David Hume. Tratado de la Naturaleza humana. Investigación sobre los principios de la moral

David Hume Tratado de la Naturaleza humana. Investigación sobre los principios de la moral. 1 El Empirismo Británico El término empirismo viene de

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David Hume Tratado de la Naturaleza humana. Investigación sobre los principios de la moral.

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El Empirismo Británico El término empirismo viene de la voz griega “empeiria” que significa experiencia. Empirista es todo sistema filosófico que atribuye a la experiencia un papel fundamental dentro del conocimiento. Tanto el empirismo como el racionalismo coinciden en señalar que lo que conocemos son ideas, pero los racionalistas sostienen el origen innato de las mismas y los empiristas consideran que proceden de la experiencia. Para los empiristas, la experiencia es la fuente, el criterio de validez y el límite mismo del conocimiento; y por experiencia entienden tanto la interna como la externa. Por otro lado los racionalistas consideran la matemática como modelo de saber y el método ideal es el método deductivo; los empiristas en cambio se decantan por la ciencia física y su método inductivo. Dentro del empirismo británico las figuras más destacadas son John Locke, George Berkeley i David Hume. Para Locke el pensamiento no trata directamente sobre las cosas, sino sobre las ideas que nuestra mente tiene sobre las cosas. Las ideas constituyen el objeto inmediato de conocimiento. Los seres humanos poseen ideas en su mente y éstas no proceden de forma innata sino que proceden de la experiencia. La idea es todo aquello que percibimos o conocemos. El ser humano percibe mediante los sentidos cualidades de las cosas, es decir, no percibimos las sustancia “rosa”, percibimos el color, olor…pero no la sustancia “rosa”. La sustancia como soporte de esas cualidades es incognoscible, no la podemos percibir. Le llamamos sustancia por una necesidad psicológica pero no la podemos percibir. Si no podemos percibir la sustancia ¿cómo podemos tener esa idea de la sustancia “rosa”? Locke dice que aunque no podamos percibir la sustancia como soporte de las cualidades que sí percibimos, tiene que existir. Es decir, existe un mundo externo ya que sin él no habría ideas de cualidades de las cosas. Tiene por lo tanto que existir un mundo externo a la mente aunque lo que realmente conocemos sean las ideas que hay en nuestra mente. Esto le lleva a afirmar la existencia de Dios como causa de la propia existencia de la realidad y de las mentes. Berkeley acepta la teoría del conocimiento de Locke, es decir, que nuestro conocimiento es un conocimiento de ideas y no de cosas. Incluso acepta que todo el conocimiento proviene de la experiencia, no hay ideas innatas. De todas formas el hecho de que existan mentes que perciben no justifica afirmar que existe un mundo externo, sólo podemos afirmar que existen mentes porque ser es percibir, sólo afirmamos que existen ideas no una realidad externa que las provoque, nunca percibimos la sustancia material externa que se supone que las provoca. Sabemos que existe lo que percibimos y lo que percibimos está en

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nuestra mente como cosa mental. Sólo Dios es la garantía de que lo que percibe mi mente es lo mismo que percibe otra mente.

David Hume Es el más radical de los empiristas británicos. Nace en Edimburgo en 1711 y muere en esa misma ciudad en 1776. En su libro Investigación sobre el entendimiento humano establece que el hombre puede ser considerado como ser racional o como ser de acción. En el primer caso la ciencia del hombre se convierte en una investigación sobre su entendimiento, es decir, se trata de partir del estudio del proceso psicológico para establecer las leyes que lo regulan. En el segundo caso se estudian las pasiones y la moral tomando como punto de partida la observación de la naturaleza humana. Teoría del conocimiento Hume considera que sólo un conocimiento verdadero de la naturaleza humana puede ser el fundamento seguro de todas las demás ciencias. La investigación filosófica debe encaminarse hacia la construcción de la naturaleza humana. Esta ciencia del hombre debe fundamentarse en la experimentación y la observación. Origen del conocimiento: impresiones e ideas. Todos nuestros contenidos mentales y conocimientos derivan de la experiencia sensible, es decir, de la percepción. Para Hume las percepciones son todos los contenidos mentales. Hay dos clases de percepciones dependiendo de la fuerza y vivacidad con laque se implantan en nuestra conciencia: impresiones e ideas. a) Las impresiones son las percepciones más intensas y vivaces que tenemos, son datos inmediatos de nuestra experiencia: sensaciones, deseos, pasiones o emociones en le momento mismo de ver, desear amar o tener miedo. b) Las ideas son las imágenes debilitadas de las impresiones cuando pensamos o razonamos. Son contenidos mediatos, reproducidos o derivados de las impresiones y por esa razón menos vivaces, más débiles. Son los recuerdos, imágenes… La diferencia entre una y otra es sólo el grado o intensidad. La conexión entre unas y otras se conoce como principio de copia. Las impresiones preceden siempre a su correspondiente idea, es decir, son causa de las ideas.

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Las percepciones también las clasificamos de acuerdo a su estructura, pueden ser simples o complejas. Las simples es cuando ya no se pueden descomponer (fragancia de una rosa) y las complejas si puedo descomponerlas (la percepción de la rosa la descompongo en fragancia, color, tacto, figura…) Toda percepción compleja es el resultado de la unión por parte de la mente de varias percepciones simples. Las percepciones también se pueden clasificar según su procedencia. Serían percepciones de sensación o percepciones de reflexión. Las de sensación son aquellas que proceden de nuestros sentidos (impresión sensorial, dolor, placer…). Y las de reflexión hacen referencia a los estados internos de la mente (pasiones, deseos o emociones). Queda pues establecido que la base de todo el conocimiento se sustenta en las impresiones simples, sin ellas no se podría pensar. La percepción sensible es fundamental para conocer, a diferencia de lo que ocurría con Descartes, para Hume el criterio de validez del conocimiento o de una idea vendrá dado por su dependencia de la percepción sensible. Es decir, una idea o un conocimiento, será válido si podemos determinar la impresión de la que se deriva.

Asociación de ideas Todo el conjunto de impresiones e ideas simples es ordenado por la mente y por sus capacidades (imaginación y memoria). Todas las ideas simples se asocian para convertirse en complejas mediante tres principios o leyes de asociación: a) Ley de asociación por semejanza (una pintura o foto). b) Ley de asociación por contigüidad espacio temporal (dos cosas que comparten espacio y tiempo). c) Ley de asociación por causalidad (dos fenómenos que siempre se presentan seguidos, herida-dolor). Este es el caso en que la mente comprende bajo una conexión necesaria –y no sólo causal- el antecedente y el consecuente. La tercera es la que se impone con mayor fuerza a la mente humana.

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Tipos de conocimiento: relaciones de ideas y cuestiones de hecho Hume distingue dos tipos de conocimiento, las relaciones de ideas y las cuestiones de hecho. Las relaciones de ideas son un tipo de conocimiento que incluye todas las proposiciones de la geometría, álgebra y aritmética. “El todo es mayor que la parte”, “la suma de dos más dos es igual a cuatro”… Afirman sólo relaciones de ideas y a estas proposiciones se llega por razonamiento sin necesidad de recurrir a la experiencia. La verdad de estas proposiciones es independiente de la experiencia, se basan en el principio racional de no contradicción. Son proposiciones universales y necesarias. Estas proposiciones no amplían nuestro conocimiento de la realidad. Las cuestiones de hecho: el conocimiento que se refiere a hechos depende enteramente de la experiencia. Lo único que nos garantiza la verdad de las proposiciones que afirman hechos es la experiencia, de manera que sólo podemos estar seguros de aquello que está o presente a los sentidos o registrado en la memoria pero no aquello que trascienda estos límites. A estas proposiciones se llega a través de la experiencia no del razonamiento, su verdad depende de la experiencia (no se basan en el principio racional de no contradicción). El hecho de que su conocimiento dependa de la experiencia, y ésta es limitada, y lo contrario siempre es posible, no produce conocimientos universales y necesarios, sino particulares y probables. Estas proposiciones sí informan, aunque de una forma parcial, sobre la realidad.

Critica de los conceptos metafísicos Como consecuencia de su comprensión empirista del conocimiento Hume cree necesario analizar la validez de los conceptos e ideas que tradicionalmente se utilizan en la filosofía. Hume va a someter estos conceptos a su criterio empirista de certeza: un concepto o una idea será válida sólo en el caso de que pueda ser referida a una determinada impresión. Si en el curso del análisis descubrimos que una determinada idea no puede ser referida a ninguna impresión, entonces hemos de desechar como válida esa idea.

a) Crítica de la idea de causa como conexión necesaria entre dos fenómenos contiguos espacio temporalmente. Hume lo que presenta es un minucioso análisis de la “inferencia causal”, es decir, deducción de un consecuente a partir de un antecedente. Hume hace la crítica a la idea de que la conexión entre causa y efecto es una conexión necesaria, es decir, que una determinada causa tiene 5

necesariamente un determinado efecto. Cuando se afirma que un fenómeno es causa de otro, lo que decimos es que están conectados necesariamente, o lo que es lo mismo, no puede ocurrir que sucediendo el primero no suceda el segundo. Esa es la definición de causa en términos científicos: la conexión necesaria entre dos fenómenos contiguos espacio temporalmente. La relación entre causa y efecto no se conoce a priori, es decir, por puro razonamiento. Sólo la experiencia nos instruye sobre la causa y el efecto, al mostrarnos ciertos hechos en conjunción constante. La experiencia no muestra que una determinada causa produce un efecto, sólo muestra que determinados hechos o acontecimientos se dan en una conjunción constante. De lo que no podemos tener conocimiento es de hechos futuros porque no podemos tener impresiones de un hecho que todavía no ha sucedido. Incluso cuando vemos un efecto, la relación con su supuesta causa sigue sin aparecer a la mente como necesaria porque la causa y el efecto son heterogéneos, es decir, el efecto no está contenido en la causa, el entendimiento podría concebir multitud de efectos. La conexión necesaria causal no es un conocimiento del tipo “relaciones de ideas”, sino en todo caso una cuestión de hecho. Por lo tanto, la única forma de demostrar su validez es mediante la experiencia, es decir, mediante una impresión. Lo único que percibimos son dos fenómenos que a una llamo causa ya al otro efecto, la conexión necesaria no es percibida, es decir, de ella no tenemos impresión. Así pues, la idea de causa, ante la imposibilidad de referirla a una impresión, no es válida.

Las consecuencias que se derivan de esta crítica son: 1) todas las ciencias empíricas que basan sus conclusiones en leyes causales de ser válidas para dar un conocimiento universal y necesario. Sus leyes sólo tienen un estatus de probables. 2) el principio de causalidad establecido por Aristóteles queda invalidado.

Lo que hace que el ser humano siga esperando los mismos efectos de las mismas causas es el principio de la naturaleza humana llamado hábito o costumbre. Cuando hemos observado reiteradamente la conjunción constante de dos fenómenos, la costumbre nos lleva a concluir la existencia de uno de los dos cuando se da el otro, y ello sin recurrir al razonamiento. La costumbre constituye la principal guía de la vida del hombre. Sin la influencia de la costumbre no seríamos capaces de dar un paso más allá de lo que se halla 6

presente en nuestros sentidos y la memoria y la experiencia pasada no servirían como fundamento de previsión de porvenir. De todas formas, la costumbre no produce conocimiento, sino sólo creencia. La consecuencia de esto es que de los hechos que trasciendan la experiencia actual o la memoria, no hay conocimiento seguro, sino tan sólo probable.

b) Crítica de la idea de sustancia material. Por sustancia se entiende toda aquella realidad diferente de las impresiones, que existe independiente de éstas y que es el substrato gracias al cual las impresiones se dan. Esta idea de sustancia material no deriva de ninguna impresión, ni interna ni externa. Toda impresión que tenemos es un acto de nuestra mente, pero se supone que la sustancia material existe independientemente de nuestra mente, como realidad externa a ella. El ser humano tiene impresiones de color, olor, figura… pero la sustancia material no es eso, sino la realidad que se supone produce esas impresiones. Esta sustancia no es percibida y por lo tanto hemos de concluir que no tenemos impresión y en conclusión es una idea no válida. Es decir, la idea de sustancia material como entidad diferente de mis impresiones mentales, no es válida. Lo único que podemos hacer es aceptar que la sustancia no es más que un conjunto de ideas simples unidas por la imaginación, al que asignamos un nombre.

c) Crítica de la idea del yo o sustancia personal. La gran mayoría de filósofos afirman la existencia de un yo o sustancia espiritual diferente de los pensamientos. Sería el caso de Platón y Aristóteles que argumentan la existencia de una alma –sea inmortal o no-. Es también el caso de Descartes y su res cogitans, así como de Locke o Berkeley que en esto siguen a Descartes y afirman la existencia de una realidad personal diferente de los contenidos mentales. Por “yo” o sustancia personal se entiende aquella sustancia o entidad diferente de nuestros pensamientos, que subsiste invariable y permanente a lo largo de nuestra vida. Sin embargo no existe ninguna impresión, ni interna ni externa, de la que se derive esta idea. Sólo tenemos intuición de nuestras impresiones y ese “yo” no es ninguna impresión sino aquello que se supone como sujeto al que se refieren nuestras impresiones. Nuestras impresiones no son constantes, sino variables. Nunca existen todas al mismo tiempo, sino que se suceden, por lo tanto no hay ninguna impresión constante y permanente. Es decir, 7

no tenemos ninguna impresión de la que se derive la idea de yo como sustancia distinta de las impresiones. Hume está negando la validez de la idea de alma. La única explicación que podemos dar a la conciencia que tenemos de nuestra propia identidad, es la memoria, es decir, gracias a la memoria conocemos la conexión existente entre las diferentes impresiones que se suceden. El error consiste en confundir sucesión con identidad.

d) Crítica de la idea de Dios Una de las ideas capitales en la metafísica occidental es la de Dios. Por Dios entendemos un ser infinito dotado de todas las perfecciones: omnisciencia, omnipotencia… No existe ninguna impresión de la cual se derive esa idea. De existir se trataría de una realidad infinita que trasciende y que va más allá de nuestras impresiones, que son finitas. No es válida la idea de Dios e incluso no es lícito afirmar su existencia. Todo tratado que se centre en esa figura no es más que creencia, no conocimiento.

Conclusión: el fenomenismo y escepticismo de Hume

Producto de su teoría del conocimiento y de su posterior crítica a las ideas fundamentales de la metafísica occidental, la teoría de Hume se resume en: Fenomenismo: la única realidad existente de la que podemos dar cuenta son nuestros contenidos mentales y en última instancia nuestras sensaciones o impresiones. La postura de Hume se denomina “fenomenismo sensacionista”. (No es lícito afirmar como hace Locke que nuestras sensaciones están causadas y proceden del mundo externo. También para Platón las sensaciones aunque no eran verdadero conocimiento provenían gracias a los sentidos, para Aristóteles, nuestras sensaciones son la captación mental de las cualidades sensibles que tienen una realidad objetiva en las sustancias del mundo externo. También para Descartes nuestras sensaciones (ideas adventicias), al menos las que hacían referencia a cualidades primarias, derivaban del mundo extenso). ¿De dónde se derivan nuestras impresiones? Hume contesta que no se sabe. La única realidad de la que tenemos conocimiento es la de nuestras impresiones o sensaciones.

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Escepticismo: No hay conocimiento o saber firme a excepción del que nos dan las impresiones sensibles particulares. Y del que generan las “relaciones de ideas”, es decir, las matemáticas y la lógica. El escepticismo de Hume abarca la teología, la metafísica y la ciencia.

Esquema de la Teoría del conocimiento de Hume y explicación de los términos más importantes Hume aplicó el método científico al estudio del espíritu humano, analizando los procesos psíquicos con un modelo similar o equiparable al utilizado por Newton para el análisis de los fenómenos físicos. Los elementos básicos o "átomos" son aquí las percepciones (impresiones e ideas simples) que se relacionan espontáneamente entre sí según las leyes de asociación de ideas (semejanza, contigüidad espacial y temporal, y causalidad). Como todas las ideas derivan de las impresiones, no cabe hablar, como hacían los racionalistas, de "ideas innatas".

Según Hume, las impresiones provienen de causas desconocidas.

Percepciones: son los elementos básicos o primigenios de la actividad del espíritu, la cual consiste precisamente en relacionarlos.

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Impresiones: son percepciones vivaces e intensas y pueden provenir de la sensación externa, también llamada simplemente "sensación" (oír, ver, etc.); o de la sensación interna, también denominada "sentimiento" (desear, odiar, etc.). Ideas simples: son percepciones débiles y oscuras. Se trata de copias de las impresiones y provienen de ellas (recuerdos, fantasías de la imaginación, etc.). Razonamientos: a partir de las ideas simples, el espíritu razona y construye proposiciones e ideas complejas. Ideas complejas: el espíritu tiende naturalmente a asociar las ideas simples conformando ideas complejas. Las ideas más generales y abstractas provienen de las ideas más simples y éstas de las impresiones. Si las ideas simples que componen una idea compleja no se dan en ella en el mismo orden en que se nos dan las impresiones de las cuales provienen, la idea compleja no responde a las impresiones sino a la imaginación. Proposiciones de razón: son proposiciones cuya verdad depende de las mismas ideas pensadas. Permiten lograr un conocimiento verdadero porque su contenido es necesario y no contingente (Matemática y Lógica). Sólo en en este plano es posible la "demostración". Proposiciones de hecho: sobre las cuestiones de hecho no hay posibilidad de alcanzar un conocimiento cierto, demostrativo, ya que allí no hay necesidad sino contingencia y, en consecuencia, siempre lo contrario puede ser pensado sin contradicción. Sin embargo, Hume sostiene que, en base a la observación regular y a la experimentación, pueden formularse "pruebas" (que no permiten una duda razonable) o "probabilidades" (que recogen experiencias con resultados variables). De todos modos, no tenemos de las cuestiones de hecho verdadera ciencia, ya que la idea de causalidad que nos permite unir los fenómenos, explicarlos y predecirlos, no se respalda en ninguna impresión y, por tanto, halla su fundamento sólo en la imaginación y la costumbre. Palabras: representan a las ideas, por lo que su significado deriva en última instancia de las impresiones de las que proceden éstas.

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Ética o filosofía moral de Hume: Emotivismo moral

La obra fundamental en la que expone sus reflexiones acerca de la moral es Sobre los principios generales de la moral. En ella mantiene la misma línea empirista que en el resto de su pensamiento. Hume cree que la moral no puede fundamentarse en la razón, ya que los juicios en los que nos basamos para establecer lo que llamamos “bien” o “mal” moral, los deberes, la virtud y el vicio no son ni relaciones de ideas ni cuestiones de hecho, es decir ni son fruto de la percepción sensible (no se percibe ninguna cualidad como la bondad) ni son fruto del razonamiento autónomo. Lo que fundamenta la moral es el sentimiento. Para Hume la moral no se basa en la razón sino en el sentimiento. Lo que llamamos bueno o virtud no es sino aquello que nos genera un sentimiento de aprobación y lo que llamamos malo o vicio es lo que nos genera un sentimiento de desaprobación y rechazo, es decir, los sentimientos de simpatía son el origen de nuestras ideas morales. La razón, por lo tanto, no promueve por sí sola a la acción, son las pasiones y los afectos los que mueven nuestra acción. Con la razón podemos analizar una posible acción (pros y contras) pero lo que determina en último término nuestra conducta es el sentimiento. La moral se siente más que se juzga. Hume define la virtud como toda acción o cualidad mental que da al espectador el sentimiento placentero de aprobación y al vicio como lo contrario. La bondad o la maldad no son propiedades que describan cualidades de las cosas o de las acciones, de ahí que la concepción ética de Hume se denomine emotivismo moral. Al analizar estas cualidades Hume se da cuenta que todos los comportamientos que desencadenan actitudes aprobatorias tienen algo en común, la utilidad. Ésta provoca el agrado, que se convierte en el fundamento último de su ética. Es una moral, por lo tanto, utilitarista. Para Hume lo útil es lo que beneficia a alguien y siempre visto esto en beneficio de la comunidad, no visto de forma egoísta, sino primado por el sentimiento de empatía (simpatía). Este sentimiento de simpatía es el sentimiento de humanidad, de pertenecer a la humanidad, a una misma naturaleza humana común. Esta simpatía despierta en nosotros sentimientos de compasión y solidaridad. Esta postura muestra cómo hay en Hume un convencimiento de que el hombre es un ser social por naturaleza y, por lo mismo, el individuo es sensible y está abierto a virtudes que apuntan hacia los demás, hacia un bien común. Para Hume, todos aquellos filósofos que intentan fundamentar sus sistemas morales en el poder demostrativo de la experiencia o de la razón acaban 11

cometiendo lo que más tarde se denominará: falacia naturalista. Del conocimiento de lo que la realidad es no se puede inferir o deducir lo que la realidad deba ser. Nunca podremos llegar a conclusiones prescriptivas o imperativas (propias de la moralidad) a partir de premisas o juicios descriptivos (propios de nuestro conocimiento de la realidad). Del hecho de que hasta ahora en la mayoría de las sociedades los hombres hayan tenido privilegios sobre las mujeres no se deduce que siempre deba ser así. Del ser no se deduce el deber ser. Nuestro conocimiento de la realidad, fundamentado en la percepción y su posterior análisis racional, nos permite decir cómo es el mundo, pero no cómo debe ser.

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