CUBA: LA DOLARIZACIÓN QUE SE RESISTE A MORIR

CUBA: LA DOLARIZACIÓN QUE SE RESISTE A MORIR Roberto Orro Fernández Resumen El presente artículo describe los rasgos más importantes del sistema multi

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CUBA: LA DOLARIZACIÓN QUE SE RESISTE A MORIR Roberto Orro Fernández Resumen El presente artículo describe los rasgos más importantes del sistema multimonetario de Cuba, en el cual el dólar norteamericano sigue desempeñando un rol central.

Se

examinan las implicaciones de las medidas del gobierno de Raúl Castro para la dolarización y se presentan los escenarios más probables en materia de política monetaria tanto bajo el actual sistema político como en la inexorable transición hacia una sociedad democrática con economía de mercado. I.

INTRODUCCIÓN

El pasado 26 de febrero del presente año se produjo en Cuba un inédito acto de desobediencia civil contra la dualidad monetaria.

La ilegal Federación de Mujeres

Rurales (FLAMUR) organizó simultáneamente, en diversos puntos de la isla, acciones en las que varios de sus miembros que consumieron en establecimientos en los que sólo se aceptan pesos cubanos convertibles – el peso cubano respaldado en dólares – y exigieron que se les aceptara el auténtico peso cubano como medio de pago, a la par que se negaron a pagar en pesos convertibles.1 Este hecho es sin dudas una prueba fehaciente del malestar y rechazo que causa en la población cubana la persistencia del fenómeno de la coexistencia de varias monedas. Es bien conocido por todos que en este peculiar sistema el auténtico peso cubano, la moneda en la que los trabajadores reciben sus salarios, es el gran perdedor y el menos codiciado, mientras que el dólar americano sigue desempeñando un papel protagónico. Ello no deja de ser una ironía en un país que siempre se ha enorgullecido de haber roto las cadenas que lo ataban a los Estados Unidos.

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El Nuevo Herald de Miami, edición del 28 de febrero de 2009.

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Hoy día en Cuba coexisten no dos sino más monedas. La de mayor circulación es el verdadero peso cubano, que a pesar de todas sus limitaciones sigue siendo formalmente la moneda nacional. El peso cubano convertible (CUC) es una moneda respaldada en dólares y único medio de pago en la red comercial dolarizada enteramente controlada por el Estado. En estos establecimientos, la población adquiere alimentos, ropa y artículos de uso duradero que no se encuentran en los establecimientos en los que se venden productos racionados, productos que sí se pueden comprar con pesos cubanos. Finalmente, hay que destacar que el euro y otras divisas convertibles se aceptan en Varadero y en otros polos turísticos. Desde su nacimiento oficial en 1993 – el proceso de dolarización empezó en realidad desde el inicio de la Revolución cubana – la coexistencia de varias monedas ha sido blanco de críticas en diversos sectores de la sociedad cubana.

Para los más ardientes

defensores de la Revolución, es inaceptable la ruptura del tradicional nexo entre bienestar económico e integridad revolucionaria, fórmula que por muchos años constituyó uno de los ejes del socialismo cubano. Economistas y otros funcionarios de renombre culpan al dólar de las graves distorsiones que aquejan a la economía. Incluso, miembros de la misma dirección política que aprobó la singular medida se han pronunciado sobre la necesidad de ponerle fin a la dualidad monetaria en Cuba. En los cinco lustros transcurridos desde el reconocimiento oficial de la dolarización, el gobierno cubano ha tomado varias medidas supuestamente dirigidas a desmantelar el dualismo monetario. En 1997 se creó el Banco Central de Cuba, con el propósito, entre otros, de devolverle al peso cubano su rol de moneda única.

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En 2004, se dio un paso

más radical al prohibir el uso directo de la moneda americana en la red al detalle dolarizada. Aunque la tenencia de dólares no fue penalizada, sólo se permitió el uso del CUC, como medio de pago en la cadena comercial dolarizada a la que tiene acceso la población cubana.

2 Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2000, La Economía Cubana: reformas estructurales y desempeño en los 90, Fondo de Cultura Económica México,.

Roberto Orro Fernández

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A pesar de tantas críticas y recelos en su contra, la dolarización cubana rehúsa morir. El CUC, en vez de ser un instrumento de convergencia monetaria, funciona mayormente como un instrumento impositivo que ha complicado el ya de por sí enredado sistema monetario y cambiario cubano. La promesa de los máximos líderes cubanos de que el peso cubano y el CUC eran como dos hermanitos que terminarían por encontrarse está hoy más lejos de hacerse realidad. De manera curiosa, la necesidad de acabar con la susodicha dualidad se ha convertido en un punto de consenso en Cuba que une a disidentes, obreros, ciudadanos descontentos, funcionarios, economistas y dirigentes. El asunto ha alcanzado tal relevancia, que el nuevo líder cubano, el general de ejército Raúl Castro, no pudo dejar de tocar el tema en el discurso que pronunciara en su investidura como nuevo jefe de Estado cubano.3 La coexistencia de varias monedas en Cuba llegará a su fin más tarde o temprano. En la inexorable transición hacia una economía de mercado y el pluralismo político, Cuba tendrá que elegir por restaurar al peso cubano como moneda nacional o imitar a sus vecinos El Salvador, Panamá y Ecuador, países que han adoptado el dólar norteamericano como moneda única.4

No obstante, todavía los propios economistas cubanos en la isla

reconocen que es imposible ponerle fin la multiplicidad de monedas.5 No está de más, pues, tratar de entender las raíces de este singular fenómeno y el porqué de su prolongada pervivencia.

3 Periódico Granma, 25 de febrero de 2008, Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro en la sesión constitutiva de la VII Lesgilatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular. 4 Quispe Agnoli, Miriam y Whisler, Elena, 2006, Official Dollarization and the Banking System in Ecuador and El Salvado, Federal Reserve Bank of Atlanta, Economic Review, Third Quarter

5 Doimeadios, Yaima e Hidalgo de los Santos, Vilma, Dualidad Monetaria en Cuba: Causas e Implicaciones de Política Económica.

Roberto Orro Fernández

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II.

LOS PROBLEMAS

DE LA

DUALIDAD MONETARIA

Y EL

NUEVO GOBIERNO

DE

RAÚL CASTRO. Es cierto que la dualidad monetaria es objeto de fuertes críticas a lo largo ancho y de Cuba. La protesta de FLAMUR el pasado 27 de febrero así lo prueba. Sin embargo, al examinar con ligera profundidad los planteamientos vertidos en su contra, es evidente que detrás de cada crítica hay un hilo conductor a los múltiples problemas que aquejan a la sociedad cubana, problemas de los cuales el uso del dólar no es ni remotamente la causa principal. Entre los principales señalamientos en contra del sistema dual encontramos los siguientes: 1. No es justo que a los obreros y trabajadores cubanos se les pague en pesos cubanos, mientras que los productos de primera necesidad hay que adquirirlos en las tiendas dolarizadas (las tiendas y establecimientos que sólo aceptan el CUC). 2. La dualidad monetaria genera dualidad contable, siembra confusión e impide conocer los verdaderos costos e ingresos de cualquier inversión, proyecto o transacción económica. 3. La dualidad fomenta la desigualdad social y privilegia a muchas personas por el simple hecho de tener familiares en el extranjero. 4. El acceso al dólar crea fisuras en la rígida férula estatal y le da independencia económica a personas desfectas a la Revolución. De todos estos planteamientos, sólo los dos últimos – dejando a un lado por el momento cualquier juicio de valor o consideración política – tienen validez. Es indudable que la dolarización ha sido, desde la perspectiva de la dirigencia cubana, un mal necesario. Sólo la imperiosa necesidad de alimentar sus empobrecidas arcas impulsó al gobierno cubano a permitir que cualquier ciudadano, al margen de su postura política, pudiera poseer y utilizar dólares u otras monedas extranjeras para satisfacer sus necesidades de consumo. Son comprensibles las quejas de aquéllos que sacrificaron todo por la Revolución,

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rompieron con sus famliares, rehusaron emigrar, donaron prendas y objetos de valor, y que ahora tienen que contemplar como personas que anteriormente eran consideradas antisociales tienen un mayor nivel de vida que ellos. Dentro de esta misma perspectiva, tampoco se puede pasar por alto que el acceso a las tiendas dolarizadas ha facilitado la subsistencia de los disidentes políticos que reciben ayuda del exterior. Con respecto al segundo planteamiento, es cierto que la dualidad monetaria genera serias ineficiencias y dualidad contable.

Pero cabe preguntarse si hay que culpar a la

despenalización del dólar en 1993 por esta situación.

La dualidad o multiplicidad

monetaria es efecto y no causa de las fallas del sistema de economía centralizada. Por encima de todo, la dualidad monetaria es una falla intrínseca de estas economías. Los dirigentes están plenamente conscientes de la ausencia de una moneda realmente convertible, lo cual en última instancia es reflejo de la falta de un sistema de precios relativos de mercado.

Es por ello que se trata de de aislar las operaciones en moneda

convertible del resto de la economía. En pocas palabras: los dirigentes de las economías centralizadas no confían en su propia moneda y tratan de evitar a toda costa que los ingresos en divisas convertibles se diluyan en la corriente monetaria doméstica. Algunos señalan que con el peso cubano verdadero es posible comprar artículos de primera necesidad y adquirir servicios, que en otras partes del mundo serían mucho más caros. Eso es cierto, como también es cierto que los artículos y equipos que necesita la cúpula gubernamental cubana y el enorme aparato de seguridad, información, inteligencia y relaciones internacionales de Cuba sólo se pueden adquirir con monedas libremente convertibles. La auténtica moneda cubana todavía está muy lejos de ser convertible. No fue Cuba el primer país de economía centralizada en crear una red comercial dolarizada. La antigua Unión Soviética tenía su propia red de tiendas, las llamadas berioshkas, establecimientos para el uso exclusivo de diplomáticos, turistas extranjeros, y algunos funcionarios del gobierno, en los que sólo se aceptaban algunas monedas extranjeras como medio de pago.

Por supuesto, las berioshkas no tenían para la

economía soviética la importancia que la red dolarizada reviste para la economía cubana.

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Tampoco se puede decir que la dolarización empezó en Cuba en 1993. Las tiendas en dólares han existido en Cuba desde los mismos inicios de la Revolución, sólo que con el paso del tiempo el acceso de los cubanos se ha ido incrementando. Las diplotiendas o la la diplo, como se les conoce popularmente a las tiendas para diplomáticos, las tiendas de Cubalse para cubanos autorizados a recibir ingresos en dólares, las tiendas en que se le compraba oro y plata a la población a cambio del derecho a comprar artículso importados, son pruebas palpables del muro erigido por el gobierno cubano entre la economía en dólares y el resto de la economía nacional.

Los decretos de 1993

simplemente extendieron a toda la población un derecho antiguamente reservado para unos pocos. Es también pertinente reconocer que el uso del dólar no agravó las distorsiones contables de la economía cubana, sino que, por el contrario, contribuyó a reducirlas. Como mismo reconoció la CEPAL en su informe de 1999, el dólar permitió que más empresas se incorporaran a un esquema de contabilidad en dólares, que les permitía tener un mejor control de sus ingresos y gastos.

Se fomentó también un esquema de incentivos y

remuneración en dólares para las empresas e individuos vinculados al sector externo. La contabilidad cubana siempre ha prescrito una tasa fija de conversión de dólares a peso (alrederdor de 1 a 1), tasa completamente ficticia que difiere de la tasa de cambio del CUC en pesos, que es de 24 pesos cubanos por CUC. De esta forma, todo producto importado se registra en los libros con un valor en pesos igual al valor en dólares. A partir de 1993, un creciente número de empresas empezó a separarse de esta falacia, mediante la contabilización en dólares de la casi totalidad de sus operaciones. Desafortunadamente, la contra-reforma del 2004 eliminó muchas de las prerrogativas concedidas a las empresas cubanas a mediados de los 90 y reconcentró en el poder central la mayoría de las decisiones concernientes al uso de las divisas convertibles. Revisemos ahora el primer argumento, nacido principalmente en el seno del pueblo cubano. Es común escuchar a obreros, trabajadores y disidentes cubanos, como es el caso de los miembros de FLAMUR, culpar a la doble circulación de monedas de su bajo poder adquisitivo. Pero no hay que ser un experto en economía para darse cuenta que la

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dolarizacion es sólo la visible apariencia de un fenómeno más complejo. Un decreto podría eliminar por completo el acceso de la población a las tiendas dolarizadas, pero no va a elevar de la noche a la mañana el poder adquisitivo de los trabajadores cubanos. No es la dolarización la causa de los estratoféricos precios de los alimentos en Cuba, sino el continuo declive de una agricultura plagada de ineficiencias, como bien ha reconocido el flamante líder cubano. ¿Procederá el nuevo gobierno cubano encabezado por Raúl Castro a eliminar la multiplicidad de monedas? Por el momento, la respuesta es negativa. Basta revisar las primeras medidas que tomó el flamante presidente cubano. Le autorizó a la población la compra de celulares, la entrada a los hoteles antes reservados a extranjeros y permitió la venta de instrumentos de trabajo, que anteriormente no estaban disponibles en la red minorista. En efecto, la población cubana tiene ahora derechos que antes le estaban negados, pero todas estas transacciones sólo se pueden realizar dentro de la cadena estatal dolarizada con su correspondiente pago en pesos cubanos convertibles. El peso cubano auténtico es nuevamente el gran ausente de las acciones emprendidas por el nuevo presidente cubano. Tampoco le conviene al gobierno prohibir la tenencia en dólares a la población. Si lo que se desea es aplacar el descontento popular, de nada servirá prohibirle a la población la tenencia de dólares u otras divisas. Una medida de esa índole afectaría a un elevado porcentaje de la población cubana que recibe dinero del exterior6 para solo contentar a una minoría, que de todas formas tampoco se beneficiaría económicamente de la medida. Mucho se ha especulado sobre las intenciones reformistas del nuevo dirigente cubano. Es innegable que el máximo líder tendrá que poner en práctica un plan encaminado a revitalizar los sectores productivos locales, los grandes perdedores de la contra-reforma del 2004. Sea cual sea el alcance de las reformas, la única forma de fortalecer el peso cubano es mediante la cesión de un mayor espacio a las fuerzas del mercado y a la pequeña empresa local, localizada básicamente en el sector agrícola.

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Doimeadios e Hildalgo, op. cit.

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El estado de la economía cubana no deja tampoco mucho espacio para aventuradas – e innecesarias – acciones contra el dólar. Los dirigentes cubanos saben muy bien que las impresionantes cifras de crecimiento de Cuba son un espejismo, que sólo se sostiene por la favorable y, sobre todo, coyuntural ayuda de Venezuela. La economía cubana de hoy día es más vulnerable que al principio del periodo especial. Si las relaciones de Cuba con la Unión Soviética descansaban en altos precios al azúcar cubano, las relaciones con Venezuela descansan en servicios que los profesionales cubanos prestan en ese país. Al margen de la calidad y el aporte de los profesionales cubanos en Venezuela, los servicios que ellos prestan no son mercadeables en el mercado mundial, como sí lo es el azúcar. Ante un escenario tan vulnerable, es poco probable que los dirigentes cubanos emprendan una reforma que conlleve riesgos cambiarios, los mismos riesgos que siempre han rehusado tomar. Estos riesgos serían inevitables si el estado le ordenara a las empresas y hoteles que operan en CUC y otras divisas aceptar solamente el peso cubano. Huelga decir que este tipo de medida comprometería seriamente la permanencia de las pocas empresas extranjeras que operan en Cuba, la mayor parte de ellas en el sector turístico. III

EL SISTEMA MONETARIO CUBANO

EN EL CONTEXTO DE UNA

FUTURA

TRANSICIÓN. La transición cubana hacia una democracia con economía de mercado ha tomado más tiempo de lo esperado, pero definitivamente llegará. ¿Cuál es la mejor opción de política monetaria bajo una transición verdadera hacia la economía de mercado en Cuba? Este ha sido un punto que de un intenso debate entre los economistas cubanos, que ha generado propuestas disímiles.

Sanguinetty7, por

ejemplo, considera que el sistema dual sería un vehículo que favorecería la transición

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Sanguinetty, Jorge, 1994 Monetary Dualism as an Instrument Towards a Market Economy: The Cuban Case, Association for the Study of the Cuban Economy, Cuba in Transition, Volumen IV

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democrática. Otros economistas, como Lorenzo Pérez8 favorecen la restauración del peso cubano como moneda única. El debate sobre el futuro monetario se inició en la década de los 90, mayormente a partir de las experiencias de las economías europeas en transición y de los problemas de América Latina en los 80. Han pasado casi de dos décadas desde el inicio de ese debate y los acontecimientos ocurridos hasta la fecha permitir conformar un cuadro prospectivo más exacto de lo que será el futuro monetario de Cuba. El primer gobierno de transición cubano tendrá muy pocos grados de libertad para decidir en política monetaria.

Como se ha explicado en este trabajo, la dualidad

monetaria no es la verdadera causa sino sólo un resultado de los problemas que afligen a la economía cubana. Habrá un sinnúmero de retos políticos, económicos y sociales de gran envergadura que indudablemente tendrán prioridad por encima de la selección del régimen monetario. Con una dolarización tan arraigada en Cuba, que además ha recibido un nuevo impulso por las medidas de Raúl Castro, será imposible restaurar inmediatamente al peso cubano como moneda única. El que sí deberá abandonar por completo la escena es el CUC, cuya única contribución ha sido la de complicar aún más el enredo monetario de Cuba. Si la transición ocurre de forma ordenada, en un ambiento matizado por mayores espacios al mercado y concesiones al sector privado, las probabilidades de supervivencia del peso cubano serán mayores. Si por el contrario, la transición se da en medio de un nuevo cataclismo económico, las posibilidades de sobrevivir del peso cubano serán mínimas. Ya a principios de los 90, el peso cubano fue objeto de una depreciación que casi lo convierte en una simple pieza de museo. Una dramática depreciación del peso cubano bajo un gobierno democrático colocaría a Cuba en una situación similar a la que vivió en los primeros años de su república independiente en el siglo XX. Se desataron a

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Pérez, Lorenzo, 1994, The Implications of Currency Substitution Experiences in Latin America and in Eastern Europe for Cuba Association for the Study of the Cuban Economy, Cuba in Transition, Volumen IV

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la sazón en el país fuertes protestas de los obreros, que reclamaban que se les pagaran sus salarios en dólares norteamericanos.9 Puesto que un gobierno democrático no podrá apelar a los mecanismos de coerción y represión propios del actual sistema, entonces es muy probable que Cuba se una a Panamá, El Salvador y Ecuador en la plena adopción del dólar norteamericano: ello significará la culminación de un proceso de dolarización que empezó hace 50 años.

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Este episodio de protestas obreras se conoció como Huelga de la Moneda. Ver periódico Granma, en su edición del 20 de febrero de 2007.

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