charcoal on heavypaper 110 x 75 cm

1 2 1 2 3 S/T, de la serie No somos animales I, 2011 Creyón sobre cartulina/charcoal on heavypaper 110 x 75 cm 4 S/T, de la serie No somos a

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74 lbs 131 x 62 x 143 cm 51 x 24 x 56 in. 110 kg 242 lbs
VE 430 VE 430 Maxi 34 kg / 74 lbs 110 kg 131 x 62 x 143 cm 242 lbs 51 x 24 x 56 in 40 min 2 4 5 Console Console Consola Konsole Console Conso

Óleo Tamaño (cm): x
En portada 1985 – Anhelos de Paz Surrealismo / Óleo Tamaño (cm): 100.00 x 130.00 Manolo Gallardo Estudios: · Real Academia de Bellas Artes de San Fer

EMPOTRABLE SUBMONTAR. 40 cm. 50 cm. 60 cm. 70 cm. 80 cm. 90 cm. 100 cm. 110 cm. 120 cm. 130 cm KTS1130 KTS1125 KUD3219 KIM
V/01 www.tarjaskele.com EMPOTRABLE 40 cm 50 cm KIM1115X KIM9133T KIM1817-8 KTS1130 KUS2421-9 KTS1128 120 cm 130 cm KTD3119 KIM1120 KIM

Per Box 0505C x 5 cm 3 pieces 0510C x 10 cm 3 pieces 1010C x 10 cm 3 pieces
mbp medical biomaterial products MB Collagen PZN Number Size / Cm Content/Per Box 0505C 0510C 1010C 6631492 6631463 6631486 5 x 5 cm 5 x 10

INVENTARIO DESCRIPCION AUTOR MEDIDAS F_REALIZACION CIRILO MARTINEZ NOVILLO 54 X 75 CM 1981
INVENTARIO 3.0.00001.08 3.0.00002.08 3.0.00003.08 3.0.00004.08 3.0.00005.08 3.0.00006.08 3.0.00007.08 DESCRIPCION COLECCION DE 32 RETRATOS DE ALCA

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S/T, de la serie No somos animales I, 2011 Creyón sobre cartulina/charcoal on heavypaper 110 x 75 cm 4

S/T, de la serie No somos animales II, 2011 Creyón sobre cartulina /charcoal on heavypaper / 110 x 75 cm 6

S/T, de la serie No somos animales III, 2011 Creyón sobre cartulina/charcoal on heavypaper / 110 x 75 cm 7

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leonardo padura

1.

la selva nuestra de cada día

Un hombre recorre las calles de un barrio habanero con un cerdo gigantesco, que lo sigue como si fuese un perro o su hijo menor. El animal, de piel blanquecina, es un semental, dueño de unos cojones enormes y valiosos. Mientras pasean, el hombre y el cerdo parecen igualmente felices, orgullosos: el hombre sabe que de la incursión de esa tarde sacará un buen dinero y el cerdo –el instrumento por el que el hombre llegará al dinero- sabe que va a copular, como siempre que lo sacan de paseo. En un charco fangoso que el cerdo se encuentra en su camino, el animal decide refrescarse a su manera de los calores cubanos: se revuelca en el fango, gruñe satisfecho, mea y caga de paso. El hombre, también satisfecho, sonríe con su maltratado tabaco en la boca, casi gruñe, arrobado, y se saca un moco que se limpia en el pantalón: es un ser complacido, casi envidioso de la dicha del animal. No resulta muy difícil descubrir que físicamente el hombre y su cerdo se parecen. Y si uno es muy observador, podrá descubrir incluso que hombre y animal se asemejan también de formas más profundas, diríase (con mucho esfuerzo) que espirituales. O, mejor, instintivas.

Junto al hombre y el cerdo pasan y los miran –mejor, los admiran- otro hombre que entrena a su perro de pelea, un cotizado animal de la raza Stamford. El hombre pedalea una bicicleta y el perro, atado a una cadena, trota junto a su dueño sobre el pavimento hirviente, como cada día en que debe cumplir su entrenamiento. El hombre y el perro siguen de largo, aumentan la velocidad del pedaleo y el trote respectivos, disfrutan la sensación de percibir cómo sus músculos se endurecen y ambos se hacen más aptos para los combates de la vida, los que se resuelven a dentelladas. El hombre y el perro viven de las peleas en las que participa el segundo y, los dos, del dinero que el hombre –gracias al perro- obtiene de las apuestas y las muertes de otros semejantes. El hombre y el perro, curiosamente, son ambos mofletudos, tienen los ojos redondos y taimados, las orejas pequeñas y pegadas al cráneo, pero comparten además una expresión más recóndita diríase (siempre con esfuerzo) que espirituales. O definitivamente instintivas.

Cerca de estos cuatro personajes pasa un carretón tirado por un caballo. El animal arrastra con sus últimas fuerzas una pesada carga, que incluye al hombre que es el dueño del animal, más dos amigos, todos descamisados, muy entrenados en escupir hacia la calle gargajos que cubren largas distancias, y por supuesto, van armados con una botella de ron que se pasan de mano en mano y de la que beben directamente esa mezcla de alcohol y saliva. Gracias a ese caballo, que en el mercado cubano se cotiza en unos 15 mil pesos, su propietario se gana la vida transportando cosas y gentes. Pero el dueño del caballo, que siempre lleva las riendas, golpea una y otra vez con el látigo el lomo del animal de donde ya brotan gotas de sangre y un sudor espumoso. El rostro del caballo y el de su dueño no se parecen: el del hombre, mal afeitado, agrietado por el sol, tiene una expresión nublada por el alcohol bebido; el del caballo es la revelación del agotamiento, el dolor, la resignación. Pero el hombre y el caballo sí huelen igual: a sudor, a mierda, a una frustración que sus pobres cerebros apenas pueden racionalizar, pero que igualmente sufren. De la boca de uno y otro corre un hilo de baba.

Los hombres, con sus cerdos, perros y caballos, o con sus gallos de lidia preparados para sus combates, o con carneros que serán degollados, palomas que se sacrificarán en un altar, se mueven por la ciudad, forman parte de su paisaje cotidiano, y tanto, que muy pocas personas sienten que algo demasiado animal hay en las actitudes y relaciones de esos hombres que conviven con sus animales, los exprimen, y al mismo tiempo se confunden con ellos, incluso espiritualmente. 2.

Menos visible, pero no menos cotidiano, es ese otro hombre que, desde una azotea o una ventana, se asoma a la ciudad. El individuo, que se rasca los huevos con rigor y alevosía, está molesto, o un poco menos molesto que hace unos minutos, y la causa de la leve mejoría en su estado de ánimo se debe a que acaba de descargar parte de su mal humor y sus frustraciones en la mujer –su mujer- a la que ha propinado una golpiza hasta sacarle sangre, como al caballo que recibía los latigazos o el perro al que se le ampollaban las patas luego de la larga caminata. La mujer, por su parte, con un labio deformado, todavía sangrante, y un ojo amoratado, llora en la cocina de su casa, pero lo hace por los efectos químicos provocados por las emanaciones de la cebolla que está troceando y con la cual aderezará la comida que le prepara a su marido –su hombre-, el mismo que la ha golpeado brutalmente, no importa por qué. La mujer tiene en su cara una expresión que mucho puede recordar la del carnero que poco antes pasó frente a su casa, camino al degüello. Y, por añadidura, carga con un sentimiento de culpa: seguramente fue ella, con sus torpezas y descuidos, quien provocó la ira de su hombre. Ese hombre asomado a la ventana o a la azotea, que había quedado con deseos de salir a la calle para golpear más, empieza a olvidar el incidente, primero porque no tiene mayor importancia, luego porque, del otro lado de la calle, en plena acera, unos vecinos bailan al ritmo de un reguetón que se escucha en todo el barrio, remueve paredes y cimientos. El hombre también comienza a moverse con la música, no lo puede evitar, es algo más fuerte que él, telúrico, ingobernable. Los vecinos que bailan en la acera, por su parte, se mueven con movimientos símicos –no sísmicos, sino símicos-, y entre hombres y mujeres, la mayoría muy jóvenes e incluso algunos niños, hacen piruetas y dan golpes de cadera claramente sexuales, se restriegan entre sí, como si fueran una manada de orangutanes en celo.

Por la calle que separa a los que bailan símicamente y al hombre y la mujer golpeador y golpeada, pasa en algún momento, en cualquier momento, un ómnibus repleto del que salen otro poco más de música pero, sobre todo, alaridos e insultos. Desde hace cinco, siete, diez minutos, a bordo de esa guagua en la que se concentran el vaho ácido del grajo y la peste pegajosa de la suciedad y la miseria, se está produciendo una pelea en la que todos golpean a todos, todos le gritan a todos, como si fuese un 13

ejercicio de liberación de tensiones, frustraciones, iras, odios acumulados y que, al menor pretexto, han encontrado una vía violenta de manifestación y expulsión hacia fuera: del mismo modo en que expresaría sus desacuerdos caninos una jauría de perros, o unos chacales hambrientos o en celo. Como animales…

La manifestación de los instintos más primitivos de todos esos habitantes de la ciudad, la cercanía física y espiritual entre los hombres y sus animales, en la que se confunden o se pierden las diferencias, es una manifestación cotidiana, tan cotidiana, que casi se torna invisible o difícilmente perceptible. En la selva imperan las leyes de la selva y con esos códigos se organiza la convivencia en las entrañas turbias, enmarañadas, salvajes de ese medio. Ese medio es la Cuba en que hemos confluido hombres, animales y seres antropomórficos con los genes morales e intelectuales en proceso de mutación. 3.

Roberto Fabelo, cargado con sus armas, testimonia una realidad extendida. Desde hace años –diría que muchos años- las imágenes de seres humanos con alteraciones zoomórficas recorren su trabajo de pintor, dibujante, escultor y grabador. Algunas veces Fabelo ve la parte amable de la cercanía o conjunción de hombres y animales, como lo revelan esas sirenas lánguidas o ensimismadas que ha creado, las mujeres aladas de carnes oscuras y abundantes, las caracolas que, como cascos posibles, coronan la testa de ciertas ninfas o musas, los hombres-unicornios desapasionados que reposan en telas o papeles, con las miradas perdidas en la nada, o más allá de la nada. Todos seres marcadamente tristes, sin expectativas, resignados a su destino de imágenes oníricas o deseadas.

Desde hace otros años, estos más cercanos, esa pasión por la vecindad del hombre a su naturaleza más animal, ha ido cobrando dimensiones obsesivas en la obra del artista y han dado un paso decisivo hacia el ambiente al cual pertenecen. Lo que en un momento fueron rasgos externos han emprendido el viaje de la interiorización espiritual en donde confluyen las características de las especies y se confunden las fronteras. Los hombres cucarachas que un día de 200? aparecieron escalando las paredes de un museo habanero, con expresiones hieráticas y amenazadoras, como si quisieran tomar la fortaleza de la belleza y apropiarse de ella para trocar su destino, fueron una clara advertencia de que la estética y las preocupaciones humanas y sociales del artista habían empezado a bajar hacia el pozo de las esencias más perturbadoras.

El camino tomado por Fabelo, hombre consecuente con su estética y sus búsquedas, no podía conducirlo a otro sitio que a la explosión grotesca y alarmante visible en las grandes telas que componen el cuerpo fundamental y más cercano de No somos animales, la muestra con la cual el pintor ha cerrado, en una galería habanera, el trabajo del año 2012.

4.

El artista cubano que vive y crea en Cuba no tiene la opción de la torre de marfil, a menos que la torre solo sea de yeso con pretensiones marfiladas, es decir, falsa y endeble. Vivir en Cuba implica, forzosamente, la necesidad de asomarse a (y contaminarse con) un universo social y humano que atraviesa las paredes y lo persigue en casi todos los actos y decisiones de su vida artística y cotidiana. Ante tal circunstancia puede haber dos opciones: cerrar los ojos y pretender no enterarse de las proporciones del caos y la degradación, evadirse de él y hasta sustentar esa evasión con la palabra oportuna y la obra hueca; o la alternativa más honesta y comprometida con la verdad de mirar de frente al contexto y dialogar con él, para sumergirse entonces en los heredianos “horrores del mundo moral”. La opción de Fabelo ha sido la de ese diálogo doloroso. Con un lenguaje pictórico que toma recursos y modos del expresionismo, del surrealismo y hasta de las viejas escuelas artísticas –sus retablos son retratos de grupo de resonancias holandesas; sus personajes pueden ser emanaciones de imaginerías del Bosco, Durero o Goya-, con una forma representativa barroquizante pero que prescinde de la alharaca contextual del barroco para centrarse en una esencia, y, sobre todo, con un afán de participación capaz de revelar la existencia de una conciencia de la responsabilidad ética y ciudadana de un artista, Fabelo se ha sentado a conversar con su tiempo y contexto, para captar desde su sensibilidad, estilo y maestría, las evidencias de una degradación social y humana envolventes e inquietantes, en la que los códigos aceptados de la belleza parecen ya no tener lugar. El arte es, ya se sabe, esencialmente, sintético y connotativo. En su espacio limitado –una novela, un cuadro, un poema o una fotografía-, la obra resume y detiene un mundo, un historia, un sentimiento, para expresarlo en un ejercicio de concentración que afecta la sensibilidad y el intelecto. El arte de Fabelo es todo lo dicho anteriormente –que resulta suficiente, casi mucho-, pero también, algo más: es premonición o advertencia, esa cualidad extrema que consigue distinguir el arte del gran arte.

sementales, fiebres de caballos maltratados, sumisiones de carneros que serán degollados. Pero a la vez pretende más, mucho más, pues si fuera posible decirlo, Fabelo se propone agredir nuestras conciencias mostrándonos que vivimos en una lamentable cercanía física y moral con esos animales identificables por su nombre, dos apellidos y estados civiles y jurídicos. La cabeza del hombre-cerdo, del perro-humano, la testa degollada y servida –con reminiscencias de las clásicas decapitaciones de Holofernes-, los ojos sin mirada del hombresapo, la brutalidad expelida por la “Persistencia del animal” que da nombre a un cuadro pero recorre el conjunto, constituye un grito de repulsión y, a la vez, de alarma y conmiseración hacia una humanidad que se degrada en su pérdida de valores, en su exaltación de lo frenético, en la extensión de lo primario y lo selvático, personajes propios de un mundo en el que vive el artista y, querámoslo o no, el resto de sus contemporáneos compatriotas. En una época en la que la levedad, los artificios, el entretenimiento fácil y narcótico se adueñan de los medios, las editoriales, las galerías y todos los mecanismos de embrutecimiento que padecemos, la propuesta de Roberto Fabelo resuena como una bofetada. Quizás el mercado, más amante de lo fácil y de lo epatante por lo epatante, de un gusto vacuo que pretende darnos gato por liebre (o mierda por arte), no reaccione con demasiado entusiasmo hacia revulsiones como estas. Fabelo lo sabe y asume el riesgo. Pero el riesgo es también un componente del ejercicio del arte verdadero. Y asumir los riesgos estéticos, comerciales y hasta políticos, constituye una postura cívica y ética cuando se pretende, desde la realización artística, señalar una realidad y llevarla a los extremos para, mientras el creador nos la restriega en el rostro, hacerla más visible y entregarle más consistencia en su camino hacia las conciencias de quienes integran y viven esa realidad.

Mantilla, noviembre de 2012.

Las cinco cabezas de gran formato especialmente creadas para No somos animales, aparecen acompañadas en el espacio de exhibición por una serie de apuntes, esbozos y varios dibujos que se remontan incluso al año 1997 y en su consecuencia y perseverancia revelan los derroteros de una búsqueda y, a la vez, la eclosión de una preocupación obsesiva. Si en apuntes y dibujos Fabelo, valiéndose de la figuración que lo distingue y personaliza, entra en lo grotesco como forma de expresar esa cercanía terrible y galopante del hombre hacia lo más animal de su condición, en las grandes telas, hechas ayer mismo, suelta amarras para clamar por la existencia de una patente deshumanización que cada día nos toca las puertas y recorre las calles de las ciudades. En el espacio artístico el creador nos enfrenta a hombres con rasgos de perros de pelea, actitudes de cerdos 14

Sapingo, 2012 Óleo sobre lienzo /Oil on canvas / 230 x 200 cm Páginas siguientes (detalle) 16

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Mejor amigo, 2012 Óleo sobre lienzo/Oil on canvas / 230 x 200 cm Página siguientes (detalle) 20 20

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Persistencia del animal, 2012 Óleo sobre lienzo/Oil on canvas / 235 x 200 cm Páginas siguientes (detalle) 24

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Destino de los carneros, 2012 Óleo sobre lienzo / Oil on canvas / 205 x 230 cm Páginas siguientes (detalle) 28

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Chicharón, 2012 Óleo sobre lienzo / Oil on canvas / 200 x 230 cm Página siguientes (detalle) 32

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leonardo padura

1.

la selva nuestra de cada día

Un hombre recorre las calles de un barrio habanero con un cerdo gigantesco, que lo sigue como si fuese un perro o su hijo menor. El animal, de piel blanquecina, es un semental, dueño de unos cojones enormes y valiosos. Mientras pasean, el hombre y el cerdo parecen igualmente felices, orgullosos: el hombre sabe que de la incursión de esa tarde sacará un buen dinero y el cerdo –el instrumento por el que el hombre llegará al dinerosabe que va a copular, como siempre que lo sacan de paseo. En un charco fangoso que el cerdo se encuentra en su camino, el animal decide refrescarse a su manera de los calores cubanos: se revuelca en el fango, gruñe satisfecho, mea y caga de paso. El hombre, también satisfecho, sonríe con su maltratado tabaco en la boca, casi gruñe, arrobado, y se saca un moco que se limpia en el pantalón: es un ser complacido, casi envidioso de la dicha del animal. No resulta muy difícil descubrir que físicamente el hombre y su cerdo se parecen. Y si uno es muy observador, podrá descubrir incluso que hombre y animal se asemejan también de formas más profundas, diríase (con mucho esfuerzo) que espirituales. O, mejor, instintivas. Junto al hombre y el cerdo pasan y los miran –mejor, los admiran- otro hombre que entrena a su perro de pelea, un cotizado animal de la raza Stamford. El hombre pedalea una bicicleta y el perro, atado a una cadena, trota junto a su dueño sobre el pavimento hirviente, como cada día en que debe cumplir su entrenamiento. El hombre y el perro siguen de largo, aumentan la velocidad del pedaleo y el trote respectivos, disfrutan la sensación de percibir cómo sus músculos se endurecen y ambos se hacen más aptos para los combates de la vida, los que se resuelven a dentelladas. El hombre y el perro viven de las peleas en las que participa el segundo y, los dos, del dinero que el hombre –gracias al perro- obtiene de las apuestas y las muertes de otros semejantes. El hombre y el perro, curiosamente, son ambos mofletudos, tienen los ojos redondos y taimados, las orejas pequeñas y pegadas al cráneo, pero comparten además una expresión más recóndita diríase (siempre con esfuerzo) que espirituales. O definitivamente instintivas. Cerca de estos cuatro personajes pasa un carretón tirado por un caballo. El animal arrastra con sus últimas fuerzas una pesada

carga, que incluye al hombre que es el dueño del animal, más dos amigos, todos descamisados, muy entrenados en escupir hacia la calle gargajos que cubren largas distancias, y por supuesto, van armados con una botella de ron que se pasan de mano en mano y de la que beben directamente esa mezcla de alcohol y saliva. Gracias a ese caballo, que en el mercado cubano se cotiza en unos 15 mil pesos, su propietario se gana la vida transportando cosas y gentes. Pero el dueño del caballo, que siempre lleva las riendas, golpea una y otra vez con el látigo el lomo del animal de donde ya brotan gotas de sangre y un sudor espumoso. El rostro del caballo y el de su dueño no se parecen: el del hombre, mal afeitado, agrietado por el sol, tiene una expresión nublada por el alcohol bebido; el del caballo es la revelación del agotamiento, el dolor, la resignación. Pero el hombre y el caballo sí huelen igual: a sudor, a mierda, a una frustración que sus pobres cerebros apenas pueden racionalizar, pero que igualmente sufren. De la boca de uno y otro corre un hilo de baba.

Los hombres, con sus cerdos, perros y caballos, o con sus gallos de lidia preparados para sus combates, o con carneros que serán degollados, palomas que se sacrificarán en un altar, se mueven por la ciudad, forman parte de su paisaje cotidiano, y tanto, que muy pocas personas sienten que algo demasiado animal hay en las actitudes y relaciones de esos hombres que conviven con sus animales, los exprimen, y al mismo tiempo se confunden con ellos, incluso espiritualmente.

larga caminata. La mujer, por su parte, con un labio deformado, todavía sangrante, y un ojo amoratado, llora en la cocina de su casa, pero lo hace por los efectos químicos provocados por las emanaciones de la cebolla que está troceando y con la cual aderezará la comida que le prepara a su marido –su hombre-, el mismo que la ha golpeado brutalmente, no importa por qué. La mujer tiene en su cara una expresión que mucho puede recordar la del carnero que poco antes pasó frente a su casa, camino al degüello. Y, por añadidura, carga con un sentimiento de culpa: seguramente fue ella, con sus torpezas y descuidos, quien provocó la ira de su hombre. Ese hombre asomado a la ventana o a la azotea, que había quedado con deseos de salir a la calle para golpear más, empieza a olvidar el incidente, primero porque no tiene mayor importancia, luego porque, del otro lado de la calle, en plena acera, unos vecinos bailan al ritmo de un reguetón que se escucha en todo el barrio, remueve paredes y cimientos. El hombre también comienza a moverse con la música, no lo puede evitar, es algo más fuerte que él, telúrico, ingobernable. Los vecinos que bailan en la acera, por su parte, se mueven con movimientos símicos –no sísmicos, sino símicos-, y entre hombres y mujeres, la mayoría muy jóvenes e incluso algunos niños, hacen piruetas y dan golpes de cadera claramente sexuales, se restriegan entre sí, como si fueran una manada de orangutanes en celo.

Por la calle que separa a los que bailan símicamente y al hombre y la mujer golpeador y golpeada, pasa en algún momento, en cualquier momento, un ómnibus repleto del que salen otro poco más de música pero, sobre todo, alaridos e insultos. Desde hace cinco, siete, diez minutos, a bordo de esa guagua en la que se concentran el vaho ácido del grajo y la peste pegajosa de la suciedad y la miseria, se está produciendo una pelea en la que todos golpean a todos, todos le gritan a todos, como si fuese un ejercicio de liberación de tensiones, frustraciones, iras, odios acumulados y que, al menor pretexto, han encontrado una vía violenta de manifestación y expulsión hacia fuera: del mismo modo en que expresaría sus desacuerdos caninos una jauría de perros, o unos chacales hambrientos o en celo. Como animales…

3.

Roberto Fabelo, cargado con sus armas, testimonia una realidad extendida. Desde hace años –diría que muchos años- las imágenes de seres humanos con alteraciones zoomórficas recorren su trabajo de pintor, dibujante, escultor y grabador. Algunas veces Fabelo ve la parte amable de la cercanía o conjunción de hombres y animales, como lo revelan esas sirenas lánguidas o ensimismadas que ha creado, las mujeres aladas de carnes oscuras y abundantes, las caracolas que, como cascos posibles, coronan la testa de ciertas ninfas o musas, los hombres-unicornios desapasionados que reposan en telas o papeles, con las miradas perdidas en la nada, o más allá de la nada. Todos seres marcadamente tristes, sin expectativas, resignados a su destino de imágenes oníricas o deseadas.

Desde hace otros años, estos más cercanos, esa pasión por la vecindad del hombre a su naturaleza más animal, ha ido cobrando dimensiones obsesivas en la obra del artista y han dado un paso decisivo hacia el ambiente al cual pertenecen. Lo que en un momento fueron rasgos externos han emprendido el viaje de la interiorización espiritual en donde confluyen las características de las especies y se confunden las fronteras. Los hombres cucarachas que un día de 200? aparecieron escalando las paredes de un museo habanero, con expresiones hieráticas y amenazadoras, como si quisieran tomar la fortaleza de la belleza y apropiarse de ella para trocar su destino, fueron una clara advertencia de que la estética y las preocupaciones humanas y sociales del artista habían empezado a bajar hacia el pozo de las esencias más perturbadoras. El camino tomado por Fabelo, hombre consecuente con su estética y sus búsquedas, no podía conducirlo a otro sitio que a la explosión grotesca y alarmante visible en las grandes telas que componen el cuerpo fundamental y más cercano de No somos animales, la muestra con la cual el pintor ha cerrado, en una galería habanera, el trabajo del año 2012.

2.

Menos visible, pero no menos cotidiano, es ese otro hombre que, desde una azotea o una ventana, se asoma a la ciudad. El individuo, que se rasca los huevos con rigor y alevosía, está molesto, o un poco menos molesto que hace unos minutos, y la causa de la leve mejoría en su estado de ánimo se debe a que acaba de descargar parte de su mal humor y sus frustraciones en la mujer –su mujer- a la que ha propinado una golpiza hasta sacarle sangre, como al caballo que recibía los latigazos o el perro al que se le ampollaban las patas luego de la 38

La manifestación de los instintos más primitivos de todos esos habitantes de la ciudad, la cercanía física y espiritual entre los hombres y sus animales, en la que se confunden o se pierden las diferencias, es una manifestación cotidiana, tan cotidiana, que casi se torna invisible o difícilmente perceptible. En la selva imperan las leyes de la selva y con esos códigos se organiza la convivencia en las entrañas turbias, enmarañadas, salvajes de ese medio. Ese medio es la Cuba en que hemos confluido hombres, animales y seres antropomórficos con los genes morales e intelectuales en proceso de mutación.

4.

El artista cubano que vive y crea en Cuba no tiene la opción de la torre de marfil, a menos que la torre solo sea de yeso con pretensiones marfiladas, es decir, falsa y endeble. Vivir en Cuba implica, forzosamente, la necesidad de asomarse a (y contaminarse con) un universo social y humano que atraviesa las paredes y lo persigue en casi todos los actos y decisiones de su 39

vida artística y cotidiana. Ante tal circunstancia puede haber dos opciones: cerrar los ojos y pretender no enterarse de las proporciones del caos y la degradación, evadirse de él y hasta sustentar esa evasión con la palabra oportuna y la obra hueca; o la alternativa más honesta y comprometida con la verdad de mirar de frente al contexto y dialogar con él, para sumergirse entonces en los heredianos “horrores del mundo moral”. La opción de Fabelo ha sido la de ese diálogo doloroso. Con un lenguaje pictórico que toma recursos y modos del expresionismo, del surrealismo y hasta de las viejas escuelas artísticas –sus retablos son retratos de grupo de resonancias holandesas; sus personajes pueden ser emanaciones de imaginerías del Bosco, Durero o Goya-, con una forma representativa barroquizante pero que prescinde de la alharaca contextual del barroco para centrarse en una esencia, y, sobre todo, con un afán de participación capaz de revelar la existencia de una conciencia de la responsabilidad ética y ciudadana de un artista, Fabelo se ha sentado a conversar con su tiempo y contexto, para captar desde su sensibilidad, estilo y maestría, las evidencias de una degradación social y humana envolventes e inquietantes, en la que los códigos aceptados de la belleza parecen ya no tener lugar. El arte es, ya se sabe, esencialmente, sintético y connotativo. En su espacio limitado –una novela, un cuadro, un poema o una fotografía-, la obra resume y detiene un mundo, un historia, un sentimiento, para expresarlo en un ejercicio de concentración que afecta la sensibilidad y el intelecto. El arte de Fabelo es todo lo dicho anteriormente –que resulta suficiente, casi mucho-, pero también, algo más: es premonición o advertencia, esa cualidad extrema que consigue distinguir el arte del gran arte.

de lo primario y lo selvático, personajes propios de un mundo en el que vive el artista y, querámoslo o no, el resto de sus contemporáneos compatriotas.

En una época en la que la levedad, los artificios, el entretenimiento fácil y narcótico se adueñan de los medios, las editoriales, las galerías y todos los mecanismos de embrutecimiento que padecemos, la propuesta de Roberto Fabelo resuena como una bofetada. Quizás el mercado, más amante de lo fácil y de lo epatante por lo epatante, de un gusto vacuo que pretende darnos gato por liebre (o mierda por arte), no reaccione con demasiado entusiasmo hacia revulsiones como estas. Fabelo lo sabe y asume el riesgo. Pero el riesgo es también un componente del ejercicio del arte verdadero. Y asumir los riesgos estéticos, comerciales y hasta políticos, constituye una postura cívica y ética cuando se pretende, desde la realización artística, señalar una realidad y llevarla a los extremos para, mientras el creador nos la restriega en el rostro, hacerla más visible y entregarle más consistencia en su camino hacia las conciencias de quienes integran y viven esa realidad.

Mantilla, noviembre de 2012.

Las cinco cabezas de gran formato especialmente creadas para No somos animales, aparecen acompañadas en el espacio de exhibición por una serie de apuntes, esbozos y varios dibujos que se remontan incluso al año 1997 y en su consecuencia y perseverancia revelan los derroteros de una búsqueda y, a la vez, la eclosión de una preocupación obsesiva. Si en apuntes y dibujos Fabelo, valiéndose de la figuración que lo distingue y personaliza, entra en lo grotesco como forma de expresar esa cercanía terrible y galopante del hombre hacia lo más animal de su condición, en las grandes telas, hechas ayer mismo, suelta amarras para clamar por la existencia de una patente deshumanización que cada día nos toca las puertas y recorre las calles de las ciudades. En el espacio artístico el creador nos enfrenta a hombres con rasgos de perros de pelea, actitudes de cerdos sementales, fiebres de caballos maltratados, sumisiones de carneros que serán degollados. Pero a la vez pretende más, mucho más, pues si fuera posible decirlo, Fabelo se propone agredir nuestras conciencias mostrándonos que vivimos en una lamentable cercanía física y moral con esos animales identificables por su nombre, dos apellidos y estados civiles y jurídicos.

La cabeza del hombre-cerdo, del perro-humano, la testa degollada y servida –con reminiscencias de las clásicas decapitaciones de Holofernes-, los ojos sin mirada del hombre-sapo, la brutalidad expelida por la “Persistencia del animal” que da nombre a un cuadro pero recorre el conjunto, constituye un grito de repulsión y, a la vez, de alarma y conmiseración hacia una humanidad que se degrada en su pérdida de valores, en su exaltación de lo frenético, en la extensión

Esmeralda ante el animal, 2010 Tinta sobre cartulina/Ink on heavypaper

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Caridad Blanco de la Cruz Una afirmación con respecto al mundo y su desacomodo ha venido creciendo en el discurso de Roberto Fabelo. Afirmación que en los múltiples teatros de su figuración se confirma, universal y propia a un tiempo, en tanto ha terminado por establecerse en el espacio de esa insistente negación que es la serie No somos animales. Junto a esos seres atormentados o fantásticos, tipos a partir de los cuales se definió su identidad barroca y su singular traducción de lo social, está hoy un universo de criaturas híbridas. Su dramática ascendencia lleva a la poética de Roberto Fabelo a derramarse en el absurdo, la farsa y lo grotesco. La gravedad con que el artista se venía refiriendo al entorno en Calentamiento local, nos coloca ahora de vuelta a esa expresión alucinante construida entre el ensueño y la vigilia. En los dibujos de pequeño formato emerge una de las líneas de esa narración que la muestra de título homónimo reúne. Esos apuntes insisten en lo sexual e instintivo, pero su simbolismo trasciende lo sensorial, el frenesí, en tanto los cuerpos alcanzan a traducir otros conceptos y visualidades. A lo monstruoso Fabelo llega en la actualidad de manera expedita. El estado augural que sus dibujos declaran se detiene en la animalidad de sus criaturas, especímenes como resultado de apetencias -y sobre todo de circunstancias- que conducen al vaciamiento espiritual, la desnaturalización y la degradación humana.

Es precisamente a partir de esa animalidad contaminante que Fabelo ha configurado su más reciente bestiario cual reporte de actualidad. Las enormes figuras se imponen al espectador desde sus primeros planos. El efecto grotesco -próximo por momentos a la caricatura- hace de todos estos retratos, mediadores de esa observancia y visibilidad que Fabelo ha querido llevar adelante con respecto a ese lado oscuro de lo humano. A partir de las actitudes que esos grandes formatos enuncian, se produce un acercamiento a un estado decadente del mundo. Los suplementos verbales 44

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animaladas

que acompañan a una parte de estas criaturas se encargan de contextualizar ese mundo. La naturaleza ambigua de los retratos no evita que ocurran en ellos temidas encarnaciones: servilismo, abyección, mansedumbre, oportunismo, hambre, traición, estupidez. Lugar tiene el cerdo, pero también el carnero, el perro, el sapo, el rinoceronte. A partir de estos seres Fabelo metaforiza la actualidad y, junto a la expresión peyorativa con que el argot cala en lo nombrado, la resonancia de la calle irrumpe en la representación. No somos animales condensa una mirada hacia la sociedad más incisiva, en un momento en que todos los valores resultan estremecidos. En esa vuelta a lo esencial que a menudo la vida exige, estas hiperbolizaciones y el tuteo de esa realidad le llevan menos al juego con su caricatura, al choteo, y más a la fábula aleccionadora, a la ética revisión -y a querer definitiva corrección- del cuerpo social, retratado en sus animaladas.

Diciembre 9, 2012

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La lengua, 2001 Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 24 x 17 cm 48 48

S/T, 2001 Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 24 x 17 cm 49 49

Hay algo de animal, 2001 Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 26,5 x 20,5 cm Páginas siguientes Hay algo de animal, 2011 (detalle) 50 50

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No somos animales Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 24 x 34 cm 54

No somos animales, 2011 Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 24 x 34 cm 55

S/T, 2011 Tinta sobre cartulina/Ink on heavypaper

Hay algo de animal, 2011 Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 25 x 32,5 cm 56

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Hay algo de animal, 2006 Grafito sobre cartulina / Graphite on heavypaper / 24 x 32,5 cm 58

Hay algo de animal, 2010 Grafito sobre cartulina / Graphite on heavypaper / 24 x 34 cm 59

Caridad Blanco de la Cruz Una afirmación con respecto al mundo y su desacomodo ha venido creciendo en el discurso de Roberto Fabelo. Afirmación que en los múltiples teatros de su figuración se confirma, universal y propia a un tiempo, en tanto ha terminado por establecerse en el espacio de esa insistente negación que es la serie No somos animales. Junto a esos seres atormentados o fantásticos, tipos a partir de los cuales se definió su identidad barroca y su singular traducción de lo social, está hoy un universo de criaturas híbridas. Su dramática ascendencia lleva a la poética de Roberto Fabelo a derramarse en el absurdo, la farsa y lo grotesco.

La gravedad con que el artista se venía refiriendo al entorno en Calentamiento local, nos coloca ahora de vuelta a esa expresión alucinante construida entre el ensueño y la vigilia. En los dibujos de pequeño formato emerge una de las líneas de esa narración que la muestra de título homónimo reúne. Esos apuntes insisten en lo sexual e instintivo, pero su simbolismo trasciende lo sensorial, el frenesí, en tanto los cuerpos alcanzan a traducir otros conceptos y visualidades. A lo monstruoso Fabelo llega en la actualidad de manera expedita. El estado augural que sus dibujos declaran se detiene en la animalidad de sus criaturas, especímenes como resultado de apetencias -y sobre todo de circunstancias- que conducen al vaciamiento espiritual, la desnaturalización y la degradación humana.

Es precisamente a partir de esa animalidad contaminante que Fabelo ha configurado su más reciente bestiario cual reporte de actualidad. Las enormes figuras se imponen al espectador desde sus primeros planos. El efecto grotesco -próximo por momentos a la caricatura- hace de todos estos retratos, mediadores de esa observancia y visibilidad que Fabelo ha querido llevar adelante con respecto a ese lado oscuro de lo humano. A partir de las actitudes que esos grandes formatos enuncian, se produce un acercamiento a un estado decadente del mundo. Los suplementos verbales

animaladas

que acompañan a una parte de estas criaturas se encargan de contextualizar ese mundo.

La naturaleza ambigua de los retratos no evita que ocurran en ellos temidas encarnaciones: servilismo, abyección, mansedumbre, oportunismo, hambre, traición, estupidez. Lugar tiene el cerdo, pero también el carnero, el perro, el sapo, el rinoceronte. A partir de estos seres Fabelo metaforiza la actualidad y, junto a la expresión peyorativa con que el argot cala en lo nombrado, la resonancia de la calle irrumpe en la representación. No somos animales condensa una mirada hacia la sociedad más incisiva, en un momento en que todos los valores resultan estremecidos. En esa vuelta a lo esencial que a menudo la vida exige, estas hiperbolizaciones y el tuteo de esa realidad le llevan menos al juego con su caricatura, al choteo, y más a la fábula aleccionadora, a la ética revisión -y a querer definitiva corrección- del cuerpo social, retratado en sus animaladas.

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Hay algo de animal, 1997 Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 25,5 x 19 cm 60 60

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Hay algo de animal, 2011 Tinta sobre cartulina/Ink on heavypaper 25 x 32,5 cm 62

Como una fiesta de mascaras, 2011 Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 25 x 32,5 cm Páginas siguientes S/T, 2011 Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 24 x 32,5 cm 63

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Cada uno con su historia animal, 2011 Tinta sobre cartulina/Ink on heavypaper 66

Con los ojos bien abiertos, 2011 Tinta sobre cartulina / Ink on heavypaper / 25 x 32,5 cm 67

Estudios Profesionales

1971- 1976 Escuela Nacional de Arte (ENA). La Habana, Cuba.

José Roberto Fabelo Pérez

1976- 1981 Instituto Superior de Arte (ISA). La Habana, Cuba.

Ha ejercido la docencia en los tres niveles nacionales de enseñanza artística. Jurado de diversos concursos nacionales e internacionales de artes plásticas. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos (AIAP). Ha sido merecedor del Premio Nacional de Artes Plásticas 2004, así como de la Distinción por la Cultura Nacional que otorga el Ministerio de Cultura de Cuba. Reconocido con la Medalla Abel Santamaría, la Medalla Alejo Carpentier y la Orden Juan Marinello, impuestas por el Consejo de Estado de la República de Cuba. Ha recibido la Placa Conmemorativa por el 480 Aniversario de la Fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana y la Placa de la Ciudad de Andalucía. Le fue otorgado el Diploma al Mérito Artístico por el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Guáimaro, Camagüey, Cuba. January 28,1950. Pintor, dibujante, grabador, ilustrador y escultor.

2007

2004 2002 1998

1996

1995

1993

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Premios y Menciones

Presentación de la candidatura de Roberto Fabelo, por la Asociación de Artes Plásticas de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), a la V Edición del “Premio Velázquez” de Artes Plásticas de la Direcció General de Bellas Artes y Bienes Culturales del Ministerio de Cultura de España. Premio Nacional de Artes Plásticas. Ministerio de Cultura. La Habana, Cuba. Autorretrato para la colección permanente de la Galleria degli Uffizi. Florencia, Italia. Premio La Rosa Blanca, por la ilustración del libro Casa en las nubes, de Ivette Vian. Este reconocimiento fue otorgado por la Sección de Literatura Infantil, Asociación de Escritores de la UNEAC. La Habana, Cuba. Primer Premio en la I Bienal Iberoamericana de Acuarela. Viña del Mar, Chile. Selección Premio UNESCO, por la promoción de las artes plásticas. París, Francia. Premio La Rosa Blanca, por la ilustración de Las cosas del corazón, de Roberto Fernández Retamar. Este lauro fue concedido por la Sección de Literatura Infantil, Asociación de Escritores de la UNEAC. La Habana, Cuba. Primer Premio en la XI Bienal Internacional de Dibujo de Cleveland, Gran Bretaña. Premio en la Feria Internacional de Artesanía, Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC). La Habana, Cuba. Primer Premio de Ilustración y Segundo Premio en Cubierta por Los chichiricú del charco de la jícara, en el VII Concurso Nacional El Arte del Libro. La Habana, Cuba. Premio Internacional de Dibujo Armando Reverón en la I Bienal de La Habana. La Habana, Cuba.

1981 1980

1979 1978

1976

1974 1973

1972

Premio en la IX Exposición de Dibujo. Rijeka, Yugoslavia. Premio de Dibujo en Intergraphik´84. Berlín, RDA. Premio de la Brigada Hermanos Saíz en el Salón Nacional de Pequeño Formato. La Habana, Cuba. Primer Premio de Dibujo en el Salón Nacional de Artes Plásticas UNEAC´80. La Habana, Cuba. Premio de la Revista Revolución y Cultura en el VII Salón de Artes Plásticas. La Habana, Cuba. Premio de Dibujo en el Salón Provincial de Artes Plásticas. La Habana, Cuba. Primer Premio en la I Trienal de Dibujo Arístides Fernández. La Habana, Cuba. Premio Adquisición III Trienal de Arte Contemporáneo. Nueva Delhi, India. Primer Premio de Dibujo en el Salón Nacional Juvenil de Artes Plásticas. La Habana, Cuba Primer Premio de Dibujo en el IV Salón de Artes Plásticas, Concurso 26 de julio. La Habana, Cuba. Mención de Grabado en el Salón Nacional de Artes Plásticas UNEAC´76. La Habana, Cuba. Primer Premio de Dibujo en el II Salón Nacional de Profesores e Instructores de Artes Plásticas. La Habana, Cuba. Primer Premio de Pintura en el I Salón Nacional de Profesores e Instructores de Artes Plásticas. La Habana, Cuba. Mención de Dibujo en el I Salón Nacional de Profesores e Instructores de Artes Plásticas. La Habana, Cuba. Premio de Pintura en el II Salón Nacional Juvenil de Artes Plásticas. La Habana, Cuba.

Exposiciones Personales

2012 No somos animales. Galería Habana, La Habana. Cuba. 2011 2009 2006

2005 2003 2000 1998 1997 1994 1993 1991 1990 1989

1988

1987 1986

1985

1983 1981 1979

Obsessions. Botzow Berlin/ A Telierhaus, Berlín. Alemania. Naturaleza casi viva casi muerta. Museo de Arte contemporáneo, Ciudad de Panamá Sobrevivientes. X Bienal de La Habana. Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana. Cuba. Mundos. (Esculturas). IX Bienal de La Habana. Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Galería Suyú. La Habana, Cuba. Mundos. Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Un poco de mí. Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Roberto Fabelo. Galería Charlotte Moser. Ginebra, Suiza. Roberto Fabelo. Obra reciente. IX Feria de Arte Santander. Santander, España. Trabajos en el proceso. Galería La Acacia. la Habana, Cuba. Galería Torres. Bilbao, España. Fabelo. Galería Torres. Bilbao, España. Galería Xeito. Madrid, España. ¿Dónde está Fabelo? Dibujando. Galería Galiano. La Habana, Cuba. Dibujos. Galería Metropolitana. México, D.F., México. Galería Tamiz. Maracaibo, Venezuela. Acuarelas. Galería Pacífico. Puerto Vallarta, México. Pequeñas historias de amor. Galería Ortiz Monasterio, México. Fragmentos vitales. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Dibujos y acuarelas. Galería OMR. Ciudad México, D.F., México. Galería de Arte Visual 15. Tampico, México. Fragmentos vitales. Museo de Arte Moderno. Ciudad México, D.F., México. III Bienal de La Habana. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Centro Cultural Hispánico. Atenas, Grecia. Papeles recientes. Galería El Juglar. Ciudad México, D.F., México. Muestrario. Museo Universitario del Chopo. Ciudad México, D.F., México. Casa de la Cultura de Oaxaca. Oaxaca, México. Papeles recientes. Galería Habana. La Habana, Cuba. Galería de Arte de Bayamo. Bayamo, Cuba. Galería Latina. Estocolmo, Suecia. Kubanska Tecknare, Galería Latina. Estocolmo, Suecia. Nordylland Bank Albourg. Dinamarca. Escuela de Arte San Alejandro. La Habana, Cuba.

Exposiciones Colectivas

2012 Daiquirí sin azúcar. Galería Habana, La Habana, Cuba. 2011 Cuban Arts Project. Feria ArteAméricas. Miami Beach.

2002

Convention Center, Miami, Florida, EUA.

2010 Cheng Xin Dong Espace for contemporary Art, Beijing,

2009

2008

2007

2006

2005

2004

2003

China. Pieza única. Arte Cubano contemporáneo. Sala de exposiciones, Principado de Asturias, Madrid, España. Bienal Portugal Arte 2012, Lisboa, Portugal. En otra dimensión. Galería Habana, La Habana, Cuba. HB Arte Cubano Contemporáneo. Pabexpo, Colateral a la X Bienal de La Habana, Cuba. Contemporary Art Fair, ArtBrussels. Bélgica. Galería Habana. Cuba Pinta The Modern And Contemporary Latin American Art Fair. Nueva York, Estados Unidos de América. Feria Internacional de Arte de Shanghái, China. Del trazo al volumen. Galería Habana, La Habana, Cuba. Puro arte. Casa América, Madrid, España. Confluencias Inside. Arte Cubano Cotemporáneo. Museo José Luis Cuevas. México D. F / Instituto León / Instituto Juárez, México. Feria de ARCO. Madrid, España. Once artistas cubanos. Centre Culturel Le Manoir. Ginebra, Suiza. Manual de instrucciones. Colateral. IX Bienal de La Habana. Convento de Santa Clara. La Habana, Cuba. Feria de ARCO. Madrid, España. Proyecto Espacios. Galería Espacios. Madrid, España. 9 pintores contemporáneos cubanos. Sala Antonio I. Montecarlo, Principado de Mónaco. Recuento de un año. Galería Villa Manuela. La Habana, Cuba. Feria de ARCO. Madrid, España. Monstruos, monstricos… y aspirantes. Galería Lyle O. Reitzel. Arte Contemporáneo. Santo Domingo, República Dominicana 13 pintores cubanos de hoy. Galería Mediterránea. Palma de Mallorca, España. Art Toronto 2004. Cuba Art. Metro Toronto Convention Center. Toronto, Canadá. Plástica cubana contemporánea. Galería Entre aguas. Madrid, España. Grabadores cubanos. Casa de Cultura de América Latina, Universidad de Brasilia. Brasilia, Brasil. Mirada interior. Convento San Francisco de Asís. La Habana, Cuba. Cuban contemporary prints and paintings: color and symbolism. City Art Gallery. Kuala Lumpur, Malasia. Art Chicago 2004. Chicago, Estados Unidos de América. Luces y sombras. Convento de San Francisco de Asís. La Habana, Cuba. Onda expansiva: ocho años. Galería Lyle O. Reitzel. Santo Domingo, República Dominicana. 31 artistas cubanos contemporáneos en Chile. Galería BordeRío. Santiago de Chile, Chile. Feria de ARCO. Madrid, España. Sentido común. Galería Habana. La Habana, Cuba. En el borde. Exposición de arte erótico. Hotel Palacio O´Farrill. La Habana, Cuba. 70

2001

2000

1999

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1996

1995

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Este soplo de buen viento... Sociedad Cultural José Martí. La Habana, Cuba. Feria de ARCO. Madrid, España. Art cubain. Galería D´Art. Luxembourg. Art Miami. Centro de Convenciones Miami Beach. Miami, Estados Unidos de América. II Salón de arte erótico. Galería La Acacia. La Habana, Cuba. FIA 2001. Hotel Caracas Milton. Caracas, Venezuela. Art Paris 2001. Carrusel del Louvre. París, Francia. ARTEBA. Feria de Arte. Buenos Aires, Argentina. Fabelo, Lucio Muño y Manolo Valdés, tres nombres, tres conceptos, tres caminos. Galería Pedro Torres. Logroño, España. Cuba 2000. Espace Commines. París, Francia. IX Feria de Arte Santander. Galería Pedro Torres. Santander, España. Feria Internacional de Arte Contemporáneo. Galería Doble Hélice. Sevilla, España. 3 de Cuba. Galería Moleiros. Ciudad México. D.F., México. Más allá del papel. Centro Cultural del Conde Duque. Madrid, España. 6 pintores cubanos. Galería Arte Actual, La Dehesa. Santiago de Chile, Chile. Feria de ARCO. Madrid, España. Plástica cubana. Galería Ator. Gijón, España. Peninsulares y criollos. Diputación de Huesca. Huesca, España. Siete miradas. Galería Suyu. La Habana, Cuba. Homenaje al cine cubano. Festival de Cine de Biarritz. Biarritz, Francia. La isla en peso. Hotel Radison Sas. Bruselas, Bélgica. ARTEBA, Feria de Arte. Buenos Aires, Argentina. II Salón de Arte Cubano Contemporáneo. Galería La Acacia. La Habana, Cuba. Cubanías: de la isla caribeña 52 años después. Museo de Bellas Artes Bonaerense. La Plata, Argentina. Arte contemporáneo de Cuba. En el Centenario de la Inmigración de Japón. Cubart Ex, Urasoe, Museo de Okinawa, Hillsyde Forum Daikanyama, Tokio y Iwaki City Cultural Hall, Japón. Feria de ARCO. Madrid, España. Feria de Arte Santander. Santander, España. ...En tiempo. II Salón de Arte Cubano Contemporáneo. Salón Solidaridad, Hotel Habana Libre Tryp. La Habana, Cuba. Exposición por el XIV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Escalinata de la Universidad de La Habana. La Habana, Cuba. No son todos los que están VI Bienal de La Habana. Galería Domingo Ravenet. La Habana, Cuba. Feria de ARCO. Madrid, España. Palabras en el trópico. 13 artistas plásticos y un gran poeta. Fundación Nicolás Guillén. La Habana, Cuba. Por Cuba y contra el bloqueo. Encuentro cultural CanariaCuba. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias, España. I Bienal Iberoamericana de Acuarela. Viña del Mar, Chile. Imágenes de Martí. Teatro Nacional Rubén Darío. Managua, Nicaragua.

1994 1993

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Imágenes de Martí. Museo de Arte Contemporáneo. Panamá, República de Panamá. Arte contemporáneo cubano. Museo de Arte Moderno. Santo Domingo, República Dominicana. Feria de ARCO. Madrid, España. I Salón de Arte Cubano Contemporáneo. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. 12 cuentos peregrinos. Galería Latinoamericana de Casa de las Américas. La Habana, Cuba. A la carta. Galería Habana. La Habana, Cuba. Exposición Internacional de Acuarela. Bilbao, España. One love. Chelsea Galleries. Kingston, Jamaica. Master drawing. Chelsea Galeries. Kingston, Jamaica. El trío de la seducción. Galería La Acacia. La Habana, Cuba. Dibujo, no te olvido. Centro de Desarrollo de las Artes Visuales. La Habana, Cuba. II Salón Iberoamericano de Artes Plásticas. Galería José Clemente Orozco, Instituto Cultural Mexicano. México, D.F., México. Consagrados cubanos de hoy. La Galería. Santiago de Chile, Chile. Cuban Art Now. Galería Chelsea. Kingston, Jamaica. Galería Berheim. Ciudad de Panamá, Panamá. XI Bienal Internacional de Dibujo. Cleveland, Gran Bretaña. Galería Elaine Benson. Nueva York, Estados Unidos. Artistas cubanos de hoy. San Román de Escalante. Cantabria, España. Génesis y raíces. Galería La Acacia. La Habana, Cuba. Color de Cuba. Feria Mundial de Arte Sevilla´92. Sevilla, España. 18 pintores cubanos. Festival L´Humanité. París, Francia. Pintura cubana. Poliforum Sequeiros. Ciudad México, D.F., México. VII Trienal de la India. Galería Latitkala Akademi. Nueva Delhi, India. III Bienal de La Habana. La Habana, Cuba. Nueva imagen en la plástica cubana. Galería Centro Asturiano. Ciudad México. México D.F. Artexpo. Budapest, Hungría. Pintura cubana. Sede Cubana en la Organización de Naciones Unidas. Nueva York, Estados Unidos de América. El arte con la sonrisa. 30 artistas cubanos de hoy. Milán, Italia. Bienal de Artes Gráficas. Cali, Colombia. Feria de ARCO. Madrid, España. Galería Marriot Caesar. Ciudad de Panamá, Panamá. Concurso Joan Miró. Barcelona, España. Grabados cubanos. Argel, Argelia. Cuba: pintura joven. Erindale Campus Art Gallery, Toronto University. Toronto, Canadá. I Bienal de La Habana. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Salón Nacional de Artes Plásticas UNEAC´84. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Concurso Joan Miró. Barcelona, España. V Exposición Destacamento Wilfredo Lam. Galería Galiano. La Habana, Cuba. Dibujos cubanos. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba.

1983

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1975

1974

1973

1972

Cuatrienal Intergraphik´84. Berlín, RDA. IX Exposición Internacional de Dibujo. Rijeka, Yugoslavia. 7 artistas cubanos contemporáneos. Museo de Arte Contemporáneo. Madrid, España. Concurso Mundial de Ilustraciones de Libros Infantiles NOMA. Tokio, Japón. Cinco más uno. Galería Espacio Latinoamericano. París, Francia. Concurso Joan Miró. Barcelona, España. Desde Cuba. Sala Ricardo Morales Avilés. Nicaragua. Otra manera de contar la historia. Galería Habana. La Habana, Cuba. La generación de la esperanza cierta. Itinerante por Checoslovaquia, Yugoslavia y República D. Alemana. Concurso Joan Miró. Barcelona, España. 15 dibujantes jóvenes cubanos. Itinerante por Suecia, Dinamarca y Finlandia. Festival Carifesta´81. Bridgetown, Barbados. Salón Nacional de Artes Plásticas de la UNEAC. Centro Internacional de Arte. La Habana, Cuba. Diez jóvenes artistas cubanos de hoy. Westbeth Gallery. Nueva York, Estados Unidos de América. Cuatrienal Intergraphik´80. República Democrática Alemana. Salón de Artes Plásticas, Concurso 26 de julio. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Concurso Joan Miró. Barcelona, España. VII Salón Nacional Juvenil de Artes Plásticas. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Trienal de Dibujo Arístides Fernández. Salón Lalo Carrasco. La Habana, Cuba. Exposición por el XI Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. III Trienal de Arte Contemporáneo. Lalit Kala Academia. Nueva Delhi, India. Exposición de grabado. Festival de la Juventud Comunista. París, Francia. Salón Permanente de Jóvenes. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Grabados cubanos. Itinerante por Suecia, Noruega y Dinamarca. XXX aniversario de la victoria sobre el fascismo. Itinerante por Europa y Asia entre 1977 y 1978. Panorama del arte cubano de la colonia a nuestros días. Museo de Arte Moderno. México, D.F., México. Bienal de Grabado. Cracovia, Polonia. Grabados cubanos. Biblioteca Nacional. San José, Costa Rica. IV Salón Nacional Juvenil de Artes Plásticas. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Exposición del Taller Experimental de Gráfica. Galería Habana. La Habana, Cuba. II Salón de Artes Plásticas, Concurso 26 de julio. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. I Salón Nacional de Profesores e Instructores de Artes Plásticas. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba. II Salón Nacional Juvenil de Artes Plásticas. Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes. La Habana, Cuba.

Subastas

2008 Christie´s, mayo/junio. Nueva York, Estados Unidos de América 2007

2005 2004 2003 2002 2001 2000

1999

Sotheby´s, mayo/junio. New York, Estados Unidos de América. Christie´s, mayo/junio. Nueva York, Estados Unidos de América Subasta extraordinaria, octubre. Sala Retiro, Madrid, España Christie´s, noviembre. Nueva York, Estados Unidos de América Subasta extraordinaria, diciembre. Sala Retiro, Madrid, España Sotheby´s, mayo/junio. New York, Estados Unidos de América. Arte Contemporáneo Cubano, Subasta Humanitaria. Casa de las Américas. La Habana, Cuba Christie´s, mayo. New York, Estados Unidos de América Subasta Habana, diciembre. La Habana, Cuba. Durban Segnini, junio. Miami, Florida, Estados Unidos de América. Gary Nader, VII Arte Latinoamericano, enero. Miami, Florida, Estados Unidos de América. Sotheby´s, mayo/junio. New York, Estados Unidos de América. Sotheby´s, noviembre. New York, Estados Unidos de América. Christie´s, noviembre. New York, Estados Unidos de América. Arte Contemporáneo Cubano, Subasta Humanitaria. Casa de las Américas. La Habana, Cuba. Sotheby´s, junio. New York, Estados Unidos de América. Sotheby´s, noviembre. New York, Estados Unidos de América. Sotheby´s, mayo. New York, Estados Unidos de América.

1998

Obras en colecciones

Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana, Cuba. Casa de Las Américas. La Habana, Cuba. Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. La Habana, Cuba. Museo de Arte Moderno. Nueva Delhi, La India. Nordilland Kunstmuseum, Alborg, Dinamarca Museo de Arte Moderno. México, D.F., México. Museo Universitario del Chopo, Ciudad de México, México D.F. The Cleveland Gallery, Cleveland, Gran Bretaña. MOLA. Los Ángeles, California. Luciano Benetton, Italia. Gallería degli Uffizi. Florencia, Italia. Galería del Retrato Yugoslavo. Tuzla, Yugoslavia. Fundación Finsole S. P. A. Sicilia, Italia Colección de Arte Cubano Howart Farber. Museo Harn, Gainesville, Florida, Estados Unidos de América Sede Cubana de la Organización de las Naciones Unidas. Nueva York, Estados Unidos de América. Alex y Carole Rosemberg. Nueva York, Estados Unidos de América. Banco Financiero Internacional. La Habana, Cuba. Oficina del Historiador de la Ciudad. La Habana, Cuba. Miramar Trade Center. La Habana, Cuba. Embajada de Cuba en México. México D.F. Iglesia de Paula. La Habana, Cuba. Hotel Inglaterra. La Habana, Cuba. Obras suyas integran colecciones privadas en Cuba, México, Estados Unidos de América, Brasil, Colombia, Nicaragua, España, Francia, Suiza, Italia, Panamá, Puerto Rico, Inglaterra y Venezuela. 72

Ilustraciones de libros

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Editorial Arte y Literatura. La Habana, Cuba, 2007. En un lugar de la mancha, de Alexis Díaz – Pimienta. Editorial Gente Nueva. La Habana, Cuba, 2005. Naturaleza humana, de Eduardo Porretti. Ediciones Deldragón. Argentina, 2004. Carrusel de cuentos, Selección de autores cubanos. Editorial Capitán San Luis. La Habana, Cuba, 2004. Mi octava costilla, de Nancy Galano Stivens. Ediciones Guajana. San Juan, Puerto Rico, 2004. Del mar y los peces, de Sergio Corrieri. Ediciones Unión. La Habana, Cuba, 2003. Centro de gravedad, de Juan E. Mestas. Editorial Guajana. San Juan, Puerto Rico, 2003. Los noventa, de Sergio Corrieri. Editorial Letras Cubanas. La Habana, Cuba, 2002. Con buena letra, de Joaquín Sabina. Ediciones Temas de Hoy, S.A. Madrid, España, 2002. La pupila insomne, de Rubén Martínez Villena. Editorial Abril. La Habana, Cuba, 2002. Dorado mundo, de Francisco López Sacha. Editorial Letras Cubanas. La Habana, Cuba, 2002. Poesía y palabra, de Eusebio Leal Spengler, vol. II. Ediciones Boloña, Colección Opus Habana. La Habana, Cuba, 2001. El libro de los sueños, de Wenceslao Serra Deliz. Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña. San Juan, Puerto Rico, 2001. Akeké y la jutía, de Miguel Barnet. Editorial Gente Nueva, La Habana, y Quebecor Word, Bogotá, Colombia, 2001. Yo no soy Fidel, de Carlos Oramas. Avance Internacional Editores. Ecuador, 2000. Cántigas salvadas, de José Luis Moreno del Toro. Ediciones Unión. La Habana, Cuba, 2000. El libro de María, de Víctor Casaus. Ediciones Puerto. Puerto Rico, 2000. El amor y los ángeles, de Rafael Alberti. Editorial Arte y Literatura. Santafé de Bogotá, Colombia, 2000. Pinocho, de Carlo Collodi. Editorial Gente Nueva. La Habana, Cuba, 2000. Sombra seré que no dama, de Carilda Oliver Labra. Ediciones Unión. La Habana, Cuba, 2000. El vuelo del gato, de Abel Prieto. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1999. Cuerpo divinamente humano, de León de la Hoz. Editorial Betania. España, 1999. Que canten en verdad lo que te quiero, de Vicente Rodríguez Nietzsche. Editorial Guajana. San Juan, Puerto Rico, 1999. Destinatario José Martí, compilación de Luis García Pascual. Casa Editorial Abril. La Habana, Cuba, 1999. El libro de los sueños, de Soleida Ríos. Editorial Letras Cubanas. La Habana, Cuba, 1999. La isla en peso, de Virgilio Piñera. Ediciones Unión. La Habana, Cuba, 1998. Casa en las nubes, de Ivette Vian. Editorial Unión. La Habana, Cuba, 1998. Piezas del aire. Poemas, de Omar Pérez. Editorial Biblioteca Nacional. La Habana, Cuba, 1998. El acoso, de Alejo Carpentier. Editorial Letras Cubanas. La Habana, Cuba, 1995. 73

Te llamaré Logor, de Carlos Martí. Instituto Cubano del Libro. La Habana, Cuba, 1995. Máscaras, de Leonardo Padura. Editorial Tusquets. Barcelona, España, 1995. Las cosas del corazón, de Roberto Fernández Retamar. Editorial Gente Nueva, La Habana, Cuba, 1994. El viaje, de Virgilio Piñera. Ediciones Unión. La Habana, Cuba, 1992 Los chichiricú del charco de la jícara, de Julia Calzadilla. Premio Casa de las Américas. La Habana, Cuba, 1985. Strip-tease. Cuentos de mal humor, de Antonio Orlando Rodríguez. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1985. La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y su abuela desalmada, de Gabriel García Márquez. Editorial Era. México, D.F, México, 1983. Nosotros los felices, de Omar González. Editorial Casa de las Américas. La Habana, Cuba, 1978. Tres noveletas rusas, Colectivo de Autores. Editorial Gente Nueva. La Habana, Cuba. Episodios de la Revolución Cubana, de Manuel de la Cruz. Editorial Gente Nueva, La Habana, Cuba. Costumbres de antaño, de René Méndez Capote. Editorial Gente Nueva, La Habana, Cuba, 1976.

Bibliografía (selección)

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