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RELATIVA AL ANIVERSARIO LUCTUOSO DE EMILIANO ZAPATA, A CARGO DEL DIPUTADO FEDERICO OVALLE VAQUERA, DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD Emiliano Zapata Salazar nació el 8 de agosto de 1879 en San Miguel Anenecuilco, del distrito Villa de Ayala, en el estado de Morelos. Desde 1902 participó en la defensa de los derechos agrarios de los campesinos ante las injusticias de los dueños de las haciendas. Como el gobierno no resolvía los conflictos agrarios, Zapata se dedicó a repartir las tierras bajo el lema "La tierra es de quien la trabaja". En el Plan de San Luis promulgado por Francisco I. Madero el 5 de octubre de 1910, se establecía la restitución de los terrenos a sus antiguos poseedores que habían sido despojados de modo arbitrario, por lo que Zapata reclutó un ejército de peones e indígenas de los pueblos y haciendas de Morelos y con el grito de "tierra y libertad" se unió a dicho plan que marcó el inicio de la Revolución Mexicana el 20 de noviembre del mismo año, que entre otros aspectos fundamentales, desconocía al gobierno de Porfirio Díaz y declaraba ley suprema de la república el principio de no reelección de presidente y vicepresidente de la República, de los gobernadores de los estados y de los presidentes municipales. Cuando Madero resultó electo presidente pidió que se desarmaran los ejércitos zapatistas. A cambio, el general Zapata le solicitó devolver las tierras arrebatadas a los campesinos durante el porfiriato. Ante esta petición, Madero inició una campaña en contra del Caudillo del Sur, a quien hicieron aparecer como un bandido y rebelde. No obstante, Zapata inició el desarme de sus tropas pero las acusaciones en su contra continuaron, por lo que se trasladó a la Ciudad de México para pedir la restitución de las tierras, la destitución del gobernador de Morelos y el retiro de las tropas federales a cambio de dedicarse a la vida privada. Sin embargo, éstas continuaron avanzando por órdenes de Huerta, lo que provocó que Zapata enviara un mensaje a Madero, manifestándole que en lugar de apoyar la Revolución la estaba entregando a los enemigos. Ante estos hechos, Zapata le pidió que abandonara el estado y se dedicó a formular el Plan de Ayala para sostener y llevar a cabo las promesas de la Revolución que había dado inicio del 20 de noviembre de 1910. El plan dado a conocer el 28 de noviembre de 1911 cuestionaba la actuación de Francisco I. Madero quién se había adueñado del poder violando los principios que juró defender bajo el lema "Sufragio Efectivo. No Reelección", ultrajando de esta manera la fe, la causa, la justicia y las libertades del pueblo y en consecuencia proponía su desconocimiento como jefe de la Revolución y como presidente de la República. Durante las presidencias de Huerta y de Carranza, Emiliano Zapata mantuvo sus actividades en contra del gobierno extendiendo su movimiento por el sur de México. Más tarde, junto con Francisco Villa, quién había aceptado el Plan de Ayala, entró en la Ciudad de México en 1914. Al año siguiente, Zapata se retiró a Morelos donde continuó defendiendo sus posiciones frente a las tropas constitucionalistas. Zapata confió en el coronel Guajardo, quien aparentemente lo apoyaría en sus acciones contra el gobierno y con quien intercambiaba ideas y cartas que cayeron en manos del gobernador lo que permitió que se enterara de sus planes y facilitara la emboscada que le costó la vida. El 8 de abril de 1919, Zapata salió con su escolta rumbo a Chinameca, mientras el general Pablo González dio la orden de que fuera traído vivo o muerto. El 10 de abril, Guajardo invitó a Zapata a comer en la hacienda del mismo nombre, saliendo a caballo con 10 hombres. Las órdenes eran que cuando llegara al primer llamado se le hicieran honores de general y al segundo se abriera fuego. De esta manera Emiliano Zapata fue cobardemente emboscado y acribillado.

El día de hoy he traído a la memoria algunos de los hechos más significativos de la vida del general Zapata y parte del contexto político en el que estos tuvieron lugar, precisamente cuando el país se encuentra en una grave encrucijada. Cuando el neoliberalismo dependiente apoyado por los dos partidos más importantes del país no ofrece una salida a los mexicanos. Cuando México está al borde de un abismo. El saldo económico de este modelo muestra a los ojos de todos los mexicanos los siguientes resultados: 1. El TLCAN que no ha traído ni crecimiento, ni competitividad económica y mucho menos bienestar social. 2. En las últimas dos décadas, la inversión pública dejó de cumplir su función impulsora del desarrollo económico al caer 67 por ciento, es decir, de 12 a 3.2 por ciento del producto interno bruto (PIB) mientras que la inversión privada no retomó este papel impulsor del desarrollo al crecer sólo de 14 por ciento a 16 por ciento del PIB. 3. Tomando 1970 como año base y considerando que entonces el salario mínimo real estaba en su nivel de mayor poder adquisitivo su porcentaje de pérdida ha sido del 70 por ciento y observado un comportamiento variado de la inflación sexenal en las últimas tres décadas con una tendencia a mantenerla a un solo dígito para equipararnos con nuestros socios comerciales, lo cual se ha logrado a un costo social muy elevado. 4. Aumento de la pobreza, tan sólo el número de pobres pasó de 44.7 millones en 2006 a 53 millones en 2010, es decir, un aumento de 8.3 millones en los últimos cuatro años. 5. Se privatizaron, extranjerizaron o monopolizaron sectores estratégicos incluyendo el financiero (95 por ciento), el eléctrico (50 por ciento), buena parte del petróleo, etcétera, y se liquidó y paralizó el fomento económico y la protección social del gobierno. 6. El saldo final, deterioro permanente de los principales indicadores de desarrollo, bienestar, competitividad, soberanía económica, sustentabilidad, estado de derecho, paz y justicia social. Cercanos al bicentenario del inicio del movimiento de la Independencia nacional y del centenario del inicio de la Revolución Mexicana, el país no ha alcanzado los objetivos que trazaron nuestros antecesores y frente a una preocupante involución de la vida política, social y económica, recobra vigencia el pensamiento y se erigen nuevamente las demandas del Caudillo del Sur. No se trata de rememorar un aniversario más de su asesinato. Debemos reflexionar, ampliar la conciencia y sobre todo actuar para fortalecer la identidad sobre la cual se han construido estos dos grandes movimientos sociales. El reto es anteponer a las fuerzas e intereses de la economía global y la persistencia de proyectos hegemónicos la fortaleza de esta identidad como pertenencia a un pasado compartido y ponernos de acuerdo en el futuro del país, aún cuando esto resulte difícil por la desigualdad ancestral que nos caracteriza y que nos mantiene como una de las economías con peor desempeño en el mundo. Cuando comparamos los resultados de algunos modelos de desarrollo globalizado entendemos lo que esto significa. En China e India 400 y 300 millones de pobres pasaron a clase media, respectivamente, mientras en México en tres décadas de neoliberalismo han arrojado millones de clase media a pobres, es decir, al desempleo, subempleo, informalidad, migración y delincuencia.

Si se consideran los niveles de desarrollo integral globalizado, Japón pasó de un país en ruinas a una gran potencia. India de colonia pobre a potencia emergente. China de país pobre a gran potencia mundial. En América Latina, nuestro país dejó de ser el gigante, habiendo sido desplazado por Brasil que ha invertido en ciencia y tecnología y desarrollado su mercado interno. En contraste, México pasó de milagro económico a país empobrecido, recolonizado y subordinado como resultado del modelo económico dependiente apoyado en: 1. La preferencia de los gobiernos neoliberales a las corporaciones globales por sobre el interés de la nación. 2. La disminución del poder normativo, de fomento económico y de promoción de la justicia social del Estado mexicano. 3. La apertura a la inversión extranjera sin obligaciones fiscales y para el desarrollo nacional. 4. La socialización de las pérdidas y la privatización de las ganancias mediante el uso del gasto público para garantizar utilidades a las corporaciones globales nacionales y extranjeras. 5. La reducción de los salarios, prestaciones y derechos sindicales como tributo para las inversiones globales. 6. La depredación y la sobreexplotación de los recursos naturales originalmente propiedad de todos los mexicanos. 7. La reducción de las capacidades industriales, de la producción agropecuaria, forestal y pesquera, de servicios de la planta productiva y su sustitución por inversiones, productos y servicios extranjeros. 8. El control por la banca transnacional del sistema financiero y del ahorro de los trabajadores y de la energía, la biodiversidad y la alimentación de los mexicanos por parte de las corporaciones extranjeras. 9. La concentración de la actividad económica en un reducido número de empresas y su reproducción mediante el control e influencia en los poderes y decisiones públicas, en lo que se ha dado en llamar "el capitalismo de cuates". Y qué decir del campo. Después de una serie de reformas incluyendo la del artículo 27 constitucional y la puesta en marcha del TLCAN, a la crisis de producción que dio inició en la década en los setenta y los aumentos en la importación de granos, se han sumado la crisis de productividad, rentabilidad y competitividad, lo que ha significado la pérdida de la autosuficiencia alimentaria al importar cada vez más maíz, frijol, trigo, arroz, cebada, sorgo, y soya. Se ha agudizado el rentismo y la concentración de la tierra. Los recursos de subsidio, es decir, los impuestos de los mexicanos han tenido como destino las manos de los grandes productores y empresarios agrícolas. Ha aumentado la emigración a Estados Unidos de América y a las ciudades en busca de oportunidades de vida. En suma, con las políticas neoliberales impulsadas hace casi tres décadas, el campo mexicano ha sido sometido a una devastación por el dominio de una veintena de empresas agroalimentarias transnacionales que controlan en la actualidad la producción agropecuaria pero también por las políticas oficiales seguidas particularmente en los dos últimos periodos de gobierno. Tan sólo en el caso del maíz, actualmente cuatro empresas controlan el 66 por ciento de la oferta de este grano.

Ante esta lacerante realidad, compañeros legisladores, la manera de honrar la memoria de Zapata es hacer una profunda reflexión y una convocatoria al pueblo de México para que juntos contribuyamos al esclarecimiento de la actual crisis por la que atraviesa el país, que deliberemos sobre las causas estructurales de la crisis, hagamos una valoración de las perspectivas, de las posibilidades y opciones sobre la base de un nuevo proyecto que refleje los intereses de la nación por encima de los intereses de una oligarquía en el poder y que juntos contribuyamos a formular un nuevo pacto social con su correspondiente régimen político y económico para garantizar la justicia social, la equidad, la distribución de la riqueza, las libertades y los derechos humanos. Honremos la memoria de Zapata a través de impulsar un nuevo modelo de desarrollo económico justo y competitivo con empleo y bienestar social, que nos permita recuperar la soberanía económica cedida en los tratados de comercio internacionales como condición necesaria para adoptar decisiones autónomas como comunidad nacional en materia económica. Fortalezcamos un nuevo pacto social sustentado en los mandatos de la Constitución de 1917 y aprendamos de las lecciones de la historia. Hace 100 años, millones de mexicanos derramaron su sangre por el principio de Sufragio Efectivo, No Reelección. Hoy debemos impedir el retroceso que esto significaría de aprobarse la propuesta del Ejecutivo federal en esta materia. Construyamos un modelo que nos permita convertirnos en una potencia económica por méritos propios, sobre la base de la actividad económica y la rectoría del Estado en las áreas estratégicas reservadas, el impulso de la economía social y de las empresas de capital nacional para alcanzar un crecimiento sustentable y sostenible. Un modelo construido sobre el criterio de justicia social y distribución de la riqueza, con pactos para aumentar de manera permanente la productividad y el poder adquisitivo del salario. Un modelo que sustente el desarrollo nacional en el mercado interno con preferencia sobre el mercado internacional, en el que las corporaciones globales no dominen el mercado y más bien estas se subordinen al interés de la nación. En donde se haga cumplir la Constitución, se elimine la desigualdad y las distintas formas de pobreza y exclusión social que caracterizan a la sociedad mexicana. Un modelo que 1. Reconozca el papel del campo y de los campesinos en la historia reciente del país y en la construcción del México actual: 2. Incorpore los elementos constitutivos de una política de Estado que trascienda lo coyuntural y sea capaz de superar los rezagos ancestrales, las condiciones de marginación y pobreza en que se debaten hoy la mayor parte de los campesinos mexicanos: y 3. Defina un esquema de desarrollo que tenga como principio fundamental, la soberanía nacional, la Soberanía Alimentaría y un conjunto de políticas públicas que hagan posible enfrentar con éxito los retos del presente y los desafíos del futuro. Un modelo que promueva el desarrollo integral de las culturas indígenas y reconozca plenamente los derechos de estos pueblos y su libre autodeterminación. En consecuencia, desde esta tribuna hago un llamado a todas las fuerzas políticas representadas en este Congreso y a la sociedad en su conjunto para que impulsemos este proyecto nacional alternativo, revirtiendo la contrarreforma del Estado mexicano que impulsó el paradigma neoliberal y abandonemos de una vez por todas, la política pasiva e inercial ante la globalización. Adoptemos una estrategia propia de desarrollo económico e inserción en la economía mundial que dé solución urgente a los graves rezagos en materia de crecimiento económico, productividad y competitividad, pobreza, empleo e ingreso, desarrollo regional, deterioro ambiental, desigualdad y bienestar social. Sin duda, la construcción de este nuevo modelo es el mejor homenaje que podemos ofrecer hoy para recordar y honrar la memoria del general Emiliano Zapata Salazar.

¡Viva Zapata! ¡Muchas Gracias! Atentamente Diputado Federico Ovalle Vaquera

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