Chile, un país poético

Chile, un país poético 2 Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas HOJAS DE LUZ REVISTA LITERARIA Nº 1 – mayo 2004 3 Chile, un país po

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Chile, un país poético

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Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas

HOJAS DE LUZ

REVISTA LITERARIA Nº 1 – mayo 2004

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Chile, un país poético

Publicado en España 2004 Copyright©2004, El Taller del Poeta by Fernando Luis Pérez Poza by Jorge Cuña Casasbellas Portada by Fernando Luis Pérez Poza Depósito Legal: PO-172-2004

Edita e imprime: EL TALLER DEL POETA Fernando Luis Pérez Poza CL Joaquín Costa, 2 36001 PONTEVEDRA www.tallerdelpoeta.com [email protected] Este libro no podrá ser reproducido ni total ni parcialmente, por ningún medio, sin el previo permiso escrito del autor. Todos los derechos reservados. 4

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas

CHILE, UN PAÍS POÉTICO (Panorámica de la poesía chilena del siglo XX)

FERNANDO LUIS PÉREZ POZA JORGE CUÑA CASASBELLAS 5

Chile, un país poético

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Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas

L

a poesía no es algo ajeno al tiempo. A veces camina con paso largo y frente ancha. Otras, se pierde en el hoyo negro de la muerte hasta que alguien la rescata. La ciudad y el campo, la retórica, el hermetismo, el coloquialismo. De lo que no cabe duda es de que ahondar en su esencia es siempre productivo, algo así como encender esa estrella que ilumina siempre el pensamiento de quien escarba en la médula de las cosas. Eso es lo que ha sucedido cuando nos planteamos el reto de realizar un estudio sobre la poesía chilena actual. A medida que recopilábamos información, nuestra mente también se abría a una galaxia nueva de conocimientos que, enfrascados en una intensa producción literaria (Fernando Luis Pérez Poza) o dedicados al estudio de la técnica literaria y la lingüística (Jorge Cuña Casasbellas) habían permanecido parcialmente ocultos o carentes de importancia para nosotros. La creación poética es importante, pero también lo es el estudio de su técnica y de sus movimientos, ya que no “generaciones”, pues este es el primer término, el de “generación”, que ha sucumbido al análisis de los muchos ensayos sobre poesía chilena que hemos leído para documentar nuestro trabajo. La poesía actual bebe absolutamente de todas las fuentes y, si ya antes era equivocado clasificar o denominar las corrientes o movimientos literarios como generaciones, ahora resulta del todo imposible utilizar esa fórmula incluso aunque se haga “entrecomillas”. Según señala Ricardo Cuadros (1), la noción de “generación” proviene del positivismo francés a través de Augusto Comte (1839); luego es aludida en Alemania por Wilhelm Dilthey (1865 y 1875) y a comienzos de nuestro siglo la recoge Wilhelm Pinder (1926). Ortega y Gasset retoma este material del pensamiento francés y alemán y elabora su teoría generacional, como un concepto metahistórico de tipo universal, sin haber pretendido aplicar esta cuestión a la literatura o a cualquier otro campo. 7

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El concepto de generación aplicado a la literatura, señala también Ricardo Cuadros (1), proviene de una reflexión alemana sobre los románticos en el siglo XIX y encuentra su mejor exponente en Julios Petersen, en la década de los veinte de nuestro siglo, quien estableció siete condiciones para reconocer una generación literaria. La señal de alarma sobre este concepto se encendió cuando tecleamos en el buscador Google el término “poesía” combinado con el de “Chile”. Encontramos allí generaciones literarias para todos los gustos, épocas y períodos. Florecían como setas de todos los tamaños a lo largo del siglo. Cualquier disculpa era válida para agrupar a un colectivo de poetas y convertirlo en una generación, hasta el punto, incluso, de estrechar los plazos señalados por los inventores del concepto y establecer una cada diez años o menos. ¿Dónde se fraguó el equívoco? Es Cedomil Goic quien se nutre de la teoría orteguiana y de la de Pétersen y aplica la noción de “generación” en el ámbito de la crítica literaria chilena, cuando ya nadie en Europa utilizaba ese método. A juicio de Ricardo Cuadros (1), se produce así, en Latinoamérica, un retraso multiplicado por dos: el de Ortega con respecto a la corriente filosófica que dio origen a la fórmula en Francia y Alemania, y el de Cedomil Goic y otros que se abocaron a redactar historias de la literatura observando el método orteguiano. Un retraso que, como hemos mencionado antes, todavía está parcialmente latente en numerosos estudios sobre la poesía chilena de este siglo. La propuesta de Goic, aplicada a la narrativa, se basaba en criterios natalicios y establecía períodos que se manifestaban como generacionales cada treinta años, quince de gestación y quince de vigencia, aunque también reconocía períodos más amplios. Frente al modelo generacional de Cedomil Goic, regido por esos criterios natalicios, está el de Guillermo de Torre. Éste flexibiliza el rigor matemático del positivismo y de Ortega y propone que lo importante no es la fecha de nacimiento de los integrantes del grupo sino su entrada en la escena pública con algunas ideas estéticas y/o principios ideológicos expresados a través de algún manifiesto, polémica o prólogo. Ahora bien, la conclusión a la que hemos llegado es que el método generacional, sea natalicio o de inspiración estética o ideológica 8

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en su inicio, no debe ser aplicado a la literatura, salvo en casos muy excepcionales. Cada período está lleno de realidades singulares y desiguales y resulta imposible meterlas todas juntas en un saco salvo que pretendamos que, después, al destaparlo, nos suceda lo que a Pandora o se queden muchas de esas realidades agazapadas o ignoradas en un rincón de la caja. No es válido para comprender singularidades y desigualdades, pues obliga a crear un centro, una tendencia preferencial que convierte en marginales o residuales obras, que poseen también un gran valor, por el simple hecho de no enmarcarse en la tendencia dominante. La lista de preguntas imposibles de responder, cuando se pretende homologar la riqueza y variedad de una producción literaria a los rigores del método generacional, es demasiado larga (1). Resulta obligado, pues, abandonar la rémora positivista que hace caer al crítico y al estudioso en ordenamientos cerrados. Nuestra mirada, la mirada contemporánea sobre el pasado y sobre el presente, por lo tanto, se ha reformulado. La poesía chilena, al igual que la del resto de iberoamérica se expande a lo largo del siglo en una u otra dirección, va y viene, se transforma en una corriente o en otra hasta fundirse en un océano que recoge influencias de todos los movimientos. La lengua se pliega sobre sí misma o se descomprime hasta el vértigo para finalmente abarcar un abanico multicolor que recibe tintas de todos los ríos. Sabemos que hablar de una poesía chilena, como elemento aislado del resto de iberoamérica, es una limitación, una limitación que asumimos de una forma consciente y plenamente convencidos de que se trata de un país de poetas. Esta circunstancia ha influido de una manera decisiva para que hayamos decidido concentrar en él la atención del primer número de nuestra revista, Hojas de Luz. El propio Jorge Teillier manifestó en espejismos y realidad de la poesía chilena actual que “Dudoso parece que exista "poesía chilena", pienso más bien que hay poetas chilenos, ya que ninguna poesía es nacional, sino fruto de interrelaciones.” Desde ese punto de vista, nuestro estudio no atiende a criterios específicamente nacionales sino que utiliza Chile como marco geográfico sobre el que fija su atención. 9

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Decía Enrique Lihn que el siglo XIX ha sido de una pobreza verdaderamente franciscana en el campo de la poesía y que la literatura poética ha ido surgiendo especialmente a partir de los años 20 del siglo XX hasta constituirse en una expresión poética de primera magnitud en Chile. Y no cabe duda de que así fue. En menos de quince años aparecen de forma rotunda, en el panorama poético de chile, cuatro grandes: Mistral, Rokha, Neruda y Huidobro. Se trata de una poesía que emerge de una forma brusca y en poco tiempo se transforma en una especie de tradición que desemboca en la recepción por parte de dos de sus integrantes, Mistral y Neruda, del premio Nobel. La poética de Gabriela Mistral se desnuda en el contacto con las cosas y con las materias esenciales: el pan, la sal, el agua y el aire. Dejaron un pan en la mesa mitad quemado, mitad blanco, pellizcado encima y abierto en unos migajones de ampo. Gabriela Mistral

A través de las cosas descubre el paisaje y, por su vinculación con la tierra, exalta al hombre rural, a la gente del campo. En un congreso de campesinos al que ella asistía uno de los asistentes trata de subirse al estrado para darle un abrazo: “Finalmente, el hombre llegó al plan, pero al enfrentarse a Gabriela se anonadó. El griterío amainaba y todo iba volviéndose expectación y silencio. De pronto vimos que al hombre se le dobló una rodilla... y Gabriela, acercándose más tomó entre las suyas, luminosas, las manos oscuras, como raíces del campesino, peón de la tierra, y se las besó... con una unción, una actitud tan reverente, que nadie dejó de sentir su profundo sentido simbólico”.(5)

En su poética se aprecia también la influencia del indigenismo. En un primer momento se interesó en el pueblo mapuche, aunque sólo de una manera circunstancial. Será en México donde se verá realmente impactada por la fuerza de lo indígena, lo que provoca un 10

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sentimiento antihispánico contrario a la conquista, sin que ello le impida valorar a Bartolomé de las Casas: Y otras tierras desolladas en Bartolomés inmensos...

Mistral se preocupa por los seres oprimidos y las víctimas de la sociedad, especialmente la mujer. Caminamos respirándolas la mujer, el indio, el ciervo, y llorándolas los tres de amor y duelo diversos.

Algunos comentaristas señalan la presencia del dolor, asociado a la divinidad e incluso teologizado, como un sentimiento esencial en su poesía (Dios es dolor). Por ejemplo Alone: “Sea cual fuere el origen del sufrimiento, hay una atormentada doliente, una víctima abrazada a la cruz, una mujer para la que la existencia se presenta como puro dolor.”

Su poesía más relevante se concentra en los libros Desolación (1922), Tala (1938) y Lagar (1954), que según Jaime Concha representan una larga travesía por los dolores del siglo. Y otras veces ni estás cerro adelante, ni vas conmigo, ni vas en mi soplo: te has disuelto con niebla en las montañas, te has cedido al paisaje cardenoso. Y me das unas voces de sarcasmo desde tres puntos, y en dolor me rompo, porque mi cuerpo es uno, el que me diste, y tú eres un agua de cien ojos, y eres un paisaje de mil brazos, nunca más lo que son los amorosos: un pecho vivo sobre un pecho vivo, nudo de bronce ablandado en sollozo. Gabriel Mistral

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Por su parte, la obra de Pablo Neruda supo romper los límites intimistas de la lírica, reactualizando los proyectos modernistas de Rubén Darío y Gabriela Mistral, hasta abarcar los territorios de la naturaleza y la contingencia histórica sin olvidar lo humanista y revolucionario. Es difícil encontrar en la literatura universal un imaginario poético de la magnitud del nerudiano. ARTE POÉTICA Entre sombra y espacio, entre guarniciones y doncellas, dotado de corazón singular y sueños funestos, precipitadamente pálido, marchito en la frente y con luto de viudo furioso por cada día de vida, ay, para cada agua invisible que bebo soñolientamente y de todo sonido que acojo temblando, tengo la misma sed ausente y la misma fiebre fría un oído que nace, una angustia indirecta, como si llegaran ladrones o fantasmas, y en una cáscara de extensión fija y profunda, como un camarero humillado, como una campana un poco ronca, como un espejo viejo, como un olor de casa sola en la que los huéspedes entran de noche perdidamente ebrios, y hay un olor de ropa tirada al suelo, y una ausencia de flores -posiblemente de otro modo aún menos melancólico-, pero, la verdad, de pronto, el viento que azota mi pecho, las noches de substancia infinita caídas en mi dormitorio, el ruido de un día que arde con sacrificio me piden lo profético que hay en mí, con melancolía y un golpe de objetos que llaman sin ser respondidos hay, y un movimiento sin tregua, y un nombre confuso. Pablo Neruda

Según Saúl Yurkievich (6) Neruda se sumerge “en las honduras de la conciencia, hasta encarnar en palabras esas fuerzas vitales, genésicas, genéricas, que son lingüísticamente fuerzas metafóricas y fuerzas mitológicas. Sus visiones recrearán el repertorio de mitologemas que constituyen el basamento no sólo de la mentalidad primitiva o popular, sino también de toda imaginación humana”. 12

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“La literatura mítica presupone un orden global de la naturaleza al cual corresponde, por imitación, un orden semejante del verbo. Y así como hay un centro energético de la naturaleza, existe coincidentemente un centro profundo de la experiencia imaginativa de donde surge el mito como oráculo, como revelación”. En Tentativa del hombre infinito Neruda se abre a una diversidad confusa, a un caos de imágenes y sentimientos con una fuerte carga de materialidad. Emplea para ello una sintaxis anómala, confusa, discordante, que no busca la inteligibilidad sino la comunicación, el “pathos” rebosante de imaginación. Es precisamente en esta obra cuando se observa de una manera clara el estilo que subyace en la personalidad más profunda de Neruda, como si éste pisara ya el limbo que le conduciría a Residencia en la Tierra. Será precisamente en esta última obra cuando todo ese esbozo realizado con Tentativa alcanzará la plenitud. El poeta siente el desarraigo, rehuye toda significación positiva ante la intuición del vacío. Por doquier se hace patente la destrucción, el olvido, la soledad, la muerte. El desierto y la desintegración lo rodean. Objetos y utensilios en desuso, sucios, abandonados, materiales de deshecho se funden en la crisis de la conciencia romántica y el poeta desemboca en una actitud “nihilista” muy propia del siglo XX. El arte ha perdido su capacidad de redención y de sublimar una realidad tan degradada. El poeta ya no vuela sino que penetra en la tierra y se deja abrazar por las entrañas de la materia. Así se reencuentra, a través de la imaginación, con el núcleo mítico que impulsa su poesía. Raúl Zurita dice: “Yo creo que Pablo Neruda es el padre. Cuando aparece Residencia en la tierra, es cuando la poesía latinoamericana adquiere su carta de identidad”. En Canto General se observan dos visiones poéticas del mundo. Una muestra lo mítico, a base de acumular metáforas, llegando incluso a la oscuridad y a lo hermético. Otra se recrea en la historia y en lo social. La primera visión es una prolongación de toda la poética nerudiana hasta Residencia en la Tierra. La segunda responde a una poética militante, con una clara intencionalidad política y pedagógica, en la que Neruda se convierte en cronista de América. En ésta última el lenguaje se vuelve directo y referencial. 13

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Las dos se alternan de distinta manera a lo largo del libro, unas veces canto a canto, otras dentro del mismo canto y, las menos, se amalgaman. Neruda reflexiona en algunos pasajes sobre el acto de poetizar. Tierra mía sin nombre, sin América, estambre equinoccial, lanza de púrpura, tu aroma me trepó por las raíces hasta la copa que bebía, hasta la más delgada palabra aún no nacida de mi boca.

La naturaleza se prolonga en el pueblo y éste adopta las características genésicas y transformadoras de la tierra madre. A partir de Alberti y su luminosidad mediterránea y sus raíces populares, Neruda se convierte en un poeta frutal. Al final de Canto General, las dos poéticas se amalgaman al mismo tiempo que tejen su autobiografía. A juicio de bastantes críticos chilenos, Neruda se transforma a sí mismo en un mito. Siempre se encuentra su figura entre el discurso y la realidad. La presencia del YO del poeta se hace patente con fuerza en su poesía al igual que en la de Vicente Huidobro, que llega hasta el extremo de considerar al poeta como un pequeño Dios. No obstante, nosotros, al igual que Yurkievich, opinamos que “el poeta es para Neruda el registro sensible, el conducto de las oscuras (porque provienen de abajo y son ininteligibles) fuerzas genésicas...”, pues nos parece que su manera de concebir al poeta sobrepasa la problemática del yo poético reducido a lo personal. Quienes recogen el testigo lírico reaccionan frente a esta, a nuestro criterio, malentendida y reduccionista mitificación del YO personal. Aunque es cierto que el YO, entendido como vate o como profeta, consideración heredada del romanticismo, se da en esos poetas y presenta unas implicaciones que van más allá de ese reduccionismo. La reacción abarca también a la solemnidad del lenguaje inherente a esa expresividad del YO. El que desarrolla en un primer momento esa oposición, y que va a tener una gran trascendencia y repercusión en los poetas posteriores, es Nicanor Parra, quien crea la figura del antipoeta (2): el hom14

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bre común, carente de cualidades o de una singularidad especial. Parra considera la poesía que le precede como retórica, personalista y grandilocuente y la impugna. MANIFIESTO (De Nicanor Parra) Señoras y señores (...) Los poetas bajaron del Olimpo.(...) Nosotros sostenemos Que el poeta no es un alquimista El poeta es un hombre como todos Un albañil que construye su muro: Un constructor de puertas y ventanas. Nosotros conversamos En el lenguaje de todos los días No creemos en signos cabalísticos.(...) Nosotros repudiamos La poesía de gafas oscuras (...) Pero la poesía fue un desastre Surrealismo de segunda mano Decadentismo de tercera mano (...) Nosotros propugnamos La poesía del amanecer.(...) Nosotros condenamos (...) La poesía de pequeño dios La poesía de vaca sagrada (...) Contra la poesía de las nubes Nosotros oponemos La poesía de la tierra firme -Cabeza fría, corazón caliente Somos tierrafirmistas decididosContra la poesía de café La poesía de la naturaleza Contra la poesía de salón La poesía de la plaza pública La poesía de protesta social. Los poetas bajaron del Olimpo. 15

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No obstante, para Raúl Zurita, Nicanor Parra es un poeta que recorre todo el espectro poético, desde la ruptura vanguardista y la demolición total a lo más tradicional. A los 23 años, Nicanor Parra escribe "El cancionero sin nombre", libro que él considera "un pescado de juventud", pero que es importante porque muestra la poesía popular en el ámbito chileno y revela su formación, su historia, el fondo del que Nicanor emerge. La influencia de García Lorca es notable. El cancionero sin nombre es completamente ajeno a la antipoesía. Es en 1954, con la publicación de poemas y antipoemas cuando se produce la transición a la antipoesía. El libro comienza con poemas de corte tradicional: Cuando pasen los años, cuando pasen Los años y el aire haya cavado un foso Entre tu alma y la mía; cuando pasen los años Y yo sólo sea un hombre que amó, un ser que se detuvo Un instante frente a tus labios, Un pobre hombre cansado de andar por los jardines, ¿Dónde estarás tú? ¡Dónde Estarás oh hija de mis besos!

Y es a partir del poema "La víbora", tras varios de transición, cuando realmente aparece el auténtico antipoema. Paralelamente a Neruda, desarrolla su obra otro de los grandes, Pablo de Rokha, en un idioma barroco sin concesiones con la tradición del modernismo. Se trata de un lenguaje caótico, a veces malsonante, en ocasiones rural. Rokha, vinculado al igual que Neruda al Partido Comunista, en muchos de sus poemas aborda la temática revolucionaria al igual que la amorosa. Que nunca el canto se parezca a nada, Ni a un hombre, ni a un alma, ni a un canto.(...) ¿Qué canta el canto? Nada. El canto, el canto canta, no como el pájaro, sino como el canto del pájaro.

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Junto a los dos Pablos, emerge la figura de Vicente Huidobro, fundador de la escuela creacionista, algunas de cuyas características, como señala el propio autor (3), podrían verse en ciertas frases de Rimbaud y Mallarmé. Entiende el autor que el creacionismo no significa una revolución tan radical como creían los críticos, sino la continuación de la evolución lógica de la poesía. Huidobro define la poesía creacionista como un arte que no limita ni traduce la realidad, que toma de la vida lo esencial y presenta un conjunto lírico independiente y desprende, como resultado, una emoción poética pura. A su modo de ver, el "creacionismo" es la poesía misma; algo que no tiene por finalidad ni narrar ni describir las cosas de la vida, sino hacer una totalidad lírica independiente y absoluta. Es decir, ella misma es su propia finalidad. Con sus imágenes creacionistas, Huidobro exige una lectura literal y no metafórica, al menos en el sentido sustitutivo que implica la metáfora tradicional. ARTE POÉTICA (De Vicente Huidobro) Que el verso sea como una llave que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando; cuanto miren los ojos creado sea, y el alma del oyente quede temblando. Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; el adjetivo, cuando no da vida, mata. Estamos en el ciclo de los nervios. El músculo cuelga, como recuerdo, en los museos; mas no por eso tenemos menos fuerza: el vigor verdadero reside en la cabeza. Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas ! hacedla florecer en el poema; sólo para nosotros viven todas las cosas bajo el Sol. El poeta es un pequeño Dios. 17

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La obra cumbre del creacionismo es Altazor. En ella se traza un camino que va desde el pensamiento hasta el puro sonido, desde la importancia del significado hasta diluirse en el significante, recorriendo todas las etapas intermedias. A través de la ética y la metafísica asienta su cosmogonía. El poema es una alucinación que funde al lector con el universo. Poesía es aquí: “fiebre y vértigo interno” “hostia angustiada y ardiente”. Huidobro viaja a través del cosmos con la palabra y precisa del delirio, del paroxismo, de la locura, para la creación. La imaginación se desborda y en ese desbordamiento alcanza un punto en el que confluyen todos los contrarios. De forma paralela, el mundo y el lenguaje son derruidos y reconstruidos, tanto el uno como el otro. Al llegar a los Cantos suprime la puntuación. Encadena una larga secuencia de comparaciones inconexas. Las palabras mueren y se deshacen en fragmentos que se unen de una forma diferente para renacer. A la horitaña de la montazonte La violondrina y el goloncelo Descolgada esta mañana de la lunala Se acerca a todo galope...

Baraja las categorías gramaticales: La cascada que cabellera sobre la noche Mientras la noche se cama a descansar

Y en el extremo de este alucinado recorrido se recrea en los elementos fónicos: Montañendo oraranía Arorasiía ululacente Sempereviva ivarisa tarirá Campanudio lalalí Auriciento auronida Lalalí Io ia 18

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas Iiio Ai a i ai a i i i i o ia

La temática del poema se centra en que el poeta, desde lo alto, y a medida que va cayendo, sufre una metamorfosis: así, unas veces es pájaro, otras paracaidista, ángel, aviador, etc. Por medio de un lenguaje vanguardista narra de manera análoga a las epopeyas del renacimiento y del barroco la caída del hombre. Desde Altazor hasta la muerte del poeta, se suceden cuatro libros y una compilación póstuma. En ellos, se percibe que Huidobro busca el fundamento de la existencia. En su inspiración paroxística el lenguaje se convierte en un verdadero torrente verbal. Las unidades expresivas no son los vocablos sino la estrofa o el poema entero. En su delirio alucinado dinamita la conexión entre realidad y lenguaje así como la sintaxis, al haber sido ésta impuesta por el código lingüístico. Esboza de forma incipiente algunas de las características que poblarán la poética de épocas posteriores. Así, el humor hace acto de presencia y para ello amalgama la incoherencia, el disparate y la sorpresa. Reduce los objetos que tienen gran resonancia poética hasta empequeñecerlos a través de su humanización. La luna tose El mar desciende de su coche El tiempo tiene un sombrero nuevo de tiempo En tiempo

Inserta precisiones prosaicas que no corresponden al objeto y juega con el orden de las palabras, manteniéndolas en el texto, pero alterando su posición. En toda la obra de Huidobro se vislumbra la influencia de Nietzche. Ahora bien, si como poeta no cabe duda que fue uno de los grandes, es de resaltar también su papel como introductor en Chile de las vanguardias, especialmente del surrealismo. No se puede obviar que el movimiento surrealista denominado “La Mandrágora”, en el 38, se fragua en reuniones celebradas en su casa. Son sus fundado19

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res: Teófilo Cid, Braulio Arenas y Enrique Gómez-Correa. Participa desde un principio, también, un joven poeta de dieciséis años: Jorge Cáceres. En palabras de Braulio Arenas, “La mandrágora”: “se propuso sistematizar en un grupo, todo lo que podía considerar su destino poético, algo así como una escuela de iniciación del surrealismo en la que intercambiaron las primeras ideas en cuanto a organización que, en plano literario, tendría ciertas intenciones terroristas. Junto al entusiasmo, la pureza, los sueños, la libertad, también actos negros, sentido amenazante de la existencia y, en fin, inaugurar un ciclo de provocaciones que alteraran la realidad circundante”. En el primer número de la revista de la que recibe la denominación el grupo, Braulio Arenas incluye un texto titulado “Mandrágora, poesía negra”. “Poesía negra, pero no en el sentido de “negre” (negritud), sino de “noire” (oscura)”. “La poesía es nictápole”, dice Arenas, porque es “la que ve mejor de noche”. La mandrágora hace suyo el aforismo de Fabre D’Oliver: “las consonantes son el cuerpo y las vocales son el alma de las palabras”, apoyando, por lo tanto, su automatismo, el cual supone una separación entre el concepto y la palabra. POEMA DE MEMORIA Para embellecer el cerezo con un papiro nigromántico esta mañana se ha vestido una silente alondra roja. Yo llevé esta alondra un día entre mis manos enguantadas hasta un Café en el solía reunirme con mis amigos. Lejano tiempo ya el cerezo se tumbó al ímpetu del hacha la alondra roja es un recuerdo en mi vida de un solo día. Esta mañana se ha vestido 20

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas con un papiro nigromántico una silente alondra roja para embellecer al cerezo. Braulio Arenas

También participa en los inicios del grupo La mandrágora, el poeta Gonzalo Rojas, aunque su adscripción a él resulta aún hoy polémica, ya que sólo militó en él de una forma tangencial. Cuando Rojas se aparta del grupo, para iniciar su intraexilio en el 42 en la cordillera de Atacama, Vicente Huidobro dijo al resto de sus integrantes, consciente de las posibilidades de Rojas: -Déjenlo. Gonzalo es un loco que necesita cumbre-

A juicio de algunos críticos este poeta se caracteriza por su maestría a la hora de imprimir velocidad al verso y de emplear el encabalgamiento, además de ser considerado un gran versificador. Destaca en su poesía la utilización de guiones y oraciones subordinadas. Su obra se inspira en el amor, el erotismo y el enfrentamiento permanente entre la vida y la muerte: Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma, y te quedas como inmóvil, oyendo que te llamo... " Gonzalo Rojas No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad En mitad de la calle y hacia todos los vientos: La verdad de estar vivo, únicamente vivo, Con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo. Gonzalo Rojas

Recibe una gran influencia de la tradición literaria universal. “Soy –dijo en una ocasión- un animal poético para el cual el antes y el después es lo mismo; trato de pensar adelante y atrás, de entrar, como decía Apollinaire, en la larga lucha entre la invención y la 21

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tradición. Esa es una de mis dinámicas.” Pero no por ello se olvida de trasladar a sus poemas la oralidad de los pueblos indígenas. Jaime Giordano (7) señala diez características de la poesía actual que se emplean en alguna parte de la obra de Rojas: 1) Desconstrucción de todo sujeto que desemboca en una multiplicidad de hablantes líricos; 2) Descomposición del tropo que conduce a la antimetáfora: en lugar de evocar el plano superior de la metáfora lo denigra y, por lo tanto, lo convierte en un plano inferior, (...) Todo fue polilla a lo largo del encanto (...); 3) La recurrencia a los modos escriturales del habla: Anáforas, repeticiones, autocorrecciones, interrupciones, anacolutos, contradicciones, paranomasias alógicas, etc... 4) Multiplicidad de sentidos. “Cuando el plano real se hace evocado y viceversa, cuando lo que tenemos ante nuestra imaginación, es una plasmación imaginaria donde lo real y lo evocado se identifican o fusionan... El plano significativo último no existe o se abre a una multiplicidad de sentidos. 5) Tendencia al palimpsesto, es decir, a presentar una significado político/histórico/etc. escondido; 6) Los marcos semánticos combinan elementos expresivos verbales (los títulos, las fechas, las notas, los epígrafes, indicaciones de lugar, de fuentes, los frecuentes comentarios al margen, las dedicatorias) y no verbales (las numeraciones, la ubicación de los poemas en la página, la uniformidad de la tipografía, la distribución gráfica de los versos); 7) El objetivismo, que puede comprobarse en estos versos del poema La palabra: Un aire, un aire, un aire, un aire, un aire nuevo: no para respirarlo sino para vivirlo.

en el que en un primer momento “aire” no tiene otro significado y todo apunta a que, por el título, se refiere a la palabra, con lo cual la relación entre “palabra” y “aire” hay que tomarla literalmente. Es en un segundo momento, cuando se aprecia que lo central del poema no es lo que se dice sino cómo se dice, lo que se ha llamado a 22

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veces la actitud del hablante, pero que es más bien aquí el tono del respirante o del viviente; 8) y 9) las reúne bajo el término del “prosaísmo”, ya sea derivado de prosa o de prosaico; 10) Intertextualidad sin jerarquías, que se da a lo largo de toda la obra de Rojas: “No pasarán los ricos por el ojo difícil de la aguja”

en los que se reúnen el eslogan “No pasarán” con la condena evangélica. A la tertulia de Vicente Huidobro, además de los poetas que conformaron el movimiento surrealista en Chile, asistía otro poeta, Eduardo Anguita, quien al hablar de estos apunta “...yo pensaba distinto que los surrealistas e incluso era contrario a varios de sus postulados". Anguita mantiene una actitud de “hacer de las palabras actos”, lo que desde su óptica conduce a transformar al mundo y también al hombre. Esta característica no es exclusiva de él, sino que resulta también extensiva a muchos de sus poetas coetáneos, al igual que una cierta virulencia anti academicista. Anguita propone: “trastornarlo todo, usar las copas de champaña para lavarse los dientes, levantarse a las dos de la mañana, acostarse al mediodía, el rojo como luto”. Para él, la poesía debe dar respuesta a los grandes interrogantes del hombre. ¿Escucháis madurar los duraznos a la hora del estío, a la venida del sol, mientras un príncipe danza en vísperas de su coronación? Yo pienso en el gusano. ¿Oís podrirse los duraznos en el granero, al atardecer, mientras las fechas del reino caen en los tronos y el viento las amontona, las dispersa y olvida? Yo pienso en el gusano. Si veis montar el agua de la noria, con un niño fijamente asomado al brocal frente a frente al abuelo, y se siente el beso de los amantes como una hoja seca 23

Chile, un país poético que el pie del tiempo aplasta crepitando: ¿los amantes están muertos? No preguntéis con torpeza. Pensad en el gusano. [...] Os contaré, amantes, qué hacéis cuando estáis juntos; lo que yo hice y sentí en aquel huerto de espigas corporales. El gallo a mitad del día, erguido para el amor, y la luna que espera al ave de fuego, mojada, abierta y silenciosa. La tomé por la mirada, rebanando con mi vista su entrecejo, y desde ahí, humedecí con su vista mis manos y con mi vista su cuerpo, hasta que su cabeza derramose en mi hombro. Su cabeza era una blanda caverna donde se escondía el torrente, el que me llevaría hacia abajo, a las zarzas de sigiloso esplendor. [...] Eduardo Anguita

Es precisamente esa búsqueda de una respuesta lo que le vincula a la poesía de uno de sus antecesores, el poeta Humberto DíazCasanueva, y donde se entrecruzan poesía y metafísica. En el caso de Anguita la no-consecución de una respuesta a esa búsqueda le obliga a derivar hacia un lenguaje críptico que expresa de una forma desesperada el caos y la fragmentación. Algo similar a esa deriva había ocurrido con otro poeta antecesor, Rosamel del Valle, y algunos de los poetas que conformaban La mandrágora. Esta falta de respuesta, que nosotros asumimos, coincide con nuestra convicción profunda sobre la trágica condición del hombre. El hombre está llamado y abocado al abismo de no conseguirla por ser una respuesta que no existe y, sin embargo, permanece atado siempre a la noria de la pregunta y al enigma permanente de la sin respuesta, como si caminase en círculos sobre la nada. Esta filosofía, al ser traducida por nosotros al lenguaje y vertebrarlo en todas sus dimensiones, semántica, sintáctica y fónica, hace que éste trastorne sus articulaciones habituales y, bajo esta perspectiva, pueda llegar, incluso, a utilizar sin sentidos, incoherencias y contradicciones, ya sea en una o en todas sus dimensiones. Humberto Díaz-Casanueva busca también respuesta a los grandes interrogantes. Su formación filosófica e intelectual le lleva a escri24

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bir una poesía con raigambre metafísica. No en vano, en 1936, sigue en Viena dos seminarios de Heidegger sobre Hölderling y Nietzche. “Me obstino en ser un buscador, entregado a un portentoso riesgo, y aunque sólo encuentre una luz intermitente o un semillero de sombras, me consuelan la magnitud y la dignidad de mi esfuerzo”. En 1944 crea en una noche Réquiem, elegía considerada por algunos críticos como la más desgarradora escrita en Chile hasta ese entonces. “...Como un centinela helado pregunto: ¿Quién se esconde en el tiempo y me mira? Algo pasa temblando, algo estremece el sueño de la noche, el sueño errante afina mis sentidos, el oído mortal escucha el quejido del perro de los campos...” “...De pronto escucho un grito en la noche sagrada, de mi casa lejana, como removidos sus cimientos viene una luz cegada, una cierva herida se arrastra cojeando, sus pechos brillan como lunas, su leche llena el mundo lentamente...” Humberto Díaz-Casanueva

El objetivo de Díaz-Casanueva es penetrar en el fondo de las tinieblas, rebelándose contra la agonía, para allí encontrar la luz. Su poesía no es ajena a la búsqueda de un lenguaje del inconsciente. Un poeta amigo de Humberto Díaz-Casanueva fue Rosamel del Valle, aunque no llega a alcanzar un tono tan trágico como el primero en su Réquiem. Éste se caracteriza por una mayor amplitud en sus tonos, que llegan, incluso, a abarcar lo lúdico y lo irónico. En su poesía se observa un trasfondo romántico. Los poemas de Rosamel rebosan imágenes e hilan visiones que retratan un mundo onírico. He aquí una fuente para dormir, una claridad sin abrirse, Sola en el tallo del sueño. Bienvenido, viajero devorado que te asomas 25

Chile, un país poético Ciego desde el agua a la tierra. Todo se vería pasar por un puente de vidrio Rosamel del Valle

Una de sus preocupaciones temáticas está señalada por el recuerdo y la memoria así como la ciudad, ésta última inspirada en Baudelaire. Como poeta se identifica con un pájaro ciego. Rosamel integra en su poesía aportes de las vanguardias europeas, especialmente imágenes de filiación surrealista. Su sintaxis llega en ocasiones a la distorsión y emplea restos de conversaciones y el eco de fantasmas que deambulan por la ciudad, que recuerdan a los poemas satíricos de T.S.Eliot. Como apunta, Leonardo Sanhueza, quizá sea Enrique Lihn, quien más tarde recoja cierto aire, o más exactamente, el lirismo quebrado de la última poesía de Rosamel. Es precisamente con Lihn, en la segunda parte del siglo XX, cuando se produce un rebelión contra los padres fundadores. Lihn parodió sin concesiones en “Canto General al Paseo Ahumada” el “Canto General” de Pablo Neruda. Hace rechinar la solemnidad retórica de los mismos. Hay una desconfianza tal en la consagración del sentido, que se produce, en ocasiones, su abolición. Lihn se preocupa, al igual que otros poetas de esos años, a los que casi puede considerarse filólogos-poetas, a teorizar y reflexionar acerca del lenguaje. Asimismo, ahonda en la pérdida de fundamento de la existencia y de la palabra: “...Porque escribí y hacerlo significa trabajar con la muerte codo a codo, robarle unos cuantos secretos...”

Lo fundamental, aquí, es el propio acto de escribir, a través del cual el poeta vive y se libera de la “cólera” y del deseo del poder. La poesía de Enrique Lihn es más discursiva que metafórica. “...Pero escribí y me muero por mi cuenta, porque escribí, porque escribí, estoy vivo...”

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Si Lihn fue considerado el poeta de la ciudad, su coetáneo Teillier lo fue de la naturaleza, de la nostalgia de la infancia y de la provincia. El propio Teillier apunta, en su ensayo “Los poetas de los lares”, la aparición de un grupo relativamente homogéneo de poetas. Una primera característica de este grupo es el hecho de que “vuelven a integrarse al paisaje, a hacer la descripción del ambiente que los rodea” (...) “... los poetas nuevos han regresado a la tierra, sacan su fuerza de ella...” Se regresa al lugar de origen, al paisaje de la infancia, a la vez que se recorre el trayecto poético de vuelta de la ciudad al campo. “Un rechazo a veces inconsciente a las ciudades, mega polis que desalojan el mundo natural”. Los láricos construyen un nuevo espacio, el lar, lugar que es al mismo tiempo real e imaginario, donde el hombre retorna a sí mismo y a la naturaleza. Jorge Teillier, cantor del tren, del río y del camino, “...porque los trenes, caminos y ríos simbolizan el paso del tiempo y me recuerdan la infancia en un pueblo con el corazón atravesado por un tren... todo lo que hago en mis poemas y en mi vida son viajes. Pero viajes hacia el interior, porque soy sedentario y mucho, mucho más árbol que pájaro...” Yo no estoy soñando, lo recuerdo, olvidé cómo se soñaba; quizás esto sea un mar, bien puede ser la tierra, encima el cielo deshaciendo su cabellera. Esto no es un mar sin olas, es una lámina descolorida, un día muerto por dagas invernales, un día fusilado por lluvias. De pronto lo rompen manotazos de campanas, tictaqueos de sombras, y se cierra como una cuchillada de trenes oxidados devorando las cerezas maduras del sol.

Lihn y Teillier se distancian de Neruda a través del habla cotidiana y conversacional de Parra, aunque sin su tono de humor. Junto a Lihn y Teillier cabe destacar a: Efraín Barquero, Armando Uribe y Miguel Arteche.

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La poesía de Efraín Barquero refleja situaciones sencillas y cotidianas que están presentes en la realidad cotidiana del hombre común. Su producción no es extensa. Su máxima creación fue “La compañera” del que extraemos un fragmento. Semilla será el hombre, y la mujer, vasija, y en el día serán como dos caras, como la mano izquierda y la derecha, pero en la noche serán la bestia inmemorial de dos cabezas... Efraín Barquero

Julio Ortega califica la poesía de Armando Uribe como: “Voz tronante del canto herido, la iracundia irónica del decir breve, la contrarretórica de una resta radical.” Vive; que no es morir el heroísmo mayor. Es el vivir con las heridas. toda la vida y más todas las vidas sangrando cada día en el abismo y podría seguir pero es lo mismo. Armando Uribe

En cuanto a Miguel Arteche, sus motivos literarios son el paso del tiempo y la nostalgia producida por aquello que se ha perdido, referido a lo humano y no al espacio abtracto. Arteche considera que: “La poesía chilena, posterior a mi generación, es una obra donde lo coloquial -sobre todo por la influencia parriana- está siempre presente, situación que desde mi punto de vista, no ha creado nada importante. La irrupción muy burda del chiste chileno, de la cosa ingeniosa de nuestro país, ha contaminado bastante la poesía. Se ha perdido, por lo tanto, lo lírico e íntimo. Y esto no quiere decir que debamos subirnos al Olimpo para hacer este tipo de poesía. Los poetas no suben ni bajan del cielo. Los poetas sólo escriben buenos o malos versos. Yo creo que de alguna manera los 28

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jóvenes creadores van a recuperar la poesía interior.” “Yo creo que es muy posible que la poesía que se escriba durante el siglo XXI sea puramente metafísica. No metafísica porque sea una cosa abstracta, sino en el ámbito de lo humano.” A través de la noche vas dejando tu ausencia, sin hojas que desde el bosque anuncien lo que has dejado, sin puertas que penetren tus pasos oscurecidos. Oh impalpable, oh músico de viejas y enterradas ciudades, escucho, uno a uno, tus pasos bajo la noche (...) Miguel Arteche

Un poeta aparte es Alfonso Alcalde, de vida muy intensa, al que se le atribuyen numerosas profesiones, entre ellas: contrabandista, empleado de funerarias, ayudante de la mujer goma, biógrafo fantasma de la vida de Mario Kreutzberger, etc.. Él mismo cuenta, en una entrevista concedida a la “Revista Libros" de El Mercurio... “fui contrabandista de cadáveres. Ascendí a un nuevo cargo, que era transportar a los muertos de una frontera a otra, entre Argentina y Brasil, para que saliera más barato el entierro. Me instalaba en un auto muy tieso, con el difunto sentado a mi lado, muy maquilladito para no despertar sospechas, y cruzábamos el peligro (...) al otro lado teníamos listo el ataúd y el nuevo maquillaje". Miguel Angel Varas sintetiza así las características de su literatura: "Alcalde es el inventor de un lenguaje popular que no proviene de ninguna búsqueda erudita, sino de los bares más tristes y los inviernos más húmedos de Tomé, Curanilahe, Concepción, Lota o Talcahuano".

Otro poeta importante en el panorama de la poesía chilena de este siglo es David Rosenmann Taub, y que aparece como desvinculado de grupos o colectivos, ya que desarrolla su obra alejado de Chile con una beca otorgada por la Oriental Science. El poeta Armando Uribe dice que Rosenmann desarrolla sus contradicciones en la pro29

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fundidad, bajo una superficie más pulida que la de ningún otro poeta, y una sabiduría del verbo y el sustantivo y una agilidad del adjetivo que ninguno iguala. En una entrevista que le hizo Malú Sierra, David Rosenmann ofrece la imagen del poeta como vate, en el sentido del anuncio, de la profecía: "Cuando la poesía contiene un elemento de conocimiento que va más allá del conocimiento inmediato, donde a través de la voz del poeta está hablando la totalidad del ser humano, se dice vate". Después señala: "El autor no importa nada; lo que importa es la obra. Usted, como yo, en un tiempo más vamos a ser cenizas. Pero lo que hagamos de nosotros mismos, la verdad de nosotros mismos (si hemos sido capaces de seguirla), es lo único que va a perdurar". Has mirado a la muerte y ahora cierras los ojos, mas detrás de tus párpados aun la sigues mirando, y tus ojos cerrados, terriblemente abiertos, miran, miran sin fin, clavados en lo ignoto de esa cara sin cara que se ríe sin risa, de esa cara, dandún, que se parece a ti, que es como algo gemelo que de pronto posees: dime, dandún, ¿la muerte acaso es hija mía? David Rosenmann Taub

En este marco, por una parte, al amparo de la Universidad Austral de Chile, nace el Grupo Trilce, en donde crecen como poetas Omar Lara, Federico Schopf; a la sombra de la Universidad de Concepción lo hace el grupo Arúspide, cuna de Floridor Pérez y Jaime Quezada, y bajo la protección del Instituto Pedagógico, la "Academia Literaria", donde destacaría Gonzalo Millán. Con el grupo Trilce, desde el momento en que este grupo deja de ser grupo, por razones literarias y de simpatía simple, colabora a distancia Waldo Rojas

El fundador de la revista Arúspide fue Jaime Quezada. 30

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas Yo era un niño sentado en una sillita de paja en medio del jardín Se reían de mi baba Me tiraban piedras y manzanas Devolvía yo las piedras Y me comía las manzanas Después fui un muchacho lleno de sueños proféticos Ahora me siento diariamenrte a la cabecera de la mesa En una silla eléctrica Pidiendo a gritos que me tiren piedras y manzanas Jaime Quezada

El fundador del grupo Trilce fue Omar Lara: Desprendido de tu presente de tu dulce inmediatez heme sombra irrisoria, árido cuerpo; sin tu presencia restallante heme enmohecida puerta, heme astronauta de tu ámbito. Reincido en aleteo ciego; en la fuerza bruta de tus entrañas reincido. Omar Lara

En torno a la revista Trilce, se forma un grupo que no es ajeno a las influencias de Neruda e Huidobro ni a las innovaciones de Parra, Lihn, Gonzalo Rojas y Jorge Teillier. Es a ellos precisamente, a quienes les habría correspondido la gestación y desarrollo de un nuevo movimiento poético en Chile, pero el golpe de estado de 1973 echa por tierra su encomienda. Al amparo de la sombra de Neruda, beben de los próceres de la nueva poesía latinoamericana.

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El contacto con la poesía de Ernesto Cardenal, les abre el camino hacia Ezra Pound. En Trilce sobresalen algunas características comunes a todo el grupo: poesía breve, autorreflexiva, nada experimental que ahonda en la seriedad del desgarro y la nostalgia. Se proponen volver a humanizar la naturaleza. En el I Encuentro de poetas del grupo Trilce, al que asistieron representantes de otros grupos del país, efectúan una relectura profunda tanto de sus inmediatos antecesores como de los llamados padres fundacionales. En el II Encuentro, la propuesta poética de Nicanor Parra se convierte en el eje en torno al cual gira el grupo. A los poetas mencionados deben añadirse, Oscar Hahn, Manuel Silva Acevedo, Hernán Castellano Girón, Hernán Lavín Cerda y Enrique Valdés. El hospital caliente se va por los desagües, se va por las letrinas tu corazón helado, se van a gatas por debajo de las camas, se van a gatas verdes e incendiadas que maúllan cenizas. La vibración de las aguas hace blanquear al cuervo y ya no puedes olvidar esa piel adherida a los muros, porque derrumbamientos beberás, leche con escombros. Vimos las cúpulas fosforecer, los ríos anaranjados pastar, los puentes preñados parir en medio del silencio. El color estridente desgarraba el corazón de sus propios objetos: el rojo sangre, el rosado leucemia, el lacre llaga, enloquecidos por la fisión. Oscar Hahn (Del libro Visión de Hiroshima)

De la encuesta realizada por nosotros a algunos de los últimos poetas a los que nos hemos referido, acerca de qué opinan sobre su encuadre en alguna generación, movimiento o grupo de escritores con afinidades, perspectivas o posturas compartidas, reproducimos textualmente e incluimos dentro del estudio por su especial interés, la respuesta que nos da Waldo Rojas: 32

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas “Mi pertenencia al “cuadro generacional” llamado generación o promoción “de los años 60”, o como quiera que se la llame hoy, y a propósito del uso y abuso del concepto de generación, no me parece descaminado, con las reservas ya evocadas anteriormente. El grupo espontáneo formado en esos años prolongaba y acentuaba ciertas tendencias tan diversas como tradicionales de la poesía chilena. Por otra, este mismo período se inscribe con particular delimitación como un recorte de trazo notoriamente exacto en la escansión del movimiento de la historia. Todo lector de poesía en Chile, medianamente informado, habrá podido advertir que, desde los años 50, la renovación del lenguaje poético chileno, se efectúa en el sentido de una serie de impugnaciones de la realidad dada, bajo fórmulas que delatan a primera vista una posición diversamente inconformista no sólo respecto del estado de cosas vigente, el orden de la sociedad y de los tiempos, sino también del orden del lenguaje al cual los poetas identifican, precisamente, aquel estado. Sensible desde fines de la segunda guerra mundial, la aceleración de la historia parece, en efecto, precipitarse en ese plazo, a través de acontecimientos salientes que parecen entrechocarse unos a otros y que son portadores de cambios mayores en el plano político y técnico-científico como en el terreno del pensamiento, de las artes, de la religión, no menos que en el de las relaciones sociales. Inútil sería ahondar en una cronología que en este sentido habla por sí misma, desde el fin del proceso de descolonización, la guerra de Viet-Nam, el conflicto chino-soviético, la revolución cubana y su corolario planetario de las crisis de los cohetes, y el rebrote de la pesadilla nuclear; el asesinato de Kennedy, las conmociones raciales en los Estados Unidos, la guerra del cercano Oriente, la invasión del Praga por las tropas soviéticas, y en general, la crisis del mundo socialista y, por qué no, de la ideología bolchevique; el concilio Vaticano segundo, etc. La lista es aún larga. A ella se agregan fenómenos de paso menos agitado y de soplo menos jadeante como son, por ejemplo, las transformaciones demográficas que elevan súbitamente la cuantía de las categorías de edad jóvenes y multiplican el efecto de las aspiraciones y exigencias juveniles. Fenómeno no sólo aparente en el surgimiento de un ‘estilo’ joven musical, vestimentario, verbal y hasta sexual, devenido pronto una suerte de moda polivalente, sino en el reclamo por parte de estas categorías de un lugar más amplio en el marco de las sociedades opulentas o menos opulentas, en donde el progreso de la democracia favorece el despertar de aspiraciones nuevas y más próximas de los aparatos del poder institucional. O bien es la crisis de esta misma democracia lo que fustiga las expectativas decepcionadas y promueve en los medios juveniles un clima de agitación radical. Las revueltas universitarias constituyen justamente uno de estos hechos planetarios que en su conjunto alcanzan nuestras playas y tocan directamente nuestros intereses o espolean nuestra atención. 33

Chile, un país poético No es posible dejar de lado el carácter planetario de los acontecimientos de esta década de los sesenta en la mensura del impacto que ellos provocaron en nuestra mentalidad local. Hacia 1960, una generación nacida en la inmediata post-guerra alcanza su edad de razón y es a esta misma generación que le ocurre de irrumpir en ese contexto planetario. De todos esos hechos, así como de sus efectos contradictorios y de los reflejos que ellos suscitan como reactivos, hay huella claras en los poemas de los jóvenes del 60. Las hay, por cierto, no a la manera de una crónica objetiva, de una reflexión analítica ni bajo la urgencia de un cometido cívico. Dichos indicios son pesquisables a través del modo como la especificidad del lenguaje poético acota y expresa un determinado nivel de inteligibilidad del mundo. Los años 60 son también un período de auge del desarrollo y difusión en Chile de las nuevas y no tan nuevas teorías literarias que trabajan en el nivel de la especificidad del fenómeno literario y liberan a éste de las viejas hipotecas de la ideología o de los sociologismos apremiantes. Universitarios en buena mayoría o frecuentadores asiduos de los medios académicos, los poetas “emergentes” (como yo mismo llamé en ese momento) recogen de la tutela cultural universitaria mucho de su conciencia disciplinaria en materia literaria cuando no en el orden de su propia sociabilidad. Improbable que bebas de estas aguas, improbable que de viva voz el acto que tu sed desdiga se apegue en cuerpo y alma a tu palabra; un sueño arrancado de su cauce las retuvo en su remanso y nos retiene, causa pura embancada en la zozobra de agosto. Waldo Rojas

El 11 de septiembre de 1973, Chile sufre un golpe de estado militar que disloca lo que tendría que haber sido el devenir natural del fenómeno poético en ese país. Andrés Morales, en su artículo “La poesía de la Generación de los 80”, manifiesta que atiende al esquema ortegiano aplicado por Goic en Chile, en un estudio sobre la narrativa chilena, para encuadrar a estos autores en una generación artificial que reúne a los nacidos entre los años 1950 y 1964, clasificación o encuadre con el que no estamos de acuerdo por las razones reseñadas al inicio de este estudio cuando hablamos del tema generacional. 34

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Entendemos que no existen realmente ni la generación del 70 ni la del 80, a las cuales se ha tendido también a diferenciar como generación dispersa y generación de la dictadura, sino que todos estos autores conforman la realidad poética chilena de un período que se ve afectado por un acontecimiento de una extraordinaria repercusión como fue la barbarie del golpe de Pinochet, en 1973. Este hecho determina la dispersión de muchos poetas ya con obra, independientemente de su fecha de nacimiento, que continúan su producción en el exilio o en un exilio interior, desde una actitud crítica y de rechazo absoluto a la dictadura. Por otra parte, los poetas que iniciaban su andadura a través de su participación en talleres literarios entran en contacto con la poesía de los autores ya reconocidos con anterioridad al golpe. Podrían dividirse, por lo tanto, estos autores, en dos grupos, como hacen en algunos estudios: Por una lado el de aquellos a quienes el golpe les sorprende ya formados como poetas y por el otro, el de aquellos que no estaban formados como tales, pero creemos que carece de sentido hacerlo, pues todos, independientemente de sus peculiaridades individuales, se mueven en el mismo espectro general configurado por las características a las que vamos a referirnos. Algunos son encarcelados, muchos de los que desempeñaban funciones docentes son expulsados de las universidades. Unos se quedan en el país y otros se exilian, produciéndose así, por la tanto, una gran dispersión. Algunos poetas surgen de las cárceles. En muchos de sus textos el valor testimonial prevalece sobre la calidad literaria. A lo largo de los años posteriores al golpe, observamos, en líneas generales, las dos corrientes que se han evidenciado en la poesía chilena de todo el siglo y, que, de una manera resumida, se sintetizan en: Por un lado, la sencillez, la intimidad que se manifiesta a través de poemas breves, en un lenguaje casi cotidiano de sintaxis deliberadamente simple. Por otro, un quehacer más complejo, reflexivo, un tanto hermético que da rienda suelta a la imaginación. La poesía de estos autores gira en torno a la mecanización, la deshumanización, el poder mediático de los medios de comunicación, la sociedad de consumo y la falta de libertad que implica. También la incapacidad para penetrar en la tiniebla existencial y el vértigo de 35

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la temporalidad. El mundo se disgrega y su disgregación se incorpora al poema como una voz, exenta de rigideces, que pasa del yo individual al colectivo e, incluso, puede llevar a la desaparición del sujeto, que se sustituye por un abanico de perspectivas. Esta circunstancia nos trae a la memoria a Barthes, quien en 1968, publicó “La muerte del autor” y también los planteamientos de Bajtin, en los que el autor “se diluye en un carnaval de voces”. Se emplean el collage y el montaje. Mezclan el habla del charlatán o la cháchara propia del consultorio sentimental con las noticias, la publicidad y trozos de canciones y de poemas ajenos, etc... Cualquier asunto puede ser tratado desde la óptica poética. Se incrementa la objetividad en el poema descriptivo, limitándose a constatar lo que se ve. En algunos casos se intenta relatar una historia a través de la incorporación de diálogos y de la acción de los personajes. La metapoética se centra reflexivamente en lo concreto y específico del propio poema en curso y no en la actividad poética de carácter general. Se intenta hacer presentes, de modo irónico, los mitos nacionales; se recurre a veces al humor corrosivo, a la ambigüedad del lenguaje y el uso de ciertos efectos como el imprevisto y el suspense; se manifiesta interés por lo muy pequeño o ínfimo; se desarrolla un sentimiento de proximidad a la naturaleza. No se excluye el empleo de chilenismos ni de una escritura fonética que no sólo transcribe el español chileno sino que también emplea términos extranjeros. Se utilizan los más diversos metros y estrofas, así como largos versículos desbordantes de imágenes. La puntuación no se somete a reglas y rara vez se aprecia la presencia de la rima. El tiempo no evoluciona de una manera lineal sino que se recurre a un constante cambio en las formas verbales con el fin de imprimir ese efecto al poema: El ayer, el hoy y el mañana se funden en un largo abrazo a través de los versos. Es preciso señalar que todos estos poetas no poseen unas características literarias ni programáticas comunes, sino que ofrecen una gran diversidad. Para Iván Carrasco en ellos se mantienen y desarrollan las formas genéricas, discursivas y estilísticas que se abren paso con los poetas precedentes, como la poesía de los lares, el ex36

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perimentalismo neovanguardista, el textualismo autorreflexivo, la lírica religiosa apocalíptica, etc., que confluyen con las nuevas orientaciones del neovanguardismo, la testimonialidad de la contingencia, la poesía de género desde lo femenino y la lírica etnocultural. Es importante señalar que estas corrientes temáticas pueden coincidir simultáneamente en algunos poetas. En el caso de la nueva orientación de la poesía neovanguardista, se trata de una corriente de ruptura que se produce a finales de la década de los setenta y en la que se hace patente la influencia del poeta villamarino Juan Luis Martínez, autor de libros tan significativos como “La nueva novela” y “La poesía chilena”. Juan Luis Martínez estimaba que lo que importa es la obra y no el autor. Como anécdota simbólica se puede hacer referencia al hecho de que tachó su nombre en la portada de “La nueva novela”, obra donde se entremezclan juegos lógicos, elementos visuales y textos literarios que en 1977 representaron un cambio en la poesía chilena. En los poemas inéditos publicados después de su muerte, se aprecian influencias de Arthur Rimbaud. "Dos mil años de historia ordenada y he sido yo quien ha engullido al Cristo y los cabellos no se me han caído por todo eso mi lengua la he devorado también para no hablarte más". Juan Luis Martínez

Un hecho a destacar es la publicación de su libro “Poemas del otro”, que formaba parte de un proyecto en el que pretendía emular a Fernando Pessoa en lo que respecta a la multiplicidad de identidades hasta llegar, incluso, a la desintegración del yo. Como dice el mismo Juan Luis en un poema, su ambición consiste no sólo en ser otro sino también en "escribir la obra de otro". Martínez se consideraba un poeta apocalíptico, circunstancia que traslada al lenguaje. Hace suya la crisis de una época carente de mi37

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tos, en cuya decrepitud y confusión se recrea sin proponer un nuevo mito. Todo ello lo hace a través de un lenguaje que yuxtapone fragmentos vacíos de significación que luego se niega a reconocer como autor. Uno de las voces más peculiares que surge a finales de los setenta es la de Raúl Zurita. Zurita es uno de los poetas más relevantes de América latina en la actualidad. En su poética está presente lo mítico y la recuperación de los ecos tribales a partir del salmo, la elegía y el versículo. A través de sus libros El Purgatorio, Anteparaíso y la Vida Nueva viaja por el desierto, playas, montañas, pastizales y ríos, en una larga travesía de dolor cuyo objetivo es el hallazgo de la redención. Se observa en algunos de sus poemas, el juego y la confusión de todos los planos de la realidad. Su lenguaje desembarca en un mar de enunciados lógicos. El mismo Zurita señala como una de sus características “el uso de los sistemas lógicos y formales en la estructura de sus poemas”. I. II. III. IV.

El desierto de Atacama son puros pastizales. Miren a esas ovejas correr sobre los pastizales del desierto. Miren a sus mismos sueños balar allá sobre esas pampas infinitas. Y si no se escucha a las ovejas balar en el Desierto de Atacama nosotros somos entonces los pastizales de Chile para que en todo el espacio en todo el mundo en toda la patria se escuche ahora el balar de nuestras propias almas sobre esos desolados desiertos miserables. Raúl Zurita

De alguna manera, Zurita aspira a ser una voz total que se identifica con Chile. Manifiesta que pretende “interiorizar la vida en la poesía y exteriorizar el arte en la vida”. Gonzalo Rojas situó a Zurita como uno de los mejores poetas chilenos actuales y Eduardo Anguita se refirió a su poesía como una voz que no se escuchaba desde los tiempos augurales de Huidobro y Neruda. En cuanto a la poesía religiosa apocalíptica, Andrés Morales señala como características: “La religiosidad y la crítica a una sociedad que, ya sea ecológicamente o a través de métodos de extermi-

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nio planetarios, pone en peligro la supervivencia de la especie humana y del equilibrio del medio ambiente...”. También Raúl Zurita incorpora a su poesía motivos apocalípticos. Como las chorreantes cumbres... como Mozart... como los huracanes que la misma vida trompeteaba descendiendo con los dibujos del horizonte... con los torsos... con los hombres que se suspendían escuchando el coro de las cordilleras... Marcharon los lagos... los desiertos... los colgantes glaciares y fue la procesión de este mundo siguiendo el vuelo la pasión de los torrentes... a pleno día... como un cielo final tirándose sobre las llanuras. “Que se crucen los milenios y los ríos se hagan azufre...” Raúl Zurita

Otra de las voces destacadas de finales de la década de los setenta es José María Memet, que representa la poesía testimonial. En lo que se refiere a esta poesía, se hace una poesía comprometida, de contestación a la dictadura y que manifiesta una gran preocupación social. Preguntado sobre qué opina de que lo definan como un poeta político, José María Memet responde: “Sí. Creo que lo soy. Aunque no me guste. Entiendo la poesía no como una inmovilización sino como un encuentro permanente con otros seres humanos... Si algo rescato del presente, es la constatación de la importancia de la condición humana y su defensa y respeto ante los abusos del poder, sea del signo que fuere”. “Quise evitar el odio la sangre que dejan los dictadores o las bombas. Pero siempre estuve solo.”

Para él, la poesía “trata de recordar lo indescifrable y mantener la relación del lenguaje con la profundidad del ser en el presente”. “Es tarea de seres humanos apreciar que la vida existe: el mar es enorme y la vida canta desde las profundidades.”

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Memet, que se declara de izquierdas, considera “que la izquierda debe volver al humanismo” y “tal vez podamos de esta forma sobrevivir a la extinción, a la cual, como toda especie, estamos destinados”. “Un hombre es un hombre en cualquier parte del universo, si todavía respira. No importa que le hayan quitado las piernas para que no camine ..................... Y si todavía respira debe inventar unas piernas, unos brazos, un corazón, para luchar por el mundo.”

José María Memet estima que “actuar como si pudiéramos vivir en un planeta sin animales, plantas, árboles, con una naturaleza y lo que conlleva, arrasada como creación, se llama: demencia”. Destacable es también el poeta Javier Campos, como muestra de la poesía del exilio motivado por el golpe militar de 1973. En su obra poética publicada hasta el 2000 (cuatro libros de poesía), Grinor Rojo percibe cuatro etapas, una por cada libro, como “pertenecientes a un solo proyecto, cuya meta y sentido último se encuentra en la configuración... de una suerte de espacio alternativo al del trato que este mantiene con las miserias de la existencia histórica”. “En cada una de las épocas de la biografía del poeta, el universo que reproduce el poema constituye una re-presentación y, lo que es más importante, un remedo cada vez más acabado de la tecnología en algún momento reinante en el universo de la comunicación”. En el prólogo de “El astronauta en llamas” se incluye el autorretrato realizado por el propio autor: En ésta la ciudad donde debo vivir para siempre 40

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas Yo me oculto de ella con una opaca fotografía Es mi manto (como el manto de Turín) donde sueño los cálidos Amores del pasado Soy un caballo veloz transformado en una tumba hacia el mar Soy una luna amarilla en el corazón de esas mujeres Sólo lo que envejece es mío en esta tierra Solo frente al ventanal Ahumado por las llamaradas de la nieve.

Poetas también del exilio son considerados los que ubicaron su residencia en Canadá a causa del golpe militar. Según Jorge Etcheverry estos “autores manifiestan un diverso grado de adhesión, explícita y en la mayoría de los casos implícita, a prácticas culturales latinoamericanas ismistas, como el surrealismo, el creacionismo, el vanguardismo en general, y a otros elementos más recientes como la antipoesía.” Puesto que el origen de estos poetas es un exilio de izquierdas, su poesía no está exenta de elementos políticos. En 2002 celebraron en Ottawa, el primer congreso de la literatura chilena en Canadá. Se trata de un grupo muy heterogéneo, cuya literatura “tiene como eje principal temático, lingüístico, estilístico de situación en el contexto, la oposición “aquí” y “allá””. Cabe descatar a Jorge Ernesto Cancino, Jorge Etcheverry, Alfredo Lavergne, Luciano Díaz, David Castro, Jorge Neff y Elías Letelier. Por su parte, la poesía etno-cultural, término acuñado por Iván Carrasco, se consolida en 1975 como una reflexión y como resistencia cultural frente al gobierno autoritario, en defensa de la identidad regional y es propia de la zona Sur, entre Concepción y Chiloé. Iván Carrasco distingue dos grupos: poetas de origen mestizo o europeo (Clemente Riedeman, Juan Pablo Riveros y otros) y poetas del taller Aumen de Chiloé (Carlos Alberto Trujillo, Sergio Mansilla, Sonia Caicheo, José Teigeul, Óscar Galindo, Jorge Velásquez, Ramón Mansilla, Nelson Torres, Mario García, Jaime Márquez, Renato Cárdenas). Se considera a Carlos Alberto Trujillo uno de los fundadores de la poesía de Chiloé. Fue el creador, en 1974, del Taller Aumen, en colaboración con el poeta e investigador Renato Cárdenas. En dicho 41

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taller también encontraron apoyo otros escritores de Chiloé como Rosabetty Muñoz y Mario Contreras. Para Trujillo, el territorio no representa una visión meramente espacial, sino que percibe la realidad bajo la conciencia de los límites. “Hacer de yo –territorio tú –territorio él –territorio nosotros – un gran territorio sin velos ni cortinas ni murallas que apaguen el fuego de las voces hasta territorializar el universo como una gran verdad” Carlos Alberto Trujillo

Todo territorio se constituye por sus límites, incluso por los de la vida humana: “Yo limito con mi fe de bautismo, Con mi certificado de defunción Yo limito con todo y con nada Todo en mí hoy es límite Cada palabra limita a la siguiente.” Carlos Alberto Trujillo

Más tarde, Carrasco, situará también a los poetas mapuches dentro de esta tendencia etno-cultural, aunque J.A. Moens deja abierta la pregunta sobre si toda la poesía mapuche debe ser encuadrada en la poesía etno-cultural. En cuanto a la temática se centra en la interacción étnica. Se revitalizan los dialectos, el mapudungun adquiere naturaleza escrita, se emplean los iconos (mapa, fotografía, dibujo). Iván Carrasco destaca la doble codificación, con sus variantes “collage etnolingüística” y doble registro. El collage estrictamente lingüístico es la yuxtaposición de una serie de enunciados, en lenguas diferentes, que conforman un texto coherente. Se encuentra con frecuencia en la obra de poetas de origen mestizo o europeo. 42

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El doble registro consiste en la duplicación del texto, en versiones paralelas y bilingües y es muy común en la poesía mapuche actual. La relación entre los dos registros no se reduce a una mera traducción sino que implica una doble elaboración del texto en torno a una misma idea. Iván Carrasco establece tres fases en el desarrollo de la poesía mapuche: a) La oralidad absoluta, b) La oralidad inscrita (“la trascripción de textos en mapudungun y su traducción al español u otra lengua moderna”) y c) La escritura propia (una literatura escrita directamente por autores mapuches). La poesía mapuche bebe en las fuentes de la tradición oral indígena, de la conquista y de la crónica de indias. El poeta conversa con sus antepasados: A orillas del fogón (en su memoria) los abuelos mueven los tristes labios del invierno y nos recuerdan a nuestros muertos y desaparecidos y nos enseñan a entender el lenguaje de los pájaros Nos dicen: Todos somos hijos de la misma Tierra, de la misma agua... Elicura Chihuailaf

Recuerda la sangre derramada: Ay Arauco! Recuerda que un día derramaste tu bella sangre en esta tierra querida, negándote mil veces a entregarte, luchando con porfía allá en la sierra. Antonio Painemal

Recurre a la naturaleza y la considera un aliado en la lucha: La montaña cobija en su vientre guerrilleras naturales 43

Chile, un país poético estrategas de la guerra de la tierra mansillada (sic). […] Abre su vientre la montaña río de rojos copihues en negros cabellos abrazados avalancha incontenible en un parto milenario de justicia y libertad. Rayen Kvyeh

El mundo natural y sobrenatural se funden en el poema: Voy camino a la poblada montaña la de espíritus palpables que quiero ver y no conozco. Jaqueline Caniguán

El azul es el color sagrado para la tradición mapuche, el símbolo de los positivo, de la espiritualidad y de la divinidad: Galopo, galopo, soñando voy por los caminos del cielo De todos lados vienen a saludarme las estrellas Oo!, Anciana, Anciano Doncella y Joven de la Tierra de Arriba en vuestro Azul se regocija mi sangre. Elicura Chihuailaf

Carrasco sitúa el inicio de la poesía mapuche actual en 1966, con la publicación de Poemas mapuches en castellano del autor Sebastián Queupul, circunstancia lógica si se tiene en cuenta que es precisamente esta publicación la primera en libro que cumple los requisitos de la poesía etno-cultural, al incluir algunos poemas en 44

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versión bilingüe mapundungun y español. Por su parte, Elicura Chihuailaf, data el inicio en la década de los treinta, en razón de la publicación de poemas mapuches en algunos periódicos. Arauco Chihuailaf N. destaca en los años treinta, como autores mapuches a Anselmo Quilaqueo, Guillermo Igayman, Teodoberto Neculman, Antonio Painemal, A. T. Antillanca. A ellos se suman a finales de los años setenta: Sandra Trafilaf, María Angélica Reinanco, Elicura Chihuailaf, Leonel Lienlaf Jessica Cona, Jaime Huenún, Armando Marileo, Angélica Hueitra, Rayen Kvyeh, Jaqueline Caniguán, María Teresa Panchillo, María Isabel Lara, Graciela Huinao, David Aniñir, Lorenzo Aipallán y otros más. Otras de las corrientes que señala Iván Carrasco es la de las minorías sexuales, en el apartado feminista, y que la inician poetas formadas antes del golpe, como Carmen Berenguer y Heddy Navarro, etc. Y qué si hemos perdido un sol tras las nubes Si te acuné confundido entre los hijos Y qué si trastroqué las horas del amor y del arrullo Si estoy arrugada mis carnes se tornaron sueltas Y qué si tú el atlético estás incólume No elegí esta naturaleza mía pero no te la cambio por tu montón de huesos al galope Heddy Navarro

y la continúan poetas formados con posterioridad al golpe como Teresa Calderón, Carmen Gloria Berríos, Lila Calderón, Bárbara Dé45

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lano y Verónica Zondek. En lo relativo al discurso homosexual, el máximo exponente es Francisco Casas. Otros poetas destacados son: Alejandra Basualto, Soledad Fariña, Jaime Hales, Paz Molina, Sergio Muñoz, Bruno Serrano, Jorge Torres, Claudio Bertoni, Gustavo Mujica, Miguel Vicuña, Cecilia Vicuña, Gonzalo Muñoz, Rodrigo Lira, Tomás Harris, Eugenia Brito, Diego Maquieira, Elvira Hernández, Roberto Merino, Carlos Cociña, Andrés Morales, Mauricio Electorat, Jorge Montealegre, Mauricio Redolés, Mauricio Barrientos, Gonzalo Contreras, Eduardo Correa, Eduardo Llanos. Armando Rubio, Juan Cameron y Carlos Decap. Con la caída del régimen de Pinochet, se inicia un período nuevo, en la historia de Chile, que se ha dado en llamar transición a la democracia. Esta transición hacia la democracia y la búsqueda de consenso promovida por los sectores institucionales trae consigo la desactivación de las posiciones confrontacionales y la igualación de los distintos discursos sociales. Al producirse esa igualación, las distintas voces se indeterminan en la multiplicidad de la cultura posmoderna. Según Andrés Morales, los autores emergentes se mueven en un espacio saturado de libros, con escaso juicio autocrítico y sin una crítica objetiva seria, que en la mayoría de las ocasiones obedece a criterios de camarilla o manifiestamente interesados, escenario que, a nuestro juicio, es perfectamente extrapolable a la realidad literaria de la mayoría de los países dominados por un excesivo mercantilismo. De todas formas, a pesar de estas circunstancias y de la confusión que implican las mismas, Andrés Morales intenta señalar algunos rasgos que se pueden observar durante estos años: En primer lugar, la orfandad o disgregación del grupo que implica el aislamiento de los autores y la falta de interés a la hora de contradecir a la promoción precedente. En segundo lugar, la aceptación de todo tipo de modelos poéticos que se han dado en el presente y pasado de la historia de la literatura, que abarcan desde los clásicos a los contemporáneos de habla francesa, inglesa, portuguesa, griega y alemana. Por último, se produce un retorno a una versificación más clásica lo que 46

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implica una aproximación a la literatura española de Guillén, Cernuda, García Lorca o Juan Ramón Jiménez, sin olvidar la nueva mirada que dirigen a las vanguardias de los años veinte, especialmente, a la obra de Vicente Huidobro. El “espacio del desconcierto”, generado por la falta de confrontación en el seno de una sociedad que busca el consenso, donde los discursos se indeterminan, hace que algunos poetas se sientan perdidos e incluyan en sus poemas palabras que escenifican ese sentimiento tales como “"peregrinos", "caminantes", "navegantes", "argonautas" y, sobre todo, "náufragos". Muchos de estos nuevos poetas, sin un contacto previo entre sí y sin lecturas grupales, se vinculan a instituciones o crecen al amparo de las mismas, tales como la Fundación Pablo Neruda. Frente a “la muerte del autor” la imagen del poeta adquiere relevancia. La temática del “yo” poético pone fin a la "queja" ante la imposibilidad de alcanzar la utopía y éste se instala en el espacio cerrado que contiene el goce o la tragedia: balsa, barca, automóvil, habitación, naufragio o crisálida, donde habitará la muerte, la fiebre, la locura, el deseo, el amor, el dolor y la reconstrucción de los espacios exteriores, llámense país, nación, paisaje, infierno, paraíso, ciudad, canal, archipiélago, mar o selva. El "yo" poético no se fragmenta hasta la desaparición, sino que se deforma al asumir alguna de las peculiaridades de uno de sus rasgos. La ciudad es el gran elemento espacial opuesto al espacio cerrado al que antes nos hemos referido. Así a veces se muestra con caracteres negativos, residencia de mercaderes o como un lugar monstruoso donde se pierde la identidad grupal y personal. Consideran el acto de escribir como algo marginal, frente a la poesía que sigue los dictados del mercantilismo. Convierten en prioritaria la búsqueda formal y de lo no novedoso. Así, desde esa marginalidad, no precisan oponerse a la tradición. No buscan los cambios sino la razón de los mismos. La lectura que se hace de la tradición rechaza la primacía de una tendencia estética sobre otra. En su actitud vital se aprecian: la apatía, la reflexión, la mueca irónica, la conciencia delirante, la predisposición mística, la expresión de la furia. Se produce, en ocasiones, una recuperación de las técnicas parrianas de escritura. En sus textos se pueden encontrar 47

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también abundancia de metáforas y múltiples referencias a la lectura. Su relación con las instituciones universitarias, que les permite independencia y favorece su proyección a través de la participación en Internet, se traduce en un saldo positivo tanto para ellos como para Internet, ya que ayudan a prestigiar la imagen de la poesía en el complejo y selvático océano cibernético. Difícil es efectuar una selección de poetas que represente este período, dada su proximidad en el tiempo y las limitaciones de acceso que implica nuestra distancia geográfica, que nos han orientado principalmente al estudio de aquellos poetas con cierta presencia en Internet. De su poética incluimos algunos fragmentos entresacados de dicho medio y que se incorporan al final del estudio, con el fin de dar a conocer una muestra de lo que se está haciendo en estos momentos en la poesía chilena. Como corrientes se ha fijado nuestra atención en los náufragos, los bárbaros y la llamada “poesía del sur”, aunque existen muchos otros poetas no integrados en corrientes definidas. Algunos de los poetas más destacados son Pedro Antonio Araya, Javier Bello, Germán Carrasco, Eugenio Davalos, Alejandra del Río, Damsi Figueroa, Leonel Lienlaf, David Preiss, Kurt Folch, Jean Pierre Bonnefont, Andrés Andwanter, Jaime Luis Henún, Ana María Vieira, Ana María Zaldívar, Verónica Jiménez, Isabel Gómez, Mario Meléndez, etc... Los bárbaros" -Guillermo Valenzuela, Sergio Parra, Víctor Hugo Díaz y Malú Urriola. esta como agua vertical, este filo de piedra pura a bolsillos llenos; un golpe de tu dedo sobre las sombras de los libres, el trágico desvelo allá abajo en la hora bella en que fui otro. este instante a tus dolores y tus amores descarnados, tus pasos de alma a alma. el aire y el mundo no buscados Pedro Antonio Araya Poco es lo que hay, apenas un murmullo 48

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas entre los que visitan al Oro en la casa de los vientos y rezan con un vaso en la mano, un vaso con un ojo que se ríe del fin. Javier Bello Sólo yo de verdad entiendo el trino: el presente es el presente es el canto el pájaro el oído el pelo cano. Rato hace lo demás perdió sentido o lo tuvo mucho, yo estoy tranquilo. Germán Carrasco Es bueno que uno se fabrique su propio laberinto y que sea uno el único llamado a matar sus dinosaurios. Eugenio Davalos La palabra es una viga donde posan su alma los muertos el verbo una cornisa en movimiento y mi oscura vitalidad el camino que no cesa. Alejandra del Río Yo no escribo para nadie aunque intente escapar y evite sacarte al baile Tus malabares y piruetas siempre exigen un aplauso cerrado es decir, una palabra Yo no me complico la vida omitiendo adverbios y conjunciones Patino por la hoja y tapo los surcos amargos con la sangre de mis amigos

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Chile, un país poético Damsi Figueroa De una guerra secreta y olvidada nadie espera el retorno de los náufragos. No hay mujeres en la costa agitando pañuelos en el aire, no se ven las enfermeras trajinando en los puestos de combate: nadie envía un beso en la última postal y espera el regreso del cartero: nadie llora al amante que se va y arroja los dados del azar: nadie clava banderillas en los mapas de nuestro descontento pues en este guerra secreta y olvidada nadie ocupa los cuarteles del invierno. David Preiss Bajo un cielo incrustado de nubes bogamos tragando oscuridad: mudo follaje (bemoles) que fermenta en sangres distintas. Yo juego con instrumentos de tortura. Yo juego, hablo, golpeo la cabeza contra los muros de una ciudad extraña. En vano blanquear paredes. En vano las oraciones en el erial. Tú pides limosna, quemas la hojarasca y entibias tus manos bajo el cielo incrustado de nubes haraposas. Kurt Folch ¿Acabaremos de vivir el vértigo, la cabeza roída de tanto pensamiento, como osamenta hecha polvo? ¿Vivirá también el gusano para podrirme y acabarme de una vez -estúpido deseo inmortaly para decirme la nada que debo decir, que será vómito? Jean Pierre Bonnefont 50

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas Caminábamos oscuros por la noche sola de la mano de unos versos que cosían la boca con un par de puntos a favor del silencio -un juego de palabras-, la lengua se hacía un nudo de hilo, para enredar la metáfora de esas citas nocturnas que se llevaban a cabo en parques cuyos nombres convertíamos en claves o cruces para marcar el mapa de nuestros desaciertos. Andrés Andwanter No es quebrarse en el requiebro no es hundirse en la hendidura: más bien morirse en el temblor Ana María Vieira y casi huele ese aroma verde invadiendo los pulmones pero no los come y no los bebe y no los toca y no los oye y no los mira y no los huele ¿dónde están? ¿dónde estás boca hambrienta y gozosa? ¿dónde brazos, oídos, ojos y nariz en la penumbra? ¿quién trazó el mapa del camino dónde el regreso y esos eternos instantes luminosos? ¿dónde están? Ana María Zaldívar 51

Chile, un país poético Y era el llanto de las procesiones de la infancia lo que le daba sentido a las rodillas. Eran las manos buscándose debajo de las sábanas la bolsa para cazar mariposas lo que les daba sentido. El viento en la ventana anunciaba la presencia del mundo la oscuridad de los pasillos nos rompía los ojos cuando niños el diablo tal vez escurriéndose por debajo de las puertas su fetidez alcanzaba a los perros en el patio y los enloquecía. El puño se persignaba entonces sobre la boca. Todo así era sentido. Dedos y labios al encuentro, mano de la mano carne de la carne que crecería una y mil veces desvestida dentro de la fina corteza intacta de los cuerpos infantiles. Verónica Jiménez, etc... Los bárbaros" -Guillermo Valenzuela, Te amo con tu barriga cervecera con este vuelo de locura CON ESTE MISMÍSIMO DOLOR QUE SIENTO CADA NOCHE CUANDO ME DESNUDO EN UN HOTEL DE RECOLETA Maldito de mis ojos Maldito de mi piel Maldito de mi virgensantísima YA NO QUIERO QUE ME ABRAS LAS PIERNAS PARA QUE ME VUELEN MARIPOSAS PORQUE ASÍ Y TODO TE HAS GANADO ESTE DUELO NACIONAL Sergio Parra - atravesamos el flash del día indiferentes a ser fotografiados como el viejo exhibicionista de Supermarket caído en la tentación de una buena oferta de placer sacado a patadas por los guardias 52

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas hacia la trastienda la cabeza de chuzo escarchada llena por dentro el ruido entre los crímenes del amor Víctor Hugo Díaz Los gatos chicos a veces mueren apretados en el hocico de una perra y parece que juegan y mueven la colita pero se están muriendo. Hacen globitos con la sangre mientras la lengua arranca y un sol lúdico tironea su sombra. Malú Urriola ARROJARÉ mi cuerpo al vacío y limpiaré mi cuerpo de todas las calles que he cruzado para hundirme en muchedumbres que nada saben de nosotros. Isabel Gómez

(...) "Yo muevo mis pies entonces como dos viejos remos mi corazón es un océano de rostros y de manos y yo entro en él sin darme cuenta con mi equipaje de arena aferrado al timón del viento a la proa de los años donde una voz que no es mi voz eleva el ancla de este pequeño barco que se aleja con mi infancia a bordo" Mario Meléndez

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Bibliografía Crítica Literaria y Fin de Siglo. La Novela Chilena de Rodrigo Cánovas. Por Ricardo Cuadros. (2) Nicanor Parra publica Poemas y antipoemas en 1954. (3) Entrevista realizada por Ángel Cruchada Santa María. (4) Gonzalo Rojas, poeta de lo sentidos, por Laura Landaeta y Sonia Lira. (5) Laura Rodig. Presencia de Gabriela Mistral, Anales de la Universidad de Chile núm. 106, 1957, pag. 287) (6) Fundadores de la nueva poesía latinoamericana, de Saúl Yurkievich. (7) Gonzalo Rojas: Su diálogo con la poesía actual, de Jaime Giordano (8) Juan Luis Martínez: Un libro escrito por nadie, de Alejandro Zambra. (9) Un iceberg impredecible, de Bruno Cuneo. (10) Poesía chilena en Chiloé: Carlos Alberto Trujillo, de Iván Carrasco. (11) La poesía como salvación, de Alejandro Lavquen. (12) Reflexiones sobre Anteparaíso de Raúl Zurita, de Jorge Edwards. (13) Conversación con Raúl Zurita, de María Eugenia de Brito. (14) La poesía mapuche: Expresiones de identidad, de J.A. Moens. (15) Periodización Literaria y Contexto Histórico: Aproximación preliminar, por Ricardo Cuadros. (16) La poesía de la generación de los 80: Valoración de fin de siglo, por Andrés Morales. (17) Un mapa por completar, por Soledad Bianchi. (18) Una generación dispersa, por Soledad Bianchi. (19) Zurita, la voz alucinada (una visita a la poesía chilena desde la antipoesía), por César Cuadra. (20) La galaxia poética latinoamericana: 2ª mitad del siglo XX, por Mario Rodríguez F. (21) Donde arde la historia de mi pueblo..., por Maximino Fernández Fraile. (1)

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Espejismos y realidades de la poesía chilena actual, por Jorge Teillier. (23) Las víboras en el paraíso antiparriano, por Rolando Gabrielli. (24) “El poeta y la globalización; o el horror al Tercer Milenio”, por Javier Campos. (25) Alfonso Alcalde todavía tiene algo que decir, por Elisa Montesinos. (26) Vicente Huidobro o el atentado celeste, por Oscar Hahn. LOM Ediciones. (27) Gabriel Mistral, por Jaime Concha. Ediciones Júcar. 1987. (28) Páginas web: www.letrasdechile.cl, Proyecto Patrimonio www.letras.s5.com, www.escritores.cl y las páginas web de las distintas universidades de Chile.

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ENTREVISTAS —¿Qué rasgos son a su juicio los que caracterizan a la actual poesía chilena? Waldo Rojas: No me resulta confortable, de buenas a primeras, delimitar la “actualidad” de la producción poética chilena. En general los criterios de lo “actual”, que en el caso de la visión periodística riman con “efímero”, son poco compatibles con la visión cultural; si por “cultura” se entiende una red de producción, circulación y consumo de ciertos bienes espirituales. Pero creo entender que la pregunta apunta hacia el grado de interés mayor con que los lectores chilenos de poemas favorecerían hoy en día tal o cual expresión poética particular más bien que otras. Lo que, sin embargo, no simplifica necesariamente la respuesta. Dicho en términos muy generales, las opciones formales en poesía no han variado de modo radical en Chile desde, mediados de siglo XX, confirmando con las reservas y matices del caso, la relativa continuidad de una cierta tradición poética. Período que, por un lado, corona aquello que algunos han llamado la “tradición de ruptura”, con las grandes figuras conocidas (G. Mistral, V. Huidobro, P. Neruda, etc.) y sus ámbitos de irradiación respectivos; y por otro lado, conoce el despegue de unas modalidades que encarna la llamada “antipoesía” de un Nicanor Parra. Entre ambas opciones, los jóvenes y menos jóvenes de entonces como de ahora han venido abrevándose bien o mal en esas fuentes, tanto más cuanto que los poetas mayores, en edad y/o en celebridad, no han estado ausentes en el proceso renovador. Pienso por ejemplo en el caso señero de Gonzalo Rojas, reciente Premio Cervantes. En dos palabras: la producción más actual en términos de fecha se caracteriza por lo menos en parte, por un permanente afán indagatorio, aventurado si no siempre venturoso, que no rehuye la mirada retrospectiva. Javier Campos: Yo diría que hay una poesía que se escribe en la urbe, la capital, Santiago de Chile; y otra que se escribe en la parte bien al sur del país. Son dos líneas muy diferentes si se quiere, que yo veo según mis lecturas y artículos que se han publicado tanto en periódicos como en revistas más especializadas. Dentro de la poesía escrita en la urbe santiaguina hay allí también una diversidad, la que escriben los poetas hombres y las poetas mujeres e incluyéndose en algunas poetas mujeres la temática homosexual (que ya había aparecido en la promoción de los 80). La línea poética escrita en la urbe sería la siguiente que yo he ma56

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas nifestado en dos artículos académicos publicados sobre poesía chilena reciente. Claro, es mi perspectiva. Reproduzco párrafos de esos dos artículos y al final de este cuestionario se dan las citas bibliográficas respectivas: […] El crítico chileno Grinor Rojo señalaba que los poetas (chilenos) actuales no deben acomodarse a la lógica del mercado ni servir al nuevo... “príncipe neoliberal” (léase : “la estrecha relación con el mercado”) ni adoptar una actitud pesimista semejante a la posición posmodernista más ortodoxa (el desencanto y el fin de la historia). Sin embargo, lo que de ello también se desprende es que para muchos jóvenes poetas, especialmente en la actual poesía latinoamericana, el repliegue o algo así como un “neo-síndrome Rubén Dariano”, se está constituyendo en una de las tantas respuestas a la pregunta aquella de cómo escribimos o escribiremos la globalización neoliberal en América Latina en estos momentos y en el tercer milenio que comienza. Junto a ello, parece que la rica y variada poesía escrita en los 80 en Chile y fuera de Chile a los jóvenes poetas recientes o artísticamente no la han reprocesado bien o prefieren saltársela como si no hubiera existido nunca. El desafío, sin embargo, para los artistas jóvenes sería ahora construirse un propio imaginario pero no estamos seguros si el repliegue a épocas pretéritas o el hermetismo lingüístico o la falta de un buen reprocesamiento de las dos décadas previas sean la mejor respuesta. O quizás sea la respuesta para muchos artistas jóvenes y no tan jóvenes. Tal vez esos repliegues y negaciones sean, por el momento, para la más joven poesía chilena y latinoamericana actual, los únicos imaginarios a los que la mayoría de ellos pueden echar mano. El futuro dirá si van a existir otros imaginarios más “cercanos a la realidad”. O como decía el poeta y académico chileno Naín Nómez: “Mientras hoy día hay una narrativa que se masifica, hay una poesía que se hace elitista”. El elitismo/hermetismo, más o menos dominante en la producción poética joven del continente, y según la particularidad de cada país, sin embargo –querámoslo o no- es un curioso y también un auténtico síntoma cultural (postmoderno) de este Tercer Milenio. (En J.Campos, “ Poesía chilena/latinoamericana det tercer milenio…”, 2003) […] Es interesante que exista una tamaña diferencia entre aquel famoso movimiento en España llamado “La Movida”, que aparece inmediatamente después de la muerte de Franco (1975), y la reacción de los artistas chilenos pos-Pinochet. “La Movida” quiso expresar una total libertad de expresión y sacudirse para siempre del periodo de censura durante el franquismo. Su lema fue: “Todo es posible, abajo lo reprimido”. Las diversas expresiones post-Franco como la moda, la música, el teatro, el cine principalmente, no rechazaron la modernidad ni la influencia extranjera (es decir la cultura masiva y el pop-art norteameri57

Chile, un país poético cano o la cultura popular del tercer Mundo). Por el contrario, la reprocesaron integrándose completamente a todo lo que fuera moderno. No hay mejor ejemplo en cine que el de Pedro Almodóvar. En cambio, en otra realidad, la generación de artistas y poetas, principalmente posPinochet del Cono Sur, y algunos novelistas nacidos en los años 50, insertos ahora todos en el nuevo neoliberalismo y en la globalización imparable, no se parecen en nada a “La movida” española. Sin embargo, la modernidad actual para ciertos artistas (poetas, novelistas, pintores, pensadores) latinoamericanos parece ser un lastre y un obstáculo inhumano. Realmente les aterroriza. Y como respuesta a ese nuevo paisaje urbano social y cultural, lo mejor que pueden hacer los poetas es un rechazo explícito (caso de los poetas mencionados en este estudio, Sergio Parra y Víctor Hugo Díaz), o altamente metafórico (como la poesía del poeta de El Sur chileno, Jaime Huenún), o un repliegue nostálgico y dogmático hacia el pasado (caso de la última poesía o artículos y ensayos de Raúl Zurita). (En J.Campos, “El poeta y la globalización; o el horror al Tercer Milenio”, 2003) Ahora, respecto a la línea poética que se escribe en el sur chileno, resalta una línea étnica, entre poetas de origen mapuche preferentemente donde proponen una diferente perspectiva poética de lo actual y del pasado. Sobre esa poesía del sur chileno, y su diversidad, que incluye la línea etnocultural mencionada, hay varios críticos/poetas que han elaborado muy bien en qué reside esa poesía del Sur chileno como son los trabajos de Sergio Mansilla quien ha escrito al respecto: Lo característico de la poesía en el Sur de Chile es la historización del mito del “paraíso perdido, en términos de que ese “pasado” está ya marcado por la fractura, por el desarraigo, por la crisis, debido a hechos traumáticos de vastos alcances: conquista de América, colonización, terremoto, irrupción de lo moderno en espacios premodernos... En ese sentido la poesía de El Sur de Chile se propone como una recuperación de la memoria histórica colectiva que busca vivir/imaginar críticamente el presente a través de su pasado, en tanto éste es proyección de aquél y viceversa... De ahí el tono épico-narrativo de muchos textos (de los poetas hombres, mujeres, y de descendencia indígena, J.C) , la inclusión de citas provenientes de fuentes que la historia oficial olvida o reprime. (Mansilla, 1996) Jorge Etcheverry: Desde afuera del país, ya que resido en Canadá desde hace bastante tiempo, pienso que lo que caracteriza a la poesía chilena actual es una gran diversidad en términos de su contenido y origen, pero no así en lo que respecta a una variedad de discursos y maneras de expresión. Me 58

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas explico: proliferan las poesías regionales--principalmente en el sur del país, zona de producción poética por excelencia—sobre todo de nuevas promociones o generaciones de poetas; hay coexistencia de diversas generaciones o promociones productivas; a esto se agrega, en parte fruto de la globalización, ya que este fenómeno se dio primero en el ‘centro’, es decir, América del Norte y Europa, la poesía de grupos diferenciados y genérica, como la producción de homosexuales (en el país se prefiere la palabra ‘gay’, del inglés), lesbianas, femenina en general, de minorías étnicas (por ejemplo producción sefardita) e indígena, que, como sucede en los países del ‘centro’, en tanto opuestos a la periferia, cuenta con una preferencia especial de parte de la industria editorial e institución literaria oficial y de la así llamada ‘corriente principal’. A esto se agrega la producción poética de la llamada ‘Región 14’, es decir, la fluida zona habitada por los chilenos que residen fuera del país y cuyo núcleo inicial fue el exilio masivo de la ‘intelligentsia’ chilena a raíz del golpe militar de 1973, que aporta la temática de la denuncia, el compromiso, la nostalgia, la aculturación en los nuevos ambientes, etc. Por otro lado, en términos por así decir formales, el experimentalismo que caracterizó a la poesía chilena hasta los 80 inclusive, patente por ejemplo en la antología de Manuel Jofré, En el ojo del huracán, que incluía a 39 poetas jóvenes (Cordillera/Documentas, 1991). Esto se debe quizá a las necesidades de claridad y simpleza ocasionadas por una educación que recién comienza a superar las décadas de degradación educacional de la dictadura, por la rápida expansión de la cultura de la imagen y la pantalla que desplaza a la cultura escrita y de lectura, y la reducción relativa tanto de la accesibilidad económica del libro como del tiempo libre para leer, por las crecientes necesidades laborales, ya que Chile es a la vez uno de los países más tecnologizados y desarrollados económicamente. Lautaro Ramos: La actual poesía chilena pasa por un período de transición, de búsqueda de nuevas formas de jugar y conjugar la palabra. Esta búsqueda se ve trunca, produce un estado de paranoia, de dispersión, debido a la evasión social Y EMOCIONAL (de la cual no se escapa la poesía) de lo ocurrido el 11 de septiembre de 1973 y sus secuelas posteriores de 17 años de terror, muerte, desparecidos, torturas, límites de la libertad individual, etc. El nudo no ha sido resuelto por la sociedad chilena, no se ha reencontrado a sí misma, eso pesa en la capa interior de la poesía. Fue la noche de la tormenta La noche en que empezó la noche Miles de energúmenos salieron a las calles El infierno se hizo tierra 59

Chile, un país poético Se instaló la muerte y la tortura Del poema “ La noche que secuestraron la palabra ” A esto se une la muerte paralela – el 23 de septiembre de 1973 – del “monstruo” de la poesía , Pablo Neruda que todo lo influía y sigue influyendo . Cuesta mucho sacarse esa influencia nerudiana en chile , {Él es como el aire que respira el poeta chileno) Santiago Azar: Son rasgos disparejos, no homogéneos, quiero decir. Siento muy fuertemente la influencia parriana en el desenfreno de las primeras escrituras, lo que he comprobado con los años que llevo desarrollando talleres de poesía para universitarios. Esa jocosidad liviana, ese chiste rápido aparece en muchos de los que incursionan en la poesía por primera vez. No sé cuál será el verdadero objetivo de esto; no obstante he llegado a la conclusión de que se toma a la poesía como algo entretenido, poniendo en claro que como el mismo Parra dice “durante medio siglo/ la poesía fue/ el paraíso del tonto solemne”. En estricto rigor, valoro la aparición de voces femeninas seriamente comprometidas con la poesía, como es el caso de la joven poeta Demsi Figueroa. Lo restante; corrientes más, influencias menos: Láricos seguidores de Jorge Teillier y su legado poético sencillamente extraordinario. Por otra parte existen voces ya consagradas como la de Eduardo Llanos, mezcla de un ácido humor y la reflexión del erudito, con un lenguaje que abre las puertas para que la mayoría de los hispano parlantes tengan acceso al juego de sus palabras. A mi modo de ver, este último, es la poesía más fuerte por contenido y forma de la actual poesía chilena. No puedo dejar de mencionar a un consagrado: Gonzalo Rojas. Con él aprendí a ver todo el placer de darle sudor y besos a las palabras a través del erotismo. Rojas está más vivo que nunca y evidentemente debe ser recogido en cualquiera de las antologías que se escriban sobre la poesía mundial.

—¿Cuál es su diagnóstico de la poesía actual chilena con relación a la del resto de Iberoamérica? Waldo Rojas: No poseo una percepción panorámica suficiente de la poesía iberoamericana en su conjunto. Pero hay sin duda entre ésta y la producción chilena más de algunos rasgos comunes. Valga mencionar, por ejemplo, la variedad de opciones formales, la apertura cosmopolita en una síntesis de cultura popular y cultura letrada. Pienso sobre todo en para60

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas lelos más o menos elocuentes entre México, Perú y Chile. En este último caso me parece que la visión cosmopolita chilena ofrece algunos nuevos desarrollos en su propia fisonomía del que no sería ajeno el fenómeno del exilio durante los años de la dictadura militar. Javier Campos: La pregunta está relacionada a la respuesta que di anteriormente así que seguiré lo que ya estaba diciendo. Primero quisiera polemizar lo siguiente sobre los últimos acontecimientos, especialmente de publicaciones de poesía en Chile en 2003. Puede resultar curioso, pero en ese año en Chile se han re-editado algunos libros de poesía del pasado (como los de Juan Luis Martínez, Diego Maquieira, Teresa Calderón, entre otros). Editores revivieron una poesía chilena escrita hace 20 años, la de los años 80 principalmente cuyos nombres mencionados antes son muy representativos. Esa década produjo una abundante y excelente poesía entroncada con el contexto de la dictadura. Una década de represión produjo, por otro lado, una gran poesía diversa que iba de lo testimonial hasta la llamada “neovanguardia” (Raúl Zurita su mejor exponente). También hay que destacar en esos 80 en Chile la gran producción de poesía escrita por mujeres que no había ocurrido nunca en la poesía de aquel país. De igual modo la poesía chilena del llamado “exilio” o la “diáspora”. Ahora, reeditar algunos libros de poetas del pasado de esos 80 – incluso el importante libro de Enrique Lihn, “Paseo Ahumada”- no es malo. Esencialmente se quiere reconocer una poesía que fue relevante e importante durante aquella década. Pienso que es necesario que las jóvenes generaciones la conozcan pues poca referencia hacen ellos a la poesía chilena de aquel tiempo en sus declaraciones personales. O la ignoran, o no les interesa. O quieren partir de cero como ya es una tradición histórica en la poesía occidental desde los comienzos de la modernidad de que se debe romper con el padre poeta mayor. Volviendo a la poesía chilena actual yo pienso que no es ni mejor, ni superior, ni peor a las del resto de la producción que hoy se escribe en Argentina, o Nicaragua, o México, o Cuba, para poner ejemplos significativos donde ha existido sí una larga tradición de poetas relevantes para la poesía en lengua española o luzo-brasileña. Lo que quiero decir que en el mundo actual, globalizado, especialmente en las regiones urbanas latinaomericanas –y que se aplica a Chile- el poeta percibe este nuevo contexto que vivimos de distinta manera como mencioné más arriba citando mis reflexiones en trabajos académicos publicados recientemente. Es decir, me parece que el poeta joven, y no tan joven, puede o rechazar este mundo neoliberal globalizado, o problematizarlo (como el caso del poeta Sergio Parra y otros a los que también me refería más arriba). Contexto que parece empañar, anular, una vida de comunidad fraternal ya totalmente perdida (como 61

Chile, un país poético la que ha escrito el poeta chileno Jorge Teiller y seguidores en los años 60-70). Creo que la poesía chilena venidera, y la escritura en otros géneros, va a reflejar mucho más el que Chile entre derecho ahora a la modernidad globalizada como objetivamente ocurre, para bien o para mal, con la participación oficial en el Tratado de Libre Comercio a partir del 1 de enero de 2004. Jorge Etcheverry: En general, pareciera que la poesía chilena se está homogeneizando respecto a la poesía latinoamericana en general, aunque no conozco a esta última exhaustivamente, por ese alejamiento de los elementos vanguardistas y distanciados que la han caracterizado. Lautaro Ramos: En el contexto iberoamericano, sigue figurando la poesía chilena con características especiales, luces que nacen de la especial relación de la emocionalidad con la palabra. Al respecto, leer a Humberto Maturana, biólogo chileno que estudia el lenguaje desde su perspectiva y funda una nueva manera de mirar la ontología. La poesía chilena se inscribe en la poesía continental e iberoamericana con un sentido de decepción de mundo, una frustración por las cosas que ya no son lo que son. Quizá esta especie de canto triste provenga de un reconocimiento instintivo (o no) del sistema neo – liberal salvaje, demoledor que nos consume en el consumismo. Escuchad lo que es, escuchad Porque el que solo escucha Lo que quiere escuchar Es incapaz de oír. Y se muere La palabra. Del poema “EL DON” Santiago Azar: Veo una sequedad inevitable en la poesía de otros países. Nosotros debemos responder a varas demasiado elevadas. Hablar de Huidobro, Neruda, De Rokha, La Mistral, Rojas, Teillier, Lihn y el mismo Parra, hacen que invariablemente seamos rigurosos (los que creemos ser profesionales) con lo que llega definitivamente al papel. Publicar es un acto demasiado riesgoso, peligroso y suicida. Por aquí y por allá, algunos reúnen sus dineros y editan un librillo, sin el menor cuidado de sus edi62

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas ciones ni menos del contenido. Eso me enfurece, a pesar de que respeto la libertad individual, pero repelo la poca seriedad de escribir sin un norte, sin la decencia que requiere y da el oficio. De España me llegó hace un tiempo el último libro de poesía de José Hierro, pero de ahí, nada más. En todo caso, dicho libro me pareció completamente plagado de esa retórica que infectó la poesía española hace como cien años. Seca, poco creativa, sin originalidad. La generación del 27 es como un grave fantasma de la poesía ibérica. Leo poetas españoles actuales y más me apasiona Miguel Hernández quien murió hace más de 60 años. De Argentina sólo leo a Gelman, quien me parece honesto hasta el final y muy inventivo. Dedicado esencialmente a crear, con lo que ya ha ganado mi simpatía por los siglos de los siglos: Su máxima: “Escribir es joderse”, la llevo a todos lados. Pero si miramos para las diferentes fronteras latinoamericanas, nos encontraremos con desiertos poéticos. Por el contrario, si observamos la narrativa, no ocurre el mismo fenómeno. ¿Será que los poetas somos animales en extinción?.

—En un estudio sobre la poesía chilena se hace referencia a que Chile es el único país del mundo en el que la poesía ocupa un lugar más destacado que la prosa en las preferencias de los lectores. ¿A qué cree que obedece este fenómeno? Waldo Rojas: No es tal vez del todo inexacto redundar en esta diferencia de desarrollo de ambos géneros en una cierta escala de tiempo. Aunque en comparación con los otros países latinoamericanos este descalce resulta evidente. Yo no creo en las “vocaciones nacionales”, pero pienso que en un estado de cosas dado, como éste, las causas son tan numerosas como complejas de discernir. Chile, país sin gran sustrato histórico cultural pre-hispánico, fue “fundado” por un poema épico renacentista de ecos universales: La Araucana, de Ercilla. Y la referencia cultural a ese texto-monumento ha funcionado en todas las épocas, desde entonces, como un factor ideológico primordial de identidad. Hay también ciertos hechos singulares como la permanencia en Chile de Rubén Darío, en donde se publicó su primera obra maestra. O bien las políticas escolares de comienzos del siglo XX, con fuerte apoyo didáctico de literatura en verso. En un país demográficamente exiguo, hubo una clara influencia extranjera sobre la elite social y cultural local, bien dispuesta no sólo a abrirse a otros horizontes sino de hecho a ir a su encuentro, sobre todo en momentos de auge del simbolismo europeo, por ejemplo. Los movimientos de vanguardia europeos prendieron ahí tempranamente y de manera a veces fulgurante. En fin, la relativa —y subrayo ‘relativa’— “normalidad” política de los últimos decenios del siglo XIX y los prime63

Chile, un país poético ros del XX, situación poco propicia, probablemente, para el despliegue de las temáticas imperativas y los desarrollos urgentes de la prosa narrativa latinoamericana. Como no sería imprudente suponer, las grandes corrientes narrativas latinoamericanas se originan en el contexto de unas sociedades durablemente dislocadas en sus fundamentos políticos y sociales, en pugna consigo mismas, vulneradas de incertidumbres. Javier Campos: Creo que eso es un mito o es una frase que muchos se creen porque Chile posee quizás dos Premios Nobel (Mistral y Neruda), o porque tenemos a Huidobro, Nicanor Parra, y recientemente a Gonzalo Rojas “Premio Cervantes” 2003 que, como decía más arriba, forma parte de una larga lista de poetas relevantes para la poesía en lengua española o luzo-brasileña. Por otro lado, yo veo con desconfianza ese juicio porque el chileno medio no lee poesía. Los libros de poesía no se agotan. Si en Chile la poesía ocupara un lugar destacado, los chilenos andarían con un libro de un poeta chileno (o de otros) en los buses, parques, metros. Si eso fuera cierto, diría que Chile es un país de poetas pues los andan leyendo hasta en el baño. La prosa, novela, cuento, reportaje, son los que más se venden en estos momentos. Y se venden si se publican en una editorial chilena/transnacional que tenga el poder de promocionarlos. Y aquí hay otro problema que se discute por todas partes cuando estamos en una economía neoliberal- globalizada ¿Es realmente de calidad artística todo libro de ficción que se vende en miles de tiradas instantáneamente? Por otro lado, eso de que la poesía chilena ocupa el lugar destacado en el mundo quisiera discutirlo de la siguiente manera, como opinión personal sin duda pero para provocar un debate crítico al respecto. Repitiendo lo anterior, pero recalcándolo, al igual que otros países latinoamericanos o en España, y mencionando algunos países representativos que han producido grandes poetas y movimientos influyentes, Chile también está junto a ellos sin duda pues tenemos (y los vuelvo a mencionar) a Neruda, Mistral, Huidobro, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, etc. Se puede hacer una lista semejante con México, con Nicaragua, con Argentina, con Cuba, con Brasil, claro, y con España por supuesto. Decir que Chile es el único país del mundo en que la poesía ocupa un lugar destacado es inapropiado. Cuba, por ejemplo, en la actualidad, para mí, tiene una tremenda poesía, más interesante que la poesía chilena reciente escrita por jóvenes allí (quizás esto me traerá problemas entre los poetas chilenos) que surge de un país con muchas dificultades de todo tipo en estos momentos y que cualquier lector documentado lo sabe. Allí la poesía sí que es asunto vital, y en abundancia. ¿Y por qué? En un país donde ni la modernidad global ni la cultura de la imagen está metida entre la gente joven afecta de una manera muy distinta al joven o al viejo artista donde sí esa modernidad se ha instalado en 64

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas forma galopante. Bueno, sí, con el turismo en Cuba y la dolarización se ha creado un contexto moderno segredado y surreal como se puede comprobar yendo a la Isla. Su tiempo es otro, sus preocupaciones son distintas, su poética es diferente a fin de cuentas. No es lo mismo que otra gente joven del continente, o gente no tan joven, que está recibiendo el tremendo impacto de aquella cultura de la imagen en ciudades donde eso es común sea para bien o para mal según las largas discusiones del influjo de la neobelleza que nos entrega la cultural de la imagen global. Entre estos últimos, en el continente, sean pobres o no -pues la cultura de la imagen está rodeándonos por todas partes y no discrimina contra los receptores- no es necesario ser rico ni disponer de mucho dinero para comprarse una computadora y conectarse a Internet. En América Latina se puede encontrar café-Internet hasta en los pueblitos más remotos por ejemplo. Si la explosión urbana sigue creciendo en desmedro de la población rural que disminuye, según últimas estadísticas de Naciones Unidas, el impacto global y de esa cultura de la imagen será aún más abrumador. Para decirlo en pocas palabras, el poeta actual, joven, y no tan joven, está escribiendo principalmente desde la región urbana. Retomando la pregunta, la poesía más joven chilena reciente realmente poco cita en sus declaraciones a poetas latinoamericanos de otros países que no sean únicamente los chilenos. Incluso los poetas cubanos les pueden parecer de otra galaxia. Por ejemplo entre los poetas chilenos ¿quién cita la poesía cubana reciente? ¿Quién cita a Reina María Rodríguez, a Jorge Espinosa, ambos cubanos? No quiere decir que no existan revistas que algo hacen en Chile para la difusión de otras poéticas del continente, Europa, Asia, África, etc. Sobre esto último hay que destacar sí las activas revistas como AÉREA que ha inyectado en Chile el conocimiento de otros poetas de América Latina y del resto del mundo. De igual manera lo hace el poeta Omar Lara con su revista TRILCE en Concepción. O la revista editada en el sur chileno, ALPHA, de la Universidad de Los Lagos, Osorno. Claro, por otro lado, puede ser exagerado mi juicio previo y resulte que algunos sí se enteran de otras poéticas -o de leer artículos críticos sobre poesía chilenaque se están escribiendo en el continente ahora o en España misma. Por otro lado, hay que considerar la profusión de sitios en Internet donde hay miles y miles de poetas que publican y es posible que de allí también se alimenten, de esa diversidad, la gente más joven que escribe poesía pues es otra fuente que el propio Internet ha provocado (a eso me refiero en la siguiente respuesta también) Jorge Etcheverry: No me aventuraría a adelantar una respuesta categórica, y no estoy cierto de así sea. Pero por otra parte, las tradiciones, convenciones y expectativas tienen bastante que ver con las elecciones de lectura. Lue65

Chile, un país poético go están los dos premios Nobel en poesía, la convicción de muchos de que otros dos por lo menos lo merecían o lo merecerían: Huidobro y Parra por lo menos lo hubieran merecido, y de la idea de que la prosa chilena es bastante inferior a la de otros países, por ejemplo la Argentina, es posible que se pueda explicar algo este fenómeno. Después de todo, hace sólo algunas décadas que Dorfman publicó un artículo que reflejaba la opinión generalizada, donde afirmaba que la novela chilena era cobarde, mediocre y falsa. Los lectores leen en ese suelo y desde esas presuposiciones. Lautaro Ramos: Que la poesía ocupa un lugar destacado es evidente para todo chileno, pero no acepto de buenas a primeras que ocupe un lugar más destacado que la prosa, los chilenos leemos más narrativa que poesía, editamos más narrativa que poesía en el ambiente formal. En el mundo de la autoedición, tiradas pequeñas de 100 o menos ejemplares, lejos es primer lugar la poesía. Lo que sí es muy cierto, es el hecho de que en mi país hay un interés “nacional” por hacer poesía. Digo, Nacional, por intentar demostrar que casi todo chileno es un poeta en ciernes. Es increíble, todos los años hago un taller literario, al cual llegan decenas de personas que practican el arte de la poesía, antes que ellos hay miles y miles de chilenos que escriben para sí mismo y no lo muestran, menos lo publican. Esta especie de “fenómeno” de la abundancia poética en Chile, estimo que se produce por las características singulares del ciudadano chileno, acostumbrado a catástrofes climáticas, o telúricas, con un nivel de emoción que aflora muy fácil. Con un récord de contar con las mujeres que son mas propensas al llanto en el mundo, pero también con la alegría innata en el pueblo, lo llevan a ser un país productor de primera línea de poesía. Santiago Azar: Yo no sé quién habrá hecho ese estudio que me parece una rareza de lo más soñado por todo el sindicato de poetas. Mirando a nuestra juventud, que es lo que verdaderamente interesa; puesto que los viejos ya tienen un ojo menos; la narrativa lleva una ventaja de mil millas. Y esto no es una mirada apocalíptica, sino que es la verdadera realidad. Las librerías, salvo contadas excepciones dudan mucho en colocar en sus vitrinas estrenos poéticos, menos aún si es de un poeta que viene naciendo o da sus primeros trotes en este oficio en la sombra o la luz. La cultura, o el hábito de lo rápido e instantáneo, cuya propaganda es sembrada en grandes cantidades por la televisión y los medios de masas, ha hipnotizado a buena parte de los antiguos lectores. La poesía 66

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas requiere de una concentración y acogida sencillamente comprometida para su verdadero aprecio. El proceso creativo no lo vive sólo el autor, sino que en cierta forma, lo comparte el buen lector a medida de sus lecturas y relecturas; cuestión que es muy escasa hoy en día y reducido a círculos más bien muy “profesionales”. Por lo que respecta a la actitud del hogar, los padres no fomentan la lectura de la poesía, sino que la ágil respuesta que nos debe mantener la narrativa. Pero si hasta en los colegios matan el amor que pudiera nacer con este género dándoles en una bandeja rancia… Los Milagros de Nuestra Señora por Gonzalo de Berceo; estudiantes o pequeños esclavos torturados, quienes deben aprender de memoria tales pasajes. Por lo menos esta fue mi experiencia escolar, donde recuerdo a mis compañeros frunciendo el ceño como en la peor de las catástrofes.

—¿Qué grupos poéticos o generacionales considera usted que coexisten en el momento actual en Chile? Waldo Rojas: La distinción generacional autoproclamada se ha vuelto en Chile en los últimos treinta años una verdadera manía. Se trata sin embargo de un hecho más o menos superficial que deja translucir una cierta estrategia de afirmación, digamos, “espacial”, en el recinto de las letras; un trazado de fronteras pasablemente caprichoso, puesto que de hecho coexisten en términos de vigencia activa poetas de todas las edades. Es posible tal vez distinguir algunos agrupamientos que no llegan, sin embargo, a “balcanizar” el territorio poético nacional. Se trata más bien de condensaciones categoriales. Aparte del fenómeno habitual de los “jóvenes de turno”, como diría el poeta Enrique Lihn, hay una fuerte progresión de la poesía escrita por mujeres (que dicho sea de paso rechazan airadas reconocer filas en la designación de “poesía femenina”); al mismo tiempo se conoce un repunte de la poesía en lengua indígena. En uno y otro caso hay, con igual entusiasmo, logros y estropicios. Javier Campos: Es bien difícil señalar generaciones de poetas por país cuando estamos en otro contexto. Es decir, antes existían las tradicionales antologías que mostraban, con una supuesta objetividad, la mejor producción del país y se marcaban grupos generacionales, o el poeta original, nuevo, etc. Hoy en cambio hay cientos de antologías que también produce Internet (aunque parezca rarísimo) aparte de múltiples sitios en una misma capital, o región apartada del país. Esos sitios crean sus propias antologías y antologías hasta casi el infinito. La explicación, para mí, de que no existan “generaciones” poéticas es por el contexto en que vivimos. Específicamente por la presencia de 67

Chile, un país poético Internet como dije arriba. No existe una generación nueva de poetas sino diversidad cada vez más grande de poéticas que ese medio digitalglobal (Internet) ha ayudado a diseminar profusamente y alterar profundamente lo que se entendió por la “antología letrada” (sólo publicada como libro en papel). Hay ya en Estados Unidos, por ejemplo, una de las primeras tesis doctorales, escrita por un poeta y profesor mexicano, de la Universidad de Kentucky titulada “La poesía latinoamericana en Internet”. Esto, como se ve, cambia totalmente el criterio de “generaciones poéticas” al estilo de los estudios literarios tradicionales a los que siempre, por siglos, estuvimos acostumbrados. Yo creo que la crítica, la más tradicional, sigue esperando encontrase en estos momentos globales con “la generación”, “el poeta vidente”, “el movimiento original”. Todo eso para mí ya no tiene sentido. Lo que hay es diversidad por eso cuesta encasillar o encontrar “generaciones” que ya no existen como antes lo hacía la crítica más tradicional. Pero esta diversidad no es necesariamente una poesía nueva, espectacular que vaya a producir un movimiento poético original en Chile u en otra parte de América Latina. A no ser que en una “diversidad:” se encuentre la genialidad poética, asunto que no creo y tampoco sabemos como “medir” esa posible genialidad encontrada en millones de poemas publicados en Internet. Ahora la manera de encontrar una “supuesta generación” tiene que obedecer a otras metodologías que el nuevo crítico/a deben elaborar pero que aún tampoco sabemos o quizás sea imposible determinarla. Por eso digo, a estas alturas ¿se puede producir una originalidad poética en el continente cuando ya el poeta no será nunca más ningún vaticinador, oráculo, Mesías, como pareció serlo en épocas donde el poeta no era el organillero del Rey Burgués, parafraseando aquel cuento de Rubén Darío? Ahora, en la narrativa latinoamericana incluso hay una diversidad y no existe tampoco Una narrativa original. Por ejemplo, tenemos al excelente Roberto Bolaño (chileno/español realmente) que comparte una aproximación formal y de contenido con otros narradores jóvenes (Javier Cercas, Enrique Vila-Matas, Santiago Gamboa, entre otros); pero también tenemos una línea en narrativa que se regocija a su modo con la cultura de la imagen globalizada (Alberto Fuget, entre otros). O la narrativa de la chilena Diamela Eltit que es otra tendencia muy distinta a la narrativa de Marcela Serrano, a la de Isabel Allende, a la Antonio Skarmeta, por ejemplo. Jorge Etcheverry: Diría que hay gente de los cincuenta, los sesenta (entre los que me incluyo), y las generaciones posteriores. Hay actividad en todos estos sectores, en términos de producción y publicación. Los más militantes, con sentido quizás además geográfico (vienen en su mayoría del sur),

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Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas son los poetas de los ochenta, con más sentido de generación y un tanto diríamos ‘sectarios’. Lautaro Ramos: No sé si coexisten, pero que existen, es real: a) El grupo de la antipoesía: Vivimos tiempos de fuerte influencia de Nicanor Parra, con su antipoesía, breve, de mucho decir, irónica. b) Los poetas pre – once de sept. de 1973. c) Los poetas emergentes post – once de sept. de 1973. Santiago Azar: Nadie coexiste con nadie. Reconozco a dos grandes cabezas vivas de la poesía chilena quienes son los octogenarios Nicanor Parra y Gonzalo Rojas. Voces legitimadas hasta el hartazgo. Más abajo, en la generación de los 70, nadie puede desconocer el proceso creativo de Oscar Hahn. Posteriormente hay un aporte a principios de la década de los ochenta y en la poesía de dictadura, con lo hecho por Eduardo Llanos. Inventos más e inventos menos del oficialismo de los gobiernos de la concertación, en la década de los noventa nos han impuesto a un poeta como Raúl Zurita, quien en estricto rigor literario, no posee los méritos que se nos presentan en los medios de difusión, no obstante pertenecer a un mundo congeneracional con el señalado Llanos. En la década de los noventa, terminada la dictadura, se da el comienzo a una reivindicación de las manifestaciones culturales étnicomapuches, lo que se ve reflejado con la aparición de las voces como la de Elicura Chihuailaf. Actualmente, las novísimas voces se han creado un espacio que está por precipitar en la renovación de la poesía chilena, donde no logro divisar aún, grandes nombres de renovación.

—¿Qué opina sobre que le encuadren en alguna generación, movimiento o grupo de escritores con afinidades, perspectivas o posturas más o menos compartidas? Waldo Rojas: Mi pertenencia al “cuadro generacional” llamado generación o promoción “de los años 60”, o como quiera que se la llame hoy, y a propósito del uso y abuso del concepto de generación, no me parece descaminado, con las reservas ya evocadas anteriormente. El grupo espontáneo formado en esos años prolongaba y acentuaba ciertas tendencias tan diversas como tradicionales de la poesía chilena. Por otra, este 69

Chile, un país poético mismo período se inscribe con particular delimitación como un recorte de trazo notoriamente exacto en la escansión del movimiento de la historia. Todo lector de poesía en Chile, medianamente informado, habrá podido advertir que, desde los años 50, la renovación del lenguaje poético chileno, se efectúa en el sentido de una serie de impugnaciones de la realidad dada, bajo fórmulas que delatan a primera vista una posición diversamente inconformista no sólo respecto del estado de cosas vigente, el orden de la sociedad y de los tiempos, sino también del orden del lenguaje al cual los poetas identifican, precisamente, aquel estado. Sensible desde fines de la segunda guerra mundial, la aceleración de la historia parece, en efecto, precipitarse en ese plazo, a través de acontecimientos salientes que parecen entrechocarse unos a otros y que son portadores de cambios mayores en el plano político y técnicocientífico como en el terreno del pensamiento, de las artes, de la religión, no menos que en el de las relaciones sociales. Inútil sería ahondar en una cronología que en este sentido habla por sí misma, desde el fin del proceso de descolonización, la guerra de Viet-Nam, el conflicto chino-soviético, la revolución cubana y su corolario planetario de las crisis de los cohetes, y el rebrote de la pesadilla nuclear; el asesinato de Kennedy, las conmociones raciales en los Estados Unidos, la guerra del cercano Oriente, la invasión del Praga por las tropas soviéticas, y en general, la crisis del mundo socialista y, por qué no, de la ideología bolchevique; el concilio Vaticano segundo, etc. La lista es aún larga. A ella se agregan fenómenos de paso menos agitado y de soplo menos jadeante como son, por ejemplo, las transformaciones demográficas que elevan súbitamente la cuantía de las categorías de edad jóvenes y multiplican el efecto de las aspiraciones y exigencias juveniles. Fenómeno no sólo aparente en el surgimiento de un ‘estilo’ joven musical, vestimentario, verbal y hasta sexual, devenido pronto una suerte de moda polivalente, sino en el reclamo por parte de estas categorías de un lugar más amplio en el marco de las sociedades opulentas o menos opulentas, en donde el progreso de la democracia favorece el despertar de aspiraciones nuevas y más próximas de los aparatos del poder institucional. O bien es la crisis de esta misma democracia lo que fustiga las expectativas decepcionadas y promueve en los medios juveniles un clima de agitación radical. Las revueltas universitarias constituyen justamente uno de estos hechos planetarios que en su conjunto alcanzan nuestras playas y tocan directamente nuestros intereses o espolean nuestra atención. No es posible dejar de lado el carácter planetario de los acontecimientos de esta década de los sesenta en la mensura del impacto que ellos provocaron en nuestra mentalidad local. Hacia 1960, una generación nacida en la inmediata post-guerra alcanza su edad de razón y es a esta misma generación que le ocurre de irrumpir en ese contexto planetario. De todos esos hechos, así como de sus efectos contradicto70

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas rios y de los reflejos que ellos suscitan como reactivos, hay huella claras en los poemas de los jóvenes del 60. Las hay, por cierto, no a la manera de una crónica objetiva, de una reflexión analítica ni bajo la urgencia de un cometido cívico. Dichos indicios son pesquisables a través del modo como la especificidad del lenguaje poético acota y expresa un determinado nivel de inteligibilidad del mundo. Los años 60 son también un período de auge del desarrollo y difusión en Chile de las nuevas y no tan nuevas teorías literarias que trabajan en el nivel de la especificidad del fenómeno literario y liberan a éste de las viejas hipotecas de la ideología o de los sociologismos apremiantes. Universitarios en buena mayoría o frecuentadores asiduos de los medios académicos, los poetas “emergentes” (como yo mismo llamé en ese momento) recogen de la tutela cultural universitaria mucho de su conciencia disciplinaria en materia literaria cuando no en el orden de su propia sociabilidad. El conjunto de jóvenes poetas conocidos bajo esta apelación no agota, sin embargo, la masa de escritores de edad próxima ni su producción poética acusaba necesariamente desde el comienzo los rasgos estéticos de una supuesta mediana generacional. Dicha designación, no fue en todo caso un título autoconferido ni resultó de la adhesión proselitista a unas divisas o a un “programa de acción”; ella vino, por el contrario, a identificar, a posteriori, el resultado de ciertas coincidencias de comprobación consciente, las que facilitaron a la larga el surgimiento de una cierta voluntad comunitaria no ajena quizás a algunas ritualizaciones, pero restringida en sus implicaciones sociales así como en aquellas estéticas o, en sentido amplio, filosóficas. Así lo han entendido numerosas tesis universitarias y otros estudios de historia literaria reciente. Javier Campos: En mi caso, toda mi poesía la he escrito fuera de Chile. En lo que primero se llamó “el exilio” y lo que ahora yo llamaría “la extranjería”. Vivir fuera del suelo materno si se quiere. Vivir en otros contextos, cultura, imágenes, que a su vez se reprocesan con las imágenes y el pasado donde uno nació. La critica sitúa a mi poesía como una escritura de la diáspora chilena que comenzó a producirse en los 80 y que muchos/as seguimos produciendo pero, por cierto, nuestras poéticas se han ido refinando, reprocesando aún más y en alguna medida apropiándonos de otra manera de un viejo pasado vivido en Chile, pero juntando todo aquello, en mi caso, con esta nueva realidad, velozmente cambiante, como ocurre en El Primer Mundo y también en el Tercer Mundo

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Chile, un país poético Jorge Etcheverry: En general, no tengo muchos problemas. Por lo demás, las únicas vinculaciones son con la poesía de los sesenta (Escuela de Santiago) y la poesía urbana, junto con otros pocos de mi generación, en un medio en que la poesía se gesta o gestaba sobre todo en provincias. En general, la crítica puede ser acertada en lo que respecta a los rasgos más gruesos generacionales o de estilo. Cuando existe. En general, el sectarismo y la desinformación han jugado un gran papel en la crítica poética chilena. Lautaro Ramos: A mí no me gusta cualquier encuadre, es limitante, anti- subversivo, y rutiniza la poesía que debe ser libre, totalmente libre. Era un poeta, cancionero de la memoria Venía cantando tristezas y desamores Desde el pueblo de la tristeza Era el pobre poeta un hombre pobre Que digería vientos y masticaba aire En afán glorioso de cantar Otras versiones de la vida. Del poema “ Un hombre llamado poeta” Santiago Azar: Eso es inevitable. Fíjese que el hombre tiene un afán de clasificar casi todas las materias y acciones donde se desenvuelve, cayendo varias veces en algunas francamente ridículas. ¿Ha visto usted algo tan complejo e innecesario como las clasificaciones médicas para tal o cual enfermedad o para tal o cual célula o bacteria?. Se lo he preguntado a muchos amigos médicos o bioquímicos y no me han sabido dar una respuesta satisfactoria. A que voy con lo anterior, que para el hombre la clasificación es una necesidad. No pueden existir ejemplares más o menos únicos porque escapan al orden y al propio poder que el hombre puede ejercer sobre ellos; ámbito al que por cierto, no escapa la literatura. En lo que a mí respecta, me han dado tal o cual influencia, lo que no me desagrada y no discuto; porque eso informa mis lecturas. En alguna oportunidad se me dio parte de una generación, lo que tampoco he negado. Pero hoy en día he tratado de mantenerme lo más independiente en mi manera de enfrentar a las palabras y hacer el ejercicio progresivo de traducirlo a una idea.

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Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas —¿Qué temáticas y desde qué perspectiva las enfoca la poesía actual chilena y la suya en particular? Waldo Rojas: Desde ya, yo no estoy muy seguro de lo quiere decir una “temática” en poesía. En lo que toca a la “poesía chilena actual”, y sin desmentir la relativización necesaria en el uso de esta fórmula ni la de la información de que dispongo, no me parece decisiva la preferencia “temática”. Creo que el espectro de motivos concretos (alusiones referenciales, condensaciones de experiencias vividas, etc.) es muy amplio. Tal vez sea pesquisable cierta tendencia actual —más clara que otrora— a enfatizar el uso de la primera persona y en general a hacer de ésta el sujeto propio de la enunciación poética, con un cierto protagonismo del poeta en la percepción del mundo, pero con mayor énfasis en los diferentes recursos de la ironía. En mi caso personal, y en los 35 años que me separan de mis primeros poemarios, pienso que mi poesía ha proseguido un mismo proyecto general. Concibo la poesía, en sus motivaciones y alcances, como una empresa eminentemente literaria. Para mí un poema es fruto de artificios, más o menos complejos, basados en una serie de operaciones sobre el lenguaje, deliberadas tanto como maduradas. Pienso que la materia del poema está hecha de palabras, construido pieza a pieza sobre la opacidad material de éstas, y acabado sólo al cabo de numerosos ensayos, en un trabajo en que el azar o la espontaneidad ceden todo o parte de sus fueros imprevisibles a una “forma” y a un tenor, esto es, a una contextura de significaciones, en mucho prevista de antemano, lo cual implica un acto muy otro que el de predisponer una estructura pensada. Lector entre lectores, frente a su texto, el poeta no es ya, ni con mucho, el primus inter pares; puesto que el poema sabe más que su poeta, puesto que las significaciones por él cristalizadas volverán a diluirse en y por la lectura ajena, en el medio omnipresente del sentido, del cual ningún producto humano podría escapar. Un texto, un poema no puede cumplirse ni cobrar existencia sino en esta forma de alejamiento y ostracismo, y para un poeta el poema será siempre el objeto irremediablemente nostalgioso de una intimidad perdida, el precio de un extrañamiento. Si debo reconocer una «temática» dominante, ésta sería de carácter meta-poético, pues pienso que mis poemas se dan a sí mismos por su propio tema. Los “datos de la experiencia”, creo, de hecho no funcionan en el discurso poético genuino como “clave” figural del significado propiamente poético de los textos. El poema no es el resultado de una paráfrasis o perífrasis de un “contenido” extraverbal. Ahí, el referente no es la realidad extraverbal dada, sino una construcción creciente, levantada no ya sobre la semejanza del mundo extraverbal, sino sobre aquellos de sus propios materiales verbales producto del afán de nombrar y comprender ese mundo, pero remotivados, o sea, extraídos de diversas 73

Chile, un país poético situaciones discursivas concretas y luego, trasegados en una serie de imágenes verbales autónomas. Ellas son ofrecidas no ya a nuestra capacidad de dilucidación intelectual, sino a aquella fruición sensitiva, sensorial, incluso sinestésica, que el lenguaje es capaz de prodigar desde su materialidad y substancialidad. Javier Campos: Quizás sea el crítico Grinor Rojo quien mejor puede responder a esa pregunta en el prólogo a mi libro último de poesía, “El astronauta en llamas”, y que yo comparto. Transcribo algunos párrafos: Javier Campos se estaba sumando a la lista de aquellos escritores que en aquel momento empujaban la literatura chilena que se empezó a producir fuera de Chile con posterioridad al cataclismo del 73 hasta su última etapa: la de la vuelta a la patria.. Porque El astronauta en llamas no sólo se me aparece signado consciente y aun deliberadamente por esa aura de prestigio que circunda contemporáneamente el contacto mediado entre personas, sino que también me resulta posible leer, a partir de la impronta comunicacional y en retrospectiva, los cuatro volúmenes que forman la totalidad del trabajo poético de Campos hasta la fecha. Me refiero a Las últimas fotografías (1981), La ciudad en llamas (1986), Las cartas olvidadas del astronauta y este El astronauta en llamas. En el ordenarse de esos libros en la línea del tiempo, creo que podemos percibir las cuatro etapas de un solo proyecto cuya meta y sentido último se encuentra en la configuración, desde la preconciencia a la conciencia y a la ultraconciencia del escritor, de una suerte de espacio alternativo al del trato que éste mantiene con las miserias de la existencia histórica. Piénsese nada más que en el tránsito que conduce a la cultura massmediática contemporánea desde el estadio de la fotografía al del cine y al de la televisión y la computación, y en el acrecentamiento progresivo del poder evocador de la imagen de la reproducción mecánica que ese desarrollo involucra, y compáreselo luego con la secuencia de evocaciones que en los últimos veinte años ha seguido la carrera poética de Campos y se tendrá una cierta idea de esa avidez comunicacional que sin duda regula sus discursos. En cada una de las épocas de la biografía del poeta, el universo que reproduce el poema constituye una re-presentación y, lo que es más importante, un remedo cada vez más acabado de la tecnología en algún momento reinante en el universo de la comunicación. (Grinor Rojo, en “Cartas de Campos”, prólogo, pp. 5-16, en El astronauta en llamas (Santiago de Chile: Editorial LOM, 2000). Jorge Etcheverry: Diría que junto a las temáticas tradicionales y permanentes de expresión del hablante y relativas a la lírica, y que se podrían agrupar con 74

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas el término vago de ‘existenciales’, existen temáticas urbanas, femeninas, eróticas, metapoéticas, es decir vueltas hacia el proceso de la escritura, antipoéticas, de afirmación de preferencias sexogenéricas y de rescate y representación de patrimonios étnico culturales e históricos. Es decir, lo que se puede ver más o menos en otras poesías de América Latina. Curiosamente, la temática social no tiene una representación muy importante, a pesar del discurso progresista o revolucionario de gran parte de la ‘intelligentsia’, lo que revela una cierta madurez frente al papel de la literatura como herramienta de propaganda o concientización. Mis propias temáticas serían entonces del mismo tenor, sacando por supuestos los aspectos de reivindicación de un lenguaje de minoría genérica, no así del interés erótico y del ser de la mujer, y con la adición de una perspectiva de conflicto/comparación cultural por el hecho de vivir en la ‘diáspora’, con su secuela de referencia al ‘otro’ territorio, espacio, etc. El componente ‘experimental’ o vanguardista’ , lo ‘intergenérico en términos de géneros literarios siempre me interesa, así como una cuasi-reflexión sobre aspectos de lo chileno como se manifiesta en dichos, estereotipos/arqueticos, historia, tradiciones, formas lingüísticas, etc., que me parece natural viviendo afuera. Lautaro Ramos: Actualmente hay una temática que empieza a destacarse – aunque puede ser que los propios poetas lo ignoren- y es la búsqueda de la identidad, ya sea como país, o como pueblo. Mi poesía actual va por ese camino, recientemente publiqué “Romancero de Quilpué” donde indago en el amor a mi ciudad, Quilpué. Pareciera ser que el retorno a la identidad es una respuesta a la Globalización. Es un gran texto la historia de mi pueblo Sus casas están donde están porque así se leen En el corazón de los hombres Y sus piedras, cada una de ellas es la memoria Que guarda los aconteceres del pueblo... Del poema “La historia de mi pueblo” Santiago Azar: A mi modo de ver, la poesía chilena carece de realismo. Las problemáticas sociales han quedado en el camino del frente para dar paso a enigmas filosóficos y susceptibilidades existenciales que construyen una muralla infranqueable al lector común y corriente. Nótese que no soy partidario en lo absoluto de la vulgaridad del panfleto ni la propaganda solapada para tal o cual fenómeno ideológico. Eso no es poesía ni lite75

Chile, un país poético ratura ni nada que se le parezca. Eso es mala imprenta, nada más; pero me parece necesaria revisar la verdadera sintonía entre la poesía y el entorno con el cual se desenvuelve el hombre. En este catalejo la poesía es insustituible. En palabras del propio Huidobro, los poetas están llamados a escribir sobre lo que no se pudiera escribir de otra manera. Por lo mismo, a partir de la caída de los grandes paradigmas ideológicos, no hay una voz que aglutine en la poesía chilena, las demandas y frustraciones del mundo popular. Figúrese que aún no ha sido escrito el “gran” poema sobre la dictadura militar sufrida en nuestro país y el dolor inmenso que cundió en los corazones de los chilenos aglutinados en campos de concentración. En este sentido lo intentado por Zurita a mi modo de ver, no es honesto; pretende elevar su voz a alturas que le están reservados a otros y; en estricto rigor poético, su poesía posee fallas estructurales que no la hacen perdurable. O creen ustedes que algún niño en las escuelas chilenas sabe de memoria un verso de Raúl Zurita?

—¿Qué distintas actitudes se formulan actualmente ante la tradición poética y cuál es su posicionamiento personal con relación a ella? Waldo Rojas: ¡Vasto problema! Mi impresión —que no puede ser sino muy general, no menos que muy personal— es que la “era de la sospecha” en cuanto a la puesta en cuestión de las “tradiciones” (¿Pero, qué es al fin de cuentas una tradición?) ya vivió lo que tenía que vivir desde los grandes movimientos de las así llamadas vanguardias, produciendo las decantaciones necesarias antes de diluirse en el telón de fondo de los objetos de estudio. Non cabe aquí, hélas, abordar el asunto en su detalle. Yo diría sencillamente que desde la antigüedad a nuestros días ha habido una sola y gran ruptura en el concepto occidental de poesía, y esta corresponde al movimiento simbolista, especialmente francés. Desde entonces la idea de escritura poética dejó de ser lo que era. Lo que no significa por supuesto, la decrepitud definitiva de todo un pasado poético ni justifica su ignorancia. Javier Campos: El poeta no sale de la nada ni tampoco debe pensar que con él comienza la nueva poesía. El que no estudia y lee la tradición, sea cual fuere, sea la que el poeta prefiera según sus propias necesidades expresivas, realmente va a repetir lo que antes dijeron otros mucho mejor que él o ella. El asunto está en quién puede reprocesar mejor para luego producir algo interesante. Es decir, producir una perspectiva novedosa de unos temas que por milenios se vienen repitiendo en el arte y la literatura. No basta escribir bien, manejar bien los adjetivos, los 76

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas substantivos, las cláusulas subjuntivas. No basta tampoco reprocesar bien la tradición. Lo que es difícil, y pocos/as lo lograrán, es producir esa nueva perspectiva de representar imaginativamente unos mismos temas milenarios (el amor, la muerte, el exilio, la discriminación por ser diferente, los sueños y las utopías, etc). Ese es el desafío que tiene todo artista. Ahora, el reconocimiento es otro asunto. Especialmente en este contexto donde cualquier basura puede llegar a ocupar los primeros ranking de venta por semanas ya sea en el diario El País de España, el New York Times de Nueva York, o en El Mercurio de Santiago de Chile. Jorge Etcheverry: No sé si puedo referirme con propiedad a la actitud frente a la tradición poética de los poetas chilenos ‘de adentro’ del país. Lo que sí, es que teniendo a alguien como Neruda, eso es algo definitivo y que pesa. Tengo la impresión de que no hay mucha asimilación o continuidad en Chile. Desarrollos que terminan con el grupo o la tendencia que los practicó, etc. En general, y respecto a los más distintivos y grandes de la historia, no hay asimilación ni continuación del creacionismo o la antipoesía como tendencias más o menos orgánicas, para qué decir de Pablo de Rockha. Además, pareciera que las figuras influyentes terminan con los lares y Teiller. Zurita tiene más seguidores estilísticos en Perú que en Chile. En términos personales no considero mi trabajo en referencia a la poesía chilena como tal, reconociendo en la actualidad el gran gusto y admiración de la antipoesía, que me interesa a veces intentar practicar, y la poesía en prosa de Pablo de Rokha, más como referencia y como idea. Pero sí me considero inserto en la poesía urbana de mi generación, básicamente la Escuela de Santiago, de la que fui cofundador y cuyo nombre se me ocurrió, y que fue ignorada y vilipendiada por generaciones de críticos más bien telúricos. Lautaro Ramos: En el mismo sendero, pero mucho más específicos están los poetas mapuches, que hoy gana un espacio vital en la poesía. Hay otras temáticas, tales como el amor a la naturaleza manifestado en lo ecológico, el deseo de paz, que no se clarifican bien aún. Y la temática castrada: la del dolor de los 17 años de dictadura, se hace poesía sobre ese tema, pero mi opinión es que la gran poesía, o el movimiento de muchos poetas que desahoguen a la sociedad entera del trauma no ha llegado.

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Chile, un país poético Santiago Azar: El gran aporte de Nicanor Parra a la poesía (o antipoesía) fue su irreverencia. Afortunadamente esto ha sido recogido por casi todos los noveles poetas para los cuales ya no existe límite en las fronteras de la escritura. Es decir, ya no hay temas censurados ni reverencias patéticas a las estatuas de mármol que se coleccionaban en nuestro inconsciente colectivo. Para ejemplo sólo un dato: Por qué la juventud no lee a Neruda?, porque siendo un grande, han pasado generaciones que han sido capaces de desmitificar su figura, encontrándole perfectamente sus lados flacos. En muchos círculos Neruda incluso provoca siesta perdurable.

—Si hablamos de estilos de escritura, algunos poetas se manifiestan en desacuerdo con la fusión de géneros. ¿Cuál es su opinión personal? ¿Cree que hay que respetar la separación, o que es válida la fusión de las formas? Waldo Rojas: Los llamados géneros en tanto que estructuras retóricas normativas —y esto ya me parece un simple pleonasmo— naturalmente resisten la “fusión”. Pero yo no sé mucho en qué esta cuestión, pasablemente escolástica, concierne a los creadores. La práctica poética, digamos, moderna, es indagatoria y curiosa de todas las posibilidad ofrecidas por el lenguaje y la escritura, o no es. El verdadero problema para el creador es fundar en un texto genuino la necesidad de tal o cual relación habitualmente poco recomendable o novedosa entre dos más modos reconocidos de decir algo. Javier Campos: Me interesa sobremanera, hablando de géneros, el que yo llamaría el género mestizo. Incorporar en poesía otros géneros, no sólo la prosa, sino la instantánea información periodística por ejemplo a la que tengo acceso en segundos de cualquier parte del planeta; o la cultura de la imagen globalizada, o el dialogar con otros escritores, y otros medios como el cine, la cultura popular y mediática, en el texto mismo. El genero mestizo implica una obra y una comunicación inter(género)textual para ponerlo de esa manera. Especialmente en este contexto global, para mí, no sólo me ha influido la tradición literaria letrada, escrita, sino el inmenso poder de la cultura de la imagen. No ya la TV, sino el Internet, la imagen publicitaria que nos entrega imaginarios nunca antes retratados en los medios masivos nuevos como el video, el disco compacto con música e imagen (DVD), el teléfono celular con imágenes y cámara fotográfica, la publicidad global que inventa una neobelleza para vender mejor y meternos en un mundo mágico exaltando el indivi78

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas dualismo y aquella supuesta diversidad global. La revolución digital ha producido una revolución en la imagen en todo sentido: desde cómo vender mejor una manzana hasta la píldora Viagra. Por ejemplo, siempre me quedo hipnotizado con el espectáculo del Circe du Soleil. Nunca había visto antes un espectáculo tan mestizo, diverso, imaginativo, que recurre a tantos elementos desde el circo tradicional, pasando por la ciencia ficción, el vestuario sorprendente reprocesando vestuarios de culturas pasadas e insertándoles la apariencia de un ropaje de un futuro lejano, la música espacial que se incorpora, semejante o idéntica al magnífico conjunto francés Enigma. Por eso, para mí, respetar la separación de géneros, en estos tiempos, es como volver a la época donde sólo se escribía poesía con rima y midiendo exactamente el número de sílabas en los versos. Jorge Etcheverry: Ya desde mis primeras cosas, hice intentos de fusión no sólo entre poesía y prosa, sino también con el discurso dramático. Algunas parrafadas de Esquilo o Sófocles son poemas en prosa. En algún trabajo de mi primer libro, El evasionista, “ Gatos transversales sobre campo azul a una hora incierta”, introduzco estrofa, antiestrofa y coro. Lautaro Ramos: Toda búsqueda es buena porque ve al hombre y sus circunstancias desde diversos ángulos, toda forma de usar la palabra es buena porque enriquece la mirada. Por eso estoy de acuerdo con quienes trabajen la fusión de géneros. Personalmente, estoy trabajando una novela policial acerca de un asesino en serie que colecciona poesías. Pero no es tanta fusión porque la poesía – en este caso está supeditada a la narración. Estoy en ese camino el de la fusión, quizás algún día lo haga, otro proyecto en el cual estoy trabajando es una idea que llamo “Collage poético” que es una fusión del collage con la palabra. Santiago Azar: La experimentación es una maravilla. Invita a la evolución. Mezclar géneros puede ser un proceso creativo interesante. El intercalar en un poema, la llamada prosa poética, a mi juicio enriquece esas pequeñas palabras que han sido capaces de enfrentarse un lector sin perder la calma y la seguridad de que son un aporte. Por lo mismo no me cierro a la posibilidad de crecer a partir de la experiencia foránea. Por qué negarse a ello: Sería una estupidez y un fundamentalismo poético insensato.

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Chile, un país poético —¿Qué puede decirnos acerca de la distinción entre poesía y prosa? Waldo Rojas: ¡Vaya! ¡Otro problema vasto! Resumo lo que yo puedo decir sobre el tema para mi uso estrictamente personal. La poesía no es la prosa, y tal vez ni siquiera la literatura. Toda la diferencia reside en lo que en uno y otro caso (y por el momento dejo entre paréntesis las posibilidades intermedias) se entienda por “comunicar” en estas materias. Dado por sentado lo que todo el mundo sabe o supone saber sobre la prosa, el modo como la poesía privilegia la materialidad de las palabras, su opacidad, textura y untuosidad sensible, y la manera como ella se aventura en las zonas más laberínticas y subjetivas del hecho del lenguaje, la poesía de hecho no comunica. O no comunica nada que se pueda comunicar del modo como lo hace la prosa. No se dice en poesía lo que es mejor decir en prosa. Para hablar con propiedad, la poesía está hecha con palabras, en ese mismo sentido, y no con ideas. Con palabras vueltas imágenes cargadas de un cierto valor o peso emocional. Javier Campos: Mi poesía es por lo general deudora de la prosa. Deudora de poetas que incorporaron “contar en prosa” imágenes poéticas como Walt Withman, los poetas rusos como Esenin, Mayakosvski, Evtushenko, el Neruda de Las Odas, la poesía conversacional (Cardenal, Fernández Retamar), la de Nicanor Parra., la poesía norteamericana conversacional donde el “relatar” asuntos muy cotidianos, y no tanto, se hace recurriendo a la prosa. Hay varios poetas norteamericanos donde siento su influencia como Charles Bukowski, Raymond Carver, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, CK Williams, entre otros. También reconozco la influencia en cuanto al poema largo que practicó Octavio Paz y, claro, Ernesto Cardenal quien en America Latina incorporó la cultura de la imagen de aquella época y el “pop-culture” en mucha de su poesía (el ejemplo más conocido es su largo poema “Oración por Marilyn Monroe”). Lo que quiero decir, es que para mí, como escritor, dentro de la influencia “letrada” chilena, latinoamericana o de otros países, me atrajo mucho más “la poesía clara” que “la oscura” (parafraseando a Nicanor Parra en un celebre artículo escrito por él de los años 50). Mi poesía, probablemente la que comencé a escribir fuera de Chile, cuenta un “suceso poético” si puedo ponerlo en esas palabras. O podría ser un breve relato poético escrito en prosa. Debe ser por eso que últimamente me he atrevido a escribir ficción. Publiqué una novela en 1999 (Los saltimbanquis) y ahora en 2003 un libro de cuentos (La mujer que se parecía a Sharon Stone). Pienso que dentro de esas dos obras narrativas hay también un fuerte elemento poético. Yo me habría aburrido a 80

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas comienzos del siglo XX, por ejemplo, viviendo sólo en el campo, en alguna lejana parte rural de Chile. Claro, si hubiera sido rico como Vicente Huidobro me habría ido a Francia a beber del surrealismo y lo habría pasado estupendo con lo que estaban haciendo allí los pintores (Picasso, Diego Rivera en su paso por Paris), los cineastas (Buñuel), poetas (Breton, Apollinaire, Vallejo), etc. Pero, claro, en ese tiempo la revolución digital-global ni se soñaba. Jorge Etcheverry: Eso tiene que ver en parte con las expectativas, presuposiciones, convenciones, etc. Me ha pasado tener poemas en prosa antologados como cuentos cortos en antologías de cuento. Yo también practico la prosa y he publicado bastante, y nunca me equivoco cuando hago poemas en prosa o prosa. La poesía en prosa necesita de la imagen, la asociación, y sobre todo del ritmo y también del distanciamiento. La diferencia entre la prosa y la poesía es una diferente actitud respecto al lenguaje, sentada por el emisor del discurso literario y refrendada o no por el público o la institución literaria. Lautaro Ramos: Primitivamente, la poesía es emoción pura, fuego, vida; la prosa es una descripción más acabada de jirones de vida. En el oficio mismo, en la prosa se usa la palabra para contar –un oficio tan antiquísimo como el hombre – lo demás es paja molida. En la poesía se busca cada palabra que calce justo una al lado de otra para suscitar algo en el lector. “Piedra sobre piedra”, dice Ernesto Cardenal. Santiago Azar: Que muchas veces es irrelevante. Hay juicios que sólo caben al lector, evidentemente. Sin embargo inagotables oportunidades he tenido la ocasión de leer poemas que más bien parecen cuentos; con diálogos intercalados y una estructura que podría pensarse, lo aleja diametralmente de la forma de un poema, pero no por eso deja de ser una construcción poética. En mi último libro he incursionado en estas formas con una satisfacción que no sentía desde mis primeros poemas. Por lo mismo confirmo mi teoría. La experimentación lleva inmerso un proceso creativo que en nada ensucia la sinfonía poética; muy por el contrario, la enriquece.

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Chile, un país poético —¿Qué recursos poéticos predominan en su obra? Waldo Rojas: Me parece que esta pregunta tiene también su respuesta en aquella ya entregada sobre la temática. Javier Campos: Yo diría, como en el Cirque du Soleil del que hablé más arriba y del grupo musical Enigma. Más aquel género mestizo del cual también me referí anteriormente. Y sin duda de toda la impresionante cultura de la imagen que nos bombardean -desde donde sea- en estos momentos. La influencia de la “escritura letrada” es sin duda importante en cuanto a lecturas que he hecho durante toda mi vida, pero también estoy fuertemente influido por aquella cultura de la imagen referida y la escritura periodística pues esta última se ha hecho muy accesible con el Internet. Antes para leer un diario de Argentina, Galicia, Madrid, New York, Paris, etc, uno debía esperarse dos semanas a que llegara a alguna buena biblioteca esos periódicos o revistas o suplementos literarios. Hoy al instante leemos un excelente columnista en Chicago como en Santiago de Chile o la ultima entrevista a tal o cual escritor, referencia critica, etc. Mi reciente poesía (el último libro, aún inédito, de poesía que tengo, se junta mucho más todo lo que he dicho sobre el género mestizo). De igual modo aparece en la prosa en mi último libro de cuentos (Chile, 2003) titulado, justamente con mucha influencia de la “imaginación” y “penetración” global, La mujer que se parecía a Sharon Stone. Jorge Etcheverry: La imagen, lo que llaman a veces imagen exhaustiva, que sigue y sigue ahondando en el detalle, se ha destacado la ‘apoyatura rítmica’, metáfora, símil, pero me gusta usar el ritmo como elemento unificador. También me gusta lo que podría denominarse un poco en general la antipoesía, que trabaja con la parodia, la ironía, la contraposición con nexo implícito, la frase hecha el estereotipo, etc. Lautaro Ramos: Todos, se usan, quizás predominen la parábola, lo reiterativo, el énfasis, la sorpresa de una palabra aparentemente desubicada, etc. Últimamente, estoy usando el verso cortado o mezclado, el verso que comienza no al principio, quizás al medio, etc. Me interesa explorar con la teoría de caos, algo nuevo en la poesía.

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Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas ¿Qué hago con estas palabras que tú me dejaste en un rincón ? puede ser las lleve a buen destino en mi condición de vagabundo de mi pueblo , pueblo mío. ¿Qué hago con estas palabras que tú me dejaste en un rincón? Del poema “Herencia” Santiago Azar: La imagen. Ese devenir de colores y formas que sólo pueden estar en el registro de un poeta. Sin embargo, jamás he abandonado la convicción de que poesía y música son una sola expresión. De ahí mi placer por los grandes maestros clásicos de la música y la composición. No puedo pensar en la 5ª sinfonía de Mahler, sin imaginar un gran poema, trágico, pero el mismo tiempo, poderoso. Llevar esa maravilla a una imagen es una tarea que el poeta no puede eludir. Yo creo firmemente en este principio y siempre está presente en los segundos que creo captar la inspiración para desenfrenar los estímulos que llevarán mi idea final al papel.

—De manera poderosa e inmediata nos dejamos invadir por la música que traen los versos que nos conmueven, por los ritmos que los sostienen cuando en realidad sentimos que esa música –ese “mar” que decía Baudelaire- acrecienta en la escucha de cada palabra su parte sonora, que se impone a expensas de las redes del pensamiento. ¿Cómo articula usted en el poema las “líneas melódicas”, “las curvas entonativas”, las candencias de la frase? ¿Se atiene a una estructura regular, a una regularidad aproximativa, o se subordina a lo que podríamos llamar un ritmo emocional, ritmo que implica cierta regularidad, o se deja llevar por una espontaneidad sin restricciones? Waldo Rojas: Sin duda que la vieja reflexión, por ejemplo, de T. S.Eliot sobre la música y el sentido en poesía sigue teniendo vigencia. Pero no creo en la necesidad de una estructura regular. Pienso que cada poema crea no sólo su propio código figural, su sistema de significaciones a medida que se construye, y claro está, a medida que se reconstruye en una lectura; sino también aquél de su melodía, entonación y ritmo. Conforman estos elementos un código segundo, por así decirlo, que en muchos caso, y sobre todo en el de grandes poemas, llega a suplantar al

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Chile, un país poético de las significaciones objetivas (el “correlato objetivo”, de que habla el mismo Eliot) y bastarse a sí mismo para crear la emoción poética. Javier Campos: Creo que mi poesía es para leerla en público. Me preocupo de eso. Me preocupo de leer bien la poesía oral. Una buena pronunciación. Un ritmo necesario que destaque el imaginario que hay en ese poema escrito. Las pausas son necesarias para intensificar o no el ritmo, la melodía que deseo entregar a través de mi poesía leído. Digo esto porque tengo la certeza de que la poesía originalmente se hizo para escucharla. Para impactar al oyente o los oyentes. Sin un ritmo adecuado, sin una melodía, altos, bajos, sin saber expresar oralmente el contenido, nadie sin duda prestaría atención a nada. Es semejante a la música y al baile. Creo que mi poesía, me he preocupado de eso, quiere continuar también con ese viejo y milenario origen de la poesía. He escuchado en recitales a poetas que leen horrorosamente mal. Que nadie entiende nada, que no saben modular las palabras, que hablan bajito. Me digo, es perder el tiempo sentarse allí, leer por media hora algo que tortura el oído del oyente. Otros dicen que mejor les gusta leer la poesía a solas. En silencio, en un libro de papel. A mí me gusta ambas cosas al escuchar y leer a un poeta. Jorge Etcheverry: Justamente yo me inicié cultivando casi una escritura automática. El problema es que se logra un flujo que una vez que se trabaja, pierde mucho de su espontaneidad y vida. Así, hay que arreglárselas para ir manteniendo a la vez el hilo por así decir lógico o conceptual, de contenido, y el lenguaje en su aspecto fonético sustentado por el ritmo, a la vez que se deja fluir el flujo del discurso. En esa poética, el hallazgo de un equilibrio o un paralelismo entre ambos aspectos al momento de escribir el poema es fundamental. Sin embargo, otros poemas los hago tratando de llegar a la máxima condensación y eliminación de lo irrelevante a una esencia de significado y sonido. Es claro que los logros rara vez se dan en estas creaciones concretas. Lautaro Ramos: Primero, a Baudelaire me gusta escucharlo de boca de un francés, aunque no sé francés – leerlo en español ya es una deformación de sus poemas. Segundo, no creo en la espontaneidad sin restricciones, las palabras se van armonizando como las voces en un estadio. ¿ Cómo se ponen se acuerdo cincuenta mil voces para gritar: ¡gol!?

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Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas Lo que, personalmente hago, y lo aconsejo a mis alumnos en mis talleres es leer en ese momento, lo que va saliendo del poema en voz alta, e irse corrigiendo, ahí surge el ritmo, y si hay que inventar una palabra, para que siga la melodía, lo hago. La palabra primigenia Era sencilla, incrustada en las piedras Adornada de pájaros y sonidos. La palabra desnuda, mágica Natural, sustancia de tierra La palabra era la memoria en nuestra memoria Grabó su señal en las cuevas del paleolítico Y en los senderos de los pastores En las rocas sonámbulas de Isla de Pascua . Del poema “Primero la palabra” Santiago Azar: Creo ser, en el mismo esquema anterior, extremadamente riguroso con mis formas. Ciertamente he planteado que la experimentación es una razón creativa sofisticada y atractiva, sin embargo, no creo en el libertinaje. El poeta debe ceñirse a máximas por las cuales su escritura se distingue de la marcha natural de las palabras. Debe ser capaz de dominar el estímulo y el impulso infantil de querer decirlo todo; de querer publicar todo lo que se escribe. En este sentido el ritmo es un tren cuyos vagones van tan íntimamente ligados, de manera que cortándose uno de ellos, el tren no llega a destino con toda la carga que se requiere. En otras entrevistas he dado a conocer este parecer en torno a que es triste ver poetas de versos y no poetas de poemas. Yo soy firme partidario de los segundos. Jamás he creído en el relleno. La música en la poesía no permite desafinaciones. Da sueño, da mal olor, pesa, es casi ordinario, estropear escritos con dos versos notable y quince malos. Ahí es sano tomar la decisión de retirarse para la casa y dejar a la poesía en paz.

—¿Utiliza usted recursos rítmicos clásicos como la métrica y la rima o emplea el verso libre? En el caso de utilizar el verso libre: ¿En qué se apoya usted para dotar al poema de ritmo? Waldo Rojas: Yo diría, a partir de mi personal experiencia, que en el proceso de creación, con sus enigmas y complejidades propias, no se trata de “dotar” al poema de un cierto ritmo. En dicho proceso la cronología sigue un orden inverso: un poema, muy a menudo, nace de un ritmo, un su85

Chile, un país poético surro o melodía mentales, como una pauta sin signos. Y es ese ritmo subjetivo, poderosamente inefable, lo que atrae a sí a los materiales verbales que se encarnarán progresivamente en el poema. No creo equivocarme si pienso que hay allí una clave fundamental de la creación poética en sus instancias genéticas. Javier Campos: Creo que en la respuesta anterior dije algo sobre esta pregunta. Jorge Etcheverry: Podría decir que para dotar el poema de ritmo ejercito un apoyo silábico y otro aliterativo, ambos de condición fonética. Lautaro Ramos: Empleo el verso libre, pero no en exclusiva, me acerco también a métricas muy chilenas, latinas, como las décimas. Ya dije anteriormente, leer en voz alta, o bien escuchar a otra persona la lectura del poema, además, el oficio dice que las palabras se van juntando con un propósito melódico. Décima para la esperanza Con el suave murmullo de la palabra Que te habla, te reitera otro camino me miras en melancolía y yo te animo a contar nuestras historias guardadas tras de ti está la sombra confiada que no es tuya solamente, es nuestra conjunción de proyectos y apuestas transitadas en íntima convicción de que la vida es más que amor es dar, aunque en verdad cuesta... Santiago Azar: Hace mucho tiempo, la rima fue exiliada a otras sedes por todos los crímenes que en su nombre realizó la retórica. Hoy no hay nada más perplejamente tedioso que escuchar un poema con rima de memoria por un niño, como si esto fuera la mayor de las virtudes. El verso libre hace que la idea perdure por sí misma. Se nutre en torno a la madurez del propio oficio. A qué me refiero con lo anterior: El hecho que sea un partidario del verso libre, no me hace en ningún caso, (como señalaría Huidobro), partidario del “libertinaje”, de manera 86

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas que lo que caiga al papel, sea definitivamente publicable. El poeta debe su oficio, precisamente, a que es el animal más libre de todos. Posee sueños inagotables, pero no es un ser “degenerado”; entendiéndose este último término como aquél que es partidario o milita con la razón de lanzar sobre el papel lo que se viene a la cabeza. Esto no es reflexivo y no obedece a un proceso creativo real. Construir un poema, darle ritmo, ya sea a través del verbo sumado o la imagen concadenada, es un ejercicio de lo más agotador y que define precisamente todo el oficio por el cual debe orientarse el genuino creador.

—¿Qué piensa sobre la supresión de la puntuación en la poesía actual? Waldo Rojas: No veo el problema. La modalidad vuelta hoy dominante del llamado verso libre reemplaza a menudo la puntuación por el corte versal o por juegos tipográficos espaciales. En esto como en otras cuestiones de la escritura poética, todo consiste en evitar, si de puede, el uso arbitrario, puramente antojadizo, superfluo y finalmente “ripioso”, de tal o cual recuerdo formal. Una vez más, un buen poema es el que crea la necesidad de su propia forma, palpable en la lectura, y deja la evidencia de que esta forma y no otra es su razón de ser tal poema. Javier Campos: Que está muy bien. A veces yo la uso, otras veces no. Dependerá del ritmo que el poeta le esté dando a su poesía. Para mí la poesía debe ser leída, y leerse bien. Si la lectura oral no tiene un ritmo, nadie prestará atención a lo que oye ni menos captará el imaginario que puede haber allí. Jorge Etcheverry: No me parece un esencial, es cosa de la gente. Yo tiendo a suprimir los puntos, pero depende de dónde. En un poema de versos y estrofas, el fin de cada verso está delimitado espacialmente, entonces se puede obviar la coma, así como el punto al final de la estrofa. El punto final es para tontos. Siempre se sabe donde termina un poema. En libros editados con un poema a continuación de otro, por razones económicas, habría que conservar los puntos finales. Dos frases que forman parte de una misma estrofa de prosa poética o de poema en prosa, o de poema de corrido, tendrán que estar separadas por punto. En términos de puntuación a veces me gusta el uso de guiones. Pienso que es posible usar los signos de puntuación como elemento del poema.

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Chile, un país poético Lautaro Ramos: Como dije en una respuesta anterior, no estoy en contra de ninguna nueva forma de poesía, de hecho todo poeta experimenta, personalmente le borro puntuaciones, pero nunca el acento, porque puede cambiar el sentido de esa palabra y eso significaría el derrumbe de la poesía. Santiago Azar: No obstante no practicar esta forma de escritura, no soy un detractor de ella y me parece que el ritmo logrado en un poema sin mediar puntuación, merece el más grande de los elogios por este mérito. De todas formas, es identificable a primera vista una mala construcción poética sin puntuación, pues su lectura es débil, lenta y con accidentes, que nos dificultan la comprensión ágil de éste.

—Alguien dijo que la puntuación es al mismo tiempo fonética y semántica, e insuficiente en los dos órdenes”. ¿Está usted de acuerdo? ¿Considera que tiene el mismo valor en prosa que en poesía? Waldo Rojas: Creo que mis respuestas anteriores responden a esta pregunta. Pero agrego e insisto en que lo poético es algo que le ocurre al lenguaje y no a la realidad extra-verbal. Y que en consecuencia música y sentido concurren a hacer decir al lenguaje algo que esta no sabía decir, o no podía aún poder decir. Un poema ingresa al mundo realidades nuevas; realidades hechas de palabras. Javier Campos: Depende como quiera escribir el escritor realmente. Hay prosa perfectamente puntuada como no la hay. Igual pasa en poesía. En mi caso, cuando escribo poesía el ritmo a veces me exige cierta puntuación; en otros no. Jorge Etcheverry: En prosa molesta el juego con la puntuación. Todos recordamos por ejemplo al Otoño del patriarca de García Márquez por lo difícil de mantener la lectura por la falta de puntos, así como algunas novelas de Celine con frases separadas por puntos suspensivos. En poesía es más libre el uso del signo de puntuación, que no es fonético ni semántico, sino la representación gráfica de elementos fonéticos, semánticos y perceptivos. La delimitación por punto de una larga parrafada repre88

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas senta a la vez la pausa para el aliento, la completación de una cierta unidad de sentido, y la indicación de eso mismo para el ojo. Una pausa. Lautaro Ramos: Obviamente que no. Yo necesito de la puntuación para una narración, para hacer un descanso, para pasar a otra idea, en la poesía, en cambio hay un resumen de emoción, del sentir que va más allá de la puntuación, que la rebalsa. Santiago Azar: Yo escribo con puntuación desde que tengo memoria y no creo que por el momento tenga interés en abandonar esa colección de puntos y comas que me han facilitado la vida cuando quiero suspirar y contener la respiración en el poema. Es eso lo que hacen las comas en mi poesía, me detienen, me alejan del abismo de querer tragar todo y escupir a la insolencia. Me da la sabiduría que con el peso de los años se hace mayor y te hace reflexionar antes de dar el otro paso. No obstante, ellos no son “suspiro o respiración” por sí mismos y en ese contexto muchas veces son accesorios mucho más estético-visuales que definitivamente conceptos lingüísticos para los cuales pudiéramos obrar con una u otra categorización. A mi modo de ver, la puntuación es muchísimo más determinante en la narrativa, pues en el propio ritmo, existe la señalética necesaria para descifrar lo que en un momento dado pasó por la cabeza de un poeta y en qué intensidad quiso transmitirla al corazón de los hombres. Para resumir: No soy contrario a la supresión de la puntuación, aunque, casi por osmosis no la practique; por costumbre, hábito, qué sé yo. En sí misma, no me imagino leyendo una novela de García Márquez o de Herman Hesse sin puntuación. Sin embargo, si recordamos a Cortázar, el rey de la imaginería literaria y un avanzado a nuestros tiempos, mi teoría se viene abajo y “Don Julio” me daría con un cronopio por la cabeza. Lo mismo con “La Muerte de Artemio Cruz” de Carlos Fuentes. Pero existió sólo un Cortázar y la excepcional novela del mexicano es también un caso especial. La narrativa no respira sin puntuación.

—Los partidarios de la supresión de la puntuación en el poema sostienen que este último posee su propia puntuación, que está determinada por el ritmo, la cesura de los versos (Apollinaire), la rima (Aragon), la disposición tipográfica (Reverdy). ¿Qué piensa en relación con esto?

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Chile, un país poético Waldo Rojas: Todos tienen su parte de razón. Un poema realmente logrado con una u otra de esas fórmulas bastaría para fundar la legitimidad de ella, con las pruebas de sí mismo al canto. Pero como repite la letanía del personaje de Shakespeare: “En la verdad del mundo siempre hay algo más, siempre hay algo más”. Javier Campos: Tienen razón. Jorge Etcheverry: Vaya lo anterior, es decir, las pausas e interrupciones ‘naturales’ hacen optativa e inesencial la puntuación en los poemas de versos. Otra cosa pasa con la poesía en prosa, ya que un párrafo puede tener varias frases. Lautaro Ramos: Podría decir una sola palabra Sí, estoy de acuerdo. Pero, intentando agregar algo al tema, puedo decir que además del libre uso de la puntuación (no hay que asesinarla tan salvajemente, de repente la podemos usar) hoy se dan las condiciones para jugar con la disposición tipográfica a la que alude Reverdy, eso me gusta hacer.

Santiago Azar: Creo que he dado respuesta a esta pregunta con las afirmaciones precedentes. Sigo sosteniendo que cada verso está concadenado para que como resultante obtengamos un poema. Nuestro objetivo final debe ser la construcción de un poema que no es otra cosa que la sumatoria de versos ordenados por una idea transmisible al lector, la cual per90

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas siste como tal en cuanto es acompañada del ritmo. Otros agregarían, como el propio Verlaine “la belleza”, pero a esta altura del circo, sabemos que lo horrendo o feo también es un animal poético demasiado sabroso como para dejarlo de lado. En términos sintéticos, el ritmo es el alma de un poema, que ni siquiera está supeditado a la existencia de puntuación gráfica o clásica, para considerársele como tal. El buen poema siempre es rítmico por excelencia. El mal poema, por el contrario, es un caballo cojo, torpe, al que no le queda otra vía que el sacrificio en pro de la belleza y la perfección.

—¿Su utilización de la sintaxis obedece a una praxis normativa o en su poesía se violenta la normativa sintáctica? ¿En este último caso a qué cree que responde? Waldo Rojas: Las normas sintácticas en sí mismas no creo que sean una hipoteca para la expresión poética, ni tampoco, bien entendido, una granjería. No quita que si ciertos “accidentes” de la sintaxis en el curso de la gestación poética se imponen como necesidad para el mismo, no veo por qué habría que preferir a su aporte una normalización que, en este caso, equivaldría a una simple decisión arbitraria. Un poema puede darse a sí mismo toda la libertad que quiera, hasta los límites últimos del hermetismo y del abstruso, pero por algún lado debe sintonizar con alguna posibilidad de lectura, así no sea ésta puramente abierta a sus sugerencias sonoras y ecos laberínticos. El poeta se da, naturalmente un lector ideal, que es una suerte de alter ego, pero siempre deja abierta la posibilidad de un lector y de una lectura. Tal es, creo, el pacto poético. Javier Campos: Como decía más arriba, mi poesía es deudora de la prosa, así como mi prosa (he escrito una novela y un reciente libro de cuentos como decía) es deudora de la poesía en ciertas imágenes poéticas que en esa novela y cuentos hay. Muchas veces el ritmo que nos transmite nuestro imaginario nos dicta misteriosamente si puntuar o no puntuar. Como no soy lingüista no puedo decir más. Jorge Etcheverry: No me he planteado el problema de la violación o no de una norma sintáctica, sino de una escritura que acomodara, que me gustara, que se adaptara a lo que quería decir, con qué velocidad, con qué pausas y

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Chile, un país poético ritmo. Si uno se da cuenta de que se está alterando una norma siempre es secundario e irrelevante. Lautaro Ramos: (Respuesta a esta y a la siguiente pregunta) Aunque parezca extraña la respuesta: ambas. En algunas ocasiones se me vienen los fantasmas del poeta que llevo adentro con todas mis sensaciones oníricas, con esas aparentes incongruencias sensitivas en el tono formal: Fue así como te amé entre tanto grito del mercado y ese olor a país que entraba por los poros sentía deseos de fornicar la noche o la luna pero se quebraron las palabras, se cayó el horizonte Del poema “Historial de soñares o balada para un soñador” Otras veces el poema se sostiene sobre una idea que quizá sea lógica, depende de que lógica hablemos, en este caso habría una lógica de poeta. Los aymaras dicen que la palabra fue traída que los dioses vinieron a la tierra dejando la papa y el guanaco los montes, el agua y el sol incluso la luna, las estrellas hasta la flor delicada, fragante la trajeron los dioses. Del poema “Los dioses trajeron la palabra ” Santiago Azar: Ya comenté anteriormente que sigo la puntuación casi como un rito conmigo mismo. Me da respiración, relación, jamás me he sentido prisionero de mis puntos o comas, muy por el contrario, las reivindico como afán estético. No responde a elementos lingüísticos rigurosos, sino más bien a una cuestión de maneras de enfrentar el proceso creativo. Son, junto a la inspiración, el verbo y otras cuestiones, mis primeras herramientas para dar rienda suelta a la procreación.

—¿A su modo de ver predomina en su poesía o se sostienen sus poemas sobre una idea que podemos caracterizar como lógica y que clarifica el resto de las significaciones y segmentos del poema? ¿O por el contrario sus poemas asumen los fantasmas y los sueños del poeta y todas las contradicciones e 92

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas incoherencias sin dejarse atrapar en una coherencia conceptual o interpretativa? Waldo Rojas: Los filósofos y los teólogos, los hombres de ciencia trabajan con ideas pero los poetas trabajamos con palabras y las palabras son ya un mito sobre la realidad, sobre las cosas. El deseo de hacer un poema, viene seguramente de una fijación sobre el lenguaje más que sobre las cosas, porque lo primero que el poeta encuentra en su trabajo son palabras, no las cosas que están detrás de las palabras. Liberadas de su motivación, digamos, lógica o convencional, las palabras se abren hacia otra realidad de significaciones, de analogías sonoras, de ecos incontrolables, y es a partir de esa red laberíntica que comienza a circular ahora el sentido. Es en un segundo momento que las convenciones de la significación vuelven por su fuero y atraen esas mismas palabras hacia los protocolos de la comunicación: una formulación, por así decir, banalmente “comprensible” en su superficie. Mi poesía no es, pienso, abstracta ni tampoco hermética, en el sentido de escapar a toda concreción identificable con la textura de la realidad sensible o histórica; o bien, en el sentido de un texto impenetrable. Para decirlo rápidamente, yo aceptaría mejor la idea de que en mis poemas las reglas de la transmisión de un “mensaje” están en el poema como unidad de sentido, y no fuera de él. Mis poemas hablan de la experiencia a través de esa mediación así como a través de la mediación de la cultura literaria. Mis poemas no escapan a la naturaleza paradójica de la palabra poética. Consiste ésta, como se sabe, en que al escribir un poema, se escribe antes de saber lo que hay que decir y cómo decirlo, y aún si es posible decir aquello. La escritura poética toma ventaja, adelantándose, respecto de lo que ella debería ser. Como lo son ciertos niños, ella es prematura, inconsistente, por ende. No es algo fiable para izarse al pensamiento mismo, allá en su extremidad final. Sino que, aquí, el pensar, se halla embrumecido, está enredado en el embrollo de lo nopensado, y empeñado en desmadejar la lengua desmanotada, inepta, de la infancia. Javier Campos: Cada poeta, artista, tiene su propio imaginario que es como una maquinita que nos dice qué hacer con un personaje, hablando de la ficción. O qué hacer con el impacto de una imagen primera, caso de la poesía. Entonces esa maquinita se echa a andar para que la expresemos en un papel, o en la pantalla en blanco del computador. También esa maquinita es la que nos reprocesa una imagen, misteriosamente, cuando contemplamos nuestra realidad, interior o exterior. Cuando nos sorprende todo lo que se mueve y no se mueve en este universo. La 93

Chile, un país poético imaginación la tenemos todos los seres humanos, eso ya se sabe, y se usa en las distintas disciplinas desde el diseño de un encendedor hasta el reciente carrito que aterrizo sin problemas en el planeta Marte este enero 3 de 2004 después de viajar millones de kilómetros de la tierra. Y ahora el carrito por 90 días recorre aquel planeta, solo, únicamente manipulado desde millones de kilómetros, por esos increíbles científicos jóvenes, llenos de una sorprendente imaginación. Un constructor de muebles, para poner otro ejemplo, echa mano a su imaginación también para producir un escritorio que a lo mejor lo reprocesó de otro que vio en un catálogo o vitrina, o lo vio en una esquinita en una película que vio la semana pasada en un cine cualquiera. A eso hay que agregar luego su propia imaginación para cambiar tal o cual detalle del escritorio. Otros, claro, tienen una maquinita mejor montada o más eficiente que otros/as y por eso el producto final, que es reprocesar aquella primera imagen que nos impacta, podrá salir un producto original, podrá ser una simple reproducción de lo que ya conoces o sabemos, o puede salir un escritorio horroroso tanto en su forma como en su atractivo estético: un bodrio. Lo mismo en el arte, en la poesía. Pero, en caso de la literatura, no basta tener una maquinita de la imaginación que te haga escribir bien un poema, por ejemplo con buena sintaxis, exactas palabras, adjetivos precisos, ritmo espectacular, sin faltas de ortografías, etc. No, todo lo anterior no basta, o como decía el escritor norteamericano Raymond Carver, -quien escribió más poesía que cuentos pero donde ambos géneros, su poesía y su narrativa, está interconectada por la mirada poética de los sucesos- es que aquél producto final que trabajó esa maquinita produzca un artefacto que posea una perspectiva original de mirar la misma cosa. O leer de otra manera aquellos mismos temas que se han repetido milenariamente en el arte y la literatura. Porque el exilio, o la represión por pensar diferente, el placer y dolor que produce el amor, o el dolor de una muerte, o soñar con utopías personales o multitudinarias, todo eso es tan milenario como Mesopotamia. En síntesis, son muchos que escriben excelentemente bien, pero pocos/as los/las que nos darán esa perspectiva original como decía Raymond Carver. Jorge Etcheverry: Todavía me queda por leer el poema arbitrario. Ambas afirmaciones en la pregunta anterior son extremos de un continuo. La mera acumulación en un texto generado al azar produce un significado al cabo de una cierta extensión. Además, depende del tipo de poema. Un poema por ejemplo dedicado a celebrar a la juventud que pone barricadas en las calles, por su rebeldía, etc., difícilmente puede ser como un poema de diferentes voces y discursos, con frases alusivas a otros referentes, o con elementos intertextuales, etc. Como yo he hecho desde la escritura casi automática, con varias voces, en párrafos, apoyada por el rit94

Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas mo, hasta el poema casi por encargo, centrado en torno a un cierto tema bien específico, creo que el proyecto poético tiende a escoger sus herramientas, aunque hay en todo poeta una escritura utópica, que es lo que él/ella creen que debe ser ‘la poesía’. Santiago Azar: Siempre he rechazado a los creadores que son incapaces de definir o caracterizar sus propios conceptos. Para mí, la teoría no puede ir separada del ejercicio mismo de escribir, de esta forma soy un convencido que el poeta debe ser intuitivo y a la vez disciplinado para generar las razones del escribir en algo más que en una pobre o rica “arte poética”. Por lo mismo, al enfrentarme al proceso creativo, tengo perfectamente clara la idea que quiero concretar, aunque a medio camino me encuentre con ríos diversos y quiera nadar en varios. Logro soportar la tentación de querer abarcar todo y no me disperso de mi idea original. En breves palabras: Es imposible en mi caso particular desechar la idea al juntarla con el proceso de automatización que se inicia con la inspiración. NOTA DE AGRADECIMIENTO A pesar de que han constado a nuestra entrevista numerosos poetas chilenos, ante la imposibilidad material y técnica de incluir las respuestas de todos ellos, hemos seleccionado las de cinco autores: Waldo Rojas, Javier Campos, Jorge Etcheverry, Lautaro Ramos y Santiago Azar. Agradecemos, no obstante, la colaboración de todos los que nos han enviado sus respuestas al cuestionario y que han contribuido a encauzar nuestro trabajo, especialmente a Teresa de Jesús, Bernardo González, Antonio Álvarez Bürger, Carla Vidal, Ulises Varsovia, Malú de Luján, Luis Arias Manzo, Mario Markus, Rubén D. Ramírez Rodríguez. WALDO ROJAS / Noticia bio-bibliográfica. Waldo Rojas (Concepción, Chile, 1944), poeta, ensayista y profesor de Historia en la Universidad de París I (Panthéon-Sorbonne), vive en Francia desde 1974. Su nombre se cuenta entre las figuras más conocidas de la llamada Generación del 60. Su obra poética principal está contenida en los libros siguientes: Príncipe de Naipes, 1966; Cielorraso, 1971; El Puente Oculto, 1981; Chiffré à la Villa d'Hadrien (Cifrado en la Villa Adriana), 1984; Almenara, 1985; Deriva florentina, 1989 y 1993; Fuente Itálica, 1991; Cuatro poemas, Cuatro grabados (con xilografías de Guido Llinas), Ediciones El 95

Chile, un país poético Peral, Montreuil, Francia, 1999;, obras publicadas en Chile y en México, Canadá, España, Suiza e Italia. Una selección reciente de su poesía ha sido editada bajo el título de Poesía Continua, (antología 1965-1992), Santiago de Chile, Ediciones de la Universidad de Santiago de Chile, 1995. Poemas suyos han sido recogidos además en antologías de poesía chilena y latinoamericana. De su labor de traductor literario cabe destacar: Antología de Francis Ponge, Santiago, Ediciones LAR y Servicio Cultural de la Embajada de Francia, 1991; traducción y edición crítica de Vicente Huidobro. Obras poéticas en francés, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1999; Poética del cine, de Raúl Ruiz, Editorial Sudamericana, 2000. Sobre su obra literaria dan cuenta, entre otros trabajos, el libro de Carmen Foxley y Ana María Cuneo, Seis poetas de los sesenta, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1991, y dos tesis doctorales: “La visión de la marginalidad en la poesía de Waldo Rojas”, en La Joven Poesía Chilena en el período 1961 (Institue for the study of ideologies and literature, Minneapolis, Minnesota, 1987), de Javier Campos, y Tópicos literarios recurrentes y cultivo del manierismo en tres obras poéticas de Waldo Rojas (Universidad Católica de Valparaíso, 1997), de Marcelo Pellegrini De publicación muy reciente es una selección de sus escritos de reflexión y crítica literarias, Poesía y cultura poética en Chile. Aportes críticos, a cargo de la Editorial Universidad de Santiago, asimismo que su último poemario Deber de Urbanidad, bajo el sello de Ediciones LOM, Santiago de Chile. JAVIER CAMPOS / Nació en Santiago de Chile. Reside en Estados Unidos desde 1977. Ha sido antologado en diversas colecciones de poesía chilena (Estados Unidos, América Latina, Chile, Alemania, entre otros) y traducciones (Estados Unidos, Alemania). Ha publicado cuatro libros de poesía: Las últimas fotografías (Uruguay, 1981);La ciudad en llamas, edición bilingüe español/inglés (Chile, 1986); Las cartas olvidadasdel astronauta (Estados Unidos, 1991). Este último poemario obtuvo el premio "Letras de Oro" para escritores hispanos residentes en los Estados Unidos. También ha publicado diversos ensayos sobre poesía, narrativa chilena y latinoamericana. Su primera novela, Los saltimbanquis fue publicada por la editorial Red Interacional del Libro (RIL), Santiago de Chile, abril de 1999. Su cuarto libro de poesía, El astronauta en llamas (prólogo de Grinor Rojo), finalista en 1998 en el premio "Casa de las Americas", Habana,

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Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas Cuba. Fue publicado por la editorial LOM,Santiago de Chile, en julio de 2000. Ha sido antologado, entre otras, en 25 años de poesía chilena (1970-1995) (Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, 1996), Tomas Harris y Teresa Calderón, editores. También en varias antologías chilenas y publicaciones en revistas de America Latina, Europa y Estados Unidos. Actualmente es profesor de la Universidad de Fairfield, Connecticut, Estados Unidos. Enseña literatura latinoamericana asi como asignaturas relacionadas con aquel continente en estos momentos de Globalización. Desarrolla periodicamente curso de cine español y latinoamericano. Bibliografía mínima sobre poesía chilena desde 1973 a 2002 (Como señalo, esta bibliografía es mínima pero en los artículos citados, los autores remiten a diversos otros artículos que podrían ser de utilidad para los lectores que deseen ahondar más en lo que concierne a la poesía chilena actual desde 1970 adelante) A.- Artículos sobre poesía chilena reciente publicados en diversas revistas: Campos, Javier. “ Lírica chilena de fin de siglo y (post) modernidad neoliberal en América Latina”, en Revista Iberoamericana, Vol. LX, julio-diciembre, 1994, Números 168-169, pp.981-912. Número especial dedicado a la literatura chilena del siglo XX, dirigido por Oscar Hahn. ____________. “Poesía chilena/latinoamericana det tercer milenio o ¿Cómo escribi(re)mos la globalizacción? En La literatura Iberoamericana en el 2000. Balances, perspectivas y prospectivas, editores. Carmen Ruiz Barrionuevo et al. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2003. Pp.1267-1276. (Editado en CD-ROM). ____________. “El poeta y la globalización; o el horror al Tercer Milenio”, en Revista Mapocho, Primer semestre de 2003. Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile. Pp. 205-214. Mansilla, Sergio. “Sur de Chile. Poesía y memoria histórica”, en Estudios de literatura chilena, hispanoamericana contemporánes (Chile: Editorial Universidad de los Lagos, Osorno, 1996, pp. 247-252. Morales, Andrés. “La poesïa de la generación de los 80: valoración de fin de siglo”, en Actas del congreso SOCHEL (Sociedad chilena de estudios literarios) 1999. Santiago de Chile: Editorial RIL, 2000, pp.322327. 97

Chile, un país poético B.- Revistas periódicas destacadas editadas en Chile sobre poesía chilena (y universal): 1.- Revista AÉREA (Revista Hispanoamericana de poesía), editada por el poeta y editor de RIL (Red Internacional del Libro), Daniel Calabrese, Chile. 2.- Revista TRILCE , editada por el poeta Omar Lara, Concepción, Chile. 3.- Revista Alpha, Universidad de Los Lagos, Osorno, Chile, editada por el críticio y académico Eduardo Barraza Jara, y el poeta y académico Sergio Mansilla. C.- Sitios destacados en Internet sobre poesía y narrativa chilena (y universal) y actualizadas mensualmente: 1.- Patrimonio cultural : http://www.letras.s5.com/ 2.- Escritores chilenos: http://www.escritores.cl/ JORGE ETCHEVERRY/ Jorge Etcheverry Arcaya. Natural de Santiago, llegó a Canadá en 1975. Es doctor en literatura y traductor. Ha publicado los siguientes libros: The Escape Artist/El evacionista, Ottawa, Canadá, 1981; La Calle, Santiago de Chile, 1986; De chácharas y largavistas, novela, Ottawa, 1993; Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Ottawa, 1993; Tánger, Santiago de Chile, 1990, versión inglesa en Ottawa, 1997; A vuelo de pájaro, antología personal, Ottawa, 1998. Tiene publicaciones de prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México y Cuba; se consagra también a la producción de cuadros y dibujos a lápiz y tinta. Desde 1983 sus creaciones, poesía y arte visual aparecen a menudo en inglés por su alias y alter ego Patrick Phillmore, cuya poesía Etcheverry describe como "Una suerte de antipoesía en Inglés" Hugh Hazelton, Ellipse 58, p. 70, 1997. LAUTARO RAMOS / Nació en 1950 en Antofagasta, Chile. Ha publicado: 1.- Poemario "Niño de Chile", ediciones Imágenes Literarias, Año 1989. 2.- Narración "La verdadera historia de Marga-Marga". Ediciones Imágenes Literarias, año 1990. 3.- La Educación Rural Latinoamericana, Ediciones Imágenes Pedagógicas, año 1992. 4.- Poemario: “ El viaje “ Ediciones Imágenes Literarias, año 1997. 5.-“Creatividad y auto-

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Fernando Luis Pérez Poza y Jorge Cuña Casasbellas concepto en el alumno marginado” Monografía financiada por el Proyecto FONDECYT, 1989. 6.- “Cuidemos nuestro suelo contaminado” editado por U. EDUCARES, año 1993 con motivo de haber ganado el Premio Nacional en el Concurso Metodología en el Medio Ambiente. 7.“Juventud y trabajo”, editado por la U.C.V, con motivo del IV Seminario Internacional de Educación y valores”, año 1998. 8.- Texto: “ Creatividad y Reforma Educacional “Ediciones Imágenes Pedagógicas”, Quilpue, Chile, 2000. 9.- Texto “Repensando nuestro lenguaje en un Chile que quiere volar a otros sueños ” Ediciones Imágenes Pedagógicas, Quilpué, Chile, 2001. 10.- “Luna de sueños “, Poemas infantiles, Ediciones Imágenes Literarias, Quilpue, Chile, año 2001. 11.- “Cantares de los corazones desaparecidos “Ediciones Imágenes Literarias, Editado en Barcelona, España, año 2000. 12.- “Poemas de Marga – Marga”, Poemario editado por Ediciones Imágenes Literarias, Quilpué, Chile, año 2001. 13.- “CuentaQuilpué”, relatos, editado por Ediciones Imágenes Literarias Quilpué, Chile, año 2001 Ha realizado los siguientes estudios, especializaciones y masters: - Pedagogía en Enseñanza General Básica en la Universidad de Chile de Valparaíso, 1980, con distinción máxima. - "Investigaciones sociales y educacionales avanzadas", PIIE (Programa Interdisciplinario de Investigaciones educacionales) - Diplomado en Comunicación Escrita, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, 2000 - Diplomado en Lenguaje escrito en Universidad Católica de Valparaíso, año 1999. - Perfeccionamiento en Religión, Departamento de Orientación Cristiana Escolar del Obispado de Talca, 1992. - Diplomado en “Administración y Gestión Financiera en los sistemas Educativos”, Instituto de Investigación Desarrollo y Capacitación, Santiago, 1997. - Diplomado en “Economía de la Educación “, Instituto de Investigación, Desarrollo y Capacitación, 1997. SANTIAGO AZAR / Su obra literaria comienza en 1991, cuando se hace merecedor del primer lugar en el Concurso de Poesía Regional, para estudiantes de Enseñanza Media, organizado por el Ministerio de Educación. A principios de 1992, publica su primer cuaderno de poesía titulado Los Silencios, serie de textos de amor que ofrece al público en ferias de arte regional, con una buena acogida. Ese mismo año obtiene el primer lugar en el Concurso Iberoamericano de poesía "Paz y Cooperación ", organizado por la comisión Quinto Centenario, del Gobierno Regional de Madrid, España, por su obra Punta de Tierra en Tinieblas 99

Chile, un país poético En 1993 publica Navega la Poesía, conjunto de poemas recopilatorios de su obra. En 1994 publicará una segunda edición del texto en tiraje limitado. En 1995 participa como cofundador de la revista literaria Homero, presentándose en diversas ciudades del país promocionando dicho trabajo. Estos textos crean un espacio de difusión no esperado, con varias reediciones seguidas en los primeros números. En 1997, Editorial Mosquito, edita su primer libro El Pez Inquieto, que recibe una calurosa bienvenida en la crítica nacional, con artículos en los medios escritos más importantes del país, como diario El Mercurio, Las Ultimas Noticias, Punto Final, etc. En 1998, es incluido en la antología literaria Poetas del Maule, además de editar un nuevo texto Poemas para el fin de Siglo. En 1999 dirige talleres literarios en la Universidad Católica del Maule y su obra El pez Inquieto es seleccionada por el Fondo del Libro y Lectura del Gobierno de Chile, para su difusión en las principales Bibliotecas Públicas del país, agotándose su primera edición. En 2000, pasa a integrar la planta de talleres artísticos del Instituto de Estudios Generales de la Casa de Estudios mentada. Asimismo, dirige talleres literarios para niños en la Fiesta de la Cultura, Organizada por el Gobierno, en ese mismo año. En Octubre de 2000, publica el libro Canto a la Colorina y otros poemas, de Ediciones Imagi, Talca y dirige la Revista literaria El jinete de palo, dependiente de la Universidad Católica del Maule. Su último libro, Inventario Solemne prontamente se publicará. Del mismo modo, se encuentra trabajando en la antología literaria “Poesía y poder”, de la poesía chilena contemporánea.

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