Centro Pastoral de Comunión Eclesial Departamento de Vida Consagrada

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Centro Pastoral de Comunión Eclesial Departamento de Vida Consagrada SUBSIDIO PARA LA CLAUSURA DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA Día de la Presentación del Señor 2 de febrero de 2016

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PRESENTACIÓN En la Carta Apostólica con ocasión del Año de la Vida Consagrada que comenzó el 30 de noviembre de 2014 y que se clausura el próximo 2 de febrero de 2016, el Papa Francisco nos señaló tres objetivos sobre los que podemos evaluar la experiencia vivida en la Iglesia que peregrina en Colombia. El santo Padre nos invitó a “mirar el pasado con gratitud”, a “hacer memoria” agradecida de los orígenes de las comunidades de consagrados, con el fin de mantener viva la identidad, fortalecer la unidad y el sentido de pertenencia. Esta invitación ha llevado a cada comunidad a recorrer el camino de las generaciones pasadas, para redescubrir en él los ideales, los proyectos, los valores que las han impulsado. Y en este aspecto la Iglesia de América y de Colombia han tenido una rica historia. El Santo Padre también insistió, en que este año sería un tiempo especial para “vivir el presente con pasión”, a poner la mirada en Cristo, para que cada consagrado se pregunte si el Evangelio es la norma absoluta de vida y llenos de su mensaje, vivir la misma compasión que Jesús sintió al ver la multitud como ovejas sin pastor. Durante este año, tuvimos la oportunidad de discernir si las obras y apostolados que realiza cada consagrado, fueron la oportunidad para que todos profundizaran en el sentido de la comunión y se hicieran expertos en ella. El año de la vida consagrada fue una oportunidad preciosa para “Abrazar el futuro con esperanza”. En la exhortación apostólica postsinodal “Vita consecrata”, del Papa San Juan Pablo II, en el número 110, afirmo: “Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir. Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas” Al llegar al final de este año de gracia “año de la Vida Consagrada”, la Iglesia de Colombia, se une a todos los religiosos que prestan su servicio en el territorio nacional y anima a todos que con corazón agradecido y fortalecidos por este renovado gozo, sigan siendo signo de Cristo servidor en cada uno de sus servicios, misiones y carismas.

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Este año el Departamento de Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal de Colombia en unión con la Conferencia de Religiosos, hemos querido proponer la realización de una vigilia de oración para el día primero de febrero; al día siguiente, sugerimos realizar un encuentro con los religiosos de cada jurisdicción eclesiástica, propiciar un espacio para el sacramento de la reconciliación y concluir con la peregrinación y la celebración de la Eucaristía. Esperamos que este material sea de utilidad para celebrar la clausura del “Año de la Vida Consagrada”.

Mons. José Alejandro Castaño Arbeláez, OAR Obispo de Cartago Presidente Comisión Episcopal de Vida Consagra Conferencia Episcopal de Colombia.

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PROPUESTA DE VIGILIA 1 de Febrero de 2016

Clausura Año de la Vida Consagrada VIGILIA DE ORACIÓN (Esta Vigilia es recomendada para realizarla en las parroquias) La comunidad que ha sido convocada y participa en la oración se reúne en un lugar fuera de la capilla, privilegiando la oscuridad. Se preparan luces para cada participante y quien preside o anima la celebración lleva el cirio pascual del año anterior o una luz de un cirio grande. Se dispone en la capilla o el templo un lugar adecuado para colocar las velas cuando se entre en procesión. En la capilla o el templo se prepara la exposición del Santísimo.

Comentador 1: En esta noche nos reunimos como comunidad de fe para finalizar con nuestra oración el año de la vida consagrada. Un año de gracia que ha acrecentado la comunión con aquellos hombres y mujeres que se colocan en la escuela del seguimiento de Jesús en sus diversas formas y expresiones: vida religiosa contemplativa, vida religiosa activa, vida religiosa secular. Canto: En nombre del Padre Comentador 2: En esta noche de oración y contemplación junto a Jesús Eucaristía vamos a iniciar en este lugar que está totalmente oscuro, hecho que nos recuerda muchas dinámicas de nuestra vida: el pecado, los momentos de oscuridad en nuestra existencia, las tinieblas o pérdida de horizonte cuando no se permite a Dios ser el centro de nuestra existencia. Todos tomamos conciencia de esta experiencia en que también nuestra vida puede estar inmersa. Comentador 1: El gran acontecimiento de la Encarnación, la pasión, muerte y Resurrección del Hijo de Dios han disipado en nuestras vidas toda oscuridad y tiniebla, por eso encendemos el cirio que recuerda la luz con la que el Hijo ha iluminado la humanidad de todo tiempo y lugar. Canto: Estribillo: Ilumíname Señor con tu Espíritu. Comentador 2: De esta luz vamos a encender las luces que a cada uno de nosotros nos va a acompañar en esta noche de víspera de la fiesta de la presentación del Señor, ellas recuerdan la luz que ha iluminado nuestra vida el bautismo.

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Canto: Estribillo: Bautízame Señor con tu Espíritu. Invocamos la luz del Espíritu con las mismas palabras de la secuencia de Pentecostés, para que el Espíritu que hace nuevas todas las cosas ilumine la vida y la existencia de nosotros los creyentes hoy y acompañe de manera particular la vida y la existencia de los religiosos y religiosas que han asumido en su vida la plenitud del bautismo y han decidido consagrar su vida a través de los consejos evangélicos. En silencio traemos a nuestro corazón religiosos y religiosas que han sido luz en nuestra vida y camino y que hoy queremos orar por ellos con corazón agradecido. De acuerdo a las circunstancias del lugar proclama quien preside, ora toda la comunidad o canta el coro la secuencia al Espíritu Santo. Secuencia al Espíritu Santo Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente de mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. http://puntadasgifsreligioso s.blogspot.com.co/2015/07 /imagenes-de-espiritutuerce el sendero. santo.html

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. Comentador 1: En procesión nos dirigimos hacia el lugar de encuentro con Jesús Maestro en la Eucaristía, mientras caminamos presentamos la realidad de las familias, lugar donde nacen las vocaciones a todo estilo de vida y vocación, los religiosos y religiosas, aquellos rostros concretos que conocemos y viven la realidad de la misión, la enfermedad, el deseo de seguimiento en este estilo de vida porque aun están en sus procesos de formación. Canto: Alma misionera En la capilla o templo se colocan las velas en un lugar adecuado y enseguida quien preside expone el Santísimo.

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Canto: Como el Padre me amó / Canto Eucarístico Después de la oración de exposición momentos de silencio y oración personal. Comentador 2: Escucharemos la narración del Evangelio de la transfiguración, como experiencia de “revelación que consolida la fe en el corazón de los discípulos, los prepara al drama de la cruz y les anticipa la gloria de la resurrección. También hoy los cristianos, de manera particular todas las formas de vida religiosa, gozan de esta experiencia, la “Iglesia contempla en rostro trasfigurado de Cristo, para confirmarse en la fe y no desfallecer ante su rostro desfigurado en la Cruz. Lector: Mt 17, 1-9 «Y se transfiguró delante de ellos...» «Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: "Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle". Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: "Levantaos, no tengáis miedo". Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos"» (Mt.17, 1-9). Momentos de silencio y reflexión personal Comentador 1: Escuchamos y oramos por todos los y las religiosas según la invitación de la Iglesia en las palabras de Fr. José Rodríguez Carballo, ofm Arzobispo Secretario CIVCSVA dirigidas a los jóvenes religiosos en Roma, plaza San Pedro, en septiembre de 2015. ¡Ánimo, sed fuertes! El Señor ha sido generoso con vosotros, mirándoos con amor (cf. Mc 10, 17-30), llamándoos a compartir su vida y misión (cf. Mc 3, 13). Sed vosotros generosos con Él. No seáis víctimas de la pereza que os llevaría a elegir el camino más cómodo y fácil. Es verdad que lo que el Señor nos pide, seguirlo “más de cerca” (cf. Mt 19, 21) y lo que exige la vida consagrada vivida en plenitud, rebasa nuestras fuerzas y capacidades. Pero, ¿no hemos escuchado acaso que es en nuestra debilidad donde se manifiesta la fuerza de Dios? (cf.

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2Cor 12, 9) ¿No afirma la Escritura que para Dios “nada hay imposible” (Lc 1, 37), y que todo es posible para nosotros en Aquel que nos da la gracia? (cf. Filp 4, 13) No os alistéis, mis queridos jóvenes, al número de aquellos que oyendo la “Trompeta del Espíritu” (San Agustín) que les llama a seguir al Señor en la vida consagrada, no pueden responder a ella, a causa del ruido y la dispersión en que viven, o simplemente porque están demasiado aferrados a sus propios planes y proyectos como para dar la vida al proyecto de Dios. No seáis de aquellos que ante la llamada del Señor dicen “mañana, para mañana volver a decir mañana” (Lope de Vega). No seáis de aquellos –los perpetuamente llamados-, que viven un proceso de discernimiento vocacional sin término, sin nunca decidir, poniendo todo tipo de pretextos para no acudir a la cita con el Señor (cf. Lc 14, 15-24) o para posponer la respuesta a la invitación del Señor (cf. Lc 9, 60). No forméis parte de una cierta “aristocracia del Espíritu” que sintiéndose llamados por el Señor nunca se comprometen a seguirlo. No hagáis de la cuestión vocacional una historia sin fin, una simple búsqueda, sin desear encontrar al Señor y seguirlo con valentía, por miedo a perder la propia libertad o autonomía. Dice la Escritura: “si escucháis la voz del Señor, no endurezcáis el corazón” (Sal 95, 7-8). Sí, si escucháis la voz del Señor, vivid un serio y sereno discernimiento vocacional, dejándoos acompañar por un auténtico maestro del espíritu, y orad sin interrupción (cf. Lc 22, 46), para que el Señor os dé a conocer su santa voluntad. Y, conocida la voluntad del Señor, con fe viva, esperanza cierta y caridad perfecta, no posterguéis la respuesta por mucho tiempo, no paséis la vida en la incertidumbre de quien no asume con valentía el riesgo de una respuesta generosa. Sabiendo que Dios está llamado a ser tu todo: tu riqueza, tu seguridad, tu verdadera libertad, tu riqueza a saciedad, tu bien, el sumo bien, todo el bien (San Francisco), entrégate a Él con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas (cf. Dt 6, 5), renovando constantemente esa entrega, para que el amor de Cristo siga quemando vuestro corazón y se mantenga viva la pasión por el primer y único amor (cf. Os, 2, 9). (…) Tienes hambre y sed de sentido: Dios es tu pan y tu agua. Caminas en la oscuridad: Dios es tu “luz elevada”, tu Hermón. Caminas en pecado: Dios es abrazo de misericordia y perdón. Sed valientes y fuertes de ánimo, tened la diligencia propia del amor, que no entiende de límites en la entrega, aunque todo esto comporte ir contra corriente. En este contexto os recuerdo las palabras del Papa Francisco a los jóvenes que encontró en Turín: Vivid, no viváis a medias. No viváis una vida que vida no es. María, la virgen del fiat, valiente y confiada, os acompañe, nos acompañe en nuestro sí, valiente y confiado. ¡Permaneced, sed fieles! Ante la tentación a la que cedió el joven rico (cf. Mt 19, 16ss). Es la tentación a la que ceden tantos jóvenes, y no tan jóvenes, en el momento actual. Ante las exigencias que comporta la vida consagrada deciden abandonar, olvidando la palabra que un día dieron al Señor en su profesión religiosa o de vida consagrada. Tal vez todo comenzó por pequeñas infidelidades que fueron apagando la pasión que ardía en sus corazones; pequeñas infidelidades que fueron llevando, poco a poco, a grandes y graves infidelidades. Tal vez todo comenzó por una vida sin pasión, dominada por la mediocridad, la resignación y la falta de esperanza, o tal vez por una vida que dejó de

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nutrirse de una profunda comunión con Cristo, que hizo que la sal de la propia vocación se tornase insípida, sin sentido (cf. Mt, 15, 13-‑16). Las causas pueden ser muchas y complejas. Lo cierto es que la fidelidad, como ya decía el Beato Pablo VI, no es la virtud de nuestro tiempo. Y lo que sucede en nuestra sociedad sucede en la Iglesia y en la vida consagrada. En este contexto es necesario reencender constantemente el fuego del amor por Cristo a través de una profunda comunión con Él, como los sarmientos con la vid (cf. Jn 15, 1ss), para reavivar, nuestra entrega incondicional al Señor. Es necesario asumir que sin Él nada podemos hacer (cf. Jn 15, 5), y que “el espíritu es fuerte, pero la carne es débil” (Mt 14, 38). Por todo ello necesitamos alimentar nuestra fidelidad con una vida forjada según los sentimientos de Cristo (cf. Fil 2, 5), a través de un proyecto de vida “ecológico” en el que nos demos tiempo para nosotros mismos, tiempo para los demás, comenzado por los hermanos y hermanas de nuestra comunidad/fraternidad, y tiempo para Dios. Sin ese proyecto ecológico de vida, la tentación de abandonar se hará sentir, y antes, más bien que después, es muy probable que cedamos y nos vayamos. En nuestra vida, como en la de Pablo, seguramente que, con más fuerza y frecuencia de la deseada, sentimos los aguijones clavados en nuestra carne (cf. 2Cor 12, 7) que en momentos particulares de noche oscura o de crisis existencial, como la que vivió Elías; nos hacen experimentar la fatiga de seguir adelante en el seguimiento de Jesús que hemos emprendido, y que, como Él, sintamos ganas de gritar: “¡basta ya! (cf. 1R 19. 4). Es entonces que el Señor nos asegura: “Te basta mi gracia” (cf. 2 Cor 12, 9). Y si renovamos nuestra confianza en Él, también nosotros experimentaremos, como lo experimentó Pablo, que su gracia no será estéril en nosotros (cf. 1 Cor 15, 10). Permaneced. No tengáis miedo. No venga a menos vuestra fe, ni flaquee vuestra esperanza. El Señor, como un día a Jeremías, hoy nos asegura a cada uno de nosotros: “Yo estoy contigo para defenderte” (Jr 1, 8). María la virgen fiel, es nuestro modelo de fidelidad en todas las circunstancias de nuestra vida. ¡Dad frutos, despertad al mundo! Al árbol se le conoce por su frutos (cf. Mt 7, 16). Jesús nos dice: “Esta es la voluntad de mi Padre: Que deis fruto” ( Jn 15, 8). No somos consagrados para nosotros mismos. Tampoco podemos encerrarnos en nuestras peleas o problemas internos, como nos recuerda el Papa Francisco en la Carta Apostólica a todos los consagrados (II, 4). Somos consagrados para vivir desde la lógica del don, entregándonos, en libertad evangélica (obediencia), sin nada propio asumiendo la kenosis o minoridad como forma de vida (pobreza), y con un corazón indiviso (castidad), a Cristo y a los demás. El consagrado es todo para el Señor y porque es todo para el Señor, lo es todo para los demás. Y todo ello motivado por el amor incondicional, la única razón válida para optar por la vida consagrada. Quien ha consagrado toda su vida al Señor, debe vivir desde el amor y con el amor, dejando que sea el amor el que dé frutos abundantes: en su comunidad, en la Iglesia y en el mundo. Sed padres y madres, no solterones o solteronas (Papa Francisco). Huid de la tentación de convertiros idólatras de vuestra propia imagen, de la tentación de Narciso que os llevará, como al personaje mitológico, a morir en vuestras propias redes. Recordad siempre que

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“hay más alegría en dar que en recibir” (Hch. 20, 35), y que es dando como se recibe (San Francisco). No viváis, encerrados en vosotros mismos: vuestros intereses, vuestros planes y proyectos. Que vuestro amor y vuestra castidad sean fecundos, y, para ello, que vuestro amor hunda sus raíces en el humus, en el terreno fértil del Señor. Preguntaros, como nos pide el Papa Francisco a todos los consagrados, si Jesús sigue siendo el primero y único amor. Solo si él ocupa vuestro corazón, podréis amar en la verdad y la misericordia a toda persona que encontraréis en vuestro camino, porque habréis aprendido de Él lo que es amor y cómo amar. Solo entonces sabréis amar de verdad, amar con mayúscula, porque tendréis su mismo corazón, como afirma el Santo Padre en la Carta a los consagrados (I, 2). Sí, tened el corazón todo lleno de Dios y en él entrarán todos los hombres y mujeres que encontraréis en vuestro camino. Tened el corazón todo lleno de Dios y vuestro amor será casto y fecundo a la vez. Tened el corazón lleno de Dios y seréis Evangelio viviente, y daréis frutos y frutos abundantes. María, madre de los consagrados: Vuelve a todos los consagrados esos tus ojos misericordiosos y alcánzanos de tu Hijo y Señor nuestro el don de la fidelidad. María, virgen hecha Iglesia, que nunca nos falte el vino de un amor apasionado por tí y por cuantos encontremos en nuestro camino. María, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa del Espíritu Santo, camina con nosotros por los senderos de la vida y alcánzanos del altísimo, omnipotente y buen Señor, el don de hacer en todo momento lo que él nos diga. Fiat. Amén. Comentador: Cada persona que participa de esta experiencia de fe y oración presenta al Jesús Maestro presente en el sacramento de la Eucaristía entre nosotros, los rostros concretos de los religiosos que nos acompañan en nuestro camino de fe, de animación pastoral, sus realidades y que tal vez sólo Él conoce. Agradecemos sus desvelos, su presencia a tiempo y destiempo e imploramos para ellos la fidelidad al don recibido. Canto: Magníficat Todos: Oración por la vida religiosa Señor Dios, Padre Bueno; rico en bondad y compasión. En este tiempo de gracia, brota, del corazón de tus fieles, una alabanza por tu paternidad manifiesta y por tu generosidad infinita, que ha suscitado, en la Iglesia, familias de consagradas y consagrados, quienes desde sus múltiples carismas y vivencias espirituales, han sido, a lo largo de la historia de las comunidades cristianas y de los diversos pueblos, tus testigos. Te suplicamos, con profunda adhesión filial, que nunca apartes tu mano de aquellos que, como hijos, se acogen siempre a tu comprensión y se abandonan en tu regazo de Padre. Que este año en que meditamos sobre tu misericordia sea una ocasión para proclamar y hacer vida las palabras de tu Hijo: “Sean misericordiosos como es misericordioso el Padre de ustedes”.

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Te lo pedimos a ti por medio de tu hijo Jesucristo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. (Hermana Ana Francisca Vergara, OP)

Bendición solemne Canto: Pescador de hombres / Yo los elegí

Participantes del encuentro nacional de vida contemplativa, realizado en Bogotá del 7 al 11 de septiembre de 2015

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CLAUSURA AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA 2 de febrero

CELEBRACIÓN PENITENCIAL

Se sugiere que el día dos de febrero en cada jurisdicción eclesiástica se pueda realizar un encuentro con los consagrados, permitir un espacio de reflexión y penitencia, con el fin de participar de la celebración eucarística con motivo de la clausura del “año de la vida consagrada” y celebrar jubilosos la misericordia de Dios. CANTO: Ritos iniciales En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R/ Amen El Señor Jesús que nos llama a la santidad y nos quiere a todos unidos, como hijos y como hermanos, esté con todos ustedes. R/ y con tu espíritu. Conscientes de nuestra fragilidad, respondemos con la vigilancia y el arrepentimiento sincero, la corrección fraterna, el perdón recíproco y la aceptación serena de la cruz de cada día. El sacramento de la reconciliación lleva a su plenitud el esfuerzo penitencial de cada uno y de toda la comunidad. Preparado con el examen de conciencia diario y recibido frecuentemente, según las indicaciones de la Iglesia, nos proporciona el gozo del perdón del Padre, reconstruye la comunión fraterna y purifica las intenciones apostólicas. Al llegar al final de este año de gracia dedicado a la “Vida Consagrada” queremos reconocer que hay cosas en nuestra vida de consagrados que pueden mejorar. Hoy queremos pedirnos mutuamente unos a otros perdón, pedirle perdón a la Iglesia y también al Señor. Que nuestros corazones, renovados por el año de la “Vida Consagrada”, se enriquezca ahora con la misericordia de Dios y aprendamos a ser misericordiosos como el Padre.

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Oración Oremos, hermanos, para que Dios, que nos llama a la conversión, nos conceda la gracia de una verdadera y fructuosa penitencia. Todos oran en silencio durante algunos momentos. Luego, el sacerdote recita la siguiente plegaria. Dios omnipotente y misericordioso, que nos has reunido en nombre de tu Hijo para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie. Abre nuestros ojos para que descubramos el mal que hemos hecho; mueve nuestro corazón, para que, con sinceridad, nos convirtamos a ti; que tu amor reúna de nuevo a quienes dividió y dispersó el pecado; que tu fuerza sane y robustezca a quienes debilitó su fragilidad; que el Espíritu vuelva de nuevo la vida a quienes venció la muerte; para que, restaurando tu amor en nosotros, resplandezca en nuestra vida la imagen de tu hijo, y así, con la claridad de esa imagen, resplandeciente en toda la Iglesia, puedan todos los hombres reconocer que fuiste tú, que enviaste a Jesucristo, Hijo tuyo y Señor Nuestro. R/ Amen. LITRUGIA DE LA PALABRA Lc. 13, 6-9. Jesús les propuso esta parábola: Un hombre tenía una higuera que había plantado hace ya tiempo en su viña. Cuando fue a buscar fruto en la higuera, no lo encontró. Entonces dijo al viñador: Hace ya tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. ¡Córtala! ¿Por qué a de ocupar terreno inútilmente? El viñador le respondió al dueño: Señor, déjala todavía este año; yo la cavaré y le echaré abono, a ver si da fruto en lo sucesivo; si no lo da, entonces la cortarás”. Sugerencias para la reflexión En la parábola de la higuera (13,6-9) Jesús nos dice: “Si Ustedes no se arrepienten, serán derribados y perecerán, como la higuera estéril”. Dentro de un sembrado, todo árbol que no sirve, que simplemente ocupa espacio, es abatido. Jesús interpela a todo aquel que está siempre dejando “para mañana” las decisiones importantes de la vida, particularmente la conversión, el dejar definitivamente un mal hábito, el corregir una conducta dañina.

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El retraso de la conversión nos coloca en una situación peligrosa. El Señor da un tiempo de espera, y no lo hace de brazos cruzados, Él hace todo lo que puede para que por fin la higuera comience a fructificar. Pero al final, “si no da fruto, se corta” (13,9). Recordemos la predicación de Juan Bautista: “Dad, pues, frutos dignos de conversión... ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego” (3,8-9). Imagínate Dentro de esta escena. Imagina la higuera seca, sin fruto, ocupando espacio inútilmente. ¡ERES TÚ ESA HIGUERA! Tantos años de cristiano..., ¿para qué? ¿En qué se nota? ¡Han puesto tanto abono en ti! (cursillos, reuniones, grupos, Pascuas, campamentos, oraciones, misas...). Si tú fueses el dueño de la viña, ¿Qué harías con la higuera? ¿La cortarías? Fíjate en la actitud del viñador. ¿Qué te llama la atención? Si tú fueses la higuera, ¿cómo es tu fruto? Dejar un tiempo de silencio y meditación RITO DE LA RECONCILIACIÓN Quien preside dice: No podemos dar fruto en nuestras vidas, en medio de nuestra comunidad, si nuestro corazón se encuentra dividido. Ten paciencia con nosotros Señor. Toca con suavidad, con tu misericordia nuestro corazón, y ayúdanos Señor a que nuestra vida sea fecunda para bien nuestro y de los demás. Recordando, hermanos, la misericordia de Dios, nuestro Padre, confesemos nuestros pecados, para alcanzar así misericordia. Todos juntos dicen: Yo confieso ante Dios todopoderoso… Quien preside dice: Confrontada nuestra vida con el Evangelio, arrepintámonos de nuestros pecados, y con humildad vayamos al sacerdote y él en su nombre nos reconciliará con Dios y con los hermanos. Confesión y absolución individual (se deja un tiempo prudente para el sacramento de la reconciliación y al final del rito, juntos concluyen la celebración)

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CANTO: DIOS ES TU AMIGO EL VIÑADOR. Ahora, como el mismo Cristo nos mandó, oremos todos juntos al Padre, para que perdonados nuestros pecados, no nos deje caer en la tentación. Padre nuestro que estas… ORACIÓN Señor hoy nos has hecho un gran regalo a todos, nos has acogido incondicionalmente, a cada uno, como somos, y nos has amado, y nos has dado tu perdón, nos has tratado con misericordia. Danos tu fuerza para mantenernos firmes en tu Gracia y seguir por los caminos de la santidad, te lo pedimos Por Jesucristo Nuestro Señor. R/ Amen Bendición

“Quería deciros una palabra, y la palabra era alegría. Siempre, donde están los consagrados, siempre hay alegría”. (Carta del Papa Francisco a los consagrados y consagradas con ocasión del año dedicado a la Vida consagrada).

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GUIÓN PARA LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA Clausura del año de la vida consagrada 2 de febrero de 2016 FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR Procesión En la hora más oportuna se reúnen los fieles en una iglesia menor o en un lugar apto fuera de la iglesia hacia donde se dirige la procesión. Los fieles tienen en sus manos los cirios apagados. Se acerca el sacerdote con los ministros, llevando vestiduras blancas como para la Misa; en lugar de la casulla, puede llevar la capa pluvial durante la procesión. Un comentador dice: Encendamos nuestros cirios, los cuales van a ser bendecidos. Revistámonos de Cristo y seamos luz para nuestros hermanos. Mientras se encienden lo cirios, se canta la antífona siguiente u otro canto apropiado. El Señor vendrá con poder e iluminará los ojos de sus siervos, aleluya. Terminado el canto un comentador dice: RITOS INICIALES En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo R/ Amen El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes. R/ y con tu espíritu. Presidente Amados hermanos Celebramos en este día, la Presentación del Señor en el Templo. Hoy viene a nuestra memoria cómo María y José, obedientes a la ley, presentan en el Templo a Jesucristo, el Nuevo Moisés, supremo y definitivo Legislador.

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Hoy el justo Simeón toma en sus brazos al Verbo hecho carne, y, portando a su Creador, proféticamente, ve cumplida la promesa de salvación de la humanidad. Hoy la venerable profetisa Ana anuncia gozosa la presencia del Mesías Redentor en medio de su pueblo. En el marco de esta fiesta litúrgica, nos unimos a la Jornada Mundial de oración por la Vida Consagrada, que en el 2015 adquirió un matiz especial por ser justamente el "Año de la Vida consagrada" y hoy concluimos participando como peregrinos jubilosos, experimentando el amor misericordioso de nuestro Padre celestial. Oremos, pues, por los que han querido seguir al Señor más de cerca. A imitación de los Santos Simeón y Ana, salgamos también nosotros al encuentro del Señor en la Eucaristía, y sintamos cómo Él, que es la Luz de las naciones, disipa todas nuestras tinieblas. Después de la monición, quien preside, con las manos extendidas, bendice los cirios diciendo. Oremos. Dios, fuente y origen de toda luz, que revelaste hoy al justo Simeón la Luz que ilumina a las naciones: te pedimos humildemente que te dignes recibir como ofrenda y santificar con tu bendición + estos cirios, que tu pueblo congregado ha de llevar para alabanza de tu nombre, para que por el camino de las virtudes pueda alcanzar la luz indeficiente. Por Jesucristo Nuestro Señor. R/ Amen Y rocía las candelas con agua bendita, sin decir nada. El sacerdote recibe su propia candela y comienza la procesión hacia el altar, después de decir: Marchemos en paz al encuentro del Señor. O bien: Vayamos en paz. Todos llevan sus candelas encendidas. Durante la procesión puede cantarse alternadamente la siguiente antífona I Luz para alumbrar a las naciones con el cántico (Lc 2, 29-32), o la antífona II Embellece tu trono u otro cántico apropiado. Cuando la procesión entra al templo, se canta la antífona de entrada, u otro canto apropiado. Llegado el sacerdote al altar, lo venera, y si se utiliza el incienso, lo inciensa. Va a la sede, si ha utilizado capa pluvial la cambia por la casulla y después inicia la oración del Gloria; a continuación sigue la oración colecta. Y la misa continúa de manera habitual. Gloria a Dios en el cielo… Oración colecta (Misal Romano, p. 551)

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Liturgia de la Palabra Como la fiesta no cae en domingo se puede escoger una de las dos lecturas.  Primera lectura: Mal. 3, 1-4 La profecía de Malaquías anuncia la presencia del Salvador que viene purificar al pueblo de todo pecado.  Segunda lectura: Heb. 2, 14-18 En Jesucristo, entera y verdaderamente Dios, entera y verdaderamente hombre, se cumple la perfecta mediación entre Dios y los hombres.  Evangelio: Lc. 2, 22-40 Jesucristo, Luz de las naciones y Templo Viviente de Dios, es el Salvador prometido y esperado. Sólo en Él debe fundarse nuestra esperanza. Oración de los fieles Presidente Hermanos, confiados en el amor misericordioso del Padre, que abre sus brazos para acoger a todos los hombres, pidamos por nosotros y por el mundo entero diciendo: R/ Cristo, Rey de la gloria, se nuestra luz y nuestro gozo.  Por la Iglesia universal, para que, como María y José, manifieste ante las naciones al Señor como Dios verdadero y único Salvador, oremos. R.  Por nuestro Santo Padre el Papa Francisco, nuestro Obispo N.N. para que a ejemplo y por la intercesión de los santos profetas Simeón y Ana, con sus vidas y sus palabras, sigan dando testimonio de la presencia salvadora de Jesucristo entre nosotros, oremos. R.  Por todos los Institutos Religiosos de Vida Apostólica, los miembros de Institutos Seculares y de Nuevas Formas de Consagración, por el Orden de las Vírgenes, por los monjes y monjas de vocación contemplativa, y por cuantos han recibido el don de la llamada a la consagración, para que, iluminados por Cristo sean profetas del amor de Dios y auténticos testigos de la Resurrección, en nuestra sociedad y en el mundo entero, oremos. R.  Por todas las familias, elegidas por Dios para transmitir la fe a sus hijos, para que impulsadas por la fuerza del Espíritu Santo y el amor de Cristo Jesús, puedan ejercer su misión de ser semillero de vocaciones, oremos. R.  Por todos aquellos a los que, como a María, "una espada de dolor les atraviesa el corazón", para que en la noche del sufrimiento, se sientan fortalecidos e iluminados por esta dulce Madre, a la que hoy honramos con el título de "Nuestra Señora de la Candelaria". R. Presidente Escúchanos Padre y haz que vivamos como buenos hijos tuyos por Jesucristo Nuestro Señor. R/ Amen

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Presentación de ofrendas Comentador: Llevemos el pan y el vino hasta el Altar de la Nueva Alianza. Bajo las apariencias de esas ofrendas, recibiremos luego a Jesucristo, luz del mundo, que hoy ha sido presentado en el Templo. Prefacio propio: de la Presentación del Señor (Misal Romano, p 551). En la Plegaria Eucarística (III) puede mencionarse a María bajo la advocación de "Nuestra Señora de la Candelaria", y luego de San José y de los apóstoles, pueden añadirse los nombres de los santos ancianos Simeón y Ana, profetas. Bendición Puede usarse la fórmula 10 En el Tiempo Ordinario I. Despedida Comentador: Hermanos: Hemos visto hoy la luz verdadera que ilumina nuestras vidas. Ésta es la luz a la que intentamos seguir como guía de todo lo que hacemos. Porque con esta luz vemos el camino y la meta adonde nos dirigimos y a donde nos llevará. ¡Que esa luz brille sobre nosotros y en nosotros! Y que todos la vean y la sigan en nuestra vida de consagrados. Podemos ir en paz llevando la luz de Cristo con nosotros.

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ORACIÓN FINAL Bendito seas, Señor, Padre Santo porque en tu infinita bondad, con la voz del Espíritu, siempre has llamado a hombres y mujeres, que ya consagrados en el Bautismo, fuesen en la Iglesia signo del seguimiento radical de Cristo, testimonio vivo del Evangelio, anuncio de los valores del Reino, profecía de la Ciudad última y nueva. Te damos gracias por este año dedicado a la Vida Religiosa que nos ha llevado a renovarnos en nuestra vocación reconociendo nuestro pecado y a su vez actualizando nuestro compromiso de encarnar tu voluntad según el carisma dado a nuestros fundadores y fundadoras. Te glorificamos, Padre, y te bendecimos porque en Jesucristo, tu Hijo, nos has dado la imagen perfecta del servidor obediente: Él hizo de tu voluntad su alimento, del servicio la norma de vida, del amor la ley suprema del Reino. En Jesucristo, nuestro hermano, has dado el ejemplo más grande de la entrega de sí: Él, que era rico, por nosotros se hizo pobre, proclamó bienaventurados a los que tienen espíritu de pobre y abrió a los pequeños los tesoros del Reino. Hoy, nos unimos al año del jubileo, tiempo de poder hacer realidad entre nosotros tu amor misericordioso que perdona, une y reconcilia. Haznos a la manera de tu Hijo, quien vivió amándote y amando a los hermanos, murió perdonando y abriendo las puertas del Reino Padre, queremos aprovechar tu infinito amor y misericordia para elevar una oración por la paz del mundo, la reconciliación de la humanidad y el perdón que llegue a todos nuestros corazones para vivir una vida nueva a la luz de tu Palabra. María, Madre de la Iglesia, alcánzanos la gracia de vivir la misericordia que nos viene de tu Hijo. Amén. (P. Víctor Martínez, SJ.)

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FELIZ DÍA DE LA VIDA CONSAGRADA

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