--CUENTOS: PARA NIÑOS DE DIEZ AÑOS EN ADELANTE HASTA LOS CIEN AÑOS O SI ES POSIBLE MÁS UN NIÑO VIEJO

--CUENTOS: PARA NIÑOS DE DIEZ AÑOS EN ADELANTE… HASTA LOS CIEN AÑOS O SI ES POSIBLE MÁS… UN NIÑO VIEJO. PRESENTACIÓN --El presente librito de cróni

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--CUENTOS: PARA NIÑOS DE DIEZ AÑOS EN ADELANTE… HASTA LOS CIEN AÑOS O SI ES POSIBLE MÁS… UN NIÑO VIEJO.

PRESENTACIÓN

--El presente librito de crónica y cuentos para peques, desde luego que quiero dedicarlo con el respectivo respeto, a todos los niños y las niñas existentes sobre el rostro de la tierra; y además también quiero dedicarlo a todos los animalitos vivientes, y muy en especial a las especies que son nuestras mascotas. Y viajando un poquito más allá, al igual hago expansiva mi dedicatoria a todos los pekes que vivan en otros planetas; si es que los hay. Como también se lo ofrendo a todas aquellas mascotas quienes rondan por el zodíaco chino… y así también, a esos animales que corretean por nuestro cielo astrológico y Latinoamericano.

Jesús Eloy.

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EL CIELO ANIMAL

Desde lo más alto del cielo, hasta donde es lo más profundo de la tierra. Todo es --Uno--, y la estrella más lejana es nuestra hermana por igual que nuestro “hermano sol”. Y por la misma razón somos hermanos de las aguas de los océanos, de los arrecifes y las algas marinas así como de la estrella del mar, y de la hermana tortuga además del hermano delfín. Luego, somos hermanos de las piedras, de las montañas y de los árboles, como lo mismo son nuestros hermanos todos los animales que hay en el seno de nuestra madre tierra. Y, ya después de todo, pasando de largo por todos los caminos a través de nuestra historia; y como nómada andando de lugar en lugar… así llegó el hombre arraigarse a vivir como vive la gente sedentaria; en pequeñuelas comunidades o en ciudades grandullonas como la nuestra.

Y en todas las culturas, como en la cultura de nuestra patria, podemos observar que siempre los hombres somos acompañados por animales de muchas especies, y a estos hermanos, y más que eso nuestros amigos también los llamamos mascotas. Y ahora, llegando a mi casa, que igualmente a las órdenes de ustedes también es morada suya. Retrocediendo hasta los primerizos años de las gratas correrías de mi niñez, alcanzo a memorar como en sueños la presencia de un buen perrito pastor alemán “policía”. Pero, como éste murió al poquito tiempo que nos lo regalaron nos dejó un amargo sabor de boca en nuestra familia; por -2-

esa causa dejamos de tener mascotas. El tiempo, siguió jugando con los días como prosiguió jugando con las semanas y continuó jugando con los años. Y nuevamente la suerte del dado de la Unidad, premió a nuestro hogar con otra mascotita --un perrito, mucho parecido a la raza Komondor, de color gris Oxford con ondulado y tupido pelambre. Aunque todavía niño recuerdo al pequeñín y entusiasta Güisqui ebrio de felicidad, por todos los sitios de la grande azotea que parecía barra y cantina, en la que correteaba hasta que aquél se quedaba tirado en cualquier parte como si ya estuviera bien borracho; y como por costumbre traía su larga melena muy alborotada se parecía a un trapeador. Y yo, era junto a él demasiado feliz, pero por distracción, en un descuido de lo más cruel no lo atendimos a tiempo de un mal, un malévolo tumor interno, que prematuro y sin piedad ninguna se lo entregó a las frías pezuñas de la muerte. Por tanto, yo como tantos niños, conozco de la compañía y fidelidad de las mascotas; puesto a nuestros domicilios llevan con ellas carísimos valores: amor, belleza y felicidad entre variadas gracias, ¡lástima! Pues cuando se van se llevan igualmente con ellas nuestras lágrimas. Pero, si todo es Uno --en especial, invito al universo de los infantes, a que cuando alguna mascotita de

ellos fallezca, la lloren y guarden duelo. Y, por la misma memoria de aquellas mascotitas que ya han vuelto a la Unidad; sean felices como lo -3-

son nuestras mascotas en el cielo animal. --“Lo que hay arriba Es como lo que hay abajo”: Nuestras amadas mascotas Nacieron en la tierra. A lo mejor crecieron Tal vez procrearon Y quizá ya murieron. Así, vuelven a su corral Estrellado azul del cielo Y a los atajos del zodíaco… -4-

MASCOTAS LIBRES

Como cae una estrella fugaz, o como vuela la veloz cometa, o tanto como una nube pasajera, así arribó nuestra mascota, una perrita quien no perduró mucho tiempo con nuestra familia. Ya que entró a nuestro lar, por la puerta despejada de una tarde dichosa. Y mismamente se marchó en otra tarde por aquella puerta despejada; pero dejándonos en toda nuestra casa un latente dejo de amargura. --Su nombre fue Diana. Como la diosa de la caza y de los bosques, en la mitología latina. Y nuestra amiga sin ser equilibrista nos ofreció un espectacular recuerdo --al pasearse diestra, así como si fuera por la alameda: por una estrecha bardilla de la azotea, la cual daba hacia donde el vacío. Y, esa tarde escapó para siempre. Y no fue porque haya estado mal atendida en nuestras manos, sino porque en el mejor de los casos, hay mascotas que quieren ser libres. -5-

PASADO, PRESENTE Y FUTURO

Un día de tantos caminaba un hombre canoso apoyándose en un bastón, iba lentamente y de buen humor sobre la acera donde se contuvo un poco para descansar: pero, al ver por una verja hacia dentro de un pequeño jardín, adonde muy cercano a él lo miraba un niño curiosamente; el hombre mayor sonrió abiertamente. --¿De qué te ríes? --le preguntó este infante a la hora que se rascó la cabeza del cabello lacio revuelto y rojizo-- ¿te ríes de mí? --No hijo, yo no me río de ti --respondió éste al pequeño que a lo sumo tendría algunos diez años de edad--. Me río porque me acuerdo que yo también fui niño. --¡Bah! No le veo ningún chiste --le advirtió molesto--. Es como si yo me riera porque voy a llegar un día a ser viejo. --Si es que llegas a viejo, niño. --¿Por qué no? --quiso librarse de dudas aquel pequeño. --Porque para llegar a ser viejo como yo --sin enfado señaló--, se necesitan muchas cosas. --¿Como cuáles? --se interesó aquél. --Antes que nada de la bendición de Dios --el hombre de Fe antepuso--. Y, luego de escuchar los consejos de tus padres, hay que distanciarse de las malas amistades, y evitar caer en algunos vicios; así como igualmente hay que practicar ejercicio físico y mental. ¡Oh! Y amar a la vida, tener muchos deseos de vivir. --¿Nomás con eso? --desdeñó el chicuelo. --Sí, nomás con eso --resumió el anciano. -6-

--¡Entonces yo también llegaré a viejo! --en sí muy seguro; con el ceño fruncido y con el puño cerrado y la mano al vuelo en señal de victoria. El niño con gran certeza vaticinó. -7-

TRABAJO DIGNO

El atlántico mar, parecía estar descansando o durmiendo a pierna suelta, sobre una suavísima cama de agua y envuelto con un verde edredón de seda, con una liviana orla de blanca espuma que sobresalía en las olas. Pero como por el cenit se veía un salva vidas y quemante sol, tres pequeños en su creciente se bañaban y jugaban a saltar las oleadas, que una tras de otra venían del remoto horizonte. Podían correr horas, y como los niños no se cansan de jugar, los 3 amiguitos podrían pasar en el agua mucho más tiempo. Pero variando, aquella hora se les ocurrió jugar con las arenas y salieron de la mar, para plantarse por un cerco cerca de una gran palmera; donde a su sombra estaba sentado un hombre entrecano que bebía agua de coco. Aparentemente indiferente para el trío de infantes. --Cuando crezca más --habló el más pequeño de ellos--. Voy asaltar algún banco, para poder comprarme una moto lancha. --Eso ni en cuenta --menospreció al primero un segundo rapazuelo--, yo mejor me dedicaría a secuestrador porque ganan más; y compraría lanchas de motor y hasta un yate. --Eso que ustedes dos quieren ser, es de lo más corriente y vulgar --así criticó el tercero, quien era el mayor de los rapaces--. Porque yo mejor intentaría ser narcotraficante, capo, y así hasta podría comprarme una avioneta y un chorro de cosas ¡sí! Y un cuerno de chivo con diamantes. --¡No muchachos! Piensan mal --intervino sin -8-

más el intruso aquél--. Ciertamente que hay un sin número de actividades, para ganarse mucho o poco dinero pero honradamente. Y así, como ustedes lo planean ganarlo sería criminalmente y tarde o temprano habrían de caer en la cárcel. Y yo pienso, que la manera indicada de trabajar y ganarse un buen sueldo, pues sería estudiando y logrando algún título en alguna escuela ya sea universitaria o politécnica. Siendo un graduado, y si es posible hasta concretar algún postgrado. Y el hombre dicho, casi fuera de sí, les quiso aconsejar a los humildes chicos. Que la verdad no tenían en su hogar ni un alimento basto para

pasarlo sanamente, como tampoco tenían unos padres solventes que pudieran brindarles todo el apoyo suficiente, para que sin tantos obstáculos pudieran salir adelante en diferentes actividades con futuro. --¡Y tú buen ciudadano! ¿Qué estudiaste? --el mayor de los infantes preguntó al metiche, con la literal aprobación mímica de los otros dos. --¿Yo? --sorprendido y sonrojado de pena, sin quedarle otra contestó--. Yo no estudié ninguna carrera, pero trabajo honradamente de pescador y soy muy feliz. Los 3 aspirantes a delincuentes cuchichearon algo rápidamente y al unísono éstos le gritaron: --¡Buh! ¡Buh! ¡Buh! Entonces eres pobretón y además también eres un borrico ¡ja, ja, ja! --y así riéndose le dieron la espalda al hombre, y se fueron entre clamores corriendo para volverse a meter a las aguas del océano. El pescador, al instante se puso meditabundo y acongojado; pero reponiéndose muy animado sacó de un pequeño morral tejido, una pequeña -9Biblia… y habló hacia sus adentros. En verdad soy pobre y casi analfabeta, pero creo en Dios, y soy otro pescador que cree en las redes de los cielos, y en el buque y el ancla de Jesús Cristo quien es el único capitán de la tripulación… --y además, en toda mi larga travesía, por todos los mares de la experiencia, y por los más aislados océanos del dolor he brotado a flote. Y yo creo que sobre todo, he conseguido la paz del alma mía--. Terminó por consolarse el pescador. - 10 -

EL RETRATO DE NARCISO

El niño Jaimito fue muy querido y consentido desde el vientre maternal. Y cuando nació a la luz, la llama de sus ojos negros fue por siempre como un foco de atención. En las pequeñas escuelas a las que concurrió Jaime, no fue a prueba el primero ni el último en las aulas y el estudio; aunque como siempre

fue el galán bonito y el consentido de las niñas y hasta maestras: “Por cuánto, el guapo Jaimito creció como Narciso, éste, contemplándose con amor en el lago… Y Jaime, también enamorado de sí mismo contemplándose en la laguna de la luna de su ropero”. Jaime trabajó de joven en el aeropuerto, y aun de que era un mensajero, secretarias y azafatas de las más bonitas le coqueteaban, y hasta por más de una ocasión, le lanzaron proposiciones sin decoros. Lo mismo que sucedía en algunas tardeadas --de rock--, donde las jovencitas más lindas y mejor dotadas andaban tras los huesos del atlético Jaime. La cosa fue, que se fueron secando los años y los lagos en el camino de Jaime. Como por fin se secó su juventud, esa juventud que al cabo es el eterno manantial de la belleza física. El guapo Jaime podría haber alcanzado en sus años de poder todo el éxito del mundo, pero por su mala cabeza materialmente es otro derrotado más en la vida. La última vez que vi a Jaime, aquél tendría a lo sumo medio siglo de edad, aunque a primera vista pareciera mucho más caduco --casi calvo - 11 -

con arrugas y sin dientes--. Y, arrempujando un carretón de ropavejero. Y así, Jaime el bello siendo un don nadie, no deja de ser una caricatura del retrato de Dorian Gray --personaje de una novela de Oscar Wilde escritor irlandés--. Quien envanecido y cegado y enajenado por su belleza, se transforma en la prima víctima de su misma belleza; que después de caído lo arrastra a su desgracia fatal. - 12 -

EL BUENO

Tutú es un gatito pardo, como una tarde cual se repinta de gris y negro, y las canicas de sus ojos son como dos tiritos de un color perla.

El padre del Tutú, era un trotamundos de lo peorcito que podría existir, un irresponsable y simple macho que regó hijos por doquier. La madre, también con cascos livianos, y sin algún control de natalidad: Seguido se recarga obedeciendo al instinto de la naturaleza. Considerando sus orígenes; de madre locuaz y sexo servidora, como de padre polígamo y de mala reputación, ¿qué podríamos esperar de el Tutú? Quien fue un hijo indeseado, y sin amor. Y a pesar de todo, dentro de lo que cabe y se puede, sin llegar a la excelencia, el Tutú, sí que es bueno: y no juzga a sus padres por su pasado o su presente, como tampoco los culpa de todos sus fracasos y caídas… además, que es un gato que respeta al derecho ajeno, porque no intenta saltarse a las otras azoteas, ni roba los sueños y el pan de los demás. Y si hay moraleja en esta fábula, habremos de corroborar una vez más: “que de las más ruines familias, puede salir alguien que levante muy en alto su nombre y apellidos”. - 13 -

EL MALO

Y para seguir con el juego contemplativo. En una zona residencial adonde moran los gatunos de angora y finas razas. Ahí, en una morada de las más ricas, descendiente de padres siameses vive un joven gato burgués, que es un galán de distinguida presencia, y que trae loquillas a las gatas de todo el rumbo. El Moro, tiene el contorno de un ojo obscuro y el alrededor del otro ojo es claro, una parte del gatuno es café y la otra beige, y sus dos ojazos son de un azul infinito como el cielo. Sobra decirles que no le falta algo, y aunque durante el día come y duerme mucho, es ágil y veloz, ventajas que astuta y dañinamente, éste utiliza delictivamente durante las noches. Y así se las gasta el Moro, quien brinca por todas las azoteas ajenas para entregarse al latrocinio; ya que este júnior cleptómano se complace más a costa de robar lo impropio. De la cuna a la virtud, hay un remoto trecho por caminar, y como hay tropiezos hasta en las

mejores familias, podremos observar que: “El árbol cual nace torcido, aunque lo atranquen de chico ya nunca se endereza”. - 14 -

EL FEO

En X plantel de enseñanza primaria. Adonde en diferentes días festivos, y otros días; les está permitido a los alumnos que asistan vestidos a como les plazca, con prendas de calle. Allí. Aunque es una escuelita del gobierno, y está ubicada en una colonia popular. Aquellos que cursan principalmente el último grado, vemos que la mayoría de ellos visten a la moda, y no ocultando su vanagloria y presunciones miden sus etiquetas originales y piratas. Pero como hay gente muy pobre que no tiene recursos ni para lo más indispensable. Como la familia de Lalo que no tiene dinero para comer nutricionalmente. Mucho menos va a producir dinero para comprar ropa de marca. Por esto y por otras cosas, para Lalo cada vez que van sin uniforme a la escuela, él, se siente avergonzado e intimidado pues viste pura ropa vieja y regalada que no es de su talla. --“Y, si con el dinero se quita lo feo”. Quien es feíllo y pobre entonces es más feo. Por este motivo Lalo es señalado con el dedo, y además se burlan de él frente a su propia cara. Pero, como todo tiene su recompensa no todo es afrenta para Lalo, que por ser respetuoso con sus maestros, además de ser muy estudioso; se ganó la admiración y el cariño de la niñita rica y más bonita del salón: ella, que lo quiere por su humildad y sus valores espirituales. - 15 -

LA MOJADA

Hace poco más de 15 años. Juana, que ya era madre soltera de dos simpáticas niñitas, y tenía que salir adelante con los gastos de ellas, como

también con los de sus padres; decidió irse por el camino que siguen millones de emigrantes. Después de una larga huelga de hambre, logró reunirse algunos pesos, y así fue como Juana y su alma inició la larga odisea. Camino a la patria del norte, la valiente moza de tez canela y que no era nada fea, en el tren se escapó de ser abusada y hasta violada por algún chamaco tatuado con cara de “salva trucha”. Y por la carretera, en la última etapa de aquel viaje, se descompuso el tráiler ya muy entrados por el desierto; y en la tardanza permanecieron tantas horas… que Juana junto con otra señora se desmayaron por el calor, y, de no regresar a tiempo el operador y su ayudante; tal vez sí se hubieran muerto asfixiadas esas dos mujeres, y quién sabe quién más de todos los hombres que arrojados viajaban en la caja. En Ciudad Juárez, podemos decir que se jugó la vida, pero puesta su Fe en Dios: trabajó más de un año en una maquiladora, y durante aquel tiempo no tuvo grandes percances. Ya en la ciudad de Los Ángeles Cal. con una poquita de fortuna, al tercer día que arribó a esa metrópoli entró a trabajar (como lava platos) en un restaurante. Pero como a eso iba, laboró con ganas como negra muchas horas extras; y luego mandaba a su familia lo más que podía, al igual que también ahorraba lo máximo que podía. En - 16 -

cuanto se pudo y le convino, se cambió adonde ganaba más (como camarera en un motel), y así de trabajo en trabajo, residió en aquel país poco más de diez años. Juanita, nunca olvidó a sus seres queridos, ni a la querida ciudad adonde nació. Por lo mismo siempre guardó una idea en su mente, cosa que llevó a cabo en cuanto volvió al sitio donde sus hijas y sus padres la esperaban. --“Imitando a un mexicano, quien en el norte es llamado el rey de la tortilla. Juana, eslabonó una cadena de seis tortillerías maseca… y muy aparte de que con esas ganancias puede acercar lo suficiente a los suyos. También es una fuente de trabajo, puesto aunque en pequeño gracias al trabajo que Juana les cede, hay 15 trabajadores entre hombres y mujeres, que ya no piensan en

emigrar de su tierra, para ganarse el pan y todo lo que se requiere en otra patria”. - 17 -

TRES HERMANOS

Por los faldones de alguna solitaria y pacífica montaña no muy alta, pero en sí deslindada de la cordillera y las otras elevadas montañas. Ahí en una casita de adobe con cercos y paja, vivían tres hermanos entre los 15 y 17 años de edad. Claramente los padres de estos chamacos eran demasiado pobres, como para mandarlos algún poblado un poquito cercano, para que hicieran algunos estudios y así trabajaran en algo útil y un tanto productivo. Pero cambiando de panorama, contemplando las alturas y hacia la cima de esa montaña. Allá también había otra casita de pura madera y con techo de tejamanil, adonde habitaba Alicia que vivía en compañía de sus padres y una abuela. La espigada muchacha todavía no cumplía ni los 14 años de edad, y sin embargo parecía una hembra lista para arrear en amores; alta, como las milpas de los valles, pero ondulante igual a las palmeras de los ríos, y los sutiles y luengos cabellos pendientes, parecían cascadas negras como de un nocturnal sin luna; era un rostro de lo más hermoso que puede crear la naturaleza y la mano del cielo: una pantera al caminar, con una penetrante mirada de dos grandes ojos tan intensos como un atractivo atardecer, y al igual tenía tres lunarcitos triangularmente plasmados entre la mitad frontal y la sien. Y, con los anteriores atributos de la lindísima mujercita, ya sumadas a otras virtudes del alma la embellecían mucho más. Al grado, que tanta gracia y hermosura traspasaba las lindes de ese - 18 -

apartado bosque, hasta llegar a lejanos ranchos y poblaciones. Por lo cual pronto hubo algunos mozos de nobles y ricas familias que fueron en su busca hasta la misma montaña, para mirarla de cerca y hasta para proponerle matrimonio.

Pero ella, desconfiando de esas proposiciones nupciales, prefirió rechazar aquellos jovencitos aventureros; y a su manera de ver: Mejor se hizo novia de la montaña, para seguir en amoríos del mismo cielo y del mismo sol, y de las mismitas cascadas y los mismitos árboles, así igualmente de la misma tierra y de la misma luna. Además tenía una familia que la consentía, y hasta darían su vida por ella. Y otra cosilla que la conmovía alejarse de allí, eran sus queridas migas de amistad, con sus tres amigos vecinos de los cuales ya les comenté un poco. Claro que los tres hermanos, amaban con un amor --como el de Dante por Beatriz--, a quien más que mujer, parecía alguna piedra preciosa, mutada en la más primorosa joya humana. Conforme el tiempo. Pablo el hermano mayor un poco antes de cumplir la mayoría de edad, le declaró su amor a Alicia, quien aparte de virgen ya era un símbolo de mujer. Y por supuesto, que la mayoría, si no es que todas las mujeres, siempre buscan que haya un algo en cualquier relación: una florcita, alguna promesa, o simplemente cualquiera condición. --Cásate conmigo, Alicia --Pablo, le propuso un día de colorida primavera--. Yo te quiero con locura y pasión; y soy fuerte como para trabajar por ti y, por los hijos que el cielito nos regale… --aseguró el cobrizo joven leñador. --Yo también te quiero, pero como amigo --le - 19 -

correspondió ésta--. Y, para poder enlazarnos y ser yo la madre de tus hijos. Primero, necesito de algún anillo de compromiso, pero que sea de oro y con alguna piedra preciosa y original: Así sí podríamos sellar nuestro compromiso. Esto, contestó la soñadora muchachita, presto apenas si había despertado a la vida. Y además, el único anillo que se había probado alguna vez en su dedo anular, era uno de su madre; el cual permanecía guardado como una reliquia --éste era de plata con una vistosa piedra de obsidiana verde. En los cuentos de antes, los cuentos aquellos que oímos a nuestros padres y abuelos, clásicos infantiles que todavía se siguen leyendo, en los

cuales cobran vida: lagos encantados, animales fantásticos, magos y otras cosas increíbles. Pablo, no tendría que enfrentarse a todos esos peligros ni enemigos. Empero, para complacer la condición de aquella princesa montañesa, los riesgos a los que habría de encararse no serían lo menos peligrosos. Por lo cual, poco después de pensarlo un poco. Pablo quebró el cochinito y empacó la única muda de trapos que se pudo conseguir; ya para partir en busca de trabajo y fortuna hacia el gran monstruo de la capital del país. Sus padres, y sus dos hermanos más menores despidieron aquél, con palabras estimulantes de alegría aunque todos lloraban interiormente. No así Alicia, quien desde el altar de su insondable cabaña sonreía envanecida, al suponerse que tal vez pronto tendría el anillo tan deseado. Ya que en este caso, sería el pretendiente Pablo quien de esta manera le demostraría su amor. - 20 -

Aquél, no quiso viajar en el lomo de la bestia cuadrúpeda --burro o mula--, cuales eran de sus padres; y mejor se fue caminando rápidamente por el estrecho senderito que va hacia el arroyo de la cuesta baja, para alejarse por entre unos camellones de piedra rocosa y los altos árboles. Lucía un sombrero de palma con jareta, y todas sus ropas eran de manta, iguales a la muda que llevaba en su morralito; y presumiblemente a la vista de sus familiares Pablo se fue estrenando huaraches de correa. El plazo convenido por Alicia, como para que su pretendiente volviera con el anillo de oro con alguna piedra, fue exactamente por un año. Y al ver que pasaron 12 meses, y luego otros 3; ésta perdió las esperanzas de volver a ver a Pablo, y ciertamente lloró mucho pero no por aquél que en verdad no lo extrañaba, pero sí lloró por ese anillo que faltaría en su mano. Y fue aquella la única razón, por lo que mejor volvió abrir todo su corazón al segundo hermano; y éste, al igual enamorado de Alicia le propuso matrimonio. Y la respuesta de aquélla fue la misma, la que le hubo dado a Pablo. Y como Juan ya esperaba la misma condición hecha a su hermano mayor. Sin esperar mucho se preparó para el viaje, para

lo cual también rompió el cochinito, y preparó las pocas cosas que habría de llevarse --alguna muda de ropa, y un sombrero nuevo que mercó con anterioridad. La despedida de Juan, no fue menos luctuosa y triste, pero todo esto ellos lo disimularon a lo máximo que pudieron. Sólo Alicia sonreía, ya que vislumbró una nueva posibilidad, de tener en sus manos lo que casi se había convertido en - 21 -

una obsesión Lo mismo que Pablo. Juan, les rechazó a sus padres algún flete --mula o burro--. Y así pues, fue como aquél se fue cuesta abajo distanciando a lo largo por entre los camellones de piedras y los árboles con los crecidos herbajes. La cosa fue, que también largó el plazo dado por ella a él. Y, volvieron a perderse otros tres o más meses sin tener alguna noticia de Juan. Por esta otra causa, para variar, Alicia hubo de abrir de nueva cuenta su corazón al otro hermano. Y Mario le hizo el pedimento de que ella fuera su esposa, recibiendo una copia de la respuesta ya recibida por sus dos anteriores hermanos. Y, el joven que también ya estaba predispuesto para recibir la misma condición; por igual, sin dolor hizo añicos el puerquito para emigrar por aquel misterioso horizonte seguido por sus hermanos. Los padres de Mario el hijo menor, ya casi no tenían más lágrimas qué derramar, sin embargo al partir éste por el mismo caminito que los dos anteriores; por más que apretaron sus pechos se les rasaron los ojos con agua de mar. Aunque en esta ocasión, Mario sí tuvo a favor montar en Canelo --un joven burrito-- que se lo había comprado él con su propio dinero, ahorro de su trabajo también como leñador. Es cierto que Mario sí amaba a Alicia, ya que era un digno ejemplar de belleza serrana, de las chicas que merecen posar en un calendario; con atuendos de manta blanca bordada con colores, y con la gruesa trenza de su cabellera negra ora colgante sobre su pecho. Mario la adoraba toda a la buena, pero también quería conocer todo el mundo que pudiera, y andar y disfrutar de todas - 22 -

las experiencias que le ofreciera la vida. Llegando al arroyo, buscó alguna hondura, y después de que acercara por la orilla a su amigo Canelito, para llenar su tanque con agua dulce; se metió a bañar tranquilamente, porque no iba con prisa, y saliendo del agua ya no se montó a pelo sobre del noble Canelo; pues prefirió irse caminando a su lado y platicando con él como lo acostumbraba: A la vez, el Canelito hasta le seguía la corriente, parando hasta el tope y con mucha atención las lanudas orejas gachas. Se fueron por una continua vereda repleta de árboles gigantescos y tupidos follajes, así como por una finísima alfombra de hojas secas, todo era un paraíso del que Mario dentro de sí no lo quería abandonar. Y, cuando empezó a bordear una fila de montañas formadas una tras de otra, sus pies empezaron a cansarse y el sudor por la curtida frente hasta le escurría; pero éste, ya no le cargó la mano para nada al Canelo y siguió a su lado andando, cansado pero contento y hasta entre sonoros silbos entonando alguna canción. Por el atardecer, un poco antes de obscurecer buscó un planito para acampar; y buscó ramas secas de las regadas por allí, para procurar una lumbrada, porque pensaba dormir ahí. Y seguir su camino en cuanto amaneciera un poco: “Las constelaciones fueron apareciendo conforme a las horas del nocturno, las más próximas como que observaban vigilantes los movimientos de la luna y de la tierra, mientras todos los luceros y las estrellas más distantes pestañeaban dentro de una sábana estampada; aquella misma sábana que envuelve todos los sueños del mundo”. Con el primer albor de la mañana. Mario, en - 23 -

compañía del Canelo empezaron a descender el último nudo de montañas. Después, el sol ardió sobre los hombros de Mario y sobre la espalda de Canelo. Pero por fin un angosto riachuelo; y un tramo más abajo, las primeras casonas de la extensa población que casi era una ciudad. Apenas entrando por la callecita principal, el joven montañés vio una taberna, y en cuánto de

amarrar a un arbusto al Canelito. Aquél entró a conseguir algo de comer para los dos. Por la vestimenta de manta y así por el acento al hablar, añadidos a los rasgos fisonómicos tan semejantes al de sus dos hermanos; aquel señor maduro y hospitalario pudo reconocer al joven Mario, y lo atendió enseguida a pesar que tenía clientela (unos borrachines) que había. --Se nota que vienes cansado muchacho --así le dijo el tabernero--. Siéntate, mientras le pido a la cocinera algo de comer para ti. --Sí. Y disculpe señor --Mario, muy inhibido y preocupado le contestó--. En primera gracias de todo corazón por ofrecerme de comer, pero la mera verdad somos dos, pues dejé a mi burrito Canelo atado allá fuera, y también trae mucha hambre como yo. --También para él hay alimentos amigo --esto expresó el buen tabernero. Al tiempo, que fue asomarse por la ventanita de madera, para ver al asno Canelo, quien estaba echado esperando salir por la puerta a su dueño; y aquella mirada era de un café rojizo brillante. El dueño de aquel negocio, no interrumpió a Mario mientras tomó alimentos: (chilaquiles y frijoles negros). Sino que se concretó atender a los tres clientes, y a comprobar que la cocinera - 24 -

hubiera servido suficiente alfalfa al asno; el cual hasta lamió la bandeja. --¿Eres de la montaña baja del centro? Preguntó el tabernero al serrano cuando hubo terminado de comer. A la hora que aquél creyó oportuno iniciar la plática. --Sí señor --pronto respondió--, mi nombre es Mario Galicia a sus órdenes. --Entonces, ¿eres el hermano de Pablo y Juan? El menor de la familia ¿verdad? --Sí señor. Por lo que veo usted conoció a mis dos hermanos. Por favor, cuénteme. Y muy atento. Mario, esperó a que el hombre se desocupara de lavar unos vasos. Y como los tres borrachitos pagaron y salieron del local. El tabernero, con mucha paciencia le empezó por explicar a Mario, cómo y cuándo conoció a sus dos hermanos.

--Hace más o menos 3 años entró un mozuelo alto y delgado, muy serio, y me dijo nombrarse Pablo, y luego de comer un poco me pidió que le sirviera un vaso de cerveza; y, ya después se bebió una copita… pero antes de pagarme para irse, me preguntó dónde había muchachas para bailar y divertirse. Y yo le dije: que si buscaba aquello se fuera por el camino que iba hacia la izquierda, y que a cuatro cuadras más, quebrara otra vez hacia la siniestra. Y allá, donde había mujeres era un callejón sin salida. Seguramente que ahí encontraría algunas muchachas, de esas que precisamente no bailan, pero que sí se iban con los machos a divertirse. Pero, le recomendé que tuviera mucho cuidadito con ellas, porque muchos hombres que se encierran a embriagarse con aquéllas en sus cuartuchos. Si salen sanos, - 25 -

salen hasta descalzos y sin camisa: cosa que le sucedió a tu hermano, pues salió sin su camisola sin el morral y cruzado de brazos --lo vi cuando salí a limpiar la calle, y eran como a las seis de la mañana y aunque había neblina, él, pasó lento y cabizbajo con sólo su calzón de manta. --Y por otra parte. Pasando a Juan, que viene siendo tu segundo hermano. A él, también pude conocerlo de la misma forma que a Pablo; pues entró del mismo modo y por las facciones y sus prendas pude adivinar que era hermano del otro mozo que conocí un años y medio antes. Pero para no hacerte tan largo el cuento, y ser tan repetitivo. Juan, comió igual y, bebió igual que Pablo, y al final. Antes de irse me preguntó por algunas damas --e igualmente me ocupé en advertirle, que eran de muy malas mañas y que tuviera mucho cuidado. No me hizo caso, y al otro día también como a las seis de la mañana, pasó por aquí temblando por el frío, ya que iba en puro calzón, así como pasó Pablo. Mario nomás escuchaba, y no interrumpió en nada al tabernero; con una mano apretaba recio sus quijadas, y con la otra mano suavemente se oprimía a la altura de su sensible corazón. --Y ¿ya no los ha vuelto a ver desde esos días por este pueblo? --Hasta entonces, se atrevió el joven a preguntar nuevamente por aquéllos.

--No Mario, no he vuelto a verlos. Y supongo que se fueron para la ciudad o la capital, y pues por allá ha de estar muy canijo que los puedas encontrar… --y terminó por aconsejar a Mario como un padre--: Pero tú, que apenitas vienes de la montaña y vas para la capital; ten tiento y no vayas a caer en el mismo error que cayeron al - 26 -

final tus dos hermanos. Igual que pasa a muchos fuereños que se propasan de copas… --“puede que esté mal que yo lo diga”, pero se exceden y se van de parranda con mujeres de muy pésima reputación, ladronzuelas de mala nota. Y esas son las tristes consecuencias, como ya te conté que les pasó a tus dos hermanos. Y ahora, voy a decirte alguna cosa que he visto en ti, Mario: al parecer no fumas cigarros ni bebes así como lo hacían tus hermanos. Por eso te digo, que ojalá tu conducta sea siempre sobria, ya que en esta vida hay que enfrentarse a muchos problemas. Y dice un dicho, quién sabe de dónde --aquél finalizó el breve sermón a Mario--. “Al pueblo que fueres haz lo que vieres”… y de seguro lo mejor es hacer siempre el bien; por tanto debes portarte a la altura adonde quiera que vayas. Por la noche, el tabernero le dio posada en un cuarto propio para huéspedes. Aunque por la tarde hizo un trato con Mario; “porque aun con todo el dolor de su alma, tenía que renunciar al mejor amigo que tenía” --el Canelito--. Y para no abandonarlo vendiéndolo con algún extraño mejor le propuso dejárselo aquel hombre; que a leguas parecía bondadoso y amante de todos los animales: puesto “así amaba a sus prójimos y a Dios por sobre todas las cosas”, aunque fuera un obscuro tabernero --sin calidad moral, como dirían muchos. Por la madrugada, Mario se fue hacia la mega ciudad más cercana. Y prefirió no despedirse a esas horas de Canelo, quien dormía en un sitio del pequeño establo (donde también estaba una vaca y un toro). Y mejor ni se acercó al establo y se trepó en la caja de un camión carguero, el - 27 -

cual llevaba costales de maíz y fríjol, sobre los cuales el acongojado joven se acostó e iba tieso como una paleta congelada y casi derritiéndose en llanto y pena --aunque no por la nostalgia de Alicia, ni de la montaña, ni de sus papás, sí por el Canelito, que se quedaba muy atrás, sin otra qué hacer para volver a él, presto primero tenía que lograr sus objetivos: y ya después, acaso un día regresaría por su amigo (de 3 años de edad) confiado aquel buen hombre. La angosta brecha de pura grava, estaba muy descuidada y en malas condiciones, además de las curvas peligrosas, estuvo lloviznando tupido casi todo el camino… El trayecto para llegar a la ciudad destinada perduró alrededor de unas 10 horas, y Mario bajó del camión poco menos que entumido. En dicha y tumultuosa ciudad, Mario compró en un tianguecito (un pantalón de mezclilla con una camisa de franela a cuadros). Y, como ya no le alcanzó para comprarse tenis, éste se tuvo que conformar con los huarachitos que calzaba pues no tenían mucho de recorrido; y, calculó que no tenían ni media vida. Ya sobre de la marcha fue primero localizando algún baño adonde poder hacer sus necesidades además de asearse; y así fue como por primera ocasión conoció el baño de vapor con regaderas: “y a diferencia de sus dos hermanos, que tenían una selva de pelo en su barba salvaje. Mario, era casi lampiño y con unos borrosos matorrales de vellitos plantados sobre la barba desértica”. Y a pesar, éste, tuvo mucho cuidado en rasurarse frente del espejo; y ya limpio y cambiado con la ropa de ciudad se sintió un poco adaptado. Porque al abandono de - 28 -

aquellos baños públicos, Mario se confundió a grandes rasgos con la mayoría de los demás. Y caminó muy ilusionado hacia la estación de los autobuses, pero al llegar a la central camionera resulta que no le alcanzó para comprarse algún boleto de segunda. Y tuvo que conducirse hacia la terminal de ferrocarriles, cosa que llevó algo de tiempo, pues la estación estaba hasta el otro dilatado extremo del flanco adonde se hallaba Mario. De esta manera fue como este montañés aprendió por experiencia propia --a maniobrar

sus primeros pases como torero de carros--. Y es que Mario, lo único que sabía de una capital en sí, era lo que hubo visto en alguna película exhibida tiempo atrás en una ranchería. Y claro que aquí en medio de la ciudad, si Mario quería conservar la vida tendría que andar con mucho cuidado; debido a los cruceros de tránsito; y tan sólo cruzar las avenidas: según por los puentes peatonales --en caso de que los hubiera. Por fin, cuando llegó salvo y cansado hasta la terminal ferroviaria. Con la ayuda de una señora quien le regaló diez pesos, pudo completar para un boleto de tercera. Viajó en un vagón de carga. En una posición muy incómoda, y en un espacio muy menudo. Y lo anterior, unido a la sed y hambruna que pasó durante muchas horas, hizo de aquel viaje casi una penitencia insufrible. Por este motivo, en la primera parada a la entrada de la ciudad. Mario, descendió de pura volada, en cuanto abrieron la pesada puerta corrediza… del oscuro e ingrato vagón carguero de ferrocarriles de México. Poco ha de desempacado en la capital, caminó un centenar de pasos, hacia donde se divisaba la - 29 -

gris humareda, de algo que calculó sería alguna fábrica --esto, conforme a un documental de la película que vio hace años en la ranchería. Y, de repente se detuvo. Y en lugar de irse hacia más adelante, mejor retrocedió; y luego de sentarse a reflexionar un poquito pensó que: “si no poseía alguna dirección para llegar, y si no conocía un paisano serrano para dirigirse en su búsqueda. Entonces todo daba lo mismo, si ora se detenía aquí o allá, y decidió hospedarse ahí, por entre aquellas llantas viejas, tiradas al pie de un seco y sombrío y antaño árbol pirú”. Dando a las 5 y cuarto de la madrugada, con un costalillo de lona vacío y enrollado bajo del brazo, Pepe salió de la modesta casita, en cuya residía en unión de su mamá y dos hermanitas menores que el anterior, para buscar por entre los tiraderos de basura cualquier artefacto qué recoger… --puesto era el trabajo de este joven quien era tan activo: muy temprano pepenaba y hacía múltiples labores, después se iba hacia la

escuela de bachilleres porque allí estudiaba el segundo semestre; y en dicha escuela exudaba en el gimnasio a las horas que estaba libre. De modo que a sus 16 años tenía un cuerpo sano, y sobre del cuerpo una mentalidad sana, pensante siempre en salir hacia delante, mediante de los estudios y el constante trabajo. El muchacho de tono moreno claro y estatura mediana con musculatura oriental, se fue hacia tras de las dos fábricas cercanas a su domicilio. Llevaba un pequeño foco de mano que revelaba muy poco, pero aquél se desplazaba seguro por entre aquel tiradero el cual conocía así como las - 30 -

palmas de su manos. Y, cuando se aproximó a unos metros del opaco árbol pirú, plantado bajo el tenue foco de una remota luna; se contuvo, y fijó los focos de sus dos grandes ojos al montón de llantas y cartones: adonde sobresalían un par de pies calzados con gruesos huaraches. El joven acostado dormía profundamente por lo que no percibió cuando Pepe alumbró su faz bajo la intemperie, porque el sombrero con que la cubrió gran parte de esa noche, ahora estaba tirado por el suelo. Después de observar aquel rostro de cejas pobladas y nariz aguileña, y que en medio a la penumbra parecía estar sin vida o medio muerto: el mozo pepenador interrumpió el cansado sueño de Mario. --Buenos días, amigo --saludó a media voz. Y al no recibir respuesta de aquél. Repitió aquella frase pero en tono alto-- ¡buenos días amigo! Aquel provinciano al abrir los negros ojos. Se puso la orden del otro, incorporándose de pie. --Buenos días joven, y disculpe por dormirme aquí --dijo, apenado. Y recogiendo su sombrero se dispuso retirarse--. Gracias por despertarme, ya me voy, con su permiso. --¿Adónde vas? --repuso de inmediato Pepe. --No sé --se limitó a decir el otro. --No tienes adónde dormir ¿verdad?, de donde te dejaste venir amigo ¿eres de muy lejos? --Sí, me vine de la montaña baja del centro. Y vine para trabajar en lo que sea, ¿usted podría ayudarme a conseguir trabajo? --En primera, no me hables de usted amigo, y tutéame porque casi somos contemporáneos. Y

hasta creo que haremos buenas migas. Y por lo de la chamba ya ni te preocupes, pues de ahora - 31 -

en adelante, te contrato como mi secretario --y con una fresca y limpísima sonrisa le alcanzó su mano diestra y sincera, a Mario. Después de supervisar el área con desmedido profesionalismo, lo que recolectaron fue un par de tenis, y algunos teclados para computadoras que había entre otros desechos. Mario estrenó tenis gratis, pero no lanzó a la basura sus preciados guarachitos. Y el otro, no buscó en balde, pues encontró lo que necesitaba para refaccionar su computadora. En ese espacio de tiempo (más de una hora) que perduró la búsqueda y recolecta de los dos nuevos amigos, se platicaron lo más que había de conocerse el uno del otro, si no todo, cuanto menos lo más principal. Por tanto, cuando Pepe en compañía de Mario, fueron a dejar el costal a la casita del primero, lo invitó a entrar: y pudo brindarle lo necesario para que aquel montañés se sintiera como en su propio hogar. En seguida de bañarse Pepe le regaló unas ropas al otro; y ya cambiados, fueron por tamales y atole; que naturalmente compartieron con la madre y con las hermanas del hospitalario anfitrión. La sencilla casa era de puro tabique, pintada de café y con techo de colado: dos recámaras, la cocina y un baño completo; pero había un patio desierto con piso de pura tierra, y al fondo del anterior había un cuartucho y un medio bañito. Los susodichos construidos con materiales de lo más variado; cartones, tablas, tubos, láminas de cartón y asbesto, y una ventanita de vidrios con micas --una especie de barraca, muy parecida a las expuestas precisamente entre esos tiraderos. Y fue allí, donde Pepe y Mario se ocuparon a la - 32 -

hora que terminaron de almorzar; y fueron casi dos horas las que se demoraron para escombrar y reacomodar. Porque por la noche, ahí serviría como recámara del novato amigo y huésped, y hasta nuevo miembro de familia.

--Aunque apenas te conocí. Sé que eres muy noble y tienen buenos sentimientos. Y además haz mostrado tener buenos hábitos, por esto y porque me inspiras tanta confianza, te ofrezco este cuartito de todo corazón y ojalá que nunca me vayas a defraudar, Mario. --Eso jamás Pepe. Muchas gracias, y puedes contar conmigo hasta el último día de mi vida. El padre de Pepe era un mil usos quien igual sabía de herrería o de radiotecnia, de mecánica o de albañilería, y trataba de ser un buen padre de familia; pero tenía un gran problema, porque era un fumador y alcohólico empedernido: que se hubo muerto cinco años atrás, botado en la calle a causa de una congestión alcohólica. Y, aquel fue el peor motivo que orilló a Pepe a repudiar toda esa clase de vicios; además también podía agradecerle a su difunto padre haberle heredado el oficio de pepenador. La madre de Pepito trabajaba en alguna tienda de abarrotes como dependiente, y las dos niñas hermanas menores del anterior, estudiaban por la tarde en la escuela primaria; y Pepe también tuvo que irse a la escuela. Por lo que el huésped y acomedido joven montañés, se dio a la limpia tarea de barrer la calle y el patio, además limpió las puertas y ventanas que tuvo a su alcance. Y ya por la noche cuando llegó Pepe le invitó a Mario de merendar. Cohecho siguiente, fueron a platicar al cuarto donde dormiría el último. - 33 -

--Buscar a tus hermanos en esta ciudad, sería como “buscar una aguja en un pajar”. Pero, no por eso te desanimes, pues también dicen que: “el mundo es muy pequeño”, y “lo que muere al último es la esperanza”. Y ahora, regresando al tema el que te empujó hasta aquí; yo creo, que sí está bueno eso de enamorarse como tú lo estás. Que viniste a trabajar y luchar para regalarle un anillo de compromiso a tu amada Alicia. Pero y después qué piensas hacer, para cuando ustedes ya tengan a sus hijos, y tengan que mantenerlos y darles estudios, pregunto ¿tú qué vas hacer? --Es lo que luego pienso --expresó inseguro volteando hacia el piso de tierra--. Pero creo que la verdad no lo sé, lo único que sé es trabajar el

hacha como leñador; aunque a veces también le entró a la siembra (de jornalero). --Eso está bien. Pero ¿no haz soñado en hacer o estudiar otras cosas? Alguna profesión y si no algún oficio que deje más dinero. --Pues sí. A veces sueño con estudiar para ser maestro, como mi tía Lucina, que fue quien me enseñó a leer y escribir y otras materias, cuando ella pasaba sus vacaciones con nosotros. --Eso que sueñas está mejor. Y en esta época todo se puede lograr, con un poco de voluntad y decisión. Y no tiene chiste que trabajes a morir como esclavo, sólo para comprar un anillo muy caro con una piedra preciosa --y, lo aconsejó a su manera--. Si mejor le puedes regalar alguno de estos anillos piratas, pues aunque sean bien chafas parecen de oro, y hasta traen marca del # de quilates --dijo, mostrándole un botecito que vació en la colchoneta; cayendo del mismo una copiosa joyería de fantasía. - 34 -

Mario, ni en película había visto algo como lo que brillaba tan cercano a sus ojos; pero no dijo nada, y guardó para sí su asombro en espera de lo que Pepe continuara diciendo. --Yo puedo regalarte los que gustes, sólo que creo no hay alguno de piedra verde jade así del tamaño que dices. Aunque eso es lo de menos, porque de seguro en un dos por tres te lo vas a encontrar tú mismo entre los basureros; y si vas a pepenar con Fe, esa misma con la que oras en la iglesia, entonces cualquier día, el que menos pienses, te encuentras un anillo de oro… Y con una piedrita preciosa, genuina; no importa que sea un blanco diamante --le profetizó, riéndose francamente con su blanca dentadura. Y como ya era hora de acostarse, Pepe, se apresuró para recomendarle lo siguiente--. Mañana a las 5 de la madrugada nos vamos a chambear al tiradero por donde nos encontramos, y como por allá la rolan chavos que voy a presentarte; ya posterior cuando te los encuentres en algún changarro, de los mismos que hay en los tiraderos o por otras callejuelas: ni por error, o ya para congraciarte bien con ellos; a ninguno vayas aceptarle algún trago y ni un cigarro --porque nos lanzan con las

patitas a la calle--. Ya sabes mano que tú eres un hombre libre, pero mi jefa no acepta vicios. --No tengas cuidado Pepe. Yo no brindo más que en navidad o año nuevo, y eso lo hago con agua de sandía. Y no fumo. Así, fueron transcurriendo los días de veloces como los vientos, y como los papeles que van y vienen por entre los tiraderos. Pero estos chicos procuraban que no sucediera lo mismo con su presente, y a cada día se aplicaban tanto física e - 35 -

intelectualmente a través del deporte como del estudio; ya que Mario igual que Pepe se puso a practicar la gimnasia, y de inmediato entró a la primaria nocturna adonde aprovechó pronto. Como a los dos meses de haber llegado a esta capital del distrito federal, Mario, pudo escribir una carta y le envió un giro al mismo tabernero que le hubo dejado a Canelo. --“…mis respetables saludos para vosotros mi estimado amigo: que prestamente nos alcanzó sus finas atenciones, y a quien finalmente a la hora de despedirme, tuve que confiarle para sus cuidados a mi “bien amado” burrito Canelo. Sé que nunca podré pagarle todo, pero mientras le envío este poco de dinero, por su bondadosa y cariñosa pensión a mi amigo…” --a esto, aquel tabernero llamado Pascual contestó. Llegando a Mario la misiva por entrega inmediata. --“…también te envío mis saludos y respetos de por medio en la presente. Y, en lo tocante a Canelito no te preocupes pues goza de la mejor entereza y salud; y trabaja a mi lado casi todas las mañanas ayudándome acarrear refrescos y cervezas… ya que ando mal de la columna. No le cargo la mano, pero, con lo que hace Canelo se gana la vida. Por lo que sin recargos u otros intereses, te ruego; que no te molestes en enviar más dinero por conducto a la pensión del mejor jumento que he conocido…” --y con los $200 que hubo girado Mario, el tabernero, mejor optó por comprar una burrita, quien fuera la pareja y madre de los hijos del Canelo. Del tiradero de basura, volvían temprano con la poca recolecta que hallaban: “artefactos para hogar o aparatos eléctricos descompuestos que

- 36 reparaban o nomás limpiaban”, para echarlos a la venta en el tianguis dominguero dispuesto en la ancha avenida. También iban casi a diario al otro lado de las torres, a las colonias bonitas de gente acomodada, adonde hay barrenderos que son de planta --pero que les gusta el alcohol, y como se agarran la jarra, dejan los puestos casi vacantes; o bien, se valen de algunos ayudantes como Pepe y Mario. Presto que: “los desperdicios de unos, vienen a ser las riquezas de otros”. De la basura cogida en alguna de aquellas residencias, Mario obtuvo una computadora ya muy atrasada, pero óptima para realizar sus tareas. Y además, con Fe hasta se encontró un anillo de oro con 12 puntitos de diamante, y como coincidencia ¡tenía grabadas dos --A. A.-- junto a los 14 quilates! Los perfumes de las flores y la hierba, unidos al aroma de la tierra, inundaban toda la estancia de aquella verdeante montaña; y a cada día cada semana y mes que pasaba, Alicia Altamira casi perdía las esperanzas de volver a ver a Mario, o a cualquiera de los otros dos hermanos. Y para colmo, aparte de haber pasado más del año, del día en que partió el último hermano; ya no iban a pedirla otros pretendientes así como antes que le llovían propuestas para casarse: a los 19 años y meses de edad, por instantes se sentía como si fuera un fantasma. Pero con todo, en su retirada y solitaria cabaña tejía constelaciones así como bordaba nubes (otra Penélope) que nuevamente deshacía; y además también se instruía. Eso era con la ayuda de la abuelita, quien fue profesora rural y le enseñó las letras y lo más elemental a - 37 -

Alicia, quien aplicada y muy placenteramente a todas horas libres, releía a: Sor Juana, Gabriela Mistral, J. De Ibarbourou y a Alfonsina Storni, entre otras poetisas. Habían pasado casi dos años de haber llegado Mario a esta ciudad urbana, e iba a cumplir los 20 años de edad, y recibía las lecciones últimas en la primaria que estaba por terminar. Más por

parte del buen Pepe recibía las últimas consejas y la orientación debida, porque no importando que éste fuera dos años menor que el otro; sabía aconsejarlo debido a su vasta experiencia. --Hablé con el joven júnior, el que tiene unas computadoras portátiles para la venta --Pepe lo puso al tanto--. Le dije que mañanita vamos ir a verlo, para ver si le podemos comprar alguna. Y me avisó que para nosotros nos daría precios de ganga, por cualquiera de sus cuatro “cajitas de Pandora”. --Sí Pepe, primero Dios mañana vamos, a las horas que vengamos del tiradero. --Y ya sabes Mario, ahora que te vayas no te olvides que cada hombre “puede ser albañil de su propio destino”. Y que “en el lodazal crece la inmaculada flor de loto, así como nace limpia y pura la rosa liada con espinas” --Pepe, con toda la sabiduría de su corazón, trataba de conmover e ilustrar a quien ya estimaba como un hermano --; también, ten presente algo que es sabido con hartura: “que en una humilde población de una sierra, nació un montañés como vos. Quien con el tiempo logró llegar hasta el palacio nacional, para sentarse en la silla presidencial a pesar de la intervención francesa. Y don Benito Juárez, fue reelecto dos veces como presidente”. - 38 -

Por medio de otras cartas. Mario sabía que su Canelo vivía en unión de la burrita Luna, con la que hubo procreado un hijito, antes de que ella fuera esterilizada, esto por simple planificación familiar. Cuando Mario entró a la taberna Don Pascual lo recibió efusivamente con un fuerte abrazo. Y después de ofrecerle alimentos y bebida dulce, fueron hacia el establo adonde convivían los 6 cuadrúpedos habitantes --vaca, toro, becerro y la familia del Canelo--. Además en la casa del tabernero había un gato de angora blanco y un perro san Bernardo color gris oscuro. Mario pasó el resto del día con Pascual. Pero como consideró que su amigo Canelo ya había echado raíces ahí. Consiguió un caballo para ir de vuelta al otro día hacia la montaña y su casa --nada más que ora sí se despidió de su burrito amado, quien también comprendió el papel de

esposo y padre de familia que tenía. Y seguido que despidió a Mario, el entrañable amigo. Sin melancolías ni tristeza como la vez anterior en la que amaneció sin dueño. Esta ocasión quedó feliz al lado de su esposa Luna, quien se vestía como de blanca lana, con una leve mancha en la panza del color beige; y muy cerca de aquellos orgullosos padres, el pequeño burro que era de color casi caqui, como café con leche, y quien finalmente llevaba el nombre de Bayo como el fríjol del mismo nombre. Todavía no despertaban las montañas, puesto la cobija de la noche aún envolvía esta cuna del occidente, cuando Mario iba escalando el holán de la primera montaña, en aquel caballo alazán que cabalgaba sin prisa pero firmemente. - 39 -

Poco adelante, cuando la madre naturaleza en todo su esplendor acompañó a Mario, cantaron a sus pasos los jilgueros, gorriones y cenzontles. Las mariposas multicolores y sedosas, frescas volaron por sus rededores, y hasta el grillo con el sapo hubieron de dar la bienvenida a Mario con el dócil caballo: Cuando por fin cruzaron el último arroyo por el pie de la misma cuesta que los llevaría hasta el hogar paterno; ahí, con sed se detuvieron un poco, a humedecer sus labios y cabeza; y hasta las lisas piedras entre el agua se le figuraron a Mario como piedras preciosas. Y era tanta la alegría del mancebo, que a todas las bellezas del paisaje, cantando agradeció. --Soy mozo pobre Y también humilde Pero soy natural Y todo me complace El sol y la luna El río y la cascada El canto de los pájaros El perfume de las flores Y las nubes de espuma Que forman por el cielo Mil figuras navegantes… Poco antes de meterse el sol, por el rico patio floreado, Alicia, sentada en una peña cepillaba su larga cabellera obscura; y desde ahí se podía divisar hacia el camino pendiente, por donde un un hombre subía a caballo, el cual se encaminó

hacia la casita de la Fam. Miranda; y supuso de repente que aquél podría ser alguno de los tres hermanos… y en seguida, se metió a la cabaña para cambiarse de atavíos y arreglarse un poco, pero ensoñando frente a la luna del ropero. - 40 -

Mario, entró a la chocita, y sus padres felices hasta las lágrimas lo recibieron con besos y un abrazo; acto siguiente su madre fue rápidamente a cocinarle algo. Pero éste, únicamente bebió un jarro con agua de limón; y con muchas ansias se fue en busca de Alicia. Alicia Altamira y Mario Miranda, realizaron sus nupcias en el pueblo, y la recepción fue en la casona del tabernero: pues Pascual junto con su esposa fueron los padrinos de la misa. En el festejo se brindó con pura sidra y comieron del tradicional mole negro. Aunque la verdad que no todo es dicha, y la “belleza con la fealdad siempre van juntos por la vida”… “pues a través de Internet y Locatel pudieron informarse que: Pablo, el primero del trío de hermanos sí llegó a la capital, pero como andaba hambriento y sin dinero robó un melón pero lo detuvo la policía; y estuvo preso dentro un reclusorio más de tres años. Y por ese móvil después de salir de la cárcel, nuevamente preso de vergüenza se perdió en el anonimato de esta enrejada ciudad. Y Juan, por su parte nada más alcanzó llegar hasta la primera ciudad, porque ahí lo contrató el chófer de algún tráiler como peón, para descargar una mercancía hasta por la frontera del norte. La cuestión fue fatal, porque antes de llegar a su destino, una caravana paró al tráiler (narcotraficantes). Eran bastantes tipos armados, al parecer del bando contrario, ya que mataron a los 4 que viajaban a bordo del tráiler para robarles el vehículo, repletó con drogas de diferente consumo”. Y en la actualidad, Mario sigue trabajando de leñador, pero siguiendo los consejos y todas las - 41 enseñanzas de la madre de Pepe. “Antes de que tale un árbol siembra seis”, así como se compró

un aparatito de pilas con el que artesana varios enseres: (palillos, palitos de paletas, cerilleras, cigarreras, etcétera)… que vende acompañado de Alicia por las rancherías y los pueblitos que son circunvecinos, los más próximos. En lo que corresponde a las pretensiones y la superación de ambos cónyuges, a la fecha del día presente ya se emparejaron en sus estudios y terminaron el bachiller, por vía de Internet. Así como también por línea ya empezaron hacer la carrera de maestro. Todo esto, antes de pensar la pareja procrear un hijo… que sea por siempre un ejemplar ciudadano, con un mejor futuro del que lograron sus padres. - 42-

SAN GOL

El niño Gabriel, estudiaba el quinto grado en una escuela primaria de paga. Y era uno de los alumnos más distinguidos, esto, dentro lo que cabe decir; pues aun de tener ciertos altibajos y dificultades en sus calificaciones. Al final por su buen promedio, pasaba de grado hasta con una mención honorífica. Pero, durante las clases en las pasadas dos o tres semanas, se le notaba muy enajenado y por otro conducto se le veía preocupado, tanto; que Gabriel siendo tan callado, esta vez se atrevió a confiarle su problema a la maestra Norma. --Disculpe que la moleste, maestra --dijo a la hora del recreo. En que Gabriel mejor prefirió no salir a jugar, para estudiar un poco, porque obviamente sabía que estaba un poco atrasado en algunas materias. --Dime, Gabriel ¿en qué puedo ayudarte? --Necesito sus consejos maestra. Yo no voy a culpar a nadie por mi última baja en todas mis calificaciones. Pero la verdad me preocupa que mis papás quieran divorciarse: pues mi papá en su juicio o si no borracho, la ofende, y aparte de gritarle y amenazarla luego la golpea de vez en cuando; y ya de paso, también se desquita con mi hermana y conmigo. Al otro día mi papá se arrepiente, y le pide perdón a mi mamá; y luego se disculpa con nosotros dos. Pero cualquier día por cualquier cosa falta a su palabra, y otra vez

nos vuelve a reñir, comenzando por mi mamá que ya no lo aguanta, y por eso mejor quiere el divorcio ¿qué hago maestra? - 43 --Tu problema está muy grave. Pero, te voy a decir que como tu tema hay muchos, porque es un clásico caso de “violencia intrafamiliar” y lo que podemos hacer es muy poco. Pero, sí hay que observar que tus dos padres, necesitan una ayuda de especialistas, como la de algún docto psicólogo o qué sé yo… la cosa es, que tú y tu hermana quien también fue mi alumna; gracias a su empeño son buenos estudiantes, y con eso es más que suficiente para salir adelante el día de mañana. En lo tocante al día de hoy, ve en tu padre como un ejemplo a no seguir, puesto por lo que me confías podemos señalar; que es un prepotente 100 %, un macho mexicano. Mira en él, a un retrato o un espejo: y aléjate de los aspectos malos que persistan en tu padre, e imita las buenas maneras o alguna señal positiva que todavía distingas en él… --esto, fue lo más que pudo aconsejarle la maestra a Gabriel. De vuelta al hogar. Gabriel pareció ver alguna luz y un rayo de esperanza dentro del hogar que un día formaron sus padres. Vio hacia lo lejos el zafir del cielo, y entre una nube blanca alucinó con la nítida figura de un corazón; y se imaginó en medio de aquella nube los dos rostros felices de sus papás: y Gabriel, logró sonreír como no lo hacía desde hace varios días --y así, pensó lo siguiente de todo corazón. “Amo a mi madre, y a mi padre. Y a él, lo disculpo aunque sea muy macho y además le vaya a las chivas. Después de todo lo perdono, porque a veces me invita al estadio para ver las finales de fútbol. Y sí, creo que todavía le sigue yendo al Tri, así como yo”. Ya entrando en su casa se dirigió a su recámara. - 44 -

Y, guardándose bajo llave. Se hincó devoto a los pies de su altar; y empezó a rezarle con una gran Fe a San Gol… para que nuestra selección a la hora de los penalties anotara, y para que sí llegara a ganar un mundial, si es que eso no era

mucho pedir. Pues su padre, hasta era otro papá cuando la selección mexicana triunfaba. Se reía y se portaba amable y atento con aquéllos, y era cuando esta familia estaba muy unida; ya que eran ganadores aunque esto durara tan sólo un santiamén. Pero, como la esperanza muere hasta el último tiempo, Gabriel; siguió dedicando sus oraciones al santito de sus milagros. - 45 -

LA CAPERUCITA ROSA

En una humilde y pequeña casa, tapizada con hojas de enredadera y florecitas róseas, vivía la niña mimada, Fany, con la joven madre soltera de nombre Josefa, quien de tanto amor a su hija trabajaba incansable hasta entrada la noche; ya planchando docenas de ropas para darle a Fany todo lo necesario, y hasta regalillos extras para cuando se le ocurría a la codiciosa e insatisfecha niña. Por aquel entonces, Fany había terminado su enseñanza primaria, y aunque no sentía interés por estudiar ingresó a la escuela secundaria. Eso por consejos de su madre, quien comprendía a fuerza de la experiencia, que para conseguir un trabajito regular y de planta, se necesita cuanto menos los estudios básicos; y si se posee algún grado superior de estudios o de ser posible una licenciatura o más. Pues claro que sería mejor. Esto le orientaba la madre a su hijita quien por un oído escuchaba y por el otro oído se le salía. Ya que a pesar de ser muy inteligente y ser del salón la más guapa, Fany hasta se avergonzaba de su madre porque servía de criada, costurera, lavandera; por lo que eran muy pobres. Este era el grande tormento de la niña que hasta lloraba y horrorizaba de su humilde situación, y nomás porque sí odiaba a su madre, y todo lo que ésta le aconsejara le parecían puras tonterías. Solamente cuando se trataba de monedas para comprarse ropa o alguna chuchería, era cuando Fany se aproximaba a su madre para hacerle la barba, abrazándola y tirándole cumplidos muy - 46 -

cariñosa rematando con besos --esa treta jamás le fallaba y la practicaba regularmente a medios espacios bien calculados por ella, y por esto su madre siempre estaba en guardia, regateando el regalito, y con la alcancía a la mano abastecida hasta donde podía, presto finalmente accedía de buen o mal gusto a los caprichos de aquélla. Fany, pasaba por la puerta de la edad adonde las niñas cambian las muñecas por los espejos: los niños mayores empezaban a mirarla de una manera nueva para ella, al tiempo que también empezó a recibir piropos por parte de ellos. En primera, gracias a los cielos e igualmente a la madre naturaleza, que complementado con el ejercicio físico y una alimentación vital y sin tanta chatarra, y Fany; se desarrolló de súbito y de un modo precoz y pronto tuvo las formas de una señorita, y aunque apenas iba acercándose a los 14 años de edad… --lucía seductora con la larga cabellera negra, los ojos grandes de color negro brillantísimo y de tez apiñonada, con un coqueto lunar en el mentón. Y, para más rasgos les diré simple y sencillamente, que se parecía a una muñequita, el último modelo de la Barbie. Una vez cualquiera, que en un trabajo escolar obtuvo una puntuación de diez. Fany llegó con inmejorable humor, y después de comer enseñó la calificación a su madre y zalamera pidió. --Mamita chula --abrazándola--. Ahora sí por haberme sacado diez en civismo, como premio regálame una chamarra con forro de plumas de ganso, como las que anuncian en la T. V. ¿me compras una mami? --besándola repetidamente. --Sí hijita --aceptó encantada-- pero, con esta condición, de que sigas sacando más dieces, y - 47 -

de que te portes bien y seas obediente. La famosa chamarra, era de una marca que la vendía en exclusiva una casa comercial de esas muy selectas y caras en la capital, y como Fany sentía pena de andar con su madre por tener un cutis muy moreno, además de chaparrita. Mejor quiso ir en compañía de una amiga escolar, ya que tuvo los 500 pesos en sus manos --más 30 pesos en suelto para los pasajes.

Fany, volvió a su hogar con la chamarra color de rosa con plumas de ganso, además, con todo el resto del dinero que le sobró, aun se compró un pantalón de mezclilla también de color rosa. Y precisamente fue en una preposada cuando estrenó las anteriores prendas, y, como en todo no falta la chusma criticona y mal intencionada. Entre las vecinitas de Fany le bautizaron con el mote de la caperucita rosa, que por espaldas de ésta empezaron a susurrarle con mofa. Un poco después, ella, se enteró de su apodo y dejó de lucir las dos prendas como un conjunto, mas no por separado --pero como “cría fama y ponte a dormir”--. La chusmilla, simplemente por costumbre siguió murmurando el alias, que Fany también por simple costumbre terminó de aceptarlo y acogerlo sin enojo. Y para variar. Esta nueva caperucita por igual que la caperucita tradicional, también tenía una abuelita; a la misma que visitaba cada cuatro o cinco semanas… --el complejo departamentito de la abuelita, estaba en medio del bosque y los edificios de Tlatelolco. Y para atravesar la gran selva de la sobre poblada ciudad: Fany: tendría que transportarse a bordo --del safari metro--. Y llegaba en lo que se dice, en un dos por tres. - 48 Un sábado a medio día “la caperucita rosa” se dispuso visitar a su abuela, y salió predispuesta para cumplir su cometido, vestida con la mejor ropa que tenía: pantalón de mezclilla azul, con su chamarra la favorita aunque tan criticada, la de color rosa pastel. Rumbo al bosque de Tlatelolco, dentro de esa ruta que habría de recorrer por el safari metro, Fany con mucha atención tenía que transbordar en dos ocasiones; total: que en una estación que tuvo que cambiarse de vagón se equivocó, con el resultado que fue a bajarse en otra parada. La cual era contraria a su destino. Por puro azar, y por continuar con el juego en la misma tonalidad del cuento, Fany, descendió a la altura de una especie de jungla. Demasiado concurrida; y; este apretujado espacio exhibía a los curiosos ojos: un sin número de aparadores con policromos ornatos; pues ella estaba por el pleno corazón de la zona rosa.

Por los apretujamientos del pasaje en el safari y por la chamarra puesta, Fany traía los labios resecos, y pensó tomarse alguna soda en algún establecimiento de por ahí; y sin buscar mucho se introdujo en una especie como de nevería o cafetería --la cosa fue, que ocupó un sitio muy cerca del mostrador de la entrada. Por un rincón, estaba sentado un hombre con un aspecto sumamente misterioso, aunque bien vestido con un traje elegante y camisa blanca, además del reloj de oro. Y a leguas se veía que no era de fiarse ya por sus feroces miradas; ese maduro hombre entrado en canas era de carnes flacas, de mejillas hundidas y una boca grande. La estrategia fue, que observaba muy atento los - 49 -

rasgos y la belleza de Fany… y en el momento que lo creyó oportuno, el ocasional viejo fue al acoso de la muchachita. Y esto, no hubiera pasado a mayores, si Fany después de contestar al saludo de aquel hombre sátiro, se hubiera limitado a no aceptar nada. Ni a intercambiar palabras ni otra cosa, además de que bajo ningún motivo debió de consentir una invitación del desconocido; quien la deslumbró con chocolates y pastelillos y helados y algunas otras golosinas. Y el mayor problema vino cuando Fany fue a donde estaba el excusado… ya que aquel viejo puso una pastilla tóxica en el vaso de limonada que bebía la jovencita. Al otro día. Fany, despertó en otro lecho que no era suyo ni de su abuelita; además estaba ese viejo del día anterior. Parado ahí, mero frente a ésta --quien temerosa y sorprendida, preguntó a ese hombre porqué estaba en ese cuarto con él; a lo que aquél le contestó: “que ella, de pronto se había desmayado en la cafetería; por lo mismo tuvo que llevarla a ese hotel”. Fany, por tanto sintió embarazarse, pero ante ella misma, y deseó que se la tragara la tierra o mejor que se tragara a ese tipo. Quien era en la realidad una nueva versión disco, de aquel lobo que un día devoró a la original caperucita roja. --No tengas miedo --repitió aquel fulano-- no te pasó nada. Sólo fue un desmayito, y por eso te traje a descansar aquí; yo creo, que lo mejor

es que te confortes y comas bien, para que esto que te pasó ayer no te vuelva a suceder. Y ese pervertidor de menores, como si fuera algún revólver; veloz desenfundó la cartera para - 50 -

extraer un billete de a mil pesos, el cual lo puso sobre del tocador dirigiéndose a Fany. --Con este dinero puedes comprarte frutas, y poli vitaminas para que te repongas bien. Voy a despacharte --al safari metro, para que vayas con tu abuelita o de retorno a tu casa. Y, el día que tú quieras venir otra vez a la zona rosa, ya sabes adónde encontrarme--. La pequeña mujercita no supo qué responder pero cayó en la trampa de la tentación, y luego ya vestida se guardó muy bien el billete en una bolsa secreta de su chamarra rosa --y nada más pensando, en todo lo que se habría de comprar con aquel dineral que le parecía una grandiosa cantidad, pues ésta jamás había poseído algún billete de tan alta nominación. El departamento de la abuelita, envuelto por hercúleos y arbóreos condominios, parecía una caverna o algo parecido a un museo. Pues éste contenía muchas cosas raras; la camita de cedro y los burós de la antiquísima recámara, como un viejísimo fonógrafo donde una vez tocó discos gruesos y pesados de acetato, y también estaba por un lado una voluminosa consola que ya no servía, adjunta, por igual conservaba una vieja máquina de escribir muy estorbosa, misma que parecía una diligencia. Y lo más actualizado en aquel sitio, era un antiguo televisor que en otra época funcionó como bicolor --blanco y negro. Y como obviamente no tenía teléfono o celular, no había forma de poder comunicarse para algo con la venerable abuela. Y por el mismo aislamiento en el cual vivía la - 51 -

respetable abuelita. Fany, pudo regresar con su madre sin ser descubierta por aquella vez. Y le contó según ella, una mentirilla blanca, y hasta

pareció olvidarse del negro asunto, y más con ese dinero en su poder: “y como una mentirita puede arrastrar otra mentirota”. Esta vez le dijo a su madre --que dizque en una rifa del salón se había sacado mil pesos con sólo diez que había invertido--. Josefa se lo creyó, pues la quería y porque confiaba en ella, además ésta no quería por ninguna razón contradecirla en lo que Fany le contara. Pasó una semana, y la inquieta chica compró ropa y zapatos que vistió y se calzó en seguida vanidosamente, puesto no cabía en sí de placer por el vecindario y la escuela. Y, instintivamente volvió a caer en la trampa y la tentación de buscar aquel hombre, para que ahora le prestara dinero para comprarse algo en lo que últimamente hasta había soñado: un Tel. celular. Porque después de todo, cierto señor no le había parecido un hombre malo pues la había tratado muy bien, y además la había cuidado en la noche, en las horas que padeció ese desmayo --así pensaba del perverso criminal, la inocente y ambiciosa adolescente. Que al cuarto sábado de haber sido cazada, y abusada por aquel mal individuo, fue a buscarlo en ese mismo sitio que lo conoció la vez pasada. Y en este otro encuentro. Otra vez se recalcó la historieta; nada más que ahora Fany, aunque tomó sin saberlo la misma dosis de droga, pudo recordar al otro día como entre sueños lo que el viejo lobo de asfalto hizo con ella: éste, la había convencido de quitarse la ropa, y luego la había - 52 -

fotografiado y filmado morbosamente. Aunque después ya no recordaba nada pues perdió todo el conocimiento como la vez anterior. Aquel maligno tipejo, pertenecía a una red de criminales dedicada a corromper adolescentes y niños, para explotarlos pornográficamente en la computadora por línea Internet. Fany, por el interés de ganarse de esa manera tan fácil el dinero, accedió a seguir cooperando con aquel vil zutano, que otro día. Le dio a esta infeliz jovencita, una droga más potente; por lo que sufrió una lesión cerebral. Y ahora, Fany se encuentra internada en un centro psiquiátrico, ya en franca recuperación: recemos pues por ella,

para su pronta estabilidad y salud mental. Como también elevemos una salve, en favor de todos los niños y los jóvenes caídos en las drogas; así como en las garras de otros vicios. - 53 -

DERECHO DE APRENDER

La luna clara y grandota, parecía un globo de gas que pendía de una mano del cielo. Por igual muy grandota, que debe de ser de un Dios, en sí aun mucho más grande de todo lo que hay. El viento era suave, como la suave risa de esa joven mujer, que dentro de aquella hospitalaria casa, servía la merienda a sus dos hijas y a otro par de amiguitas de las mismas; dichas niñas se parecían florecitas de pétalos con vestidos lisos y tersos, tanto, como los rosales que estaban por el jardín del patio, a punto de dormir. Y en ese ambiente de paz y alegría, brotó una parla casi obligada, por ser como una comidilla y un problema de actualidad en nuestro país. Y porque las 4 niñitas alumnas en una escuela de enseñanza primaria, se habían enterado: “que la subdirectora por seguir siendo señorita se hubo practicado un aborto”. Y sobre esta experiencia se comentó, pero no en demasía, pues la verdad sus ojos y paladar a esa hora estaban puestos en el flan “napolitano” a punto de compartirse. --Oye mamá, ¿tú crees que la maestra Leticia se hizo un aborto? --esto expresó la menor de 11 años de edad, y quien cursaba el quinto grado. --Ella, por seguir virgen --la otra hijita mayor que cursaba el sexto año, burlona afirmó. Y otra más, compañera del salón de Gisela, la hija mayor. Preguntó. --¿Usted qué dice señora estuvo bien o no? --Sí señora --intervino la última niña, que era la menor de todas-- ¿usted qué opina? - 54 -

--Pues yo, qué es lo que podría decirles --con las manos entrelazadas titubeó un poco. Luego

contestó--. Ahora sí, que cada quien, según los principios recibidos de sus padres. Es según la moral de cada quien. Además, todo eso que ya aprobaron, acerca de la despenalización de los abortos no es a fuerza sino es una opción. Y si la maestra lo hizo, pues allá ella; yo la verdad creo que hay un “derecho de nacer”. Así concluyó la joven y atractiva señora a la hora de servirles el postre. Pero, dentro de ella no quedó muy conforme, por lo tan insegura y poco expresiva al contestarles a las niñitas. Ya porque ella no realizó estudios, y por no tener una cultura e información sobre del problema. Oportunamente, la señora madre reflexionó y después aceptó, que para dialogar en un futuro con sus hijas, no sería algo fácil. Ya que no era suficiente con ser una fiel esposa, y una atenta madre de familia. Sino que necesitaba sin más tardanza prepararse, avanzar junto con sus dos hijitas; y al poquito tiempo se inscribió en una secundaria abierta: plenamente convencida que también hay un derecho de aprender más a cada día, a cada hora y a cada minuto. - 55 -

EL PELUCHÍN

Cuando aquel perrito pastor alemán llegó a su nuevo domicilio, llegó sin equipaje y sin llevar nombre, únicamente llevaba puesto el vistoso y blanco abrigo de su pelo. Aquel regalo de la naturaleza, fue recibido en el anterior recinto; por una niña y dos niños de diferentes edades, quienes con mucha alegría le dieron la bienvenida, al recién miembro de esa familia. Y como a los niños les sobra el tiempo en sus manecitas; el Peluchín, recibió muchas caricias de parte de los párvulos… cultivando recíproca amistad entre ellos y la mascota. Aunque es una lástima. Ya sea por una cosa o por otra, pero dos de los amiguitos del pequeño can tuvieron que mudarse de estancia. Y como los años no gatean ni caminan, sino que corren a grandes zancadas… Pronto, el restante amigo y confidente del Peluchín, fue joven y se hizo a

otros estudios, así como se dedicó a frecuentar otro círculo de amistades. --Tal fue, como empezaron las soledades del Peluchín, que en su pequeño mundo limitado a una azotea, se entregó a la pura contemplación: Y sólo volvía en sí; cuando escuchaba un grito al cabo de la escalera, de alguna persona mayor que le avisaba --¡Peluchín! Tu comida--. “Dice el dicho, que el perro solo se lame sus heridas”… Y como la cruz de los canes como de muchos animales, a lo mejor es más dolorosa y pesarosa que la que cargan todos los humanos. Por esto, el Peluchín, se resignó con valentía al - 56 -

impacto que sufrió en un ojo, el cual perdió la vista paulatinamente; por causa de pincharse contra una varilla cuando correteaba a un gato negro. Y aunque el Peluchín, renegó un poco o mucho su desgracia; terminó por perdonar las ofensas de su peor enemigo: y con un poco de tiempo hasta se hizo amigo del gato negro. - 57 -

EL NEGRO

Así como sucede en algunos cuentos. Un día sin fecha exacta llegó un forastero acompañado de un probable hermano de sangre. Y arribaron del mundo mágico y familiar de los animales. No se sabe cuándo. Pero este personaje, llegó a una calle… del tamaño de un cachorro, y aun de no traer pedigree, igualmente que aquel otro aparente hermano; sí traían mucha hambre con sed. Pues según los vecinos eran sobrevivientes de una camada, quizás abandonada por alguna otra calle, a su suerte. Y a duelo, que de uno de ellos ignoramos su radicación o existencia. Porque Dios es grande y bondadoso, el otro ser vive y fue bautizado en el vecindario como el Negro. El valiente y pequeñín can, obligado durmió muchos meses a la intemperie, y se tapó con la lluvia y se arropó con el frío; pero, nunca cayó ante el dolor y la enfermedad.

El héroe de esta “crónica”, hasta podría ser un vivo ejemplar de valor y fortaleza para algunos que sean de la especie animal, o aun del género de los humanos: pues cuántos hombres ruedan por el mundo, sin polvo de moralidad ni valores, no obstante de tener el vasto privilegio de poder ser seres pensantes. Es cierto que el Negro no conoce la cárcel ni las cadenas, pero conoce el hospital y ha estado a punto de morir por dos ocasiones. La primera vez fue por practicar un deporte extremo, el de corretear junto a los vehículos en marcha… por lo que resultó con una pata fracturada. Y en el - 58 -

otro desenlace, fue por una mordedura recibida en sus partes nobles; y después de rondar cerca de la muerte estuvo a punto de ser castrado. Ya con toda la gravedad de ambos males. Sin tomarlos en cuenta. El Negro, jamás ha perdido el deseo de vivir ni la compostura. Ya que todo el tiempo que perdura en pie mantiene su larga cola enroscada hacia arriba, y a veces hasta nos parece deciros --¡sonríe a la vida! Así, como lo hago yo. Debe señalarse, que el fulano que atropelló al Negrito por ladrarle a su coche, actuó con mala fe, pues le aventó a propósito una fea carcacha. Debido a su mala educación de niño cretino, que piensa que el planeta tierra tan sólo pertenece al egoísta hombre, como él --sin sentimientos, sin ética, sin humanidad ni conciencia. Aunque suene a cuento clásico, cabe narrar a vosotros que el Negrito, desde pequeño tuvo la necesidad de ganarse el pan. Descontando, que en una pobre casita le dispensaban un rincón a cada noche para dormirse. Y durante el día, por la calle, con brincos y monerías se fue ganando el afecto y la simpatía de algunos vecinos muy bondadosos; que a veces le ofertaban comida, y hasta alguna caricia. Pero cuando por dispersas causas, no llegaban esas dádivas hasta la panza del Negro. Se las rascaba solo y sin esperar más se iba hacia el mercado, y luego de tropezar en su búsqueda con otros canes callejeros en suma hambrientos, padeció agresiones y seguramente revolcones y mordeduras; hasta que poco a poco lo fueron reconociendo y le dieron oportunidad

de formarse con éstos, entre la cola… en todas las carnicerías que altruistas les daban algunos - 59 -

pellejos y huesos, a los perritos callejeros. Al correr del tiempo, el Negrito, creó nobles migas con una joven estudiante de derecho. Y esa respetable y cariñosa amistad, le dio cabida para que la joven cotidianamente le extendiera algún bocado. Y finalmente, con una perrita que falleció pronto; el Negro fue invitado a vivir en el patio de la edificación de su amiga. Aunque con un poco de hurañía y timidez, el Negro y la perrita desaparecida, aceptaron de buen talante la hospitalidad de la presente amistad. Y por medio de la joven Lic. Chevy conocí al Negro, ya que la antelada tutora del canino, es mi estimada sobrina. Al principio de nuestra amistad, la mascotita dicha, solamente nos visitaba dominicalmente donde trabajamos (mis padres y yo). Pero con el tiempo las visitas se hicieron continuas, a tal punto que ahora es ordinario que el Negrito nos acompañe, y también conviva con nosotros. --El Negrito chaparro Me guía como a un ciego Y abre mis ojos Y abre mi corazón; A luto de su color negro Yo pienso que es blanco Del alma… pues fue creado En el quinto día Antes de ser el pecado Cuando fue virgen la creación. --A pesar de que su mirada dibuja tristeza con melancolía, también es una mirada muy dulce y tierna cuán amor irradia. Tiene más amigos que enemigos, pues tiene mucho carisma, con todo - 60 -

su pelo ondular y harto despeinado es estimado por la mayoría de quien lo ha tratado. Es de los perros que ladran pero no muerden, y contando que no ha ido alguna escuela y podrían juzgarle como un cínico sin valores, no lo es; porque sin

embargo de haberse criado entre lobos es fiel y y dócil y muy agradecido. No tomando en cuenta los auto desarreglos y vagancia del Negro. Aunque está muy lejos de algún perro estrella de cine, o de algún canino Setter o Terranova, el susodicho, es un perrito bien parecido y todavía es buen galán. Para facilitar los aseos del Negro le pedimos ayuda a cierto veterinario, para que le arreglara un corte de pelo. Pero el galeno equivocó aquel corte y lo rapó… y comprendiendo que en toda su vida --7 u 8 años de edad--, por suerte nunca lo hubo atrapado la razzia; obviamente el gentil y regio mascota andaba desnudo e indefenso, y además se sentía humillado --esto señaló Chevy cuando vio al Negro con ese forzado corte. Pues entre otros aspectos el despojado perrito sí dejaba ver en su rostro, la clara expresión de esa arbitrariedad y exceso, del cual me sentí en gran parte culpable, por lo que me pronuncié a reivindicarme ante él. Y a causa del frío, ahora lo visto con camisetas de nylon y hasta playera de terciopelo; además nuestra espléndida madre le compró una capa con un mameluco. Y sé que el Negro actualmente se siente adaptado, y hasta personalizado; porque ahora se viste tal como lo hace la gente decente. También, con la buena nueva, de que nuestro buen amiguito protagonista de este relato ya es autosuficiente; puesto, con gran celo cuida del - 61 peque bazar, a su control: “películas y revistas, bocinas y casetes, discos y otros”… Y, gracias al cielo de ahí sale para sus gastos; sus arreglos y croquetas, vacunas y demás menesteres. El tiempo juega con los animalitos y también con los seres humanos, presto con las manos de sus años los disfraza de diferentes maneras; así los disfraza de niños o de adolescentes como de jóvenes maduros o de hombres ancianos. Todo esto lo hace, para que todos los animales como todos los hombres evolucionen, y cumplan con su ciclo --nacer, reproducir y morir--. Por lo que el Negro azabache no es la excepción y cumple con su destino, como otro ser cualquiera; como perrito fue niño y llegó a la madurez, y como a él nunca le han faltado hembras, al parecer ya

procreó cuanto menos alguna camadita. Porque el Negro ya no es un chamaco, y lo denuncia su barba plateada y un poquito su condición física; aunque su espíritu siempre joven sea optimista alegre y retozón. Los espacios abiertos… son un rico simposio para nuestro amigo, y las calles se trasmutan en largas mesas que lo convidan a un provocativo banquete, de sazonados e innumerables olores. El Negrito jamás se hace del rogar y con hartas ganas le entra a todo, con toda la confianza del mundo; pues su glotón olfato no se llena y cesa de catar hasta reventar de placer. Como dice la bella canción: “del barrio, él es parte del paisaje”… y tan sólo confirmaré. Es cierto, que de la idea más perfecta de Dios se desató el Perro, para seguir siendo “el mejor amigo del hombre”. Gracias, Negrito. - 62 -

UN DICHO

El pequeño Jorge, en verdad fue muy feliz en su etapa infantil, con juguetes tan sencillos y en sí baratos, como un trompo de pino y un simple tacón de hule, o huesitos de chabacano de vario colorido y canicas “tréboles” de vidrio. De niño y joven festejaba sus cumpleaños con pasteles policromos y decorados con frutas. Ya en su larga madurez se festejaba con pasteles de tres leches. Pero después de los cincuenta años, festejaba su día nada más con pasteles de queso. Y ahora, que han corrido los años veloces a la par de los autos de carreras… Y la minada salud de Jorge se alejó por entre topes, baches, hoyos y cerradas. Tras de las mujeres que amó. Ahora el viejo Jorge ya carcacha, lento, y achacoso. --“Ya no quiere más queso. Sino salirse de la ratonera”--. Así como corre el dicho. - 63 -

DADOR DE VIDA

“El dador de vida”. Primero, sembró para los hombres y las mujeres: “repúblicas con flores” para el deleite de sus aromas. Luego, les dio carreteras y altos puentes con rascacielos, además con fábricas y humo; todo para satisfacer sus necesidades. Hoy, el mismo Dador De Vida; les da viajes espaciales… que seguramente mañana irán de llegar mucho más lejos. --Y ya solamente, le falta al hombre darle las gracias al Dador De Vida: Dándonos la mano y el mutuo respeto entre todos los hombres. Como entre las niñas y los niños de todos los países. - 64 -

VIAJERO DEL TIEMPO

Por el oeste de la ciudad, en una elegantísima zona residencial, y en una amplia calle limpia y arbolada. Se abrió un portón de madera, donde salió un lujoso automóvil color negro e iba una pareja a bordo. Conducía el arquitecto Enrique Arcos, y a su lado iba su esposa Katia quien lo acompañaba a una ceremonia, la cual se llevaría en efecto de un ventajoso contrato hecho por la constructora adonde trabajaba él; quien estaría a la cabeza del importante proyecto. Cuando salieron sus padres, el amado vástago Fabio, heredero universal de éstos; se despidió bostezando con el pijama puesto, abanicando su mano por el ventanal de su recámara: la misma que lindaba hacia el jardín y la cochera. Después del banquete y el brindis que hizo la pareja con champaña, bailaron varias piezas sin presiones de tiempo. Y cuando lo consideraron, pasaron a retirarse de aquel fastuoso salón. Afuera estaba nublado y empezaba a lloviznar. Por lo que Enrique iba manejando con cuidado a velocidad mínima; pero desgraciadamente el destino trajo en sentido contrario y a velocidad máxima a una camioneta --tripulada por algún

joven ebrio, quien iba acompañado por alguna escolta de trasnochadores; y en aquel agresivo y trágico accidente murió el matrimonio Arcos. Quedando en la orfandad el niño Fabio. Desde entonces, el abuelo César Arcos quien era un viejo y rico mercader, se responsabilizó en cuánto de la tutoría de su nieto; que entonces - 65 -

tenía 12 años de edad y cursaba el sexto año de la primaria (en una escuela de primera). Fabio, era un niño encauzado hacia los libros y siempre fue el primero en las clases, pero con la desaparición de sus entrañables padres. Dejó de importarle la escuela. Y aunque luego pasó a las aulas de enseñanza secundaria, dejó de ser un alumno sobresaliente para convertirse en un estudiante de los últimos. Todo iba de mal en peor para Fabio, pues por ahora demostraba pésimo carácter y rebeldía; y no estudiaba ni hacía deporte y no comía bien. El abuelo y la nana estaban desesperados. Ya no sabían qué hacer, ni médicos ni sicólogos ni los santos evangelios servían de algo. Hasta que milagrosamente. Un día regresó el pequeño adolescente, con una liviana sonrisa a flor de los labios y una chispa de luz en sus casi apagados ojos. --Hola abuelo dijo por una lado --y por el otro lado--. Hola nana. Les traigo una buena nueva, pongan mucha atención. --Sí hijo mío --se apresuró a contestar el buen abuelo, no sin notar el cambio--. Haz de cuenta que somos todo tímpano, a lo que nos digas. --Sí niño Fabito --dijo la nana--. Salga, lo que tengas que deciros, venga. --Pues. Llegó un equipo de médicos a nuestra escuela, y nos ofrecieron un viaje al futuro. Así como si fuera una beca. --¿Qué dices hijo? --don César, alisándose los pocos pelillos que tenía sobre la nuca, puso una cara de asombro. Tanto, como el del rostro de la noble nana, casi desfigurado por esa tan rara noticia, y por el brusco cambio de Fabio. - 66 -

--Eso no puede ser una beca ni otra cosa, y es pura ficción… --pronto opinó la nana, pero con la mirada puesta en don César y apoyándose en la opinión de él-- ¿verdad que sí señor? --Claro que sí, es una tomadura de pelo. Pues un viaje al futuro no puede ser cierto --ahora el abuelo apoyándose en la nana-- ¿verdad Sara? --Hasta donde yo sé: nada más se logra viajar por el tiempo… a través de la mente, o a través del sueño, o por medio de la literatura, o de las películas ¿verdad don César? --nuevamente, sin tomar en cuenta al impaciente “viajero”. Y como Fabio vio que aquéllos no le cederían algún crédito a lo del viaje, y que sólo trataban de deslizarse la pelota uno al otro; tirándolo de menos. En cuanto pudo intervino. --¡Sí se puede! --cortó molesto aquel diálogo de los otros-- viajar por el tiempo, ya no es una ficción sino una realidad. Ya que aparte que los hombres de ciencia, por medio de satélites y de naves espaciales pueden trasportar gérmenes de vida a distantes planetas, para que en un futuro pueblen los lugares más alejados. Por ahora, de una manera concreta, de acuerdo a lo acordado por los científicos que fueron a visitarnos, para hacernos aquella atenta invitación: el viaje más próximo hacia el futuro es por algún método de congelamiento. Y permanecer sepultado en una gaveta un siglo, dos siglos, tres siglos… O sea, que quiero hacer el viaje aunque sea de un siglo ¿sí abuelo? Al fin nomás se necesita la firma de nuestros padres, y tú como eres mi abuelo y mi tutor, me puedes autorizar el viaje. Don César enmudeció y empezó a sudar, sacó un pañuelo blanco que repasó por su frente; y ya - 67 -

enseguida de serenarse un poco respondió. --Tendré que pensarlo un poco, Fabio --habló con voz pausada--. No es nada fácil tomar una decisión de éstas así nomás porque sí, hijo. --Puedes pensarlo unos días --le consintió el nieto--. Ten los papeles que hay que firmar. El abuelo, recibió aquel fólder como un filoso cuchillo, que estaba a punto de hundírsele hasta las entrañas extirpándole el alma. Por el transcurso de esa semana. Fabito, iba y venía por todo el jardín que rodeaba la mansión

colonial, sus cabellos castaños revoloteaban en su trote por los empedrados corredores y junto al ruedo de la fuente. Por esos días, él, recobró el colorido durazno de su piel, y sus ojos de un color aceituna reían frente a toda la altivez y la belleza de la vida. Pero al término de aquella semana este joven niño, entró al despacho del abuelo. Para saber su decisión sobre la “creonigenización”. El hombre estaba leyendo un periódico deportivo y miró de soslayo al mocete, y como éste pudo imaginarse a lo que el nietecito llegó; el Don, sin más quiso sacarlo de la jugada. --¿Ya viste que ganó la selección hijo? Y, un partido más que ganemos, y pasamos a cuartos de final. --Sí abuelo, ya vi que ganó la selección. Y si le echa ganas puede clasificar… --aquél nomás le dio por su lado al abuelo, pero muy pronto le trató sobre del asunto-- ¿ya firmaste lo del viaje abuelo? Aunque todavía falta una semana para que lleguen los doctores, ya para no seguir con el suspenso. De una vez quiero tu autorización para estar bien seguro ¿sí abuelo? Por favor. - 68 -

--Si sobra una semana. Déjame pensarlo más fríamente, pero, lo más seguro y cuerdo es que no autorice la “crioconservación” --decidió. El menor no replicó nada. Ante la inesperada negativa, solamente movió la cabeza de manera reprobable, y alzando los hombros; Fabio, salió del despacho, para encerrarse en su recámara a piedra y lodo. Y así, volvió a su anterior rutina y antipatía por todas las cosas, casi no comía ni dormía. Y no daba oportunidad a la nana ni don César de hablar con él. Y únicamente trataba de fugarse con su librito de cabecera El Principito (de A. Exupery). El abuelo y la nana, más preocupados que de costumbre, tuvieron que platicar sin prejuicios sobre el deseo de Fabito. Y, no viendo ninguna posibilidad de convencer al interesado para que desistiera de esa loca intención. Sin otra opción tuvieron que conformarse, y don César firmó la autorización del viaje. El aspirante a viajero del tiempo. Se debió de someter a un riguroso examen médico. Después

de aprobar saludablemente los estudios, todo el equipo científico lo programó para el viaje; que finalmente llegó. Y así, Fabito se despidió para siempre de Sara y del abuelo. En el planeta tierra, los hombres más ricos de más poder aumentaron su egoísmo y abundaron sus intereses personales: ya cayendo desgracias y catástrofes, unas por las manos del hombre, y otras por la ira y manos de la madre naturaleza. Por entonces todavía fue provocada una tercera guerra mundial, y desapareció más de la mitad de toda la humanidad existente; dando rienda a que la ciencia dispusiera sus preparativos. Y los - 69 -

más acaudalados y aptos, volaron hacia la zafir luna para colonizarla. De acuerdo al año terrestre. Tales emigrantes permanecieron en aquel satélite lunar acaso dos décadas, pero por la contaminación mortal de la anterior guerra nuclear en la tierra empezaron a temer un poco. Y, mejor decidieron retirarse un poquito más, yéndose a radicar al planeta rojo, por ser el más cercano --Marte. Y a buen tiempo salieron huyendo todos esos colonizadores terrestres de la cara lunar, ya que por causas del calentamiento de la tierra y de la contaminación nuclear, cayó la luna sobre de la superficie terrestre; causando la mayor de todas las catástrofes en aquel moribundo planeta. A diferencia del campamento provisional de la luna --la Unidad habitacional hecha tan sólo con fibras de vidrio y raigambre. En el planeta rojo habían edificado una nueva ciudad sol, pero de marfil con oro y con cristales de diamante entre otros materiales preciosos. A esas alturas. Los nuevos marcianos, habían hallado entre varias curiosidades cósmicas, a la original piedra angular del mundo, y con dicha piedra hicieron un vaso filosófico, en el mismo que crearon el elixir de la vida eterna. Se dice que el mundo tiene memoria, y como en el mundo todo se sabe, recordemos que: Los niños aspirantes a viajeros del tiempo, esos que fueron congelados y conservados en gavetas en total fueron cien. Y sus orígenes eran de varios continentes, nada más que a la hora postrera en

la que despegarían las naves espaciales, ya para emigrarse de la madre tierra; por falta de cupo. - 70 -

Nomás subieron dos docenas y el resto de cajas las arrojaron al mar. Y por suerte, se llevaron a todos los aspirantes que querían ser regresados a la vida en un siglo, y entre aquéllos estaba Fabio Arcos Cimas. La nueva raza terremarciana. Estaba ocupada en las ciencias y en las artes, tanto, que ya para nada se acordaban de las gavetas. Ellas estaban escondidas en hermetismo y olvidadas, hasta el más profundo de los sótanos; en un almacén de seguridad. Hasta que los curiosos que no faltan investigaron lo que había guardado allá, así fue como sacaron el paquete humano --medio siglo más tarde del siglo convenido para abrirlos. Y cuando descongelaron aquellos viajeros del tiempo --5 mujeres y 19 hombres--. A todos los vacunaron con un antivirus universal. Después, inmunes a todas las enfermedades y a la muerte los formaron en una fila india… para entregarles unas plaquitas, y en esas mismas estaba inscrito su nuevo nombre. Y en honor a Julio Verne: así bautizaron a todos los descongelados, conforme al género de cada uno --Julio al varón, y Julia a la hembra; ellos, numerados del I al XIX, como ellas, numeradas del I al V. Por esto, al que fue Fabio Arcos Cimas, nomás le quitaron todo su nombre. Y quedó como Julio Verne XIII. --En esa República de Marte, se gobernaban a la luz del entendimiento, y era un estado simple de derecho justo e inteligente, manipulado pero con honradez y perfección… Que por tanto, no necesitaban de leyes escritas; pues en su alma y en su corazón tenían escritas ciertamente todas las verdaderas leyes del universo. No había corrupción, porque no había dinero - 71 ni intereses de por medio. “Si se lucha siempre contra todos, es porque nadie puede vencer a la muerte”. Y, como dichos hombres ya habían vencido a la muerte, tenían un profundo respeto, por toda

la creación entera y por todo el ser multiplicado en sus diferentes manifestaciones. Todo en aras del conocimiento para su aplicación y provecho de toda la humanidad, sin interesar su credo, ni tampoco importando su color. Julio XIII a las primeras horas del día tomaba clases en el Centro De Estudios Universales. Y como en cualquier mundo se debe trabajar duro en cualquier cosa. Julio, trabajó como mozo de mantenimiento en el Centro Arquitectónico. Y poco después, ocupó un puesto de intendente en en el Centro De Vuelos Espaciales. Y por ahora de acuerdo a su vocación, fue comisionado por el Centro Existencial De Vida, como oficial de paquetería y sembrador. El nombre de Fabio, había quedado atrás del horizonte de Julio XIII. Esto, le entristecía por una parte, porque también sus padres se habían quedado atrás de las presentes estrellas; pues ya por siempre pertenecían a otro plano de vida en donde existe la muerte: pero aunque alejado de ellos, supo que todo el universo es Uno… Y en medio de esta Unidad, sentía vibrar su alma con la energía de sus seres amados, a quienes sentía trascender dentro de su corazón. Y, ya podía ser feliz, en un “mundo feliz”. Su trabajo lo realizaba y humanizaba, pues le hubo dado un nuevo sentido a su vida: y a tiempo, en su moto-nave recorría toda la Vía Láctea y todo el Camino De San Diego y más allá… como un - 72 -

repartidor --en paquetería; de flora, de fauna, y de género humano--. Así también de labrador y sembrador universal de vida. - 73 -

ÍNDICE

CIELO ANIMAL………………………… 2 MASCOTAS LIBRES…………………… 5 PASADO, PRESENTE Y FUTURO…….. 6 TRABAJO DIGNO………………………. 8 EL RETRATO DE NARCISO…………… 11

EL BUENO………………………………. EL MALO………………………………... EL FEO…………………………………… LA MOJADA…………………………….. TRES HERMANOS……………………… SAN GOL………………………………… LA CAPERUCITA ROSA……………….. DERECHO DE APRENDER…………….. EL PELUCHÍN…………………………… EL NEGRO……………………………….. UN REFRÁN……………………………… DADOR DE VIDA……………………….. VIAJERO DEL TIEMPO…………….……

13 14 15 16 18 43 46 54 56 58 63 64 65

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