conflicto: La distancia, un obstáculo para el amor Tesis:

ITT, TÍTULO Y SINOPSIS Formato: Cuento Género: Romántico Universo filosófico: Pasión Tema/conflicto: La distancia, un obstáculo para el amor Tesis: El
Author:  Vicenta Salas Moya

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ITT, TÍTULO Y SINOPSIS Formato: Cuento Género: Romántico Universo filosófico: Pasión Tema/conflicto: La distancia, un obstáculo para el amor Tesis: El amor es más fuerte que la distancia Título: Jóvenes promesas Sinopsis: Los estudios universitarios obligaron a una joven mudarse a Buenos Aires. Su novio, con el cual mantenía una relación de tres años, quedó en el pueblo. Juntos trataron de combatir la distancia, el obstáculo más duro.

Narración Viene del latín “gnarus” que significa conocer. Es decir, “narración” se relaciona con la experiencia y el conocimiento, un modo particular de organizar el pensamiento. La narración impone coherencia en los hechos a través de la secuencia. Toda narración debe presentar la ruptura de un orden y la resolución de la crisis. No necesariamente los relatos deben respetar ese orden, ya que pueden iniciar con la solución final del orden o en plena crisis. El narrador es la voz que enuncia el relato desde la ficción. Muchas veces es confundido con el autor. Éste último es la persona que escribe. Funciones narrativas En un relato todo es funcional. Según Barthes, las funciones narrativas incluyen las funciones distribucionales e integrativas. Dentro de las primeras, se pueden encontrar los núcleos y las catálisis y dentro de las relaciones integrativas, están los informantes y los indicios. Los núcleos hacen avanzar el relato, forman una secuencia. Son puntos necesarios. Asimismo, existen otras acciones secundarias dentro de los núcleos que tienen menor importancia para el desarrollo de la historia. Éstas acciones son las catálisis, las cuales demoran la consecución casual del relato. Barthes dice, respecto a la clase de las funciones: “(…) sus unidades no tienen todas la misma importancia; algunos constituyen verdaderos nudos del relato (o de un fragmento del relato); otras no hacen más que llenar el espacio narrativo que separa las funciones nudo” (Barthes. (1988): 15) Por otro lado, los indicios tienen significados implícitos, es decir, la información que recibe el lector no se da a entender de manera directa. En cambio, los informantes son datos puros y significantes. Los recursos del relato El tiempo del relato Es imposible narrar los acontecimientos que suceden simultáneamente. Por esa razón, existen diversas alteraciones temporales: la velocidad, el orden, y la frecuencia. Velocidad Se debe considerar el tiempo de la historia y la cantidad de espacio físico en el relato, para de esa forma, poder identificar la duración temporal o velocidad. La elipsis es una forma de omitir el tiempo y se da, por ejemplo, cuando se narra en una sola frase varios años. Esto es porque el narrador elige la velocidad para narrar los acontecimientos. Puede relatar de manera rápida una acción que dura mucho en el tiempo o más bien, un hecho que ocurre rápidamente de forma larga y detallada. Según Genette podemos distinguir tres tipos de elipsis: las explícitas, las implícitas y las hipotéticas. Las primeras, por ejemplo, son aquellas expresiones como “dos semanas después…”. Las implícitas se manifiestan a través de datos indirectos. Un ejemplo muy común es el cambio de estación. Por último, las hipotéticas son aquellas que el lector supone. Orden La anacronía es una alteración del orden cronológico de la historia. Es decir, un acontecimiento puede ser presentado sin respetar dicho orden. Existen dos tipos de anacronías: la analepsis y la prolepsis. La analepsis se da cuando la narración retrocede en el tiempo para contar hechos anteriores. Por lo tanto, la analepsis es retrospectiva. Por otro lado, la prolepsis es

prospectiva, ya que el relato se adelanta en el tiempo para narr ar acontecimientos que todavía no se habían establecido en la narración. Frecuencia Se define como la relación de repetición entre los hechos sucedidos y los narrados en la histoira. Existen, dentro de la frecuencia, tres tipos de relatos. Por un lado, se encuentra el relato singulativo, en donde un acontecimiento de la historia se narra una sola vez y sucede una sola vez. En el relato repetitivo, por otra parte, se presenta un solo hecho varias veces a partir de distintos puntos de vista. Por último, en el relato iterativo, se describe un hecho que sucede varias veces en el relato sólo una vez. Modo Incluye la distancia y la perspectiva. Distancia Forma en que el narrador decide exponer o mencionar ciertos hechos. Pueden ser mencionados por él mismo a través de sus palabras o enunciados por los personajes. El discurso narrativizado es una forma de reproducir las palabras de los personajes, el cual es distante porque queda sometido al discurso del narrador. Es decir, menciona que habido el acto de habla. En el discurso transpuesto se trasponen las palabras de los personajes. Puede ser indirecto o indirecto libre. En el discurso indirecto, el narrador incorpora hechos verbales ajenos en su discurso. En el discurso indirecto libre, se combina el discurso del personaje y del narrador. Por último, en el discurso citado aparece la voz del personaje. Este tipo de discurso incluye el discurso directo y directo libre. El primero es, por ejemplo, el diálogo. En cambio, en el directo libre, en donde el personaje habla en primera persona y en presente. Perspectiva Hace referencia a la postura que se toma frente a los hechos, es decir, los puntos de vista. Los fenómenos son la percepción y la voz. Para Gerard Genette, la perspectiva tiene que ver con la focalización. Esta incluye tres tipos: la focalización externa, la interna y la cero. En la focalización externa, el narrador percibe, se sitúa afuera de los personajes. En otras palabras, el narrador sabe menos que el personaje, según Tzvetan Todorov. La focalización interna es aquella en la que el narrador sabe lo mismo que el personaje. Es decir, el narrador se sitúa dentro de la visión del personaje y un hecho puede ser observado de diferentes puntos de vista. En la focalización cero el narrador no tiene focalización, es omnisciente, conoce los sentimientos más íntimos de los personajes, y por lo tanto, sabe más que el personaje. Todorov la considera como la visión “desde afuera”. En cuanto a la perspectiva, Todorov llama aspectos del relato a los diferentes tipos de percepción reconocibles en él, y sostiene: “(…) el aspecto refleja la relación entre un él (de la historia) y un yo (del discurso), entre el personaje y el narrador.” (Todorov, (1974): 181). Voz Se define según los niveles narrativos, el tiempo de la narración y la persona. Los niveles narrativos El nivel diegético está formado por un conjunto de hechos narrados en la historia. El nivel extradiegético está formado el acto narrativo y el narrador. Y en el nivel metadiegético se presentan otros subrelatos narrados por un personaje. El tiempo de narración Muestra la posición en el tiempo del narrador respecto a los hechos. La posición puede ser posterior, simultánea o anterior. El primer caso se da cuando se narra un acontencimiento pasado. Cuando es simultánea, el narrador simula estar relatando los

hechos a medida que van sucediendo. La posición anterior se presenta cuando se narra un acontecimiento que todavía no ha sucedido. La persona Una síntesis de Figuras III de Genette dice: Si co mb inamos las diferentes categorías que existen dentro del “nivel narrativo” (extradiegético o d iegético), que responden a la pregunta “¿desde dónde y cuándo se narra?”, con las que existen dentro de la “persona” (heterodiegético u homodiegético), que responden a la pregunta “¿quién habla?”, podemos establecer cuatro estatutos narrativos básicos.

La persona, entonces, tiene que ver con el grado de participación del narrador en el relato. Genette distingue tres clases de narrador. En primer lugar, el narrador homodiegético, el cual forma parte de la historia como un testigo. Por otro lado está el narrador heterodiegético que no forma parte de historia, ni como protagonista ni como testigo y usa la tercera persona. Y por último, el narrador autodiegético, el cual es el protagonista del relato y utiliza la primera persona. Estructura canónica del cuento El cuento está compuesto por diversas partes que hacen a la estructura del mismo. No necesariamente los siguientes elementos deben presentarse en el mismo orden. El primero es la situación inicial, seguida del hecho que altera dicha situación. El hecho provoca consecuencias que dan lugar a la trama o desarrollo. Luego, sigue el desenlace, el cual presenta la solución del problema. Estructura canónica del dialogo El diálogo es una conversación que se da entre dos o más personajes en una historia y transmite información de manera directa. El cambio de roles se produce constantemente entre el emisor y el receptor. El diálogo debe ser precedido por el guíon de diálogo (-), dando lugar a un diálogo simple. Si la conversación es larga, además del guión de diálogo, se deben hacer aclaraciones para no confundir al lector. Las comillas españolas (« ») se utilizan si es necesario colocar un punto y aparte en el discurso del personaje. También, cuando se entrecomillan partes de un texto ya entrecomillado. Conflicto Toda narración debe tener un conflicto o problema que deba solucionarse. Éste se presenta en el hecho de la historia, es decir, la segunda etapa dentro de la estructura canónica del cuento, y se resuelve en el desenlace, última etapa. El conflicto forma parte de la matriz ITT (idea-tema-tesis) y es definido como la oposición entre dos fuerzas. Por ejemplo: amor y venganza. Otros componentes de la matriz ITT son el formato (cuento, novela), el género (realista, ficción, romántico) y el universo filosófico (pasión, miedo). El tema es el conflicto, necesario para que la historia exista. Y la tesis es una opinión personal del autor que tiene relación directa con el universo filosófico. Camino del héroe Un héroe es una persona imperfecta y debe realizar un trayecto para superar algún defecto o problema. A eso se le denomina camino del héroe. El personaje se encuentra en una situación de reposo, la cual es alterada por un llamado o convocatoria que no se puede rechazar. Si aquello sucede, no se considera al personaje como héroe. Sólo es héroe aquel personaje que recorre el camino del héroe, un proceso en el cual se produce una transformación en él. No todos los personajes son héroes.

El conflicto de la historia es el amor y la lejanía. El personaje principal es una adolescente que decide seguir sus estudios universitarios en Buenos Aires, mientras su novio queda en el pueblo. No hay presencia de héroes, sólo personajes. El clímax de la historia es el momento en que Francisco lee el mensaje de texto del celular de su novia, donde se da cuenta que le había sido infiel. A partir de ahí el curso de la historia cambia completamente. La estructura canónica del cuento está respetada, aunque en diferente orden. Se encuentra la ruptura de la situación inicial, la situación inicial, el desarrollo y el desenlace. Los recursos del relato que se utilizaron en la historia son: Tiempo del relato o Velocidad: Una alteración en el tiempo. Se utilizó la elipsis explícita en el caso de: “Estábamos en julio”. También la implítica: “Ya no soportaba el calor” o “La navidad era en una semana”. o Orden: La alteración del orden cronológico en la historia se da con la analepsis. En este caso la narración retrocede en el tiempo para contar hechos anteriores. o Frecuencia: El relato es singulativo. Un acontecimiento de la historia se narra una sola vez y sucede una sola vez. Modo o Distancia: Se utilizó el discurso citado directo donde aparece la voz del personaje a modo de diálogo. Por ejemplo: “—¿Por qué te vas? —Ya te explique amor. No es por vos, es por mi futuro. Mi carrera está allá.” o Perspectiva: Se utilizó la focalización interna, en la que el narrador sabe lo mismo que el personaje. Es decir, el narrador se sitúa dentro de la visión del personaje y un hecho puede ser observado de diferentes puntos de vista. Por ejemplo: “Así fue como terminé en la esquina de ese odiado bar besando a otro”. Voz o Niveles narrativos: En la historia se utiliza el nivel diegético, el cual está formado por un conjunto de hechos narrados en la historia. o Tiempo de narración: En la historia la posición es anterior, donde se narra un acontecimiento pasado. Y también simultánea, cuando el narrador simula estar relatando los hechos a medida que van sucediendo. o Persona: En la historia, el narrador es autodiegético, ya que es el protagonista del relato y utiliza la primera persona. Un ejemplo es: “Fue duro instalarme, acostumbrarme a vivir sola”

Jóvenes promesas Hacía calor. La noche te invitaba a salir. Lucía me apuraba. Ya casi estaba lista. Llegaron los invitados y la fiesta comenzó. De pronto estábamos en un bar de Recoleta. Una laguna. “Dame una cerveza. Dame dos. Tres. Cuá ”. Así fue como terminé en la esquina de ese odiado bar besando a otro. —¿Por qué te vas? —Ya te explique amor. No es por vos, es por mi futuro. Mi carrera está allá. —Ya sé. Pero no voy a soportar estar lejos de vos. —Yo tampoco. Intentamos disfrutar de alguna manera los últimos meses juntos. Es por eso que decidimos viajar. Fue increíble pasar el tiempo con él, simular una convivencia de casados, salir a caminar por la playa, jugar a ser felices. Pero el tiempo se agotaba y los días pasaban rápidamente. Sólo quedaba pensar: ¿qué voy a hacer? ¿Con quién voy a pasar las tardes, las noches? ¿A quién voy a abrazar, besar? Llegó el día. No había vuelta atrás, tenía que irme. Estábamos en la terminal. De repente, se acercó el colectivo en el que yo iba a dejar mi ciudad, a mi familia, a él. Comencé a temblar. No quería. Me arrepentía. Apenas me abrazó papá, mis lágrimas salieron disparadas. A él, lo saludé último, con el más dulce beso de despedida y el más fuerte abrazo. Un largo viaje me esperaba. No quería pensar, pero fue inevitable. Una conversación volvió a mi mente, y se repetía constantemente: —Tengo miedo. —Yo también, amor, mucho. Pero sé que lo vamos a lograr. —Sí. Eso espero. Te amo. —Yo también. —No me olvides, por favor. Fue duro instalarme, acostumbrarme a vivir sola. Extrañaba la comida de mi mamá, los gritos y peleas de mis hermanos y el amor que Francisco me daba. Cuánto lo necesitaba. Quería pasar ratos con él, ir al cine, pero sólo tenía a mis amigas. Y él, a 1200 kilómetros. Hablábamos todos los días. Luego, la facultad comenzó a ocupar mi tiempo y las conversaciones eran escasas. Era mi forma de distraerme, de no pensar en él, pero poco lo entendía. Él se atormentaba, sufría. Teníamos dos formas distintas de encarar la situación. Yo quería seguir. Él dudaba. Creía que la relación se debilitaba con la distancia. Pero yo pensaba diferente. Creía, pues, que el amor, el verdadero, era capaz de superar cualquier problema, inclusive la distancia. Mi corazón sólo pensaba en los reencuentros, esos bellos reencuentros. Allí donde cada beso, cada abrazo, cada caricia vale más, porque sabés que pronto te vas a ir y tendrás que esperar tiempo para volverlo a ver. Estábamos en julio. Ya era hora de un reencuentro. Esta vez volvía en avión y acordamos que él iría a buscarme. Llegué a la una de la madrugada al aeropuerto y él estaba allí, esperándome. ¡Qué emoción volverlo a ver! ¡Había juntado tantas ganas desde hacía meses! Tenía muchos besos y abrazos para darle, muchos “te amo” que decirle. Y así fue nuestro primer reencuentro, intenso y vehemente. Pasé tres semanas allí y creo que sólo dos días no dormí con él. Aproveché como nunca el tiempo que tuvimos juntos. ¡Hicimos tantas cosas! Cosas que nos debíamos, cosas que extrañábamos los dos. Se acercaba el último día, así como la amargura. Viejas charlas se retomaban y tornaban la situación aún peor: — No quiero que te vayas.— Dijo él

— Yo tampoco, pero es así, amor. ¡Qué más puedo hacer! — Vos elegiste esto. — ¿Es mi culpa entonces? Ese domingo me acompañó al aeropuerto y desayunamos. No decíamos palabra, sólo nos mirábamos. Cualquier cosa nos haría llorar. Tenía que irme. Unas lágrimas cayeron por mi mejilla. Significaban algo: sola otra vez. Los días en Buenos Aires pasaban muy lentamente. Ahora tenía que esperar hasta diciembre para verlo. La cerveza me pesaba en los ojos, los besos equivocados también. Ojalá nunca hubiera despertado. Dolor de cabeza, recuerdos borrosos, arrepentimiento. Las excusas no existían. No se merecía eso. Justamente él no. Tratando de olvidar, de bloquear en mi memoria lo que esa noche había sucedido, intenté buscar razones, pero no las hallé. Quizás la soledad me estaba matando. Quizás necesitaba compañía. Tres años de noviazgo podían ser arruinados por un tonto error que yo misma había cometido. Así que preferí callar. El 5 de noviembre me llegó un mensaje. Era él. Estaba en Buenos Aires. Aunque me pesaba la conciencia, traté de disfrutar su estadía en la ciudad. Lo recibí con mimos, besos y caricias. Me hacía falta verlo, lo necesitaba. Supo completarme, llenarme otra vez. Volví a sonreír. A nadie le gustan las despedidas, menos a nosotros dos. Sabíamos que hasta diciembre no nos volveríamos a ver. Llorando nos saludamos y volvió cada uno a su mundo. Ya no soportaba el calor. Sólo me quedaba rendir el último final. Estaba feliz. Pronto volvería a mi pueblo, a mi vida de antes. La Navidad era en una semana y yo ya había guardado en la valija el regalo que había comprado para él. —¡Feliz navidad! Las copas se chocaron y los fuegos artificiales decoraron el cielo. Fue una noche mágica. Dormimos juntos. De pronto, sentí una voz y alguien que me sacudía. Era él. Me zamarreaba el brazo y me preguntaba por qué. ¿Por qué? No entendía hasta Francisco tiró mi celular sobre la cama. La pantalla acusaba: “Feliz Navidad hermosa. Soy Nico.” Solté el llanto largamente encadenado. Le tuve que contar. No había forma de hacerlo reaccionar, de hacerle saber que yo lo seguía amando y nunca había dejado de hacerlo. Le pedí perdón de mil maneras, pero no fue suficiente. No me habló más. Suena el despertador. —Buen día. —Buen día. Qué error. Lo dejo en la cama, me visto y preparo el desayuno. Salgo hacia el trabajo en el subte. Sentada y aburrida, observo a la gente. De repente, veo enfrente, una cara que llama mi atención. Esos gestos me traen recuerdos de otros tiempos, mejores quizás. No me animo a decir nada, no estoy segura. Aunque no podría confundirme, quelli sono i tuoi occhi. Cuánto tiempo pasó desde aquel primer error. Nos amábamos y teníamos miedo. Miedo al futuro, miedo a perdernos. Todavía recuerdo los momentos que vivimos, las noches que pasamos, los besos que nos dimos. Cuando regreso, a veces, me arrepiento. Pero ahora te encuentro y sé que no es tarde para empezar de nuevo, para amarte. Debo decirte algo antes de que te bajes, a ntes de perderte otra vez. Mirarte a los ojos y recordarte lo que fuimos, lo que íbamos a ser.

Me levanto decidida y me acerco: —¿Fran? ¿Te acordás de mí? Él levanta los ojos del libro y con gesto indiferente responde: —No, señora— Y vuelve los ojos a su lectura. Vieja y cansada vuelvo a mi asiento, observando caras, observando gestos…

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