COMUNICACION, LENGUAJE Y PENSAMI ENTO

Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) 164 ENSAYO COMUNICACION, LENGUAJE Y PENSAMI ENTO Por Jos é Luis Pinillos "Un hombre que no conoce má
Author:  Marta Rey Río

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ENSAYO

COMUNICACION, LENGUAJE Y PENSAMI ENTO Por Jos é Luis Pinillos "Un hombre que no conoce má s qu e la s cosas es un hombr e sin id e as; es en el lenguaje donde se e ncu e ntran la s ideas" (Alain, Propos sur l' educa t ion)

Si e l l engua j e se concibe exc lusivament e como un sistema in-tersubj etivo d e signos uti lizados para establec e r una comunicación, es claro qu e la especificidad de la actividad O L Q J  t a  tica humana se ve ser i a mente comprometida, por cuanto los miembros de otras especies también hacen uso de signos para = comun ic ar se e n tre sí. La comunicación, por supue sto, no es -una ac tividad p rivativa del hombre, y gracias a la pac i e nte = obra de b i ólo g os como Karl von Fris h se sabe hoy que las a b e jas, por poner un eje mplo b i en conocido, son capac es de trans mitir y d escifrar con suma precisión mensaj es complicados. t o hac e que la delimita ción de l a f rontera ling üística entreel homb r e y los animales resulte mucho menos sencilla de lo = que a primera vista par ece, cuando uno compar a el lenguaje -abs t racto de la filosofía, v aya por caso , con la comunicación táctil y o lf ativa de las hormigas. Porque si lo que se toma = como términos de comparación son puntos más cercanos del proceso evolutivo, tales como la comunicación de los gibones y = el lenguaje de una tri b u primitiva, las distancias se acortan considerablemente y la demarcación se complica, igual que R F a  rre con la distinción entre la materia orgánica y la inorgáni ca, cuando lo que se compara no es una roca con una mariposa sino un viru s con u na b acteria.

Es

Todo esto , evi d e nt e me nt e, es bien sabido; pero lo qu e en realidad hace d e esta fascinante cuestión demarcativa un problema de la más pa l pitante actualidad no es tanto que lo s de lfin es o los primates di s p on gan d e medios comunicativos simila-res a lo s nu estr o s, como que e n nosotros coexistan niveles H a  municativos de muy dispar jerarquía -algunos sumamente p areci dos a los de la s especies inferiores. A mi entender, tan impor tante co mo determinar con exa ctit ud c uáles so n la s notas di f; renciales del l en gua j e humano, es tener presente qu e en e l  a  hombre actual fun cio n a n, junto al l e n g uaje p ropo sic ional ex-clusivo d e la especie, otros sistemas comunicativos filogené-

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ticamente muy antiguos, cada vez más alejados de la s exigen-cias racionales que comporta el mundo técnico e n que Y L Y L P R V a  La distinción e ntre lenguaje humano y comunicación animal representa, pues, algo más que un mero debate académico. En un momento histórico como e l presente, en que el hombre se en - = cuentra radical e irreversiblemente inmerso en una gigantesca noosfera de su propia creación, importa mucho reflexionar sobre las repercusiones que tendría el descuido del nivel lin-güístico específico que transmutó en historia la evolución -biológica y ha presidido desde entonces el progreso de la especie. Quede claro desde el principio que no concebimos la pa labra como un fenómeno aislado y todopoderoso, ni tampoco S U a  tendemos insinuar que el ser humano deba reducir todas s u s S a  sibilidades comunicativas a las del lenguaje proposicional tí pico de la especie. La pala bra surgió, sin duda, de una L Q  a  teracción social rudimentaria y eminentemente práctica, y tam bién es cierto que el gesto o la imagen poseen virtudes F R P X a  nicativas de que el lenguaje proposicional carece. I ndis cuti blemente, el mundo afectivo se expresa muchas veces mejor a = través de un gesto que de una frase, y tampo co cabe duda d e = que una imag en puede va ler por mil palabras, como gustan de = recordarnos los publicitarios. Lo que ocurre es qu e nada de esto debería hacernos olvidar que la primera palabra que se = pronunció sobre la tierra fué la clave que abrió d efinitivame nte a los homínidos e l camino de la humanización: sólo cuan do las cosas comenzaron a tener nombr e, lo percibido empezó a  a ser pensado humanamente. En la his toria na tural de las espe cies, la palabra no fué en ver dad lo primero; pero sólo a pa; tir de el la penetró el hombre en el mundo de los símbolos que constituyen la cultura. Respecto del pensamiento, la palabra fué efectivamente en un principio. De sde los orígenes de la civilización el desarrollo de la razón humana se ha efectuado a Q  íntima interdependencia con la palabra , aunque ciertamente no sólo con ella. Sin pretender,= por tanto, que la palabra humana se baste a sí misma, es preciso recordar no obstante que un pensamiento que careciese de palabra difícilmente llegaría a cobrar existencia histórica: "Quise decir algo -escribió una vez Mandelstam- y no encontré la palabra; y mi pen samien to vo l vió a perderse en el reí no de las sombras"

El modo de existencia del pensamiento humano es, en suma,el = lenguaje, y el descuido de éste compromete por consiguiente = las posibilidades históricas de aquél. De aquí que, en el mlill do de hoy, la sobreabundancia, hipervaloración y abuso de los medios no lingüísticos de comunicación pueda poner en peligro la posición que la palabra d e be tener en la cultura. *Las recientes H [ S H U L H Q F L a G H  Gard n er, Premack y Fouts permit e n colegir que los chimpancés son capaces, cuando se les adiestra convenientemente, de dominar una especie de lengua j e proposicional de signos, muy rudimentario, que D O J X Q R V a  suponen f ué el que e n e l propio hombre precedió a la pala-bra. En el presente trabajo, la expre sió n "l engua je proposi cional 11 se toma en la acepción dada por Cassirer, como equi valente del discurso verbal privati v o del hombr e .

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Comunicación y Lenguaje Hasta cierto punto, es obvio que la distinción entre F R P X Q L F a  ción y lenguaje es arbitraria, en el sentido que depende de = lo que deseemos entender por lenguaje. Sin embargo, la verdad es que el hombre es el único ser que habla; los demás anima-les se comunican de otra forma, y esta distinción, aunque difícil de establecer, no es en modo alguno irrelevante o arbitraria. Es, por el contrario, una distinción real de la máxima importancia. Desde un punto de vista biológico, es ciertamente factible = constatar el especial desarrollo que en el cerebro humano han experimentado algunas áreas claramente implicadas en la actividad lingüística, tales como las descritas por Broca, Wer- = nicke, Déjerine, Pic-Exner, Heschl o Geschwind. Naturalmente, este especial desarrollo no representa en principio una diferencia cualitativa entre el cerebro de los demás primates y = el del hombre, sino tan sólo cuantitativa; pero las circuns-tancias de que haya estructuras -como losfascículos arcuado y ocipito-frontal y la zona infero-parietal señalada por Geschwind- que parecen privativas del cerebro humano, induce cada vez más a las grandes figuras de la biología a inclinarse hacia una opinión discontinuista, valga la expresión, respecto de este punto de la evolución. Un científico tan poco sospe-choso de "espiritualismo" como Pavlov, mantuvo siempre la opi nión tajante de que el lenguaje constituye un segundo V L V W H P a  de señales, específicamente humano, que representa"el Último logro de la evolución'' y no admite comparaciones cuantitati-vas ni cualitativas con los estímulos condicionados de los = animales" (1). Más recientemente, y desde unas coordenadas -ideológicas completamente distintas, Magoun (2) ha insistido también en que la actividad lingüística humana a través de = símbolos vocales y escritos representa un incremento funcio-nal totalmente nuevo en la filogenia: "Se puede concluir -afirma Magoun- que hay dos mecanismos nerviosos centrales = para la expresión vocal en los vertebrados: uno para la comunicación afectiva = no verbal, muy representado en el tronco cerebral de los animales, y ün segundo = para la comunicaGiÓn verbal, presente só lo en el neocortex lateral del hombre". -

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La evidencia biológica, en suma, parece apuntar que existen diferencias estructurales apreciables en las áreas lingüísticas del cerebro humano, respecto de las demás especies. Lo -que ocurre, sin embargo, es que no guardan proporción con las enormes diferencias funcionales que se registran en el orden del comportamiento comunicativo. Es lógico, por lo demás, que así ocurra, por cuanto la actividad lingüística del hombre es la propiedad funcional de un sistema muy amplio, del que lo = biológico es sólo una parte. (1) I.P. Pavlov, Lecciones sobre los hemisferios cerebrales,= 1924. (2) Citado por H.A. Whitaker en On the Representation of Languaje in the Human Mind. Linguistic Research Inc., 1971.

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Sit uándonos ahora en e l p u nto de vista f uncional , nos encon-tramos ta mbién con qu e prácticamente todas la s grandes figu -ras de la psico logía animal o la etologia han constatado l a = e xistenc i a d e un f oso insalvable entre el l e n guaje humano y = la comunicación de la s demás especies. Una de las observacio nes más reit erad am ent e e f ectuadas al respecto, so br e todo en la psicología animal de l os primero s momentos, se ref ier e al caráct e r expresivo - emocional que par ece prevalecer en la comu ni cac ión de las especies infra-humanas: "El llamado 1 lenguaje mimal 1 - escribe Cassirer- sie mpr e es totalmente subjeti vo; expresa div ersos estados a fect ivos ,= pero no designa o d es cribe objetos" (3) En sus monumentales revisiones sobre el tema, Kainz insis te = asimismo en esta nota diferencial, que s e apoya sin duda en = el predominio que el cerebro emocional tiene respecto del Q H a  cort ex en las es p ec i es infe riores,y que ha induc i oo a neuro- = fisiológicos como MacLean a aven t urarfascinantes hipót esis so br e e l provenir de la humanidad. Si n e mb argo, quizás no V H D a  éste el punto más decis i vo de la cuestión, ya que psicólogos como Yerkes y Kohler, etólogos como Lorenz y Tinbergen y más recientemente Gardner y Premack , han exp lorado las posibilida des s eña liz adoras no afectiv as d e la comunicación animal. Por s u puesto, todos ellos han concluido siempre por tr op e zar al = final e n al g una forma con esa in s alvable f ront e ra a que venimos refiriéndonos. Nadie ha con segu ido nunca hacer hablar a = un chimpan cé, s i por hablar entend e mo s al go más qu e reprodu-cir malament e unos sonidos parecidos a trespalabrassencillas  a   papa y cup- al cabo de tres años d e adiestramiento intensivo. Incluso e l intento d e los Gardner y de Premack (4) = para enseñar a un chimpancé el lenguaje ges tual d e los sordomudo s, más apropiado para la es pecie quizas que el vocal,ha = trop e zado también con un l ímite que ningún niño normal encuen traen el segundo año de desarro l lo. La chimpancé : D V K R H D S U a  dió, es cierto, a utilizar signos gestuales con un notab le a  grado de generalidad -por e jemp l o, para pedir más e n muchas = situaciones distintas- y no sólo para H [ S U H V D U a V H R V   emocio n es, dolor es, etc., sino a s imismo para designar indicativamen te objetos o detall es sobre los que quería llamar la D W H Q F L y a  de sus dueños . Pero ni el l a ni Sara -l a chimpancé de Premackparecen haber llegado en ningún momento a preguntar activamen te por nada, ni a generar frases uniendo sintácticamente V L J a  nos particulares, ni en definitiva a utilizar unos signos para designar otros signos yconstruir con ellos frases o proposiciones. Los exp erimentos de Gardner y Premack, que aun continúan, son evidentemente f antásticos, pero no afectan en rea lidad a nuestra tesis . Del mismo modo que Jru stov (5) se encontró con que los anima les más próximos al hombre son capaces d e utilizar instrumen-

(3) E. Cassirer: An Esay on Man, 1944

(4) Gar d ner y Gardner: " Two-way co mmuni cation with an infant

chimpanzee", e n Be havior of non-human Primates, de Schrier y Stollnizt (eds.). Academic Press, 1969 . D. Premack : "La!l guage in chimpanzee?" . Science, 1971. (5) H.F. Jrustov: Fo rmation and highest frontier of the impl& menta l activity of D Q W K U R a R L G V  9 , ,  Congreso Internacional de Antropologia y ( W Q R O R J a D   Moscú, 19 64.

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tos e incluso de hacerlos con sus manos, pero no de fabricarlos con otros intrumentos, todas estas experiencias encaminadas a enseñar a hablar a los primates terminan siempre por -fracasar en el momento en que el animal ha de utilizar los = signos no para designar directamente objetos o estados afecti vos, sino para designar otros signos de acuerdo con unas re-glas sintácticas que le permitan construir un discurso frases inéditas pero inteligibles. La comparación más exhaustiva que quizás se ha llevado a cabo, desde este punto de vista significativo, entre el hombre y el resto de las especies es proba blemente la de Charles D. Hockett (6) , que ha elaborado X Q a  repertorio de los rasgos básicos de la comunicación, aparecidos a lo largo de la filogenia. Ninguno de los trece rasgos = que recoge falta,desde luego, en el conjunto de la filogenia -esto es, todos aparecen alguna vez en alguna especie- pero a la par acontece que ninguna especie, excepto la nuestra, los posee todos a la vez. Por descontado, el uso del canal vocal-auditivo como medio de expresión es compartido con muchas especies, aparte de que el ser humano también emplea el gesto. Es asimismo evidente que los hombres no somos los Únicos seres capaces de orientar nuestros mensajes hacia el sujeto que ha de recibirlos, ni es el Único que puede localizar aproximadamente la dirección y = la distancia de donde procede la comunicación. El carácter -transitorio de ésta, o más propiamente dicho, la facilidad de emitir o interrumpir instantaneamente los mensajes; la intercambiabilidad de la audición y emisión por parte del sujeto,= que siempre puede repetir lo que oye, así como la condición = retroalimentaria de la comunicac1on, siempre oída por el propio emisor de ella, no son tampoco propiedades exclusivas del lenguaje humano. Ni lo es, por supuesto, la especialización = vocal-auditiva de la función comunicativa, que deja al orga-nismo en libertad de seguir realizando otras conductas al P L a  mo tiempo que se comunica, y que puede ejercerse en la oscuri dad. Otro tanto acontece con la semanticidad o referencia del signo a los objetos; porque no sólo el grito de alarma con -que el gibón vigía comunica a su banda la presencia de un ani mal peligroso posee un valor semántico, sino que en R F D V L R Q H a  como en la danza de las abejas, los signos no guardan ninguna homología con la realidad a que se refieren y son, en este -sentido, arbitrarios. El carácter discreto o "atómico" de los signos vocales lo comparte nuestro lenguaje con los gritos de los gibones y probablemente con el canto de los grílidos,a la vez que la capacidad de referirse a objetos distantes en el = espacio y en el tiempo la poseen también las abejas, cuyas = danzas parecen asimismo capaces de producir o generar informa ciones nuevas, que son sin embargo descifradas correctamente "a la primera" por las que las presencian. Ni siquiera es pri vativa del lenguaje humano la capacidad de transmitir por "tradición" o enseñanza las innovaciones o adquisiciones, ya que algunos pájaros y primates transmiten a sus crías ciertas innovaciones comunicativas. Por Último, incluso la Índole articulada de nuestro lenguaje, que posibilita la combinación = de fonemas en configuraciones vocales muy diversas, está en alguna manera presente en las aves psitácidas y posiblemente en los grÍlidos.

(6) Ch. D.Hockett: "The Origin of Speech 11 • Scientific Ameri-a  1960.

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Tampoco, como ha h ec ho notar Martinet (7) el pro blema demarca tivo se resuelve del todo a base de acentuar e l carácter V L V a  temático que tiene el lenguaje h umano, porque también la comu n icación animal posee una estructura; ni basta con apelar a a  la intención comunicativa o a la linearidad del mensaje vocal del hombre . En definitiva, lo que este tipo de comparaciones "rasgo por rasgo" parece poner de mani fi esto, es que el len- guaje humano posee en grado muy acusado algunas de las notas que aparecen más desdibujadas y dispersas en la comunicación animal -sobre todo la semanticidad, la referencia a objetos = distantes en el espacio y en el tiempo, la productividad, el carácter articulado y la transmisión de las adquisiciones comunicativas - lo cua l , sin embargo, no implicaría más que una di fe renciación cuantitativa o de grado respecto d e la comunicación animal. Considerada, no obstante, la cuestión de otra manera, la significación de las diferencias se acrecienta de forma notoria. Ante todo, es claro que nues t ra especie posee estructuras cor ticales únicas, qu e posibilitan la aparición d e nuevas funcio nes comunicativas. En segundo lugar, sólo ella posee, tomadas a una, todas las no t as o rasgos básicos que aparecen disper -sos en el r e sto de las especies, y por consiguiente, sólo ella puede totalizarlas en un nivel de acción cualitativame nte superior, que tiene como l ugar propio el mund o d e la cultu ra. Analizado el problema desde este plano, las diferencias = funcionales e ntre l a comunicación animal y el lengua je humano son claramente cuali tat ivas y no sól o de grado. Para decirlo en pocas palabras, el lenguaje humano es proposi cional, mientras el del animal no lo es en absoluto . La comunicación an imal tiene fundamentalmente un carác t er auto-expre sivo - subjetivo o emocional qu e diría Cassirer- y H Y H Q W X D O P H Q a  te indicati vo . La llamada, la amenaza, la expresión del dolor o del placer, la manifestación de un deseo o l a eventual in-formación acerca de l lugar de la comida o de l a presencia del enemigo , constituyen las funciones comunicativas esenciales = del animal, cuyas 11 palabras 11 , para d ecirlo en t érminos de Lo renz, son interjecciones más qu e otra cosa . En nin gún caso, = sin embargo, la comunicación animal se articu l a en forma de = frases con una estructura sintáctica •. El animal se comunica a través de señales que o b i en expresan instin t ivamente un H a  tacto afect i vo que resuena por connaturalidad en otro s an i ma-les y susc i ta e n ellos determinadas conductas (Aus los er ),o = b ien lo hac e median t e señales condic i onadas, que suscitan por anticipado parte de las respuestas que hab i tualmente da = e l animal a un objeto que en ese momento no se halla presente o no es un objeto - estímulo . P e ro ni en un caso ni en otro , el an i mal tran spo ne la :frontera de la comunicac i ón por signos,pa ra adentrarse e n el mundo de los símbolos . Un signo es simple ment e un objeto o aspecto d i scrim inab le de la realidad que L a 

(7) A. Nartinet (edt.): La Linguistiqu e . Edit i ons



' H Q R a O  O   a 

Parece que los chimpancés de Gardner y Premack son capa-ces de aprender al g unos usos sintáct ic os del lenguaje J H a  tual, pero no los crean por sí mis mooni al parecer, aun-q ue la cuestión e st á a6n sub jud i ce, los enseñan a otros chimpancés .

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dica algo dist i n to de sí mi s mo , esto es , constituye señal de otra cosa o proceso, mi entras que el símbolo recibe arbitra-riamente esta referencialidad de guíen lo usa. El hombre di -fiere así del animal en que es capaz de crear sus propios V t a  bolos, es dec i r , de deter mi nar activamente el valor signitivo de un est ímul o, imponiéndole por así d ecirlo su significado.= Esta capacidad d e asignar nuevos sign ificad os a las cosas poni éndolas un nombr e pued e, en part e, ser i mit ada por algunos animales, pero ninguno es cap az, en absoluto, de ejercerla -por si mi s mo de una forma genuina . Sólo el ser humano que ha sido educado en sociedad está capacitado para tran sformar los s i gnos e n símbolos . Sólo él, en suma , dispone d e un lenguaje abierto capaz de cr e ar una cultura . Lengua j e , Cultura y Pensamiento En ú lt i ma instancia, lo que estamos diciendo es que el lengua je humano sólo se distingue plena y cabal ment e de la comunica ción a nimal por su referencia a la cultura . Por descontado, no vamos a tratar de resolver en unas pocas lineas el ingente -problema d e la natur aleza de la cultura, si vale la H [ S U H V L y a  ni tampoco va mo s a negar que algunas especi e s son capaces de adquir i r nuevas pautas comunicativas que l uego transmiten a = s us crías . Nuestro propósito, mu cho más simple, consiste en = recordar que, en c uanto sistema objetivado de conocimientos = abstractos, adquiridos y transmitidoé acumulativamente a lo = l argo d e los siglos , la cultura constituye un atributo uni-versal y exclusivo de la soci e dad humana , igual que lo e-s---e l lenguaje proposicio nal y discursivo en que principalment e se expresa. Toda sociedad humana , por primitiva que sea, posee = una cultura que se plasma en palabras, y ninguna o t ra espe-cie lo ha logrado ha s ta ahora. Elaborar es t e punto es, a mi = ent e nder , absolutamente ocioso, y lo que import a es, si D F D V a  pon e r de manif iesto có mo el lenguaje humano es la función más apropiada al mant e nimi ento y desarrollo de esa condición cultural. La comunicación ejerce en t odas las especies una fun-ción regulativa del co mp ortamien t o, y es evidente, por tanto, que debe ser adecuada al medio propio de cada una de ellas.En el s er humano e s ese medio es s i mbólico o cultural, y el lenguajeproposicional es e l específicamente ad e cuado para manejarse en él. Si este lenguaje desapareciese o se deteriorara, las reperc us iones e n la vida del h o mbre serían catastrófi cas . Nuestro lenguaje , nuestro pensamiento y la c u l t ura de a  que a mb os se nu t ren -y a la cual a su vez realimen t an- se ha llan tan in e xtricabl e me nte unidos que no cabe separarlos . El lenguaje es e l Órgano de la ins t alación humana en la F X O W X U a  y si bien Humboldt, Whorf, Weisgerber y o t ros etno -l ingüistas han exag e rado acaso la tesis de que el lenguaje co n figura el pensa miento , la verdad es que sin su apoyo el hombre reg r esa ría a su primit i va condición de homínido. Repar e mos, por lo pronto, qu e la palabra es el medio que permite la fijació n de la experienc i a histórica, que só lo d e es ta forma se acumula y permanece socialme n te dispon i ble a tra vés del tiempo. Reparemos también en que el lenguaje fac ili ta la ordenación y el manejo de una inmensa masa infor ma tiva,qu e de otra forma deg e n e raríamevitabl e me nte en un caos inútil.La clasificación de los hechos, y en definitiva la reducción d e la experienci a concreta a categorías y esque mas, tiene por órgano el lenguaje, sin cuyo concurso el hombre estaría, como

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el animal, muy contraído a su exp e riencia inmediata. Por otro lado, es asimismo manifi es to que sólo la capacidad de un lenguaje abierto para la producción inde 1 inida de nuevos térmi -nos y proposiciones, facilita al ser humano un sistema comuni cativo concorde con la naturaleza progres iva de su decurso -histórico. Sólo un sistema, además, que regule de forma ordenada es a indefinida capacidad combin atoria, puede simplificar y h acer op erativa la codificación y descodi1icación del tesoro informativo acumulado en los cientos de miles de términos e infinitas frases de que consta una lengua culta. Algunas -tribus primi t i v as cuentan, sí, tan sólo con unos pocos cien-tos de palabras, pero otras, como el inglés, incluyen e n su = vocabulario más d e me dio millón de términos y, naturalmente, = un número indefinido de posibles configuraciones proposiciona le s . Debido a que lingüísticamente dispone de e sa fantásticaplé tora infor mativa, la mente del hombre moderno supera a la del primitivo en la comprensión y manejo de l a realidad. La = ciencia, la técnica, la filosofía, el derecho, la s art es , la cul t ura entera, en suma, gravita sobre la palabra, qu e es nuestro privilegio y también nuestra debilidad. El lenguaje, en efecto, es el órgano de la transformación sim bÓlica de la r e alidad, que potencia nuestras posibilidades de acción en el espacio y en el tiempo , a la par que nos aleja = de las cosas . La palabra, ciertamente, nos permite abstraer = cua l idades que, de s u yo, no tienen ex ist e ncia r e al s e parada;= el discurso la s recombina lue go en síntesis qu e trascienden = lo inmediatamente dado, y que dirigen la percepción hacia unos aspectos de la experiencia a la vez que la apartan de = otros . Una retícula de significados se interpone así entre la men te del hombre y la realidad que le rodea , instalándole e n un mundo artificial y libr e, donde la posibilidad d el e rror = ensombr ece siempre el brillo de l as conquistas y de los l o- = gros, y la superación de lo inmedia t o comporta el riesgo d e = la incertidumbre . Para el animal, e l mundo es fundam e ntalmente lo que le brindan sus sen tidos; para el hombre, lo que le dicen la s palabras dictadas por la historia. La v ida humana, = e n suma, reposa sobre e l len guaje; de la clase de lengua que se habla depende la clase de vida qu e se lle v a, por decirlo = de algún modo. De una forma exagerada, quizás, pero nada ba-nal, Korzybski llamó hace muchos años la atención sobre los = graves riesgos que para el hombre comporta un a palabra enfer ma. Por ahora, s in embargo, pese a la gran operación de policía semántica llevada a cabo por los positivistas, parece que e l lenguaje humano no ha acabado d e librars e d e esos peligros La ciencia sí dispone hasta cierto punto de un método para -evitar e l extravío de las palabras respecto de las cosas, pe ro el lenguaje ordinario no. La diversidad d e lenguajes impli ca, ad e más, una diversidad de culturas y de mundos de expe - a  riencia, que al tiempo qu e enriquecen la historia de la es p e cie y facilitan la territorialidad d e las comunidades hacen = sumamente conflict i va y complicada la existencia sobre la tie rra. En este sentido tendría razón Marshall MacLuhan al D S X Q a  tar que lo s nu evos me dios de comunicación podría facilitar la creación de una co n ciencia planetaria uni fic ada que superase e l bab elismo lingüí st ico y l as divisione s . La id ea n o estaría nada mal si no comportas e a la par l a pr e t e nsión de superar = la condición verbal del hombre, substituyéndola por un estado

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de speechlessness o -condición averbal- del que cabría espe-rar nada menos que "una perpetua paz y armonía colectivas"(8). La idea, insistimos, estaría bien en la medida en que la imagen contribuye a reforzar, ampliar y unificar las relaciones de las palabras con las cosas que representan; pero dejaría = de estarlo desde el momento en que supusiera un descuido o -postergación de la actividad lingüística. En efecto, como el mismo McLuhan ha indicado, cada medio de comunicación selec-ciona sus mensajes, y lo que es mas grave -añadimos nosottuscondiciona también las operaciones mentales, que lo subjeti-van y descifran; la naturaleza del significante condiciona, = pues, la Índole y el nivel del significado. Pero es el caso = que la imagen -principal significante de los nuevos medios- = forma parte de un estrato comunicativo elemental, que sería = erróneo pretender elevar en demasía. La señalización de los = aeropuertos, carreteras, etc., o las maravillas a que nos tie ne habituados el cine científico, por indicar alg6n H M H P S O R  a  patentizan la capacidad informativa de la imagen cuando es -utilizada inteligentemente dentro de un contexto cultural;pero, de suyo, la imagen es un signficante rudimentario, filo y ontogenéticamente primitivo, que acompaña a las significaciones abstractas vehiculadas por la palabra, sin alcanzar, no = obstante, el nivel simbólico de éstas. Sólo cuando la imagen es transformada culturalmente en símbolo, como en el arte, trasciende el ámbito comunicativo concreto a que de suyo pertenece. A esto hay que agregar que la imagen visual en movi-miento, tan usada en los nuevos medios, tiende a inhibir las operaciones reflexivas del sujeto; ya el viejo Aristóteles ad vertía que el hombre es incapaz de entender lo que varía sin cesar, y esta observación, que resuena también en las teorías de Bergson, ha sido confirmada por la psicología experimental de nuestros días. De suyo, la imagen se acomoda sobre todo a la comunicación gestual y emocional que parece haber precedido en el hombre al uso de la palabra (9), pero no se presta a desempeñar el papel significante básico del lenguaje proposicional humano. Es verdad que privada de sus relaciones con -los objetos, la palabra se transforma en flatus vocis; pero a su vez la imagen sin palabras conduciría a la barbarie. No es por azar, nos parece, por lo que McLuhan alude con frecuencia en sus escritos al estado preverbal de la mente primitiva. En última instancia, y esto es lo que fundamentalmente queremos subrayar, la hipertrofia de la imagen a costa de la palabra = no haría sino potenciar indebidamente los niveles inferiores de comunicación que funcionan en el hombre. Frente a la alternativa desmedida de la "civilización icóni-ca", lo que proponemos para mejorar el lenguaje de los hom- = bres, no es, desde luego • un verbalismo reaccionario que cifre en la corrección de la palabra la salud y el progreso de la vida cultural. Somos partidarios, ni qué decir tiene, del enriquecimiento del lenguaje en todas sus dimensiones, o si = (8) M. McLuhan: Understanding Media. Routledge and . H J D Q  O   a 

w. Hewes: "New light on the gestural origin of lag guage". Bulletin of the American Anthropological Association, 1970.

(9) Gordon

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se quiere, somos partidarios de la búsqueda de un lenguaje W a  tal en el que todas las formas de comunicación posibles estén representadas; pero representadas de acuerdo con su ge nuina = posición en la jerarquía de niveles comunicativos que coexisten en el hombre. Porque sólo presididos por un auténtico O H a  guaje ri gu ro so -en definitiva, científico- podrán esos niveles cumplir la función de enriquecer el pensamiento y la cultura que han h ec ho, y harán, del hombre un ser verdaderamente excepcional sobre la faz de la tierra. Subordinar la palabra a las imágenes equivaldría a emprender una marcha atrás por un camino que es irreversible. La ga laxia de Gutenberg está = en e xpansión, pero continúa siendo nuestra g a l axia.

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