza fue comprada por el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología de México (antecedente del Museo Nacional de Historia) en 1917 a la Sra. Flavia T. Vda. de Medina. En la carátula aparece la inscripción “Linares 1765. Sirvo a Miguel Hidalgo y Costilla 1803”, lo que nos permite suponer que perteneció a la casa cural de Dolores Hidalgo, durante el tiempo que fue habitada por el Padre de la Patria.

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CEDULARIO

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MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA: DE CURA VIOLINISTA A GENERALÍSIMO DE LOS EJÉRCITOS INSURGENTES

A

lo largo de casi toda su vida, el cura Miguel Hidalgo y Costilla fue conocido por su inteligencia siempre despierta, su agilidad mental y buena disposición para buscar caminos de desarrollo económico para los talleres y ranchos vecinos a las parroquias de San Felipe y de Dolores. Además de ser académico notable por sus conocimientos en teología, llamó la atención su gusto por la música: era un buen violinista y tocaba en las tertulias y bailes que organizaba en su casa. Su interés por la situación política de la Nueva España y por la resistencia española ante la invasión de Napoleón en 1808 lo llevó a aceptar como viable el perfil criollo de la autonomía novohispana. A los 57 años de edad, en 1810 Miguel Hidalgo se convirtió en el caudillo de una rebelión que se desdobló en la larga y costosa guerra de Independencia de México. En el transcurso de los cuatro meses que van del 16 de septiembre de 1810 al 17 de enero de 1811, sus actos definieron su biografía como principal dirigente de la insurrección independentista. Durante dos siglos, esos 120 días de la vida de Hidalgo fueron suficientes para darle estatura heroica –y borrar las líneas del rostro del hombre–. Hoy podemos recuperar parte de ese perfil al ver de cerca los pocos objetos que el pudor de la historia dejó del fundador de la nación mexicana. Son las huellas del hombre.

EL PUDOR DE LA HISTORIA: LAS HUELLAS DE MIGUEL HIDALGO

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uy pocos son los objetos personales del fundador de México como nación independiente. El catálogo es corto: se le ha atribuido apenas medio centenar. Una medalla de plata con la imagen de la Virgen de Guadalupe (símbolo de la singularidad novohispana), un relicario con la Virgen de los Dolores (patrona del curato que encabezó entre 1803 y 1810), el escapulario guadalupano (regalo de unas monjas queretanas “el día de su santo en 1807” y que le fue confiscado como acto extremo de la Inquisición un día antes de morir), el traje que usaba para la administración de los sacramentos, estandartes y banderas que sus hombres enarbolaron, un par de cañones, otro de muebles de la casa de Dolores, la pila en la que fue bautizado y el confesionario de la parroquia desde donde llamó a la insurrección. Una parte de este pequeño inventario se resguarda en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec. Hoy se exhibe como explicación de historias cruzadas: las del hombre que inició la guerra de Independencia de México y las de los objetos que sirven para recordarlo.

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CONFESIONARIO DE LA PARROQUIA DE DOLORES USADO POR EL CURA MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA, QUIEN EJERCIÓ SU MINISTERIO DE 1803 A 1810, SIENDO EL PÁRROCO DE ESTE LUGAR

T

rabajo realizado en madera tallada y metal con estilo barroco de finales del siglo XVIII. La decoración está lograda con varios colores, entre los que predominan el tono rojo oscuro y los adornos que se presentan en hojarascas y volutas en dorado. En el remate aparece una tiara de tres coronas del Pontífice romano y las llaves que son símbolo de San Pedro, en concordancia con la inscripción en latín que rodea a estas imágenes: “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos”. Juan C. 20. V. 23 De estilo neoclásico, este confesionario formó parte del mobiliario de uso sacramental de la parroquia de Dolores en Guanajuato. A principios de enero de 1910, por disposición presidencial y en el marco de las Fiestas del Primer Centenario de la Independencia de México, el confesionario que utilizó Miguel Hidalgo desde el 3 de enero de 1803 fue trasladado al nuevo Museo de Arqueología, Historia y Etnografía (antecedente del Instituto Nacional de Antropología e Historia), que abriría sus puertas en agosto de ese 1910.

ESCAPULARIO

E

l propietario de este documento, hoy resguardado por el Instituto de Cultura de Aguascalientes, al parecer fue el obispo de Durango don Francisco Gabriel de Olivares, autoridad eclesiástica responsable del juicio religioso contra el cura Hidalgo por haberse llevado a cabo en la villa de Chihuahua, provincia de su jurisdicción episcopal, a quien le fue remitida la documentación relativa al procedimiento judicial del fuero religioso. Es posible conjeturar una historia: el expediente formó parte del archivo de la diócesis de Durango y el historiador chihuahuense José Fernando Ramírez lo regaló a Maximiliano de Habsburgo. En 1910 la pieza era propiedad de José Couttoulenc; durante décadas nada se supo de su paradero, hasta que, luego de muchas pesquisas, fue adquirido por el Instituto de Cultura de Aguascalientes. En la actualidad, éste y el Instituto Nacional de Antropología e Historia estudian en archivos y fondos documentales el origen del Manuscrito, y analizan los materiales que forman el escapulario de Hidalgo a fin de determinar si realmente perteneció al cura de Dolores. Los estudios para verificar muchas de estas piezas son tarea de nuestra generación, al alba de la conmemoración de los centenarios de la Independencia y la Revolución. Vale una anotación al margen: el tesoro del Manuscrito Aguascalientes se descubre al abrir la pasta de piel que conserva este documento. Entre guardas de papel nácar, dos fojas con el sello del Real Impuesto en la parte superior (un cuartillo para los años de 1810-1811), manuscritas por ambos lados que registran la última diligencia judicial del fuero religioso contra Miguel Hidalgo, está la imagen guadalupana en papel, tinta e hilos de seda.

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ESCAPULARIO (2)

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n la Provincia de Chihuahua a los veintinueve días del mes de julio del año de mil ochocientos once (en el margen) certifico: que habiendo sido comisionado por el Ilustrísimo Señor Obispo de Durango Doctor D. Francisco Gabriel de Olivares, Yo el doctoral de la santa Iglesia de dicha provincia, Francisco Fernández Valentín, con amplios poderes para degradar al reo ex-cura de Dolores (cita jurisdicción de Guanajuato) D. Miguel Hidalgo; he procedido al acto en unión del juez militar D. Ángel Abella, y comandante Gral. de esta provincia D. José Salcedo quien por orden suprema nombró al referido Abella para juzgar a los reos de infidencia y principales autores de la rebelión de Nueva España; Miguel Hidalgo, así como a Aldama, Allende y Jiménez; y dada cuenta de la sentencia de degradación al primero, por ser Sacerdote, el veintisiete de julio, ha sido ejecutada hoy veintinueve del mismo, en el hospital real de esta Provincia, en cuyo edificio se encuentra preso el expresado Hidalgo quien fue conducido ante mí, su juez Eclesiástico, para proceder al acto en presencia de las autoridades, venerable clero y religiosos del convento de San Francisco, y personas de séquito del Comandante Gral. Fue preguntado: ¿Qué razón tuvo para revelarse contra el Rey y la Patria? Contestó: que ya había expuesto sus razones al juez militar, que no contestaba más, y que supuesto que iba a morir, sólo encargaba que no se le cortara la cabeza según la sentencia que se le había leído, sin más delito que haber querido hacer independiente esta América de España. Después de la degradación, y despojado de los ornamentos sagrados, con la ceremonia que manda la Santa Iglesia, fue registrado y se le encontró en el pecho, llena de sudor la Soberana imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, la cual está bordada de seda sobre pergamino, la que al quitar de su pecho dijo: Esta Señora Madre de Dios ha sido la que he llevado de escudo en mi bandera, que marchaba delante de mis huestes, en las jornadas de Aculco y Guanajuato, y es mi voluntad sea llevada al convento de las Teresitas de Querétaro donde fue hecha por las venerables madres, quienes me la dieron en mi santo en 1807. No habló más, procediéndose al acto conmovedor arrancándole las vestiduras sacerdotales, aplicando el anatema formidable de la Santa Iglesia, y para que fuese entregado al juez militar y ejecutar la sentencia. Concluido el acto de que damos fe, yo el juez eclesiástico, el Sr. comandante gral. Salcedo, los señores D. Joaquín Arvizo, y juez militar D. Ángel Abella, firmamos la presente certificación en comprobación de verdad y cumplimiento, remitiendo esta al señor Obispo de Durango, Dr. D. Franco Gabriel Olivares, agregando y pegándola al fin de la presente, la apreciada Virgen de Guadalupe. Doy fe, Doctoral Franco. Fernz. Valentín (rúbrica). Doy fe el comandante Gral. J. Salcedo, Rúbrica. Secreto. Juez militar Ángel Abella. Transcripción textual del Manuscrito Aguascalientes

RELOJ DE CAJA

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ntre los objetos-reliquia patrióticos que el Museo resguardaría a lo largo del siglo XX se cuenta el reloj de caja con una inscripción fechada que hace suponer fue de la casa cural de Dolores. Su ficha técnica explica: “Maquinaria anónima. En bronce y acero. Escape de áncora. Sonería para horas y medias. Sistema de cadena y pesas. Carátula de cobre, acero y fierro, con adornos de bronce; conserva la inscripción: ‘Linares 1765. Sirvo a Miguel Hidalgo y Costilla 1803’ ”.

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Este reloj fue adquirido por el Museo de Arqueología, Historia y Etnología de México en 1917. Como consecuencia del dictamen elaborado por el entonces director de ese Museo, Luis Castillo Ledón, se procedió a comprar esta pieza a Flavia T. Vda. de Medina. El reloj había sido comprado en Querétaro por el esposo de la señora de Medina, relojero de profesión.

PILA BAUTISMAL

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niciadas las fiestas del Centenario el día 1º de septiembre, el día 2, como segundo programa de ellas, hizo su solemne entrada a la Metrópoli la pila en que fue bautizado Hidalgo, el Padre de la Patria, fuente que fue traída de Cuitzeo de los Naranjos, Guanajuato, por una comisión del Museo, y conducida a éste desde la estación del Ferrocarril Central, en medio de un séquito enorme, a la cabeza del cual marchaba la nieta del Caudillo, Srita. Guadalupe Hidalgo. Una vez en el Museo la fuente bautismal (…), el Secretario de Instrucción Pública la recibió a nombre del Presidente de la República. (…) La valiosísima reliquia fue a unirse en la Galería de Historia a las demás reliquias de Hidalgo, entre las que estaba el confesionario del propio Cura, enviado de Dolores en enero de ese año (1910). Luis Castillo Ledón

EL DOLIENTE DE HIDALGO DE Á 12

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s una pequeña bandera de paño de lana roja, con aplicaciones en blanco y negro. Lucas Alamán fue el primero en registrar la creación del Regimiento de la Muerte en la Villa de Zitácuaro, por el doctor en Teología José María Cos, cura del Burgo de San Cosme en Zacatecas. La Junta de Zitácuaro le encargó “levantar un regimiento, a que dio el nombre de la muerte” entre noviembre y diciembre de 1811. Según el historiador Moisés Guzmán, el “Regimiento, que era de caballería, lo formó con campesinos de la Tierra Caliente de las provincias de Michoacán y de México llamados comúnmente ‘pintos’, y les dejó en claro que su misión consistía en vengar la muerte de Hidalgo y defender la religión de sus padres, la cual se veía amenazada por los españoles europeos, considerados aliados de Napoleón”. El doctor Cos quiso dar significados bíblicos a los símbolos de esta bandera. Así, por ejemplo, los colores negro y rojo eran martirio y majestad, referencias a Hidalgo y su sacrificio “por hacer independiente esta América”. La idea del “doliente de Hidalgo” deriva del pasaje de Isaías sobre “el hombre de dolores”, en un juego intelectual que permitía leer al cura Hidalgo y al redentor cómo constructores de un futuro promisorio: era el valeroso siervo de Dios que se sacrificaba por el bienestar y salvación de los demás. La calavera y los huesos que la cruzan simbolizan el calvario y la guerra a muerte a los enemigos de la patria y la religión, principios esgrimidos por los insurgentes. La leyenda “De a 12” y las estrellas de seis picos refieren también a signos religiosos relacionados con Dios y la Virgen María.

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El 2 de enero de 1812 la villa de Zitácuaro cayó en poder de los realistas comandados por Calleja; la bandera del Regimiento de la Muerte se recogió como botín de guerra y fue enviada al virrey Venegas. A mediados del siglo XIX, cuando se estableció que el Museo debía contener las reliquias de la lucha por la Independencia, la bandera conocida como “el Doliente de Hidalgo” pasó a formar parte de sus colecciones. El tiempo y una exhibición prolongada causaron daños a la pieza; su restauración al finalizar el siglo XX permite que hoy se le pueda admirar y comprender.

RELICARIO

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as imágenes de esta pieza la relacionan con Miguel Hidalgo desde dos perspectivas posibles. La primera, que fue de su propiedad a partir de 1803, cuando asumió el puesto de cura de Dolores, a quien está dedicada esta particular advocación dolorosa de la Virgen María. La segunda, que fuera usado después de julio de 1811 por el teólogo insurgente doctor José María Cos –el creador de la bandera el Doliente de Hidalgo– en homenaje al caudillo recién fusilado. En este caso, el significado correspondería al de la bandera de El Doliente: el “hombre de los dolores” de la profecía de Isaías, cuyo martirio anunciaría al salvador del mundo futuro, estaría representado por el Divino Rostro de Cristo con la espina clavada en la frente después de su caída durante la pasión; la madre adolorida remite a la patrona del curato de Dolores. Esta pieza se exhibió por primera vez en 1910, durante los festejos conmemorativos del Primero Centenario de la Independencia. En aquel entonces apareció en el diario El Imparcial la siguiente nota: “Hace días que por conducto del señor Lic. Don Antonio de la Peña y Reyes, obsequió el señor Lic. Don Ignacio Mariscal, Ministro de Relaciones Exteriores, un relicario que perteneció al insigne padre de nuestra Independencia, y que donó el señor Mariscal al Museo Nacional de Historia, Etnología y Arqueología, desprendiéndose de él con el objeto de que esta Institución conservara esa reliquia histórica de gran mérito. “El relicario en cuestión es una verdadera obra de arte: es de plata dorada a fuego y está coronado por una especie de marco de plata primorosamente cincelada. “En sus dos caras ostenta valiosísimas pinturas al óleo sobre lámina, representando las imágenes de la Virgen de los Dolores y el Divino Rostro. “El relicario, en su lujoso estuche que ex profeso mandó hacer el señor Lic. Mariscal, será colocado en la sección que le pertenece en el Museo.”

RETRATOS DE MIGUEL HIDALGO (1)

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ace un siglo, durante los festejos del Primer Centenario de la Independencia, se buscaba conocer el rostro de Miguel Hidalgo. La convención plástica, desde mediados de siglo hasta el porfirismo, lo había hecho un anciano –como correspondería, según se pensaba, al Padre de la Patria–, pesado de hombros y rostro apacible. Hoy sabemos que se trataba de un hombre maduro y de gran energía. A lo largo de las décadas, la figura del caudillo evolucionó; de ello da cuenta la serie de pinturas y el par de esculturas que aquí se exhiben.

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RETRATOS (2)

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urante los festejos del Primer Centenario de la Independencia, los lectores de los diarios pudieron participar del debate entre historiadores sobre el rostro de Hidalgo. A comienzos de 1910 se publicó en el influyente diario El Imparcial:

“¿SE HA ENCONTRADO UN VERDADERO RETRATO DE HIDALGO? “¿Hay un retrato del cura Hidalgo? “¿Existe como un tesoro para conmemorar al ilustre Padre de la Patria un lienzo en que está grabada fielmente su imagen? “Muy discutida ha sido esta pregunta, pero no se ha llegado a un acuerdo, pues mientras muchos historiadores han dicho que no, apoyándose en sólidos argumentos, varias personas afirman que sí, que existe un retrato que representa al Padre de la Independencia. “El señor don José Casarín, el Secretario de la Comisión Nacional del Centenario, es quien ha resucitado el viejo asunto, al hacer investigaciones encaminadas a dar con un retrato que sirva para ser reproducido por millares. “Don Vicente de P. Andrade. “Dice este inteligente historiador: –No hay ningún retrato de Hidalgo. Lo supongo, recordando que en aquella época era de personas prominentes el gusto de retratarse. Como no se había por entonces descubierto la fotografía y los pintores se dedicaban sólo a representar imágenes de santos, muy probablemente es que no haya sido retratado el Cura de Dolores, tan humilde y alejado de los centros del arte. “–No creo –agrega el señor Andrade– que haya un retrato fiel; pues ninguno de los biógrafos de Hidalgo lo dice, no obstante que muchos consignan hasta nimios detalles de su vida. “El señor Casarín. “Dice el señor Secretario de la Comisión del Centenario: –Sí creo que haya algún retrato de Hidalgo, porque he visto uno en Guanajuato, que, completamente distinto a todos los que conocemos, tiene la gran particularidad, de haber sido tomado del natural, por la ejecución de él. “Esto, y tener todos los detalles fisonómicos que los biógrafos de Hidalgo mencionan, me hace suponer que existe un verdadero retrato de Hidalgo.”

DOCUMENTOS HACIENDA DEL JARIPEO (1)

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a aplicación de la cédula de Consolidación de Vales Reales en la Nueva España afectó a los propietarios de ranchos y haciendas que tenían hipotecas y otras deudas con la Iglesia. La hacienda de Santa Rosa Jaripeo, en las cercanías de Tajimaroa, que poseía y administraba el cura Miguel Hidalgo, fue embargada por las autoridades. Su valor total calculado en agosto de 1808 por sus tierras, construcciones y herramientas era de 23 mil 114 pesos y un real. El Museo Nacional de Historia resguarda media docena de documentos administrativos de la hacienda de Jaripeo, elaborados y firmados por Miguel Hidalgo.

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DOCUMENTOS HACIENDA DEL JARIPEO (2)

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as tierras compradas en Tajimaroa en 1791 sufrieron las exigencias financieras de Madrid, que golpearon a toda la Nueva España. La famosa Consolidación de Vales Reales, en 1804, fue de hecho una confiscación de capitales privados administrados por la Iglesia. Sin entrar en detalles, baste con decir que de repente el Estado reclamó a los agricultores un dinero que ellos habían recibido en préstamo y del cual no disponían por tenerlo invertido. En 1808 la hacienda de Tajimaroa fue embargada; el remate no se llevó a cabo y la medida fue suspendida a última hora, pero el asunto enfadó sobremanera al señor cura. Lo sintió como un despojo injusto. Jean Meyer

ÓLEO VIRGEN DE GUADALUPE, ATOTONILCO (1)

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n septiembre en 1895 se pidió al pintor y paisajista “profesor de la Academia y competente en la materia” elaborara un dictamen que autenticara el óleo de la Virgen de Guadalupe como el de Atotonilco que tomó Miguel Hidalgo el 16 de septiembre de 1811. Pintada por Andrés López en 1805, fue llevada por el general Antonio López de Santa Anna a la Colegiata de Guadalupe el 12 de diciembre de 1853 con gran ceremonia, pues la tradición indicaba que era ésta la que se adaptó como estandarte insurgente. Velasco “vio la imagen, y sin datos para resolver sobre su autenticidad, dictaminó que es muy antigua, está renovada, tiene plastecidos algunos agujeros y se halla superpuesta en otro lienzo”. La imagen fue llevada al Museo Nacional, junto con otras reliquias de la Independencia, en 1895. Después de la Revolución se montó el lienzo en el mueble de madera en el que se ha exhibido por más de ocho décadas.

ÓLEO VIRGEN DE GUADALUPE, ATOTONILCO (2)

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l anverso de la pintura tiene la firma del pintor –“Andrés López, fecit Mexxici 1805” – y la inscripción que indica su valor simbólico patriótico: Eta Sta. Imagn. fue el Estandarte con qe. proclamó la Yndepa. en el año de 1810 el Sr. Cura Ydalgo. Se colocó en esta Parrqa. el 12 de Dre. De 1853 con la mayr. solemnd. con assa. del S. Arzobo. Dr. D. Lazo. de la Garza, el Prect. de la Repa. D. Anto. L. de Santa-Ana, los S.S. Mins. el V. Cabo. de esta Colegta. y comdes. Religs. Y Corps. La repuso (pr. estar muy maltratada) el S. Br. D. Maro. Orihuela Mayordmo. de las lims. qe. Se colectanpa. El cto. De Ma. Sma. De Guade. Eno. 20 de 1858.

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ÓLEO VIRGEN DE GUADALUPE, ATOTONILCO (3)

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urante las declaraciones tomadas en Chihuahua a mediados de 1811, Miguel Hidalgo afirmó: “(…) que no hubo más que habiendo salido el declarante el diez y seis de Septiembre referido con dirección a San Miguel el Grande, al paso por Atotonilco tomó una Imagen de Guadalupe en un lienzo que puso en manos de uno, para que la llevase delante de la gente que le acompañaba, y de ahí vino que los regimientos pasados y los que se fueron después formando tumultuariamente, igualmente que los pelotones de la Plebe que se les reunió, fueron tomando la misma Imagen de Guadalupe por Armas, a que al principio agregaban generalmente la del Sr. D. Fernando Séptimo, y algunos también la Águila de México (…) y que la ocurrencia que tuvo de tomar en Atotonilco la Imagen de Guadalupe, la aprovechó por parecerle a propósito para atraerse las gentes; pero debe también advertir, que la expresada Imagen de Guadalupe, que al principio todos traían en el sombrero, al fin eran pocos los que la usaban (…)”

ESTANDARTE VIRGEN DE GUADALUPE, MICHOACÁN

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l óleo de Atotonilco no fue la única imagen guadalupana que los insurgentes reconocieron como bandera propia. Un pequeño estandarte también fue usado, probablemente durante su camino a Valladolid. El estandarte se resguarda en el Castillo de Chapultepec y sirvió de modelo en 1959 al pintor Juan O’Gorman para retratar a Miguel Hidalgo en su Retablo de la Independencia. Fue tomado de algún templo franciscano de la diócesis de Michoacán, según se puede ver del escudo de la parte superior derecha, cuyos signos incluyen las imágenes de san Pedro y san Pablo, y las tres islas emblemáticas de los antiguos reinos indígenas de Michoacán. Esta pieza fue uno de los primeros objetos que formaron parte de las colecciones que atesoró el Museo Nacional; fue adquirida para la fundación del Museo en marzo de 1825, durante el gobierno de Guadalupe Victoria.

MEDALLA DE HIDALGO (1)

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a construcción de la figura heroica de Miguel Hidalgo fue labor de décadas. Entre 1810 y 1823 cargó con el estigma de ser el culpable de los desastres de la guerra. Durante esos trece años, su nombre fue el de un personaje proscrito por la ley. Sin embargo, partir de 1823, una vez consumada la Independencia, el signo de su biografía cambió; entonces sus restos fueron trasladados con honores al altar de Los Reyes en la Catedral Metropolitana. Recordarlo –a él y a los otros mártires insurgentes– era celebrar el principio de la vida nacional independiente; y su imagen se asoció a la historia de la construcción de la República. Pero los años de guerra fueron suficientes para borrar casi todas las huellas materiales del fundador de la nación. No había un solo retrato que mostrara su verdadero rostro; tampoco era fácil saber de los objetos que poseyó.

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Esta pequeña medalla de plata, acuñada en 1803, es ejemplo del tipo de objeto de pertenencia personal atribuido a Miguel Hidalgo y Costilla cuyo origen remite a la evolución de la figura heroica: pieza sencilla, acorde con la figura del cura de Dolores, pero de la que no se sabía de su existencia sino hasta los festejos del Centenario. Llegó al Museo de Arqueología, Historia y Etnología en 1915, por gestión de la estudiosa de la vida del caudillo, Concepción Ochoa viuda de Castro, donada por la señorita María Guadalupe Hidalgo y Costilla, quien la identificó en 1912. Ningún antecedente o prueba documentada demuestra la afirmación de la señorita Hidalgo de que perteneciera a su ilustre ancestro. Así pues, no hay certeza de que la medalla fuera del iniciador de la guerra de Independencia. Pero sí, y muy clara, de la reverencia cívica que su figura ha provocado: esta medalla guadalupana es sin duda una pieza digna del Museo Nacional de Historia. En el frente ostenta la imagen de la Virgen de Guadalupe, con la inscripción que indica que fue acuñada en México en 1803; en el anverso, la frase del Salmo 147, 20: Non fecit taliter omni nationi (No ha hecho así con ninguna otra de las naciones).

CAÑONES INSURGENTES

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no de los primeros actos de guerra de Hidalgo fue la obtención de cañones para armar su artillería. Algunos de ellos eran de origen español; otros más fueron fundidos en las maestranzas que ordenó el caudillo insurgente. La tecnología la proporcionó la experiencia minera de Guanajuato: hornos, metal y conocimientos de ingeniería fueron accesibles a los insurgentes gracias a sus aliados de la mina La Valenciana. Aquí se exhibe el pequeño cañón que lleva inscrito “Año de 1811. PARA DEFENDER LA FE Y LA PUREZA DE MARÍA SANTÍSIMA”. Hacia finales del siglo XIX se agregó: “PERTENECIÓ AL EJÉRCITO DEL INMORTAL HIDALGO”. El otro cañón que ahora se exhibe pudo ser arrebatado por los realistas en alguna de las batallas contra los insurgentes. Al ser trofeos de guerra, se resguardaron en las oficinas del gobierno virreinal. Durante el porfirismo, formaron parte de las colecciones del Museo de Artillería, de donde pasaron a los acervos históricos que custodia el Castillo de Chapultepec.

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BIBLIOGRAFÍA 1. Tesoros del Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec, 1ª. Edición, INAH - Museo Nacional de Historia, Asociación de Amigos del Museo Nacional de Historia, México, 1994. 2. Ciancas, María Esther y Meyer, Bárbara, Catálogo de la Colección de Miniaturas del Museo Nacional de Historia, primera edición, INAH, 1988. 3. Terán, Marta y Páez, Norma, (compilación), Miguel Hidalgo: Ensayos sobre el mito y el hombre (1953-2003), Fundación MAPFRE TAVERA/ Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 2004. 4. Barrera Bassols, Jacinto, Pesquisa sobre un estandarte. Historia de una pieza de museo. México, Ediciones Sinfiltro, 1995. 95 Pp. 5. Betancourt, José A., Don Miguel Hidalgo y Gallaga, cura de la Congregación de Dolores, México, 1960.

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CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES Consuelo Saizar PRESIDENTA INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA Alfonso de Maria y Campos DIRECTOR GENERAL Benito Taibo Mahojo COORDINADOR NACIONAL DE DIFUSIÓN MUSEO NACIONAL DE HISTORIA Salvador Rueda Smithers DIRECTOR CURADURÍA Amparo Gómez, Víctor M. González, Verónica Kuligher, Salvador Rueda, Ricardo Trillanez INVESTIGACIÓN Y TEXTOS Salvador Rueda, Carlos Herrejón, Guadalupe Jiménez, Martha Terán, Julio Zarate, Alfredo Hernández, Rosa Elba Camacho, Jaqueline Gutiérrez COORDINACIÓN EDITORIAL Jaqueline Gutiérrez FOTOGRAFÍAS Omar Dumaine, Gerardo Cordero CORRECCIÓN DE ESTILO Hilda Sánchez DISEÑO GRAFICO: Aurora Alejandra Hernández Pérez AGRADECIMIENTOS Raúl Álvarez, Antonio Mier, Gabriela Ortiz, Francisco Cuenca, Alicia Muñoz Cota, Víctor M. González, Instituto Cultural Aguascalientes, Departamento de Restauración del Museo Nacional de Historia, Deposito de Colecciones del Museo Nacional de Historia. Todas las piezas pertenecen a la colección del Museo Nacional de Historia, excepto “Escapulario de la Virgen de Guadalupe, Manuscrito Aguascalientes”, propiedad del Instituto Cultural Aguascalientes.

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