Colección Cuadernos de Trabajo Presentación

ONT ES C LEER AGIOSO UN ENCUENTRO CON LOS LIBR O S Colección Cuadernos de Trabajo Presentación En el marco del Plan Nacional de Seguridad Alimenta
Author:  Clara Blanco Rivas

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¿A JUGA QUÉ ROBAR, IMAGINAR, TRANSFORMA R... MOS? P Colección Cuadernos de Trabajo Presentación En el marco del Plan Nacional de Seguridad Alimenta

Cuadernos de trabajo. Diciembre, 2013
Cuadernos de trabajo 44 Desarrollo de mecanismos para facilitar el acceso de mujeres a programas promovidos por los Organismos Nacionales de Viviend

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Colección Cuadernos de Trabajo Presentación En el marco del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, y con la cooperación de Unicef-Argentina, el Proyecto Familias y Nutrición promueve los derechos indivisibles de los niños y niñas y desarrolla acciones orientadas a la concreción de los mismos en situaciones cotidianas. Impulsando una concepción integral del desarrollo infantil, entrelaza la nutrición con el cuidado y atención de los niños, las relaciones familiares y sus redes de apoyo. Este proyecto se basa en el reconocimiento de la función primordial de las familias en la crianza y sostén de los niños pequeños y el respeto por sus saberes y prácticas. Para ello, ofrece acompañamiento a las familias a través de facilitadores locales capacitados y comprometidos; cuya función a nivel local es brindar orientación y habilitar espacios para el desarrollo de iniciativas familiares y comunitarias destinadas al bienestar de los más pequeños. Este cuaderno de trabajo forma parte de una colección de siete títulos pensada para leer, compartir y aprender. La trama de cada uno de ellos hilvana ideas, reflexiones, testimonios, textos de autor y propuestas para la acción. ❥

Familias y Nutrición. Hacia una construcción compartida.



Crianza y Sostén. Vínculos para crecer.



Comer Juntos. Alimentar, acompañar, nutrir.



Leer es contagioso. Un encuentro con los libros.



¿A qué jugamos?. Probar, imaginar, transformar.



Redes para la vida. Descubrir y fortalecer lazos.



Herramientas para el trabajo grupal.

Esperamos que estos materiales sean de utilidad para enriquecer la tarea de las personas y grupos que, comprometidos con su comunidad, trabajan para transformar y mejorar la realidad de nuestros niños y niñas y de sus familias.

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Índice

Indice.....................................................................................................................................................2 La punta del ovillo..............................................................................................................................5 Al leer pasan muchas cosas.................................................................................................................7 Un mundo de palabras.......................................................................................................................7 Palabras de un escritor premiado.......................................................................................................8 Hablar, escuchar, leer y escribir.........................................................................................................10 El derecho a imaginar....................................................................................................................... 11 ¿Qué es leer?....................................................................................................................................13 Leer es encontrar sentido.................................................................................................................14 Al leer pasan muchas cosas..............................................................................................................15 Encuentros y desencuentros con la lectura.......................................................................................17 Leer antes de leer...............................................................................................................................19 Todo empieza con juego y palabras ................................................................................................19 Leer desde la cuna...........................................................................................................................20 Palabras al alcance de la mano.........................................................................................................22 Leer antes de leer.............................................................................................................................23 El acompañamiento..........................................................................................................................25 Leer es contagioso.............................................................................................................................27 Libros en busca de lectores..............................................................................................................28 El encuentro de los chicos y los libros...............................................................................................30 Una canasta para los más chicos .....................................................................................................31



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Escenas de lectura............................................................................................................................33 La mesa está servida........................................................................................................................36 Los libros van de visita.......................................................................................................................41 Los libros van de visita... a las familias del barrio..............................................................................41 Los libros van de visita... al jardín comunitario..................................................................................42 Los libros van de visita... por el barrio, junto con la biblioteca..........................................................43 Los libros van de visita... a la radio del barrio................................................................................... 44 A jugar con las palabras ...................................................................................................................45 Puertas, llaves, ventanas...................................................................................................................49 ¿Qué se puede hacer con los libros?.................................................................................................49 Para pensar juntos.............................................................................................................................55 Espacios comunitarios para la lectura...............................................................................................55 Propuestas para decidir entre todos.................................................................................................57 Derechos de los lectores...................................................................................................................60



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“(...) la experiencia de los lectores no difiere radicalmente según los medios sociales, lo que sí difiere son los obstáculos. Para unos todo está dado al nacer, o casi todo. Para otros, la distancia geográfica se agrega a las dificultades económicas y a los obstáculos culturales y psicológicos. Para quienes viven en barrios pobres, en los suburbios de las ciudades, los libros son objetos raros, poco familiares, investidos de poder, que dan miedo. Están separados de ellos por verdaderas fronteras, visibles o invisibles. Y si los libros no van a ellos, ellos nunca irán a los libros.” Michèle Petit1



1. Petit, Michèle. Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura. Fondo de Cultura Económica, México, 1999. M. Petit, antropóloga de origen francés. Sus investigaciones están dirigidas, especialmente, hacia el estudio de la lectura y la relación de niños y jóvenes con los libros.

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La punta del ovillo Un ovillo redondo como el mundo se desovilla en palabras: historias, poesía, chistes, libros. Es el ovillo de lo humano, del que cada uno tiene que encontrar su punta. Hace muchísimo tiempo los seres humanos descubrieron la palabra y así pudieron nombrar las cosas que veían y sentían. Fue su primera manera de leer el mundo. Alguien dijo “árbol”, otro dijo “ cielo”, uno dijo “risa”, alguien dijo “¡ay!” cuando se quemó con fuego. Desde ese momento, no pararon de repetir y crear palabras nuevas, combinarlas y jugar con ellas, descubriendo la magia de la poesía, los cuentos, el diálogo y la conversación. Para guardar sus memorias, crearon relatos que transmitieron de boca en boca, de padres a hijos, de abuelos a nietos, de tribu a tribu... Así, surgieron los mitos y las historias que nos alumbran cada vez que los volvemos a contar. El lenguaje, el pensamiento y la memoria crecieron y crecieron... hasta que llegó el tiempo en el que la palabra hablada se pudo representar, primero por medio de dibujos y después por letras, cuando se inventó el alfabeto. Y lo que cada pueblo hacía, imaginaba y pensaba, comenzó a guardarse en papiros o pedazos de madera molida hecha papel, raspando la cera o como fuera posible. Después de muchas transformaciones e inventos llegaron los libros, pero sólo para unos pocos privilegiados que sabían leer y escribir. ¿Cómo hacer para que todos accedan a la lectura y a la escritura? Esta es la punta del ovillo para encontrar entre todos.



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2. Graciela Montes, escritora argentina contemporánea de literatura para niños.



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Al leer pasan muchas cosas

Un mundo de palabras ❥

La palabra es sonido y con las palabras se canta.



La palabra es un juguete y con las palabras se juega.



La palabra es memoria y con las palabras se cuenta.



La palabra es alivio y con las palabras se calma y se entretiene.



Los libros guardan y echan a volar palabras, imágenes, historias.

Los niños disfrutan el juego con la palabra y las historias contadas; cuentos que vienen de la experiencia, de la imaginación y de los libros. Todo aquel a quien le hayan contado un cuento o una anécdota, sabe qué acercamiento profundo se crea entre el que cuenta y el que escucha. Para acercar a los chicos a la lectura hay múltiples caminos, pero todos empiezan por sentir que la palabra compartida es importante y que nosotros somos importantes en cada camino. Todos somos narradores de nuestras propias historias. Sólo se necesita que encontremos aquella pequeña anécdota vivida que nos emociona o aquel cuento que nos contaron y que tanto nos gustó, para compartirlo con otros. También se trata de escuchar a otros, así tendremos más historias para contar.

Todas las personas tienen derecho a pensar y hablar por sí mismas.



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Palabras de un escritor premiado El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer. Ayudé muchas veces a éste, mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado. Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: “José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera”. Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea. Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo tiempo que suavemente me acunaba. Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: “¿Y después?”. Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo.



Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.

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Mi abuela Josefa, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: “No hagas caso, en sueños no hay firmeza”. Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños. Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: “El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir”. No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada. Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver. José Saramago. Escritor portugués. Principio del discurso que pronunció al recibir el premio Nóbel de Literatura, en 1998.



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Hablar, escuchar, leer y escribir Todos los niños tienen derecho a la educación en condiciones de igualdad de oportunidades.3

Al principio la palabra sirvió para nombrar, para dar sentido al entorno y transmitir algo a otros. La escritura surgió más tarde como otro modo de conocer y comunicar. Hablar, escuchar, leer y escribir sirven para comunicarnos. Las personas de culturas que no conocieron la escritura tenían una gran sabiduría. Aprendían viendo lo que otros hacían, por imitación, acompañando a cazadores experimentados; aprendían de lo que oían, participando de una memoria colectiva. Usaban, principalmente, el buen sentido común que se apoya en la experiencia. Esto mismo ocurre con las personas que no saben leer ni escribir pero saben muchas otras cosas. Las historias que se pasaron de boca en boca guardaron la memoria de los pueblos. Así se fueron modificando y enriqueciendo, con la colaboración de todos, por eso siguen vivas hasta hoy. El lenguaje es la representación del mundo y la escritura es la representación del lenguaje. Un niño aprende a leer y a escribir con todo su cuerpo y su persona, con sus experiencias conocidas y su curiosidad por lo nuevo. No se lee sólo con los ojos, ni se escucha con los oídos, ni se escribe solo con la mano que toma el lápiz. Detrás de esos ojos, esos oídos y esa mano, hay una persona con hambre de conocer, alguien que piensa, que relaciona, que construye interpretaciones, que se apropia del mundo. En la escuela los niños formalizan el aprendizaje de la escritura y la lectura. A la escuela, los padres le confían esta función de enseñanza. La alfabetización es un proceso que se inicia con la vida, antes de ir a la escuela, y una vez que se pone en marcha continúa a lo largo de toda la vida, encontrando siempre nuevos modos de leer y de escribir.

10 3. Referencia al artículo 28 de la Convención sobre los Derechos del Niño

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El derecho a imaginar Decimos luna y nos brilla una imagen aunque estemos en pleno día o en una noche de tormenta. Pero a cada uno se le aparece una imagen distinta:

una luna llena o una media luna rodeada de estrellas o atravesada por nubes en medio del cielo o reflejada en un charco Iluminando el camino o con huellas humanas.

Aunque todos pensemos en la luna, cada uno la imagina de un modo diferente. El poder de la imaginación es muy grande. Es una puerta abierta para que lo desconocido y lo nuevo entre a nuestras vidas. Y como esto puede darnos miedo, o darle miedo a quienes nos rodean, muchas veces mantenemos esa puerta cerrada con siete llaves. La imaginación nos permite jugar, simular algo que no ocurrió, ensayar y prepararnos para lo que pueda ocurrir en la realidad. Nos ayuda a hacerle frente a las adversidades que se nos presentan en la vida. Encantos y desencantos, problemas y soluciones, misterios y enigmas... todo para descubrir y resolver. Como dice Graciela Montes, “la imaginación es un músculo que si no se ejercita, se atrofia”.

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La imaginación, como los sueños, nos permite estar en varios lugares al mismo tiempo y crear. La imaginación es aquel lugar secreto donde puede ocurrir cualquier cosa. Es ese rinconcito privado aunque se esté en un pequeño espacio y rodeado de gente. Las palabras, los juegos y los libros la convocan... si le damos permiso. “Con los libros me siento libre para estar en todos lados, voy y vengo por donde me lleva la imaginación. Pueden hablarme los animales o yo puedo estar... como en los sueños.” Luisa, 43 años. “Con un libro nunca me siento sola, porque ahí encuentro amigos imaginarios.” Leticia, 10 años. “Yo me divierto... a veces cuando estoy leyendo me meto en la historia hasta las manos, y el tipo paso a ser yo! Ahí ya no sé si leo el libro o me hago una película o me estoy inventando una vida...” Mariano, 17 años. “Mientras la maestra nos leía un libro de aventuras en el mar, yo tenía mi propio buque, era el capitán y tocaba la campana, todo al mismo tiempo; y subido a la cubierta daba órdenes. Era como salir de viaje e irse lejos.” Cristian, 30 años. “En estos libros encontré un mundo lleno de fantasías, que es lo que ahora nos hace falta para pasar el sabor amargo de la realidad que nos toca vivir.” Patricia, 28 años.

Los niños tienen derecho a imaginar una realidad diferente.

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¿Qué es leer? Todos los niños tienen derecho a participar en la vida cultural del mundo en el que viven.4

Leer es juego, placer, descubrimiento y esfuerzo, nunca una obligación. Leer no significa entender todo. Leer es imaginar.

Observemos a un chico o a un grande que disfruta leyendo un libro: parece que estuviera en otro mundo, atrapado, encantado, embrujado por la magia y el poder de las palabras.

Leer es tomar palabras de otros para hacerlas nuestras. Leer es movimiento, es actividad, aunque uno esté absolutamente quieto y ensimismado. Leer es un intercambio, un diálogo con otros, con uno mismo y con lo que estoy leyendo. Es estar con otros aunque uno esté leyendo solo, porque en un libro hay muchos otros: el que imaginó y escribió la historia, el que la dibujó, los que hicieron el libro, los personajes de la historia y el que lee, el lector. Leer es un encuentro y para que esto ocurra es bueno que los niños exploren y descubran por sí mismos pero también, que alguien que ame la lectura los tome de la mano, los ayude a mirar y los acompañe a descubrir cosas nuevas. “Escribo para comprender, y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que leyera para comprender. ¿Comprender qué? No para comprender en la línea que yo estoy tratando de hacerlo; él tiene sus propios motivos y razones para comprender algo, pero ese algo lo determina él. Lo que no quiero es que se quede en la superficie de la página. Cuando alguien está en una lectura y levanta la mirada como si estuviera aprendiendo con mucha más intensidad lo que acaba de leer, es el momento en el que ese alguien está totalmente involucrado, como si pensara: ‘esto es mío, esto tiene que ver conmigo’. Uno saca de la lectura lo que necesita.” José Saramago

13 4. Referencia al artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño

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Leer es encontrar sentido Los niños tienen derecho a la libertad de expresión: buscar, conocer ideas e información de todo tipo, sin consideración de fronteras.5

Quienes viven en contacto con la naturaleza “leen” el cielo y sus cambios. Para ellos el día y la noche, la luz y la oscuridad, son pistas. Las nubes indican lluvia. El color de las hojas de los árboles, su caída y sus brotes, son indicios de las cuatro estaciones y permiten anticipar estos cambios. Se “leen” los rostros, los gestos, los sabores de las comidas al cocinarlas: “le falta sal, está frío todavía”... Todos son indicios, que nos permiten anticipar y nos indican algo para hacer. Con los libros pasa lo mismo: se trata de recoger indicios en las palabras y las imágenes para interpretarlas, para encontrar sentido al gran enigma de la vida, para encontrarnos con distintas formas de sentir, vivir y explicar el mundo. Leer o escuchar leer es una manera de zambullirse en otras historias, en otras personas, en otros mundos. La literatura les permite a los niños y a las niñas encontrarse con diversas emociones a partir de sentimientos como

miedo y valentía, envidia y generosidad, celos, posesión y libertad, rabia, enojo, tristeza y alegría, dolor y plenitud, pérdida y encuentro, desamparo y amparo.

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5. Referencia al artículo 13 de la Convención sobre los Derechos del Niño

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“Cuando leo un libro me da misterio el no saber que hay en la otra página. Se llega despacito.” Rocío, 8 años. “Para no quedarme con el suspenso, primero leo el final. Después empiezo tranquilo.” Guillermo, 8 años. “Un libro son dos tapas con emociones adentro.” Fernando, 8 años. “A mí me gusta ver libros de animales y saber si los grandes me mienten.” Horacio, 8 años. “A veces me gusta leer un libro entero, a veces por partes, porque son las más importantes para mí” Laura, 8 años.

Al leer pasan muchas cosas... la función del lector / 1 Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a escondidas. La leyó a pedacitos, noche tras noche, ocultándola bajo la almohada. Ella la había robado de la biblioteca donde el tío guardaba sus libros preferidos. Mucho caminó Lucía, después, mientras pasaban los años. En busca de fantasmas caminó por los farallones sobre el río Antioquia, y en busca de gente caminó por las calles de las ciudades violentas. Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su viaje iba siempre acompañada por los ecos de los ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado, con sus ojos, en la infancia. Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto le ha crecido adentro que ahora es otro, ahora es suyo. Eduardo Galeano6 El libro de los abrazos Editorial Catálogos

15 6. Eduardo Galeano, escritor uruguayo contemporáneo.

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Un libro se completa, se “termina de escribir”, cuando nosotros lo leemos. Cada personaje, escena o trama de un libro se mezcla con los propios sentimientos, recuerdos, miedos y experiencias. A esto se agregan las lecturas hechas con anterioridad. Todo se entrelaza, sin pedir permiso, con lo escrito en el libro que estamos leyendo en ese momento. Por eso, al leer, si bien se busca la historia que cuenta el autor, lo más importante es cómo resuena esa historia en nosotros. Si volvemos a leer ese mismo libro un tiempo después, la historia no será la misma para nosotros porque sumaremos todo lo que nos sucedió en ese tiempo, además de prestar atención a cosas que pasaron de largo la primera vez que lo leímos. Lo que está escrito no cambia, los que cambiamos somos nosotros, los lectores. “Leer es desenrollar un tallarín sin fin.” Victoria, 8 años. “Un cuento es un pulóver tejido con palabras.” Nadia, 8 años. “Un poema es una cajita de secretos.” Candela, 8 años. “Cuando leo poesías, después me dan ganas de cantar.” Daniela, 8 años.

Cada vez que leemos un libro es como si lo volviéramos a escribir.

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Encuentros y desencuentros con la lectura “Algunos libros me gustan tanto, que cuando los termino me pongo a llorar... porque los termino, porque ya no siguen conmigo los personajes, porque la historia se acabó!” Macarena, 9 años. “ Nunca me sentía solo cuando iba a la cama con un libro. Y se me pasaba el miedo a la noche.” José, 25 años. “A veces el principio de un libro no me gusta y quiero dejarlo. Lo que hago es ir al final o por el medio para encontrar algo que me enamore y ahí sigo leyendo. Esto me lo dijo una amiga.” Camila, 16 años. “...Fui dejando de leer... por miles de cosas. Pasó que una amiga me recomendó un libro con tantas ganas y me lo prestó. Ahora estoy atrapada nuevamente. Volví a leer, como hacía rato que no lo hacía, robándole tiempo al tiempo, disfrutando...” Marta, 40 años. Pero no todos son encuentros con la lectura. Viajar con las palabras es irse muy lejos de la propia casa, es irse con el héroe y la princesa e instalarse en esos lugares. Es irse lejos del grupo, de la familia. Es irse del pueblo y descubrir que uno puede andar solo. Y eso causa inquietud en los que se quedan. Hay mundos donde no hay lugar para la palabra escrita y las personas se alejan de los libros. Se los considera peligrosos porque hacen pensar o porque hacen perder el tiempo o porque es un lujo solo reservado para los ricos. Allí sólo hay lugar para la acción, el movimiento, lo útil, o inmediato; son lugares donde los sueños tienen mala fama. Para algunos leer es un riesgo porque “es malo estar sin hacer nada” mientras los demás trabajan. Hay que tejer, cocinar, lavar, arreglar la casa, pero no leer. Leer no está bien visto o hay que hacerlo a escondidas o de noche. Leer es escuchar otras voces y eso también es peligroso, se corre el riesgo de “fugarse” a mundos incontrolables. El desencuentro también puede ocurrir cuando se desconoce la función mágica de la palabra y se les pide a los niños o jóvenes que cuenten o expliquen lo que entendieron, se les obliga a contestar preguntas o a encontrar una sola interpretación a lo que se lee. Todo esto aleja a los lectores de los libros.

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“Siempre me gustó leer. Pero mi mamá cada vez que me veía se enojaba y me decía que hiciera algo más útil. Ella creía que era perder el tiempo.” Rosa, 52 años. “Mi padre decía: “Leer no sirve para nada. ¿Qué puede haber en ese libro? ¿O te vas a creer esas historias?” Alfredo, 41 años. “¡Para mí leer es igual a un golpe! Cada vez que me equivocaba, sabía lo que me esperaba. En la escuela... la cara de la maestra... y después la de mis compañeros!” Roberto, 38 años. “Mi abuela cuando me veía leer, me decía: “¡Andá y viví un poco!” Para ella estar vivo no tenía nada que ver con mi silenciosa actividad.” María del Carmen, 55 años. “En la biblioteca de la escuela hay un montón de libros, pero están en los últimos estantes para que los chicos no se enteren.” Ana Luz, 8 años. “Quedé peleada con la lectura por mucho tiempo... en casa había libros, pero yo no podía tocarlos, los que me daban para leer no me gustaban. No podía elegir.” Ana, 27 años.

Los niños tienen derecho a preguntar y explorar.

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Leer antes de leer

Todo empieza con juego y palabras Todos los niños tienen derecho a desarrollar su personalidad, aptitudes y capacidad física y mental hasta el máximo de sus posibilidades7

Cuando el bebé descubre que puede emitir sonidos se apropia de ellos, cada vez con mayor precisión. Eso le da mucho placer, ya que sus primeras aproximaciones al lenguaje tienen que ver con el juego. Durante los primeros años de vida el lenguaje está lleno de misterio, es como un juguete con el que se desea experimentar. A los bebés les produce mucho placer participar en juegos tradicionales imitando gestos y movimientos, como “tortitas de manteca”, “qué linda manito”, “este dedo compró un huevito”... acompañando las palabras y las canciones que les propone un adulto. Como un puente, estos juegos les permiten encontrar sentido a lo que los otros dicen y responder produciendo por sí mismos vocalizaciones y movimientos para expresar deseos y emociones. Este maravilloso descubrimiento del mundo de la palabra y el ritmo, es el inicio del intercambio de interpretaciones que abre el camino hacia la lectura y empieza como un juego. El aprendizaje de la lectura comienza desde el inicio de la vida, cuando a los niños les sobra entusiasmo y curiosidad para descubrir y comprender el mundo que los rodea. 7. Referencia al artículo 29 de la Convención sobre los Derechos del Niño

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Para ampliar la mirada, ver el Cuaderno ¿A qué jugamos?, capítulo Crecer jugando. De un lado para el otro.

Para ampliar la mirada, ver el Cuaderno Crianza y Sostén, capítulo Organización de la vida cotidiana. ¿Dónde ponemos al bebé?

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Leer desde la cuna Los bebés “leen” a los adultos: con unos se sienten más seguros, con otros no. Saben cuándo es de día y cuándo es de noche, porque “leen” la luz y los sonidos cotidianos. “Leen” el movimiento y las palabras que anuncian la comida. Es decir, van recogiendo indicios:

olores, sensaciones agradables y desagradables, sonidos, silencios, presencias o ausencias, tiempos de espera y de satisfacción. Los adultos que los cuidan también los “leen”. Es decir, interpretan sus necesidades a partir de indicios: sus llantos, sus sonrisas, sus aprendizajes. Si los bebés son lectores de la vida desde que nacen, ¿cómo no van a poder leer un libro? Además, les encanta que se los leamos: les gusta el sonido de la voz, la disposición a pasar un rato con ellos, poder tocarlos, hojearlos, chuparlos. Los bebés leen todo lo que hay en su mundo con la boca porque es su manera de conocerlo, saboreándolo, como si quisieran devorarlo. Pero también leen con los ojos, con las manos, con todo el cuerpo. Desde muy pequeños, los niños se apropian de lo que tienen a mano: la cuchara, la pelota, la tapa de la olla... Y aprenden a utilizarlos por medio del juego: los chupan, los tocan, los huelen, los golpean, los ponen del derecho y del revés, explorándolos hasta descubrir su uso social.

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¿Y con los libros qué? Si ponemos un libro al alcance de un bebé, alrededor de los 6 meses, podemos ver que muestra interés por las imágenes y por el libro todo. Más adelante, frente al libro preferido, mirará en detalle las ilustraciones que en él aparecen y hasta detendrá nuestra mano cuando intentamos pasar la página. Y cuando ya camine y hable, leerá las historias a partir de las imágenes, sintiendo hasta su olor y su calor. Los libros son buenos amigos si pueden explorarlos y leerlos a su manera y si escuchan las historias que les leen los adultos que están cerca.

Desde que nacemos somos lectores del mundo.

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Palabras al alcance de la mano Matías, de dos años, aburrido quizá del largo viaje en micro y mirando la hilera de árboles que pasan por su ventanilla, comienza a repetir para sí mismo, jugando con la cadencia: “arbolito me tenés cansadito, arbolito me tenés cansadito...” Una vez que el niño se apropia del lenguaje hace de él un uso libre y espontáneo. Con él arma y desarma, encontrando su propia forma de expresar sus pensamientos. Cecilia, de tres años, mientras se prueba unas zapatillas que le regalaron, exclama: “¡Qué bien corren estas zapatillas!” Cuando toca el cabello de su mamá, le dice “ ¡Qué lindo! ¿Dónde lo compraste?” Para sugerencias de juegos con el lenguaje, rimas y canciones, ver el Cuaderno ¿A qué jugamos?, capítulo Una valija repleta de juegos...

A los niños pequeños les gustan las canciones, las rimas y los juegos con las palabras; les gustan los sonidos de animales o de sensaciones como “puaj, puf, toc-toc, muuu/, miau, kikirikiiii...” Repiten canciones o fórmulas como “¡Qué llueva, qué llueva, la vieja está en la cueva!” o “Abracadabra, pata de cabra”. Son coleccionistas de palabras. Cuando aprenden una palabra que les llama la atención en las conversaciones de los adultos, la usan todas las veces que pueden. Y cuando se apoderan de la palabra hablada, algunos son capaces de preguntar si Caperucita vive cerca o lejos, ¡porque la consideran real! También les gustan mucho los libros con ilustraciones. Señalan las imágenes, a veces las acarician o les cantan. Para ellos son como un tesoro.

Antes de leer como los grandes, cada uno lee a su manera.

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Leer antes de leer Magalí acostumbra a ayudar en la cocina y está familiarizada con recetarios que junto a su mamá consultan a menudo. Tiene cuatro años. Antes de comenzar a cocinar y para entretenerla, su mamá le ofrece uno para que busque la receta de las empanadas. Magalí comienza a hojearlo, página por página, en actitud de lectura. Después de un rato, muestra la página correspondiente diciendo al señalar el título: “¡aquí está!”. Enseguida señala la enumeración de los ingredientes indicando: “¡Esto es lo que necesitás!“. Sorprendida, su mamá le pregunta: “¿Cómo te diste cuenta?” Señala el dibujo de las empanadas que aparece cerca del título. Dice que sabe qué es lo que necesita porque está: “así”, haciendo un gesto con la mano de arriba para abajo que alude a la forma del listado en que se enumeran los ingredientes y por el “redondelito”, señalando la marca que acompaña a cada uno. Magalí lee. No lo hace como los grandes, pero es claro que aprovecha las pistas que le dan la ilustración y la distribución de las palabras en la hoja, para saber que allí está lo que busca. Así puede anticipar que esa es la receta de las empanadas. Ha descubierto que cuando se lee, seamos grandes o chicos, tratamos de anticipar lo que está escrito. Esta niña ya ha comenzado a alfabetizarse. Esto puede ocurrir tempranamente si los niños están rodeados de diversos materiales escritos: libros, revistas, diarios... y si tienen un contacto placentero con ellos. La lectura se contagia a través de: ❥

Las ganas



Las emociones



El tiempo para compartir



La compañía



La presencia de libros alrededor



El juego



La curiosidad



El entusiasmo

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Se necesita, además, alguien cerca que a través de la lectura les revele que esas “marcas” en un libro son palabras que contienen una historia, una información, un juego... O sea, que “eso que está escrito” tiene sentido para nosotros. Si observamos una niña o un niño de dos o tres años, que juega con un libro en sus manos y “hace que lee” y dirige sus ojos de izquierda a derecha... ¿No diríamos que ya descubrió la dirección en que se escribe nuestro idioma? Es común suponer que los niños aprenden a leer cuando ingresan a la escuela y también que no saben nada de la lectura y la escritura hasta ese momento. Esto es como creer que hasta que no tienen la orden de pensar ¡no se les ocurre hacerlo! Con los libros, aunque no puedan leer como los grandes, los niños pueden disfrutar, preguntarse, encontrar respuestas, información y explicaciones. Si los libros se valoran desde el principio, el encuentro con la lectura estará asegurado. Primero son los cuentos y los cantos, los juegos de palabras que cada uno aprendió de otros. Pero si desde el principio, además de hablar y cantar se ofrecen libros, los chicos podrán ampliar su capacidad para hablar, escuchar, leer y escribir. Cuando un adulto le lee un cuento, el niño percibe que las palabras que el adulto dice están en el libro. No quiere que se cambie una sola palabra de la historia ya conocida, porque tiene la certeza de que la letra escrita dice algo y porque le encanta recuperar lo que tanto le gustó. Además, al escuchar leer a distintos lectores, se pone también en contacto con diferentes entonaciones de voz y expresiones.

Con libros y adultos disponibles para leer y acompañar, el “contagio” estará asegurado.

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El acompañamiento La lectura es vínculo y diálogo entre dos: entre el que lee y el que escucha, entre el lector y el libro, entre las historias y su sentido. Las palabras recogidas en talleres de “Leer es Contagioso”, en la ciudad de Rosario, muestran la importancia que tiene la presencia de los adultos cuando acercan palabras y libros. Al proponerles un ejercicio de recuerdo de las primeras imágenes ligadas a las palabras, las narraciones, los libros y la lectura, surgieron diferentes escenas: ❥

Una mamá que contaba cuentos en la cama y una abuela que contaba historias de la vida real.



Un papá que regalaba libritos.



Una mamá que narraba cuentos tradicionales y películas.



Un papá que compraba novelas y las leía en la mesa, para todos.



Una bisabuela que no sabía leer ni escribir pero contaba sus vivencias de cuando era chica.



Otra bisabuela contaba historias del lobizón y de “Solapa”, un personaje que daba miedo a los chicos.



Una amiga que contaba historias de brujas o aparecidos.



Abuelos y abuelas que contaban historias de sus vidas, de sus seres queridos, de la guerra.



Un dentista que contaba cuentos a sus pacientes para que no tuvieran miedo.



Una mamá que, después de una operación de su hija de 11 años, le regaló “Alicia a través del espejo“, especial compañía para atravesar ese momento.

En estos testimonios aparece el fuerte vínculo afectivo que une libros e historias a esa figura que dio la posibilidad de acercarse a ellos, en un clima de intimidad y placer.

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Para acompañar a los niños en el descubrimiento y disfrute de la lectura se necesita: ❥

Encontrar la ocasión, hacerse de tiempo y tener el gusto por hacerlo.



Adultos atentos y disponibles para que los chicos vayan ganando independencia a medida que se mueven con los libros “como pez en el agua”.



Una relación de igual a igual entre adultos y niños, en un clima de respeto y confianza mutuos.



Adultos receptivos que le permitan a cada chico encontrar lo que más le conviene, en el momento que lo necesite.

“Recuperé la memoria de lo que leía alguna vez: “Digo sol y la palabra brilla, digo flor y la palabra huele...” Recuperé el encuentro con la palabra y el disfrute que tenía tan olvidado. ¡No veo la hora de acercar estos libros a los chicos!” Mónica.

Todos los niños tienen derecho a ser escuchados y a escuchar; tienen derecho al diálogo.

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“Dar a leer”, “dar a jugar”, “dar a sentir”, “dar a pensar”. Como se da de mamar o de comer. Así como la nutrición es vital para crecer y desarrollarse, los libros nutren los sentimientos, el juego, las ideas, la vida. ¿Cómo hacer para que los chicos tengan un profundo encuentro con los libros?

Para ampliar la mirada, ver el Cuaderno Comer Juntos, capítulo Dar de comer.

¿Cómo hacer para que las familias se encuentren con los chicos y los libros y tengan ganas de leer el mundo y los libros? Entre todos, en talleres de capacitación, buscaremos respuestas a estas preguntas y nos haremos otras, “en un cuento de nunca acabar”... Leer es contagioso se propone brindar, a los niños y sus familias, la posibilidad de tomar contacto cotidiano con libros para disfrutar, para conocer, para conversar, para hacerse amigos...

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Si conoce alguno, invítelo a leer juntos estas páginas para sumarse a leer entre todos, a leer a otros, a leer...

Libros en busca de lectores Todos los niños tienen derecho a leer libros.8

Leer es Contagioso aporta, a quienes les interese este proyecto, libros para los niños y sus familias que fueron seleccionados con los siguientes criterios:

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Libros para niños y niñas que saben leer convencionalmente pero también, para los que leen a su manera antes de leer como los grandes.



Variedad de géneros literarios: cuentos, poesías, juegos con las palabras, libros de información.



Cuentos tradicionales, los de “había una vez...” que son conocidos por todos, de boca en boca, de generación en generación.



Libros de una misma colección.



Libros con texto y sin texto (sólo ilustración pero que cuentan una historia)



Libros donde los protagonistas pueden ser animales, personas o...

8. Referencia al artículo 17 de la Convención sobre los Derechos del Niño

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Calidad literaria y plástica (diseño e ilustración)



Libros que permitan el encuentro con las emociones, las ideas y el juego.



Historias que plantean conflictos y resoluciones, identificaciones, vínculos y descubrimientos.



Variedad de autores de literatura para niños, argentinos y extranjeros.



Variedad de estilos literarios y de ilustración.



Ilustraciones en color y en blanco y negro.



Variedad de materiales y texturas: libros de tela, plástico, cartón y papel.

Los libros estarán acompañados por talleres de capacitación para: ❥

Presentarlos, explorarlos, familiarizarse con ellos.



Decidir entre todos cómo compartirlos con las familias, los jardines y centros comunitarios, las bibliotecas...



Organizar los espacios de lectura y el registro de préstamos.



Conocer la diversidad de textos que contienen.



Leer sus tapas, conocer títulos, autores e ilustradores.



Descubrir colecciones.



Dar vuelta un libro y ver qué nos dicen sus contratapas: algunos traen “pistas” sobre su contenido, otros indican para qué edad están pensados. (Aunque sabemos que los buenos libros “no tienen edad”, son un deleite también para los adultos)

De atrás para delante, del derecho y del revés, cada uno lee a su manera.

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El encuentro de los chicos y los libros Desde las épocas más remotas, las personas se reúnen alrededor del fuego, debajo de un árbol o sobre una alfombra para escuchar relatos, canciones o poemas.

Una idea para hacer una alfombra para sentarse a leer: Unir trapos de piso con telas e hilos de colores.

Presentar los libros a los niños puede ser una gran fiesta. ¡Vamos a armar el espacio para este importante encuentro! Necesitamos un lugar cómodo y atractivo, mesas de la altura de los chicos, con los libros puestos con las tapas a la vista. Una alfombra en la zona más luminosa, que va a delimitar el “espacio de la libertad”, “un refugio mágico”, almohadones para que cada uno los utilice como quiera. En ese espacio se pueden poner: ❥

Cajones de frutas pintados, estantes a la altura de los chicos o canastas y bolsas que luego se utilizarán para que circulen entre las familias.



Un cajón con elementos para disfrazarse, para “ser otros”: desde un viejo par de anteojos hasta sombreros, pañuelos, ramas y telas para armarse trajes. Así, los niños podrán ser al mismo tiempo actores, espectadores y creadores de múltiples historias fantásticas.

Algunas maneras de acercar a los niños al mundo de los libros:

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Mirar las tapas y leer los títulos.



Mostrar sus ilustraciones y pedir que cuenten qué ven, qué imaginan que va a suceder en esa historia.



Leer algún párrafo que lo emocionó.



Comentar sobre los personajes y las historias, ¡cuidando de no contar el final!

Una clave Para que este momento sea mágico, se necesita crear un clima distendido y de intimidad, generar una sensación de encantamiento...

Previamente, el facilitador hace un listado de todos los libros para que puedan circular hacia los hogares, comedores, jardines comunitarios, sociedades de fomento, etc., organizando los préstamos. Esto le permitirá saber con qué cuenta y pensar en actividades para realizar con los niños.

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Una canasta para los más chicos ¡No hay tiempo que perder! Desde los primeros meses de vida es posible nutrir el mundo que rodea a los pequeños para que ellos se nutran de él y desarrollen todas sus potencialidades. Una “canasta” con libros en un comedor barrial, un centro de salud o en medio de una sala maternal, acompañada de algunos almohadones, es una buena oportunidad para iniciarse en la lectura.

La canasta está a disposición, junto a quien ofrece los libros e invita a tomarlos y explorarlos libremente. Los niños, por propia iniciativa, comienzan a gatear hasta alcanzarla. Primero habrá un momento de “exploración libre”. Tomarán los libros, los olerán, chuparán, morderán... Agotado ese momento de exploración libre, el adulto comienza la narración o lectura en voz alta de un cuento. Éste es un espacio que dura lo que los niños decidan, según su interés.

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A partir de allí, suele darse la elección de algún otro libro y, alrededor del año de edad, son los mismos niños los que “les leen” a otros. Clara, de 18 meses, ha desarrollado con cada libro una relación distinta. Del contenido de la canasta elige, especialmente, uno que tiene muchas ilustraciones de animales. Es su preferido. Cuando lo lee junto a un adulto, se detiene en algunas ilustraciones y comienza a señalar con el dedo como pidiendo información; cuando comparte el libro con otra niña, ella lidera la lectura y muchas veces al reconocimiento de algún animal le agrega la imitación de la voz, cerrando la escena con un aplauso al que se suma su compañera de lectura, muy poco mayor que ella. Esta situación, se repite con frecuencia y con diferentes niños: Clara es muy solicitada por sus compañeros como lectora; “leerle” a otros le provoca mucho placer. Así como una rica comida se hace con ingredientes variados, la canasta tiene que ofrecer variedad de libros, distintas posibilidades para distintos lectores y momentos. Se elegirán los libros de tela, plástico o con su tapa y hojas de cartón duro porque son más resistentes y no hay peligro al llevárselos a la boca.

Libros para bebés: de tela, de plástico, de goma, con tapas y hojas de cartón duro.

Los libros con imágenes son muy importantes en esta etapa y es conveniente que presenten objetos y personajes sencillos, que puedan reconocer y muchas veces, acariciar: por ejemplo un perro o un gato. La presencia de elementos familiares para la vida cotidiana de los bebés les permite darse cuenta que las cosas reales que los rodean pueden ser representadas por medio de dibujos. Les encantan los libros donde el relato es acompañado por una pequeña canción, onomatopeyas o situaciones que se repiten con frecuencia a lo largo de la historia.

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Escenas de lectura Todos los niños tienen derecho a expresar su opinión libremente.9

¿Cómo se contagian las ganas de acercarse a los libros? ❥

Al procurar que los libros se vuelvan cada vez más familiares.



Al crear un buen clima y con mucha paciencia invitar con humor a disfrutar de ese momento.



Al leer de diferentes maneras y permitir que los niños hagan lo mismo.



Al compartir emociones.



Al proponer espacios de libertad, preguntas y diálogo.

Los niños van entrando. Todavía no es la hora, pero saben que pueden llegar antes y comenzar a curiosear, a hurgar los libros. Estamos en un centro comunitario o en un espacio de apoyo extraescolar con los libros de “Leer es contagioso” y después de la capacitación de quienes tenían ganas de ser “contagiadores” de lectura. A quien esté a cargo de este espacio, lo llamaremos “contagiador”, porque las ganas y el entusiasmo por la lectura se contagian.

Todos los niños tienen derecho a buscar y recibir información.

Si un niño descubre que el adulto se emociona al leer una historia, él también tendrá ganas de curiosear en ella. Si el adulto invita a los niños a visitar mundos imaginarios y fantásticos, ellos aceptarán el desafío de esta aventura. Es importante que haya un joven o un adulto que los tome de la mano y los ayude a mirar, especialmente, a los que se animan menos.

33 9. Referencia al artículo 13 de la Convención de los Derechos del Niño

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Explorar, conocer, descubrir Algunos exploran, deteniéndose a mirar como para elegir con cuál quedarse. Mientras bucean, intercambian con sus compañeros y a veces se asocian en los descubrimientos o en la lectura. Un grupo se acerca a una mesa cercana donde suelen aparecer libros nuevos y diferentes a los que hay en los cajones de manzana. Los niños se motivan entre ellos. Descubren el permiso de elegir entre tantos libros, de enamorarse de uno y volver a él una y cien veces. Pero también, de rechazar un libro y quedarse con el que más quiere.

Cada uno se ubica donde más le gusta Están los que ocupan la alfombra y los almohadones, los que prefieren una silla y una mesa, los que se apoyan en la pared, los que salen a leer afuera...

Cada uno elige su forma de leer Hay quienes leen por sí mismos en una especie de ceremonia privada; otros lo hacen en pareja, intercambiando opiniones. Una nena lee en voz alta para un pequeño grupito. Algunos, le piden a quien los recibió y está a su disposición, que les lea el libro que eligieron; ya pudieron comprobar, en otras oportunidades, que le encanta hacerlo. Muchos ya leen como lo hacemos los adultos; para otros, en cambio, son las primeras experiencias de lectura.

La lectura en voz alta Cuando leemos una historia en voz alta estamos ofreciendo un regalo inolvidable, cuyo impacto está a la vista: los ojos asombrados, la boca levemente abierta, la respiración más lenta...

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Todos los niños tienen derecho a elegir

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Descubrimos la atracción que ejercemos y el poder que emana de nosotros cuando leemos para otros. El que oye puede entrar por la ventana o por la puerta principal de la historia. No importa por dónde entre, pero sabe que puede hacerlo, que nadie le va a cobrar entrada preguntándole al final qué fue lo que entendió. Lo importante es habilitar espacios de opinión e intercambio entre distintos puntos de vista para ampliar la propia mirada.

Lo difícil es posible Todos pueden medirse con gigantes y tener un duelo con dragones; encontrarse con el mago, el ogro y la princesa o viajar a planetas desconocidos.

Cuando escuchamos o leemos, somos dueños de las palabras y de los tesoros de nuestra imaginación. Y cuando conversamos, después de leer en grupo, nos encontramos con distintos puntos de vista sobre una misma historia, distintas maneras de ver y de sentir.

Otras propuestas Expedición a la biblioteca También se puede proponer a los niños que exploren la biblioteca, que traigan algunos libros que le vamos pidiendo o que los coloquen en su sitio para que no se pierdan y así, se ordene el desorden.

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Al hacer esto comienza una expedición a nuevos territorios que permite hacer comparaciones, descubrir semejanzas y diferencias. Hay varios libros de animales, pero no son todos iguales. ¿Por qué? En todo momento, se les ofrece a los niños que elijan uno o más libros, entre muchos otros. Imaginar la historia... También existe el encanto de hojear y abrir un libro por cualquier lugar o comenzar por las ilustraciones. Se puede pedir que anticipen lo que esperan encontrar a partir de los dibujos de la tapa o del título e intercambiar opiniones entre todos. Releer lo que nos gusta Cuando decidimos releer las partes que nos gustan, podemos volver a saborear aquello que nos deslumbró. Releer es una actividad muy importante para comprender lo que se lee y ampliar el sentido. Cada vez que regresamos a una parte ya leída, se descubren otras cosas, en una historia de nunca acabar. Puede ocurrir que los chicos le pidan a quien está leyendo que lo vuelva a leer porque les gusta, porque les dio risa, porque quieren volver a disfrutarlo. Pero también, hay que mostrar el valor de la relectura. Ante una pregunta de alguno de los chicos o una discusión sobre si pasó esto o lo otro..., volver a leer esa parte es muy esclarecedor.

La mesa está servida Acercar libros variados y cálidos, con humor y maravilla que despiertan el apetito de historias y conocimientos de mundos a conquistar: el mundo propio, el mundo en que vivimos, el mundo de los otros, el mundo de los imposibles. Leer libros es leer todos estos mundos.

¿Cómo “preparar la mesa”? Se disponen los libros de manera que se vean las tapas, es conveniente calcular dos libros por niño para que cuando elijan siempre queden algunos que no se eligen y al mismo tiempo, no haya tantos libros que abrumen.

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Los “menús” tienen que ser variados de manera de poder ir ampliando los gustos. Para que cada uno encuentre un libro que le interese tiene que haber de todo un poco: cuentos, poesías, libros de información...

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¡A la mesa! Con la mesa servida se invita a chicos y grandes a explorarlos. Es importante aclararles, a quienes participen del encuentro, todo lo que pueden hacer con los libros: ❥

Recorrer la mesa o la alfombra para mirar todo lo que hay.



Levantar el que más les llame la atención.



Tocarlos.



Hojearlos.



Olerlos.



Leerlos cada uno a su manera: de atrás para adelante, de adelante para atrás, abrirlos por donde tengan ganas.



Mirarlos y leerlos solos, con otro, o con quienes quieran.



Comentar con los que tienen cerca.



Preguntar.



Descubrir.



Compartir.



Pedir que se los lean.

Durante este momento de exploración, puede ocurrir que algunos miren varios libros a la vez, otros tomen un libro y lo exploren solos y muy concentrados, otros vayan cambiando de libro rápidamente. Cada uno se encuentra con los libros como quiere y como puede.

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Autonomía y confianza Es importante estar atentos a aquellos chicos o adultos que no se animan a tomar contacto con los libros por timidez o porque no tuvieron experiencia con ellos. En estos casos, la intervención del facilitador puede cambiar las cosas si los ayuda a mirar, a leer, si les cuenta algo en relación con el libro o la historia, si los entusiasma. Una vez que se animan... es bueno dejarles el libro para que lo sigan leyendo solos un rato, avisándoles que en un ratito vuelven. Así se genera autonomía y confianza lectora por un lado, y por otro, se pueden ocupar de otros chicos y adultos que estén en la misma situación. Siempre hay quienes necesitan más acompañamiento aunque hay que cuidar de no hacer todo por ellos y dejar lugar a su actividad e iniciativas. Si se conocen los libros, sus historias, sus diferencias, es muy fácil hacerlo con preguntas, comentarios, mostrando algún detalle curioso... Juan tiene tres años, y le gustan mucho los libros. Busca en ellos ilustraciones de perros y de acuerdo a las similitudes que encuentra con el suyo que se llama Lobo, le va contando a los chicos que lo acompañan: “...Este es Lobo, ¡este no!”. La “mesa servida de libros” le permitirá a Juan y a sus compañeros ampliar y diversificar su apetito lector. Es necesario pensar en un nutrido menú para estos comensales, dando lugar a un significativo ritual de lectura pleno de comentarios, intercambios y placenteras sensaciones.

Una mesa para muchos “comensales” ❥

Los que avanzan con una mezcla de audacia y cautela sobre los renglones siguiendo muchas veces con el dedo lo escrito, como quien se sostiene para no caerse.



Los que ya descubrieron que según cómo las letras se combinen dicen cosas diferentes y están muy interesados en buscar qué dicen.



Los que, con decisión, quieren conquistar su condición de lectores.

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¿Cómo elaborar propuestas que abarquen a comensales tan diversos? Los libros no tienen edad. Son para que los disfruten tanto los chicos, aún los bebés... como los adultos. Inclusive, si una mamá los lee cuando está embarazada, ¡los está leyendo el bebé que lleva en su panza!

Los libros atrapan a chicos y grandes por igual.

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Los libros van de visita

Los libros van de visita... a las familias del barrio Releer el libro que tanto nos gustó es una de las actividades preferidas de los lectores. Por eso, cuando un libro o una historia nos atrapa no queremos separarnos. También puede ocurrir que, después de un encuentro de lectura, queden ganas de llevar un libro desconocido para descubrirlo tranquilos, en casa, para mirarlo y leerlo todo el tiempo que queramos y para compartirlo con toda la familia. “Algo tan lindo que viví quiero que lo vivan los demás”. De esta manera, los mismos chicos son “contagiadores” en sus familias, para compartir y disfrutar también con ellos, en algún rato libre. Por eso es importante, prestarlos de encuentro a encuentro o en el fin de semana. Otra buena manera para el encuentro de los libros, los chicos y las familias, puede ser visitarlas con cajas, bolsas o mochilas, con un menú variado de libros para curiosear y decidir por cuál empezar. Ésta es una experiencia para que juntos descubran que se pueden elegir cuentos para los niños, libros con colmos y adivinanzas para que jueguen grandes y chicos, otros con canciones que emocionan a la abuela y que nos puede enseñar a cantar... Hay para todos.

Los libros pueden llegar a las familias en canastos, mochilas, carretillas o valijas.

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Los libros van de visita... al jardín comunitario El jardín comunitario es otro lugar de encuentro entre libros y lectores, otra buena puerta de entrada para iniciar intercambios de experiencias lectoras. Algunas ideas: ❥

Visitar a los niños y educadoras del jardín del barrio, llevando libros para que los conozcan;



Hacer una mesa de libros para que puedan explorarlos y despedirse leyendo un cuento especialmente seleccionado para ellos;



Dejar, al final, algunos libros prestados, acordando entre todos la fecha de devolución para que los libros sigan rodando.

En una siguiente visita será necesario volver para ofrecer un nuevo préstamo y recibir comentarios de los libros que ya leyeron; también despedirse con la lectura de un cuento, esta vez elegido por los niños. Al principio o al final de estos encuentros, el “contagiador” puede dejar caer una copla, una poesía o una adivinanza, que pone por escrito en una hoja para que los chicos la aprendan y la compartan con su familia. En el próximo encuentro ellos podrán sorprender con otras coplas, adivinanzas, juegos con la palabra que hayan “pescado” por allí, entre sus familias y vecinos... como verdaderos “cazadores de palabras”. Para que los libros no se pierdan y los chicos no pierdan la memoria de qué libros han leído, se puede pedir que junto a las educadoras anoten los libros que quedan en préstamo y hagan una marca cuando los devuelven. Este registro es compartido por todos, incluidos los más pequeños, porque es una buena forma de organizar el préstamo y aprender a cuidarlos para que otros puedan disfrutar de ellos. Si esto se puede hacer, estaremos creando verdaderos “círculos de lectores”. En otra visita, el "contagiador" desafía al grupo comenzando una historia, inventada por él para que cada uno de los chicos y las educadoras se sumen al juego, haciéndola crecer entre todos.

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Aunque los chicos no sepan escribir todavía, un adulto puede escribirla en un papel y volver a leerla con ellos cuantas veces quieran. También podrán dibujar esa historia en otro momento y, poco a poco, ese grupo tendrá un “libro hecho a mano” por todo el grupo. Otra vez, se presentan tarjetones con los nombres de personajes de cuentos conocidos por los chicos, de los tradicionales o de los que les atraigan más. Se mezclan como un mazo de cartas y se eligen dos. Por ejemplo: Cenicienta y el lobo de Caperucita Roja. Entre todos inventan una historia que los vincule. Y después... ¿quién se anima a contarla al revés?

Los libros van de visita... por el barrio, junto con la biblioteca Si ya hay una biblioteca en el barrio es muy importante que se sume a los encuentros de los chicos y sus familias con los libros. Para que las bibliotecas no se conviertan en lugares quietos y vacíos se puede salir con ellos a la calle en busca de lectores. Convocar a los niños y sus familias para compartir libros y lecturas, narraciones, conversaciones. Espacios que recuerden a los juglares que iban de pueblo en pueblo, llevando historias y cantos que hacen crecer la imaginación, alivian las penas, devuelven sonrisas olvidadas y fortalecen el sentido del humor. Para eso, se podría cerrar una calle una vez cada tanto y poner mesas servidas de libros en una esquina del barrio o en una plaza y armar una Biblioesquina o una Biblioplaza. El vecindario podría poner un nombre a este suceso y a la calle, de modo tal que el encuentro se transforme en una fiesta propia. Por supuesto que cada mesa tiene que tener adultos dispuestos a mostrar, permitir, curiosear, leer y contestar todo lo que los lectores necesiten.

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Podemos pensar distintas actividades para cada mesa: Alrededor de una mesa se leen poemas; en otra se recuperan las canciones de infancia o sucesos que pasan de boca en boca; en alguna otra están los cuentos. En todos los barrios hay vecinos con habilidades de narrador, deseosos de compartirlas. Si es así, también puede haber una ronda de cuentacuentos.

Los libros van de visita... a la radio del barrio ¿Existe una radio barrial que puede dar “a los cuatro vientos” la buena noticia de que hay libros para leer y compartir? Asociarse a la programación del espacio diario, agregaría un servicio al que ya presta la radio a la comunidad. Un emprendimiento en común con la radio podría convocar a diferentes personas, adultos, jóvenes y niños para que lean y recomienden libros. También sería un espacio para difundir las historias barriales que guardan los vecinos más antiguos, o los cuentos o anécdotas recogidas en las conversaciones con las familias. Una adivinanza, una copla, un cuento leído “de pe a pa”, con efectos especiales puede ser el disparador para que otros vecinos hagan lo mismo. Comentar algunos libros diciendo algo curioso sobre ellos puede provocar la inquietud de saber cómo termina la historia o leer algo más del mismo autor. Dar ganas de leer, hablando de algunos libros, sin contar el final, por supuesto. Una oportunidad de ofrecer información sobre los libros que están a disposición de los oyentes, donde encontrarlos, comunicar las fechas y horarios de los encuentros de lectura y los de intercambios entre lectores.

Leer es una fiesta.

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A jugar con las palabras Coplas, rondas, nanas, son textos interesantes para los niños pequeños, por el sonido y el sin sentido. De este modo, ellos descubren que hay palabras que sirven para nombrar las cosas, pero también las hay poéticas, pícaras, sorprendentes. Las palabras se convierten así en juguetes, junto con las muñecas y los autitos. Con los niños de cuatro o cinco años podemos organizar el juego del eco: cada uno de los niños, por turno, dirá una palabra y el resto actuará de eco repitiendo la última sílaba tres veces. También podemos proponerles rimas, adivinanzas, trabalenguas, acertijos, chistes para jugar y jugar. Es una buena manera de comenzar un encuentro de lectura.

Rimas

Tengo un gallo en la cocina, que me dice la mentira. Al botón de la botonera, Tengo un gallo chin, pun, fuera, el que sale o el que queda. en el corral, que me dice Sana, sana la verdad. colita de rana, El que lo dice lo es, si no sanas hoy con la cara al revés. sanarás mañana. Al que come y descansa, le sale panza.

Un gato se cayó a un pozo, las tripas hicieron gua, arre moto piti, poto arre moto piti, pa.

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Juegos cantados (para jugar con los dedos de la mano) Este chiquito compró un huevito, este flaco lo preparó, este largo puso la mesa, este otro lo sirvió, y el pícaro gordito ¡se lo comió!

Acertijos Bueno sos, No sos hermoso; Tres veces ya te lo dije, Y una más: ¿no es asombroso? Oso

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¿En qué se parecen los huevos a los dedos? En que tienen yemas.

Cuatro patas tiene un gato, una, dos, tres y cuatro.

¿En qué se parecen el fuego y la sed? En que se apagan con agua.

¿Cómo se escribe “durmiendo” o “dormiendo”? ¡Se escribe despierto!

¿Cuál es el vegetal que, leído al revés, se convierte en animal? Arroz / zorra.

Gallinita ciega, ¿qué se te ha perdido? ¿Una aguja o un dedal? Date tres vuelta y lo encontrarás.

¿ Cómo se debe decir: “la yema es blanca o las yemas son blancas”? ¡La yema es amarilla!.

El que se fue a Sevilla perdió su silla, el que se fue a Aragón perdió su sillón.

¿Cuál es el día más largo de la semana? El miércoles, porque es el que tiene más letras.

Ta, te, ti, esto es para mí. Si no es para mí será para ti. Ta, te, ti.

¿Qué hay al final del camino? La letra “o”.

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Adivinanzas

No es lo mismo...

Va y viene, viene y va y en el mismo lugar está

Un nombre de pila, que una pila de nombres.

La puerta

Redondo, redondo barril sin fondo

Un pequeño toma té, que un tomate pequeño.

El anillo

Todos me pisan a mí Pero yo no piso a nadie; Todos preguntan por mí Yo no pregunto por nadie. El Camino El agua

¿Qué cosa es lo que corre sin tener pies?

Chistes

Un asno que dura, que un durazno.

¿Trabalenguas o destrabalenguas? Cuando cuentes cuentos, cuenta cuántos cuentos cuentas, porque si no cuentas cuántos cuentos cuentas, nunca sabrás cuántos cuentos cuentas tú.

¿Cuál es la palabra más larga del diccionario? Arroz (porque empieza por A y termina por Z) El cuento más corto Había una vez... truz.

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Puertas, llaves, ventanas

¿Qué se puede hacer con los libros? Éstas son algunas sugerencias para que el “contagiador” ponga en juego y a partir de las cuales, también invente otras.

Zambullirse y... ¡bucear! Conocer los libros, explorarlos libremente, disfrutar, compartir sensaciones, emociones e ideas, abre un mundo de posibilidades. Se necesita la mesa o la canasta de libros, más un adulto disponible para leer, animar, acompañar y proponer espacios de conversación sobre los libros y lo que cada uno encuentra en ellos.

El juego de las anticipaciones ❥

Imaginar el argumento a partir del título y las ilustraciones de la tapa.

Preguntar: “¿De qué hablará este libro?”. No se trata de adivinar sino que los chicos vayan imaginando, a partir de la tapa, distintas posibilidades que luego se confirmarán o no con la lectura. ❥

Mirar con detenimiento las ilustraciones y narrar el cuento, únicamente, a partir de lo que dicen las imágenes.

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Para conocerte mejor... Cuando los niños todavía no leen como los grandes, se les puede pedir que busquen: ❥

Dos libros: uno con una historia corta y otro con una historia larga.



Tres libros: uno sólo con letras; otro, con letras y dibujos; el tercero, sólo con dibujos.



Libros que en sus tapas tengan animales... o personas... o plantas. (Mirar las tapas de los libros para proponer distintas posibilidades)

Para compartir con otros Cuando los niños ya se animan a leer por sí mismos se puede organizar una exposición para invitar a otros a conocer los libros y a leer juntos un rato. En esta situación se pone en juego tanto la lectura como la escritura. Los chicos se dividen en cuatro equipos de acuerdo a sus intereses: Cada equipo examina los libros de la mesa, de forma tal que todos hayan podido verlos. El grupo 1 elige libros que pertenecen a una misma colección. El grupo 2 elige un libro, cuya ilustración le haya llamado más la atención. El grupo 3 selecciona libros que no sean de cuentos. El grupo 4 elige los libros que tienen una característica en común: por ejemplo, libros de ratones, o de perros o... A continuación, los niños separan los libros elegidos y escriben, junto con el facilitador, los carteles que señalan el rincón de la exposición. Finalmente programan un encuentro con otros niños del barrio y sus familias para compartir con ellos el momento de lectura. Es una manera entretenida para que todos se acerquen a los libros, puedan hojearlos, mirarlos y luego decidir con cuál quedarse para leer.

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Explorar y elegir El facilitador organiza a los niños de a dos, para que busquen en la mesa el libro que más les atrae; después, cada pareja le cuenta a los otros, por qué lo eligieron. Luego, el coordinador puede tomar un libro, entre los seleccionados, para leerles a todos.

La caja sorpresa Después de haber compartido la lectura de los cuentos tradicionales, es decir, los de “Había una vez...” se puede organizar el juego de la caja sorpresa. Sirve para abrir la curiosidad de los niños por los cuentos clásicos y relacionar objetos con los personajes a los que pertenecen. Al realizar este juego es conveniente dar un toque de misterio, tanto en la envoltura de la caja como en su presentación. La caja puede ser de cartón y estar decorada o no. Se la deja cerca de la alfombra o de los estantes, en un momento en el que los niños no están presentes. Dentro se colocan objetos que están relacionados con los personajes de los cuentos: Blancanieves, manzana, Caperucita, canasta... En una mesa cercana se encuentran desplegados los libros con los cuales guardan relación los objetos. Llegado el momento, se explica que tendrán que identificar los objetos que hay en la caja y averiguar a quién pertenecen. La única pista que se ofrece es que están relacionados con los personajes de los cuentos. Se sacan los objetos de la caja de uno en uno, puede hacerlo un niño o el coordinador, y se va preguntando de quién puede ser, con una frase del estilo: “Adivina, adivinador...” Se puede hacer con cuentos que los niños hayan leído aunque no sean los tradicionales. También los objetos pueden pertenecer a más de un cuento.

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A equivocar historias Se busca que los niños sepan descubrir, cuando se lee o escucha un mismo cuento por segunda vez, los errores que se cometen a propósito, cambiando situaciones o características del personaje muy conocidas por los chicos. Se pueden cambiar los nombres, el final o alguna parte de la aventura. También se puede hacer en grupo, proponiéndoles que ellos cambien el nombre de los personajes, alguna parte de la historia o el final. Ésta es una situación ideal para aquellos niños que solicitan un cuento más de una vez. Conviene utilizar un libro de cuentos cortos que ya otras veces se haya leído. El facilitador lee en voz alta, pausadamente. Una vez terminada la lectura se solicita que cada niño piense un cambio y vuelva a narrar el cuento; los demás niños deberán descubrir la modificación y anunciarla por medio de una frase, por ejemplo: “¡Te descubrí!”

Juego de pistas ❥

Cada niño mira y explora un libro de la mesa.



Escribe en una hoja algún dato importante de su libro elegido, sin decir de cuál se trata.



Se mezclan las hojas y se reparten de modo que cada niño tenga una, no la propia.



Cada uno, con la pista en la mano, tiene que encontrar el libro que corresponde a la pista.



Se vuelven a reunir para compartir aciertos y desaciertos de acuerdo a las pistas.

Otros juegos con palabras

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Inventar palabras nuevas y crear cuentos a partir de ellas.



Imitar voces de animales o tonadas para los personajes.



Jugar al oficio mudo con los personajes e historias leídas.



Improvisar diálogos con otros niños o con los títeres.



Contar anécdotas y chistes.



Aprender coplas, trabalenguas y adivinanzas para compartirlas en su casa.

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La tarde de... También se pueden organizar mesas especiales. Para esto, el facilitador debería centrar la atención en un tema en particular, buscar el material que lo represente y organizar una lectura o dramatización de cuentos, poesías, coplas, etc. donde el tema sea el amor, los viajes, la magia, etc. Por ejemplo: ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥

La tarde de los inventos. La tarde de las colecciones. La tarde de las curiosidades (objetos varios) La tarde de los viajes. La tarde de las brujas. La tarde de los finales felices. La tarde de los ilustradores. La tarde de los copleros, o los payadores. La tarde de los cuentos tradicionales.

Poemario para hacer crecer entre todos El poemario es una caja donde viven todos los poemas juntos: ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥

poemas cortos, poemas largos, poemas escritos por otros, poemas que inventamos, poemas copiados de algún libro, poemas que nos regala un vecino, una tía o un amigo poemas dictados por alguien que los sabe de memoria

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La caja para un poemario Buscar una caja que no se use. La caja del poemario tiene que ser elegida especialmente. La podemos pintar, forrarla con papel de color, pegarle dibujos... Los poemas se cambian como las figuritas o se pueden regalar. Es posible leerlos en silencio, en voz alta para todos, a dos voces... Para hacer crecer el poemario se puede pedir a grandes y chicos, familiares o vecinos, un poema que les haya gustado mucho y que se acuerden de memoria. Los poemas de un poemario se mezclan como si fueran un mazo de cartas, se reparten y se leen. O cuando uno tiene ganas de leer un poema o leérselo a otro, se lo puede elegir con los ojos cerrados, agarrando uno: el que toca, toca...

Y colorín colorado... Para comenzar un cuento, especialmente para los más chicos, se utilizan ciertas frases de apertura o cierre para entrar en clima: “Había una vez...”, “Érase que se era...”, “Esta historia comienza así...” Estas fórmulas de inicio indican un tiempo diferente al de la realidad y marcan la magia del momento. En cambio, las de cierre indican que la historia va a terminar para volver a empezar en otro momento: “Por un caminito o por otro, mañana te leo otro...”, “Me voy por un caminito, me voy por otro, para que vos me cuentes otro...”, “Esto es verdad y no miento: como está escrito, lo cuento”, “Colorín colorado, este cuento se ha acabado...”.

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Para pensar juntos

Espacios comunitarios para la lectura Un proyecto es “de todos” cuando se construye en forma compartida, cuando no hay un “dueño o dueña” del proyecto y de los libros, cuando todos los que participan pueden apropiarse de él y se van sumando vecinos. Desde el comienzo, reunir a la gente del barrio, compartir información, sugerencias y responsabilidades, explorar y leer los libros juntos, es la mejor manera de entusiasmarlos e integrarlos a la propuesta. Muchas preguntas pueden surgir para conversar entre todos e ir encontrando distintas respuestas y posibilidades entre facilitadores y vecinos.

Acerca del lugar o los lugares ❥

¿Dónde concurren los chicos y sus familias cotidianamente?



¿Hay algún lugar donde las actividades de lectura estén iniciadas?



¿Existen iniciativas que se puedan concretar o complementar?



¿Hay distintos espacios dónde puedan reunirse para compartir libros y experiencias?

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Acerca de las personas que puedan sostener Leer es Contagioso ❥

¿Qué tareas son necesarias para sostener este espacio?



¿Quiénes se sumarían?



¿De qué se ocuparía cada una?



¿Qué características deben reunir las personas para poder sostener y hacer crecer este espacio de lectura para niños y niñas?



¿Cómo organizar este grupo de manera que las distintas funciones estén claras y los chicos sientan así contención, confianza y libertad para explorar, conversar, estar...

Acerca de la convocatoria ❥

¿Qué se puede hacer para que esta propuesta circule lo más posible?



¿Serán necesarios distintos tipos de convocatoria? ¿Cuáles se les ocurren? ¿Por dónde empezar?



¿Qué obstáculos pueden surgir? ¿Cuál sería la manera de enfrentarlos y resolverlos?

Acerca de la información ❥

¿Qué información sobre Leer es Contagioso se ofrece a las familias, a los adultos y a los niños?



Los cuadernos de trabajo pueden servir para tener más información, ¿podemos explorarlos entre todos y leer lo que le interese más al grupo para después conversar y comentarlo?



Si alguien está interesado en llevarse un cuaderno de trabajo a su casa, ¿se podrá organizar el préstamo? Para eso, se pueden ofrecer a las familias, los distintos cuadernos de la colección en forma rotativa y según sus intereses.

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Acerca de los libros ❥

¿Por qué les parece que es necesario hacer un inventario de los libros con que cuenta el espacio de lectura, al que se irán agregando todos los libros o materiales que hagan crecer este espacio de lectura?



¿Cómo organizamos los libros para que los chicos puedan ir aprendiendo dónde encuentran lo que quieren volver a leer?



¿Qué acuerdos grupales y normas de uso con sentido hay que discutir entre todos para cuidar el material y no se pierda, pero al mismo tiempo, para que pueda circular y leerse lo más posible?



¿Es posible que los libros vayan de visita a las casas?



¿Cómo organizarían un cuaderno de préstamos?

Propuestas para decidir entre todos A partir de reuniones con las familias del barrio: Elegir un lugar, al que pueden concurrir los niños y sus familias con facilidad. Ya pensamos sobre cómo acondicionar ese espacio, hablamos de pintura, alfombras improvisadas, almohadones... ¿Qué otras cosas se les ocurre para acondicionar el espacio?

¿Dónde poner los libros? También pensamos en cajones de frutas que pueden colgarse o apilarse... O poner los libros sobre “algo” con rueditas y llevar los libros de aquí para allá ❥

¿Se pueden amurar listones de madera a la pared, de manera que los libros queden “parados” y se vean sus tapas?



También pensamos en conseguir tablones o puertas viejas y armar mesas de distintas alturas, para los más chicos y para los más grandes...



¿Se pueden conseguir canastos, carretillas, valijas que ya no se usen para transportar libros?

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Ofrecer los libros en distintos tipos de contenedores, de manera que se vean sus tapas, dan más ganas de curiosear lo que hay adentro y permite organizar el material.

¿Qué otros modos de ofrecer los libros se les ocurre?

¿Qué más se puede agregar a este espacio? Para jugar a ser los personajes de las historias leídas o inventadas por los chicos, se pueden agregar elementos sencillos para disfrazarse y una caja especial para guardarlos, de manera de tenerlos a mano. También es posible organizar un recorrido por el barrio y juntar objetos, telas o alguna ropa que no se use (vestidos, sombreros, delantales, anteojos, pañuelos, llaves...)

¿Qué más sirve para jugar y dramatizar historias?.

¿Cómo nos organizamos para poner este espacio en movimiento? Pensar entre todos quiénes pueden hacerse responsables de ese espacio. Pensar entre todos, incluidos los niños, qué actividades les gustaría que se realicen en este espacio de lectura... Conversar acerca de los chicos, sus gustos e intereses; qué quieren los padres, los abuelos, los tíos... que suceda en ese espacio.

¿Con qué recursos del barrio contamos? Abramos una lista de gente que tiene ganas de hacer cosas en este espacio: ❥

Los que quieren aportar para mantenerlo lindo.



Los que tienen ganas de leerles a otros.



Los que se quieren contagiar las ganas de leer y compartir.

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Pensar entre todos cómo se va a invitar a la gente del barrio (chicos y grandes) a participar de estos encuentros de lectura. ❥

¿De boca en boca: cada uno invita a un vecino para el próximo encuentro?



¿Carteles en los negocios del barrio?



¿Un megáfono que cuente a “viva voz” lo que está pasando en el barrio?



¿Notitas debajo de la puerta?



¿Si hay una radio, pedir que lo anuncien?



¿Qué otras cosas se les ocurren?

Pensar juntos qué decir para difundir este espacio y los encuentros. Por ejemplo:

Se buscan curiosos, chicos y grandes que tengan ganas de acercarse a los libros para pasar buenos momentos.

En cada reunión se dedica un rato a contar: ❥

Historias que se hayan escuchado por ahí.



Poesías, coplas o canciones de cuna que hayan aprendido de sus madres, abuelas o vecinas.



Leyendas, rondas o canciones para chicos que la gente del barrio sabe y transmite de boca en boca.

Después de disfrutarlas en el grupo, es posible armar un libro casero “Las palabras del barrio”. Así como es lindo escuchar distintas voces, es lindo encontrar distintas letras. Se puede organizar una reunión para escribir lo que se contó o cantó. Así, aún el que no se anima a escribir puede dictarle a quienes se ofrezcan a hacerlo.

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Para los “contagiadores” de lectura En la pág. 23 de este cuadernillo podemos leer: La lectura se contagia a través de: ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥

Las ganas Las emociones El tiempo para compartir La compañía La presencia de libros alrededor El juego La curiosidad El entusiasmo

¿Qué más se les ocurre que contagia las ganas de acercarse a los libros y leer?

Derechos de los lectores Leímos un libro de Daniel Pennac que se llama “Como una novela” y que habla de lo que aleja y acerca a niños y jóvenes de los libros y la lectura. Algunas de sus ideas, que plantea como derechos de los lectores, las podemos expresar así: ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥

Derecho a no leer cuando no se quiere hacerlo Derecho a saltear las páginas. Derecho a no terminar un libro. Derecho a releer. Derecho a leer cualquier cosa. Derecho a leer en cualquier sitio. Derecho a hojear. Derecho a leer en voz alta. Derecho a callar

¿Qué otros derechos tendrían los lectores de acuerdo a sus experiencias con los libros, las lecturas y las personas cercanas a esas experiencias?

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Para quienes no tuvieron experiencias con libros, es mejor plantearles este tema después de haber realizado una o varias mesas de libros.

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