Crisis centroamericana e iniciativas de paz

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NUEVA SOCIEDAD NRO. 63 NOVIEMBRE-DICIEMBRE 1982, PP. 75-85

Crisis centroamericana e iniciativas de paz Carlos Quenan Economista argentino. Autor de diversos ensayos y artículos sobre problemas económicos y políticos latinoamericanos. Miembro del Colectivo de Investigación sobre Centroamérica del Centro de Información, Documentación y Análisis del Movimiento Obrero Latinoamericano (CIDAMO), de México. Autor de "Nicaragua: Economía, Estado y Revolución" (en prensa). Haciendo la salvedad de que en este artículo se delimita como objeto principal de análisis el complejo juego de iniciativas que hacen a las políticas exteriores de los países de alguna manera mas involucrados en la crisis centroamericana, de modo tal que las referencias a los procesos internos de los países mas convulsionados de la región son sólo incidentales y funcionales al antedicho objetivo, podría decirse con propiedad que, mas allá de las múltiples declaraciones y deseos en sentido contrario, los conflictos que sacuden Centroamérica ya se han regionalizado y han alcanzado un alto grado de internacionalización. Esta constatación no se excluye, de ninguna manera con el enfoque que ubica las raíces de las luchas sociales y políticas que están en la base de la crisis actual en las entrañas de cada sociedad particular en un proceso histórico que, con las especificidades de cada país, presenta como rasgos comunes el atraso, el subdesarrollo, la dependencia y una evolución capitalista reciente relativamente significativa que mas bien agravó viejos problemas y agregó nuevos, perfilando una sobreacumulación de contradicciones que se ha traducido en una creciente dinámica de aspiraciones y demandas populares que, con raras excepciones, han sido vistas por los sistemas tradicionales de dominación sólo como objeto de represión. Sin embargo, y como expresión de uno de los rasgos señalados como históricamente comunes a toda la región, esto es, la dependencia, la proyección internacional de la problemática centroamericana que desata respuestas de actores exteriores que a su vez reactuan sobre los procesos internos del área, no es nueva. "Como algunas pocas regiones del planeta, Centroamérica es objeto (subrayado en el original) de política exterior - especialmente de Estados Unidos que actuó desde el siglo pasado, particularmente después de la guerra hispanonorteamericana de 1898, con una influencia total. Las crisis internas que han vivido las sociedades centroamericanas, tarde o temprano, se resolvieron reflejando de alguna manera la voluntad del gran vecino"1.

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Edelberto Torres Rivas, "Notas para comprender la crisis política centroamericana", en "Centroamérica, crisis y política internacional", varios autores, Siglo XXI, México, 1982, págs. 6667.

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En todo caso, hoy en día lo que ocurre es que, por el efecto combinado de la inédita gravedad de la situación del istmo y de la crisis del sistema de relaciones internacionales en un mundo cada vez mas multipolar, además de los propios gobiernos de la región, son numerosos los países que consideran a Centroamérica como área de primera importancia para su política exterior.

¿Florecen mil iniciativas de paz? De esta forma, en estos momentos se está dando en relación a Centroamérica lo que muchos consideran una verdadera "competencia de iniciativas" en torno a la pacificación de la región, en gran medida como consecuencia paradójica de las tensiones exacerbadas que muestran el incendio como próximo a estallar. La chispa parece ser, evidentemente, la creciente hostilidad entre Honduras y Nicaragua, que según diversos observadores podría transformarse en guerra abierta a mas tardar en diciembre. Para iniciar el abordaje de esta enmarañada cuestión cabe considerar que no ha sido precisamente la administración Reagan, valga la redundancia, la que ha contado con la iniciativa en esto de las iniciativas. Por el contrario, bajo la inspiración del famoso documento del Comité de Santa Fe, la "teoría" hecha pública por la representante de los Estados Unidos ante la O.N.U., Jeane Kirkpatrick, en el sentido de que es pertinente diferenciar a los regímenes autoritarios de los totalitarios, considerando a estos últimos como los verdaderamente atentatorios contra la seguridad nacional de ese país, y la afirmación de la existencia de una intensa "penetración comunista" en la Cuenca del Caribe, permitiría vislumbrar una acelerada perdida de influencia norteamericana en la región, implicaban la posibilidad cierta de enfrentarse con "la necesidad sin precedentes de defenderse contra un anillo de bases soviéticas en y alrededor de nuestras fronteras al sur y al este"2 y conllevan la visión de hacer de la crisis planteada un factor clave en el conflicto Este-Oeste, procurando transformarla en una aleccionadora y rápida demostración de lo que podía lograr la nueva "política de contención". De esta orientación se desprendió la defensa a capa y espada del régimen salvadoreño y de la supuesta democratización conducida por Duarte, la hostilidad abierta hacia Nicaragua e incluso Cuba y el fortalecimiento de Honduras como gendarme del área, y desde estas líneas rectoras, la alianza con la democracia cristiana y el gobierno de Venezuela en torno al caso salvadoreño y el progresivo compromiso de Costa Rica en esta política general con el fin de apuntalar el gigantesco operativo "antitotalitario" y en definitiva antisoviético. Consecuencia: una posición absolutamente refractaria al diálogo con el gobierno de Managua y a una solución negociada de la crisis salvadoreña con la participación de todas las fuerzas en pugna. 2

Jeane Kirkpatrick, "U.S. security in Latin America", Commentary, enero de 1981, pág. 29.

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En realidad, el verdadero pionero de las iniciativas pacificadoras entre los países no directamente involucrados en los conflictos ha sido México. Los principales pasos concretos de pacificación en este sentido conforman en rigor una base que comprendió prácticamente la segunda mitad del año pasado y que podría sintetizarse en tres grandes hechos que, como lo estableció claramente el presidente López Portillo en el discurso pronunciado en febrero último en Managua, pretendían atacar el nudo gordiano de la problemática centroamericana: a) Promoción de la distensión entre Honduras y Nicaragua, expresada en la participación personal del presidente mexicano en la gestación del encuentro entre el entonces presidente hondureño, Policarpo Paz, y el coordinador de la Junta nicaragüense, Daniel Ortega, tras la visita de este a México, en mayo de 1981. Mas allá de la falta de resultados prácticos de esa entrevista, es útil recordar en estos momentos en que las tensiones entre los dos países han llegado al clímax, que se trata del único precedente importante de dialogo en el mas alto nivel hondureno-nicaraguense. b) El conocido comunicado franco-mexicano del 28 de agosto de 1981 que reconoció al F.D.R. y al F.M.L.N. como "fuerzas políticas representativas" y llamó al "acercamiento entre las fuerzas en lucha" que mostró, en lo que respecta a la parte mexicana y entre otras cosas, la gran habilidad del gobierno de ese país para contrapesar la presión norteamericana al actuar conjuntamente con el gobierno socialista de una nación que, después de todo o quizá antes que nada, es un aliado de primer orden de los Estados Unidos en la OTAN. c) La búsqueda de la distensión cubano-estadounidense, plasmada en la inicialmente secreta reunión que el canciller mexicano Castañeda propició en noviembre del año pasado entre el entonces secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, y el vicepresidente cubano, Carlos Rafael Rodríguez. Aun cuando los logros alcanzados en este encuentro parezcan inexistentes (y es muy probable que este sea uno de esos casos en los que la apariencia remite directamente a la esencia) no deja de ser importante como antecedente si, como es fácil suponer a través de los hechos, la diplomacia azteca considera que no hay otra salida realista a la crisis regional que un acuerdo global de todos los directa e indirectamente involucrados. No es posible, por la brevedad de estas notas, profundizar en las razones de la política exterior mexicana hacia el área que nos ocupa. Nos basta con la verificación de su condición de "adelantado" en la exploración de entendimientos, su reconocido no condicionamiento del proceso nicaragüense y el rechazo a encasillarse en el conflicto Este-Oeste. De todas maneras, sí cabe señalar que exhibe una evidente coherencia vinculada a una tradición que, en lo que respecta al istmo, nuestra vieja actitud de distanciamiento frente a las dictaduras tradicionales y de falta de prejuicios en la relación con los movimientos

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revolucionarios, actualizada en una visión de la seguridad y el interés nacional que trasciende el terreno político para situarse también en el plano económico3. Ahora bien, ha sido en los últimos meses cuando fue tomando cuerpo la actual proliferación de propuestas de paz, caracterizada por la aparente participación de algunas de las mismas de Estados Unidos y por la asunción de un rol mas activo de los propios interesados en la región, si exceptuamos a Nicaragua y a la oposición salvadoreña que no han cesado en sus pronunciamientos en pro de la búsqueda de fórmulas de entendimiento. El primer paso lo dio Honduras con su llamamiento a la paz de comienzos de este año, que rápidamente se advirtió vinculado al surgimiento de la Comunidad Democrática Centroamericana y a un cierto reacomodo de los Estados Unidos que no es posible disociar de las dificultades que entorpecieron su plan inicial ni del llamado Mini-Marshall para el Caribe. Esta dinámica ha consolidado el eje Washington-Tegucigalpa-San José, principal promotor del recientemente creado Foro por la Paz y la Democracia. Por otro lado, México ha vuelto a la carga con nuevos matices pero esta vez de la mano de Venezuela en un acuerdo precipitado por el desplazamiento de Napoleón Duarte en El Salvador y las consecuencias de la guerra de Las Malvinas, a partir de la iniciativa de paz mexicano-venezolana de septiembre pasado.

El reacomodo norteamericano Por lo menos tres factores han concurrido para que la administración Reagan introduzca algunos reajustes de importancia en su política hacia Centroamérica, cuales son: a) Fracaso relativo del "blitz-krieg" antitotalitario. Como es sabido, en los primeros meses del gobierno republicano, El Salvador fue considerado como un "test case" en el que los Estados Unidos estaban dispuestos a poner a prueba, con un éxito inicial contundente, su política de contención. Así, una intensa "diplomacia viajera" se movilizo hacia Europa y América Latina con el fin de "demostrar" la injerencia cubano-sovietico-nicaragüense (recuérdese el "Libro Blanco") tratando de dar cobertura a la identificación de la ayuda militar en armas, equipos, asesoramiento directo y programas de entrenamiento para unos 1.500 oficiales y soldados salvadoreños en territorio norteamericano. Sin descuidar el corte de créditos a Nicaragua y el fomento de las actividades somocistas, el triunfo sobre las fuerzas democrático-revolucionarias salvadoreñas debía permitir, dentro de esta lógica, estrechar el cerco sobre el régimen de Managua.

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Véase al respecto Olga Pellicer, "Política hacia Centroamérica e Interés Nacional en México", en varios autores, ob. cit.

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Aun cuando las elecciones del 28 de marzo no tuvieron el mejor resultado para las expectativas norteamericanas y esto le ha traído dolores de cabeza a Reagan para demostrar que con D'Aubuisson las violaciones de los derechos humanos "han disminuido sensiblemente", la traba fundamental de los planes estadounidenses para resolver rápidamente la crisis salvadoreña tiene que ver con la persistencia de la insurgencia guerrillera que a juzgar por la reciente ofensiva de octubre lejos está de haber perdido vigor. Paralelamente, el régimen sandinista, si bien conforma dificultades de toda índole, no ha sido conmovido en sus cimientos y ha maniobrado con habilidad para evitar el aislamiento internacional. Las perspectivas de partir el territorio nicaragüense e instalar un gobierno hostil a Managua y pro-norteamericano en la Costa Atlántica se vienen desvaneciendo y sólo podrían ser refutados, con dudosas probabilidades de éxito, en la eventualidad de un choque militar en gran escala con Honduras4. b) Las consecuencias post-Malvinas. Mucho se ha escrito sobre las modificaciones que el reciente conflicto del Atlántico Sur ha introducido en las relaciones interamericanas. Sin menospreciar las consecuencias del antinorteamericanismo surgido en los círculos dirigentes latinoamericanos, a varios meses de la rendición de Puerto Argentino (ahora nuevamente Puerto Stanley), resulta evidente lo infundado de cierto optimismo ingenuo de ciertos sectores progresistas del subcontinente que creyeron ver la debacle del sistema de alianzas de Estados Unidos en la región. Sin embargo, es indudable que Washington debió asimilar el impacto específico en relación a Centroamérica, expresado primordialmente en los problemas de sus aliados en el área para aparecer excesivamente "atados" a los designios norteamericanos, el mayor margen de maniobra de Nicaragua para vincularse al resto de los países latinoamericanos y el palpable distanciamiento del gobierno venezolano, uno de los principales aliados del gobierno militar argentino durante las hostilidades, que encontró la oportunidad para hacer pasar desapercibido su fracaso en El Salvador, prerrequisito indispensable para rearmar su diplomacia en el área que nos ocupa, ahora que los democristianos de Duarte ocupan un papel secundario en el "pulgarcito de América". c) Traslado del eje de las prioridades norteamericanas hacia el Medio Oriente. Por ultimo, son numerosos los analistas que advierten, no sin fundamento, un desplazamiento en el foco de las prioridades norteamericanas en política exterior de Centroamérica hacia el Medio Oriente, no casualmente coincidente con el reemplazo de Haig por Shultz en la secretaría de Estado y el debilitamiento de J. Kirkpatrick. Pese a que no es objeto de estas notas introducirnos en la problemática del Medio Oriente, resulta indispensable señalar que la diplomacia norteamericana encontró elementos objetivos de peso para producir ese viraje 4

Para una visión del enfoque del gobierno nicaragüense y del FSLN de la estrategia norteamericana hacia ese país, véase "Reagan teme al carácter libertario de la revolución nicaragüense", Reportaje a Jaime Wheelock, Revista Patria Libre N° 20, Managua, marzo 1982, págs 34-44.

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aunque el balance de la acción "punitiva" de Israel en el Líbano sea muy discutible5. Por cierto, es indiscutible que el cambio de eje brinda un cierto tiempo para restañar las heridas del sistema interamericano como consecuencia de la guerra de las Malvinas. Y, a la vez, genera una aparición menos protagónica de los Estados Unidos en la crisis centroamericana, toda vez que la mira está puesta principalmente en otras latitudes. Los tres factores considerados confluyen en rebajar, aparentemente, el papel del gobierno norteamericano en el istmo. No es que haya una variante sustancial en el curso de acción militarista y anticomunista, sino, mas bien, que dicha línea busca complementarse con un dispositivo que articule a los gobiernos mas afines en el área y los potencie hacia un rol más activo en una perspectiva de estrangulamiento de las fuerzas hostiles que no descuida la agitación de las banderas de paz, mientras no cesan los preparativos guerreristas. En este reacomodo participa como elemento de presión de la diplomacia norteamericana el llamado Mini-Marshall del Caribe que, fracasado por el momento el intento de Nassau, surge como proposición exclusiva de Washington. Ya Reagan ha señalado ante el Congreso de la Unión que "la ayuda está destinada a resolver una crisis económica sin precedentes que afecta a una región estratégica ubicada a nuestras puertas" y de manera no menos cristalina, George Shultz ha agregado que "es nuestra seguridad y nuestra credibilidad lo que está en juego, ya que la trágica guerra en el Atlántico Sur ha llevado a algunos de nuestros amigos en el hemisferio a poner en duda nuestro cometido en tanto que aliados". Por supuesto, a partir de que el programa resulta insuficiente en muchos aspectos, se ha abierto un juego de presiones mutuas. "El Congreso votó favorablemente y con razonable prontitud, los 350 millones de ayuda directa previstos por el plan, pero el resto del paquete sigue sin desatar. No es que al Congreso no le interese el Caribe, su interés por los países de América Central y las Antillas no es menor que el del Ejecutivo. Lo que sucede es que los países del área quieren que se levanten las barreras proteccionistas que impiden la libre entrada de sus productos y esto no es nada fácil, sobre todo en un año de elecciones"6. De este modo, los países involucrados en el programa, aunque consideran escaso el monto de 350 millones a repartirse entre El Salvador, Jamaica, Costa Rica, Haití, Belice, Honduras y Guatemala7 y desconfían de la posibilidad de que el plan desate una corriente de inversiones privadas tal como plantea la 5

Para un análisis detallado de esta cuestión, Carlos Guerón, "Centroamérica y el Caribe", Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, UCV, Caracas, septiembre de 1982. 6 Miguel Cincunegui, "Plan del Caribe, un mar de contradicciones", en revista "Número", N° 122, Caracas, octubre 17 de 1982, pág. 29.

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administración Reagan, se sienten agobiados por la caída de los precios de sus productos de exportación (durante 1981 el café cayó en un 15%, el cacao 20%, el azúcar 40% y la madera tropical en un 25%) y aspiran a que una buena disposición política hacia Estados Unidos ayude al menos a levantar las restricciones que les impiden el acceso al mercado norteamericano.

El Foro Pro-Paz y Democracia A principios de octubre, los ajustes introducidos por Estados Unidos en su política hacia la región cristalizaron en la conformación del Foro Pro-Paz y Democracia en Centroamérica, que resulta ser la continuidad de la Comunidad Democrática Centroamericana conformada a comienzos del año por Costa Rica, El Salvador y Honduras. En la reunión de cancilleres efectuada en San José con la presencia del subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Thomas Enders, Estados Unidos logró concretar el dispositivo político indispensable para la nueva situación. Es que por más que en la declaración final se apunta que el Foro "como un grupo de buenos oficios encargado de estimular, promover y hacer efectivos los medios de solución pacífica de las controversias contempladas en la carta de las Naciones Unidas y en la carta de la Organización de Estados Americanos como procedimientos que contribuyan a crear la paz y la armonía en el área centroamericana", los sustancial de la misma es que se condena el "estímulo a la subversión" en clara alusión a Nicaragua, de modo que las tensiones fronterizas con Honduras y el conflicto salvadoreño tendrían su origen en Managua. En definitiva, la misma tesis sustentada en el Libro Blanco, sólo que ahora es compartida por varios países de la región, varios de los cuales sólo pueden exhibir el rótulo de democráticos forzando notoriamente la realidad y, lo que es mas trascendente, en una situación en que dicha tesis aparece promovida principalmente por ellos. Entre los gobiernos de los países participantes es posible advertir, empero, diversos matices en cuanto a motivaciones e intereses. Sin duda los dos baluartes de la actual estrategia norteamericana son Cuba y Honduras. El primero, bajo el gobierno de Monge, procura resolver su angustiosa situación económica basándose principalmente en la asistencia económica norteamericana demostrando una desmesurada simpatía hacia Washington, lo cual no ha dejado de originar desacuerdos en el Partido Liberación Nacional (PLN) gobernante, donde, al parecer, los ex-presidentes Oduber y Figueres estarían más inclinados a actuar con arreglo a los lineamientos de la Internacional Socialista para el área 7

Para un análisis mas pormenorizado de las insuficiencias del plan, véase el Suplemento Económico de Clarín, Buenos Aires, Argentina, septiembre 19 de 1982, pág. 12.

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centroamericana8. Pero, Monge parece firmemente determinado a seguir el actual camino que no excluye esporádicos gestos para aliviar las tensiones con Nicaragua, aprovechando la importancia que para Estados Unidos tiene su país como "verdadero ejemplo de democracia" en el área9 y sustentado en una visión Este-Oeste del conflicto centroamericano10. El caso de Honduras es sumamente claro. Desde hace bastante tiempo Estados Unidos ha fortalecido sus posiciones en ese país que, siendo limítrofe con Nicaragua y El Salvador, presenta condiciones favorables, dadas la relativa tranquilidad interna que lo caracteriza y la orientación anticomunista y pronorteamericana de importantes sectores de sus fuerzas armadas, especialmente de su actual comandante, Gustavo Alvarez Martínez, para actuar conjuntamente con las fuerzas armadas salvadoreñas en la represión fronteriza contra las guerrillas de ese país, como se ha señalado en diversas oportunidades, y como base de apoyo para las incursiones en territorio nicaragüense de los grupos somocistas11. El nuevo presidente civil, Dr. Suazo Córdoba, aunque enmarcado en las grandes líneas de la concepción norteamericana de la crisis en el istmo, por momentos ha 8

Recuérdese que la primera entrevista con un mandatario latinoamericano que tuvo Ronald Reagan después del conflicto del Atlántico Sur para iniciar un proceso de reconciliación fue, precisamente, con Monge. 9 El entrecomillado hace alusión al discurso oficial del gobierno norteamericano y no implica una valoración despectiva de la democracia costarricense. El régimen político de este país exhibe numerosos aspectos positivos, especialmente si tomamos en cuenta la situación regional, pero su análisis no es materia de este artículo. 10 Ejemplo de esto que señalamos es el trabajo presentado por un investigador evidentemente afín al sector de Monge, en un seminario realizado recientemente. En el se plantea, por ejemplo, que "si la revolución sandinista se radicaliza y si otros países de América Central siguen su ejemplo, como es el caso de El Salvador y Guatemala, no será posible continuar al menos con el modelo de integración económica y mucho menos política. En este caso, se formaran alianzas entre países de régimen político similar y, posiblemente, la integración total entre ellas". Y en llamada en pie de página se agrega que "ya existe una tendencia en este sentido, con la formación de la Comunidad Económica Centroamericana y el reforzamiento de los nexos diplomáticos y comerciales entre Honduras y Costa Rica", para agregar luego que: "Actualmente, Guatemala, Honduras y El Salvador colaboran a nivel militar para defenderse del 'peligro comunista' que representa Nicaragua. Por otra parte, Costa Rica y Panamá intensifican sus nexos comerciales para hacerle frente a la desintegración parcial del Mercado Común Centroamericano. Por último, se apunta que "en las condiciones actuales no podemos excluir la posibilidad de la aparición de conflictos bélicos o simplemente tensiones importantes entre países de regímenes políticos diferentes. Sobre todo si se traslada a la región el enfrentamiento Este-Oeste, con la intervención de las grandes potencias y su lucha político-ideológica, tal como parece ser la situación actual". Véase Alvaro López Mora, "El papel de los Estados Unidos en los procesos de Integración Política y Económica de Centroamérica", ponencia presentada en el Seminario sobre Políticas Exteriores Comparadas de América Latina, Universidad Simón Bolívar - Instituto de Altos Estudios de América Latina y RIAL - Programa de Estudios Conjuntos sobre las Relaciones Internacionales de América Latina, Caracas, 4 al 6 de octubre de 1982. 11 Para un documentado informe de las actividades y los vínculos de los grupos somocistas en Honduras, Roberto Bardini, "Conexión en Tegucigalpa (El Somocismo en Honduras)", Editorial Universitaria Autónoma de Puebla, Colección Documentos, Puebla, México, 1982.

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dado la impresión de querer contener el proceso que lleva a una escalada militar con Nicaragua y en este sentido cabe recordar su reciente propuesta de relocalizar en Venezuela y México a los ex-guardias somocistas instalados en territorio hondureño. Los otros participantes en el Foro son El Salvador, Jamaica, Colombia y Belice. Los dos primeros no ofrecen mayores dudas en su inclinación pronorteamericana (Seaga es ahora el campeón del anticomunismo en El Caribe). El caso del Colombia es mas interesante puesto que forma parte del actual redespliegue de la diplomacia de Bogotá, cuyo nuevo gobierno, comprometido en una apertura diplomática interna, parecería querer conjugar dos movimientos. De una parte, fortalecer su papel en la zona del Pacto Andino como propulsor de iniciativas comunes para la renegociación de la deuda externa al tiempo que apuntala la naciente democracia boliviana, en aparente competencia con Venezuela. De otro, hacer buena letra con Estados Unidos en una región más "caliente" cual es la de Centroamérica y el Caribe, tal vez tratando de obtener algo del Mini-Marshall que hasta el momento y pese a sus protestas, lo ha dejado de lado. En cuanto a Belice, el pragmatismo de Price lo ha llevado prácticamente al límite de la contradicción con los postulados tercermundistas de su política exterior, con un doble objetivo. Por un lado, ganar espacio en un ámbito del que no participa Guatemala, país con el que está pendiente la cuestión de la reclamación territorial12. Por otro, asegurar los 10 millones de dólares que le corresponden en el plan norteamericano de ayuda para el Caribe, que si bien parece insignificante en términos absolutos, resulta altamente atractivo si tomamos en cuenta lo que implica en relación a la bajísima densidad de población de este país (150.000 habitantes para una superficie de 22.962 km2., es decir, levemente superior a la de El Salvador). Cabe agregar que Panamá participó de la reunión de cancilleres, pero no suscribió el documento final, mostrando que el deslizamiento hacia la derecha en política exterior que es inocultable tras la caída de Royo, no por evidente resulta desbocado. Por último, las exclusiones entre los países centroamericanos fueron dos. Una, por razones obvias y de fondo, aunque se esgrima la excusa de que no hay un gobierno electo: el Foro, como dijimos antes, está enfilado contra Nicaragua y por ello despertó airadas reacciones en Managua, hasta el punto que el miembro de la Junta de Reconstrucción Nacional, Rafael Córdoba Rivas, expresó que "la sola presencia de Thomas Enders es contraria a la paz"13. La otra, la de Guatemala, es en realidad formal y no produjo mayores disgustos al gobierno de Ríos Montt en 12

Véase Carlos Quenan, "Belice: Causas y perspectivas de una independencia tardía", en Nueva Sociedad N° 59, Caracas, marzo-abril de 1982, págs 77-85. 13 Diario "El Nacional", cuerpo A, Caracas, Venezuela, octubre 7 de 1982, pág, 2.

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momentos en que el gobierno de Reagan proyecta reanudar la ayuda militar, suspendida desde 1977. Venezuela y México, cuyos intereses en el área son evidentes, fueron invitados pero decidieron no participar. Es que desde septiembre estaba en práctica una línea de acción conjunta divergente de los objetivos de la reunión de San José.

La iniciativa venezolano-mexicana En efecto, el pasado 7 de septiembre los primeros mandatarios de Venezuela y México dieron a conocer tres cartas dirigidas a los presidentes de Estados Unidos y Honduras y al Coordinador de la Junta de Nicaragua, donde expresan su preocupación "por los acontecimientos que seriamente amenazan la paz entre Nicaragua y Honduras", enfatizando sobre "la necesidad de abstenerse de realizar todo acto que pueda agravar la situación y con la idea de auspiciar el diálogo constructivo que permita el necesario acercamiento y cooperación entre las partes". En la carta a Reagan, tras recordar el interés "de nuestros países por la paz y estabilidad del área", lo invitaron a reforzar el diálogo para una auténtica (subrayado nuestro) negociación" y en la enviada a los mandatarios de Nicaragua y Honduras resaltan, tras la introducción común, los aspectos particulares señalados a cada uno de esos gobernantes. Por ello, mientras que a Suazo Córdoba le plantearon que "sin pretender emitir juicio sobre la actitud, efectivos y armamentos de las fuerzas nicaragüenses, es indudable que a tal deterioro (refiriéndose a las relaciones con el gobierno de Managua, aclaración nuestra) ha contribuido la presencia a lo largo de la frontera hondureña de numerosos ex-guardias somocistas y otros grupos pertrechados con armamento de alta capacidad destructiva, inclusive equipo pesado; las incursiones realizadas, según se señala, por dichos grupos a territorio nicaragüense; las maniobras militares conjuntas con fuerzas de los Estados Unidos de América en la zona fronteriza con Nicaragua y la carrera armamentista que se ha desencadenado entre los dos países", a Daniel Ortega le expresaron, además del respeto "al derecho del pueblo nicaragüense de darse la forma de gobierno y de sociedad que desee", la preocupación compartida por "el aumento considerable de las fuerzas armadas que alcanzaron un numero desproporcionado en relación con la de sus vecinos, así como el reiterado apoyo de Nicaragua a movimientos armados de oposición en algunos países vecinos". Las preguntas que inevitablemente surgen son por lo menos dos: ¿A qué se debe este encuentro? complican algunos de los términos de las cartas un cambio de la posición mexicana en el área, como han querido ver algunos analistas?

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La primera respuesta puede ser ensayada a partir del análisis del punto de vista de Venezuela. El gobierno de Luis Herrera Campins, tras el silencio a que se vio obligado con el desplazamiento de Duarte que significó para él una derrota, trata de retomar la iniciativa en el área avalado por la actitud asumida en el conflicto de las Malvinas, en relación a los lentos pasos dados en el camino de la distensión con Cuba y en gran medida como parte del proceso de incorporación al Movimiento de Países No Alineados, sin duda vinculado a la búsqueda de mayores apoyaturas en su conflicto limítrofe con Guyana. El antecedente inmediato de estas cartas es la visita a Nicaragua y el tono del discurso pronunciado por el presidente venezolano en Masaya, con motivo del tercer aniversario de la revolución sandinista. Desarrollar esta iniciativa conjuntamente con México le permite retomar la línea planteada en los acuerdos de cooperación energética de San José y asegurarse, al menos, la credibilidad de Nicaragua si es que todavía quedaban resquemores de importancia por las divergencias ante la crisis salvadoreña. El caso de México exige algún detenimiento y enlaza la primera pregunta con la segunda. Antes de discutir si la acción conjunta que comentamos implica un cambio de la posición mexicana en el área es útil reproducir algunos párrafos del discurso en el que López Portillo anuncia la nacionalización de la banca privada, en lo que tiene que ver con la cuestión que aquí nos interesa: ... "Tenemos que conciliar lo que a veces parece irreconciliable: mantener buenas relaciones de fondo con los Estados Unidos y, al mismo tiempo, postular y desarrollar nuestra simpatía y apoyo a las luchas mas nobles de los pueblos del mundo en desarrollo, en particular de la región mas cercana a nosotros y a la vez más convulsionada: Centroamérica y el Caribe". ... "En las buenas, pero también en las malas, hemos permanecido al lado de nuestros hermanos nicaragüenses. Su gobierno, apoyado por su pueblo, le ha cumplido; nosotros lo hemos hecho con ellos, apoyándolos hasta donde hemos podido y cumpliendo así también con nosotros mismos. Hoy, cuando la incomprensión, la ceguera y la impune arbitrariedad de la fuerza acosan a esa pequeña y sacrificada nación, es orgullo de México poder decir con la razón y el derecho: Nicaragua debe resolver por sí sus problemas; no la agobien más con presiones económicas; ni la amenacen con artificiales intervenciones armadas. Hay opciones racionales y dignas. Déjenla en paz. Parafraseando a Lincoln insisto en que ningún país es suficientemente bueno para intervenir en otro sin su consentimiento". "Junto al gobierno de Francia tratamos de impulsar una solución negociada en El Salvador, que ponga término a la sangría. Hoy, cuando es evidente que ninguna otra solución ha resultado viable, nuestro planteamiento cobra aún mayor realismo y pasa a ser llamado de alarma: si no hay negociación, puede haber, pronto, demasiado pronto, regionalización. Hay que evitarla".

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"Con relación a Cuba, desarrollamos la política digna fijada por México hace 20 años. Rechazamos el aislamiento y reforzamos los lazos que históricamente nos unen con ese heroico pueblo. Desde 1980 proseguimos gestiones discretas buscando el fin del absurdo silencio que impera entre dos grandes naciones separadas apenas por 150 kilómetros de Mar Caribe". ... "Así se explica la propuesta de paz que formulamos en Managua en febrero de este año: es evidente para todos que la alternativa a la negociación era, y es, la conflagración regional". ... "De este modo, México cumplía cabalmente con su papel de comunicador, de iniciador de contacto y de esclarecedor de posiciones respectivas. ... El primer balance, pues, del plan de México es relativo; por un lado se lograron los contactos, pero éstos no se transformaron, por lo menos hasta ahora, en negociación. "No obstante, un balance mas sustantivo muestra algo de importancia indudable: nadie podrá reprocharle a México el no haber hecho todo para evitar el cataclismo"14. La pertinencia de esta extensa cita se explica en la medida en que dicho discurso, pronunciado algunos días antes del envío de las cartas, es notorio que se reafirmaron las orientaciones fundamentales de la política exterior mexicana hacia el área. Por ello resulta difícil plantearse que la iniciativa común esté en abierta contradicción con dichas orientaciones; mas bien, los señalamientos e incluso las críticas al armamentismo nicaragüense, indudablemente novedosos en pronunciamientos oficiales de México, no son, pese a todo, claramente referidos como causa o efecto de la crisis centroamericana y, en todo caso, el contexto global de la iniciativa permite argüir que las líneas rectoras de la diplomacia azteca se mantienen, aunque en un bajo perfil. Es probable que ésto tenga que ver con las dificultades que ha traído la conocida crisis económica y lo que tal situación conlleva en términos de las relaciones con Estados Unidos, y por otro, con el intento de romper el relativo aislamiento regional ante el dispositivo puesto en marcha por la administración Reagan. Venezuela, que por otra parte no se ha caracterizado por tener malas relaciones con el gobierno hondureño de Suazo Córdoba, está más cerca de Centroamérica que Francia. De todas formas y aunque el camino de las elucubraciones está abierto en relación a la próxima asunción de De la Madrid, lo cierto es que es imposible 14

José López Portillo, "Sexto Informe del Gobierno". El Día, Suplemento N° 76, México, septiembre 2 de 1982.

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encontrar en las cartas avaladas por México un atisbo de antisandinismo, lo cual explica la favorable acogida del gobierno nicaragüense, las reticencias de Honduras para reunirse bajo esas pautas y la fría reacción de la administración Reagan.

La situación actual Así, pese al apoyo del congreso norteamericano, al gesto venezolano-mexicano y a la conceptuosa respuesta del presidente de ese país, el gobierno estadounidense se orienta por otra vía, que no es otra que la prefigurada en San José. Por eso el canciller costarricense ha venido señalando la posibilidad de una nueva reunión del Foro en la que se insistiría en la participación especial de México y Venezuela, en un intento de diluir la iniciativa de éstos y "cooptarlos" hacia una perspectiva más antinicaragüense. A mediados de octubre y a través de fuentes oficiosas, el gobierno estadounidense ha empezado a decir la verdad sobre la propuesta de López Portillo y Herrera Campins. "Un alto funcionario del Departamento de Estado dijo esta semana que existen dudas acerca de si el mencionado plan aborda, efectivamente, los problemas políticos y de seguridad en Centroamérica. El funcionario oficial allegado al secretario de Estado George Shultz - afirmó que la administración Reagan está convencida que existen 'problemas más significativos' en Centroamérica que los que aborda este plan, incluyendo la 'falta de intuiciones democráticas y el incremento en el flujo de armas de Nicaragua con destino a los guerrilleros de El Salvador' "15. De esta forma, es probable que las distintas iniciativas queden nuevamente en el papel, aunque por causas distintas. Mientras tanto, la crisis centroamericana seguirá agudizándose, regionalizandose e internacionalizándose en una pendiente que pone en juego el destino de los pueblos de la región. La propuesta del recién creado Foro, alentado por Estados Unidos, difícilmente puede obtener éxitos, porque se nutre de un enfoque Este-Oeste de la crisis centroamericana que no capta lo central de la misma, por más que en ella incidan las contradicciones entre los bloques capitalista y socialista. La iniciativa venezolano-mexicana es, en verdad, más realista, aunque no tenga, aparentemente, fuerza suficiente para implementarse en lo inmediato, porque, implícitamente se inspira en otra perspectiva, la que ha señalado, por ejemplo, el secretario de relaciones internacionales del Partido Socialdemócrata Sueco, nuevamente en el gobierno: "La tragedia de Centroamérica es básicamente un problema Norte-Sur"16. 15

"El Diario de Caracas" Caracas, Venezuela, octubre 18 de 1982, pág. 5. Pierre Shori, "La tragedia de Centroamérica es básicamente un problema Norte-Sur", en Nueva Sociedad N° 61, Caracas, julio-agosto de 1982, págs 123-125. 16

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Quien no lo quiera entender, allí tiene el caso de Nicaragua, incorporada al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con el apoyo del grueso de los países no alineados, en medio de los renovados intentos de Estados Unidos por aislarla. ¿Hace falta algo más para demostrar que este mundo no es el de la década de los cincuenta?

Referencias Anónimo, CENTROAMERICA, CRISIS Y POLITICA INTERNACIONAL. - México, Siglo XXI. 1982; Plan del Caribe, un mar de contradicciones. Anónimo, EL DIA-PRENSA. 02/09, (Suplemento N° 76) - México. 1982; Anónimo, NUEVA SOCIEDAD. 59. p77-85 - Caracas, Venezuela. 1982; Anónimo, NUMERO. 122. p29 - Caracas, Venezuela. 1982; Sexto Informe del Gobierno. Bardini, Roberto, MEM. SEMINARIO SOBRE POLITICAS EXTERIORES COMPARADAS DE AMERICA LATINA. - Caracas, Venezuela, Universidad Simón Bolívar - Instituto de Altos Estudios de América Latina y RIAL. 1982; Cincunegui, Miguel, CENTROAMERICA Y EL CARIBE. - Caracas, Venezuela, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, UCV. 1982; Belice: Causas y perspectivas de una independencia tardía. Guerón, Carlos, REVISTA PATRIA LIBRE. 20. p34-44 - Managua. 1982; El papel de los Estados Unidos en los procesos de Integración Política y Económica de Centroamérica. Kirkpatrick, Jeane, CENTROAMERICA, CRISIS Y POLITICA INTERNACIONAL. p66-67 México, Siglo XXI. 1982; Política hacia Centroamérica e Interés Nacional en México. López-Mora, Alvaro, SUPLEMENTO ECONOMICO DE CLARIN-PRENSA. 19/09 - Buenos Aires, Argentina. 1982; La tragedia de Centroamérica es básicamente un problema Norte-Sur. López-Portillo, José, EL NACIONAL-PRENSA. 07/10. pA2 - Caracas, Venezuela. 1982; Pellicer, Olga, U.S. SECURITY IN LATIN AMERICA. p29 - 1981; Reagan teme al carácter libertario de la revolución nicaragüense, Reportaje a Jaime Wheelock. Quenan, Carlos, CONEXION EN TEGUCIGALPA (EL SOMOCISMO EN HONDURAS). - Puebla, México, Editorial Universitaria Autónoma de Puebla. 1982; Shori, Pierre, EL DIARIO DE CARACAS-PRENSA. 18/10. p5 - Caracas, Venezuela. 1982; Torres-Rivas, Edelberto, Notas para comprender la crisis política centroamericana. NUEVA SOCIEDAD. 61. p123-125 - Caracas, Venezuela. 1982;

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad Nº 63 Noviembre- Diciembre 1982, ISSN: 0251-3552, .

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