CÉLIBES POR UNA AMÉRICA LATINA JUSTA JOSÉ JOAQUÍN RODRÍGUEZ DEL REAL, SVD

CÉLIBES POR UNA AMÉRICA LATINA JUSTA JOSÉ JOAQUÍN RODRÍGUEZ DEL REAL, SVD PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA DEPARTAMENTO DE TEOL

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CÉLIBES POR UNA AMÉRICA LATINA JUSTA

JOSÉ JOAQUÍN RODRÍGUEZ DEL REAL, SVD

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA DEPARTAMENTO DE TEOLOGÍA PROGRAMA DE CARRERA EN TEOLOGÍA BOGOTÁ D.C. 2010

CÉLIBES POR UNA AMÉRICA LATINA JUSTA

JOSÉ JOAQUÍN RODRÍGUEZ DEL REAL, SVD Trabajo de grado para optar al título de Teólogo

Tutor: Carlos J. Novoa M. S. J. Doctor en Ética Teológica, Licenciado en Filosofía y Teología

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA DEPARTAMENTO DE TEOLOGÍA PROGRAMA DE CARRERA EN TEOLOGÍA BOGOTÁ D.C. 2010

AGRADECIMIENTOS

Agradezco profundamente a todos y todas aquellas personas que de una u otra manera me han animado y ayudado a realizar mi trabajo de investigación.

De manera especial agradezco a Dios Uno y Trino quien, gracias a sus varias revelaciones, me ha invitado a vivir la vida consagrada, lo cual se presenta como fuente principal para la investigación del celibato por una América Latina justa.

También quiero hacer público mis más sinceros agradecimientos al P. Carlos Novoa, S.J., quien desinteresada y efectivamente se comprometió con mi trabajo de investigación; manteniendo en mí aquel necesario deseo de profundizar y reflexionar crítica y teológicamente la realidad.

De igual manera estoy muy agradecido con mis co-hermanos de la comunidad Misionera del Verbo Divino, quienes directa o indirectamente me apoyaron a lo largo de la presente investigación teológica.

Por último, agradezco a mi familia y amigos que desde la prontitud y la distancia han manifestado interés por mi investigación. Gracias por demostrar su apoyo en todo momento, especialmente en aquellos instantes cuando el espíritu investigativo se mostró débil o sin sentido.

ÍNDICE TEMÁTICO

INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………….5

CAPITULO I

EL CELIBATO AL INTERIOR DE LA IGLESIA CATÓLICA…...…………13

1.1

El celibato en la historia de la Iglesia…………….……………………………...13

1.2

El desarrollo del celibato según los Padres y maestros de la Iglesia…………….20

1.3

El celibato en la reflexión del magisterio de la Iglesia…………………………..26

1.4

Fundamentación bíblico teológica del celibato………………………………….30

1.5

Paso de la concepción del celibato desde lo cultual al reino-justicia para el contexto de América Latina en su proceso de liberación……………………….35

CAPITULO II

CÉLIBES EN CONSTRUCCIÓN DEL REINO-JUSTICIA EN AMÉRICA LATINA…………………………………………………………………………...41

2.1 Contexto económico, político y cultural de América Latina……………………42 2.1.1 Globalización e injusticia generalizada………………………………………….48 2.2

Célibes consagrados por la liberación del pueblo Latino Americano en situación de empobrecimiento, opresión y exclusión social………………………………52

CAPITULO III

CELIBATO Y SEGUIMIENTO DE CRISTO COMO OPCIÓN DE VIDA POR LA JUSTICIA PARA AMÉRICA LATINA PRESENCIA Y AUSENCIA DE UN FUNDAMENTO EN EL CELIBATO POR EL REINO-JUSTICIA DE DIOS………………………………………….64

3.1

Fundamentación ético teológica del celibato cristiano por el reino-justicia en América Latina……………………………………………………………..65

3.1.1 Fundamentación ético teológica del celibato desde la cristología de la liberación…………………………………………………………………...66 3.1.2 Espiritualidad de la liberación, fuente de la fundamentación ético teológica del celibato………………………………………………………………….72 3.2

La inapropiada y tibia vivencia del celibato desde el narcisismo y la voluntad de poder………………………………………………………………………77

CONCLUSIÓN………………………………………………………………………..85

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………...92

CIBERGRAFÍA………………………………………………………………………95

INTRODUCCIÓN

En el contexto de América Latina es posible ver que la vida soltera por el reinado de Dios está sufriendo una grave crisis de sentido, puesto que a nivel general el celibato ya no es considerado realmente como un don que es dado por Dios, el cual debe ser asumido con libertad desde la propia experiencia del Reino de los cielos. Peor aún, se ha olvidado aquella invitación divina que subyace de la soltería consagrada a la total disponibilidad y donación a Dios y a la humanidad, mediante la realización del Reino-justicia en Latinoamérica.

Si se mira atentamente las motivaciones que llevan a los individuos a optar por el celibato en la vida consagrada y presbiteral en América Latina, se puede ver claramente que éstas, en muchos casos, han sido asumidas débilmente por una imposición, obligación o conveniencia; pues no son muchos los que realmente sienten y viven la soltería consagrada como don de Dios, el cual ha sido ofrecido gratuita y libremente a ser vivido. Es de notar que la vivencia de la soltería por el reinado de Dios no debe ser asumida únicamente por elección o simplemente porque es un requisito para la vida religiosa o presbiteral, sino que es una vocación dada por el Padre, quien ofrece este estilo de vida célibe para que sea amado y acogido, y así ponerse al servicio de Dios y la comunidad, con el deseo de construir el Reino-justicia en Latinoamérica. La soltería consagrada posibilita al individuo a una total libertad de corazón para la lucha y búsqueda del Reino-justicia de Dios.  

También, vale considerar que al estar en una sociedad que ha idealizado el erotismo y la sexualidad, el celibato ya no tiene un mensaje de sentido que realmente interpele a la población en este aspecto. La soltería consagrada, más que ser considerada como una donación a Dios y a la humanidad, en orden a ser verdaderos promotores y constructores del Reino de Dios, ha sido comprendida erróneamente como un simple impedimento u obligación que reprime al individuo, causando en él algunos trastornos psicológicos que ‐5‐   

llevan a la amargura, des-humanización, narcisismo y hasta incluso a deprimentes comportamientos hipócritas causantes de variados tipos de abusos sexuales, tales como, la doble vida de pareja o también el abuso sexual a menores.

En este contexto de crisis de sentido que cuestiona fuertemente la vida célibe, tanto a nivel personal, comunitario y social, será oportuno indagar sobre este tema y descubrir hasta qué punto hay una crisis generalizada que afecta la manera de entender y vivir la opción de vida soltera por el reinado de Dios en América Latina.

Considerando lo ya mencionado, la investigación del presente trabajo girará en torno a la pregunta: ¿Cuál podría ser el valor vital religioso de la vida célibe en el contexto de América Latina que re-signifique la soltería consagrada en este subcontinente?

Ya que la soltería consagrada está siendo seriamente cuestionada por la sociedad y se duda de su viabilidad como manera de ser en el mundo, es urgente reflexionar el sentido del celibato de la vida consagrada y presbiteral desde aquella misión profética y liberadora para con los empobrecidos de América Latina, y así re-significar el don del celibato como condición válida para la construcción del Reino-justicia de Dios en América Latina. De ser así, sería posible dilucidar la importancia y validez que tiene la vida soltera por el reinado de Dios para este subcontinente.

Razón por la cual el celibato debería asumir un valor religioso vital en el cual sustentar y enfocar su ser y hacer en el mundo, es por ello que esta investigación desea generar un espacio de reflexión que ayude a mirar nuevamente el sentido que tiene la soltería consagrada por el Reino-justicia de Dios para América Latina. Sin duda esta investigación ayudará a que el celibato sea valorado desde un valor específico y verdadero, para así ubicarlo en el lugar que le corresponde, evitando especulaciones peyorativas que al estar lejos de la realidad significante de la soltería consagrada solo terminan por desprestigiarla y a veces destruirla. ‐6‐   

Por ello este estudio hará un recorrido que abarque algunas de las visiones del celibato que se fueron gestando al interior de la historia de la Iglesia Católica, con el fin de reconocer el paso de lo cultual a lo apostólico que el celibato ha tenido hasta nuestros días. Para ello será oportuno ver los comentarios de los más significativos Padres y maestros de la Iglesia y aquello que ha dicho el magisterio en nuestros días. De igual manera, es necesario que se reconozca el fundamento bíblico teológico de la soltería por el reinado de Dios, ya que allí será posible hallar el verdadero sentido que tiene la invitación de Dios a vivir el celibato.

Puesto que el análisis histórico de la soltería consagrada en la antigüedad muestra una gran preocupación por lo cultual, será oportuno identificar cómo el celibato en la actualidad ha experimentado un giro de lo cultual a lo apostólico liberador. Toda la investigación estará enfocada al celibato por el Reino-justicia de Dios en América Latina y desde la comprensión apostólica liberadora de su ser, lo cual sirve para ubicar este don de Dios en un contexto determinado, lugar en el cual encuentra la soltería consagrada su razón de ser y hacer en la historia y realidad social de este subcontinente.

No cabe duda que la soltería por el reinado de Dios en América Latina debería tener un valor vital religioso determinado que sustenta este consejo evangélico, lo cual responde a la invitación del Señor a seguirlo y construir el Reino de Dios. Puesto que el célibe de este subcontinente se interesa en aquella misión del Reino-justicia de Dios para Latinoamérica, él se inserta en la realidad económica, política, cultural y social, y desde allí pretende ver la realidad distinguiendo aquello que responde o no a la liberación y dignificación de los hombres y mujeres. De esta manera, es como la soltería consagrada se historiza en una realidad espacio temporal determinada, para luego generar movimientos de cambio que promuevan la cultura de vida por sobre la cultura de muerte que actualmente está alienando a tantos y tantas en este continente.

‐7‐   

El célibe encuentra su fundamento en aquella individual y directa invitación del Señor que se hace presente en la historia personal y comunitaria del soltero consagrado. Es Dios mismo quien hace partícipe al hombre y a la mujer de su misión de construir el Reino; sin embargo, el célibe tiene una invitación diferente, aunque igual en dignidad al resto de las vocaciones cristianas, a consagrarse única y totalmente a Dios y los hombres, en especial a aquel que ha sido empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad.

Jesús se revela al soltero por el reinado de Dios con rostro humano, el cual está maltratado, ultrajado y humillado por los pecados sociales propios de la cultura alienante que impera hoy en América Latina. Es Cristo encarnado en aquel hombre o mujer que invita al seguimiento a Él por medio de la vida célibe. Éste es el fundamento de la soltería consagrada, es aquello que comunica el llamado de Dios que se revela por medio de una profunda y transformadora experiencia espiritual, volviéndose al mismo tiempo en la fundamentación ético teológica de su ser y hacer como soltero por el Reino-justicia de Dios para América Latina.

De igual manera, otra importante experiencia espiritual que fundamenta la vida del soltero consagrado, es aquella de participar de la cadena transmisora de amor propia de la relación comunión de Dios Uno y Trino, ya que ésta lo anima a seguir transmitiendo el mismo amor a la humanidad, especialmente a aquella que está siendo des-humanizada.

Ahora bien, en caso tal que la soltería consagrada sea asumida por una imposición legalista sin haber tenido una experiencia vital espiritual, es muy probable que se termine por degenerar el verdadero sentido y valor del celibato.

Por ello en este trabajo de

investigación se identificarán aquellos riesgos a los cuales estaría expuesto el soltero consagrado que mediocremente ha asumido su opción celibataria, el cual está propenso a caer en infidelidades narcisistas que únicamente lo alienan, llevándolo a desear la voluntad de poder que termina justificando una hipocresía celibataria, la cual atenta contra el mismo individuo, la comunidad y sin duda al ser de la soltería por el Reino-justicia de Dios. ‐8‐   

Pues bien, esta investigación podría ser de gran ayuda para las comunidades religiosas y seminarios diocesanos de América Latina, ya que este trabajo se ofrece como una alternativa para comprender y posteriormente reflexionar el celibato en el contexto de este subcontinente, con el pretexto de liberación del Reino-justicia de Dios. También, gracias al enfoque con que se trabajará la soltería consagrada en este documento, se facilitará al lector un acercamiento más objetivo a este consejo evangélico que últimamente ha sido cruelmente cuestionado por la sociedad e incluso por la vida religiosa.

En este trabajo de investigación será posible reconocer las fuentes ético teológicas y la categoría del Reino-justicia que sustenta y anima la vida célibe, las cuales seguramente despertará en el lector, especialmente en el soltero consagrado, el deseo de identificarse con las mismas, o por lo menos, preguntarse por aquello que está a la base de su experiencia vivida del celibato.

Este texto sobre el celibato por una América Latina justa se presenta como un incentivo a hacer nuevas y renovadas reflexiones teológicas que ayuden a comprender la soltería consagrada en este subcontinente. Pues, no es en absoluto una reflexión acabada que pretenda abarcar la totalidad del celibato, ya que éste se puede ver, analizar, juzgar y valorar desde diferentes enfoques dependiendo de las variadas experiencias que llevan a vivir la soltería por el reinado de Dios.

De aquí que para realizar esta investigación se opta por el método hermenéutico latinoamericano como proceso de reflexión, el cual ofrece herramientas pertinentes para ver la realidad dinámica del ser de la soltería por el reinado de Dios desde antaño hasta la actualidad. Puesto que el celibato no es una realidad estática, sino que más bien se adapta a un contexto determinado, es oportuno que sea analizado desde su inserción espacio temporal en el cual se está realizando como ser en y para el mundo, de modo que comunique su esencia apostólica liberadora con el pretexto práctico de la co-creación del Reino-justicia de Dios. ‐9‐   

Por medio de la hermenéutica latinoamericana será posible comprender la soltería por el reinado de Dios desde un nuevo horizonte de sentido que responda a la realidad del llamado a ser eunucos por el Reino, lo cual demanda salir de los dogmatismos estáticos para insertarse en la novedad del la invitación del Señor por la vida célibe. Es por ello que se ha recurrido a diferentes textos de carácter histórico, magisterial, bíblico teológico y sociales que ayuden a comprender, desde una postura crítica, aquel paso gradual que se fue dando en la comprensión del celibato desde lo cultual a lo apostólico liberador, lo cual al mismo tiempo revela aquella superación que se dio de lo meramente legalista a la categoría de don gratuito dado por Dios.

Superada la postura legalista y cultual del celibato, no cabe duda que la soltería consagrada se realiza en un contexto determinado, el cual lleva al célibe a responder a la misma realidad, ya sea esta espiritual, económica, política, cultural o social; puesto que desde allí es posible realizar su praxis liberadora en el acontecer de la historia. La soltería por el reinado de Dios se presenta y realiza desde su verdadero sentido apostólico de liberación, que para el caso de la investigación, es la utopía de una América Latina justa. Esto es lo que justifica el método hermenéutico latinoamericano que se utilizará en este trabajo, ya que por medio de él es posible generar un diálogo entre los textos analizados críticamente, con el contexto en el cual y al cual se refiere el celibato con aquel pretexto apostólico liberador del Reino-justicia de Dios para América Latina, el cual lleva al célibe a optar radicalmente por este estilo de vida que se realiza en el seguimiento a Cristo mediante la soltería consagrada.

En definitiva, el método para este trabajo de investigación no se reduce meramente a una teologización del celibato, sino más bien, ofrecerá una nueva manera de aproximarse a él y desde él hacer una teología práctica de liberación en concordancia con la esencia del llamado a ser solteros por el reinado de Dios. El método hermenéutico latinoamericano propone una nueva praxis apostólica liberadora para el célibe en América Latina, quien responde críticamente, desde un conocimiento previo de las ciencias sociales y la realidad ‐10‐   

misma del subcontinente, a la misión de ser promotores de la vida y del Reino-justicia de Dios.

Junto con el método hermenéutico latinoamericano que se utilizará en esta investigación será necesario recurrir a recursos bibliográficos y cibergráficos que faciliten el análisis histórico, social y práctico en contexto de la soltería consagrada. Puesto que se pretende reconocer el origen del celibato, se utilizará material bibliográfico y cibergráfico de tipo histórico y magisterial, los cuales muestren, de una u otra forma, el desarrollo de la soltería consagrada desde su inicio hasta hoy. De igual manera, la fundamentación bíblico teológica es un recurso que clarificará el verdadero sentido del celibato por el Reino de Dios.

Ahora bien, como la investigación está enfocada desde el pretexto apostólico de la liberación por el Reino-justicia de Dios en América Latina, será necesario acudir a elementos bibliográficos y cibergráficos que contextualicen el celibato en este subcontinente, revelando la realidad económica, política, cultural y social por el cual el empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad está siendo dominado y humillado, a quienes el célibe se consagra por su liberación. Por esta razón los estudios y análisis de corte latinoamericano, tanto del celibato como de la realidad, serán de mucha ayuda para esta investigación en contexto con el pretexto de liberación.

Aunque objetivamente hablando no hayan tantos documentos dirigidos específicamente a esta materia en cuestión, será posible realizar la investigación gracias a los documentos del magisterio, las conferencias del episcopado latinoamericano y el Caribe, los aportes de la teología de la liberación, las reflexiones de la CLAR, los análisis sociales de la CEPAL y algunas visiones antropológicas de la realidad. Todos aquellos recursos de tipo bibliográfico y cibergráfico, sin duda alguna, ayudarán a identificar la realidad de América Latina en situación de empobrecimiento, opresión y exclusión social, lo cual afecta a tantos y tantas que se ven forzados a sobrellevar ésta cruda realidad en su vida; y para quienes el Señor ha llamado a que se acepte la invitación de ser célibes por el Reino-justicia de Dios. ‐11‐   

OBJETIVO GENERAL:

Reflexionar el sentido del celibato de la vida consagrada y presbiteral desde aquella misión profética y liberadora para con los empobrecidos de América Latina, y así resignificar el don del celibato como condición válida para la construcción del Reinojusticia de Dios en América Latina.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:  Hacer un recorrido histórico y teológico magisterial, para reconocer el desarrollo y valor del celibato a lo largo de la historia de la Iglesia occidental.  Profundizar en la realidad del celibato entendido como don y vocación que dispone totalmente al hombre – mujer al proyecto salvífico de Dios.  Identificar la manera cómo el celibato ha sido y es relacionado con el seguimiento de Cristo en función del Reino.  Identificar el riesgo del celibato como condición de poder y narcisismo en contradicción al verdadero sentido de la disponibilidad y servicio al Reino de Dios y su justicia.

‐12‐   

CAPITULO I EL CELIBATO AL INTERIOR DE LA IGLESIA CATÓLICA

El celibato al interior de la Iglesia Católica Apostólica Romana de tradición latina no deja de ser interesante desde su origen; puesto que en el fundamento de la soltería consagrada1 encontramos tantas opiniones y motivaciones que hacen de su historia un encuentro de ideas controversiales al respecto de su sentido, tanto a nivel cultual como apostólico.

A lo largo de este capítulo se desarrollará el celibato desde diferentes enfoques, tales como: la historia y el magisterio de la Iglesia, la patrística y la tradición, los fundamentos bíblico y teológicos, la transición valórica desde lo cultual a lo apostólico del celibato, para finalmente ver, a grandes rasgos, el sentido de la soltería por el reinado de Dios en América Latina. Con ello se pretenderá abarcar de manera sistemática y clara cómo el celibato se ha ido desarrollando en el transcurso de la historia de la Iglesia latina hasta la actualidad.

1.1

El celibato en la historia de la Iglesia

Intentar definir el origen del celibato en la Iglesia no es tarea fácil, ya que su práctica, aun sin ser oficializada, ha sido vivida desde el periodo de los Apóstoles, es decir, en el siglo I. Después, recién en el siglo IV, por la gran influencia de las corrientes paganas del neo                                                             1

 Se utiliza como sinónimo del celibato cristiano soltería consagrada o por el reinado de Dios, ya que usar las 

expresiones castidad o virginidad por el reino, para esta sinonimia no es exacto. No olvidar que dentro de la  comunidad  católica  en  cualquier  estado  todos  estamos  llamados  a  la  castidad,  y  hoy  por  hoy  hay  muchas  religiosas y religiosos que antes de serlo han dejado de ser vírgenes. 

‐13‐   

platonismo, del estoicismo y de los gnósticos, quienes vivieron el dualismo cuerpo y alma, se comenzó a hablar de la soltería institucional cultual para el clero en los documentos pastorales de los Papas2, puesto que quien se dispone a realizar los ritos religiosos debe estar en condición de pureza, la cual se creía se conseguiría necesariamente con la abstinencia sexual-genital antes, durante o después de las acciones rituales, ya que de lo contrario el rito sería contaminado y por ende ineficaz3.

La primera manifestación oficial de la Iglesia en torno al celibato para los ministros ordenados se realizó en el año 306 en el concilio de Elvira. En este se determinó la obligatoriedad de la soltería consagrada para todos los obispos, presbíteros y diáconos, diciendo en su canon 33:

Los Padres son unánimes sobre la obligación del celibato impuesta a los obispos, a los sacerdotes y a los diáconos; es decir: a todos los clérigos al servicio del altar, quienes deben guardarse de conocer a sus esposas y de engendrar hijos. Quien sin embargo haga eso, debe ser excluido del estado eclesiástico4.

Pocos años después de haber sido emitido, en el concilio de Elvira, el decreto sobre el celibato obligatorio para los obispos, presbíteros y diáconos; se realizó un nuevo concilio                                                              2

  Cfr.  Arquidiócesis  de  Bogotá,  “El  origen  de  celibato  sacerdotal  es  fundamentalmente  espiritual”    (06  de 

octubre  de  2008)  http://www.arquibogota.org.co/?idcategoria=10855  (Consultado  el  08  de  Febrero  de  2010).  3

 Cfr. Madera Vargas, Ignacio; “Ministerio Ordenado y Celibato, Reflexiones acerca de Celibato y Ministerio 

Ordenado”,  Documento  trabajado  en  el  curso  de  Teología  de  los  Ministerios  segundo  semestre  de  2009,  fecha: 17 de Noviembre de 2009, 2.  4

 

Lorber, 

Bernard, 

“Orígenes 

del 

celibato 

eclesiástico” 

(25 

de 

julio 

de 

2008) 

http://www.conviccionradio.cl/doctrina/origenes‐del‐celibato‐eclesiastico.html  (Consultado  el  08  de  Febrero de 2010).   

‐14‐   

que también trató la novedad de la soltería institucional para todos los ministros ordenados de la Iglesia. En el año 325 el concilio de Nicea formuló en el canon 3 “la prohibición a los obispos, sacerdotes y diáconos que alojen en su casa a mujeres que no sean su madre, su hermana o su tía”, lo cual fue re-afirmado posteriormente en el concilio de Hipona del año 393, diciendo: “que ninguna extraña habite con un clérigo, sea este quien fuere, sino solo las madres, abuelas, tías, hermanas, sobrinas”. Y así, en repetidas ocasiones fueron apareciendo diferentes concilios que sostenían la autoridad invocada por el concilio de Nicea5.

Sin duda, también fueron surgiendo aquellos que consideraban que la nueva norma de la Iglesia era algo despiadada. Se da el caso del obispo egipcio Pafnucio, quien “se levanto y dijo que no había que imponer a los sacerdotes un yugo tan grande, pues el matrimonio era una cosa digna. Que bastaba que aquellos que entraban en el clero y no estaban casados no pudieran contraer matrimonio, pero que no había que separar a ningún sacerdote de su mujer con la cual se había desposado cuando aún era laico”6.

Otro texto oficial de la Iglesia referente a la obligatoriedad del celibato se puede encontrar en aquel concilio celebrado en Cartago en el año 390, el cual dice en su documento Codex Canonum Ecclesiae Africanae:

Estamos todos de acuerdo sobre este punto: que los obispos, sacerdotes y diáconos, los guardianes de la castidad, se guarden a sí mismos de su propia esposa, a fin de que la castidad sea conservada en todo y por todos los que trabajan en el altar. (...) Así guardamos lo que enseñaron los Apóstoles y es considerado como un uso antiguo7.                                                               5

 Ibid. 

6

 Ranke‐Heinemann, Uta, “Eunucos por el reino de los cielos” Iglesia católica y sexualidad, Editorial Trotta, 

Madrid, 1994, 95.  7

 Lorber, Orígenes. 

 

‐15‐   

Ahora bien, vale recalcar la manera como los concilios, hasta ahora mencionados, enfocaron el celibato; pues en estricto rigor la soltería consagrada instaurada a partir del siglo IV no niega el matrimonio de los ministros ordenados ya casados, sino que intenta evitar la actividad sexo-genital de los obispos, sacerdotes y diáconos que se disponen a la acción ritual. En concordancia con lo dicho, a finales del siglo IV e inicios del siglo V sobresalen algunos papas y concilios, tales como:

Siricio (386), Inocencio I (417), León el Grande (461) y los concilios regionales de Toledo (400), Cartago (390 y 401) deciden progresivamente que los sacerdotes viudos no pueden volverse a casar y los casados tener relaciones sexuales o cohabitar con su mujer, se introducen conceptos de pureza ritual en consonancia con las interpretaciones sacerdotalizantes del ministerio neotestamentario8.

De igual manera el concilio de Clermont del año 535 y el concilio de Tours celebrado en el año 567 coinciden en que los ordenados obispos, sacerdotes o diáconos no deben seguir con las relaciones maritales, y más aun, deberán considerar a sus mujeres como hermana suya. Tours fue tajante con la regulación para con los obispos, pues se esperaba un cierto control que les ayudará a estar separados de su esposa. Seguidamente en el año 583 el concilio de Lyon se suma a la causa, estableciendo: “Los clérigos casados no deben vivir juntos con sus esposas” lo que posteriormente fue avalado también por el concilio de Toledo de 589 (canon. 5)9.

Entre muchos intentos de varios papas que desean imponer la continencia sexual de los ministros ordenados, también existió el caso del papa León I quien por primera vez, en el año 446, desea que los subdiáconos vivan de igual manera el celibato. Él ha dicho en su                                                              8

 Madera, Ministerio Ordenado, 3‐4. 

9

 Cfr. Ranke‐Heinemann, Eunucos, 96. 

 

‐16‐   

carta dirigida al obispo Atanasio de Tesalónica: “…no se permite, en cambio, ni si quiera a los subdiáconos, con el fin de representar la pureza inherente a la abstinencia total, el matrimonio carnal, de manera que quienes tienen esposa deben comportarse como si no la tuvieran”10.

Interesantes son las palabras del papa Gregorio I († 604) cuando le escribe al obispo León de Catania: “Quiera vuestra fraternidad mirar con todo cuidado que los que ya han alcanzado esta sublime consagración, no se tomen la libertad de tener relaciones sexuales con sus esposas, quienes la tuvieren, y disponer, también con todo rigor, que todo sea observado como si estuviera bajo la mirada de la sede apostólica”, exigiendo a los sacerdotes casados que a sus esposas “las amasen como una hermana y huyeran de ellas como de un enemigo”11.

En el año 742, en el primer concilio alemán, Bonifacio hace público su castigo en contra de los sacerdotes casados, quienes debían “permanecer dos años en la cárcel, pero previamente debe ser públicamente golpeado y azotado, después el obispo puede mandar a repetir el castigo”. En cambio para los monjes y las monjas consistía en: “después de recibir la tercera paliza, ir a la cárcel y allí hacer penitencia durante el transcurso de un año”, y en el caso particular de las monjas también “se les cortaba todos los cabellos de la cabeza. (Obras completas de san Bonifacio, 1859, vol. II, p.7)”12.

En la historia del celibato es importante considerar la reforma gregoriana que comienza con el papa León IX, ya que allí además de darse una consolidación del poder papal también se intenta inculcar la soltería consagrada, lo que desafortunadamente trajo consigo un rechazo a la mujer. Un ejemplo de esto se puede ver cuando el papa León IX determina en Roma que las mujeres de los sacerdotes pasaran a servir, como esclavas, en el palacio del                                                              10

 Ibid., 97. 

11

 Ibid., 97‐98. 

12

 Ibid., 99. 

 

‐17‐   

Laterano (véase Kempf, en Jedin, Handbuch d. Kirchengeschichte, vol. III/I, 1996, p. 407 ss.)13.

Otra de las declaraciones que nace a partir de la reforma gregoriana ha dicho, bajo la autoridad de Pedro Damiano, “Si Cristo ha nacido de una virgen, es necesario que sean también almas vírgenes las que sirvan en la celebración de la eucaristía. Sólo manos vírgenes pueden tocar el cuerpo del Señor (De dignitate sacerdotii)”14.

Es de notar que la Iglesia latina poco a poco fue buscando la manera para que los presbíteros vivieran su ministerio lejos de las mujeres, y por ende, de la vida matrimonial. No fueron pocas las declaraciones que animaban y a veces forzaban a los ministros ordenados a dejar el matrimonio, o de lo contrario se verían forzados a renunciar a su ministerio.

Luego, después de algún tiempo, la Iglesia retoma el tema del celibato en el siglo XII manteniendo el matiz anti-matrimonial. En el año 1139 el papa Inocencio II declara la ordenación sacerdotal como impedimento inderogable para contraer matrimonio, pues era impensable pretender vivir el presbiterado y el matrimonio conjuntamente, ya que todo matrimonio después de la ordenación presbiteral era inválido. Posteriormente, en el concilio de Trento, se determinó que los casados no podían ser ordenados presbíteros, lo cual llevo a que se generará un aumento del concubinato15.

El último “golpe” de la Iglesia, con el deseo de controlar la ordenación de sacerdotes casados, fue en el año 1563 en el concilio Tridentino realizado entre 1545-1563, en el cual se introduce la obligación de la forma para contraer matrimonio. Con ello se pretendía controlar que los casados no puedan acceder al orden presbiteral y así evitar que hubiera                                                              13

 Ibid. 

14

 Ibid., 100. 

15

 Ibid., 94. 

 

‐18‐   

más presbíteros casados en el clero16. Al mismo tiempo se afirmó, que con la soltería consagrada se tenía como fin “presentar en la figura del sacerdote, a un hombre totalmente dedicado a sus feligreses y sin ninguna atadura familiar”17.

Ya en la primera mitad del siglo XX, aunque la situación del celibato se muestra algo más tranquila, la Iglesia aun mantiene la idea negativa del cuerpo, del cual hay que liberarse. El papa, Pío XI, en la encíclica “El sacerdocio católico” de 1936 resalta:

Puesto que Dios es espíritu, parece conveniente que quien se dedique y consagre a su servicio, se libere también, en cierto modo, de su cuerpo” “…Si uno tiene una misión, que en cierto sentido supera la de los demás puros espíritus que están delante del Señor ¿no es lo más cabal que deba vivir, en lo más posible, como un espíritu puro?18

Siguiendo con la lógica dualista del papa Pío XI, el 25 de octubre de 1969 en la basílica de Santa María Maggiore, el papa Pablo VI se dirigía a la Virgen con esta oración: “Enséñanos lo que nosotros humildemente ya conocemos y confesamos con fe: ser puros como tú lo eres; ser castos, es decir, mantenernos fieles a este grandioso y sublime deber de nuestro santo celibato; hoy, toda vez que tantos discuten el celibato y que algunos ya no lo entienden más”19.

Este ha sido el inicio y desarrollo de la larga y discutida historia del celibato, la cual no ha dejado de ser motivada por razones, a veces no santas como también por condenaciones innecesarias. Luego, en la siguiente sección, se verán los aportes que han hecho algunos                                                              16

 Ibid. 

17

  Escuela  para  padres,  “Celibato”,  http://blog.micumbre.com/2009/05/14/el‐celibato‐y‐la‐secularizacion‐

explicados‐a‐los‐hijos‐i/, (Consultado el 15 de Marzo de 2010).  18

 Ranke‐Heinemann, Eunucos, 108. 

19

 Ibid. 

 

‐19‐   

Padres y maestros de la Iglesia, de los cuales se espera, de igual manera, mostrar el rico y, sin duda, controvertido proceso del celibato que se ha heredado hasta hoy.

1.2

El desarrollo del celibato según los Padres y maestros de la Iglesia

El celibato también fue tema de discusión y discernimiento entre los Padres y maestros de la Iglesia, y por ello se pueden encontrar una gran cantidad de reflexiones sobre el mismo. En este apartado no se pretenderá profundizar en su totalidad todos los aportes de los Padres y maestros de la Iglesia, puesto que al ser tantos sería muy difícil aspirar abarcarlos a todos; por ello se tratará sólo a aquellos pensadores de la patrística y tradición de más alto nivel, según la Iglesia.

Posiblemente el primero de los Padres de la Iglesia que se manifestó sobre el celibato fue el reconocido obispo y mártir, Ignacio de Antioquía, en una de sus cartas dirigidas a Policarpo, obispo de Esmirna, donde le menciona aquel riesgo de autoexaltación que podrían vivir los célibes, quienes “viven en castidad para honrar la carne del Señor”. Aunque es notable el rechazo de Ignacio de Antioquía a la autoexaltación del célibe en desmedro de los obispos casados, “si se autoalaba, está perdido, y si se cree más que el obispo, está condenado”; con ésto no se pretende menospreciar la opción de vida soltera consagrada por la que optan algunas personas20.

En un contexto de gran rechazo al cristianismo y una fuerte influencia gnóstica, el mártir Justino, afirma en el año 150 una clara valoración positiva hacia la vida célibe, para así adaptarse al entorno mental de aquella época que sobrevaloraba el ideal de la virginidad por encima de la vida matrimonial. Las propias palabras de Justino han dicho: “nosotros desde el principio o abrazamos el matrimonio con la única finalidad de tener hijos o, renunciando                                                              20

 Ibid., 47. 

‐20‐   

al estado matrimonial, permanecemos perfectamente castos”. Es de notar que Justino no rechaza en absoluto el matrimonio, pero éste solo es válido en la medida que esté en función de la procreación, de lo contrario es preferible vivir en perfecta castidad21.

Luego, el luchador contra el gnosticismo y el más erudito de los Padres de la Iglesia, Clemente de Alejandría, también presenta su postura en torno al celibato. Él, partiendo de la convencida postura de acusar como errónea la interpretación del texto de Mateo 19 que han hecho los heresiarcas, en el cual se valida el celibato; dice que realmente éste capítulo se refiere al divorcio, más no al celibato o a la virginidad. Contra los gnósticos, Clemente de Alejandría pretende presentar el matrimonio como un bien querido por Dios, pero sin olvidar el ideal estoico de la finalidad procreativa del mismo22.

Ahora bien, su sucesor Orígenes, quien fue considerado como el teólogo más importante de la Iglesia griega, a pesar de caer en el error de interpretar y cumplir literalmente, con el fin de llegar a la perfección cristiana, “la castración por el Reino de los cielos” presentada en el Evangelio de Mateo 19, aun así siguió reconociendo la superioridad del celibato ante Dios23.

En un claro rechazo por la sexualidad y el matrimonio aparece Juan Crisóstomo, quien desde la virginidad de Adán y Eva, y la posterior condición de pecado, resultado de su desobediencia, se atreve a decir que la virginidad e inmortalidad van de la mano, contrario al matrimonio que va unido a la muerte. Esto deja en clara evidencia la supuesta superioridad del celibato en relación al matrimonio, el cual es considerado como una concesión a la debilidad del hombre. Al mismo tiempo, el matrimonio fue valorado por

                                                             21

 Ibid., 47‐49. 

22

 Ibid., 49‐51. 

23

 Ibid., 51. 

 

‐21‐   

Juan Crisóstomo como un remedio a los deseos sexuales de la persona, quitándole así la prioridad a la primacía de la procreación24.

En Milán, el obispo Ambrosio, afirma que la virginidad voluntaria es una virtud cristiana, la cual es propiedad exclusiva del cristianismo. Según Ambrosio, la virginidad ayuda a escaparse de las miserias de una naturaleza a la que pertenece todo el género humano. También, el obispo de Milán, exigía a los presbíteros que no tuvieran más relaciones sexuales con sus esposas. Aunque el obispo Ambrosio haya tenido gran afecto hacia la virginidad, aun así, a diferencia de otros Padres de la Iglesia, él no considera al matrimonio “como un pecado del que haya que huir, sino lo ve como un peso del que hay que liberarse en lo posible”25. Sin embargo, el matrimonio, al igual que para Juan Crisóstomo, lo considera como un remedio para permanecer al amparo, pero en su caso sí es primordial la procreación en el acto sexual de la pareja, condenando cualquier relación marital con la mujer encinta26.

De igual manera, San Jerónimo, tiene su postura en relación al celibato y al matrimonio: “si el sacerdote debe rogar siempre, entonces debe privarse siempre del uso del matrimonio” 27. Aquí vemos que para San Jerónimo es inconcebible poder realizar una vida ministerialcultual paralelamente a los deberes de la vida matrimonial. San Jerónimo fundamenta el celibato o la virginidad desde Jesús, María y los Apóstoles, ya que según él muchos de ellos eran vírgenes y en caso contrario decidieron optar por la abstinencia sexual.

Otro de los grandes Padres de la Iglesia que valdría la pena mencionar, es el reconocido San Agustín. El, en su documento “De sancta virginitate”, quiere reconocer la propuesta de                                                              24

 Ibid., 54‐56. 

25

 Ibid., 57. 

26

 Ibid., 56‐57. 

27

 Lorber, Orígenes. 

 

‐22‐   

la virginidad sin la más mínima intención de desestimar el matrimonio28, pues simplemente concluye: “la superioridad de la virginidad ante el matrimonio sólo en virtud del mismo derecho divino, ya que la excelencia de la virginidad vale independientemente de su comparación con el matrimonio”29.

Para Santo Tomás de Aquino, la virginidad también tiene un valor excepcional, pero sin ignorar el valor del matrimonio. En su texto, la Suma Teológica, presenta la virginidad en el contexto de la castidad, y dice que ésta es virtud en la medida que sea una tendencia “moderada por la razón”. Para este gran teólogo, “la castidad tiene su sede en el alma, a pesar de tener en el cuerpo su materia. En efecto, la castidad tiene como función usar regularmente ciertos miembros del cuerpo, según el juicio de la razón y la elección de la voluntad (q. 151, a. 1)”30. Ahora bien, la virginidad conforme a la recta razón debe ayudar en la abstinencia de los placeres del cuerpo, de manera que la persona pueda atender más libremente a la contemplación de Dios, lo cual hace de la virginidad algo loable (q. 152, a. 2) 31.

Luego, el reconocido San Ignacio de Loyola, presenta el celibato desde una estrecha relación con la contemplación más que con la ascética:32 “quien mantiene su mirada



                                                             28   Cfr.  Majorano,  S,  “Vida  Consagrada”,  Nuevo  diccionario  de  teología  moral,  1860,  Ediciones  Paulinas,  Madrid, 1992. 29

Langa, 

Pedro, 

“San 

Agustín 



el 

progreso 

de 

la 

teología 

matrimonial”, 

http://books.google.com/books?id=KWsVRgkJZYEC&pg=PA180&lpg=PA180&dq=De+sancta+virginitate+San +Agustín&source=bl&ots=Vt0vu1wwZ7&sig=NjMPxF5qeYPAx9FPiviyZBixsm4&hl=es&ei=1mhxS97vJcmztge3 0ZD3CQ&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=2&ved=0CAoQ6AEwAQ#v=onepage&q=De%20sancta%2 0virginitate%20San%20Agust%C3%ADn&f=false, (Consultado el 09 de Febrero de 2010).  30

 Majorano, Vida consagrada, 1861. 

31

 Ibid., 1862. 

32

 

Cfr. 

Hollweck, 

Thomas, 

“El 

voto 

de 

castidad 

en 

la 

Compañía 

de 

Jesús”, 

http://books.google.com.co/books?id=GkFTbec8AzUC&printsec=frontcover&dq=Thomas+Hollweck&cd=2#v

‐23‐   

dirigida a Dios e intenta afirmar su corazón en Cristo vive la castidad como la vivió y entendió el maduro Ignacio, que tenía que ir creciendo en su propio camino de la imitación de los ángeles”33.

Los ángeles son seres totalmente (puramente) orientados hacia Dios, que por encargo suyo son enviados a los hombres. De manera análoga, la vida del jesuita debe caracterizarse por su atención (contemplación) a Dios y por el servicio a los hombres (acción, misión, apostolado), es decir, por la escucha de Dios y por el anuncio de su Buena Nueva. Así queda alineada una amplia comprensión de la castidad que no se reduce a la pura continencia34.

San Juan de la Cruz se refiere al celibato desde aquella dimensión de pureza, la cual debe estar sostenida por una vida de oración y ascesis. Él sostiene: “Sin oración, sin mortificación, es imposible conseguir la castidad"35. De manera similar, San Francisco de Sales, protege el celibato y ha dicho: “la castidad es como una rosa: entre espinas se conserva hermosa y perfumada. Manoseada, acariciada por las manos, pierde su belleza y empieza a descomponerse y a oler mal”36.

Uno de los más grandes y populares educadores del siglo XIX, San Juan Bosco, en su contexto de apostolado educacional entre los jóvenes pobres de Italia también se refiere a la castidad. Sin embargo, el enfoque con el cual lo hace corresponde directamente a su contexto, de modo que su afirmación es netamente normativa. El elemento básico que

                                                                                                                                                                                      =onepage&q=contemplaci%C3%B3n%20m%C3%A1s%20que%20con%20la%20asc%C3%A9tica&f=false,  (Consultado el 18 de Marzo de 2010).  33

 Ibid.  

34

 Ibid. 

35

  Sálesman,  Eliécer,  “Pureza  o  Castidad”  Avisos  para  defenderla,  JMC  Editores,  5ª  Edición,  Bogotá.  2005, 

135.  36

 Ibid., 171. 

‐24‐   

ayudaría a vivir la castidad, principalmente en el ambiente educacional, según San Juan Bosco es:

Amar a todos igualmente o no amar a ninguno. Jamás se debe tener preferencia hacia alguno ni demostrar amor sensual hacia la juventud. Hay que tener un gran cuidado para no cultivar afectos sensibles por medio de regalitos (dulces, dineros, medallas, libros). No hay que tomarlos de la mano, ni ponerles la mano sobre la nuca, ni acariciarlos, ni abrazar, ni besar37.

Puesto que el celibato está estrechamente relacionado con la pureza y la santificación, ésta es constantemente atacada por los enemigos de la salvación. De modo que para conservar dicha pureza el santo italiano dice:

Hay que evitar la familiaridad con personas de otro sexo y con toda persona que nos lleve a la sensualidad, y no contraer nunca amistades sensibles, especialmente con gente joven (excepto el noviazgo para el matrimonio). Tener caridad y buen trato y amabilidad con todos, pero nunca jamás amistad sensible fuera del matrimonio38.

Estas han sido algunas de las reflexiones de determinados Padres y maestros de la Iglesia, las cuales enriquecen el panorama histórico del celibato en sus orígenes. Ahora bien, es de suma importancia reconocer los posibles fundamentos bíblico y teológicos que motivaron a los líderes y grandes pensadores de la Iglesia Católica a optar por la soltería consagrada como un estilo de vida necesario para el clero y los religiosos(as).

                                                             37

 Ibid. 

38

 Ibid., 198. 

‐25‐   

1.3

El celibato en la reflexión del magisterio de la Iglesia

En la actualidad el magisterio de la Iglesia también ha reflexionado sobre el celibato, teniendo una postura claramente positiva al respecto. La soltería por el reinado de Dios, al ser una invitación por parte del Señor, posibilita al célibe a entrar en una unión íntima y personal con Él, lo cual lo dispone a su total servicio por el Reino-justicia. El celibato, junto con los otros dos consejos evangélicos de pobreza y obediencia, se consideran “fundados en las palabras y ejemplos del Señor y recomendados por los Apóstoles, por los Padres, doctores y pastores de la Iglesia, son un don divino que la Iglesia recibió del Señor, y que con su gracia se conserva perpetuamente”39. 

Es muy importante reconocer que el celibato es un don de la gracia dado por Dios, más no una imposición jurídica impuesta por la jerarquía de la Iglesia40. La soltería consagrada debe ser entendida como fruto del amor de Dios sobre el cual la persona es invitada libremente a acoger aquel estilo de vida célibe, de lo contrario, aquella opción de vida terminaría siendo una carga constante y motivo de muchas frustraciones personales y comunitarias.

En la siguiente afirmación de Perfectae Caritatis numeral 12, es posible ver aquella gratuidad con la cual el celibato es ofrecido al hombre o la mujer, liberándolo para que se llene plenamente con el amor de Dios y de la humanidad. Siendo así, es como aquel que acepta alegre y libremente la soltería consagrada, que nace del profundo deseo de ofrecerse al servicio divino y a su apostolado.                                                              39

 Constitución Dogmática Lumen Gentium, 43.  

40

 “…Sientan íntimamente con cuanta gratitud han de abrazar ese estado no sólo como precepto de la ley 

eclesiástica,  sino  como  un  don  precioso  de  Dios  que  han  de  alcanzar  humildemente,  al  que  han  de  esforzarse en corresponder libre y generosamente con el estímulo y la ayuda de la gracia del Espíritu Santo”  (Decreto Optatam Totius, 10).  

‐26‐   

La castidad "por el Reino de los cielos", que profesan los religiosos, debe ser estimada como un singular don de la gracia. Ella libera de modo especial el corazón del hombre para que se inflame más en el amor a Dios y a todos los hombres, y es, por lo mismo, signo peculiar de los bienes celestiales y medio aptísimo para que los religiosos se dediquen con alegría al servicio divino y a las obras de apostolado. Evocan así ellos ante todos los cristianos aquel maravilloso connubio instituido por Dios y que habrá de tener en el siglo futuro su plena manifestación, por el que la Iglesia tiene a Cristo como único Esposo41.

De igual manera, Lumen Gentium, afirma aquella gratuidad del don del celibato que Dios ofrece a algunos hombres y mujeres, con el fin de que el soltero consagrado pueda entregarse con un corazón indiviso al Padre y a su Reino-justicia:

La santidad de la Iglesia se fomenta también de una manera especial en los múltiples consejos que el Señor propone en el Evangelio para que los observen sus discípulos, entre los que descuella el precioso don de la gracia divina que el Padre da a algunos (cf. Mt 19,11; 1 Cor 7,7) de entregarse más fácilmente sólo a Dios en la virginidad o en el celibato, sin dividir con otro su corazón (cf. 1 Cor7, 32-34). Esta perfecta continencia por el Reino de los cielos siempre ha sido considerada por la Iglesia en grandísima estima, como señal y estímulo de la caridad y como un manantial extraordinario de espiritual fecundidad en el mundo42.

Ante la duda de que la soltería por el reinado de Dios sea una posible evasión al amor hacia el otro, se puede objetar con aquella seguridad de saber que el celibato no es en ningún caso una negación del amor al otro, sino más bien, es una apertura total al mismo, para así poder                                                              41

 Decreto Perfectae Caritatis, 12. 

42

 Lumen Gentium, 42. 

‐27‐   

amar incondicionalmente a Dios y a toda su creación, posibilitando el paso de la vida vieja a la vida nueva en el Reino-justicia43.

Ahora bien, sin duda la vida célibe, al ser asumida por hombres y mujeres igualmente frágiles que el resto, debe ser cuidada y ofrecida al Señor, de modo que pueda ser vivida con fidelidad y responsablemente. Pero para ello es oportuno que el consagrado por el Reino de Dios confíe en el auxilio del Señor. Al mismo tiempo, debe vivir una vida prudente y en constante oración, procurando así mantener una estrecha comunión con Dios mediante una sana vida espiritual y corporal, de tal manera que pueda poner todo el ser del hombre o mujer a disposición del Espíritu de Cristo44.

Es, pues, necesario que los religiosos, celosos por guardar fielmente su profesión, se fíen de la palabra del Señor y sin presumir de sus propias fuerzas pongan su confianza en el auxilio divino y practiquen la mortificación y la guarda de los sentidos. No omitan tampoco los medios naturales, que favorecen la salud del alma y del cuerpo. Así, los religiosos no se dejarán impresionar por las falsas doctrinas, que presentan la continencia perfecta como imposible o como algo perjudicial al perfeccionamiento del hombre, y rechazarán, como por instinto espiritual, cuanto pone en peligro la castidad. Tengan, además, presente todos, principalmente los Superiores, que habrá mayor seguridad en la guarda de la castidad cuando reine en la vida común un verdadero amor fraterno45.

El papa Juan Pablo II con el deseo de promover el don de la virginidad en sí mismo ha dicho en varias ocasiones:

El consejo evangélico de la castidad es sólo una indicación de aquella particular posibilidad que para el corazón humano, tanto del hombre como de la mujer,                                                              43

 Cfr. Por un Cartujo, “La felicidad de ser casto”, Editorial San Pablo, Bogotá, 2007, 63. 

44

 Ibid., 66. 

45

  Perfectae Caritatis, 12. 

‐28‐   

constituye el amor esponsal de Cristo…,no es sólo una libre renuncia al matrimonio y a la vida de familia, sino que es una elección carismática de Cristo como esposo exclusivo46.

Con lo cual pretende acercar el Reino escatológico de Dios a la vida de toda la humanidad. De esta manera es como se hace “anuncio de la resurrección futura y de la vida eterna: de la vida en unión con Dios mismo mediante la visión beatífica y el amor que contiene en sí, e íntimamente impregna todos los demás amores del corazón humano (Redemptionis donum, 11: “AAS” 76 (1984) 532-533)”47

En conclusión, es posible ver como el Vaticano II desea poner hincapié en el celibato entendiéndolo como don recibido, el cual hay que cuidar y ofrecer al servicio de Dios y su Reino. Es de saber que la soltería por el reinado de Dios en ningún caso es una renuncia o represión de la sexualidad o de la afectividad, sino más bien es una forma diferente de vivir aquellas dos dimensiones inherentes del ser humano48:

La virginidad implica ciertamente la renuncia a la forma de amor típica del matrimonio, pero la renuncia se realiza con el fin de asumir más en profundidad el dinamismo, inherente en la sexualidad, de apertura oblativa a los otros y de potenciarlo y transfigurarlo mediante la presencia del Espíritu, el cual enseña a amar al Padre y a los hermanos como el Señor Jesús. (Congregación para la educación católica, Orientaciones educativas sobre el amor humano, 4)49.

                                                             46

 Majorano, Vida Consagrada, 1864. 

47

 Ibid. 

48

 Ibid. 

49

 Ibid. 

‐29‐   

1.4

Fundamentación bíblico teológica del celibato

Hasta ahora ha sido posible ver cómo el celibato en la Iglesia Católica se ha caracterizado desde la valoración cultual, aunque sin embargo hay luces de una renovada comprensión más apostólica que responde propiamente a aquello que la Sagrada Escritura presenta en relación a la soltería consagrada. En el presente apartado se profundizará en la fundamentación bíblico teológica que sirve de fundamento para entender el paso de lo cultual a lo apostólico liberador por el Reino-justicia del celibato.

Ahora bien, no es fácil encontrar una fundamentación bíblico teológica del celibato, puesto que su origen está arraigado en la tradición más que en las Escrituras. Aun así, hay textos bíblicos que podrían ayudar a cimentar la práctica de la soltería por el reinado de Dios desde su dimensión profética.

Es de saber que en el Antiguo Testamento realmente no hay datos tan trascendentales que podrían ayudar a establecer el celibato; además en la cultura de aquella época la virginidad, la cual era equiparada con la esterilidad, no era un valor en absoluto, peor aún, era considerada una humillación y una gran vergüenza. Es por ello que no se pueden encontrar textos bíblicos en el Antiguo Testamento que hablen de la virginidad como un estado de vida válido50. Realmente “en el judaísmo rabínico del tiempo de Jesús, el celibato no sólo no tiene sentido sino que es un pecado”51.

El único texto que se refiere al celibato en el Antiguo Testamento es el caso del profeta Jeremías, quien por mandato del Señor, que le dice, “no busques esposa, ni tengas hijos e hijas en este lugar” (Jeremías 16, 29) lleva una vida soltera por el reinado de Dios. Ahora bien, “este oráculo tiene un valor simbólico al servicio de su predicación: las mujeres y sus                                                              50

 

Cfr. 

Dierckx, 

Paulo 



Jordá, 

Miguel, 

“El 

celibato 

por 

el 

Reino”, 

http://www.es.catholic.net/sectasapologeticayconversos/574/1441/articulo.php?id=7767, (Consultado el 15  de Febrero de 2010).  51

 Sobrino, Jon, “El celibato cristiano en el tercer mundo”, CLAR, Colección: Perspectivas‐CLAR Nº 5, 1977, 32. 

‐30‐   

hijos perecerán en el castigo próximo”52, más no se refiere al celibato como don ni como carisma.

Sin embargo, en el Nuevo Testamento, hay una nueva manera de ver el celibato, la cual nace fundamentalmente a partir del texto de Mateo 19, 12 “Pues algunos son eunucos porque nacieron así; a otros los hicieron así los hombres; y otros se han hecho así por causa del Reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte”. Aquí se refiere particularmente a una forma de vida por el Reino de Dios, en donde es el mismo Cristo quien aprueba la virginidad por el Reino, subrayando al mismo tiempo, que no es una realidad para todos, sino que es fruto de un don dado por el Espíritu53.

También se ha interpretado este texto como una defensa de la práctica celibataria de Jesús, posiblemente de Juan Bautista y de los discípulos, quienes habiéndolo dejado todo deciden vivir por el Reino de los cielos. Esto sin duda generó acusaciones de sus adversarios, quienes los trataban de eunucos. Ante aquellos sarcasmos Jesús explica que por motivos superiores, tal como la entrega por el Reino de los cielos, podían dispensar del deber de engendrar54.

Considerando que los destinatarios son los discípulos del Señor y aquellos que buscan el celibato por ser la forma más afín al Reino de Dios, la anterior interpretación es totalmente válida. Pero si se ve el mismo texto de Mateo 19, 12 desde el contexto del divorcio, el significado de lo dicho por Jesús cambia notablemente; pues allí se estaría diciendo que el varón que se ha separado de su mujer no debería tomar otra, pasando así a ser eunuco para entrar en el Reino de Dios. En este caso los destinatarios no serían los discípulos, sino más bien, los maridos separados55.                                                              52

 Ibid.  

53

 Cfr. Majorano, Vida Consagrada, 1857. 

54

 Cfr. Sobrino, El celibato, 35. 

55

 Ibid., 36. 

 

‐31‐   

De todas maneras, en ambas interpretaciones lo que se está poniendo de relieve es la vida soltera por el reinado de Dios. Pues en el caso de los hombres casados la novedad del Reino se relaciona con el amor matrimonial que hace del marido un nuevo hombre. En cambio, cuando se refiere a los discípulos, se presenta el celibato como requisito para entrar en el Reino, o para estar desde ya en mayor afinidad y disponibilidad con él. En este caso en particular se asume que el célibe por el Reino estará más comprometido con las exigencias del mismo, lo cual puede conllevar persecuciones reales y políticas56.

En uno de los escritos de Pablo también se puede encontrar algunas referencias al celibato. En 1 Corintios 7, en donde aparece la doctrina paulina sobre este tema, Pablo, desde su propia experiencia, invita a todos los hombres a que fuesen célibes. Aunque no está claro la razón por la cual él asume la soltería por el reinado de Dios, se sabe por lo menos que fue célibe, ya sea por causa de la angustia escatológica (1 Cor 7, 26-31) o por imitación del rabino Ben Azzai57.

Los condicionamientos que llevan a Pablo a hablar del celibato como gracia particular, son de tipo geográfico, histórico y ético-filosófico. En el caso del condicionamiento geográfico, éste reconoce los grandes desordenes sexuales que se vivían en Corinto, y como respuesta a ese libertinaje sexual Pablo invita a su comunidad a abstenerse de mujer, o de no ser así, a vivir fielmente el matrimonio (1 Cor 7,1). Por ello la castidad se valora como algo bueno y digno de imitar58.

Para el segundo condicionamiento, el histórico, se interpreta el celibato a partir de la próxima venida del Señor, que traerá el tiempo escatológico, más aún, apocalíptico. En este contexto del fin del mundo presente para el paso al nuevo mundo, provoca el que no valga                                                              56

 Ibid., 37‐38. 

57

 Ibid., 39. 

58

 Ibid.,  40‐41. 

 

‐32‐   

la pena comprometerse en el matrimonio (1 Cor 7, 29-31). Al mismo tiempo, Pablo invita a la población a vivir la soltería por el reinado de Dios, puesto que es la manera más adecuada de recibir al Señor en su segunda venida.

En el último de los condicionamientos, el ético-filosófico, se habla de una manera óptima de vivir cristianamente, lo cual no deja de tener influencia estoica en su forma de presentar las razones para el celibato (1 Cor 7, 29-32). Ahora bien, se considera que el versículo 32 en su segunda parte, “el que no se ha casado se preocupa de las cosas del Señor y de cómo agradarle”, es el que diría más sobre la soltería consagrada, pero es necesario leerlo desde el hecho positivo de entregarse a las cosas del Señor. De esta manera se puede interpretar como disponibilidad al Dios que habita en el mundo y que quiere transformarlo en mundo nuevo. El célibe, según Pablo, debe agradar al Señor y esto consiste en identificarse con los criterios de Cristo y renunciar a los propios intereses, para así seguirlo solo a Él y construir el Reino.

Por lo tanto, el celibato que presenta Pablo posibilita a la persona a entregarse totalmente al servicio apostólico, llevando al sujeto a vivir por el Señor sin distracciones (1 Cor 7, 35). De esta manera vemos que es un celibato por el Reino, es decir, “que brota de una profunda experiencia de las exigencias del Reino en su impacto en la vida personal del creyente, por una parte, y por otra de las experiencias de las exigencias que el Reino mismo plantea en lo que concierne tanto al anuncio como al servicio fraterno”59.

En definitiva, la soltería por el reinado de Dios del que se habla en el Nuevo Testamento es fruto de una vocación que lleva a vivir de esa determinada manera, de tal forma que no es válido pensarlo desde categorías morales de bueno o malo. El celibato es una llamada radical al seguimiento de Cristo en función del Reino, de modo que existe una experiencia

                                                             59

 Majorano, Vida Consagrada, 1859. 

‐33‐   

de saberse llamado para un determinado fin, que es el Reino, el cual se debe realizar proféticamente en el mismo acontecer de la historia60.

Pues bien, la teología del celibato principalmente se fundamenta en los dos textos del Nuevo Testamento a los cuales se ha hecho referencia, ya que a partir de ellos Jesús invita a la vida soltera por el Reino, llamando voluntariamente a los hombres a vivir vírgenes por amor a Él. Al mismo tiempo en la expresión “eunucos por el Reino de los cielos” que presenta Mateo insiste

en dos elementos de mucha importancia para el fundamento

teológico del celibato. El primero de ellos, cuando Jesús se refiere a “eunucos” está diciendo que el compromiso de la virginidad es perpetuo, irrevocable y absoluto; y en segundo lugar cuando dice “por el Reino de los cielos” con eso quiere fundamentar el sentido religioso y el valor escatológico de la virginidad cristiana que apunta a la instauración definitiva del Reino de Dios61.

Finalmente, se establece la soltería por el reinado de Dios como don, desde aquella afirmación de Jesús cuando dice en Mateo 19, 12 “quien pueda cogerlo que lo coja” afirmando con eso que el celibato es dado por Dios como un carisma que se pone al servicio de su voluntad, tal cual lo testifica Pablo en 1 Corintios 7, 7 “Cada uno recibe de Dios su propio don, su carisma” refiriéndose al matrimonio como también a la vida célibe, aunque, como ya se ha dicho, la vida célibe por el Reino posibilita a la persona a agradar y estar más disponible al Señor62.

                                                             60

 Cfr. Sobrino, El celibato, 44‐47. 

61

  Cfr.  Colorado,  Alfredo,  “Los  Consejos  Evangélicos  a  la  luz  de  la  teología  actual”,  Ediciones  Sígueme, 

Salamanca 1965, 136‐137.   62

 Ibid., 138‐139. 

‐34‐   

1.5

Paso de la concepción del celibato desde lo cultual al Reino-justicia para el contexto de América Latina en su proceso de liberación63

A lo largo de este capítulo se ha desarrollado el tema del celibato desde diferentes dimensiones tales como: la histórica y la bíblica teológica; en las cuales es posible ver cómo la soltería por el reinado de Dios ha tenido sus orígenes y fundamentos para concluir en su práctica en la Iglesia latina.

En este apartado se reflexionará el paso que ha tenido el celibato desde la concepción cultual a lo apostólico por el Reino-justicia, teniendo como opción preferencial la liberación del empobrecido, oprimido y excluido de América Latina. Ahora bien, para que realmente exista un compromiso radical por el Reino-justicia es necesario que la soltería por el reinado de Dios en el continente latinoamericano sea asumida dentro de las opciones libres propias del ser humano, quien en este caso en particular desea seguir a Jesús y su proyecto de liberación. “El celibato es recibido y asumido con libertad desde la opción y desde la experiencia del Reino de los cielos (Mt 19,12)”64.

De tal manera que toda opción por la vida célibe debe tener su origen a partir de una profunda experiencia de fe y de amor que llama a la vocación de seguir a Cristo en cuerpo y alma, y así servirle a Él y a los hermanos. Por ello ya no se puede fundamentar la soltería por el reinado de Dios desde categorías cultuales o jurídicas, ya que la fidelidad a Cristo y su misión corresponde al llamado profundo y personal que se ha tenido, demandando una entrega absoluta al proyecto de Dios por la liberación de los hombres y mujeres en situación de opresión y empobrecimiento65.                                                              63

 Cfr. Sobrino, El celibato, 50‐70. 

64

  Pérez  Álvarez,    José  Luis,  “Amor  célibe  en  fraternidad  misionera”,  Instituto  Teológico  de  Vida  Religiosa, 

Editorial Frontera, Gasteiz/Vitoria 2001, 9.  65

 Cfr. CLAR, “Hacia una vida religiosa latinoamericana” Selección de Textos Teológicos, Centro de Estudios y 

Publicaciones (CEP), Perú, 1987, 361‐362. 

‐35‐   

Un celibato vivido por Cristo y su Evangelio es una opción radical, fruto de una decisión de fe y una experiencia espiritual y no de algún cálculo humano, ni profundas reflexiones66.

Sin embargo, el catolicismo recién comenzó a valorar la soltería consagrada como fruto de una vida ascética, que responde al estilo de vida de quien quiere seguir radicalmente a Jesús, a partir del siglo XII; tiempo en el cual el celibato cobra sentido desde la vida evangélica y no únicamente desde la pureza cultual. Vale recordar que en la antigüedad la continencia sexual era necesaria para una acción cultual pura, lo cual dio razón al celibato, pero con ello, además de menospreciar el cuerpo y la sexualidad de los hombres y las mujeres, se quedaba únicamente en lo cultual y no se proyectaba a la acción apostólica del Reino-justicia.

En la actualidad el concilio Vaticano II, respondiendo a la razón mística y profética del celibato, lo ha presentado como una opción libre por causa del Reino67, afirmando que con la soltería por el reinado de Dios es posible entregarse más fácilmente al Señor con un corazón indiviso, que es “medio aptísimo para el servicio de Dios y para el apostolado y fuente de fecundidad espiritual”68. Luego, en Medellín, se “recalca el aspecto escatológico del celibato desde la misión profética, recuerda la dedicación a Dios con un corazón indiviso, y que debe llevar a una vida comunitaria en caridad que sea preludio de la perfecta unión con el mundo futuro”69. Pues bien, en América Latina el celibato se presenta al mundo desde su dimensión profética y no desde lo cultual, lo cual posibilita al soltero por el reinado de Dios a entregarse y                                                              66

 Ibid., 357. 

67

 Cfr. Madera, Ministerio ordenado, 4. 

68

 Sobrino, El celibato, 19. 

69

 Ibid., 19‐20. 

 

‐36‐   

disponerse totalmente a Dios, a los hombres y a las mujeres, con el fin de sumarse a la lucha de construir el Reino-justicia en aquellos lugares en donde las estructuras opresoras empobrecen a las personas e ignoran la dignidad de los seres humanos de ser hijos e hijas de Dios. El célibe se sitúa sobre la relación dominante y deshumanizante que se vive hoy en torno al dinero-poder-sexo, y desde allí le ofrece al mundo respuestas críticas y concretas para la liberación del dominio de éstas tres fuerzas que atentan contra los hombres, las mujeres y la construcción del Reino-justicia.

La disponibilidad que brota del voto de castidad, nos deja libres de compromisos para poder arriesgarnos en decisiones y tareas que llevan a ser proféticas ante la sociedad. Por la castidad, el religioso ofrece una respuesta profética al problema de la relación que existe entre el mundo del dinero y la erotización de gran parte de la humanidad70.

Al mismo tiempo, el celibato debe ser reconocido como “señal y estímulo de la caridad pastoral”71, debe superar lo meramente cultual para volverse fuente y vertiente de amor para toda la humanidad. La soltería consagrada es un don de Dios que hace sentir su amor y solo desde allí el célibe consagrado siente la necesidad de irradiar el mismo amor a los demás. Siendo así es posible entender el celibato desde su dimensión profética, puesto que mueve al soltero consagrado a entregarse por la lucha de la justicia y por la destrucción del pecado estructural que oprime y empobrece a tantos seres humanos.

El celibato nace de esta cadena transmisora de amor: El Padre amó a Jesús; Jesús nos amó como el Padre le amó; nosotros nos amamos como Jesús nos amó… Este único y mismo amor nos lleva a dar la vida unos por otros (Jn 15,13)72.                                                              70

 CLAR, Hacia una vida religiosa latinoamericana, 371. 

71

 Lumen Gentium  42. 

72

 Pérez,  Amor célibe, 14. 

‐37‐   

Se dice que el célibe está en mejor posición para disponer toda su vida al servicio del Reino-justicia de Dios, puesto que no tiene a quien dedicar el amor matrimonial de exclusividad; siendo así más fácil concentrar la capacidad afectiva en el Señor y en todos los hermanos73. Es de saber que “la familia ejerce sobre el individuo fuerte presión para acomodarse, para cerrarse en un mundo de preocupaciones que no van más allá de la mujer y los hijos… Es por esto por lo que se dice ser el matrimonio la tumba de los revolucionarios”74. Como consecuencia, el celibato nos coloca en un estado permanente de disponibilidad. Por él nos hacemos más libres para el servicio del Reino. Una persona que no está ligada por los lazos del matrimonio, normalmente puede arriesgarse más a los hombres, puede asumir responsabilidades que exigen dedicación integral y exclusiva. Todos los discípulos de Jesús están llamados a amar a Dios y a los hombres con todo el corazón. Pero no todos están llamados a liberarse de todo en vista de ese amor. «Quien pueda entender, que entienda» (Mt. 10, 42-45)75.

Pues bien, al volver la mirada exclusivamente a la soltería por el reinado de Dios, es necesario que en el contexto de América Latina el celibato sea re-significado desde su dimensión místico profética, con el deseo de hacer vida el Evangelio de liberación. El soltero consagrado opta decididamente por el oprimido y empobrecido de este continente, construyendo una realidad de justicia en donde la cultura de muerte y opresión sea reemplazada por la cultura de vida y liberación. Por esta razón amerita que la soltería por el reinado de Dios sea reflexionada desde un contexto espacio temporal determinado con el pretexto de la co-creación del Reino-justicia para con el empobrecido, oprimido y excluido de este subcontinente.                                                              73

 Cfr. CLAR, Hacia una vida religiosa latinoamericana, 361. 

74

 Ibid., 371. 

75

 Rocha, Mateus, “La radicalidad de la vida religiosa”, CLAR, Bogotá, 1981, Nº 49,  27. 

‐38‐   

Es la misma situación del continente latinoamericano el que hace que el celibato haga un giro de lo cultual a lo místico profético, puesto que el contexto de injusticias demanda al soltero por el reinado de Dios a consagrarse en la búsqueda y construcción del Reino de justicia y liberación. Siendo así, el celibato debe historizarse y comprometerse por la liberación del oprimido. En este sentido, el seguimiento a Jesús y la consagración por medio del celibato al Misterio de Dios se realiza en la opción por las víctimas de los pecados estructurales propios del continente de América Latina.

La entrega del celibato encuentra su sentido en la Kénosis de Dios, quien dejó su divinidad para ser uno más entre los hombres y así participar en la historia de la humanidad para la liberación del mundo. De la misma manera, el célibe se despoja de sí mismo para entrar en el mundo sin pertenecer al mundo y desde allí realizar el acto liberador del mismo Jesús.

Ahora bien, para ello es necesaria la identificación con Cristo, lo cual hace que el célibe viva en total disponibilidad al Él y al Evangelio, lo que significa que el compromiso de quien quiere seguir a Cristo y se hace soltero consagrado por Él, lo dispone a realizar la misión que Dios le ha encomendado a Jesús de anunciar y realizar el Reino.

De esta manera, el célibe se sentirá con el deber de denunciar los pecados y deshumanizaciones que se van gestando en la historia y sociedades de América Latina. Más que ser una protesta contra el libertinaje sexual, ya denunciado desde antiguo por Pablo hasta nuestros días, la soltería por el reinado de Dios también lucha contra las estructuras de opresión que van en contra del Reino-justicia. Pues mediante el celibato es posible salir de las estructuras opresoras y mirar a la sociedad desde una postura crítica constructiva frente a la sociedad.

Vale decir que la disponibilidad al servicio del Reino-justicia de Dios es lo que le da sentido al celibato en el contexto de América Latina, el cual debe ser comenzado desde “ya” por medio de la lucha por la liberación de los hombres y mujeres, y en especial del oprimido, excluido y empobrecido de este continente latinoamericano. El seguimiento ‐39‐   

radical a Cristo es fruto del sentirse amado por Él y ello mueve al soltero consagrado a ser un apasionado por el Reino-justicia en donde reine también la paz y el amor en la misma historia.

El celibato para el continente latinoamericano, aun al estar en un periodo de crisis de sentido, no ha perdido su validez místico profética, más aún, el contexto demanda que los sacerdotes, religiosos y religiosas consagradas vivan su vocación de servicio y despojamiento a Dios con un verdadero compromiso por la liberación del oprimido, excluido y empobrecido, y así llevar a cabo el llamado de Jesús de ser “eunucos por el Reino de los cielos”.

Finalmente, es de considerar que la vida célibe por el Reino-justicia de ninguna manera quiere menospreciar la vocación profética y transformadora de la existencia matrimonial, puesto que ésta también tiene un llamado particular a vivir el amor a Dios y al prójimo con toda intensidad, ya que todo cristiano está invitado a vivir la perfección de la caridad76. Por consiguiente, el insistir que el amor célibe es indiviso para el Señor y el del casado no, es una afirmación inconsistente desde la teología cristiana. Se trata de dos vocaciones válidas y necesarias por igual para la comunidad. Ambas tienen un claro talante sacramental: ¿tendría alguna presentación afirmar que en el sacramento del matrimonio hay menos amor al Señor que en el Sacramento del orden?77

                                                             76

 Cfr. CLAR, Hacia una vida religiosa latinoamericana, 361. 

77

  Remítase  a  los  textos:  Munera  Duque,  Alberto,  “La  sexualidad  desde  la  Iglesia  Católica”,    Revista  Javeriana,  Enero‐Febrero  2006,  12‐21.    Schillebeeckx,  Edward,  “El  celibato  ministerial  reflexión  crítica”,  Editorial Sígueme,  1968, 81‐88. 

‐40‐   

CAPITULO II CÉLIBES EN CONSTRUCCIÓN DEL REINO-JUSTICIA EN AMÉRICA LATINA

En el primer capítulo se ha trabajado el desarrollo de algunas concepciones del celibato desde su origen hasta nuestros días. Para ello se ha abordado la soltería consagrada desde diferentes enfoques, tales como: el histórico, las reflexiones de algunos Padres y maestros de la Iglesia, el magisterio, la fundamentación bíblico teológica y finalmente el celibato en el contexto de América Latina. Este último punto, el celibato en nuestro subcontinente, será el que se profundizará en el presente capítulo, ya que se hará una reflexión crítica general de la situación de empobrecimiento, opresión y exclusión social que están viviendo tantos hombres y mujeres de Latinoamérica a quienes, de una u otra manera, se consagran tantos solteros y solteras por el reinado de Dios y su justicia.

Este capítulo, asumiendo el paso ya expuesto anteriormente de lo cultual a lo apostólico del celibato, tratará de desarrollar de manera sintética la identificación del soltero consagrado por el reinado de Dios con los empobrecidos del continente latinoamericano. Con ese propósito, se abordarán temas que demuestren cómo el seguimiento del célibe consagrado a Jesucristo pobre y liberador se realiza en la concreción de aquel valor vital religioso del Reino-justicia. Puesto que existe una estrecha relación entre la soltería consagrada con la teología latinoamericana que presenta sistemáticamente la opción preferencial por el pobre, se intentará entrelazar la praxis liberadora de mencionada teología con la misión profética y liberadora del celibato en América Latina.

‐41‐   

2.1

Contexto económico, político y cultural de América Latina

Antes de profundizar en la acción liberadora de los célibes que se consagran al Reinojusticia de Dios por la liberación del empobrecido, oprimido y excluido de América Latina, es oportuno que se haga un pequeño recorrido crítico que presente la situación de dependencia y empobrecimiento que vive el continente en su realidad económica, política y cultural.

El continente latinoamericano es considerado como parte del Tercer Mundo, el cual está conformado por países pobres o, en el mejor de los casos, en vías de desarrollo. Es evidente cómo estos países viven una gran dependencia económica, política y cultural con los países ricos, pues muchas de sus decisiones están condicionadas y determinadas por éstos. De esta manera, es como poco a poco la diferencia entre poderosos y vulnerables de la sociedad latinoamericana es cada vez mayor. Al mismo tiempo, en el aspecto económico, uno de los factores que benefician a los poderosos países del Norte es el hecho de que manejan casi la totalidad de la industria, el mercado y la tecnología; en cambio los países pobres del Sur solo disponen de la materia prima que ofrecen a bajo costo a las grandes multinacionales de las naciones potentes.

A causa de la depreciación relativa de los términos del intercambio, las materias primas valen cada vez menos con relación al costo de los productos manufacturados. Ello significa que los países productores de materias primas sobre todo si se trata de monoproductores- permanecen siempre pobres, mientras que los países industrializados se enriquecen cada vez más78.                                                              78

  CELAM,  Segunda  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano:  La  Iglesia  en  la  actual 

transformación  de  América  Latina,  Medellín:  Conclusiones,  16ª  edición.  Bogotá,  1969,    2.1,  9a.  Para  las  siguientes citas de este documento se citará de la siguiente manera: Medellín, Nº. 

‐42‐   

América Latina es un continente que vive la experiencia del empobrecimiento, opresión y exclusión social, puesto que gran parte de su población se ve forzada a cumplir modelos económicos, políticos, culturales y sociales propios de los intereses de los poderosos. Esto desgraciadamente lleva a debilitar la autonomía de muchos y muchas, quienes despojados del derecho al libre desarrollo económico, político, cultural, etc. están condicionados a corresponder a la voluntad de los grupos dominantes.

En el aspecto económico, Latinoamérica ha sido golpeada profundamente por la pobreza. Vale recordar que en la década de los noventa alrededor de un 48,3% de la población vivía en situación de pobreza, de los cuales casi la mitad de ellos, el 22,5%, estaban inmersos en la extrema indigencia. Aunque en la actualidad se puede apreciar una disminución de la pobreza en el continente latinoamericano, es decir, solo un 33,0% de la población, lo cual corresponde a 180 millones de personas pobres y 71 millones de personas en situación de indigencia (12,9%); con ello no se puede dejar de pensar en el gran holocausto que viven muchos y muchas de los latinoamericanos79.

Peor aún, la pobreza e indigencia latinoamericana ha tomado un claro rostro campesino, puesto que las áreas rurales han sido más afectadas, porcentualmente hablado, que las urbanas, ya que existe una insuficiencia de recursos que satisfagan las necesidades básicas:

La pobreza y la indigencia afectan a las áreas rurales de una manera más extensa que a las áreas urbanas. En 2008, el porcentaje de población pobre en las áreas rurales (52,2%) prácticamente duplicó a la tasa de pobreza urbana (27,6%). La indigencia presenta una diferencia aún más pronunciada, ya que la incidencia en áreas rurales (29,5%) superó en más de tres veces a la urbana (8,3%)80.                                                              79

 

Cfr. 

CEPAL, 

“Panorama 

social 

de 

América 

Latina, 

2009”, 

http://www.eclac.org/publicaciones/xml/9/37839/PSE2009‐Cap‐I‐pobreza.pdf,  1‐4,  (Consultado  el  de  Abril  de 2010).  80

 Ibid., 5. 

‐43‐   

Al mismo tiempo, la pobreza del continente no es lo único que ha deteriorado a la población latinoamericana, sino también la gran desigualdad distributiva que se vive internamente. En los últimos años, después del gran auge económico que se fue desarrollando en este continente y en el resto del mundo a finales de los ochenta y comienzo de los noventa; la brecha entre ricos y pobres fue cada vez más evidente81, puesto que “aun cuando hay un notable aumento porcentual del ingreso de los estratos más desfavorecidos, es mucho mayor el aumento de la riqueza y del ingreso de los minúsculos estratos superiores”82.

La década de los noventa se caracteriza por el triunfo de las políticas neoliberales, el “achicamiento” del Estado, la apertura de los mercados, el desvanecimiento del proteccionismo, la privatización de los bienes colectivos, así como por los drásticos recortes presupuestarios a las instituciones de previsión, protección y desarrollo social. El resultado de este conjunto de medidas, como era previsible, ha sido una creciente desigualdad y polarización de las sociedades latinoamericanas y el aumento de los índices de pobreza de la población83.

De igual manera, la desigualdad que se vive en América Latina no se da únicamente a nivel monetario, sino también en el derecho a recurrir a los bienes y servicios que faciliten el desarrollo del bienestar individual y familiar. En el continente latinoamericano son muchos

                                                             81

  Cfr.  O`Donnell,  Guillermo,  “Poverty  and  inequality  in  Latin  America:  some  political  reflections”,  Working 

paper, Nº 225, July 1996, 3.  82

  Stavenhagen,  Rodolfo,  “Consideraciones  sobre  la  pobreza  en  América  Latina”,  (Enero‐Abril  1998), 

http://www.nacionmulticultural.unam.mx/Portal/Izquierdo/INTERCAMBIO/Decenio/PDF/informe_relatores /Informer_relatores01.pdf, 4, (Consultado el 12 de Abril de 2010).  83

 Ibid., 6.  

‐44‐   

aquellos que no pueden acceder a una buena educación, salud, vivienda y equilibrada alimentación84.

En América Latina es considerablemente elevado (en comparación con los países industrializados y en relación con algunas normas generalmente aceptadas de bienestar humano) el número de personas que carecen de uno o varios de los satisfactores mínimos de bienestar. Y aun cuando pueda aumentar (o no disminuir) el ingreso monetario (en términos reales), los estudiosos advierten un deterioro creciente de la “calidad de la vida”, sobre todo en los estratos más pobres, tanto en el medio urbano como en el rural85.

En tal caso, para la recuperación de la equidad, es fundamental rescatar el protagonismo del Estado por sobre la empresa, pues éste debe representar la voz del pueblo, junto con promover y consolidar la participación de las poblaciones interesadas; ya que el Estado debe velar por la seguridad política y social de toda la población y así garantizar la equidad distributiva tanto a nivel monetario como en los derechos a la educación, salud, vivienda y alimentación86.

Pues bien, en la medida que el Estado asuma su rol de liderar y regular las políticas sociales y económicas de un país, sería posible evitar aquella creciente lucha de clases que se ha ido gestando en el continente de América Latina, la cual ha sido responsable de tanta violencia e inseguridad nacional en los diferentes países del continente. En la medida que el Estado sea quien controle las políticas públicas con mira a una inclusión social y búsqueda de una equidad distributiva es posible que se piense en la justicia para Latinoamérica.

Otro de los grandes focos de empobrecimiento, opresión y exclusión social se da en el ámbito de lo político. La mayoría de los países de América Latina han intentado                                                              84

 Ibid., 2. 

85

 Ibid. 

86

 Ibid. 9. 

‐45‐   

fortalecerse con acuerdos multilaterales que ayuden a potenciar sus políticas internas y así no depender de las grandes potencias mundiales, ya que a causa de ello muchos de los países de este continente han perdido su independencia política y capacidad de decidir por sí solos. Ahora bien, es evidente que el neo-imperialismo que se ha ido imponiendo en los países latinoamericanos, el cual interviene indirecta o directamente en las diversas políticas nacionales, es el que controla a un significativo número de Estados latinoamericanos. Solo pocos países de América Latina han luchado por su autonomía, como el caso de la Republica Bolivariana de Venezuela, Ecuador y Bolivia; los cuales con grandes esfuerzos revolucionarios y autónomos han intentado reconquistar la independencia políticaeconómica de su Estado.

Internamente en América Latina muchos de los países viven una fuerte corrupción en la sociedad y en el Estado, que por lo general funciona para beneficio de los poderosos. Con ello se va generando opresión y exclusión política para con los más débiles, y los poderosos se vuelven impunes por el hecho de estar protegidos por los diferentes poderes del Estado. Por ésta razón es que gradualmente se ha ido desarrollando un desencanto por la política y la democracia, especialmente en las nuevas generaciones87.

Los países de América Latina deberán asumir una democracia participativa basada en la promoción y respeto a los derechos humanos; en donde se dé cabida a la pluralidad de los diversos actores sociales de la sociedad88. El diálogo debe ser prioridad en las relaciones democráticas bilaterales y multilaterales, para así reconocer y respetar el pluralismo como riqueza, más no como impedimento para llegar a la unidad en la diversidad.

                                                             87

  Cfr.  CELAM,  Quinta  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  y  del  Caribe: “Discípulos  y 

misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida” ‐ “Yo soy el Camino, la Verdad y la  Vida”  (Jn  14,  6)  Aparecida,  Documento  conclusivo,  Bogotá,  2007,  77.  Para  las  siguientes  citas  de  este  documento se citará de la siguiente manera: Aparecida, Nº.  88

 Ibid., 74‐75. 

‐46‐   

Por último, también en América Latina muchos pueblos han sido empobrecidos, oprimidos y excluidos culturalmente por la globalización que predomina en la actualidad social de occidente. Esta globalización, al hacer uso masivo de los medios de comunicación y comercio, ha logrado imponerse sobre las culturas autóctonas de muchos pueblos latinoamericanos, haciendo de ellas nuevas civilizaciones que pierden gran parte de sus valores tradicionales.

Peor aún, a partir de esta dominación es de donde se ha minusvalorado la gran riqueza cultural de los pueblos indígenas, afroamericanos y mestizos. Es evidente como muchos miembros de estos pueblos se avergüenzan de pertenecer a ellos, puesto que han tenido que vivir diferentes tipos de discriminación cultural y racial.

En el continente latinoamericano es necesario vivir un proceso que reconozca sus propias raíces, las autóctonas y aquellas que se han ido formando durante el tiempo de la conquista. Las civilizaciones de Latinoamérica deben aprender a aceptar el proceso de hibridación propio de la globalización y no sentirse menos, sino más bien aportar a ella todas sus riquezas; al mismo tiempo que está globalización tendrá que apreciar la diversidad cultural desde una igualdad de condiciones y dignidad.

A grandes rasgos se ha hecho un recorrido crítico a la realidad económica, política y cultural que se está viviendo en el continente latinoamericano, lo cual no deja de estar enmarcado por tendencias empobrecedoras, opresoras y excluyentes para con el más débil. En este contexto histórico social es donde el célibe por el Reino-justicia de Dios consagra su vida, puesto que desde allí se quiere historizar y luchar por la tan ausente justicia que ha sido ignorada por medio de la dominación de los sistemas económicos, políticos y culturales que han azotado a éste continente. La soltería por el reinado de Dios se inserta en la realidad del Tercer Mundo y opta por el empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad89.                                                              89

 Cfr. Sobrino, El celibato, 50‐54. 

‐47‐   

El voto de castidad no tendrá más razón de ser que el encontrarse seducido por Dios para manifestar el cariño entrañable, con dedicación apasionada, al Señor, encontrado en el rostro del los empobrecidos, de los enfermos, de los presos, de todos los que sufren la marginación y la injusticia90.

2.1.1 Globalización e injusticia generalizada

El análisis anteriormente abordado ha revelado a grandes rasgos la realidad económica, política y cultural por la que está pasando América Latina, la cual se debe en gran medida al fenómeno de la globalización que ha estado acechando casi la totalidad de los países del mundo. Puesto que la globalización ha sido la encargada de ir modificando y recreando las diferentes realidades económicas, políticas, culturales, etc, valdría la pena que se haga un recorrido sobre este tema y así ver en qué medida la globalización ha ido fortificando a los grupos dominantes y debilitando a los más vulnerables.

En primera instancia vale considerar que el fenómeno de la globalización es el que ha generado un notable avance tecnológico y científico, como también ha impuesto un nuevo modelo económico de libre mercado, una política democrática y una cultura globalizada. La interdependencia entre los diferentes países en sus variados niveles de relación antes mencionados, es lo que ha creado una cultura globalizante, la cual muchas veces tiende a oprimir o incluso excluir modelos económicos, políticos, culturales, etc. propios de los países.

Ahora bien, no cabe duda que la globalización ha ayudado a favorecer grandes avances de tipo científico, tecnológico, económico y político, puesto que es posible ofrecer una variada                                                              90

 Cabarrus, Carlos Rafael, “Seducidos por el Dios de los pobres”, Ediciones NARCEA, Madrid, 1995, 110. 

‐48‐   

gama de bienes, servicios e ideas a los diferentes países del mundo. La globalización económica, por ejemplo, ha beneficiado al mercado ampliando las posibilidades de producción, lo cual también ha generado un aumento de bienes y servicios a menor costo, ya que la competitividad presiona a que los productores asuman una eficiencia económica que garantice mayor productividad con mejor calidad y precio. Por medio de la globalización económica ha sido posible la especialización y así aprovechar las ventajas comparativas de cada economía nacional, optimizando una mayor producción a más bajo costo91.

Otro de los factores aparentemente positivos de la globalización a nivel económico consiste en la liberalización de los movimientos de capital; lo cual permite, por medio de las políticas económicas más flexibles, la inversión extranjera, que idealmente abre nuevos empleos, mejora la productividad y competitividad, lo que al mismo tiempo facilita las grandes transferencias de conocimientos especializados y tecnología92.

Sin embargo, aunque las propuestas globalizantes de la economía se muestren beneficiosas para el bien común, la realidad ha ido demostrando que realmente el fenómeno de la globalización en su modelo económico neoliberal no es ciertamente provechosa para dicho fin. Es de notar que existe un gran control económico de los países poderosos que manejan el conocimiento y la tecnología, los cuales se sitúan sobre los países débiles que escasamente ofrecen la materia prima a un valor fácilmente manipulable, y por ende, muy reducido.

El modelo económico neoliberal tiende a beneficiar a las empresas y países desarrollados, obligando a los países pobres y a los obreros a ajustarse a las políticas económicas impuestas por este nuevo modelo económico. Siendo así es como poco a poco los más                                                              91

  Cfr.  Maesso,  María,  “El  impacto  de  la  globalización  en  América  Latina”  Universidad  de  Extremadura,  

http://altea.daea.ua.es/ochorem/comunicaciones/MESA5COM/Maesso.pdf,  3‐4,  (Consultado  el  13  de  Abril  de 2010).    92

Ibid., 4.  

‐49‐   

poderosos y ricos se van volviendo aun más potentes y millonarios, en cambio los débiles y pobres poco a poco se van volviendo más dependientes y miserables.

A nivel político, aparentemente América Latina ha sido bien influenciada por el fenómeno de la globalización, puesto que los diferentes medios de comunicación globales, las instituciones públicas internacionales y otros elementos de información han promovido e instaurando la democracia, para así terminar con aquellos gobiernos dictatoriales propios de la década de los setenta y ochenta que gobernaron varios países de Latinoamérica93.

También es posible ver como la globalización ha afectado las diferentes culturas de América Latina. Ahora bien, no se puede pensar que la globalización necesariamente destruye la cultura local, pero indudablemente la inserta en un plano cultural global, es decir, están sumergidas en un contexto pluricultural mucho mayor a lo acostumbrado, ya que los grandes avances de los medios de comunicación han reducido notablemente la distancia espacio temporal que separaba a las diferentes culturas autóctonas de Latinoamérica con el resto del mundo94.

Hoy en día es posible tener un contacto indirecto o directo con elementos culturales de lugares muy distantes al local, ya que los procesos migratorios y la fluida circulación del capital cultural son más constantes y viables que antiguamente, lo cual ha generado el hábito de abrirse y dialogar con las diversas culturas extranjeras. Sin embargo, este encuentro de culturas diversas ha llevado a un debilitamiento de los Estados-nación, ya que al ser la cultura neoliberal la más dominante, la cual es netamente dirigida por el sector privado, ha logrado afectar los diversos sectores de la economía, política y vida social de los países95.                                                              93

 Ibid.   

94

 Ibid., 3. 

95

  Cfr. Mantecón, Ana Rosa, “Globalización cultural y antropología”, 

http://www.uam‐antropologia.info/alteridades/alt5‐7‐rosas.pdf, 4‐5, (Consultado el 13 de Abril de 2010). 

‐50‐   

Como respuesta a aquella pérdida de autonomía cultural han surgido diferentes movimientos de reivindicación nacionalista, o para el caso, étnica, que intentan recuperar lo propio, para desde allí insertarse a la sociedad. El peligro de esta postura reivindicacionista está en caer en un fundamentalismo que pone en riesgo la democracia y la pluriculturalidad en diálogo del mundo contemporáneo96.

Con aquella cultura global dominante, propia del fenómeno de la globalización, se ha producido una homogeneización cultural, tanto a nivel de consumo como en el ámbito de las visiones de mundo. Los medios de comunicación, tales como la televisión, el cine, la internet, el libre mercado, etc. han logrado crear un tipo de cultura por sobre las culturas locales, la cuales al entrar en contacto con la civilización dominante se hacen híbridas, puesto que se ven forzadas a dejar cosas autóctonas para asumir lo nuevo y ajeno dentro de sus parámetros97.

En definitiva, la globalización a pesar de tener elementos positivos que ayudarían al desarrollo y eficiencia económica, política y cultural de los países involucrados, no se puede ignorar la manera en cómo éste fenómeno es por lo general influenciado y potenciado por las estructuras dominantes. Estas estructuras fuerzan las débiles organizaciones nacionales a sumarse a un modelo extranjero, que muchas veces termina por alienar o incluso eliminar lo propio de cada nación.

Hasta ahora es posible ver cómo a partir de la economía, la política y la cultura dominante, propia del fenómeno de la globalización, han nacido nuevas maneras de empobrecimiento, opresión y marginación social, las cuales no solo se dan a nivel individual, sino que muchas veces son culturas o grupos completos que se ven afectados. En este contexto es donde el célibe por el reinado de Dios y su justicia debe reconocer las realidades de anti-

                                                             96

 Ibid. 

97

 Ibid., 5‐6. 

‐51‐   

Reino y desde su opción radical luchar por la liberación y reivindicación de la dignidad humana que ha sido denigrada.

Ya hecho el esbozo de la realidad económica, política y cultural por la cual está pasando el continente de América Latina; en el siguiente apartado se abordará el pretexto liberador al cual se consagran los célibes por el Reino-justicia de Dios. Será interesante ver como el celibato cobra sentido desde su dimensión mística y profética, puesto que hoy por hoy, y específicamente para el caso, la soltería consagrada ha superado su valoración meramente cultual para ser revalorada desde lo apostólico liberador.

2.2

Célibes consagrados por la liberación del pueblo Latino Americano en situación de empobrecimiento, opresión y exclusión social

No cabe duda que la realidad del continente latinoamericano acobija un significativo número de hombres y mujeres de todas las edades y razas, los cuales viven en situación, ya sea de empobrecimiento, opresión o marginación social. América Latina es claramente una tierra rica en minerales, biodiversidad, recursos naturales, culturas, valores, etc., pero desgraciadamente ha sido dominada y abusada por poderes externos a ella, los cuales han debilitado la autonomía de los países que conforman este continente, generando un panorama, que hasta a veces se naturaliza, de pobreza, opresión, exclusión social, etc.

Pues bien, el celibato en el continente latinoamericano debe responder a esa realidad de empobrecimiento, opresión y exclusión social propia del contexto de América Latina. La soltería por el reinado de Dios en este continente se identifica con ese valor vital religioso que interpela la realidad de anti-Reino en el propio acontecer de la historia, lo cual le da sentido a este modo de ser en el mundo.

‐52‐   

Aquel que se hace célibe por el Reino-justicia de Dios se apropia de la misión liberadora de Cristo, de tal modo que Él es considerado como aquel modelo a seguir. De esta forma, se hace patente aquella relación intrínseca que hay entre la vivencia del celibato en América Latina con la teología latinoamericana, puesto que ambos hacen una reflexión crítica creyente de la realidad con miras a denunciar los pecados sociales, para así revertir la cultura de muerte en cultura de vida.

Esta reflexión no pretenderá divinizar al celibato, ni mucho menos menospreciar la vocación de todo cristiano a ser fiel discípulo del Señor; pues todos los hombres y mujeres están llamados a vivir en comunión con el Padre, para así hacerse hermano y hermana de todos con el único fin de vivir el Reino-justicia de Dios. Sin embargo, es oportuno ver hasta en qué punto la teología latinoamericana y el contexto económico, político y cultural del continente le demanda a los célibes por el reinado de Dios una cierta praxis liberadora que opte por el empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad. Esta teología sin duda presenta una manera de ser en el mundo que no deja de interpelar a aquellos y aquellas, que por medio de la soltería por el reinado de Dios, pretenden ser promotores del Reino-justicia de Dios.

El celibato en el contexto de América Latina, al igual que la teología latinoamericana, se ha encontrado con aquella dura y cruda realidad de injusticia y pobreza extrema que muchos hombres y mujeres están viviendo en el continente. Este panorama inhumano fue lo que obligó a que en América Latina, tanto los solteros consagrados como la teología, vieran la realidad desde aquella particular opción por la liberación del empobrecido, ya que esa situación no es conforme a la voluntad del Padre98.

                                                             98

  Cfr.  Oliveros  Maqueo,  Roberto,  “Historia  breve  de  la  Teología  de  la  Liberación  (1962‐1990)”, 

http://www.servicioskoinonia.org/relat/300.htm, (Consultado el 23 de Abril de 2010). 

‐53‐   

Puesto que la pobreza no es algo natural ni casual, sino más bien una realidad creada por las estructuras económicas, sociales y políticas del sistema opresor imperante99; la Iglesia latinoamericana, a partir del Vaticano II y específicamente en el sínodo regional realizado en Medellín seguida luego por la Conferencia Episcopal de Puebla, se dispuso a reflexionar aquella realidad de injusticia en la que muchos y muchas estaban insertos. Desde entonces la teología comienza a hablar de los pobres como si se estuviera hablando de Cristo mismo, puesto que Él vive y sufre en y con ellos100.

Poco a poco el contexto teológico y eclesial latinoamericano se fue identificando con la causa del Reino en pro de la liberación del empobrecido, oprimido y excluido. En América Latina el auténtico seguimiento a Cristo necesariamente afecta la totalidad del ser que se compromete con el Reino-justicia de Dios. De igual manera, el célibe, como respuesta a consagrarse a la misión del Señor por aquella profunda experiencia de amor y donación, también se inserta en la realidad del empobrecido, oprimido, excluido del continente, aceptando el llamado a optar por los y las más débiles de la sociedad.

La teología latinoamericana recuerda a los cristianos la importancia de amar a Dios en aquel hermano o hermana que está pasando hambre, sed, desnudez, etc., pues la opción comprometida y encarnada por el empobrecido, es aquel distintivo de todo aquel que quiere seguir al Señor, y es esto lo que hace que se viva realmente como seres humanos salvados (Mt 25, 31-46)101. “La opción por los pobres es salvación porque es amor y es un amor que descentra al ser humano. Según la afirmación de Jesús, el que quiere ganar su vida la pierde y el que la pierde la gana”102. De acuerdo con la teología latinoamericana y a estas palabras                                                              99

  Cfr.  CELAM,  Tercera  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano:  La  evangelización  en  el 

presente  y en el futuro de América Latina, Puebla, Conclusiones, Bogotá, 1979, 29‐30.  Para las siguientes  citas de este documento se citará de la siguiente manera: Puebla, Nº.  100

 Cfr. Oliveros, Historia. 

101

 Cfr. Sobrino, Jon, “Opción por los pobres”,  http://www.servicioskoinonia.org/relat/251.htm, (Consultado 

el  23 de Abril de 2010).  102

 Ibid.  

‐54‐   

de Jon Sobrino, el celibato por el Reino de Dios en América Latina que se identifica con la teología de este continente opta por el pobre, lo cual configura su existir de acuerdo al llamado de dar su vida por amor en el seguimiento a Cristo y en función del Reino-justicia de Dios.

Por lo tanto, es así como se debería entender el celibato por el Reino-justicia de Dios en el contexto de la teología latinoamericana, es decir, identificándose con Jesús, quien opta por el pobre; y desde allí ver la realidad histórica y social de América Latina103. Lo cual, sin duda alguna, configuraría el ser del soltero consagrado a la lucha por la liberación y redignificación de todos aquellos y aquellas que están siendo pisoteados por las estructuras de pecado propias del sistema económico, político y cultural que domina a los países del continente. De igual manera, aquella opción por el pobre que vive el célibe responde a la invitación que han hecho las diferentes Conferencias Episcopales de Latinoamérica y el Caribe104.

                                                             103

 Ibid.  

104

  Para  profundizar  en  el  tema  se  recomienda  ver  los  documentos  conclusivos  de  las  Conferencias 

Episcopales de Latinoamérica y el Caribe, los cuales muestran de manera clara aquella opción por el pobre  que debe asumir todo católico. A modo de ejemplo: En comunión con las antiguas Conferencias Episcopales  de  Latinoamérica  y  el  Caribe,  el  documento  de  la  Conferencia  Episcopal  latinoamericana  y  caribeña,  realizado en Aparecida, también recuerda la importancia de que la Iglesia deba optar preferencialmente por  el pobre y excluido de América Latina: “Hoy queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial  por  los  pobres  hecha  en  las  conferencias  anteriores”.  Esta  afirmación  de  la  Conferencia  de  Aparecida  mantiene viva aquella invitación de la reflexión teológica latinoamericana de optar preferencialmente por el  pobre como modelo para el seguimiento de Cristo: “«Está implícita en la fe cristológica, en aquel Dios que se  ha  hecho  pobre  entre  nosotros  para  enriquecernos  con  su  pobreza».  La  opción  por  los  pobres  no  es  un  “derivado  ideológico”  de  una  determinada  filosofía  ni  un  optimismo  político‐social  sino  que  «nace  de  nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro hermano». Cfr. Garachana, Ángel,  “Aparecida 

opción 

preferencial 

por 

los 

pobres 



excluidos”, 

fhttp://www.cebcontinental.org/index.php?option=com_content&view=article&id=166:aparecida‐opcion‐ preferencial‐por‐los‐pobres‐y‐excluidos&catid=69:articulos&Itemid=62, (Consultado el 23 de Abril de 2010). 

‐55‐   

De ahí, el célibe por el Reino-justicia de Dios situado en un contexto histórico y social determinado y no ficticio en absoluto, se identifica con el seguimiento a Cristo desde su opción preferencial al pobre presentado por la reflexión teológica latinoamericana desde Medellín hasta Aparecida. El soltero por el reinado de Dios no puede evitar sentirse invitado por aquella teología liberadora de su tiempo a reaccionar ante esa cruda realidad a la que están sometidos muchos y muchas en América Latina.

El célibe por el reinado de Dios ha vivido una profunda experiencia del Señor traspasado que se encarna en tantos y tantas víctimas del sistema imperante de América Latina. De tal modo que, seducido por aquella realidad histórica del Señor traspasado, el soltero consagrado está dispuesto, por medio del don dado por el Espíritu Santo, a ofrecer todo su ser al proyecto liberador que Dios ha revelado a su Hijo Jesús105.

Mediante la seducción divina y el apasionamiento al proyecto misionero en favor de los más débiles de la realidad social de América Latina, el soltero consagrado a Dios siente el profundo deseo de salir de sí mismo y luchar por las verdades del Reino. Puesto que el Reino no se puede concebir sin la justicia, el célibe se incomoda al ver a tantos hombres, mujeres y culturas del continente latinoamericano en una situación de injusticia, empobrecimiento y opresión.

De allí que verse seducido por Dios es estar seducido por el Traspasado. Esto es lo que hace ver la relación del celibato con la pobreza y con el amor apasionado que se entrega y da la vida por los otros106.

Puesto que el célibe en Latinoamérica se sitúa en aquella realidad concreta y pisoteada, deberá optar radicalmente, tal como Jesús lo hizo, por el más débil de la sociedad. Ver en                                                              105

 Cfr. Cabarrus, Seducidos, 146‐147. 

106

 Ibid., 147. 

‐56‐   

los empobrecidos, oprimidos y excluidos al mismo Jesús que comparte su sufrimiento; reconocerlo en tantos y tantas que viven en situación de pobreza, en todos y todas aquellas personas que son excluidas por su raíz indígena o afroamericana, en aquellos y aquellas niñas que sufren el flagelo de ver que sus derechos sean violados diariamente, en las mujeres que deben sobrellevar y callar por la discriminación económica y cultural de género107.

Aquellas personas que aceptan el celibato por el Reino-justicia superando la idea de la consagración cultual de antaño, no ven en las estadísticas del panorama económico, político y cultural de América Latina entristecedores datos; sino que sienten y se encarnan en el sufrimiento de las personas que existen detrás de lo meramente conceptual. El soltero por el reinado de Dios vive la Kenosis de Jesucristo para hacerse con ellos y ellas, las víctimas del sistema opresor, y disponerse a trabajar por el Evangelio vivo de liberación oponiéndose a cualquier tipo de opresión y violación a los derechos humanos108. El célibe elige gozosa y positivamente este estilo de vida por el reinado de Dios entregándose por los más vulnerables de la sociedad.

El celibato cristiano no es, por tanto, la elección positiva de un sacrificio, sino la elección de un modo de existencia cristiana válido y fecundo; una elección que se ve acompañada por la conciencia de los sacrificios que entraña. Del mismo modo, la «Kenosis» de Cristo tampoco era una renuncia a los valores humanos con vistas a los valores sobrenaturales, sino una elección entre diversas posibilidades que hubiesen podido tener cada una un significado mesiánico; el escogió el camino, no de poder y de dominio mundano, sino el de la debilidad humana, el camino silencioso de la situación plenamente humana

                                                             107

 Cfr. Aparecida, 393. 

108

  Cfr.  Sagrada  Congregación  para  la  educación  católica,  “El  celibato,  valor  positivo  del  amor”,  Ediciones 

Paulinas, Argentina, 1983, 17. 

‐57‐   

que, en razón de su misión religiosa, vivió en la posibilidad significativa del celibato, para tener la manos libres con vistas al reino de los cielos109.

De este modo, queda claro que el soltero consagrado debe considerar la realidad económica, política y cultural del continente y desde allí optar radicalmente por la liberación mediante el seguimiento a Jesús. Como lo ha presentando Jon Sobrino, “un celibato que no se viva en el contexto y proceso de liberación no sería celibato cristiano en el Tercer Mundo”110. De esta manera, el celibato en América Latina se fundamenta en un valor vital religioso de liberación y lucha por el Reino-justicia de Dios, el cual lleva al soltero consagrado a dedicarse libre y totalmente a él, puesto que la misma realidad de antiReino y el anhelo de luchar contra éste es lo que le da sentido vital al voto del celibato, de lo contrario se caería en una mera teorización del mismo111.

El celibato por el «reino de los cielos», posibilidad de vida cristiana garantizada por el evangelio, demuestra la fuerza de atracción que ejerce el valor religioso, bajo cuya invitación, sostén y llamada quiere uno poner su vida, hasta tal punto de querer permanecer célibe112.

Sin embargo, como ya se ha mencionado en el primer capítulo, vale recordar que la dedicación al Reino-justicia de Dios no es un valor exclusivo de los célibes, puesto que la entrega plena a Dios y el amor indiviso a Él corresponde a todos los cristianos; el celibato únicamente podría implicar cierta “facilidad”113. No es en absoluto válido pensar que la                                                              109

 Schillebeeckx, Edward, “El celibato ministerial reflexión crítica”, Editorial Sígueme,  1968, 104. 

110

 Cfr. SOBRINO, El celibato, 97. 

111

 Cuando el celibato pierde la conciencia valorativa de lo religioso puede caer en lo meramente teórico, en 

cambio sí la soltería consagrada encuentra su sentido en un valor específico, que para el caso es el Reino‐ justicia, éste cobra un sentido real que afecta el ser y el proyecto de vida  del célibe.  Cfr. Schillebeeckx, El  celibato ministerial, 91‐92.  112

 Ibid., 102. 

113

 Ibid., 82. 

‐58‐   

vida célibe es la única llamada a la santidad, ya que la vocación a dicho estado de vida “está dirigida, como don de Dios, a todos los hombres, no solo a los que permanecen célibes por motivos religiosos”114. “Tanto el matrimonio como el celibato son un valor humano: ambos, si se viven cristianamente, quedan insertos en el orden cristiano y sobre natural de la salvación”115.

Ahora bien, cuando se dice en el Evangelio de Mateo 19,12 “otros se han hecho así (eunucos) por causa del Reino de los cielos”, el célibe revive el sentido central de su opción soltera consagrada, es decir, por la justicia y por la dignidad de los hombres y mujeres que sufren en el continente latinoamericano. Pues, ya no tiene sentido aquella consagración que se reducía a lo meramente cultual; si no se es célibe en América Latina por y para la liberación de los hombres y mujeres víctimas del sistema imperante en el continente, entonces ¿para quién o para qué se acepta aquella invitación a seguir fielmente al Señor?

Como ya ha sido mencionado anteriormente, el célibe se identifica con la misión de Jesús que no es otra cosa que vivir el amor eficaz y gratuito en la praxis de liberación, la cual irá transformando la cultura de muerte en cultura de vida, de tal manera que el mundo cada vez sea más humano. Aquello es lo que mueve al soltero por el reinado de Dios a optar por la justicia considerándola como forma de amor para con los más débiles de la sociedad116.

Desde luego, para que realmente exista esa disponibilidad y servicio al otro y otra en situación de empobrecimiento, opresión y exclusión social es necesaria aquella profunda experiencia del Señor traspasado, la cual seduce y apasiona al célibe para consagrarse totalmente a la voluntad del Padre, es decir, a su proyecto liberador del Reino-justicia117.

                                                             114

 Ibid., 83.  

115

 Ibid., 101. 

116

 Cfr. Sobrino, El celibato, 79. 

117

 Cfr. Pérez, Amor célibe, 9. 

‐59‐   

De tal modo, es posible que el soltero por el reinado de Dios desee profundamente vivir según los designios de Jesús y el Espíritu Santo, quienes conducen el ser y obrar del célibe, el cual se entregará completamente a la causa de liberación. Sin embargo, para que ello pueda ser realidad es oportuno que el amor célibe camine siempre bajo la luz del Señor, la cual lo guiará a actuar en bondad, justicia y verdad: “Vivid como hijos de la luz, pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad” (Ef 5,8)118.

Al mismo tiempo, el soltero por el reinado de Dios necesita que el Espíritu Santo le de la fortaleza que le ayude a sobrepasar todos aquellos posibles desánimos que se presentan en la vida de seguimiento a Jesús: “Por el Espíritu podremos vivir el amor célibe, dentro de las tensiones y crisis de la condición humana, como experiencia pascual de exaltación para el testimonio y servicio”119.

Vale recordar como el celibato nace de esa cadena transmisora de amor en la que se reconoce el afecto del Padre a Jesús, quien luego nos amó como el Padre le amó. Esto es lo fundante y distintivo de la entrega célibe que mueve a darse al otro tal cual el Padre y el Hijo se han amado, y han amado a la humanidad completa: “El amor célibe es una manifestación significativa de esta corriente de amor recibido, de amor comunicado y fecundo, de amor compartido. El amor de Jesús es la fuente y la razón del amor célibe”120.

El célibe cristiano debe ser considerado como aquel memorial del amor del Señor, el cual trae a la vida y a la historia el amor de Jesús que opta por toda la humanidad, especialmente por el más débil121. Antes de amar sin duda existe una experiencia de amor anterior que inquieta al alma y mueve al ser a salir de sí mismo y servir al otro.

                                                             118

 Ibid., 12 

119

 Ibid., 19. 

120

 Ibid., 14. 

121

 Ibid., 15. 

‐60‐   

El despego de sí mismo puede ser considerado como la esencia del celibato religioso, en la medida en que se identifica con el amor: el amor que no se busca a sí mismo, sino que es superación y marcha hacia el encuentro con el otro122.

Sin aquella profunda experiencia de amor difícilmente se podría entender la soltería por el reinado de Dios como don y servicio, puesto que la renuncia que implica la vida soltera consagrada sería el centro, absorbiendo el verdadero sentido del seguimiento, encuentro y donación al Señor por medio de los hermanos y hermanas más desfavorecidos. Al respecto, el monje benedictino Anselm Grün dice: “El celibato no fructificará si lo enfocamos solamente desde la renuncia, porque entonces quedamos constantemente fijos en la pareja (el partner) a la cual hemos renunciado”123. De igual manera el P. Ignacio Madera afirma:

Lo que articula y da sentido al celibato, es el seguimiento de Jesús y no una ley eclesiástica, por buena y valiosa que ella sea. Un celibato vivido por ley, arriesga a quien lo asume así a vivir "dobles" vidas de tipo fariseo, y el fariseísmo es lo más rechazado por Jesús124.

En conclusión, el soltero por el reinado de Dios que ha sido tocado y afectado por el amor del Padre y la experiencia del Señor traspasado, que se revive en tantos y tantas víctimas de las estructuras empobrecedoras, opresoras y excluyentes de América Latina; se conmueve al ver a aquel o aquella que está cargando con el yugo de injusticia y deshumanización. El célibe es capaz de sentir el sufrimiento del hombre o la mujer que ha tenido que sobrevivir con tal pesada carga sobre sus hombros.

                                                             122

 Schillebeeckx, El celibato ministerial, 105. 

123

 Grün, Anselm, “Célibes ‐ Por amor a la vida” Ediciones Mundo, Santiago de Chile 2ª. Edición – septiembre 

1998, 19.   124

 Madera, Ministerio ordenado y celibato, 8. 

‐61‐   

Es el amor de carácter universal, es decir, para todos los hombres y mujeres sin distinción, lo característico, más no excluyente, de aquel que ha aceptado líbre y sinceramente el don del celibato:

El corazón célibe se abre a cada persona en disponibilidad plena. La renuncia al amor conyugal por el Reino acentúa el carácter universal de las relaciones en igualdad de entrega para cada uno y en convergencia intensiva hacia la solidaridad liberadora125.

Al mismo tiempo, el célibe se encarna en el servicio solidario propio del Samaritano presentado por el Evangelio de Lucas 10, 25-37, el cual se aproxima al prójimo, al otro, acogiendo sus dolencias para disponerse a mediar por su recuperación126. Vale decir que el prójimo no se reduce a aquel amigo o pariente que pasa alguna necesidad, sino más bien, se entiende como prójimo a aquel otro que está tirado agonizando junto al camino, ese desconocido y diferente que necesita ayuda y solidaridad127. En América Latina, el soltero por el reinado de Dios ve en el empobrecido, oprimido y excluido la presencia de Jesús y se entrega a Él en el servicio para su liberación y re-dignificación.

El amor célibe quiere prolongar en el mundo la presencia de Cristo que se hizo siervo de todos y dió su vida por todos los hombres…El celibato no es fin en sí mismo, es profecía del amor definitivo que se encarna ya aquí y ahora en la solidaridad extrema y en la esclavitud amorosa por el Reino128.

En definitiva, el célibe en América Latina tiene un pretexto concreto, que no es más que aquella bien sabida y mencionada opción radical por el Reino-justicia de Dios. El soltero consagrado rechaza categóricamente todas aquellas realidades económicas, políticas y                                                              125

 Pérez, Amor  célibe, 63. 

126

 Cfr. Pérez, Amor célibe, 68. 

127

 Oliveros, Historia. 

128

 Pérez, Amor célibe, 68. 

‐62‐   

culturales que empobrecen, oprimen y excluyen a los hombres y mujeres. El soltero por el reinado de Dios ofrece su vida en la lucha, denunciando los antivalores que atentan contra el Reino-justicia. El célibe repugna todo aquello que niega la posible realización de la justicia en América Latina.

‐63‐   

CAPITULO III CELIBATO Y SEGUIMIENTO DE CRISTO COMO OPCIÓN DE VIDA POR LA JUSTICIA PARA AMÉRICA LATINA PRESENCIA Y AUSENCIA DE UN FUNDAMENTO EN EL CELIBATO POR EL REINO-JUSTICIA DE DIOS

A lo largo de este trabajo ha sido posible ver como el celibato poco a poco ha ido cobrando una nueva comprensión de sí en el mundo Católico. Inicialmente la soltería consagrada era valorada principalmente desde la negación y condenación de la actividad sexual, lo cual, mediante la abstinencia sexual, posibilitaba a los ministros ordenados ejercer el culto divino. Es de notar que la dimensión apostólica y liberadora del celibato no tenía mayor relevancia en aquellos días, puesto que la obsesión por mantener la supuesta pureza en la persona al servicio de la actividad cultual, se sobreponía a la posibilidad de comprender el celibato desde la entrega al valor vital religioso del Reino-justicia de Dios.

Ahora bien, en la medida que la Iglesia Católica se fue desprendiendo de aquella valoración negativa hacia la sexualidad, ésta comienza a asumir la soltería consagrada desde su dimensión apostólica al servicio del Reino-justicia de Dios. Es evidente como se va generando un cambio en la comprensión del celibato, puesto que su fundamentación deja de estar basada desde la negación de una realidad humana, para volverse hacia un valor religioso positivo, es decir, la consagración celibataria por el Reino-justicia de Dios.

En la actualidad, después de la experiencia de Cristo liberador asumida por la teología, y en particular por la teología latinoamericana, la soltería consagrada se ha beneficiado de un valor religioso diferente, el cual al mismo tiempo ha renovado el fundamento ético teológico del celibato. Ahora, ya no es oportuno pensar ni vivir la soltería consagrada desde aquella antigua idea de pureza divina, sino más bien desde la renovada experiencia de Cristo liberador que se ha encarnado en la historia de los hombres y mujeres. ‐64‐   

El celibato en América Latina tiene un pretexto determinado que se nutre de aquella fundamentación ético teológica que mueve al soltero consagrado a vivir plenamente por la causa del Reino-justicia de Dios. Hoy el célibe debe responder a aquella manera de existir desde lo apostólico y liberador de la soltería consagrada, siguiendo fielmente la misión que Jesús ha revelado al mundo.

En definitiva, esta primera parte del presente capítulo complementará al anterior, “Célibes en construcción del Reino-justicia en América Latina”, desde la reflexión ética teológica en la cual se fundamenta el celibato por el Reino-justicia de Dios para Latinoamérica. Luego se trabajará la dimensión espiritual que fundamenta la soltería por el reinado de Dios para una América Latina justa.

Por último, en el presente capítulo, también se abordarán algunos de los riesgos en los cuales podría caer el célibe que carece de una verdadera y profunda fundamentación espiritual y ético teológica. Sin estos fundamentos del celibato, referidos al valor vital religioso del Reino-justicia, fácilmente el soltero consagrado puede tergiversar el verdadero sentido del celibato, utilizando el mismo para fines narcisistas, que se expresan de una u otra manera desde la hipocresía celibataria, la voluntad de poder y el exclusivismo vocacional santificante.

3.1

Fundamentación ético teológica del celibato cristiano por el Reinojusticia en América Latina

El célibe en América Latina que se inserta en la realidad histórica y social del continente, es capaz de asumir un compromiso claro y eficiente con la liberación y re-dignificación del empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad. Ha sido posible ver como la soltería consagrada, al igual que la teología latinoamericana, tiene un pretexto de liberación, que lo ‐65‐   

lleva a luchar por los valores del Reino tales como: la justicia, la equidad, el respeto, la paz, etc.

Ahora bien, la opción radical de la soltería por el reinado de Dios sin duda alguna debe tener una fundamentación ético teológica a la base de sí misma, puesto que la radicalidad y pasión de la existencia celibataria dependerá necesariamente de ésta. Seguidamente, para el caso, la fundamentación ético teológica se basa en una experiencia de fe determinante y anterior que transforma y comunica el llamado y la gracia de Dios. Siendo así, es posible inferir que toda verdadera invitación y respuesta a la soltería consagrada parte de una experiencia trascendental e inminente anterior al llamado, la cual fundamenta el valor ético teológico que sirve de origen y motor para la praxis liberadora del celibato por el Reinojusticia en América Latina.

3.1.1 Fundamentación ético teológica del celibato desde la cristología de la liberación

En concordancia con la teología latinoamericana y la nueva moral cristocéntrica planteada por el Vaticano II, el seguimiento a Jesús es el camino propio de todo y toda cristiana que desea responder al llamado de Dios, al mismo tiempo “seguir a Cristo es el fundamento esencial y original de la moral cristiana”129, lo cual lleva al hombre y a la mujer a la plena realización de sí130. A partir de esta premisa moral cristocéntrica también se fundamenta la soltería por el reinado de Dios, puesto que el célibe anhela profundamente adherirse a Jesús mediante el discipulado auténtico que se realiza en el seguimiento fiel a Él y su mensaje de liberación131.                                                              129

 Veritatis Splendor, 19. 

130

  Cfr.  Novoa,  Carlos,  “Una  perspectiva  latinoamericana  de  la  teología  moral”,  Pontificia  Universidad 

Javeriana, Facultad de Teología, Colección Teología Hoy Nº 30, Bogotá, 2ª Edición, 2005, 15.  131

 Ibid., 16. 

‐66‐   

A partir de la propuesta moral cristocéntrica, la teología latinoamericana ha promovido una moral teológica propia para su contexto social y religioso, la cual propone diferentes categorías teológicas que sirven a todos los cristianos y cristianas en su deseo de seguir a Cristo. Sin la más mínima intención de reducir la moral latinoamericana a un determinado modo de ser, para este trabajo se reflexionarán las diferentes categorías que aportan a la realidad existencial de la soltería por el reinado de Dios, desde las cuales se esperan obtener luces que ayuden a comprender la fundamentación ético teológica del celibato por el Reinojusticia en América Latina.

En el capítulo anterior se ha mencionado aquella experiencia profunda y encarnada del Señor traspasado quien habita en el mismo acontecer de la historia, la cual transforma a aquel que lo ha contemplado, moviéndolo a luchar por la liberación del empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad. Al mismo tiempo, el célibe ha participado de la cadena transmisora de amor propia de la Santísima Trinidad, y puesto que se ha sentido amado por el Padre por medio del Hijo, desea seguir transmitiendo aquel amor que ha recibido a todos los demás. Es la experiencia de amor aquello que mueve al soltero consagrado a buscar vivir en comunión con Dios, con los hombres, las mujeres y la creación; es a partir de allí que se origina el deseo de salir de sí para dejarse tocar por Dios y así servir a la realidad en la que vive132.

La soltería por el reinado de Dios para que realmente llegue a ser comprendida desde el seguimiento de Cristo, es necesario que configure la totalidad de la existencia y praxis del sujeto que desea responder a la invitación de la vida célibe. La soltería consagrada es un estado de vida totalizante que no se reduce a un mero funcionalismo, sino más bien, a una manera de ser en el mundo que responde a una experiencia concreta de fe que lo mueve a ponerse en camino hacia el Padre en la búsqueda de hacer el Reino-justicia133.                                                              132

 Ibid., 25‐27. 

133

 Cfr. Sobrino, El celibato, 14‐ 16. 

‐67‐   

De esta manera, el soltero por el reinado de Dios se identifica con Cristo, quien se encarna y se entrega a la humanidad. El célibe se asume igualmente hijo del Padre Eterno en la medida que responde al seguimiento de Jesús. Esto es lo que genera la fraternidad cristiana que despierta en él aquel amor incondicional y caritativo para con todos y todas, pero especialmente con aquellos y aquellas que han sido víctimas de las estructuras opresoras de los modelos económicos, políticos y culturales de América Latina134.

El amor de Dios que nos dignifica radicalmente, se vuelve por necesidad comunión de amor con los demás hombres y participación fraterna; para nosotros, hoy, debe volverse, principalmente obra de justicia para los oprimidos, esfuerzo de liberación para quienes más la necesitan135.

Pues bien, se ha determinado que la soltería por el reinado de Dios es fruto de una experiencia de fe e invitación concreta del Señor, quien anima al célibe a seguirlo, ofreciendo la totalidad de su persona a Dios y a su Reino-justicia. Es a partir de allí desde donde se podrá identificar la fundamentación ético teológica del celibato en el contexto de América Latina.

En Latinoamérica el célibe por el reinado de Dios se compromete con la lucha a comunicar los valores del Reino en aquellos lugares en los cuales han sido parcial o totalmente reemplazados por los anti-valores de la injusticia, desigualdad, intolerancia, entre otros. Puesto que el soltero consagrado responde a aquella invitación de seguir a Jesús, necesariamente la fundamentación ético teológica del celibato se identifica con el Señor. Ahora bien ¿Cuál realidad de Cristo es aquella que interpela al soltero consagrado en su lucha por instaurar el Reino-justicia de Dios en América Latina? ¿Cuál sería la

                                                             134

 Cfr. Novoa, Una perspectiva, 25‐ 27. 

135

 Ibid., 27. 

‐68‐   

fundamentación ético teológica que valida el ser y hacer del célibe para la liberación del empobrecido, oprimido y excluido social de este subcontinente?

Puesto que ha sido aceptada aquella relación intrínseca de la soltería por el reinado de Dios y la teología latinoamericana presentada en el capitulo anterior, se abordará toda la presente reflexión a partir de las afirmaciones teológicas y morales de la teología latinoamericana, con el fin de responder a las preguntas antes mencionadas.

Sin duda, hay un considerable número de experiencias y dimensiones de Cristo que alimentan las diferentes formas de seguimiento a Él. Ahora bien, solo se pretenderá identificar aquella experiencia cristológica latinoamericana que está a la base de la soltería consagrada para una América Latina justa.

En el continente latinoamericano, gracias a las experiencias liberadoras del pueblo y la sistematización teológica en contexto, ha sido posible descubrir una figura de Cristo propia de este subcontinente. El contexto social, político, y cultural de los empobrecidos ha posibilitado ver la estrecha relación existente entre los pobres y Jesús, para quienes dirige su buena nueva. A partir de allí nacen algunas características de Cristo que animan e interpelan al pueblo tercermundista, y más aún, a la soltería por el reinado de Dios que se historiza y desarrolla inserto en este continente.

La experiencia de fe del pueblo en situación de empobrecimiento, opresión y exclusión social ha hecho propia la encarnación de Jesús, es decir, Él no es entendido como un espectador más entre tantos, sino más bien, es uno más que se compromete y sufre con aquellos y aquellas que están siendo vulnerados y pisoteados por el sistema opresor imperante. La imagen que brota a partir de esta experiencia de encarnación es aquella de un Jesús cercano que se compromete con la realidad de los sin voz; es por eso que para el

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pueblo latinoamericano Jesús es considerado como un hermano más, el cual también vive la agonía de la injusticia, opresión, intolerancia, etc.136.

Otra de las figuras cristológicas propias, más no exclusiva, del pueblo latinoamericano es aquella del Jesús liberador que es identificado con el pasaje bíblico de Lucas 4, 18-19, el cual dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres. Me ha enviado para anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor”. Esta manera de identificar a Jesús reluce aquella comprensión liberadora de Cristo, quien dedica su vida al servicio del Reino-justicia, para la transformación de la sociedad opresora a una humanidad fraterna y justa137.

Ese Jesús sigue siendo hoy captado y querido como liberador; sigue generando dignidad entre los pobres, lo que les posibilita y mueve a organizarse como pueblo y pueblo de Dios; sigue generando compromiso, generosidad, lucha y entrega sin límites por la liberación de los pueblos; sigue generando la esperanza de que la liberación vendrá, aunque las dificultades sean ingentes y el reino de Dios no llegue cuando uno lo desee ni con la plenitud utópica deseada138.

También es posible reconocer la figura de Jesús presente en la historia actual mediante su Espíritu que obra y se inserta en los signos de los tiempos. Aquel Cristo que continúa su pasión en el sufrimiento del empobrecido, oprimido y excluido social: “Lo que hicisteis con estos más pequeños conmigo lo hicisteis” (Mateo 25, 40b)139. Aquel texto bíblico evidencia

                                                             136

 Cfr. Sobrino, Jon, “Liberación con espíritu”, Sal Terrae, España, 1985, 204‐206. 

137

 Ibid., 206‐207. 

138

 Ibid., 208. 

139

 Ibid. 209‐210. 

‐70‐   

que Jesús habita en el débil y todo lo que se haga a favor de ellos ha sido realizado en Él, quien está presente en la historia actual del pueblo latinoamericano140.

Otra característica de Cristo para el pueblo latinoamericano y para los célibes de este continente, es aquella que ve a Jesús como la buena noticia, quien vino a anunciar el Reino, y de manera especial a los pobres. Jesús invita al Reino, pero también interpela a los hombres y mujeres a hacer vida el anuncio de éste y la buena nueva, aun cuando la integridad física se pueda ver amenazada. Ha sido así como muchos y muchas se han entregado a dicha misión y han reconocido a Jesús como la buena noticia141.

Los diversos aspectos de Jesús reconocidos por el pueblo latinoamericano sin duda marcan la experiencia cristológica y la fundamentación ético teológica del celibato en América Latina. Ahora bien, el célibe, tras la experiencia de reconocer a Jesús en el rostro del pobre, fundamenta su praxis ética cristiana en el Señor traspasado que habita en el rostro concreto de tantos y tantas que están siendo víctimas del sistema opresor imperante142, los cuales revelan los rasgos sufrientes de Cristo que indudablemente cuestionan al cristiano, y para el caso, al célibe143. “Cristo se hace presente en los pobres y así nos interpela; aliviando sus dolores y sirviéndoles a ellos, los cristianos servimos y amamos al mismo Jesús”144.

Aquella experiencia de ver a Cristo en el rostro de los más vulnerables es lo que despierta en los célibes por el Reino-justicia el deseo a decir, al igual que San Alberto Hurtado, “Amen a los pobres, porque el pobre es Cristo". En definitiva esto es la fundamentación ético teológica que mueve el ser y hacer de la soltería consagrada en América Latina; es la fuente espiritual que transforma e invita a la total y dedicada atención a los demás.                                                              140

 Cfr. Novoa, Una perspectiva, 99. 

141

 Cfr. Sobrino, Liberación, 210‐211. 

142

 Cfr. Novoa, Una perspectiva, 95. 

143

 Cfr. Puebla, 31. 

144

 Novoa, Una perspectiva, 96. 

‐71‐   

“Nos hallamos avocados, pues, a realizar una práctica de amor preferencial hacia nuestros hermanos más pobres, en la ejecución de la liberación integral, como parte de nuestra vida de fe y de nuestro seguimiento de Jesús”145. Estas palabras del P. Carlos Novoa, iluminado por el P. Ignacio Ellacuria, invitan a todos los cristianos a vivir interesados y apasionados por la liberación integral de los más vulnerables, lo cual no deja de ser central también para aquel o aquella que desea vivir el celibato por el Reino-justicia en América Latina.

Como ya ha sido mencionado anteriormente, el soltero por el reinado de Dios ha vivido una experiencia del Señor traspasado, el cual se manifiesta en el rostro del empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad: “No nos seducen ni tareas ni causas sino el rostro de Jesús donde ha aparecido la solidaridad y la ternura del Padre Dios. Un rostro, con todo, machacado, ultrajado, «traspasado»”146. Esto es, sin duda, aquello que invita a vivir el seguimiento de Jesús mediante la vida célibe, la cual desea ofrecerse gratuita y efectivamente a la realización del Reino-justicia.

3.1.2 Espiritualidad de la liberación, fuente de la fundamentación ético teológica del celibato

En el apartado anterior se ha logrado identificar la fundamentación ético teológica del celibato por el Reino-justicia en América Latina. Ahora bien, toda fundamentación ético teológica necesariamente está marcada por una espiritualidad determinada, y aunque aparentemente podría ser evidente el tipo de espiritualidad a la que se refiere, de todos                                                              145

 Ibid., 98., Cfr. Ellacuría, Ignacio, “Historicidad de la salvación cristiana”. Tomado de: Varios, “Misteryum 

Liberationis”,  “Conceptos  fundamentales  de  la  teología  de  la  liberación”,  Madrid:  Editorial  Trotta,  tomo  I,  1990, 367‐368.  146

 Cabarrus, Seducidos, 146. 

‐72‐   

modos es oportuno referirse a ella y así descubrir aquella fuente espiritual que da vida y dinamiza la soltería por el reinado de Dios en América Latina.

Antes de comenzar la reflexión, es oportuno precisar que se entenderá por espiritualidad: se refiere a toda una vida espiritual como doctrina o como práctica. Es una forma de vivir la experiencia mística que se ha tenido de Dios, es por ello que encontramos diversos tipos de espiritualidades. Al mismo tiempo, se la define como ciencia práctica, existencial, de perfección evangélica en su itinerario formativo-pedagógico, desde del ideal cristiano de la caridad hasta la unidad de espíritu con Dios Uno y Trino147. Puesto que hay diferentes maneras de vivir la experiencia espiritual por la gran diversidad de espiritualidades, es prudente seguir precisando aún más en la idea de espiritualidad que se tendrá como base para esta parte de la investigación. Ya que la fundamentación ético teológica del celibato está relacionada con la teología latinoamericana o de la liberación, es pertinente ver que dice ella al respecto: Para la teología de la liberación la espiritualidad es una manera específica de vivir la fe en el Señor amando a los hermanos (…) Se trata de un estilo de poner en práctica el evangelio que parte de un encuentro personal con Dios, el cual nos lleva a vivir como el Hijo del Hombre. Por esto para la teología latinoamericana la espiritualidad es el seguimiento de Jesús según el Espíritu148. Por lo anterior se entiende la gran importancia que tiene la relación con el Señor, la cual mueve a la persona a vivir y amar según el Espíritu que ha venido a su encuentro por medio de una experiencia de fe determinada. Para el caso del célibe por el Reino-justicia en América Latina aquella experiencia de fe se concretiza en la participación del amor

                                                             147

  Cfr.  Van  Asseldonk,  O,  “Espiritualidad”,    Diccionario  teológico  enciclopédico,  333‐  336,  Verbo  Divino, 

España, 2003.  148

 NOVOA, Una perspectiva, 77. 

‐73‐   

Trinitario del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que se encarna y revela en el Señor traspasado, quien invita a vivir su espiritualidad en el seguimiento a Él149. Es oportuno aclarar que la espiritualidad que vive el célibe es una experiencia que nace de Dios, la cual se vive en relación al otro y que está referida a la totalidad, pues no es algo intimista y fuera de la historia. El soltero consagrado es afectado por aquella experiencia trascendental e inmanente de Dios, que nace desde su misma subjetividad e historicidad. Según Jon Sobrino, es necesario que exista una relación del espíritu del sujeto con la realidad, fundamento del espíritu liberador, que identifica el soltero por el reinado de Dios en América Latina150. Esto implica la honradez con lo real, es decir, ver la realidad tal cual es y aceptar que “la creación de Dios está amenazada y viciada”151 por aquella cultura opresora que empobrece y excluye a tantos y tantas en este continente. A partir de este contexto de muerte el célibe por el Reino-justicia en América Latina se identifica con el sí a la vida a favor de los y las más afectadas del continente: “el sí que exige la realidad es un sí a la vida y, como la mayoría de la creación está sometida, ese sí a la vida debe ser un sí a devolver la vida; es un sí, por lo tanto, no sólo a la vida, sino a dar vida”152. El soltero consagrado que ha tenido la experiencia del Señor traspasado que se encarna y revela en el empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad, anhela profundamente la liberación de las víctimas del sistema imperante. El célibe inserto en la realidad política, económica y cultural que domina a este subcontinente, es capaz de ver la cultura de muerte y, por ello, en su dedicación radical por el reinado de Dios, se identifica con la vida que se realiza mediante la justicia.

                                                             149

 Ibid., 77‐ 79. 

150

 Cfr. Sobrino, Liberación, 23‐24. 

151

Ibid., 24. 

152

 Ibid., 26. 

‐74‐   

Ahora bien, la honradez con lo real necesariamente debe estar garantizada por la fidelidad a ella, ya que, aun cuando las adversidades sean peligrosas, hasta tal punto de atentar con la propia integridad física o incluso la vida; esto es lo que mantiene la praxis liberadora de aquellos que han querido dedicar su vida por el Reino-justicia de Dios153. Toda esta dinámica está soportada por una convicción concreta de la realización del Reinojusticia de Dios. Esto es lo que mantiene viva la praxis liberadora, preferencialmente para con el empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad154: Es la misma esperanza que brota de la realidad y la respuesta práxica de ayudar a que haya vida, es lo que está en el fondo de la práctica de la liberación o, al menos, en sus mejores intentos. Y por ello puede haber una auténtica espiritualidad de la liberación, porque ésta no será algo superimpuesto ideológicamente al mismo hecho de la práctica liberadora, sino el mismo espíritu de dar vida155. Queda claro que la espiritualidad liberadora sustenta la fundamentación ético teológica del celibato por el Reino-justicia de Dios en América Latina, y responde a la revelación de Dios en el rostro del empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad. Pues “la espiritualidad no es otra cosa que la correspondencia a la revelación de Dios en la historia real”156, ya que la experiencia espiritual no se vive fuera de la historia actual, sino que Dios se manifiesta en ella e interpela al soltero consagrado a actuar en pro del Reino-justicia157. Por ello, la honradez y fidelidad hacia lo real no son solo presupuestos, sino también fundamentos de la espiritualidad en lo más fundamental de ésta.

                                                             153

 Ibid., 27‐29. 

154

 Ibid., 29‐31. 

155

 Ibid., 31. 

156

 Ibid., 32. 

157

 Ibid. 

‐75‐   

Permiten seguir oyendo a Dios en la historia y expresan la realización fundamental de la respuesta a su palabra158. En definitiva, la experiencia espiritual del Señor traspasado que se encarna en el rostro concreto del empobrecido, oprimido y excluido social de América Latina, es aquello que sirve de estimulo, siendo el fundamento ético y espiritual liberador del célibe por el Reinojusticia de Dios para este subcontinente. Desde allí nace el profundo deseo de seguir a Cristo y responder al llamado a ser co-creador del Reino de Dios en la historia de la humanidad. El soltero consagrado que ha tenido aquella experiencia vital y transformadora de Jesús liberador, es constantemente interpelado y animado a luchar por el Reino-justicia de Dios. El célibe pone toda su confianza en el Señor para “caminar según el Espíritu de Cristo159” y realizar la voluntad del Padre. Ahora bien, no es posible pretender idealizar la vida célibe en su totalidad, puesto que a veces se pueden encontrar solteros consagrados que realmente no tienen una experiencia espiritual transformadora, lo que sin duda debilita la fundamentación ético teológica que mueve el ser y hacer del célibe. En el siguiente apartado se abordará el celibato que se fundamenta desde el propio engrandecimiento narcisista y la voluntad de poder, lo cual niega la verdadera fundamentación y fin de la soltería consagrada por la construcción del Reino-justicia del cual se ha estado reflexionando hasta ahora160.

                                                             158

 Ibid.  

159

 Ibid., 67. 

160

  Cfr.  Domínguez  Morano,  Carlos,  “La  aventura  del  celibato  evangélico”  Sublimación  o  represión. 

Narcisismo  o  alteridad.,  Segunda  Edición,  Instituto  Teológica  de  Vida  Religiosa,  Frontera  Hegian,  Vitoria‐ Gasteiz, 2004, 37. 

‐76‐   

3.2 La inapropiada y tibia vivencia del celibato desde el narcisismo y la voluntad de poder

A lo largo de esta investigación ha sido posible reconocer diferentes enfoques y motivaciones que han hecho posible ver como la soltería consagrada dió el paso de lo cultual a lo apostólico, para fundamentarse y enfocarse completamente a la causa del Reino-justicia de Dios. La soltería por el reinado de Dios en América Latina se valida a sí misma desde aquella invitación del Padre que llama a servir gratuita y efectivamente a los y las más vulneradas del continente. El celibato es un don de Dios que invita y mueve al individuo, por medio de la cadena transmisora de amor y la revelación encarnada de Jesús en el empobrecido, oprimido y excluido social, a comunicar el mismo amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, a los demás.

Sin embargo, también está el riesgo de vivir un celibato carente de una experiencia espiritual inmanente y trascendente que fundamente la opción por la soltería consagrada. “Se puede ser célibe por causa del reino o se pude ser célibe por la causa del propio engrandecimiento narcisista”161, como decían de las religiosas de Port Royal: “castas como ángeles, soberbias como demonios”. Ahora bien, la autoestima que se vive saludablemente, es decir, desde la alteridad, colabora con el cometido fundamental del ser célibe por el Reino-justicia de Dios, puesto que la dedicación no se reduce al Yo sino más bien al otro162.

En la categoría psicológica del narcisismo se debe tener en consideración el Yo ideal y el Yo real, puesto que el hombre y la mujer se mueve en aquella dinámica de lo que se es y aquello que se quiere ser. El narcisismo sin duda alguna está muy cerca de aquel Yo ideal que peligrosamente termina por ensimismar al individuo, dificultándole la posibilidad de realizar la alteridad, es decir, referirse al otro.                                                              161

 Ibid. 

162

 Ibid., 33. 

‐77‐   

Es de saber que el ideal del Yo para que no se vuelva únicamente auto-referente debe abrirse a algo que está fuera de sí. De igual manera, el célibe que desea evitar aquel narcisismo se debe focalizar a un otro e incluso a un objeto que lo descentre de sí mismo. No es aceptable pensar en la soltería consagrada en función de un auto-engrandecimiento o para ser reconocido por el entorno. El célibe que verdaderamente ha tenido la experiencia espiritual fundante de la invitación de Dios a la vida soltera consagrada, está capacitado a poner la atención en aquel valor vital religioso del Reino-justicia que dinamiza el ser y hacer de su particular modo de existir, siendo éste el nuevo objeto de amor163.

En cambio, cuando el Yo ideal se absolutiza dejando su realidad mediática y temporal, la autoestima pierde la fuerza dinamizadora que lleva a la alteridad, encerrando a la persona en la simple y llana búsqueda de la autocomplacencia. En el caso que el soltero por el reinado de Dios caiga en aquella realidad narcisista, éste termina priorizando lo propio, poniendo en riesgo el verdadero sentido del celibato que se ofrece por el Reino-justicia164.

El peligro de caer en un narcisismo egoísta es evidentemente más probable en aquel soltero consagrado que no ha descubierto el celibato como don e invitación de Dios. Vale tener en consideración que el Señor llama a ser eunucos por el Reino, más no por obligación o por algún reconocimiento mundano.

En la vida célibe Jesús se presenta como modelo de identificación y objeto de amor de la vida soltera por el reinado de Dios, sin embargo en este aspecto también existe el riesgo de negar la alteridad para inmiscuirse en el narcisismo. El Señor no debe ser entendido desde el “ser como” al cual vale imitar, y así justificar toda la dinámica espiritual del soltero por

                                                             163

 Ibid., 37. 

164

 Ibíd., 38. 

‐78‐   

el reinado de Dios, ya que la idea de Jesús no pasaría de ser una mera proyección y deseo narcisista165:

Convierten la figura de Jesús en un aspecto de su propio ideal y confrontados sólo en ese ideal se encierra en una sala de espejos donde, en realidad, no existen sino ellos mismos y sus imágenes ideales. Es posible que Jesús sea, en efecto, la más importante de esas imágenes. Pero, en realidad, lo han reducido a ser una imagen de sí mismos, idealizada en su ideal del Yo. La dinámica del narcisismo se ha instalado así bajo apariencia de alta espiritualidad166.

Vale decir que el llamado de Jesús consiste en el seguimiento a Él, más no a la imitación, lo cual descentra de los propios intereses para preocuparse de los intereses del Reino-justicia de Dios, de manera que se trabaje apasionadamente por la realización de aquel mandato divino. El objeto del celibato y toda sublimación y canalización afectiva de la persona célibe no podrá ser otro sino el Reino. Es allí donde el soltero consagrado concentra toda su pasión, ofreciéndose al proyecto salvífico del Padre167.

Ahora bien, “el Reino de Dios no puede ser una pura entelequia o construcción imaginaria. No fue así para Jesús. Porque nos encontraríamos entonces de nuevo en una forma de idealización que sólo pretenderá satisfacer aspiraciones de orden narcisista168”. El soltero consagrado deberá considerar la realidad como tal y responder a la misma con total responsabilidad y fidelidad, y así abrirse al o a lo otro que lo saca de sí mismo, transformando el ser y hacer del célibe. El Reino prometido por Jesús tiene rostros humanos, el empobrecido, oprimido, excluido social, etc.; a quienes el soltero por el reinado de Dios desea consagrarse por la liberación de los mismos, lo cual, al mismo                                                              165

 Ibíd., 55. 

166

 Ibid. 

167

 Ibid., 53. 

168

 Ibid., 60. 

‐79‐   

tiempo, lo saca de sí mismo para responder al llamado de Jesús a seguirlo para construir el Reino-justicia de Dios169.

Hasta ahora, ha sido posible identificar cómo el celibato que carece de una experiencia espiritual anterior que invita a éste estilo de vida, es vulnerable a caer en un narcisismo egoísta que no deja salir de sí mismo. Es fundamental que la vida soltera consagrada tenga aquella experiencia espiritual inmanente y trascendente que motiva y anima al individuo a salir de sí en pro de un objeto que está fuera de él. Aquello es lo que le da vida y consistencia al celibato que se pone al servicio del Reino-justicia de Dios.

Otro de los grandes riesgos de un celibato que ha sido asumido inmaduramente es la vivencia hipócrita del mismo. Si realmente no hay una verdadera convicción en este consejo evangélico, y se duda de su eficacia transformadora en el sujeto y en la realidad, fácilmente el célibe a medias es propenso a caer en infidelidades contra el voto.

Actualmente no son pocos los casos que nos revelan aquella hipocresía con la cual ha sido asumida la soltería consagrada en algunos presbíteros, religiosos y religiosas. En el contexto latinoamericano es cada vez más evidente el gran número de solteros consagrados que han dejado de creer en la vida célibe como posibilidad de vida al servicio del Reinojusticia de Dios. Con esta afirmación no se pretende minusvalorar el celibato en sí, pero sin duda es una alerta que demanda a que hayan nuevas reflexiones teológicas que se preocupen por re-significar y motivar el celibato en la Iglesia Católica.

Al mismo tiempo, los candidatos a la vida presbiteral y religiosa deberán ser seriamente interpelados a responder responsablemente al celibato únicamente si éste ha sido dado como don, ya que la soltería por el reinado de Dios, considerada como tal, no es fruto de una simple ascesis o práctica, sino que se fundamenta y apoya a partir de la gracia de Dios

                                                             169

 Ibid., 60‐62. 

‐80‐   

que anima y sostiene, en la debilidad y en la fidelidad, a quien ha sido llamado a la soltería consagrada.

La hipocresía de los célibes, más no del celibato, se presenta en aquellos que, sin mayor esfuerzo, se dejan llevar por la actividad sexo-genital propia de la vida de pareja. Por un lado se predica la fidelidad al voto, pero en la clandestinidad se practica la actividad sexogenital. Esto es aquello que lleva al célibe a vivir una doble vida que intenta acaparar, o más bien utilizar, los beneficios de ambas. Se teme decir un sí definitivo al llamado de la vida soltera por el reinado de Dios, pero al mismo tiempo se desea abusar de los reconocimientos narcisistas que podrían aventajar al célibe a medias. De igual manera, el soltero consagrado que vive su voto del celibato hipócritamente desea utilizar a la otra o excepcionalmente al otro, en el caso de los homosexuales, como un mero objeto de placer carnal, ya que tampoco se arriesga y compromete a vivir fiel y completamente con ella o el170.

La vida soltera por el reinado de Dios demanda una madura y responsable integración de la sexualidad, la cual en definitiva se vive afectivamente en la relación con Dios y en la entrega al prójimo. De ser así es posible vivir la dimensión psicosexual de todo hombre que anhela seguir el celibato, puesto que hay una convicción y objeto que ayuda a vivir la sublimación del deseo pulsional hacia un valor vital religioso como por ejemplo, el Reinojusticia de Dios171. De no ser así el riesgo a caer en infidelidad al celibato es muy alto:

Si el que permanece célibe por motivos religiosos no está fascinado por el valor religioso, corre el peligro de malograr su celibato, por la naturaleza de las cosas, y de convertir en un fracaso tanto su celibato como la misión de integrar humanamente la corporalidad con todas sus tendencias propias172.                                                              170

  Cfr.  Navarro,  Mercedes,  “Celibato”,  en  “10  palabras  clave  sobre  vida  consagrada”,  Director:  Marciano 

Vidal, 299‐300, Editorial Verbo Divino, España, 1997.  171

 Cfr. Domínguez Morano, Carlos, La aventura, 12‐13. 

172

 Cfr. Schillebeeckx, El celibato ministerial, 87. 

‐81‐   

Otra de las degeneraciones que podría afectar el verdadero significado de la soltería por el reinado de Dios es aquella que pretende considerar a este estilo de vida como un modo de ser más angelical que la vocación a la vida matrimonial. Desde aquella negativa valoración de la sexualidad algunos han pretendido minusvalorar la vida de pareja y enaltecer la vida célibe.

A lo largo del desarrollo del celibato en la historia se ha podido apreciar aquella engañosa pretensión santificante del soltero por el reinado de Dios, sobrevalorando esta opción como algo más divino en contraste con el resto de los estilos de vida cristiana. A partir de aquella errónea idea del celibato han existido algunos que desean sacar provecho para su propio enaltecimiento, creando una mentalidad exclusivista con respecto al llamado a la santidad y a la realización del Reino, degradando la vida matrimonial a una categoría de segundo orden173.

No cabe duda que toda tendencia a enaltecer la soltería por el reinado de Dios sobre los diferentes modos de ser cristiano son visiones heredadas del pasado de la Iglesia Católica. Sin embargo hoy en día hay algunos que aun siguen sosteniendo para su propio provecho aquella exclusividad y perfección. Al respecto el magisterio de la Iglesia Católica afirma:

El Concilio Vaticano II también rechazó esto categóricamente. La vocación a la santidad, a la perfección suma «como vuestro padre celestial», está dirigida, como don de Dios, a todos los hombres, no sólo a los que «permanecen célibes por motivos religiosos». El que quiere caracterizar la «tendencia a la perfección» como la vocación especial del que desea vivir cristianamente en celibato religioso, desconoce de hecho la vocación de todos los hombres a la santidad174.                                                              173

 Ibid., 81. 

174

 Ibid., 83. Cfr. Lumen Gentium, 40. 

‐82‐   

Ya no es válido pensar en el celibato como la única forma de vida plena que se entrega indivisamente a Dios y su Reino-justicia. Se ha dicho a largo de los anteriores capítulos que todos los cristianos, sin excepción, están llamados a responder y realizar la misión de construir el Reino-justicia de Dios. El célibe únicamente podría concebirse como potencialmente más disponible a dicha misión, más no es la única forma de vida que lo realiza175.

Otra de las concepciones equívocas del celibato sostiene que por medio de la soltería consagrada se puede seguir a Cristo más perfectamente, puesto que se pertenece en todo a Dios; como si la vida matrimonial no lo permitiese, ya que se ama a la pareja como si se prescindiese de amar a Dios y al prójimo. Queda claro que todo estado de vida cristiana desde su misma realidad está llamada a seguir y amar al Señor176, aquello no es una exclusividad de los solteros por el reinado de Dios, sino más bien un distintivo de todo cristiano177.

En conclusión, el célibe que vive desde la voluntad de poder y el deseo narcisista de autoengrandecimiento su opción soltera por el reinado de Dios, termina por destruir el verdadero significado del celibato. Este consejo evangélico, al igual que muchas otras vocaciones de la vida cristiana, es una respuesta al llamado de Dios, el cual en sí permite

                                                             175

 Ibid., 82‐83. 

176

 Es, pues, completamente claro que todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la 

plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, que es una forma de santidad que promueve, aun  en  la  sociedad  terrena,  un  nivel  de  vida  más  humano.  Para  alcanzar  esa  perfección,  los  fieles,  según  las  diversas  medidas  de  los  dones  recibidos  de  Cristo,  siguiendo  sus  huellas  y  amoldándose  a  su  imagen,  obedeciendo en todo a la voluntad del Padre, deberán esforzarse para entregarse totalmente a la gloria de  Dios  y  al  servicio  del  prójimo.  Así  la  santidad  del  Pueblo  de  Dios  producirá  frutos  abundantes,  como  brillantemente lo demuestra en la historia de la Iglesia la vida de tantos santos. Lumen Gentium, 40.   177

 Cfr. Schillebeeckx, El celibato ministerial, 84‐ 85. 

‐83‐   

vivir en comunión con la voluntad del Padre mediante el seguimiento a Cristo y la realización del Reino-justicia de Dios.

El celibato no es aquello que debe ser cuestionado, sino más bien el célibe que ha asumido este estilo de vida sin la conciencia y responsabilidad necesaria que demanda la soltería consagrada. El candidato al celibato es quien debe reflexionar si realmente ha sido llamado a la soltería consagrada y decidir si ciertamente desea aventurarse, desde sus debilidades y fortalezas, a vivir la soltería por el Reino-justicia de Dios.

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CONCLUSIÓN

La presencia del celibato en la Iglesia Católica ha experimentado una gran variedad de cambios desde su origen hasta hoy. En sus comienzos se ha podido notar que la soltería consagrada fue fruto de la influencia del neo-platonismo, del estoicismo y del gnosticismo, lo cual fundamentó el celibato desde una visión dualista entre cuerpo y alma. Esto llevó a que la soltería consagrada sea entendida desde la negación del cuerpo y el rechazo a la sexualidad, como si éstos fueran causa de pecado e impureza. La actividad sexo-genital fue tan rechazada en aquel tiempo, que era inconcebible para los ministros ordenados realizarla antes, durante o después de los actos rituales del culto religioso.

A partir de allí, el celibato fue valorado más que el matrimonio, el cual era reducido por la activa vivencia de la sexo-genitalidad; como si éste fuera un estado de segunda categoría que no valiera por sí mismo, sino más bien por la enfermiza dependencia del hombre a la procreación y a los deseos sexuales. De igual manera, junto con la subestimación del matrimonio, también la mujer sufrió considerables discriminaciones, como si ella fuera causa de pecado e impureza para los hombres, y en particular, para los ministros ordenados. Por ésta razón el ministro ordenado estaba obligado a vivir su ministerio lejos de las mujeres.

Aun cuando la actividad sexo-genital y la mujer fueran fuertemente rechazadas y acusadas por la pretenciosa pureza del celibato de antaño, no fue posible erradicar la hipocresía celibataria que se vivía por el concubinato, peor aún, en la medida que más se prohibía el matrimonio y la actividad sexo-genital para los ministros ordenados, más aumentaba la vida de pareja en la clandestinidad.

Es de notar que el fundamento de la soltería consagrada de la antigüedad radicaba principalmente en el ideal de pureza en desmedro de la corporalidad del hombre. Esto llevaba a que el celibato fuera valorado desde pretenciosas categorías de santidad, lo cual ‐85‐   

aumentaba la dignidad de los célibes por sobre el común de los mortales. El soltero consagrado era cercanamente equiparado a un ángel, pues era la anticipación de la vida futura.

Es de notar que el origen del celibato realmente no tenía un valor vital estrictamente religioso que sacara a la persona de sí mismo, peor aún, éste alimentaba la soberbia del soltero consagrado, convenciéndolo de una falsa idea de pureza y santidad angelical. Se pensaba la vida célibe como la única vía para responder al llamado de ser santos como el Padre es Santo; como la forma más viable para seguir y responder al llamado de Jesús. En realidad, la soltería consagrada valía en sí misma simplemente por dogmas estáticos y casi supersticiosos, más no por un ser y hacer en el mundo.

Sin duda, liberando al celibato de aquellas engañosas y soberbias valoraciones que le han dado en la antigüedad, la soltería consagrada es verdaderamente un precioso regalo de Dios, el cual lleva a la persona a una total entrega a Él y a su misión de ser constructores del Reino-justicia. Ahora bien, la soltería consagrada no debe ser valorada por sobre el matrimonio, puesto que ambas son vocación santificante para el hombre, estas dos, y muchas otras más maneras de existir, son igualmente dignas ante Dios, y así debería ser para la humanidad. Es lógico que sean diferentes maneras de seguir a Cristo, tan válidas ambas en función de la construcción del Reino-justicia.

Si se mira el celibato desde la fundamentación bíblico teológica es posible volver a las raices de sentido de este consejo evangélico. Tanto la biblia como las reflexiones teológicas abiertas y dinámicas permiten comprender la soltería consagrada desde un valor vital religioso específico, es decir, el Reino de los cielos. La soltería por el reinado de Dios se muestra como fruto de un llamado que invita a vivir de una determinada manera hacía el valor del seguimiento y el Reino-justicia de Dios.

El celibato que es entendido desde el fundamento bíblico teológico no es visto como algo moral de lo bueno o malo, o como si fuera exclusividad santificante; más bien se presenta ‐86‐   

como una vocación específica que se realiza en la historia concreta. La soltería consagrada no debe ser asumida como ley u obligación, sino que es don de Dios que nace desde Él y se proyecta al otro y al Reino-justicia del Padre.

Poco a poco la soltería consagrada dejó de ser validada desde la categoría de pureza y exclusividad santificante en relación al culto, para dar un paso significativo a lo apostólico liberador. Esto responde fielmente a la fundamentación bíblico teológica del celibato, en especial en su relación significante del valor vital religioso del Reino-justicia de Dios.

En el contexto de América Latina la nueva manera de entender y vivir la soltería consagrada realmente se presenta como novedad dinámica y transformadora. Ya no se es célibe por un rechazo a algo, como la sexualidad, sino por amor a alguien y por un valor específico. De esta manera la soltería se hace profética y liberadora, pues ésta es, en Latino América, por el Reino-justicia de Dios.

En la medida en que el celibato en Latino América sea apreciado desde aquel valor vital religioso del Reino-justicia, es posible que se re-signifique, aun en el árido contexto de críticas por el cual está pasando. La soltería consagrada se debe historizar y solidarizar con el empobrecido, oprimido y excluido social de este subcontinente, con el pretexto de liberación y dignificación de tantos y tantas que están siendo sometidas al dominio alienante del sistema imperante.

La soltería por el reinado de Dios no tiene como absoluto la abstinencia sexual tan característica en ella, puesto que no es su razón de ser en el mundo. Eso sería confundir un mero medio como un fin, sería pretender absolutizar una renuncia en desmedro de la opción libre de seguir a Cristo y el Evangelio de liberación. En realidad la soltería consagrada sí podría ser juzgada, pero desde su gratuidad y eficacia para con la construcción del Reino y la liberación del empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad, más no desde la visión moralista de pureza. ‐87‐   

Para América Latina el sentido vital del celibato vale desde la disponibilidad al servicio del Reino-justicia de Dios, el cual desde ya se está realizando, en la medida que hay una verdadera, eficiente y afectiva solidaridad con el otro y la otra. La soltería consagrada que es fruto del llamado del Señor y que se evidencia al sentirse amado por Él, es aquello que le da un nuevo sentido a la vida célibe. La soltería por el reinado de Dios y todo lo que ésta conlleva no es una mera renuncia, sino más bien, es gracia de Dios, la cual hay que cuidar y responder con fidelidad. En este sentido la persona célibe no renuncia a relacionarse ni con la mujer ni con el hombre, todo lo contrario. Se trata de amar apasionadamente a cada hija e hijo de Dios.

El celibato, como las otras maneras de seguimiento a Cristo, es una invitación divina que se vive desde las debilidades y fortalezas humanas. La soltería consagrada debe ser cuidada, para ser vivida en fidelidad, ofreciéndola siempre al Señor, para que sea Él quien vele por su consecuente vida al servicio del Reino-justicia de Dios para América Latina. Esto es, que aquello que le da un nuevo sentido a la soltería por el reinado de Dios, es decir, el Padre, es quien invita a responder a este estilo de vida en la media que sea dada como don, más no por una imposición; solo así será posible ser fiel al llamado divino de la vida célibe por el Reino de los cielos.

Es bien sabido que detrás de toda pauta de comportamiento hay un valor que lo sostiene y mueve a una determinada acción. Pues bien, de igual manera la soltería por el Reinojusticia de Dios se sustenta desde un valor específico y transformador que anima a ser para y con el otro. Es el sentirse seducido, tocado, amado por Dios aquello que mueve a amar y desear profundamente la vivencia comunitaria y participativa del Reino-justicia del Padre en América Latina.

Aquel que verdaderamente ha reconocido a Cristo en el rostro ultrajado, maltratado, humillado del empobrecido, oprimido y excluido de la sociedad, se compromete con su liberación. De tal manera, que para el soltero por el reinado de Dios se vuelve insostenible e intolerable el sistema imperante opresor que domina el continente latinoamericano, a tal ‐88‐   

punto que, desde la experiencia liberadora del Señor, se compromete con el sí a la vida aun cuando se pone en riesgo la propia.

De modo que la soltería consagrada para una América Latina justa, aun cuando está en un periodo de crisis de sentido, tanto para la vida religiosa y presbiteral que cuestiona su modo de ser en el mundo, es válida en la medida que se viva y presente a la humanidad desde su dimensión apostólica liberadora heredada por el amor de Dios Uno y Trino encarnado en la historia de los hombres y mujeres en situación de empobrecimiento, opresión y exclusión social.

El celibato vale en la medida que es fruto del sentirse amado por la Santísima Trinidad y no desde la legalidad o tradición eclesial. El ser soltero por el reinado de Dios es respuesta a una invitación concreta del Señor que se ha revelado en la historia personal y comunitaria de quien desea seguir por medio de la vida célibe al Señor traspasado.

Este trabajo de investigación desea despertar tanto en los célibes o no célibes la inquietud de ver la soltería consagrada más allá de la abstinencia sexual y su relación con lo cultual. Ser capaz de reconocer en la soltería por el reinado de Dios aquella invitación concreta de seguimiento a Cristo por el Reino-justicia prometido por el Padre.

La soltería consagrada debe ser re-significada a partir de una experiencia liberadora que posteriormente se ofrece al otro y otra. Pues, no es prudente acusar al celibato cuando en realidad no se ha tenido la gracia de sentir la invitación del Señor a seguirlo a Él de ésta determinada manera. Es fácil condenar algo cuando en realidad no se conoce, y que imprudente es aquella acusación carente de objetividad y fundamentación espiritual y teológica.

La soltería consagrada es sin duda alguna fruto de aquella experiencia espiritual trascendente e inmanente del Señor que lleva a decir sí por el celibato, a decir sí por el ‐89‐   

Reino-justicia de Dios, a optar radicalmente por aquel o aquella que está en situación de empobrecimiento, opresión y exclusión social.

Con esta reflexión no se pretende fundamentar únicamente la soltería consagrada en un solo valor vital religioso o en una sola fundamentación espiritual de Jesús liberador, sino más bien, se quiere despertar en los célibes el deseo de buscar aquello que lo ha llevado a optar por éste estilo de vida. Se espera dejar el tema del celibato abierto al discernimiento del lector que ha asumido la soltería consagrada, quien se puede preguntar ¿Qué es aquello que me ha llevado a responder u optar por la soltería consagrada? ¿Cuál es el valor vital religioso en el cual sustento y oriento mi ser y hacer de mi existencia como célibe? ¿Será realmente justificable pensar la soltería consagrada en función del Reino-justicia de Dios para América Latina?

El seguimiento a Cristo se muestra de múltiples maneras y todas ellas son igualmente válidas y dignas de ser vividas ¿Será qué realmente vale la pena pensar teológicamente la soltería por el reinado de Dios como una forma eficaz para el seguimiento a Cristo, o más bien es algo intimista que no necesita ser reflexionado por ésta ciencia? El celibato se realiza en la historia, se dinamiza en la realidad, se encarna en el mundo; la soltería consagrada es también fruto de una manifestación de Dios, y al mismo tiempo, es revelación de Dios que se hace presente en la historia de la humanidad.

Finalmente, es oportuno que toda decisión para responder al celibato esté maduramente reflexionada, evitando así compromisos a medias que podrían llevar a la persona a vivir una soltería consagrada desintegrada, lo cual fácilmente daría cabida a infidelidades con esta opción de vida. La soltería por el reinado de Dios para una América Latina justa que no logra proyectarse hacia el Reino-justica y que tampoco se fundamenta a partir de una experiencia anterior, difícilmente podrá ofrecerse y vivirse en comunión con Dios y su voluntad.

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El hecho de asumir la soltería consagrada únicamente por tradición, poder, o algún tipo de legalismo eclesial, es por seguro un celibato fundamentado en la renuncia, en aquello que se dejó, más no en aquello por lo que se quiere vivir, como el Reino-justicia de Dios. De ser así las posibilidades de caer en un narcisismo auto-engrandecedor, de vivir la hipocresía celibataria, la obsesión de poseer el poder, es tan grande que terminaría por desintegrar a la persona, y sin duda alguna, destruiría el celibato que posiblemente nunca fue querido y amado como opción de vida en el seguimiento a Cristo. Y acá de nuevo si que viene bien aquello que se decía de las monjas de Port Royal, “CASTAS COMO ÁNGELES, SOBERVIAS COMO DEMONIOS”.

En definitiva, si la soltería por el reinado de Dios es un don dado por el Padre y no puede ser exigido o adquirido por costumbre, pues cabría peguntarse, especialmente en el contexto actual de la Iglesia Católica ¿hasta qué punto el celibato debe ser exigido como obligación para la vida presbiteral diocesana? ¿No sería más oportuno dejar que el celibato sea asumido por opción y no por obligación, ya que es innegable que la vocación a los ministerios ordenados no necesariamente va unida al don de la soltería consagrada?

El celibato siempre será una realidad humana religiosa que amerita ser reflexionada en contexto, el cual tiene nuevos pretextos dependiendo del desarrollo de la historia y del mensaje liberador que Dios tiene para su pueblo. Ser célibes por el reinado de Dios es estar abiertos a transmitir el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo de la manera que Dios Uno y Trino desee comunicarse, para revelar así su amor y libertad a toda la humanidad.

Vivir y guardar el celibato en fidelidad amorosa a Dios y los hombres nunca será tarea fácil, por eso es necesario abandonarse al Padre para que sea Él quien desde la sencillez y debilidad humana manifieste su divinidad.

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