De las gradas a los vastos espacios

De las gradas a los vastos espacios Augusto Soto 31 de mayo de 2005 Tema El Fútbol Club Barcelona, conglomerado cuyas estrellas son europeas y latinoa
Author:  Alba Lagos Botella

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De las gradas a los vastos espacios Augusto Soto 31 de mayo de 2005 Tema El Fútbol Club Barcelona, conglomerado cuyas estrellas son europeas y latinoamericanas, negocia un acuerdo que pondrá el nombre de la Ciudad Condal en las retinas de la teleaudiencia china y de un mundo ampliado como estrategia de cara a los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008. También, en las recientes giras asiáticas emprendidas por el F.C. Barcelona y el Real Madrid a Asia hay múltiples estrategias y a largo plazo. A la vez, el 3 de junio se cumple otro aniversario de la abrupta conclusión de unas gigantescas manifestaciones callejeras en Tiananmen y en varios puntos del país. En la efervescencia hubo espacio para una serie de manifestaciones de gran dinamismo cultural, entre ellas el fútbol, jugado en la gran explanada de la plaza y metáfora de las energías del pueblo chino. Por otra parte, en un plano mucho más elaborado y con la galanura que corresponde, se cumple este año el cuarto centenario del Quijote, cuyo autor está presente desde hace décadas en un sorprendente pedestal de la Universidad de Pekín, alma mater de la élite china. Desde allí proclama calladamente lo hispánico y el mundo de los ideales. Pocos somos conscientes de esa efigie y de una serie de íconos menores de la cultura hispánica en otros sitios del planeta, que enlazan incluso con el mundo de lo práctico. La obertura del fútbol en China El deporte siempre ha tenido una función en la política exterior china. Sirvió para tender un puente de oro a la inexistente relación entre Pekín y Washington con la famosa diplomacia del ping-pong, hace tres décadas. Pronto los intercambios se ampliaron dramáticamente a otros campos. El ping-pong cumplió su función, pero fue un destello. Porque es finalmente el fútbol el que inevitablemente relaciona a los chinos con el mundo. Las giras asiáticas emprendidas en los años recientes por el Fútbol Club Barcelona y el Real Madrid son acciones punteras de esta visión. El nivel de juego chino es modesto e intermedio, pero va en alza y adquiriendo cierto glamour. Carece de categoría mundial, pero inevitablemente parece probable que lo logre el país con mayores recursos humanos. Además, por un lado, no ha desaparecido la voluntad estatal dirigista con voluntad de proyectar una imagen mundial con triunfos deportivos, y a la vez, reconocemos el perfil de una nación que ve en los resultados y en el prestigio un factor adicional a la ideología tradicional retransformada. Por el momento ningún chino se puede quejar. La progresión de medallas olímpicas es espectacular y correspondiente a la colosal expansión económica. Tras los Juegos de Atenas, China llegará a la cita de los Juegos Olímpicos de Pekín con 32 medallas de oro, tres debajo de EE UU, y con cinco de ventaja sobre Rusia. Es cierto que a esto contribuye la fragmentación postsoviética, pero el mundo debe estar preparado para que

más pronto que tarde China monopolice más de la mitad de las medallas y se convierta también en referencia en el fútbol. Éste ha cumplido un propósito en consonancia con la apertura. En las últimas dos décadas ha servido a las masas para su distracción y para conocer aspectos generales del resto del mundo, impresos en revistas de cultura pop. En la televisión china las ligas de fútbol europeas y sudamericanas son seguidas con interés y conocimiento desde hace dos décadas. La liga de fútbol profesional china se lanzó en 1994, e incluye hoy ingresos por anuncios, taquilla y derechos de transmisión. Además se permite jugar hasta tres extranjeros por equipo, coincidiendo en este espacio futbolistas europeos y latinoamericanos, y los entrenadores extranjeros, que son casi la mitad del total permitido en el torneo. China todavía no logra lo que Japón hace unos años con la contratación del brasileño Zico tras su retiro del fútbol occidental. Por supuesto, falta una densa relación con Asia. Aún no se ha visto a Pelé haciendo lo que acaba de presentar en el festival de Cannes, donde ha promocionado su filme autobiográfico, Pelé forever, ni a Julián Marías ni a Jorge Valdano incluyendo al Asia en sus escritos sobre fútbol, ni a Elías Querejeta rodando un filme asiático análogo a El partido del siglo. Hasta ahora, a nivel competitivo el fútbol ha servido a China para enfrentarse a otros equipos asiáticos. Y el partido contra Japón se ha convertido en un clásico de rivalidad, una válvula de escape en la que emergen aspiraciones y frustraciones y otros temas del subconsciente colectivo, como en Occidente. Es cierto que al entorno de un partido lo rodean la unidad o la disconformidad, y las disconformidades mayores están a la vuelta de la esquina. En cualquier caso, China no escatimará esfuerzos en liderar en el sentido neutro de la esfera del fútbol. El ping-pong es popularísimo aunque demasiado reducido para el objetivo de proyección de gran imagen externa. Mencionar aquí la primera cumbre América del Sur-Países Árabes, celebrada este mes en Brasilia, que congregó a representantes de 600 millones de habitantes, no es apartarse del tema. Hay afinidades más allá del llamado hecho por el ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, a estructurar lo que denominó como “una alianza de civilizaciones”, coincidente con la línea del actual Gobierno español. Hay más, una importante proporción de la élite empresarial latinoamericana es de ascendencia árabe y varios de sus nombres están en los organigramas de relevantes clubes de fútbol. El reciente viaje de Ronaldo a Palestina ha sido saludado con euforia por niños palestinos e israelíes y es otra coincidencia encaminada a promocionar a la esfera como válvula neutra de paz. Son iniciativas precedidas desde la música con los conciertos por la paz para acercar a la juventud de Israel y Palestina, organizados por el músico de origen judío e hispano-argentino, Daniel Barenboim. La tectónica de las sinergias está conociendo una inusitada velocidad. En efecto, por su parte y con carácter histórico, por primera vez China se ha acercado notablemente al proceso de paz de Oriente Próximo este mismo mayo. Y en esta dimensión, y ahora hacia Oriente ¿No hay una orquesta multinacional de música occidental, asiática o experimental que pueda realizar una gira por Pekín, Taipei, Singapur, Barcelona, Madrid, Santiago de Chile y Buenos Aires liderada por personajes como Barenboim o Andrés Maupoint? Por de pronto, sabemos que en agosto el F.C. Barcelona se enfrentará a un combinado palestino-israelí, un buen preámbulo para la conferencia euromediterránea que se celebrará a fines de año en la Ciudad Condal. Como se ve, no terminan de acabar las fronteras ni las posibles sinergias.

Energías que fluyen desde y hacia Tiananmen Como es sabido, los puntos cardinales chinos son cinco. En efecto, el centro ocupa un lugar y ese fue el punto en que este autor, al servicio de la agencia Efe, esperó en mayo de 1989 la llegada de Gorbachov a Pekín, cuyo centro simbólico es la plaza de Tiananmen. Allí le tocó presenciar uno de los partidos de fútbol más impresionantes que se puedan ver. Semanas antes había muerto el ex secretario general del Partido, Hu Yaobang, desencadenando un largo duelo, que se transformó en manifestaciones populares mayores. A medianoche de la víspera de la visita que ponía fin a treinta años de discordias chino-soviéticas, se arremolinaron decenas de miles de personas en la gran explanada. A lo largo de un corredor central, corría una masa humana eufórica tras un balón enorme que era un trozo de trapo ovalado. Era energía desbocada y masiva en estado puro y con reglas propias. En los días sucesivos se verían más muestras de creatividad desplegadas por millones de personas. Pese a ser unas manifestaciones pesadas, gigantescas, más allá de los motivos mayores de sobra conocidos, fue el terreno de las imágenes uno de los que se recuerdan vividamente. Lo podríamos catalogar de expresiones de karaokeización. En efecto, se superponían íconos contraculturales a los íconos tradicionales en un “yo” embrionario proyectado a la escena pública. Y pese a ser energía dispersa, incluía referencias que aludían a la larga tradición china, a la técnica del dazibao que enlaza con el marketing. Como es bien sabido, las cosas derivaron por otro lado y las demandas y el aspecto festivo tuvo un abrupto final. En esos momentos España presidía la entonces Comunidad Económica Europea y el Gobierno de entonces actuó con pragmatismo. No menor fue el pragmatismo demostrado entonces por importantes países latinoamericanos. El subcontinente serviría en parte de área para desbloquear el congelamiento y el embargo que le impondría la mayor parte de Occidente a China. Fue un respiro a un Pekín que entonces se llegó a sentir aislado (el Muro de Berlín cayó al poco tiempo). Unos meses después el presidente chino, Yang Shangkun, iniciaría una visita a Brasil, Chile, Uruguay, México y Argentina. Algunos de estos países estaban en una dinámica de recientísima recuperación democrática y poco se podía captar de la China del futuro. En esa visita a Yang le fue desplegada una alfombra roja que el presidente Hu Jintao ha pavimentado hace pocos meses con la gira más espectacular de un dirigente asiático a Latinoamérica en toda su historia. La solidaridad de la región no ha sido olvidada. Otro giro a mediados de 1989 fue el destino del dirigente Hu Qili, quien con toda su experiencia, pasaría, al cabo de los años, a encabezar el Foro China-España junto a Juan Antonio Samaranch, presidente honorífico del Comité Olímpico Internacional y uno de los tres extranjeros de mayor prestigio en Pekín. Conviene recordar que el último Foro España China en la Ciudad Condal concluyó con una visita de sus participantes al Camp Nou, donde se disputó un partido amistoso televisado encabezado por el mejor jugador del mundo. Tenemos a las puertas interesantes posibilidades que perfectamente pueden girar contando con un balón. Las grandes explanadas van desapareciendo. La Plaza del Pueblo de Shanghai no congrega masas compactas sino transeúntes. De Tiananmen se proyectan directrices de unanimidad desarrollista y nacionalista hacia los galpones manufactureros, los rascacielos y los estadios. En estos últimos, con su eco ampliado a

la teleaudiencia se encuentran los consumidores y los habitantes de la sociedad civil futura. El anuncio hecho la semana pasada en Pekín por el ministro de Industria, Turismo y Comercio, José Montilla, prevé un plan integral de desarrollo del mercado para robustecer la presencia, apoyar especialmente al sector servicios, aumentar la imagen de país y de los productos españoles, animar las inversiones en China y atraer las de China hacia España, además de promocionar el turismo. A esta idea matriz se le asignará un presupuesto de 700 millones de euros. Hemos de aguzar todo nuestro ingenio para maximizar esa inversión e inevitablemente mantener la mirada sin despegar un ojo ni de Latinoamérica ni de América del Norte. A China se la ve como el principal escenario mundial de obras públicas e infraestructuras y podemos llegar allí desde variados puntos. De la ruta del Zorro y de una La Mancha extendida Añadidamente, la inversión anunciada se verá forzada a multiplicarse, y cuando ocurra habrá de hacerse por vías paralelas. Está la gran asignatura de imagen que tenemos que acometer en China y a la vez desde EE UU. Algunos esclarecidos hablan de proyectar una imagen de civilización o bloque. El historiador mexicano, Enrique Krauze, quien recientemente en el Congreso de la Lengua Española en Rosario ha abogado por la internacionalización de lo hispánico en EE UU en todos sus ámbitos, incluido el cine, propone “contar con actores latinos en Hollywood y formar una compañía que realice películas y series de TV que puedan distribuirse globalmente”. Si esto se lograse sería prioritario proyectarlo en China. Por añadidura, desde noviembre pasado Pekín permite a compañías extranjeras comprar acciones en la TV china y participar en empresas conjuntas. He aquí una ventana inmediata para la acción: lograr introducir en chino espacios significativos nuestros en por lo menos parte de los 300 millones de televisores. Y aquí hará falta combinar fuerzas con los gigantes Televisa y O’Globo, porque el español ya no es ajeno a Brasil ni el portugués a nosotros. Por otra parte se cuentan tres canales de TV y centenares de emisoras de radio de habla hispana en EE UU. Se podría sondear la posibilidad de redirigir algunas programaciones e incluir a China desde EE UU. Últimamente los medios de comunicación chinos han destacado que la campeona del mundo de esgrima, la china Tan Xue, avanzó en su carrera inspirada en la figura del Zorro, “aquel espadachín español que luchó contra los malos gobernadores”. He aquí una figura interesante. El actor Mario Banderas, cuya segunda versión del filme, La máscara del Zorro se estrena este año, es conocido en China. A la vez, la escritora chilena especializada en best seller mundiales, Isabel Allende, publica en estos días una novela, titulada El Zorro. Comienza la leyenda. Allende dice sentir una gran atracción por lo asiático, estimando en 64 por ciento el porcentaje de la población china que sabe quién es este personaje ficticio, en parte basado en la vida del buscador de oro y aventurero real Joaquín Murieta, cuya nacionalidad se disputan mexicanos, chilenos y norteamericanos y cantado por Neruda. El Zorro se ambienta en la época en que EE UU se hizo famoso en China con su puerto de llegada en San Francisco, que pasará a ser denominado desde entonces en mandarín como Jiu Jin Shan: “Vieja montaña de oro”. El Oeste ha inflamado el imaginario de trabajadores y empresarios chinos de la misma forma como las ciudades europeas han atraído más bien, aunque no exclusivamente, y menos hoy, a la intelectualidad china.

Y si la figura de El Zorro se ha de relacionar con la alta civilización que encabeza El Quijote, he ahí la figura del recientemente elegido gobernador de Los Angeles, descendiente de mejicanos, Antonio Villaraigosa. Convendría saber mucho más de él y del potencial de sinergias. Sabemos que no quiere ser visto como un alcalde latino, que se debe a su electorado, más que triangular, compuesto por anglogermánicos, hispanos, asiáticos, afroamericanos y ex ciudadanos de la URSS. El diario El País, entusiasmado con la elección, proclamaba en la sección Opinión que el espacio estaba abonado para “una colaboración triangular entre España, EE UU y América Latina” y remataba diciendo que la elección entrará pronto en el terreno de la normalidad, “demostrando así que el concepto de Iberoamérica debe penetrar hasta el corazón de EE UU”. El asunto es que si eso ocurre, aparte de nuestros empeños directos con China, esa penetración debe tener eco indirecto en Asia. En otra esfera. Un agudo observador de altísimo nivel en Madrid que ha pedido el anonimato, cree ver en la visita de Hu Jintao a España, en 2001, un hecho no menor, un motivo a observar con atención en el futuro. Porque no había una razón para que Hu visitara estos pagos como parte de su primera gira europea antes de acceder a los máximos cargos que actualmente ocupa. Hu podría haber venido a sondear a futuro una relación íntima aún más sólida en vistas a considerar la transición a la democracia en España como una referencia útil para China. Es un terreno hipotético, a todas luces asimétrico, pero que probablemente veremos más despejado, si cabe, hacia el final de esta década. Y si bien los vientos de abrupto cambio en Tiananmen parecieron al final una quijotada hace 15 años, los vientos hoy llevan un soplo realista. Hay una posible firma de contrato de publicidad que China insertaría en la camiseta del F.C. Barcelona, de cara a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. El presidente Laporta no ha dado detalles alegando un pacto de confidencialidad porque las negociaciones necesitan tiempo. De paso ha dicho a Mundo deportivo que “estaría encantado de poder aportar nuestro granito de arena a la apertura de China a la democracia”. Como se sabe, desde 1987 el gigantesco país ha estado llevando a cabo elecciones a nivel de aldea. Finalmente, mientras intentamos leer entrelíneas estas declaraciones, y otras, como el anuncio de que el Club de Ronaldinho baraja tras su gira a Japón, en junio, una gira por decidir entre dos opciones decidoras, Estados Unidos y México o China, el mes acaba con el rechazo de Francia a la Constitución Europea. La respetable respuesta democrática remece, pero no debilita. Más bien llama a una mayor reflexión continental sobre el nuevo espacio que queremos, sobre el nuevo “rayado de la cancha”: palabra quechua. Y si algunas cuerdas políticas europeas requieren nuevas batutas, las relaciones culturales brillan con Oriente. El Instituto Cervantes está abriendo sus puertas en Pekín, capital de larga tradición en la enseñanza de un español enseñado allí desde hace décadas con toda su variedad de acentos y giros idiomáticos. China también se mueve. Su Ministerio de Asuntos Exteriores ha iniciado una serie de convenios para enseñar el chino en las escuelas de países de habla hispana. Y concretamente, pronto veremos la apertura del Instituto Confucio en España, México, Brasil, Chile, Argentina y Perú. En fin, gira la esfera-mundo cargada de realidades y metáforas. Eppur si muove.

Colofón Aparentemente nuestra proyección de credibilidad tecnológica y bancaria puede quedar oscurecida por la imagen futbolística y nuestras capacidades en el sector turístico, pero las apuestas de alta estrategia son inclusivas y no descartan componentes a acoplarse en Oriente. Apostar fuerte por el fútbol es coincidir con una estrategia nacional basada en el entretenimiento, el nacionalismo chino y el consumo de lo nuevo, que es lo que está impulsando Pekín. Es un valor seguro y aquí hay una ventaja comparativa en la simbiosis España-Latinoamérica que no hay que explicar demasiado en Asia. El fútbol exitoso está asociado al poder y es una puerta adicional para el sector servicios y numerosas industrias y productos. El anuncio del Gobierno de potenciar con 700 millones de euros la presencia empresarial y los productos ibéricos en China ha sido muy bien recibido, y a la vez, es, forzosamente, preámbulo de más impulsos oficiales y privados. Entretanto habrá de aguzarse todo nuestro ingenio para maximizar la inversión y mantener nuestra mirada hacia China contando con América Latina y EE UU, para acometer así tres tareas a la vez. En los últimos 25 años España ha enarbolado una transición política eficiente, en su canchas se juegan ligas de fútbol planetarias que son expresión simbólica de expectativas en alza para miles de millones de personas. También el país es un faro que señala una vida mejor para millones de inmigrantes y una relajante boya del turismo septentrional. La banca ha dado el salto al Gran Charco tradicional y encarna la seguridad en casa, y si no aún, la esperanza de que eso ocurra, para decenas de millones de latinoamericanos. Hay aquí componentes de soft power. Los bancos españoles están en América Latina, urge ahora ofrecer a las empresas latinoamericanas en China y el resto de Oriente los servicios bancarios que les ha ofrecido allí el mundo anglosajón durante décadas. Hay signos de que algo se está moviendo. También existe un horizonte que podemos acercar. Sería interesante en el año del cuarto centenario del Quijote evaluar la conveniencia de influir incisivamente en la percepción global y comenzar a trabajar para lograr que el trío hablado y escrito inglés-chinoespañol sea considerado inseparable en el currículo internacional de élite. La tríada incluye a más de tres identidades y son muchísimas más las que se sienten cercanas a una o dos de ellas: Brasil, la India, las culturas amerindias, gran parte de África y parte del mundo árabe, Singapur, Malaisia y toda la diáspora china. Y no hay que olvidar que en Taiwan el español es un idioma de contenido estratégico.

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