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Creatividad y Desarrollo Empresarial Página 1 Mitos del Proceso Empresarial El proceso de creación de empresas, el ejercicio de la profesión empresa

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Mitos del Proceso Empresarial El proceso de creación de empresas, el ejercicio de la profesión empresario es según Drucker una práctica como la medicina o la ingeniería, y ello exige conocimientos, habilidades, actitudes, aptitudes y atributos, etc., pero sobre todo trabajo para lograr la formación y el desarrollo que el proceso exige. Igual que en cualquier otro campo de la acción humana existen una serie de mitos y concepciones erradas, que con gran frecuencia salen a relucir cuando nos queremos excusar de no tener la decisión o de no querer hacer el trabajo que el proceso empresarial exige. Por ser básico eliminar estas barreras vamos a discutirlas en detalle. Mito 1: Los empresarios no analizan sino que van haciendo cosas Esta concepción es muy generalizada, e inclusive con gran frecuencia los mismos empresarios la plantean cuando con un desprecio por los métodos de análisis formal dicen: “Yo para mis negocios no hice nunca un estudio”. Esta posición da la idea que el empresario es un loco, a quien le plantean o identifican una oportunidad y sin ningún raciocinio o consideración se lanza y se pone en riesgo; y peor aún, pretende ilustrar esta conducta como la que conduce al éxito. La verdad es distinta, los empresarios que han sido exitosos sobre un largo período, no juegan a la ruleta rusa, no se arriesgan por corazonadas o por impulsos emocionales. Ellos analizan muy bien la oportunidad, la miran por todos lados, la evalúan con un software mental que ya tienen estructurado y que recibe datos por todos los sentidos, calculan cuidadosamente sus movimientos antes de actuar, comparan los resultados previstos con sus objetivos y una vez están claros efectivamente actúan. La verdad es que ese software mental y esa lectura de datos sensorial ha sido parte del desarrollo del empresario, en muchos casos desarrollados a través de tropezones, ya casi siempre es muy particular para ciertos tipos de negocios en los cuales él tiene experiencia. Es iluso pedirle a una persona que sólo va a hacer sus primeros intentos en el mundo empresarial que actúe de ese modo, y por lo tanto, es necesario darle un primer esquema de análisis que le permita iniciar su proceso de desarrollo. Pero también es verdad que existen muchas personas que hacen y hacen análisis y nunca toman la decisión de actuar. El fracaso de este esquema en términos empresariales no se debe a los análisis, se debe básicamente a la falta de ciertos atributos empresariales. El verdadero empresario, con análisis formales o informales, tiene la habilidad de pensar para evaluar la situación y actuar en el momento oportuno, bien sea para realizar el proyecto si está convencido de que puede salir adelante o para rechazarlo si cree que sus chances son muy escasos.

Ivan Javier Monterrosa Castro

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Para los amantes de este mito una sugerencia, pregúntele a un empresario de verdad cuántas veces ha dicho no a una propuesta de negocio y cómo hizo para llegar a esa conclusión; y verá fácilmente que si efectúan análisis y muy profundos, tal vez no en el papel, pues no fue así como aprendieron a analizar. Mito 2: Los empresarios nacen, no se hacen Esta frase ha sido repetida muchas veces, pero no sólo para los empresarios, se ha usado también para políticos, diplomáticos, artistas, gerentes, deportistas, etc.: y en todos los casos se ha demostrado errada. Existe evidencia clara que demuestra que muchos empresarios no tienen ancestro empresarial, entendido esto como padres empresarios, y hay evidencia que muchos de los que no son empresarios provienen de padres empresarios. El ser empresario implica unos atributos y unos conocimientos que son características adquiridas y comportamientos aprendidos. La verdad es que los empresarios se forjan mediante aprendizaje y experiencia por medios educativos que combinan en proporciones diversas la educación formal y la no formal. Nadie va a negar que se requiere salud, energía, un poco de inteligencia, que son características biológicas necesarias pero no suficientes, pero nadie va a negar tampoco que se precisan conocimientos y habilidades que no se dan al nacer sino que se desarrollan en función del ambiente en que se viva: iniciativa, toma de decisiones, capacidad de riesgo, creatividad, etc. Drucker, nos indica cómo hace 40 o 50 años nadie pensaba que un gerente era formable, hoy vemos que la gran mayoría de la gerencia proviene de las escuelas de Administración de Empresas. En el mundo moderno se “producen” artistas, deportistas, políticos, diplomáticos, y se pueden producir, como lo atestiguan muchos casos documentados, empresarios aun en comunidades deprimidas económica, social y educacionalmente. Mito 3: El empresario clásico o puro Existe la creencia de que sólo es empresario el que cumple totalmente todos los requisitos que se pueden formular sobre el proceso empresarial o sobre las características empresariales: y esto lleva a posiciones ingenuas como aquel que dice que quien no parte de una invención o de alta tecnología no es empresario. La verdad es que existen empresarios que cumplen todas las características del modelo ideal, pero también hay muchas excepciones. Lo que define a un empresario es su perspectiva empresarial y por eso tanto el empresario rural como el de alta tecnología lo son, no por la

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tecnología o mercados que manejan sino por su perspectiva. Igualmente no se puede pensar que sólo es empresario el que cada rato empieza un negocio, pues como se dijo parte de la función del empresario es el crecimiento y la supervivencia a largo plazo del negocio. Este mito es tan fuerte que inclusive hay empresas consultoras y universidades que antes de aceptar un participante en un curso de Espíritu Empresarial le hacen un chequeo de sus habilidades y conocimientos y si los tiene lo aceptan, si no los tiene no lo aceptan. La verdad es que ese empresario que ya las tenía todas no necesitaba ese entrenamiento; y que los indicadores de éxito de esas organizaciones son apenas obvios, pues si empiezan con empresarios es muy difícil terminar sin empresarios. Mito 4: Todo lo que se necesita es dinero Esta es la disculpa más frecuente, que todos los no empresarios dan para explicar su falta de creatividad, decisión e iniciativa. A veces en esta disculpa hasta el gobierno aparece. La verdad es que una de la habilidades empresariales es la de identificar y conseguir recursos, y entre ellos recursos financieros, y otro aspecto suficientemente documentado en investigaciones a nivel mundial es que en general la mayoría de los empresarios requieren muy poco dinero en sus inicios y la mayoría de éste viene de ahorros y de recursos familiares y de amigos. Existe inclusive evidencia de cómo muchas veces la abundancia de dinero más que una ayuda es un perjuicio, pues no se valoran las decisiones y se cometen grandes desperdicios económicos. En general la falta de dinero es más un síntoma que la causa del problema. Muchas veces la gente quiere que le den dinero para una idea, o para una idea de negocio que no ha sido evaluada ni analizada y en la cual el presunto empresario no tiene experiencia, y claro en ninguna parte del mundo este señor lo va a conseguir. Igual ocurre con los problemas de garantías, en que todos queremos que las entidades financieras nos suelten dinero sin ningún respaldo, esto es imposible, pues ellos están manejando recursos de otros y tienen el compromiso de responder por ellos. Existen muchas formas de hacer un proyecto y es función del empresario identificar la forma que es funcional para su nivel de recursos. Mito 5: El empresario es falto de preparación Este concepto se escucha y hay evidencia del siguiente estilo: “si usted mira los empresarios famosos hoy, que tal vez empezaron sus negocios en 1950 se da cuenta de que ellos no fueron a la universidad y tal vez ni siquiera al bachillerato”, y claro uno puede continuar y decir: “si usted mira los empresarios de 1900, ellos no fueron ni siquiera a la escuela primaria”.

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Indudablemente este mito es falaz, pues se olvida de las características de la población del país; en 1950 el porcentaje de ciudadanos latinoamericanos que terminaba bachillerato era mínimo, el número de empleos disponibles mínimo, por lo tanto lo normal era que la mayoría de la población, que no había ido a la universidad, fuese empresaria. Las condiciones actuales en los países desarrollados son muy distintas; la mayoría de los empresarios de los años 80 son personas con títulos universitarios, y esto de nuevo no es más que un fenómeno ambiental. Cada día en Latino América, más y más empresarios son personas con educación superior, pues indudablemente esos conocimientos no pueden perjudicar el ejercicio empresarial. Es fácil también apreciar que los empresarios todos los días están mejorando su calificación y tratando de remendar su falta de conocimiento. Todos los programas de apoyo empresarial que han sido exitosos, han empezado por la acción de capacitación de los empresarios, pues es la única forma de mejorar su capacidad de gestión. El empresario no juega al avestruz, cuando él se mete en un negocio es porque lo ha estudiado, conoce los pro y los contra, sabe cuáles son los puntos débiles y tiene una estrategia para resolverlos, es consciente de que cuando actúa no tiene todas las respuestas, pero no es porque no las quiera tener, no es porque rehuya al conocimiento o la información, es porque no la pudo tener. El empresario del futuro tiene que ser un empresario educado, formal o informalmente, pues sin lo es sus posibilidades de éxito y/o crecimiento son nulas. Mito 6: Los empresarios son los fracasados En nuestra comunidad latinoamericana existe una tendencia fuerte en identificar factores de degradación de una persona de éxito, y esto pasa con los empresarios. Inmediatamente se miran factores negativos como despido del trabajo, bajo rendimiento académico, divorciados, revolucionarios, etc.; pero no se acostumbra mirar los factores positivos o las razones por las cuales se dieron los factores negativos. Una persona pudo haber sido un mal estudiante, porque estudió algo que no le gustaba, que le fue impuesto o que fue su única alternativa, pero un día encontró la forma de desarrollar su verdadero potencial y lo hizo. ¿Qué sentido tiene analizar que fue mal estudiante? La gran mayoría de las personas empleadas o son despedidas o renuncian a sus cargos más de una vez en su vida, ¿querrá esos decir que son malos o incapaces? No, la mayoría de las veces son conflictos de poder, o procesos de modificación organizacional, o discrepancias con el jefe, o simplemente insatisfacción con el trabajo. Por otro lado, ¿quién ha dicho que todos tenemos que ser buenos para todo? Es perfectamente válido que uno sea muy bueno para empleado y muy malo para empresario, ídem viceversa.

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Es bueno tener en cuenta que en cualquiera de los grupos de empresarios y de no empresarios se encuentras personas brillantes y mediocres en sus estudios académicos, habilidosos e incapaces en sus actividades sociales, casados y divorciados, estables e inestables, malgeniados y tranquilos, etc. Por otro lado, ¿qué es ser fracasado? ¿Acaso un empresario con una empresa con 20 empleados y con unas buenas utilidades es un fracasado? Obviamente que no, y es más, ese empresario puede ser más útil a la sociedad y más exitoso que la persona “exitosa” que se jubila sin haber generado un empleo extra y dependiendo sólo de su pensión de vejez. Mito 7: Todo lo que se necesita es suerte Este es otro de los mitos más usados como excusa por lo que no son empresarios, pues no entienden que lo que sucede es que hay personas que estuvieron en el lugar indicado en el momento apropiado y fueron capaces de captar la oportunidad que pasó por delante de ellas. Esas es la suerte, es la capacidad de ver y apreciar las oportunidades, es el trabajo serio que se hace en búsqueda de algo, es el aprovechar y maximizar las épocas buenas y minimizar el impacto de las épocas malas. La idea es crearnos la suerte y no esperar a que ella nos llegue, o sea es crearnos la empresa y no esperar a que alguien nos la traiga. Es importante que el empresario tenga conciencia de que siempre habrá resultados no sujetos a su control, que él trabaja con información incompleta y que por lo tanto siempre hay riesgo; pero que esos riesgos se aminoran en la medida en que se prepare para afrontarlos y no en la medida en que simplemente confíe en que la buena suerte lo protegerá. Para estar en el lugar apropiado, en el momento oportuno y captar la oportunidad que circula ante nosotros se necesita un proceso de análisis de factores, de apreciación de eventos y de tendencias, de disposición a actuar, en resumen se necesita espíritu empresarial y no suerte. Mito 8: Con el primer negocio me enriquezco Con gran frecuencia las personas esperan identificar un negocio que en poco tiempo les resuelva sus problemas económicos, y rechazan mientras tanto ideas de negocios porque no muestran todo el potencial que ellos esperan; la mayoría de las personas con esta idea mueren sin encontrar ese “DORADO”, y obviamente mueren frustradas. Como se ha dicho, el proceso empresarial es un proceso continuado, en el cual se están estableciendo permanentes oportunidades de negocio y por lo cual lo importante es iniciar el camino, aunque de pronto las primeras acciones no sean tan rendidoras económicamente, pues ellas tienen la importancia de dar aprendizaje y acceso a negocios cada vez mejores. Este principio, denominado por Ronstadt “el Principio del Corredor”, es el que nos maravilla de algunos empresarios maduros, a quienes con gran frecuencia vemos en nuevos negocios, y los novatos nos preguntamos: ¿cómo lo hacen? ¿De dónde sacan tantas ideas? La respuesta está en que cada negocio genera múltiples opciones y eso le facilita a ese empresario su expansión.

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Mito 9: La mayoría de los negocios fallan rápidamente Muchas personas no entran al mundo empresarial por el temor a las fallas, pues se ha dicho que la mayoría de los negocios fallan antes de los cinco años. Obviamente con esta perspectiva nadie quiere meterse en esta aventura. ¿Cuál es la verdad? La realidad es que toda inversión tiene riesgos, y que actos seguros prácticamente no existen en el mundo financiero. La verdad también es que en el proceso empresarial hay negocios que no son exitosos, igual que ocurre en el proceso de empleo en que no todo el mundo permanece y asciende. Hay que definir muy bien qué son fallas empresariales y sobre todo si la falla fue “productiva” o no. En muchas investigaciones se han encontrado que muchos de los empresarios exitosos hoy, tuvieron fallas, pero que de ellas aprendieron lecciones que les fueron útiles en sus actividades posteriores y constituyeron la base del éxito empresarial. Pero es necesario sin embargo, revisar las estadísticas, pues parecería que muchos de los enunciados que se hacen no son comprobables, y muchos de ellos están basados en un concepto de falla que puede ser errado, por ejemplo, ¿es una falla un cierre de un negocio por muerte o enfermedad o traslado o cansancio de un empresario? ¿Es falla una empresa que estaba en operación pero como su dueño encontró otra oportunidad usó los recursos de la anterior para la nueva organización? Indudablemente hay una manera de no fallar, y ella es la de nunca intentar, pero este principio también garantiza que nunca se logrará el éxito. Es mejor equivocarse por intentar que morir virgen empresarialmente. Mito 10: Sólo los experimentados pueden ser empresarios Muchas personas siguen creyendo que sólo las personas con mucha experiencia y con mucha edad están en condiciones de ser empresarios, pues sólo ellos tienen los conocimientos y los recursos para producir eventos empresariales. Existen múltiples evidencias en todo el mundo que esto no es verdad, y que muchísima gente joven, aun gente que nunca ha sido empleada, aun estudiantes de universidad o de colegio, está creando empresas exitosas. Hay teorías que indican ciertas conveniencias de iniciar un proceso empresarial cuando se es joven, y hay evidencias de que muy poca gente empieza negocios después de los 50 años. Mito 11: La situación del país no permite crear empresas Con mucha frecuencia se plantea cómo la situación socio-económica, política, legal y en general ambiental es lo suficientemente difícil o poco favorable para el proceso empresarial. Sin embargo, si miramos toda Latino América, con todos sus problemas ya indicados, no encontramos que aun en ese entorno macroeconómico tan difícil de los últimos 30 años ha existido todo un proceso empresarial vibrante que en gran medida ha evitado el hundimiento total de la economía regional. No es exagerado

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decir que la acción de empresarios, tanto en el economía formal con en la informal, ha impedido mayores disturbios sociales. Esto nos indica claramente que si bien sería ideal tener un entorno económico, político y social mejor; aun en el entorno en que nos toca vivir es viable lograr eventos empresariales, y que no podemos ponernos a esperar a que el entorno cambie para crear empresas, pues el fenómeno es al contrario, sólo en la medida en que creemos empresas, trabajo y riqueza mejorarán las condiciones ambientales para reforzar el proceso. Mito 12: Para formar empresas hay que ser inventor o trabajar en tecnología avanzada Aunque muchas empresas de las que se usan como ejemplos empresariales implicaron una invención o un trabajo en tecnología avanzada, la realidad es que una mínima parte de las empresas que se constituyen, aun en los países desarrollados tienen como base estos elementos. La gran mayoría de las empresas nuevas se basan en tecnologías convencionales y conocidas. Mito 13: Mi status profesional se rebaja por ser empresario Nuestra sociedad ha dado un gran valor al ejercicio dependiente de las profesiones, y se han llegado a considerar éstas como “compartimientos estancos” en los cuales una vez uno llega no puede salir. Se oye con mucha frecuencia criticar a una persona porque no ejerce el “oficio formal de su profesión”, e inclusive ha existido en América Latina un movimiento para formular leyes que impidan que alguien que no tiene un título, pueda ejercer un oficio. Se ha llegado a pensar que la función del sistema educativo era producir personas para desempeñar oficios concretos, lo cual nos ha llevado a la superespecialización desde la secundaria, a enfatizar el cómo hacer cosas, a desechar las bases científicas y tecnológicas por considerarlas no prácticas, etc. Por otro lado el éxito profesional se ha medido por el cargo que la persona ocupa y el tamaño de la empresa a la cual está vinculado el profesional, sin tener en cuenta otros valores importantes en la vida profesional. Debemos entender que las profesiones son un medio de desarrollo personal y no un fin en sí mismo, y que por lo tanto lo importante no es el ejercicio de una profesión u otra sino la contribución que al desarrollo económico y social brinda el profesional, y es perfectamente válido e inclusive altamente deseable que esa contribución se haga en una actividad que genere trabajo, riqueza y valor agregado. La realidad es que un empresario exitoso tiene más status profesional que un empleado a nivel intermedio.

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Mito 14: El empleo es seguro, los negocios no lo son Este mito se ha arraigado a tal punto que inclusive los profesionales viven asustados por el fantasma de la pérdida del empleo, lo cual los obliga a no tener posiciones ideológicas o conceptuales firmes, sino a ceder en sus principios como una manera de sobrevivir organizacionalmente. Este mito ha indicado al profesional que no debe correr riesgos y que en ese sentido debe buscar algo estable y de por vida. Los últimos años, tanto en los países desarrollados como en nuestros países nos indican claramente que el adquirir un empleo no es garantía de conservarlo, pues las organizaciones con gran frecuencia toman decisiones de despido de personal, y en ese momento la personas quedan cesantes y sin muchas alternativas. Por otro lado, se sabe que aun aquellos que logran cumplir su ciclo en una organización para jubilarse, no encuentran en sus pensiones de jubilación, que es normalmente el capital del empleado, unos ingresos que le den seguridad en su vejez. Realmente existen riesgos tanto en el empleo como en los negocios; a corto plazo es más riesgoso el mundo empresarial, a largo plazo es más riesgoso el empleo. Por lo tanto, este mito hay que cuantificarlo adecuadamente y no darlo por válido sin analizar las consecuencias. Mito 15: Mi profesión no es para formar empresas La noción de dependencia nos ha llevado a creer que las profesiones son para ocupar cargos o empleos. Se las ha venido mirando con una óptica muy estrecha, pues toda persona, y más el profesional, tiene la posibilidad de múltiples caminos de acción, y de identificar entre ellos el que se más satisfactorio para él. Toda profesión tiene la opción de ser creadora de empresas y al diseñar los perfiles de los egresados se debe tener en cuenta este concepto básico de formación. Debemos formar la gente para el trabajo creativo bien sea en una organización propia o en una organización para la cual uno se emplee, y no formemos la gente sólo para empleos burocráticos.

BIBLIOGRAFÍA SELECTA • VARELA V., Rodrigo. Innovación Empresarial. Un Nuevo Enfoque de Desarrollo. ICESI. Quinta Edición. Colombia, 1998.

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