Dar prioridad a la mujer:

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(H)IBAIKAKO (H)ISTORIOAK. LAS TRES REGATAS Elixabete Perez Gaztelu E batez ere beheko mailetan eta emakumeetan. Eta emaitzak jasotzen hasi dira, bat

CODIFICADORES CON PRIORIDAD
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WHO/FCH/GWH/01.1 Distribución: General Original: Inglés

Dar prioridad a la mujer: Departamento Género y Salud de la Mujer Grupo Orgánico Salud de la Familia y la Comunidad Organización Mundial de la Salud 20 Av. Appia CH-1211 Ginebra 27 Suiza Correo electrónico: [email protected] Sitio web: http://www.who.int/gender/

Recomendaciones éticas y de seguridad para las investigaciones sobre la violencia doméstica contra la mujer

Organización Mundial de la Salud Ginebra, Suiza

Dharma-Chakra, o rueda de la ley El Dharma-Chakra, la rueda de la ley, es el símbolo más importante del budismo. En la vida de una persona, el Dharma se manifiesta a través de una buena conducta o conducta noble. El Chakra, que está representado por la rueda, simboliza un universo en constante cambio. Los ocho rayos de la rueda corresponden a los ocho caminos que llevan a la iluminación: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Buena opinión Buena resolución Buen discurso Buena conducta Buenos medios para ganarse la vida Buen esfuerzo Buena conciencia Buena concentración

Dibujo inspirado en las ruedas de piedra del Templo del Sol de Konarak (provincia de Orissa, India) Fuente: Ikat Textiles of India, por Chelna Desai Diseño de la cubierta: Máire Ní Mhearáin

WHO/FCH/GWH/01.1 Distr.: General Original: Inglés

Dar prioridad a la mujer: Recomendaciones éticas y de seguridad para las investigaciones sobre la violencia doméstica contra la mujer

Organización Mundial de la Salud Ginebra, Suiza

© Organización Mundial de la Salud, 2001 Se reservan todos los derechos. Las publicaciones de la Organización Mundial de la Salud pueden solicitarse a Comercialización y Difusión, Organización Mundial de la Salud, 20 Avenue Appia, 1211 Ginebra 27, Suiza (tel.: +41 22 791 2476; fax: +41 22 791 4857; correo electrónico: [email protected]). Las solicitudes de autorización para reproducir o traducir las publicaciones de la OMS – ya sea para la venta o para la distribución sin fines comerciales – deben dirigirse a la Oficina de Publicaciones, a la dirección precitada (fax: +41 22 791 4806; correo electrónico: [email protected]). Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no implican, por parte de la Organización Mundial de la Salud, juicio alguno sobre la condición jurídica de países, territorios, ciudades o zonas, o de sus autoridades, ni respecto del trazado de sus fronteras o límites. La mención de determinadas sociedades mercantiles o de nombres comerciales de ciertos productos no implica que la Organización Mundial de la Salud los apruebe o recomiende con preferencia a otros análogos. Salvo error u omisión, las denominaciones de productos patentados llevan letra inicial mayúscula. La Organización Mundial de la Salud no garantiza que la información contenida en la presente publicación sea completa y exacta. La Organización no podrá ser considerada responsable de ningún daño causado por la utilización de los datos. Las opiniones expresadas en los documentos por autores cuyo nombre se menciona son de la responsabilidad exclusiva de éstos.

Maqueta: Maureen Dunphy

Estas recomendaciones fueron elaboradas a partir de las que fueron preparadas para el Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer por Charlotte Watts, Lori Heise, Mary Ellsberg y Claudia García-Moreno1. Se basan en las experiencias colectivas de la Red Internacional de Investigación sobre Violencia contra la Mujer (IRNVAW). Nos gustaría expresar nuestro agradecimiento por la orientación recibida del Comité Directivo del Estudio de la OMS y del Grupo de Revisión Científica y Ética del Programa Especial de Investigaciones, Desarrollo y Formación de Investigadores sobre Reproducción Humana (HRP) de la OMS, sobre todo a Ruth Macklin. También queremos expresar nuestro agradecimiento a Henriette Jansen, Shana Swiss y Cathy Zimmerman por sus comentarios y sugerencias que nos permitieron mejorar la versión anterior de este documento (WHO/EIP/GPE/99.2). Para obtener mayor información sobre estas recomendaciones y el Estudio multipaís, comuníquese con: Dra. Claudia García-Moreno Coordinadora Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer Departamento Género y Salud de la Mujer Organización Mundial de la Salud 20 Av. Appia Ginebra 1211 Suiza Tel.: 41 (22) 791 4353 Fax: 41 (22) 791 1585 E-mail: [email protected] 1 Claudia Garcia-Moreno, OMS, es la coordinadora del Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer. Lori Heise y Mary Ellsberg del Programa de Tecnología Apropiada en Salud (PATH), Washington D.C., son asesoras técnicas del Estudio. Charlotte Watts de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM) es asesora técnica principal del Estudio.

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Introducción

L

a violencia contra la mujer, en sus diversas formas, es endémica en comunidades y países de todo el mundo, sin distinción de clase, raza, edad, religión o país. Según la Declaración de las Naciones Unidas, la violencia contra la mujer incluye “todo acto de violencia por razón de género que produzca, o que pueda producir, daño físico, sexual o psicológico, o cualquier tipo de sufrimiento a la mujer, incluidas las amenazas de tales actos, la coerción o las privaciones arbitrarias de libertad, independientemente de si ocurren en instancias de la vida pública o privada” (Naciones Unidas 1994). El tipo más común de violencia contra la mujer a nivel mundial es la “violencia doméstica” o el maltrato físico, emocional o sexual de la mujer por parte de su pareja o expareja íntima (Heise y col. 1999). Existen otras formas de violencia restringidas a regiones y comunidades específicas, como el hostigamiento para obtener dotes, la herencia de la esposa y otras vinculadas a prácticas tradicionales o usuales.

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Desde hace poco tiempo se empieza a prestar más atención a escala internacional a la violencia contra la mujer, incluida la violencia doméstica, gracias al activismo sostenido por organizaciones de mujeres. A medida que crece el reconocimiento de que existe violencia doméstica contra la mujer, ésta es objeto de debate, surgen preguntas importantes en cuanto a su magnitud en diferentes entornos, sus causas y consecuencias y los factores de riesgo relacionados. Asimismo, es mayor el reconocimiento de que se necesitan datos más precisos sobre la eficacia de diferentes intervenciones. Debido a las limitaciones de los datos basados en servicios, las cifras más exactas sobre la prevalencia de la violencia doméstica deben obtenerse a través de encuestas de población en las que se pregunta directamente a una muestra representativa de mujeres seleccionadas aleatoriamente acerca de sus experiencias en relación con la violencia. Las encuestas de población también pueden usarse para obtener apreciaciones importantes sobre algunas de las causas y consecuencias de la violencia y los factores de riesgo asociados con ella, y a largo plazo, para observar las tendencias y explorar el impacto de diferentes intervenciones. Por otro lado, una investigación cualitativa de mayor profundidad puede proporcionar datos importantes acerca de los entornos y los contextos en los que se producen actos violentos y de la dinámica del abuso, y

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permite comprender mejor la manera en que esa violencia afecta a las mujeres, a los niños y a las comunidades. De manera similar, la investigación sobre los hombres puede esclarecer de manera importante las causas de la violencia y el impacto de diversas formas de intervención. La investigación sobre la violencia contra la mujer plantea retos éticos y metodológicos importantes, por encima de los que surgen en cualquier otro tipo de investigación. La naturaleza del tema hace que las cuestiones de seguridad, confidencialidad, pericia y capacitación de las entrevistadoras sean aun más importantes que en otros campos de investigación. No es una exageración decir que la seguridad física y el bienestar psicológico tanto de las entrevistadas como del equipo de investigación pueden estar en peligro si no se toman las precauciones adecuadas. A fin de guiar la investigación futura en este campo, la Organización Mundial de la Salud ha elaborado las siguientes recomendaciones en lo referente a la conducción ética de las investigaciones sobre la violencia doméstica. Se basan en las experiencias recogidas por la Red Internacional de Investigación sobre Violencia contra la Mujer (IRNVAW). Fueron revisadas y aprobadas por el Comité Directivo del Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer y fueron objeto de revisión por parte de los miembros clave

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del Grupo de Revisión Científica y Ética del Programa Especial de Investigaciones, Desarrollo y Formación de Investigadores sobre Reproducción Humana (HRP). Estas recomendaciones complementan las descritas en las Directrices Internacionales del Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) para el Examen Ético de los Estudios Epidemiológicos (1991). Las recomendaciones han sido formuladas para que puedan ser usadas por cualquiera que pretenda investigar la violencia doméstica contra la mujer (investigadores, coordinadores de proyectos y similares), así como por quienes estén iniciando o revisando investigaciones de ese tipo (donantes, comités de investigación en materia de ética, etc.). Las directrices se centran en cuestiones específicas de ética y seguridad asociadas a la planificación y de investigaciones sobre este tema. No se proponen ofrecer orientación general ni recomendaciones sobre la planificación, la metodología y la logística de la investigación de la violencia contra la mujer, ni sobre los aspectos relativos a la ética de la investigación en general. (Este último tema se trata en las Directrices de CIOMS a las que se hace referencia con anterioridad.) Estas recomendaciones surgieron del debate de las recomendaciones que se prepararon para el Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer, y se centran principalmente en las

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consideraciones sobre ética y seguridad necesarias a la realización de encuestas de población sobre la violencia doméstica contra la mujer. Cabe agregar que muchos de los principios identificados se aplican también a otras formas de investigación cualitativa y cuantitativa sobre el tema. Las recomendaciones no fueron elaboradas para guiar la investigación de otras formas de violencia contra las mujeres, como la violencia en situaciones de conflicto armados o el tráfico de mujeres. Si bien es probable que algunos aspectos de las directrices sean de aplicación en dichas situaciones, es posible que existan diferencias importantes.

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Investigación de la violencia doméstica contra la mujer

A

menudo se cree que la violencia doméstica contra la mujer es un tema demasiado delicado para ser investigado a través de una encuesta de población y que la vergüenza, la culpa o el temor a más actos de violencia impida que las mujeres hablen de sus experiencias. Sin embargo, se han realizado de manera satisfactoria más de 50 estudios de investigación comunitaria sobre este tema en Asia, África, Oriente Medio, América Latina, Europa y América del Norte (Heise 1994, OMS 1997, Heise y col. 1999), y se han creado varios instrumentos para cuantificar el grado, la naturaleza, la gravedad y la frecuencia de diferentes formas de violencia interpersonal. Los estudios revelan que la investigación sobre la violencia doméstica contra la mujer puede realizarse respetando enteramente las consideraciones éticas y de seguridad. También ilustran que cuando se realiza la entrevista sin emitir juicios críticos y en un

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entorno apropiado, muchas mujeres hablan sobre sus experiencias de violencia. En realidad, en lugar de ser una barrera, las evidencias indican que muchas mujeres consideran beneficioso participar en investigaciones sobre la violencia (Center for Health and Gender Equity, 1996). A pesar de estos resultados positivos obtenidos hasta la fecha, existe el peligro real de que una investigación realizada sin el tacto y la atención debidas a la seguridad y la confidencialidad, pueda afectar y poner en peligro a las entrevistadas y, ocasionalmente, a las investigadoras. Toda investigación sobre la violencia doméstica contra la mujer tiene que dar prioridad a la seguridad de las mujeres e incorporar en la estructura del estudio la manera de proteger la seguridad de las participantes y garantizar que la investigación se conduzca de manera ética y con la sensibilidad necesaria. El recuadro 1 resume los principios claves de ética y seguridad que deben guiar toda investigación sobre la violencia contra la mujer. A continuación se describen las medidas que se recomiendan para asegurar que la investigación sobre violencia incluya estos principios.

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RECUADRO 1: RECOMENDACIONES ÉTICAS Y DE SEGURIDAD PARA LA INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA a. La seguridad de las entrevistadas y del equipo de investigación es esencial y debe guiar todas las decisiones del proyecto. b. Los estudios de prevalencia tienen que ser metodológicamente correctos y basarse en la experiencia actual de investigación sobre la manera de reducir al mínimo la subnotificación de la violencia. c. Es esencial proteger la confidencialidad a fin de garantizar tanto la seguridad de las mujeres entrevistadas como la calidad de los datos. d. Hay que seleccionar cuidadosamente a los miembros del equipo de investigación, que deben recibir capacitación especializada y apoyo continuo. e. La estructura del estudio debe incluir medidas para reducir el sufrimiento que la investigación pueda ocasionar en las participantes. f. Las trabajadoras de campo deben recibir capacitación para poder remitir a las mujeres que soliciten asistencia a los servicios locales y a las fuentes de apoyo disponibles. Donde existan pocos recursos, puede ser necesario que el estudio cree mecanismos de apoyo a corto plazo. g. Los investigadores y los donantes tienen la obligación ética de velar por que sus resultados se interpreten adecuadamente y se utilicen para impulsar la formulación de políticas y el desarrollo de intervenciones. h. En las encuestas diseñadas con otras finalidades sólo deberán incluirse preguntas relativas a la violencia cuando puedan satisfacerse los requisitos éticos y metodológicos.

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a) La seguridad de las entrevistadas y del equipo de investigación es esencial y debe guiar todas las decisiones del proyecto La seguridad física de las entrevistadas y de las entrevistadoras ante toda violencia potencial en forma de represalia por el agresor o los agresores es de primordial importancia. Si se divulga en el hogar o entre los miembros de la comunidad que la encuesta realizada era sobre violencia doméstica, un eventual agresor de violencia doméstica podría enterarse del tema de la entrevista. El mero acto de participar en un estudio puede exponer a la mujer a más actos de violencia o poner en peligro a la entrevistada o al equipo de la entrevista. Al mismo tiempo, la mujer, en calidad de sujeto y beneficiaria de la investigación, necesita expresar su total consentimiento. De esta manera, por razones éticas y de seguridad, es importante que la encuesta no se presente en los hogares y en la comunidad como una encuesta sobre violencia. Por el contrario, en esa fase el estudio debe presentarse como un estudio sobre la salud y las experiencias de vida de la mujer. Sin embargo, la mujer entrevistada sí debe estar completamente informada acerca de la naturaleza de las preguntas. Durante el procedimiento inicial de consentimiento debe mencionarse la delicadeza del tema de investigación. En el curso de la entrevista, la investigadora debe introducir con mucho tacto las secciones que se refieran al tema

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de la violencia, advirtiendo a la entrevistada de la índole de las preguntas y dándole la oportunidad de interrumpir la entrevista o de no responder a ciertas preguntas.

Q

Las entrevistas sólo deben realizarse en un entorno privado. La participante debe sentirse con libertad para cambiar la fecha (o el lugar) de la entrevista y elegir una fecha (o lugar) más segura o conveniente para ella.

Q

El estudio debe presentarse como un estudio sobre la salud de la mujer, sus experiencias de vida o sobre las relaciones familiares, con el fin de que la entrevistada pueda referirse a la encuesta sin riesgo. Los investigadores o entrevistadores también deben utilizar ese modo para describir la investigación a la comunidad y a los demás miembros del hogar. Una vez que la entrevistada y la entrevistadora estén a solas, se informará a la entrevistada sobre el contenido detallado del estudio como parte del proceso de consentimiento informado.

Q

En los casos donde la unidad de muestreo sea el hogar, la entrevista acerca de las experiencias de violencia doméstica se realizará sólo a una mujer por hogar. En los hogares donde haya más de una mujer, se seleccionará para la entrevista a una de ellas aleatoriamente. En las entrevistas realizadas a otros miembros de la familia (hombre o mujer) no

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deben figurar preguntas acerca de sus actitudes hacia la violencia o el uso de la misma, pues podrían hacerles sospechar que también se interrogó al respecto a la entrevistada principal.

Q

Cuando las entrevistas se realicen en el ámbito del hogar, las entrevistadoras deben estar capacitadas para finalizar o cambiar de tema si otra persona, aunque sean niños, interrumpe la entrevista. Una posible estrategia es elaborar un breve cuestionario de distracción sobre un tema menos delicado sobre la salud de la mujer (como la menstruación, la planificación familiar o el intervalo entre los embarazos). La entrevistadora puede luego prevenir a la persona encuestada de que comenzará a tratar ese otro tema si se interrumpe la entrevista y, si fuera necesario, pasará al cuestionario de distracción.

Q

La planificación logística debe considerar la seguridad de las personas encuestadas. Por consiguiente el presupuesto del estudio deberá prever la posibilidad de reprogramar algunas entrevistas. También deberá incluir la identificación por adelantado de otros lugares (como un centro de salud local) donde puedan realizarse las entrevistas si así lo desearan las mujeres entrevistadas.

Q

La planificación logística y el presupuesto deben contemplar también las necesidades en

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cuanto a la seguridad de las entrevistadoras. Con el objeto de garantizar la seguridad, puede ser necesario que las entrevistadoras viajen en grupos de dos, lleven un teléfono móvil, utilicen ciertos medios de transporte o choferes, o que se asigne una escolta masculina de confianza para que acompañe a los grupos a barrios donde sea peligroso que las mujeres vayan solas, en particular si las entrevistas se realizan de noche.

b) Los estudios de prevalencia tienen que ser metodológicamente correctos y basarse en la experiencia actual de investigación sobre la manera de reducir al mínimo la subnotificación de la violencia La atención cada vez mayor que se otorga a la violencia contra la mujer ha propiciado en algunos lugares la ejecución rápida de encuestas de población para documentar la prevalencia de diferentes formas de violencia y maltrato. Como ocurre en otros estudios sobre temas delicados, las participantes tienden a subnotificar el alcance real de sus experiencias. Por ello, existe el peligro de que un estudio bien intencionado pero mal conceptualizado o ejecutado conlleve a una grave subnotificación de la violencia. Ello es causa de dificultades éticas y prácticas.

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Desde el punto de vista ético, es inaceptable llevar a cabo un estudio mal diseñado e incapaz de lograr sus objetivos básicos. Esto es especialmente cierto en los estudios sobre la violencia contra la mujer que abordan experiencias difíciles y dolorosas y que, además, pueden poner en peligro a las mujeres. Del mismo modo, desde el punto de vista práctico, es preocupante que un estudio afirme que el nivel de violencia doméstica en un determinado lugar es bajo cuando la evidencia indica lo contrario. Haber adquirido datos incorrectos quizá sea peor que carecer de datos, pues si las estimaciones de prevalencia son bajas, podrían ser utilizadas para cuestionar la importancia de la violencia como área legítima de preocupación. En consecuencia, es importante que las encuestas sobre la violencia doméstica sean metodológicamente correctas y se basen en recomendaciones actuales para reducir al mínimo la subnotificación. Las investigaciones actuales indican que la cantidad de información revelada está relacionada con la manera en que se formulan las preguntas. En general debe evitarse el uso de términos generales tales como “maltrato”, “violación” o “violencia” y, en su lugar, preguntar a las entrevistadas si han sufrido actos específicos tales como golpes o bofetadas. Para cada tipo de maltrato es conveniente preguntar sobre una gama de comportamientos, y utilizar

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indicaciones específicas que insten a la entrevistada a tener presentes diversos lugares (el hogar, el trabajo, la escuela) o posibles agresores (su pareja actual, parejas anteriores, otros parientes varones, varones que ocupan posiciones de autoridad). Las preguntas aisladas y generales sobre el maltrato y la violencia no suelen ser apropiadas para captar las verdaderas tasas de abuso y violencia (Center for Health and Gender Equity, 1995). La cantidad de información revelada también guarda relación con la naturaleza y la duración de otras preguntas de la entrevista, el número de oportunidades que las entrevistadas tienen para revelar información y la presencia o la ausencia de otros individuos durante la entrevista (Ellsberg y col., 2001). El grado en el que las mujeres hablan sobre sus experiencias violentas depende también del sexo, la capacidad, la actitud y la capacitación de la persona que realiza la entrevista. Gran parte de la violencia contra las mujeres la perpetran hombres, y la experiencia hasta la fecha nos indica que las mujeres se sienten más cómodas cuando hablan de la violencia con otras mujeres. Se ha comprobado también que las mujeres adultas prefieren no hablar sobre la violencia con entrevistadoras que, en su opinión, no entienden sus experiencias, o cuando no muestran empatía con ellas. En consecuencia, en algunos lugares, han surgido dificultades cuando se han utilizado como entrevistadoras a mujeres jóvenes o solteras, o personas sin experiencia con el

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tratamiento de temas delicados. Ello destaca la importancia de velar por que las entrevistas sean realizadas por entrevistadoras cuidadosamente seleccionadas y adecuadamente capacitadas. También es indispensable someter a prueba las herramientas en ensayos piloto previos, así como supervisar la calidad de la ejecución de los estudios. Cuando se documenten niveles muy bajos de violencia o se encuentren resultados imprevistos, éstos deben discutirse con informantes claves y diferentes grupos de la comunidad entendidos del tema antes de difundirlos al público. Si estos grupos cuestionan la validez de los resultados, sus inquietudes también deberán presentarse durante las actividades de difusión.

c) Es esencial proteger la confidencialidad a fin de garantizar tanto la seguridad de las mujeres entrevistadas como la calidad de los datos Gran parte de la información proporcionada por las entrevistadas será sumamente personal. La dinámica de una relación violenta es tal que el acto de revelar detalles sobre la violencia a alguien ajeno a la familia también podría provocar un episodio violento. Por estas razones, es de suma importancia respetar la confidencialidad de la información

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recopilada en una encuesta o en entrevistas en profundidad con víctimas de la violencia. Deben usarse varios mecanismos para proteger la confidencialidad de la información obtenida, entre otros:

Q

Las entrevistadoras deben recibir instrucciones estrictas acerca de la importancia de mantener la confidencialidad. Este aspecto debe tratarse durante la capacitación. Ninguna entrevistadora debe realizar entrevistas en su propia comunidad.

Q

Como parte del proceso de consentimiento, las participantes deben de estar informadas acerca de los procedimientos de confidencialidad. No se debe escribir ningún nombre de las participantes en los cuestionarios, pero se podrán utilizar códigos de identificación únicos para distinguirlos. Cuando se necesiten identificadores para relacionar el cuestionario con cada participante o lugar de la investigación, dichos identificadores deberán guardarse separadamente de los cuestionarios y se destruirán al final de la investigación. Otro consentimiento es necesario para utilizar los identificadores para contactos futuros. Si se obtiene este consentimiento, los identificadores se deberán guardar en un lugar seguro y deberán ser destruidos al final del periodo de tiempo acordado.

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Q

Cuando se graben cintas de las entrevistas en profundidad con víctimas de actos de violencia, éstas deberán mantenerse en un archivo bajo llave con acceso restringido, y se borrarán después de la transcripción. Es necesario obtener el permiso de la entrevistada antes de realizar la grabación. Además, no debe mantenerse ningún registro del nombre de las entrevistadas a quienes se informará acerca de las personas que tendrán acceso a las cintas y el tiempo que se conservarán.

Q

Durante la presentación de los resultados de la investigación es particularmente importante asegurar que la información presentada esté lo suficientemente agregada para que no se identifique a ninguna comunidad o individuo. Cuando se presenten los resultados de estudios de casos, los pormenores deberán modificarse lo suficiente para que no se pueda identificar la fuente de la información.

Q A pesar de que las fotografías de mujeres maltratadas pueden ser una manera poderosa y emotiva de informar acerca de la violencia en el hogar, se debe tener especial cuidado cuando se utilice ese tipo de documentación. Se tiene que preguntar a las entrevistadas si permiten que se les tome fotografías, y si luego éstas se pueden mostrar; su aceptación forma parte del proceso de consentimiento informado. Es necesario informar a 21

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las entrevistadas sobre la manera y el lugar en que probablemente se mostrarán o exhibirán las fotografías.

d) Hay que seleccionar cuidadosamente los miembros del equipo de investigación, quienes deben recibir capacitación especializada y apoyo continuo Una de las lecciones que se deriva constantemente de la experiencia de los miembros de la Red Internacional de Investigación sobre la Violencia contra la Mujer es que todos los miembros del equipo que participan en la investigación sobre violencia contra la mujer, incluyendo las entrevistadoras, requieren capacitación y apoyo especializados más allá de lo que se ofrece normalmente al personal de investigación. Esta capacitación debe incluir una introducción básica a los temas de violencia doméstica y una orientación general sobre los conceptos de género y de discriminación y desigualdad de género. La capacitación debe proporcionar a las trabajadoras de campo un mecanismo para confrontar y superar sus propios prejuicios, temores y estereotipos en lo referente a las víctimas del abuso. Muchas trabajadoras de campo habrán asimilado actitudes “que culpan a la víctima” características de la cultura predominante, una realidad que probablemente reduzca su

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capacidad para conseguir la revelación total y honesta de las mujeres que entrevistan. Se ha comprobado que las tasas de violencia notificada son susceptibles a las insinuaciones de juicio crítico o de culpa por parte de las entrevistadoras. Además, la capacitación debe dar ocasión a que el personal de investigación acepte sus propias experiencias de violencia. La alta prevalencia de la violencia contra la mujer a nivel mundial significa que, casi sin excepción, uno o más miembros del equipo de investigación habrán sido blanco directo o tendrán experiencias familiares de violencia. Si bien esto puede mejorar las aptitudes y la empatía de las entrevistadoras, el hecho de formar parte del estudio (en calidad de entrevistadora, supervisora, procesadora de datos o estadística) puede despertar imágenes, emociones, y conflictos internos, o crear confusión. Estas reacciones pueden repercutir en la capacidad de trabajo o en la salud, y pueden crear tensión en el hogar. Incluso cuando una investigadora o una trabajadora de campo no ha sufrido actos violentos, escuchar historias de violencia y maltrato, como ocurre cuando se investigan casos de muerte, puede provocar un enorme desgaste, e incluso resultar abrumador. La experiencia ha demostrado que, a menos que se confronte esta realidad directamente, los proyectos de investigación sufren elevadas tasas de abandono entre los miembros del personal. Existen varias maneras de responder a las

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necesidades de las investigadoras y las trabajadoras de campo. Durante el proceso de capacitación es importante que el tema de la violencia se trate abiertamente, y que las participantes tengan la opción de retirarse del proyecto sin perjuicios. Durante el trabajo de campo deben programarse reuniones periódicas para la presentación de informes, a fin de que el equipo de investigación pueda conversar sobre lo que escucha y expresar sus sentimientos con respecto a la situación y la manera en que le afecta. En estas reuniones hay que tratar de reducir el estrés de las trabajadoras de campo y evitar toda consecuencia negativa. Las entrevistadoras también deben tener la posibilidad de hablar de ello en privado con los que dirigen el estudio, si así lo desean. A pesar de estas medidas, es posible que algunas trabajadoras necesiten desempeñar tareas menos agobiantes desde el punto de vista emocional, o tengan que separarse temporalmente del estudio o abandonar la investigación completamente. Hay que ayudar también a las entrevistadoras a que comprendan su función con respecto a la mujer que les comunica que ha sido objeto de actos de violencia. Deben estar dispuestas a ayudarla si lo solicita (ver a continuación) pero no deben decirle lo que tiene que hacer o aceptar la carga personal de tratar de “salvarla”. Las entrevistadoras no deben asumir el papel de consejeras, y toda actividad de orientación que se pueda ofrecer en el contexto del

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estudio debe realizarse completamente al margen de la recolección de datos.

e) El diseño del estudio debe incluir medidas para reducir el sufrimiento que la investigación pueda ocasionar a las participantes Hay que intervenir activamente para reducir al mínimo los sufrimientos que pueda provocar la investigación. La violencia doméstica es un tema delicado y estigmatizado, y con frecuencia se culpa a las mujeres de la violencia que sufren. Todas las preguntas sobre la violencia y sus consecuencias deben formularse con empatía y sin emitir juicios críticos. Por otra parte, hay que velar por que el lenguaje del cuestionario no se interprete como crítico, culpabilizante o estigmatizante (Liss y Solomon, 1996). Como se ha señalado antes, algunos datos indican que para muchas mujeres es beneficioso poder hablar sobre los actos de violencia que han vivido. No obstante, la entrevistada puede recordar experiencias aterradoras, humillantes o muy dolorosas que le puedan producir una fuerte reacción emocional. Por consiguiente, es necesario capacitar a las entrevistadoras para que sean conscientes de los efectos que las preguntas

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puedan tener en la informante y sobre el mejor modo de responder, en función al grado de angustia de la mujer. Algunas mujeres pueden emocionarse durante la entrevista y, no obstante, querer seguir adelante después de un momento para reponerse. La capacitación de las entrevistadoras debe incluir prácticas sobre la manera de terminar una entrevista cuando el impacto de las preguntas sea demasiado negativo. Todas las entrevistas deben concluir de manera positiva (Parker y Ulrich, 1986), reforzando las estrategias propias de la entrevistada para salir adelante y recordándole que la información que ha compartido es importante y que se usará para ayudar a otras mujeres. Asimismo, las entrevistadoras pueden ayudar a entender a la entrevistada que nadie merece ser maltratado, y le informarán sobre sus derechos ante la ley.

f) Las trabajadoras de campo deben recibir capacitación para poder referir a las mujeres que soliciten asistencia a los servicios locales y a las fuentes de apoyo disponibles. Donde existan pocos recursos será necesario que el estudio cree mecanismos de apoyo a corto plazo Es importante que los investigadores se anticipen y

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estén preparados para responder apropiadamente a las mujeres que puedan necesitar asistencia adicional durante la entrevista o después. Antes de realizar la investigación, los investigadores necesitan contactar a los prestadores de apoyo existentes, por ejemplo, servicios de salud, jurídicos y sociales, y recursos educativos existentes en la comunidad, así como con prestadores de apoyo menos oficiales (por ejemplo, representantes de la comunidad, líderes religiosos, curanderos tradicionales y organizaciones de mujeres). Hay que obtener el acuerdo de los prestadores de los servicios y determinar las formas de apoyo que pueden proporcionar. Es necesario preparar entonces una lista de los recursos y ofrecerla a las entrevistadas, independientemente del hecho de haber manifestado el haber sufrido violencia o no. La lista de recursos debe ser suficientemente pequeña para que puedan ocultarla, o incluir en ella otros servicios, para no alertar a un agresor potencial sobre la naturaleza de la información proporcionada. Cuando los recursos disponibles son escasos puede ser necesario que una consejera o una defensora de los derechos de la mujer debidamente capacitada acompañe a los equipos de entrevistadoras y ofrezcan apoyo en función de las necesidades. En general, esta modalidad puede consistir en comunicar a las entrevistadas que una persona especializada en temas de la mujer o de violencia podrá reunirse con quien lo requiera o se

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interese a una hora y lugar determinados. Preferentemente, este lugar debe ser un centro de salud, una iglesia o una organización local al que las mujeres puedan acudir fácilmente sin despertar sospechas.

g) Los investigadores y los donantes tienen la obligación ética de velar por que los resultados se interpreten adecuadamente y se utilicen para impulsar la formulación de políticas y el desarrollo de intervenciones Es importante que los resultados de las investigaciones se tengan presentes en las actividades de promoción, formulación de políticas e intervención que estén en curso. Con demasiada frecuencia, los resultados fundamentales de una investigación no llegan a captar la atención de promotores y responsables de las políticas mejor ubicados para utilizarlos. El enorme costo de la violencia contra la mujer en los planos personal, social y de la salud, crean la obligación moral en los investigadores(as) y donantes de velar por que los resultados del estudio se apliquen en la práctica. Es importante también que la comunidad en la que se ha realizado el estudio sea informada cuanto antes y en su propio idioma sobre los resultados de la investigación en la que participó.

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Una manera de mejorar la pertinencia de los proyectos de investigación es incluir, desde el principio, a grupos de promoción y de servicios en calidad de asociados en la investigación, o como miembros de un comité asesor. Esos comités pueden desempeñar una función importante en el diseño del estudio, la formulación de recomendaciones sobre la redacción de las preguntas, ayudar con la capacitación de las entrevistadoras, y la orientación sobre análisis e interpretación de los resultados. También pueden desempeñar un papel primordial en la divulgación y aplicación de los resultados de los proyectos. Es posible utilizar una variedad de actividades a través de los medios oficiales y oficiosos de comunicación, para difundir los resultados del estudio a nivel local y nacional, y para explorar posibles actividades de seguimiento. Siempre que sea posible, los resultados deberán utilizarse en actividades de promoción, formulación de políticas e intervención, como la campaña de “16 Días de Activismo Contra la Violencia hacia la Mujer” (del 25 de noviembre al 10 de diciembre)2, evento reconocido mundialmente. Los investigadores han de tener una actitud dinámica para velar por que el público y los medios 2

“16 días de activismo contra la violencia hacia las mujeres” es parte de la

Campaña Mundial por los Derechos Humanos de las Mujeres, iniciada en 1991, por el Centro para el Liderazgo Mundial de las Mujeres en los Estados Unidos.

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de comunicación interpreten apropiadamente los resultados de la investigación. Aunque del análisis pueda deducirse que algunos subgrupos estén más expuestos a determinadas formas de violencia que otros, los investigadores han de procurar, cuando presenten los resultados, que no se fomenten estereotipos negativos de determinados grupos étnicos o sociales, y que no pueda identificarse o estigmatizarse a ninguna comunidad o individuo. Una estrategia posible sería destacar que la violencia contra la mujer no distingue los límites entre comunidades y grupos socioeconómicos. También es necesario destacar las similitudes y los aspectos paralelos entre los subgrupos y describir la manera en que formas particulares de desigualdad pueden contribuir a las diferencias observadas (Aronson y Fontes, 1997). Por ejemplo, con frecuencia se han notificado niveles más elevados de violencia física entre grupos socioeconómicos más bajos. En estas situaciones, es importante emplear los resultados para promover un cambio positivo en vez de permitir que los resultados estigmaticen aún más a este grupo.

h) En las encuestas diseñadas para otras finalidades sólo deberán incluirse preguntas relativas a la violencia cuando puedan satisfacerse los requisitos éticos y metodológicos necesarios

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Cada vez más a menudo los investigadores incluyen preguntas relativas a la violencia contra las mujeres en estudios diseñados principalmente para otras finalidades. Este enfoque puede, en principio, ser útil para proporcionar datos básicos sobre la violencia cuando un estudio específico y profundo no sea factible, y para proporcionar datos sobre los vínculos entre la violencia y otros temas de salud y desarrollo (por ejemplo, se pueden incluir preguntas sobre la victimización en un estudio relativo al intento de suicidio en la mujer o a salud reproductiva). Sin embargo, la experiencia indica que esta estrategia a menudo obliga a encontrar un equilibrio. El desafío de garantizar la calidad de los datos, así como la seguridad de las participantes, es a menudo mayor en estas circunstancias que en estudios centrados en la violencia (Ellsberg y col. 2001). Dado que la cantidad de información revelada depende de una variedad de factores (incluida la duración de la entrevista, el tipo y la cantidad de las preguntas, y la afinidad que se crea entre las entrevistadoras y las entrevistadas), intercalar unas cuantas preguntas relativas a la violencia entre una serie de preguntas extensas sobre otros temas tiende a reducir la disposición de las mujeres a revelar actos de violencia, con lo que se reducen las tasas de prevalencia deducidas. Además, dado que la capacitación especializada de las entrevistadoras y la confidencialidad y el apoyo

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de seguimiento para las entrevistadoras y las informantes son críticos para toda encuesta que aborda la violencia contra la mujer, a menudo es mucho más difícil asegurar que se respeten esas directrices cuando la violencia representa sólo una parte pequeña del objetivo de una investigación. Debido a esos inconvenientes, sólo tiene sentido intercalar preguntas sobre la violencia en otros estudios cuando el equipo de investigación básico esté dispuesto a observar las directrices éticas y metodológicas básicas mencionadas en este documento, y es capaz de hacerlo. Cuando no sea factible, es preferible no interrogar directamente a las mujeres sobre sus propias experiencias de maltrato. En esos casos, quizá sea más apropiado, formular preguntas menos personales sobre las actitudes con respecto a la violencia o sobre el conocimiento que puedan tener las entrevistadas acerca de otras personas que han sufrido actos violentos en lugar de indagar directamente sobre la historia personal de una mujer. Mientras más larga sea la interrogación a las mujeres acerca de sus propias experiencias, más imperativo es asegurar el respaldo adicional y la confidencialidad.

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Conclusión: Dar prioridad a la seguridad de las mujeres

E

n la actualidad se está prestando gran atención a la violencia doméstica contra la mujer y, en consecuencia, los fondos que se dedican a la investigación de este tipo específico de violencia han aumentado en todo el mundo. Las recomendaciones que se detallan en este documento reflejan el conocimiento actual en cuanto a las consideraciones éticas y de seguridad que hay que abordar cuando se realiza una investigación sobre violencia doméstica. La naturaleza especial de este tema de investigación exige que la cuestión de la seguridad se aplique desde el comienzo mismo del estudio y durante su ejecución y difusión. Ello significa que la investigación sobre la violencia probablemente requiera más tiempo y más recursos, con el fin de garantizar que se cumplan plenamente esos requisitos. Los donantes y

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los investigadores, por igual, pueden contribuir a la seguridad de las mujeres aplicando estas directrices y colocando siempre el bienestar de las mujeres por encima de los objetivos de la investigación.

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Referencias Aronson Fontes L. (1997) Conducting ethical crosscultural research on family violence. Capítulo 23 en Out of the darkness: contemporary perspectives on family violence. Eds. Kaufman Kantor, Jana Jasinski. Publicaciones Sage. Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) (1993) Pautas Internacionales para el Examen Ético de los Estudios Epidemiológicos, Ginebra, Suiza. Ellsberg M., Heise L., Peña R., Agurto S., y Winkwist A., (2001), Researching violence against women: methodological and ethical considerations. Studies in Family Planning 32 (1): 1-16. CHANGE - Center for Health and Gender Equity (1995) Measuring Violence Against Women CrossCulturally. Notas de una reunión. 29 de junio de 1995. Documento inédito.* CHANGE - Center for Health and Gender Equity (1996) Segunda Reunión Anual de la Red Internacional de Investigación sobre la Violencia contra las Mujeres. 8 al 19 de diciembre de 1996. Documento inédito.* * Se pueden obtener copias de [email protected]

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Heise L., Pitanguy H., y Germain A., (1994) Violence Against Women: The Hidden Health Burden. Documento de trabajo del Banco Mundial 255. Heise L., Ellsberg M., y Gottemoeller M., (1999). Ending violence against women. Population Reports Series L (11). Baltimore, Johns Hopkins University School of Public Health, Population Information Programme, December. Liss M., y Solomon S.D., (1996) Ethical Considerations In Violence-Related Research. Documento inédito. Parker B., y Ulrich Y., (1990) A Protocol Of Safety: Research On Abuse Of Women. Nursing Research Julio/Agosto 38:248 - 250. Asamblea General de las Naciones Unidas (1993) Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. A/RES/487104, 1994. OMS/FRH/WHD/97.8 (1997) Violencia doméstica contra la mujer: Una prioridad de salud pública.

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