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Comisión “ad hoc” de Secretaría Científica de APA “Estudios Psicoanalíticos de Mitos de América Latina” 2004 LA CULEBRILLA
La propuesta incluye, dentro de sus objetivos, el de difundir la importancia, para el psicoanálisis, de la investigación de los mitos a partir de la clínica, formas individuales de aquellos que tradicionalmente forman parte de nuestra teoría como el de Edipo, o el de Narciso. Descubrir las transformaciones de los mitos y la relación dialéctica entre sus manifestaciones particulares y generales; entre las formas propias de la cultura y las de cada persona, nos abre nuevos caminos en la práctica cotidiana y enriquece nuestra teoría.
El reconocimiento y la interpretación psicoanalítica de los mitos permite hacer conciente la estructura mítica de nuestros pensamientos y de nuestra existencia. Es decir que la realidad interna o externa es una construcción mítica al mismo tiempo que una concepción teórica. El mito es la base para la comprensión vivencial de nuestro pensamiento psicoanalítico, entramado con el mundo emocional y la experiencia de lo inconciente.
Por otra parte el estudio de los mitos cobra una importancia cada vez mayor para la ciencia y la cultura.
Los mitos están unidos a y forman parte de las fantasías. Freud denominó a las fantasías el tesoro común de la humanidad y usó la palabra almácigo que señala su cualidad siempre viva y siempre creativa.
Es función del psicoanálisis desarrollar esta capacidad humana frente a la actual prevalencia de las conductas de acción y las psicopatías.
Elegimos un material clínico en el que es posible descubrir cómo la analizanda utiliza un mito como base para poder estructurar su fantasía y dar forma al proceso de cambio durante su análisis. El mito esta relacionado con una dolorosa afección somática, por otro
lado muy frecuente. Es además notable la disociación entre el nivel sociocultural de la paciente y su creencia mítica.
El analista no toma el mito como una falsedad (“mito” vs. “realidad o verdad” o “falso” vs. “verdadero”) sino que como con un sueño tiene presentes los significados y motivaciones inconscientes y conserva durante el proceso su actitud de investigador y su transferencia positiva (empatía). Esta actitud es importante porque como analistas estamos involucrados en el mundo mítico. La desmitificación se logra al menos parcialmente cuando se develan los significados inconscientes del mito, del conflicto y de la situación traumática subyacentes.
Pensamos que desplegar en el análisis el mundo mítico es un proceso creativo y original. En este sentido encontramos esta cita de la autobiografía de García Márquez: “Pero lo esencial para mí no terminó por saber si el fauno era real sino que lo había vivido como si lo fuera. Y por lo mismo –real o soñado- no era legítimo considerarlo como un embrujo de la imaginación, sino como una experiencia maravillosa de mi vida”.
Intervienen en esta elaboración los miembros de la comisión: Gustavo O. Corra, Marta N. Hojvat, Alberto Jones, Herminia López de Parada y Lía Ricón.
El mito: “La culebrilla” es un dolor quemante en la espalda, que sigue un círculo rojo formado por pequeñas vesículas en la piel. Dicen que rodea el cuerpo y que “cuando la cabeza se junta con la cola” la culebrilla mata, en medio de dolores terribles. Sólo los curanderos la curan, frotando un sapo sobre la culebrilla para que “absorba el veneno”, o escribiendo con tinta china: “Jesús, María y José”, en los extremos de la línea roja. Cuentan que aparece cuando una víbora se arrastra sobre la ropa que se seca tendida sobre los cultivos de trigo. En inglés la culebrilla es; “ring warm”; anillo caliente, también; “tetter”, “shingles”. Es una infección aguda por el virus varicella-zóster que ataca a los ganglios de las raíces sensitivas posteriores de los nervios espinales. Al no existir conexión entre los nervios intercostales izquierdos y derechos, la infección necesariamente se autolimita. Cuando el virus ataca los pares
craneales, puede tener consecuencias severas, incluso ceguera. La terapéutica médica es poco eficaz y muchas veces la enfermedad recidiva.
La viñeta clínica: Felicitas, tiene 58 años y tres hijos. Hace diez años que se separó del marido que es diez años mayor que ella, después de más de veinte de casada (el analista infiere que es alguien con rasgos psicopáticos y del cual ella dice que “se hizo solo”). En el momento de la consulta Felicitas está por terminar el divorcio que le implica graves pérdidas económicas. Es obesa y atractiva. Resaltan los collares, anillos y pulseras de oro que agita al hablar. Fuma incesantemente. Se irrita y reprocha a su ex marido y a sus hijos; su enojo, con un tinte paranoide, sus reprocres se extienden al analista. Resulta intrusiva, denigratoria, autoritaria y grosera. Da la impresión “que va a explotar”. Sin embargo el analista descubre su dolor y su esperanza en recibir su ayuda. En su contratransferencia el analista siente estar fresnte a una persona snsible a que la puede comprender y ayudar. El análisis fue prolongado y exitoso. Actualmente, terminado el análisis ha mejorado la relación con sus hijos, y colabora con un comedor para personas necesitadas y dedica buena parte de su tiempo al cuidado de un hermano y una prima enfermos. Mantiene una comunicación con su analista. Es hija de una familia de pocos recursos, pero de ilustres apellidos “descendiente de patriotas y estadistas”, con baluartes morales que valora manifiestamente. Su padre muere durante su adolescencia. Es perito mercantil y trabajó en un estudio contable hasta su casamiento. Dice que antes de casarse “llevaba una vida digna”. Se casó “sin saber” que su marido “... seducía y estafaba a cuanta persona se le cruzaba” y cuenta; “... me banqué sus infidelidades, sus malos tratos, sus miserias, llegué a odiarlo; yo gastaba el dinero sin ton ni son, jugaba y perdía fortunas ...”. A la vez señala; “... mi educación familiar y religiosa me hacía repetirme que no podía ni debía separarme”. Ahora, en el momento de la consulta y durante mucho tiempo en el análisis, sufre “de otra manera”. Refiere, “he contraído una culebrilla que no deja de atormentar mi cintura”. La culebrilla no ha dejado de aparecer como causa de su sufrimiento; “... la tengo de continuo, se me va una y viene la otra, el dolor es insoportable, a veces no puedo levantarme de la cama, el solo roce de la ropa es insoportable, bueno me lo banco.” Dice; “... sé que es un herpes, me pongo la pomadita antiviral, pero también voy a la curandera para que me pinte en la piel con
tinta china las palabras Jesús, María y José, para cerrar el circulo”. Y agrega; “a veces pienso que estas heridas son como un castigo, una manera de pagar culpas, como si esto fuera un silicio”. El trabajo analítico se ha centrado en la escisión como defensa predominante, en la identificación con su ex-marido y en la elaboración del duelo por la separación y los duelos subyacentes. El analista ha tomado el relato de la culebrilla como un material de importancia para la comprensión y elaboración analíticas.
Consideraciones, interpretaciones e intercambios
Marta Hojvat:
Desde el punto de vista psicoanalitico consideramos “la culebrilla” un mito. En el relato predomina el pensamiento mágico, se acompaña por rituales, encierra significados inconcientes tipicos y particulares, y es tomado como verdadero sólo por ser enunciado. Además es una creencia compartida por un grupo social amplio. Felicitas duda solo en apariencia y prefiere recurrir a la curandera; la causa de la afección y su terapéutica son para ella unívocas. Recordemos que los mitos son formadores de símbolos, y que como los sueños son cercanos a lo inconciente. Según Bion el espacio del análisis es el de los mitos y los sueños; el de la categoría C de la tabla. En el material analítico se entrelazan el mito individual y el universal que envuelve también al analista, unido en lo inconciente a su paciente. Los mitos son el puente identificatorio con los otros; de modo que analizarlos es además de integrar la historia alienada y de investigar aspectos narcisistas, ahondar la unión y la identificación pacienteanalista. De no ser así, es posible que se acentúen mecanismos de aislamiento y dificultad de contacto emocional entre ambos. Felicitas tiende a la actuación que se manifiesta en su obesidad, su impulsividad y su adicción al juego. La aparición del mito individual en el análisis es en este caso un signo de organización verbal, un intento de dar forma a situaciones traumáticas muy dolorosas, actualmente de desamparo por el significado de la terminacion del divorcio. El mito soporta
aquí una enfermedad somática. El círculo quemante; -es notable la asociación con el anillo caliente en inglés-, es el anillo de bodas y a la vez el dolor y la rabia de su matrimonio y de su juventud perdidas. Asociado a las pulseras configura un símbolo de encierro y esclavitud en su matrimonio, difícil de abandonar para Felicitas, quizás por miedo a la pérdida de objeto. El calor representa el incesto y el conflicto edípico; -figurado por el triángulo “Jesús, María y José”-; la transferencia erótica, y en especial su dificultad de canalizar el dolor psíquico; ”a punto de estallar”. El dolor psíquico es así parcialmente contenido en el espacio mental por el relato mítico y el ritual, que pudieron ser interpretados por el analista, unido empáticamente a su paciente precisamente por el mito. Es posible pensar que el analista ejerció en la transferencia además de la función paterna de protección y discriminación, el rol materno arcaico de la curandera. El sufrimiento físico es como dice el analista la respuesta masoquista a la culpa por la transgresión. Felicitas no ha podido evitar la escisión que determina la proyección en el marido, la elección de objeto, la duración del matrimonio sostenido mucho tiempo aún después de la separación física y la ambivalencia ante el divorcio. El silicio descrito por el analista, representado plásticamente por el dolor quemante de la culebrilla, queda asociado a silencio. El mito sin embargo habla.
Lía Ricón:
Las características del problema y de la personalidad de la paciente presentada para esta mesa redonda es similar a las que yo he visto con esta misma “culebrilla”. Felicitas es claramente descripta como una persona con rasgos de persona demostrativa a quien podemos suponer transitar por conflictivas edípicas. El marido, “que se hizo solo”, tiene rasgos psicopáticos: “ha producido estafas e ilícitos” que se enfrentan claramente con las virtudes patricias de la familia de la paciente. Ella misma expresa que vive los dolores como un castigo, como un silicio que le hace pagar sus culpas, que se pueden entender como las que siente por defraudar las expectativas de la familia. Este patrón, en mi experiencia se repite en otras personas, siempre mujeres, que la padecen.
La “culebrilla” cuando se instala, cuenta por una parte con el virus del herpes zoster y por otra con un simbolismo que todavía no tenemos claro y que es singular de cada quien que la padece. He visto cuatro personas con culebrilla y siempre he encontrado los aspectos que voy a enumerar: •
estructura
psíquica
con
rasgos
histriónicos
(mecanismos
de
negación,
somatizaciones, predominio de la expresión gestual, relato verbal pleno de adjetivos, necesidad de manejo del entorno) •
situación desencadenante: conflicto que involucra a alguien muy próximo, familiar al quien une un vínculo estrecho, quien padece o actúa situaciones inadmisibles para la portadora de culebrilla
•
fantasía omnipotente de haber podido evitar lo referido a este familiar próximo
•
auto-castigo que implica, ante Dios, sufrir en “carne propia” lo que el otro merece por sus malas acciones.
Los psicoanalistas –perdón por la soberbia- somos los últimos clínicos, quiero decir que escuchamos a los pacientes y tratamos de entender lo que nos dicen y no solamente ver lo que tienen en sus cuerpos anatomo-fisiológicos, o en los exámenes que sobre los humores y el interior estático y funcional que nos muestra la pléyade de maravillosas imágenes que nos acerca la tecnología. Las creencias, los mitos, son fundamentos de todo acontecer, mucho mas allá de lo que la ciencia del positivismo quisiera. Me gustaría saber como se “cura” la culebrilla en nuestras culturas aborígenes y me queda como pregunta importantísima, pero hasta lo que yo se, aquí se cura con el “Jesús, María y José” o el sapo pasado sobre las heridas que absorbe el veneno. La trinidad de los curanderos no es la de la Iglesia, es la que se adhiere a lo concreto con la afirmación de una sexualidad posible, la de María y José, enfatizada por el otro ingrediente terapéutico, el “asqueroso sapo”, que salta y se queda adherido (relatos de los sapos que se suben por los cabellos de las vírgenes y no pueden sacarse más). Podemos suponer que las propiedades curativas de la panza fría del sapo sirven para aliviar no solo el ardor local producido por las lesiones, sino otras “calenturas”, en la paciente presentada la inevitable por este esposo estafador quien no podría ser aceptado por la familia. Los personajes de las culebrillas que he conocido han sido pasibles de estos asaltos eróticos que no han podido organizar en una sexualidad totalmente cumplida y han quedado
como una energía flotante de proceso primario presta a engancharse con el castigo por la culpa del deseo, primariamente incestuoso y luego siempre prohibido. He tenido conocimiento de otra mujer quien padeció “culebrilla” pero sin dolores. Lo que puedo comentar ya que la conozco socialmente es que no tiene los rasgos de persona demostrativa, ni la omnipotencia. No conozco determinantes del padecimiento. Por eso, cuando los psicoanalistas “escuchamos” y no solo a quienes se presentan como “analizandos”, sabemos de este simbolismo y si quien padece es un creyente y siempre se es a algún nivel operativo, no nos sorprende la curación y más vale la “consentimos” si se me permite esta riesgosa expresión. Jesús, María y José es la sexualidad sacralizada y permitida en este cuerpo que así se santifica y puede dejar de sufrir.
Herminia López de Parada:
Los estudiosos de la mitología clásica definen al mito como una narración que se refiere a un orden del mundo anterior al actual y que trata de explicar la realidad primera del hombre y su existencia. La experiencia cotidiana es penetrada por fuerzas sagradas y se establece una continuidad entre el mundo de los dioses y el de los hombres. Los mitos abundan en símbolos y generalmente disfrazan un deseo sexual infantil. En la sociedad contemporánea el conocimiento perdió la garantía de certeza porque la ciencia ya no produce verdades absolutas sino hipótesis. El hombre carece de los soportes que le permitían manejarse con seguridad. El mito es un sistema explicativo sencillo y rudimentario, fácilmente comprensible; adquiere la fuerza de una verdad incuestionable, permite eludir todo razonamiento que pueda generar angustia. Mediante las acciones concretas que prescribe el ritual garantiza la creencia. La mitología evolucionó siguiendo múltiples caminos pero al igual que en los sueños se escenifican fantasías universales. Detrás de los diversos relatos fabulados, siempre se repiten los mismos simbolismos arcaicos. Cuando se lo despoja de los ropajes temporales y locales aparece la fantasía sobre la que se lo edificó. Pero el mito a diferencia del sueño, también producto de una fantasía, trasciende la vivencia individual y busca sostén en el ámbito social. Hay por lo tanto un contenido latente pasible de ser analizado. Tomemos el caso clínico. El estado de desamparo que se vivencia en la enfermedad es propicio para apelar a creencias mágicas que permitan recuperar la omnipotencia narcisista
perdida. El pensamiento mítico al adjudicar un sentido al síntoma controla la angustia ante lo desconocido. El mito de la culebrilla es de origen local, repite un repertorio cultural creído y fijo. Hay dos mundos culturales superpuestos. Este mito está emparentado con los simbolismos arcaicos de la serpiente. ¿Porqué los pacientes no aceptan la prescripción médica?. Seguramente porque trae lo nuevo pero no puede reemplazar la creencia que está anclada en el inconciente. Veamos algunos mitos en los que la serpiente es protagonista. La serpiente enroscada que muerde su propia cola, llamada por los griegos “uroboro” ya aparecía en Egipto aludiendo a la inmortalidad. En algunas representaciones de la mitología egea prehelénica, el dios Zeus toma la forma de serpiente, es el “Zeus meilichios”. Una de las leyendas órficas nos recuerda que Perséfone, siendo virgen fue fecundada por Zeus que se había transformado en serpiente. En las civilizaciones de Centroamérica la “serpiente emplumada” es símbolo de la fertilidad. En la tradición judeo - cristiana la serpiente representa la transgresión, fue la seductora de la primera pareja terrenal. En el arte medieval conserva este significado y se la representa con cabeza y senos de mujer, como la que induce al pecado. El pensamiento mítico es acrítico y tolera la existencia de la contradicción. No sorprende entonces encontrar la simbología ambigua de la serpiente que tanto puede aparecer como enemiga del hombre que lo lleva hacia la muerte o como protectora; por ejemplo entre los asirios se la representa como guardiana de los recintos sagrados. También es doble el simbolismo sexual de la serpiente; está asociada a la masculinidad por su forma fálica pero por su vientre engolfante se la considera femenina. Está asociada a la cualidad envolvente y devoradora de una imago materna primitiva. En el mito de la culebrilla, el símbolo preñado de significados en muchas culturas antiguas, se colorea con las peculiaridades de la geografía y la cultura local. La serpiente se convierte en una pequeña culebra. En nuestro caso clínico, con el mito se pretende legitimar el síntoma que encierra un deseo incestuoso que se constituye como prohibición como ya lo explicaron Martha y Lía. En este mito la eficacia simbólica está unida a la intervención de la curandera. Éstas como herederas de las antiguas brujas son las autoras de la magia terapéutica. La curandera se identifica con la madre omnipotente de la primera infancia. ¿Será ésta la razón por la que se la prefiere y se deja de lado la prescripción del médico?. Es también interesante señalar que la visita a la curandera así como los ritos de curación son mantenidos en secreto por los
pacientes en la mayoría de los casos. Esto nos induce a pensar en un deseo prohibido que tiene que permanecer oculto. Pareciera que se arma una alianza con la madre (curandera) de la que el padre (médico) queda excluido y desautorizado. La curandera se identifica con la madre totalmente buena que calma el dolor con la palabra y la caricia. Se anhela recuperar un estado de felicidad total al amparo de esta madre todopoderosa. En la paciente la fantasía erótica centrada en la piel no encuentra satisfacción en el mundo externo. El deseo de ser tocada es fuente de un placer prohibido al que sólo se puede acceder si está unido al castigo (dolor). Es la curandera – madre, la que procura el alivio y permite experimentar el placer. La fantasía incestuosa heterosexual esconde el incesto homosexual. También podemos pensar que el mito dentro del proceso analítico se puede instalar como una resistencia que elude y rechaza el análisis. El mito se mantiene y perdura por la convicción y por lo tanto escapa a toda posibilidad de insight. Funciona como un núcleo escindido depositario de ansiedades depresivas y paranoides. La intervención del analista, al abordarlo como parte del material que trae el paciente, permite rescatar la riqueza del contenido latente y ponerlo al servicio de la cura.
Gustavo Corra:
Esta es una paciente en la que se puede detectar claramente el discurso de un mito que goza de consenso social. El mito nos facilita el acceso a los contenidos inconcientes de la paciente, pero en este caso también el analista está Involucrado inconcientemente, ya que es un mito social y por lo tanto un discurso compartido sin mediación alguna. Este relato mítico es expresado por la paciente de manera “directa”. El analista está incluído en la misma trama mítica desde el principio. No ocurre lo mismo en los mitos individuales o sólo propios del consenso familiar. La paciente nos muestra desde su relato de la culebrilla, el lecho en el que transcurre su complejidad como sujeto. Al decir de M. Abadi, “.. el mito, nos muestra no solo lo que se piensa, sino desde donde se lo piensa”. Su aspecto físico aparentemente tan generoso, engalanado en oros, ropas, apellidos ilustres, casas suntuosas y demás aditamentos, y su discurso descategorizador y querellante transcurren, en un continuo signado por las caracteristicas del mito que relata.
Felicitas se pronuncia atrapada en su circulo- culebra, de dolor y continuidad, fuego y muerte en el que ocurre todo lo que le ocurre. Su historia de desamor y abandono, no aparece en desplazamientos metafóricos, sino como una red compleja que transcurre en el continuo del mito. Aparentemente con un discurso pobre y esteriotipado, la paciente revela contenidos profundos, a través de un mito en el que ella se ubica, y en el que entiende y es comprendida por su analista co-participante. Aporta de esta forma elementos técnicamente aptos para su abordaje. Su educación religiosa provocadora de culpa y fantasmas ligados a su cuerpo erógeno, las penitencias, su conocimiento del uso de silicios, la culpa ligada a la actividad sexual con su marido y a su placer frente a las estafas de éste se expresan de manera regia, como si fuera un sueño, pero desde el relato de su vivencia mítica. En terminos metapsicológicos, un relato mitico compartido con el analista, “engaña” al yo de manera tal que permite trasmitir al otro directamente sin mediadores defensivos contenidos del inconciente. Este mecanismo tendría alguna similitud a los procesos descriptos por Freud en El Humor.
Intercambios entre Marta Hojvat, Gustavo Corra y Alberto Jones
Marta Hojvat: En relación a lo que dice Gustavo; sin mediación del superyó. Por obra del mito compartido en lo inconciente, el yo ha evitado la censura y confunde la realidad mítica con la realidad exterior, con la cual habitualmente establece transacciones. Es interesante. Respecto a esto, recuerdo una frase de Freud en relación a la histeria que dice: “La voz del padre en histeria, va directamente a las inervaciones nerviosas sin pasar por el yo”.
Gustavo Corra: Y hay un aspecto también importante, en el caso del sueño. En el sueño se ejerce la censura y se tiende al olvido. En cambio en el mito, el yo permite que la significación inconsciente tienda a la persistencia y no al olvido.
M. Hojvat: Eso es muy importante, porque en el sueño uno encuentra una elaboración secundaria. Pero en el mito, es verdad, hay creencia y no olvido.
G. Corra: No hay olvido y el mito permite repetir de manera constante su contenido inconsciente. A diferencia del sueño que, como Borges dice: “el sueño que soñé al amanecer y olvidé ¿existe o no existe?”. El sueño esta siempre en el margen de la existencia y la inexistencia.
G. Corra: Sí, el sueño no se recuerda...
M .Hojvat Aparte el sueño como sea, es individual. El mito puede ser también individual, pero creo que siempre hay puentes con los mitos arcaicos.
G. Corra: Si, pero estamos hablando de un mito social.
Alberto Jones: El mito funciona al modo de ecuación simbólica. Esto es algo que quisiéramos que prenda entre los psicoanalistas, pensar el mito como parte constitutiva de la identidad, de la subjetividad. Como una verdad interior importantisima en la vida de las personas, las familias y los espacios comunes y compartidos como el imaginario colectivo. Y no al modo en que se lo suele tomar en ciertas revistas, por ejemplo, los mitos del embarazo versus la verdad o la realidad sobre el embarazo. El mito por un lado y la verdad por otro, o como uno escucha decir a veces entre colegas, ¡no, pero eso es un mito, es una falsedad!- Me gustaría que demos la importancia que merecen los mitos o retoños de los mitos personales cuando surgen. Debemos darles la misma importancia como cuando aparece un lapsus, un acto fallido, un sueño, un olvido, cuando aparece algún elemento que inferimos es un retoño de lo inconsciente. Incluir a los diversos mitos (además de Edipo) como material de análisis, elementos a trabajar: indagar, asociar, bucear, relacionar, establecer nexos de sentido, interpretar, elaborar e integrar desde el punto de vista psicoanalítico o sea de las motivaciones inconscientes.
M. Hojvat: Ahora tenemos que ver cómo los incluimos, pero la cuestión está planteada.
A. Jones: Claro, por que a veces se confunde el mito con el prejuicio y tendríamos que aclarar que diferencias hay entre ambos y entre la verdad mítica y la verdad material del consenso.
G. Corra: Creo que el punto que va por esta línea tiene que ver con la técnica. Cuando el analista intenta acercarse desde una posición desmitificadora, lo que hace es romper esta vía de acceso regia al inconsciente. Sería como que un paciente venga, nos cuente un sueño y le dijéramos -¡no, no me cuente esas cosas! Cuénteme lo que le pasa, porque los sueños uno no los entiende mucho. Como si a esta paciente de la culebrilla uno le dijera que se trata de un virus, el herpes zoster, que hablemos del virus, que no tiene nada que ver con una curandera ni con nada que le este pasando. Creo que así estaría cerrando esta vía de acceso que es el mito de la culebrilla.
A. Jones: O decirle algo así como lo que pasa es que usted prefiere manejarse con el pensamiento mágico, pero necesita un ir a un buen médico. Debemos dar cuenta de la angustia contratransferencial del analista y nosotros, lo que pretendemos es que los analistas empaticemos con estos mitos como un retoño más de lo inconsciente y que se trata de un elemento constitutivo de la subjetividad. Cuando uno habla de una fobia, no dice: -¡Eh, vos tenés un miedo bárbaro, dejate de pavadas!- Uno intenta comprender esa fobia o ese síntoma obsesivo, que resultan de una transacción entre el deseo y la censura, que responde a motivaciones inconscientes profundas ligadas a identificaciones, a identidades, a historias. Y el mito también remite a esto, nosotros queremos rejerarquizarlo. No se trata solo del mito de Edipo, del mito de Narciso, hay un sinnúmero de mitos universales y locales, familiares, personales, etc. que no son tenidos en cuenta y que aparecen en el material.
G. Corra: Fijate que hay dos vertientes interesantes, una, la primera es la de Marta, que tiende a interpretar desde el mito la estructura de la paciente, obviamente si ella hubiera cerrado el desarrollo del relato mítico, no podría lograr la comprensión de la paciente. Lía, desde una visión un poco más picopatológica, no solo utiliza el mito para un acercamiento a la comprensión analítica, sino también para un intento de generar un conocimiento nosográfico.
M. Hojvat: Por supuesto, yo insisto que el mito da una forma, da la posibilidad, por ejemplo, de disminuir las actuaciones. Fijate, como vos bien decís, “encerrada en el circulo culebra”. Das una imagen plástica de la paciente y la paciente se instala en esa imagen, encerrada entre su deseo incestuoso y su defensa. Señalas como ella vive encerrada en el mito, pero aún así, el mito da material para el análisis. Y vos aclaras que es un material no tan filtrado, tan
contaminado por la censura, es más directo. También dijiste que el mito no es olvidable. Recuerdo la frase de Freud: “Los sueños se escapan como agua entre los dedos”, los mitos no. Y más aún, crean mitos nuevos permanentemente. Todos estos son mecanismos esenciales del alma humano y son por lo tanto, dignos de ser estudiados por nosotros. Y otra cosa que me parece importante Alberto, es esto que dijiste que a la verdad histórica y material, debemos agregar la verdad mítica. Hay que diferenciar del prejuicio, porque el prejuicio no es lo mismo que el mito, en el sentido de una metáfora a analizar, es una resistencia. Todo esto me parece muy rico.
A. Jones: los mitos siempre buscan expresar a través de lo simbólico, lo que es dificultoso de satisfacer o conciliar en la realidad. Y todos en el fondo anhelamos vivir en un mundo ideal, perfecto, sin conflictos, sin angustias, sin peligros, sin miedos.
M. Hojvat: Y el mundo mítico da elementos para controlar y también para simbolizar las ansiedades humanas. Sirve a la resistencia y también al crecimiento mental.
G. Corra: Y ese es el punto de relación entre mito y mentira. Porque la mentira también expresa un deseo.
M. Hojvat: Y si se quiere, eso es lo que hay que desmitificar.
G. Corra: Si, porque la mentira tiene una estructura simple, directa. Es la satisfacción directa de un deseo y funciona más al modo alucinatorio, el mito que funciona además como trama neurótica, donde va tejiendo una historia.
A. Jones.: Digamos, el psicoanálisis siempre recalcó la tendencia del hombre a gozar incluso en la patología y de ahí que muchas personas tengan dificultad para modificar ciertas compulsiones del carácter o lo que fuere. Desde el punto de vista psicoanalítico los mitos se estructuran y elaboran a partir de fantasías inconscientes por eso su contenido es siempre dramático porque expresan y ocultan situaciones conflictivas referentes a los orígenes, la estructura y el destino de cada uno. Por eso la mentalidad mítica es un estado de la mente humana y esta presente en todos y en todas las culturas. Como las fantasías y las ambiciones, los mitos aluden al pasado, el presente y el futuro.
Pueden intentar actividades preparatorias, ligar situaciones históricas conflictivas, elaborar traumas, fomentar proyectos progresistas o estimular idealizaciones regresivas.
M. Hojvat: Hay algo que dijiste en relación con los orígenes, que los mitos son formadores de identidad. En esta paciente, Gustavo señala que ella se define por el mito, por la culebrilla que atormenta su cintura. Gustavo, valiéndose de ese mito, la ayudó a modificar esa alienación de su identidad. Ella se transformó en una mujer que atiende un comedor, que cuida a sus hermanos y ya no es más la atormentada por el circulo donde ella añora una culebrilla, que como dice Lía es un simbolismo fálico. Una culebrilla de un marido delincuente que hace diez años no tiene y que no va a tener nunca más. Y ella, gracias al análisis, pudo salir de una identidad mítica, pero coagulada en el mito, fijada, que ya no le sirve.
A. Jones: Simbólicamente, pudo cerrar un circulo sin morirse y crear un circulo natural. Los mitos son los bienes simbólicos mas preciados de la identidad. Lo vemos muy claramente en las identidades familiares, religiosas, nacionales, culturales y todos los grupos de pertenencia.
M. Hojvat: Una cosa más, Lía Ricón dice que si ella alude a Jesús, María y José, al ser sacralizado, le permite alguna forma de amor. Pero, sin embargo igual necesitó recurrir al análisis para curarse. Porque esa sacralización del mito, ni siquiera le permitió amar. En cambio, el análisis, tomando el mito, sí.
G. Corra: Yo, escuchando a Marta, puedo rescatar que tiene internalizado junto con el analista, el manejo y la escucha del mito. Es una disciplina creo, escuchar desde el mito. Es una escucha que en algún momento califica, hay categorizaciones del discurso diferentes. No todos los analistas están entrenados en esta cualidad, escuchar desde el mito.
A. Jones: Claro porque la atención flotante no es estar en babia sino que es flotar atentamente para captar los retoños de lo inconsciente y establecer los nexos de sentido con las supuestas motivaciones inconscientes. Muchas veces, se atienden y analizan personas que vienen de determinadas regiones con mitos muy profundos y son mencionados en las sesiones al pasar, quizás por una suerte de pudor o temor, o por no creer que su analista va a compartir esa creencia. Se oculta, se calla, se censura y ambos dos, analista y analizado se pierden la
posibilidad de conocer esta vía regia. En esto el encuadre es crear un marco propicio para que se puedan desplegar y asociar estos mitos. Siempre y cuando se cuente con un analista respetuoso y sensible. Que tome al mito con el respeto y la sapiencia de que es una verdad intrapsíquica incuestionable. Digamos, porque en tanto el analista duda o critica, produce el corte, la censura, y se transforma en un punto ciego. El analizante puede llegar a sentirse no comprendido, no entendido y se cierra, o puede sentir que revive una situación de crítica, de juzgamiento, de desvalorización o rechazo. Digo esto porque he visto en algún reanálisis el recelo y la resistencia a compartir un mito a posteriori de una vivencia subjetiva de descalificación.
M. Hojvat: En relación a Lía, que dice: “La trinidad de los curanderos no es la de la iglesia”. Estoy de acuerdo con Lía, este es un mito muy antiguo, de la época precolombina y en las culturas indígenas se ha dado lo que se llama el sincretismo. Acá también se conservan estructuras más antiguas, pero de lo que no hay duda, es que la situación triangular es más antigua todavía. Entonces nosotros podemos operar desde la situación triangular y Lía, lo hace. La otra cosa que quería señalar, es el carácter histriónico, que aparece cuando la paciente dice: “Atormenta mi cintura”. Lía hace referencia al aspecto gestual, Gustavo a la seducción. Es algo que señala Granel, la necesidad de la estética en la concepción psicoanalítica y en la interpretación. Los mitos tienen la cualidad estética y poética indispensable para interpretar desde el muto, sumergidos en el mito. Y si uno lee los relatos de la paciente y nuestros comentarios, aparecen siempre metáforas estéticas. Es interesante destacarlo.
A. Jones: Creo que otra de las cosas que no incluimos es que cuando se hace referencia a los mitos historicos, de otras épocas, de otras temporalidades, tal vez tiene que ver con las angustias y resistencias que implica indagar sobre los mitos que estamos viviendo. Cuando hablamos lo hacemos desde nuestros mitos actuales, vigentes, o desde los mitos que están circulando. Tal vez dentro de muchos años, se los podrán analizar de una manera más distante.
G. Corra: Se pueden analizar ahora, pero implican un esfuerzo muy grande. Cuesta reconocer que uno está tan involucrado míticamente.
M. Hojvat: Es una herida narcisista. Además, si como Alberto dijo, el mito contribuye a la formación de la identidad, cuando uno se encuentra con un mito compartido, se pierde identidad. Así que nuestra dificultad, nuestra resistencia es en admitir que nuestra identidad es individual y social.
G. Corra: Y hay otro punto, cuando uno entiende que el yo y el superyó son entidades que han sido recibidas, se esta recibiendo también el acervo mítico. El superyó esta armado por la mítica vigente, versiones actualizadas, revisadas. Identificado con estas el sujeto conforma su superyo.
A. Jones: La subjetividad como vos decís, en el espacio mítico encuentra una sensación de pertenencia. La pertenencia ampara y da identidad pero al mismo tiempo se necesita marcar la diferencia con los otros. Así como utilizamos la culebrilla como ejemplo clínico de un mito individual, que da sensación de propiedad individual, pero que al ser también común y compartido, da sensación de pertenencia con los afines a ese espacio. Los mitos entre otras cosas, nos funden y nos diferencian.
Matriarcado y matrilinealidad: (por Marta Hojvat)
1) Turner, V.: Myth & Cosmos, Ed. John Midledton, Univ. Texas Press, 1989 Ndembu, ritual de caza. Rhodesia. La caza es mas que un alimento; es un una actividad religiosa. El objetivo surge en parte por el alto status del cazador y en parte por el hecho que la caza epitomiza la masculinidad en una sociedad juridicamente dominada por la matrilinealidad. En la produccion agricola y en la preparacion de la comida el trabajo de las mujeres tiene la mayor importancia, aunque actualmente los hombres intervienen cada vez mas en los cultivos y la caza decrece.
En los rituales para exorcisar antepasados se considera que el maleficio, varios tipos de mala suerte en la caza, se extiende a los companeros de caza en los hombres, y a las mujeres del grupo, siguiendo la matrilinealidad. Las mujeres padecen por el maleficio del espiritu de su antepasada de trastornos ginecologicos y reproductivos. 2) Nanda, S. y Warms, R.: Cultural Antropology, Wadsworth, USA, 1998 En las sociedades patrilineales la autoridad y el control en las relaciones de parentesco deriva de de la posicion del hombre como padre y marido; en las matrilineales el hermano de la madre mas que su esposo sostiene la posicion mas importante. Los Hopi, un grupo Pueblo del sudoeste americano, pertenecen a una sociedad matrilineal. La matrilinealidad es concebida como eterna desde los comienzos de los Hopi y continuando en el futuro. El lazo mas fuerte y permanente de los Hopi es entre hermanas y entre ellas y la madre; los hijos de las hermanas se crian juntos y son tomados a cargo de las otras si la madre muere. Otra sociedad matrilineal es la de los indios Crow de Norteamerica. Los Hijras de la India nacen hombres y se visten y viven como mujeres. Sirven al culto de la diosa Hindu Bahuchara Mata y para identificarse con la diosa se someten a una emasculacion; la operacion significa que la diosa les transfirio todos sus poderes procreativos. Como son vehiculo de los poderes de la diosa, son imprescindibles en las ceremonias del casamiento y nacimiento, sobre todo de hijos varones, donde cantan y bailan. Hijra significa eunuco o hermafrodita; sin embargo se enfatiza la impotencia o la abstinencia sexual. Se consideran no-hombres porque no funcionan sexualmente como hombres, pero tampoco son mujeres porque no pueden dar a luz; esto les causa sufrimiento. A estos grupos se unen los hombres impotentes con la creencia que nacieron para el servicio de la diosa, y que si no se unen a su culto seguiran siendo impotentes por siete generaciones despues de la reencarnacion. Los Hijras se visten con ropas y joyas femeninas, llevan el pelo largo y adoptan posiciones y movimientos como la mujeres; sin embargo son considerados socialmente menos que hombres y mas que mujeres. Usan un dialecto y se llaman entre si como mujeres; hermana, madre, tia... A la vez adoptan actitudes sexuales agresivas y obscenas no permitidas a las mujeres en gran parte de la India. Sus actitudes exageradamente femeninas pueden ser tomadas como un buerlesque. Fuman la pipa de agua, (hookah) y cigarrillos como los hombres. 3) Kottak, C. P.: Mirror for Humanity, McGraw-Hill, USA, 1994
...Todavia en algunas sociedades como las de los iroqueses, (Brown, J. K., Rreiter, N.York, Monthly, Rev. Press, 1975), -una confederacion de tribus, antiguos habitantes de Nueva York-, la influencia politica y ritual de las mujeres puede rivalizar con la de los hombres. La estratificacion de genero se produce dentro de la comunidad local. Es menor cuando las mujeres tienen roles locales prominentes y los hombres actividades en sistemas regionales amplios. Las mujeres iroquesas se encargan mas de la subsistencia mientras los hombres dejan el hogar por largos periodos. Los hombres pescan y cazan; las mujeres pueden hacerlo pero su mayor produccion es la horticultura. Ellas heredan la tierra y controlan la produccion y distribucion de alimentos. Las mujeres iroquesas viven con su esposo e hijos en compartimientos familiares en grandes casas comunales. Las matronas deciden que hombres se pueden unir a la familia y qienes no. Controlan las alianzas y la descendencia entre los grupos, un aspecto politico importante en una sociedad tribal. La identidad social, la sucesion de oficios, (office and titles) y la propiedad es por via femenina. Tribus relacionadas forman una confederacion; la Liga de Iroqueses con jefes y consejeros. Un consejo de de jefes deciden las operaciones militares pero la sucesion del jefe es matrilineal.
Las matronas de cada casa comunal nombran un hombre como su
representante. Si el consejo lo rechaza las matronas proponen otro hasta que uno sea aceptado. Las matronas controlan constantemente a los jefes, pueden vetar las declaraciones de guerra, (withold prpovision for the war), e iniciar tratativas de paz. En la religion la mitad de los encargados del culto son mujeres y las matronas ayudan a elegir los otros. Martin y Voorhies relacionan la declinacion de la matrilinealidad con el ensanchamiento del “complejo patrilineal-virilocal”; patrilinelidad, virilocalidad, actividades guerreras y supremacia masculina y con (to pressure on resources). La patrilinealidad favorece la presencia de hombres emparentados en la misma zona, donde mantienen las alianzas originadas en las batallas. Estas sociedades tienen agudas dicotomias domesticas y publicas, y los hombres tienden a dominar las jerarquias de prestigio. Los hombres utilizan sus roles publicos y su prestigio en la guerra y en el comercio para reforzar la devaluacion o la opresion de las mujeres. En las tierras altas de Papua-Nueva Ginea, densamente pobladas, la evitacion de las mujeres se une al dominio sobre las fuentes de abastecimiento. Los hombres temen el
contacto con las mijeres, incluso el sexual, que seggun piensan los debilita. Los hombres se aislan en casas de hombres, esconden de las mujeres sus preciosos objetos de culto y rechazan el matrimonio; muchos no se casan nunca.(Lindenbaum, S. Ethnology, 1972) Un extremo del rechazo a las mujeres es el de los Etoro, en Papua-Nueva Ginea, cazadores y horticultores, que mantienen una homosexualidad cultural. (Kelly, R. C., Washington, Am. Anthrop. As.,1976) (ver trabajo de Marta) .........(Aqui comienza)... Cita a Martin, K. and Voorhies, B., Female of the Species, N. York, Columbia Univ. Press., 1975; que estudiaron sociedades horticultoras de todo el mundo. Las mujeres son las principales productoras. Tienden a trabajar mas en comparacion con las sociedades patrilineales. El status femenino tiende a ser mayor. La matrilinealidad y la residencia con los parientes de la mujer, (uxorilocal), tienden a dispersar a los parientes masculinos, y al contrario en las sociedades horticultoras patrilineales. El mayor status femenino se debe a; herencia de posiciones politicas, posesion de la tierra, sobre todo porque la identidad social proviene de los vinculos femeninos. Entre los Minangbakabau en Malasia, (Peletz, M., Berkeley, California Univ. Press.,1988) las mujeres, que heredan los campos de arroz ancestrales tienen considerable influencia mas alla del manejo de la casa; aunque la autoridad publica aparenta ser asignada a los hombres, gran parte del poder y de la toma de decisiones las toman las “senior women” o matronas. En este tipo de sociedad horticultora, las mujeres constituyen la base de toda la estructura social. Los antropologos nunca descubrieron un matriarcado, una sociedad dirigida por mujeres???. (ver arriba)...