COMENTARIOS RELATIVOS AL ANIVERSARIO LUCTUOSO DEL GENERAL EMILIANO ZAPATA SALAZAR

COMENTARIOS RELATIVOS AL ANIVERSARIO LUCTUOSO DEL GENERAL EMILIANO ZAPATA SALAZAR. El Presidente diputado José González Morfín: El siguiente punto del

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RELATIVA AL ANIVERSARIO LUCTUOSO DE EMILIANO ZAPATA, A CARGO DEL DIPUTADO FEDERICO OVALLE VAQUERA, DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD
RELATIVA AL ANIVERSARIO LUCTUOSO DE EMILIANO ZAPATA, A CARGO DEL DIPUTADO FEDERICO OVALLE VAQUERA, DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD Emiliano Zapata Sal

COMENTARIOS RELATIVOS AL ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE BENITO JUÁREZ
COMENTARIOS RELATIVOS AL ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE BENITO JUÁREZ El Presidente diputado José González Morfín: El siguiente punto del orden del día,

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COMENTARIOS RELATIVOS AL ANIVERSARIO LUCTUOSO DEL GENERAL EMILIANO ZAPATA SALAZAR. El Presidente diputado José González Morfín: El siguiente punto del orden del día es la agenda política que el día de hoy son comentarios relativos al Aniversario Luctuoso del General Emiliano Zapata Salazar. Para referirse a este tema, se concede en primer término el uso de la tribuna a la diputada Sonia Rincón Chanona, del Grupo Parlamentario Nueva Alianza. La diputada Sonia Rincón Chanona: Con su permiso, diputado presidente. Estimadas diputadas y diputados, la noche de ese 10 de abril de 1919, una noticia se reproducía en los diarios capitalinos: Emiliano Zapata, el líder de la revolución en el estado de Morelos había muerto. Los primeros reportes indicaban escuetamente que las tropas del general Pablo González, encargado de las operaciones militares en el estado, habían obligado a los zapatistas en entablar combate en la hacienda de Chinameca, cayendo en la acción el jefe rebelde. Con esta acción se intentó poner freno al zapatismo, identificado como el movimiento rebelde por antonomasia. En este proceso histórico que reforma a la Revolución Mexicana, movimiento que ha dado lugar a numerosos estudios que abordan su composición social y liderazgos, el papel de las comunidades campesinas, el problema de la tenencia de la tierra, y evidentemente los estudios biográficos sobre su líder, Emiliano Zapata. Al movimiento de los ideales encabezados por Zapata, además de su importancia como fuerza beligerante, se le sigue reconociendo su aporte ideológico al haber postulado el problema agrario como eje de las reivindicaciones revolucionarias a la lucha armada iniciada en 1910. Emiliano Zapata, nacido en Anenecuilco, Morelos, el 8 de agosto de 1879, forjó desde su niñez un carácter sensible, honesto y solidario con los indígenas y contra la explotación que padecía la gente del campo. Estas cualidades le permitieron que lograse rápidamente aglutinar en torno a su persona una guerrilla que aceptó el Plan de San Luis el 5 de octubre de 1910, en el que se estipulaba que la tierra le sería restituida a sus antiguos propietarios, sintiéndose con ello convocados e incluidos los indígenas y campesinos que veían en Zapata a su líder natural y a la tierra el motivo de su lucha. En varios momentos durante la década revolucionaria, la beligerancia de la lucha zapatista llevó al primer plano de la vida nacional al estado de Morelos, y es que desde la proclamación del Plan de Ayala en noviembre de 1911, Emiliano Zapata se mantuvo en pie de lucha y ninguno de los tres gobiernos que atraviesan esos años; los de Madero, Huerta y Carranza, lograron controlar esta lucha por el cumplimiento de las promesas hechas al pueblo a fin de hacer realidad esa proclama de que la tierra es de quien la trabaja. A partir del surgimiento del Plan de Ayala, los indígenas y campesinos aglutinados en torno al zapatismo encontraron una guía para la acción, un sentido claro de la lucha y una identificación plena para la solución de sus problemas. Sin embargo, Zapata no vería realizada la obra. “Debo decirle –confesó alguna vez a su buen secretario, Robledo–, que no veré terminar esta revolución, porque las grandes causas no las ve terminar quien las inicia, prueba de ello es el cura Hidalgo”. Zapata, que siempre repudió la traición, murió víctima de ella al apagarse la última nota del clarín, que en la hacienda de Chinameca presuntamente le rendía honores. La violenta muerte de Zapata es sinónimo de traición, de engaño infame a quien representa en el México moderno la importancia de la lucha por la tierra, el espíritu de las comunidades campesinas y el reclamo inagotable de la justicia. El ejido, la figura que adoptó la política rural posrevolucionaria, se constituyó como el elemento fundamental de la reforma agraria y a través de esa política los campesinos se quedaron bajo tutela de la burocracia. Durante casi 80 años de reparto agrario, más de 100 millones de hectáreas integradas en casi 30 mil ejidos fueron repartidas a más de 3 millones de ejidatarios.

El reparto de la tierra fue la acción pública más trascendente en la primera mitad del siglo XX. La reforma agraria tuvo un claro sesgo de política social, lo que no puede dejar de considerarse, sobre todo, en el México que emergía de la Guerra Civil, con infinitas carencias. Sin embargo, nuestra realidad hace difícil como un activo el impacto de la reforma agraria en términos sociales. En el campo se ha mantenido un persistente clima de pobreza e inseguridad alimentaria, han partido grandes corrientes migratorias a las ciudades o a los Estados Unidos. La mayoría de los migrantes son de origen campesino o rural, lo que revela la magnitud de la problemática agraria y el fracaso de muchas políticas públicas implementadas y con grandilocuencia anunciada en ceremonias que conmemoran el natalicio o el martirio de Emiliano Zapata. La crisis del campo lleva demasiado tiempo y parece no tener fin ni el reparto ejidal de tierras ni la política de flexibilización de régimen de propiedad. A partir de 1992 aportaron soluciones a un problema que tiene muchas facetas, una de las cuales muy lamentable, ha sido la utilización política de los campesinos para fines políticos. En este siglo y frente a la dura realidad del fracaso de las políticas agrarias, sólo queda recuperar el legado de Emiliano Zapata: exigir justicia para el campo, dejar atrás el engaño y la manipulación para impulsar cambios de fondo orientados a favor de los pequeños y medianos productores agrícolas. Sin un renacimiento del campo, México no tiene futuro. Libertad, justicia y ley, los ejes del líder zapatista, siguen siendo reclamos que urge que sean atendidos. No actuar en consecuencia deja a la intemperie a 26 millones de mexicanos que viven y trabajan en el campo, entre ellos el sector más pobre de la población y casi la totalidad de los indígenas mexicanos. El Grupo Parlamentario de Nueva Alianza, como muchos mexicanos, considera que es necesario impulsar políticas públicas que en bien de todos los mexicanos reconozcan la importancia de la persistencia de una gran cantidad de unidades campesinas familiares. Que reconozca la importancia del uso sostenible del campo para abatir la insuficiencia alimentaria que atenta contra nuestra soberanía, que es urgente formular el papel digno de nuestras comunidades indígenas. Si es inevitable el tránsito de una buena parte de la población rural a las actividades industriales y de servicios, este tránsito debe realizarse al ritmo del crecimiento de la economía y en absoluto respeto a sus derechos humanos, sociales y culturales. Para nosotros la figura de Zapata no es solo el símbolo de un agrarismo obsoleto, sino el ideal de un líder que impulse y dirija un México integrado a las grandes transformaciones tecnológicas de nuestro tiempo; defensor de la tierra como fuente de sustento, sin el cual el futuro de nuestra nación estará en serio peligro. Nuestro nobel poeta Octavio Paz, hijo de uno de los ideólogos del zapatismo, dejó escrito: “Con Morelos y Cuauhtémoc, Zapata es uno de nuestros héroes legendarios”. Realismo y mito se alían en esta melancólica, ardiente y esperanzadora figura que murió como había vivido, abrazado a la tierra, como ella, este hecho de paciencia y fecundidad, de silencio y esperanza, de muerte y de resurrección. Gracias, presidente. El Presidente diputado José González Morfín: Muchas gracias, diputada. El Presidente diputado José González Morfín: Tiene ahora el uso de la voz el diputado Ricardo Cantú Garza, del Partido del Trabajo. El diputado Ricardo Cantú Garza: Con la venia de la Presidencia. Compañeras legisladoras y compañeros legisladores, el día de ayer, 10 de abril, conmemoramos el 94 aniversario del asesinato del general Emiliano Zapata

Salazar. Tuvo que ser mediante la traición como se pudo acabar con la vida del general Zapata. Ese 10 de abril Jesús Guajardo asesinó cobardemente a un hombre, pero no a sus ideales. El sueño de Zapata, de que los campesinos tuvieran una parcela de la cual obtuvieran el producto de su subsistencia, se tradujo en su lema inmortal: La tierra es de quien la trabaja. La vida del general Zapata está indisoluble vinculada a la lucha de los campesinos del estado de Morelos por preservar la propiedad comunal ante el avance, producto de las arbitrariedades de los hacendados que robaban a los campesinos sus tierras para expandir las grandes haciendas azucareras. Zapata de niño vivió en su propia familia este intenso drama, cuenta la leyenda que cuando niño vio llorar a su padre frente a la enorme injusticia. Jesús Sotelo Inclán, en su libro Raíz y razón de Zapata, nos describe el siguiente diálogo: Padre, ¿por qué llora? –preguntó–. Porque nos quitan las tierras. ¿Quiénes? Los amos. ¿Y por qué no pelean contra ellos? Porque son poderosos. Pues cuando yo sea grande haré que las devuelvan. El destino del pueblo de Anenecuilco ha sido pelear siempre por sus tierras, y los hombres que nacen en él están unidos a ese infalible destino. Así Emiliano Zapata desde pequeño supo adivinar cuál era el suyo. El hacendado que realizó aquella usurpación y originó el llanto del padre y la protesta del niño fue don Manuel Mendoza Cortina, tan venerable y respetado, que tanto amaba a los perros. –Hasta aquí la cita de Sotelo Inclán. El 12 de septiembre de 1909 Emiliano es electo representante de Villa de Ayala para que siguiera luchando por recuperar las tierras de las que legalmente fueron arrebatados. En su carácter de presidente de la Junta de Defensa tuvo que vincularse a la política local y nacional cuando apenas contaba con 30 años y en el país existía una gran inconformidad en contra del gobierno de Porfirio Díaz. Compañeras y compañeros legisladores, debemos recordar que el Plan de San Luis Potosí, expedido por Madero el 5 de octubre de 1910, en su artículo 3o., párrafo tercero, estableció el compromiso de restituir a los antiguos poseedores los terrenos de los que se les despojó de modo tan arbitrario y se declaraban sujetos a revisión tales disposiciones y fallos, y se les exigiría a los que los adquirieron de un modo tan inmoral o a sus herederos, que los restituyeran a sus primitivos propietarios a quienes pagarían también una indemnización por los perjuicios sufridos. Al asumir Francisco I. Madero este compromiso, los zapatistas apoyaron la lucha armada en contra de Porfirio Díaz; sin embargo, por desgracia, Madero no cumplió este compromiso, por lo que Zapata y sus seguidores se sintieron traicionados. Pocos días después de asumir Francisco I. Madero la Presidencia de la República, el 28 de noviembre de 1911, Emiliano Zapata expide el Plan de Ayala por medio del cual se desconoce como Presidente de la República a Francisco I. Madero y en el artículo 6o., propone que: Los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía y justicia penal, entrarán en posesión de estos bienes inmuebles, desde los pueblos y ciudadanos que tengan sus títulos correspondientes a estas propiedades de las cuales han sido despojados por la mala fe de nuestros opresores, manteniendo a todo trance que las armas en la mano, la mencionada posición y los usurpadores que se consideren con derecho a ellos lo deducirán ante tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución. Del contenido del Plan de Ayala se desprende que Emiliano Zapata sí tenía una visión clara de los problemas agrarios del país y del mecanismo de resolverlos, por ello injustamente se ha afirmado que el levantamiento de Zapata fue aprovechado por los enemigos de Madero para finalmente aniquilarlo, pasando por alto que quien no quiso respetar los compromisos del Plan de San Luis fue Madero.

Además, ninguna otra fuerza beligerante enfrentó la andanada militar desde el gobierno, como le tocó afrontar al Ejército Libertador del Sur. No podemos pasar por alto la campaña de exterminio que en su contra efectúo Victoriano Huerta. Al derrocamiento de Huerta, el zapatismo siguió reivindicando la bandera del agrarismo en todo el país; en tal carácter acuden a la Convención de Aguascalientes y demuestran lo justo de sus demandas, sin transigir en sus ideas y principios no comulgan con las propuestas de Carranza y no participan en la elección de diputados al Constituyente de 1916-1917. Sin embargo, basta una simple lectura del artículo 27 en su redacción original para comprender que las justas reivindicaciones del Ejército Libertador del Sur, fueron incorporadas a este precepto constitucional específicamente en los temas de dotación y restitución de tierras a los núcleos de población agraria. Compañeras y compañeros legisladores, a 94 años del asesinato del general Zapata, resulta pertinente contrastar la realidad del campo mexicano. En 101 años a partir de la promulgación del Plan de Ayala y 94 del asesinato de Zapata, los campesinos del país enfrentan serias dificultades. La propiedad social, ejidal y comunal, por las reformas al artículo 27 constitucional en el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari, está en riesgo. Cientos de miles de productores agrícolas se ven forzados a emigrar a los Estados Unidos en virtud de que aquí no cuentan con los apoyos a la producción que requieren y en los Estados Unidos de América generan la riqueza agrícola que aquí en su país no pueden efectuar. Cuánta razón tuvo Francisco I. Madero al escribir en su libro La Sucesión presidencial en 1910, un párrafo que a poco más de 100 años de la publicación de este libro tiene una vergonzante actualidad. La situación del obrero mexicano es tan precaria que a pesar de las humillaciones que sufre más allende el Río Bravo, anualmente migran para la vecina república millares de nuestros compatriotas y la verdad es que su suerte es por allá menos triste que en su tierra natal. Emiliano Zapata quería que los campesinos tuvieran una parcela donde producir los alimentos que los mexicanos demandaban. Hoy, en el 2013, la soberanía y autosuficiencia alimentaria está en grave riesgo. Tenemos que importar los alimentos que consumimos. El gran reto para este Poder Legislativo es que los Presupuestos de Egresos que en esta Cámara de Diputados se aprueban anualmente, se destinen mayores recursos presupuestales en apoyo al campo y a los productores para que se pueda dar pleno cumplimiento al contenido de la fracción XX del artículo 27 constitucional que a la letra establece: El Estado promoverá las condiciones para el desarrollo rural integral con el propósito de generar empleo y garantizar a la población campesina el bienestar y su participación e incorporación al desarrollo nacional, y fomentará la actividad agropecuaria y forestal para el óptimo uso de la tierra con obras de infraestructura, créditos, servicios de capacitación y asistencia técnica. Asimismo, expedirá la legislación reglamentaria para planear y organizar la producción agropecuaria, su industrialización y comercialización, considerándolas de interés público. Compañeras y compañeros legisladores, las balas que el 10 de abril de 1919 privaron la vida de Emiliano Zapata, mataron a un hombre pero nunca su ideal de justicia. Por eso mientras en el campo mexicano haya injusticia, hambre y desigualdad, Emiliano Zapata seguirá cabalgando por los campos de nuestro México en busca de justicia. Zapata vive, vive. La lucha sigue, sigue. Viva el general Emiliano Zapata. Es cuanto. El Presidente diputado José González Morfín: Gracias, diputado. El Presidente diputado José González Morfín: Tiene ahora el uso de la voz el diputado Ricardo Monreal Ávila, del Grupo Parlamentario Movimiento Ciudadano.

El diputado Ricardo Monreal Ávila: Ciudadano presidente, ciudadanos legisladores, ciudadanas legisladoras, en una sesión semivacía, sin quórum legal, es irónico y paradójico que estemos recordando un evento cobarde que segó la vida de Emiliano Zapata. Es irónico y paradójico que hoy esta Cámara se muestre apacible y silenciosa frente a la persecución que miles de maestros están sufriendo en las calles en Oaxaca, en Michoacán, en Morelos, en Guerrero, en muchas partes del país. Por eso me suenan huecos los discursos, porque también es paradójico que a casi 100 años de distancia de este cobarde acto, sigan las comunidades indígenas en la miseria, en la pobreza, en el abandono. “Muchos complacen a tiranos por un puñado de monedas o por cohecho o soborno, traicionando y derramando la sangre de sus hermanos”. Esto decía Zapata y sigue vigente su frase. Aquí le quitamos, con el voto en contra nuestro, ustedes les quitaron el derecho a ampararse las comunidades indígenas, apenas hace unos días; aquí negaron a las comunidades indígenas, en la Ley Educativa que ahora está siendo cuestionada, el carácter pluriétnico de la educación en México. “La ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía”. Otra frase inmortal de Zapata. Por eso hoy 11 de abril en todas las plazas, casi en todas partes del país, se recuerda uno de los actos más oprobiosos, más injustos, más ominosos: el asesinato del caudillo del sur. Se le cegó su vida, pero sus ideas siguen firmes: “Mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado”, una frase más de Emiliano Zapata. El otrora jefe del Ejército Liberador del Sur no tiene repetición en el género humano. “Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres”. Una frase más de Emiliano Zapata. Y se las digo, las parafraseo, porque su ideal y sus principios siguen vigentes. En 1979 el gobierno intentó celebrar el centenario del natalicio del Caudillo del Sur. Rasuraron la exposición de motivos de una carta enviada a Carranza por Emiliano Zapata. En esa misiva el Caudillo del Sur denunciaba los actos tramposos e inconstitucionales que Carranza realizaba. La falta de democracia real, pues decía: “Los gobernadores y los diputados eran electos al dedazo, un autoritarismo atroz persiste en el país y una completa insensibilidad a las demandas de la lucha armada de la revolución”, decía Emiliano Zapata hace casi 100 años. Les pregunto con toda honradez: ¿ha cambiado algo después de casi 100 años del asesinato de este prócer? Estas acusaciones las eliminaron de la historia oficial y las siguen difundiendo poco. Zapata tuvo coincidencias mayores con Francisco Villa. Les valió el fortalecimiento de su fuerza militar, pero la intriga no dejó de aparecer de otros grupos que veían en la causa zapatista un gran peligro para sus intereses de grupo o personales. Recuerdo muy bien en un pasaje histórico una ejemplar actitud de Zapata. Cuando Madero le propuso a Zapata que dejara las armas a cambio de una hacienda en Morelos, este último dijo: “renuncio a eso –y con firmeza le contestó–: a cambio de la hacienda que me quieres dar para retirarme de la demanda que surge de la lucha armada, inicia el reparto agrario a todos los morelenses y mexicanos. La visión de Zapata aún perdura. No buscaba el poder para beneficio propio, tenía muy claro el enfoque humanitario y justiciero.

Cuando el usurpador Huerta, tras su traición a Madero, tomó las riendas de la presidencia, Zapata representó un serio problema, pues fiel a su congruencia se negó a pactar con los asesinos de Madero y su territorio de influencia ya se había extendido abarcando parte de Guerrero, estado de México, Puebla, Tlaxcala y, por supuesto, Morelos. Las reformas sociales que el Caudillo del Sur implementó, le valdrían la fuerte disputa y casi odio con Carranza para él. Para 1914 el Ejército Libertador del Sur ocupó Chilpancingo, Cuernavaca, Cuajimalpa, Xochimilco y Milpa Alta, con lo que asedió de manera importante a esta capital mexicana. Tras la Convención de Aguascalientes, donde se desconoció a Carranza, la Unión entre la División del Norte y el Ejército de Zapata quedó asentada. Dicha unión lograría ocupar la ciudad de México no mucho tiempo después. Lamentablemente el control sobre las fuerzas militares que la élite poseía, poco a poco ganó terreno a las fuerzas villistas y zapatistas. Por eso hoy que recordamos a Zapata, que recordamos la miseria humana, la traición de Guajardo, nosotros hacemos votos porque este ímpetu social no muera, no desmaye. Hoy México atraviesa por una etapa de crisis sistémica, de desesperación social, de agobio social, continúa la inseguridad pública en el país, continúa el desempleo, continúa la carestía, continúa la falta de atención a la educación, continúa la corrupción, continúa la demagogia, continúa lamentablemente la impunidad. Por eso termino diciendo: Zapata vive, la lucha sigue. Porque no podrán acallar, nadie, la lucha que muchos mexicanos y mexicanas a diario realizamos por la transformación de un país, por un cambio verdadero. Tarde que temprano, o temprano que tarde, vamos a lograr este cambio anhelado en México. Por eso luchamos, luchamos por ideales y por principios; luchamos por causas y luchamos por ideales como el de Emiliano Zapata. Zapata vive. La lucha sigue. Muchas gracias. El Presidente diputado José González Morfín: Gracias, diputado. Quiero aprovechar la oportunidad para dar la más cordial bienvenida a un grupo de estudiantes de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM, que están hoy aquí invitados por la diputada Patricia Lugo Barriga. Bienvenido y bienvenidas. También saludo con mucho gusto a un grupo de alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria del plantel número 4, de la UNAM por supuesto, que están aquí invitados por la diputada Aleida Alavez Ruiz. Bienvenidos también, bienvenidas todos a esta sesión de la Cámara. El Presidente diputado José González Morfín: Tiene el uso de la voz el diputado Amilcar Villafuerte Trujillo, del Grupo Parlamentario del Partido Verde. El diputado Amílcar Augusto Villafuerte Trujillo: Honorable asamblea, el 10 de abril es una jornada de duelo nacional, este día hace 94 años, el general Emiliano Zapata fue asesinado en una emboscada fraguada por el carrancismo en la hacienda de Chinameca, en el estado de Morelos. Aquel acontecimiento puso fin a una vida consagrada a la lucha en defensa de la justicia, la libertad y los reclamos de los desprotegidos. La lucha de Zapata por la reivindicación del derecho de los campesinos sobre la tierra fue desde tiempos de la revolución y hasta nuestros días, uno de los reclamos más legítimos que haya existido en nuestro país. Por ello, el zapatismo ha servido de inspiración a dirigentes políticos y luchadores sociales. Emiliano Zapata nació en Anenecuilco, Morelos, en 1879, en el seno de una familia campesina. Zapata, que recibió una modesta instrucción escolar, trabajó como peón y aparcero de modo tal que experimentó en carne propia las injusticias a las que los campesinos estaban expuestos en la época del régimen porfirista.

El general Zapata tenía 23 años cuando apoyó a la Junta de Cuautla en sus reivindicaciones por los ejidos del estado de Morelos, por lo que fue perseguido y obligado a ocultarse en Cuernavaca y luego en la Ciudad de México. De regreso en Morelos, Zapata retomó la defensa de las tierras comunales y fue designado jefe de la Junta de Ayala. Al frente de un pequeño grupo de hombres armados ocupó las tierras de algunas haciendas y las distribuyó entre los campesinos. En 1911 proclamó el Plan de Ayala y se convirtió en uno de los líderes militares más prominentes de la Revolución Mexicana. El pensamiento agrarista fue acogido de tal forma por el pueblo, que convirtió a una gran cantidad de mexicanos en acérrimos partidarios de la revolución, gracias a ello se constituyeron en varias comunidades del país, contingentes de hombres y mujeres dispuestos a levantarse en armas y luchar por la defensa de sus ideales, dando con esto un impulso extraordinario al movimiento revolucionario. Si bien durante el periodo de la revolución, los seguidores de Zapata se distribuyeron principalmente en su natal Morelos y en los estados de Guerrero, Puebla, Tlaxcala, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, México, Michoacán, Hidalgo, San Luis Potosí y Querétaro, en los cuales se tiene registro del establecimiento de cédula de combatientes zapatistas de mayor o menor envergadura, lo cierto es que al término del conflicto armado, la influencia del Movimiento Agrarista, iniciado por el general Emiliano Zapata, se extendió por toda la República Mexicana. Zapata y el Ejército Libertador del Sur no tuvieron otra preocupación que la de luchar especialmente por el fraccionamiento de los latifundios que florecieron al amparo del porfirismo y la repartición de la tierra entre los campesinos, y por ello, combatieron fiera y valerosamente poniendo en jaque a sus enemigos. El sueño de Zapata era devolver la tierra a los pueblos y campesinos despojados y también dotar de ellas a quienes la necesitaran, para que pudieran así hacerse de un patrimonio, y con base en ello, pudieran alcanzar su autonomía y libertad. Es decir, que el propósito del zapatismo fue transformar la economía nacional, para hacer más humana la existencia del pueblo desposeído y explotado que trabajaba en las haciendas sin descanso y bajo las peores condiciones de precariedad y que representaba entonces el 85 por ciento de la población del país. Durante la revolución, en las regiones dominadas por el Ejército Libertador del Sur, se fraccionaron los latifundios; se dotó de tierra suficiente a hombres y mujeres para que cubrieran sus necesidades, tanto inmediatas como futuras; se fundaron cajas rurales de crédito agrícola; se ordenó el libre uso del agua, acaparada entonces por los hacendados; se fomentó la instrucción pública, y en general, se gobernó con base en sabios principios políticos y sociales. El general Emiliano Zapata fue un hombre justo en sus decisiones, que se preocupó por erradicar los vicios del poder. Y el actuar de Zapata constituye un ejemplo de probidad, desinterés, constancia, valor y abnegación en las defensas de sus ideales. Ni la calumnia ni la intriga ni las múltiples y tentadoras ofertas de riqueza y de poder que recibió a cambio de claudicar y abandonar su lucha, pudieron hacer que Zapata cambiara sus convicciones. Sólo a través de la traición, que acabó con su luminosa existencia, pudieron sus enemigos apartarlo del camino. Si bien, no puede soslayarse que Zapata y sus partidarios lograron que los reclamos del Movimiento Agrarista fueran incluidos primero en la Ley Agraria de octubre de 1915, en la que se consideran los principios de restitución, expropiación y nacionalización, consignados en el Plan de Ayala. Y que más tarde las ideas agraristas fueron plasmadas también en la Constitución Política de 1917. Lo cierto es que a partir de la década de los años cuarenta, del siglo pasado, el campo mexicano experimentó un proceso de paulatino deterioro, derivado de los gobiernos posrevolucionarios.

Las administraciones, quizá falta mucho por que hagan. A veces, por incapacidad y otras tantas por falta de sensibilidad y voluntad política. Atender eficazmente los reclamos del sector agrícola, que concentra históricamente a los sectores más desfavorecidos del país. En una coyuntura como ésta, la mejor manera de honrar la memoria del general Emiliano Zapata y sus compañeros de armas es al poner en marcha políticas públicas encaminadas a hacer más productivo el campo. A hacerlo autosuficiente. A devolverle el vigor que necesita para preservar nuestra soberanía alimentaria y mejorar, en términos generales, el entorno rural y elevar las condiciones de vida de sus habitantes. Zapata vive. Está en los ideales y pensamiento de muchos líderes sociales. Zapata vive. Vive también en los ideales y también en el actuar de quienes sentimos que es lo correcto y lo ideal. Es cuanto, señor presidente. Muchas gracias. El Presidente diputado José González Morfín: Gracias, diputado. El Presidente diputado José González Morfín: Tiene ahora el uso de la tribuna el diputada Víctor Reymundo Nájera Medina, del Grupo Parlamentario del PRD. El diputado Víctor Reymundo Nájera Medina: Con el permiso de la Mesa Directiva y con el agradecimiento a mis compañeros del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, y en especial, de mis compañeros del estado de Morelos, por permitirme hablar a nombre de ellos en una fecha tan trágica y tan significativa por la traición que representó la muerte de mi general Emiliano Zapata.

Y les quiero decir que estoy agradecido por varios motivos. El primero de ellos es que ése es mi distrito federal electoral. Soy del municipio de Ayala, donde nació el general, en Anenecuilco y donde a traición lo mataron. Pero también soy del poblado donde se elaboró el Plan de Ayala, Villa de Ayala, Morelos. Por eso es que la verdad me siento muy halagado de hablar en esta ocasión de mi general Emiliano Zapata, que a lo mejor pudiera haber compañeras y compañeros con mayor autoridad moral que yo en el tema de mi grupo parlamentario. Como ya se ha venido diciendo, el 10 de abril se conmemora el aniversario del asesinato del general Emiliano Zapata Salazar. Homenajes, ceremonias, toda una parafernalia oficial por todos los rincones del país y por supuesto en el estado de Morelos, donde inició la lucha agraria el caudillo del sur. Sin embrago, la situación de los pueblos indígenas y de millones de campesinos está lejos de ver materializados los propósitos de la lucha agraria zapatista. La reforma al artículo 27 constitucional para permitir la comercialización de las tierras ejidales y la concreción del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, impulsados por el nefasto Carlos Salinas de Gortari, dieron una estocada casi mortal al campo mexicano y nos alejaron de la posibilidad de promover y aún de consolidar la autosuficiencia alimentaria como estrategia de seguridad nacional. Los granos básicos ahora se importan, miles de mujeres y de hombres del campo sobreviven gracias a las remesas enviadas desde los países del norte. Y el estado de Morelos, compañeras y compañeros, no es la excepción. Les queremos decir que en los últimos 12 años, en la cuna del zapatismo, del agrarismo nacional, han tenido que emigrar alrededor de 250 mil morelenses, porque en su estado n encontraron las condiciones económicas necesarias para mantener a su familia de manera digna.

Zapata sigue presente, no olvidemos el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que puso en el centro de la atención nacional e internacional el olvido, la marginación y los derechos pendientes de los pueblos y comunidades indígenas. También hay que recordar las movilizaciones de cientos de campesinos y agricultores en esta capital, en los años 2003 y 2008, que demandaron la revisión del Tratado de Libre Comercio en el aspecto agrícola, debido al negativo impacto de este acuerdo comercial. Por otro lado, hay que recordar las concesiones otorgadas a empresas mineras para extraer metales al ras del suelo, son ya un problema para pueblos y comunidades no solo por sus efectos nefastos al medio ambiente por la limpia del mineral extraído, sino porque su impacto se orienta también a modificar una forma de vida lejana de las tradiciones, usos y costumbres propias de las diversas culturas que enriquecen nuestro país. Como ejemplos basta citar la lucha del pueblo wixarika contra la afectación de su zona sagrada y la oposición a la minera canadiense que se pretende ubicar en el municipio de Temixco, en el estado de Morelos, muy cerca de la majestuosa zona arqueológica de Xochicalco. Es muy común que en esta fecha tantos partidos de derecha como partidos de izquierda hacen suyo sus ideales de Zapata. En los partidos de derecha se entiende porque a veces buscan elementos que permitan convencer a ciudadanos que en muchos de los casos desconocen la historia, pero los partidos de izquierda esto tiene que ser una congruencia. En los partidos de izquierda hablar de Zapata significa ser consecuentes con los principios de izquierda. Aquí no se vale la simulación, en los partidos de izquierda. Aquí, en los partidos de izquierda, no tiene que haber traición a sus principios y programas que les dan origen. Por eso es que Zapata decía: Podré perdonar a los ladrones –palabras más, palabras menos– a los que matan, pero jamás, jamás perdonaré a los que traicionan las causas y sobre todo las más nobles a favor del pueblo de México. Ése es el compromiso, compañeras y compañeros, de los partidos de izquierda, de los de derecha se sobreentiende que lo utilizan como un eslogan publicitario para ganar adeptos; pero a los de izquierda les exigimos o nos exigimos coherencia. También es muy común, compañeras y compañeros, que en este tipo de fechas hagamos comparaciones, es decir, cómo estábamos primero y cómo estamos ahora. Lógicamente que los datos se acomodan de tal forma que cuando queremos presentar un escenario que nos acomoda lo hacemos, para eso son las estadísticas, para jugarlas. Pero la realidad es muy difícil, compañeras y compañeros, que se pueda modificar con estadísticas por muy buenas que éstas sean. Me voy a permitir leer el contexto en que Zapata le envía una carta al traidor Venustiano Carranza pidiéndole que reconsidere su posición al frente del Ejecutivo federal y podrán ver que seguramente las condiciones no solamente se mantienen iguales, sino que inclusive peores. Comienza la carta analizando la parte económica, y dice: En el terreno económico y hacendario la gestión no puede haber sido más funesta, bancos saqueados, imposiciones de papel moneda, una, dos tres veces, para luego desconocer con mengua de la República los billetes emitidos, el comercio desorganizado por estas fluctuaciones monetarias; la industria y las empresas de todo género agonizando bajo el peso de contribuciones exorbitantes, casi confiscatorias; la agricultura y la minería pereciendo por falta de garantías y de seguridad en las comunicaciones; la gente humilde y trabajadora reducida a la miseria y al hambre, a las privaciones de toda especie por la paralización, trabajo por la carestía de los víveres, por la insoportable elevación del costo de la vida. En materia agraria, las haciendas cedidas o arrendadas a los generales favoritos, los antiguos latifundios de la alta burguesía reemplazados en no pocos casos por modelos terratenientes y los pueblos burlados en sus esperanzas. Ni

los ejidos se devuelven a los pueblos que en su inmensa mayoría continúan despojados, ni las tierras se reparten entre la gente de trabajo entre los campesinos pobres y verdaderamente necesitados. En materia obrera, con intrigas, con sobornos, con maniobras disolventes y apelando a la corrupción de los líderes se ha logrado la desorganización y la muerte efectiva de los sindicatos, única defensa principal baluarte del proletariado en la lucha que tiene que emprender por su mejoramiento. La mayor parte de los sindicatos solo existen de nombre, los asociados han perdido la fe en sus antiguos directores, y los más conscientes, los que valen, se han dispersado llenos de desaliento. Es el diagnóstico que hace Zapata en la carta que le manda al traidor Venustiano Carranza. Pero hay algo, compañeras y compañeros, que creo que valdría la pena rescatar y se refiere al quehacer político de los representantes populares. Dice: ¿Existe el libre sufragio? Mentira. En la mayoría, por no decir en la totalidad de los estados, los gobernadores han sido impuestos por el centro. En el Congreso de la Unión figuran como diputados y senadores creaturas del Ejecutivo y en las elecciones municipales los escándalos han rebasado los límites de lo tolerable y aun de lo verosímil. En materia electoral le dice en esa carta Emiliano Zapata a Venustiano Carranza: Ha imitado usted con maestría y, en muchos casos, superando a su antiguo jefe Porfirio Díaz. Por eso decía yo al principio de esta carta –dice Zapata– que usted llamó con toda malicia al movimiento emanado del Plan de Guadalupe, Revolución constitucionalista, siendo así que en el propósito y en la conciencia de usted estaba el violar a cada paso y sistemáticamente la Constitución. No puede darse, en efecto, nada más anticonstitucional que el gobierno de usted en su origen, en su fondo, en sus detalles y en sus tendencias. Parte de la carta del general Emiliano Zapata. Concluyo. Decía Zapata: Prefiero morir de pie que vivir de rodillas. Compañeras y compañeros diputados, revaloremos el quehacer político que el pueblo nos ha conferido. No votemos por consigna las iniciativas estructurales que prontamente nos van a llegar a este pleno. Pensemos antes que en nada en los mexicanos, en aquellos ciudadanos que ven con esperanza que a través de diferentes reformas, iniciativas, mejores sus condiciones de vida, pero no que porque de manera irresponsable algunos las empeoren porque pretenden, o actúan por consigna. Termino. El día de ayer en Chinameca, en la asamblea que llevó a cabo nuestro gobernador, les quiero decir que hubo inconformidad, hubo organizaciones de ejidatarios que se manifestaron inconformes ante la termoeléctrica. Y les quiero decir que el gobernador Graco Ramírez, haciendo gala a su origen, les dijo: No voy a reprender ningún movimiento de carácter social aunque no esté de acuerdo con ellos –los dejó hablar. Desde aquí exhorto a mi gobernador Graco Ramírez para que haga valer su palabra, porque casi estoy seguro que el Movimiento en Defensa del Agua, y precisamente en la tierra donde nació Emiliano Zapata, se va recrudecer en los próximos días. No podemos permitir, compañeras y compañeros diputados –y menos de Morelos-, que el agua del Río Cuautla – gran parte de ella- se canalice a una termoeléctrica en perjuicio de los usuarios, de los ejidatarios del Río Cuautla. Por eso apelo al origen de izquierda de Graco Ramírez y hago votos para que nuevamente continúe con su política de no represión a los movimientos sociales. Compañeras y compañeros, por su atención, muchísimas gracias. El Presidente diputado José González Morfín: Gracias, diputado. El Presidente diputado José González Morfín: Tiene ahora el uso de la voz el diputado Luis Miguel Ramírez Romero, del Grupo Parlamentario del PAN.

El diputado Luis Miguel Ramírez Romero: Muy buenas tardes. Con el permiso de la Presidencia, de mis compañeros y amigos morelenses, ciudadanos de mi Grupo Parlamentario de Acción Nacional. En la historia de los pueblos existen fechas paradigmáticas, fechas que se convierten en hitos, en grandes referentes para las generaciones posteriores. La que en esta oportunidad conmemoramos pertenece precisamente a ésta, 10 de abril de 1919. En efecto, hace 94 años caía abatido en la Hacienda de Chinameca, Morelos, producto de un artero y traidor acto conspirativo, Emiliano Zapata Salazar, símbolo de los campesinos desposeídos y apóstol de la Revolución Mexicana. “Miliano”, como le decían en el pueblo, fue el noveno hijo de don Gabriel Zapata y doña Cleofás Salazar. Conoce desde muy joven el rostro adusto y duro de la pobreza y la injusticia, hechos que marcarían su existencia y comportamiento futuro. Demuestra desde temprana edad especial interés por el conocimiento de los problemas sociales de su tiempo. En 1906 asiste en Cuautla a reuniones en pro de la defensa de la tierra; en septiembre de 1909, cuando contaba con 30 años de edad, asume la presidencia de la Junta de la Defensa de las Tierras en Anenecuilco. Por aquellos años establece contacto con personajes centrales de la vida política estatal y nacional entre los que figuran: el profesor Otilio Montaño y don Ricardo Flores Magón. Como ciudadano Emiliano Zapata participa activamente en el proceso electoral de 1909 y apoya abiertamente al candidato a la gubernatura del estado de Morelos, don Patricio Leyva, y su programa político “tierras y aguas”, lo que le irá a acarrear muy serios problemas con don Pablo Escandón, candidato oficialista denominado también “el candidato hacendado”, y finalmente ganador de la contienda electoral. Durante este periodo Emiliano Zapata Salazar acrecienta su compromiso con el campesinado y su lucha en contra del latifundio. Es el momento en que pronuncia que “es mejor morir de pie que vivir una vida de rodillas”. A fines de 1910 y luego de un frustrado acuerdo con Francisco I. Madero, Emiliano Zapata Salazar decide, con 72 morelenses campesinos, que la opción de lucha por la vía de las instituciones y la legalidad, se había agotado y no quedaba otra alternativa que el camino de las amas. El 28 de noviembre de 1911, el general Emiliano Zapata promulga el Plan de Ayala, documento político en el que plantea con claridad su posición ante la coyuntura político nacional, así como hace explícita su propuesta de reforma agraria. El movimiento revolucionario ha llegado a su periodo culminante y por lo mismo es ya hora de que el país sepa la verdad, toda la verdad. La actual revolución no se ha hecho para satisfacer los intereses de una personalidad, de un grupo o de un partido. La actual revolución reconoce orígenes más hondos y va en pos de fines más altos. El campesino tenía hambre, padecía miseria, sufría explotación y así se levantó en armas; fue para obtener el pan que la avidez del rico le negaba, para adueñarse de la tierra que el hacendado egoístamente guardaba para sí, para reivindicar su dignidad que el negrero atropellaba inicuamente todos los días. “Se lanzó a la revuelta no para conquistar ilusorios derechos políticos que no dan de comer, sino para procurar el pedazo de tierra que ha de proporcionarle alimento y libertad y un hogar dichoso y un porvenir de independencia y engrandecimiento. “Se equivocan lastimosamente los que creen que el establecimiento de un gobierno militar, es decir despótico, será lo que asegure la pacificación del país. Ésta sólo podrá obtenerse si se realiza la doble operación de reducir a la

impotencia a los elementos del antiguo régimen y de crear intereses nuevos vinculados estrechamente con la revolución que le sean solidarios, que peligren si ella peligra y prosperen si aquélla se establece y consolida”, decía Emiliano Zapata Salazar en el documento que sacó en el campamento revolucionario de Milpa Alta, en 1914 llamado “Reforma, libertad, justicia y ley”. Compañeras y compañeros diputados, con el lema “Reforma, libertad, justicia y ley” Emiliano Zapata lanzó el Plan de Ayala del 25 de noviembre de 1911, firmado por él y Otilio Montaño, entre otros. En los artículos del 6o al 9o establecía la restitución, dotación y nacionalización de las tierras, montes y aguas. La restitución se haría a los pueblos y ciudadanos que tuvieran títulos de propiedad. Para la dotación se les expropiaría a los monopolizadores la tercera parte de sus propiedades; preveía indemnización. Se nacionalizarían las propiedades del enemigo destinando dos terceras partes a las indemnizaciones de la guerra, así como a las pensiones de las viudas y los huérfanos de la revolución. El Plan de Ayala recogió proclamas del Plan de San Luis Potosí y también del Partido Liberal Mexicano, puesto que se consignaba la exigencia del cumplimiento del primero, así como las expropiaciones que demandaba el segundo. El Plan de Ayala exigía al presidente Madero el cumplimiento cabal de las reivindicaciones de los campesinos con respecto a sus tierras. En el Plan de Ayala se reconoce la propiedad privada, la presencia de Dios y se ignora la lucha de clases. Su mayor importancia radica en que canalizó con sencillez las inquietudes campesinas y la tenacidad con que Zapata lo defendió. En Acción Nacional creemos firmemente que para honrar la memoria de este héroe nacional que es Emiliano Zapata el gobierno de hoy debe atender las comunidades del campo, en especial las que se encuentran en extrema pobreza. Deben ser el centro de una política integral capaz de generar una nueva sociedad rural, fundada en la solidaridad de sus miembros y en la promoción de la dignidad de las personas humanas, es decir, en la humanización integral del campo y sus habitantes. Después de 10 años de intensa lucha por los más genuinos intereses de los campesinos, del estado, la región y el país, el general Emiliano Zapata Salazar, símbolo de la resistencia y líder de la revolución mexicana, muere en Chinameca el 10 de abril de 1919, a los 40 años de edad, producto de una cobarde y artera traición. Hoy, a 94 años de distancia de la muerte del más grande líder campesino, podemos señalar que Emiliano Zapata Salazar vive y vivirá en el alma de los campesinos y los pobres de este país mientras existan la injusticia, la pobreza y el hambre. De aquí precisamente que todo programa gubernamental que pretende atacar el ancestral problema del hambre en México no debe ser asumido como un acto filantrópico y dadivoso, menos aún como un instrumento de cooptación, control y estrategia electoral. El hambre no puede ser pretexto ni oportunidad para el sometimiento y la domesticación social, para la instrumentalización y negación de la persona humana. Llevarlo a cabo en estos términos, sería el mayor de los atentados que podría sufrir nuestra ya frágil democracia, misma que por otro lado sí exige ciudadanos participativos con derechos y obligaciones. Hacer del Programa Nacional de la Lucha contra el Hambre un instrumento del control y sometimiento social, sería la forma más genuina de reproducir la traición a Emiliano Zapata en la traición a su pueblo y en el incremento de la injusticia social. En términos generales, la lucha contra el hambre en México, consideramos nosotros, tendrá que ser atendida en los términos, como lo entendió Emiliano Zapata, como un acto pleno de justicia social. De ninguna manera como estrategia para mantener a un sector de nuestra sociedad como mexicanos de segunda o menores de edad sometidos a las bondades de logro filantrópico.

Estimados amigos y compañeros, hago yo también un exhorto al gobernador de mi estado, para que en ese acto democrático sea incluyente y convoque a todas las fuerzas estales y no solamente a las propias, a estos actos que el día de ayer se celebraron en Morelos. No fuimos invitados y no fuimos convocadas las diferentes fuerzas políticas, incluyendo las mismas fuerzas de su partido. Por su participación, muchísimas gracias. El Presidente diputado José González Morfín: Gracias, diputado. El Presidente diputado José González Morfín: Tiene, finalmente el uso de la tribuna, la diputada Maricela Velázquez Sánchez, del Grupo Parlamentario del PRI. Aprovecho para dar la más cordial bienvenida a un grupo de invitados del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado, del estado de Morelos, que nos acompañan hoy aquí en la sesión, precisamente invitados por la diputada Maricela Velázquez. Adelante, diputada. La diputada Maricela Velázquez Sánchez: Con el permiso de la Presidencia. Compañeros diputados y diputadas morelenses, honorable asamblea, el 10 de abril de 1919 murió asesinado el Caudillo del Sur, Emiliano Zapata. El hecho es históricamente relevante, pues con su muerte desaparecía uno de los caudillos populares más importantes de la primera etapa de la revolución a lado de Francisco Villa. La trascendencia de su lucha se constata cuando 94 años después de su desaparición, Emiliano Zapata se ha convertido en un ícono universal. En un referente en la lucha por las reivindicaciones sociales, la singularidad de Zapata y su actualidad se basan en el hecho de que defendió a los desposeídos con una propuesta social, que tenía que luchar por la tierra en su núcleo central, pero que iba más allá a reflejar las aspiraciones de justicia del pueblo mexicano. La propuesta social contenida en el Plan de Ayala hizo evidente las aspiraciones que no se colmaban sólo en la democratización propuesta por Madero, pero Zapata, la Revolución debía trascender el espacio político. El Plan de Ayala no sólo recogió aspiraciones de los campesinos de Morelos, sino que colocó a la problemática agraria en el centro del debate nacional, y con ello, en el tema social, pues entonces México era un país de 15 millones de habitantes, de los cuales más del 70 por ciento eran de población rural. En ese México, la restitución de las tierras a los pueblos, la creación de los fundos legales; la idea del ejido; de la posesión comunitaria de la tierra; de la justicia agraria, constituían un tema profundamente revolucionario. El liberalismo de la época había afectado profundamente las relaciones de propiedad, la tierra dejó de ser de las comunidades para pasar a manos de hacendados que monopolizaron su uso y redujeron a condición de servidumbre a los antiguos dueños. Zapata actuó sin reservas y dictó una serie de leyes que restituían la posesión de las tierras de los pueblos indígenas de Morelos. El lema de “tierra y libertad” se estaba convirtiendo en una realidad. La reforma agraria por la que clamaban Zapata y sus seguidores no fue comprendida en su momento, pero impregnó al proceso revolucionario, fue lo que impulsó a Carranza a promulgar en Veracruz la Ley Agraria de 1915. La traición del coronel Jesús Guajardo desapareció físicamente al Caudillo del Sur, más no a sus ideales, éstos siguieron vivos y se expresaron en una reforma agraria profunda efectuada en décadas por los gobiernos revolucionarios, que hizo realidad para muchos el lema “La tierra es de quien la trabaja”. Hoy las organizaciones agrarias del PRI se esfuerzan en la defensa de esos ideales en nuevo contexto histórico, la Confederación Nacional Campesina y la Central Campesina Independiente, así como las diversas organizaciones de productores agrícolas que la integran, buscan ser consecuentes con el pensamiento de Emiliano Zapata.

Los diputados de nuestro Grupo Parlamentario del PRI en esta legislatura continuamos con esa lucha, y por ello en la reciente reforma laboral insistimos en la protección de los derechos laborales de los jornaleros agrícolas, al dotarlos de certeza y seguridad jurídica en torno a su contratación, salvaguardando tanto sus derechos como sus prestaciones. Asimismo, se implementó la obligación del Estado de garantizar en todo momento el acceso a la educación básica de los hijos de los trabajadores estacionales del campo o de los jornaleros agrícolas, de forma que la Secretaría de Educación Pública deberá reconocer los estudios que en un mismo ciclo escolar realicen, tanto en sus lugares de origen como en sus centros de trabajo. Las organizaciones agrarias han buscado los canales de interlocución para defender los derechos de los trabajadores agrícolas mexicanos en el extranjero, y continúan luchando por una mayor atención al campo mexicano y a las demandas de los campesinos y productores rurales. Compañeras diputadas y diputados, al día de hoy, 94 años después de su muerte, decir Zapata es decir justicia social, una aspiración que aún no ha sido cumplida del todo, por eso en la medida en que logremos transformar a México para hacer que los derechos plasmados en la Constitución sean una realidad para la gran mayoría de los mexicanos, sólo así alcanzaremos la prosperidad y el bienestar de la patria, que proclamará el Play de Ayala y estaremos entonces honrando a su memoria. Es cuanto, señor presidente. Muchas gracias.

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