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1082 9. CONCLUSIONES GENERALES
Como ha se ha podido ver, a lo largo de este período el desarrollo del servicio educativo no parte de la nada, puede decirse que existían antecedentes que colocaban, desde por lo menos los inicios del siglo 17, a la instrucción escolarizada básica dentro del marco cultural de la sociedad coahuilense, y en especial dentro de la villa del Saltillo con apoyo del Pueblo de San Esteban, que como se ha visto pertenecieron al Reyno de la Nueva Vizcaya hasta 1787, en este sentido se puede afirmar que los primeros maestros de primeras letras fueron de extracción tlaxcalteca, y que gracias a su actividad en este ramo, la instrucción se conformaría como un elemento que permitía a ciertos individuos ocupar ciertas posiciones que podrían ser consideradas como privilegiadas, en ese sentido la instrucción no se da desde la perspectiva de que se alcanzase necesariamente una amplia cobertura, aun cuando las autoridades virreinales recibiesen disposiciones sobre que se instalaran escuelas de ese tipo en todos los pueblos y villas de todas las provincias de la Nueva España, sin embargo tal deseo, traducida en una Real Cédula, poca aplicación debió de tener en Nueva Vizcaya y en Coahuila, puesto que su implementación debería de tener como base a que la propia organización socio-económica de la época, la que determinaba quienes debían o podían adquirir esos conocimientos elementales, aquí se debe recalcar esta situación, puesto que aún cuando al ocurrir la independización de la ex-Nueva España y que el nuevo gobierno determinase en su Consititución aspectos relativos a la instrucción pública, como parte del proyecto de una nueva Nación a nivel general, aunque también se habría de dar a nivel particular, como lo fue en el caso concreto de Coahuila y Tejas.
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La sociedad coahuilense emerge de la época colonial con una estructura socioeconómica que no habría de modificarse substancialmente a lo largo de casi toda la primera mitad del siglo 19, al menos no si no hasta el gran impacto que le provocaría la invasión norteamericana en 1846 y la pérdida de todos los territorios ubicados al norte del río Bravo o Grande del norte, como entonces se le conocía todavía, esta no modificación en sus costumbres y patrones de conducta permiten dibujar la que era una sociedad tradicionalista en muchos aspectos, que se reflejaba todavía en una marcada diferenciación estamental, la que tomaba en cuenta sus esferas de acción o de subsistencia a través de sus actividades tradicionales tanto de costumbres como laborales a nivel familiar, destacándose en ello la presencia de las relaciones socio-laborales: "amosirviente", lo que provocó todavía la casi inmovilidad social o predeterminación de la esfera de vida para la gran mayoría de los coahuilenses durante ese período. Aunque por otro lado con intentos de renovación en otros, o de por lo menos de intentos por incorporar algunos elementos a su cultura, como lo sería la presencia de valores de corte liberal, la instalación de escuelas, la creación de nuevas villas y apertura de tierras, todo ello en un afán de crear mayores riquezas.
Podemos agregar, y decir, que para ese período que arranca de 1800 y termina en 1859, también se continúa haciendo presente la "guerra no declarada con los indios bárbaros", pero que pese a ello la población no sufre hambrunas, incluso no existen registros que lo indiquen así, pero tampoco la situación en general habrá de permitir que se dé una acumulación de grandes excedentes de
1084 capitales, lo que habría beneficiado grandemente a cada uno de los municipios existentes, y con ello haber contado con elementos para que la cobertura educativa fuese más amplia, y que por ende disfrutase de una buena infraestructura.
Con relación a este sistema de vida básicamente agrícola, y ganadero en cierta medida, donde la "industria" se centraba en la manufactura de textiles, se puede afirmar que los conocimientos ofrecidos y aprendidos en las escuelas elementales respondían a las expectativas de entonces, ya que las necesidades se situaban dentro de los perámetros que establecían el modelo o el concepto de lo que debería ser un individuo "preparado", preparación que abarcaba por regla general la adquisición de un regular manejo de la escritura, el dominio relativo de la lectura y de las cuatro operaciones aritméticas, ésto por un lado, y por otro de la interiorización de los conceptos religiosos cristianos primordiales, más un cierto acercamiento al ámbito de gobierno con el conocimiento de algunos puntos constitucionales, lo que debería de producir: primero, buenos cristianos, y segundo, ciudadanos de conducta ejemplar y honorable, respetuosos del sistema de vida vigente.
Puede afirmase entonces que la instrucción escolarizada en la región de Saltillo, estuvo regularmente atendida en la década de los 1830's, a pesar del fuerte conflicto que se desató entre las facciones liberal y conservadora, y que desembocó en la abierta lucha armada de mayo de 1837 entre conservadores de la región de Saltillo y federalistas de los municipios de las regiones de Monclova, o centro, y de Río Grande, o norte, del Coahuila; desde luego que no
1085 por ello debe pensarse que la población hubiese estado inmersa en un estado de guerra abierta continua; y en todo caso solo debe suponerse que los enfrentamientos armados fueron muy contados, pero muy significativos.
Pese a ello resulta destacable el intento por llegar a que se diese una integración del servicio educativo, con la concesión que el Gobierno del Gral. Antonio López de Santa Anna dio a la Compañía Lancasteriana, a partir de 1840, pero que en Coahuila tuvo poca resonancia o presencia, esta idea o proyecto de unificación es manifiesto desde muchos años antes, cuando se utilizan las denominaciones de "CASA DE ENSEÑANZA" y de "ESCUELA NACIONAL", para los pequeños planteles que se establecen en las villascabecera de cada municipio, lo que debería de dar en cierta forma alguna uniformidad, es decir que al hacerlo se habría de reflejar el interés gubernamental por el ramo educativo, de allí que cada ayuntamiento debiese asumir el gasto en ese rubro, aunque de hecho en la mayor parte de los casos la instrucción tuviese que sobrevivir a expensas de los padres de familia.
Es detectable sin duda la carencia de libros de texto, aunque debe de señalarse también
que
dentro de
Compañía Lancasteriana, fue la
todo
introducción
la
principal aportación de la o
el establecimiento de los
textos escolares que resultaban más adecuados para los alumnos, textos de los que no existen registros sobre su uso en los años previos a 1840, y que dichos libros cuanto 1860's.
de texto
habrían de permanecer vigentes o inalterables en
a uso, en términos generales, hasta principios de la década de los
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Pero el hecho fundamental fue que el propósito de ampliar la cobertura educativa continuó sin poderse dar, y si prevaleciendo el que ese servicio se diese en forma bastante selectiva, sobre todo si se piensa que una buena cantidad de niños que habitaban en haciendas y ranchos no tuvieron acceso a este servicio, desde luego que por otro lado se presenta el fenómeno de que muchos de los habitantes de Coahuila radicaban en las villas-cabecera, lo cual debía de haber permitido impartir más fácilmente la instrucción elemental, pero tal situación no se dio realmente, notándose por el contrario informes sobre la falta de este tipo de escuelas rurales o "foráneas", tal y como lo destaca el "Documento Santos Coya" de 1849, o el "Acta de Monclova" o el "Documento de Parras", en 1856;
o bien que hablaban sobre inasistencia de muchos de los
niños a la escuela o la negativa de muchos padres de familia a que sus hijos asistiesen a ella; en otros casos, muy concretos por cierto, los mismos padres de familia y las autoridades municipales llegaron a solicitar la instalación de una escuela, pero en esos como en otros casos, se hizo presente un problema toral: la carencia de maestros y la dificultad para conseguirlos, y, aún después de poderlos conseguir se presentaba el problema del pago del salario de dichos maestros, con lo cual la situación parecía no terminar de resolverse.
Así es
perceptible ya para principios del período analizado que uno de los problemas que tuvieron que afrontar los ayuntamientos, fue el del pago del salario del preceptor o maestro, y si bien, por otro lado al inicio de la vida independiente los ayuntamientos intentaron asumir el pago total de dicho salario, se tiene que las circunstancias socioeconómicas les impidieron hacerlo, y en todo caso lo asumieron parcialmente, teniendo que completar los sueldos con cuotas de los
1087 padres de familia, e incluso se detectan situaciones en las que los maestros llegaban a aceptar el pago con diversas mercancías, o bien con mano de obra para diversos servicios de quienes tenían sus hijos en la escuela.
Con relación con el maestro "tipo", se tiene que pocos fueron los individuos que llegaron a tener una preparación acorde al puesto que desempeñaban, y otros el poseer la vocación adecuada, en ese sentido quedaba todavía muy lejos la existencia de la que más tarde sería denominada como educación normalista; derivada de esta situación se detecta que el preceptor en todo caso reproducía el sistema o método de enseñanza, que poca evolución había tenido entre, digamos, 1750 y 1850, salvo raras excepciones desde luego, en ese sentido preceptores como José Rafael Acuña, don Marcial Borrego, Juan José Sánchez y Guadalupe Ilario podrían señalárseles como elementos destacados, pero sobre todo las ideas de Borrego, las que al leérseles suenan a modernidad, y quizá son las únicas que contemplan al elemento toral del servicio educativo: el niño, el joven, al darle un vuelco a lo que éstos deberían de ser y de desarrollar como individuos, lo que no se da en el resto de las otras escuelas, en este sentido debe decirse que la escuela durante este período es básicamente un instrumento transmisor de conocimientos, a pesar de que a través del aprendizaje de los preceptos religiosos se intentase dar pautas de conducta a los alumnos, pero no los toman a éstos desde su propia naturaleza, capacidades y perspectivas particulares si no que todavía habría de prevalecer la conceptualización desde un esquema de adultos, a cuyo mundo el "individuo-niño" debería de integrarse como un elemento más de trabajo de entre los 9 y 10 años de edad.
1088 En ese sentido debe tenerse entonces presente que en términos generales el tiempo que un niño podía llegar a asistir a una escuela era de unos dos años, tres a lo sumo, en tanto que ese era el tiempo más que suficiente y necesario para que pudiera adquirir los conocimientos elementales, los que como se ha podido ver se aprendían con base en un sistema memorístico repetitivo, lo que los habrá hecho tediosos y cansado su aprendizaje; Con relación a esto debe de mencionarse
que
nula
es
la
información
relativa
a
un
aspecto
que
definitivamente influye en la formación intelectual de los niños y niñas: los juegos o acciones de distracción, los que si bien debieron de haber existido, eran considerado como una cuestión muy aparte, sin que se les tomase en cuenta como elementos auxiliares en la formación de los alumnos, esto excluiría desde luego actividades de ejercicios físicos que estuviesen supervisados y/o dirigidos por el preceptor.
Así, si hablamos de tales limitantes del aprendizaje a nivel elemental, y de que éste estuvo restringido en términos muy generales, puede hablarse, por otro lado, que desde luego hubieron quienes tuvieron la oportunidad de prepararse un poco más, pero éstos eran los menos, baste para ello tomarse el número de alumnos registrados en el Colegio Departamental establecido en Saltillo, y el número de los mismos censados hacia 1828; así en todo caso los varones que pudieron llegar a cursar las carreras profesionales entonces existentes: abogado, médico, farmacéutico, ingeniero civil, agrimensor, eran realmente muy pocos, y tenían que hacerlo en Escuelas de la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, situación que habría de prevalecer hasta 1867, cuando el Colegio Civil se transforma en el Colegio Ateneo Fuente, llegándose entonces a
1089 impartirse en éste algunas de esas carreras profesionales. Así puede concluirse que en lo tocante a la instrucción "post-primaria", si bien se intenta formalizarla a través del Colegio Departamental en 1838, la acción de éste es muy restringida, es decir que su cobertura no va incluso más allá de ciertos círculos de la sociedad coahuilense, siendo la causa de ello el tipo de sociedad y los tipos de conocimientos a impartirse que estaban vigentes en ese período.
Respecto a la instrucción elemental de la mujer, baste decir que no solo se debió de encontrar en situaciones similares, si acaso llegaba a tener algún tipo de instrucción formal, si no que en términos generales no reciben ésta la gran mayoría de las mujeres.
Y si acaso existe una acción que se pueda tener como
destacada sobre la instrucción femenina es, en primer término el proyecto del Bachiller Pedro Fuentes en 1796, la idea de doña María Loreto Gutiérrez en 1822 y la creación de la primera escuela para niñas en Saltillo en 1842 por parte de la Compañía Lancasteriana, pero sin que ocurra nada más, salvo que sean maestras particulares quienes atiendan a pequeños grupos de alumnas, lo que implicó que la instrucción quedase de esa forma bastante restringida, en tanto que no todos los padres de familia podían pagar las cuotas, amén de que la organización social le daba un rol muy bien definido a la mujer, lo que hacía que se considerara como no esencial la instrucción escolarizada. De allí que la instrucción superior estuviese considerada como algo que pudiera ser ofrecido a la mujer en ese período 1800-1860.
Como ya se ha mencionado el ayuntamiento era la entidad políticoadministrativa en la que recaía el manejo del servicio educativo, más para poder
1090 hacerlo necesitaba contar con los ingresos suficientes, obtenidos estos vía alcabalas al comercio en general o por venta de trigo, maíz y algodón, por contribuciones sobre capitales y sobre fincas urbanas o fincas rústicas, ya por otorgamiento de permisos o licencias diversas (como rentas de piso para comercios en las plazas, degüello de cabezas de ganado mayor y menor, por multas, o por remate de bienes mostrencos. Pero la situación no era tan bonancible para todos los municipios, de allí la diferencia de unos a otros en cuanto al grado de atención, pues ello determinaba en muchos casos el que un preceptor permaneciera o no en su cargo, puesto que incluso el vecindario disponía de los recursos para el pago de cuotas en tanto que la producción se diese o no, pues no hay que olvidar que la sociedad coahuilense basaba su riqueza en la producción agrícola y ganadera, más que en la del ramo minero o de alguna industria, salvo desde luego la textil. Y por otro lado esta sociedad tenía un sistema de vida que contemplaba como básica la producción para autoconsumo, e incluso llegándose todavía a la práctica del trueque para muchos productos, lo que limitaba la disposición de circulante.
Con relación a aspectos del manejo del servicio de la instrucción pública, que incluye aspectos de infraestructura: locales, libros de texto y mobiliario, así como disposiciones gubernamentales, debe decirse que son utilizadas como sedes de las escuelas casas-habitación, ya en forma total o parcial, las que no son desde luego adaptadas para ese fin, si no simplemente ocupadas, aunque desde luego que en algunos casos los ayuntamientos llegaron a poseer sus propios locales, aledaños a o formando parte de las casas consistoriales, al menos hasta 1856, año en que se da el remate de bienes municipales en base a
1091 la Ley de Desamortización de bienes, lo cual fue un golpe muy duro para los municipios que contaban con su propio local escolar. En cuanto al mobiliario, no existe para este período registros de que se hubiese contado con el adecuado para el alumnado de cada escuela, en todo caso éste consistía en mesas y sillas comunes que los mismos padres de familia o el mismo vecindario llegaba a proporcionar, es decir, sin que se considerase en su construcción ningún diseño adecuado a las proporciones anatómicas de los niños y niñas, y que les tornaran más cómodo el aprendizaje en el salón de clases; aunque por otro lado se tiene que los ayuntamientos procuraron casi siempre el proporcionar los útiles y materiales escolares necesarios, o en su defecto el propio preceptor estipulaba en sus contrato que él habría de proporcionarlo.
Respecto a las disposiciones de gobierno, debe señalarse que si bien los ayuntamientos asumen el control del servicio educativo, no se dan grandes directrices desde el seno del Gobierno estatal o departamental, y si bien en 1842 el Gobierno de López de Santa Anna intenta descargar la obligación del Estado sobre le ramo educativo, merced a la concesión que le da a la Compañía Lancasteriana, que es, por otra parte, un gran intento por dar un gran impulso al ramo educativo, en tanto que habría un organismo rector que debía de estructurarlo y hacerlo más homogéneo, el hecho fundamental es que el proyecto no se da en Coahuila, y muy por el contrario los ayuntamientos se llegan a sentir desplazados e invadidos en una de las que consideraban sus atribuciones privativas, de allí que las acciones de la Compañía no pasaran de la región del Saltillo.
1092 En otro aspecto sobre injerencia del Gobierno estatal se debe tener presente la trascendencia de la evaluación realizada sobre el ramo educativo en 1849 por don Tomás Santos Coy, en un segundo intento por reorganizarlo, pero lo más importante de ello es la creación de algunas de las primeras escuelas que intentaron atender al a población infantil que se encontraba en las haciendas y los ranchos, lo cual implica que existía un interés por que este sector de la población recibiera los beneficios de este servicio. Con esta medida bien puede suponerse que el factor de cobertura habría intentado ampliarse, sin embargo puede concluirse que en términos generales apenas el 30 por ciento de la población masculina estaba más o menos alfabetizada (si se quieren utilizar términos actuales), en tanto que la población femenina lo estaba en poco más o menos el 10 por ciento, y ya en lo particular ello habría dependido del sector social y de las ocupaciones de sus integrantes.
No puede soslayarse el hecho de que en su momento el Territorio de Tejas formó parte de Coahuila, para incluir cuales fueron las condiciones educativas existentes entre los coahuiltejanos y los colonos angloamericanos, al respecto es reconocieble que la acción educativa derivada de las autoridades coahuiltejanas, estuvo mucho muy limitada, debido a la falta de recursos, y la dificultad para conseguir preceptores, en todo caso éstos serían de procedencia extranjera, en tanto que las colonias de angloamericanos seguirían sus propios métodos y organización, situación de la cual poco informaron a las autoridades, pero se puede inferir que la instrucción escolar se habrá impartido en inglés y enfocada a los parámetros de su propia cultura. Por lo mismo solo se llegaron a establecer muy contadas escuelas en tan amplio territorio tejano para el período
1093 1820-1836, que corresponde a la última fase de gobierno hispanohablante; en todo caso es detectable que problemas de otra índole: político, económico, de propiedad de la tierra, de control de colonos, de invasión desbocada por parte de angloamericanos y europeos, así como de inseguridad ante los bárbaros, enfermedades (como la de la epidemia del Cholera Morbus en 1833) y el choque cultural que necesariamente se dio, fijaron mayormente la atención de las autoridades coahuiltejanas, que la atención educativa. Por otro lado habría resultado del todo difícil, por no decir imposible, que las autoridades contaran en ese territorio con los recursos materiales y humanos, que habrían haber permitido que una amplia cobertura educativa fuese un hecho real, lo que aunado al fenómeno de que la mano de obra auxiliar de los niños impidió que todos ellos tuvieran la oportunidad de asistir a alguna de las pocas escuelas establecidas.
Y en el rubro de contar con el profesorado adecuado se tiene que ese problema no fue salvado en ningún momento a lo largo de ese período, y que tanto los coahuiltejanos como los colonos angloamericanos se vieron precisados a contratar los servicios de preceptores extranjeros, para solucionar en parte el problema de la atención educativa; pero lo que si resulta de muchísimo interés es el hecho de que desde sus orígenes se dio una separación de dicha atención educativa, es decir que los coahuiltejanos tuvieron sus propias escuelas y los angloamericanos las suyas, y que si en algún momento dado las autoridades llegaron a intentar el que se diera la instrucción elemental exclusivamente en español, ese intento fue algo aislado pero por otro lado habría sido como remar contra la corriente, y de hecho era un intento condenado al fracaso.